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Guia_de_redaccion_Proedit_Agosto_2017

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Guía de redacción
Programa Editorial del Gobierno de la República 
México, 2016 
	
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Índice 
 
 
I. El original 
Algunos conceptos básicos 
El autor 
El texto: consejos para su elaboración 
El destinatario 
Lenguaje respetuoso de los derechos humanos 
 Requisitos básicos 
 Las fuentes 
 Material de consulta 
 Organización interna de una obra 
 Textos introductorios 
 Desarrollo: los capítulos de la obra 
 Conclusión o epílogo 
 Citas y transcripciones 
 Notas y bibliografía 
 Notas 
 Bibliografía 
 Recursos electrónicos 
 Otros sistemas bibliográficos 
 Índices 
 Características del párrafo 
 Características del documento: cómo entregar el original 
 Características técnicas 
 Jerarquías tipográficas 
 Material gráfico 
 
	
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II. Revisión 
 Indicaciones generales 
 Pequeñas dosis de ortografía y gramática 
 Acentuación 
 Preposiciones 
 Puntuación 
Errores y dudas frecuentes 
Cuestión de estilo: normas ortográficas y editoriales 
 Mayúsculas o altas 
 Minúsculas o bajas 
 Cursivas, versalitas y negritas 
 Abreviaturas, siglas y acrónimos 
 Expresión de cifras y numerales 
 
III. Lectura de pruebas 
 ¿Qué es una revisión ortotipográfica? 
 Tipos de pruebas 
 Galeras o primeras planas 
 Segundas planas 
 Contraprueba 
 Pruebas finas 
 
Apéndice. Designaciones oficiales y abreviadas de las secretarías de Estado y sus 
subsecretarías, órganos, organismos y empresas de participación estatal 
Términos de uso frecuente en el ámbito editorial 
Bibliografía 
 
 
	
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I. El original 
 
 
El original o manuscrito es el contenido de un libro por publicar; es el trabajo final e 
íntegro del autor, por lo que debe incluir todos los elementos, desde textos 
preliminares —como el prefacio, el prólogo o la introducción—, pasando por 
tablas, gráficas e ilustraciones, hasta índices, notas y bibliografía o fuentes 
consultadas, según el caso. 
Pero antes de describir en qué consiste cada una de las partes que conforman 
un libro, conviene recordar algunos conceptos vinculados con la creación de un 
manuscrito. 
 
 
Algunos conceptos básicos 
 
El autor 
El Diccionario de la lengua española de la Real Academia define la voz autor, en 
su tercera acepción, como la “persona que ha producido alguna obra científica, 
literaria o artística”. Como toda definición de carácter general, ésta deja de lado un 
gran número de variantes relacionadas con la autoría de un texto. El caso más 
común es aquel en que una persona concibe y da a la luz una obra de su 
invención, sea ésta del género que sea. También puede ocurrir que varias 
personas escriban en conjunto un solo texto, compartiendo el crédito de su 
autoría; asimismo, cabe la posibilidad de que varios autores desarrollen sendos 
capítulos de un mismo libro, con la colaboración de un editor o compilador que 
coordine el proceso de creación y editorial. 
Pero también, tanto en el ámbito privado como en el sector público, ocurre a 
menudo que la elaboración de los libros, especialmente cuando éstos presentan 
como autor a una institución, es encomendada a personas que, si bien dominan el 
tema de la obra, carecen de experiencia como autores. En esos casos es muy 
común —y hasta natural— que los escritores noveles se sientan intimidados por la 
	
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página en blanco. Y aunque difícilmente podrá encontrarse un medio para conjurar 
ese temor, sí puede asegurarse que éste no es en modo alguno privativo de quien 
se enfrenta por primera vez a la confección de un texto. En mayor o menor 
medida, todo escritor debe encarar y superar sus miedos antes de sentarse a 
escribir. 
 
El texto: consejos para su elaboración 
Aunque no existe un método único ni una técnica infalible para construir un texto, 
sí hay algunos recursos que facilitan la labor. El primero de ellos es la elaboración 
de un esquema, lo más completo posible, donde se viertan todos los temas, 
subtemas e ideas sueltas relacionados con la obra. Es comprensible que éstos 
vengan a la mente del autor en desorden; la tarea posterior, una vez reunidas las 
ideas, es organizarlas yendo de lo general a lo particular. Ésta es la etapa en que 
pueden comenzar a asignarse jerarquías a los elementos, los cuales más tarde se 
traducirán en capítulos, subtítulos, secciones, subsecciones, etcétera. 
Cabe aclarar que en ocasiones, si la investigación está en curso o si algún tema 
requiere un desarrollo posterior por parte del autor, el esquema se verá 
enriquecido conforme avance el proceso de redacción. Asimismo, si bien se 
recomienda que el esquema sea lo más completo posible, no necesariamente se 
verterá todo su contenido en el índice de la obra —a reserva de describir éste más 
adelante, vale aclarar que un índice sólo recoge dos niveles por debajo del 
capítulo, de modo que las secciones inferiores no se consignan en él—. 
Una vez elaborado el esquema del documento, conviene asignar una extensión 
estimada a cada una de sus secciones; ello será de gran ayuda cuando la obra 
quede terminada, pues desde un inicio se ajustará a las características del medio 
en que se publique. 
Por lo que toca al desarrollo del contenido, si bien comúnmente los autores 
suelen obedecer la estructura del esquema, esto no es obligatorio. José Martínez 
de Sousa, una autoridad en materia de estilo editorial, aconseja comenzar a 
redactar lo que resulte más claro o más sencillo para quien escribe; habiendo un 
esquema, el orden en que se lleva a cabo la escritura será una elección personal. 
	
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De igual modo, especialmente en el caso de los escritores noveles, se aconseja 
emplear oraciones cortas —en las que sólo se desarrolle una idea completa— y 
párrafos que no rebasen las 10 o 12 líneas. 
Si la publicación tiene carácter institucional, se recomienda emplear siempre el 
modo impersonal (pronombre se con verbo en singular; indica que debe 
entenderse un sujeto tácito o no explícito de persona de naturaleza genérica: “se 
recomienda”, “se ha demostrado”, “se necesitará”, etcétera). 
Para expresar acciones realizadas y resultados, así como hechos históricos, 
han de usarse verbos en pasado; para la enunciación de expectativas, 
proyecciones y objetivos, se recomienda el uso de verbos en futuro, y en presente, 
para acciones en curso. La alternancia innecesaria de tiempos verbales, además 
de ser poco elegante, puede confundir al lector. 
También es aconsejable que el texto tenga autonomía, es decir, que el lector 
pueda comprender su contenido valiéndose de la información proporcionada en el 
documento. Si acaso fuera necesario aludir a otro texto o artículo relacionado, 
conviene introducir un resumen que haga comprensible la alusión sin necesidad 
de que el lector acuda a la fuente citada. 
Aunado a lo anterior, es recomendable —sobre todo tratándose de textos 
estadísticos, científicos, sujetos a una actualización permanente— evitar el uso de 
expresiones que indiquen tiempo o lugar y dependan del contexto en que se 
emiten para ser interpretadas. Así, por ejemplo, en vez de decir “Este año, el país 
vecino…”, debería escribirse “En 2016, Estados Unidos…” 
Por último, una de las estrategias más útiles e indispensables del proceso de 
escritura consiste en relegar el texto durante un tiempo breve una vez que esté 
concluido. Transcurrido ese lapso, es sumamente recomendable que el escritor 
relea el documento, con el fin de pulirlo y dotarlo de la mayor claridad posible. 
 
El destinatario 
Así como conviene conocer las características físicas y el tema de la obra que se 
pretende redactar, es preciso saber de antemano a qué público se dirige el texto: 
	
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no es lo mismo escribir para un público infantil que para un grupo de académicos, 
empresarios, ciudadanos, jóvenes, etcétera. 
En consecuencia, aspectos como el estilo, el léxico, la organización del 
material, el tono, el tratamiento y las figuras retóricas quese elijan deberán 
adecuarse a los lectores potenciales; de no hacerse así, se corre el riesgo de que 
la obra no cumpla el objetivo con que fue concebida o que la recepción del 
mensaje se vea afectada por una interpretación equivocada o deficiente. En todo 
caso, sin importar el lector de que se trate, siempre se debe buscar la claridad y la 
sencillez por encima de una artificiosa o compleja elegancia. 
 
Lenguaje respetuoso de los derechos humanos 
El lenguaje refleja el modo en que una sociedad interpreta el mundo. Como 
sucede con otros idiomas, el español históricamente ha conservado y reproducido 
formas que afianzan la desigualdad social, pues discrimina a ciertos grupos 
étnicos o religiosos, personas con discapacidad o con orientación sexual distinta 
de la heterosexual, adultos mayores, migrantes y otros grupos que a menudo son 
estigmatizados. De ahí que resulte importante erradicar términos peyorativos y 
cuidar el lenguaje. 
Los cambios léxicos que introduzca y promueva una iniciativa del Estado como 
el Programa Editorial del Gobierno de la República deben marcar una pauta en 
favor del uso del lenguaje incluyente. Las siguientes son recomendaciones 
básicas para redactar textos respetuosos de los derechos humanos en el marco 
de la Administración Pública Federal. 
En español, la feminización de las palabras está determinada por el consenso 
de la comunidad de hablantes; así, cada vez es más frecuente escuchar los títulos 
y las profesiones en femenino o masculino, de acuerdo con el género de la 
persona a la que hacen referencia. Ese trato debe preferirse siempre. Ejemplos: la 
médica García; Laura, la asesora del presidente. 
A continuación se enlista una serie de usos peyorativos del lenguaje que deben 
evitarse. 
 
	
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Uso peyorativo Alternativa 
Minorías étnicas 
Los indígenas 
Las comunidades indígenas 
Los pueblos indígenas 
Los afeminados 
 
Personas con preferencia sexual distinta de la 
heterosexual 
Las vestidas Personas travestis 
Personas transgénero 
Los enfermos de sida 
Los sidosos 
Personas que viven con VIH/sida 
Los viejitos 
Los ancianos 
Personas adultas mayores 
Los mojados 
Los braceros 
Personas migrantes 
Sectas religiosas Grupos religiosos 
Los discapacitados 
Minusválidos 
Personas con discapacidad 
Cuadro 1. Lenguaje respetuoso de los derechos humanos 
 
 
Requisitos básicos 
 
Las fuentes 
Si bien es cierto que agotar un tema de investigación puede resultar imposible, 
pues siempre habrá nuevas publicaciones, datos y enfoques, también lo es que el 
autor de una obra —especialmente si en ella se exponen datos o si es producto de 
un estudio acucioso y prolongado— está obligado a consultar el mayor número de 
fuentes disponibles. Aunque no siempre es posible, lo más deseable es que el 
acopio de información se lleve a cabo antes de emprender el proceso de escritura, 
a fin de que el autor sea capaz de relacionar los datos pertinentes con las distintas 
partes de su trabajo. 
En cuanto a las fuentes, éstas se clasifican en dos grupos. Las directas, 
primarias u originarias son documentos originales que contienen información de 
primera mano; por ejemplo, libros, artículos, informes técnicos o científicos, 
documentos históricos, etcétera. En cambio, las fuentes indirectas, secundarias o 
derivadas son textos en los que interviene la acción o la interpretación de una 
tercera persona; por ejemplo, una traducción, una compilación, las recopilaciones, 
	
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los resúmenes y las obras de referencia, como diccionarios y enciclopedias. 
Huelga decir que en una investigación seria debe prevalecer la consulta de las 
fuentes primarias. 
 
Material de consulta 
La herramienta principal de todo escritor es el lenguaje. Si un escritor, al ser 
también hablante, domina su lengua, puede pensarse que no requiere más ayuda 
que la pluma o el teclado para componer un texto. Esto no es del todo cierto. Cabe 
recordar que el lenguaje escrito no es igual que el oral: mientras el segundo echa 
mano de elementos como la entonación, la expresión corporal y el volumen de la 
voz, el primero debe limitarse al uso de la palabra para expresar cualquier idea. 
Así, tanto la precisión como la claridad adquieren gran importancia para quien 
escribe un texto. 
Uno de los recursos indispensables de todo autor, sea éste novel o no, es el 
diccionario. El más básico de todos es el de la lengua; el más recomendable es el 
que la Real Academia, en asociación con las academias de los demás países de 
habla hispana, publica cada década y que puede consultarse en línea de manera 
gratuita. 
No menos útiles son los diccionarios de sinónimos y antónimos, que auxilian al 
escritor cuando desea evitar la repetición de un término o dotar su texto de cierta 
variedad y riqueza léxica. Por su parte, los diccionarios de uso proporcionan 
ejemplos de las formas en que una voz se emplea, con lo que muchas veces 
disipan dudas relacionadas con el uso correcto (o por lo menos común) de la 
lengua. En cuanto a las dudas, asimismo, hay diccionarios que orientan al lector 
sobre el uso de determinada voz y su adecuación con la gramática y la ortografía 
vigentes. (El Diccionario panhispánico de dudas, publicado por la Asociación de 
Academias de la Lengua y la Real Academia, es sumamente recomendable, 
además de que puede consultarse en línea sin costo alguno.) 
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Otros diccionarios útiles son los ideológicos, enciclopédicos, biográficos y 
especializados. Su elección dependerá de las necesidades y las preferencias de 
cada autor.1 
Organización interna de una obra 
Pese a la gran diversidad de temas que pueden abordar, las obras, por lo general, 
presentan una organización tradicional. Así, en primer término se describe a 
grandes rasgos el objetivo del texto y se explica en qué consiste cada una de sus 
partes; a continuación se desarrolla el contenido propiamente dicho; por último, se 
ofrecen las conclusiones a que se llegó al término de la investigación, lo cual debe 
recoger lo que se expuso a lo largo del texto. 
Textos introductorios 
Los términos presentación, prefacio, palabras preliminares, introducción y otros 
semejantes están íntimamente relacionados por su significado y por la función que 
desempeñan. Todos ellos anteceden al desarrollo propiamente dicho de la obra y 
se encargan de introducir al lector en el tema que se abordará. La elección de uno 
u otro dependerá del objetivo que se persiga al incluirlo: dar a conocer a un autor,
reconocer la trayectoria de algún personaje, proporcionar herramientas que
ayuden al lector a comprender mejor un texto, etcétera.
Para José Martínez de Sousa, 
en la página impar siguiente a la última ocupada con texto, comienzan los textos de 
presentación de la obra, que pueden consistir en una presentación (escrita por persona 
distinta del autor), un prólogo (escrito por el autor o por persona ajena), una advertencia o 
nota previa (escrita por el editor o por el director literario).2 
1 Aunque en la elaboración de su trabajo el autor recurra a diccionarios y otras obras de 
consulta, por lo general se recomienda no citarlas en la bibliografía: se espera que en una 
investigación se empleen fuentes menos “básicas” y más especializadas. 
2 José Martínez de Sousa, Manual de estilo de la lengua española (MELE 3), 3ª ed., revisada y 
ampliada, Gijón, Trea, 2007, p. 215. 
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Según el editor Roberto Zavala, autor de El libro y sus orillas. Tipografía, 
originales, redacción, corrección de estilo y de pruebas, la finalidad de la 
presentación es ofrecer una suerte de reseña de la obra, cuyos aciertos señala y 
elogia, y una somera semblanza del autor. Tanto el prólogo como el prefacio, el 
preámbulo, el proemio y el introito comparten, también al decir de Zavala, la 
característica de preceder, de introducir. La función de tales textos es mostrar las 
cualidades del autor o de su obra; en general, su tono es elogioso, oal menos 
exegético, por lo que normalmente su escritura es tarea que recae en manos 
ajenas al autor (aunque éste, sin contravenir ningún reglamento, puede signar el 
prólogo de su escrito). 
Por lo que toca a la introducción, éste es un texto más bien extenso; 
proporciona al lector elementos necesarios para desentrañar el contenido de la 
obra y, de ser necesario, lo sitúa en el contexto en que se escribió. Puede decirse, 
en suma, que facilita la lectura y asegura una mejor comprensión del contenido. 
En el apartado dedicado a la escritura de tesis académicas —cuya estructura es 
muy semejante a la de cualquier obra de investigación—, Carmen Galindo, 
Magdalena Galindo y Armando Torres-Michúa, autores de un útil Manual de 
redacción e investigación dirigido a estudiantes y profesionistas, describen la 
introducción, prólogo o prefacio de forma clara y sucinta. Vale citarlos aquí, pues 
sus ideas pueden resultar de utilidad para resumir y reforzar las ideas de esta 
sección: 
Es un capítulo que cumple la función de presentar la obra al lector, mediante una 
descripción general; puede incluir entonces el propósito del estudio, las tesis que habrán 
de desarrollarse, la metodología empleada, las recomendaciones para el manejo de la 
obra, los comentarios de carácter general a las investigaciones de otros autores que han 
precedido el trabajo que se presenta, las dificultades encontradas al realizar el estudio. Al 
final de la introducción suelen incluirse los reconocimientos a las personas o instituciones 
que hayan cooperado en la elaboración de la obra. (También se denomina prólogo a un 
ensayo que precede a una obra escrita y que se ocupa de presentarla y valorarla.)3 
3 Carmen Galindo, Magdalena Galindo y Armando Torres-Michúa, Manual de redacción e 
investigación, México, Grijalbo, 1997, p. 151. 
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Desarrollo: los capítulos de la obra 
Por lo general, las obras suelen dividir su parte central o desarrollo en capítulos. 
En ellos se aborda un aspecto del tema de la obra, por lo que cada capítulo goza 
de cierta autonomía sin dejar de estar vinculado con los demás. Por esa razón, y a 
reserva de abordar el tema más adelante,4 las referencias bibliográficas que se 
consignen en nota a pie de página deberán colocarse completas la primera vez 
que aparezcan en cada capítulo. 
En obras muy extensas o que requieran hacer una diferenciación temática, los 
capítulos se agrupan en partes;5 el título de éstas ha de disponerse en una página 
non, sin ningún otro texto y dejando la página siguiente, par, en blanco (página 
falsa). 
Por su parte, los capítulos se subdividen en apartados o incisos. Estas 
divisiones resultan tanto más necesarias cuanto más extenso es el capítulo; por lo 
general, su jerarquía y la relación que guardan entre sí se traducen en 
un tratamiento tipográfico distinto (véase el apartado “Jerarquías tipográficas”, 
en la presente guía). Sin embargo, también puede emplearse una 
clasificación numérica (la cual resulta particularmente útil cuando el texto 
tiene muchas 
subdivisiones y numerosas referencias cruzadas): 1, 2, 2.1, 2.2, 2.2.1, 2.2.2, 3… 
Conclusión o epílogo 
Aunque estos dos términos tienen significados ligeramente distintos,6 ambos 
sirven para hacer una recapitulación de lo que se expuso en el desarrollo de 
la obra. No deben ser textos muy extensos ni dedicar demasiado espacio a 
resumir 
el tema del libro. Tampoco conviene que el autor reserve para los finales de la 
4 Véase el apartado “Notas y bibliografía”, en esta misma sección. 
5 José Martínez de Sousa plantea la división interna de la obra en dos grandes niveles: 
macroestructura textual, compuesta por tomos, libros, partes y secciones, y microestructura 
textual: capítulos, subcapítulos, párrafos, apartados, subapartados y subsubapartados. Cf. José 
Martínez de Sousa, op. cit., pp. 209-211. 
6 El Diccionario de la lengua española de la Real Academia define conclusión como la “idea a la 
que se llega después de considerar una serie de datos o circunstancias” y como “fin y terminación 
de algo” (segunda y tercera acepciones). Por su parte, la palabra epílogo queda definida como 
“recapitulación de lo dicho en un discurso o en otra composición literaria” y “última parte de una 
obra, en la que se refieren hechos posteriores a los recogidos en ella o reflexiones relacionadas 
con su tema central”. Cabe decir que, en la etimología de conclusión, se lee: “Del lat. conclusĭo, -
ōnis, y éste trad. del gr. ἐπίλογος epílogos”, lo que explica el uso a veces indistinto de ambos 
términos en la práctica. 
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obra sus ideas más valiosas. Para elaborar la conclusión o epílogo, los autores del 
citado Manual de redacción e investigación sugieren “releer cada uno de los 
capítulos y señalar las tesis principales, así como la argumentación y las pruebas 
centrales que confirman nuestras apreciaciones”.7 
Citas y transcripciones 
Si se considera que en todo trabajo, sea éste del tipo que sea, se desarrollan las 
ideas de su autor, se entenderá que éste no debería echar mano de ideas ajenas 
salvo para reforzar sus propios argumentos o establecer un contraste con ellos. 
Asimismo, es preciso que la cita reproducida sea pertinente, que su extensión esté 
justificada por el interés y la relevancia del fragmento en el marco de la 
investigación, y que su autor sea autoridad en el tema.8 
Huelga decir que, en aras del respeto al derecho de autor, la autoría de la cita 
debe ser oportunamente aclarada, y que en toda circunstancia ha de indicarse la 
ubicación del fragmento citado. 
Ahora bien, de acuerdo con la forma de presentar el texto transcrito, las citas 
pueden ser de dos tipos: 
a) indirectas: son aquellas que presentan la idea de un autor sin emplear sus
mismas palabras. Por lo general se introducen tras un verbo transitivo,
como su complemento directo; en virtud de que no reproducen de modo
textual las palabras del autor citado, no requieren comillas ni ninguna otra
distinción textual:
En El libro y sus orillas, Roberto Zavala afirma que es válido usar el gerundio con 
pronombres enclíticos. 
b) directas: reproducen de modo exacto las palabras de un autor, las cuales
pueden presentarse de dos modos, dependiendo de su extensión: de una a
cinco líneas, la cita debe disponerse entre comillas, en redondas, como
parte del texto general. Si, por el contrario, rebasa las cinco líneas, se
7 Carmen Galindo, Magdalena Galindo y Armando Torres-Michúa, op. cit., p. 153. 
8 Cf. José Martínez de Sousa, op. cit., p. 71. 
	
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compondrá a bando, esto es, en redondas, en un cuerpo de texto uno o dos 
puntos menor que el resto de la obra, en párrafo justificado y sangrado en 
todas sus líneas por la izquierda. Se debe dejar, asimismo, un blanco antes 
de la transcripción y otro después. Al igual que el párrafo ordinario, los 
párrafos del bando llevan sangría en su primera línea, a excepción de aquel 
que encabeza la cita: 
 
Otro uso correcto y muy frecuente del gerundio es el que no remite a ningún verbo, 
caso en el que […] adquiere carácter de participio activo del sujeto: El oficiante 
arrancando el corazón a la víctima; Un espermatozoide fecundando el óvulo; El 
batallón Olimpia masacrando al pueblo. Este empleo se lee a menudo en pies de 
grabado, donde el gerundio describe la acción justamente en el momento en que 
se produce […] 
La Academia aprueba también el empleo de los gerundios ardiendo e hirviendo 
aplicados a un sustantivo, haciendo las veces de adjetivos [Roberto Zavala, El libro 
y sus orillas. Tipografía, originales, redacción, corrección de estilo y de pruebas, 
México, Fondo de Cultura Económica, 2012, p. 213]. 
 
En las transcripciones no es menester utilizar comillas para delimitar la 
cita; ésta queda claramente acotada gracias a la reducción del tamaño del 
texto y a que éste se sangra por la izquierda. Tampoco habrá de 
componerse la cita en cursivas ni mucho menos en negritas. 
Respectode las intervenciones del autor en el fragmento transcrito, éstas 
suelen introducirse entre corchetes. Las más frecuentes son puntos de 
elisión, que indican la supresión de una o más palabras del texto original; 
sin embargo, también pueden introducirse correcciones, comentarios, 
aclaraciones y leves modificaciones a fin de ajustar la cita al texto en que se 
inserta. 
Por último, la autoría del fragmento citado puede quedar indicada en el 
cuerpo de la transcripción, entre corchetes, como en el ejemplo, o bien 
puede establecerse en una nota al pie. En cualquier caso, es preciso 
verificar que todas las referencias de este tipo presenten el mismo formato. 
	
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Notas y bibliografía 
 
Notas 
De acuerdo con lo que dicte la particularidad de cada proyecto, las notas pueden ir 
a pie de página, al final de cada capítulo o al final de la obra. Existen dos tipos de 
notas: las explicativas o aclaratorias y las bibliográficas o referentes. Las primeras 
(por lo regular a pie de página) sirven para ampliar, comentar, disgregar o acotar 
datos que puedan ser de utilidad a lo que se dice en el cuerpo del texto, pero que 
pueden llegar a interrumpir la idea que se desarrolla. En las segundas se consigna 
la fuente de la que se citaron datos precisos, conceptos o pasajes enteros; por su 
contenido, es más común remitir estas notas al final del capítulo o de la obra. Vale 
decir, asimismo, que ambos tipos de notas pueden usarse de forma alternada o 
combinada. 
Mientras las notas aclaratorias no requieren un formato único, pues en general 
su aparición es decisión del autor, las notas bibliográficas representan un campo 
más complejo, ya que hay diversos modelos para elaborarlas. El sistema de uso 
más frecuente en español es el llamado hispánico. En éste se consigna el autor de 
la publicación empezando por su nombre de pila,9 el título y el subtítulo de la obra, 
el pie de imprenta (es decir, la ciudad, la editorial y el año de la edición), y la 
colección, si la hay, entre paréntesis.10 Algunos otros elementos son el nombre del 
traductor, editor y demás colaboradores, el número de edición, el número de 
tomos o volúmenes (si los hay) y el número de páginas del texto. 
He aquí un par de ejemplos de notas bibliográficas: 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
9 Cabe aclarar que la autoría puede ser individual (un solo autor), colectiva (dos o más autores), 
corporativa (una persona jurídica; puede ser una institución, entidad, sociedad, organismo, entre 
otros) o anónima. Cuando hay más de tres autores sólo se coloca el nombre completo del primero 
de ellos, seguido de la locución latina et al. (et alii, “y otros”; hay que evitar la práctica común, pero 
no por ello menos errónea, de colocar un punto después de la conjunción et, pues no es 
abreviatura). Cuando la obra es anónima, la referencia comienza con el título de la obra; en ningún 
caso ha de emplearse la palabra anónimo (o su abreviatura: anón.), y tampoco se recomienda usar 
la abreviatura AA.VV. o VV.AA. (varios autores), pues en ambos casos se corre el riesgo de 
asociar por un hecho circunstancial (el desconocimiento del autor o la autoría colectiva) obras 
disímiles y dificultar su pronta localización. 
10 Las colecciones deben escribirse en redondas y con mayúscula inicial en cada una de las 
palabras que conforman su nombre, a excepción de preposiciones, artículos y conjunciones. A 
menos que forme parte del nombre, no es necesario consignar la palabra colección (ni su 
abreviatura) en la ficha bibliográfica. 
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1 Robert Bringhurst, Los elementos del estilo tipográfico, 2ª ed., Márgara Averbach y 
Cristóbal Henestrosa (trads.), México, Fondo de Cultura Económica, 2014 (Libros sobre Libros), 
445 pp. 
2 Pete Hamill, Por qué importa Sinatra, 2ª ed., Jorge Hernández Campos (trad.), Margarita 
López (ed.), México, Pértiga/Universidad Nacional Autónoma de México, 2012 (Ensayo, 19), 
440 pp. 
Los artículos de publicaciones periódicas y los capítulos de libros colectivos se 
citan de modo similar. A continuación, algunas muestras: 
1 Rafael Vargas, “Los privilegios de la tinta”, en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, 
núms. 539-540, México, Fondo de Cultura Económica, noviembre-diciembre de 2015, pp. 12-
13.11 
2 Marco Antonio Campos, “Pequeña guía idiomática para ser cronista de futbol”, en La 
Jornada Semanal, suplemento cultural de La Jornada, núm. 1073, 27 de septiembre de 2015, p. 
10. 
3 Magda Díaz y Morales, “Carmen: el discurso erótico del romanticismo”, en Serafín 
González y Lilian von der Walde (eds.), Palabra crítica. Estudios en homenaje a José Amezcua, 
México, Universidad Autónoma Metropolitana/Fondo de Cultura Económica, 1997 (Vida y 
Pensamiento de México), pp. 331-338. 
A excepción de artículos, preposiciones y conjunciones, cada una de las 
palabras que conforman el título de una publicación periódica debe escribirse con 
mayúscula inicial: El Sol de México, La Palabra y el Hombre, El Nacional, Nueva 
Revista de Filología Hispánica, The Wall Street Journal, etcétera. 
Cuando en un mismo capítulo se cita dos o más veces, de modo no consecutivo, 
la misma obra de un autor, a partir de la segunda se empleará la abreviatura op. 
cit. (opere citato, “obra citada”) en vez del título y seguida de la página citada: 
1 Pete Hamill, op. cit., p. 45. 
11 Algunas publicaciones periódicas contienen otros datos que conviene registrar; generalmente 
se ordenan del mayor al menor. Éstos son los más comunes (en el orden que deben figurar en la 
referencia): época, año, volumen, tomo y número. El ya citado Manual de estilo de la lengua 
española de Martínez de Sousa ofrece una revisión muy completa de los elementos de la ficha 
bibliográfica; el lector puede acudir a él si desea ahondar en el tema. 
	
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Si en la obra se hace referencia a varias obras del mismo autor, además de la 
locución op. cit. se consignará la primera frase (o las primeras tres palabras con 
sentido) del título de la obra citada: 
 
1 Pete Hamill, Por qué importa…, op. cit., p. 49. 
 
Si hay dos o más referencias consecutivas a distintas páginas de la misma 
obra, en la segunda nota se colocará la abreviatura ibid. (ibidem, “allí mismo”, “en 
el mismo lugar”): 
 
1 Pete Hamill, Por qué importa…, op. cit., p. 49. 
2 Ibid., pp. 40 y 42. 
 
También puede ocurrir que las citas consecutivas sean a la misma página de la 
misma obra; en esos casos, la abreviatura correcta para las notas (a partir de la 
segunda) será id. (idem, “el mismo”, “lo mismo”): 
 
1 Pete Hamill, Por qué importa…, op. cit., p. 49. 
2 Id. 
3 Ibid., pp. 46 y ss. 
 
Como puede verse en el ejemplo, id. e ibid. pueden alternarse de ser necesario. 
Es importante, empero, verificar, una vez terminada toda obra, su uso correcto: en 
virtud de que la escritura no suele ser un proceso lineal, sino que, por el contrario, 
un nuevo dato, una rectificación o una relectura significan la adición o eliminación 
de notas, no es poco frecuente que las referencias consecutivas dejen de serlo. 
En este sentido podría ser útil colocar siempre las referencias completas y dejar 
para el final su sistematización por medio de las abreviaturas que se han descrito 
aquí. 
 
18	
  
Bibliografía 
La bibliografía, por su parte, es una suerte de catálogo que comprende las fuentes 
consultadas a lo largo de la obra. De preferencia, las fichas que aparecen en la 
bibliografía deben corresponder a obras a las que se haya hecho referencia o se 
hayan citado en el texto. 
Las reglas que se han descrito aquí para la elaboración de las notas 
bibliográficas son válidas también para la bibliografía, con la salvedad de que el 
nombre del autor debe invertirse, de modo que comience por el apellido paterno. A 
partirde éste, las fichas se ordenan alfabéticamente al final de la obra; por regla 
general se disponen en párrafo francés. En ocasiones, especialmente cuando la 
investigación demandó la consulta de un número igual o mayor de referencias 
hemerográficas (diarios, revistas) que bibliográficas, la bibliografía se divide en 
apartados, según el tipo de fuente; lo mismo vale para los recursos en línea. 
Hay numerosos manuales, en línea, en librerías y en bibliotecas, que abordan 
con gran solvencia las dificultades que se presentan al elaborar bibliografías 
(alfabetización, reglas y excepciones; ediciones especiales, facsimilares, críticas, 
paleográficas, etcétera). Al final de esta sección se consignan varias fuentes que 
pueden resultar útiles para el lector no avezado. A continuación se ofrecen sólo 
unos cuantos ejemplos de fichas: 
Con un autor: 
McCormack, Thomas, La novela, el novelista y su editor, Juana Inés Dehesa (trad.), México, 
Fondo de Cultura Económica, 2010 (Libros sobre Libros). 
Con dos o más autores: 
Clark de Lara, Belem, y Ana Laura Zavala (introducción y rescate), La construcción del 
modernismo (Antología), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002 
(Biblioteca del Estudiante Universitario, 137). 
	
   19	
  
Ross, Stanley R., et al., ¿Ha muerto la Revolución Mexicana? Causas, desarrollo y crisis, 2 t., 
México, Secretaría de Educación Pública, 1972 (SepSetentas, 21).12 
 
Con autor institucional: 
 
Organisation for Economic Cooperation and Development, Education at a Glance 2015: OECD 
Indicators, OECD Publishing, 2015. 
México, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Faros de México. Los guías de ultramar, 
SCT/Programa Editorial del Gobierno de la República, 2015. 
 
Nótese que en la segunda ficha la instancia a quien se atribuye la autoría de la 
obra es una dependencia gubernamental y no un organismo; en esos casos, se 
aconseja iniciar la ficha con el nombre del país o entidad federativa a que la 
dependencia pertenezca. Esta medida adquiere gran utilidad al ordenar la 
bibliografía, pues publicaciones semejantes estarán agrupadas por el país del que 
provienen. 
 
Recursos electrónicos 
Cada vez resulta más frecuente recurrir a internet para buscar información, 
consultar versiones digitales de publicaciones impresas, bases de datos, artículos, 
libros, páginas electrónicas, etcétera. Sin embargo, al tratarse de documentos, su 
registro no resulta muy distinto del empleado en las notas y en la bibliografía. En 
términos generales, éstos son dos modelos de ficha de publicaciones electrónicas: 
 
Autor (nombre y apellido), “Título del artículo citado”, en Título de la publicación que lo 
contiene [en línea], volumen, tomo, número (y otros datos similares), país, fecha, páginas, 
disponible en <páginaelectrónica o url>, consultado el (fecha). 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
12 Aunque a menudo se omite, la coma que sigue al nombre de pila del primer autor es muy 
necesaria: permite distinguir a primera vista un autor del siguiente; de otro modo, de acuerdo con 
las reglas vigentes para el uso de la coma, el inicio de la ficha puede interpretarse como una 
enumeración cuyos elementos sean los apellidos del primer autor, su nombre de pila y el nombre 
de pila del coautor que aparece a continuación (cuyo nombre no debe invertirse). En caso de que 
haya tres o más autores, se colocará una coma seguida del nombre de pila del segundo autor: 
Ross, Stanley L., Luis Cabrera y Howard F. Cline. Nótese que antes de la y la coma deja de ser 
necesaria. Cabe aclarar que el nombre de los autores que siguen al primero no debe invertirse: 
éstos no precisan ser ordenados alfabéticamente. 
20	
  
Autor (nombre y apellido), Título. Subtítulo [en línea], número de edición, colaboradores, pie 
de imprenta, disponible en <páginaelectrónica o url>, consultado el (fecha). 
Otros sistemas bibliográficos 
Si bien el sistema de notas que se acaba de describir está muy arraigado en la 
cultura de habla española, hay otros sistemas cuyo uso es cada vez más 
frecuente, en especial en los textos de corte científico. Por razones de espacio, a 
continuación sólo se enumerarán los sistemas más importantes, seguidos de una 
ficha bibliográfica elaborada con sus respectivos criterios. Al final de esta sección, 
el lector interesado podrá encontrar las direcciones electrónicas de diversos sitios 
que ofrecen orientaciones más precisas. 
APA
En su Publication Manual of the American Psychological Association, la Asociación 
Estadounidense de Psicología (American Psychological Association, APA) ha 
establecido una serie de criterios con el fin de dotar de uniformidad los 
documentos y artículos que diversos autores presentan para su publicación en 
revistas de la asociación. 
Una de las características más distintivas de este sistema es la ausencia de 
notas bibliográficas; cuando se hace referencia a una obra, se incluye en el texto, 
entre paréntesis, el apellido paterno del autor seguido del año de la publicación y 
de la página citada: 
“Es del todo correcto emplear el gerundio con pronombres enclíticos” (Zavala, 2012, p. 212). 
Por su parte, la ficha ha de construirse con este modelo: 
Zavala Ruiz, Roberto (2012). El libro y sus orillas. Tipografía, originales, redacción, corrección 
de estilo y de pruebas. México: Fondo de Cultura Económica. 
21	
  
Harvard 
Muy semejante al sistema APA, el estilo Harvard, desarrollado en la universidad 
homónima a mediados del siglo pasado, también suele utilizarse en el ámbito 
académico, especialmente en física y en ciencias sociales. Se caracteriza por 
emplear, a continuación de la referencia dentro del texto y entre paréntesis, 
algunos elementos de la ficha bibliográfica: apellido del autor, año de la 
publicación y páginas citadas: 
“Es del todo correcto emplear el gerundio con pronombres enclíticos” (Zavala, 2012: 212). 
En cuanto a las fichas bibliográficas, se consignan completas al final, de 
acuerdo con el siguiente modelo: 
Zavala Ruiz, Roberto (2012) El libro y sus orillas. Tipografía, originales, redacción, corrección de 
estilo y de pruebas. México: Fondo de Cultura Económica. 
Chicago 
Otro sistema bibliográfico es el llamado Chicago, desarrollado por la Chicago 
University Press en su Manual de estilo, un texto que contiene lineamientos 
relacionados con la gramática, la ortografía y la tipografía en lengua inglesa. Este 
documento, cuya primera edición vio la luz en 1906, se publica en papel y de 
forma electrónica.13 
El estilo Chicago admite el uso de dos sistemas de citas. El primero, utilizado 
sobre todo en humanidades, echa mano de las notas bibliográficas a pie de 
página, las cuales se elaboran con un criterio semejante al que se describió en la 
sección titulada “Notas”: 
1 Roberto Zavala, El libro y sus orillas. Tipografía, originales, redacción, corrección de estilo y 
de pruebas (México: Fondo de Cultura Económica, 2012), 212. 
13 En 2013, la Universidad de Deusto, en España, además de verter el manual al español, 
ofreció una adaptación de su contenido a las necesidades de los lectores hispanohablantes. 
Basada en la edición en inglés de 2010, la publicación se plantea como una herramienta útil para el 
trabajo editorial en un entorno digital. 
22	
  
El segundo sistema es conocido como autor-fecha; se emplea con preferencia 
en ciencias sociales, exactas y naturales. Al igual que en los estilos Harvard y APA, 
en este sistema las referencias, compuestas por el apellido paterno del autor y el 
año de la publicación, se insertan dentro del texto, entre paréntesis. Las fichas 
bibliográficas completas se reúnen al final del texto, de acuerdo con el siguiente 
modelo: 
Zavala, Roberto. El libro y sus orillas. Tipografía,originales, redacción, corrección de estilo y de 
pruebas. México: Fondo de Cultura Económica, 2012. 
Muchas universidades y editoriales ofrecen guías para el correcto uso de los 
estilos bibliográficos citados; en su mayoría pueden consultarse de forma gratuita 
en internet.14 
Índices 
Especialmente tratándose de investigaciones, los índices constituyen una 
herramienta imprescindible para el lector. Los hay de varios tipos. El temático o 
analítico consigna los temas desarrollados a lo largo del texto, junto con las 
páginas correspondientes; la consulta de este índice evita al lector perder tiempo 
buscando información y le permite saber, de un vistazo, si la obra en cuestión le 
resulta útil. Por su parte, el índice de nombres u onomástico registra los nombres 
(de personas, autores, obras) mencionados en el texto y la página en que 
14 En su sitio electrónico, la Universidad Nacional Autónoma de México pone a disposición de 
todo público una guía para usar el estilo APA: <www.dgbiblio.unam.mx/index.php/guias-y-consejos-
de-busqueda/como-citar>; en cuanto al Manual de estilo de Chicago-Deusto, éste se ofrece, 
resumido y sin costo, en la página electrónica de la Universidad de Deusto: <www.deusto-
publicaciones.es/deusto/pdfs/otraspub/otraspub07.pdf>; por su parte, la página electrónica de la 
Universidad Autónoma Metropolitana contiene una guía para el uso del estilo Harvard: 
<www.bidi.uam.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=65:citar-recursos-normas-
harvard&catid=38:como-citar-recursos&Itemid=65>. Por último, la Facultad Latinoamericana de 
Ciencias Sociales ofrece a los visitantes de su página un resumen comparativo de los tres 
sistemas: <www.flacso.edu.mx/biblioiberoamericana/MATAUX/Estilos_bibliograficos.pdf>. 
	
   23	
  
aparecen. Ambos tipos de índices presentan en orden alfabético las entradas que 
los componen y se colocan en las páginas finales de la obra. 
Algo menos comunes son, por último, los índices de primeros versos, 
elementales en los libros de poesía, y los índices de figuras, fotografías, gráficas, 
cuadros y demás material gráfico. 
Por lo que toca al índice del contenido de la obra, donde se enumeran las 
partes principales de ésta, conviene citar la siguiente precisión de Martínez de 
Sousa: 
 
La situación del índice de contenido es discutida, pero pueden tenerse en cuenta estas 
normas: 1) en obras técnicas y científicas, el índice de contenido debe ir en los principios 
del libro; 2) en los principios del libro, normalmente el índice de contenido se coloca 
inmediatamente después de la página de derechos [o legal] (es decir, antes de la 
presentación, el prólogo o texto que haga sus veces), pero en algunos casos los autores 
suelen desplazarlo hasta el final de los principios del libro; 3) en obras literarias o 
semejantes, el índice debe ir al final.15 
 
No obstante esta aclaración, muchas veces las editoriales, las universidades y 
diversos organismos tienen un criterio acerca de la colocación del índice; en 
cualquier caso, si éste ha de ir al final y la obra es extensa, se sugiere incluir, en 
sus principios, un sumario, esto es, un recuento de las partes principales de la 
obra (por lo general, comprende capítulos, partes, libros y demás elementos 
similares). 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
15 José Martínez de Sousa, op. cit., pp. 214-215. 
	
   24	
  
 
 
Figuras 1 y 2. Ejemplos de índice general. 
 
	
   25	
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 3. Índice analítico. 
Fuente: Roberto Zavala, El libro y sus orillas. Tipografía, originales, redacción, corrección de estilo y de 
pruebas, México, Fondo de Cultura Económica, 2012. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 4. Índice onomástico. 
Fuente: José Juan Tablada, Obras VIII. Por tierras de Bolívar, edición de Serge I. Zaïtzeff, México, 
Universidad Nacional Autónoma de México, 2009 (Nueva Biblioteca Mexicana, 168). 
	
   26	
  
Características del párrafo 
 
La Real Academia define el párrafo como “fragmento de un texto en prosa 
constituido por un conjunto de líneas seguidas y caracterizado por el punto y 
aparte al final de la última”. Aunque la extensión de este fragmento es variable, se 
recomienda, según se dijo páginas atrás, que no rebase las 10 o 12 líneas y que 
contenga una idea completa. 
Por lo que toca al aspecto tipográfico, hay varios tipos de párrafo. El más 
común en el ámbito hispánico es el ordinario, esto es, aquel cuyas líneas se 
justifican por ambos lados y cuya línea inicial lleva sangría (a menos que la 
preceda un título). 
 
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget 
dolor. Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, 
nascetur ridiculus mus. Donec quam felis, ultricies nec, pellentesque eu, pretium quis, sem. 
Nulla consequat massa quis enim. Donec pede justo, fringilla vel, aliquet nec, vulputate 
eget, arcu. In enim justo, rhoncus ut, imperdiet a, venenatis vitae, justo. Nullam dictum felis 
eu pede mollis pretium. Integer tincidunt. Cras dapibus. Vivamus elementum semper nisi. 
 
Al igual que el párrafo ordinario, el llamado párrafo moderno o alemán presenta 
todas sus líneas justificadas, pero no lleva ninguna sangría. En ocasiones, para 
conjurar la confusión entre punto y seguido y punto y aparte que la sangría evita, 
se intercala un blanco entre párrafos. Pese a que este estilo está muy extendido, 
no es muy recomendable su uso: en primer lugar, tiende a alargar 
innecesariamente el espacio que ocupa el texto; en segundo lugar, su apariencia 
no resulta agradable: 
 
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget 
dolor. Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, 
nascetur ridiculus mus. Donec quam felis, ultricies nec, pellentesque eu, pretium quis, sem. 
Nulla consequat massa quis enim. Donec pede justo, fringilla vel, aliquet nec, vulputate 
eget, arcu. In enim justo, rhoncus ut, imperdiet a, venenatis vitae, justo. 
 
	
   27	
  
Nullam dictum felis eu pede mollis pretium. Integer tincidunt. Cras dapibus. Vivamus 
elementum semper nisi.	
  Aenean vulputate eleifend tellus. Aenean leo ligula, porttitor eu, 
consequat vitae, eleifend ac, enim. Aliquam lorem ante, dapibus in, viverra quis, feugiat a, 
tellus. 
 
Empleado sobre todo en bibliografías y diálogos de obras dramáticas, el párrafo 
francés se caracteriza por estar justificado y tener todas sus líneas sangradas, a 
excepción de la primera: 
 
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget dolor. 
Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur 
ridiculus mus. Donec quam felis, ultricies nec, pellentesque eu, pretium quis, sem. 
Nulla consequat massa quis enim. Donec pede justo, fringilla vel, aliquet nec, vulputate eget, arcu. 
In enim justo, rhoncus ut, imperdiet a, venenatis vitae, justo. Nullam dictum felis eu pede mollis 
pretium. Integer tincidunt. Cras dapibus. Vivamus elementum semper nisi. 
 
El llamado párrafo en bandera es aquel dispuesto de tal manera que uno de sus 
lados (puede ser el derecho o el izquierdo) no está justificado; tiene un uso 
limitado en libros y revistas. Al elegir esta formación es preciso evitar que en el 
extremo no justificado de la línea queden artículos, conjunciones o monosílabos; 
asimismo, por lo general se recomienda no emplear la división silábica: 
 
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget dolor. 
Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus 
mus. Donec quam felis, ultriciesnec, pellentesque eu, pretium quis, sem. 
 
Nulla consequat massa quis enim. Donec pede justo, fringilla vel, aliquet nec, vulputate eget, arcu. 
In enim justo, rhoncus ut, imperdiet a, venenatis vitae, justo. Nullam dictum felis eu pede mollis 
pretium. Integer tincidunt. Cras dapibus. Vivamus elementum semper nisi. 
 
 
	
   28	
  
Características del documento: cómo entregar el original 
 
Si bien los autores, por lo general, no suelen trabajar con programas 
especializados para editar textos, tienen las herramientas necesarias para generar 
un original limpio y con características técnicas adecuadas a fin de no retrasar el 
proceso editorial ni duplicar tareas. 
 
Características técnicas 
Sin importar que el texto será objeto de una serie de transformaciones una vez 
que el autor lo entregue a la editorial, resulta sumamente útil que presente una 
sola fuente tipográfica (Times New Roman y Arial figuran entre las más legibles, y 
ambas se cuentan en el catálogo gratuito de que dispone Word), con un solo 
tamaño (11 o 12 puntos; se exceptúan las citas textuales y las notas al pie, que 
deberán estar en 9 o 10 puntos). La disposición del documento deberá ser vertical, 
y sus márgenes derecho e izquierdo habrán de medir tres centímetros, mientras 
que los inferiores y superiores serán de 2.5 centímetros. Para señalar el fin de un 
capítulo y el inicio de otro se deberá insertar un salto de página; todas las páginas 
deberán estar foliadas, lo mismo que las notas, los cuadros, las gráficas y demás 
elementos gráficos. 
Asimismo, una vez que dé por terminada la escritura de su texto, el autor, 
valiéndose de la herramienta de búsqueda, habrá de localizar los dobles espacios 
entre palabras y eliminarlos. Por regla general se suprimirán también los blancos 
entre párrafos. De igual modo, conviene evitar el uso del tabulador para centrar o 
sangrar líneas, así como los efectos de caracteres (sombreado, ahuecado, 
subrayado) que ofrece Word. 
La versión final de la obra habrá de entregarse en formato electrónico (un 
archivo de Word con las características descritas) e impresa, cuidando que ambos 
documentos sean exactamente iguales. 
 
 
 
	
   29	
  
Jerarquías tipográficas 
El texto que el autor entregue deberá organizarse de la siguiente forma: 
1. Capítulos: Su título deberá estar centrado al inicio de la página, en versales 
redondas del mismo tamaño que el texto. No deberá contener la palabra 
capítulo; en su lugar se colocará, en números romanos, el que le 
corresponda en orden, seguido de un punto. 
2. Subtítulo 1: Se escribirán en versal/versalitas redondas, centrados, con dos 
blancos antes y uno después; pueden llevar un número arábigo para indicar 
el orden que les corresponde. 
3. Subtítulo 2: Se escribirán en negritas, altas y bajas, alineados por la 
izquierda, con dos espacios antes y uno después. 
4. Subtítulo 3: Se escribirán en cursivas, altas y bajas, alineados por la 
izquierda, con dos espacios antes y uno después. 
5. Subtítulo 4: Se escribirán en cursivas, altas y bajas, alineados por la 
izquierda, con un espacio antes y ninguno después. 
6. Subtítulo 5: Se escribirán en cursivas, altas y bajas, alineados por la 
izquierda. Llevarán un espacio antes; el texto que titulan se dispondrá en la 
misma línea, separado por un punto y aparte. 
 
Según se explicó antes, en el índice general del documento sólo se consignarán 
las primeras tres jerarquías. 
 
Material gráfico 
Sea o no abundante, el material gráfico que acompaña cualquier obra deberá 
entregarse por separado, en un archivo generado en el programa electrónico con 
el que se haya trabajado cada elemento. El título de cada uno de estos archivos 
habrá de contener el número que corresponda a su ubicación y el tipo de 
documento de que se trate (por ejemplo: “Gráfica 8”, “Lámina 2”, “Tabla 5”, 
etcétera). Por su parte, en el documento deberá ser muy clara la situación del 
material gráfico; para ello, el autor puede, si lo desea, insertar en el documento de 
Word una imagen reducida del archivo correspondiente. 
	
   30	
  
 
Figura 5. Jerarquías tipográficas. 
	
   31	
  
II. Revisión 
 
 
Indicaciones generales16 
 
La revisión del texto es muy importante en el proceso de edición. Su objetivo es 
localizar los errores que demeritan la calidad del escrito y corregirlos sin alterar el 
sentido de la obra. Implica sobre todo detectar y enmendar repeticiones, 
gerundios, circunloquios, imprecisiones o ambigüedades léxicas, extranjerismos, 
cacofonías y otros problemas similares que impidan la cabal comprensión del 
texto. 
También puede llevarse a cabo la supervisión de un texto al realizar un cotejo, 
ya sea para comparar la última versión de una obra con el manuscrito original, o 
porque se recibe una traducción que es necesario compulsar con su versión 
original. En ambos casos, se debe verificar que el texto final exprese de forma 
adecuada las ideas del autor, así como su estilo. Es necesario prestar atención a 
posibles saltos respecto del original, cuidar que los datos concuerden y que las 
palabras utilizadas manifiesten lo que el autor quiso expresar. 
Para realizar una revisión apropiada, el lector deberá elaborar un censo de las 
partes de la obra, de los términos difíciles de uniformar (si se trata de una 
traducción) y de las ideas centrales que se proponen. También es recomendable 
utilizar una plantilla de normalizaciones para detectar problemas ortográficos y de 
acentuación; verificar el uso de cursivas, negritas, mayúsculas, minúsculas, 
abreviaturas, siglas, citas; revisar la progresión de enumeraciones, paginación, 
cuadros, esquemas, notas, entre otros aspectos. 
Asimismo, quien revise el texto deberá tener buena ortografía y sintaxis. Es 
necesario que observe casos de ortografía dudosa; que la sintaxis sea adecuada, 
así como la concordancia de género, número y tiempo; que el texto esté completo; 
que los signos de puntuación estén perfectamente utilizados; que todo signo doble 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
16 En los apartados siguientes se ofrecen sólo algunas recomendaciones y reglas de escritura. 
Para tener mayor información al respecto, consulte la bibliografía sugerida. 
	
   32	
  
(comillas, paréntesis, signos de admiración e interrogación, entre otros) abra y 
cierre; que todas las ideas se vinculen con el tema principal del texto; que haya 
correspondencia entre llamadas y notas, entre texto y notas, y entre las notas y la 
bibliografía; por último, y ante todo, respetar el estilo del autor. 
Respecto de las traducciones, hay distintas precisiones en función del idioma 
con el que se trabaje, pues cada lengua presenta sus particularidades; en general, 
se debe evitar el abuso de formas poco comunes en español. 
Otras recomendaciones:17 
• Se debe evitar el abuso de la voz pasiva. 
• Evitar el uso de gerundios en títulos y subtítulos, lo que en el idioma inglés es 
muy común. En el francés el gerundio se utiliza para calificar un nombre, uso 
que debe descartarse en español por ser incorrecto. 
• La palabra inglesa billions debe traducirse como “miles de millones”. 
• Se debe evitar el abuso de extranjerismos. 
• En el idioma francés hay una tendencia a iniciar las oraciones con participio; 
en español hay que evitar que esa construcción se repita innecesariamente. 
• En francés suele escribirse con mayúscula sólo la primera letra de la primera 
palabra del nombre de una institución; en español todas las iniciales serán 
mayúsculas y el nombre deberá escribirse en redondas. 
• Cuando un topónimo tenga una forma consagrada por la tradición española 
se preferirá ésta sobre el nombre extranjero. 
• Debe respetarse la ortografía de los nombres propios extranjeros.Pequeñas dosis de ortografía y gramática 
 
Acentuación 
Hay tres reglas básicas de acentuación: 
 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
17 Prontuario de normas editoriales y tipográficas, México, Fondo de Cultura Económica, 1999-
2000, pp. 34-48. 
	
   33	
  
1) Se acentúan las palabras agudas de más de una sílaba si terminan en n, s 
o vocal. 
2) Se acentúan las palabras graves si terminan en consonante que no sea n ni 
s. 
3) Las palabras esdrújulas y sobreesdrújulas se acentúan sin excepción. 
 
Casos especiales: voces o palabras biacentuales 
Hay ciertas palabras que registran más de un acento prosódico, dependiendo de 
la variante lexicográfica del idioma y, por tanto, admiten dos pronunciaciones y dos 
grafías distintas. Las Academias de la Lengua Española consignan 250. En esos 
casos, se optará por la forma que corresponda al uso más extendido en México y, 
lo más importante, a lo largo de un documento se empleará esa misma forma. 
A continuación se mencionan algunas palabras con acentuaciones diferentes:18 
 
Academias Forma utilizada en el español 
de México 
amoníaco amoniaco 
austríaco austriaco 
cardíaco cardiaco 
fútbol futbol 
icono ícono 
maníaco maniaco 
paradisíaco paradisiaco 
período periodo 
policíaco policiaco 
Cuadro 2. Voces biacentuales. 
 
Acentuación gráfica de extranjerismos 
Por regla general, se preferirá el uso de palabras en español; sin embargo, en el 
caso obligado de adopción de extranjerismos, se deberá observar su correcta 
escritura y acentuación. Para los nombres propios de ciudades o personas, se 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
18 Cf. Ortografía de la lengua española, Madrid, Real Academia Española, Asociación de 
Academias de la Lengua Española y Espasa, 2010, pp. 209-212. 
	
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respetará la escritura en la lengua original, salvo en aquéllos ya adoptados por el 
español; por ejemplo: Nicolás Copérnico, Carlos Darwin, Nueva York, París. 
 
Acentuación de sólo y pronombres demostrativos 
Se optará por la forma acentuada del adverbio sólo para evitar confusiones. Lo 
mismo sucederá con las formas pronominales de los demostrativos: ésa, ése, 
ésta, éste, aquél, aquélla y sus respectivos plurales. Cabe mencionar que esto, 
eso y aquello no se acentúan gráficamente en ningún caso.19 
 
Infinitivo y participio pasivo 
No deben acentuarse las formas del infinitivo ni del participio pasivo de los verbos 
con grupo vocálico -uir: 
 
Infinitivo Participio 
argüir argüido 
atribuir atribuido 
disminuir disminuido 
rehuir rehuido 
Cuadro 3. Infinitivos y participios con el grupo –uir. 
 
Sustantivos 
No se acentúan los sustantivos que presentan el grupo vocálico -ui en la penúltima 
sílaba. Ejemplos: altruismo, casuista. 
 
Otros casos 
• Todos los adverbios terminados en -mente llevarán el mismo acento del 
adjetivo del cual se derivan. 
 
común comúnmente 
cínico cínicamente 
único únicamente 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
19	
  Cf. ibid., p. 269.	
  
	
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• Las mayúsculas también se acentúan. Ejemplos: Álvaro, Óscar. 
 
Palabras que pueden causar confusiones 
Además del acento prosódico y el ortográfico, hay otro acento, llamado diacrítico, 
que sirve para distinguir entre dos palabras que suenan igual pero pertenecen a 
categorías gramaticales diferentes. He aquí una lista de ellas: 
 
No llevan acento 
mi, adjetivo posesivo 
tu, adjetivo posesivo 
el, artículo determinado 
si, conjunción condicional 
se, pronombre reflexivo 
te, pronombre reflexivo 
mas, cuando significa pero 
aun, cuando significa hasta o incluso 
solo, adjetivo (tiene género y número)
Llevan acento 
mí, pronombre personal 
tú, pronombre personal 
él, pronombre personal 
sí, adverbio de afirmación 
sé, primera persona del verbo saber 
té, sustantivo común 
más, adverbio de cantidad 
aún, cuando significa todavía 
sólo, adverbio (puede sustituirse por 
únicamente) 
 
Hay palabras que nunca llevan tilde, aunque es común verlas acentuadas en 
muchos escritos. Conviene memorizar esta lista para evitar cometer esas faltas de 
ortografía: 
 
fui, fue, di, dio, vi , vio, ti, bien, fe, son, fin, sin, esto, eso, aquello, no 
 
 
 
 
	
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Preposiciones20 
Son palabras invariables, átonas y sin accidentes gramaticales (número y 
persona), que introducen un término (complemento) en una oración. Dice el 
Manual de la nueva gramática de la lengua española: 
Las preposiciones forman una clase gramatical cerrada. Sin embargo, el inventario que de 
ellas se hace no siempre coincide en las diversas gramáticas, ya que algunas 
preposiciones son de escaso uso, otras han ingresado no hace mucho en este paradigma y 
otras, finalmente, poseen sólo algunas de las propiedades que caracterizan dicha clase de 
palabras. En la actualidad suele aceptarse la relación siguiente: a, ante, bajo, cabe, con, 
contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so, 
sobre, tras, versus y vía. [Véase el cuadro 1].21 
Puntuación 
De acuerdo con la Ortografía de la lengua española, los de puntuación son los 
signos ortográficos que organizan el discurso para facilitar su comprensión, 
poniendo de manifiesto las relaciones sintácticas y lógicas entre sus diversos 
constituyentes, evitando posibles ambigüedades y señalando el carácter especial 
de determinados fragmentos. Forman parte de este grupo el punto (.), la coma (,), 
el punto y coma (;), los dos puntos (:), los paréntesis ( ), los corchetes [ ], la raya 
(―), las comillas (“”), los signos de interrogación (¿?) y de exclamación (¡!), y los 
puntos suspensivos (…). 
El punto 
Es un signo cuyo uso principal consiste en señalar gráficamente la pausa que 
marca el final de un enunciado, de un párrafo o de un texto. Se escribe sin 
separación de la palabra que lo precede y separado por un espacio de la palabra o 
el signo que lo sigue. La palabra que sigue al punto se escribe siempre con inicial 
20 En su mayoría, los comentarios y ejemplos para este apartado se tomaron de la Nueva 
gramática de la lengua española. Manual, México, Real Academia Española, Asociación de 
Academias de la Lengua Española y Espasa, 2010, pp. 557-574. 
21 Ibid., p. 558. Para una descripción más detallada sobre el uso de las preposiciones, pueden 
consultarse la Nueva gramática de la lengua española y el Diccionario de uso de las preposiciones 
españolas de Emile Slager (Madrid, Espasa, 2004). 
	
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mayúscula. El punto se escribirá siempre detrás de las comillas, los paréntesis y 
las rayas de cierre. Nunca se escribe tras los títulos y subtítulos de libros, 
artículos, capítulos, etcétera, cuando aparecen aislados (centrados o no) y son el 
único texto del renglón. Tampoco llevan punto los nombres de autor en cubiertas, 
portadas, prólogos, firmas, o cuando aparecen al pie de un epígrafe, ni después 
de las dedicatorias al principio de una obra si éstas son breves y no tienen verbo 
(por ejemplo: “A mi hija”) o en cualquier otro caso en que aparezcan solos en una 
línea. 
En pies de imágenes (cuando se trata de etiquetas, no en una explicación de 
carácter discursivo con estructura oracional) no debe ponerse punto al final; 
tampoco en eslóganes, enumeraciones en forma de lista, tablas e índices. El 
punto no se repite si ya existeuno por otra razón al final de la frase, sean puntos 
suspensivos o signos de interrogación y admiración, aunque con ellos termine el 
enunciado. Dependiendo de su función, el punto recibe distintos nombres: 
 
• Punto y seguido: se escribe al final de un enunciado y a continuación, en el 
mismo renglón, se inicia otro. En otras palabras, separa los elementos que 
integran un párrafo. Ejemplo: 
 
Un día llegaron en cantidad ramos y coronas de flores. Se nos prohibió la entrada a una de 
las habitaciones. Advertimos rumor de llantos [José Vasconcelos, Ulises criollo, México, 
Porrúa, 2014, p. 9]. 
 
• Punto y aparte: se escribe al final de un párrafo; el enunciado siguiente 
comienza con mayúscula y en un párrafo nuevo. Separa dos párrafos 
distintos que suelen desarrollar ideas o contenidos diferentes. Ejemplo: 
 
No refieren las crónicas callejeras, esas crónicas amenas que escuchamos en pláticas 
sabrosas con los viejos, ni el nombre verdadero del protagonista, ni la época cierta en que 
acaeció el sucedido que hoy lanzamos a los vientos de la publicidad. 
Pero el hecho fue tan cierto, como que todos los hombres son mortales, física, ya que 
no intelectualmente, pues de los académicos se dice que no lo son. Y el que dude puede 
consultar las citadas y verídicas crónicas, tan antiguas como sus autores [Luis González 
	
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Obregón, “Los polvos del virrey. Sucedido del portal de Mercaderes y esquina de Plateros”, 
en Las calles de México, México, Porrúa, 2014, p. 141]. 
 
• Punto final: aparece al final de un escrito o de una división importante del 
texto (un capítulo, por ejemplo). 
 
La elección entre un punto y seguido y un punto y aparte tiene que ver con la 
forma en que quien escribe desea organizar la información. Las oraciones breves 
suelen dar más peso a cada una de las ideas contenidas en ellas; el estilo resulta 
así más contundente, enfático. En cambio las oraciones extensas, con relaciones 
de subordinación, resultan más ágiles y también requieren un buen manejo de 
otros signos de puntuación. Cabe recordar que, cuanto más extenso y complejo es 
un párrafo, mejor será echar mano del punto para separar sus distintos elementos. 
 
La coma 
Es un signo de puntuación cuya función consiste en separar unidades lingüísticas 
inferiores al enunciado y tiene presencia obligatoria en un escrito para que éste 
pueda ser correctamente leído e interpretado. Entre otros, tiene los siguientes 
usos normativos: para delimitar incisos (en aposiciones explicativas, en 
expresiones u oraciones de carácter accesorio, o en cualquier clase de 
comentario, explicación o precisión a algo dicho); para separar o aislar elementos 
u oraciones dentro de un mismo enunciado (aunque, cuando la enunciación es 
completa o exhaustiva y el último elemento va introducido por una conjunción, no 
debe escribirse coma delante de y, e, ni, o, u), y para distinguir entre sentidos 
posibles de un mismo enunciado. 
El error más frecuente en el uso de la coma consiste en separar con ella el 
sujeto del verbo; el único caso en que tal uso resulta válido es cuando entre éstos 
hay una oración incidental o cualquier otro elemento que deba escribirse entre 
comas. De igual forma, debe evitarse su empleo en las duplicaciones enfáticas o 
expresivas de una palabra (luego luego, casi casi, muy muy). 
La coma se escribe pegada al signo que la precede y seguida de un espacio 
que la separa de la palabra o el signo que aparece a continuación de ella. “Las 
	
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comas —explica atinadamente Sandro Cohen— no sirven para indicarnos cómo 
leer un escrito en voz alta, sino que son señales que nos anticipan las diversas 
funciones de las palabras, frases y oraciones dentro de una proposición”.22 
Este autor señala los siguientes usos obligatorios de la coma. 
 
1. Para separar elementos, frases u oraciones en serie (coma serial) 
Separa enumeraciones con elementos del mismo tipo (sustantivos, verbos, 
adjetivos, adverbios): 
 
La casa, el chalet, la choza, la chabola, la cabaña, todas son viviendas. 
Los seres humanos nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. 
Las mujeres son listas, intrépidas, sagaces y valientes. 
El país avanza lenta, equivocada y penosamente. 
 
La misma regla se aplica para separar frases u oraciones en serie con una 
construcción semejante entre sí: 
 
Al evento llegaron los muchachos audaces, las chicas atractivas, los profesores carismáticos y 
los niños intrépidos. 
Todas las mañanas me levanto, me hago el desayuno, me lavo los dientes y me voy a trabajar. 
 
2. Para delimitar incisos y unidades con alto grado de independencia 
La coma puede usarse para separar elementos que podrían considerarse 
periféricos respecto del enunciado en el que aparecen, pues lo interrumpen y 
quedan fuera de la parte central del mensaje.23 Se escriben entre comas cuando 
aparecen en medio del enunciado: 
 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
22 Sandro Cohen, Redacción sin dolor, 5ª ed., México, Planeta, 2012, p. 160. 
23 Una prueba para saber si una frase u oración es o no parentética consiste en suprimirla: si el 
enunciado no cambia ni pierde su sentido sin ella, la oración que se suprimió es una incidental y 
por tanto debe escribirse entre comas. Compárense las siguientes oraciones: Juan llegó a las seis 
de la tarde / Juan, que tenía apuro por terminar pronto, llegó a las seis de la tarde. En la primera 
oración es claro que “a las seis de la tarde” es un complemento circunstancial necesario para la 
comprensión de la oración, por lo que no lleva comas ni puede suprimirse. En cambio, la oración 
“que tenía apuro por terminar pronto”, aunque añade información, no resulta crucial para la 
comprensión del enunciado, por lo que se escribe entre comas y puede suprimirse. 
	
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La idea central de este apartado, según lo dije en el prólogo, es que la ortografía constituye 
un elemento fundamental para una buena comunicación escrita. 
 
También pueden ocupar la posición inicial o final, en cuyo caso se marca su fin 
o su inicio mediante una coma: 
 
Según lo dije en el prólogo, la idea central de este apartado es que la ortografía constituye un 
elemento fundamental para una buena comunicación escrita. 
La idea central de este apartado es que la ortografía constituye un elemento fundamental para 
una buena comunicación escrita, según lo dije en el prólogo. 
 
De acuerdo con la Ortografía de la Academia, los elementos de este tipo son 
los incisos, las interjecciones y sus grupos sintácticos, los vocativos y los 
apéndices confirmativos. 
 
• Incisos (o información incidental) 
Son elementos que aportan precisiones, ampliaciones, rectificaciones o 
circunstancias a lo dicho: 
 
Con las alas inmovilizadas, las gaviotas eran presas fáciles para los grandes peces. 
Lo único que hemos logrado saber de ella, gracias a los conocimientos del compañero 
Sabelotodo, es que pertenecía a la especie de las gaviotas argentadas. 
 
Se consideran incisos: 
a) Las estructuras explicativas, que interrumpen el enunciado para agregar 
alguna precisión o comentarios sobre el elemento nominal que las 
precede. Pueden ser: 1) aposiciones, es decir, sustantivos o grupos 
nominales: Juan, el mejor amigo de Lucas, vino a la fiesta; El 
arquitecto, Bermúdez, y su esposa, doña Ernestina, comieron en casa; 
2) adjetivos o grupos adjetivales: Los estudiantes, entusiasmados, 
asistieron al curso sabatino; El leñador, robusto, taló todos los árboles 
de su terreno; 3) oraciones adjetivas (explicativas): La princesa Diana, 
quien murió hace unos años, no pertenecía a la nobleza; El perro, que 
	
   43	
  
no había comido en una semana, devoró todas las sobras; 4) otras 
oraciones parentéticas: Los miserables, de Víctor Hugo, esuna de las 
novelas más populares de todo el mundo; El gorrioncillo, pecho 
amarillo, se encuentra en una jaula. 
b) Construcciones absolutas: son aquellas en que se predica algo de un 
sujeto sin que aparezca un verbo conjugado (generalmente están en 
participio o gerundio), aunque también pueden estar formadas por un 
adjetivo. Por lo regular se colocan al principio de la oración, aunque 
también pueden ir en medio, entre comas: Habiendo redactado su 
novela, el escritor acudió a la editorial; Una vez terminadas las 
excavaciones, el equipo de arqueólogos retiró su campamento; Ya 
limpios, los mariscos se añaden a la sartén; El muchacho, viendo que 
la oportunidad escapaba de sus manos, corrió tras el convoy que 
escoltaba el coche de su amada. 
c) Expresiones u oraciones de carácter accesorio, sin vinculación sintáctica 
con los elementos del enunciado en que se insertan: Me dijo, créalo 
usted o no, que nunca quiso a Manuelita; Se presentó, dime si no es 
para matarlo, con todos sus amigos listos para comer. 
d) Cualquier otra clase de comentario, precisión o aclaración a algo dicho: 
Todos, salvo María, hicieron la tarea; Un político pobre, como dijo un 
personaje de triste memoria, es un pobre político. 
 
• Interjecciones 
Son clases de palabras que forman expresiones exclamativas con las que 
se manifiestan sentimientos, impresiones o reacciones afectivas, se induce 
a la acción o se apela al interlocutor. Por sí solas constituyen una oración y 
pueden escribirse por separado; por ello, dentro de una oración conservan 
su carácter independiente y se escriben entre comas: 
 
Bah, no te preocupes. 
¡Ándale, a caminar se ha dicho! 
El hombre que partió ayer, ¡ay!, se llevó su corazón. 
	
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• Vocativos 
Se emplean cuando alguien se dirige a una persona o grupo de personas, a 
una persona real o imaginaria, esté o no presente, por su nombre, título, 
apodo o equivalente. Los vocativos pueden aparecer al principio de la 
oración, en cuyo caso se escriben seguidos de una coma; en medio, entre 
comas, o al final, precedidos por una coma: 
 
Hijo mío, tienes que obedecer a tus padres. 
Allí quemaron tus alas, mariposa equivocada, las luces de Nueva York. 
Dime, ¿en qué puedo ayudarte, Luis? 
 
• Apéndices confirmativos 
Son expresiones interrogativas de refuerzo que cierran algunos enunciados 
afirmativos (cuando se abusa de ellos llegan a ser muletillas). Siempre 
deben ir precedidos de coma: 
 
La sopa quedó buena, ¿verdad? 
Te quedas a comer, ¿o no? 
Me estoy divirtiendo mucho, ¿lo ves? 
 
3. Para indicar que se ha suprimido un verbo (coma de la elipsis) 
Cuando hay oraciones seriadas que comparten el mismo verbo, éste sólo se 
menciona la primera vez; en lugar de los verbos elididos se coloca una coma, y se 
usa punto y coma para separar las diferentes oraciones: 
 
La fiesta estuvo animadísima y hubo platillos deliciosos. Diana trajo bacalao a la vizcaína; Luis, 
un ceviche de camarón; Carmen, una ensalada griega, y Ramón, bocadillos de jamón serrano y 
queso manchego. 
 
Cabe destacar que las últimas dos oraciones se unen mediante la conjunción y 
precedida por una coma, lo que equivale a punto y coma. Asimismo, cuando este 
tipo de series constan de dos elementos, generalmente se usa la conjunción y 
precedida de coma para unirlas: 
	
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Los hombres son de Marte, y las mujeres, de Venus. 
 
El punto y coma 
Es un signo de puntuación formado por un punto que se superpone a una coma; 
se escribe pegado a la palabra o el signo que lo precede, y separado por un 
espacio de la palabra o signo que le sigue. La primera palabra que aparece tras el 
punto y coma se escribe siempre con minúscula (a menos que sea un nombre 
propio). Se usa principalmente para separar expresiones que ya contienen comas, 
en las relaciones de nombres cuando a éstos les sigue un cargo y para señalar la 
existencia de ciertas relaciones sintácticas dentro de una oración. De acuerdo con 
la Ortografía de la Academia, este signo resulta muy valioso en dos sentidos: 
 
a) “Como jerarquizador de la información, ya que aclara las relaciones de los 
elementos que constituyen el texto”:24 
 
En la granja había gallinas, pavos, pericos; cabras, ovejas, terneras y vacas; perros y 
gatos. 
 
b) “Como indicador de la vinculación semántica que quien escribe establece 
entre las unidades lingüísticas, es decir, el grado de dependencia y 
relevancia que desea imprimir a cada una de ellas. En este sentido, es un 
signo intermedio entre la coma y el punto: establece mayor disociación 
entre las unidades que la coma […] y menor que la indicada por el punto”:25 
 
Si lo acompaño, creerá que me interesa; si no lo hago, pensará que no me importa; si le 
digo lo que siento, no me creerá. 
Carlos había sufrido una terrible depresión durante los últimos meses; la semana pasada 
se quitó la vida. 
 
A continuación se describen algunos usos del punto y coma. 
 
	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  	
  
24 Ortografía de la lengua española..., op. cit., p. 350. 
25 Ibid., p. 351. 
	
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1. Para separar oraciones yuxtapuestas de construcción no semejante, que no se 
han unido por una conjunción 
Dos oraciones pueden unirse en una sola mediante el uso de punto y coma, 
siempre y cuando tengan una estrecha relación en cuanto a su sentido, ya sea 
que ambas compartan el mismo sujeto o que los asuntos contenidos en ellas 
estén íntimamente vinculados: 
 
El escritor entregó su novela a la imprenta quince días antes de lo previsto; quería irse de 
vacaciones con su familia sin preocuparse por su trabajo. 
 
2. Para separar oraciones que contienen frases u oraciones incidentales 
Se usa punto y coma para separar una serie de oraciones coordinadas cuando 
alguna de ellas (o todas) contiene frases u oraciones incidentales: 
 
Algunas personas, llevadas por su ambición, lucran con la felicidad ajena; con tal de 
obtener ganancias, mienten a sus semejantes; actúan, en fin, sin escrúpulos ni 
miramientos. 
 
También se usa punto y coma entre dos oraciones cuando la segunda es 
introducida por una locución adverbial o frase que sirve como conjunción 
adversativa: 
 
El cielo está muy despejado; sin embargo, en el meteorológico anunciaron que llovería por 
la tarde. 
Las niñas no quisieron comer las verduras; en cambio, se acabaron el pastel. 
 
3. Para separar oraciones que comparten el mismo verbo, cuando éste se ha 
suprimido después de la primera mención (elipsis) 
Hay construcciones yuxtapuestas en que dos o más oraciones comparten el 
mismo verbo; en esos casos, sólo se escribe el verbo en la primera oración, y en 
las demás se utiliza una coma en su lugar. Entre cada una de las oraciones se 
coloca un punto y coma: 
 
	
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La fiesta estuvo animadísima y hubo platillos deliciosos. Diana trajo bacalao a la vizcaína; Luis, 
un ceviche de camarón; Carmen, una ensalada griega, y Ramón, bocadillos de jamón serrano y 
queso manchego. 
 
Los dos puntos 
Son un signo de puntuación formado por un punto superpuesto a otro. Se escriben 
pegados a la palabra o signo que los antecede y separados por un espacio de la 
palabra o el signo que los sigue. La palabra que se escribe a continuación se 
escribirá en minúscula a menos que sea un nombre propio o que inicie una cita 
textual que comience con mayúscula. 
De acuerdo con la Ortografía de la Academia, este signo tiene un “valor 
anunciativo”, pues hace al lector esperar información subordinada a la secuencia 
que lo introduce: 
 
No entiendo qué te pasa: no asistes a clase, no respondes el teléfono ni ayudas a tu madre. 
 
En títulos y subtítulos es frecuente su uso para separar el concepto general del 
aspecto parcial del que va a tratarse (“La puntuación:

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