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Encontrar a Dios
en todas las cosas
Curso de discernimiento
José Luis Serra Martínez, SJ
La espiritualidad ignaciana nos ha 
dejado una de las enseñanzas más 
poderosas de nuestro tiempo: Dios 
siempre nos habla. Sin embargo, 
debemos aprender a escuchar lo que 
nos dice, de ahí la famosa frase igna-
ciana de “encontrar a Dios en todas 
las cosas”.
La escucha y el discernimiento de 
lo que Dios nos dice en nuestra vida 
diaria es el objetivo de este curso 
de discernimiento. Escuchar es el 
primer paso para encontrar algo. 
Aprendamos a descubrir la realidad 
divina que se esconde en todas las 
cosas.
Encontrar a Dios
en todas las cosas
Curso de discernimiento
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en todas las cosas
Curso de discernimiento
José Luis Serra Martínez, SJ
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Encontrar a Dios en todas las cosas
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José Luis Serra Martínez, SJ
Primera edición: agosto 2018 
Segunda reimpresión: agosto 2019
ISBN: 978-607-8565-83-2
Con las debidas licencias
©2019, Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C.
México
www.buenaprensa.com
Derechos reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida totaM�P�QBSDJBMNFOUF�TJO�
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Impreso en México por Letra Impresa, G.H., S.A. de C.V.
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[…] el discernimiento espiritual […] intenta reconocer la presencia del Espíritu 
de Dios en la realidad humana y cultural, la semilla ya plantada de su presencia 
en los acontecimientos, en las sensibilidades, en los deseos, en las tensiones 
profundas de los corazones y de los contextos sociales, culturales y espirituales.
Papa Francisco
Discurso a la comunidad de los escritores 
de “La Civiltà Cattolica” 
(14 de junio de 2013)
…al darnos el Espíritu Santo, 
Dios ha derramado su amor en nuestros corazones.
Rom 5, 5 
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ÍNDICE
Presentación .......................................................................................................... 9
Primera sesión: Presupuestos para el discernimiento .............................................. 13
Segunda sesión: Discernimiento humano: mis reacciones ante un hecho ................ 21
Tercera sesión: Discernimiento de mis reacciones ................................................... 31
Cuarta sesión: El examen diario ............................................................................. 39
Quinta sesión: Síntesis: criterios del discernimiento humano ................................... 49
Sexta sesión: Discernimiento cristiano .................................................................... 55
Séptima sesión: El Espíritu, Jesús y el Reino del Padre ............................................. 65
Octava sesión: Discernimiento en Jesús; 
y el no discernimiento en algunos de sus contemporáneos ............................ 73
Novena sesión: Estrategias y tácticas de los espíritus .............................................. 77
Décima sesión: Pistas para leer las reglas de discernimiento .................................... 87
Décima primera sesión: El discernimiento: estados y fuerzas espirituales: 
lucha interna y su manejo ............................................................................. 95
Décima segunda sesión: Seguimiento en la vida diaria .......................................... 107
Décima tercera sesión: Síntesis del discernimiento ................................................. 113
Décima cuarta sesión: La puesta en común del discernimiento personal ................ 117
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Décima quinta sesión: Optar por Jesús (elección) .................................................. 123
Décima sexta sesión: El discernimiento comunitario .............................................. 127
Décima séptima sesión: Métodos en el discernimiento comunitario ..................... 135
Bibliografía sobre discernimiento ....................................................................... 145
Programa posible de un taller de discernimiento .............................................. 147
Libreta de discernimiento personal .................................................................... 155
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PRESENTACIÓN
En este libro recojo la experiencia personal de cuarenta años de ser jesuita, de 
compartir con muchos compañeros en grupos de discernimiento, de muchas 
tandas de Ejercicios, personales o acompañando a otros, en el acompañamiento 
cotidiano a jóvenes jesuitas, religiosas y laicas y laicos. Muchos talleres de discernimiento 
dados por aquí y por allá… Es, pues, un libro donde plasmo mi experiencia personal y 
el deseo y práctica de compartirlo con otras muchas personas.
Una gran herramienta nos ha dejado como herencia Ignacio de Loyola: sus reglas de 
discernimiento, propias de los Ejercicios Espirituales, adaptadas a la vida diaria, como él 
mismo nos los muestra en su diario espiritual. Adaptarlas al lenguaje de hoy, a la teología 
propia de nuestra época, a las vivencias de la mujer y del hombre del siglo XXI, ha sido 
una preocupación de muchas personas: Jesuitas, otros religiosos y religiosas, laicos y laicas 
ignacianas. Libros, talleres, artículos, grupos de discernimiento, se han multiplicado en 
muchas instancias ignacianas o no. 
Gracias al acompañamiento a jóvenes que están en proceso de discernir su voca-
ción, a laicos y laicas que quieren consolidar su fe en la vida diaria; a religiosas y religiosos 
en búsqueda de la voluntad de Dios en su quehacer cotidiano y, especialmente, en la 
reflexión que he hecho sobre mí mismo para lo anterior, ha sido una constante el querer 
entender, profundizar, poner al día el discernimiento cristiano. 
Este libro no es un tratado teórico sobre el discernimiento, sino la presentación de 
un taller práctico de discernimiento para la vida cotidiana.
Así pues, presento objetivo, metodología y temática:
Objetivo
Presentación del método ignaciano de discernimiento para, desde la vida cotidiana y 
tomando en cuenta nuestros sentimientos, nuestros valores, nuestros deseos, poder 
descubrir las invitaciones que nos hace el Espíritu del Señor para mejor seguirlo; así 
como descubrir las causas que nos entorpecen en ese seguimiento.
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Metodología
Taller que implica partir de las experiencias, recursos, necesidades de los asistentes, y 
completar con algunos aportes teóricos, ejercicios y otros apoyos que ayuden a la asimi-
lación. Todo esto en un clima de oración, de escucha atenta a Dios.
Temática
El discernimiento personal
I. Discernimiento humano:
1. Presupuestos para el discernimiento
2. Manejo de nuestros sentimientos 
3. Confrontación con nuestros valores
4. Práctica 
5. Criterios del discernimiento humano
II. Discernimiento cristiano
6. Criterios esenciales para el discernimiento cristiano
7. Los valores del Reino
8. Jesús discierne
9. Estrategias y tácticas de los espíritus
III. El método ignaciano de discernimiento
10. Lectura directa de las Reglas de discernimiento de san Ignacio de Loyola
11. Profundización de las Reglas de discernimiento de san Ignacio de Loyola
12. Seguimiento en la vida diaria
13. Síntesis del discernimiento
14. La puesta en común del discernimiento
Las distintas formas de elegir según san Ignacio
1. Primer tiempo: consolación sin dudar ni temer
2. Segundo tiempo: proceso de consolaciones y desolaciones
3. Tercer tiempo: por el uso de la razón
a. Primer modo: pros y contras
b. Segundo modo: intuitivo
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El discernimientocomunitario
1. Introducción al discernimiento comunitario
2. Métodos de discernimiento comunitario
3. Práctica
Aquí se explicará cada sesión en tres momentos:
1) Objetivo y método de la sesión
2) Explicación de contenidos
3) Ejercicio práctico de trabajo
 
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PRIMERA SESIÓN
Presupuestos para el discernimiento
1. Objetivo y método de la sesión
De un tiempo acá se ha enfatizado la necesidad de hacer discernimiento. Comuni-
dades religiosas, grupos laicales e individuos lo buscan. Realmente es una nece-
sidad y, san Pablo lo enfatiza, una característica propia del cristiano. Sin embargo, 
y por desgracia, muchas veces se ha caído en concepciones erróneas, en querer hacer 
del discernimiento una moda, una muletilla del lenguaje religioso, pero se pierden los 
presupuestos básicos necesarios para su viabilidad, para que sea verdaderamente lo que 
buscamos. En esta sesión, y muy ayudado del artículo Prolegómenos del discernimiento 
de José Luis Lazzarini, SJ y José Javier Aizpún, SJ,1 presentamos qué es y qué no es el 
discernimiento, así como unas características básicas.
El método sugerido consiste en tres pasos:
i. Explicación en plenario de las definiciones del discernimiento, así como unas consi-
deraciones previas del mismo. 
ii. Ejercicio personal para trabajar: “cómo me encuentro para manejarme en el 
discernimiento”.
iii. Recoger en grupos.
1 José Luis Lazzarini y José Javier Aizpún, “Prolegómenos del Discernimiento”, Boletín de Espiritualidad, 
año XLI, 230 (julio-agosto-septiembre, 2010), Centro de Espiritualidad Ignaciana de Argentina.
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2. Explicación de contenidos
2.1 Definiciones del discernimiento
¿Qué no es el discernimiento? 
– No es un proceso superficial para tomar decisiones. No podemos reducir el 
discernimiento a decisiones de sentido común, de hechos sumamente cotidianos 
que ciertamente suponen un discernimiento anterior, pero no un proceso intenso de 
discernimiento.
– Ni siquiera es una “deliberación”, aunque ésta lo supone. La deliberación es la 
toma de decisiones. El discernimiento de un proceso vocacional; por ejemplo, termina 
en la deliberación, en la decisión a tomar para la vida; pero supone un proceso de puri-
ficar actitudes, de profundizar en condicionamientos y en la libertad interior, y muchos 
pasos más de asimilación de actitudes, que una vez discernidas, nos llevan a poder 
tomar una decisión final. 
– No es cualquier reflexión sobre la vida. Muchas veces tenemos reflexiones profundas, 
sapienciales, muy serias y certeras sobre la vida, pero no sobre lo que estamos viviendo. 
Son reflexiones generales, amplias, al margen de los hechos. Muchas de ellas son impor-
tantes y pueden ayudarnos a iluminar nuestro quehacer, pero no es discernimiento. Este 
toca el aquí y el ahora, lo cotidiano que vivimos, las invitaciones que sentimos del Señor 
en lo concreto y específico que vamos viviendo, así como a cuidarnos de lo que nos aleja 
de él; pero insisto, se realiza a partir de los hechos del hoy.
Menos aún, un modo de transformar en voluntad de Dios lo que es mera satisfacción de 
las propias necesidades afectivas. 
¿Qué sí es discernimiento personal?
Una definición general: Un proceso personal de búsqueda de la voluntad de Dios.
Veamos cada palabra:
1) Proceso
Es un camino. Como todo camino con subidas y bajadas, con paisajes áridos, paisajes 
fértiles y paisajes engañosamente fértiles. Con metas siempre abiertas y un final indesci-
frable. Un camino que muchas veces será sencillo de recorrer, pero que en otros momentos 
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tendremos que superar grandes dificultades. En el que podremos encontrar espacios de 
belleza esplendorosa, llena de plenitud y felicidad fácilmente captables, pero que en otros 
tendremos que encontrar la belleza en la aridez del desierto, en los tiempos que aparente-
mente no pasa nada o, más aún, que parecen llenos de dificultades, con riesgos para 
poder avanzar. También es importante darnos cuenta de las “cruces” que aparecen en el 
camino, de aquellas cosas que aparentemente son agradables, positivas, bellas, pero que 
en realidad retrasan o atoran el verdadero sentido de mi vida.
2) Personal
Principalmente es encuentro con el Dios de la vida, de la misericordia, el Dios de todos; esto 
también supone y lleva a un encuentro conmigo mismo. Un encuentro donde lo central no 
son los códigos, las leyes, ni las soluciones anteriores personales que puedan asegurar el 
logro del fin. Donde lo central es la experiencia de Dios, la relación personal presente, 
el descubrirlo en los hechos que se van presentando día con día, momento a momento.
3) Búsqueda
Búsqueda: Leamos esta frase de Tomás Merton: “Señor, yo no estoy seguro de que estoy 
haciendo tu voluntad. Es más, creo que nunca lo sabré. Pero sí sé que quiero hacer tu 
voluntad. Y sé que eso te complace”. Eso es la búsqueda. Siempre abierto a la seguridad 
de que Dios está conmigo y se complace en mis búsquedas, en caminar por la vida, venga 
como venga, y sin vivir apegado a resultados o a eficiencias, sino a la esperanza que es 
la búsqueda que agrada al Señor, se den o no las cosas como nosotros lo deseáramos.
4) Voluntad de Dios
Una primera definición: La Voluntad de Dios es el influjo del Espíritu Santo en la persona, 
desde el propio carisma que edifica la comunidad desde el amor y la caridad. La Voluntad 
de Dios normalmente no es algo que va contra la propia persona, ni aquellas cosas que 
suceden en la naturaleza, o en la propia vida que no parecen tener interpretación lógica, 
que no se pueden explicar a simple vista; menos aún aquellas cosas negativas que suceden 
y que, al no encontrarle sentido o explicación, se las achacamos a la voluntad de dios, así 
en minúsculas… por ejemplo, en una enfermedad, un accidente, un fracaso, una mala 
decisión, un desastre natural, como terremoto, tormentas…
Por el contrario, la Voluntad de Dios, ahora sí en mayúsculas, es descubrir cómo el 
Espíritu Santo se hace presente en la vida cotidiana, desde los eventos pequeños o ruti-
narios, hasta aquellos significativos o que causan cierta estridencia en nuestro corazón; 
desde aquellas situaciones que nos provocan alegría, deseos de crecer, incremento de 
paz, hasta aquellos dolorosos, que nos desaniman, que nos provocan miedo o hasta frus-
tración. Y desde todo evento de la vida, descubrir cómo podemos, desde lo que nosotros 
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somos, ayudar a que haya más amor, más belleza, más realización según los parámetros 
de Dios en esa misma cotidianeidad.
En palabras de san José Rubio, SJ: 
“Querer lo que Dios hace y hacer lo que Dios quiere”
Concluyo el punto, retomando literalmente este párrafo del artículo base. Lazzarini y 
Aizpún señalan: 
Quiero colocarme en la disposición de querer todo según la voluntad de Dios. Necesito 
hacerme libre para poder servir a Dios en paz. La señal de la voluntad de Dios es la paz 
que sentimos (la paz que ofrece Jesús en el Evangelio). Lo que me impide tener paz es el 
apego y la falta de entrega de todo lo nuestro a Dios. Es el temor de que poniéndolo todo 
en sus manos me quede sin nada, me caiga. Estoy invitado a confiar. La verdad es que 
sólo pongo en sus manos lo que es suyo. Todo lo mío es suyo. Yo soy suyo. Obra de sus 
manos. Él me amó primero, es mi creador, mi Señor, mi dueño. No es que sea bueno o 
malo lo que tenemos (no estamos en el plano de la moral). Nosotros nos encontramos en 
el plano del don radical de nosotros mismos al Señor. 
“Señor, ayúdame a entrar 
en esta parte de mi corazón donde no estoy libre,
esa región secreta de mi corazón donde hay tristeza. 
Señor, ayúdame a ofrecértela 
para que pueda aprender a servirte conplena libertad”.
2.2 Consideraciones previas
Cuatro consideraciones previas que tenemos que revisar para ver cómo afrontamos la 
realidad, cómo nos hacemos cargo de nuestra vida cotidiana y sus repercusiones en 
la sociedad, en los demás: Atención, Valor, Introspección y Esperanza.
2.2.1 Atención: ver la realidad
Ante una realidad, personal y social, de claro-obscuros, necesitamos agudizar nuestra 
atención para descubrir chispas de luz en medio de la sombra. Siguiendo a Lazzarini y 
Aizpún, esto supone varias actitudes y actividades: 
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1. Soledad en la búsqueda del yo más profundo. Ahí probablemente se dé la amenaza 
y, desde ella misma, el camino hacia la paz interior.
2. Fuerza para atender la soledad, el desaliento… comprender su lenguaje y no huirle.
3. Ahí descubrir deseos muy profundos no atendidos.
4. Dar paso al lenguaje del Espíritu que irrumpe con el silencio que toca y se instala en 
lo profundo nuestro y salva invalidando las palabras muertas.
5. Comienza con el sentir las mociones (resonancias afectivas), percibirlas, tomar 
conciencia de ellas, advertir su presencia entre nosotros.
6. No para quedarse en una advertencia o lucidez narcisista, sino para moverse a 
la acción, integrando en la vida lo que lleva al seguimiento de Cristo, rechazando 
aquello que nos llevaría a estancarnos o desviarnos de dicho seguimiento.
7. El discernimiento no es un proceso de elucubraciones mentales, sino la búsqueda 
del corazón “de lo que tanto desea”.
2.2.2 Valor: hacerse cargo de la realidad
Entrar en este proceso con consciencia de todos los aspectos de mi vida, de mis rela-
ciones, de mi contexto social. No negar o reprimir aspectos de la personalidad que consi-
dere indeseables, gustos o repugnancias. Atenderlos, no ocultarlos.
Estos mecanismos de negación nos atan, nos frenan en nuestra movilidad. Nos 
quitan libertad; no enfrentamos nuestras sombras. RESULTADO: Miedo a Vivir.
Si seguimos a san Ignacio en su meditación de los tres binarios, podemos encon-
trarnos con tres posturas al enfrentarnos a nuestra realidad:
1. Negar la realidad: No le da su debida importancia y no la atiende y busca el pospo-
nerla indefinidamente.
2. Negociar con ella: Desactiva por completo algunos aspectos o sólo de manera 
parcial, pero se aferra a algunos como una máscara que apague sus deseos más 
profundos.
3. Dispuesto a ver y reconocer esos mecanismos e inicia la tarea de desactivarlos.
2.2.3 Introspección: cargar la realidad
1. Situarme más allá de lo que sucede, de tal manera que pueda analizar y darle una 
configuración a los acontecimientos: vivir la vida en la búsqueda de una unidad 
que evite e integre las dispersiones.
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2. Así saberme portador de un misterio que sobrepasa al hecho mismo. Mi relato, 
mi acontecer, roza con el de Dios, de quien soy imagen.
3. Por tanto, nos lleva a alcanzar el misterio y el milagro que sustentan y se presenta 
en nuestra propia vida.
4. De ahí, aprender a distinguir los hechos que despiertan esperanza de aquellos que 
empantanan en el desencanto y la amargura o, distinguir los relatos que tienen realismo 
de aquellos que se alimenta de ilusiones engañosas que terminan luego en decepción.
 2.2.4 Esperanza: encargarse de la realidad
1. Quien discierne entra en el proceso confiado que sobre él pesa una promesa bien-
hechora.
2. Esa promesa mira al cumplimiento de los deseos de la profundidad, anhelos hondos 
del alma más que a los deseos que responden a necesidades que se agotan en el 
momento en que son satisfechas. Aquellos deseos que en realidad deberán manejar 
nuestra vida para llevarnos a la plenitud, a la realización según Dios, y no aquellos 
que nos quitan libertad.
3. No los deseos de necesidad, sino el anhelo profundo del alma de ser libre, no tener 
atadura que responda a mandatos que remplazan la voz de la promesa con la falsa 
ilusión de seguridad, la protección o la aprobación.
4. La vivencia de la promesa no está reñida con el dolor de la vida. Esto es algo propio 
de nuestra naturaleza; si, en cambio, con el cultivo del sufrimiento, de no darle 
buena conducción y quedarnos atrapados en él, o peor aún, causando más 
sufrimiento en mí, en otros, en la sociedad.
3. Ejercicio personal
Trabajo personal
Preguntas guiadas
a) Proceso: ¿Qué tanto soy capaz de vivir con paciencia, siguiendo los ritmos del Espíritu, 
cayendo en cuenta de que hay momentos de claridad, otros de confusión y otros de 
obscuridad?
b) Personal: ¿Cómo es mi capacidad de encontrarme conmigo mismo, de interiorización, 
de auscultar mi propio corazón, de una relación íntima y personal con el Dios de Jesús? 
c) Búsqueda: ¿Qué tan abierto estoy a las invitaciones que me suscita la vida, la realidad, 
el Espíritu en ella? ¿Cuál es mi capacidad de cambio?
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d) Voluntad de Dios: Este punto es central: ¿Quién es Dios para mí? ¿Qué tan central es 
en mi vida? ¿Qué tan fuerte es mi relación personal con él como para ir dilucidando lo 
que me va pidiendo? 
Reflexiona cuáles son tus fuerzas y cuáles tus limitaciones en este momento de tu vida 
con respecto a:
1. Atención: 
Ver la realidad
• ¿Cómo están en este momento de mi vida estas tres actitudes?
1. Capacidad de agudizar mi atención ante la realidad 
2. De soledad conmigo misma(o) para llegar a lo más profundo de mí
3. De descubrir en la vida el lenguaje del Espíritu
2. Valor: 
Hacerse cargo de la realidad
• ¿Cuál es mi postura ante la realidad; ante sectores de ella en mí?
1. Negar la realidad
2. Negociar con ella
3. Reconocer esos mecanismos e iniciar la tarea de desactivarlos
3. Introspección: 
Cargar la realidad
• Revisar mi capacidad para dar un paso más profundo en mi interior:
1. Situarme más allá de los sucesos
2. Conciencia de que mi relato, mi acontecer, roza con el de Dios
3. Saber distinguir hechos de esperanza contra los de desesperanza; relatos realistas 
con relatos de falsas e ingenuas ilusiones
4. Esperanza: 
Encargarse de la realidad
• Viendo hacia delante, ¿qué tan capaz me siento para ver hacia delante y modificar la 
realidad?
1. Capacidad de hacer de mi vida una promesa bienhechora para mí, para los demás
2. Saber distinguir los deseos profundos de los deseos de necesidad
3. Afrontar el dolor de la vida contra cultivar el sufrimiento y vivirme como víctima
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4. Espacio para compartir en grupos
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SEGUNDA SESIÓN
Discernimiento humano: mis reacciones ante un hecho
El manejo de mis sentimientos
1. Objetivo y método de la sesión
En esta sesión el objetivo es profundizar en lo que sucede en mi interior, de forma 
instintiva, mis reacciones espontáneas, detectar aquello que me moviliza, que me 
estanca, que me pone a la ofensiva o a la defensiva, ante cualquier acontecimiento 
de la vida, de lo cotidiano.
Método: Inicia con una explicación de lo que son las sensaciones corpóreas, los sentimientos, 
los pensamientos y los deseos. Posteriormente, a manera de laboratorio, trataremos de 
diseccionar lo que sucede en nuestro interior con un ejemplo.
2. Explicación de contenidos
Ante un hecho cualquiera de la vida, nuestro cuerpo reacciona. Dependerá del tipo de 
estímulo, del contexto en que me encuentro, de mi historia, hasta de mi ideología, para 
que mi reacción se dé de determinada manera, de mayor o menor intensidad, con reper-
cusiones más o menos fuertes y duraderas. Es el contacto inmediato con la realidad.
Si analizamos “bajo una lupa o un microscopio” las reacciones del cuerpo ante un 
estímulo, podríamos decir que serían de cuatro tipos:
1) Físicas: sensaciones que se generan en mi cuerpo de forma física: un parpadeo, una 
tensiónmuscular, lágrimas, aceleración del corazón, sudoración, cambio de tempe-
ratura —“me pongo rojo”—, un tic…
Ejemplo: ante el encuentro con la persona que amo, mis sensaciones corpóreas 
pueden ser de “hormigueo en el estómago”, “sudoración de las manos”, “sonrisa 
marcada en mi boca”, etcétera. Otro ejemplo, ante la muerte de un ser querido: 
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lágrimas, desvanecimiento del cuerpo, cambio de color en la cara… También nos 
puede ayudar la experiencia de Ignacio de Loyola, por las lágrimas que vertía al 
hacer oración o en la Eucaristía. “Estas lágrimas son el signo de las consolaciones 
que invaden su corazón, el eco en su cuerpo de la felicidad que le invade al sentirse 
inundado y empujado por la presencia de la Trinidad… Para él, son el signo del 
buen espíritu y de la proximidad con Dios, mientras que el mal espíritu no produce 
lágrimas sino sequedad”.
2) Afectivas: Sentimientos, o emociones, aquellas cosas que tocan “mi corazón” y 
producen en mí reacciones afectivas: miedo, amor, enojo, tristeza, alegría… 
Ejemplo: ante el encuentro con la persona que amo, mis sentimientos pueden 
ser de esperanza, de amor, de alegría, de miedo. Ante la muerte del ser querido: 
tristeza, dolor, enojo, satisfacción…
3) Racionales: Pensamientos que quieren dar una primera explicación espontánea al 
hecho vivido. Ejemplo, ante el encuentro con la persona que amo: “¡Qué bella(o) 
es!”, “Contigo me caso”. Ante la muerte del ser querido: “Descansa en paz”, “¿Por 
qué te fuiste?”.
4) Volitivas: Deseos inmediatos y también espontáneos de reaccionar y querer 
“hacer algo” ante el estímulo primero. Muchas veces los deseos ya se expresaron 
en el pensamiento. Ante el ser amado: “Quiero salir con él (con ella)”, “La(o) 
quiero como mi esposa(o)”. Ante la muerte del ser querido: “Quisiera morirme 
contigo”, “Seguiré con lo que tú me enseñaste”.
Así, se pueden esquematizar de la siguiente forma:
Deseos
Afecto
Razón
Voluntad
Física Sensaciones corpóreas
Sentimientos
Pensamientos
Deseos
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Encontrar a Dios en todas las cosas 23
Estas cuatro manifestaciones o reacciones ante un estímulo son espontáneas en primera 
instancia. No todas serán fácilmente perceptibles ante cualquier hecho, y tampoco tienen 
un “orden de aparición”. Simplemente se dan. Es papel del discernimiento darles un orden 
adecuado, aprovechar lo que vale y conducir acertadamente lo que no es positivo. Esto lo 
veremos posteriormente.
Después del ejercicio que está a continuación se recomienda profundizar en el cuadro 
que se encuentra en el anexo 1 de esta sesión, así como en el listado de sentimientos 
y emociones del anexo 2.
3. Ejercicio de toma de conciencia de mis reacciones
Se puede ver un pequeño documental de unos 10 minutos, o escuchar una canción, que 
genere movimientos internos en los participantes; por ejemplo, los documentales de la 
UNICEF sobre los efectos de la pobreza en la niñez, una canción que narre situaciones de 
dolor, de alegría, de tristeza, que puedan provocar alguna reacción en las personas. 
De igual manera, algún cuento, anécdota, relato, que provoque esto mismo.
A continuación, les presento una opción:
El texto2
“Clementina tiene treinta y ocho años. Aquejada de esterilidad, lucha por ser madre. 
Está siguiendo conmigo un tratamiento analítico desde hace tres años. Aún tengo vivo 
el recuerdo del día en que, al anunciarme que había quedado embarazada, exclamó 
“¡Hemos triunfado!”. Experimenté entonces el sentimiento de compartir la felicidad del 
entorno próximo que, con Clementina, se había movilizado para conseguir el embarazo. 
Pienso en su marido tan presente y en su ginecólogo, un excelente especialista en 
tratamientos sobre esterilidad.
Durante el transcurso de los meses que siguieron, las sesiones se fueron dedicando 
esencialmente a vivir y a decir ese periodo intenso en el que una mujer se descubre en 
el acto de devenir en madre. Llegó el momento del parto, y Clementina dio a luz un 
hermoso niño. Ese mismo día, me telefoneó, radiante, para anunciarme el nacimiento de 
un varón llamado Lorenzo. Dichoso a mi vez, la felicité cálidamente. 
Tres días más tarde, me sorprendió recibir un segundo llamado telefónico de un tenor 
completamente diferente. Con una voz sorda y ahogada, casi inaudible, me informó: “Perdí 
el bebé. Murió esta mañana en la clínica. No se sabe de qué”. Al escuchar estas terribles palabras, 
me quedé paralizado por el estupor y sólo atiné a decir: “¡No es posible! ¡Es un disparate!”.
2 Juan David Nasio, El libro del dolor y del amor (México: Gedisa, 2004), 13-17.
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24 José Luis Serra, SJ
Durante algún tiempo, Clementina no dio muestras de su sentir… pero poco tiempo 
después del acontecimiento trágico, Clementina volvió a verme. Agotada, era incapaz 
de desplazarse sola, y habían tenido que acompañarla hasta la sala de espera. Al ir a 
recibirla, descubrí a una mujer transformada por la angustia. No era más que un cuerpo 
impersonal, extenuado, vaciado de toda fuerza, sólo aferrada a las imágenes omnipre-
sentes de su bebé capturado en todas las escenas en las que aún estaba con vida. Recuerdo 
machacado por una pregunta insistente: “¿De qué murió? ¿Por qué y cómo murió? ¿Por 
qué a mí?”… Durante todo el periodo que siguió inmediatamente a la muerte de Lorenzo, 
escuché muchas veces a Clementina declarar su temor de volverse loca…
No obstante, todo mi saber sobre el dolor no me protegió del impacto violento que 
sufrí al recibir a mi paciente inmediatamente después del accidente. En aquel momento, 
nuestro vínculo se reducía a poder ser débiles juntos: Clementina dominada por la pena, 
y yo, sin dominio sobre su dolor. Me encontraba desestabilizado por la impenetrable 
angustia del otro…
A Clementina le horrorizaba escuchar las palabras de consuelo que, en seme-
jantes circunstancias, acuden tan fácilmente a los labios de los parientes y amigos: “¡No 
te preocupes! ¡Piensa en tu próximo embarazo! Aún estás a tiempo. ¡Ten otro hijo y verás 
cómo olvidas!”. Palabras pretendidamente reconfortantes que eran, de hecho, una apela-
ción al olvido, una incitación a suprimir por segunda vez a su hijo muerto. Una incitación 
a perderlo de nuevo, ya no en la realidad, sino “en el corazón”…
Durante una sesión que tuvo lugar aproximadamente ocho meses después del 
deceso, intervine de una manera que se reveló decisiva. Clementina estaba tendida en 
el diván y me hablaba con el tono de alguien que acaba de reencontrar el gusto por la 
vida. Estaba muy concentrado en la escucha y, en el momento de intervenir, pronuncié las 
siguientes palabras, casi sin darme cuenta de lo que decía: “…porque si viene al mundo 
un segundo hijo, quiero decir el hermano o la hermana de Lorenzo…”. Antes aun de que 
hubiera podido terminar mi frase, la paciente me interrumpió y, sorprendida, exclamó: 
“¡Pero es la primera vez que oigo decir ‘el hermano o la hermana’ de Lorenzo! 
Tengo la impresión de que me he sacado un enorme peso de encima”. Entonces se 
me ocurrió una evocación que comuniqué en el acto a la paciente: “Se encuentre donde 
se encuentre Lorenzo en estos momentos, estoy seguro de que estaría feliz de enterarse 
de que algún día usted le dará un hermanito o una hermanita”… Así, para Clementina, el 
futuro niño que tal vez nacería no tomará jamás el lugar de su hermano mayor, hoy difunto. 
Tendrá su propio lugar, el que su deseo, el deseo de sus padres y su destino le reserven. 
Y, simultáneamente, Lorenzo seguirá siendo, para siempre, el irremplazable primer hijo”.
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Encontrar a Dios en todas las cosas 25
Mis reacciones
Guardo un momento de silencio; cierro los ojos y me hago cargo de mi respiración: —
inhalo—exhalo—inhalo—exhalo. En el momento que me sienta relajado, retomo estas 
preguntas para mí mismo.
1. ¿Qué momento o momentosde este texto me impactaron más? ¿Me conecta con 
“algo”, algún hecho de mi propia historia que estoy viviendo, “algo” que he vivido?
2. ¿Con cuál personaje me identifico: el psiquiatra, la mujer parturienta, el niño, los 
espectadores, el marido…? ¿Qué personas de mi propia historia vienen en este 
momento a mi memoria?
3. El texto mismo, el recuerdo personal de mi propia vida:
I. ¿Qué sensaciones corpóreas me provoca este texto, este recuerdo?
II. ¿Qué sentimientos me despierta?
III. ¿Qué pensamientos acompañan a este sentimiento?
IV. ¿Me desata algún deseo? ¿Me suscita “ganas de”…?
4. Después de todo esto cómo es mi estado de ánimo: ¿siento paz, armonía, alegría, 
ánimo, esperanza?, o, por el contrario, ¿experimento desánimo, desilusión, desaso-
siego, angustia, oscuridad, impotencia, falta de fe, de esperanza, de amor?
El registro
Anoto todo eso que contacté, que sentí, pensé, deseé, en el cuadro 1.
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26 José Luis Serra, SJ
CUADRO 1
Registro mis reacciones al escuchar o leer la anécdota.
Hechos a los 
que me remite 
lo visto y/o que 
me conectan 
 con mi vida
Sensaciones 
corpóreas
Sentimientos Pensamientos y/o DESEOS
1. 
2. 
3.
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Encontrar a Dios en todas las cosas 27
4. Profundización para entender mejor nuestras reacciones 
Si trabajo esto en grupo o en plenario podemos hacer algunos comentarios de este estilo:
• ¿Qué dificultades tuve para registrar algo en mí? ¿Por qué?
• ¿Con qué me contactó?, ¿con algo en referencia directa a la anécdota?, ¿con algo de 
mi pasado o de mi presente? ¿Un poco de la anécdota, otro poco de mi vida? No me 
provocó absolutamente nada…
• ¿Por qué estas diferencias ante un mismo hecho, una misma anécdota?
• Libremente, comentar qué me sucedió, los contenidos de mis reacciones…
Anexo 1 de la segunda sesión
Leemos y podemos ir comentando en grupo, cada una de las distintas observaciones 
sobre lo qué son y cómo se comportan en nosotros las sensaciones corpóreas, los 
sentimientos, los pensamientos y los deseos. Igualmente se da un tiempo para leer 
la lista de sentimientos y emociones del cuadro de la página 30 que nos puede ayudar a 
dar nombre, a poder precisar las reacciones afectivas que nos provocan los hechos de 
la vida. 
1. Las sensaciones corpóreas3 (Físicas)
Son las repercusiones orgánicas que se producen en nuestro cuerpo producto de un hecho 
significativo en nuestra vida, sea de mi historia pasada, sea en los acontecimientos recien-
temente vividos. No puede definirse con exactitud. Es “algo como si…”, es la conciencia 
del cuerpo, es todo aquello que el cuerpo vive. 
Las características de las sensaciones son:
• Enigmática: permite intuir que hay algo importante, algo que descubrir
• Enfocable: se puede localizar en una zona del cuerpo, puede enfocarse, ubicarse, 
localizarse
• Indefinible: no se puede explicar con exactitud
• Difusa: no se le ven los límites
• Globalizadora: abarca toda la persona, se impone
3 Carlos Cabarrús, Crecer bebiendo del propio pozo. Taller de crecimiento (Bilbao: Desclée De Brouwer, 
1997).
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28 José Luis Serra, SJ
2. Sentimientos (Afectivas)4
• Son subjetivos, personales y originales
• No son la realidad, sino el “eco” de la realidad en mí; o “mi” manera de percibirla; 
mi reacción frente a ella
• Son la principal fuente de información sobre mí y sobre las resonancias que la realidad 
despierta en mí
• Frente a ellos es necesaria una actitud de escucha receptiva y abierta. No son discu-
tibles: por ejemplo, podré no estar de acuerdo con tu ira, pero no podré discutir el 
hecho de que tú la sientas
• Es necesario manifestarlos, aceptarlos en el campo racional y evitar reprimirlos
• No son universales; es decir, no los experimentamos todos de la misma manera e 
intensidad frente a los “estímulos”
• No son verdaderos ni falsos, sino que los acepto o no como válidos para mí en refe-
rencia a mis opciones vitales básicas
• Son educables en buena medida, aunque no todos
• Canalizarlos no es ignorarlos, no es reprimirlos
• Con algunos sentimientos debo “convivir” aunque no me agraden; de ahí la nece-
sidad de aceptarlos como míos
Un ejemplo para ver que ante un mismo sentimiento puede haber reacciones distintas, lo 
encontramos en esta cita de Almudena Grandes sobre el miedo: 
En las personas valientes, el miedo es sólo conciencia del peligro…, pero en 
las cobardes, es mucho más que ausencia de valor. El miedo también excluye la 
dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar 
la inteligencia, porque altera la percepción de la realidad y alarga las sombras 
de todas las cosas. Las personas cobardes tienen miedo hasta de sí mismas…5
4 Horacio Carraú, «Soplos del Espíritu», Cuadernos de espiritualidad (Santiago, Chile), 103 (mayo-junio, 
1997): 13.
5 Almudena Grandes, El lector de Julio Verne (México: Tusquets Editores, 2012).
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Encontrar a Dios en todas las cosas 29
3. Pensamientos6 (Racionales)
• Son racionales
• Intentan explicar la realidad; no se confunden con ella
• Son más universales que los sentimientos, aunque son discutibles
• La veracidad de un pensamiento la encuentro en función de su proximidad o no a 
la realidad
• Son también educables; tenemos la posibilidad de sistematizarlos según una disci-
plina, por ejemplo: lógica matemática, inducción–deducción, análisis–síntesis
• Se puede “mantenerlos” y “alimentarlos” o no
4. Deseos (Voluntad)
• Reacción espontánea de querer o buscar alguna actitud con respecto a un hecho vivido
• Nace del propio interior
• No es manejable en primera instancia
• Se le puede dar dirección
6 Carraú, «Soplos del Espíritu»…
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30 José Luis Serra, SJ
ANEXO 2 de la segunda sesión
Lista de sentimientos y estados emocionales
SENTIMIENTOS BÁSICOS
M MIEDO A ALEGRÍA T TRISTEZA E ENOJO A AMOR 
1. Aceptado
2. Afectuoso
3. Agotado
4. Agradecido
5. Agresivo
6. Aislado
7. Alarmado
8. Alegre
9. Amable
10. Amando a otros
11. Amado por otra persona
12. Amenazado
13. Amigable
14. Anormal sexualmente
15. Ansioso
16. Ansioso de agradar a otros
17. Apasionado
18. Apocado
19. Apreciado
20. Aterrorizado
21. Atractivo
22. Atrapado
23. Aturdido, perplejo
24. Auténtico
25. Autosuficiente
26. Berrinchudo
27. Capaz
28. Celoso
29. Cobarde
30. Cómodo
31. Compadecido de otros
32. Compadecido, compasivo
33. Comprensivo
34. Comprometido
35. Con máscaras
36. Con temor
37. Confiado en mí
38. Confiado, seguro
39. Confundido
40. Contento
41. Coqueto
42. Creativo
43. Cruel
44. Culpable
45. Curioso
46. Dependiente
47. Deprimido
48. Desadaptado
49. Descontrolado
50. Deseoso de escapar
51. Desesperado
52. Desanimado
53. Desganado
54. Desilusionado de los demás
55. Desilusionado de sí mismo
56. Desinteresado
57. Dominado
58. Dominante
59. Engañado, defraudado
60. Enojado
61. Envidioso
62. Esperanzado
63. Excesivamente preocupado 
por el sexo
64. Excitado sexualmente
65. Falso
66. Fatalista
67. Feliz
68. Femenino (masculino)
69. Feo
70. Fracasado 
71. Frígido
72. Frustrado
73. Fuera de la realidad
74. Generoso
75. Hecho a un lado
76. Herido por la crítica
77. Hermoso
78. Hipócrita
79. Ignorado
80. Impaciente
80. Incapaz de comunicarse
81. Incompetente
82. Incomprendido
83. Inconstante
84. Indeciso
85. Independiente
86. Inferior
87. Inseguro
88. Insincero
89. Inútil
90. Leal 
91. Manipulado
92. Manipulador 
93. Masoquista 
94. Melancólico
95. Merecedor de castigo
96. Muy sensible 
97. Necesitado 
98. Optimista
99. Orgulloso de otros
100. Orgulloso de sí
101. Original
102. Pacífico
103. Pecador
104. Perseguido
105. Pesimista
106. Posesivo
107. Prejuiciado
108. Preocupado de los demás
109. Presionado
110. Que apoya
111. Que odia
112. Que sospecha de otros
113. Que tiene sentido 
del humor
114. Rechazado
115. Recompensado116. Rencoroso
117. Reprimido-cortado
118. Resignado
119. Sádico
120. Satisfecho de las 
relaciones personales
121. Satisfecho de los 
demás
122. Seguro
123. Sereno, calmado
124. Simpático
125. Sin empuje
126. Sincero
127. Suave
128. Suicida
129. Superficial
130. Superior a otros
131. Tardo, perezoso
132. Temeroso
133. Temeroso de locura
134. Tenso
135. Terco
136. Tierno
137. Tímido
138. Tolerante
139. Tonto
140. Torpe, desgarbado
141. Tranquilo
142. Triste
143. Triunfante
144. Valiente
145. Vencido
146. Vigilado
147. Voluble
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31
TERCERA SESIÓN
Discernimiento de mis reacciones
1. Objetivo y método de la sesión
Damos un segundo paso dentro de este ejercicio de “laboratorio”. No basta detectar 
mis reacciones, sólo es un primer paso. El objetivo de esta sesión es entrar a un 
segundo momento: discernir las reacciones detectadas en mí. Primero estudia-
remos lo que es la conciencia, como lugar donde se ciernen mis reacciones, y posterior-
mente cómo trabajar estas reacciones que cernimos,7 o las invitaciones que salen de ahí. 
Método: empezamos con la explicación de conceptos: conciencia, valores, invitaciones. 
Posteriormente, y siguiendo el trabajo hecho en la sesión anterior, discerniremos las reac-
ciones que nos dejó aquella lectura. 
2. Explicación de contenidos
La confrontación de mis reacciones
Alguna vez me tocó ayudar en la construcción de una casa. En un momento dado, el 
maestro albañil pidió a sus compañeros que “cribaran” la arena. Estos pasaron por una 
gran tela de alambre toda la arena que posteriormente se utilizaría para mezclarla con cal, 
cemento y agua y hacer la mezcla que serviría para pegar ladrillos. Pregunté el porqué de 
esa criba. La respuesta muy lógica: “separar las piedras grandes, basuras, la arena que 
no sea la adecuada para que quede pareja la arena y así se logre una mezcla pareja y 
peguen bien un ladrillo con otro”. Esto me recordó también el trabajo que hacía mi madre 
al “cernir” la harina antes de hornear un pastel. Quitar los grumos, las basuras, que no 
estorbaran en el buen cocimiento del pastel.
En esto consiste el discernimiento humano. Por un lado, detectar los grumos, las 
basuras, la arena no adecuada para forjar una verdadera vida. Primera cosa: detectar 
7 Cernir (tamizar): Pasar un ingrediente o varios a través de un tamiz o colador de trama fina para hacerlo 
más fino.
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32 José Luis Serra, SJ
las basuras, aquello que claramente es un estorbo; pero, y principalmente, separar las 
arenas no adecuadas, aquellas cosas que, sin ser basura, no son las adecuadas para este 
tipo de mezcla. Separar aquello que siendo bueno en sí, no es lo adecuado, lo que más 
me sirve en este momento de mi vida para ser, y ayudar a otros a ser más plenos, felices, 
realizados, fraternos.
Por otro lado, y más importante, quedarnos con lo mejor, con lo que nos hace más 
humanos, más hermanos, más solidarios, más plenos. Hemos detectado las reacciones 
espontáneas que se producen en mí, pero ahora es necesario pasarlo por una criba, un 
cernidor, que me ayude a descubrir si el sendero por el que me están invitando a seguir 
es el adecuado para mí en este momento de mi vida. No se trata solamente de ver si este 
camino es bueno o malo, sino si es el pertinente, el mejor, el de mayor realización para 
mí-nosotros, aquí y ahora. 
Ese cribador está marcado por la congruencia personal, por la coherencia entre lo 
que creo de fondo, lo que siento que no es negociable para mí, lo que defendería a toda 
costa. Y esto está dado por la conciencia personal, mis VALORES.
El primer y máximo valor es el de la VIDA. La primera pregunta que haría ese cernidor, 
que es la conciencia, sería: ¿Qué tanta vida produce, en mí, en los demás, en mi mundo, 
este camino que me siento invitado a tomar? Poniéndolo en negativo, ¿produce muerte, 
en mí, en los demás, en el mundo? Pero no puede quedarse ahí, la verdadera pregunta 
que me ayuda a dis-cernir es: ¿es este el sendero que MÁS vida me produce a mí, a los 
demás, al mundo? ¿Hay otros posibles?
Pero ¿qué es la conciencia? Es ese conjunto de valores, de creencias, de seguridades 
que tengo en mi yo interno, fruto de una historia, de una formación, de un crecimiento 
personal y en relación con los demás y el mundo que nos rodea; que ordena, dirige, da 
solidez a mi propia vida. Pasar esas reacciones —sensaciones corpóreas, sentimientos, 
pensamientos, deseos— por la criba de mi conciencia, confrontarlos en ella, en esos 
valores, llevará a una respuesta de coherencia que me ayudará a crecer a orientar adecua-
damente la dirección de mi vida, personal y socialmente.
Algunas consideraciones:
1) La conciencia, aunque personal y subjetiva, no puede ser individualista, ahistórica, 
que no tome en cuenta un criterio más colectivo. Al formarse dentro de una 
sociedad, dentro de una familia, un grupo social concreto, en un mundo que vive 
en un momento concreto de la historia, está marcada, influenciada por VALORES 
comunes concretos. En un mundo tan complejo es difícil llegar a tener valores 
iguales en cada cultura. 
Sin embargo, la mayoría de los países del mundo han llegado a suscribir un 
código reconocido universalmente que da una orientación global a toda persona en 
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Encontrar a Dios en todas las cosas 33
este momento de la historia. Este es el Código Universal de los Derechos Humanos. 
En él se reconocen valores que toda sociedad, todo individuo debería tener como 
referencia personal.
2) La conciencia personal deberá estar en constante cuestionamiento, confrontación. La 
conciencia también es un proceso, no es estática. Se va desarrollando en la medida 
que nos dejamos tocar por la realidad, por los cambios que van teniendo las cien-
cias: la ética, la teología moral y también las ciencias más técnicas. Por ejemplo, la 
comprensión que tenemos hoy, desde la medicina, sobre la concepción humana a 
la que se tenía hace 50 años. Así en muchos campos constatamos cambios: socioló-
gicos, políticos, económicos, tecnológicos. Por lo mismo, nuestra conciencia deberá 
estar abierta a esos cambios y discernir cuáles son los que nos hacen más humanos 
y así, adaptar nuestra propia conciencia.
Las invitaciones
Una vez di-cernida esta realidad confrontándola con mi conciencia, veo qué sigue para mi 
vida. No necesariamente cosas “que hacer”, pero sí actitudes que asumir. Si siento que, 
entre mis reacciones, sensaciones, sentimientos, pensamientos y deseos, hay coherencia 
con mi conciencia, que son de vida, veo que las invitaciones que de ahí nacen tengo que 
seguirlas, apropiarlas en mi vida, en mi quehacer cotidiano. Quizá algunas de estas acti-
tudes ya las vivía, así que sólo necesito reforzarlas. Si no las vivía, debo incorporarlas a mi 
sistema de valores.
Por el contrario, puede pasar que al confrontar mis reacciones con mi conciencia vea 
que hay incoherencia, que me distraen de mi proyecto de amor, humanidad, fraternidad, 
en una palabra, que provocan algo de muerte (entendiendo por muerte todo aquello que 
provoque desequilibrio, rompimiento de la vida, por más sencillo que sea. En lo ecológico, 
en lo económico social, en las relaciones humanas, en mí mismo). En este caso, primero se 
trataría de no seguir estas invitaciones, de no darles juego; segundo, revisar las causas que 
me provocan estas reacciones, si tienen que ver con actitudes que no son válidas para mí 
en este momento, si se enraíza en cuestiones psicológicas, morales o de cualquier estilo, si 
tiene que ver con pasiones no bien dirigidas. Tercero, ver finalmente, si es posible darle 
una alternativa distinta, si se pueden dirigir de otra manera, para que, de invitaciones de 
muerte, se conviertan en invitaciones de vida.
Una primera aproximación para ver la veracidad de este proceso me la dará mi 
ESTADO DE ÁNIMO. Si termino con intranquilidad, tristeza, desánimo, desconfianza,confusión, 
disgusto, es probable que no esté realizado bien mi discernimiento; por el contrario, será 
positivo este proceso si mi estado de ánimo final es de seguridad, alegría, ánimo, paz, 
confianza, gozo, plenitud, entusiasmo, todo esto de manera consistente.
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34 José Luis Serra, SJ
Lo anterior queda esquematizado en los siguientes dos cuadros:
C
O
N
C
I
E
N
C
I
A
V
A
L
O
R
E
S
DISCERNIMIENTO
INVITACIÓN ESTADO DE ÁNIMO
§	Reacción racional ante el deseo
§	Presencia de la conciencia
§	Segundo momento: confrontado 
con los valores personales
§	Seguimiento del deseo; impulsarlo 
si es de vida o modificarlo si es de 
muerte
§	Si es de muerte, búsqueda de las 
causas
§	Implementaciones prácticas
§	 Sensación personal vivida 
después del proceso
§	 Favorece o entorpece los 
sentimientos y sensaciones 
corpóreas ante hechos poste-
riores
§	 Puede ser modificable
§	 Hay dos estados de ánimo 
básicos:
a) No confirma el discer-
nimiento: Intranquilidad, 
tristeza, desánimo, descon-
fianza, confusión, disgusto
b) Confirma el discernimiento: 
Seguridad, alegría, ánimo, 
paz, confianza, gozo, 
plenitud, entusiasmo. Todo 
consistente
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Encontrar a Dios en todas las cosas 35
Afecto
Razón
1) Contacto
Física
Voluntad
Sensaciones corpóreas
Sentimientos
Pensamientos
Deseos
CONCIENCIA2) Confronto
3) Califico
4) Actúo
5) Evalúo
Vida
Valores
Causas
Muerte
Reorientar
Cómo me siento al final del discernimiento
SeguirImpulso
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36 José Luis Serra, SJ
3. Ejercicio de confrontación de mis reacciones con mi conciencia
Como primer paso, y sólo de manera simbólica, pienso en cinco valores que le dan consis-
tencia a mi conciencia. Aquellos que para mí no son negociables, que estoy seguro que 
dirigen mi vida, y que dice valores. Los escribo en el primer renglón del cuadro 2.
Segundo paso: Retomo lo que escribí en el CUADRO 1. Mis reacciones al hacer el ejer-
cicio anterior, sea que leímos la anécdota de Nasio, o que hayamos tenido otra experiencia 
para recoger mis sensaciones, sentimientos, pensamientos, deseos. Leyendo en conjunto 
estas reacciones, las confronto con mi conciencia, con esos cinco valores básicos que 
recogí en el paso anterior. 
a) Si en esta confrontación veo que hay coherencia, que me llevan a un mejor servicio, 
una mayor humanización, si, pues, son de vida, reviso qué toca impulsar, con qué 
actitudes seguir adelante. La anoto en el segundo renglón del cuadro 2.
b) Si, por el contrario, veo que no hay coherencia, que no concuerdan con esos valores, 
me pregunto cuáles son las causas y también pongo correctivos para no dejarme 
llevar por esos deseos espontáneos que pueden causar muerte en mí, o a mi alre-
dedor. Tanto causas como correctivos los apunto en el segundo renglón del mismo 
cuadro 2. 
Generalmente en la confrontación ante una situación concreta, las reacciones son o de 
vida o de muerte, aunque también puede darse que no haya claridad y se tenga que 
profundizar para clarificar hacia dónde están dirigidas las invitaciones. Por el contrario, 
en un proceso de más tiempo, lo normal es que haya movimientos hacia ambas direc-
ciones, unas de vida, otras de muerte, por lo que el proceso tendrá que discernirse con 
mayor cuidado.
Al terminar todo este discernimiento, reviso mi estado de ánimo. Si termino con 
intranquilidad, tristeza, desánimo, desconfianza, confusión o disgusto, vuelvo a revisar el 
proceso para comprobar qué me hace sentir así y dónde tengo que profundizar en este 
discernimiento. Si, por el contrario, termino con seguridad, alegría, ánimo, paz, confianza, 
gozo, plenitud, entusiasmo, todo esto de manera consistente, veo que realmente hay 
coherencia en todo este proceso y continúo con las invitaciones a las que he llegado.
El estado de ánimo con el cual acabo este trabajo, lo apunto en el último renglón 
del cuadro 2.
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Encontrar a Dios en todas las cosas 37
CUADRO 2
VALORES
1)
2)
3)
4)
5)
INVITACIONES
 A) DE VIDA: QUÉ 
IMPULSAR
B) DE MUERTE: 
QUÉ CORRECTIVOS: 
QUÉ CAUSAS
ESTADO DE ÁNIMO
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39
CUARTA SESIÓN
El examen diario
Discernimiento humano de un día cualquiera de la vida
1. Objetivo y método de la sesión
El objetivo para esta sesión será el de recoger y discernir un día cualquiera de la vida, 
siguiendo los pasos vistos en las tres sesiones anteriores.
El método será mediante una reflexión dirigida y después recoger todo esto en 
la Libreta de discernimiento personal anexa a este libro.
También puede ayudar, al terminar el ejercicio, leer el artículo Encontrar a Dios en 
todas las cosas anexo a esta cuarta sesión.
2. Explicación de contenidos
Los contenidos son los mismos vistos en las sesiones anteriores. Puede ayudar releer el 
Anexo 1 de la segunda sesión y los cuadros que resumen el proceso de discernimiento en 
la tercera sesión.
3. Ejercicio de recoger un día cualquiera de la vida
Te pido que te sientes en una posición cómoda, pero erguido, con los pies sin cruzar 
y asentados en el suelo; los brazos, también sin cruzar, extendidos sobre tus mulos o 
recogidos sobre tu vientre. Respira sosegadamente; haz tres respiraciones profundas… 
Inhala–exhala… Inhala–exhala… Inhala–exhala. 
Si alguien dirige esta reflexión, cierra los ojos; si la vas leyendo, hazlo con calma, en 
cualquier opción, dejando momentos de interioridad, de contactar contigo mismo.
Encontrar a Dios 290719.indd 39 30/07/19 12:11 p.m.
40 José Luis Serra, SJ
Siente, poco a poco, la totalidad de tu cuerpo: ¿qué sensaciones hay en cada parte 
de él? Tus pies… tus pantorrillas… tus muslos… tus genitales… las nalgas… la espalda… 
el vientre… el tórax… los hombros… el cuello… la cara… toda tu cabeza…
Ahora, con mayor rapidez, revisa nuevamente todo tu cuerpo y detente donde 
ubiques la sensación más fuerte en este momento: un dolor, sólo una molestia, comezón, 
incomodidad… Quédate en ella… revísala… ponle un color… un nombre… dale la forma 
de una gota de agua… Imagínatela recorriendo todo tu cuerpo, hasta llegar al último de 
los dedos de uno de tus pies… sale de tu cuerpo y recorre la habitación donde te hallas… 
tu casa… se une a las gotas de otras personas con las que compartes este día… juntas 
empiezan a hacer una pequeña corriente de agua, que al salir a la calle, se une con otras 
muchas gotas de las personas de tu ciudad hasta formar un gran río.
Este río corre a través de valles, por cañadas circundadas de grandes montañas; a 
través de lugares áridos y por lugares muy fértiles, de gran vegetación. A ratos camina 
lentamente al entrar a grandes remansos del río, a ratos cae violentamente por cascadas 
y choca con estrépito en las rocas que emergen del río… Sigue esa corriente y no pierdas 
de vista tu pequeña gotita, que sobresale por el color que tú le diste… y al fin llega al 
mar, donde se confunde con millones de litros de agua salada… Después de un tiempo de 
moverse al ritmo de la marea, el sol calienta tu gota y se evapora, subiendo a lo alto 
del cielo, siendo ahora parte de una gran nube.
Desde esa nube la vista es espectacular… Ves una gran extensión de tierra, con 
sus valles y montañas, con el río que ya recorriste y otros muchos afluentes que lo siguen 
llenando, con miles y millones de personas yendo y viniendo. Pero también, desde esa nube 
ves claramente el día que viviste ayer. Lo observas con cuidado, fijándote en cada detalle:
Te ves al amanecer, levantándote de tu cama y recuerdas cómo lo hacías… 
cansado o descansado, sano o enfermo, libre o preocupado… y empiezas a recordar 
los movimientos que hiciste… quizá te bañaste y vuelves a recordar lo fresco del agua 
al recorrer tu cuerpo… quizá después hiciste un momentode oración… preparaste el 
desayuno… recuerda los sabores de lo que comiste y bebiste… muy probablemente lo 
hiciste acompañado con alguien… recuerda a la o las personas con quien lo hiciste… 
qué platicaron… es muy posible que también hayas leído, escuchado o visto alguna 
noticia que te haya impactado… 
Continúa revisando tu día… lo que hiciste toda la mañana… los encuentros que 
tuviste… las actividades que realizaste, alguna comunicación importante… algo físico o anímico 
que te sucedió… y así hasta llegar a medio día, donde realizaste tus segundos alimentos… 
recuerda ahora los sabores de lo que comiste y bebiste… recuerda si estabas acompa-
ñado… de qué platicaron…
Por la tarde, sigue recordando: actividades… encuentros… comunicaciones… 
descansos… regreso a casa… lo que más te movió el corazón… Así hasta llegar al momento 
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de la noche… la cena… el descanso… el ir a dormir… ¿Cómo acabas el día? ¿Cuál es la 
sensación englobante? ¿Los sentimientos al llegar el final del día? ¿Tus pensamientos 
y deseos?…
Nuevamente, pero ahora de forma muy rápida, regresa a ver el día de ayer… quédate 
en aquel acontecimiento, aquella relación, el momento que más te haya impactado al 
revisar paso a paso el día de ayer… Y ahora, con calma, revisa ese momento… ¿Cómo 
fue? ¿Con quién fue?… ¿Cuáles son las reacciones que capto en mí?: ¿qué sensación 
física se produjo?… ¿Cuál fue la sensación, la emoción que brotó?… ¿Qué pensamiento 
surgió?… ¿Cómo se manifestó un deseo, una invitación?
Discierno dichas reacciones… ¿Hay coherencia con mi conciencia, con mi proyecto 
de vida?… ¿Producen más vida en mí, en los demás, en el mundo?… O, por el contrario, 
¿veo incoherencia, no concuerdan con lo mío más profundo? ¿Generan algo de muerte 
en mí, en los demás, en el mundo?… Si se da lo primero, la coherencia, la vida, ¿qué 
actitudes siento que tengo que fortalecer? ¿Hay actividades a continuar?… Si se da lo 
segundo, incoherencia con mi conciencia, ¿qué causas puede haber detrás de este acon-
tecimiento?, ¿qué cosas me siento invitado a revisar, cambiar, modificar, para no hacer o 
tener actitudes que no deseo en lo profundo de mí?
Escribo todas estas reacciones y mi discernimiento en la Libreta de discernimiento 
personal, anexa al final de este libro. 
Por último, reviso mi estado de ánimo actual. Si estoy en paz, si siento que este 
discernimiento ha fluido, sea porque hay invitaciones claras a la vida, sea porque descubro 
las causas y los correctivos a las invitaciones de muerte, doy gracias a Dios por el día que 
acabo de discernir.
Si, por el contrario, descubro en mi estado de ánimo que falta paz, que no estoy 
satisfecho con lo discernido, le pido claridad y profundidad a Dios para revisar mi discer-
nimiento y ver dónde siento que tengo que profundizar aún más. 
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ANEXO 1 DE LA CUARTA SESIÓN: 
Encontrar a Dios en todas las cosas
Como un mínimo homenaje a Mario Benedetti, 
que a mí y a mi generación nos invitó a tener 
grandes sueños, y a vivir lo cotidiano 
con muchos ideales pero ubicados en la realidad:
“Si su cotidianidad le parece pobre, no la culpe. 
Cúlpese a sí mismo de no ser lo suficientemente 
poeta para encontrar sus riquezas”. 
Primer momento
Es hora de levantarse. Está programado un día más, como cualquier otro, con la aparente 
monotonía de la rutina de esta época. No aparece en el horizonte nada novedoso; caminar 
igual, sin claros u obscuros que me hagan diferenciar este día de todos los anteriores. Sin 
embargo, es un día más de vida, de constatar esta presencia de la vida en mí mismo, en 
la de toda la realidad circundante. Agradezco a Dios por el hoy. Siento mi cuerpo relajado, 
aunque todavía adormilado. Noto una leve tensión en mi brazo derecho, quizá me recosté 
sobre él. Lo extiendo, queriendo liberarlo de esa pequeña tensión. Admiro la flexibilidad 
con la que es capaz de ir y venir según mis órdenes.
Entro en la regadera. Regulo la temperatura del agua y dejo que fluya libremente 
sobre todo mi cuerpo. Al percibirla por cada palmo de mi piel, siento esa reacción, igual 
a la de todos los días, pero que por ser “la de hoy” es nueva, y por la cual, cada célula de 
mi ser se va despertando, avivando, soltando. Me ayuda a tener mayor claridad sobre lo 
que pasa en mí. Nuevo agradecimiento a Dios. La frescura del agua me lleva a recordar 
toda esa creación que nos ha sido regalada y que me invita a cuidarla, a no dejarla ir, a 
aprovecharla. Cierro el agua mientras me enjabono y tomo consciencia de la tersura de 
mi piel y de nuevas arrugas, conquistas de las tensiones de este año… Después, enjua-
garse, secarse, vestirse, rutina diaria que me permite hacer consciente algunas de las 
tantas habilidades que he retenido a través de los años y me han ayudado a ser quien 
soy. Es el momento, como podría ser en otro día cualquiera, de hacer mías las palabras 
de Benedetti: 
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“…pero el día empieza a convocarnos 
y es distinto de todos los demás
tiene otra lluvia otro sol otra brisa
también otras terribles coincidencias” 
Detectar la presencia de Dios en mi cuerpo resulta una obviedad. Las distintas sensa-
ciones físicas que se van suscitando en mí en cada momento, en los sentimientos que 
junto a ellas brotan, ha facilitado en mí Su presencia activa. Me llevan más allá, a darme 
cuenta de que, como a mí, a muchas personas más les concede la perspectiva de vivir 
con mayor coherencia, con mayor plenitud, en la búsqueda, junto con otros, a tener 
una convivencia fraterna, humana, desde el simple hecho de poder decir estoy aquí. 
Guiado por las reglas de discernimiento de Ignacio de Loyola, he podido encontrar en 
los espacios cotidianos, rutinarios, en el día tras día, motivos para gozar, aprovechar y 
transformar lo que voy viviendo. 
Segundo momento
Pero, aun dentro de esta rutina, no todo será sencillo, terso o coherente. Como dicen en 
mi pueblo, “más fácil cae un hablador…”. Salgo tarde rumbo a mi trabajo; la misma ruta, 
los mismos lugares, los mismos olores. Con prisa llego al primer semáforo, ese que apenas 
deja pasar dos o tres vehículos y nuevamente se pone en alto. Empiezo a inquietarme. 
Delante de mí, parado, haciendo fila frente al semáforo, hay otro chofer al que no le corre 
la vida: celular al oído, plática con una dama al lado; y como si fuera poco, tres niños 
en la parte trasera moviéndose traviesamente. Por supuesto su andar es lento y pierdo el 
siga. “Tranquilo”, me digo… avanzo… en poco tiempo llego a la intersección con la vía 
rápida. Ahora, nadie es capaz de ser gentil y dejarme entrar. Todos van veloces; no hay 
un pequeño espacio para sumarme a este caudal de coches. Arriesgando un golpe, la 
seguridad del otro conductor, y quizá un largo congestionamiento de tránsito, me cuelo al 
carril de menor velocidad. Ya estoy tenso. Los dientes apretados, los deseos de aumentar 
rabiosamente la velocidad se concentran en mi pie derecho junto al acelerador y ya son 
intensas las ganas de destruir el lento vehículo que, no sé por qué, me toca siempre. 
Siento un alto grado de agresividad. ¡Qué rápido pierdo la paz!
Me conozco, sé dónde están mis debilidades; de los momentos sencillos, sin 
chiste, desde ahí puede brotar el desaliento, la pérdida de coherencia. Está muy claro que 
sentirme desplazado, no tomado en cuenta, ha sido mi talón de Aquiles. Y de lo pequeño 
pueden resultar peores cosas. Si no lo detengo, como avalancha que se deja venir, a la 
larga me puede derrumbar. Si no controlo estos deseos, si dejo que esta agresividad actúe 
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libremente, es muy probable que este día se manche poco a poco, hasta arruinármelo por 
completo. Ya lo dice Ignacio de Loyola: “si la persona […] comienzaa sentir temor y perder 
ánimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo 
de la naturaleza humana, cuando intenta realizar su dañina intención con tan crecida malicia”. 
Puedo caer, en sus términos, en desolación “… inquietud de varias agitaciones y tentaciones, 
moviendo a desconfianza, sin esperanza, sin amor, hallándose el alma toda perezosa, tibia, 
triste y como separada de su Criador y Señor”. Por eso, mejor pararlo a tiempo. Bajo la velo-
cidad, sintonizo una estación con música tranquila y me concentro en el camino hasta llegar a 
la oficina. No importa lo intrascendental del hecho, hay que hacer una pausa. 
“De vez en cuando hay que hacer
 una pausa
contemplarse a sí mismo
 sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
 rubro por rubro
 etapa por etapa
 baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades” 
La oficina… ¡uff, qué escritorio! Papeles que revisar; telefonazos que hacer; pendientes 
que resolver… Una entrevista, una pequeña reunión, una comida de trabajo. No sé por 
dónde encauzar mis pensamientos y menos mis actividades. En nada se me antoja vivir lo 
que sufren los personajes de oficina de nuestro admirado poeta: 
“Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra”. 
Reviso correos. Mucha basura, dos noticias tristes, alguna tarea resuelta, y varias comuni-
caciones breves, pero alentadoras. Tardo en contestar, pero hay signos de soluciones, de 
alternativas, de decisiones positivas. Lo sencillo encuentra cauce. Continúo la mañana con 
la entrevista y me admira la seguridad y la claridad con lo que la persona que tengo frente 
a mí va resolviendo su propia vida. Un nuevo agradecimiento a Dios… veo reflejado en 
los ojos de esta persona cómo “el ángel bueno toca al alma dulce, leve y suavemente, 
como gota de agua que entra en una esponja”.
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No todas las reuniones son agradables. Mucho tiempo perdido en discusiones esté-
riles. Poca eficiencia y excesivo dar razón de todo. Así es la vida, así es el trabajo, así somos 
los compañeros de trabajo. No es tiempo perdido, es semilla que a su tiempo dará fruto. 
Al menos ésa es mi esperanza.
Tercer momento
¿Por qué un día común y corriente puede darle sentido a la vida? Porque es “un largo paso 
desacostumbrado, una limpia e intrépida zancada, una rampa que no lleve al abismo, una 
envión que tumbe las derrotas, un trampolín que nos lance al mañana, aunque allí nos 
espere otra rutina, otra vida común, otra crisálida”. Desde mi ser cristiano esto lo traduciría 
en poder mostrar que Jesús es mi esperanza, es mi absoluto, aun en lo más pedestre, en 
lo no brillante, en lo que sucede y vuelve a suceder. Es el parámetro que me dice que vale 
la pena hacer lo que hago, o, por lo contrario, que tengo que modificar actitudes que no 
dan vida, no dan esperanza, no dan perspectiva de realización común. A fin de cuentas, 
es vivir el Amor desde todos sus ángulos: creatividad, crecimiento, perspectiva de realiza-
ción, solidaridad, intimidad, paternidad–maternidad, soreidad–fraternidad… 
Como muestra —quizá un tanto difícil de alcanzar— veamos el autorreflejo de 
Ignacio de Loyola en su diario íntimo. Comenta él que, después de un día de estar junto 
al fuego, de andar por la calle, de hablar con varias personas, después de comer, “en 
todos estos ratos me habitaba tanto el amor de Jesús y se me concedía sentirle o verle 
de tal manera, que me parecía que en adelante no podía haber cosa alguna que me 
pudiese apartar ni hacerme dudar de las gracias o de la confirmación recibida”. Para 
quien ha vivido la experiencia de los Ejercicios Espirituales podrá reconocer aquí el Prin-
cipio y Fundamento, o desde otra perspectiva de los mismos Ejercicios, el conocimiento 
interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga. Mi 
Principio y Fundamento, un trampolín que me lance al mañana; Jesús, una intrépida 
zancada… 
Está por terminar el día, uno más, tan cotidiano como cualquier otro. Un rato 
de salir a caminar por las bellas calles tapatías. Admirar en cada cuadra la frescura de 
sus frondosos árboles, la exquisita arquitectura que muestra su evolución, manzana tras 
manzana y, sobre todo, la belleza proverbial de sus mujeres, de sus “ojos tan lindos”. Una 
bella ciudad, tan bella como muchas otras de nuestro país. 
Podría tomar las mismas palabras que Eulalio Ferrer aplicaba a otra hermosa ciudad:
“El clima de Oaxaca es tan agradable como su gente. Tibio en la mañana, calu-
roso al mediodía y acariciante en la noche. Lo gozo con la intensidad de mi 
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propia vida. La luz de Oaxaca captura todos mis sentidos. No sólo es milagro 
visual, sino deslumbramiento interior. Siento una especie de cosquilleo que va 
de la piel al corazón. Es una luz nueva que inunda y embriaga…
La riqueza de esta luz es tanta y el calor humano que nos rodea tan fraterno, 
que no me doy cuenta de nuestras penurias y de los equilibrios que hace mi 
madre para estirar al máximo los cinco pesos diarios que nos dan de subsidio. 
Pero en medio de las carencias, no creo que haya nada tan bello como ese 
sentido de recuperación de la vida; es como si la estrenáramos en el amanecer 
milagroso de cada día, como si tuviéramos la oportunidad de nuevo, pero acom-
pañándonos del tesoro de la conciencia y de la experiencia. En cierto sentido, 
algo verdaderamente cercano a la utopía”.
 
Gozar la experiencia de esa luz, de ese agradable clima, del contacto sencillo con las 
personas en las calles, vivir en esos encuentros tan cotidianos algo verdaderamente 
cercano a la utopía es algo que seguramente Ignacio le llamaría consolación “dar verda-
dera alegría y gozo espiritual, quitando toda tristeza y turbación”, pasando sobre los retos 
de la misma pobreza. Puedo regresar consolado a casa.
Recopilando
Encontrar poesía en la riqueza de lo cotidiano, en palabras ignacianas Encontrar a Dios en 
todas las cosas, tiene varios supuestos. Supone personas humildes, de búsqueda, sencillas 
y con un amor abierto a los demás, principalmente a los más sencillos. Personas que se 
saben en proceso, viviendo de forma dinámica, en búsqueda permanente, y que se saben 
amados por el mismísimo Dios al que quieren encontrar. 
Por tanto, hay que estar siempre atentos a la realidad, a los sucesos, a nuestras 
propias reacciones, a la iluminación y aterrizaje que la vida de Jesús puede darle 
a mi propia vida. Las reglas de discernimiento de Ignacio de Loyola son un método 
estupendo para ayudarnos a encontrar este sentido; pero un método, a fin de cuentas. 
Lo importante es la búsqueda de la coherencia personal, del seguimiento de Jesús, del 
encuentro con el Amor en los hechos del día con día. 
Estas reglas son de sobra conocidas. En la bibliografía final encontrarás explicaciones 
y formas metodológicas para aprovecharlas. Quiero retomar, como un método alternativo 
de ayuda, otras reglas del mismo Ignacio. Tocan algo de lo más común y cotidiano; son 
las Reglas para en adelante ordenarse en el comer. Las adaptaré a la vida cotidiana en 
general.
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Encontrar a Dios en todas las cosas 47
1. En lo cotidiano, en lo sencillo es donde más fácilmente se encuentra la paz, y menos 
espacio hay para las dificultades. 
2. En las cosas de mayor sofisticación, comodidad y atractivo, es necesario ser preca-
vido, vigilando con esmero qué es lo que realmente se necesita para aceptarlo, y 
qué es lo que sale sobrando para evitarlo. 
3. De lo elegante, lo provocativo, lo lujoso hay que cuidarse mucho. Es atractivo, y 
adictivo. Es mejor utilizar, ver, gozar cosas sencillas y comunes. Lo primero sólo utili-
zarlo con mucha medida y atención.4. La salud es prioridad. Cuidando de ella, entre menos se utilice aun de lo conve-
niente, más fácilmente llegará a lo justo. Primero, porque será más libre para sentir 
y juzgar de una manera atinada; y segundo, porque si empieza a notar que le falta 
salud o ánimo, entenderá por ello que necesita utilizar más de lo necesario. 
5. Al utilizar algo, le ayudará imaginarse acompañado de Jesús y los suyos, fijándose 
en el uso que él hace de las cosas y queriendo ser en todo como él; en forma que su 
ocupación central sea estar con Jesús y lo otro resulte secundario, para que así no 
se desvíe y conserve la libertad y el dominio de sí mismo. 
6. Le ayudará tener en mente la situación y las necesidades de los más pobres, para 
que con esto no encuentre gusto en utilizar desmedidamente de las cosas. 
7. Cuide sobre todo de no centrarse en lo que usa, en las cosas materiales con las que 
se relaciona. Por ejemplo, compras y consumo. Por el contrario, sea dueño de sí en 
las cosas que utiliza. 
8. Para no desviarse, le ayudará mucho prever lo que podrá hacer, utilizar, comprar 
este día, de forma que pueda controlar antojos e incitaciones que desvíen; y no se 
pase luego de lo previsto; y si se siente con ganas de hacerlo, en vez de aumentar, 
disminuya. 
Último momento
Es el final del día; toca recibir lo vivido y agradecerlo. Me siento capaz de admirarlo:
“la vida cotidiana es también una suma de instantes
algo así como partículas de polvo
que seguirán cayendo en un abismo
y sin embargo cada instante
o sea, cada partícula de polvo
es también un copioso universo”. 
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Recupero el día. Relajo mi cuerpo. Recuerdo todo lo que he vivido, desde que me levanté, 
hasta este último momento donde recojo el día. Descubro dónde ha habido una sensa-
ción significativa para mi cuerpo, o un sentimiento más fuerte que los demás… Identifico 
que ese momento fue el de caminar por la ciudad. Me reconforta sentir tanta belleza, 
tanta vida. Recupero esa sensación de relax en mi cara. Junto a estos sentimientos, viene 
el discurso de decir: ¡Qué bellas son tus creaturas! Humanas, vegetales, la creación arqui-
tectónica del mismo hombre. Me siento invitado a no dejar pasar ese impulso de cuidar 
toda esta belleza, a seguir contemplando para alcanzar amor. 
Ha sido un día más; la manifestación de Dios ha sido sencilla, pero gozosa y prolífera. Me 
nace rezar esta pequeña e inspiradora oración del padre Pedro Arrupe:
“Concédeme, Señor, 
verlo todo con ojos nuevos, 
para discernir y poner a prueba los Espíritus, 
poder leer los signos de los tiempos, 
gustar internamente todo lo que viene de ti, 
y comunicarlo a los demás.
Concédeme la claridad de conocimiento que concediste a Ignacio”.
Bibliografía
Diarios espirituales
Lebeau, Paul. Etty Hillesum. Un itinerario espiritual. Santander: Sal Terrae, 2000.
Nouwen, Henri. Diario del último año de vida de Henri Nouwen. Madrid: PPC, 2002.
Thió de Pol, Santiago. La intimidad del peregrino. Diario espiritual de San Ignacio de 
Loyola. Bilbao-Santander: Mensajero-Sal Terrae, 1990.
Discernimiento
Ameche, Guillermo. Como escuchar al espíritu. Un método de discernimiento. México: 
Buena Prensa, 1998.
Cabarrús, Carlos. La danza de los íntimos deseos siendo persona en plenitud. Bilbao: 
Desclée de Bouwer, 2006.
Diccionario de Espiritualidad Ignaciana. Bilbao-Santander : Mensajero-Sal Terrae, 2007. 
Mollá, Darío. Encontrar a Dios en la vida. México: Buena Prensa, 2000.
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QUINTA SESIÓN
Síntesis: criterios del discernimiento humano
1. Objetivo y método de la sesión
Basándonos en el esquema que presenta Carlos Cabarrús, el objetivo para esta sesión 
será el de retomar lo más importante y necesario para hacer un buen discernimiento 
humano. Con esta sesión, cerramos “el laboratorio de discernimiento humano” 
llevado aquí en las cinco primeras sesiones de este taller.
El método consistirá en una explicación de cada parte de este esquema y, en cada 
una, dar un tiempo de reflexión personal, según las preguntas que ahí mismo se presentan.
No olvides hacer tu examen diario y recogerlo en la Libreta de discernimiento 
personal, anexa a este libro, como se vio en la cuarta sesión.
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2. Explicación de contenidos
ESQUEMA 1
ESQUEMA 2
Vocación 
a la vida
Recibida al nacer
Nos vamos 
descubriendo 
nosotros 
mismos
Trabajamos 
para vivir
Nos vamos relacionando 
con otros y con el medio
Actitud básica Opción por la vida
Referencia fundamental La conciencia
Indicadores vitales
1. No ser mosca sino abeja obrera
2. Saber trabajar
3. Saber construir el amor
4. Saber dialogar
5. Saber perdonar y perdonarme
 Exigencia clave Nivel óptimo de autoestima
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Actitud básica: Opción por la vida
La vida la recibimos gratuitamente, como don, al nacer. Todas, todos, con más o menos 
capacidades, con más o menos amor, con más o menos dificultades, por el simple hecho 
de nacer, hemos recibido como regalo la vida. Por eso, la actitud básica que mueve un 
buen discernimiento humano, es la vida, la lucha por la vida, en todas las instancias: 
personal, familiar, social…
Ahora bien, si es verdad que la vida se da como regalo, también es verdad que el 
significado profundo que tiene para cada uno se va dando como proceso, poco a poco. 
Así, despacio, en el tiempo, vamos descubriendo quiénes somos, con las capacidades y las 
carencias que tenemos. De ahí la necesidad de un verdadero y profundo autoconocimiento, 
permanente, para ir sabiendo quiénes somos y qué podemos aportar para hacer real esa 
opción por la vida. 
Y ese descubrimiento con uno mismo, es posible porque tenemos referentes, porque 
hay otros y un mundo que, por contraste y por las repercusiones que tiene en mí, me va 
moldeando y también voy aportando para que se moldeen los demás y el mismo mundo 
pueda ir cambiando. La vida, pues, se hace cuando nos vamos relacionando con otros, 
con el medio, conmigo mismo y con Dios.
Y esto es mediante trabajo, trabajo en todas las instancias: trabajo para relacio-
narnos con otros, trabajo para poder insertarme en una realidad, trabajo para vivir en 
plenitud… Si no trabajamos cualquier aspecto de nuestra vida, ésta quedará trunca y no 
se podrá realizar en plenitud la actitud básica de opción por la vida.
Indicadores vitales:
1. Criterios de discernimiento para ser “abejas”:
• Desde el punto de vista negativo:
• ¿Ante una situación me inclino, por principio, a ver lo negativo?
• ¿Me juzgo, por principio, por las cosas “malas” que hago? ¿Qué tanto me culpabilizo?
• Desde el punto de vista positivo:
• Cuando convivo con otras personas, ¿tiendo a fijarme en lo que nos une o en lo que 
nos hace diferentes?
• ¿Cómo le saco ventaja a las cosas negativas que suceden?
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• ¿Cómo hago que las personas saquen lo mejor de sí mismas? ¿Cómo me doy cuenta 
de que lo hago?
• ¿Me percato de que sólo si saco lo mejor de las personas y de las situaciones estoy 
en una actitud de elegir y hacerlo bien?
2. Criterios de discernimiento para saber trabajar:
• ¿Hago una evaluación de mi trabajo? ¿Tengo un proyecto personal que reviso con 
frecuencia?
• ¿Vivo con estrés? ¿Cómo me doy alimento y descanso a nivel corporal, psicológico 
y espiritual?
• ¿En qué cosas puedo verificar que sí me cuido y me alimento en cada una de esas 
dimensiones? ¿Cómo me doy cuenta de que lo hago?
• ¿Me percato de que reparar mis fuerzas es un indicador de que capto vitalmente el 
amor por la vida y que estoy capacitado para otras elecciones?
3. Criterios de discernimiento para saber construir el amor:
• ¿Soy capaz de construir procesos que favorecen relaciones interpersonales e intra-
personales de respeto,

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