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Etimologia de σμάραγδος

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Kadmos 2015; 54(1/2): 39–53
Article note: Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación «Estudio diacrónico de las 
instituciones religiosas de la Grecia Antigua y de sus manifestaciones míticas (FFI 2013-41251-
P)». Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Alberto Bernabé, Francisco Aura Jorro, 
Ignacio Márquez Rowe, Eugenio R. Luján, Maurizio Del Freo y Rachele Pierini por sus valiosas 
aportaciones en el desarrollo de este trabajo, de cuyos eventuales errores soy el único respon-
sable. El resultado final se ha beneficiado notablemente de los comentarios y correcciones de 
un informante anónimo.
*Corresponding author: Juan Piquero, Universidad Complutense de Madrid, E-mail: juanpiqu@
ucm.es.
Juan Piquero
La etimología de σμάραγδος: una nueva 
propuesta a la luz del micénico
DOI 10.1515/kadmos-2015-0004
Abstract: The etymology of σμάραγδος is traditionally related to the Semitic root 
*brq, ʻto shineʼ. However, this article sets out the idea that this etymology comes 
from a Semitic word related to the root *wrq, ʻto be greenʼ, which is, in turn, 
related to myc. pa-ra-ku-we and its derivatives. This new etymology is based on 
the analysis of the syllabogram *56, which may probably have a value as /ba/ or 
/mba/ in Linear A as well as in Linear B. The Mycenaean scribes note the syllabo-
gram *56 also with the graphic variants pa and ma. This fluctuation also appears 
in the alphabetic Greek bases *μαρακ- and *βαρακ- which are related to colour 
green realities.
Keywords: Greek lexicography, σμάραγδος, syllabogram *56.
I Introducción
Como sabemos, no se ha propuesto aún una etimología de σμάραγδος que haya 
tenido amplia aceptación, de hecho los diccionarios etimológicos del griego al 
uso, esto es, los escritos por Frisk1, Chantraine2 y Beekes3, giran en torno a las 
mismas hipótesis a las que nos referiremos inmediatamente.
1 Frisk 1960 (GEW).
2 Chantraine 2009, con un amplio apéndice (DÉLG).
3 Beekes 2010 (EDG). 
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40   Juan Piquero
Sí hay acuerdo, en cambio, en que el término tiene un origen oriental, con-
cretamente semítico. El problema es cómo adopta el griego ese término, en qué 
momento, y de qué forma lo modifica. En este caso, como en otros, la palabra ha 
sufrido tantas modificaciones que, a simple vista, se nos hace una tarea compli-
cada reconocer qué término se esconde detrás del griego.
Nuestro propósito en este trabajo es intentar indagar en el origen de σμάραγδος 
y proponer una nueva etimología a partir de la interpretación de algunos datos 
que ofrece el micénico. 
II ¿Qué significa σμάραγδος?
En primer lugar, creemos que es importante acotar el significado del término para 
poder rastrear con mayor precisión su origen. 
La interpretación generalizada es que significa ʻesmeraldaʼ, pero, si bien esto 
es correcto en un momento concreto de la historia del término, creemos que no lo 
es en su origen. De hecho los diccionarios, como LSJ9, nos advierten de que es un 
«name of several green stones», no solo la esmeralda.
Un dato incontrovertible al respecto nos lo ofrece Heródoto (2.44). En efecto, 
cuando cuenta que navegó a Tiro a ver un santuario consagrado a Heracles4 dice, 
Καὶ εἶδον πλουσίως κατεσκευασμένον ἄλλοισί τε πολλοῖσι ἀναθήμασι, καὶ 
ἐν αὐτῷ ἦσαν στῆλαι δύο, ἡ μὲν χρυσοῦ ἀπέφθου, ἡ δὲ σμαράγδου λίθου 
λάμποντος τὰς νύκτας μεγάλως.
“Vi que estaba lujosamente adornado y, entre otras muchas ofrendas, había 
en él dos estelas, una de oro pulido, la otra de esmeralda que de noche bri-
llaba de manera extraordinaria.”5
Ya Teofrasto (De lap. 25) reparó en que una estela, debido a sus dimensiones, no 
podría estar fabricada de esmeralda, sino probablemente de otra piedra verde6. 
εἰ μὴ ἄρα ψευδὴς σμάραγδος, καὶ γὰρ τοιαύτη γίνεταί τις φύσις.
“A no ser que sea una falsa esmeralda, pues existe una especie de este tipo.”
4 Identificado con Melkart.
5 Otro texto de Heródoto (3.41) hace mención de la σμάραγδος. Cuenta la historia del pez en 
cuyas tripas aparece el anillo de Polícrates de Samos, que él mismo había arrojado al mar. Tal 
vez fuera un anillo con una esmeralda engastada, aunque visto el uso que Heródoto hace del 
término σμάραγδος, no está claro. Quizá fuera otro tipo de piedra verde.
6 Cf. How–Wells 1979, 188: «It is impossible to believe in so large stone; perhaps it was a piece of 
green jasper or malachite»; y Caley–Richards 1956, 97–105.
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 La etimología de σμάραγδος   41
III Los datos del micénico
En el léxico micénico conservamos un término para el que se ha postulado desde 
temprano7 una relación etimológica con σμάραγδος: pa-ra-ku-we.
El término pa-ra-ku-we es un sustantivo en dativo-instrumental singular 
que se refiere al material de algunas incrustaciones de muebles que aparecen en 
la serie Ta de Pilo, en concreto, un sillón (Ta 714.1), un escabel (Ta 714.3) y tres 
mesas (Ta 642.1, con la variante gráfica pa-ra-ke-we-q̣ẹ[, y en Ta 715.3). Este mate-
rial se incrusta en los muebles, lo que se expresa mediante a-ja-me-no, participio 
medio-pasivo de un verbo *αἶμι perdido en griego alfabético8.
Conservamos también algunos adjetivos derivados de pa-ra-ku-we. En Cnoso 
tenemos atestiguado un adjetivo en nominativo plural pa-ra-ku-ja (KN Ld 575.b), y 
lo que parece una variante gráfica *56-ra-ku-ja9 (Ld 587.2), en relación con el color 
de unos tejidos, pa-we-a /pharweha/ (cf. griego alfabético φᾶρος) de lana10. El 
adjetivo está formado mediante el sufijo -yo-, derivado de un nombre de material 
en -υ- (pa-ra-ku). También en Cnoso (Sp 4451) se documenta quizá un adjetivo 
pa-ra-ḳụ-we-jo (lectura posible de pa-ra-[.]-we-jo), que acompaña al dual wo-ra-e, 
probablemente /worahe/, ‘protecciones’, y que viene determinado por el logo-
grama *253. Verosímilmente se trata de un adorno que remataba las «alas» o pro-
longaciones laterales de los carros, y que podría ser de bronce (KN Sp 4452) o de 
pa-ra-ku11. Su formación es semejante a la de pa-ra-ku-ja, del que tal vez es un 
doblete12, o, a decir de Risch, pa-ra-ku-ja podría ser explicable por hiféresis de 
pa-ra-[ḳụ]-we-jo13, aunque parece menos probable.
En cuanto a pa-ra-ku (PY Cn 200.1), un antropónimo, se han propuesto dos 
opciones de interpretación. La más tradicional14, lo interpreta como /brakhus/, 
derivado del adjetivo βραχύς. La otra opción es que tenga que ver con pa-ra-ku-we, 
y así lo entiende Melena, quien aduce para la poca probabilidad de su relación 
7 Ventris 1955, 117.
8 Cf. Luján–Bernabé 2012, 635. Es sugestiva la teoría de García Ramón 1994–1995, 335–346, de 
que su etimología tiene que ver con la raíz IE *seh
2 
i̯ - o *seh
2
ei̯ -, ‘atar’, y que tendríamos una 
forma básica /ai(s)-/ (tal vez con un alaragamiento -s-), probablemente con psilosis, ya que 
esperaríamos a
2
- en micénico. Por tratarse de un término relacionado con el trabajo artesanal, 
puede ser un término cretense en origen, dialecto en el que la psilosis es un rasgo dialectal.
9 Melena 1987, 224–229 y Piquero 2015b.
10 Para un estudio sobre el término y sus atestiguaciones en los documentos micénicos cf. Luján 
1996–1997, 337.
11 Bernabé 1992–93, 143.
12 Ruijgh 1967, 272.
13 Risch 1976, 317.
14 Cf. DMic. s.v. y Franceschetti 2012, 249.
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42   Juan Piquero
con βραχύς el hecho de que en eolio esté atestiguado βρόχυς, lo que iría a favor de 
un mic. **po-ro-ku /**po-ku15. 
También en KN Od 667 puede aparecer el término ]p̣ạ-ṛạ-ku referido a lana, 
pero su lectura es dudosa16, y está atestiguado en KN Xf 5102, aunque sin con-
texto.
Se han propuesto muchas interpretaciones de pa-ra-ku-we17, y ya Ventris18 lo 
relacionaba con el acad. barrāqtu, aunque fue Melena19 quien ofreció la explica-
ción más completa en este mismo sentido. 
La hipótesis,sin embargo, no está exenta de problemas, especialmente en 
lo tocante al significado ʻesmeraldaʼ. Como ya hemos dicho (§ II), σμάραγδος sig-
nifica en origen ʻpiedra verdeʼ, y no ʻesmeraldaʼ. Si buscamos en el CAD la voz 
barrāqtu, el artículo nos informará de que hemos de traducirlo simplemente por 
ʻgemʼ, y que fue Hilprecht20 quien propuso una traducción ʻesmeraldaʼ basán-
dose en el argumento de su posible relación etimológica con el gr. σμάραγδος, 
que interpretó como ʻesmeraldaʼ. Así pues, el argumento es circular: Hilprecht 
se basa en el griego para dar un significado al término acadio. Por otra parte, de 
acuerdo con el diccionario de antiguo-indio de Monier-Williams, el significado 
del sánscrito marakatam, ʻesmeraldaʼ, viene dado también por su relación etimo-
lógica con el gr. σμάραγδος21. Otro argumento en círculo semejante al anterior. Así 
las cosas, si σμάραγδος no significa ʻesmeraldaʼ, las otras hipótesis que lo toman 
como base para la comparación serán erróneas22.
Al margen de las cuestiones lingüísticas, hemos de tener en cuenta además 
que en el segundo milenio a.C. no hay un solo resto de esmeraldas en el Egeo23. De 
hecho posiblemente no los hay en todo el Mediterráneo, ya que con toda proba-
bilidad su extracción comenzó a llevarse a cabo más tarde, en época helenística 
15 Melena 2000–2001, 361. 
16 Para este documento y su comentario cf. Melena en Bennet et alii 1989, 204–205.
17 Cf. DMic. s.v. 
18 Ventris 1955, 117.
19 Melena 1987, 225, aunque opina que pudiera tratase también de ʻblue turquoiseʼ. Cf. sin 
embargo Piquero 2015a.
20 Hilprecht 1898, 30.
21 Cf. también en este sentido Mayrhofer en EWAia, s.v. marakatam.
22 Probablemente el ai. marakatam sí significa ʻesmeraldaʼ, habida cuenta de que en la India 
es un producto común. Sin embargo, el término no está atestiguado en los escritos en védico, lo 
que supone un estadio cronológico un tanto indeterminado, pero más reciente que el que nos 
ocupa con el micénico.
23 Stamatatou 2004, 13.
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 La etimología de σμάραγδος   43
en Egipto y en el periodo seléucida en Mesopotamia24. Sí hay, sin embargo, gran 
cantidad de taraceas de vidrio consistentes en cuentas de collares y pulseras o 
taraceas para ser incrustadas en joyas o, como sabemos por la serie Ta de Pilo, en 
muebles. Conservamos también restos de vidrios en las excavaciones de Midea25, 
de Spata (cerca de Atenas)26, de Tebas27, de Elateia28, en las tumbas de Micenas29, 
en Perati30 y en Pilo31, entre otras32. Aunque la mayoría de los objetos de vidrio 
descubiertos son cuentas, hay también bastantes incrustaciones, especialmente 
en Spata y Pilo33, que es el testimonio que más nos interesa para explicar los tér-
minos documentados en la serie de Ta de Pilo.
IV Nueva propuesta de etimología
Chantraine en su diccionario etimológico34 recoge la hipótesis de Frisk35, según 
la cual el término σμάραγδος está relacionado con el acad. barrāqtu, con el hebr. 
bāreqet, y con el ai. marakatam. Todos estos términos estarían relacionados a su 
vez con la raíz semítica *brq, ʻbrillarʼ. Como ya hemos comentado, esta relación 
no parece verosímil.
Lo tradicional ha sido relacionar σμάραγδος y pa-ra-ku-we con la raíz semí-
tica *brq, ʻbrillarʼ, pero existe otra raíz, también semítica, que creemos que reúne 
24 No es el propósito de este trabajo indagar en este asunto, pero ya ha sido tratado en Piquero 
2015a.
25 Persson 1942, 198 para un análisis (un tanto primitivo) de éstas y p. 148 para un posible horno 
donde se fabricarían objetos de oro y vidrio. Para cada una de las atestiguaciones por separado 
cf. Index s.v. Glass, 203.
26 Haussoullier 1878, 189–204.
27 Para un estudio detallado del vidrio de Tebas y Elateia, cf. Nikita–Henderson 2006, donde se 
sugiere incluso la posibilidad de una “fábrica” de vidrio en Tebas, no sólo que un taller donde 
elaborar objetos.
28 Nikita–Henderson 2006 y Nightingale 2008.
29 Schliemann 1880, 157–158 y Mylonas 1966, 246, Index s.v. glass paste.
30 Nightingale, 2009. 
31 Cf. Blegen et al. 1973, 262, s.v. PASTE OBJECTS, para un catálogo completo de los vidrios en-
contrados en Pilo. Cf. también el análisis moderno de parte del vidrio hallado en la excavación 
en Poliketri et al. 2011. Desgraciadamente no he podido consultar la tesis de Susanne U. Hofstra, 
Small things considered: the finds of LH IIIB Pylos in context, 2000, University of Texas at Austin.
32 Cf. Bennet 2008, 160–165.
33 Cf. para Spata, Haussoullier 1878, la parte dedicada a «Objets en pȃte de verre», y para Pilo, 
Blegen 1973, 87–92 y las Fig. 171–2.
34 DÉLG s.v. EDG no aporta ninguna novedad.
35 GEW s.v.
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44   Juan Piquero
mejores condiciones para estar relacionada etimológicamente con σμάραγδος: 
*wrq, ʻser de color verde (o amarillo)36ʼ. De esta raíz deriva el adj. (w)arqu, ʻverdeʼ 
y, entre otros términos, el nombre de una piedra, wa-ru
12
-ga-tum, atestiguada en 
los documentos de Ebla (c. 2300 a.C.)37. 
V El paso por el micénico
Para aprehender de algún modo la nueva propuesta que presentamos aquí es 
fundamental detenerse a evaluar los datos del micénico.
Como decíamos (§ III), el término mic. pa-ra-ku-we (instrum. sg.) hace referen-
cia a un material que se incrustaba como decoración en muebles. Pensamos, con 
Ventris y Melena38 que el término tiene efectivamente relación con σμάραγδος, 
pero no deriva de una raíz *brq sino de una *wrq. A mi modo de ver, es más pro-
bable que una piedra de color verde sea denominada mediante una raíz *wrq que 
significa ̒ ser de color verde (o amarillo)ʼ, que por otra, *brq, que significa ̒ brillarʼ. 
En el caso del término micénico pa-ra-ku-we, teniendo en cuenta los restos 
arqueológicos (§ III), creo que es más verosímil que se trate de vidrios de color 
verde que de piedras de color verde39. 
La pregunta razonable es mediante qué procedimiento una raíz *wrq va a 
estar relacionada con σμάραγδος cuando aparentemente no se parecen en nada. 
Para hallar la respuesta hemos de traer a colación uno de los adjetivos derivados 
del término micenico pa-ra-ku-we: pa-ra-ku-ja y la variante gráfica *56-ra-ku-ja.
Como ya hemos adelantado, los adjetivos pa-ra-ku-ja/*56-ra-ku-ja aparecen 
en las tabillas de Cnoso Ld 575 y Ld 587 respectivamente, referidos al color de 
36 Sobre el asunto del color ʻverdeʼ o ʻamarilloʼ cf. CAD s.v. donde se da cuenta de los usos del 
adj. (w)arqu, que en algunos casos presenta esta doble acepción.
37 Pasquali 2005, 77–81.
38 Cf. n. 18 y 19.
39 El referente para denominarlos así sería un material, con bastante certeza una piedra de color 
verde. Para este proceso cognitivo de la identificación de los colores (abstractos) con materiales 
(concretos), cf. el excelente trabajo de Warburton 2008 (agradezco a Francisco Borrego Gallardo 
que pusiera a mi disposición este artículo).
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 La etimología de σμάραγδος   45
unas pa-we-a (nom. pl. /pharweha/), unas piezas de tela de lana, o ‘paños de 
indumentaria personal’40, probablemente teñidas de verde41.
Es precisamente la variante gráfica entre pa-/*56- la que creemos que puede 
ayudar a responder la pregunta que hacíamos. Aunque no hay acuerdo entre los 
micenólogos42, la mayoría piensa, con Melena, que hemos de leer el silabograma 
*56 como una sílaba /ba/ o /mba/, transcrita generalmente como pa
2
43, pero 
después volveremos sobre el asunto (§ VI).
Alguien podría argumentar que en acadio la semiconsonante w- de warqu 
cayó posiblemente en torno a la primera mitad del segundo milenio a.C.44, y que 
si el préstamo se hubiera adoptado en época micénica, (w)arqu ya no conservaría 
w- al comienzo. Creemos que la notación del silabograma *56, con la atestigua-
ción de la variante gráfica *56-ra-ku-ja, apunta en la direcciónde que el término 
es un préstamo que el griego micénico toma de la lengua minoica (§ VI), y que 
ésta lo había tomado a su vez de alguna lengua semítica. Así las cosas, la crono-
logía de la caída de la semiconsonante en acadio no supondría ningún problema, 
ya que el término habría sido tomado por los habitantes de Creta quizá en torno al 
2000 a.C. en Anatolia o en la zona del Levante. En esta época, puede considerarse 
con cierto grado de certeza que la labial inicial aún se pronunciaba en semítico, 
como muestran los documentos eblaítas45 y las fuentes paleoasirias con w-46.
40 Melena 1984, 33. La designación concreta del término permanece sometida a discusión. 
Sobre pa-we-a y el uso de φᾶρος en los textos homéricos, cf. Luján 1996–1997, 337. En los textos 
homéricos también podía ser de lino, aunque en las tablillas micénicas sólo se constata el uso 
de lana.
41 Este asunto ha sido tratado con detenimiento en Piquero 2015b. Para un análisis de la serie 
Ld, cf. Killen 1979. 
42 Contra Lejeune–Godart 1997, TFC I 359–360, que proponen un valor ko
2
 basándose funda-
mentalmente en el corpus de Tebas. Cf. la crítica de Melena en su trabajo “On the Structure of 
the Linear B Syllabary I. The Untransliterated Syllabograms”, presentado en el 11th International 
Colloquium on Mycenaean Studies (Austin, Texas, 7th–12th May, 2000), disponible en https://
www.academia.edu/2203598/ON_THE_STRUCTURE_OF_THE_MYCENAEAN_LINEAR_B_SYL-
LABARY_I._THE_UNTRANSLITERATED_SYLLABOGRAMS._PRELIMINARY_REPORT_in_11TH_
INTERNATIONAL_COLLOQUIUM_ON_MYCENAEAN_STUDIES_AUSTIN_TEXAS_7TH–12TH_
MAY_2000, y recogido en parte en Melena 2014, 16–17, donde, sin embargo, no aborda en profun-
didad la crítica de la interpretación del silabograma.
43 Melena 1987, 212 y 224–230; Witczak 1993, 167; Hajnal 1993, 111–112 y Melena 2014, 16.
44 En los textos referidos a telas de color (w)arqu en el archivo de Kanes, de época Paleoasiria 
(c. 1800 a.C.), ya notamos la vacilación de las atestiguaciones con y sin w-. cf. Michel–Veenhof 
2010, 252 y Piquero 2015b, 120–121.
45 Pasquali 2005, 77–81.
46 Piquero 2015b, 120–121.
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46   Juan Piquero
Así pues, lo que probablemente ocurrió es que la w- del comienzo de la palabra 
pasó a la escritura de los minoicos reforzada, esto es, como una bilabial b-, y de 
ahí la tomaron los micénicos, pues el silabograma *56 ha de ser interpretado pro-
bablemente como /ba/ o /mba/ tanto en lineal A como en lineal B47. Esta misma 
alternancia w/b se registra al menos en otro préstamo: mo-ri-wo-do /moliw dos/, 
gr. alf. μόλυβδος, ‘plomo’, un término de origen Anatolio, tal vez lidio48. 
VI La notación micénica del silabograma *56
Como decimos, el silabograma *56 probablemente tenía el mismo valor fonético 
en la lengua que nos transmite la escritura lineal A, que en el griego micénico de 
los documentos en lineal B. 
Este valor fonético, generalmente admitido49, es probablemente /ba/, o tal 
vez mejor algo semejante a /mba/, que aparecería también en los silabogramas 
*22 y *29, que habríamos de interpretar, según cree Melena50, como /mbi/ y /mbu/. 
Su transcripción convencional sería pa
2
, pi
2
 y pu
2
, para *56, *22 y *29, respectiva-
mente.
Melena51, en su estudio sobre el silabograma *56, además de observar que la 
mayor parte de los términos que lo contienen, pertenecen a un estrato lingüístico 
«no griego», observa, con razón, las dificultades a las que se tendrían que enfren-
tar los escribas para representar los rasgos de la lengua minoica en documentos 
escritos en griego. Debido a que los escribas probablemente intentaban acercar lo 
máximo posible el signo empleado en el silabario lineal B al del fonema tomado 
de la lengua minoica, el hecho de que fuera una lengua extraña para ellos hace 
que nos encontremos con variantes gráficas.
Así el silabograma *56 alterna con otros de la siguiente forma:
1. *56/pa: en el caso pa-ra-ku-ja/*56-ra-ku-ja que nos ocupa, y probablemente 
también en el antropónimo masc. ka-ra-pa-so/ka-ra-*56-so.
2. *56/ma: el antropónimo masc. tu-ma-da-ro/tu-*56-da-ro, y tal vez también 
a-*56-no/a-ma-no52.
47 Melena 2014, 8, fig. 17.1; Witczak 1993; Facchetti–Negri 2003, 60, y especialmente Palaima–
Sikkenga 1999, 603, quienes hablan de las implicaciones de los distintos escribas y de los 
distintos archivos. 
48 Melchert 2008, EDG s.v.y Melena 2014, 61, n. 71. Cf. también Guilleux 2006, 357.
49 Cf. n. 42.
50 Melena 2014, 8, Fig. 17.1.
51 Melena 1987, 216–218.
52 Para otras reconstrucciones válidas aunque más dudosas, cf. Melena 1987, 217.
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 La etimología de σμάραγδος   47
3. Quizá *56/0, en ciertas posiciones o grupos. Así tu-ma-da-ro/tu-*56-da-ro/
tu-da-ra, aunque esta relación es menos clara.
VII Del micénico al griego alfabético
Vistas las alternancias entre el silabograma *56 y pa/ma, creemos que podemos 
explicar la etimología de σμάραγδος de una forma distinta a la tradicional.
Ya Melena proponía que los términos pa-ra-ku-we y σμάραγδος estarían rela-
cionados mediante esta alternancia, pero basándose para esto en una etimología 
común a partir de la raíz semítica *brq, ʻbrillarʼ53. Nosotros pensamos también 
que están relacionados, y que, si los escribas micénicos transcribían al griego 
el silabograma *56 mediante los signos pa/ma, como hemos visto (§ VI), bien 
pudiera haber pasado que en el griego alfabético un término que indique «color 
verde» pudiera presentar tanto la sílaba μα como βα, y como veremos, en efecto 
las dos variantes han pasado al griego, la una con más suerte que la otra.
Decimos, con Melena, que los términos están relacionados, pero discrepa-
mos en la reconstrucción etimológica propuesta: nosotros pensamos que detrás 
de estos está la raíz semítica *wrq, ʻser de color verdeʼ, que ha pasado al minoico, 
y de este al micénico probablemente según los avatares a los que nos hemos refe-
rido ya (§ V).
Así las cosas, el griego conserva algunos términos que comienzan por βα- y 
μα- para referirse al color verde, y que están además etimológicamente relacio-
nados. 
Es el caso del término σμάραγδος, cuya σ- «n’ est pas expliqué», según dice 
Chantraine54, y que parece tener relación con pa-ra-ku-we, gr. *βαρακ-ϝει. Así 
pues, tenemos una base *μαρακ-/βαρακ-, donde se hace evidente la misma alter-
nancia ma/pa que observamos en micénico para la transcripción del silabograma 
*5655. 
Conserva el griego también algunas glosas que, sobre la variante βαρακ-, se 
refieren a términos que indican color verde. Así βαρακίς· γλαύκινον ἱμάτιον56, y 
también βάρακος· ἰχθὺς ποιός y βάρακος· βάτραχος57.
53 Melena 1987, 225–226.
54 DÉLG s.v. Cf. también el trabajo de Southern 1999 sobre la s- móvil en indoeuropeo.
55 Existen una gran cantidad de términos con una alternancia μ/β para cuya explicación se han 
propuesto distintas hipótesis, cf. Furnée 1972, 203–221 y la crítica de De Hoz 2004, 44.
56 Melena 1987, 225.
57 Luján 1996–1997, 350, y Piquero 2015b, 123–124.
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VIII La formación de σμάραγδος
Como hemos dicho (§ VII), el término σμάραγδος se forma sobre una base 
*μαρακ-, a la que se le añade al comienzo una σ- espuria, móvil, que no tiene 
explicación posible, pero que aparece especialmente en términos pre-griegos, de 
sustrato58. El hecho de que posteriormente aparezcan las variantes ζμάραγδος59 
y μάραγδος60 pueden apuntar en esta misma dirección. Hemos de reconstruir un 
término *σ-μαρακ-δος, en el que por asimilación regresiva, el grupo -κδ- origi-
nario pasa a -γδ-61. La formación en -δος, según Chantraine62, origina términos 
técnicos o expresivos que suelen ser préstamos o palabras de sustrato y pueden 
formar nombres de materiales, como el caso de μόλυβδος/βόλιμος, ʻplomoʼ, 
donde tambiénvemos la alternancia μ/β – lo que no parece debido a la casuali-
dad –, o λύγδος, ʻmármol blancoʼ.
IX Conclusiones
El término σμάραγδος puede ser explicado como derivado de una raíz semítica 
*wrq, ʻser de color verdeʼ. La llegada de esta raíz al vocabulario griego se habría 
producido probablemente en la isla de Creta hacia el año 2000 a.C. (§ V). Es vero-
símil que un material (una piedra preciosa (?)) de color verde llegara como pro-
ducto de importación a Creta, y con él trajera su nombre. Más adelante, la raíz 
sirvió para designar el nombre de otras realidades de color verde, lo que parece 
un procedimiento habitual63. 
Creemos que el micénico toma el término del minoico, y éste de alguna 
lengua semítica. El silabograma *56 del minoico es a veces transcrito por los 
escribas como pa/ma. El término pa-ra-ku-we, *βαρακ-ϝει (instrum. sg.), hace 
referencia probablemente a ʻvidrio de color verdeʼ64. En griego alfabético es la 
variante *μαρακ- la que ha tenido mayor fortuna, σμαραγδος < *σ-μαρακ-δος, 
aunque también Hesiquio nos transmite algunas glosas con base *βαρακ- (§ VII), 
58 EDG: xxiii. Este fenómeno aparece comúnmente en algunos nombres de insectos y relacio-
nados con el mundo vegetal. Cf. también Schwyzer 1939, 311.
59 Luc. Iud. Voc. 9, donde dos de los códices de la obra de Luciano, Γ (Vaticanus 90) y Ω (Marcia-
nus 840) leen ζμάραγδος superscripsit. Cf. Macleod 1972.
60 Nonn. D. 18.80.
61 Lejeune 1972, 68–70.
62 Chantraine 1933, 359–360.
63 Warburton 2008.
64 Piquero 2015a.
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 La etimología de σμάραγδος   49
lo que indica que la interpretación fonética de la sílaba continuaba siendo pro-
blemática en griego posterior.
X Apéndice: una posible etimología para 
Maracanda
En algunos textos griegos65 referidos a las conquistas de Alejandro Magno aparece 
citada la ciudad de Maracanda, la capital de la provincia de la Sogdiana. Al 
margen de la cuestión histórica narrada en ellos, que no forma parte del objetivo 
de este apéndice, pensamos que la etimología del nombre de la ciudad nos puede 
ofrecer algún dato más sobre su importancia histórica. Esta ciudad, denominada 
Maracanda por los griegos, no es otra que la actual Samarcanda (Uzbekistán), 
durante siglos uno de los centros fundamentales de la llamada Ruta de la Seda.
Sin embargo, al margen de que la importación de seda desde China hasta el 
Mediterráneo se efectuara por un recorrido que indefectiblemente tendría una 
parada en Samarcanda, esta ruta comercial no solo sirvió para el comercio de 
seda, sino también de especias y de piedras preciosas, entre otras cosas66.
Con toda seguridad, uno de los productos que pasarían por esa ruta hasta el 
Mediterráneo serían las turquesas. Sabemos que una de las fuentes más impor-
tantes de turquesas en Asia es precisamente el Kizil Kum67, un desierto al sudeste 
del mar de Aral, y situado entre los ríos Amu-daria y Syr-daria. Según dice 
Moorey68, «the turquoise mines are isolated mountains to the north of Zerasvan». 
Samarcanda, el centro comercial más importante de Asia Central desde la 
Antigüedad, no está lejos del mar de Aral y el Kizil Kum, y probablemente fuera 
en su mercado donde se podrían adquirir las turquesas extraídas de las minas del 
desierto, y que desde allí llegaran en caravanas hasta el Mediterráneo. 
Pensamos que el nombre «Maracanda», un término sobre el que no se ha 
emitido aún ninguna etimología ampliamente aceptada69, puede estar relacio-
65 Plut. Alex. 331e, Arr. An. 3.30.6 y 4.3.7, 4.5 (etc.), y Str. 11.11.4. Cf. también Smith 2006 s.v. 
Maracanda.
66 Di Cosmo 2011, 19.
67 Las otras son la Península del Sinai, Irán y Afganistán. Cf. Moorey 1994, 101–102. Es especial-
mente interesante el trabajo de Vinogradov–Lopatin-Mamendov 1965, estudio pionero donde ha-
blan de la extracción de turquesas en el actual Uzbekistán desde el Neolítico, aunque expresan 
sus dudas sobre la época del Bronce. 
68 Moorey 1994, 102.
69 Recientemente Villar et al. 2004, 360 han propuesto que tiene relación con una raíz que atri-
buyen a una serie maro-, maranto-, de la que el término Maracanda sería un derivado en -ko-. Ibi-
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nado con la base *μαρακ-, igual que σμάραγδος, y que su relación se fundamen-
taría en el comercio con algún tipo de piedra verde, probablemente la turquesa70. 
A nuestra manera de ver los hechos podrían reconstruirse como sigue: los 
hablantes de alguna lengua semítica llamarían a la ciudad de Maracanda de 
algún modo relacionado con la raíz *wrq, ʻser de color verdeʼ71, y los griegos 
toman el nombre de ellos. Como hemos visto (§ VII), la notación en griego de las 
palabras que contienen esta raíz implica una vacilación entre βα/μα. En este caso 
el griego tomó *μαρακ-, como en σμάραγδος. Así las cosas, Μαρακάνδα sería un 
compuesto cuya primera parte tendría relación con la base griega *μαρακ-, mien-
tras que la segunda tal vez tendría relación con el elemento -kaθ/-kand (atesti-
guado en numerosas ocasiones en topónimos de la Tansoxiana), probablemente 
ʻciudadʼ72. Después habría tenido lugar una simplificación en las oclusivas, de 
*Μαρακ-κανδα a Μαρακάνδα, cuyo significado sería ʻla ciudad verde vel sim.ʼ 
debido a la riqueza de sus minas de turquesa, la piedra verde de mayor valor en 
el segundo milenio a.C.
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también tiene el significado de “agua estancada” en las lenguas germánicas». Se han sugerido 
otras hipótesis, cf. Lurje 2003, 186, n.3.
70 Las turquesas siguen siendo hoy una de las materias primas más importantes que se exportan 
desde Uzbekistán. Cf. VV.AA. 2008, 72.
71 El hecho de que las minas de turquesas en la zona funcionen desde el tercer milenio a.C. 
implica que la w- inicial aún se conservaría en acadio (§ V). Cf. Moorey 1994, 102.
72 Gharib 2004, 190. Para un detenido análisis de los términos relacionados con este elemento 
y su etimología, Lurje 2003.
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