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Taller de herramientas para clases prácticas del Grado en Derecho Introducción Tradicionalmente los estudios de Derecho se han identificado con el aprendizaje memorístico. Sin embargo, la Declaración de Bolonia de 1999, entre otras cosas, sentó las bases de un sistema de créditos homologables -los créditos ECTS (European Credit Transfer System)-, que estructuran de un modo diferente la carga de trabajo que el estudiante necesita para la consecución de los objetivos fijados por el profesor en su programa. Estos objetivos están en función del resultado del aprendizaje del alumno, el cual, ahora, se centra, además de en los conocimientos teóricos, en una serie de competencias fijadas de antemano. El paso de una Universidad centrada en la transferencia de conocimientos a una más interesada en las competencias logradas por los alumnos ha requerido y requiere un cambio de concepción en la metodología docente en la que el alumno toma un papel protagonista en su proceso de aprendizaje. De este modo, los alumnos dejan su rol de sujetos pasivos y asumen parte de la responsabilidad de su propio aprendizaje. Este no consiste tanto en una acumulación de datos yuxtapuestos que acaban finalmente por desaparecer de la estructura cognoscitiva, como en la adquisición del conocimiento mediante competencias que no sólo implican un saber hacer por parte de los alumnos sino también un saber a aprender. El modo tradicional de trasmisión del conocimiento en las Facultades de Derecho –con un papel totalmente pasivo del alumno y criticado por su contenido excesivamente teórico que abocaba a éste al aprendizaje memorístico- se sustituye ahora por un modelo de enseñanza en el que las competencias pasan a un primer plano y desplazan -no eliminan- al conocimiento empírico memorístico. Si bien esta metodología docente implica una mayor participación del alumno, sujeto activo de su propio aprendizaje, en todas las actividades del curso (clases teóricas, clases prácticas, seminarios, conferencias…cuya asistencia es entonces primordial), ello no significa que la labor del profesor pase a un segundo término. El profesor sigue siendo el guía del proceso educativo y debe de ayudar a los alumnos en la tarea de asumir la responsabilidad de su aprendizaje. Entre las competencias asumidas y compartidas por la mayor parte de los planes de estudio de las Facultades de Derecho aprobados por las Universidades española para adaptarse al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) pueden citarse la destinada a suministrar a los alumnos la capacidad para leer, interpretar y redactar textos y escritos de naturaleza jurídica. También son competencias esenciales del jurista la de aprender a buscar la información relevante y significativa, interpretarla y aplicarla correctamente, así como a razonar jurídicamente. Para buscar las soluciones jurídicas más adecuadas, los juristas acuden a procesos lógicos como la analogía o la inducción. Sin embargo, un razonamiento formalmente correcto puede llegar a ofrecer soluciones injustas o absurdas. Por consiguiente, el objetivo del razonamiento jurídico no consiste tanto en encontrar la solución exacta para un problema, como en la solución más justa, más equitativa o más práctica. Por último, si la vida del jurista se desenvuelve en una práctica constante, parece lógico que el estudiante de Derecho deba iniciarse y familiarizarse en el manejo de las herramientas que tendrá que utilizar en el desempeño de su vida profesional. Este es el punto de partida de este taller, una iniciación a las herramientas más elementales del razonamiento jurídico que doten a los alumnos del primer curso de los mecanismos que les pueden ser más útiles para iniciarse en el estudio, aprendizaje y aplicación del Derecho. Herramientas que se imparten en el taller 1. Mapas conceptuales. El Derecho no es un conjunto de reglas inconexas, tal como pueden aparecer recogidas en el ordenamiento jurídico. Es necesario reconducir los diversos elementos que lo integran en un todo coherente -el sistema jurídico- para solventar las contradicciones y conflictos que se pueden generar entre ellas. Las reglas jurídicas no son otra cosa que el resultado de la asociación de un conjunto más o menos numeroso de conceptos. Los mapas conceptuales constituyen una herramienta muy eficaz para el estudio y aprendizaje del Derecho. Con ellos se persigue identificar y representar visualmente las relaciones que existen entre los conceptos de una determinada área; en nuestro caso, en el campo del Derecho. Constituyen, por tanto, una representación gráfica del conocimiento; a través de ellos se pueden visualizar las posibles relaciones existentes entre los conceptos en forma de proposiciones y desentrañar estructuras complejas para facilitar su aprendizaje. El mapa conceptual no es un simple esquema o resumen sintético de un tema, si no que se constituyen en una herramienta de gran utilidad para extraer y seleccionar la información significativa o más importante. 2. Informe o resumen. El informe, a menudo confundido con el dictamen, es un simple resumen de los aspectos fundamentales de un tema o de una lectura, que persigue principalmente obtener la idea principal y mostrar las conclusiones a las que ha llegado el autor/autores del tema o la lectura propuesta. Por consiguiente, el informe o resumen es siempre un trabajo descriptivo en el que el alumno no aporta nada personal, simplemente se limita a extractar las ideas y conclusiones de otra persona. Sin embargo, el autor de un buen informe debe de actuar con rapidez, rigor y claridad. Como sucede con otras tareas -casos prácticos, comentarios de sentencias y textos, etc.- la realización de un buen informe requiere entrenamiento, pero a diferencia de esas otras tareas, en principio, para elaborar un informe no es necesario un conocimiento profundo de la materia sobre la que versa el mismo. Con el informe se persigue desarrollar la capacidad de análisis y síntesis tan necesaria para el jurista. 3. Ensayo. Con el ensayo se pretende desarrollar otra competencia fundamental para los juristas: pensar críticamente. El pensamiento crítico lo utilizamos para resolver problemas, para sacar extraer consecuencias o deducir una cosa de otra y, desde luego, para la toma de decisiones. Cuando pensamos críticamente no sólo evaluamos si la decisión adoptada ha sido la correcta o no, sino también si el proceso que hemos seguido para tomar esa decisión ha sido el más adecuado. Supone, por consiguiente, una reflexión sobre el resultado del pensamiento y sobre el proceso de elaboración del mismo. 4. Comentarios de textos jurídicos. El trabajo del jurista se desenvuelve entre textos: leyes, decretos, reglamentos, autos, sentencias, contratos, testamentos…; por consiguiente, una de las principales competencias que debe de adquirir el alumno es la de la comprensión e interpretación de los textos jurídicos. Aunque es una tarea ardua, como otras tantas competencias, se puede aprender y llegar a dominar. El comentario de los textos normativos (leyes, decretos, reglamentos, etc.), constituye un instrumento de aprendizaje muy valioso, no sólo desarrolla la capacidad de comprensión y de interpretación del alumno, sino también su razonamiento crítico, su aptitud para relacionar los textos normativos y para profundizar en la ratio legis del legislador. 5. Casos prácticos. El caso es la herramienta docente más utilizada en la mayoría de las disciplinas jurídicas. El caso práctico es una modalidad de tarea que se asemeja a las consultas profesionales que reciben los abogados en sus bufetes. El caso es presentado como un problema -extraído de la realidad o fruto de la ficción-, en el que se contiene un número variable de situaciones, a las que es preciso calificar jurídicamente y hallar unas soluciones. Cuando los alumnos afrontan la lectura de un caso deben de proceder a una evaluación objetiva e imparcialdel problema; su posición debe de asemejarse a la de un juez. El buen abogado se mantiene siempre imparcial, circunstancia, ésta última, que no le impide prestar a su cliente toda la ayuda profesional que necesite. Esta actitud de imparcialidad es la que le conduce a estudiar a fondo las opciones jurídicas que tienen ambas partes; no sólo la de su cliente. Dicho estudio le permite motivar con solidez sus argumentos. El alumno, lo mismo que haría un buen profesional del Derecho, tiene que motivar todos y cada uno de sus argumentos. El valor de sus respuestas radica en la motivación de los argumentos, y esa motivación se ha de sustentar en las normas, en la jurisprudencia y en la doctrina, no en apreciaciones personales sobre lo que uno piensa acerca de lo que puede ser más justo o equitativo. Toda solución propuesta se ha de fundamentar jurídicamente. El diseño de este taller desea, principalmente, ser útil para el estudiante que comienza los estudios de leyes en nuestra facultad. No sólo para afrontar y superar cada una de las asignaturas diseminadas en cuatro años de estudio, sino también porque el aprendizaje y manejo de estas herramientas metodológicas hará posible una mejor y más profunda comprensión del Derecho en la sociedad del siglo XXI por parte de un estudiante crítico.
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