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Capítulo 7 Ganarse la vida 181 Antes de plantar o trasplantar muchos agriculto- res atan los animales a arados y rastras para la preparación del campo. Además, para aumentar la producción, los agricultores usualmente reco- lectan el abono de sus animales y lo usan para fertilizar sus terrenos. Los animales son amarra- dos a carretas para el transporte, así como para utilizar su trabajo como implemento de labranza. Irrigación Aunque los horticultores deben esperar la época de lluvias, los agricultores pueden programar su plantación por adelantado, puesto que controlan el agua. En Filipinas, los ifugao, tal como otros expertos (fi gura 7.2), irrigan sus campos con ca- nales de ríos, arroyos, manantiales y represas. La irrigación posibilita el cultivo año tras año de un terreno; enriquece el suelo y lo convierte en un ecosistema único con muchas especies de plantas y animales, con organismos diminutos, cuyos de- sechos fertilizan la tierra. Un campo irrigado es una inversión de capital que por lo general aumenta su valor. Toma tiempo que un campo comience a producir; y sólo alcanza plena productividad después de muchos años de cultivo. Los ifugao, como otros irrigadores, han cosechado los mismos campos durante generaciones. Sin embargo, en algunas áreas agrícolas, incluido el Medio Oriente, las sa- les disueltas en el agua de irrigación pueden ha- cer que los campos no sean útiles después de 50 o 60 años. Las terrazas La formación de terrazas es otra técnica agrícola que dominan los ifugao. Su territorio cuenta con pequeños valles separados por colinas inclina- das. Dada la densidad de población, la gente ne- cesita labrar las colinas. Si sólo plantan sobre las laderas inclinadas, el suelo fértil y los cultivos se deslavarían durante la época de lluvias. Para evi- tarlo, los ifugao cortan la ladera y construyen es- calón tras escalón de campos en terrazas que se elevan sobre el suelo del valle. Los manantiales que se ubican sobre las terrazas suministran el agua de riego. El trabajo necesario para construir y mantener un sistema de terrazas es grande. Las paredes de las terrazas se derrumban cada año y deben reconstruirse parcialmente. Los canales que llevan el agua a las terrazas también deman- dan atención. Costos y benefi cios de la agricultura La agricultura requiere trabajo humano para construir y mantener sistemas de irrigación, te- rrazas y otras obras. La gente debe alimentar, dar de beber y cuidar a sus animales. Con la sufi - ciente mano de obra y administración el terreno agrícola puede producir una o dos cosechas al año, durante años o incluso generaciones. En un año un campo agrícola no necesariamente pro- duce una cosecha mayor que un terreno hortíco la. La primera cosecha de los horticultores en tierra barbechada durante mucho tiempo puede ser mayor que la de un terreno agrícola del mismo tamaño. Más aún, puesto que los agricultores tra- bajan más duro que los horticultores, la produc- ción del agricultor en relación con el trabajo in- vertido también es más baja. La principal ventaja de la agricultura es que la producción por área a largo plazo es mucho mayor y más confi able. Dado que año tras año, el mismo terreno sostiene a sus propietarios, no es necesario reservar una parte de tierra sin cultivar como lo hacen los hor- ticultores. Por ello, las sociedades agrícolas tien- den a estar más densamente pobladas que las hortícolas. El continuo de cultivo Puesto que las economías no industriales pueden presentar características tanto hortícolas como agrícolas, es importante estudiar a los cultivado- res como ordenados a lo largo de un continuo de cultivo. Los sistemas hortícolas se encuentran en el extremo “poco trabajo, rotación de terrenos”; los agrícolas en el otro: “trabajo intenso, terreno permanente”. Se habla de un continuo porque en la actuali- dad hay economías intermedias, que combinan características hortícolas y agrícolas: más intensi- La agricultura requiere más trabajo que la horticultura y usa la tierra de ma- nera intensa y continua. El uso común de animales domésticos, la irrigación y la construcción de terrazas, son evidencias de la mayor demanda de trabajo que se requiere en la agricultura. Los cultivadores de arroz de Luzón, en Filipi- nas, como los ifugao, son famosos por la construcción de terrazas y sus siste- mas de riego. continuo de cultivo Uso continuo de tierra y mano de obra. 182 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural Los antropólogos fueron instrumentos para presionar al gobierno brasileño en el estableci- miento del Parque Nacional Xingu. Creado en 1961, el parque abarca alrededor de 27 000 km2. Es hogar de pueblos que representan las cuatro grandes familias lingüísticas indígenas de Brasil: tupi, arawak, carib y gê. Diversas generaciones de antropólogos se han dedicado al estudio de los habitantes y las culturas del Parque Xingu. Sin embargo, ahora, la defores- tación y el cambio climático amenazan al par- que y a sus moradores. PARQUE NACIONAL XINGU, Brasil. Mientras los jóvenes desnudos y pintados de la tribu kama- yurá preparan los juegos de guerra para el ri- tual de un festival, terminan su canto hechi- zante junto al fogón con un sonoro soplido, “whoosh, whoosh”, un intento simbólico por eliminar la esencia de pescado para que no lo detecten sus enemigos. Durante siglos, el pes- cado de los lagos y ríos de la selva ha sido un elemento básico de la dieta kamayurá, la prin- cipal fuente de proteína de la tribu. Sin embargo, los olores de pescado ya no son un problema para los guerreros. La defo- restación y, afi rman algunos científi cos, el cambio climático global hacen a la región amazónica más seca y caliente, lo que diezma los bancos de peces en esta área y pone en peligro la propia existencia de los kamayurá. Éstos, con poco dinero o capacidad para mo- verse, luchan por adaptarse a los cambios, como también lo hacen pequeñas culturas indígenas en otras partes del mundo. “Nosotros los monos viejos podemos so- portar el hambre, pero los pequeños sufren: siempre nos piden pescado”, dice Kotok, jefe de la tribu, quien se encuentra frente a una choza, que contiene las fl autas sagradas de la tribu. Viste una camiseta blanca sobre el ves- tido tradicional de la tribu, que básicamente es nada. El jefe Kotok, quien igual que todos los ka- mayurá es conocido por un solo nombre, dice que los hombres ahora pescan toda la noche sin lograr una presa, en torrentes donde los peces solían ser abundantes, y nadan con se- guridad en lagos repletos de pirañas anterior- mente. Responsable de 3 esposas, 24 hijos y cientos de otros miembros de la tribu, dice que su alguna vez idílica existencia se ha con- vertido en una especie de pesadilla... El Panel Intergubernamental sobre Cam- bio Climático señaló que 30% de los anima- les y plantas enfrentan un mayor riesgo de extinción, si la temperatura global asciende dos grados centígrados en las próximas dé- cadas. No obstante, algunos antropólogos temen también una ola de extinciones cultu- rales en docenas de grupos étnicos peque- ños; la pérdida de sus tradiciones, artes y lenguas... Para poder vivir sin pescado, los niños ka- mayurá comen hormigas en su tradicional pan plano y esponjoso, hecho de harina de casabe tropical. “No hay tantas porque los ni- ños se las comen”, apunta el jefe Kotok. En ocasiones, dice, los miembros de la tribu ma- tan monos para su dieta, pero “tienes que comer 30 monos para llenar tu estómago”. Al vivir tan adentrados en la selva, sin transporte y con poco dinero, “no tenemos forma de ir a la tienda por arroz y frijoles para complementar lo que falta”. Tacuma, el viejo chamán de la tribu, dice que la única amenaza que recuerda rival del cambio climático fue la epidemia del virus del sarampión, que llegó al Amazonas en 1954 y mató a más de 90% de los kamayurá. Muchos indígenas viven íntimamente liga- dosa los ciclos de la naturaleza y han tenido que adaptarse a los cambios climáticos: una temporada de sequía, por ejemplo, o un hura- cán que mata animales... valorar el quehacer ANTROPOLÓGICO Un mundo en llamas vas que el traslado anual de la horticultura, pero menos intensiva que la agricultura. A diferencia de los hortícolas no intensivos, quienes cosechan un terreno sólo una vez antes de dejarlo ocioso, los kuikuru sudamericanos cosechan dos o tres cultivos de mandioca, o casabe (un tubérculo co- mestible), antes de abandonar sus terrenos. En áreas densamente pobladas, como en Papúa Nueva Guinea el cultivo es más intenso; durante dos o tres años siembran los terrenos y se les per- mite descansar de tres a cinco años, luego se vuelven a cultivar. Después de varios de estos ciclos, los terrenos se abandonan durante un pe- riodo de barbecho más prolongado. Tal patrón se llama barbechado sectorial (Wolf, 1966). Además de Papúa Nueva Guinea, tales sistemas ocurren en lugares tan distantes como África occidental y las tierras altas de México. El barbechado sectorial se asocia con poblaciones más densas que la horti- cultura simple. La principal diferencia entre horticultura y agricultura es que la primera siempre usa un pe- riodo de barbecho, mientras que la agricultura no lo hace. Los primeros cultivadores en el Me- dio Oriente y en México fueron horticultores de- pendientes de la lluvia. Hasta tiempos recientes,
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