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HANS LEONARDO FLORIÁN SÁNCHEZ DERECHO DE HOSPITALIDAD: ¿RESPUESTA COSMOPOLITA A LA CRISIS MIGRATORIA CONTEMPORÁNEA? PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Filosofía Bogotá, 31 de enero de 2023 5 DERECHO DE HOSPITALIDAD: ¿RESPUESTA COSMOPOLITA A LA CRISIS MIGRATORIA CONTEMPORÁNEA? Tesis Doctoral presentada por Hans Leonardo Florián Sánchez, bajo la dirección del Profesor Mario Roberto Solarte Rodríguez, como requisito para optar al título de Doctor en Filosofía PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Filosofía Bogotá, 31 de enero de 2023 Bogotá, 31 de enero de 2023 Profesor Luis Fernando Cardona Suárez Decano Facultad de Filosofía Pontificia Universidad Javeriana Estimado profesor Cardona: Reciba mi cordial saludo. Me permito poner a consideración de la Facultad de Filosofía, por intermedio suyo, la tesis doctoral del estudiante Hans Leonardo Florián Sánchez, titulado DERECHO DE HOSPITALIDAD: ¿RESPUESTA COSMOPOLITA A LA CRISIS MIGRATORIA CONTEMPORÁNEA? Hans Leonardo ha realizado un estudio propio de la historia de la filosofía al reconstruir los conceptos de Cosmopolitismo y hospitalidad, para proponer una articulación capaz de ayudarnos y pensar y actuar desde una hospitalidad radical. Además, su trabajo hace una propuesta de lineamientos pedagógicos para ayudar a formar a las nuevas generaciones en este derecho de hospitalidad. Para esto, además del trabajo riguroso de reconstrucción de esta relación, Hans Leonardo ha explorado la bibliografía pertinente para dar cuenta de la relevancia de su reflexión y ha seguido las pautas ofrecidas por los evaluadores de su proyecto. Considero que el trabajo de altísima calidad, que cumple con las exigencias de forma y contenido del Doctorado, por lo cual puede ser sometido a consideración de la Facultad. Atentamente, Mario Roberto Solarte Rodríguez Profesor Facultad de Filosofía “El destino -el privilegio y el honor- del hombre es no lograr nunca lo que se propone y ser pura pretensión, viviente utopía.” Ortega y Gasset “¿Qué raza de hombres es ésta o que nación tan bárbara es ésta que permite tal trato? Se nos niega hospitalidad en sus costas” Virgilio “El dueño de la casa, el «señor de la casa», es ya un huésped recibido, el guest, en su propia casa.” Derrida Este trabajo está dedicado a mi madre, quien ha sido el mejor ejemplo de hospitalidad incondicionada, de acogida más allá de sí misma. Igualmente, para todas aquellas personas que luchan día a día por encontrar su lugar en la tierra donde satisfacer sus sueños y necesidades. CONTENIDO INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 11 1. EL COSMOPOLITISMO EN PERSPECTIVA HOSPITALARIA ........................................... 21 1.1 EL ESTOICISMO ROMANO ............................................................................................ 21 1.2 EL COSMOPOLITISMO CRISTIANO ................................................................................ 33 2. LA MODERNIDAD: EL COSMOPOLITISMO COMO SOLUCIÓN A LOS CONFLICTOS ...... 48 2.1 SULLY Y GROCIO: LA MORALIZACIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES ............ 49 2.2 LA VERTIENTE ABIERTA POR DE SAINT-PIERRE ............................................................. 55 2.2.1 El Abbé de Saint Pierre y el resumen actualizado de Rousseau. ........................... 55 2.2.2 La paz perpetua: una tarea que acometida puede aproximarse a su fin. ............ 64 2.3 EL SÉQUITO KANTIANO DEL SIGLO XX: RAWLS Y HABERMAS ...................................... 78 2.3.1. Rawls y la constitución dogmática de la federación. ........................................... 78 2.3.2. Habermas y la estructura organizativa del proyecto federativo internacional. .. 85 2.4 EL NEOESTOICISMO ..................................................................................................... 88 2.4.1. Nussbaum: entre la educación cosmopolita y el enfoque de las capacidades..... 88 2.4.2. Appiah: un consenso mundial de valores. ............................................................ 99 3. HOSPITALIDAD: PUNTOS DE ENCUENTRO CON EL COSMOPOLITISMO ......................... 105 3.1 HOSPITALIDAD EN LA TRADICIÓN: GRIEGOS, JUDÍOS Y ROMANOS. ........................... 107 3.1.1 La hospitalidad en la tradición griega ................................................................ 107 3.1.2 La hospitalidad en la tradición romana .............................................................. 115 3.1.3 La hospitalidad en la tradición judía ................................................................... 117 3.2 DE FRANCISCO DE VITORIA A KANT............................................................................ 120 3.3 HOSPITALIDAD CONTEMPORÁNEA: LÉVINAS Y DERRIDA. .......................................... 134 3.3.1 Hospitalidad como respuesta ética al otro ......................................................... 134 3.3.2 La pervertibilidad de la hospitalidad. ................................................................. 140 4. HOSPITALIDAD COSMOPOLITA: UNA PERSPECTIVA PEDAGÓGICA .......................... 151 4.1 ATAVISMOS DE LAS TEORÍAS COSMOPOLITAS Y HOSPITALARIAS. ............................. 154 4.1.1 Cosmopolitismo .................................................................................................. 154 12 4.1.2 Hospitalidad ........................................................................................................ 160 4.1.3 Correlaciones entre cosmopolitismo y hospitalidad ........................................... 163 4.2 HOSPITALIDAD COSMOPOLITA .................................................................................. 167 4.2.1. Perspectivas pedagógicas para la hospitalidad cosmopolita............................ 172 4.2.2. Pedagogía para la hospitalidad cosmopolita .................................................... 181 CONCLUSIÓN ................................................................................................................... 189 BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 199 INTRODUCCIÓN Para 2019, año de inicio del presente trabajo, la OIM (McAuliffe & Khadria, 2019) estimaba que alrededor del mundo existían cerca de 280 millones de migrantes. Lo que representa el 3,5% de la población mundial, siendo Asia, Europa y América del Norte las regiones que acogían a la mayoría de ellos. En la segunda década del siglo XXI el fenómeno migratorio aumentó exponencialmente con un crecimiento del 69% hacia el continente asiático, a la par 25 millones de personas habían logrado inmigrar a Europa. Países como Estados Unidos, Alemania, Italia, Inglaterra y España registraban que su población estaba conformada por al menos el 15% de migrantes. El informe sobre desplazamiento forzado de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, 2019) consideraba que existían cerca de 80 millones de desplazados en el mundo a raíz de la violencia, los conflictos armados, las vulneraciones a los derechos humanos u otros eventos que alteraron gravemente el orden público en sus países. Para el año 2019 se desplazaron 6,6 millones de sirios y 3,7 millones de venezolanos, lo que repercutió en que Turquía recibiera 3,6 millones de migrantes mientras que Colombia 1,8 millones. De acuerdo con el informe de la OIM sobre migraciones en elmundo (McAuliffe & Triandafyllidou, 2021) en el año 2021 hubo alrededor de 281 millones de migrantes, lo que equivale al 3,6% de la población mundial. La ACNUR (2022) plantea que 89,3 millones son desplazados forzados que en su mayoría han sido acogidos en países de renta media o baja, normalmente países circunvecinos. 12 En línea con una alarmante tendencia al alza que data de una década, a fines de 2021 el número de personas forzadas a huir como resultado de persecución, conflicto, violencia, violaciones a los derechos humanos y acontecimientos que alteraron gravemente el orden público, ascendió a 89,3 millones. Esto es más del doble de los 42,7 millones de personas que permanecieron desplazadas por la fuerza a fines de 2012 y representa un brusco aumento del 8% de casi 7 millones de personas en tan solo 12 meses. Como consecuencia, más del 1% de la población mundial, es decir, 1 de cada 88 personas, fue desplazada por la fuerza a fines de 2021. En comparación, a fines de 2012, eran 1 de cada 167. (ACNUR, 2022, p. 5) Es necesario tener en cuenta que, sin contar con cifras oficiales, la ACNUR (2022) estima que la guerra entre Rusia y Ucrania ha generado el desplazamiento interno de 7 millones de ucranianos, mientras que otros 6 millones han cruzado las fronteras hacia otros países europeos. En el año 2022 la cifra de desplazados forzados en el mundo superó los 100 millones de personas: Con millones de personas ucranianas desplazadas al momento de redactar este informe, además del desplazamiento experimentado en otros lugares este año, principalmente en Burkina Faso y Myanmar, el total de desplazamiento forzado ahora supera los 100 millones de personas Esto significa que 1 de cada 78 personas del planeta han sido forzadas a huir, un hito dramático que pocos habrían esperado hace una década. (ACNUR, 2022, p. 7) En medio de este panorama, el Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti (2020) planteó la necesidad de una comunidad con lazos interdependientes que sostenga a toda la humanidad y la ayude a mirar hacia el futuro. Los regímenes políticos se escudan en la economía para evitar la llegada de migrantes, siendo este un problema que el mundo debe afrontar. “Los migrantes no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. Por lo tanto, deben ser «protagonistas de su propio rescate».” (Francisco, 2020, p. 29). Francisco reconoce que las sociedades no se caracterizan por el cuidado y acompañamiento a los más vulnerables. Debemos tomar como modelo la imagen del buen samaritano que nos incita al cuidado de las personas de nuestro propio país y del mundo entero, para: Rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen 13 prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común. (Francisco, 2020, p. 46) El papa promueve un espíritu de corresponsabilidad capaz de generar procesos de transformación de la realidad que viven los migrantes en las fronteras de los países. Es necesario convocar a los otros e integrarnos en la idea de hacernos prójimos de los demás, teniendo en cuenta nuestra responsabilidad para con ellos y buscando de manera gratuita el bien para los otros. Hemos de ponernos al servicio de los demás siendo conscientes de su fragilidad. El papa Francisco plantea que se han de poner los bienes a disposición del uso común, ya que es parte del derecho como personas que podamos hacer uso de estos para la satisfacción de nuestras necesidades, “podemos decir que cada país es asimismo del extranjero, en cuanto a los bienes de un territorio no deben ser negados a una persona necesitada que provenga de otro lugar.” (Francisco, 2020, p. 82) La noción de derecho natural, que en su encíclica presenta Francisco, es una idea que ha sido postulada por varios autores de la tradición cosmopolita. Se encuentra presente en pensadores estoicos, medievales y algunos modernos. Por ejemplo, Francisco de Vitoria la usó para justificar el derecho de los españoles a transitar por los territorios descubiertos. Recientemente ha sido retomada por algunos autores del denominado neoestoicismo, como se presenta al final del segundo capítulo. El Papa propende por evitar las migraciones forzadas, sugiere que es preciso que en los países de origen se den condiciones que posibiliten la vida digna. Lo que hace necesaria una ética global de la solidaridad y el servicio, que parta desde el reconocimiento de la interdependencia. Así, la corresponsabilidad sobre la vida y derechos de los otros no recae solamente en los individuos, sino que las naciones son corresponsables del desarrollo de los demás países. De manera que, han de acoger, proteger e integrar en la sociedad a los migrantes que llegan a sus fronteras territoriales o marítimas. De acuerdo con Francisco: Nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona. Nuestros esfuerzos ante las personas migrantes 14 que llegan pueden resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. (Francisco, 2020, p. 34) Se presenta cotidianamente ante nuestros ojos un fenómeno migratorio que es cada vez más complejo por sus diversas causas (sociopolíticas, económicas, ambientales). Complejidad que se manifiesta en los retos que implica para los gobiernos y sus ciudadanos la recepción, el tránsito y la atención de los diferentes migrantes. Es una realidad que interpela de tal manera que nos es imposible no darle respuesta. Por lo tanto, debe ser menester reflexionar acerca de la respuesta que debemos dar a los movimientos migratorios contemporáneos desde un enfoque interdisciplinario o transdisciplinario para aportar en la búsqueda de soluciones. De cara a esa crisis, este trabajo presenta una reconstrucción histórica de dos ideas de la filosofía, a saber, cosmopolitismo y hospitalidad. Se pretende responder a ¿Cuáles han sido los aportes que el pensamiento cosmopolita ha hecho al concepto de hospitalidad? Esta pregunta apunta a descubrir la relación histórica y conceptual existente entre estas dos concepciones. En el texto se rastrean los planteamientos de diversos autores que desde el pensamiento cosmopolita han reflexionado acerca de los elementos característicos de dicha tradición. Así, se busca explorar las reflexiones, planteamientos y posturas en relación con la hospitalidad, la migración y la alteridad. En segundo lugar, es necesario reconocer en la historia del concepto de hospitalidad los puntos de encuentro con el pensamiento cosmopolita. Fácilmente se recuerda el planteamiento de Kant en La Paz Perpetua acerca del derecho de hospitalidad, el cual, al ocupar un primer plano en la historia de la filosofía, parece haber silenciado las ideas y aportes de otros autores. Por lo tanto, en el tercer capítulo se presentan las perspectivas y aportes de diversos pensadores acerca de la hospitalidad. La hipótesis sobre la que gira este trabajo es la posibilidad de fundamentar una perspectiva hospitalaria-cosmopolita, como la planteada por Carlos Thiebaut (2010) según la cual: No podemos llegar a otras tierras como si fuéramos propietarios, tampoco podemos pensarnos como propietarios del territorio que habitamos, debemos estar dispuestos a que lleguen otros a nuestras tierras y debemos compartir toda la tierra con toda la especie humana. (p. 550). 15 El objetivo de la presente reconstrucción histórica es establecer los aportes que el pensamiento cosmopolita realiza a la perspectiva hospitalaria, como condiciónde posibilidad para modelar el concepto de hospitalidad cosmopolita. Para lo cual, se consideró necesario realizar la reconstrucción histórica del cosmopolitismo rastreando las perspectivas sobre hospitalidad presentes en dicha tradición. Como siguiente paso, se reconocen en la historia del concepto de hospitalidad los puntos de encuentro con el pensamiento cosmopolita. Basados en las perspectivas cosmopolitas sobre hospitalidad y en la correlación de estos dos conceptos se identifican las condiciones de posibilidad del concepto de hospitalidad cosmopolita y los aportes que se pueden realizar desde el mismo. Prosigue la necesidad de considerar las consecuencias e implicaciones que pueda traer a los enfoques de atención a la crisis migratoria. A lo largo del presente documento nos encontraremos con distintas concepciones cosmopolitas. Por lo cual, no se tiene la pretensión de homogeneizar el cosmopolitismo que, como lo veremos, ha tenido una historia heterogénea. Por el contrario, se desea plantear para el debate y la discusión algunas ideas que le enriquezcan. En cuanto al aspecto metodológico fue necesario preguntarse ¿Cómo es posible establecer los aportes del pensamiento cosmopolita a la perspectiva hospitalaria? En dado caso, ¿Cuáles serían los insumos necesarios para modelar el concepto de hospitalidad cosmopolita? Por lo que se decidió recurrir al método histórico-crítico. Es decir, la presente investigación tiene un enfoque histórico guiado por el abordaje y reconstrucción de problemas filosóficos. “El conocimiento de su propia historia es connatural a la filosofía y para cualquier pensador sería francamente absurdo, e incluso altamente riesgoso, pretender elaborar una teoría filosófica haciendo caso omiso de lo ya pensado por sus predecesores.” (Filippi, 2021, p. 15) Realizar una reconstrucción histórico-filosófica plantea el propósito de conocer lo que diversos autores dirían a sus contemporáneos, predecesores o sucesores acerca de dicho problema. De acuerdo con Mondolfo (1960): Una comprensión verdadera podemos lograrla únicamente cuando, no solamente reconozcamos la confluencia de necesidad y contingencia en el proceso histórico, sino 16 que, además, en lugar de poner el centro de nuestra mirada en la sucesión de los sistemas, lo pongamos en el desarrollo de los problemas de la filosofía. (p. 65) El investigador al realizar esta indagación no debe tener una opinión o prejuicio sobre el resultado de esta; sin embargo, debe ser consciente que sus intereses se manifiestan en la selección bibliográfica que realiza, ya que los textos se organizan en relación con los problemas filosóficos que le interesan. Algunos expertos consideran que metodológicamente es necesario excluir los apartados en los que las fuentes no permiten realizarle un seguimiento adecuado al problema. Es decir, el investigador debe depurar los textos para encontrar en el pensamiento de los autores la coherencia del problema a investigar. Aquel albacea debe penetrar en el mundo de los textos con la decisión de pegar unos con otros los fragmentos y obtener la versión idealmente completa de esa obra de ficción. […] No se ve a sí mismo como si estuviese escribiendo un relato de progreso o de declinación porque, para los propósitos de su trabajo, no sustenta ninguna opinión acerca cómo debe ser el desenlace. (Rorty et al., 1990, p. 17) Desde esta perspectiva, la historia de estas ideas no es vista con un ideal de pureza, sino que los intereses presentes del investigador hacen que se tenga conciencia de la contaminación que se da en su tratamiento. En otras palabras: La idea de «la verdad acerca del pasado, no contaminada por las perspectivas y los intereses del presente» es semejante a la idea de «esencia real, no contaminada por los preconceptos y los intereses constituidos en cualquier lenguaje humano». Es un ideal romántico de pureza que no guarda ninguna relación con indagación real alguna que los seres humanos hayan emprendido o puedan emprender. (Rorty et al., 1990, p. 23) Sobre este aspecto Macintyre (1990) plantea un dilema en el que fácilmente se incurre al pensar la relación entre la filosofía y su historia. Hacemos una relectura de las filosofías del pasado para tornarlas relevantes a los problemas contemporáneos, o, por el contrario, nos acercamos a ellas con gran cuidado de sus características particulares, convirtiéndolas en piezas de museo. Ante esta disyuntiva se presentan tres opciones de acercamiento al propósito de realizar una reconstrucción histórica de la filosofía. En la primera “admitiremos a los filósofos del pasado en nuestras discusiones solo en nuestros propios términos, y si ello 17 supone una distorsión histórica, acaso tanto mejor.” (Macintyre, 1990, p. 58). La segunda opción consiste en guardar el escrúpulo que requiere preservar el pasado como fue, aunque con ello se torne irrelevante para el presente. Una tercera vía propuesta por el autor es intentar escribir una historia con la “capacidad de trascender las limitaciones proporcionando desde su propio punto de vista una explicación y una comprensión más adecuada de las deficiencias.” (Macintyre, 1990, p. 67) En la perspectiva de Taylor (1990) la filosofía y la historia de la filosofía tienen una relación intrínseca que implica que para ejercer la primera se deba recurrir a la segunda. Por lo tanto, abordar un problema filosófico implica hacerlo analizando la herencia que ha obtenido de otras corrientes de pensamiento, es decir, recurriendo a su tratamiento histórico. La filosofía y la historia de la filosofía son una sola cosa. Uno no puede ejercer la primera sin ejercer también la segunda. Dicho de otro modo, para comprender adecuadamente ciertos problemas, ciertas cuestiones, ciertas conclusiones, es esencial hacerlo genéticamente. (Taylor, 1990, p. 30) Por esto es necesario recuperar los planteamientos sobre los que se fundamentan nuestras ideas e incluso las nuevas perspectivas ante los problemas identificados. Ello permite “buscar para nuestro tiempo una reformulación clara de alguna doctrina tradicional, y también esto puede requerir que retrocedamos.” (Taylor, 1990, p. 37) El trabajo filosófico sobre la historia de ciertas ideas es necesario porque permite comprender las posiciones filosóficas de las cuales gozamos y con las cuales nuestra realidad puede o no concordar. “Así, para entendernos a nosotros mismo en el presente nos vemos llevados al pasado en busca de las afirmaciones paradigmáticas de nuestras explicaciones formativas.” (Taylor, 1990, p. 41) De tal manera que podemos recurrir a la historia de la filosofía para comprender el pasado. Así renovar o escapar de una formación social, reformular alguna doctrina tradicional y modificar nuestras creencias, suposiciones o acciones. Finalmente, en su texto La historiografía de la filosofía, Rorty (1990) plantea distintas formas de hacer historiografía, a saber, reconstrucciones racionales e históricas, doxografía e historia intelectual. Según el autor, en las reconstrucciones se 18 presenta el dilema entre imponer a los filósofos nuestro léxico para convertirlos en interlocutores válidos, o limitar nuestras condiciones interpretativas de acuerdo con sus contextos. La finalidad de acercarnos al conocimiento histórico es reconocer lo distintivo de una vida intelectual, para poder dialogar con los autores acerca de nuestras convenciones: Se cumple aquí una vez más el deseo natural de hablar con hombres cuyas ideas son en parte muy semejantes a las nuestras, con la esperanza de inducirlos a aceptar que tenemos esas ideas más claras, o con la esperanza de tenerlas más claras en el curso del diálogo. Tales intentos de conmensuración son, por cierto, anacronísticos. Pero si se los lleva a cabo con pleno conocimiento de que tienen ese carácter soninobjetables. (Rorty, 1990, pp. 73–74) Es así como el objetivo de las reconstrucciones históricas y racionales hace posible proponer una autojustificación acerca de los problemas actuales desde el diálogo con pensadores de la tradición filosófica. Este objetivo que es compartido cuando se elabora una historia intelectual, pues recurrir a la historia permite justificar los intereses sobre los cuales el filósofo está narrando esta, lo que conlleva incluso a que se encuentre la posibilidad de justificar el por qué la cuestión abordada es de carácter filosófico. El método histórico-crítico no se reduce a la reconstrucción de la historia de la filosofía. Se vale de esta herramienta para la comprensión de doctrinas o modelos de pensamiento que han sido normalizados y así poder reaccionar. Ya sea en sentido de rebelarse contra la tradición o para progresar dentro de la misma. En palabras de Mondolfo (1960): Aun recibiendo y padeciendo el influjo de sus antecesores, cada filósofo que haga verdadera filosofía y no quiera ser el simple repetidor de lo que han dicho otros, reacciona a su influjo de una manera personal, distinta de individuo a individuo. (p.66) En relación con el contenido del presente trabajo, en los dos primeros capítulos se realiza una reconstrucción parcial de la historia del cosmopolitismo rastreando las nociones que sobre hospitalidad se han presentado en dicha tradición. Dicho recuento aborda concepciones cosmopolitas desde una perspectiva ético-política. El primero aborda las ideas de origen cínico-estoico y pasa por el cristianismo medieval, mientras 19 que el segundo se ocupa del período moderno, el kantismo y el neoestoicismo contemporáneo. Lo anterior implica que algunos planteamientos que podrían ser enmarcados como parte de esta doctrina de pensamiento hayan sido dejados de lado por ser de carácter económico o cultural, como es el caso de algunas aproximaciones marxianas sobre cosmopolitismo. En el tercer capítulo se reconocen los puntos de encuentro de la historia del concepto de hospitalidad con el pensamiento cosmopolita. Ello teniendo en cuenta que la hospitalidad históricamente no ha tenido un lugar central en las reflexiones filosóficas. Por lo tanto, esta reconstrucción se centra en tres momentos en los que el concepto ha tomado fuerza en la teoría o en la práctica. Primero, la antigüedad, en donde resaltamos el período de la Grecia arcaica en la cual tuvieron origen La Ilíada y La Odisea, los preceptos ético-jurídicos del Pentateuco judío y sus actualizaciones en el nuevo testamento. Segundo, los planteamientos ius naturalistas que hace de Vitoria sobre el derecho a tránsito como fundamento de la conquista española y la réplica kantiana al mismo. El tercer momento es el desarrollo teórico contemporáneo que sobre hospitalidad hace Derrida con base en las ideas levinasianas planteadas en Totalidad e infinito y otros textos. En el cuarto capítulo se identifican las condiciones de posibilidad y modela el concepto de hospitalidad cosmopolita, junto con los aportes que se pueden realizar desde el mismo. Inicialmente se explicitan los puentes entre estas dos corrientes de pensamiento, cosmopolitismo y hospitalidad, examinando los elementos comunes a estas para usarlos como elementos que fundamentan y dan contenido al concepto de hospitalidad cosmopolita. En segundo lugar, se esbozan algunas ideas sobre lo que podría ser una propuesta pedagógica cosmopolita-hospitalaria, y así recurrir a la educación como herramienta para enseñar a las personas a responder a los movimientos migratorios que vivimos; generando así un insumo que sirva como herramienta conceptual, que pueda aportar a los enfoques de atención a la crisis migratoria o crisis de hospitalidad. Este se concreta en la propuesta de una pedagogía para la hospitalidad- cosmopolita, que permitirá mostrar cómo se pueden fomentar las prácticas cosmopolitas-hospitalarias que acojan, protejan, promuevan e integren a los 20 migrantes. Por eso, la palabra migrantes se usa de manera consistente 53 veces durante todo el texto. 1. EL COSMOPOLITISMO EN PERSPECTIVA HOSPITALARIA 1.1 El estoicismo romano La primera mención del término cosmopolita se remonta al conocido episodio en el cual Diógenes el cínico es interrogado acerca de su proveniencia, es bien sabido que fue exiliado de Sinope y se radicó en Atenas. Su respuesta a la pregunta fue kosmopolitês, «ciudadano del mundo». “Al serle preguntado qué había sacado de la filosofía, dijo: «De no ser alguna otra cosa, al menos el estar equipado contra cualquier azar». Preguntado que de dónde era, respondió: «Cosmopolita».” (Diógenes Laercio, 2007, VI. 63) Si bien es poco el desarrollo que se puede dar a esta respuesta, se deduce de ella que era una manera de demostrar que el lugar de origen, el género y la clase social eran considerados por los cínicos como meros atributos sin relevancia moral definitiva. Las prácticas contraculturales cínicas ponían el énfasis en el valor de la vida y en la posibilidad de florecimiento de la capacidad racional y moral. Es decir, en el conjunto de capacidades humanas para el razonamiento y la libre elección que conllevan al desarrollo de la virtud y el elevado potencial humano. Para realizar un rastreo histórico más profundo de esta concepción debemos remitirnos a la filosofía estoica. En ella es pertinente diferenciar tres nociones que se entrelazan en el pensamiento estoico, a saber, providencia, racionalidad y ley natural. Para los estoicos, a través de la contemplación de la armonía de la naturaleza, se puede reconocer una mente (Nous) que administra el universo, a la que se le atribuye la función de divinidad. De acuerdo con Gómez Espíndola (2015): 22 Los estoicos consideraban que Dios y la materia son los principios intrínsecos de la realidad, eternamente interrelacionados y separables solo en el pensamiento. Dios es entendido por ellos como el principio activo de la naturaleza encargado de dar forma y movimiento a la materia, que a su vez es el principio pasivo del mundo, en sí mismo informe e inmóvil y dispuesto por completo al cambio (p.42) Ellos pensaban que la divinidad era el principio activo que daba forma y movimiento a la materia, la cual se comportaba como principio pasivo, inmóvil y sometido al cambio. De allí se desprendió la idea de providencia, encargada de generar los movimientos en el mundo de acuerdo con los impulsos y la voluntad divina, que a su vez proveía lo necesario para la realización del plan o la finalidad del mundo. Desde esta perspectiva, el fin del ser humano consistiría en la vida virtuosa en comunidad y la contemplación del mundo, es decir, el fin elevado del hombre debía ser vivir virtuosamente de acuerdo con la razón divina. En palabras de Cicerón: Cuando nosotros decimos que el mundo se sustenta y se administra gracias a la naturaleza, no queremos decir que lo haga como si fuera un terrón, un trozo de piedra o algo así, sin ningún principio natural de cohesión; más bien lo hace como un árbol o un ser vivo, en los que no se ofrece arbitrariedad alguna, sino más bien orden y una cierta similitud con el arte. (Cicerón, 1999, II, 82) De tal forma que para tener una vida virtuosa se había de contemplar la naturaleza y descubrir en ella, a partir de la regularidad de su conducta, la armonía de esta como el bien más alto a imitar. Sin embargo, esta armonía de vida que se reflejaba en la virtud se debería desenvolver en el establecimiento de una comunidad de seres racionales por medio del proceso de familiarización con la humanidad entera, y así crear una Cosmópolis. En cuanto al mundo, piensan los estoicos que está regido por la voluntad de los dioses, y que es como la ciudad y el Estado común de los hombres y de los dioses, y que cada uno de nosotrosforma parte de ese mundo; de aquí resulta, como consecuencia natural, que antepongamos la utilidad común a la nuestra. (Cicerón, 1987, III, 64) Por otra parte, para el estoicismo la noción de racionalidad divina estaba vinculada con las exigencias lógicas y condiciones causales de la constitución del mundo. Una lógica imposible de quebrantar que no se encuentra sometida a la voluntad divina y que es semilla que determina el ordenamiento del cosmos, el orden temporal 23 en el que ocurren las partes del mundo y la cadena de causas. Se evidencia la existencia de una tensión entre la voluntad y la razón divina, lo que conlleva al surgimiento de la idea de ley natural. Comprendiendo esta como el aspecto normativo de la naturaleza que indica el comportamiento adecuado para la supervivencia, es decir, que prescribe las acciones rectas para todos. De tal manera, el fin del ser humano es vivir en conformidad con la ley común y desarrollar la naturaleza humana dentro de la Cosmópolis. Respecto del planteamiento moral de esta corriente, Cicerón esboza un ser humano vinculado a dos comunidades, a saber, el vínculo local y aquel otro que se termina en los límites que da el sol. De esta segunda comunidad se derivan las obligaciones morales fundamentales que nos vinculan con la humanidad y que conllevan a que la toma de decisiones deba enfocarse en el bien de la especie. Es decir, los planteamientos estoicos tienen como piedra angular de su ética la comprensión de la humanidad como comunidad que se encuentra vinculada por el uso de la razón; cualidad divina dentro de lo humano que caracteriza a las personas con un ilimitado valor moral que se refleja en su carácter de ciudadano: La sociedad y la unión de los hombres se guardará perfectamente, si aplicamos nuestra generosidad a las personas a quienes trataos con mayor intimidad. Pero conviene volver más profundamente sobre los principios naturales de la sociedad humana. El primer principio es el que pertenece a todo el género humano, es la razón y el habla, los cuales, enseñando, aprendiendo, comunicando, discutiendo, juzgando hermanan entre sí a los hombres y los unen en una sociedad natural. (Cicerón, 1989, I, 50) Por otra parte, Séneca en las Epístolas morales a Lucilio (1995) reitera el planteamiento ciceroniano de la vinculación a dos comunidades, aquella en la que nacemos y la comunidad humana de la que provienen todas nuestras obligaciones morales: No puede vivir felizmente aquel que sólo se contempla a sí mismo, que lo refiere todo a su propio provecho: has de vivir para el prójimo, si quiere vivir para ti. Si cultivamos puntual y religiosamente esta solidaridad que asocia a los hombres entre sí y ratifica la existencia de un derecho común del género humano, contribuimos a la vez muchísimo a potenciar esa comunidad más íntima, de que te hablaba, que es la amistad. Lo tendrá todo en común con el amigo que tiene mucho en común con el hombre. (Séneca, 1995, IV, 48) 24 Es la moralidad la forma en la que nos percibimos ligados al género humano por medio de la razón y la práctica moral. Cualidades que todos los seres humanos poseemos y por las cuales nos convertimos en conciudadanos que comparten una ley común. De lo anterior se deduce que la humanidad debe ser regida por condiciones de igualdad en las que se fundamenta el respeto mutuo que debe existir entre seres iguales. El carácter de humanidad que poseemos proviene de la cualidad de la razón, que dota al animal racional de capacidad moral. Por la cual, se da de manera natural la lealtad con la comunidad humana y se desprenden las obligaciones legales y morales que conllevan a que el respeto por el otro sea el criterio para la solución de problemas. De esta ética se desprende una concepción de la política que comprende a la humanidad como comunidad moral capaz de deliberación razonable, a la vez que reconoce la racionalidad como la cualidad divina propia de cada persona, el valor especial de cada hombre, mujer, niño y niña: Alaba en él aquello que ni se le puede arrebatar ni otorgar, lo que es propio del hombre. ¿Quieres saber qué es? El alma, y en el alma la razón perfecta. El hombre es, en efecto, un ser racional; por tanto, su bien llega a la plenitud si ha cumplido el fin para el que ha nacido. ¿Qué es, pues, lo que esta razón exige de él? Una cosa muy fácil: vivir conforme a su propia naturaleza. (Séneca, 1995, IV, 41) El cosmopolitismo helénico planteó una política centrada en la humanidad que reconoce la igualdad de las personas, debido a que su capacidad moral les dota de dignidad. Sin embargo, esta es una idea moral que tiene repercusiones políticas que obligan a repensar las clásicas concepciones de justicia. Cicerón planteó que la honestidad está dividida en cuatro partes, el conocimiento de la verdad, la defensa de la humanidad, el vigor en el alma y el orden en cuanto se hace. De ellas, la justicia y la beneficencia mantienen unida a la sociedad humana, unión que se fundamenta en el respeto por la humanidad y el trato a los seres humanos como fines. De aquí, se desprende la regla de no usar la violencia para nuestro beneficio. “La primera obligación que impone la justicia es no causar daño a nadie, si no es injustamente provocado; la segunda ordena usar de los bienes comunes como comunes y de los privados como propios.” (Cicerón, 1989, I,20) La guerra destruye la comunidad humana. Para mantener la buena relación con este vínculo primario no se 25 debe causar daño a nadie. La única excepción es el uso del castigo cuando es necesario, por ejemplo, en el caso que no se respete la propiedad ajena, porque la usurpación de los bienes es una forma de ejercer violencia: Todos los productos de la tierra han sido creados para el uso de los hombres, y los hombres mismo han nacido los unos para los otros, a fin de que puedan ayudarse recíprocamente, en este sentido debemos seguir a la naturaleza como guía, poniendo en común lo que puede ser útil a todos con el intercambio de servicios, dando y recibiendo, y hacer más íntima la sociedad de los hombres entre sí con nuestro ingenio, con nuestro trabajo y todos los medios de que dispongamos. (Cicerón, 1989, I, 22) En la etapa del estoicismo romano Marco Tulio Cicerón y Lucio Séneca, escribieron dos obras que nos permiten comprender de amplia manera los planteamientos éticos estoicos, sus perspectivas cosmopolitas y las ideas en torno a la hospitalidad presentes en algunos de los primeros autores de la historia del pensamiento cosmopolita. En De Officis, Cicerón reflexiona acerca del cumplimiento del deber de una manera consciente y racional. Allí asemeja la honestidad a la observancia del deber que es el sumo bien y virtud del hombre, por lo que debe seguir los preceptos válidos e inmutables que se encuentran en conformidad con la naturaleza. De este modo, el ser virtuoso ha de buscar la sabiduría como forma de acceso al conocimiento de la verdad, a la vez que, defender la humanidad dando a cada uno lo que le es propio, de donde surgen las primeras obligaciones del hombre para con su patria y compatriotas con quienes ha de prestarse ayuda mutua. Es de resaltar la importancia de la búsqueda de la sabiduría dentro del planteamiento ético estoico. Esta es la primera fuente del deber y de la noción de justicia, la cual une a los hombres en una comunidad de vida. Y junto con la idea de beneficencia permiten usar los bienes comunes como colectivos, debido a que en la naturaleza nada es privado y de esta se ha de aprender que los hombres deben ayudarse recíprocamente para no injuriar a los otros, mantener la observancia y la fidelidad de los pactos. De tal forma que se comporten de manera justa incluso con los más humildes, esclavos, forasteros y peregrinos. Sin embargo, hemos de ser cuidadosos con la noción de beneficencia,dado que esta es comprendida como la acción de dar aquello que no perjudique al benefactor o 26 al beneficiario. Por lo cual, se ha de dar con templanza y de forma moderada respecto los méritos de cada uno. En palabras de Cicerón: Hablaré ahora, como me propuse, de la beneficencia y la liberalidad, virtud que, siendo la más conforme con la naturaleza del hombre, requiere en su práctica muchas precauciones. Hay que atender primero que no perjudique la benignidad a los mismos a los que se pretende beneficiar, ni a nadie; luego que no exceda la benignidad a los medios de que disponemos, y finalmente que se dé a cada uno según sus merecimientos. (Cicerón, 1989, I, 42) Con base en esto, Cicerón plantea una diferencia entre los deberes de justicia y los de ayuda material, siendo los primeros de carácter trasnacional mientras que los segundos son relativos a las personas cercanas y queridas. En la perspectiva ciceroniana se ha de prestar mayor benevolencia hacia quienes más queremos, por lo cual la beneficencia hacia estos es firme y constante, lo que va acompañado del deber de prestar auxilio a quien se encuentre en mayor condición de necesidad y así mantener la unión entre los hombres. El romano plantea la existencia de grados de unión de la comunidad, los cuales pasan por la familia, la ciudad, la sociedad de quienes hablan una misma lengua, quienes están dentro de una misma nación y, finalmente, la sociedad de todos los seres humanos que se encuentran unidos por el afecto y el amor recíproco. Este planteamiento es conocido como la teoría de los círculos concéntricos. A la vez que el filósofo plantea su perspectiva en relación con la vinculación de todo el género humano por medio de los afectos, esboza otro aspecto central de la doctrina: el desprecio de los bienes materiales. De acuerdo con Cicerón un alma fuerte han de despreciar los bienes externos y propender por las obras grandes y útiles. Al respecto dice: El alma verdaderamente fuerte y grande se reconoce por dos cualidades. La primera reside en el desprecio de las cosas externas, cuando se tiene la convicción de que no es conveniente que el hombre admire, desee, ni vaya detrás de nada que no sea honesto y decoroso, ni ceda ante las pasiones, ni ante la fortuna. (Cicerón, 1989, I, 66) 27 Las riquezas se han de gastar en beneficencia, lo cual ayudará a vivir de acuerdo con la naturaleza, formando la templanza y el decoro del alma, a la vez que permitirá mantener la unión de la sociedad: Las cosas comunes son de este orden: no impedir a nadie que se aproveche del agua corriente; dejar que enciendan fuego de nuestro hogar si lo desean; dar buen consejo a quien lo necesite, cosas éstas útiles a quien las recibe, y no cuestan nada a quien las otorga. Hay que poner en práctica estos preceptos y aportar siempre algo al bien común. (Cicerón, 1989, I, 50) Sin embargo, de acuerdo con Nussbaum (2020) los deberes de ayuda material son irrelevantes desde la concepción estoica. Cabe recordar que, para esta escuela filosófica, las riquezas y comodidades no son necesarias para el objetivo de fortalecer el alma; por el contrario, generan corrupción de las pasiones. Para lograr la eudaimonía es necesario su superación por medio de la indiferencia frente a los bienes materiales, antes bien se deben realzar las capacidades morales que nos convierten en seres sociales e interconectados. Por lo tanto, en relación con estos deberes de segundo orden el autor plantea que se deben dar mientras estos no causen daño, ni empobrezcan a quien los da. Se debe ayudar a aquellos con quienes tenemos lazos estrechos y se encuentran en necesidad, dando al deber de hospitalidad un segundo lugar. De la anterior división en la perspectiva ciceroniana se deduce una doble vinculación del ser humano. La primera y más importante es con las instituciones republicanas, por lo cual priman los deberes que tenemos para con la república. En segundo lugar, se encuentra el vínculo que se tiene para con los conciudadanos (Hijos, parientes, vecinos) y se termina excluyendo al extranjero, pues este no se encuentra dentro de los lazos estrechos de los ciudadanos. Entonces, cumplir con el deber de ayuda material hacia el foráneo, es tenido como una forma de empobrecimiento debido a que requiere darle al otro aquello que es de mi propiedad. El deber de la beneficencia pasa a segundo plano porque el ser que es virtuoso no requiere de la ayuda material, sino que se encuentra sujeto a la providencia, como una forma de superación de las pasiones, para lograr la eudaimonía. El cosmopolitismo estoico reconoce la igual valía de todos los seres humanos, igualdad fundamentada en la razón que les brinda a los hombres su cualidad moral. Es 28 por ello mismo que se omiten o pasan a segundo plano las condiciones accidentales tales como el dinero o la posición social, pues la carencia de estos no impide el florecimiento del ser humano, en tanto que dicha capacidad de florecer tiene su asidero en la dignidad de cada individuo y no en sus posesiones. En palabras de Séneca: Es fácil alimentar unos pocos estómagos bien regulados que no desean otra cosa que saciarse. El hambre supone poco gasto, mucho la hartura. La pobreza se contenta con satisfacer las necesidades apremiantes. Así, pues, ¿qué razón tienes para rehusarla por compañera, cuando sus costumbres las imita hasta el rico prudente? Si quieres consagrarte a tu alma, es necesario que seas pobre o semejante al pobre. (Séneca, 1995, II, 17) Para los propósitos de este trabajo se debe resaltar que en las ideas de Cicerón aparecen algunas menciones al extranjero que nos permiten comprender la perspectiva que el autor tenía en relación con estos. La primera mención que realiza sobre los extranjeros se enmarca en el análisis que hace sobre las leyes de la guerra, episodio en el cual refiere el edicto de Caracalla por el cual “nuestros mayores concedieron incluso la ciudadanía a los tulcanos, a los eucos, a los volscos, a los sabinos, a los hérnicos, en cambio a Cartago y a Numancia las arrasaron y sembraron de sal.”(Cicerón, 1989, p. 21). Este hecho conllevó a que, dentro del derecho romano de guerra, se transformara la idea de enemigo de guerra hacia la de forastero (hostis) o peregrino, teniendo repercusiones en la guerra, porque mientras que con el enemigo se lucha por la vida, al forastero se le ve como un competidor por la hegemonía. Posteriormente, Cicerón vuelve a pensar brevemente acerca del actuar en relación con el extranjero y sus circunstancias, plantea que hemos de: Hacer distinción entre el ciudadano y el extranjero, y en el extranjero considerar si ha venido como particular o con misión oficial. En una palabra, para no hablar de cada caso en particular, debemos respetar, defender y observar la común convivencia y sociedad de toda la familia humana. (Cicerón, 1989, I, 149) En esta cita se pone de manifiesto la idea ciceroniana sobre los afectos y la benevolencia. Sin embargo, es de resaltar que en los apartados anteriores se demuestra una valoración de la vida del extranjero desde la cual surge el deber de tratarlo con 29 justicia y evitar injuriarlo. Adicionalmente, se evidencia un progreso en el pensamiento ciceroniano cuando recuerda el elogio de Teofrasto en relación con el actuar liberal: Bien hace Teofrasto en elogiar la hospitalidad. Es muy hermoso, según yo creo, que las casas de los hombres ilustres estén abiertas para los huéspedes ilustres y también sirve de honor a la ciudad el que los extranjeros no echen de menos este modo de generosidad entre nosotros. Es también muy útil para los que quieren conseguir muchos con medios honorables, gozar de autoridad y de consideración entre los pueblos extranjeros a través de los huéspedes. (Cicerón, 1989, II, 64) Se evidencia aquí un tránsitohacia el reconocimiento de la humanidad del extranjero, de enemigo de guerra a ser percibido como un forastero. Se da cabida en la sociedad humana en la cual ha de propenderse por la convivencia común y pacífica, de tal manera que se llegué al punto de ser hospitalario con el extranjero. Debe aclararse que Cicerón piensa este tipo de actos no solamente como generosos, sino que, a la vez encuentra en ellos provecho, lo que concuerda con la idea de la beneficencia que no perjudique o empobrezca a aquel que la da, sino que, por el contrario, termina siendo de utilidad para el benefactor. Junto al tránsito en el pensamiento ciceroniano sobre el extranjero, los planteamientos que realiza el filósofo romano acerca de la ley natural son elementos que nos brindan un derrotero de interpretación más amplio en relación del trato con justicia hacia los demás seres humanos. Cicerón comprende como natural la búsqueda que hace todo ser humano de los medios necesarios para garantizar su vida; igualmente concibe como natural la cortesía y la justicia en vez de la búsqueda del placer y las riquezas. Por eso, “la naturaleza no soporta (…) que nosotros incrementemos nuestra propia sustancia, nuestras riquezas y nuestro poderío con los despojos de los demás.” (Cicerón, 1989, III, 22) Por lo tanto, desde la razón natural hemos de buscar el bien común por encima de las riquezas propias, pues ello es el comportamiento propio de un alma grande. Los comportamientos que injurian y violan los derechos del otro, en realidad muestran los defectos del alma y lo absurdo del pensamiento de algunos quienes son justos en sus relaciones para con sus familiares, pero no son firmes en este criterio para con los demás: 30 Y si la naturaleza prescribe también que el hombre mire por el hombre, cualquiera sea su condición, por ser precisamente hombre, es necesario, según la misma naturaleza, que sea común la utilidad de todos. Y, siendo esto así, todos estamos contenidos por la misma y única ley natural, y en este caso ciertamente se nos prohíbe por la ley natural causar daño a otro. (Cicerón, 1989, III, 27) De acuerdo con lo anterior, dentro de la regla que se nos da desde la razón natural tampoco hay cabida para la crueldad y la inhumanidad, como el hecho de prohibir a un extranjero que viva en nuestra ciudad. Si bien para algunos esto puede parecer útil, no es honesto y se ha de considerar como torpe: Verdaderamente es disparatado eso que algunos afirman de que ellos no quitarían nada a su padre o a su hermano en beneficio propio, pero que la norma para el resto de los ciudadanos es otra. Estos establecen que no existe ningún derecho, ninguna comunidad con los ciudadanos en razón de la común utilidad, opinión esta que desbarata por completo la convivencia de la ciudad. Quienes afirman que hay que tener consideración de los ciudadanos y la niegan a los extranjeros deshacen la convivencia general del género humano; y si se elimina esta se suprimen de raíz la beneficencia, la liberalidad, la bondad, la justicia; y debe juzgarse que quienes suprimen estas cosas son también desconsiderados con los dioses inmortales. (Cicerón, 2014, III, 28) Algunos años más tarde, Lucio Séneca inició la escritura del ya mencionado texto Epístolas morales a Lucilio, misma época en la que el apóstol Pablo llegó preso a Roma, lo que tal vez permite establecer una conexión entre Séneca y Pablo debido a que viven preocupaciones de una época histórica común. En dicha obra Séneca inicia planteando la doctrina del desprecio de los bienes materiales y para ello define inicialmente su comprensión de la pobreza. La persona pobre es aquella que ambiciona más de lo que tiene o lo que necesita, se ha limitar la riqueza al criterio de lo necesario o suficiente para garantizar la vida de las personas. Encontramos aquí la idea de la templanza y la austeridad propia del estoicismo. La ley natural es que los seres humanos no deben tener hambre, sed o frío, es decir, se deben satisfacer las necesidades básicas de acuerdo con las condiciones que se tienen, incluso si estas son de pobreza. Para saciar el hambre y la sed no es preciso instalarse en moradas opulentas, ni soportar un ceño severo y hasta una insolente cortesía, no es necesario surcar los mares ni seguir a los ejércitos. Fácil de adquirir y apropiado es lo que reclama la naturaleza. (Séneca, 1995, I, 4) 31 Para cumplir el reclamo de la naturaleza de saciar las necesidades, los elementos necesarios están al alcance de la mano e incluso si no están dentro de nuestra capacidad, es deber acomodarse a la realidad en la cual se habita. Sin embargo, es llamativo que Séneca plantea que para solucionar los reclamos naturales no es necesario viajar – migrar– debido a que se debe vivir de acuerdo con la naturaleza. Es decir, moderar los deseos hasta el punto de suprimirlos y evitar estar proyectados al porvenir. Estas ideas las reafirma en la epístola 28, donde plantea que los vicios y pasiones nos siguen al lugar que viajemos, por lo cual es necesario descargar el peso del alma: Mas, cuando hubieres expulsado este mal, todo cambio de lugar te resultará grato; podrá ser que te destierren de los confines más remotos, pero en cualquier rincón de un país extranjero en que seas colocado, aquella mansión, sea la que fuere, te resultará hospitalaria. Importa, más que el sitio, la disposición con que te acercas a él; de ahí que no debamos aficionar nuestra alma a ningún lugar. Hay que vivir con esta persuasión: «No he nacido para un solo rincón; mi patria es todo el mundo visible». (Séneca, 1995, III, 28) Desde la perspectiva de Séneca hemos de vivir teniendo como referente la necesidad del cuerpo para desarrollar la vida. Lo que no quiere decir que vivamos para el cuerpo, sino que se ha de cuidar reconociéndolo como una herramienta necesaria para el desarrollo de la vida y para lograr la virtud. Aquí aparece la figura del sabio como aquel que pretende la rectitud del alma, para la cual la riqueza se convierte en un obstáculo, de manera que desde la pobreza se han de satisfacer las necesidades de acuerdo con lo que exige la naturaleza. Para satisfacer estas necesidades Séneca recurre al concepto de providencia. La naturaleza providente proporciona lo necesario para vivir una vida austera y acorde con la ley natural, acomodada con los recursos mínimos satisfactorios a las necesidades de la naturaleza. La providencia está relacionada con la naturaleza que nos brinda lo suficiente para vivir. Ello lo podemos evidenciar cuando el romano afirma que “hemos de retornar a la ley de la naturaleza. Sus riquezas están a nuestro alcance; los medios de subsistencia o son gratuitos o poco costosos: pan y agua es cuanto la naturaleza reclama.” (Séneca, 1995, III, 25) 32 Sin embargo, en la epístola 21 Séneca se refiere a la inscripción de los jardines epicúreos que dice “Huésped, aquí estarás bien, aquí el bien supremo es el placer”. Comparte con esta escuela helénica la idea de que no solamente debemos saciar las necesidades propias, también las de los otros. Séneca aconseja a Lucilio acerca de la necesidad de descargar su alma para sentirse a gusto en todo lugar. Este reconoce que el sentimiento de hospitalidad no solamente se logra a partir del recibimiento que se le da al foráneo, sino que atraviesa por la capacidad del migrante de sentir que vive una vida honesta o virtuosa independientemente del lugar en el que se encuentre. Hemos de considerar algunos elementos de relevancia para comprender el planteamiento ético estoico, entre los que destaca la idea del alma. Concepto que es pilar fundamental de esta concepción, ya que Séneca en la epístola 41 plantea que Dios mora en el interior de cada uno de nosotros dado que el alma desciende del espíritu celeste y está compuesta de lo mismo que los seresdivinos. “Dios está cerca de ti, está contigo, está dentro de ti.” (Séneca, 1985, IV, 41) Dicha alma orienta y dirige todos sus esfuerzos hacia su origen perfecto, viviendo de acuerdo con la naturaleza. Por el reconocimiento de este factor divino dentro de lo humano, Séneca promueve un trato adecuado con los esclavos, entendiendo que estos son hombres compañeros de esclavitud que se encuentran en dicha condición por ser presos de la fortuna, sin embargo, nacidos todos de la misma semilla, viven y mueren al igual que cada uno de nosotros, por lo que debemos vivir todos de la misma manera, pues todos somos esclavizados de distintas formas. A la vez, el autor afirma que debemos vivir para el prójimo, pues la solidaridad es el vínculo que asocia a los seres humanos entre sí y en dicho vínculo se funda el derecho común que comprende al género humano como una comunidad de amistad -philadephia- con deberes de cada uno para con los demás. 33 1.2 El cosmopolitismo cristiano Duque (2008) establece un puente entre el estoicismo -cosmopolitismo- de Séneca y el ecumenismo cristiano. El autor reconoce que los judíos ya se encontraban helenizados para la época del nacimiento del cristianismo, lo que se evidencia a través de la influencia del idioma y la lógica griega. Este último elemento se encuentra por ejemplo en el episodio del apóstol Pablo predicando acerca del dios desconocido, suceso en el cual se demuestra la influencia y familiaridad con el pensamiento griego. La obra De finibus de Cicerón tiene influencia sobre Pablo por medio de la noción de virtud, entendida como el vivir de acuerdo con la naturaleza para obtener la felicidad. En esta obra el filósofo romano defiende la idea de una dirección divina del mundo de acuerdo con la ley natural de la razón, lo que lo convierte en una ciudad o Estado único en el que hay que propender por el bien común: Y para que se mantengan íntegramente la sociedad, la unión y el amor del hombre con el hombre, los estoicos quisieron que fueran comunes los beneficios y daños, de los cuales los primeros aprovechan y los otros perjudican; y dijeron que no sólo fueran comunes, sino también iguales. (Cicerón, 1987, III, 69) La idea estoica de búsqueda del bienestar colectivo se transforma en San Pablo en la noción de caridad. A la vez, en el pensamiento del apóstol se evidencian nociones de universalismo y ciudadanía cosmopolita, por ejemplo, al borrar las diferencias entre judíos, griegos o bárbaros bajo la idea de comunidad reunida por Dios. Ideas que tienen sus raíces en el pensamiento estoico. De acuerdo con Jiménez & Navarrete (2020) el apóstol Pablo es el fundador del universalismo cristiano, que leído en perspectiva política es cosmopolita. Si bien en la tradición judía Dios ha de reunir a todas las naciones, esta creencia es planteada de manera profética como un hecho que sucederá en el futuro, mientras que en la perspectiva paulina “el anuncio apostólico se refiere al cumplimiento efectivo de lo prometido por Yawhev a los profetas, al futuro profético cumplido” (p. 5) Dicho universalismo de San Pablo se evidencia en varias de sus epístolas, por ejemplo, en Gálatas 3, 28 – 29 “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, 34 entonces son descendencia de Abraham, herederos según la promesa.” El apóstol realiza una convocatoria a todas las personas a una nueva religión que asemeje la unidad de la humanidad que se dio en la creación con la figura de Adán. Es decir, promulga la unidad de las personas en la figura de Cristo, por quien hemos de convertirnos en una comunidad que reúne en Dios a todos los hombres. Adicionalmente, en Filipenses 3, 20 “Porque nuestra ciudadanía (πολίτευμα) está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo.” Pablo plantea la idea de una ciudadanía dotada de un carácter espiritual que brinda derechos a los seres humanos. De acuerdo con lo afirmado por Marcia Colish (1985), los estoicos tuvieron influencia en el pensamiento de San Agustín. Para la autora el obispo de Hipona hace usos inconscientes de ideas estoicas en su teodicea, por ejemplo, plantea la idea de un mundo ordenado, armónico y bello, a la vez que afirma la existencia de una ley natural. Su selectividad en esta obra refleja a veces sus propios intereses personales más que cualquier imperativo pastoral o teológico apremiante. Tal parece ser el caso de la quaestio 31, donde recapitula la distinción entre honestum y utile, la definición de las virtudes cardinales y el tratamiento de la ley natural que se encuentra en el De inventione de Cicerón. De hecho, la edición más reciente de esta obra ha demostrado que Agustín se limitó a citar textualmente el pasaje pertinente del tratado de Cicerón, en el que el derecho natural, la costumbre y el derecho civil se consideran bajo el epígrafe de la virtud de la justicia.1 (Colish, 1985, p. 160) En los usos conscientes que hace Agustín del estoicismo, se encuentra su pensamiento en relación con la ética de las virtudes y las pasiones, lo cual se evidencia en la idea compartida de que el hombre sabio es aquel que vive sus apetitos de manera 1 His selectivity in this work sometimes reflects his own personal interests rather than any pressing pastoral or theological imperatives. Such would appear to be the case in quaestio 31, where he recapitulates the distinction between the honestum and the utile, the definition of the cardinal virtues, and the treatment of natural law found in Cicero's De inventione. In fact, the most recent edition of this work has shown that Augustine has simply quoted verbatim the apposite passage from Cicero's treatise, in which natural law, custom, and, civil law are considered under the heading of the virtue of justice. Las traducciones propias que se encuentran a lo largo del texto se realizaron teniendo en cuenta dos motivos: 1. No se cuenta con una traducción al español del documento; 2. Se trabajó sobre un documento en su idioma original, por lo que se buscó mantener fidelidad al texto y a la interpretación del investigador. 35 conforme con la naturaleza, a diferencia del hombre común quien se deja guiar por sus pasiones: Cuando el alma tropieza con alguna dificultad resistente para obrar y realizar lo que desea, se encoleriza permanentemente. Pero, según mi opinión, la ira es un apetito turbulento de eliminar lo que impide la facilidad de la acción. Por eso nos irritamos, no sólo con las personas muchas veces, sino también con la pluma con que escribimos, y la rompemos y quebramos, como los jugadores se irritan con los dados o los pintores con el pincel, o cualquiera con un instrumento, pensando que les crea una dificultad. Aun los médicos afirman que la hiel crece por el hábito de encolerizarse. Mas, al crecer la hiel, volvemos a irritarnos fácilmente y casi sin que exista causa alguna. De este modo, lo que el ánimo imprimió en el cuerpo con su movimiento, valdrá luego para excitarlo de nuevo. (Agustín, 1986, Ep. 9 a Nebridio) Un punto de encuentro que se puede tender entre el estoicismo y el cristianismo se halla en la idea de la existencia de una comunidad universal. De acuerdo con San Agustín “Después de la ciudad, de la urbe, viene el orbe de la tierra, el llamado tercer grado de la sociedad humana: el hogar, la urbe y el orbe, en una progresión ascendente” (Agustín, 1988, 19, 7). Igualmente, coinciden estoicos y el obispo de Hipona en plantear que las diferencias terrenales son indiferentes frente a la igualdad que caracteriza a todos los hombres delante de Dios o la divinidad. Sin embargo, para el estoicismo la idea de ciudadanía del mundo tiene su punto de vista y realización en lo terrenal porque se busca llegar a serciudadano de la Cosmópolis, mientras que, para el cristianismo, el ser humano ha de estar orientado hacia el más allá proyectándose a ser ciudadano de la Ciudad de Dios. Como sostiene Duque (2008): Los principios universalistas y pacifistas que son precisados en los veintiún libros de La Ciudad de Dios de San Agustín. Para él, tal como lo expresa allí, el objetivo de la marcha del mundo y el devenir de la historia es el de establecer la paz, a fin de poder lograr la unidad entre los hombres con la mirada puesta en el reino de Dios. (p. 9) Para los estoicos establecer la paz no era uno de sus objetivos, mientras que en la obra de Agustín la idea de instaurar la paz constituye un imperativo. En palabras de Agustín de Hipona (1988): Pero el hombre instruido en la sabiduría -nos replicarán ellos- sólo declarará guerras justas. ¡Como si no debiera deplorar -si recuerda que es hombre- mucho más el hecho de tener que reconocer la existencia misma de guerras justas! Porque de no ser justas, 36 nunca debería emprenderlas y, por tanto, para el hombre sabio no existiría guerra alguna. Es la injusticia del enemigo la que obliga al hombre formado en la sabiduría a declarar las guerras justas. Esta injusticia es la que el hombre debe deplorar por ser injusticia del hombre, aunque no diera origen necesariamente a una guerra. Males como éstos, tan enormes, tan horrendos, tan salvajes, cualquiera que los considere con dolor debe reconocer que son una desgracia. Pero el que llegue a sufrirlos o pensarlos sin sentir dolor en su alma, y siga creyéndose feliz, está en una desgracia mucho mayor: ha perdido hasta el sentimiento humano. (Agustín, 1988, 19, 7). Abordar el tema de la guerra justa ante las acciones injustas conlleva necesariamente a reconocer que estas tienen su fuente en el pecado: La causa primera de la esclavitud es, pues, el pecado, que hace someterse un hombre a otro hombre con un vínculo de condición social. Y todo ello no sucede sin un designio de Dios, en quien no existe la injusticia, y que sabe distribuir castigos diferentes, según la culpa de cada reo. Así afirma el soberano Señor: Quien comete pecado es esclavo del pecado. Por esto sucede que muchos hombres religiosos son esclavos de amos inicuos, quienes, sin embargo, no son libres: Pues cuando uno se deja vencer por algo, queda hecho su esclavo.” (Agustín, 1988, 19, 15). Para los cristianos la Cosmópolis es convocada por la fe y obtiene su realización en el reino celestial, ello debido a que en el cristianismo se presentan las virtudes de fraternidad e igualdad de una manera universal por la salvación de Jesús. No obstante, es necesario reconocer que dichas nociones muy probablemente tienen relación con el cosmopolitismo estoico, y ciertamente tuvieron resonancia en el desarrollo de la doctrina cristiana. Sobre la idea agustiniana de las virtudes, Colish (1985) plantea que: Lo que todos los hombres buscan en la vida moral, concluye, es la paz, y pax omnium rerum tranquillitas ordinis ("la paz de todas las cosas es la tranquilidad del orden"). El orden correcto es el orden del amor, suministrado por Dios, que proporciona tanto el único programa adecuado para la vida feliz como el único medio posible para alcanzarla. No es casualidad, según Agustín, que los únicos filósofos mencionados en las Escrituras sean los epicúreos y los estoicos que aparecen disputando con San Pablo en Hechos 17: 18. Ambas escuelas, llegó a pensar al final de su vida, defienden distorsiones igualmente perniciosas del summum bonum.2 (p. 219) 2 What all men seek in the moral life, he concludes, is peace, and pax omnium rerum tranquillitas ordinis ("the peace of all things is the tranquility of order.") The right order is the order of love, supplied by God, which provides both the only adequate program for the happy life and the only possible means to attain it. It is no accident, according to Augustine, that the only philosophers mentioned in Scripture are the Epicureans and Stoics who are depicted disputing with St. Paul in Acts 17: 18. Both of these schools, 37 En el contexto del ocaso de la Antigüedad, Agustín se mostró preocupado por la guerra, por lo que son recurrentes las preguntas sobre cómo evitar la guerra o acerca de la necesidad y justicia de esta. A la vez, se ha de resaltar su teología de la unidad eclesial como un valeroso ejercicio ecuménico, ya que entendía que la misión de Cristo era congregar al mundo en unidad cristiana, por lo que Agustín buscó reunificar la iglesia dividida y para ello anunció el mensaje de amor dentro de la unidad cristiana- humanidad-. De acuerdo con Langa (1987) su argumento teológico planteaba que los seres humanos al sentir el llamado de Dios tomaban parte dentro de la iglesia, entendida como la unidad de fieles que formaban un solo cuerpo, un solo pueblo. Por lo tanto, la división eclesial es un absurdo contrario a la voluntad de Cristo y el resultado de una herejía de los hombres. En la perspectiva de Agustín: El evangelio revela a los hombres la buena nueva de la salvación y, sobre todo, les enseña que son hijos de un mismo Padre; por tanto, hermanos del hijo de Dios, que se hizo hombre para salvarlos. De esta manera, la fe en la palabra y en la persona de Cristo es el vínculo de la sociedad universal a la que no se le pueden poner límites ni de raza, ni de lugar. (Sánchez Barbosa, 2016, p. 223). De tal manera, se evidencia la existencia de una comunidad humana universal que fundamentada en la figura de Cristo congrega a los hombres en la unidad de su obra y legado, brindándoles así un espacio de desarrollo social. La guerra se tornó en una preocupación común al clero, porque tiene su fuente en el pecado y rompe con la unidad humana: Porque, aunque no han faltado ni faltan naciones enemigas extranjeras contra las que siempre se ha estado en guerra -y se está-, no obstante, la extensión misma del Imperio ha engendrado guerras de peor clase: guerras de partidos, es decir, guerras civiles, que destrozan la Humanidad de la manera más triste, tanto cuando rompen las hostilidades, para terminar de una vez, como cuando viven en el temor de una nueva insurrección. (Agustín, 1988, 19, 7). he has come to think by the end of his life, advocate equally pernicious distortions of the summum bonum. (Traducción propia) 38 Motivo por el cual otros autores abordaron la guerra dentro de sus problemas de estudio. La propuesta de diálogo interreligioso realizada por Raimundo Lulio se encuentra entre las contribuciones para evitar la guerra. El filósofo mallorquín del siglo XIII y fundador de la escuela de Salamanca, proponía un modelo que permitiera a las tres religiones que se encontraban en la península ibérica, (judaísmo, cristianismo e islam) establecer un diálogo desde las preguntas comunes a dichas creencias para determinar cuál era la religión verdadera. En palabras de Lulio (2007): “quiero emplear todas mis fuerzas, (…) confiando en la ayuda del creador para encontrar un nuevo método y nuevas razones que les hagan retroceder del sendero del error, huir de esfuerzos excesivos y alcanzar una gloria sin fin”. (p. 11) Ello era importante por motivos religiosos y políticos pues allí convivieron por largo tiempo los gobiernos islámicos, los reinos cristianos y las comunidades judías. Lulio consideró que su método tenía algo para ofrecer, pues a la vez que presentaba el camino de la salvación, evitaba el recurrir a la guerra relegándola como último recurso para el momento en el que a los no cristianos se les presentaran las tesis del cristianismo y estos decidieran no aceptarlas. El método luliano proponía el diálogo para lograr una conversación basada en los fundamentos de la razón. Tomaba como base común a Dios y sus atributos que son observables a través de la creación. De acuerdo con Gutiérrez &Pernil (2007) la discusión entre los creyentes de los diferentes credos usa la razón como criterio de verdad por ser común a las tres religiones. Si bien el ideal luliano tiene como objetivo llevar a la conversión de los infieles al cristianismo, su perspectiva aporta elementos realmente innovadores para la época. Lulio parte del principio de que los no cristianos son seres humanos al igual que los creyentes. Por lo que se han de rescatar y dar prioridad a las similitudes substanciales que existen entre unos y otros, en vez de descalificar como malo o impío el pensamiento de los distintos. Así se debe establecer un entendimiento mutuo que genere una verdadera voluntad de intercambio de ideas que van a resultar en un diálogo productivo. 39 Lulio plantea que es necesario establecer dicho diálogo desde las enseñanzas compatibles con las otras religiones, ya que estas servirán como base objetiva de comparación: El arte de Lulio quiere ser una ciencia demostrativa más que un método lógico para encontrar el nexo y los términos medios. Es un método dialéctico por el cual se enseña a formular preguntas y buscar soluciones por medio del descubrimiento de diversas proposiciones compuestas. (Gutiérrez & Pernil, 2007, p. 115) De esta manera se lograría la “integración de una sola ley y una sola fe pudiendo formar un solo pueblo” (Gutiérrez & Pernil, 2007, p. 121) a través de la moderación de las pasiones y pruebas racionales que remplazarían las certezas subjetivas: Pensad, por Dios -dijo el sabio a sus compañeros- cuan grandes son los daños que ocasiona el que todos los hombres no tengan una única fe y cuantos serían los bienes si todos en común acuerdo tuviésemos una misma fe. Puesto que eso es verdad, nos podría parecer bien sentarnos bajo estos árboles, junto a esta fuente, y debatir sobre lo que cada uno de nosotros cree, según lo que nos señala la doctrina de estas flores y según las condiciones expuestas en los árboles. Y puesto que no podemos llegar a un acuerdo a través de las autoridades, podríamos intentar ponernos de acuerdo con razones demostrativas y necesarias. (Lulio, 2007, p. 27) Aunque el diálogo luliano dista de las concepciones contemporáneas de diálogo interreligioso, es de resaltar que el autor se haya rehusado a excluir las demás creencias religiosas y, en cambio, generara una dinámica de cooperación entre ellas en pro de establecer la unidad y la paz entre las personas. El libro del gentil y los tres sabios es una de las obras principales de este autor. En ella muestra cómo el cruce de civilizaciones y el encuentro intercultural que vivió España en el siglo XIII jugaron un papel fundamental en la consolidación de esta nación a la que habían llegado los judíos en el siglo IV y los sarracenos en el siglo VIII. Por ello Lulio pretende comprender desde cada creencia a las otras religiones, manteniendo fidelidad a su propio credo. De acuerdo con Gutiérrez (2007) en dicha época existía una necesidad de acercamiento entre las tres religiones para establecer un diálogo desde el respeto mutuo y el reconocimiento de los otros, sin por ello tener que renunciar a la particularidad de cada uno. Esto con el objetivo de lograr la paz auténtica entre las 40 naciones y religiones, por medio de la generación, entre ellas, de un acuerdo con razones. Sobre esto afirma el autor, en boca de uno de los sabios: ¡Ah, Dios!, qué gran bien se produciría si por la ciencia de estos cinco árboles todos los hombres que vivimos en este mundo pudiésemos estar en una sola ley y en una única fe, de forma que no existiese rencor ni odio entre los hombres, que se odian entre sí a causa de las diferentes ciencias y las leyes contrarias de los que difieren. Y que del mismo modo que solo hay un Dios Padre y Señor y creador de todas las cosas, así todos los pueblos que están situados en la diversidad converjan en ser solamente un pueblo, y que ese pueblo esté siempre en el camino de la salvación, y de esa forma, que todos tengamos una sola fe y una ley por la que podamos dar a Dios nuestro Señor, creador de todos los bienes, la gloria y alabanza debidas. (Lulio, 2007, p .27) El ideal luliano es lograr que en el cristianismo se reúnan todos los hombres bajo una misma creencia. Para ello era necesaria la conversión de los infieles, por lo que se debían enviar predicadores preparados en la lengua de los sarracenos, con el objetivo de demostrar la superioridad de la fe cristiana. Es decir, como lo afirman Gutiérrez & Pernil (2007) el método luliano pretende llegar a los infieles para comunicar la verdad que se ha recibido en el evangelio. Lo que implica a que la religión cristiana se torne en un punto de encuentro universal por medio de los principios que permiten comprender la experiencia religiosa de forma común. Entre los aportes que Lulio hace al cosmopolitismo, es importante recalcar el contexto religioso al que el autor aplica el principio del reconocimiento de los otros y sus diferencias. Desde este principio permite generar acuerdos que faculten a los devotos de los diferentes credos para vivir bajo una ley común como medio para evitar la guerra. Puede hallarse relación entre la propuesta luliana y el posterior proyecto irenista del Abbé de Saint-Pierre. Si bien el primero pretende la paz en las diferencias religiosas, mientras que el segundo en medio de las disputas políticas, ambos promueven medios para la superación de los factores que generan la guerra u hostilidades y pretenden el establecimiento de la paz, la cual permite establecer condiciones para un trato hospitalario. Para continuar con el rastreo que deseamos realizar a las ideas cosmopolitas a lo largo de la historia del pensamiento, hemos de detenernos a revisar La Querella de la Paz de Erasmo de Rotterdam. En esta obra se presenta una crítica al poder y se hace 41 una reivindicación de las reclamaciones comuneras en contra de los príncipes. Estos se dejan guiar por sus propias ambiciones, lo que los convierte en guerreros que tienden a fortalecer su poder a costa del pueblo que termina sufriendo las consecuencias negativas: Nuestra cara se arrebola de vergüenza al considerar por cuán inconfesables y frívolas causas los príncipes cristianos ponen bajo las armas al orbe todo. A este fin halla o se inventa algún título caducado y rancio que justifique la monstruosidad, como si tuviere mucha importancia la persona que administra el reino siempre que el interés público esté debidamente servido. (…) los hay quienes, con trazas y mañas de tirano, en percatándose que la concordia del pueblo mina su poderío y que la disensión lo robustece, sobornan a quienes, con ahincado empeño, irriten la psicosis bélica, gracias a la cual diriman la unión de los bien concertados y, a la vez, desplumen al pueblo infeliz con mayor licencia e impunidad. Esto es lo que procuran algunos magistrados públicos, que engordan con las penalidades del sufrido pueblo, y que, en tiempos bonancibles, poca cosa tienen que hacer en la república. (Erasmo, 1964, p. 126) De esta manera los príncipes se tornan injustos e ilegítimos, motivo por el cual las personas se oponen a su tiranía. En la perspectiva de Rabaey, (2016): Erasmo (…) plantea (…) la cuestión de la acumulación de reinos como una de las causas de la guerra y la relación rey/reino desde la perspectiva de la responsabilidad del rey cristiano cuyo papel es velar por el bien de sus súbditos y, por lo tanto, evitar la guerra. (p.68) La crítica erasmista estaba directamente dirigida a los que él denominaba príncipes guerreros. Detectaba en ellos la búsqueda de beneficios tales como riqueza o autoridad a través de maniobras bélicas. En su texto señaló la ilegitimidad e injusticia de estos gobiernos e incluso convocó a la insurrección: “Indistintamente me dirijo a todos los que figuráis en la innumerable
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