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1 Resumen: El presente texto es un balance sobre la historiografía que gira en torno a temas médicos en México. Está estructurado como una historia y procura combinar una organización cronológica con una organización temática. Se analizan las diversas épocas, los cambios de metodologías y perspectivas que tienen que ver con la temática de la historia de la medicina. No se busca hacer una revisión total de los textos al respecto, estas reflexiones se concentran más en los cambios y singularidades en la mencionada historiografía. Hoy ante la situación que vivimos del COVID-19 los historiadores han tratado de darle un sentido utilitario a las reflexiones históricas de este tipo. Summary: This text is a balance of the historiography that revolves around medical topics in Mexico. It is structured as a story and seeks to combine a chronological organization with a thematic organization. The various epochs, changes in methodologies and perspectives that have to do with the theme of the history of medicine are analyzed. It is not intended to make a total revision of the texts in this regard, these reflections focus more on the changes and singularities in the mentioned historiography. Today, in the face of the situation we are experiencing at COVID-19, historians have tried to give a utilitarian meaning to historical reflections. Palabras clave: historiografía, balance, medicina, ciencia, epidemias. Key words: historiography, balance, medicine, science, epidemics. 2 Notas para la historiografía de las ciencias de la salud Introducción El concepto de historia de las ciencias de la salud -incorporado recientemente- permite ampliar el espectro de análisis, más aun en un ejercicio historiográfico, porque “abarca desde la conceptualización integral de la medicina y el desarrollo de los conocimientos médicos a través del tiempo; hasta la atención de la enfermedad y la salud, los roles de sanadores y pacientes, además del origen y desarrollo de los sistemas médicos y sanitarios, incluyendo también el análisis de las problemáticas actuales y su prospectiva”, no hay un texto que explícitamente maneje este concepto para realizar un análisis de esta naturaleza.1 El campo de los estudios históricos sobre las ciencias de la salud se ha venido alimentando en México desde el siglo XIX hasta nuestros días. Médicos e historiadores han escrito diversas obras de carácter histórico sobre elementos constitutivos de las ciencias de la salud, analizando dicho campo desde diferentes enfoques metodológicos. Quienes han revisado dicha bibliografía coinciden que los cambios en las maneras de analizar (metodología) son consecuencia de la fragmentación de los estudios históricos, además señalan que el objeto de estudio (los médicos, las enfermedades, las epidemias, los sistemas sanitarios, etc.) obedece al contexto desde el que se escribe.2 1La definición la he tomado de la página del posgrado en historia de las ciencias de la salud de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) https://pmdcmos.unam.mx/ciencias-sociomedicas/historia-de-las- ciencias-de-la-salud/. En cambio, el concepto de historia de la medicina, mayormente utilizado sirve para un el análisis de un menor muero de obras, Roy Porter lo definió como: “la interacción histórica de las personas, la enfermedad y la atención sanitaria en el contexto de las sociedades y sus creencias” Porter, Roy, Breve historia de la medicina. Desde la antigüedad hasta nuestros días, México, Taurus, 2004, p. 21. En este caso se entiende que analizo también las obras que están dentro de la historia de la medicina. 2Para el caso de Europa consúltese: Pilar de León, “Hacia una historiografía de la enfermedad: practicas, profesionales y enfermos”. Para el caso de América Latina consúltese: Armus, Diego. “La enfermedad en la historiografía de América Latina moderna”, Asclepio, vol. LIV, núm. 2, 2002, pp. 41- 60. Un análisis sobre cómo se ha construido la historiografía de la medicina en el mundo de habla inglesa véase en: Charles King, que identifico cuatro maneras distintas. La primera, la historia de “great men", una historia narrativa que se contaba a partir de la vida de grandes médicos y científicos encabezada por Fielding H. Garrison (1870– 1935) historiador estadounidense. En segundo lugar la encabezada por Owsei Temkin (1902– 2002) historiador estadounidense formado en Alemania, que opinaba que por medio de los estudios históricos se podrían formular leyes que indicaran el futuro de la medicina. En tercer lugar está el análisis desarrollado por Henry Sigerist (1891–1957) historiador francés, formado en Leipzig, bajo la influencia de Karl Sudhoff (1853- 1938), este último considerado el iniciador de la historia de la medicina como disciplina “científica” a finales del siglo XIX. Sigerist se concentró en analizar a los grupos sociales y sus interrelaciones y roles en las estructuras y los procesos económicos y culturales a partir de las concepciones de salud, enfermedad y salud pública, lo que King denomina como “historia social”; entender la historia de la medicina llevaría a los médicos a tratar “mejor” a sus pacientes. Finalmente se encuentra el análisis realizado por el filósofo francés Michel Foucault (1926-1984), que realiza una historia de las ideas sobre el campo de la medicina. Analiza “los supuestos inarticulados, creencias y presuposiciones no https://pmdcmos.unam.mx/ciencias-sociomedicas/historia-de-las-ciencias-de-la-salud/ https://pmdcmos.unam.mx/ciencias-sociomedicas/historia-de-las-ciencias-de-la-salud/ 3 Como señalan Xóchiltl Martínez3 y José Sanfilippo,4 la historiografía médica sobre México comenzó a aparecer más a menudo en la década de 1950. Sanfilippo hace referencia a la influencia que tuvieron las instituciones médicas en la investigación sobre la historia de la medicina, a partir su inclusión en los planes de estudio.5 De la misma manera, Martínez apunta que el aumento en la producción de dichos estudios se debe a la institucionalización de historia de la medicina, fuertemente influenciada por corrientes europeas.6 No obstante, desde finales del siglo XIX se habían escrito algunos trabajos. El mismo Sanfilippo ha dado cuenta de esto, llamando a dicho lapso histórico como “etapa documental”.7 Entre estos trabajos sobresalen dos: Los Apuntes para la historia de la medicina en Michoacán de Nicolás León8 e Historia de la medicina en México. Desde la época de los Indios hasta la presente de Francisco Flores. Para el análisis de estas obras es importante tener en cuenta el concepto lugar social de Michel de Ceteau, que trata de concientizar al historiador del lugar del cual se enuncia, es útil también, para interpretar el “lugar de producción” de los diversos discursos sobre la historia de la medicina. A partir de dicho concepto intento dar cuenta de la “condición de posibilidad de un análisis de la sociedad” donde se produce dicho texto, y más que nada intentar entender el motivo de producción.9 declaradas, las opiniones implícitas, sentimientos, estados de ánimo, y los procesos mentales” colectivos. “The historiography of medical history: from great men to archaeology”, en Bulletin of the New York Academy of Medicine, vol. 67, núm. 5, 1991, pp. 407- 428. Un análisis general y a la vez completo sobre la historiografía de la medicina en Estados Unidos lo realiza Brandt, M. Allan, “Emerging themes in the history of medicine”, en Milbank Quarterly, vol. 69, núm. 2, 1991, pp. 199- 214. Cabe mencionar que aunque algunas de estas maneras de analizar la historia de la medicina aparecieron después de otras, ni una ni otra perdió vigencia,inclusive hoy en día muchos historiadores e investigadores se han inspirado en una o varias, es decir no se puede hablar de que alguna esta ya caduca. 3Martínez, Xóchiltl, “inicios de la historia de la medicina en México: influencias y relaciones con el extranjero (1935- 1960)”, en Boletín mexicano de historia y filosofía de la medicina, vol. 14, núm. 1, 2011, 17- 22. 4 Sanfilippo, José, “historiografía de la historia de la medicina mexicana”, en Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, vol. VIII, núms. 1 y 2, 2003, 209- 226. 5Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 210. 6Martínez, “Inicios de la historia de la medicina”. 7Sanfilippo, “historiografía de la historia”. 8Es necesario hacer énfasis que metodológicamente está escrita con todo rigor académico. El autor da primacía a las fuentes de donde obtiene la información. Además podemos considerar su obra como la primera historia regional de la medicina en México y sobre México. 9 De Ceteau, Michel, La escritura de la historia, México, Universidad Ibero Americana, 1993, p. 82. 4 En sus Apuntes para la historia de la medicina en Michoacán,10 León realiza su narrativa a partir de su experiencia científica como médico de finales del siglo XIX, integra ideas de su actualidad a su análisis histórico, al respecto señala: “como otros saberes del tiempo, el médico buscó expulsar viejas creencias y erróneos mitos de sus conocimientos sobre el hombre”, para romper con ellas “negó que las patologías fueran entidades que azarosamente se apoderaran del cuerpo”. Idea que había comenzado a configurarse desde principios del siglo XIX.11 León dedica su libro a la Sociedad Científica Antonio Alzate, de la cual era miembro. Como indica Fernanda Azuela: “desde su fundación en 1884, esta asociación comenzó a desplazar a la de Historia Natural por la rápida incorporación de las nuevas generaciones y el respaldo del Presidente Díaz”.12 No era hecho fortuito que los miembros de las sociedades científicas de la época comenzaran a revalidar el papel de su profesión a través de la historia. Inclusive ya en 1869 la Sociedad Pedro Escobedo, se pronunciaba por “una verdad suprema” que era la ciencia de su presente, entendían su devenir en un sentido progresivo y ascendente, “la historia, entonces, es un continuo desechar de doctrinas falsas para conquistar las verdaderas, con sólo seguir lo observable, eliminando lo imaginativo”.13 De dicha manera León analiza el campo médico entendiendo que las culturas precolombinas también tenían medicina,14 empero adjudicándoles un mal empleo de la ciencia médica, tachando su “medicina” como simple y demasiado empírica. En el apartado IV León califica a Michoacán de “afortunado” debido al establecimiento de instituciones de 10Como bien indica José Sanfilippo: “La obra de Nicolás León es muy abundante” entre sus trabajos más destacados se encuentra La obstetricia en México. Otros de sus textos son una serie de artículos publicados en la Gaceta Médica de México”. Los más sobresalientes según Sanfilippo es: Los precursores de la literatura médica mexicana en los siglos XVI, XVII, XVIII y primer tercio del siglo XIX (hasta 1833), Datos bibliográficos para la historia de la medicina en México, se publicó en el tomo número diez, enero-abril de 1915, y tiene un total de 94 páginas ilustradas. El otro se publicó entre 1920 y 1921, en tres partes, y se llama Apuntes para la historia de la enseñanza y ejercicio de la medicina en México, desde la conquista hispana hasta el año de 1833, editado por la Gaceta y con un total de 80 páginas, también ilustradas.” “historiografía de la historia”, p. 213. 11Cházaro, Laura (edit.), Medicina, ciencia y sociedad en México siglo XIX, Michoacán, Colegio de Michoacán, 2002.p. 17. 12Azuela, Fernanda, “Médicos y farmacéuticos en las sociedades científicas mexicanas del siglo XIX”, en Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina, vol. 2, núm. 5, 2002, p. 18. 13Cházaro, Medicina, ciencia y sociedad, p. 19. 14 Este asunto ha sido tratado de manera breve en: Fierros, Arturo, “Tras las huellas de la medicina moderna en México”, en Anales Médicos, vol. 57, núm. 2, 2012, 162- 170. 5 enseñanza españolas que configurarían la manera de llevar la ciencia en el lugar, con la aplicación de diversas técnicas médicas.15 Con un propósito parecido Francisco Flores escribe Historia de la medicina en México. Desde la época de los Indios hasta el presente en 1886, como trabajo recepcional para graduarse de la carrera de medicina.16 Por cierto bastante copiosa, prueba de ello es el gran volumen de cada uno de los tres tomos que la componen.17 En la historia de la medicina de Flores encontramos un texto que dibuja el lugar social del autor. Trata de reivindicar la profesión médica en el país, aunque con un ferviente espíritu nacionalista. Sus críticos han señalado que su obra está influenciada fuertemente por el “el positivismo comtiano que él abraza con entusiasmo como el resto de sus compañeros de la escuela, de los maestros y médicos de la época”.18 Entendible por el contexto de la reivindicación de la medicina que se vivía a finales del siglo XIX y principios del XX, no solo en México, sino en el mundo entero, la lucha constante por ser ciencia y los médicos por ser científicos. El texto de Flores se caracteriza por entender a México, que en ese momento tenía poco menos de 100 años, como nación. Según él “la historia de la medicina es un complemento necesario para la historia patria”.19 Por consiguiente el autor llama “medicina” a las formas de curación utilizadas por las personas que habitaron el territorio que hoy conocemos como México, incluso antes de la llegada de los españoles. Aun así le asigna el calificativo de primitiva, dejando en claro la brecha enorme que existe entre las formas de curación20 y la medicina. La obra de Flores, dice Ernesto Cordero: “sigue la Ley de los tres estados para la periodización […], a saber: “estado teológico, estado metafísico y estado positivista”, en lugar de la división tradicional de: medicina prehispánica, colonial 15León, Nicolás. Apuntes para la historia de la medicina en Michoacán, Morelia, Imprenta del Gobierno en la Escuela de Artes, 1886. 16La historiadora Ana María Carrillo se refirió a ella de la siguiente manera: “Esta sigue siendo la gran historia de la medicina en México; no ha sido superada, a pesar de que se censura a Flores por no haber citado sus fuentes.” “Profesiones sanitarias y lucha de poderes en el México del siglo XIX”, en Asclepio, vol. L, núm. 2, 1998, p. 149. 17Flores, Francisco, Historia de la medicina en México: desde la época de los indios hasta el presente (3 vols.), México, Secretaria de Fomento, 1888. 18Cordero, Ernesto, “Médicos mexicanos Francisco de Asís Flores y Troncoso: notas sobre su vida y obra”, en Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina, vol. 7, núm. 2, 2004, p. 34. 19Cházaro, Medicina, ciencia y sociedad, p. 24. 20Utilizo este término para dar cuentas de las diferencias epistemológicas. Fierros, “Tras las huellas”. 6 y del México independiente”.21 Cuestión evidente, pues el mismo Flores titula cada tomo (I, II y III) bajo esos conceptos en el orden mencionado. Debajo del telón subyace la progresión de la medicina, su formación científica, una historia teleológica. Las obras de Nicolás León y Francisco Flores son el reflejo de su tiempo y, a la vez revelan la manera en la que la historiografía médica estuvo en un primer momento influenciada, de forma más clara, por la metodología médica que por la histórica. Estas historias servirán para justificar la profesión médica. Es decir la historia de la medicina que se escribió en México fue escrita por médicos que buscaban dar una explicación científica al proceso históricode la medicina practicada dentro del país. En la actualidad pocos son los trabajos que se han publicado bajo el título de historia de la medicina en México, como narrativas abarcadoras de la totalidad del campo médico.22 Las publicaciones actuales giran en torno a temas más específicos en espacialidades más delimitadas. En este trabajo me propongo analizar el cambio de perspectivas que tienen que ver con la historia de las ciencias médicas. Me encuentro limitado a la revisión total, pues día con día siguen apareciendo artículos en revistas especializadas y libros al respecto. El presente estudio pretende ser un esbozo de un balance de la historiografía que se ha producido sobre las temáticas que se desprenden de la historia de las ciencias médicas. Busco dar cuenta de los campos de análisis que han resultado de estas y como han cambiado, para que así los estudiosos que se acercan a ellas tengan un panorama resumido de la episteme de estas.23 Este balance está estructurado como una historia y procura combinar una organización cronológica con una organización temática24. De manera específica busco contestar a cuatro preguntas ¿Cuáles han sido las temáticas? ¿Quiénes las 21Cordero, “Médicos mexicanos”, p. 34. 22Al respecto ha realizado una serie documental de 12 capítulos que se ha transmitido en televisión, elaborados por IKARUS y la Facultad de Medicina UNAM, dirigidos por el Dr. Carlos Viesca Treviño, con el patrocinio de Astra Zeneca. Desde finales de la década de 1980, Fernando Martínez Cortés se encargó de ser el coordinador general de la obra: Historia General de la Medicina en México, que está planeada en 4 tomos, hasta ahora solo cuatro están impresos. Pienso que es muy temprano para hacer un análisis, pues no analizaríamos todo en conjunto. Por otro lado son artículos los que componen la obra lo que dificultaría analizar la metodología y perspectivas. 23He dejado deliberadamente fuera de este análisis la historiografía que estudia procesos derivados del campo psiquiátrico, que ha sido revisada exhaustivamente por Sacristán, Cristina, “Historiografía de la locura y de la psiquiatría en México. De la hagiografía a la historia posmoderna”, en Frenia, vol. 5, núm. 1, pp. 9- 33. 24Para la estructuración de este artículo me he inspirado en el texto de Burke, Peter, La revolución historiográfica francesa. La escuela de los annales: 1929- 1989, Gedisa, España, 1999. 7 han escrito? ¿Qué relación existe entre la historiografía sobre temáticas médicas y la medicina como tal? Y ¿Cómo ha cambiado la metodología? En primer lugar describo y reviso los textos que se escribieron desde mediados de la década de los años 30 hasta finales de la de 1950, cuando la historia de la medicina comienza a ser impulsada, señalo también el contexto bajo el cual ocurre esto. En segundo examino, las historias de las epidemias que comenzaron a escribirse desde finales de 1930, enfatizo la manera en la que se han estudiado estos procesos y las convergencias y divergencias al momento de entenderlo bajo las metodologías cualitativa y cuantitativa. En tercer lugar, analizo de manera breve las historias de temas médicos que giran en torno al análisis de los indígenas fuertemente influenciadas por la antropología. En cuarto lugar examino la historia de la medicina como historia de la ciencia y desde la metodología de científica, doy cuenta de quienes escriben historia analizando el aspecto científico de esta y quienes escriben bajo una metodología “científica”. Finalmente enumero y analizo los textos de lo que hasta el momento es la tendencia más reciente en este campo historiográfico: la historia de la salud pública. Este texto es un primer acercamiento. La historia de la medicina: 1934 Como ya hemos señalado durante el siglo XX comenzaron a aparecer diversas obras de carácter histórico sobre el desarrollo de la medicina en el territorio nacional. La bibliografía sobre la historiografía médica nos indica que el primer trabajo más o menos amplio y académico que apareció en y sobre el contexto mexicano en el siglo XX es, la Historia de la medicina en México de Fernando Ocaranza, en el año de 1934. Marcado claramente por la obra de Francisco Flores y algo por la empresa de Nicolás León. Según Sanfilippo la obra “cuenta con información de fuentes originales”25. Sin embargo bastante breve para referirse al contexto nacional. En ella Ocaranza realiza un análisis de lo que llama la medicina mexicana. Su historia está dividida en tres periodos bien definidos. De esta manera, el primer capítulo del libro lleva el nombre de “La medicina en el México precortesiano”; el segundo, “La época colonial”; y finalmente, “El México independiente”. En su estudio Ocaranza entiende como medicina los métodos de curación de los habitantes del territorio que en la actualidad es México. Para él medicina es: “las 25Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 213 8 enfermedades y la manera de curarlas”.26 Así por ejemplo, “para resaltar la medicina precortesiana nombra los métodos de curación utilizados por las personas que habitaban el actual México antes de la llegada de los españoles”,27 que no siempre se relacionaron con “manifestaciones externas”,28 aunque como médico “científico”, a lo largo de su texto, realiza diversas advertencias sobre la “medicina” de los pobladores prehispánicos de lo que hoy es México, pues si bien trata de dar una interpretación sobre las maneras de hacer de estos, indica que algunas de estas fueron “fortuitas, impulsadas por la curiosidad o elementales”.29 El relato sobre la parte que corresponde a la época colonial Ocaranza lo principia con las epidemias que “contrajeron los indios”, nos narra en la manera en la que llegaron los españoles a los territorios de los primeros y como estos últimos fundaron sus instituciones encargas del desarrollo de la medicina. A partir del apartado segundo la historia de Ocaranza comienza a ser una historia de las instituciones encargadas de la medicina y la salud en México. De hecho, en Ocaranza encontramos ya la idea que vendría a reafirmar Elías Trabulse años más tarde, tras un copioso estudio sobre el desarrollo de la ciencia en México: “Esto no quiere decir que la herencia prehispánica no haya tenido cabida dentro del desenvolvimiento de la ciencia posterior a la llegada de los españoles; pero para el estudio de la ciencia mexicana en un contexto universal es indudable que permaneció la visón europea”.30 Es decir, intenta encontrar los orígenes de la medicina que se desarrolló dentro del territorio nacional, pero sin dejar de observar a esta en un espacio geográfico, donde existían diversas formas culturales antes de la llegada de los europeos. La tercera parte de la obra, es narrada a partir de la experiencia del autor; una historia de las instituciones médicas y formadoras de médicos -ubicadas en el centro de país-. Además de exponer a la medicina como ciencia, da cuenta de la estructuración de los diversos planes de estudio, encumbrados en los planteamientos médicos de diversas épocas. En su historia otros espacios quedan sin estudiar, y al igual que en las historias nacionales de ese tiempo, cree que México solo está en la capital. El papel de José Joaquín Izquierdo Raudón 26Ocaranza, Fernando, Historia de la medicina en México, Cien México, México, D.F., 1995, p. 38. 27Fierros, “Tras las huellas”, p. 163. 28Ocaranza, Historia de la medicina, pp. 44- 55. 29Ocaranza, Historia de la medicina, pp. 41- 51. 30Trabulse, Elías, Historia de la ciencia en México, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 25. 9 Además de la historia de Ocaranza apareció también en 1934 Balance cuatricentenario de la fisiologíaen México de José Joaquín Izquierdo Raudón (1893- 1974), sin duda alguna, la figura más significativa en el campo de los estudios históricos sobre medicina en México del siglo pasado. Médico de profesión, Izquierdo comenzó a escribir la historia de su profesión durante los años 30. En 1928 recibió una beca por parte de la Fundación Rockefeller31 para “realizar estudios de especialización en fisiología”32 y “trabajar en laboratorios y universidades de Europa y Estados Unidos al lado de destacados fisiólogos como J. Barcroft, W. B. Cannon, E. D. Adrian y Charles S. Sherrington, entre otros”. Lo que derivó en el texto Curso de fisiología de laboratorio (1929). Cuestión que Gabriela Castañeda y Ana Cecilia Rodríguez han considerado fundamental, en la vida de Izquierdo, para dedicarse al estudio de la historia de la medicina y la ciencia. Pues al regresar a México, observó la manera en la que se desarrollaba la fisiología en otros países, “consideró que en su país está guardaba el mismo estado que a finales del siglo XIX, a partir de entonces formula una serie de iniciativas tendientes a reformar e impulsar la disciplina tanto en la enseñanza como en la investigación”.33 Su experiencia en Estados Unidos sirvió para que comparara la fisiología que se desarrollaba en aquel país y en México. Comenzó a buscar respuestas en el pasado de la profesión para entender el desfase en el que se encontraba la fisiología en su país de origen.34 En Balance cuatricentenario, Izquierdo analiza muy brevemente, lo que considera “el antecedente más remoto de la enseñanza de la fisiología en México”, el establecimiento de la “cátedra de Prima Medicina” en 1580 en la Real y Pontificia Universidad de 31La aceptación de la medicina estadunidense en el territorio nacional “trajo como consecuencia una demanda creciente de servicios de salud”. Según Armando Solórzano, “Esta demanda, unida al crecimiento de las dependencias del Departamento de Salud Pública, repercutió en una escasez de doctores y personal de salud que se evidencio profundamente a partir de 1928”, tiempo en el que los directivos de la fundación “implantaron un programa de becas que facilitaría a los médicos mexicanos estudiar en las escuelas de salud pública de la Universidad de Harvard y la Johns Hopkins. Además de solventar la carencia de personal médico capacitado, este programa dejaría sus huellas al introducir un sistema de salud inspirado en los lineamientos de la medicina estadunidense”. “La influencia de la Fundación Rockefeller en la conformación de la profesión médica mexicana, 1921-1949”, en Revista Mexicana de Sociología, vol. 58, núm. 1, 1996, pp. 173-203. 32Castañeda, Gabriela y Ana Cecilia Rodríguez de Romo, “Henry Sigerist y José Joaquín Izquierdo: dos actitudes frente a la historia de la medicina en el siglo XX”, en Historia Mexicana, vol. LVII, núm. 1, 2007, p. 147. 33Castañeda y Rodríguez, “Henry Sigerist y José Joaquín Izquierdo”. 34Izquierdo, José Joaquín, Balance cuatricentenario de la fisiología en México, México, CVLTVRA, 1934. 10 México.35 Divide en tres momentos el desarrollo de la fisiología dentro del territorio mexicano. Sus intenciones son: En general no he querido hacer crónicas ni trazar biografías, dado que ambas cosas resultarían igualmente ineficaces para mis fines, que más bien tienden a hacer la crítica de las actividades de los hombres que contribuyeron a la obra del pasado, procurando valorarlas por comparación con las opiniones y tendencias que privaban en su tiempo o en el que inmediatamente les precedió.36 En su obra Izquierdo califica un segundo momento como científico, desde la impartición de la cátedra de fisiología por el médico Ignacio Alvarado (1829-1904), en base a la metodología de Claude Bernard (1813-1878), Izquierdo advierte: “no se conformó, como muchos, con deleitarse con los resultados que otros obtienen con el método científico o con manejarlo fantásticamente aplicado in mente a hechos relatados por segundas manos. Muy por el contrario, repitió cuidadosamente los “bellísimos experimentos” de Bernanrd sobre el curare.”37 Aunque la injerencia de Alvarado, fue fundamental, según Izquierdo: “solo fue pasajera” debido a “factores políticos y sociales de la época”, ya que no se le dio seguimiento de manera institucional “durante el largo periodo subsecuente de 1876 a 1910, en el cual tampoco llegaron a sentirse las influencias de los nuevos centros que ya venían rigiendo el progreso de la fisiología en Alemania y en Inglaterra”38. A lo anterior hay que añadir que José María Bandera catedrático de fisiología en el tercer período (1876-1909) “no se interesaba en la filosofía científica ni en la fisiología experimental; no organizó las clases prácticas y no se aproximó a las nuevas corrientes externas. Según Izquierdo la enseñanza de la fisiología permaneció en una fase de letargo durante su período docente”.39 Otro de los argumentos de Izquierdo para describir el atraso de la ciencia, es la falta de laboratorios de enseñanza, puesto que “nadie los reclamaba aunque se vislumbrara su 35Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “Fisiología mexicana en el siglo XIX: la enseñanza”, en Asclepio, vol. XLIX, núm. 2, 1997, p. 218. 36José Joaquín Izquierdo citado en Castañeda y Rodríguez, “Henry Sigerist y José Joaquín Izquierdo”, p. 150. 37Cházaro, Medicina, ciencia y sociedad, p. 27. 38José Joaquín Izquierdo, “Discurso de recepción de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia correspondiente a la Real de Madrid” pronunciado el día 12 de Junio de 1961, p. 6. 39Rodríguez de Romo, “Fisiología mexicana”, p. 221. 11 necesidad”.40 La historia de Izquierdo es una historia de la aplicación de una metodología en la medicina, para él la medicina es toral en la ciencia, por lo tanto su historia de la medicina la escribe desde la perspectiva de la historia de la ciencia, fundamentales en la vida de los seres humanos, en sus propias palabras: “las vicisitudes por las que ha pasado el desarrollo de las ciencias, hace descubrir que éstas, además de haber revolucionado en muchas ocasiones la vida económica, han ejercido siempre sobre las religiones, la filosofía, la literatura, el arte y los más variados aspectos de la vida diaria, muy hondas influencias, particularmente en el mundo en que vivimos, que serán mucho mayores en el de mañana”.41 Prolífico, Izquierdo escribió “ocho libros y más de 300 artículos publicados en destacadas revistas nacionales y extranjeras, sobre historia de la medicina e historia de la ciencia mexicana en los ámbitos local y nacional”,42 además de vincularse con especialistas dedicados a la historia de la ciencia y de la medicina de diversos países latinoamericanos, principalmente de “Argentina, Venezuela y Brasil”.43 Cabe mencionar que jamás formo una escuela o corriente historiográfica en el sentido estricto del término. Así pues, durante la década de los años 30, aparecieron otras obras relacionadas con la historia de la medicina, las cuales no intentaban narrar una historia de la medicina como en el caso de Ocaranza, tenían como objetos de estudio elementos constitutivos de la medicina, eran historias más específicas y menos abarcadoras, no por eso escasamente nutridas, que la historia de la medicina; ejemplo claro el caso de Izquierdo, estas historias no necesariamente estuvieron influenciadas por él. En 1936, los hospitales aparecieron en las narrativas históricas, los médicos Gilberto Aguilar y Roberto Ezquerro, publicaron su libro intitulado Los hospitales de México. Ese mismo año se publicó el libro del también médico Francisco Fernández del Castillo, titulado Cirugía mexicana en los siglos XVI y 40Rodríguez de Romo, “Fisiología mexicana”, p.220. 41Izquierdo, “Discurso de recepción”, p. 3. 42Castañeda y Rodríguez de Romo, op. cit., p. 147. 43En estos países las cátedras e institutos dedicados a su enseñanza, estudio y difusión se fundan en 1937, en el primer caso, y en los años cuarenta en el segundo y tercer caso. Martínez, “Inicios de la historia de la medicina”, p. 21. 12 XVII.44 Esa década es coyuntural porque comienzan a asomarse nuevas temáticas y nuevas narrativas. Las décadas de los 40 y los 50 Durante la década de 1940, aparecieron varios textos en donde se observa una propensión a considerar la medicina como ciencia, además de dejar fuera el análisis sobre los indígenas. Hacia 1942 se publicó, el libro: Cirugía mexicana del siglo XIX del escritor hondureño Rafael Heliodoro Valle. Influenciado por el texto anterior Rómulo Velasco Cevallos, escritor mexicano saca a la luz: Cirugía mexicana del siglo XVIII, publicado en 1946.45 En 1947 “el Colegio Nacional publicó […] México en la cultura médica, [un] estudio de la medicina mexicana de los primeros treinta años del siglo XX”, del médico Ignacio Chávez.46 Se observa entonces que, son las instituciones médicas que comienzan a utilizar la historia para tener un sustento epistemológico ante la sociedad y órganos reguladores. En otros países como en Estados Unidos, con la finalidad de “humanizar” la medicina se incluyeron cátedras de historia de la medicina en los planes de estudio de varias universidades.47 Además aparecieron textos de historiadores profesionales48 -aquellos que tenían un diploma en historia- como el hoy clásico: Hospitales de la Nueva España de Josefina Muriel, en dos tomos. El primero publicado en 1956,49 el segundo en 1960.50 En sus textos Muriel, da cuenta del proceso de instalación de la institución hospitalaria en la Nueva España, entiende que la genealogía de dicha institución está ligada a la historia de la religión y la caridad, pero fue sobre todo con la entrada de la modernidad al territorio que actualmente es México, que dichas instituciones pasaron del control clerical al control estatal. A lo largo de este estudio, se nota como la autora de manera muy clara aborda la idea de la relación entre medicina y modernidad, que hace ver a la medicina como ciencia y la institución hospitalaria como repositorio de esta. 44Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 214. 45Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 216. 46Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 216. 47Magner, Louis, “Enseñando historia de la medicina”, En Ana Cecilia Rodríguez y Xóchitl Martínez, Estudios de historia de la medicina: Abordajes e interpretaciones, UNAM, México, 2001. pp. 43- 60. 48Magner, “Enseñando historia de la medicina”, p. 217. 49Muriel, Josefina, Hospitales de la Nueva España. Fundaciones del siglo XVI (tomo I), México, UNAM, 1956. 50Muriel, Josefina, Hospitales de la Nueva España. Fundaciones de los siglo XVII y XVIII (tomo II), México, UNAM, 1960. Hay una segunda edición de ambos tomos. 13 No es casual que a finales de la década de 1950, exactamente en 1957 se creara la Sociedad Mexicana de Historia de la Medicina, teniendo como uno de sus fundadores a Francisco Fernández del Castillo (1899- 1985),51 quien desde los años cuarenta estuvo en contacto con sociedades de historia de la medicina del extranjero. El establecimiento de dicha sociedad y la prolífica producción de textos sobre el contexto médico mexicano, dieron pie a la profesionalización de la historia de la medicina; nuevas fueron las temáticas dentro de las narrativas y también la manera de abordarlas. Si bien en la década de los 50 la producción historiográfica sobre México con respecto a los temas médicos, se vio incrementada y fue producida por mexicanos como por extranjeros. En este sentido poco se habló de los indígenas –algo recurrente en el área hoy en día–. Como observamos estos textos se enfocan en historiar el papel científico de la medicina. Fueron los extranjeros, quienes precisamente en décadas subsecuentes vieron en la interacción biosocial entre indígenas y españoles un campo de estudio poco explorado, surgieron nuevas preocupaciones, otros profesionales se sumaron a médicos e historiadores. Vieron en los indígenas un campo virgen para discutir tópicos que tenían que ver con su campo de desarrollo, por ejemplo el efecto epidemiológico de la llegada de los españoles al actual territorio mexicano y sus contactos con las personas que ahí vivían: los indígenas. Lo que Diego Armus clasificó como historia sociocultural de la enfermedad, que ha servido de “excusa o recurso para discutir otros tópicos [...] apenas dialoga con la historia de las ciencias biomédicas y se concentra en las dimensiones sociodemográficas de una cierta enfermedad”.52 La historia de las epidemias En el anterior sentido es importante recalcar que la historia de las epidemias en México, ha sido abordada desde dos perspectivas. Hay quienes han basado sus historias en los efectos de las epidemias en la población recurriendo a cálculos estadísticos para probar sus hipótesis. Algunos más han analizado las epidemias desde la perspectiva social y cultural. 51En 1954 había ocupado la jefatura del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina que él mismo fundó, cuando el Dr. Raúl Fournier Villada era el director de la Facultad de Medicina. Además tuvo el interés por rescatar fuentes primarias, tanto impresas como documentales: realizó bibliografías e índices de revistas, escribió historias institucionales pero prefirió las biografías y los trabajos monográficos. Martínez, “Inicios de la historia de la medicina”, p. 18. 52Armus, “La enfermedad en la historiografía”, p. 45. 14 Dichos estudios han sido reforzados por una propensión a realizar investigaciones de corte regional y local. Uno de los primeros estudios históricos sobre las epidemias en México, desde la perspectiva demográfica, apareció en 1937, bajo la autoría del historiador estadounidense Sherburne F. Cook: The extent and significance of disease among the Indians of Baja California, 1697-1773,53 que comprende los periodos en los que las misiones de la península estuvieron administradas por jesuitas y franciscanos54. La hipótesis principal de Cook, es que una de las causas primordiales de la disminución de la población indígena en la península se debe a las diversas epidemias que aparecieron con la llegada de los europeos a la región.55 Descarta cuatro causas sugeridas por autores que estudiaron el Valle de México para referirse a la disminución de la población indígena. La primera, los conflictos entre tribus; segunda, los conflictos entre europeos e indígenas; “slaugther”, la tercera, la adicción a bebidas alcohólicas por parte de los indígenas; y cuarta, el mestizaje que no se produjo en demasía.56 Basándose en metodología estadística, Cook critica las hipótesis de Carl Ortwin Sauer (1889 –1975) y Peveril Meigs III, (1903- 1979) –aunque principalmente del segundo–, en lo referente al número de indígenas que habitaban en la zona que hoy se conoce como Baja California. Para fundamentar sus hipótesis Cook examina registros 53El primer trabajo registrado sobre temas derivados de la historia de la medicina con respecto al espacio geopolítico que compone el estado de Baja California es “Diseases of the indians of lower California in the eighteenth century” de Sherburne F. Cook, en dicho artículo el autor dibuja un panorama de sobre las diversas enfermedades que padecían los nativos del actual territorio bajacaliforniano; los “indios” como se les conoce en la historiografía a las personas que no se mezclaron con los españoles a la llegada de estos últimos a América. En su artículoCook comienza a esbozar uno de sus principales objetos de estudio que lo ocupará durante su carrera académica: las epidemias, como factor de la disminución de la población, aunque en dicha investigación solo realiza algunos señalamientos de enfermedades como la viruela, la sífilis, la malaria y el sarampión, además de presentarnos algunas formas de curación y tratamiento para tales, lo que él llama: remedies. Dicho artículo es meramente descriptivo, pero aun así contiene información fundamental para los estudios de las enfermedades en la península. “Diseases of the indians of lower California in the eighteenth century” en California and Western Medicine, vol. 43, núm. 6, 1935, pp. 432- 434. 54Magaña, Alberto, “Las epidemias en la península de Baja California entre 1769 y 1834, con especial hincapié en la magnitud y el significado de la viruela de 1780- 1782”, en Chantal Cramaussel, El impacto demográfico de la viruela en México de la época colonial al siglo XX. Zamora, el Colegio de Michoacán, 2010, p. 37. 55Las conclusiones de Cook en ingles: “that between 25 and 40 per cent of the population decline in Lower California may be directly attributed to epidemic disease (cursivas en el original)”. “The extent and significance of disease among the Indians of Baja California, 1697-1773”, Berkley, University of California, 1937, p. 36. 56Cook, Sherburne, The extent and significance of disease, p. 36. 15 estadísticos realizados por los misioneros jesuitas y franciscanos, especialmente los de Francisco Palou (1722- 1789). El debate de Cook se extiende al plano epistemológico de la historia demográfica, la manera de interpretar las fuentes de Meigs III, para Cook son insuficientes, pues Meigs no diferenció entre los bautizados niños (párvulos) y los adultos conversos, entendió que la tasa de natalidad era superior a la tasa de mortalidad, a decir: que nacían más indígenas de los que morían.57 Los trabajos de Cook hicieron eco en algunos historiadores que emprendieron sus investigaciones en el estudio de las epidemias desde una perspectiva demográfica. El caso más notable quizá el de la historiadora Elsa Malvido, influenciada fuertemente por la historia serial francesa, desde una perspectiva regional prueba una de las hipótesis de Cook en Cholula Puebla. Malvido entendía que las epidemias habían sido un factor clave para la disminución de la población choluleña.58 La misma Malvido junto a Enrique Florescano, realizó uno de los primeros esfuerzos por reunir varios trabajos de manera más o menos sistemática sobre las epidemias en México, titulado: Ensayos sobre la historia de las epidemias en México, publicado en 198259. Donde se aborda la historia de las epidemias en México desde múltiples enfoques y sobre múltiples espacios, que van desde la situación epidemiológica en el México prehispánico hasta las epidemias durante el siglo XX. Los trabajos de Malvido tuvieron clara influencia en otros historiadores tanto en la temática como en el abordaje de la misma. A finales del siglo XX y principios del XXI comenzaron a proliferar textos de carácter académico en donde se abordaron las epidemias desde la perspectiva demográfica. En algunos trabajos los autores se concentran en analizar las repercusiones de las epidemias a través de parámetros e indicadores demográficos, analizan las curvas de mortandad y mortalidad, ponen a prueba la influencia de las epidemias en las crisis demográficas en ciertas localidades y regiones.60 Se ha puesto de 57Cook, Sherburne, The extent and significance of disease, p. 36. 58Malvido, Elsa, “Factores de despoblación y de reposición de la población de Cholula, 1641-1810”, en Historia mexicana, vol. 23, núm. 1, 1973, pp. 52-110. 59Malvido, Elsa y Enrique Flores Cano, Ensayos sobre la historia de las epidemias en México (tomo I y II), México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982. 60Ordenados como aparecieron. “La intensidad de las crisis demográficas en las ciudades de México y Guadalajara 1800- 1850” en Takwá, núm. 8, 2005, pp. 13-36 y “La epidemia de viruela de 1830 en Guadalajara”, en Relaciones Estudios de Historia y Sociedad, vol. XXIX, núm. 114, 2008, pp. 77- 99; Molina, América, Guerra, tifo y cerco sanitario en la Ciudad de México 1911- 1917, México, CIESAS, 2014 16 manifiesto también cómo las diferencias sociales son un factor fundamental cuando se presenta una enfermedad en su forma epidémica, además del contexto cultural, económico y político.61 Los estudios sobre las epidemias en territorio mexicano han aumentado de manera considerable a partir de la década del 2000. En tiempos recientes los historiadores además de analizar la epidemia como tal y su dimensión sociodemográfica, han realizado historias donde estudian una enfermedad desde múltiples dimensiones.62 No menos importante es la utilización de análisis demográficos para trazar las rutas de las epidemias en México.63 Es menester indicar que la mayoría de los textos se concentran en estudiar épocas anteriores al siglo XX, sus objetos de estudio muchas veces son los indígenas, estos historiadores se valen de registros parroquiales y protocensales.64 A la par del estudio de las epidemias desde la perspectiva demográfica, ha surgido una historiografía distinta, que también ha tratado sobre epidemias, pero que tiene un enque y herramientas de análisis distintas. El libro de Donald Cooper Epidemic Disease in Mexico City 1761- 1813, impreso en 1965 es un buen ejemplo. Bajo una clara influencia de la y “Los alcances de la inoculación y el impacto de la viruela de 1797 en la parroquia de San Agustín Jonacatepec”, en Relaciones Estudios de Historia y Sociedad, vol. XL, núm. 157, 2019. 61En orden de aparición son: Oliver, Lilia, Un verano mortal. Análisis demográfico y social de una epidemia de cólera: Guadalajara, 1833, Gobierno de Jalisco, Unidad Editorial, 1986; Márquez, Lourdes, La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México. El tifo y el cólera (1813- 1833), Mexico, Siglo XXI, 1994; Cuenya, Miguel, Puebla de los Ángeles en tiempos de una peste colonial, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1999; Molina, América, La Nueva España y el matlazahuatl, 1736-1739, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2001 y Guerra, tifo y cerco sanitario en la Ciudad de México 1911- 1917, México, CIESAS, 2014. 62Cuenya, Miguel, Elsa Malvido, Concepción Lugo, Ana María Carrillo y Lilia Olivier, El cólera de 1833 una nueva patología en México. Causas y efectos, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1992; Félix, Hiram, Cuando la muerte tuvo alas. La epidemia de fiebre amarilla en Hermosillo (1883- 1885), Hermosillo, El Colegio de Sonora, 2010; Cramaussel, Chantal (edit.), El impacto demográfico de la viruela en México de la época colonial al siglo XX. La viruela antes de la introducción de la vacuna, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2010; Cramaussel, Chantal y Alberto Magaña (edits.), El impacto demográfico de la viruela en México de la época colonial al siglo XX. La viruela después de la introducción de la vacuna, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2010; Cramaussel, Chantal y David Carbajal (edits.), El impacto demográfico de la viruela en México de la época colonial al siglo XX. Estudios de larga duración, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2010. Cabe recalcar que en los tres libros sobre la viruela dirigidos por Cramaussel la mayoría de estudios que nos presentan tienen una tendencia clara a la dimensión demográfica, pero agregan algunos estudios desde otras perspectivas sobre la enfermedad, que nos dan una perspectiva más amplia sobre la misma. 63Carvajal, David, “La epidemia del cólera de 1833-1834 en el obispado de Guadalajara. Rutas de contagioy mortalidad”, en Historia Mexicana, vol. LX, núm. 4, 2011, pp. 2025- 2067; Magaña, Alberto (coord.), Epidemias y rutas de propagación en la Nueva España y México (siglos XVIII y XIX), México, Archivo Histórico Pablo L. Martínez. 64Peña, Yesenia, “Rastreando la mortalidad en los archivos parroquiales de Santa María de El Cardonal, 1800- 1858”, en Dimensión antropológica, vol. 36, 2006. 17 segunda generación de la escuela de los annales historiza las epidemias para dar cuenta las multifactoriales condiciones que generaron los medios propicios para que las enfermedades tuvieran efectos devastadores en la Ciudad de México,65 su trabajo está muy cercano a lo que hoy llamaríamos historia de la salud pública66. En esta línea se encuentran algunos trabajos de Ana María Carillo67 y Claudia Agostoni.68 En un texto de reciente aparición Agostoni ha analizado la Tuberculosis como endémica desde la óptica de la historia de la enfermedad.69 Es importante indicar que historia de las epidemias que se ha escrito en los últimos 10 años, pese a seguir con su característico análisis basado en cifras, ha abrevado de la antropología y las ciencias forenses,70 han surgido interesantes propuestas. La historia escrita por estos historiadores es innovadora en el sentido que trabaja con nuevas fuentes y se sustenta en pruebas químicas. Uno de los primeros textos en México en incluir investigaciones con esas características, es decir un enfoque y metodología 65Cooper, Donald, Epidemic Disease in Mexico City 1761- 1813. An administrative, social and medical study, Texas, University of Texas press, 1965. 66En palabras de un historiador argentino: “Tiende a enfocarse en el poder, la política, el Estado, las instituciones y la profesión médica. En gran medida es una historia donde la medicina pública suele aparecer en clave progresista –intentando ofrecer soluciones eficaces para la lucha contra las enfermedades del mundo moderno– y donde las relaciones entre las instituciones de salud y las estructuras económicas, sociales y políticas estan en el centro de la narrativa. Discute no tanto los problemas de la salud individual sino la de los grupos, estudia las acciones políticas para preservar o restaurar la salud colectiva y suele enfocar su atención en los momentos en que el Estado o algunos sectores de la sociedad han impulsado iniciativas concretas resultantes de una evaluación donde los factores médicos y epidemiológicos cuentan tanto como los políticos, económicos, culturales, científicos y tecnológicos. Es una historia que se pretende útil e instrumental”. Armus, “La enfermedad en la historiografía”, p. 7. 67Carrillo, Ana María, “¿Estado de peste o estado de sitio?: Sinaloa y Baja California, 1902-1903”, en Historia mexicana, vol. LIV, núm. 4, 2005, pp. 1049- 1103. “Los modernos minotauro y Teseo: la lucha contra la tuberculosis en México”, en Estudios, núm. Especial, 2012, pp. 85- 101. Y “Control sexual para el control social: La primera campaña contra la sífilis en México”, en Espaço Plural, vol. XI, núm. 22, 2010, pp. 65-77. 68Agostoni, Claudia, “‘Timbres rojos’ y el Comité Nacional de Lucha contra la Tuberculosis, Ciudad de México, 1939-1950”, en Revista CONAMED, vol. 22, núm. 4, 2017, 199- 201. 69La historiadora deja muy clara su postura teórica respecto al abordaje que hace de la TB, basada en los presupuestos presentados por Diego Armus. Alude “a diferentes temporalidades, tanto a tiempos largos o, a lo que se podría llamar, “la historia natural de la enfermedad”, y a tiempos relativamente más cortos … marcados o atados a los avatares generales de una historia necesariamente más específica y acotada a una ciudad o a un país. Esos tiempos más cortos, en ocasiones encuadrados por los quiebres de la historia política, pueden elucidar intervenciones específicas, la “creación y consolidación de agencias estatales”, la movilización de nuevas alianzas de sectores sociales y profesionales y la politización de una enfermedad”, es decir su investigación tiende a enunciarse desde un tiempo corto. Agostoni, Claudia, Del “armamento antituberculoso” al Sanatorio para Tuberculosos de Huipulco en la Ciudad de México, 1920-1940”, en História, Ciências, Saúde– Manguinhos, vol.26, núm. 2, 2019, p. 521. 70Márquez, Lourdes, y Margarita Meza, “Sífilis en la Ciudad de México: análisis osteopatológico”, en Cuicuilco, vol.22, núm. 63, 2015, pp. 89- 126. 18 biosociocultural, es El miedo a morir. Endemias, epidemias y pandemias en México. El texto se privilegia de una introducción donde las autoras delimitan los conceptos de endemia, epidemia y pandemia,71 que los historiadores poco habían considerado, de hecho en ocasiones de manera indistinta, se ha tomado un brote como epidemia,72 o se había pasado por alto si la enfermedad era endémica en un espacio.73 La tendencia en el mundo parece ir encaminada a rastrear los orígenes de las enfermedades, desde una metodología biosociocultural con grupos multidisciplinarios donde estan siempre presentes los historiadores.74 Aunque la historia de las epidemias (enfermedades) no fue la única que se benefició de otros campos del conocimiento. Algunos historiadores que se han dedicado a indagar el mundo indígena decidieron enfocarse en estudiar las formas de curación de los indígenas. Entonces comenzaron a aparecer con mayor frecuencia trabajos sobre lo que han llamado “medicina indígena”.75 Estudiar la “medicina indígena”76 A finales de la década de 1960 y principios de la de los 70 médicos e historiadores (estos últimos influenciados por la antropología y la arqueología) emprendieron la labor de estudiar las formas de curación de los indígenas. En México, los antropólogos habían comenzado a explorar el campo de lo que llamaron “medicina tradicional” desde finales de la década de 1940.77 71Molina, América, Márquez, Lourdes y Pardo, Claudia, El miedo a morir. Endemias, epidemias y pandemias en México: análisis de larga duración, México, Instituto Mora, 2013. 72Esta situación la he puesto de manifiesto en el territorio de Baja California en Fierros, Arturo y Alejandro Ayala, “Las epidemias que nunca llegaron: fiebre amarilla (1883) y peste bubónica (1902- 1903) en Baja California”, Gaceta Médica de México, núm. 154, 2018, 118-124. 73Márquez, Lourdes, “La sífilis y su carácter endémico en la Ciudad de México”, en Historia mexicana, vol. LXIV, núm. 3, 2015, pp. 1099- 1161”. 74Worobey, Michael, Watts, Thomas, Mckay, Richard, Suchard, Marc, Granade, Timothy, Teuwen, Dirk, Koblin, Beryl, Heneine, Walid, Lemey, Philippe y Jeffe, Harold, “1970s and patient O HIV- 1 genomes illuminate early HIV/AIDS history in North America”, en Nature, vol. 539, pp. 98-101. 75Según la compilación de textos que realizan Luz María Vargas y Carlos Santillán: en la década de 1930 se produjeron solo 6 respecto al tema, para 1940 los autores lograron identificar 22 entre artículos y libros. Vargas, Luz María y Santillán, Carlos Enrique, Biblio-hemerografía sobre antropología médica (1900- 1990), México, Universidad Autónoma de México, 1994, pp. 291- 322. 76Entiendo que hay diferencias culturales, políticas, económicas y sociales entre los diversos grupos que vivían en México antes de la llegada de los europeos, y que muchos de muchos no han sido tomados en cuenta en la historiografía que aquí menciono, pero para abordar este asunto se requiere un espacio mayor. 77Aguirre, Gonzalo. “Nace la antropología medica” en Roberto Campos, La antropología médica en México. México, Instituto Mora, 1992, p. 54. 19 Hubo antropólogos de origen mexicano que exhortaron al estudio de las fuentes antiguas, Gonzalo Aguirre Beltrán llamó a “romper con la aproximación étnica y a considerar los sistemas médicos locales dentro del contexto de su propia temporalidad y cultura”,78 existióun dialogo multidisciplinario. Los trabajos del historiador experto en el mundo mesoamericano Alfredo López Austin son un buen ejemplo. López Austin reinterpreto los códices hechos por los primeros fríales que llegaron a lo que hoy es México. Rescató información valiosa en una serie de artículos. Escribió sobre las formas de curación que por tradición los indios conservan hasta el día de hoy. Su primer texto al respecto salió en 1967, en el estudia a los “curanderos”. En otros trabajos “las plantas medicinales”, las enfermedades y las formas de curación.79 En 1975 López Austin da a conocer el libro Textos de medicina náhuatl, donde se observa clara la influencia del antropólogo estadounidense Robert Redfield, que estudio la “medicina de las culturas prehispánicas” de México.80 En su libro López Austin reúne diversos textos sobre la temática que se escribieron desde la época colonial hasta su presente. Un estudio introductorio de más de 40 páginas, da cuenta de que pese a “los límites entre la magia, la religión y el empirismo no eran tan claros en los procedimientos terapéuticos, parece haber existido en la época prehispánica una tremenda especialización”.81 Los historiadores de esa época estudiaron mayormente las ideas; querían entender cómo las civilizaciones antiguas construyeron su idea de salud y enfermedad, de esa misma manera los médicos.82 Sin embargo hubo una apropiación e interpretación de muchas técnicas de los indígenas por parte de los españoles, principalmente de la herbolaria. Estos trabajos bien podrían inscribirse en lo que Michel Foucault llamo arqueológicos, en el sentido de abordar el pasado.83 78Luis Vargas y Leticia Casillas. “La antropología medica en México” en Roberto Campos, La antropología médica en México. México, Instituto Mora, 1992, p. 84. 79López Austin, Alfredo, “Cuarenta clases de magos del mundo náhuatl”, Estudios de cultura náhuatl, vol. VIII, 1969, pp. 51- 121. “De enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas”, Estudios de cultura náhuatl, vol. VIII, 1969, pp.51- 121, “Plantas medicinas y otras cosas medicinales”, Estudios de cultura náhuatl, vol. IX, 1971, pp. 125- 230 y “Descripción de medicinas en textos dispersos del libro XI de los Códices Matritense y Florentino”, Estudios de cultura náhuatl, vol. XI, 1974, pp.45- 135. 80Aguirre, “Nace la antropología médica”. 81López Austin, Alfredo, Textos de medicina náhuatl, México, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, 1975, p. 37. 82Martínez Cortés, Fernando, Las ideas en la medicina náhuatl, México, La Prensa Médica Mexicana, 1965. 83Foucault, Michel, El nacimiento de la clínica. Una mirada de la arqueología médica, México, siglo XXI, 2018 y La arqueología del saber, México, siglo XXI, 2006. 20 A finales de los 80 y principios de los 90, surgió una perspectiva crítica al historiar la medicina indígena como puntos de resistencia a la ideología española –la dominante–. Esta historia no siempre fue hecha por historiadores, su estela perdura hasta hoy.84 Algunos historiadores se concentraron en escribir textos mayormente informativos, emergieron La medicina náhuatl y Ticiotl. Conceptos médicos de los antiguos mexicanos de Carlos Viesca Treviño, que se publicaron en 1986 y 1997 respectivamente.85 La historia de la medicina indígena estuvo marcada por el reconocimiento de los saberes de los antiguos pobladores como: sus formas de curación y, su perspectiva e ideas sobre la manera de funcionamiento de la botánica. Paradójicamente para estos historiadores lo que llamaron “medicina indígena” no tenía una relación epistémica con la medicina, de hecho observaron las divergencias y convergencias, muchas veces la absorción de un conocimiento sobre el otro. Reconocieron la “medicina indígena”, al igual que Francisco Flores y Nicolás León en el siglo XIX, no como un saber científico sino venido de una episteme distinta, por lo que es fundamental recordar las palabras escritas por López Austin en 2010 En el mundo mesoamericano precolombino no existía nada que pudiera conocerse como ciencia, tal como la entendemos ahora. Cuando la verdad ya se conoce porque proviene de los Dioses, no hay lugar para preguntas sobre la naturaleza, que constituyen el inicio de la ciencia. Todo está dicho y preestablecido, y cuando los dioses no se han pronunciado sobre algún fenómeno natural, como un cometa o como un arco iris, lo que corresponde es que los sacerdotes realicen ceremonias y los sacrificios para propiciar las respuestas de los dioses. Por eso es que no tiene sentido hablar de ciencia en el mundo mesoamericano precolombino…86 A propósito de lo señalado, fue a principios de la década de 1990 que se comenzó a escribir una historia de la medicina desde la ciencia y de la ciencia, que de facto dejo fuera de sus narrativas a la “medicina indígena”. Los problemas que analizan estos historiadores 84Quezada, Noemí, Enfermedad y maleficio. El curandero en el México colonial, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989; Sánchez, Pedro y Gonzalo Balsalobre, Hechicerías e Idolatrías del México Antiguo México, México, CONACULTA, 2008. 85Viesca, Carlos, La medicina náhuatl, México, Editorial panorama, 1986; Ticiotl y Conceptos médicos de los antiguos mexicanos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997. 86Pérez, Ruy (Coord.), Historia de la ciencia en México, México, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 11. 21 orbitan en torno a la episteme de la medicina que prolifero en occidente como saber científico desde mediados del siglo XIX.87 Entre la historia de la medicina y la historia de la ciencia La Fisiología y sus Instrumentos Estudio y Catálogo de la Colección de Fisiología del Museo de la Medicina Mexicana, uno de los textos más recientes, se puede catalogar en esta área. Primeramente debemos señalar la originalidad de las fuentes materiales con las que está construido el texto, un trabajo arqueológico. El propósito del texto es dar cuenta cómo el instrumental médico tiene gran influencia en la conformación de saberes y prácticas.88 Laura Cházaro autora del texto, ya había trabajado esta idea anteriormente. Analizó instrumentos médicos que le dieron a los obstetras del siglo XIX la oportunidad de utilizarlos para atender a las parturientas, idea que fue normalizada mediante un complejo ajuste entre dimensiones técnicas y normativas.89 Desde otra mirada es la prolífica historiadora Ana Cecilia Rodríguez de Romo es una de las principales impulsoras de esta área –lo que no quiere decir que los trabajos antes mencionados estuvieran bajo su influencia–. Médico de profesión, con posgrados en historia, alumna directa de Mirko Grmek.90 Realizó sus estudios posdoctorales en el Instituto de Historia de la Medicina de la Universidad de Johns Hopkins.91 En sus investigaciones se refleja su formación. Desde sus primeros textos deja clara su postura donde entiende a la medicina como ciencia.92 Le interesa historiar la dimensión 87Martínez Cortés, Fernando, La medicina científica y el siglo XIX mexicano, México, Fondo de Cultura Económica, 2003. No quiere decir que el autor de este texto no escribiera sobre otras temáticas, o que no las promoviera. Pero sin duda esta obra marca una continuidad respecto a las ideas sobre la medicina moderna en México, que se tocaron después, incluso algunos autores han citado su texto para dar cuenta de sus hipótesis. 88Cházaro, Laura, La fisiología y sus instrumentos. Estudio y catálogo de la colección de Fisiología del Museo de la Medicina Mexicana, México, DIE-Cinvestav, 2016. 89Cházaro, Laura, “Pariendo instrumentos médicos: los fórceps y pelvímetros entre los obstetrasdel siglo XIX en México”, en Dynamis, vol. 24, 2004, pp. 27- 51. El papel de los obstetras y su discurso se puede poner a discusión con el trabajo de Carrillo, Ana María “Nacimiento y muerte de una profesión. Las parteras tituladas en México”, en DYNAMIS, vol. 19, 1999, pp. 167-190. 90Nacido en Croacia (1924), curso estudios de medicina. Estudio un doctorado en literatura en parís donde se desarrolló la mitad de su vida profesional. Su obra más importante es Historia del SIDA. El historiador Michel de Certeau dirá de Raisonnnement experimental et reserches toxicologiques chez Claude de Bernard, escrito por Grmek como tesis de doctorado publicada en 1976: “estudio minucioso cuyo interés supera en mucho al caso particular de C. Bernard, permite captar en vivo los desfasamientos que hacen pasar de la experiencia (en este caso controlada) a la crónica y de la crónica al discurso didáctico –teoría o historia”. La escritura, p. 103. 91Martínez, Xóchitl; Rodríguez de Romo Ana Cecilia y Shein Max. “La historia de la medicina desde tres puntos de vista diferentes”, en Anales médicos, vol. 1, núm. 2, 2003, p. 61. 92Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “El inicio de la medicina científica en México”, en Técnica y humanismo, vol. 63, 1991, pp. 60- 64 y “Factores determinantes en el origen y desarrollo de un político-científico 22 multicausual de los sucesos históricos que dan pie a la formación de la ciencia médica, en sus palabras: “quizá la característica más particular del descubrimiento en medicina sea el hecho de tantas ideas que se consideran nuevas, pero que realmente han surgido una o varias veces en la historia y que no fructificaron por la época, el sitio o las circunstancias en que se dieron”, lo llama “serendipia”.93 Advierte: “para ser científico descubridor, no hay que ser un genio ni tener personalidad especial, es suficiente ser muy trabajador, persistente, voluntarioso, disciplinado, observador y quizá tener un poco de suerte”.94 En su narrativa interactúan factores endógenos y exógenos en los hechos que analiza para construir su discurso. Los objetivos de la historia que narra Rodríguez de Romo giran en torno a realizar análisis de la comprobación de los conocimientos médicos en diversas épocas históricas, con ayuda de conceptos y metodología de la “ciencia médica”, va a la episteme del conocimiento médico.95 Hasta el momento, es una de las pocas historiadoras mexicanas de la medicina que ha sustentado su postura teóricamente, ha forjado una filosofía de la historia de la medicina. Incluso ha propuesto un modelo, a través de herramientas históricas, llamado la medicina institucional para organizar la medicina actual.96 En un primer momento Rodríguez de Romo consideraba la historia de la medicina como “una especialidad de la disciplina” médica, con cierta “independencia”, con un grado de complejidad distinto y si se quiere hasta inferior que “la cardiología, la epidemiología o la cirugía”. En esta tónica el estudioso de la historia de la medicina, deberá pues, poseer herramientas que lo lleven a la interpretación de las fuentes.97 En reflexiones posteriores se mexicano: Manuel Martínez Báez” en María Rodríguez y José Moncada (Coords.), Enfoques Multidisciplinarios de la cultura científico-tecnológica en México. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994. 93 Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “El descubrimiento científico en la historia de la medicina”, en Annales médicos, vol. 42, núm. 1, 1997, p. 35. 94Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “El descubrimiento científico”, p. 36. 95Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “La digestión de las grasas en el programa de fisiología del año 1917: ¿Influencia de Claude Bernard en Fernando Ocaranza?”, en Revista de la Facultad de Medicina UNAM, vol. 33, núm. 3, 1990, pp. 163- 166 e “Inoculación en la epidemia de viruela de 1797 en la ciudad de México: ¿Mito o solución real?”, en Revista electrónica, Antilia Revista Española de las Ciencias de la Naturaleza y de la Tecnología, vol. III, 1997. 96Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “Una propuesta para entender la medicina contemporánea desde el punto de vista de la historia”, en Anales médicos, vol. 54, núm. 2, 2009 pp. 114 – 119. 97Martínez; Rodríguez de Romo y Shein Max. “La historia de la medicina”, p. 61. 23 acerca más a la idea que ha llevado a través de sus textos,98 con una metodología desde la ciencia, piensa la historia de la medicina como ciencia, sustentada en bases teórico- metodológicas, que médicos y estudiosos de las ciencias sociales y humanidades han practicado. La pregunta “equivale a la hipótesis de los experimentos científicos”, donde “la única condición para responderla científicamente es ubicarla en el marco del razonamiento lógico y finamente estructurado. Usar un método dependiente de las «fuentes»”, semejantes a los “materiales de los experimentos”, que el investigador está obligado a historizar. Afirma incluso: “en lo esencial, el método histórico no difiere del experimental”.99 Podríamos decir que hay historiadores desde la ciencia e historiadores que estudian los procesos científicos. Fernando Martínez Cortés es un claro ejemplo del segundo grupo. A partir la década de 1980, trabajó la idea de la introducción de la medicina científica en México durante el siglo XIX.100 La idea del rastreo de ideas se ha aplicado al análisis de la historia de la salud pública. Impulsado fuertemente en México desde finales del siglo pasado por Ana María Carrillo y Claudia Agostoni. La historia de la salud pública En su artículo Economía, política y salud pública en el México porfiriano (1876-1910), parte de su tesis doctoral, Ana María Carrillo brinda pistas sobre el nacimiento de la salud pública “moderna” en México. Bajo el argumento que para que eso ocurriera se conjugaron elementos científicos, políticos y económicos. Lo que propicio que salud pública fuera exitosa durante el régimen porfiriano. Éxito que termino con la caída del régimen de Porfirio Díaz, a decir de la autora se “vería interrumpida de manera abrupta y durante casi una década por el movimiento revolucionario iniciado en 1910”.101 De igual manera en Monuments of progress, su tesis doctoral publicada en 2003, Agostoni desarrolla esta idea enfocada a la Ciudad de México, liga la concepto de modernidad emanado del gobierno de Porfirio Díaz con la construcción de grandes obras en el espacio citadino que buscaban, más que embellecer y ordenar la ciudad, modernizarla al igual que otras ciudades 98Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “La ciencia pasteuriana a través de la vacuna antirrábica: el caso mexicano”, en DYNAMIS, 1996, vol. 16, pp. 291-316. 99Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “La Historia de la Medicina es una ciencia”, en Gaceta Médica de México, vol. 154, pp. 5- 7.pp. 5- 7. 100Martínez Cortés, Fernando, La medicina científica. 101Carrillo, Ana María “Economía, política y salud pública en el México porfiriano (1876-1910)”, en História, Ciências, Saúde-Manguinhos, vol. 9, 2002, pp. 67- 87. 24 modernas. El gobierno del oaxaqueño se empeñó en mantener limpia la ciudad, a la par de la aplicación de distintas campañas sanitarias.102 De esta forma Carrillo y Agostoni han ido desglosando los elementos que contribuyeron para la formación de la salud pública durante el profiriato. Han dado cuenta cómo los médicos surgieron como un gremio fuerte y de poder que se logró afianzar durante la dictadura de Díaz103 y los debates que surgieron para la adicción de concepciones y tecnología biomédica de la época.104 Dichas explicaciones colaboran para entender por qué el corpus de la salud pública se fue consolidando en México a finales del siglo XIX, esdecir las relaciones multicausales para que ese hecho sucediera. Recientemente las autoras mencionadas se han movido a estudiar otra temporalidad.105 Esto no se debe para nada al agotamiento del tema. Si en un primer momento analizaron la salud pública en las ciudades en el profiriato, en otros textos estudian la aplicación de medidas sanitarias en las zonas rurales durante el siglo XX, que fueron descuidadas y casi abandonadas en dicho aspecto durante el porfiriato. Lo que dicta este cambio de temporalidad en su programa de investigación, es ver sí hubo continuidad en ciertos aspectos de la salud pública. Implícitamente nos llevan a preguntarnos si ¿la atención que se brindó al “campo” en la posrevolución, también se dio en los aspectos de salud? En textos de finales de esta década, su programa de investigación se vislumbra de mejor manera. Podemos observar que la temporalidad ha estado dictada por el problema que plantean, como la producción de vacunas106 o la erradiacion de la viruela.107 102Agostoni, Claudia, Monuments of progress: Modernization and public Health in Mexico City, 1876- 1910, Canada, Calgary press, 2003. 103Carrillo, Ana María, “Profesiones sanitarias”. Agostoni, Claudia, “Médicos científicos y médicos ilícitos en la Ciudad de México durante el porfiriato”, en Estudios de historia moderna y contemporánea de México, núm. 19, 1999, pp. 13- 31 y “Médicos ecuestres, el arte de curar y los galenos en la historia nacional (Ciudad de México, 1877-1911)”, en Ciência & Saúde Coletiva, núm. 3, vol. 13, 2008, pp. 975- 984. 104Ana María Carrillo, “Los comienzos de la bacteriología en México”. Claudia Agostoni, “Los infinitamente pequeños: debates y conflictos en torno a la bacteriología (ciudad de México, siglos XIX al XX)”. 105Carrillo, Ana María, “Médicos rurales y medicina social en el periodo posrevolucionario (1920- 1940)”, en Historia mexicana, vol. LXIII, núm. 2, 2013, pp. 745- 801. Agostoni, Claudia, “Salud pública y poder en México durante el Cardenismo, 1934-1940”, en DYNAMIS, vol. 25, 2005, pp. 145- 178. 106Carrillo, Ana María, “Vaccine productrion, national security anxieties and the unstable state in nineteenth- and twentieth’ century Mexico”, en Christine Holmberg, y Hillis Miller, The Politics of Vaccination: A Global History, Manchester, Manchester University Press, 2017. Por otra parte es importante dar cuenta del esfuerzo que ha realizado Carrillo al coordinar el Seminario Permanente de Historia de la Medicina y la Salud Pública en América Latina en la UNAM, donde se han presentado muchos trabajos sobre temas médicos, concernientes al contexto mexicano, algunos de ellos aún inéditos. 107Claudia Agostoni, Médicos, campañas y vacunas. La viruela y la cultura de su prevención en México, 1870- 1952, México, UNAM, 2016. 25 A inicios del siglo XXI, se analizó desde la historia de la salud pública el cuadro epidemiológico en el Alto Caribe de finales del siglo XIX y principios del XX, específicamente en tres puertos: Veracruz (México), La Habana (Cuba) y Nueva Orleans (E.U.A); una región, unida por el intercambio comercial por ende contacto social y cultural, condiciones propicias para la propagación de enfermedades infecto-contagiosas.108 De igual forma la salud pública en Baja California (inspirado por los enfoques de Carrillo y Agostoni)109 y la salud publica en Jalisco.110 Además se observó un incremento de obras colectivas que aunque no siguen un eje metodológico como tal, se han caracterizado por contar con los ejes temáticos que nos ocupan en estas líneas.111 Consideraciones finales Actualmente no podríamos hablar la historia de la medicina si entendemos que las herramientas y la perspectiva con las que abordan, no solo los historiadores, a los multivariados y heterogéneos objetos que van desde un hospital, algún agente del cuerpo médico hasta un sistema sanitario, son tan diferentes como sus objetos de análisis. Esta diferenciación se vuelve útil para intentar entender el horizonte del autor como sujeto de producción discursiva, nos lleva a pensar este tipo de historias desde su episteme. Es decir no podríamos entender todos los textos como una unidad solo por considerar que analizan un elemento que tiene estrecha relación con el campo médico. Puesto que a veces investigadores por la misma naturaleza de sus estudios tienden a indagar algún elemento de la medicina, como alguna enfermedad en su forma epidémica, pandémica o endémica, sin que esto signifique que sean expertos en el campo de la historia de la medicina. Otros analizan los vaivenes de la ciencia a través de la medicina, que da cuenta de sus intereses, sus intenciones. Hay quienes escriben historia para hacer aportaciones a otros campos del conocimiento y hay quienes la hacen para hacer 108Ronzón, José, Sanidad y modernización en los puertos del Alto Caribe. 1870-1915, México, UAM, 2004. 109Fierros, Arturo, Historia de la salud pública en el Distrito Norte de la Baja California 1888- 1923, México, CECUT, 2014. 110Gómez, Melchor, “Factores de creación y cambio en las instituciones porfirianas de salud pública en Jalisco”, en Letras Históricas, núm. 13, 2016, pp. 111-140. 111Rodríguez de Romo, Ana Cecilia y Martínez, Xóchitl (coords.), Estudios de historia de la medicina: Abordajes e interpretaciones, México, UNAM, 2001; Cházaro, Laura (edit.). Medicina, ciencia y sociedad en México siglo XIX. Michoacán, Colegio de Michoacán, 2002; Agostoni, Claudia, Curar, sanar y educar: enfermedad y sociedad en México siglos XIX y XX, México, UNAM, 2008. 26 aportaciones al campo histórico. Los elementos de la medicina son tan flexibles, que dan esa posibilidad. La medicina, las ciencias sociales y las humanidades por su plasticidad han coexistido para enriquecer estas historias. Sus autores echan mano también de la salud pública, la epidemiologia, la genética y más recientemente de la química. Lo que proyecta un nuevo tipo de estudios basados en fuentes documentales claro está, pero también en las que podríamos llamar científicas, en un sentido decimonónico. Dichas cuestiones han abonado a las perspectivas. La estela de la historia de la medicina propiamente dicha, se refleja en estas historias, que se ven como utilitarias. La historia como contribuidora para resolver problemas de salud colectiva (epidemias, endemias, pandemias, problemas sanitarios, etc.). Hoy con la situación de la pandemia de COVID-19 los historiadores de la medicina112 y salud pública113 se han pronunciado, pretenden un conocimiento útil para entender las epidemias, los sistemas sanitarios, pero sobre todo el comportamiento humano ante situaciones del tal magnitud, no como una estampa, sino como una experiencia que pueda brindar destellos de luz sobre la estela de claroscuros que han dejado las enfermedades sobre el territorio mexicano. 112Viesca, Calos, “Epidemias en México: De piojos en ratas de barcos, a virus en aviones”, El universal 24 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/cultura/epidemias-en-mexico-de-piojos-en- ratas-de-barcos-virus-en-aviones 113Félix, Hiram, “Epidemias ¿aprendemos de nuestra historia?”, Expreso 2020. Disponible en: https://www.expreso.com.mx/seccion/expresion/fuera-de-ruta/167437-epidemias-aprendemos-de-nuestra- historia.html/amp?__twitter_impression=true&fbclid=IwAR3asLBtTbMFYcdk_WxNMmNv- K7PHUgIcr049MVYooGN4KQu4WGTexdt5I8; Morán, Carmen, “Entrevista a Ana María Carrillo: Las pandemias que fueron, antiguas cuarentenas y nuevas enseñanzas”, El país, 09 de abril de 2020. Disponible en: https://elpais.com/sociedad/2020-04-09/las-pandemias-que-fueron-antiguas-cuarentenas-y-nuevas- ensenanzas.html; Fierros, Arturo, “A propósito del COVID- 19: Endemias, epidemias y
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