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Notas_para_la_historiografia_de_las_cien

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Resumen: El presente texto es un balance sobre la historiografía que gira en torno a temas 
médicos en México. Está estructurado como una historia y procura combinar una 
organización cronológica con una organización temática. Se analizan las diversas épocas, 
los cambios de metodologías y perspectivas que tienen que ver con la temática de la 
historia de la medicina. No se busca hacer una revisión total de los textos al respecto, estas 
reflexiones se concentran más en los cambios y singularidades en la mencionada 
historiografía. Hoy ante la situación que vivimos del COVID-19 los historiadores han 
tratado de darle un sentido utilitario a las reflexiones históricas de este tipo. 
Summary: This text is a balance of the historiography that revolves around medical topics 
in Mexico. It is structured as a story and seeks to combine a chronological organization 
with a thematic organization. The various epochs, changes in methodologies and 
perspectives that have to do with the theme of the history of medicine are analyzed. It is not 
intended to make a total revision of the texts in this regard, these reflections focus more on 
the changes and singularities in the mentioned historiography. Today, in the face of the 
situation we are experiencing at COVID-19, historians have tried to give a utilitarian 
meaning to historical reflections. 
 
 
 
Palabras clave: historiografía, balance, medicina, ciencia, epidemias. 
Key words: historiography, balance, medicine, science, epidemics. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
2 
 
Notas para la historiografía de las ciencias de la salud 
Introducción 
El concepto de historia de las ciencias de la salud -incorporado recientemente- permite 
ampliar el espectro de análisis, más aun en un ejercicio historiográfico, porque “abarca 
desde la conceptualización integral de la medicina y el desarrollo de los conocimientos 
médicos a través del tiempo; hasta la atención de la enfermedad y la salud, los roles de 
sanadores y pacientes, además del origen y desarrollo de los sistemas médicos y sanitarios, 
incluyendo también el análisis de las problemáticas actuales y su prospectiva”, no hay un 
texto que explícitamente maneje este concepto para realizar un análisis de esta naturaleza.1 
El campo de los estudios históricos sobre las ciencias de la salud se ha venido 
alimentando en México desde el siglo XIX hasta nuestros días. Médicos e historiadores han 
escrito diversas obras de carácter histórico sobre elementos constitutivos de las ciencias de 
la salud, analizando dicho campo desde diferentes enfoques metodológicos. Quienes han 
revisado dicha bibliografía coinciden que los cambios en las maneras de analizar 
(metodología) son consecuencia de la fragmentación de los estudios históricos, además 
señalan que el objeto de estudio (los médicos, las enfermedades, las epidemias, los sistemas 
sanitarios, etc.) obedece al contexto desde el que se escribe.2 
 
1La definición la he tomado de la página del posgrado en historia de las ciencias de la salud de la Universidad 
Nacional Autónoma de México (UNAM) https://pmdcmos.unam.mx/ciencias-sociomedicas/historia-de-las-
ciencias-de-la-salud/. En cambio, el concepto de historia de la medicina, mayormente utilizado sirve para un 
el análisis de un menor muero de obras, Roy Porter lo definió como: “la interacción histórica de las personas, 
la enfermedad y la atención sanitaria en el contexto de las sociedades y sus creencias” Porter, Roy, Breve 
historia de la medicina. Desde la antigüedad hasta nuestros días, México, Taurus, 2004, p. 21. En este caso 
se entiende que analizo también las obras que están dentro de la historia de la medicina. 
2Para el caso de Europa consúltese: Pilar de León, “Hacia una historiografía de la enfermedad: practicas, 
profesionales y enfermos”. Para el caso de América Latina consúltese: Armus, Diego. “La enfermedad en la 
historiografía de América Latina moderna”, Asclepio, vol. LIV, núm. 2, 2002, pp. 41- 60. 
Un análisis sobre cómo se ha construido la historiografía de la medicina en el mundo de habla 
inglesa véase en: Charles King, que identifico cuatro maneras distintas. La primera, la historia de “great men", 
una historia narrativa que se contaba a partir de la vida de grandes médicos y científicos encabezada por 
Fielding H. Garrison (1870– 1935) historiador estadounidense. En segundo lugar la encabezada por Owsei 
Temkin (1902– 2002) historiador estadounidense formado en Alemania, que opinaba que por medio de los 
estudios históricos se podrían formular leyes que indicaran el futuro de la medicina. En tercer lugar está el 
análisis desarrollado por Henry Sigerist (1891–1957) historiador francés, formado en Leipzig, bajo la 
influencia de Karl Sudhoff (1853- 1938), este último considerado el iniciador de la historia de la medicina 
como disciplina “científica” a finales del siglo XIX. Sigerist se concentró en analizar a los grupos sociales y 
sus interrelaciones y roles en las estructuras y los procesos económicos y culturales a partir de las 
concepciones de salud, enfermedad y salud pública, lo que King denomina como “historia social”; entender la 
historia de la medicina llevaría a los médicos a tratar “mejor” a sus pacientes. Finalmente se encuentra el 
análisis realizado por el filósofo francés Michel Foucault (1926-1984), que realiza una historia de las ideas 
sobre el campo de la medicina. Analiza “los supuestos inarticulados, creencias y presuposiciones no 
https://pmdcmos.unam.mx/ciencias-sociomedicas/historia-de-las-ciencias-de-la-salud/
https://pmdcmos.unam.mx/ciencias-sociomedicas/historia-de-las-ciencias-de-la-salud/
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Como señalan Xóchiltl Martínez3 y José Sanfilippo,4 la historiografía médica sobre 
México comenzó a aparecer más a menudo en la década de 1950. Sanfilippo hace 
referencia a la influencia que tuvieron las instituciones médicas en la investigación sobre la 
historia de la medicina, a partir su inclusión en los planes de estudio.5 De la misma manera, 
Martínez apunta que el aumento en la producción de dichos estudios se debe a la 
institucionalización de historia de la medicina, fuertemente influenciada por corrientes 
europeas.6 
No obstante, desde finales del siglo XIX se habían escrito algunos trabajos. El 
mismo Sanfilippo ha dado cuenta de esto, llamando a dicho lapso histórico como “etapa 
documental”.7 Entre estos trabajos sobresalen dos: Los Apuntes para la historia de la 
medicina en Michoacán de Nicolás León8 e Historia de la medicina en México. Desde la 
época de los Indios hasta la presente de Francisco Flores. Para el análisis de estas obras es 
importante tener en cuenta el concepto lugar social de Michel de Ceteau, que trata de 
concientizar al historiador del lugar del cual se enuncia, es útil también, para interpretar el 
“lugar de producción” de los diversos discursos sobre la historia de la medicina. A partir de 
dicho concepto intento dar cuenta de la “condición de posibilidad de un análisis de la 
sociedad” donde se produce dicho texto, y más que nada intentar entender el motivo de 
producción.9 
 
declaradas, las opiniones implícitas, sentimientos, estados de ánimo, y los procesos mentales” colectivos. 
“The historiography of medical history: from great men to archaeology”, en Bulletin of the New York 
Academy of Medicine, vol. 67, núm. 5, 1991, pp. 407- 428. Un análisis general y a la vez completo sobre la 
historiografía de la medicina en Estados Unidos lo realiza Brandt, M. Allan, “Emerging themes in the history 
of medicine”, en Milbank Quarterly, vol. 69, núm. 2, 1991, pp. 199- 214. 
Cabe mencionar que aunque algunas de estas maneras de analizar la historia de la medicina 
aparecieron después de otras, ni una ni otra perdió vigencia,inclusive hoy en día muchos historiadores e 
investigadores se han inspirado en una o varias, es decir no se puede hablar de que alguna esta ya caduca. 
3Martínez, Xóchiltl, “inicios de la historia de la medicina en México: influencias y relaciones con el 
extranjero (1935- 1960)”, en Boletín mexicano de historia y filosofía de la medicina, vol. 14, núm. 1, 2011, 
17- 22. 
4 Sanfilippo, José, “historiografía de la historia de la medicina mexicana”, en Boletín del Instituto de 
Investigaciones Bibliográficas, vol. VIII, núms. 1 y 2, 2003, 209- 226. 
5Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 210. 
6Martínez, “Inicios de la historia de la medicina”. 
7Sanfilippo, “historiografía de la historia”. 
8Es necesario hacer énfasis que metodológicamente está escrita con todo rigor académico. El autor da 
primacía a las fuentes de donde obtiene la información. Además podemos considerar su obra como la primera 
historia regional de la medicina en México y sobre México. 
9 De Ceteau, Michel, La escritura de la historia, México, Universidad Ibero Americana, 1993, p. 82. 
4 
 
En sus Apuntes para la historia de la medicina en Michoacán,10 León realiza su 
narrativa a partir de su experiencia científica como médico de finales del siglo XIX, integra 
ideas de su actualidad a su análisis histórico, al respecto señala: “como otros saberes del 
tiempo, el médico buscó expulsar viejas creencias y erróneos mitos de sus conocimientos 
sobre el hombre”, para romper con ellas “negó que las patologías fueran entidades que 
azarosamente se apoderaran del cuerpo”. Idea que había comenzado a configurarse desde 
principios del siglo XIX.11 
León dedica su libro a la Sociedad Científica Antonio Alzate, de la cual era 
miembro. Como indica Fernanda Azuela: “desde su fundación en 1884, esta asociación 
comenzó a desplazar a la de Historia Natural por la rápida incorporación de las nuevas 
generaciones y el respaldo del Presidente Díaz”.12 No era hecho fortuito que los miembros 
de las sociedades científicas de la época comenzaran a revalidar el papel de su profesión a 
través de la historia. Inclusive ya en 1869 la Sociedad Pedro Escobedo, se pronunciaba por 
“una verdad suprema” que era la ciencia de su presente, entendían su devenir en un sentido 
progresivo y ascendente, “la historia, entonces, es un continuo desechar de doctrinas falsas 
para conquistar las verdaderas, con sólo seguir lo observable, eliminando lo imaginativo”.13 
De dicha manera León analiza el campo médico entendiendo que las culturas 
precolombinas también tenían medicina,14 empero adjudicándoles un mal empleo de la 
ciencia médica, tachando su “medicina” como simple y demasiado empírica. En el apartado 
IV León califica a Michoacán de “afortunado” debido al establecimiento de instituciones de 
 
10Como bien indica José Sanfilippo: “La obra de Nicolás León es muy abundante” entre sus trabajos más 
destacados se encuentra La obstetricia en México. Otros de sus textos son una serie de artículos publicados en 
la Gaceta Médica de México”. Los más sobresalientes según Sanfilippo es: Los precursores de la literatura 
médica mexicana en los siglos XVI, XVII, XVIII y primer tercio del siglo XIX (hasta 1833), Datos 
bibliográficos para la historia de la medicina en México, se publicó en el tomo número diez, enero-abril de 
1915, y tiene un total de 94 páginas ilustradas. El otro se publicó entre 1920 y 1921, en tres partes, y se llama 
Apuntes para la historia de la enseñanza y ejercicio de la medicina en México, desde la conquista hispana 
hasta el año de 1833, editado por la Gaceta y con un total de 80 páginas, también ilustradas.” “historiografía 
de la historia”, p. 213. 
11Cházaro, Laura (edit.), Medicina, ciencia y sociedad en México siglo XIX, Michoacán, Colegio de 
Michoacán, 2002.p. 17. 
12Azuela, Fernanda, “Médicos y farmacéuticos en las sociedades científicas mexicanas del siglo XIX”, en 
Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina, vol. 2, núm. 5, 2002, p. 18. 
13Cházaro, Medicina, ciencia y sociedad, p. 19. 
14 Este asunto ha sido tratado de manera breve en: Fierros, Arturo, “Tras las huellas de la medicina moderna 
en México”, en Anales Médicos, vol. 57, núm. 2, 2012, 162- 170. 
5 
 
enseñanza españolas que configurarían la manera de llevar la ciencia en el lugar, con la 
aplicación de diversas técnicas médicas.15 
Con un propósito parecido Francisco Flores escribe Historia de la medicina en 
México. Desde la época de los Indios hasta el presente en 1886, como trabajo recepcional 
para graduarse de la carrera de medicina.16 Por cierto bastante copiosa, prueba de ello es el 
gran volumen de cada uno de los tres tomos que la componen.17 
 En la historia de la medicina de Flores encontramos un texto que dibuja el lugar 
social del autor. Trata de reivindicar la profesión médica en el país, aunque con un 
ferviente espíritu nacionalista. Sus críticos han señalado que su obra está influenciada 
fuertemente por el “el positivismo comtiano que él abraza con entusiasmo como el resto de 
sus compañeros de la escuela, de los maestros y médicos de la época”.18 Entendible por el 
contexto de la reivindicación de la medicina que se vivía a finales del siglo XIX y 
principios del XX, no solo en México, sino en el mundo entero, la lucha constante por ser 
ciencia y los médicos por ser científicos. 
El texto de Flores se caracteriza por entender a México, que en ese momento tenía 
poco menos de 100 años, como nación. Según él “la historia de la medicina es un 
complemento necesario para la historia patria”.19 Por consiguiente el autor llama 
“medicina” a las formas de curación utilizadas por las personas que habitaron el territorio 
que hoy conocemos como México, incluso antes de la llegada de los españoles. Aun así le 
asigna el calificativo de primitiva, dejando en claro la brecha enorme que existe entre las 
formas de curación20 y la medicina. La obra de Flores, dice Ernesto Cordero: “sigue la Ley 
de los tres estados para la periodización […], a saber: “estado teológico, estado metafísico 
y estado positivista”, en lugar de la división tradicional de: medicina prehispánica, colonial 
 
15León, Nicolás. Apuntes para la historia de la medicina en Michoacán, Morelia, Imprenta del Gobierno en 
la Escuela de Artes, 1886. 
16La historiadora Ana María Carrillo se refirió a ella de la siguiente manera: “Esta sigue siendo la gran 
historia de la medicina en México; no ha sido superada, a pesar de que se censura a Flores por no haber citado 
sus fuentes.” “Profesiones sanitarias y lucha de poderes en el México del siglo XIX”, en Asclepio, vol. L, 
núm. 2, 1998, p. 149. 
17Flores, Francisco, Historia de la medicina en México: desde la época de los indios hasta el presente (3 
vols.), México, Secretaria de Fomento, 1888. 
18Cordero, Ernesto, “Médicos mexicanos Francisco de Asís Flores y Troncoso: notas sobre su vida y obra”, en 
Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina, vol. 7, núm. 2, 2004, p. 34. 
19Cházaro, Medicina, ciencia y sociedad, p. 24. 
20Utilizo este término para dar cuentas de las diferencias epistemológicas. Fierros, “Tras las huellas”. 
6 
 
y del México independiente”.21 Cuestión evidente, pues el mismo Flores titula cada tomo (I, 
II y III) bajo esos conceptos en el orden mencionado. Debajo del telón subyace la 
progresión de la medicina, su formación científica, una historia teleológica. 
Las obras de Nicolás León y Francisco Flores son el reflejo de su tiempo y, a la vez 
revelan la manera en la que la historiografía médica estuvo en un primer momento 
influenciada, de forma más clara, por la metodología médica que por la histórica. Estas 
historias servirán para justificar la profesión médica. Es decir la historia de la medicina que 
se escribió en México fue escrita por médicos que buscaban dar una explicación científica 
al proceso históricode la medicina practicada dentro del país. 
En la actualidad pocos son los trabajos que se han publicado bajo el título de 
historia de la medicina en México, como narrativas abarcadoras de la totalidad del campo 
médico.22 Las publicaciones actuales giran en torno a temas más específicos en 
espacialidades más delimitadas. En este trabajo me propongo analizar el cambio de 
perspectivas que tienen que ver con la historia de las ciencias médicas. Me encuentro 
limitado a la revisión total, pues día con día siguen apareciendo artículos en revistas 
especializadas y libros al respecto. 
El presente estudio pretende ser un esbozo de un balance de la historiografía que se 
ha producido sobre las temáticas que se desprenden de la historia de las ciencias médicas. 
Busco dar cuenta de los campos de análisis que han resultado de estas y como han 
cambiado, para que así los estudiosos que se acercan a ellas tengan un panorama resumido 
de la episteme de estas.23 Este balance está estructurado como una historia y procura 
combinar una organización cronológica con una organización temática24. De manera 
específica busco contestar a cuatro preguntas ¿Cuáles han sido las temáticas? ¿Quiénes las 
 
21Cordero, “Médicos mexicanos”, p. 34. 
22Al respecto ha realizado una serie documental de 12 capítulos que se ha transmitido en televisión, 
elaborados por IKARUS y la Facultad de Medicina UNAM, dirigidos por el Dr. Carlos Viesca Treviño, con el 
patrocinio de Astra Zeneca. Desde finales de la década de 1980, Fernando Martínez Cortés se encargó de ser 
el coordinador general de la obra: Historia General de la Medicina en México, que está planeada en 4 tomos, 
hasta ahora solo cuatro están impresos. Pienso que es muy temprano para hacer un análisis, pues no 
analizaríamos todo en conjunto. Por otro lado son artículos los que componen la obra lo que dificultaría 
analizar la metodología y perspectivas. 
23He dejado deliberadamente fuera de este análisis la historiografía que estudia procesos derivados del campo 
psiquiátrico, que ha sido revisada exhaustivamente por Sacristán, Cristina, “Historiografía de la locura y de la 
psiquiatría en México. De la hagiografía a la historia posmoderna”, en Frenia, vol. 5, núm. 1, pp. 9- 33. 
24Para la estructuración de este artículo me he inspirado en el texto de Burke, Peter, La revolución 
historiográfica francesa. La escuela de los annales: 1929- 1989, Gedisa, España, 1999. 
7 
 
han escrito? ¿Qué relación existe entre la historiografía sobre temáticas médicas y la 
medicina como tal? Y ¿Cómo ha cambiado la metodología? 
En primer lugar describo y reviso los textos que se escribieron desde mediados de la década 
de los años 30 hasta finales de la de 1950, cuando la historia de la medicina comienza a ser 
impulsada, señalo también el contexto bajo el cual ocurre esto. En segundo examino, las 
historias de las epidemias que comenzaron a escribirse desde finales de 1930, enfatizo la 
manera en la que se han estudiado estos procesos y las convergencias y divergencias al 
momento de entenderlo bajo las metodologías cualitativa y cuantitativa. En tercer lugar, 
analizo de manera breve las historias de temas médicos que giran en torno al análisis de los 
indígenas fuertemente influenciadas por la antropología. En cuarto lugar examino la 
historia de la medicina como historia de la ciencia y desde la metodología de científica, doy 
cuenta de quienes escriben historia analizando el aspecto científico de esta y quienes 
escriben bajo una metodología “científica”. Finalmente enumero y analizo los textos de lo 
que hasta el momento es la tendencia más reciente en este campo historiográfico: la historia 
de la salud pública. Este texto es un primer acercamiento. 
La historia de la medicina: 1934 
Como ya hemos señalado durante el siglo XX comenzaron a aparecer diversas obras de 
carácter histórico sobre el desarrollo de la medicina en el territorio nacional. La bibliografía 
sobre la historiografía médica nos indica que el primer trabajo más o menos amplio y 
académico que apareció en y sobre el contexto mexicano en el siglo XX es, la Historia de 
la medicina en México de Fernando Ocaranza, en el año de 1934. Marcado claramente por 
la obra de Francisco Flores y algo por la empresa de Nicolás León. 
Según Sanfilippo la obra “cuenta con información de fuentes originales”25. Sin 
embargo bastante breve para referirse al contexto nacional. En ella Ocaranza realiza un 
análisis de lo que llama la medicina mexicana. Su historia está dividida en tres periodos 
bien definidos. De esta manera, el primer capítulo del libro lleva el nombre de “La 
medicina en el México precortesiano”; el segundo, “La época colonial”; y finalmente, “El 
México independiente”. 
En su estudio Ocaranza entiende como medicina los métodos de curación de los 
habitantes del territorio que en la actualidad es México. Para él medicina es: “las 
 
25Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 213 
8 
 
enfermedades y la manera de curarlas”.26 Así por ejemplo, “para resaltar la medicina 
precortesiana nombra los métodos de curación utilizados por las personas que habitaban el 
actual México antes de la llegada de los españoles”,27 que no siempre se relacionaron con 
“manifestaciones externas”,28 aunque como médico “científico”, a lo largo de su texto, 
realiza diversas advertencias sobre la “medicina” de los pobladores prehispánicos de lo que 
hoy es México, pues si bien trata de dar una interpretación sobre las maneras de hacer de 
estos, indica que algunas de estas fueron “fortuitas, impulsadas por la curiosidad o 
elementales”.29 
El relato sobre la parte que corresponde a la época colonial Ocaranza lo principia 
con las epidemias que “contrajeron los indios”, nos narra en la manera en la que llegaron 
los españoles a los territorios de los primeros y como estos últimos fundaron sus 
instituciones encargas del desarrollo de la medicina. A partir del apartado segundo la 
historia de Ocaranza comienza a ser una historia de las instituciones encargadas de la 
medicina y la salud en México. De hecho, en Ocaranza encontramos ya la idea que vendría 
a reafirmar Elías Trabulse años más tarde, tras un copioso estudio sobre el desarrollo de la 
ciencia en México: “Esto no quiere decir que la herencia prehispánica no haya tenido 
cabida dentro del desenvolvimiento de la ciencia posterior a la llegada de los españoles; 
pero para el estudio de la ciencia mexicana en un contexto universal es indudable que 
permaneció la visón europea”.30 Es decir, intenta encontrar los orígenes de la medicina que 
se desarrolló dentro del territorio nacional, pero sin dejar de observar a esta en un espacio 
geográfico, donde existían diversas formas culturales antes de la llegada de los europeos. 
La tercera parte de la obra, es narrada a partir de la experiencia del autor; una 
historia de las instituciones médicas y formadoras de médicos -ubicadas en el centro de 
país-. Además de exponer a la medicina como ciencia, da cuenta de la estructuración de los 
diversos planes de estudio, encumbrados en los planteamientos médicos de diversas épocas. 
En su historia otros espacios quedan sin estudiar, y al igual que en las historias nacionales 
de ese tiempo, cree que México solo está en la capital. 
El papel de José Joaquín Izquierdo Raudón 
 
26Ocaranza, Fernando, Historia de la medicina en México, Cien México, México, D.F., 1995, p. 38. 
27Fierros, “Tras las huellas”, p. 163. 
28Ocaranza, Historia de la medicina, pp. 44- 55. 
29Ocaranza, Historia de la medicina, pp. 41- 51. 
30Trabulse, Elías, Historia de la ciencia en México, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 25. 
9 
 
Además de la historia de Ocaranza apareció también en 1934 Balance cuatricentenario de 
la fisiologíaen México de José Joaquín Izquierdo Raudón (1893- 1974), sin duda alguna, la 
figura más significativa en el campo de los estudios históricos sobre medicina en México 
del siglo pasado. 
Médico de profesión, Izquierdo comenzó a escribir la historia de su profesión 
durante los años 30. En 1928 recibió una beca por parte de la Fundación Rockefeller31 para 
“realizar estudios de especialización en fisiología”32 y “trabajar en laboratorios y 
universidades de Europa y Estados Unidos al lado de destacados fisiólogos como J. 
Barcroft, W. B. Cannon, E. D. Adrian y Charles S. Sherrington, entre otros”. Lo que derivó 
en el texto Curso de fisiología de laboratorio (1929). Cuestión que Gabriela Castañeda y 
Ana Cecilia Rodríguez han considerado fundamental, en la vida de Izquierdo, para 
dedicarse al estudio de la historia de la medicina y la ciencia. Pues al regresar a México, 
observó la manera en la que se desarrollaba la fisiología en otros países, “consideró que en 
su país está guardaba el mismo estado que a finales del siglo XIX, a partir de entonces 
formula una serie de iniciativas tendientes a reformar e impulsar la disciplina tanto en la 
enseñanza como en la investigación”.33 Su experiencia en Estados Unidos sirvió para que 
comparara la fisiología que se desarrollaba en aquel país y en México. Comenzó a buscar 
respuestas en el pasado de la profesión para entender el desfase en el que se encontraba la 
fisiología en su país de origen.34 
 En Balance cuatricentenario, Izquierdo analiza muy brevemente, lo que considera 
“el antecedente más remoto de la enseñanza de la fisiología en México”, el establecimiento 
de la “cátedra de Prima Medicina” en 1580 en la Real y Pontificia Universidad de 
 
31La aceptación de la medicina estadunidense en el territorio nacional “trajo como consecuencia una demanda 
creciente de servicios de salud”. Según Armando Solórzano, “Esta demanda, unida al crecimiento de las 
dependencias del Departamento de Salud Pública, repercutió en una escasez de doctores y personal de salud 
que se evidencio profundamente a partir de 1928”, tiempo en el que los directivos de la fundación 
“implantaron un programa de becas que facilitaría a los médicos mexicanos estudiar en las escuelas de salud 
pública de la Universidad de Harvard y la Johns Hopkins. Además de solventar la carencia de personal 
médico capacitado, este programa dejaría sus huellas al introducir un sistema de salud inspirado en los 
lineamientos de la medicina estadunidense”. “La influencia de la Fundación Rockefeller en la conformación 
de la profesión médica mexicana, 1921-1949”, en Revista Mexicana de Sociología, vol. 58, núm. 1, 1996, pp. 
173-203. 
32Castañeda, Gabriela y Ana Cecilia Rodríguez de Romo, “Henry Sigerist y José Joaquín Izquierdo: dos 
actitudes frente a la historia de la medicina en el siglo XX”, en Historia Mexicana, vol. LVII, núm. 1, 2007, p. 
147. 
33Castañeda y Rodríguez, “Henry Sigerist y José Joaquín Izquierdo”. 
34Izquierdo, José Joaquín, Balance cuatricentenario de la fisiología en México, México, CVLTVRA, 1934. 
10 
 
México.35 Divide en tres momentos el desarrollo de la fisiología dentro del territorio 
mexicano. Sus intenciones son: 
En general no he querido hacer crónicas ni trazar biografías, dado que ambas cosas 
resultarían igualmente ineficaces para mis fines, que más bien tienden a hacer la 
crítica de las actividades de los hombres que contribuyeron a la obra del pasado, 
procurando valorarlas por comparación con las opiniones y tendencias que privaban 
en su tiempo o en el que inmediatamente les precedió.36 
 
En su obra Izquierdo califica un segundo momento como científico, desde la 
impartición de la cátedra de fisiología por el médico Ignacio Alvarado (1829-1904), en base 
a la metodología de Claude Bernard (1813-1878), Izquierdo advierte: “no se conformó, 
como muchos, con deleitarse con los resultados que otros obtienen con el método científico 
o con manejarlo fantásticamente aplicado in mente a hechos relatados por segundas manos. 
Muy por el contrario, repitió cuidadosamente los “bellísimos experimentos” de Bernanrd 
sobre el curare.”37 
Aunque la injerencia de Alvarado, fue fundamental, según Izquierdo: “solo fue 
pasajera” debido a “factores políticos y sociales de la época”, ya que no se le dio 
seguimiento de manera institucional “durante el largo periodo subsecuente de 1876 a 1910, 
en el cual tampoco llegaron a sentirse las influencias de los nuevos centros que ya venían 
rigiendo el progreso de la fisiología en Alemania y en Inglaterra”38. A lo anterior hay que 
añadir que José María Bandera catedrático de fisiología en el tercer período (1876-1909) 
“no se interesaba en la filosofía científica ni en la fisiología experimental; no organizó las 
clases prácticas y no se aproximó a las nuevas corrientes externas. Según Izquierdo la 
enseñanza de la fisiología permaneció en una fase de letargo durante su período docente”.39 
 Otro de los argumentos de Izquierdo para describir el atraso de la ciencia, es la falta 
de laboratorios de enseñanza, puesto que “nadie los reclamaba aunque se vislumbrara su 
 
35Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “Fisiología mexicana en el siglo XIX: la enseñanza”, en Asclepio, vol. 
XLIX, núm. 2, 1997, p. 218. 
36José Joaquín Izquierdo citado en Castañeda y Rodríguez, “Henry Sigerist y José Joaquín Izquierdo”, p. 150. 
37Cházaro, Medicina, ciencia y sociedad, p. 27. 
38José Joaquín Izquierdo, “Discurso de recepción de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia 
correspondiente a la Real de Madrid” pronunciado el día 12 de Junio de 1961, p. 6. 
39Rodríguez de Romo, “Fisiología mexicana”, p. 221. 
11 
 
necesidad”.40 La historia de Izquierdo es una historia de la aplicación de una metodología 
en la medicina, para él la medicina es toral en la ciencia, por lo tanto su historia de la 
medicina la escribe desde la perspectiva de la historia de la ciencia, fundamentales en la 
vida de los seres humanos, en sus propias palabras: 
“las vicisitudes por las que ha pasado el desarrollo de las ciencias, hace descubrir 
que éstas, además de haber revolucionado en muchas ocasiones la vida económica, 
han ejercido siempre sobre las religiones, la filosofía, la literatura, el arte y los más 
variados aspectos de la vida diaria, muy hondas influencias, particularmente en el 
mundo en que vivimos, que serán mucho mayores en el de mañana”.41 
 
Prolífico, Izquierdo escribió “ocho libros y más de 300 artículos publicados en 
destacadas revistas nacionales y extranjeras, sobre historia de la medicina e historia de la 
ciencia mexicana en los ámbitos local y nacional”,42 además de vincularse con especialistas 
dedicados a la historia de la ciencia y de la medicina de diversos países latinoamericanos, 
principalmente de “Argentina, Venezuela y Brasil”.43 Cabe mencionar que jamás formo una 
escuela o corriente historiográfica en el sentido estricto del término. 
Así pues, durante la década de los años 30, aparecieron otras obras relacionadas 
con la historia de la medicina, las cuales no intentaban narrar una historia de la medicina 
como en el caso de Ocaranza, tenían como objetos de estudio elementos constitutivos de la 
medicina, eran historias más específicas y menos abarcadoras, no por eso escasamente 
nutridas, que la historia de la medicina; ejemplo claro el caso de Izquierdo, estas historias 
no necesariamente estuvieron influenciadas por él. En 1936, los hospitales aparecieron en 
las narrativas históricas, los médicos Gilberto Aguilar y Roberto Ezquerro, publicaron su 
libro intitulado Los hospitales de México. Ese mismo año se publicó el libro del también 
médico Francisco Fernández del Castillo, titulado Cirugía mexicana en los siglos XVI y 
 
40Rodríguez de Romo, “Fisiología mexicana”, p.220. 
41Izquierdo, “Discurso de recepción”, p. 3. 
42Castañeda y Rodríguez de Romo, op. cit., p. 147. 
43En estos países las cátedras e institutos dedicados a su enseñanza, estudio y difusión se fundan en 1937, en 
el primer caso, y en los años cuarenta en el segundo y tercer caso. Martínez, “Inicios de la historia de la 
medicina”, p. 21. 
12 
 
XVII.44 Esa década es coyuntural porque comienzan a asomarse nuevas temáticas y nuevas 
narrativas. 
Las décadas de los 40 y los 50 
Durante la década de 1940, aparecieron varios textos en donde se observa una propensión a 
considerar la medicina como ciencia, además de dejar fuera el análisis sobre los indígenas. 
Hacia 1942 se publicó, el libro: Cirugía mexicana del siglo XIX del escritor hondureño 
Rafael Heliodoro Valle. Influenciado por el texto anterior Rómulo Velasco Cevallos, 
escritor mexicano saca a la luz: Cirugía mexicana del siglo XVIII, publicado en 1946.45 
En 1947 “el Colegio Nacional publicó […] México en la cultura médica, [un] 
estudio de la medicina mexicana de los primeros treinta años del siglo XX”, del médico 
Ignacio Chávez.46 Se observa entonces que, son las instituciones médicas que comienzan a 
utilizar la historia para tener un sustento epistemológico ante la sociedad y órganos 
reguladores. En otros países como en Estados Unidos, con la finalidad de “humanizar” la 
medicina se incluyeron cátedras de historia de la medicina en los planes de estudio de 
varias universidades.47 
Además aparecieron textos de historiadores profesionales48 -aquellos que tenían un 
diploma en historia- como el hoy clásico: Hospitales de la Nueva España de Josefina 
Muriel, en dos tomos. El primero publicado en 1956,49 el segundo en 1960.50 En sus textos 
Muriel, da cuenta del proceso de instalación de la institución hospitalaria en la Nueva 
España, entiende que la genealogía de dicha institución está ligada a la historia de la 
religión y la caridad, pero fue sobre todo con la entrada de la modernidad al territorio que 
actualmente es México, que dichas instituciones pasaron del control clerical al control 
estatal. A lo largo de este estudio, se nota como la autora de manera muy clara aborda la 
idea de la relación entre medicina y modernidad, que hace ver a la medicina como ciencia y 
la institución hospitalaria como repositorio de esta. 
 
44Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 214. 
45Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 216. 
46Sanfilippo, “historiografía de la historia”, p. 216. 
47Magner, Louis, “Enseñando historia de la medicina”, En Ana Cecilia Rodríguez y Xóchitl Martínez, 
Estudios de historia de la medicina: Abordajes e interpretaciones, UNAM, México, 2001. pp. 43- 60. 
48Magner, “Enseñando historia de la medicina”, p. 217. 
49Muriel, Josefina, Hospitales de la Nueva España. Fundaciones del siglo XVI (tomo I), México, UNAM, 
1956. 
50Muriel, Josefina, Hospitales de la Nueva España. Fundaciones de los siglo XVII y XVIII (tomo II), México, 
UNAM, 1960. Hay una segunda edición de ambos tomos. 
13 
 
 No es casual que a finales de la década de 1950, exactamente en 1957 se creara la 
Sociedad Mexicana de Historia de la Medicina, teniendo como uno de sus fundadores a 
Francisco Fernández del Castillo (1899- 1985),51 quien desde los años cuarenta estuvo en 
contacto con sociedades de historia de la medicina del extranjero. El establecimiento de 
dicha sociedad y la prolífica producción de textos sobre el contexto médico mexicano, 
dieron pie a la profesionalización de la historia de la medicina; nuevas fueron las temáticas 
dentro de las narrativas y también la manera de abordarlas. 
Si bien en la década de los 50 la producción historiográfica sobre México con 
respecto a los temas médicos, se vio incrementada y fue producida por mexicanos como por 
extranjeros. En este sentido poco se habló de los indígenas –algo recurrente en el área hoy 
en día–. Como observamos estos textos se enfocan en historiar el papel científico de la 
medicina. Fueron los extranjeros, quienes precisamente en décadas subsecuentes vieron en 
la interacción biosocial entre indígenas y españoles un campo de estudio poco explorado, 
surgieron nuevas preocupaciones, otros profesionales se sumaron a médicos e historiadores. 
Vieron en los indígenas un campo virgen para discutir tópicos que tenían que ver con su 
campo de desarrollo, por ejemplo el efecto epidemiológico de la llegada de los españoles al 
actual territorio mexicano y sus contactos con las personas que ahí vivían: los indígenas. Lo 
que Diego Armus clasificó como historia sociocultural de la enfermedad, que ha servido de 
“excusa o recurso para discutir otros tópicos [...] apenas dialoga con la historia de las 
ciencias biomédicas y se concentra en las dimensiones sociodemográficas de una cierta 
enfermedad”.52 
La historia de las epidemias 
En el anterior sentido es importante recalcar que la historia de las epidemias en México, ha 
sido abordada desde dos perspectivas. Hay quienes han basado sus historias en los efectos 
de las epidemias en la población recurriendo a cálculos estadísticos para probar sus 
hipótesis. Algunos más han analizado las epidemias desde la perspectiva social y cultural. 
 
51En 1954 había ocupado la jefatura del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina que él mismo 
fundó, cuando el Dr. Raúl Fournier Villada era el director de la Facultad de Medicina. Además tuvo el interés 
por rescatar fuentes primarias, tanto impresas como documentales: realizó bibliografías e índices de revistas, 
escribió historias institucionales pero prefirió las biografías y los trabajos monográficos. Martínez, “Inicios de 
la historia de la medicina”, p. 18. 
52Armus, “La enfermedad en la historiografía”, p. 45. 
14 
 
Dichos estudios han sido reforzados por una propensión a realizar investigaciones de corte 
regional y local. 
Uno de los primeros estudios históricos sobre las epidemias en México, desde la 
perspectiva demográfica, apareció en 1937, bajo la autoría del historiador estadounidense 
Sherburne F. Cook: The extent and significance of disease among the Indians of Baja 
California, 1697-1773,53 que comprende los periodos en los que las misiones de la 
península estuvieron administradas por jesuitas y franciscanos54. La hipótesis principal de 
Cook, es que una de las causas primordiales de la disminución de la población indígena en 
la península se debe a las diversas epidemias que aparecieron con la llegada de los europeos 
a la región.55 
 Descarta cuatro causas sugeridas por autores que estudiaron el Valle de México para 
referirse a la disminución de la población indígena. La primera, los conflictos entre tribus; 
segunda, los conflictos entre europeos e indígenas; “slaugther”, la tercera, la adicción a 
bebidas alcohólicas por parte de los indígenas; y cuarta, el mestizaje que no se produjo en 
demasía.56 
 Basándose en metodología estadística, Cook critica las hipótesis de Carl Ortwin 
Sauer (1889 –1975) y Peveril Meigs III, (1903- 1979) –aunque principalmente del 
segundo–, en lo referente al número de indígenas que habitaban en la zona que hoy se 
conoce como Baja California. Para fundamentar sus hipótesis Cook examina registros 
 
53El primer trabajo registrado sobre temas derivados de la historia de la medicina con respecto al espacio 
geopolítico que compone el estado de Baja California es “Diseases of the indians of lower California in the 
eighteenth century” de Sherburne F. Cook, en dicho artículo el autor dibuja un panorama de sobre las diversas 
enfermedades que padecían los nativos del actual territorio bajacaliforniano; los “indios” como se les conoce 
en la historiografía a las personas que no se mezclaron con los españoles a la llegada de estos últimos a 
América. En su artículoCook comienza a esbozar uno de sus principales objetos de estudio que lo ocupará 
durante su carrera académica: las epidemias, como factor de la disminución de la población, aunque en dicha 
investigación solo realiza algunos señalamientos de enfermedades como la viruela, la sífilis, la malaria y el 
sarampión, además de presentarnos algunas formas de curación y tratamiento para tales, lo que él llama: 
remedies. Dicho artículo es meramente descriptivo, pero aun así contiene información fundamental para los 
estudios de las enfermedades en la península. “Diseases of the indians of lower California in the eighteenth 
century” en California and Western Medicine, vol. 43, núm. 6, 1935, pp. 432- 434. 
54Magaña, Alberto, “Las epidemias en la península de Baja California entre 1769 y 1834, con especial 
hincapié en la magnitud y el significado de la viruela de 1780- 1782”, en Chantal Cramaussel, El impacto 
demográfico de la viruela en México de la época colonial al siglo XX. Zamora, el Colegio de Michoacán, 
2010, p. 37. 
55Las conclusiones de Cook en ingles: “that between 25 and 40 per cent of the population decline in Lower 
California may be directly attributed to epidemic disease (cursivas en el original)”. “The extent and 
significance of disease among the Indians of Baja California, 1697-1773”, Berkley, University of California, 
1937, p. 36. 
56Cook, Sherburne, The extent and significance of disease, p. 36. 
15 
 
estadísticos realizados por los misioneros jesuitas y franciscanos, especialmente los de 
Francisco Palou (1722- 1789). El debate de Cook se extiende al plano epistemológico de la 
historia demográfica, la manera de interpretar las fuentes de Meigs III, para Cook son 
insuficientes, pues Meigs no diferenció entre los bautizados niños (párvulos) y los adultos 
conversos, entendió que la tasa de natalidad era superior a la tasa de mortalidad, a decir: 
que nacían más indígenas de los que morían.57 
Los trabajos de Cook hicieron eco en algunos historiadores que emprendieron sus 
investigaciones en el estudio de las epidemias desde una perspectiva demográfica. El caso 
más notable quizá el de la historiadora Elsa Malvido, influenciada fuertemente por la 
historia serial francesa, desde una perspectiva regional prueba una de las hipótesis de Cook 
en Cholula Puebla. Malvido entendía que las epidemias habían sido un factor clave para la 
disminución de la población choluleña.58 
La misma Malvido junto a Enrique Florescano, realizó uno de los primeros 
esfuerzos por reunir varios trabajos de manera más o menos sistemática sobre las epidemias 
en México, titulado: Ensayos sobre la historia de las epidemias en México, publicado en 
198259. Donde se aborda la historia de las epidemias en México desde múltiples enfoques y 
sobre múltiples espacios, que van desde la situación epidemiológica en el México 
prehispánico hasta las epidemias durante el siglo XX. 
Los trabajos de Malvido tuvieron clara influencia en otros historiadores tanto en la 
temática como en el abordaje de la misma. A finales del siglo XX y principios del XXI 
comenzaron a proliferar textos de carácter académico en donde se abordaron las epidemias 
desde la perspectiva demográfica. En algunos trabajos los autores se concentran en analizar 
las repercusiones de las epidemias a través de parámetros e indicadores demográficos, 
analizan las curvas de mortandad y mortalidad, ponen a prueba la influencia de las 
epidemias en las crisis demográficas en ciertas localidades y regiones.60 Se ha puesto de 
 
57Cook, Sherburne, The extent and significance of disease, p. 36. 
58Malvido, Elsa, “Factores de despoblación y de reposición de la población de Cholula, 1641-1810”, en 
Historia mexicana, vol. 23, núm. 1, 1973, pp. 52-110. 
59Malvido, Elsa y Enrique Flores Cano, Ensayos sobre la historia de las epidemias en México (tomo I y II), 
México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982. 
60Ordenados como aparecieron. “La intensidad de las crisis demográficas en las ciudades de México y 
Guadalajara 1800- 1850” en Takwá, núm. 8, 2005, pp. 13-36 y “La epidemia de viruela de 1830 en 
Guadalajara”, en Relaciones Estudios de Historia y Sociedad, vol. XXIX, núm. 114, 2008, pp. 77- 99; 
Molina, América, Guerra, tifo y cerco sanitario en la Ciudad de México 1911- 1917, México, CIESAS, 2014 
16 
 
manifiesto también cómo las diferencias sociales son un factor fundamental cuando se 
presenta una enfermedad en su forma epidémica, además del contexto cultural, económico 
y político.61 
Los estudios sobre las epidemias en territorio mexicano han aumentado de manera 
considerable a partir de la década del 2000. En tiempos recientes los historiadores además 
de analizar la epidemia como tal y su dimensión sociodemográfica, han realizado historias 
donde estudian una enfermedad desde múltiples dimensiones.62 No menos importante es la 
utilización de análisis demográficos para trazar las rutas de las epidemias en México.63 Es 
menester indicar que la mayoría de los textos se concentran en estudiar épocas anteriores al 
siglo XX, sus objetos de estudio muchas veces son los indígenas, estos historiadores se 
valen de registros parroquiales y protocensales.64 
A la par del estudio de las epidemias desde la perspectiva demográfica, ha surgido 
una historiografía distinta, que también ha tratado sobre epidemias, pero que tiene un enque 
y herramientas de análisis distintas. El libro de Donald Cooper Epidemic Disease in Mexico 
City 1761- 1813, impreso en 1965 es un buen ejemplo. Bajo una clara influencia de la 
 
y “Los alcances de la inoculación y el impacto de la viruela de 1797 en la parroquia de San Agustín 
Jonacatepec”, en Relaciones Estudios de Historia y Sociedad, vol. XL, núm. 157, 2019. 
61En orden de aparición son: Oliver, Lilia, Un verano mortal. Análisis demográfico y social de una epidemia 
de cólera: Guadalajara, 1833, Gobierno de Jalisco, Unidad Editorial, 1986; Márquez, Lourdes, La 
desigualdad ante la muerte en la ciudad de México. El tifo y el cólera (1813- 1833), Mexico, Siglo XXI, 
1994; Cuenya, Miguel, Puebla de los Ángeles en tiempos de una peste colonial, Zamora, El Colegio de 
Michoacán, 1999; Molina, América, La Nueva España y el matlazahuatl, 1736-1739, Zamora, El Colegio de 
Michoacán, 2001 y Guerra, tifo y cerco sanitario en la Ciudad de México 1911- 1917, México, CIESAS, 
2014. 
62Cuenya, Miguel, Elsa Malvido, Concepción Lugo, Ana María Carrillo y Lilia Olivier, El cólera de 1833 una 
nueva patología en México. Causas y efectos, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1992; 
Félix, Hiram, Cuando la muerte tuvo alas. La epidemia de fiebre amarilla en Hermosillo (1883- 1885), 
Hermosillo, El Colegio de Sonora, 2010; Cramaussel, Chantal (edit.), El impacto demográfico de la viruela 
en México de la época colonial al siglo XX. La viruela antes de la introducción de la vacuna, Zamora, El 
Colegio de Michoacán, 2010; Cramaussel, Chantal y Alberto Magaña (edits.), El impacto demográfico de la 
viruela en México de la época colonial al siglo XX. La viruela después de la introducción de la vacuna, 
Zamora, El Colegio de Michoacán, 2010; Cramaussel, Chantal y David Carbajal (edits.), El impacto 
demográfico de la viruela en México de la época colonial al siglo XX. Estudios de larga duración, Zamora, 
El Colegio de Michoacán, 2010. Cabe recalcar que en los tres libros sobre la viruela dirigidos por Cramaussel 
la mayoría de estudios que nos presentan tienen una tendencia clara a la dimensión demográfica, pero agregan 
algunos estudios desde otras perspectivas sobre la enfermedad, que nos dan una perspectiva más amplia sobre 
la misma. 
63Carvajal, David, “La epidemia del cólera de 1833-1834 en el obispado de Guadalajara. Rutas de contagioy 
mortalidad”, en Historia Mexicana, vol. LX, núm. 4, 2011, pp. 2025- 2067; Magaña, Alberto (coord.), 
Epidemias y rutas de propagación en la Nueva España y México (siglos XVIII y XIX), México, Archivo 
Histórico Pablo L. Martínez. 
64Peña, Yesenia, “Rastreando la mortalidad en los archivos parroquiales de Santa María de El Cardonal, 1800-
1858”, en Dimensión antropológica, vol. 36, 2006. 
17 
 
segunda generación de la escuela de los annales historiza las epidemias para dar cuenta las 
multifactoriales condiciones que generaron los medios propicios para que las enfermedades 
tuvieran efectos devastadores en la Ciudad de México,65 su trabajo está muy cercano a lo 
que hoy llamaríamos historia de la salud pública66. En esta línea se encuentran algunos 
trabajos de Ana María Carillo67 y Claudia Agostoni.68 En un texto de reciente aparición 
Agostoni ha analizado la Tuberculosis como endémica desde la óptica de la historia de la 
enfermedad.69 
Es importante indicar que historia de las epidemias que se ha escrito en los últimos 
10 años, pese a seguir con su característico análisis basado en cifras, ha abrevado de la 
antropología y las ciencias forenses,70 han surgido interesantes propuestas. La historia 
escrita por estos historiadores es innovadora en el sentido que trabaja con nuevas fuentes y 
se sustenta en pruebas químicas. Uno de los primeros textos en México en incluir 
investigaciones con esas características, es decir un enfoque y metodología 
 
65Cooper, Donald, Epidemic Disease in Mexico City 1761- 1813. An administrative, social and medical study, 
Texas, University of Texas press, 1965. 
66En palabras de un historiador argentino: “Tiende a enfocarse en el poder, la política, el Estado, las 
instituciones y la profesión médica. En gran medida es una historia donde la medicina pública suele aparecer 
en clave progresista –intentando ofrecer soluciones eficaces para la lucha contra las enfermedades del mundo 
moderno– y donde las relaciones entre las instituciones de salud y las estructuras económicas, sociales y 
políticas estan en el centro de la narrativa. Discute no tanto los problemas de la salud individual sino la de los 
grupos, estudia las acciones políticas para preservar o restaurar la salud colectiva y suele enfocar su atención 
en los momentos en que el Estado o algunos sectores de la sociedad han impulsado iniciativas concretas 
resultantes de una evaluación donde los factores médicos y epidemiológicos cuentan tanto como los políticos, 
económicos, culturales, científicos y tecnológicos. Es una historia que se pretende útil e instrumental”. 
Armus, “La enfermedad en la historiografía”, p. 7. 
67Carrillo, Ana María, “¿Estado de peste o estado de sitio?: Sinaloa y Baja California, 1902-1903”, en 
Historia mexicana, vol. LIV, núm. 4, 2005, pp. 1049- 1103. “Los modernos minotauro y Teseo: la lucha 
contra la tuberculosis en México”, en Estudios, núm. Especial, 2012, pp. 85- 101. Y “Control sexual para el 
control social: La primera campaña contra la sífilis en México”, en Espaço Plural, vol. XI, núm. 22, 2010, pp. 
65-77. 
68Agostoni, Claudia, “‘Timbres rojos’ y el Comité Nacional de Lucha contra la Tuberculosis, Ciudad de 
México, 1939-1950”, en Revista CONAMED, vol. 22, núm. 4, 2017, 199- 201. 
69La historiadora deja muy clara su postura teórica respecto al abordaje que hace de la TB, basada en los 
presupuestos presentados por Diego Armus. Alude “a diferentes temporalidades, tanto a tiempos largos o, a lo 
que se podría llamar, “la historia natural de la enfermedad”, y a tiempos relativamente más cortos … 
marcados o atados a los avatares generales de una historia necesariamente más específica y acotada a una 
ciudad o a un país. Esos tiempos más cortos, en ocasiones encuadrados por los quiebres de la historia política, 
pueden elucidar intervenciones específicas, la “creación y consolidación de agencias estatales”, la 
movilización de nuevas alianzas de sectores sociales y profesionales y la politización de una enfermedad”, es 
decir su investigación tiende a enunciarse desde un tiempo corto. Agostoni, Claudia, Del “armamento 
antituberculoso” al Sanatorio para Tuberculosos de Huipulco en la Ciudad de México, 1920-1940”, en 
História, Ciências, Saúde– Manguinhos, vol.26, núm. 2, 2019, p. 521. 
70Márquez, Lourdes, y Margarita Meza, “Sífilis en la Ciudad de México: análisis osteopatológico”, en 
Cuicuilco, vol.22, núm. 63, 2015, pp. 89- 126. 
18 
 
biosociocultural, es El miedo a morir. Endemias, epidemias y pandemias en México. El 
texto se privilegia de una introducción donde las autoras delimitan los conceptos de 
endemia, epidemia y pandemia,71 que los historiadores poco habían considerado, de hecho 
en ocasiones de manera indistinta, se ha tomado un brote como epidemia,72 o se había 
pasado por alto si la enfermedad era endémica en un espacio.73 La tendencia en el mundo 
parece ir encaminada a rastrear los orígenes de las enfermedades, desde una metodología 
biosociocultural con grupos multidisciplinarios donde estan siempre presentes los 
historiadores.74 
Aunque la historia de las epidemias (enfermedades) no fue la única que se benefició 
de otros campos del conocimiento. Algunos historiadores que se han dedicado a indagar el 
mundo indígena decidieron enfocarse en estudiar las formas de curación de los indígenas. 
Entonces comenzaron a aparecer con mayor frecuencia trabajos sobre lo que han llamado 
“medicina indígena”.75 
Estudiar la “medicina indígena”76 
A finales de la década de 1960 y principios de la de los 70 médicos e historiadores (estos 
últimos influenciados por la antropología y la arqueología) emprendieron la labor de 
estudiar las formas de curación de los indígenas. En México, los antropólogos habían 
comenzado a explorar el campo de lo que llamaron “medicina tradicional” desde finales de 
la década de 1940.77 
 
71Molina, América, Márquez, Lourdes y Pardo, Claudia, El miedo a morir. Endemias, epidemias y pandemias 
en México: análisis de larga duración, México, Instituto Mora, 2013. 
72Esta situación la he puesto de manifiesto en el territorio de Baja California en Fierros, Arturo y Alejandro 
Ayala, “Las epidemias que nunca llegaron: fiebre amarilla (1883) y peste bubónica (1902- 1903) en Baja 
California”, Gaceta Médica de México, núm. 154, 2018, 118-124. 
73Márquez, Lourdes, “La sífilis y su carácter endémico en la Ciudad de México”, en Historia mexicana, vol. 
LXIV, núm. 3, 2015, pp. 1099- 1161”. 
74Worobey, Michael, Watts, Thomas, Mckay, Richard, Suchard, Marc, Granade, Timothy, Teuwen, Dirk, 
Koblin, Beryl, Heneine, Walid, Lemey, Philippe y Jeffe, Harold, “1970s and patient O HIV- 1 genomes 
illuminate early HIV/AIDS history in North America”, en Nature, vol. 539, pp. 98-101. 
75Según la compilación de textos que realizan Luz María Vargas y Carlos Santillán: en la década de 1930 se 
produjeron solo 6 respecto al tema, para 1940 los autores lograron identificar 22 entre artículos y libros. 
Vargas, Luz María y Santillán, Carlos Enrique, Biblio-hemerografía sobre antropología médica (1900- 1990), 
México, Universidad Autónoma de México, 1994, pp. 291- 322. 
76Entiendo que hay diferencias culturales, políticas, económicas y sociales entre los diversos grupos que 
vivían en México antes de la llegada de los europeos, y que muchos de muchos no han sido tomados en 
cuenta en la historiografía que aquí menciono, pero para abordar este asunto se requiere un espacio mayor. 
77Aguirre, Gonzalo. “Nace la antropología medica” en Roberto Campos, La antropología médica en México. 
México, Instituto Mora, 1992, p. 54. 
19 
 
 Hubo antropólogos de origen mexicano que exhortaron al estudio de las fuentes 
antiguas, Gonzalo Aguirre Beltrán llamó a “romper con la aproximación étnica y a 
considerar los sistemas médicos locales dentro del contexto de su propia temporalidad y 
cultura”,78 existióun dialogo multidisciplinario. Los trabajos del historiador experto en el 
mundo mesoamericano Alfredo López Austin son un buen ejemplo. López Austin 
reinterpreto los códices hechos por los primeros fríales que llegaron a lo que hoy es 
México. Rescató información valiosa en una serie de artículos. Escribió sobre las formas de 
curación que por tradición los indios conservan hasta el día de hoy. Su primer texto al 
respecto salió en 1967, en el estudia a los “curanderos”. En otros trabajos “las plantas 
medicinales”, las enfermedades y las formas de curación.79 
En 1975 López Austin da a conocer el libro Textos de medicina náhuatl, donde se 
observa clara la influencia del antropólogo estadounidense Robert Redfield, que estudio la 
“medicina de las culturas prehispánicas” de México.80 En su libro López Austin reúne 
diversos textos sobre la temática que se escribieron desde la época colonial hasta su 
presente. Un estudio introductorio de más de 40 páginas, da cuenta de que pese a “los 
límites entre la magia, la religión y el empirismo no eran tan claros en los procedimientos 
terapéuticos, parece haber existido en la época prehispánica una tremenda 
especialización”.81 Los historiadores de esa época estudiaron mayormente las ideas; querían 
entender cómo las civilizaciones antiguas construyeron su idea de salud y enfermedad, de 
esa misma manera los médicos.82 Sin embargo hubo una apropiación e interpretación de 
muchas técnicas de los indígenas por parte de los españoles, principalmente de la 
herbolaria. Estos trabajos bien podrían inscribirse en lo que Michel Foucault llamo 
arqueológicos, en el sentido de abordar el pasado.83 
 
78Luis Vargas y Leticia Casillas. “La antropología medica en México” en Roberto Campos, La antropología 
médica en México. México, Instituto Mora, 1992, p. 84. 
79López Austin, Alfredo, “Cuarenta clases de magos del mundo náhuatl”, Estudios de cultura náhuatl, vol. 
VIII, 1969, pp. 51- 121. “De enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas”, Estudios de 
cultura náhuatl, vol. VIII, 1969, pp.51- 121, “Plantas medicinas y otras cosas medicinales”, Estudios de 
cultura náhuatl, vol. IX, 1971, pp. 125- 230 y “Descripción de medicinas en textos dispersos del libro XI de 
los Códices Matritense y Florentino”, Estudios de cultura náhuatl, vol. XI, 1974, pp.45- 135. 
80Aguirre, “Nace la antropología médica”. 
81López Austin, Alfredo, Textos de medicina náhuatl, México, Instituto de Investigaciones Históricas, 
Universidad Nacional Autónoma de México, 1975, p. 37. 
82Martínez Cortés, Fernando, Las ideas en la medicina náhuatl, México, La Prensa Médica Mexicana, 1965. 
83Foucault, Michel, El nacimiento de la clínica. Una mirada de la arqueología médica, México, siglo XXI, 
2018 y La arqueología del saber, México, siglo XXI, 2006. 
20 
 
A finales de los 80 y principios de los 90, surgió una perspectiva crítica al historiar 
la medicina indígena como puntos de resistencia a la ideología española –la dominante–. 
Esta historia no siempre fue hecha por historiadores, su estela perdura hasta hoy.84 Algunos 
historiadores se concentraron en escribir textos mayormente informativos, emergieron La 
medicina náhuatl y Ticiotl. Conceptos médicos de los antiguos mexicanos de Carlos Viesca 
Treviño, que se publicaron en 1986 y 1997 respectivamente.85 
 La historia de la medicina indígena estuvo marcada por el reconocimiento de los 
saberes de los antiguos pobladores como: sus formas de curación y, su perspectiva e ideas 
sobre la manera de funcionamiento de la botánica. Paradójicamente para estos historiadores 
lo que llamaron “medicina indígena” no tenía una relación epistémica con la medicina, de 
hecho observaron las divergencias y convergencias, muchas veces la absorción de un 
conocimiento sobre el otro. Reconocieron la “medicina indígena”, al igual que Francisco 
Flores y Nicolás León en el siglo XIX, no como un saber científico sino venido de una 
episteme distinta, por lo que es fundamental recordar las palabras escritas por López Austin 
en 2010 
En el mundo mesoamericano precolombino no existía nada que pudiera conocerse 
como ciencia, tal como la entendemos ahora. Cuando la verdad ya se conoce porque 
proviene de los Dioses, no hay lugar para preguntas sobre la naturaleza, que 
constituyen el inicio de la ciencia. Todo está dicho y preestablecido, y cuando los 
dioses no se han pronunciado sobre algún fenómeno natural, como un cometa o 
como un arco iris, lo que corresponde es que los sacerdotes realicen ceremonias y 
los sacrificios para propiciar las respuestas de los dioses. Por eso es que no tiene 
sentido hablar de ciencia en el mundo mesoamericano precolombino…86 
 
A propósito de lo señalado, fue a principios de la década de 1990 que se comenzó a 
escribir una historia de la medicina desde la ciencia y de la ciencia, que de facto dejo fuera 
de sus narrativas a la “medicina indígena”. Los problemas que analizan estos historiadores 
 
84Quezada, Noemí, Enfermedad y maleficio. El curandero en el México colonial, México, Universidad 
Nacional Autónoma de México, 1989; Sánchez, Pedro y Gonzalo Balsalobre, Hechicerías e Idolatrías del 
México Antiguo México, México, CONACULTA, 2008. 
85Viesca, Carlos, La medicina náhuatl, México, Editorial panorama, 1986; Ticiotl y Conceptos médicos de los 
antiguos mexicanos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997. 
86Pérez, Ruy (Coord.), Historia de la ciencia en México, México, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 11. 
21 
 
orbitan en torno a la episteme de la medicina que prolifero en occidente como saber 
científico desde mediados del siglo XIX.87 
Entre la historia de la medicina y la historia de la ciencia 
La Fisiología y sus Instrumentos Estudio y Catálogo de la Colección de Fisiología del 
Museo de la Medicina Mexicana, uno de los textos más recientes, se puede catalogar en 
esta área. Primeramente debemos señalar la originalidad de las fuentes materiales con las 
que está construido el texto, un trabajo arqueológico. El propósito del texto es dar cuenta 
cómo el instrumental médico tiene gran influencia en la conformación de saberes y 
prácticas.88 Laura Cházaro autora del texto, ya había trabajado esta idea anteriormente. 
Analizó instrumentos médicos que le dieron a los obstetras del siglo XIX la oportunidad de 
utilizarlos para atender a las parturientas, idea que fue normalizada mediante un complejo 
ajuste entre dimensiones técnicas y normativas.89 
Desde otra mirada es la prolífica historiadora Ana Cecilia Rodríguez de Romo es 
una de las principales impulsoras de esta área –lo que no quiere decir que los trabajos antes 
mencionados estuvieran bajo su influencia–. Médico de profesión, con posgrados en 
historia, alumna directa de Mirko Grmek.90 Realizó sus estudios posdoctorales en el 
Instituto de Historia de la Medicina de la Universidad de Johns Hopkins.91 
En sus investigaciones se refleja su formación. Desde sus primeros textos deja clara 
su postura donde entiende a la medicina como ciencia.92 Le interesa historiar la dimensión 
 
87Martínez Cortés, Fernando, La medicina científica y el siglo XIX mexicano, México, Fondo de Cultura 
Económica, 2003. No quiere decir que el autor de este texto no escribiera sobre otras temáticas, o que no las 
promoviera. Pero sin duda esta obra marca una continuidad respecto a las ideas sobre la medicina moderna en 
México, que se tocaron después, incluso algunos autores han citado su texto para dar cuenta de sus hipótesis. 
88Cházaro, Laura, La fisiología y sus instrumentos. Estudio y catálogo de la colección de Fisiología del 
Museo de la Medicina Mexicana, México, DIE-Cinvestav, 2016. 
89Cházaro, Laura, “Pariendo instrumentos médicos: los fórceps y pelvímetros entre los obstetrasdel siglo XIX 
en México”, en 
Dynamis, vol. 24, 2004, pp. 27- 51. El papel de los obstetras y su discurso se puede poner a discusión con el 
trabajo de Carrillo, Ana María “Nacimiento y muerte de una profesión. Las parteras tituladas en México”, en 
DYNAMIS, vol. 19, 1999, pp. 167-190. 
90Nacido en Croacia (1924), curso estudios de medicina. Estudio un doctorado en literatura en parís donde se 
desarrolló la mitad de su vida profesional. Su obra más importante es Historia del SIDA. El historiador Michel 
de Certeau dirá de Raisonnnement experimental et reserches toxicologiques chez Claude de Bernard, escrito 
por Grmek como tesis de doctorado publicada en 1976: “estudio minucioso cuyo interés supera en mucho al 
caso particular de C. Bernard, permite captar en vivo los desfasamientos que hacen pasar de la experiencia (en 
este caso controlada) a la crónica y de la crónica al discurso didáctico –teoría o historia”. La escritura, p. 103. 
91Martínez, Xóchitl; Rodríguez de Romo Ana Cecilia y Shein Max. “La historia de la medicina desde tres 
puntos de vista diferentes”, en Anales médicos, vol. 1, núm. 2, 2003, p. 61. 
92Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “El inicio de la medicina científica en México”, en Técnica y humanismo, 
vol. 63, 1991, pp. 60- 64 y “Factores determinantes en el origen y desarrollo de un político-científico 
22 
 
multicausual de los sucesos históricos que dan pie a la formación de la ciencia médica, en 
sus palabras: “quizá la característica más particular del descubrimiento en medicina sea el 
hecho de tantas ideas que se consideran nuevas, pero que realmente han surgido una o 
varias veces en la historia y que no fructificaron por la época, el sitio o las circunstancias en 
que se dieron”, lo llama “serendipia”.93 Advierte: “para ser científico descubridor, no hay 
que ser un genio ni tener personalidad especial, es suficiente ser muy trabajador, 
persistente, voluntarioso, disciplinado, observador y quizá tener un poco de suerte”.94 En su 
narrativa interactúan factores endógenos y exógenos en los hechos que analiza para 
construir su discurso. 
Los objetivos de la historia que narra Rodríguez de Romo giran en torno a realizar 
análisis de la comprobación de los conocimientos médicos en diversas épocas históricas, 
con ayuda de conceptos y metodología de la “ciencia médica”, va a la episteme del 
conocimiento médico.95 Hasta el momento, es una de las pocas historiadoras mexicanas de 
la medicina que ha sustentado su postura teóricamente, ha forjado una filosofía de la 
historia de la medicina. Incluso ha propuesto un modelo, a través de herramientas 
históricas, llamado la medicina institucional para organizar la medicina actual.96 
En un primer momento Rodríguez de Romo consideraba la historia de la medicina 
como “una especialidad de la disciplina” médica, con cierta “independencia”, con un grado 
de complejidad distinto y si se quiere hasta inferior que “la cardiología, la epidemiología o 
la cirugía”. En esta tónica el estudioso de la historia de la medicina, deberá pues, poseer 
herramientas que lo lleven a la interpretación de las fuentes.97 En reflexiones posteriores se 
 
mexicano: Manuel Martínez Báez” en María Rodríguez y José Moncada (Coords.), Enfoques 
Multidisciplinarios de la cultura científico-tecnológica en México. México, Universidad Nacional Autónoma 
de México, 1994. 
93 Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “El descubrimiento científico en la historia de la medicina”, en Annales 
médicos, vol. 42, núm. 1, 1997, p. 35. 
94Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “El descubrimiento científico”, p. 36. 
95Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “La digestión de las grasas en el programa de fisiología del año 1917: 
¿Influencia de Claude Bernard en Fernando Ocaranza?”, en Revista de la Facultad de Medicina UNAM, vol. 
33, núm. 3, 1990, pp. 163- 166 e “Inoculación en la epidemia de viruela de 1797 en la ciudad de México: 
¿Mito o solución real?”, en Revista electrónica, Antilia Revista Española de las Ciencias de la Naturaleza y 
de la Tecnología, vol. III, 1997. 
96Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “Una propuesta para entender la medicina contemporánea desde el punto 
de vista de la historia”, en Anales médicos, vol. 54, núm. 2, 2009 pp. 114 – 119. 
97Martínez; Rodríguez de Romo y Shein Max. “La historia de la medicina”, p. 61. 
23 
 
acerca más a la idea que ha llevado a través de sus textos,98 con una metodología desde la 
ciencia, piensa la historia de la medicina como ciencia, sustentada en bases teórico-
metodológicas, que médicos y estudiosos de las ciencias sociales y humanidades han 
practicado. La pregunta “equivale a la hipótesis de los experimentos científicos”, donde “la 
única condición para responderla científicamente es ubicarla en el marco del razonamiento 
lógico y finamente estructurado. Usar un método dependiente de las «fuentes»”, semejantes 
a los “materiales de los experimentos”, que el investigador está obligado a historizar. 
Afirma incluso: “en lo esencial, el método histórico no difiere del experimental”.99 
Podríamos decir que hay historiadores desde la ciencia e historiadores que estudian los 
procesos científicos. 
Fernando Martínez Cortés es un claro ejemplo del segundo grupo. A partir la década 
de 1980, trabajó la idea de la introducción de la medicina científica en México durante el 
siglo XIX.100 La idea del rastreo de ideas se ha aplicado al análisis de la historia de la salud 
pública. Impulsado fuertemente en México desde finales del siglo pasado por Ana María 
Carrillo y Claudia Agostoni. 
La historia de la salud pública 
En su artículo Economía, política y salud pública en el México porfiriano (1876-1910), 
parte de su tesis doctoral, Ana María Carrillo brinda pistas sobre el nacimiento de la salud 
pública “moderna” en México. Bajo el argumento que para que eso ocurriera se conjugaron 
elementos científicos, políticos y económicos. Lo que propicio que salud pública fuera 
exitosa durante el régimen porfiriano. Éxito que termino con la caída del régimen de 
Porfirio Díaz, a decir de la autora se “vería interrumpida de manera abrupta y durante casi 
una década por el movimiento revolucionario iniciado en 1910”.101 De igual manera en 
Monuments of progress, su tesis doctoral publicada en 2003, Agostoni desarrolla esta idea 
enfocada a la Ciudad de México, liga la concepto de modernidad emanado del gobierno de 
Porfirio Díaz con la construcción de grandes obras en el espacio citadino que buscaban, 
más que embellecer y ordenar la ciudad, modernizarla al igual que otras ciudades 
 
98Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “La ciencia pasteuriana a través de la vacuna antirrábica: el caso 
mexicano”, en DYNAMIS, 1996, vol. 16, pp. 291-316. 
99Rodríguez de Romo, Ana Cecilia, “La Historia de la Medicina es una ciencia”, en Gaceta Médica de 
México, vol. 154, pp. 5- 7.pp. 5- 7. 
100Martínez Cortés, Fernando, La medicina científica. 
101Carrillo, Ana María “Economía, política y salud pública en el México porfiriano (1876-1910)”, en História, 
Ciências, Saúde-Manguinhos, vol. 9, 2002, pp. 67- 87. 
24 
 
modernas. El gobierno del oaxaqueño se empeñó en mantener limpia la ciudad, a la par de 
la aplicación de distintas campañas sanitarias.102 
De esta forma Carrillo y Agostoni han ido desglosando los elementos que 
contribuyeron para la formación de la salud pública durante el profiriato. Han dado cuenta 
cómo los médicos surgieron como un gremio fuerte y de poder que se logró afianzar 
durante la dictadura de Díaz103 y los debates que surgieron para la adicción de concepciones 
y tecnología biomédica de la época.104 Dichas explicaciones colaboran para entender por 
qué el corpus de la salud pública se fue consolidando en México a finales del siglo XIX, esdecir las relaciones multicausales para que ese hecho sucediera. 
Recientemente las autoras mencionadas se han movido a estudiar otra 
temporalidad.105 Esto no se debe para nada al agotamiento del tema. Si en un primer 
momento analizaron la salud pública en las ciudades en el profiriato, en otros textos 
estudian la aplicación de medidas sanitarias en las zonas rurales durante el siglo XX, que 
fueron descuidadas y casi abandonadas en dicho aspecto durante el porfiriato. Lo que dicta 
este cambio de temporalidad en su programa de investigación, es ver sí hubo continuidad 
en ciertos aspectos de la salud pública. Implícitamente nos llevan a preguntarnos si ¿la 
atención que se brindó al “campo” en la posrevolución, también se dio en los aspectos de 
salud? En textos de finales de esta década, su programa de investigación se vislumbra de 
mejor manera. Podemos observar que la temporalidad ha estado dictada por el problema 
que plantean, como la producción de vacunas106 o la erradiacion de la viruela.107 
 
102Agostoni, Claudia, Monuments of progress: Modernization and public Health in Mexico City, 1876- 1910, 
Canada, Calgary press, 2003. 
103Carrillo, Ana María, “Profesiones sanitarias”. Agostoni, Claudia, “Médicos científicos y médicos ilícitos en 
la Ciudad de México durante el porfiriato”, en Estudios de historia moderna y contemporánea de México, 
núm. 19, 1999, pp. 13- 31 y “Médicos ecuestres, el arte de curar y los galenos en la historia nacional (Ciudad 
de México, 1877-1911)”, en Ciência & Saúde Coletiva, núm. 3, vol. 13, 2008, pp. 975- 984. 
104Ana María Carrillo, “Los comienzos de la bacteriología en México”. Claudia Agostoni, “Los infinitamente 
pequeños: debates y conflictos en torno a la bacteriología (ciudad de México, siglos XIX al XX)”. 
105Carrillo, Ana María, “Médicos rurales y medicina social en el periodo posrevolucionario (1920- 1940)”, en 
Historia mexicana, vol. LXIII, núm. 2, 2013, pp. 745- 801. Agostoni, Claudia, “Salud pública y poder en 
México durante el Cardenismo, 1934-1940”, en DYNAMIS, vol. 25, 2005, pp. 145- 178. 
106Carrillo, Ana María, “Vaccine productrion, national security anxieties and the unstable state in nineteenth- 
and twentieth’ century Mexico”, en Christine Holmberg, y Hillis Miller, The Politics of Vaccination: A 
Global History, Manchester, Manchester University Press, 2017. Por otra parte es importante dar cuenta del 
esfuerzo que ha realizado Carrillo al coordinar el Seminario Permanente de Historia de la Medicina y la 
Salud Pública en América Latina en la UNAM, donde se han presentado muchos trabajos sobre temas 
médicos, concernientes al contexto mexicano, algunos de ellos aún inéditos. 
107Claudia Agostoni, Médicos, campañas y vacunas. La viruela y la cultura de su prevención en México, 
1870- 1952, México, UNAM, 2016. 
25 
 
A inicios del siglo XXI, se analizó desde la historia de la salud pública el cuadro 
epidemiológico en el Alto Caribe de finales del siglo XIX y principios del XX, 
específicamente en tres puertos: Veracruz (México), La Habana (Cuba) y Nueva Orleans 
(E.U.A); una región, unida por el intercambio comercial por ende contacto social y cultural, 
condiciones propicias para la propagación de enfermedades infecto-contagiosas.108 De igual 
forma la salud pública en Baja California (inspirado por los enfoques de Carrillo y 
Agostoni)109 y la salud publica en Jalisco.110 Además se observó un incremento de obras 
colectivas que aunque no siguen un eje metodológico como tal, se han caracterizado por 
contar con los ejes temáticos que nos ocupan en estas líneas.111 
Consideraciones finales 
Actualmente no podríamos hablar la historia de la medicina si entendemos que las 
herramientas y la perspectiva con las que abordan, no solo los historiadores, a los 
multivariados y heterogéneos objetos que van desde un hospital, algún agente del cuerpo 
médico hasta un sistema sanitario, son tan diferentes como sus objetos de análisis. Esta 
diferenciación se vuelve útil para intentar entender el horizonte del autor como sujeto de 
producción discursiva, nos lleva a pensar este tipo de historias desde su episteme. Es decir 
no podríamos entender todos los textos como una unidad solo por considerar que analizan 
un elemento que tiene estrecha relación con el campo médico. 
Puesto que a veces investigadores por la misma naturaleza de sus estudios tienden a 
indagar algún elemento de la medicina, como alguna enfermedad en su forma epidémica, 
pandémica o endémica, sin que esto signifique que sean expertos en el campo de la historia 
de la medicina. Otros analizan los vaivenes de la ciencia a través de la medicina, que da 
cuenta de sus intereses, sus intenciones. Hay quienes escriben historia para hacer 
aportaciones a otros campos del conocimiento y hay quienes la hacen para hacer 
 
108Ronzón, José, Sanidad y modernización en los puertos del Alto Caribe. 1870-1915, México, UAM, 2004. 
109Fierros, Arturo, Historia de la salud pública en el Distrito Norte de la Baja California 1888- 1923, México, 
CECUT, 2014. 
110Gómez, Melchor, “Factores de creación y cambio en las instituciones porfirianas de salud pública en 
Jalisco”, en Letras Históricas, núm. 13, 2016, pp. 111-140. 
111Rodríguez de Romo, Ana Cecilia y Martínez, Xóchitl (coords.), Estudios de historia de la medicina: 
Abordajes e interpretaciones, México, UNAM, 2001; Cházaro, Laura (edit.). Medicina, ciencia y sociedad en 
México siglo XIX. Michoacán, Colegio de Michoacán, 2002; Agostoni, Claudia, Curar, sanar y educar: 
enfermedad y sociedad en México siglos XIX y XX, México, UNAM, 2008. 
 
26 
 
aportaciones al campo histórico. Los elementos de la medicina son tan flexibles, que dan 
esa posibilidad. 
La medicina, las ciencias sociales y las humanidades por su plasticidad han 
coexistido para enriquecer estas historias. Sus autores echan mano también de la salud 
pública, la epidemiologia, la genética y más recientemente de la química. Lo que proyecta 
un nuevo tipo de estudios basados en fuentes documentales claro está, pero también en las 
que podríamos llamar científicas, en un sentido decimonónico. Dichas cuestiones han 
abonado a las perspectivas. La estela de la historia de la medicina propiamente dicha, se 
refleja en estas historias, que se ven como utilitarias. La historia como contribuidora para 
resolver problemas de salud colectiva (epidemias, endemias, pandemias, problemas 
sanitarios, etc.). 
Hoy con la situación de la pandemia de COVID-19 los historiadores de la 
medicina112 y salud pública113 se han pronunciado, pretenden un conocimiento útil para 
entender las epidemias, los sistemas sanitarios, pero sobre todo el comportamiento humano 
ante situaciones del tal magnitud, no como una estampa, sino como una experiencia que 
pueda brindar destellos de luz sobre la estela de claroscuros que han dejado las 
enfermedades sobre el territorio mexicano. 
 
112Viesca, Calos, “Epidemias en México: De piojos en ratas de barcos, a virus en aviones”, El universal 24 de 
marzo de 2020. Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/cultura/epidemias-en-mexico-de-piojos-en-
ratas-de-barcos-virus-en-aviones 
113Félix, Hiram, “Epidemias ¿aprendemos de nuestra historia?”, Expreso 2020. Disponible en: 
https://www.expreso.com.mx/seccion/expresion/fuera-de-ruta/167437-epidemias-aprendemos-de-nuestra-
historia.html/amp?__twitter_impression=true&fbclid=IwAR3asLBtTbMFYcdk_WxNMmNv-
K7PHUgIcr049MVYooGN4KQu4WGTexdt5I8; Morán, Carmen, “Entrevista a Ana María Carrillo: Las 
pandemias que fueron, antiguas cuarentenas y nuevas enseñanzas”, El país, 09 de abril de 2020. Disponible 
en: https://elpais.com/sociedad/2020-04-09/las-pandemias-que-fueron-antiguas-cuarentenas-y-nuevas-
ensenanzas.html; Fierros, Arturo, “A propósito del COVID- 19: Endemias, epidemias y

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