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Habermas Relacionesmundo y aspectos de la racionalidad

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Relaciones con el mundo y aspectos de la racionalidad de la 
acción en cuatro conceptos sociológicos de acción 
 
El concepto de acción comunicativa ha de analizarse siguiendo el hilo conductor del 
entendimiento lingüístico; El concepto de entendimiento remite a un acuerdo 
racionalmente motivado alcanzado entre los participantes, que se mide por pretensiones 
de validez susceptibles de crítica; Verdad proposicional, rectitud normativa y 
veracidad expresiva, caracterizan diversas categorías de un saber que se encarna en 
manifestaciones o emisiones simbólicas. 
El concepto de racionalidad comunicativa remite a las diversas formas de desempeño 
discursivo de las pretensiones de validez; y a las relaciones que en su acción 
comunicativa los participantes entablan con el mundo al reclamar validez para sus 
manifestaciones o emisiones. 
Toda sociología que pretenda ser teoría de la sociedad, el problema de la racionalidad se 
le plantea en el plano metateórico y en el plano metodológico. 
Para el problema de la racionalidad, Primero entrará en la teoría popperiana del tercer 
mundo; Después analizará los conceptos de acción teleológica, acción regulada por 
normas y acción dramatúrgica, en términos de relaciones actor/mundo; La 
reconstrucción permitirá introducir el concepto de acción comunicativa. 
El mundo es la totalidad de aquello que es el caso; lo que puede constatarse en forma de 
enunciados verdaderos. Partiendo de este concepto general específica tres conceptos 
de mundo: Mundo de los objetos o estados físicos Mundo de los estados de conciencia 
o de las disposiciones comportamentales para la acción Mundo de los contenidos 
objetivos de pensamiento o de los productos de la mente humana 
El tercer mundo es autónomo en respecto a su status ontológico, los productos de la 
mente humana se vuelven de inmediato contra ella cómo problemas; estos no son creados 
sino descubiertos, ya tenían existencia propia. Para resolverlos se crearán teorías que 
generarán de inmediato nuevos problemas, inesperados y no buscados, problemas 
autónomos que tienen que ser descubiertos. Su autonomía explica nuestro poder actuar 
sobre el sin poder denominar ni siquiera una pequeña parte; todos tratamos de 
entenderlo y ninguno podría vivir sin contacto con él, ya que todos hacemos uso del 
lenguaje. 
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De esta determinación del status del tercer mundo se siguen dos importantes 
consecuencias, la primera sobre la interacción entre los mundos y la segunda sobre el 
estrechamiento cognitivista que representa la interpretación que Popper hace del 
tercer mundo. 
El primero y el segundo cómo el segundo y el tercero están directamente en contacto, 
en cambio el primero y el tercero sólo interacciónan a través del segundo. Tanto el 
conocimiento de, cómo la intervención en, los estados del mundo objetivo vienen 
mediados por el descubrimiento de la lógica especifica de los nexos internos de sentido. 
El proceso de generación de, de extrañamiento en, de apropiación de productos del 
espíritu humano, está primariamente al servicio del crecimiento del saber teórico y de la 
ampliación del saber técnicamente utilizable. El desarrollo de la ciencia no solamente 
sirve de modelo a la intervención del espíritu subjetivo en el mundo objetivo, sino que el 
tercer mundo, en opinión de Popper, se compone esencialmente de problemas, de teorías 
y de argumentos. Popper, además de cómo totalidad de entidades de una forma de ser, 
el tercer mundo lo entiende también unilateralmente, desde las perspectiva conceptual 
de desarrollo de la ciencia; comprende los elementos cognitivos, científicamente 
elaborables, de la tradición cultural. 
Lo social es una realidad sumamente diversa y compleja; tanto la sociedad cómo sus 
miembros se encuentran en un proceso perpetuo de autodescubrimiento y 
autogeneración. Esta propuesta ilumina la interesante conexión que existe entre un 
concepto sociológico de acción y sus relativas relaciones actor/mundo. 
El supuesto de que los seres humanos son representados según el modelo científico, que 
desarrollan teorías y resuelven problemas; de que en el mundo de la vida las teorías 
compiten de forma parecida a como lo hacen las teorías científicas, choca con tres 
dificultades. Sin embargo es instructiva esta estrategia de hacer uso de la teoría 
popperiana de los tres mundos, porque pone al descubierto los presupuestos ontológicos 
que entran en los conceptos sociológicos de acción. 
Revisión de la teoría popperiana de los tres mundos 
 
 Existe diferencia entre una actitud realizativa y una actitud hipotético-
reflexiva frente a las tradiciones culturales. 
 
En la práctica comunicativa cotidiana los agentes se sirven del acervo de saber cultural 
válido para llegar a definiciones de la situación susceptibles de consenso. En ese proceso 
pueden producirse disentimientos que obliguen a una revisión de este o aquel patrón. 
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Precisamente por eso, la aplicación del saber transmitido no es todavía sinónima de 
elaboración cuasicientifica de un saber puesto sistemáticamente en cuestión. 
Al verse urgido a decidir en una situación de acción, el lego toma parte de interacciones 
con la intención de coordinar las acciones de los implicados por medio de un proceso de 
entendimiento: haciendo uso de un saber cultural común. 
El científico también toma parte en interacciones; pero sus procesos cooperativos de 
interpretación tienen la finalidad de someter a examen la validez de aquellas partes del 
saber que se tornaron problemáticas. Su meta es la crítica y el acrecentamiento del 
saber, no la coordinación de acciones. 
Reformulación 
Sustitución del concepto ontológico de mundo, por un concepto de mundo 
planteado en términos de teoría de la constitución de la experiencia y 
adoptación de la pareja conceptual “mundo” y “mundo de la vida”. 
 
Son los propios sujetos socializados que, cuando participan en procesos cooperativos de 
interpretación, hacen uso implícito del concepto de mundo. En estos procesos, la 
tradición cultural (que Popper introduce cómo “productos de la mente humana”), asume 
papeles distintos según actúe cómo acervo cultural de saber del que los participantes en 
la interacción extraen sus interpretaciones; o se convierta a su vez en objeto de 
elaboración intelectual. 
La tradición cultural compartida por una comunidad es constitutiva del mundo de la vida 
que los miembros individuales encuentran ya interpretado en lo que refiere a su 
contenido. Este mundo de la vida intersubjetivamente compartido constituye el 
trasfondo de la acción comunicativa. (De esto que fenomenólogos cómo Schutz hablen 
del mundo de la vida cómo horizonte atemáticamente co-dado dentro del cual se mueven 
en común los participantes en la interacción cuando se refieren temáticamente a algo en 
el mundo). 
El componente de la tradición tomado queda convertido en tema. Los participantes 
tienen que adoptar una actitud reflexiva frente a los patrones de interpretación 
cultural; la validez del patrón de interpretación queda en suspenso y el correspondiente 
saber se torna problemático. El cambio de actitud sitúa el componente problematizado 
de la tradición cultural bajo la categoría de un estado de cosas al que uno puede 
referirse en actitud objetivante. 
 No presta atención a los componentes del saber cultural que no pueden ser 
reducidos a enunciados susceptibles de verdad. 
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El modelo popperiano del tercer mundo en este aspecto falta de plausibilidad, pues en lo 
que atañe a las interacciones, la capacidad de orientar la acción que tienen los valores 
culturales es más importante que la que tiene las teorías. 
La realidad normativa de la sociedad no debe la autonomía que posee frente al espíritu 
subjetivo a la autonomía que poseen las pretensiones de verdad, sino al carácter 
obligatorio que poseen los valores y las normas. 
La cuestión que se plantea es la de en qué términos los componentesde las tradiciones 
culturales relevantes para la integración social podrían concebirse cómo sistemas de 
saber y cómo se los puede conectar con pretensiones de validez análogas a las de la 
verdad 
Reformulación 
Sustitución de la versión unilateralmente cognitivista del concepto de 
espíritu objetivo mediante un concepto de saber cultural cómo algo 
diferenciado en distintas pretensiones de validez. 
 
El tercer mundo de Popper goza de la autonomía de una esfera de validez. 
Es decir, comprende entidades de nivel superior, que nos resultan accesibles cuando 
adoptamos una actitud reflexiva y que, frente al espíritu subjetivo, mantienen una 
cierta autonomía, porque en virtud de su referencia a la verdad, constituyen una red de 
problemas susceptibles de investigación. 
Estas entidades susceptibles de verdad del tercer mundo guardan una particular 
relación con el primer mundo; sirven para la descripción y explicación de sus procesos. Y 
ambos están mediados por el mundo del espíritu subjetivo, por los actos de conocimiento 
y por la acción. 
Con ello, los elementos no-cognitivos de la cultura tienden a quedar en una posición 
marginal, y son ellos mismos que resultan importantes para una teoría sociológica de la 
acción. 
También estas esferas de valor no-cognitivas, cómo pueden serlo las ideas jurídicas y 
morales o las obras de arte, constituyen esferas de validez; las primeras pueden 
analizarse desde el punto de vista de su rectitud normativa, y las segundas desde el 
punto de vista de su autenticidad; es decir, pueden ser abordadas cómo universos de 
problemas que gozan de su propia autonomía. 
Cómo Weber, se debería entender la tradición cultural en su totalidad, cómo un acervo 
de a partir del cual, bajo distintas pretensiones de validez, pueden desarrollarse 
esferas de valor y sistemas de saber especiales. Por eso, se asignaría también al tercer 
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mundo los componentes evaluativos y expresivos de la cultura, pero para esto hay que 
explicar que es lo que puede significar “validez” y “saber” en lo relativo a los elementos 
no cognitivos de la cultura, pues estos no pueden ponerse en correspondencia con 
entidades del primer mundo de la misma forma que las teorías y enunciados. 
No permite distinguir entre los valores culturales y la materialización 
institucional de los valores en las normas. 
 
Las instituciones nacerían de los procesos de entendimiento de forma similar a cómo, los 
problemas, las teorías y los argumentos surgen de los procesos de conocimiento. De esta 
forma se puede explicar la naturaleza conceptual y la relativa autonomía de la realidad 
social, pero no la resistencia específica y el carácter coactivo de las normas vigentes y 
de las instituciones establecidas, por los que se caracterizan los productos sociales 
frente a los culturales. 
Resulta lógico distinguir entre el ámbito de los valores institucionalizados y el ámbito de 
los valores culturales libremente flotantes. Estos no disponen del mismo carácter 
obligatorio que las normas de acción legítima. 
Reformulación 
Habermas seguirá diferenciando tres mundos, que a su vez no deben confundirse con el 
mundo de la vida. De ellos, sólo el mundo objetivo puede ser entendido cómo un 
correlato de la totalidad de los enunciados verdaderos. 
Los tres mundos constituyen conjuntamente el sistema de referencia que los 
participantes suponen en común en los procesos de comunicación, sobre el cual 
determinan sobre qué es posible en general entenderse. Los participantes en una 
comunicación no entablan solamente una relación con el mundo objetivo, manejan un 
sistema de mundos co-originarios; no sólo dominan un nivel en que pueden exponer 
estados de cosas, sino que todas las funciones del lenguaje, la de exposición, la de 
apelación, y la de expresión, están a un mismo nivel evolutivo. 
La única razón para basarse en la aplicación que Jairve hace de la teoría popperiana es 
allanar el camino para la tesis de que al elegir un determinado concepto sociológico de 
acción nos comprometemos con determinadas suposiciones ontológicas. Es de las 
relaciones con el mundo que suponemos al actor que depende los aspectos de la posible 
racionalidad de su acción. 
 
 
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Acción teleológica 
Conceptualización 
Este modelo de acción subyace a los planteamientos que en términos de teoría de la 
decisión y teoría de los juegos se hacen en Economía, Sociología y Psicología Social. 
El actor realiza un fin o hace que se produzca el estado de cosas deseado eligiendo en 
una situación dada los medios más congruentes y aplicándolos de manera adecuada. 
Esta acción se amplía y se convierte en acción estratégica cuando en el cálculo que el 
agente hace de su éxito interviene la expectativa de decisiones de a lo menos otro 
agente que también actúa con vistas a la realización de sus propios propósitos. 
El concepto central es el de utilidad ya que toda acción es elegida y calculada desde el 
punto de vista de la maximización de utilidad o de expectativas de utilidad. 
Racionalidad 
El concepto de acción teleológica en lo que atañe a presupuestos ontológicos presupone 
relaciones entre un actor y un sólo mundo de estados de cosas existentes. Es un mundo 
objetivo, definido cómo totalidad de los estados de cosas que existen o que pueden 
presentarse o ser producidos mediante una adecuada intervención en el mundo. 
Dota al agente de un “complejo cognitivo-volitivo”, de modo que éste puede formarse 
opiniones sobre los estados de cosas existentes y desarrollar intenciones con la 
finalidad de traer a la existencia los estados de cosas deseados. 
A través de sus opiniones y intenciones el actor contrae relaciones con el mundo 
susceptibles de un doble enjuiciamiento objetivo. El primero plantea la cuestión si el 
actor logra poner en concordancia sus percepciones y opiniones con aquello que es el 
caso en el mundo. (El segundo plantea la cuestión de si el actor logra poner en 
concordancia lo que es el caso en el mundo con sus deseos e intenciones. Estas 
relaciones entre actor y mundo permiten manifestaciones que pueden enjuiciarse 
conforme a criterios de verdad y eficacia. 
El resultado de la acción dependerá también de otros actores, cada uno de los cuáles 
sólo se comporta cooperativamente en la medida en que ello encaja en su cálculo 
egocéntrico de utilidades. 
 
 
 
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Acción regulada por normas 
Conceptualización 
Este modelo de acción subyace a la teoría del rol social. 
Se refiere a los miembros de un grupo social que orientan su acción por valores 
comunes. Las normas expresan un acuerdo existente en un grupo social, el actor 
particular las observa cuando en situaciones dadas se dan las condiciones a las que la 
norma se aplica. 
El concepto central de observancia de una norma significa el cumplimiento de una 
expectativa generalizada de comportamiento. 
Racionalidad 
El concepto de acción regulada por normas en lo que atañe a presupuestos ontológicos 
presupone relaciones entre un actor y dos mundos. Además del mundo objetivo de 
estados de cosas aparece el mundo social que consta de un contexto normativo que fija 
que interacciones pertenecen a la totalidad de relaciones interpersonales legítimas. 
Todos los actores para quienes rigen las correspondientes normas pertenecen al mismo 
mundo social. 
El agente puede distinguir entre los componentes fácticos y los componentes normativos 
de su situación de acción, es decir, entre las condiciones y medios, y los valores. 
Una oración expresa una norma cuando se emite de forma adecuada con la pretensión de 
rectitud normativa, es decir que pretende ser válida para un círculo de destinatarios. 
Decimos que la norma goza de validez social cuando es reconocida intersubjetivamente 
cómo válida. 
El modelo normativo de acción no dota al agente solamente de un complejo cognitivo, 
sino también de un complejo motivacional que posibilita un comportamiento conforme a 
las normas.Va asociado con un modelo de aprendizaje que da cuenta de la interiorización 
de valores. 
Bajo estos presupuestos el actor puede entablar relaciones con el mundo accesibles a un 
doble enjuiciamiento objetivo. El primero plantea la cuestión de si los motivos y las 
acciones de un actor concuerdan con el orden normativo vigente. El segundo plantea 
la cuestión de si las normas encarnan valores que en relación a un determinado 
problema expresan intereses susceptibles de universalización de los afectados, 
mereciendo así el asentimiento de sus destinatarios. Es decir de si están justificadas 
o no, de si merecen o no ser reconocidas cómo legítimas. 
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Acción dramatúrgica 
Conceptualización 
Este modelo de acción sirve principalmente a las descripciones de orientación 
fenomenológica de la acción. 
La interacción social es vista como un encuentro en que los participantes constituyen los 
unos para los otros un público visible y se representan mutuamente algo. El actor, al 
dejar trasparecer algo de su subjetividad, busca ser visto y aceptado por el público de 
una manera determinada. Todo agente controla el acceso de los demás a la esfera de sus 
propios sentimientos, a la que sólo él tiene un acceso privilegiado. 
El concepto central es el de autoescenificación, significa la estilización de la expresión 
de las propias vivencias, hecha con vistas a los espectadores. 
Racionalidad 
El concepto de acción dramatúrgica en lo que atañe a presupuestos ontológicos 
presupone relaciones entre un actor y su propio mundo subjetivo, es decir la totalidad 
de vivencias subjetivas a las que el agente tiene frente a los demás un acceso 
privilegiado. Esto sucede porque, al presentar ante los demás un lado de sí mismo, se 
relaciona reflexivamente con su propio mundo. 
Un actor tiene deseos o sentimientos en el sentido de que es dueño de manifestar estas 
vivencias ante un público de modo que éste atribuya al agente cómo algo subjetivo esos 
deseos y sentimientos manifestados, cuando se fía de sus emisiones expresivas. Los 
deseos y sentimientos por lo general sólo pueden ser manifestados cómo algo subjetivo, 
no pueden entrar en relación con el mundo externo. 
Los deseos y sentimientos son dos aspectos que tienen sus raíces en las necesidades. 
Éstas se diferencian por el lado volitivo en inclinaciones y deseos, y por el lado intuitivo 
en sentimientos y estados de ánimo. Nuestra naturaleza marcada por las necesidades es 
el trasfondo de una parcialidad que determina nuestras actitudes subjetivas frente al 
mundo externo. Tales tomas de partido se expresan, en el plano lingüístico, a través de 
expresiones evaluativas. Su contenido descriptivo-prescriptivo explica el sentido de los 
juicios de valor. Es este componente de la justificación el puente entre la subjetividad 
de una vivencia y la transparencia intersubjetiva que la vivencia alcanza al ser expresada 
verazmente y ser imputada sobre esa base a un actor por parte de los espectadores. 
El carácter reflexivo de la autopresentación ante otros, se convierte en el ingrediente 
esencial de las interacciones sociales en general, en cuanto se consideran éstas sólo 
bajo el aspecto de encuentro entre personas. 
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En la acción dramatúrgica la relación entre actor y mundo también resulta accesible a un 
enjuiciamiento objetivo. En el momento que a lo que el actor se aplica es a su propia 
subjetividad, la cuestión que se plantea es la la veracidad de sus manifestaciones, de si 
el actor piensa lo que dice, o simplemente se limita a fingir las vivencias que expresa. 
Según Habermas sin embargo es correcto clasificar la acción dramatúrgica cómo un 
concepto que presupone dos mundos, uno interno y uno externo. Las manifestaciones 
expresivas escenifican la subjetividad del actor frente a otros actores; frente a éste el 
actor sólo puede adoptar en principio una actitud objetivante, y esta se extiende no 
solamente a los objetos físicos, sino también a los objetos sociales. 
Acción comunicativa 
Con este concepto empieza a operar un supuesto más: el de un medio lingüístico en que 
se reflejan cómo tales las relaciones del actor con el mundo. La problemática de la 
racionalidad, que hasta aquí sólo se planteaba al científico social, cae ahora dentro de la 
perspectiva del agente mismo. 
El modelo teolológico de acción concibe el lenguaje cómo entendimiento directo de 
aquellos que sólo tienen presente la realización de sus propios fines. Su función es la de 
provocar efectos perlocucionarios. Es un medio más a través del cual los hablantes, que 
se orientan hacia su propio éxito, pueden influir los unos sobre los otros con el vin de 
mover al oponente a formarse las opiniones o a concebir las intenciones que les 
convienen para sus propios propósitos. 
El modelo normativo de acción concibe el lenguaje cómo acción consensual de aquellos 
que se limitan a actualizar un acuerdo normativo ya existente. Su función es la de 
establecer relaciones interpersonales. Es un medio que transmite valores culturales y 
que es portador de un consenso que simplemente queda ratificado con cada nuevo acto 
de entendimiento. 
El modelo de acción dramatúrgica presupone el lenguaje cómo autoescenificación 
destinada a espectadores. Su función es la de expresar vivencias. Es el medio en que 
tiene lugar la autoescenificación; el lenguaje es asimilado a formas estilísticas y 
estéticas de expresión. 
En cada uno de estos modelos se tematiza una función del lenguaje. Sólo el concepto de 
acción comunicativa presupone el lenguaje cómo un medio de entendimiento, en que 
hablantes y oyentes se refieren, desde el horizonte preinterpretado que su mundo de la 
vida representa, simultáneamente a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el 
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mundo subjetivo, para negociar definiciones de la situación que puedan ser compartidas 
por todos. Comprende todas las funciones del lenguaje. 
En este lugar sólo introducirá el concepto de acción comunicativa, limitándose a unas 
observaciones. Sobre el carácter de acciones independientes y sobre la relación 
reflexiva que el actor guarda con el mundo en los procesos de entendimiento. 
Son acciones sólo aquellas manifestaciones simbólicas en que el actor entra en relación 
al menos con un mundo. Se distinguen de ella los movimientos corporales y las 
operaciones que se co-realizan en las acciones y que sólo secundariamente pueden llegar 
a adquirir la autonomía que caracteriza a las acciones: por inclusión en un juego o en un 
aprendizaje. 
Observacionalmente las acciones aparecen cómo movimientos corporales, estos son 
elementos de una acción, pero no una acción. Se pueden distinguir movimientos con que 
el sujeto interviene en el mundo, actuando instrumentalmente, de los movimientos con 
que un sujeto encarna un significado, actuando comunicativamente. Ambos causan un 
cambio físico en el mundo; en el primer caso el cambio será causalmente relevante, en el 
segundo semánticamente relevante. 
 Para el modelo comunicativo de acción el lenguaje sólo es relevante desde el punto de 
vista pragmático de que los hablantes, al hacer uso de oraciones orientándose al 
entendimiento, integran en un sistema los tres conceptos de mundo que en los otros 
tipos de acción aparecen en solitario o en parejas, y presuponen ese sistema cómo un 
marco de interpretación que todos comparten y dentro del cual pueden llegar a 
entenderse. 
Que el entendimiento funcione cómo mecanismo coordinador significa que los 
participantes reconocen intersubjetivamente las pretensiones de validez con que se 
presentan unos frente a otros. El actor que se oriente al entendimiento, tiene que 
plantear explícitamente tres pretensiones de validez: Verdad para los enunciados o 
presuposiciones de existencia. La pretensión de que el enunciado que hace es verdadero. 
Rectitud para las acciones legítimamente reguladas y para su contexto normativo. 
La pretensión de que el acto de habla escorrecto en relación al contexto normativo 
vigente. Veracidad para la manifestación de sus vivencias subjetivas. 
La pretensión de que la intención expresada por el hablante coincide realmente con lo 
que éste piensa. 
Un hablante hace valer una pretensión de validez susceptible de crítica entablando con 
su manifestación una relación con uno o más “mundos”, y haciendo uso de la circunstancia 
de que esa relación es en principio accesible a un enjuiciamiento objetivo para invitar a 
su oponente a una toma de postura racionalmente motivada. 
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Son los propios actores que buscan un consenso y lo someten a criterios de verdad, 
rectitud y veracidad por un lado, y los tres mundos con que el actor contrae relaciones, 
por el otro. Estos son: Mundo objetivo. Conjunto de todas las entidades sobre las que 
son posibles enunciados verdaderos. Mundo social. Conjunto de todas las relaciones 
interpersonales legítimamente reguladas. Mundo subjetivo. Totalidad de las vivencias 
del hablante, a las que tiene un acceso privilegiado. 
Todo proceso de entendimiento tiene lugar sobre el trasfondo de una precomprensión 
imbuida culturalmente. Éste permanece aproblemático en su conjunto, sólo la parte de 
ese acervo de saber, que los participantes en la interacción utilizan y tematizan, queda 
puesto a prueba. 
El lenguaje es un medio de comunicación que sirve al entendimiento, mientras que los 
actores, al entenderse entre sí para coordinar sus acciones, persigue cada uno 
determinadas metas. La estructura teleológica es fundamental para todos los conceptos 
de acción. No obstante, los conceptos de acción social se distinguen por la forma en que 
plantean la coordinación de las acciones teleológicas de los diversos participantes, 
Cómo engranaje de cálculos egocéntricos de utilidad; Cómo acuerdo sobre valores y 
normas regulado por tradición y socialización, que asegura la integración social; Cómo 
relación consensual entre un público y unos ejecutantes. 
O, cómo Entendimiento en el sentido de un proceso cooperativo de interpretación.