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Números Romanos: História e Regras

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Números romanos
Los números romanos o numerales romanos son el conjunto de símbolos escritos desarrollados en la Antigua Roma para representar las cantidades. Estos símbolos formaban parte de un sistema de numeración empleado en la totalidad del Imperio romano, que tomaba en préstamo algunas letras del propio alfabeto, es decir, que no usaba símbolos específicos para los números, como sí ocurría en los sistemas de otras culturas.
Historia de los números romanos
Los números romanos nacieron como una actualización del sistema numeral etrusco, tomado a su vez del sistema de los antiguos griegos. Los antiguos romanos tomaron de su alfabeto las letras que más se parecían a los símbolos etruscos y crearon su propio patrón. Estas letras son mayúsculas porque inicialmente el alfabeto latino no contenía minúsculas de ningún tipo.
El sistema romano era, en sus inicios, únicamente aditivo, como el etrusco, de modo que los símbolos se iban amontonando para crear la cifra elegida (4, por ejemplo, se correspondía a cuatro unidades: IIII), hasta alcanzar una cifra lo suficientemente elevada para cambiar de signo (5 unidades: IIIII, se convierte en V). Pero alrededor del siglo III a. C. el sistema fue perfeccionado para permitir también la resta, lo que dio origen a un modelo más sintético y pragmático (en el que 4 es representado como IV, es decir, cinco unidades menos una).
Los números romanos sobrevivieron a la caída del imperio y a la transformación de la cultura europea, y siguieron usándose durante siglos, hasta ser eventualmente desplazados por los números arábigos, debido a la influencia de los imperios árabes durante el Medioevo. En la actualidad se reservan para usos muy específicos, como la titulación de capítulos y la numeración de algunos relojes, entre otros.
Reglas del sistema romano de numeración
El sistema romano de numeración consiste, en primera instancia, en la acumulación de símbolos con un valor fijo, dispuestos de mayor a menor en un sentido lineal de izquierda a derecha. En otras palabras, las cifras deben siempre empezar por los signos más altos.
Las cifras, por lo tanto, se componen sumando los signos que aparecen hacia la derecha. Así, por ejemplo, si vemos dos o más signos de unidad, debemos sumarlos: I + I = II (1 + 1 = 2), y la cifra, por lo tanto, crece hacia la derecha conforme aumenta: III es I + I + I.
Sin embargo, llegados a una cierta cantidad, debemos acudir a signos de mayor valía (como V) a los que podemos, sin embargo, continuar sumando unidades, siempre que estas aparezcan del lado derecho de la cifra: V + I = VI (5 + 1 = 6), por ejemplo. La misma regla aplica para sumar signos más altos: X + V = XV (10 + 5 = 10).
Así, cualquier cifra en números romanos es producto de la suma de los signos que la representan. 1382, por ejemplo, se representa de la siguiente manera: MCCCLXXXII, equivalente a 1000 + (100 + 100 + 100) + (50 + 10 + 10 + 10) + 1 + 1, o sea, 1000 + 300 + 80 + 2. Sin embargo, en ningún caso se podrá repetir un mismo número más de tres veces seguidas, es decir, no se puede escribir IIII (para 4) ni XXXX (para 40); en estos casos se debe acudir a la sustracción.
Cuando encontramos un número de mayor valor que otro, pero ubicado a la derecha de este, debemos restar el número pequeño al más grande: IV = V – I (4 = 5 – 1), por ejemplo, dado que V es mayor que I. Esto aplica para cualquier número: IX = X – I (9 = 10 – 1), XL = L – X (40 = 50 – 10), CD = D – C (400 = 500 – 100). Esta es la forma de componer los números romanos para los cuales haría falta repetir más de tres veces un mismo signo.
Usos actuales de los números romanos
En la actualidad, los números romanos tienen un uso muy limitado y específico. Se emplean muchas veces para numerar los capítulos de los libros, para marcar las horas de algunos relojes y en el lenguaje escrito para señalar la numeración de los siglos (siglo XI, siglo XX), la numeración de los reyes y nobles (Juan Carlos I, Enrique VII).
También se utilizan en la numeración de divisiones militares (IV Pelotón del ejército, II Batallón de lanceros) y las ediciones de ciertos eventos importantes (II Bienal de Literatura Mariano Picón Salas, III Congreso Europeo de Astrofísica, XX aniversario del retorno de la democracia).
También es común hallarlos en documentos de épocas antiguas y como parte de símbolos nacionales, monumentos y otros objetos y lugares solemnes, como las naves de una iglesia cristiana, o las etapas del viacrucis de Jesús de Nazaret.

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