Logo Studenta

História de España pelos Árabes

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

ESPANA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS 
ARABES ACTUALES 
(A PARTIR DE LOS TEXTOS DE ENSEÑANZA MEDIA 
DE SIRIA) 
por 
MIGUEL DE EPALZA 
Publicado en ~ALMENARA».-Vol. 2.- 1972 
MADRID 
ESPAA'A Y SU HISTORIA VISTA 
POR LOS ARABES ACTUALES 
(A partir de los textos de enseñanza 
media de Siria) 
por MIGUEL DE EPALZA 
l. PRESENTACIÓN 
1. Irnportancia de los libros de te .. ~to 
como formadores de mentalidades 
Creo que no hace falta ponderar cómo la enseñanza me­
dia marca a generaciones enteras de ciudadanos, estructu­
rando mentalmente a los que participan en una misma estruc­
tura socio-política, en sus clases más elevadas. N o es sólo 
un acervo de conocimientos, sino que pretende situar al ciu­
dadano en el mundo, situándole en él, inculcándole actitu­
des ante la vida y lo que le rodea, en todos sus aspectos. 
Además, los libros de texto son los más leídos, por ca- ' 
pas enteras de la población de un país, y por personas que 
muchas veces no leerán otros libros, como lo han mostrado 
recientemente unas encuestas en institutos superiores sirios. 
Estos textos, formadores de generaciones mentales, son 
también fruto de las corrientes intelectuales presentes en el 
país y en el mundo árabe. En el tema que nos interesa -la 
historia de España-~ representan la influencia de una gene­
ración de historiadores e intelectuales árabes que han traba­
jado en la historia de España, y cuyas ideas e investigacio­
nes se ven claramente reflejadas en los manuales escolares. 
La interrelación investigación-enseñanza sería un tema inte­
resantísimo, que no podemos tocar aquí. Bástenos citar -sin 
pretender ser exhaustivos- a algunos autores árabes que 
han escrito sobre Al-Andalus: A. Badawi, A. Inan, A. Al-
54 MIGUEL DE EPALZA 
Ahwani, H. Manes, M. Mekki, en Egipto; G. Zeydán y 
H. Abbas, en el Líbano; A. Al-Hajji, en Iraq; y especial­
mente J. Rikabi, A. Mahásibi, A. Bard, N. Kabbani y 
K. Soufi, en Siria. Muchos de ellos han podido -gracias a 
becas y otras ayudas- realizar estudios en España y han 
puesto en sus obras no sólo su erudición, sino su interés y 
cierto cariño hacia España. 
Tendríamos que citar también aquí, para subrayar la 
importancia de lns textos. 'las orientaciones o finalidades 
que el propio programa del Ministerio de Educación N acio­
nal sirio señala a sus libros de texto, a lo largo de la Ense­
ñanza Media. Figuran a veces en la introducción de los li­
bros que vamos a estudiar. En resumen, han de contribuir 
paralelamente a conocer objetivamente los. acontecimientos 
y adquirir las nociones vitales de tiempo y circunstancia, y 
a formar al mismo tiempo el sentimiento de identidad nacio­
nal del estudiante árabe sirio, con las actitudes y relaciones 
que de ello se derivan. 
2. Interés de este estudio 
Este conocimiento de la mentalidad árabe en general con 
respecto a España -aunque hecho a partir de los textos de 
un solo país, Siria-, es muy conveniente y aún necesario 
para los españoles que han de tratar con los árabes. Hay 
que saber al menos tanto como ellos sobre nuestro propio 
país, si queremos ser sus interlocutores. Hay que saber el 
volumen de sus conocimientos sobre nuestro país y, sobre 
todo, la forma como vive y comprende esos hechos: saber 
lo que sabe nuestro interlocutor y cómo lo sabe. 
Esta cultura es particularmente necesaria en las relacio­
nes hispano-árabes, porque tienen un gran pasado histórico 
común, y los primeros contactos de una relación o conver­
sación entre un árabe y un español se hacen a menudo a 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 55 
partir de tópicos nacionales, que comprenden estos conoci­
mientos históricos. Es un hecho de experienda. El caso 
sería distinto entre un árabe y un sueco o un peruano : el 
tema común quedaría reducido a temas de política y de he­
chos contemporáneos. Con un español, el árabe empezará 
fácilmente la conversación con uno de estos dos temas : el 
pasado histórico común o la posición española de apoyo a los 
árabes frente a Israel. Facilitar el primer tema pretende este 
estudio. 
Quisiéramos también advertir la utilidad general que 
puede reportar a los estudiantes y profesores de historia, a 
los arabistas y a los diplomáticos. 
Finalmente, no quisiéramos dejar de notar que, al termi­
nar este trabajo, no se siente la necesidad de pedir «deside­
rata)) a los textos sirios, en su enfoque de los temas espa­
ñoles, en virtud del Acuerdo Cultural Hispano-Sirio reCiente. 
}lay algunas frases inexactas y enfoques opcionales, pero 
en general estos manuales se distinguen por su objetividad 
e interés por España, dando amplio espacio" a temas hispá­
nicos, y cubriendo generalmente con una simpática indul­
gencia algunos de nuestros fallos históricos. 
8. Límites y 1nétodo de este trabajo 
Este estudio de los textos sirios debería haberse hecho 
comparándolos con los de algún otro país árabe. Lo pienso 
hacer este verano en Túnez. 
He procurado también ser lo más exhaustivo posible, 
pero es probable que en alguno de los 16 textos alguna 
cosa se haya escapado. Soy consciente de que en algunos 
temas tendría que haber investigado más algunos aspectos 
generales, superando las menciones expresas de España y 
analizando con más cuidado algunas categorías que la en­
globan, como la noción de «país europeo» en la Edad Mo­
derna, o la visión de la Europa medieval en estos manuales. 
56 MIGUEL DE EPALZA 
Finalmente, he de decir que en Siria la tarea ha sido fa­
cilitada por el hecho de que los libros de texto están unifi­
cados para todo el país. No hay la variedad que trae, por 
ejemplo, la enseñanza privada, en otros países. Los 16 libros 
de historia, literatura y geografía consultados han sido edi­
tados entre 1967 y 1970. Corresponden a la enseñanza media 
española, por la edad en que suelen cursar cada curso los 
alumnos, según la correspondencia siguiente : 
(10 años) 
(11 :t ) 
(12 » ) 
(13 " ) 
(14 ) ) 
(15 • ) 
(16 » ) 
(17 )) ) 
1.0 bachillerato español 5.• «ibtid-;,> T » ( «principiantes» ) 
2.o ············································· 6.o ······························ ( ······································ ) 
3.o ------··········-·------·-···············-·· 1.0 ci <d-;dl» ( «preparatorio» ) 
4.o ············································· 2.o ............................... ( ................................... ) 
5.o ............................................. 3.0 .............................. ( ...................................... ) 
6.0 
........................................... 1.0 ctanawi:. ( «Secundario)) ) 
7 ;O .............................................. 2. O .............................. ( ...................................... ) 
3.o .............................. ( ...................................... ) 
Las siglas, títulos y autores de los textos figuran al fi­
nal de estas páginas. 
JJ. HISTORIA PRE-ISLÁMICA: LOS SEMITAS Y LOS INVASORES 
DE LA PATRIA ÁRABE 
La visión que muestran estos textos de la España pre­
is1ámica se ·insérta en la visión árabe general .del mundo 
antiguo. Depende de algunas categorías o criterios genera­
les que conviene exponer brevemente, porque las volvere­
mos a encontrar como constantes de estos manuales y, por 
tanto, de la mentalidad general árabe moderna formada por 
ellos. Estas ideas-fuerza más características son : 
1.0 Los antecedentes de la civilización árabe actual son 
las civilizaciones semitas antiguas de Oriente Medio (aca­
dios, babilonios, asirios, caldeos, arameos, nabateos, feni-
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 57 
cios, hebreos, etc.), que son originarios de la península 
arábiga, e influenciaron otras civilizaciones orientales, espe­
cialmente la egipcia (cfr., p. ej., I-5, págs. 19-41; II-1, pá­
ginas 17 y sigs.). 
2. 0 Estas civilizaciones árabo-se1nitas han sido el origen 
de las culturas más importantes y antiguas del mundo, faro 
de civilización, aunque no único. Al final de la enseñanza 
media se estudian, junto a estas civilizaciones árabo-semí­ticas, otras civilizaciones orientales con relaciones con ella 
(China, India, Persia, Grecia, Helenística, Roma (III-2C~ 
páginas 46-119). 
3. 0 La c:ctensión de los árabo-senzüas de la Edad Anti­
gua viene a coincidir con la extensión política de la patria 
árabe actual, con lo que se da una continuidad histórica y 
se presenta la conquista islámica no como una invasión colo­
nialista, sino como una liberación de pueblos ocupados (por 
persas, bizantinos, romanos, bárbaros de Occidente, etc.) 
(cfr. en particular I-5, págs. 29 y sigs.). 
Pero hay una gradación manifiesta de «árabe-semitismO>>, 
por respeto a la objetividad histórica y debido al «sirio-cen­
trismo» o «árabo-centrismo>) natural de estos manuales: 
1.0 Mesopotamia, Arabia y Siria (países enteramente semi­
tas) ; 2. 10 Egipto (civilización faraónica propia, pero con in­
fluencias semitas, y actualmente árabe); 3. 0 El Magreb (país 
árabe actual, pero lejano e incivilizado, espacio de vacío 
cultural, hasta la Edad 1\{edia árabe); 4.0 España («finis te­
rrae» de la civilización, algo así como las Islas Británicas 
en esta época). Así es como los textos dicen que «las olas 
semíticas llegaron hasta las costas mediterráneas de Siria y 
Africa>> (II-1, págs. 18), pero los mapas se quedan en Orien­
te Medio (II-1, págs. 20). 
~ los tres puntos anteriores hay que añadir la insistencia 
de estos textos en los aspectos de civilización. Es una reac­
ción importante frente a las acusaciones -duramente sen­
tidas por los pueblos del tercer mundo- de que la única civi-
58 MIGUEL DE EPALZA 
lización es la occidental, lo que justificó en tiempos aún no 
lejanos la ocupación colonial de pueblos «no-civilizados». 
También es una reacción pedagógica, general ahora en el 
mundo, frente a textos de historia de «reyes y batallas». 
Estas consideraciones generales condicio'nan mucho lo 
que se dirá en estos textos sobre España. 
Efectivamente, la prehistoria considerada como época 
retrasada, a pesar de los grandes descubrimientos que hace 
el hombre (fuego, habitación, armas ... , I-5, 7-18), no trae 
muchos datos geográficos concretos, ni siquiera referentes 
a la prehistoria de los países árabes. Unas pinturas prehistó­
ricas, reproducidas en el texto (II-1, págs. 11-12) podrían 
ser españolas, pero no tienen referencia a su origen hispá­
nico. Eri realidad es con los fenicios árabo-semitas como Es­
paña entra en la historia, aunque un texto diga que «desde 
los textos remotos vivieron en España pueblos de raza ibé­
rica o celta, que conocieron a los fenicios a través de sus 
expediciones comerciales» (III-2L, pág. 65). 
En cambio se insiste con amplitud en la influencia de las 
civilizaciones árabo-semitas en Oriente Medio, en la civili­
zación humana en general y en la greco-romana en particu­
lar. Esto engloba a España, aunque ésta no se vea citada 
concretamente más que en 'tm mapa sobre la expansión de 
los fenicios, en un contexto de los pueblos que se beneficia­
ron de la difusión de la escritura y del alfabeto fenicios. 
Pero la extensión a España de las civilizaciones árabo­
semitas se realiza sobre todo por los cartagineses, de origen 
fenicio de Oriente Medio. Cartago se convierte en un impor­
tante centro de civilización en en Mediterráneo occidental 
(II-1, pág. 45) y los cartagineses comercian con España 
(II-1, págs. 45, 142), se instalan fundando ciudades (I-5, 
páginas 30, 34, 37) y gracias a las expediciones púnicas de 
Amílcar y Aníbal (II-1, pág. 107). Cartago fue vencida y 
«ocupada» por romanos y bizantinos (II-1, pág. 107). 
España figura en los textos sobre la república e imperio 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 59 
romano y participa como él de la influencia semítica sobre la 
civilización romana (II-1, pág. 104). Pero los romanos figu­
ran sobre todo en España en concepto de «ocupantes» o 
«colonialistas)) (I-5, pág. 56; II-1, págs. 101 y sigs. ; III-2C, 
páginas 98-104). 
«Se convirtió España durante el siglo II a. C. en una parte 
de las posesiones del estado romano y lo siguió siendo hasta 
el siglo v d. C., cuando los bárbaros germanos devastaron 
el Imperio de Occidente. Bajó una de esas tribus, llamada 
<dos vándalos», a Al-Andalus, la ocuparon y vivieron allí sa­
queándola y arruinándola. Y no dejaron más que su nombre 
«Vandalis)), del que se deriva la palabra «Al-Andalus>>, como 
se llamó la península Ibérica en su totalidad. 
Después bajaron a España otras tribus germánicas, las 
de los godos, que ocuparon la región de los vándalos y go­
bernaron el país desde la mitad del siglo v hasta principios 
del siglo VIII» (III-2L, p.¡g. 65). Hemos consagrado a los 
visigodos un capítulo más adelante, en el tema de la conquis­
ta árabe, porque es en función de esa conquista cómo estos 
textos presentan el gobierno de España por o en tiempo de 
los godos. 
Finalmente, el fenómeno religioso del cristwnis,mo (una 
de las religiones árabo-semíticas más importantes, «que in­
vita al amor y hermandad entre los hombres y se alza contra 
el oscurantismo, la idolatría y la explotación del hombre>) 
(I-5; p. 29)), no se merece una particular mención española. 
sino que está englobada en afirmaciones generales 5obre su 
difusión en todo el imperio romano (II-1, pp. 184-186). 
Como se puede ver, la imagen general que se saca de la 
España antigua es realmente la de un «finis terrae» bárbaro, 
que recibe las últimas oleadas de los centros de civilización 
de la época, que se encuentran sobre todo en Oriente, ima­
gen que coincide en gran parte con la que dan los textos es­
pañoles, cort el matiz de que· apreciamos mucho más nuestras 
cülturas prehistóricas y que nos detenemos más en el impe~ 
60 MIGUEL DE E:PALZA 
río romano y en la civilizaCión romana en España, princi­
palmente en sus monumentos y en la participación de los 
hispánicos en la vida política y cultural del imperio. Son di­
ferencias normales, pero que no afectan mucho a la base 
objetiva de ambas visiones de la historia. 
En cambio en España se suele ignorar la categoría «Se~ 
mítica» que unifica una serie importante de civilizaciones de 
Oriente Medio antiguo y que los árabes consideran como an­
tecedentes directos de la suya, especialmente en lo referente 
a los fenicios occidentales o cartagineses. Como tampoco se 
sienten de igual manera las <<Ocupaciones coloniales» anti­
guas, a pesar de que nuestros textos presentan a Viriato, In­
díbil y Mandonio, N umancia o Sagunto como otras tantas 
heroicidades del nacionalismo hispánico frente al conquista­
dor, y que en las guerras púnicas se considera a los cartagi­
neses como un poco más españoles que a los vencedores ro­
manos. 
Pero el punto más importante, como vamos a ver, es la 
noción de ocupación o colonización. 
III. HISTORIA ARABO-ISLÁMICA. ASPECTO POLÍTICO 
La relación hispano-árabe más importante corresponde, 
naturalmente, a los lazos que unieron a los dos pueblos en 
la época árabe. La España árabo-islámica forma parte inte­
grante, aunque con las características específicas que luego 
veremos, del mundo árabo-musulmári. Y hay que tener en 
cuenta que la noción tradicional de umma (comunidad mu­
sulmana) o las más modernas de ~.ztrü.ba (arabismo) y al-wa­
tan al-{arabi (la patria árabe) suponen muchísima solidari­
dad cultural, política y religiosa, con una gran resonancia 
popular. En realidad esta unidad de pueblos está enraizada 
en la más íntima visión del mundo del árabe y del musulmán, 
por encima de los nacionalismos árabes particulares, naci-
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 61 
dos tradicionalmente del fraccionamiento administrativo de 
los príncipes árabes, y modernamente del sentimiento «euro­
peo» de patria, que no está aún muy arraigado. 
Esta «comunióm> hispano-árabe tiene tres vertientes, que 
serían -por orden de importancia- la cultural, la política y 
la religiosa. Esta jerarquización tiene su importancia, pero 
por diversas razones explicaremos los aspectos religiosos, 
al mismo tiempo que lo político y cultural, ya queen los tex­
tos de una nación bastante laica, como es Siria, los aspec­
tos religiosos no aparecen tampoco demasiado. E invertire­
mos el orden, empezando por los aspectos políticos, a partir 
de la conquista árabe de España. 
La conquista militar de España por los árabes tiene una 
gran imporhlncia histórica para el árabe actual. Todos nues­
tros textos le clan un relieve especial que, a pesar de cierta 
sobriedad de estilo, revela un profundo sentido de epopeya. 
Aun. estudiando la historia universal (II-1, p. 15), se ponen 
unas preguntas prácticas para ver si el estudiante adquiere 
conciencia de la dimensión temporal de los acontecimientos, 
a partir de sus personales experiencias de inserción en el 
mundo. Las tres preguntas, graduadas, son: 1.1(), calcular ]a 
edad de tu padr~ ; 2. ~\ calcular el tiempo desde la conquista 
de Siria por los romanos hasta hoy·; 3. 0 , calcular el tiempo 
desde la conquista de España por los árabes hasta hoy. Este 
ejemplo es significativo. 
1) El movimiento conquistador )' su importancia 
Habría que poder situar, ante todo, la conquista de Es­
paña en el movimiento conquistador árabe del primer siglo 
del Islam. Digamos, resumiendo, que viene presentado por 
los libros de texto, como: a) una liberación política, b) una 
invi'tactón a la conversión religiosa y e) un hecho glorioso 
que 'muestra la grandeza árabe. 
62 MIGUEL DE EPAL.ZA 
La conquista árabe no fue una ocupación política, sino 
una liberación anti-colonial de unos pueblos árabo-semitas, 
oprimidos por el imperialismo extranjero, especialmente el 
persa y bizantino en Oriente Medio. Esto es una nota carac­
terística fundamental de la presentación didáctica de este pe­
ríodo, que encontramos ya en los libros de los «principian­
tes» (p. ej., l-5, pp. 120-121, sobre las causas políticas de las 
guerras de conquista) o como título del capítulo «Guerras 
de liberación» (II-2, pp. 48 ss.), como transposición de una 
categoría moderna profundísimamente vivida por pueblos 
recientemente liberados de la opresión colonial. Esta libera­
ción es política, pero es también una revolución o liberación 
social de las clases oprimidas, como veremos en el caso es· 
pañol. Este sentimiento ·de independencia contra la invasión 
sería equivalente, aunque mucho más profundo y fundamen· 
tal, a los sentimientos patrióticos tradicionales en los tex­
tos españoles, ante los levantamientos anti-romanos (cf. su­
pra), ante la ocupación napoleónica (celebración del 2 de 
Mayo, Bailén, Agustina de Aragón o El Tambor del Bruch) 
y sobre todo la Reconquista, desde Covadonga a la expul­
s~ón de los moriscos, ex-colonos que ocuparon nuestras tie­
rras y pertenecían a otra civilización. 
Pero este aspecto polítiCo de las conquistas va acompa­
ñado de su aspecto religioso, siempre en segundo lugar (por 
ejemplo, I-5, p. 121; II-1, p. 4). Se presenta como una invi­
tación (dat1wa) religiosa a la conversión, insistiendo en el as­
pecto libre de esta invitación a abrazar «la mejor de las reli­
giones». Es la visión tradicional islámica -en que insisten 
mucho modernamente- para justificar la conquista política, 
que no es una forma de coacción religiosa, sino condición 
para que los musulmanes puedan practicar su religión, lo 
cual corresponde a la experiencia personal del Profeta.. que 
tuvo que huir de su patria (la Meca) y tomar el poder en Me.­
dina· para poder practicar con los suyos la religión, sin moles­
tias, ni persecuciones. En estos manuales, dentro del laicis-
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 63 
mo moderno especialmente marcado en Siria, donde además 
la comunidad cristiana tiene mucho peso en todos los esta­
mentos sociales, incluso en la enseñanza estatal, este aspecto 
viene más o menos recalcado según el autor. Esto se nota 
en el libro de «preparatorio» en que sólo se emplea la pala­
bra «árabe» (14 veces) y nunca «musulmám>, al hablar de la 
conquista de España (II-2, pp. 64-66), mientras que uno de 
los cuatro autores del libro, al hacer el capítulo «El gobierno 
árabe en España>>, carga particularmente el acento sobre el 
aspecto islámico, o religioso en general: aunque menciona 
casi 50 veces el nombre o el adjetivo «árabe» en ocho pági­
nas (pp. 102-100), precisa cuatro veces que es una civiliza .. 
ción «árabo-islámica», lo cnal es mucho insistir tanto para 
este libro como para los otros libros en general. También el 
libro de «principiantes>> (I-5, p. 135) empieza el párrafo sobre 
la conquista de Al-Andalus con la frase siguiente: «N o se 
contentaron los árabes musulmanes con propagar su invita­
ción religiosa por el norte de Africa, sino que iban pensando 
en la conquista de España.» 
Pero estos dos aspectos, un poco «revisionistas» y mo­
dernos (la «guerra de liberación» y la «invitación religiosa»), 
no suprimen el planteamiento tradicional de la conquista ára­
bo-islámica de España, exaltada como una parte importante 
de la epopeya de la grandeza árabe y musulmana. Este as­
ped:o, subyacente en la mentalidad de los lectores, aparece 
como una epopeya eminentemente civilizadora, pero también 
política y finalmente religiosa. Esto se nota a menudo en los 
textos referentes a la conquista de España (I-5, p. 13; II-2, 
p. 71). Hay que tenerlo presente, porque son los esquemas 
«ideológicos>>o simbólicos en que se insertan todos los datos 
históricos particulares, como lo muestra la frase siguiente, 
al final del «secundario» : «la intención de los ejércitos era 
la liberación: que se realizó con la conquista de Marruecos, 
y la difusión de la religión musulmana y de la lengua árabe. 
Y los marroquíes se asociaron a los árabes en la conquista 
64 MIGUEL DE EPALZA 
de Al-Andalus y en la sumisión de España y del sur de Fran­
cia.» (III-2L, p. 63). 
2) Situación de España antes de la conquista liberadora 
árabe 
La visión generaí es sumamente pesimista, lo cual repre­
senta la realidad histórica, pero corresponde también al es­
quema de liberación y progreso en que se presenta la con­
quista árabe en estos textos. El resumencillo histórico que 
precede a unos textos literarios, al final del bachillerato, 
dice que España «estaba antes de la conquista árabe en la 
más triste situación, tanto política como social y cu~tural­
mente)) (III-2, p. 199). Esto es un resumen lapidario de lo 
que dicen todos los demás textos. 
Política y socialmente, el estado visigodo es el resultado 
de la ocupación y de las devastaciones de las tribus germáni­
cas (cfr. III-2L, p. 65) con «desórdenes políticos internOS)) 
(I-,5, p. 135; . II-2, p. 64), pero con un ejército fuerte, según 
el texto del discurso de Tariq a sus tropas al desembarcar 
en la península (I-5, p. 136; II-2, p. 69). El «gobierno góti­
co tiránicO)> (II-2, p. 102) es fruto de la opresión de los se­
ñores feudales sobre los campesinos>> (I-5, p. 135). «Los 
campesinos estaban contra los señores feudales, y el pueblo 
estaba contra los gobernantes, que les maltrataban, y con­
tra sus reyes tiránicos>> (II-21 pp. 64-65). Por eso «los espa­
ñoles acogieron con mucha simpatía la conquista árabe, por­
que les salvaba de la injusticia clasista y de las persecuciones 
religiosas)) (II-2, p. 66). 
Esta imagen viene reforzada por las varias veces en que 
se pregunta, al final de las lecciones, por las causas de la 
facilidad de la conquista árabe en el Magreb en general, y· 
en Al-Andalus en particular (II-1L, p. 85; II-2, pp. 67, 109). 
Pero es en un libro de finales del bachillerato de letras don-· 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 65 
de encontramos una explicación más pormenorizada de la 
situación de España antes de la conquista árabe. 
«Constituían los godos, a pesar de su inferioridad numé­
rica, la clase dirigente del país, sin mezclarse con los habi­
tantes de estirpe hispánica, ni series útiles en modo alguno. 
N o cambiaron nada de las situaciones sociales hispánicas, 
sino que más bien se aliaron con la antigua clase aristocrá­
tica, que durante este tiempo siguió enriqueciéndose y ex­
plotandoa la gente, ya que se componía de los ricos del país 
que habían conservado sus fortunas. Mientras tanto, los arte­
sanos y pequeños comerciantes, y los pequeños propietarios 
agrícolas seguían en una situación precaria, entre la liber­
tad y la esclavitud, bajo la protección de los poderosos. En 
cuanto a los campesinos, vivían en una situación de vileza 
total, sin poseer nada, ni poder hacer nada -ni siquiera el 
matrimonio- sin permiso de sus señores. Y no les queda 
ba ni siquiera la esperanza de un respiro de libertad. 
Y al lado de esto estaban las persecuciones religiosas 
que se alzaron en España. Los judíos, antes de la conquista 
árabe, habían pasado por toda clase de humillaciones y des­
precios, sufriendo los peores tormentos por parte de los no­
bles y dignatarios religiosos, llegando hasta la expropiación 
de sus bienes, la pérdida de sus hijos y el tener que casarse 
con cristianas. 
No gozó el país, durante el gobierno godo, de mucha 
suerte, ni de paz y tranquilidad, porque era una época de 
disturbios y anarquía en toda Europa, y no sólo en España. 
Y todo esto vino a allanar el terreno para la conquista ára­
be» (III-2L, pp. 65-66). Y a continuación expone las ren­
cillas del conde don Julián, gobernador de Ceuta, con el rey, 
ocasión inmediata de la invasión árabe de la penínsua. 
N os hemos detenido suficientemente en exponer la vi­
sión árabe de las causas o antecedentes de la conquista, por­
que también los textos se detienen en ello, ya que la expli-
66 MIGUEL DE EPALZA 
cacwn de la situación anterior condici~ma la visión o justi · 
ficación de la conquista. 
3) La conq,uista y los conquistadores 
La conquista de España es una epopeya y sus conquista­
dores unos héroes. El relato de los acontecimientos, más o 
menos escueto según los textos, se podría resumir de la 
forma siguiente (I-5, pp. 135-139; II-lL, p. 85; II-2, pp. 64.., 
68; III-2, pp. 199-200; III-2L, pp. 63-69): 
Müsa ben Nu~ayr, rwiilí (o emir o ~amil) del norte de 
Africa, después de haber dominado todo el Mágreb menos 
la plaza fuerte de Ceuta, se prepara a invadir España. Entra 
en tratos con el conde don Julián, gobernador de Ceuta, y 
acepta su colaboración. Pide al califa dé Damasco Al-Walid 
la autorización para realizar la expedición. 
Envía una primera ~xpedición exploratoria, en el año 710, 
con Táriq ben Ziyád al mando de 500 hombres (400 infan­
tes y 100 caballeros). Desembarcan en la isla de Tarifa. V u el­
ven sanos y salvos, con riquezas e informaciones. Entonces 
envía con Táriq una segunda expedición, con 7.000 soldados, 
árabes y beréberes, que atraviesan el estrecho con cuatro 
barcos, que Táriq hace quemar para que no se puedan vol­
ver atrás. El sitio del desembarque, el monte Calpe, se llamó 
desde entonces hasta hoy Gibraltar ("?abal Táriq, monte 
de Táriq). Allí pronunció el caudillo árabe un discurso alen­
tando a, sus tropas para luchar contra el ejército del rey 
Rodrigo. 
El ejército godo, fuerte de 100.000 hombres, había sido 
reunido por Rodrigo, dejando sus reyertas civiles en el nor­
te, en cuanto oyó que los árabes habían invadido el Sur de 
España. Müsa envió por ,su parte un refuerzo de 5.000 hom­
bres, y los árabes vencieron totalmente a los godos y a su 
rey, (que murió, según un texto; o del que nunca más se supo, 
·según otro). 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 67 
Tariq siguió su camino y las ciudades se le iban entre­
gando (Córdoba, Granada). Subió hacia el norte, hasta lle­
gar al golfo de Gascuña. Entonces desembarcó también 
Müsa en la península, con un ejército de 10.000 hombres. 
Se apoderó de Sevilla y siguió un camino diferente del de 
Tariq, encontrándose los dos ejércitos en Talavera, a las 
puertas de la capital, Toledo. Después de conquistarla, fue-
-ron ocupando diversas regiones, como Aragón, Castilla y 
Cataluña, con ciudades como Zaragoza y Barcelona. Llega­
,.ron hasta los montes Pirineos, separación entre Francia y 
España. 
Müsa ben Nw~ayr hubiera querido pasar a Francia y 
conquistar toda Europa, volviendo a Damasco por Cons­
tantinopla. Pero ambos caudillos fueron llamados a Oriente. 
a donde marcharon, con mucho séquito y riquezas, después 
de organizar algo el país, poner a Sevilla como capital y 
actÚ1ar moneda. 
Este es el resumen escueto de esta epopeya árabe de la 
conquista de España. Los conquisadores quedan siempre 
como héroes de perpetua memoria, aún en textos literarios 
(II-lL, pág. 85). 
4) El nombre de Al-Andalus 
Es importante hacer notar que todos los textos hablan 
de la «creación» árabe del nombre de «Al-Andalus». Hay en 
este afán etimológico un interés en recalcar que hay algo 
diferente del nombre antiguo y actual de Isbaniya, y también 
el recuerdo que queda en el nombre, como es el caso en el 
Gibraltar actual, conmemoración siempre presente del héroe 
conquistador. 
Es en el primer libro de historia, para «principiantes)); 
donde se explica dos veces que a, España (nombre que deben 
conocer por la geografía elemental de los cursos anteriores), 
68 MIGUEL DE EPALZA 
la llamaron los árabes «tierra de Al-Andalus» (I-5, pág. 136) 
o «con el nombre de Al-Andahts)> (id., pág. 140). Este mis­
mo texto pone dos veces ((Hispania» y después, entre pa­
réntesis, Al-Andalus, para insistir en la identificación. A par­
tir de entonces utilizarán todos los manuales espontánea­
mente el nombre de Isbaniya para la España no-ár~be (an-­
tigua y moderna) e «isbám>, para los españoles no árabes, 
salvo rarísimas excepciones. Hasta sienten la necesidad, • .en 
el capítulo sobre la influencia árabe én Europa, de juntar 
significativamente los dos nombres: Españ:a, «Al-Andalus 
árabe>> (II-2, pág. 223). Es curioso notar también .que mi 
mapa moderno de geografía física del Mediterráneo pone 
«Al-Andalus>) en la península ibérica, único caso que he po­
dido ·observar de identificación en textos que tratan de la 
España actual. 
Sobre la etimología del nombre hay un acuerdo global, 
con variantes. Un texto dice que los cuatro barcos de Tariq 
llegaron «a la isla (o península, en árabe) de Al-Vandal, de 
donde se deriva el nombre de Al-Andalus» (III-2, pág. 200). 
Otro explica que llamaron a todo el país con el nombre de 
Al-Andalns «formado por alteración del nombre de su parte 
sur, que se llamaba Vandalusía>> (II-2, pág. 64). En cambio 
el texto más explícito dice que « ... los vándalos ... no deja­
ron en España más que su nombre V andahisía, de donde se 
deriva la palabra Al-Andalus, con que se llamó toda ella» 
(III-2L, pág. 65). 
5) Conquista de Francia. Bata-lla de Poitiers 
La conquista de Francia y, sobre todo, la derrota de Poi­
tiers tienen una resonancia particular en el alma árabe ac­
tual, porque marca el final de la conquista árabe en Europa 
y.,' .sobre todo, porque ha sido utiliz4da a menudo como mues­
tra de la superioridad. europea sobre los árabes y .aún su 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 69 
ocupación colonial de territorios árabes, especialmente por 
los franceses en el Norte de Africa. N o vamos a entrar en 
las diversas polémicas entre historiadores, que se trans¡>a­
rentan ·en nuestros textos. Sólo importa despejar el sentido 
de estos hechos en los manuales sirios. 
Hay un primer sentimiento árabe ante Poitiers (~n ára­
be, la batalla de «La llanura de los Mártires>>). Ya hemos 
visto que Iviüsa ben Nu~ayr hubiera querido volver a Da-­
masco por Constantinopla, es decir, conquistar el resto 4el 
M~diterráneo o del mundo conocido, _venciendo a los bizan­
tinos por su retaguardia (cfr. III-2L, pág. 67). Es todo un 
símbolo. Pero la frase de final de algunos de nuestros textos 
nos da más claramente aún el sentido de este acontecimiento 
para los árabes: 
La batalla de Poitiers «ha tenido una gran importancia 
en la historia, ya que si hubieran triunfado los árabes, hu­
biera cambiado la historia de Europa, y se hubiera difundido 
la cultura árabe por toda Europa)) (II-2, pág. 66). « ... tuvo ... 
grandísima importancia, ya que si los árabes hubieranven­
cido, hubieran dominado la Galia y la Europa occidental, y 
hubiera cambiado la faz de la historia, siendo el Corán y la 
lengua árabe lo que se enseñaría ahora en la Universidad 
de Oxford, corno dice ... >> (III-2L, pág. 69). 
Es evidente que en el fondo de este sentimiento está, so­
bre todo, presente la actual importancia de la cultura euro­
pea y su difusión en los tiempos modernos, por la coloniza­
ción occidental y la preponderancia de América, hija de 
Europa. Volveremos a encontrar esta nostalgia en la expo­
sición de la influencia de la ·cultura árabe en Occidente. 
La presentación de la batalla de Poitiers es muy sencilla 
y se van explicando gradualmente sus causas, a medida que 
suben los cursos de la enseñanza media. 
«Los ejérdtos árabes atravesaron las fronteras del norte 
de Al-And-alus, fueron avanzando por Francia y ocuparon sus 
regiones meridionales. El jefe (Abd al-Ral)mán Al-Gafiqi 
70 MIGUEL DE EPALZA 
siguió las conq,uistas árabes en Francia y se encontró con 
los ejércitos franceses en la batalla de Poitiers (Llanura .de 
los Mártires), y murió mártir allí, después de mostrar -él 
y sus. soldados- un valor extraordinario)) (I-5, pág. 136). 
Después de hablar de las conquistas y campañas anteriores 
en Francia, se dice que «en tiempos del sultán Hisam ... rea­
lizó otro héroe, tAbd al-Ral).mán Al-Gafiqí, emir de Al-Anda­
lus, una tentativa para volver a conquistar Francia. Fue avan­
zando hasta la ciudad de Tours. En Poitiers se encontró con 
el rey Charles ·Martel y con un ejército extraordinariamente 
numeroso. Duró la lucha muchos días y se sucedieron los 
ataques violentos de los árabes contra la resistencia de los 
francos, pero los árabes tuvieron que retirarse después de 
la muerte heróica de su feje Al-Gafiqí, que luchó con el de­
nuedo de los héroeS)) (ll-2, pág. 66). Lo mismo, pero con 
más detalles se narra en el libro de segundo curso de «secun. 
daría)), después de ·describir las diversas expediciones victo­
riosas a Francia·: ·«volvió a la carga el Duque de Aquitania 
con Charles ·Martel, que mandaba un ejército muy numero­
so de galos (franceses), alemanes, suevos y sajones. Eran 
soldados corpulentos que luchaban medio desnudos con el 
clima frío del país. Y se juntaron todos ellos para luchar 
contra los árabes. Avanzó Carlos Martel con sus fuerzas y 
se encontró con los árabes en una región que se habla entre 
las ciudades de Tours y Poit~ers. Allí tuvo lugar una terrible 
batalla, que duró ocho días, durante los cuales lucharon los 
árabes con un valor heroico. Estuvieron a punto de obtener 
la victoria, pero al noveno día la suerte se puso en contra de 
ellos, porque temieron por el botín y se dividieron sus filas 
por causa de litigios tribales ... Se retiraron, después de ·que 
murieron muchos de ellos, como Al-:Gafiqi, que atravesa~o 
por una flecha, perdió la vida ... )). 
Como se ve por estos textos, que hemos· querido citar 
«in extenso)), hay un deseo de encontrar explicaciones·· a un 
hecho proftindamente doloroso para la conciencia árabe ino.,:;, 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTl:ALES 71 
derna. Aunque acontezca en Francia, son fuerzas «hispano­
árabes» las que intervienen. Y los sentimientos que se ex­
presan marcan la pauta para otros acontecimientos semejan­
tes en la España medieval. 
6) Los dirigentes políticos de Al-Andalus 
N o vamos a entrar en el detalle de los acontec~mientos. y 
personajes políticos de la España musulmana. Son conoci­
dos de forma muy semejante por los estudiantes de enseñan­
za media de España y Siria. Sólo vamos a recordarlos sen­
cillamente, anotando algunas características o hechos más 
signifjcativos. 
Estos manuales suelen dividir la historia hispano-árabe 
en los siguientes períodos: 1.0
, valíes o gobernadores de pen'" 
dientes del Norte de Africa y del Califato omeya de Damas­
co; 2.0
, emirato omeya; 3.0
, califato; 4. 0
, reyes, es decir, los 
Reinos de Taifa, englobando én ellos a las dinastías almorá­
vide, almohade y nazarí de Granada. 
1.0 Emirato dependiente: Presenta, además de tos con­
quistadores, al emir Sam}:t ibn Málik Al-Julani, que inició las 
conquistas en Francia y murió allí en una batalla; {Abd al­
Ra}:iman Al-Gáfiq1, el de la expedición de Poitiers; y Yiisuf 
Al-Fihri, el último emir, derrotado por {Abd al-Ral).man I 
(II-2, págs. 102-103; III-2L, págs. 68, 107; III-2, pág. 200). 
2. 0 Emirato omeya independiente: Este período se cen­
tra en la atrayente e importante figura del príncipe omeya 
~Abd al-Ra}J.mán el Emigrante, llamado también «El Aguila 
de· Qurays)) (familia del Profeta) por el Califa Abü ""2'á {far 
Al-Man~ür. Escapado de la matanza de su familia, ordena­
da por ·la nueva dinastía {abbasí, funda el primer estado ara­
bo-islámico it}dependiente, lo cual tiene un significado par.,. 
ticular, que estudiaremos más adelante. 
72 MIGUEL DE EPALZA 
Los textos se detienen en mostrar las dificultades inter­
nq.s (htchas civiles) y externas (contra Carlomagno y el- ca­
lif<rde Oriente), que tuvo que vencer a lo largo de su extenso 
reinado. Insiste en su magnanimidad y en la forma como 
supo organizar el estado, la agricultura, el comercio y las 
artes en Al-Andalus. 
De los seis emires que le sucedieron durante más de un 
siglo, sólo nos dice un texto, muy interesante (II-2, pág. 105)~ 
que tuvieron que enfrentarse con muchos disturbios inter­
nos, que aprovecharon los enemigos «francos» para debili­
tar « ... el poder árabe. Pero el pueblo árabe de Al-Andalus 
se encargó de vencerlos», lo cual es una transposición del 
es<:lúema político moderno. La misma observación se hará 
con los Reinos de Taifa, lo cual es insinuar claramente que 
esto sigue aconteciendo en nuestros días, por la división de 
la ~atda árabe y las intrigas de sus enemigos, especialmente 
el imperialismo y el sionismo. 
3.° Califato Omeya: Representa y es presentado como la 
cumbre de la política y de la irradiación cultural de Al-Anda­
lus. Está centrado en el primer califa y 8.'0 emir omeya de Es­
paña, ~Abd al-Ra}:tman III Al-Ná~ir (el Vencedor), unificador 
y pacificador del país, vencedor de sus enemigos interiores 
CUmar 0 ben }:Iaf~ün) y exteriores (los Reinos del Norte). 
Tomó el título de califa -con la importancia político-reli­
giosa q'-te este hecho supone- e hizo de Córdoba un centro 
de cultura y de irradiación política, sobre todo hacia Europa 
(cfr. preguntas principales de II-2, pág. 109). 
Se habla algo de sus sucesores, el culto Hisam II y Al­
f.Iakam II con el gobierno del ministro Almanzor, que re­
presenta la cumbre del poder de los ministros en la adminis­
tración (II-2, pág. 131}. Pero se nota que es el final del es­
plendor de al-Andalus, ya que los autores se detienen en las 
causas de la caída del califato, que se debilitó -como en 
Oriente, insisten los textos- por la inmixión y el poder .de 
los jefes del ejército en los asuntos polí~icos. 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 73 
4. o Rános de Taifa: Engloba todas las dinastías que go­
bernaron España desde la caída del califato (1031) hasta la 
caída de Granada (1492). N o consideran aparte las dos gran­
des dinastías que volvieron a unificar la parte árabe de la 
península: los almorávides y los almohades (II-2, pp. 102~ 
107; III-2, p. 200). Aunque se dice que fueron veinte los rei­
nos de Taifa, sólo un texto entra en detalles (III-2L, pp. 100-
112}. Los demás se limitan a citar las cinco principales : Cór­
doba, con el gobierno semi-republicano de los Banü Y'"awhar; 
Sevilla, con el rey-poeta Al-Mu1tamid; los almorávides, con 
Y üsuf ben Tásfln; los almohades y sus guerras contra los: 
hispanos del norte; y, finalmente, los Banü Al).mar de Gra­
nada (l-5, p. J36; II-2, pp. 107-108; III-2, pp. 200-201; 
III-2L, pp. 109-112). Se hacen notar sus fraccionamientos y 
luchas políticas, pero también el esplendor cultural que ca­
racterizó este período, y los monumentos que quedan aún 
en España de esta época árabe (cfr. preguntas finales, II-2~ 
p. 109) . 
• 
7) Relacionespolíticas especiales entre al-Andalus 
y el resto del mundo árabe 
Creo que en el estudio político de la España árabe hay 
que hacer notar el carácter muy particular de al-Andalus y 
de sus relaciones con el resto del mundo árabe a lo largo de 
la Edad Media. Hay una evidente unidad árabo-islámica­
(más árabe que islámica), per-o también una situación excep­
cional. ·Y esto influye mucho en la imagen que tiene el árabe 
actual de la historia de al-Andalus y sigue influyendo en su 
visión de la España actual en sus relaciones político-cultura­
les con el mundo árabe. A esto se debe atribuir probable­
mente que encuentre normal que España sea el único país 
otcidental-·que .tiene monumentos árabes de primera catego­
ría,. o- que apoye a los· árabes en su lucha contra Israel, a pe-
74 MIGUEL DE EPALZA 
sar de ser un país europeo por su cultura y católico por su 
religión. 
Antes de analizar un poco las características «especiales» 
.que nuestros textos atribuyen a al-Andalus, hay que decir 
que se insertan siempre en una unidad arabo-islámica fun­
damental. Y a al principio de la enseñanza media se termina 
la era de las conquistas con la conquista de España y con 
esta frase significativa : <<Y así resulta que no habían pasa­
do cien años desde la muerte del profeta árabe, y ya tenían 
los árabes un estado inmenso, desde la India y China al Este, 
hasta al-Andalus y Francia al Oeste (I-5, p. 136). Y el mapa 
de la página siguiente recalca la imagen gráfica de un im­
perio unificado, englobando casi toda la península Ibérica. 
Esta unión. con el resto del mundo árabe viene señalada 
simbólicamente por el detalle de la petidón de Müsa al Ca-:-
1ifa de Oriente para poder invadir España, detalle que reco­
gen casi todos nuestros . textos de la conquista (II -2, p. 64:, 
III-2, p. 200; III-2L, p. 66): el Califa es el representante 
<> vicario del Profeta enviado de Dios, y simboliza la unidad 
de la comunidad religiosa musulmana. Pero si la vinculació~ 
~on el califa es el símbolo de· la unión con el mundo árabe, 
la unidad árabo-islámica del país es su imagen interna. Es­
paña es un país árabe y fundamentalmente islámico, sobre 
todo para el . texto del segundo curso de «preparatorias>>, 
eomo lo hemos hecho notar (II-2, pp. 102 ~s. ). Esto se hace 
observar particúlarmente al mencionár el triunfo de la len­
gua y la cultura árabe sobre la cultura latina, eco de una 
queja de Alvaro Cordobés que se enc.uentra en todos los tra""' 
tados universitarios que hablan de la cultura española (II-2, 
p. 104). Esto no empece para que se hable de la libertad de 
9tras minorías religiosas en España (II-2, pp. 169-170, 172). 
Esta unidad se manifiesta en la exposición de todas Jas 
materias políticas y culturales : al-Andalns tiene un párra­
fo :o capítulo especial, pero siempre al igual que las otras 
regiones del mundo árabe. Hasta se siente la necesidad de 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 75 
exponer los lazos comerciales y culturales de al-Andalus con 
Oriente, precisamente cuando se realiza la primera y más im· 
portante ruptura, al principio del emirato independiente de 
tAbd al-Ral).mfm I el Fugitivo (II-2, p. 104). 
Pero después de haber dicho todo esto sobre ]a unión, 
hay que hacer notar también las características especiales de 
al-Andalus. 
La primera se derivaría de su situación geográfica, casi 
<ánsulan>. En árabe la palabra «yazira» significa «isla>> y 
«península» al mismo tiempo. Aunque al hablar de España, 
suelen nuestros textos hacer preceder esta palabra de «casi>) 
que corresponde al latín «pen-ínsula», queda siempre la ima­
gen de una realidad «insulan>, separada de Europa por los 
montes Pirineos, como insisten mucho los relatos de ccn­
quista (II-2, pp. 65-66; y el mapa de III-2, p. 99) y de Afrit:a 
por el Estrecho (como se hace notar en el paso de Táriq o 
en los textos de geografía moderna (III-2G, p. 262). Su 
misma situación, en el · Finisterre medieval y en el extremo 
del mundo árabe, le da una contextura aislada, , sobre todo 
por el hecho de que el JV[agreb árabe es, para muchos capí..; 
tulos culturales de la Edad Media, como un vacío entre Egip:.. 
to y al-Andalus. 
Hemos de notar también que al-Andalus, aunque forme 
parte del Occidente árabe («garb», «mágrib») en frases gene..; 
rales, no suele verse incluida en la denominación Mágreb 
(cfr .. II-2, pp. 96-97, 212). 
Las peculiaridades de al-Andalus en su historia política; 
"' son muy importantes para esta visión <<especial». Hay que 
mencionar primero el hecho significativo del paso del mar, 
por el Estrecho, con el hecho mítico -que sólo menciona ·el 
primer texto de historia (I-5, p. 135)- del incendio de las 
naves y el discurso de Táriq. Pero es sobre todo la ruptura 
de la. t.tnidad· política· islámica la que está simbolizada por la 
independenCia del·· en1irat{Y omeya de al-Andalus, el primer 
fraccionamiento territorial de la comunidad musulmana y del 
76 MIGUEL DE EPALZA 
mundo árabe. Los textos tienen que decir siempre que el im­
perio ~abbasí comprendía todo el mundo árabe, «excepto al­
Andahts» (p. ej., III-2L, pp. 78, 100), lo cual es un símbolo 
de ese carácter excepcional que tendrá siempre la España 
árabe medieval, independiente ya dentro del mundo árabe e 
islámico, a los cincuenta años apenas de su anexión. 
Ya hemos visto que se insiste mucho en su unión cultu. 
ral, religiosa y comercial con Oriente. Pero los textos ex­
plican la independencia no sólo por la presencia del príncipe 
omeya fugitivo; sino por la lejanía de al-Andalus (otra vez 
el factor geográfico), por el poco interés de los 1abbásíes. 
por tener una flota fuerte en el Mediterráneo y por haber 
acentuado el alejamiento trasladando su capital de Damasco 
a Bagdad (II-2, p; 96). Aunque otros países se independiza­
ron más tarde del califato 1abbasí, los textos no los tratan 
como a al~Andalus. Consideran esas dinastías como más pa­
sajera·s. Son apartados de un capítulo: «Desmembramiento 
del;·estado y nacimiento de pequeños estados independientes>) 
(II-'-.2, pp. 95·-101); mientras que al-Andalus sigue después con 
un capítulo especial: «El poder árabe en España» (ibid., pá­
ginas 102-109), mucho más largo que todos los otros reunidos. 
Esta separación la .hallamos también en la instauración 
del califato independiente de Córdoba, que consagra la rup. 
tura política total con el califato oriental, «teológicamente>} 
único. Aunque Córdoba no es el primer califato independien­
te (le había precedido de unos pocos años el califato fátimí 
«srí» de El Ca ir o), es en realidad el primer califato inde­
pendiente «stmní» y ortodoxo. Sigue la línea de «aislamien~ 
to>) y peculiaridad política de al-Andalus árabe, en la Edad 
Media (Il-2, p. 129). 
Tampoco se le nota particularmente ligado al Magreh. 
Es verdad que se dice que beréberes magrebinos participaron 
a la conquista de España, y que los almorávides y almoha­
des de España eran de origen magrebí y fundaron un im­
perio magrebí que dominó España (II-2, p. 107; III-2L, 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 77 
pp. 110-111), pero al-Andalus no aparece interviniendo en el 
norte de Africa en lo más mínimo. Los capítulos en que se 
trata de la civilización andalusí parecen enteramente desli­
gados del Magreb, salvo al final de la época árabe en Espa~ 
ña, en que se insinúa una cierta herencia cultural y política 
en el Marruecos actual (I-6, p. 8; III-2L, p. 112). 
P-odríamos decir, finalmente, que las características inde~ 
pendientes de al-Andalus en la Edad Media corresponden un 
poco -un poco sólo- a otra región, también muy específica 
-dentro del mundo árabe actual: Egipto, que tiene su pasado 
histórico no-árabe y semítico y una cierta evolución inde­
pendiente y peso específico propio en el mundo árabe. 
Esta unión y diversidad vienen bien expuestas en el pá­
rrafo final de un apartado sobre la España actual, que es la 
conclusión que podemos sacar de este capítulo de nuestro es\:.. 
tudio: 
«Duró el poder de los árabes enal-Andalus cerca de ocho 
sigl~ quedaron huellas abundantes que el tiempo no ha bo­
rrado y que aparecen en los detalles de la vida española, y 
en sus costumbres, tradiciones y monumentos, de forma que 
un poeta español moderno ha podido decir: ttSi se nos ras­
ca la piel, se Yería que cada uno de nosotros tiene la piel 
ára'be''.» 
8) Causas de la pérdida de España 
Esta «nostalgia de al-~ndalus)) -«paraíso perdido de los 
árabes>>, nos dirá un texto (III""2L, p. 112)- hace de la des­
aparición del poder árabe en España un acontecimiento luc­
tuoso que afecta al alma árabe, aun ahora. Y se transparenta 
este sentimiento en el interés por conocer los antecedentes 
y las causas de este desastre político-cultural. En este con­
texto psico-sociológico. hay que situar la selección de versos 
de un poema de Ibn Al-Jatib de Granada (s. xrv) sobre el 
L 
78 MIGUEL DE EPALZA 
poco tien1po que le queda a la España árabe. Encontramos 
extractos de este poema en los textos para alumnos de unos 
trece años (II-lL, pp. 171-174) y otra vez hacia el final del 
bachillerato (lll-2, pp. 243-245). Son unos versos llenos de 
nostalgia poética, cuyos cinco primeros coinciden en ambas 
selecciones de doce versos. Pero, de todas maneras, el he­
cho de que se seleccione dos veces este poema en el conjunto 
de los textos literarios de la enseñanza media es extraordi.­
nariamente significativo. 
Las causas de la caída de al-Andalus es una pregunta que 
se hacen los árabes en la historia, y que hacen hasta los li­
bros de texto más literarios, como una pregunta obvia que 
el muchacho o muchacha de trece años debe saber por cultu­
ra general (III-1L, p. 85). Las causas se podrían agrupar en 
dos capítulos: divisiones entre los árab~s como causa de su 
debilitamiento y ataques continuos de los españoles del nor­
te. Es curioso advertir también una referencia explícita -in­
habitual en nuestros textos, gen.eralmente «laicistas>)- a la 
voluntad de Dios, como tratándose de un acontecidftento 
transcendental: «La verdad es que la suerte de al-Andalus 
árabe estaba dispuesta en manos de la Providencia desde 
que surgieron los reinos de Taifas y venció en ellos la divi­
sión y el fraccionamiento, .gastando sus fuerzas en guerras 
civiles y permitiendo la superioridad del peligroso enemigo 
y la explotación por él de sus divisiones ... » (II-2, p. 108). 
Porque la división de los árabes es la causa fundamental 
-segíttl estos textos- de la decadencia política de al-Anda­
lus. «La división en estadillos que luchaban entre sÍ ... )), nos 
dice el primero texto de historia (I-51 p. 136). Lo podríamos 
ver en el texto que hemos citado en el párrafo anterior, con 
una insistencia particular en las guerras civiles. Esto viene 
explicado y analizado con detalle en el libro de historia de 
los estudiantes de letras, al final de la enseñanza media (III-
2L, ppp. 109 ss. ), en que se estudian las causas de las luchas 
entre los reinos de Taifas: «Fue consecuencia de haberse 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 79 
apoderado del poder los 1aqliliba extranjeros. Su arrogancia 
y ambición C'Onvirtieron a al-Andalus en una víctima despe­
dazada a trozos por el fanatismo de los árabes de estirpe 
antigua y las ambiciones de los gobernadores locales». 
Esta división tiene ya sus antecedentes en al-Andalus 
cuando su separación del califato tabbasí (I-5, p .. 104) y so­
bre todo en las luchas que tuvieron siempre que sufrir los­
soberanos omeyas, desde el primer emir de España (III-2L,. 
pp. 107-108). Pero los textoS' añaden además, como causa, el 
gobierno . de Almanzor, que dejó subir a los jefes militares, 
como fue también esta preponderancia militar la causa de _la 
decadencia del califatQ tabbasí en Oriente (II-2, pp. 107..:170; 
III-2L, p. 109). 
Junto a esta causa interna, hay alusiones breves al em­
puje de los reinos del Norte: «Los españoles fueron reali­
zando diversos y continuos ataques contra los musulmanes, 
aprovechándose de su anarquía interna y de sus divisiones 
de pareceres)) (III-2, p. 200). Y hablan de la «resistencia de 
los españoles» (I-5, p. 136) y sobre todo de cómo se aprove­
chaban sistemáticamente de las divisiones de los musulma­
nes (II-2, p. 108;. III-2, p. 200). «Los árabes buscaban la 
ayuda hasta de los españoles contra sus competidores» (III-
2L, p. 190). 
. De todos estos textos se deduce que el hecho de la caída 
de al-Andalus provoca en los musulmanes o los árabes mu­
cho más a una reflexión sobre las causas de su debilidad y 
de sus divisiones, que nostalgia hacia el pasado o, sobre 
todo, rencor contra los españoles. Esta conclusión es impor­
tante y se sitúa en el contexto moderno de la reflexión ára­
be sobre cómo su civilización ha podido decaer y no ser tan 
brillante en la actualidad como lo fuera en la Edad Media. 
ll 
80 MIGUEL DE EPALZA 
9) Reivindicaciones árabes sobre al-Andalus 
Hay que decir, antes que nada, que este tema no vien~ 
nunca ·tratado explícitamente en nuestros textos y que no 
podemos estudiarlo más que por insinuaciones y presupues­
tos generales. 
Efectivamente, es un presupuesto normal y general que 
lo que ha sido árabe debe seguir siéndolo, a pesar de los si­
glos que han mediado. Una fórmula medieval -que no ha­
llamos, naturalmente, en nuestros textos- muestra el fondo 
de este sentimiento: cuando se hablaba de una ciudad1 se 
decía «Dios la conserve en el Islam» si era musulmana, «Dios 
la devuelva al Islam)) si había caído en manos de los enemi­
gos del Islam. 
Pero esto no es más que una categoría general, presente 
en la mente árabe, pero que nuestros textos no fomentan en 
lo más mínimo. Yo opinaría -con algunas reservas- que la 
actitud política de los árabes con respecto a España se pare~ 
cería a la de los españoles con el origen hispánico de las re­
públicas hispano-americanas: nostalgia imperial, reivindica­
ción de origen cultural, pero reconocimiento del carácter 
irreversible del proceso político. De todas formas, hay unos 
textos que conviene analizar. 
El primero insiste en el reconocimiento político que buscó 
y obtuvo (Abd al-Ral).man III en su soberanía árabe por parte 
de. soberanos europeos, inclusive el Papa (III-2L, p. 108). 
Indica la conciencia del derecho árabe a su soberanía en Es­
paña durante la Edad Media, como soberanos legítimos y no 
simples invasores temporales.· 
El segundo texto es aún más explícito: «Deseaba. Alman­
zor hacer salir a los españoles de todas las ciudades que ha.. 
bían ocupado antes de que subiera al poder)) (III-2L, p. 10). 
Es algo así como una reivindicación formal. Y finalmente 
habría que analizar el sentido del verbo <<entregan> (taslím) 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 81 
en el contexto de la entrega de Granada a los Reyes Católi"" 
cos- por el último rey árabe de al-Andalus (III-2, p. 201). 
Creo que es una entrega sencilla, sin implicaciones jurídicas 
muy complejas. 
Pero al lado de estos textos hay un uso curioso de dos 
palabras clave: «resistencia» (muqiiwama), refiriéndose a los 
españoles, y el verbo «colonizan> (ista ~mara), refiriéndose a 
los árabes. Esto es tanto más significativo (I-5, p. 136) cuan­
to que estas palabras tienen actualmente un sentido polítiCo 
conocidísimo, con la «colonización>> europea y la «resistencia» 
palestina. El hecho de que se las emplee así en el contexto 
hispánico da pie a que se reconozca la legitimidad del com­
bate de los españoles para liberar su tierra, lo cual es la te­
sis jurídica tradicional de la Reconquista, al menos en la baja 
Edad Media. 
También parecen insinuar algunos textos que la reivindi­
cación de la «pérdida de al-Andalus>>, «paraíso perdido» de la 
civilización árabe, se transfirió al Magreb en general y a Ma­
rruecos en particular, después de la huida de los refugiados 
andalusíes (I-6, p. 8; III-2L, p. 112): «había caído Granada 
en manos de los españoles y la abandonó el último de sus 
reyes, de la dinastía de los Banii-1-Al).mar. Salieron los ára­
bes de España y se convirtieronlas costas de Marruecos, 
sobre todo el Atlántico, en las fronteras occidentales de la 
patria árabe» (II-3, p. 18). Este texto es importante porque 
sitúa los límites de la reivindicación política de la patria ára­
be en la época moderna. 
En realidad, la reivindicación es ante todo una nostalgia 
cultural. La nostalgia andalusí no es tanto política como 
reivindicación de la civilización hispano-árabe: «Los árabes 
trajeron a al-Andalus su lengua y su ciencia y construyeron 
ciudades, mezquitas, hospitales, escuelas, palacios y jardines. 
Abundaron los sabios, los literatos y los artistas. Floreció 
la civilización árabe y se convirtió al-Andalus en el faro de 
la ciencia, el arte y el conocimiento ... Y fue el fundamento 
82 MIGUEL DE EPALZA 
del Renacimiento europeo» (I-5, pp. 172-173). Después de la 
expulsión «dejó de dar su luz la estrella árabe en España; 
había estado iluminando España, durante siglos, con la luz 
de las ciencias árabes» (Il-2, p. 108). 
Pero el sentido y el volumen de esta reivindicación cultu­
ral, amplia y múltiple, lo estudiaremos en un capítulo aparte. 
10) Los reinos cristianos medievales, antecedentes 
de la España actual 
Ahora podemos situar mejor, al final del estudio político 
de la historia medieval, cuál es la visión de los reinos cris­
tianos del Norte que presenbtn estos textos, esos reinos 
cristianos que acabaron por expulsar a los árabes de España. 
Estos españoles cristianos no se confunden con los cris­
tianos andalusíes o mozárabes, que figuran como súbditos 
árabes en el capítulo de las minorías religiosas en al-Artda­
lus (II-2, pp. 169-170). Tampoco se ve claramente su rela.;. 
ción con los españoles pre-islámicos o visigodos, cuya pre­
sentación queda hecha. En realidad, el vocabulario pasa de 
la utilización más habitual del término isbán o algunas ve­
ces isb,aniyyün (españoles, como opuestos a tarab, árabes), al 
término religioso de na.~ara, cristianos, mucho más raro. E! 
término farany, franco, es ambiguo en la Edad Media, pero 
en nuestros textos señala ante todo a los franceses de Car­
los Marte! y Carlomagno. 
En este apartado sólo vamos a intentar analizar la ima­
gen política de los reinos cristianos de la España del Norte, 
sin entrar en los aspectos ·de civilización, es decir, en todo 
lo referente a influencia árabe en personajes o instituciones 
españolas no-árabes. Hay que decir también que esta visión 
viene englobada en la visión general muy pesimista del con­
junto de Ja civilización europea medieval que presentan estos 
textos. 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 83 
Los primeros oponentes «septentrionales» de los árabes 
son. Carlos Marte! y sus aliados, como queda visto. Apare­
cen como franceses, evidentemente, pero pronto se les ve 
como fuente directa de la política de los reinos del norte de 
España. Efectivamente, el mapa de las conquistas árabes 
(I-5, p. 137) deja una franja sin ocupar en el nordeste de la 
península y pronto veremos a {Abd al-Rahman I oponerse a 
«Carlomagno, que era rey de los francos en la Galia (la 
Francia actual), y a los otros estadillos hispanos del norte 
de al-Andalus». Ese texto nos añade que «todos ellos mira­
ban al estado árabe en al-Andalus con mirada llena de ani­
mosidad (l;iqd, odio, rencor), proyectaban ataques traidores 
y esperaban la oportunidad y las circunstancias favorables 
para vencerle» (II-2, p. 104). Este texto es muy importante 
porque nos presenta el espíritu de todos los reinos cristianos 
en su oposición a los árabes. N os presenta también a los 
franceses unidos a los hispanos en un mismo espíritu de ven­
ganza, que será el origen de todas sus acciones bélicas ul­
teriores, aun después de la derrota en los Pirineos, de Car­
lomagno. También más tarde se. estudia a Carlomagno como 
el único enemigo septentrional del primer Omeya de Córdoba 
(III-2L, p. 107) y son los «enemigos francos» los que ya en 
tiempos del emirato fomentan rebeliones contra los Omeyas 
de Córdoba (II-2, p. 105). 
Con {Abd al-Ral).man III aparecen estos reinos más dife­
renciados. «Luchó contra los cristianos del N arte, venció a 
los reyes de León y Navarra y ocupó sus principales ciuda­
des fortificadas» (III-2L, p. 108). Pero sus relaciones no 
fueron simplemente guerreras, sino sobre todo diplomáticas: 
«envió mensajeros y embajadores a los estados europeos, en­
tre ellos al Papa, para que reconocieran su soberanía» (ibid. ). 
Aquí se nota no sólo el aspecto del derecho jurídico de los 
árabes frente a las pretensiones de invasión del N arte, sino 
también una cierta identificación de los reinos cristianos a 
los estados europeos. 
84: MIGUEL DE EPALZA 
«Al-I:Iakam II luchó a menudo contra los nfrancos'' e hizo 
tratados con embajadas de reyes y príncipes cristianos» 
(ibid.). Aquí el término «francos» tiene la ambigtiiedad que 
tenía en los textos medievales («cristianos del Norte» en ge­
neral o «franceses» en particular), pero contribuye a perpe · 
tuar en el estudiante actual la imagen de la identificación 
de los reinos cristianos del norte de España con el vencedor 
de Poitiers y con Carlomagno, invasor fallido de la España 
árabe. 
Y a hemos visto también el ideal de Almanzor y su inte­
rés por recuperar los territorios ocupados por los hispanos 
en tiempos anteriores (cfr. III-2L, p. 108). A partir de su 
época los hispanos son el enemigo peligroso que se aprove­
cha de las divisiones de los árabes para ir dominándoles (I-5, 
p. 1~~6; II-2, p. 108; III-2L, pp. 109 ss.). El texto de histo~ 
ria de Letras tipifica esta política en el rey Alfonso VI 
«de Castilla, León y Navarra» y en su comportamiento con 
Toledo y con el rey Al-JVIu!tamid de Sevilla (III-2L, p. 210). 
Y cita aquí la famosa frase del sevillano, cuando llamó a al­
Andalus a los almorávides que le iban a desterrar: «Prefie­
ro ser pastor de camellos en el norte de Africa, que pastor 
de puercos en Castilla)> (es sabido que los musulmanes no 
pueden comer cerdo y que transfieren su repugnancia por 
este animal al cristiano que lo come). 
Podríamos acabar esta visión del ataque de los reinos 
crisitanos del Norte con su simbólico epílogo: la caída de 
Granada, que viene mencionada -como es natural- por to­
dos los textos (I-5, 108"; I-6, 8; II-2, 108; III-2, 201), espe-· 
cialmente en el libro de historia de los de Letras, que ·de­
talla un poco más los episodios de la guerra de Granada (III-
2L, 111-112). 
Después de la caída de Granada, la opresión española si­
gue en dos direcciones. Primero, en España con la Inquisi­
ción y la expulsión de los moriscos (III-2L, 112), actitud in­
tolerante, tan opuesta a la que tuvieron los árabes cuando 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 85 
vinieron a España (II-1, 108). Segundo, en el norte de Afri­
ca, ocupando las costas y saqueándolas (III-2L, 112). Vere­
mos la importancia que tiene este segundo punto en la Edad 
Moderna. 
Pero en toda la Edad Media hay un punto que hay que 
hacer notar. Nunca se habla de españoles en los largos e 
importantes capítulos sobre las cruzadas, «invasiones ex·· 
tranjeras de la patria árabe)) (I-5, 178-188; II-2, 110-119; 
III-2L, 121-129 y pass1:m). Ni se hace la relación entre los 
cruzados, invasores de Oriente, con las guerras de reconquis­
ta españolas en Occidente. Esta omisión -objetivamente 
justificada por la poca importancia numérica de los hispanos 
en las Cruzadas orientales- merece señalarse. Confirma ]a 
imagen general del carácter específico de las relaciones his­
pano-árabes, a pesar de insertarse en un esquema general de 
guerra y de ocupación territorial de la patria árabe en la 
Edad Media. 
Y para terminar, digamos dos palabras sobre la relación 
entre los reinos cristianos medievales y la España actual. Es 
evidente que esta España es -para nuestros textos- here­
dera política de los invasores del norte. Pero por una sim­
biosis muy real entre pueblo y estado, ha quedado la imagen 
de una política que puede cambiar -y que ha cambiado con 
respecto a los árabes en los tiemposmodernos- y un pue­
blo más constante, que tiene un fundamento árabe por su 
población y sobre todo por los monumentos de su cultura, 
de origen árabe. Y esto es lo que queda actualmente en el 
balance árabe de las peripecias políticas de la Edad Media 
entre estados árabes y cristianos. Por eso es muy importan. 
te estudiar el capítulo de la presentación de la civilización 
árabe en España. 
86 MIGUEL DE EPALZA 
IV. PERÍODO ISLÁMICO. ASPECTOS DE CIVILIZACIÓN 
Es un aspecto muy importante -el más importante- de 
las relaciones hispano-árabes, tal y como aparecen en los li­
bros de texto sirios que vamos estudiando y en la mentali­
dad árabe actual. 
Por falta de espacio y tiempo no voy a exponer en estas 
páginas todo el material reunido, como lo pienso hacer en 
una futura publicación. Ni pondré citas de textos. Sólo será 
un resumen de los capítulos principales de este tema, con 
la presentación del enfoque y de las profundas vivencias de 
los árabes ante este aspecto de las relaciones hispano-ára­
bes. Son las conclusiones de un estudio minucioso, que no 
puedo exponer aquí. 
Estudiaremos sucesivamente los puntos siguientes, que 
tienen implicaciones mutuas, pero representan con todo ejes 
fundamentales diferentes de la presentación actual de la ci­
vilización andaluza por los árabes. El orden de los temas 
quiere representar su respectiva importancia : 
1) La ciencia y la filosofía hispano-árabes, origen del 
progreso moderno. 
2) Los monumentos, presencia árabe en la España actual. 
3) La literatura, presencia andalusí (social, político, re­
ligioso), justificación de la soberanía árabe en al-Andalus 
medieval. 
1) La ciencia y la filosofía, origen del pro gres o 
moderno 
Este es un tema clave y un estribillo temático para los 
árabes de hoy y para sus textos de enseñanza media: la apor­
tación árabe ha sido fundamental para el origen de la civi­
lización occidental y para la técnica moderna. N o sólo fueron 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 87 
los árabes transmisores de la ciencia griega, sino que apor­
taron conocimientos originales en las técnicas ·y las ciencias 
(Astronomía, Matemáticas, Física, Medicina, Agronomía., 
Biología y Botánica, Geografía, Filosofía, etc.). Esta reivin­
dicación civilizadora es una respuesta profunda del pueblo 
árabe al reto que la civilización occidental supone para los 
países subdesarrollados, sobre todo desde que los países co­
loniales se presentaron como civilizadores para justificar su 
ocupación colonial. 
En este tema, al-Andalus aparece como uno de los cen­
tros de cultura más importantes de la Edad Media y como 
el centro de irradiación más eficaz, al lado y delante del sur 
de Italia y los Cruzados. Es un camino de transmisión y un 
centro original de cultura y civilización. 
Es, pues, en este contexto histórico y vivencia actual, en 
el que hay que situar toda la información de nuestros textos 
sobre las ciencias en al-Andalus. Es una satisfacción de los 
árabes actuales por la aportación de sus antepasados a esa 
cultura moderna en que viven actualmente. Esta civilización 
no es sólo europea y occidental, sino mundial, y los árabes 
la sienten particularmente como propia gracias al origen 
árabe, realizado en especial en la España islámica. Es una 
vivencia de identificación al progreso moderno muy impor­
tante. Y la importancia de este sentimiento se nota en par­
ticular en los capítulos finales de muchos libros que tienen 
por título : «Importancia de los árabes en la civilización eu­
ropea», escritos a veces con tanto énfasis que indican una 
preocupación vivencia! evidente. 
2) Los monumentos, presencia árabe en la España 
actual 
Otro capítulo importante de la presentación de la civili· 
zación hispano-árabe en nuestros textos lo constituyen los 
monumentos árabes conservados en España. Son objetiva-
88 MIGUEL DE EPALZA 
mente :muy importantes y de lo mejor que se conserva en 
todo el mundo árabe, pero nos interesa aquí ver el sentido 
que tiene ese continuo ensalzamiento que se nota en los tex­
tos de enseñanza media sirios. 
Para el árabe actual estos monumentos perpetúan la pre­
sencia árabe en España : recuerdan a los árabes los lazos que 
tienen con esa tierra y con ese pueblo, y son también un re­
cuerdo para los españoles de su origen árabe y de su vincu­
lación profunda con esa cultura y con ese mundo árabe ac­
tual. Este es el sentido profundo de la continua evocación 
de los monumentos de al-Andalus como testigos de la civili­
zación árabe. 
En este capítulo podríamos mencionar también los restos 
árabes en la lengua, literatura y ·costumqres europeos y es­
pecialmente españoles. Nuestros textos y la vivencia árabe 
actual los consideran también como testigos de una comu­
nión o vinculación actual entre España y la civilización árabe .. 
. 3) La literatura, presencia andalusí en la civilización 
á1·abe 
En cambio, todos los aspectos literarios de la civilización 
hispano-árabe no tienen referencia a la España actual. Es 
una cosa interna de la civilización árabe, que se considera 
muy deudora de los grandes poetas y escritores hispano-ára­
bes, que forman un capítulo muy rico y específico de la gran 
literatura árabe medieval. En este sentido, al-Andalus es 
parte integrante y fecundante de la civilización árabe clásica. 
Es con· este espíritu como se estudia la literatura hispano 
árabe en toda la enseñanza media siria. Se comentan textos 
andalusíes y se estudian en capítulos aparte esta literatura y 
su importancia ·en la civilización árabe. A veces se contra­
pone el Magrib (u Occidente islámico, fundamentalmente al­
Andalus) con el Ma~riq (u Oriente árabe), y se hacen com,. 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 89 
paraciones. En general se considera el Oriente como origen 
de toda la literatura árabe, y al-Andalus como el país de la 
especialidad científica y literaria y del refinamiento en todos 
los campos. 
4) El esplendor de la civilización <Jndalusí (.~ocial, política~ 
religiosa) justificación de la soberanía árabe en al-Andalus 
m;edieval 
Finalmente, la civilización andalusí viene presentada en 
sus aspectos sociales y religiosos como un progreso, sobre 
todo por su tolerancia religiosa y su progreso material. El 
gobierno omeya, en particular, aparece como un faro de ci­
vilización frente a la Europa bárbara del alto medioevo. 
Creo que el contexto vital de las relaciones hispano-ára­
bes en que hay que situar estas informaciones tiene un matiz 
histórico particular de reivindicación de la conquista árabe 
de España (del sur de Europa) en nombre de esa misma dia­
léctica «civilizadora» que ha justificado el colonialismo eu­
ropeo en nombre de la «civilización)). Y al mencionar al me­
nos dos veces que los reinos cristianos de España no se 
portaron con los árabes con la misma tolerancia con que és­
tos habían realizado su conquista, habría que ver un denegar 
a estos conquistadores del norte el argumento «civilizador» 
para justificar sus hazañas bélicas. 
Porque el conjunto de la visión de estos textos no carece 
de algunas notas nostálgicas de la presencia árab~ en Es­
paña. Comparan a al-Andalus, «paraíso perdido» de la civi­
lización árabe, con un faro o antorcha de cultura y ensalzan 
sus jardines exuberantes, su poesía refinada de la naturale­
za y aun, moderadamente, . su producción agrícola. 
90 MIGUEL DE EPALZA 
V. EPOCA MODERNA 
Estudiaremos en este capítulo la presentación de Espa­
ña en los libros de texto sirios, a partir de la expulsión de 
los árabes hasta la época actual, dejando para el último ca-­
pítulo toda la información -más geográfica que histórica­
que mira a la España actual. 
Estudiaremos este período en los siguientes apartados : 
1) Influencia hispano-árabe en el Renacimiento europeo. 
2) España, causa de la ocupación turca en el Magreb. 
3) Descubrimientos españoles, su sentido político. 
4) Presentación minimizada de la colonización espa­
ñola. 
5) 
6) 
La España del Siglo de Oro y del período moderno. 
Lacuestión marroquí y el Río de Oro. 
1) lnfluencict hispano-á1'abe en el Ren-acimiento europeo 
Tenemos que mencionar al menos aquí lo que hemos de­
tallado en el capítulo anterior, sobre la importancia de la pre­
sentación de este aspecto de la civilización árabe. De hecho, 
en los libros sobre historia medieval o historia árabe, hay 
un capítulo entero al final sobre «Influencias o Importancia 
de los árabes en la civilización europea>> (I-5, 172-190; II-2, 
224-227; III-2L, 235-239; I.II-2C, 212-224). También los 
libros q, historia de la Edad Moderna mencionan amplia­
mente las influencias árabes en la Europa del Renacimiento 
(III-1, 17). 
Esta influencia abarca, como lo hemos expuesto ya, a las 
lenguas europeas, la filosofía, las matemáticas, las ciencias, 
las artes, la medicina, la geografía y la cartografía, la inge­
niería, la literatura y la cultura en general. Es interesante ha­
cer notar que se atribuye a España una causalidad -al menos 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 91 
parcial- en la decadencia de la cultura árabe, por su aisla­
miento de ese movimiento renacentista,, consecuencia de su 
expulsión de España y de la ocupación turca -provocada 
por España- que aisló al Imperio Turco de Europa y de la 
evolución moderna (III-3, pág. 23). 
N o vamos a extendernos en este capítulo cuya singular 
importancia hemos señalado anteriormente, pero hay que 
mencionarlo al principio de la época moderna. 
2) EsPaña, causa d2 la ocupación turca en el Magreb 
Este punto tiene también su importancia, por la carga 
afectiva con que miran los árabes actualmente la ocupación 
turca, considerada como el preludio del imperialismo mo­
derno y de la colonización en el mundo árabe. Consider::tn 
también a los turcos como un pueblo incivilizado, que aisló 
a los árabes y no les dejó participar a la evolución de la civi­
lización europea moderna, que la cultura árabe medieval 
había permitido nacer. 
Y la causalidad española se debe a los continuos ataques 
y ocupaciones de españoles y portugueses en las ciudades y 
costas del Norte de Africa, que obligaron a Barbarroja de 
Argel y a otros magrebíes a pedir ayuda a los turcos. Así es 
cómo España es el único país europeo que aparece en el mapa 
del Imperio turco (III-3, pág. 16). Y con la doble perspecti­
va de las persecuciones contra el Magreb y de haber provo·­
cado la ocupación tnrca se presentan las diversas peripecias 
hispano-árabes e hispano-turcas en el Mediterráneo, durante 
el período moderno (II-3, 16-20; III-1, 71, 74; III-2L, 112) 
y el aislamiento del mundo árabe por la inseguridad maríti­
ma del Mediterráneo, por culpa de los españoles, que llevó a 
los magrebíes a vivir en el interior de sus tierras, casi inco­
municados (III-1, pág. 71). 
92 MIGUEL DE EPALZA 
3) Descubrimientos españoles, su matiz político 
Es un capítulo especial de la historia universal, en que 
aparece con un relieve especial el papel de España. Y tiene 
-en nuestros textos- un matiz político especial, porque Es­
páña figura gracias a esto mucho más como «potencia des­
cubridora» que como «potencia colonial», como Inglaterra, 
Francia, Holanda, Bélgica y aún Italia. Esto se puede apre­
ciar en particular en el mapa fuera de texto sobre los des­
cubrimientos (III-1). Y hasta en épocas modernas, al hablar 
de la extensión de las diversas lenguas, se dice que el caste­
llano y el portugués se extendieron como consecuencia del 
período de los «descubrimientos», mientras que el francés se 
difundió como consecuencia del «período· colonial» (III-2G). 
España comparte, pues, con Portugal este título de descu-
~bridora de nuevos mundos, pero la colonización portuguesa 
actual en Africa le priva a éste del prejuicio favorable que 
tien,e en este aspecto España, como veremos más adelante. 
El descubrimiento de Colón no siempre se atribuye di­
rectamente a -España (II-3, págs. 4 y 14), pero en textos más 
amplios se explica detalladamente el papel respectivo del 
genovés y de los españoles (III-1, 63-64). Algunos textos 
mencionan la creencia árabe de un descubrimiento árabe pre­
vio (p. ej. I-6G, 4). También el viaje de Magallanes y Elcano 
se merece una página muy importante (III-1, 6). 
Hay un párrafo de queja de que los descubrimientos euro­
peos de la ruta del Indico hayan aislado el mundo árabe y le 
hayan privado de ser la ruta central de las especies (III-1, 71). 
Pero esta desgracia se atribuye a los portugueses. 
Sin embargo, el aspecto y valoración positivos que se me­
rece la era de los descubrimientos da paso a una reticencia 
cada vez más agresiva a la era de las colonizaciones. Esta 
evolución se nota en particular en un párrafo final del capí­
tulo de los descubrimientos: «Así abrieron los españoles y 
ESPAÑA Y SU HISTORIA VISTA POR LOS ÁRABES ACTUALES 93 
Portugueses los caminos del mundo. Después les siguieron 
los ingleses y franceses. Buscando el paso del N oro este, des­
cubrieron América del Norte y emprendió Europa la conquis­
ta de este mundo nuevo» «lii-1, 66). Hemos subrayado la 
correspondencia entre fata~ta (abrieron) y fatZt (conquista), 
que nos parece sumamente significativo en este contexto. 
4) Presentación minimizada de lg, colonización española 
Dada la «alergia» -muy justificada- de nuestra época y 
del mundo árabe en particular al colonialismo y a las poten­
cias coloniales, es muy importante hacer notar que, si bien 
los libros de texto sirios no esconden el papel colonial de Es­
paña durante siglos y hasta nuestros días, este aspecto queda 
poco subrayado. 
Es verdad que en una presentación política general de 
Europa, España queda englobada en los países colonialistas;; 
«Se dividen los estados del continente europeo, del punto de 
vista político y social, en dos bloques : el bloque occidental, 
capitalista, que comprende estados colonialistas, que apoyan 
el colonialismo y el sionismo. Y el bloque oriental, socialis­
ta, que es enemigo del colonialismo y apoya la liberación de 
los pueblos y les ayuda a reforzarse» (I-6G, 91). Pero sólo 
una vez, en el texto de geografía del último curso del bachi­
llerato, de Letras (es decir, cuando el alumno está más poli­
tizado) se puede leer el párrafo siguiente : «Y no podrán 
España y Portugal, que son países débiles, resistir a la co­
rriente. Volverá el derecho a su origen y la tierra a su pue­
blo, y Africa será enteramente para los africanos, como era 
antes de la venida de los que le han oprimido» (III-3G, 108). 
Este ataque directo viene en un texto que se titula «Los 
países afroasiáticos y los estados que tienen relaciones con 
ellos», lo cual es muy significativo de la óptica política de 
este tex-to (ei libro que consulté era del curso 1967-1968, an­
tes de la independencia de Guinea Ecuatorial). 
94 MIGUEL DE EPALZA 
Pero es mucho más asombroso el número de veces que, 
en enumeraciones de países coloniales, España no figura. Ni 
entre los que han ocupado el mundo árabe («Inglaterra, Fran­
cia, Italia», I-6-8), ni entre los países coloniales de Africa 
(Inglaterra, Francia, Bélgica y Portugal» .I--6G, 67; II-3, 
97), ni del colonialismo moderno («América, Inglaterra, Fran­
cia» II-3, 11). Y no son más que botones de muestra de enu­
meraciones en que no figura la ocupación de Marruecos, Río 
de Oro y Guinea, sin contar con el pasado colonial ameri...: 
cano-filipino. Esto no impide que se trate en su debido tiem­
po del problema marroquí, como veremos más adelante, y 
que se diga al final del capítulo «extensión del colonialismo 
en los siglos XIX y xx», que «los Estados Unidos ... obliga­
ron a España a cederle por compra Puerto Rico y Filipinas, 
después de vencerles en la guerra hispano-americana de 1898 ... 
Perdió España su imperio colonial y no le quedó más que 
Río de Oro (Saqiyat al-~ahab) sobre la costa occidental de 
Africa y las Islas Canarias» (III-1, 175-178). En la lista de 
población y superficie de las colonias modernas figuran nueve 
países, sin que se mencione España. Sólo en el mapa de la pá­
gina 276 de este texto figura

Continuar navegando