Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Revista de Humanidades: Tecnológico de Monterrey ISSN: 1405-4167 claudia.lozanop@itesm.mx Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey México Pastor Comín, Juan José Psiquis y Cupido musicas desde un auto sacramental Revista de Humanidades: Tecnológico de Monterrey, núm. 22, 2007, pp. 77-121 Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Monterrey, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=38402203 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto http://www.redalyc.org/revista.oa?id=384 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=38402203 http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=38402203 http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=384&numero=7148 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=38402203 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=384 http://www.redalyc.org Psiquis y Cupido musicas desde un auto sacramental Juan José Pastor Comín Universidad de Castilla-La Mancha En 1640, Calderón escribe el auto sacramental Psiquis y Cupido para la ciudad de Toledo, obra en la que el hecho musical es especialmente significativo. Unos años más tarde, en 1662, Calderón estrena la comedia Ni amor se libra de amor, desarrollo profano de este mito y que mantiene una deuda, tanto formal como estructural, con el auto sacramental originario, especialmente en lo que concierne a un idéntico tratamiento y articulación de las escenas musicales. Finalmente, en 1665, Calderón volvería a escribir un nuevo auto sacramental, Psiquis y Cupido, para la villa de Madrid, una obra que se aleja de las anteriores y que, tanto por su estructura como por sus intervenciones musicales, tiene un carácter distinto. En el siglo XVIII, aparecerá un nuevo auto sacramental, Ni amor se libra de amor, basado éste en la comedia calderoniana del mismo título y no en los autos; fue puesto en música por el padre Soler. El propósito de este artículo es estudiar las relaciones formales, textuales y musicales existentes entre estas obras con el fin de señalar de qué modo la concepción musical calderoniana, dispuesta en el auto, condicionó la estructura de su comedia y cómo terminó igualmente penetrando en la reescritura del auto en el siglo XVIII. In 1640, Calderón de la Barca wrote Psiquis y Cupido (“Psyche and Cupid”), an auto sacramental play in which music played an especially significant role. It was performed for the first time in Toledo. Years later, in 1662, Calderón wrote a secular play about the same mythological subject, Ni amor se libra de amor (“Love enslaved to Love”). This play inherited a similar formal and structural concept that is implicit in the auto sacramental, especially concerning an identical treatment and articulation of the musical scenes (a fact that has not been commented on by the critics). Finally, in 1665, Calderón wrote another auto sacramental, ´: 7 8 Juan José Pastor Comín Psiquis y Cupido, written to be performed in the capital, Madrid, and whose structure, characters and musical scores displayed a new and different conception of musical contribution. In recent years, we have seen the discovery of an auto sacramental, titled, Ni amor se libra de amor, based on the drama of the same name and set to music by Soler in the XVIIIth century. This work, even abridged, borrows the same musical scenes. In this essay, we will delve into the question of the formal, textual, and musical influences and relationships among the plays cited above in order to explain how Calderón’s musical conception (implicit in his auto sacramental “Psyche and Cupid” and written to be performed in Toledo) was able to condition the dramatic structure of his comedy, Ni amor se libra de amor and, at the same time, we will analyze the way in which this musical structure survived in the auto sacramental Ni amor se libra de amor which, as said, was set to music by Soler in XVIIIth century. E n al auto sacramental Psiquis y Cupido, escrito hacia 1640 para la ciudad de Toledo1, Calderón introdujo con cierta fidelidad el relato originario de Apuleyo, recogido entre los libros IV y VI de El asno de oro. Sin embargo, no fue ésta la única ocasión en que nuestro dramaturgo visitó las desdichas de este mito: el 19 de enero de 1662 era representada, por vez primera, en el Palacio del Buen Retiro la comedia Ni amor se libra de amor, redacción profana del texto anterior y construida, según veremos, con los mismos andamios y con música del maestro Juan Hidalgo (Pastor “Ni Amor” 309-34). Tres años después, en 1665, Calderón entregó a la escena de la Villa otro Psiquis y Cupido, auto éste de gran madurez y desnudo de toda influencia supuesta en la obra que aquí estudiaremos. Ambos autos se diferencian claramente por el distinto tratamiento que reciben música y escenografía. La crítica coincide en subrayar que el texto de Madrid es más complicado en ambos aspectos: su extensión es mayor en versos cantados que intervienen constantemente sobre la acción y la solemnidad del auto para la capital del reino viene subrayada no sólo por una mayor cantidad de versos en arte mayor sino por un mayor patetismo en sus fórmulas declamatorias. La peculiar armazón y estructura del Psiquis y Cupido para Madrid hacen de esta obra un espacio singular que se aleja –como consecuencia de 7 9Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental una nueva experimentación y reelaboración– de los procedimientos comunes y de las similitudes que Calderón dispuso intencionalmente sobre su primer Psiquis y Cupido y que posteriormente desarrolló en su comedia Ni amor se libra de amor. En este sentido, auto y comedia presentan unos vínculos –en buena medida propiciados por el aparato musical– que los estudios calderonianos han pasado por alto y que trataremos aquí de presentar. El Psiquis y Cupido escrito para la ciudad de Toledo, en consecuencia, fue anterior a la comedia y a él se le atribuye la influencia de otro auto, con el mismo título, escrito por José de Valdivieso (1622); si bien, tal y como indica Enrique Rull, acaso fuera posible situar la existencia de una fuente común a ambos en una comedia perdida de Lope (Autos XIV). Por otro lado, 1640 ha sido considerada tradicionalmente la fecha de composición de esta obra en virtud de un autógrafo de dudosa atribución, conservado en el Archivo de la Villa de Madrid; sin embargo, en palabras de Rull, no podemos descartar, completamente al menos, la proximidad a dicha fecha. No parece probable que Calderón lo escribiera en los años 1641 y 1642, puesto que Calderón estaba participando en la guerra de Cataluña. En 1644 reside ya en Toledo. Teniendo en cuenta que para 1644 ya existe un auto para Toledo (La humildad coronada), o bien lo escribe en torno a esta fecha, o en la consignada en el falso autógrafo de 1640… (Autos XIII). Conviene conocer previamente el argumento del auto. Tras las bodas de las hermanas de Psiquis, Gentilidad y Sinagoga, con la Idolatría y el Judaísmo respectivamente, ésta, en el auto también llamada Fe, es deseada por un personaje oscuro. El Mundo, padre de Psiquis, decide desterrarla, en compañía de Albedrío, a una isla desierta, donde será recibida y agasajada por unas voces misteriosas. Por la noche, Cupido, matando la luz, le advierte de que si intenta verle perderá todos sus bienes. Tras solicitarle permiso para que sus hermanas la visiten, a lo que él accede, aquellas la incitan a que lo descubra, no vaya a ser una serpiente (como la del Génesis). Mientras Cupido duerme, el Albedrío provee de una bujía a Psiquis para que le vea, lo que ésta hace descubriendo su rostro. Suena un terremoto y Cupido y el palacio desaparecen. Psiquis muestra arrepentimiento y Cupido 8 0 Juan José Pastor Comín la perdona. Todos quedan aterrados, mientras el Mundo confía en que algún día todosserán miembros de la misma cabaña de la Iglesia. Al igual que en el resto de los autos sacramentales conocidos de Calderón2, en Psiquis y Cupido encontramos que la música es un elemento esencial de la representación, explícita en el reparto y consagrada previamente en la Loa3. De este modo asistimos desde el inicio al canto nupcial que anuncia la unión de Cristo con su Iglesia: MÚSICA: A las bodas de Amor y su Iglesia, los contribuyentes que están a mi imperio, vengan todos a dar sus ofrendas, que si ella es el alma, Amor sale en cuerpo. [Calderón, Loa para el auto sacramental Psiquis y Cupido para Toledo, Rull, Autos 301] Este canto –y es aquí donde empezamos a ver las similitudes no sólo textuales sino esencialmente dramático-musicales con la comedia Ni amor se libra de amor— fue trasunto originario —y embrión textual— del cuatro –texto para ser cantado– que aparece años después en la Jornada III de Ni amor se libra de amor, allí donde se anuncian desde la lejanía las bodas de las hermanas de Psiquis, Astrea y Selenisa, con Lidoro y Arsidas: MÚSICA: A las bodas felices de cuatro amantes afectos, con dobladas antorchas de tea ven, Himeneo. Y tejiendo de mirtos y rosas guirnaldas a Venus, a coronar sus sienes altivas ven, Himeneo [Ni amor se libra de amor, Castillejo 803]. No debe, pues, sorprendernos el gusto de Calderón por esta fórmula, dado que un idéntico tratamiento de esta tonada aparecería años más tarde en otra obra calderoniana El monstruo de los jardines (1667), donde se recoge el canto “Al tálamo casto de virgen esposa” que 8 1Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental consagra otros amores profanos y que proclama igualmente el verso final “Ven Himeneo, ven Himeneo” (Querol, Música barroca 158). ¿A qué se debe esta preferencia por un estribillo semejante? Los cantos de Himeneo contaron con una amplísima tradición en la obra profana secular de los compositores europeos de finales del siglo XVI. Buena prueba de ello son los textos musicados que hasta nosotros han llegado de Orazio Vecchi (“Se gliè vero Himeneo”, aria de su Selva di Varia Ricreatione, Venezia, 1590), Giaches de Wert (“Sorgi, sorgi et rischiara al tuo / Scendi Imeneo”, en Il settimo libro de Madrigali a cinque voci novamente composto et dato in luce, Venezia: Gardano, 1581) y, mucho más próximas en su formulación, dos obras corales de Andrea Gabrielli: “Vieni, vieni Imeneo che già sen fuggi’il sole”, a cuatro voces, recogida en Madrigali e Ricercari a 4 voci (Venezia, 1589) y el espectacular “Vieni, vieni Imeneo, vieni dunque” a 8 voces publicado en Dialoghi musicali de diversi eccellentissimi autori a 7, 8, 9, 10, 11, et 12 voci, (Venezia: A. Gardano, 1590). Recordemos, igualmente, que el primer acto de L’Orfeo de Monteverdi (Mantua, 1607, 61) ofrecía un canto que contó con una amplísima difusión durante el Barroco: Vieni Imeneo, deh vieni e la tua face ardente sia quasi un sol nascente ch’apporti a questi amanti i dì sereni, e lunge omai disgombre degl’affann’e del duol gl’orror’e e l’ombre La difusión de estos modelos fueron sin duda una referencia para Calderón, quien en otras circunstancias hubiera incorporado himnos y antífonas litúrgicas que invitaran sin mediación a la alabanza4: en este caso, sin embargo, procura asociar las bodas de Amor (Cristo) y la Iglesia con la invocación poética que traduce las enseñanzas canónicas de El cantar de los cantares. El profesor Díez Borque ha visto el enorme rendimiento dramático de esta alabanza-imperativo, dado que, desde una perspectiva pragmática, la orden expresa a personajes de la acción se hace extensible al espectador-feligrés por medio de la música y, gracias a los imperativos plurales que implican al destinatario, se pide a la comunidad de espectadores la participación plena en el auto sacramental exhortando tanto a la alabanza como al culto. La escena se aproxima así al altar y el auto sacramental 8 2 Juan José Pastor Comín codifica la relación dramaturgo-espectador en el eje de las prácticas habituales de la relación sacerdote-feligrés (Véase Díez Borque, “El texto cantado”, 139). Más adelante, MÚSICA, IGLESIA y AMOR entonan un nuevo cántico articulado sobre la alegoría bíblica mariana: “Ven, esposa querida, / azucena del cielo / cárdeno, / hermoso lirio, / clavel del Paraíso Eterno [Y siguen una serie de advocaciones de raíces semíticas: “Palma hermosa, / plátano, ciprés y cedro. / Cielo adornado de luces…, Loa, Rull, Autos, 310]”. Este cántico igualmente se hace eco de aquellos que, a mediados del XVI, ensalzan la pureza de María desde un lenguaje próximo amatorio. Sucede así en las Sacrae cantiones (1555) de Francisco Guerrero, cuyo motete Quasi cedrus se articula sobre el siguiente texto tomado parcialmente del libro del Eclesiástico (24:17-20): Quasi cedrus exaltata sum im Libano, et quasi cypressus in monte Sion, et quasi palma exaltata sum in Cades, et quasi plantatio rosae incoronaberis Iericho. Quasi oliva speciosa in campis, et quasi platanus exaltata sum iuxta aquam. In plateis sicut cinamomum, et balsamum aromatizans odorem dedi. [Parte 2] Tota pulchra es amica mea, et macula non est in te. O amica mea, veni de Libano, veni sponsa mea, veni5. El lector podrá observar que Calderón no oculta tampoco las fuentes textuales de su canto, pues la Iglesia, con atributos marianos como la rosa y el cinamomo, el plátano, el ciprés o el cedro, extiende la pureza de su fragancia para hacerse digna de los esponsales con Cristo. Finalmente, la escena concluye con una copla que probablemente se cantara con la misma música que “A las bodas de Amor y su Iglesia”: “Pues a la unión felice / de Amor y la Iglesia, repitan los ecos / que el Amor de su amor está herido / y celebra este día su casamiento [Loa, Rull, Autos, 310-311]”. Y todo aparece esta vez sobre la escena. Si bien muy a menudo fue costumbre que coros e instrumentos quedaran fuera de la vista —para ser, precisamente, oídos—, es esta obra una de las tantas excepciones en las que nuestro autor los dispone sobre el tablado desde el primer momento —Sale la Música cantando los primeros versos, y detrás el Amor escuchándolos (en la Loa para Psiquis y Cupido)6— y los mantiene hasta el final7. Por regla general, estos grupos no requerían 8 3Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental necesariamente que los músicos fueran actores, ya que la atención del espectador se centraba sobre el canto conjunto. Podemos apreciar, no obstante, tanto en la loa preliminar como en el auto, la cuidada distinción que Calderón realiza —casi de modo sistemático— entre “Música” —siempre que se refiere a textos cantados a distintas voces, dobladas o no por partes instrumentales— y “músicos” o “instrumentos” —para aquellas situaciones donde el peso instrumental adquiere una mayor dimensión dentro de la tonada. Veamos algunos ejemplos. En el primer parlamento de la Apostasía, allí donde pronuncia “así dicen las voces, / que al aire ocupan dulces y veloces” una acotación señala “Dentro, música” [Rull, Autos 315]. La expresión “Coro de música” apunta hacia el mismo sentido: “Sale el primer Coro de música, y detrás la Gentilidad, a lo indio, y la Idolatría”; “Sale la Fe, vestida de dama, y Coro de música de Indios, con mascarilla y de gala, y el Albedrío, vestido de loco”; “Responden los dos Coros, uno a un lado y otro al otro”; “Mientras cantan los dos Coros de Música, se abre el monte y se descubre el palacio”. Siempre, en consecuencia, la palabra “Música” introduce un cantar de factura polifónica, es decir, a varias voces: “Entran por una puerta y salen por otra con una luz, como admirados, oyendo la Música. VOZ 3. Rosa de estos abriles, / venga norabuena […]”; o bien recoge la repetición del mismo: “CORO 2: Llorad, llorad / y el llanto y la voz / al cielo le pida / rocío y candor. Vanse dando vuelta al tablado, con la repetición de la música”. A la invocación de una Fe desasistida “Sonoras voces, que el viento / enamoráis tan suaves […]” contesta “Toda la música: Todo es, / Fe divina, parati […]. Y es así como el auto concluye con la acotación final: “La música, y todos cantando dan fin al auto” (Véase Rull, Autos 316). Quizá no se deba al azar el hecho de que allí donde podríamos esperar, por la similitud de las escenas, igualmente la palabra “Música” o “Coros de música” —como podría ser el caso de la salida de la Sinagoga y del Judaísmo, enmarcada por otras dos salidas similares de la Gentilidad y de la Fe— Calderón invoque a los músicos, actitud ésta acaso explicable por una doble intención: bien por la voluntad de introducir la riqueza tímbrica de un conjunto instrumental en la sección central de un conjunto más amplio de estructura tripartita, bien por el deseo de describir con fidelidad instrumental el carácter del pueblo judío: música, en consecuencia, 8 4 Juan José Pastor Comín “errante” que al final del primer cuadro, encaminaría sus pasos — gracias a la llamada de la Fe— hacia el único Dios verdadero8. Quede, pues, enmarcado el auto sacramental en la compleja maraña de la cultura polifónica barroca, cultura “celebrativa, civil y religiosa que conoció esplendorosas formas de realización en cortejo, arquitecturas efímeras, carros triunfales, etc…” (Díez Borque, “El texto cantado” 128) y cuya condición doctrinal y catequética hace que la sola presencia de la música adquiera un valor hermenéutico fundamental9. Incluso la frescura popular de un estribillo se ofrece voluntariosa a la verdad, poco a poco desvelada: MÚSICA E IGLESIA: Ay, que me muero; mas, que me muero, porque vivo sin lo que yo quiero. IGLESIA [cantando]: Amor, divino amante, ya no puede mi aliento sufrir tus amores, éste con que no cabes en mi pecho; si es delito buscarte, vivir con el deseo, déjame en mi delito y acá en el alma imprime el escarmiento [….] IGLESIA Y MÚSICA: Ay, que me muero; mas, que me muero, [Termina la escena y cierra la IGLESIA con esta última estrofa]: Pues en tan dulces lazos, venid a ofrecer vuestra ofrenda, mis gremios, el alma en Amor, y al Amor en cuerpo [Calderón, Loa para el auto sacramental Psiquis y Cupido para la ciudad de Toledo, Rull, Autos 303] Hoy conocemos el cantar “Ai, que me muero, mas ahí, que me muero / por lo que quiero, que quiero”, recogido en un manuscrito del Siglo de Oro (Ms 16291, pág. 313) de la Biblioteca Nacional de España dentro del baile El amor y el Interés. A pesar de que la música de este estribillo no nos haya llegado10, es muy probable que la obra de Calderón contara como trasunto con una canción similar a la citada preexistente y difundida en la época, dando lugar a que el público de entonces asociara la letra con la tonada conocida11. Es así como 8 5Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental la relación erótica, codificada en las relaciones humanas, se sublima en la súplica divina desde el desprecio de sí mismo y se propone cauce de oración. La música, desplazada sobre el espacio que dogma y catecúmeno comparten, conmueve una vez más a la razón, suspende los sentidos y procura dulcemente la turbación del alma. Sucede así que en dos lugares de la Loa escuchamos la confesión casi avergonzada de una ansiedad secreta: “AMOR: ¿Qué divina elevación / qué armoniosos acentos / me suspenden los sentidos / y me alientan los deseos?” Y más adelante: “AMOR: …pero, ¿qué acento sonoro / es imán de mis afectos? / GRACIA: ¿Qué métrica consonancia / suspende mis movimientos?” [Loa, Rull, Autos 301]. Varios son los lugares paralelos que aparecen en Calderón. En Auristela y Lisidante, Arsidas tiene que interrumpir su discurso a causa del poder absorbente de la música que oye: “mas luego diré / que ese templado instrumento / es fuerza que tras sí lleva / mi atención”. En la Egloga Piscatoria, Ulises grita a la oculta Caribdis: “Voz que llevas suspendidos / tras tus ecos mis sentidos” (Querol, La música 19). En la Loa para El Jardín de Falerina, la Música triunfa sobre el Ingenio: “¿Cuándo la Música no / fue el imán de los afectos?” (Querol, La música 33). Sage ha desbrozado este enfrentamiento y señala que, en nuestro dramaturgo, el hombre es capaz de resistir los efectos de la música allí, cuando ellos no corresponden a su disposición psicológica. La Música, efectivamente, concede que sus efectos pueden hacer más triste al hombre triste y más alegre al hombre alegre, pero confiesa que no son capaces de volver al hombre triste (Véase Sage, “Calderón” 287)12. Una vez bosquejados los cantos que conforman la Loa, asistamos a la representación principal. A pesar de que no existe testimonio musical alguno para el auto sacramental que nos ocupa, asistimos a un doble camino de ida y vuelta que nos pareció especialmente significativo. Por un lado, ya lo apuntamos, en 1662 Calderón presentó en Palacio13 la comedia Ni amor se libra de amor14 –obra que ha sido en otro lugar objeto de nuestro estudio (Pastor, “Ni Amor” 309-34)–, regresando, esta vez, el mito a su procedencia profana construido sobre un mismo andamiaje, a juzgar por la identidad formal de ambas obras: las fórmulas poéticas para las cuales compuso música el maestro Juan Hidalgo15 no son otra cosa, tal y como podrá 8 6 Juan José Pastor Comín comprobarse, sino un calco directo de las situaciones dramáticas — hoy “músicas calladas”— previstas originariamente en el auto16. Esto no sólo plantea problemas de distinto grado a la teoría de la literatura en lo que a los procesos de escritura propios de Calderón se refiere17, sino que cuestiona además la factible existencia de una fuente musical anterior a la de Hidalgo que hubiera podido servir a éste de modelo, en virtud de las similitudes constatadas18. En todo caso, y al margen de esta presunta fuente anterior, el sólo hecho de comprobar cómo las letras del auto se acomodaban con labilidad a los testimonios musicales que han llegado hasta nosotros ha sido razón más que suficiente para recuperar, en el anexo, los números musicales que mejor “visten” —y que tal vez podrían acompañar en un futuro— al auto sacramental aquí presentado, restituidos esta vez a su tesitura original. Por otro lado, y ya entrados en el siglo XVIII, contábamos con más música que se adaptaba a los pliegues del mito, vuelto nuevamente a lo divino aunque no a partir del auto originario, sino a partir de la comedia19. Contamos en el Monasterio de El Escorial con una partitura del Padre Soler con el título Ni amor se libra de amor (nº. 1862/102-7bis/R.93), denominada “Auto Sacramental” y, en consecuencia, como ya señalamos, vuelta a lo divino a partir de la comedia de 1662. Existe igualmente otra partitura anónima (Psiquis y Cupido, s. a., Cat. nº 270/157-18) que no fue otra cosa sino una versión de la de Soler destinada a una representación en Navidad20. Vemos, pues, que el auto originario ha sufrido una serie de transformaciones, pasando por la elaboración en la comedia calderoniana y posteriormente vuelto a lo divino, desde la comedia, para la obra de Soler. Esta forma de rizar el rizo —y más aún cuando venía de mano del Padre Soler como compositor— nos pareció que se trataba de un guiño de la historia a la reflexión musical y literaria del cual no podíamos hurtarnos. Veamos, pues, las similitudes en las intervenciones musicales que auto y comedia ofrecen. Los tres coros iniciales del auto, presididos por la Gentilidad, la Sinagoga y la Fe, encuentran su justo paralelo en los coros guiados por Selenisa, Astrea y Psiquis en la comedia. 8 7Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental Los coros del auto a los cuales nos referimos son los siguientes: GENTILIDAD (Coro 1): Cantad, mortales, cantad, dando justa adoración a cuantos dioses diversos adoro, que a todos no basta el cuidado de un Dios; cantad, cantad, con eco veloz, a Palas, a Venus, a Juno y al Sol […] [Psiquis y Cupido para Toledo, Rull, Autos 316] SINAGOGA (Coro 2): Llorad, mortales, llorad, con rendido corazón, al Dios que esperáis que venga a sacaros de la esclavitud, de pena y dolor. Llorad, llorad, y el llanto y la voz al cielo le pida rocío y candor. [Se repite al final del parlamento de laSinagoga] […] [Psiquis y Cupido para Toledo, Rull 317] FE (Coro 3): Venid, mortales, venid, A rendir el corazón al Dios verdadero, que asiste en el mundo, sacramentado después que murió. Venid, venid, que él sólo es el Dios, y aunque es de venganzas, para mí es de amor [Repite esta tonada al final del parlamento de la Fe]. [Psiquis y Cupido para Toledo, Rull 319] Compárense con los siguientes coros tomados de la Jornada I de la comedia Ni amor se libra de amor (escena I): CORO 1º: Venid hermosuras felices, venid a hacer sacrificios hoy a la Diosa de la hermosura que es hija de nieve y madre de ardor [Cada verso es repetido por el coro 1º y Selenisa] […] 8 8 Juan José Pastor Comín Venid, venid con planta veloz al templo divino de Venus y Amor […] CORO 2º: Llegad, hermosuras felices, llegad a ofrecer adoración al hermoso prodigio que flecha arpones a un tiempo de agrado y rigor. Llegad, llegad con planta veloz al templo divino de Venus y Amor. […] CORO 3º: Corred, hermosuras felices, corred, a rendir el corazón a la deidad que vibra en sus ojos los arcos de Diosa y las flechas de un Dios. Corred, corred, con planta veloz al templo divino de Venus y amor. […] [Ni amor se libra de amor, Castillejo 693-695] Recuérdese igualmente que, en la música compuesta por Peyró para el Auto del Lirio y de la Azucena, tenemos el siguiente texto: “Venid, pasajeros, venid. / Llegad, caminantes, llegad, / que este nuevo alcázar / es el que buscáis” (Querol, Música barroca 116-7). Evidentemente tenemos su paralelo en la obra de Soler: Venid, soberanas bellezas, venid. Venid, peregrinas beldades, venid, a ofrecer víctimas puras a un Dios que es trino en personas y es uno en el ser en uno a la ciencia, al amor y al poder […] Llegad, perfecciones supremas, llegad. Llegad a ofrecer holocaustos en un corazón a una Deidad… […] [Soler, Ni amor se libra de amor (Véase Sierra, “La música escénica” 575) ] 8 9Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental La disposición sobre la escena de tres fuentes sonoras permitía establecer una compleja relación de timbre e intensidad —de ascendencia básicamente barroca— entre unas intervenciones corales y otras21, tal y como Antonio Hurtado de Mendoza refería con razón de la representación que tuviera lugar veinte años antes de La gloria de Niquea (Stein, “La Plática” 22). Bajo estas fórmulas estróficas tradicionales —coplas y estribillo— apreciamos hoy, sin duda, la influencia de un sustrato musical fielmente recogido en los cancioneros que cohabitará con las nuevas formas del recitativo importadas de Italia y que, dada su claridad formal, ayudará a la articulación ágil de la representación22. La convención se instaura en principio simbólico y es así como, a través de una serie de asociaciones estilísticas23, accedemos, en el auto sacramental, al sentido de la siguiente acotación: “Suena el clarín, descúbrese una galera con sus remos…”24 Tras el desembarco de la Fe, presenciamos una escena que, de modo idéntico, reproducirá años después en la comedia: CORO 1: ¿Quién da voces? CORO 2: ¿Quién nos llama? […] Contesta el ALBEDRÍO: La Fe es, que huyendo del Mundo, a nuestros desiertos llega. CORO 1: Venga norabuena. CORO 2: Norabuena venga. LOS DOS COROS: Venga norabuena, norabuena venga. [Calderón, Auto sacramental Venus y Cupido para la ciudad de Toledo, Rull, Autos 336] Este conocido estribillo aparece parodiado en Céfalo y Pocris como “Venga noramala, / noramala venga”25. En Ni amor se libra de amor el texto es el siguiente: CORO 1: ¿Quién nos busca? CORO 2: ¿Quién nos llama? […] CORO 1: Hola, hau, ¡ah del monte! CORO 2: ¡Ah del monte! CORO 1: Hola, hau, ¡ah de la selva! CORO 2: ¡Ah de la selva! CORO 1: Albricias, albricias 9 0 Juan José Pastor Comín CORO 2: ¿De qué alegres nuevas? CORO 1: De que viene Siquis a ser deidad nuestra. [Estribillo que se repite varias veces] […]. CORO 2: Sea bien venida. TODOS: Bien venida sea [Ni amor se libra de amor, II Jornada, Castillejo 773-775]. Un estribillo semejante aparece en Auto de primero y segundo Isaac: “Sean para en uno / para en uno sean” (Querol, Música barroca 42). El padre Soler sintetiza el texto de Calderón: ¿Quién nos busca ¿Quién nos llama? ¡Albricias! ¡Albricias! ¡Oh! ¡Qué alegres nuevas! pues viene Siquis a ser deidad nuestra. Sea bien venida, bien venida sea (Soler, Ni amor se libra de amor, Sierra, “La música escénica” 576). Es precisamente aquí donde Calderón echa mano de la teoría humanística de los afectos musicales y encuentra la fuente de materia dramática apropiada para su arte alegórico: «La voz que canta misteriosamente en el drama alegórico dista mucho de ser una intervención de orden espectacular» (Sage, “Calderón” 293) y constituye más bien el primer “impulso divino” hacia el encuentro con la naturaleza humana26. Movimiento “simpático”, en su sentido más estricto27, que pronuncia en el encuentro “Todo es, / Fe divina para ti” […] “Todo es, / bella Psiquis, para ti”[Psiquis y Cupido]; exactamente el mismo verso —la misma mediación— que en Ni amor se libra de amor escucha la hija de Athamas por boca de una ninfa28. Y es así como paulatinamente hemos transitado un complejo juego de texturas: desde los tres coros que conforman el pórtico sacramental del comienzo, pasando por los dos grupos que reciben a la Fe y su relación antifonal —marcada por los usos de la plegaria y con una voz única sobre la que se intercala un estribillo coral—, hasta el destino final que transforma en audible la voz divina. De este modo surge el largo parlamento de Cupido29: 9 1Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental Yo, bellísima Psiquis, que así llamarte es bien desde hoy, que tu belleza cuidado de Amor es […] [Calderón, Auto sacramental Psíquis y Cupido para la ciudad de Toledo, Rull, Autos 341] Esta tonada cuenta con su paralelo en la comedia y se conservan del mismo dos versiones musicales: Hermosísima Psiquis cuya planta produce, a contactos de nieve, flores blancas y azules […] [Ni amor se libra de amor, Jornada II, Castillejo 784]. Ambos versos iniciales coinciden en su patrón rítmico y no presentan problemas de adecuación a la misma música. Las dificultades sobrevienen más tarde, pues aunque se trata de la misma fórmula poética, la distinta posición de los acentos no nos permite adaptar de un modo flexible el resto de los versos. Nos queda, en consecuencia, la duda de saber si para estos lugares paralelos se utilizó la misma composición, pues aunque el primer verso fuera ideal para este propósito, el resto presentaría ciertas trabas. No obstante, y considerando que se trata de un “solo”, es muy posible que la línea melódica se adecuara a nuevos esquemas de alternancia rítmica30. El verso de la comedia inicia un romancillo heptasílabo que, tanto desde el punto de vista métrico como acentual, permite una musicalización del discurso amoroso de Cupido de cuatro en cuatro versos. Lo curioso es el hecho de que sobre ambas versiones y sobre el estribillo que los músicos intercalan en este parlamento aparezca sobre el manuscrito la indicación “no” —de caligrafía distinta a la pautada—, dando a entender que estos números no debían cantarse. Nosotros consideramos que esta observación obedece al deseo de aligerar el elemento musical de la comedia en función de las condiciones de representación, ya que la extensión del discurso podía hacer fatigosa la repetición —hasta siete veces en Ni amor se libra de amor— de un 9 2 Juan José Pastor Comín mismo estribillo y, en un número superior, la reiteración de otra música diferente —pero igualmente obsesiva— para cada cuarteta heptasilábica. Es más, la propia técnica de escritura de este estribillo “a cuatro” nos indica ya el deseo de celeridad impuesto a su declamación: utilización de corcheas y semicorcheas que asumen el estilo “belicoso” presentado por Monteverdi en sus madrigales de principios de siglo. En consecuencia, esta canción de amor que Cupido entona para Psiquis es similar, en estructura y situación, a otras en las que encantadoresmonólogos con estribillo fueron igualmente dispuestos como aires declamados silábicamente y no como recitativos31, tal y como ha señalado Louise K. Stein en la canción de Falerina a Rugero, en El jardín de Falerina, o la canción de Morfeo a Perseo, en Fortunas de Andrómeda y Perseo (Songs of mortals 144-69)32. Y, finalmente, en lo que el profesor Díez Borque (“El texto cantado” 143) considera como una invitación doctrinal que exige del espectador la ordenación de su propia conducta, como requisito indispensable de su participación en el espacio sacramental, escuchamos el siguiente canto: MÚSICA: En hora dichosa vengan, al alcázar de la Fe todos los hijos del Mundo, no a dudar, sino a creer. [Calderón, Auto sacramental Psiquis y Cupido para la ciudad de Toledo, Rull, Autos 351] En la comedia este coro celebra el encuentro familiar de Psiquis en el palacio: En hora dichosa venga a estas incultas montañas el gran Athamas de Gnido, donde sus dichas le aguardan […] En hora dichosa goce en este eminente alcázar Psiquis bella la visita de su padre y sus hermanas [Ni amor se libra de amor, Jornada III, Castillejo 815-816] 9 3Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental Consultando la fuente musical del anexo se verá bien que la musicalización silábica y homófona —aunque no para el primer verso desarrollado contrapuntísticamente— permite su libre adaptación al texto del auto. En definitiva, y tras este breve análisis inicial aquí recogido, son varias las conclusiones que hasta el momento la crítica calderoniana ha pasado por alto. Por un lado, la estrecha relación entre el auto sacramental Psiquis y Cupido y la comedia Ni amor se libra de amor no solamente se fundamenta en la mayor proximidad temporal entre ellas, sino, principalmente, en el idéntico tratamiento estructural de los cuadros musicales esbozados. Este hecho nos hace pensar que el auto escrito para la villa de Madrid, y aquí no analizado, constituye no ya una nueva disposición de nuestro dramaturgo en el tratamiento del mismo sujeto mitológico sino, muy especialmente, el deseo de una nueva formulación dramática, especialmente musical, completamente alejada de sus dos precedentes anteriores. Por otro lado, es importante observar que, aunque no nos haya llegado música escrita del auto sacramental escrito para Toledo, la estrecha similitud de numerosas escenas con la comedia nos hace pensar en varias posibilidades que afectaron la factura musical de una y otra obra: por un lado, es posible que existiera una dependencia de la música escrita por Hidalgo para Ni amor se libra de amor con relación a un tratamiento musical precedente del auto hoy perdido, dadas las concordancias escénicas y textuales; por otro lado, ambas obras se sirvieron de idénticos cantares tradicionales que fueron bien conocidos por los espectadores del siglo de oro; finalmente, nada nos impide pensar que la proclamada relación entre auto y comedia no conllevara la aplicación de algún número musical de esta última a la primera, dado que, desde el punto de vista formal, en la mayoría de las ocasiones las escenas cantadas se siguen en texto, metro y estrofa. Hay que decir igualmente que Calderón se hace eco en la disposición textual de algunas escenas (cantos de Himeneo), de la tradición europea manifestada ya no sólo en las obras finiseculares del XVI sino, especialmente, en la ópera barroco que surge con L’Orfeo de Monteverdi, ópera de la cual se cumple precisamente este año su 400 aniversario. Finalmente, y conocido el testimonio recogido en El Escorial con música del padre Soler, hemos de confirmar que tanto 9 4 Juan José Pastor Comín auto como comedia gozaron de una enorme difusión hasta el punto de asistir a la vuelta a lo divino, en la obra del XVIII de la comedia calderoniana que no era, como hemos visto, otra cosa sino un desarrollo a lo profano de un auto sacramental originario. En este sentido, y según vimos, el XVIII hereda la estructura musical de las escenas seminalmente dispuestas en el auto sacramental Psiquis y Cupido, escrito para la ciudad de Toledo alrededor de 1640. Asistimos, en este último número, a la invocación final cuyo inicio se ofrece como tránsito entre la voz única de la divinidad y la polifonía paulatinamente cumplida por una comunidad, aquí, simultáneamente terrestre y celestial, en virtud de la hibridación estilística de la imitación. Vuélvase, pues, la vista hacia esta escena barroca donde la verdad se desvela a fuerza de oscuras voces confundidas: Divino consejo ha sido ocultarme tus despojos, que no he menester los ojos si me dejas el oído. [Calderón, Auto sacramental Psiquis y Cupido para la ciudad de Toledo, Rull, Autos 345] 9 5Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental Anexo De la presente transcripción. En el año 2001, tuvimos ocasión de publicar un extenso trabajo sobre la articulación musical de la comedia Ni amor se libra de amor en las XXIII Jornadas de Teatro Clásico de Almagro (Pastor, “Ni Amor” 309-34). Este trabajo no es sino un complemento imprescindible de aquel. Como es sabido, Pedrell, en el vol. IV de su Teatro lírico, publicó once números de la “fiesta” Ni Amor se libra de amor de J. Hidalgo (IV: XVII-XXI y 1-12), transcritos de un manuscrito hoy perdido. En dicha publicación no figuran los números 4, 5, 7, 8, 9, 13 y 15 de la edición realizada por Querol (Música barroca 68-90)33, a partir del Manuscrito de la Congregación de Nuestra Señora de la Novena (legajo 6, 209-221.). Nosotros realizamos nuevamente y, a partir de la misma fuente, la transcripción de las obras que se corresponden con los números 1, 3, 5, 6, 7, 9 y 14, citados en este trabajo y restituidos a la tesitura original34 con el fin de que el lector pueda comprobar que la música, anteriormente dispuesta para la comedia, fue adecuada a los textos del auto sacramental. 9 6 Juan José Pastor Comín 9 7Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental 9 8 Juan José Pastor Comín 9 9Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental 100 Juan José Pastor Comín 101Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental 102 Juan José Pastor Comín 103Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental 104 Juan José Pastor Comín 105Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental 106 Juan José Pastor Comín 107Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental 108 Juan José Pastor Comín Notas 1 Consúltense los trabajos de Enrique Rull (“El auto sacramental” 125-50; “Psiquis y Cupido”, 167-84 y “Psiquis y Cupido en Calderón”,1 25-47). 2 Ya Díaz-Plaja, hacia 1939, reseñaba ciertas acotaciones significativas en la obra de Calderón: “Es curiosísima la nota que acompaña a la edición de uno de sus autos: ‘…parecerán tibios algunos trozos, respecto de que el papel no puede dar de sí ni lo sonoro de la música ni lo aparatoso de las tramoyas’ […] Así no cabe duda de que en todo teatro barroco —o romántico— el autor ‘hace trampa’ porque busca complicidades fuera de ellos elementos que para el teatro clásico son esenciales y suficientes” (96). Para Ruiz Lagos “toda manifestación musical en Calderón es un recurso más, puesto al servicio de una técnica expresiva envolvente que afecta a todas las cualidades sensibles” (15). Querol, mucho más entusiasta y decididamente resuelto por una auténtica “infraestructura musical de los Autos” señalaba que “la música en el teatro de Calderón, especialmente en sus autos, nunca es un adorno o un relleno, sino todo lo contrario: confía a la música los distintos conceptos básicos sobre los que fundamenta y desarrolla el auto, de manera que con frecuencia la glosa y comentarios de lo cantado son el relleno literario con que cubre el hueco que hay entre los distintos números cantados, haciendo que toda la obra aparezca como estructurada en función de los conceptos que se cantan” (La música 61). 3 Aunque éste no es el caso, algunos autos calderonianos no siempre incluyen la música en el reparto, a pesar de que ésta aparezca después plenamente integrada en la acción (DíezBorque, “Teatro y fiesta” 606-42). Por otro lado, el hecho de que Psiquis y Cupido vaya precedido de una loa nos indica claramente la importancia del aparato musical en el conjunto de la representación, ya que en “la Loa, en relación con la sensible brevedad de su texto, es donde más música hay” (Querol, La música 11). 4 Ejemplos manifiestos pueden encontrarse en autos tales como El veneno y la tríaca, Los misterios de la misa, El jardín de Falerina —”Gloria a Dios en las alturas”—; La redención de cautivos y El arca de Dios cautiva presentan variantes del “Sanctus”. De igual modo el “Magnificat” se escucha en El santo rey don Fernando, el “Tantum ergo” en El gran teatro del mundo, etc… (Díez Borque, “El oír” 39-70). 5 El texto aparece en la liturgia de la tercera lección del pequeño oficio de la Virgen en Officium Beatae Mariae Virginis (Salamanca, Gillermo Foquel, 1591). Textos muy similares podrán encontrarse en las antífonas para el oficio de la Asunción, Processianarium secundum consuetudinem fratrum oridinis sancti Hieromymi (Alcalá, Andreas Angulo, 1569) y Processionarium ixtu ritum et usum metropolitanae ecclesiae valentinae (Valencia, Pedro Heute, 1578). 109Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental 6 Lo mismo sucede en otra acotación de la Loa: Tocan los instrumentos, y sale la Iglesia cantando con la Música, con un ara en la mano. En este sentido, con la palabra “Música” se alude a una capilla de «músicos cantores o en todo caso de grupo mixto de cantores y acompañamiento de “algunos” instrumentos» (Querol, La música 44). 7 La MÚSICA concluye la loa del siguiente modo: “Pues que Toledo solo / al Rey de los cielos / aventaja en su fiesta / a todos los reinos”. Al igual que ocurre en otros finales —véase la Loa para El divino Orfeo—, estos últimos versos pudieron corresponder a un baile cantado, de modo que música instrumental, canto y texto recitado formaran una misma unidad artística. Consúltese el trabajo de Domínguez de Paz (311-18). 8 Es así como la Fe, al preguntarle el Albedrío si envidia la suerte de sus hermanas, la Gentilidad y la Sinagoga, contesta: “Lástima, no envidia, tengo; / […] vuelvan los versos / a lisonjear los aires / con la voz y el instrumento. CORO 3: […] Venid, venid, que Él sólo es el Dios” [Rull, Autos 320]. Esta presencia metafórica que la música engendra en la representación viene confirmada por su estatuto alegórico: “En el año 1659, Calderón escribió la loa y el auto El sacro Parnaso. La loa constituye un elogio de la música devota. Una de las figuras alegóricas que sale al tablado es la Música. la composición musical, dice ella, requiere la música y la poesía, siendo las dos aspectos de la armonía celestial […]” (Sage, “Calderón” 282). Los cinco últimos versos de la loa dicen los siguiente “Alegoría, Poesía / y Música, ya es preciso / que resulte de esta unión / el numeroso artificio / de un Auto Sacramental”. El auto, pues, será la unión trinitaria, artística, armónica, en la cual la música tiene tanta importancia como la alegoría (o sea, el tema) y la poesía (o sea, la expresión del tema) […] Conste, pues, que el auto calderoniano es un conjunto artístico-moral de tema, poesía y música” (Sage, “Calderón” 282-3). 9 Es así como el estudio de las propias técnicas compositivas musicales sirven para esclarecer la verdad fundamental de los textos: “Partimos de la hipótesis que la música no es en sí un mero ornamento o un arte de entretenimiento, como tampoco un lenguaje esotérico o una rara entelequia para expresar de algún modo lo indecible o inexplicable, aunque así se haya entendido a veces, sino un lenguaje comprensible, que, como el hablado, procede del ‘espíritu común humano’, es decir, una auténtica revelación de la mente humana” (González Valle, “Música vocal” 546). 10 Véase el tono o cuatro “Las glorias de amor” presente en Eco y Narciso (Querol, Música barroca 163), donde la exclamación “¡Ay, que me muero de celos y amor! ¡Ay que me muero!” —cuyo compositor se desconoce— 110 Juan José Pastor Comín viene tratada con una polifonía a medio caballo entre un planteamiento vertical y un contrapunto algo más elaborado. Apréciese, igualmente, la zozobra rítmica introducida por el ritmo yámbico. Según Querol, “el tono es la composición típica y representativa de la música profana española del siglo XVII, por cuya razón a veces se la llama tono humano […]. Los tonos pueden ser a solo y acompañamiento o a varias voces, con preferencia a 4 […] Son melodías sencillas, cortas y expresivas, a veces con estribillo, que se acompañaban generalmente con arpa, guitarra o laúd […]. Los tonos polifónicos presentan la forma musical del villancico, cuando su letra es un villancico o un romance con estribillo, que es lo más corriente” (La música 67). 11 Sage nos conduce por los testimonios de las representaciones de entonces: “¿Y el modo de cantar en el teatro del siglo XVII? Para los impugnadores de la comedia, era peor todavía que el modo de representar. El cebo de que el demonio más usó para ellos y ellas fue el cantar, bailar, el danzar y traje exquisito […] A cualquier letrilla o tono que cantan en el teatro le dan tal gracia y tal sal, que Hidalgo, aquel gran músico célebre de la Capilla Real […] solía decir por chanza que sin duda el diablo era en los patios el maestro de capilla […] Todos los tonos y letras que se cantan en las comedias […] son de materias amorosos”, “Textos y realización” 42). 12 En un artículo posterior apunta que «el arte de los comediantes se relacionaba con la nueva teoría de los humores, incluso con la anatomía de la melancolía» (Sage, “Textos y realización” 37). Para Stein, “la música controla aspectos importantes de lo que ocurre en la escena, pudiendo, por ejemplo, mantener mucho tiempo un estado de ánimo y luego cambiarlo bruscamente. La música es fundamental para la expresión de los afectos. Así, la canción, según las teorías del momento, debe parecer que sale directamente del corazón y del espíritu del que canta. Además, no puede ignorarse que la música llena el teatro de una manera más eficaz que la declamación hablada” (“Este nada dichoso género” 359). 13 “The spectacle plays with music were called fiestas or zarzuelas, and the totally sung operas performed in 1660 were called fiestas cantadas” (Stein, “La Plática de los Dioses” 60). Consúltese igualmente el trabajo de Heartz (59-74). 14 Esta representación —todavía con el nombre de Siquis y Cupido—, a cargo de la compañía de Sebastián de Prado, tuvo lugar el 19 de enero de 1662. Se realizaron los ensayos durante los días 10, 11, 12 y 13 de enero y hubo uno general el 16 de enero. No obstante, y por no saber bien sus papeles, los actores debieron ensayar nuevamente los días 17 y 18. Poco después de la actuación ante el rey —los días 20 y 21 de 111Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental enero— se hizo la comedia para el pueblo en el Coliseo. Véase Varey, J. E. y N. D. Shergold (TyC en Madrid: 1651-1665 239). Más adelante —esta vez ya con el título alternativo de Ni amor se libra de amor— esta comedia fue representada el 3 de diciembre de 1679 en el mismo marco palatino por las compañías de Manuel Vallejo y José de Prado para celebrar el día de la entrada de la nueva reina, Doña María Luisa de Borbón. Los actores ensayaron los días 28, 29, 30 de noviembre y 1, 2 y 3 de diciembre, siendo los cuatro primeros días jornadas de «mañana y tarde» (Varey, J. E. y N. D. Shergold, TyC en Madrid: 1666-1687 177). El 26 de mayo de 1687, con el título de Siquis y Cupido, fue representada por la compañía de Simón Aguado en el Saloncillo del Buen Retiro “con loa y sainetes” para celebrar el aniversario de la Duquesa de Orleáns (Varey, J. E. y N. D. Shergold, TyC en Madrid: 1666-1687 192). El 5 de septiembre de ese año los mismos actores representaron esta comedia en el Salón Dorado de Palacio. El 29 de julio de 1693, finalmente, sería la compañía de Agustín Manuel quien llevara a escena la citada obra, primero en el Palacio del Buen Retiro y después en el Coliseo(Varey, J. E. y N. D. Shergold, Comedias en Madrid 194-5). La obra se encuentra impresa en la Tercera parte de las comedias calderonianas (Madrid, 1664, fols. 165v.-188v.) y en un manuscrito de la misma, que hacia 1677 pertenecía al Conde de Villaumbrosa, se nos dice: «Comedia intitulada Ni amor se libra de amor, que se representó a sus Magestades en Carnestolendas» (Varey, J. E. y N. D. Shergold, Comedias en Madrid 194). 15 “Juan Hidalgo (1614-1685) principal harpist and composer of secular music at court, was most likely responsible for the music of the first semi-operas […]. Hidalgo stated that he had been in charge of secular and theatrical music at court for twenty-six years, which would indicate that he assumed the full burden of these responibilities in 1645, just prior to the invention of the new genre. We know that Hidalgo composed music for a pastoral play given at Carnival of 1956, for a spectacle play performed during Carnival of 1658, and for the opera Celos aun del aire matan (text by Calderón) performed in 1660” (Stein, Songs of Mortals 168). Ya que no ha sido nuestro propósito el estudio sistemático de las piezas aquí publicadas, apuntemos tres características básicas sobre el estilo en el que están escritas: sencillez compositiva, sobria técnica contrapuntística sobre una escritura esencialmente homofónica, pequeños gestos descriptivos —madrigalismos sobre palabras como “gran” —amplificación en corcheas en “En hora dichosa venga”—; “valles” —máximo grave melódico en “El sol de estos montes”; y, finalmente, un destacado uso de las hemiolias —sensaciones de ritmo binario sobre estructuras ternarias. 112 Juan José Pastor Comín 16 Stein describe así la comedia: “Ni amor se libra de amor, based on the story of Psyche and Cupid, concerned mainly with action on earth and among the mortals. As a court play music, Ni amor se libra de amor is notable for its multiple choirs and choral estribillos (both features developed in the earlier spectacle plays), but not for extensive use of solo song. In fact, the limited exploitation of solo song for certain types of scenes in Ni amor se libra de amor clearly demonstrates that the topic, dramatic situation, setting, and characters of even these later plays by Calderón involved very well understood conventions which derived from the precepts of the comedia and had little to do with the generic influence of opera, in spite of the fact that operas had recently been performed at court” (Songs of Mortals 270). 17 Nos referimos aquí al camino en menor medida transitado por nuestro autor que nos lleva del auto a la comedia y no de la comedia al auto. Un estudio detallado de las relaciones entre una y otra esfera —sin discriminar en modo alguno el componente musical— nos llevaría a profundizar, tal y como propone Carlos Villanueva (543) en la influencia de lo religioso sobre lo profano. Para Caballero Fernández-Rufete “los maestros de capilla [Juan Hidalgo lo era] tenían obligación de componer villancicos nuevos todos los años, lo que significaba, al menos en principio, conseguir textos nuevos y componer nuevas músicas para las festividades más importantes del año litúrgico, especialmente en los ciclos de Navidad y Corpus [cursiva nuestra]. Esta exigencia tiránica de novedad en los elementos constitutivos del villancico han influido notablemente en la manera de abordar el estudio de los mismos hasta la fecha: cada villancico se ha considerado habitualmente como una entidad aislada; ese presupuesto de novedad ha sido asimilado de forma excesivamente estricta al concepto de originalidad, anacrónico y, en buena parte, ajeno a la estética barroca. La utilización de material preexistente es, en efecto, un principio creativo de plena vigencia en todas las ramas del arte y también, por supuesto, en la música” (54). 18 “In the Calderonian court plays, musical intervention takes on a new significance. In addition to being used as structural device, musical content becomes more intimately associated with dramatic context. Songs and short choral refrains are still used to punctuate the fabric of the plot and to define scenes or subsections of scenes, but music asumed and an expanded function in the court theaters and in the Baroque teatro de la representación. Calderón was traditional in the exploitation of pre- existent songs that would have been familiar to the audience. The presence of these songs alongside newly composed theatrical songs is 113Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental highly significant: the traditional music od Spanish comedia was retained in the larger form of the new court play” (Stein, “La Plática” 28). 19 Caballero Fernández-Rufete subraya lo siguiente: “El itinerario de numerosos tonos de comedia parece ser el siguiente: a partir de su composición e interpretación en la Corte o en el corral de comedias de un determinado tono se populariza rápidamente: su pronta inclusión en antologías poéticas o poético-musicales da cuenta de su independización de la obra teatral a la que pertenecían originalmente, pasando a formar parte del amplio y heterogéneo repertorio de letras para cantar; el siguiente paso, siguiendo siempre los dictados del gusto popular, consiste en su conversión a lo divino y su inclusión en los villancicos, en ocasiones a cargo de compositores experimentados” (57-8). 20 Nos ceñiremos aquí a la primera de ellas: “se trata de una música que se desarrolla en una plantilla de un coro a cuatro y acompañamiento aparte de los solos y, menos frecuente —sólo en dos ocasiones— coros dobles a varias voces. El acompañamiento a las voces lo soportan el violonchelo y violines primeros y segundos, que en algunos casos son sustituidos por las flautas: a esta plantilla básica se une el clave, que no está cifrado, como es usual en este momento. Con frecuencia introduce las trompas, también desdobladas. Es decir, una plantilla instrumental muy parecida a la que usa en los villancicos y en la música religiosa” (Sierra 571). Ya veremos qué escenas musicadas en esta comedia “vuelta a lo divino” se corresponden con las de nuestro auto “vuelto a lo profano”. Sí queremos señalar, no obstante, un error de apreciación en el excelente trabajo de José Sierra: allí donde toma como constante referencia estructural para el auto de Soler Psiquis y Cupido (para Madrid) de Calderón el autor yerra de plano, ya que la única referencia clara y manifiesta es Psiquis y Cupido (para Toledo). 21 Stein nos presenta uno de los primeros documentos que testimonian, en España, la utilización de estos coros spezzatti: “The best documented example of this type of festivity is the masque and ball that were celebrated in Valladolid on June 16, 1605 for the birth of Philip IV. A special hall or salón, annexed to the palace in Valladolid, was built specifically to house this occasion, and was decorated with famous tapestries and elaborate artificial lighting. The seating plan for the audience and the performers was carefully drawn up in advance and strictly observed. The plan indicates that two choirs of singers from the royal chapel were seated in a raised gallery, facing each other in separate windows. In the center of the hall, a temporary stage was constructed, containing a section of a temple with an elevated throne, overseen by the allegorical figure of Fame” (“La Plática” 17). 114 Juan José Pastor Comín 22 Tal y como sucede con los coros de Sirenas y Tritones en La fiera, el rayo y la piedra, de fecha posterior al auto (1652). 23 Recurrencias que vienen operando desde el Arte nuevo de hacer comedias de Lope, tal y como hemos visto en otros trabajos (Pastor, “Sobre el romancero” 297-310). 24 El clarín o corneta es un instrumento de metal, en forma de trompeta enroscada con una o dos vueltas; tiene el tubo cónico en toda su longitud y el sonido más opaco que el de la trompeta. Derivado de la antigua trompa de posta fue adoptado como instrumento militar para dar órdenes y señales (Michels, 48-51). Había otro tipo de clarín que era una trompeta plegadacomo las corrientes, pero algo más pequeña y con el diapasón más alto. En Calderón este instrumento suele delatar la presencia de un navío tal y como sucede en El mayor encanto (I, 1510), El veneno y la triaca (III, 192); La nave del mercader (III, 1944), etc… 25 Véase más detenidamente las reflexiones al respecto de Kurtz (86-91) y Mañueco Ruiz (407-13). 26 En otro auto, La nave del mercader, al invocar el hombre a sus sentidos recibe la siguiente respuesta de la MÚSICA: “¿Quién nos busca? ¿Quién nos llama? / DESEO: En música han respondido / HOMBRE: ¿Ahora sabes que es el cuerpo / templado instrumento vivo / que interiormente está haciendo / al alma armonía sin ruido?”. Consúltese Sage (“Calderón” 292). 27 Aquí puede verse, claramente, desde un punto de vista técnico que el hombre barroco concibe el coro como una persona más del conjunto dramático, como un ser concreto que puede encarnarse en un coro que conste de distintas voces. Podrá observarse en la pieza que se recoge al final de este estudio, que el Coro 1º canta a una sola voz, siendo contestado por el Coro 2º a cuatro voces. No olvidemos, además, que la calidad de los coros dependería enormemente de cada compañía y de sus recursos humanos y económicos (Ruano de Haza 341-55). El estribillo citado se intercalará en una serie de advocaciones de carácter mariano: “VOZ 1: ¡La deidad de este valle / venga en hora buena! / VOZ 2: ¡La reina de este alcázar / en hora buena venga. VOZ 3: ¡Rosa de estos abriles, / venga norabuena. VOZ 4: Flor de la Primavera, / norabuena venga. Todos: “venga norabuena / norabuena venga”. De igual modo el estribillo se intercala en la comedia: CORO 1: El sol de estos montes / la alba de estas sierras, / deidad de estos valles, / ninfa de estas selvas, / sea bien venida, / bien venida sea”. / CORO 2: La más bella rosa / de la primavera / que amanece a ser / de este alcázar Reina / sea bien venida / bien venida sea [etc…]” [Ni amor se libra de amor, Jornada II, Castillejo 779-781]. Soler incluye esta pequeña estrofa: “La flor que llorase / se tuvo por muerta / 115Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental y ya espera ser / de las flores reina” (Sierra 578). Para Stein, “closed- form songs or airs are generally used only in special dramatic situations, while through-composed recitative is used for most of the sung dialogue” (“La Plática” 42). Consúltense los trabajos de Rich Greer (The Play 15) y (La estatua 5). 28 La posibilidad de acoplar sin grandes dificultades el texto del auto al canto de la comedia ha motivado la edición de este fragmento en la presente obra. 29 De este modo, algunos autores han señalado que para Calderón la música es la voz de Dios y la voz del destino, la voz que da avisos, aliento sobrehumano que resuelve las dudas que atormentan al hombre y revelación o preludio de eventos sobrenaturales, de teofanías. Este aspecto ha sido estudiado por Pollin (“Calderón” 367-86). 30 Sobre la posible influencia de la camerata florentina sobre Hidalgo, Stein considera que, “Juan Hidalgo, the Spanish composer for this play, had little if any experience with contemporary Italian vocal music, and that he worked from the non-technical advice of the Italian designer. In terms of compositional tecnique, the piece in question does not evidence a direct imitation of the lamento. Nevertheless, Baccio’s remark that the composer’s Lamento was cosa assai italiana or “Italian enough” suggests that Hidalgo’s lament in some way satisfied the Florentine designer” (“La Plática” 50). Remitimos al estudio de Amadei-Pulice (215-29). 31 “However, the incorporation of recitative and the use of extended sections of sung dialogue beginning in the court plays from 1652 and 1653 did mean that, to some extent, Calderón had embraced the aesthetic and theoretical foundations of early opera” (Stein, “La Plática” 41). Si tenemos en cuenta la fecha temprana en que fue compuesto Psiquis y Cupido podríamos adelantar a la década de los cuarenta las fechas dadas por Stein. Incluso hubiera sido probable que la relación que Calderón mantuvo con el libretista y poeta Giulio Rospigliosi —el cual residió en Madrid de 1644 a 1653— no se limitara, a tenor de lo visto, a los últimos tres años de su estancia, sino que se hubiera iniciado mucho antes. Sobre el estilo recitativo consúltese el artículo de Sage (“Textos y realización” 43-5). 32 La determinación del género no siempre ha sido fácil y algunas transcripciones han llegado a publicar ciertos dúos como solos acompañados. Véanse los trabajos de Torrente (148) y Pollin (“Calderón’s” 317-21). 33 Los números 1, 2, 3, 6, 8 bis, 10, 11, 12, 14 y 16 en Querol se corresponden respectivamente, con los números I-XI de Pedrell. Comparadas ambas versiones, son muchas e importantes las variantes y diferencias de 116 Juan José Pastor Comín ambas. Para Querol la fuente del manuscrito de la Novena es mucho más pura y genuina que la que utilizó Pedrell. En el manuscrito citado, el último número, “Quedito, pasito”, figura como pieza independiente que lleva el título de Siquis y Cupido, pero pertenece al drama y no al auto. Los números 7, 8 y 9 (siempre de la edición de Querol) llevan la indicación “No”, tal vez indicando que no se debían cantar. Tanto la caligrafía musical como la de la palabra “No” parecen de otra mano; en cambio, la caligrafía del texto cantado es igual a la del resto de la obra (Véase Querol, Música barroca 35; Stein, “El Manuscrito Novena” 197-234; Stein, Songs of mortals 54 y ss.; Subirá 190-1). De igual modo, aquellas piezas que estaban igualmente presentes en el manuscrito Gayangos-Barbieri (Biblioteca Nacional de Madrid, MS. 13622), tal y como es el caso de “Venid, hermosuras felices” (fol. 51r), “¿Quién nos busca” (fol. 52r), “Toda bella Siquis es” (fol. 52r) y “En hora dichosa venga” (fol. 54r), han sido doblemente cotejadas. 34 Recuérdese que Querol adapta la música a un registro menos agudo, quizá más adecuado para las posibilidades de un coro medio. Nosotros hemos preferido mantener la tesitura original, lo cual no quiere decir que estas piezas se cantaran en semejante registro agudo. Antes bien, puede pensarse que éstas, tal vez, fueran cantadas un poquito más bajas —teniendo siempre en cuenta la diferencia de diapasón existente entre la época que nos ocupa y nuestros días— aunque, en modo alguno, una cuarta más grave. De igual modo, no hemos resuelto el acompañamiento o guión —encomendado al clavicémbalo, al arpa o a la tiorba (Bonastre 554; Stein, “Accompaniment” 357-70)— limitándonos a transcribir la línea del bajo. Bibliografía Alianza.Amadei-Pulice, A. “El stile rappresentative en la comedia de teatro de Calderón.” Ed. M. D. MacGaha. Approaches to the Theater of Calderón. Washington, D. C.: University Press of America, 1982. 215-229. Aparicio Mayden, J. “De teatro y música en el tiempo de Calderón.” Universitas 4 (1991): 90-3. Bonastre, F. “La música religiosa española en el siglo XVII.” Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. Caballero Fernández-Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas,” 1997. 552-571. Caballero Fernández-Rufete, C.: “Miscent Sacra Profanis: Música profana y teatral en los villancicos de la segunda mitad del siglo XVII.” Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. 117Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental Caballero Fernández-Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas”, 1997. 49-65. Calderón de la Barca, P. Dramas, Madrid: Aguilar, 1966. —. Autos Sacramentales, Madrid: Aguilar, 1967. —.Comedias, Madrid: Aguilar, 1973. Castillejo, D. La formación del actor en el Teatro Clásico. Madrid: Ars Millenii, 2004. [Edición de la comedia de Calderón, Ni amor se libra de amor, 683- 846, edición porla cual citamos]. Díaz Plaja, G. La ventana de papel, Barcelona, 1939. Díez Borque, J. Mª. “Teatro y fiesta en el Barroco español. El auto sacramental de Calderón y el público. Funciones del texto cantado.” Cuadernos Hispanoamericanos 396, (1983a): 606-42. —. “El oír: texto cantado, función y público.” Ed. J. Mª. Díez Borque. Calderón de la Barca: Una fiesta sacramental barroca. Loa para el auto Entremés de los instrumentos; auto sacramental La segunda esposa y triunfar muriendo; mojiganga de Las visiones de la muerte. Madrid: Taurus, 1983b. 39-70. —.“El texto cantado en los autos sacramentales de Calderón de la Barca.” Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. Caballero Fernández-Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas”, 1997. 127-49. Domínguez de Paz, E. “El texto cantado como ritual festivo-litúrgico en el auto sacramental Tu prójimo como a ti de Calderón.” Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. Caballero Fernández- Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas”, 1997. 311-8. Frenk, M. Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII). México: Fondo de Cultura Económica, 2003. González Valle, J. V. “Música vocal española del siglo XVIII: técnica de composición como hermenéutica del texto.” Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. Caballero Fernández- Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas”, 1997. 544-51. Heartz, D. “A Spanish Masque of Cupid.” Musical Quarterly 49 (1963): 59- 74. 118 Juan José Pastor Comín Kurtz, B. E. The Play of Allegory in the Autos Sacramentales of Pedro Calderón de la Barca. Washington, D.C.: The Catholic University of America Press, 1991. Mañueco Ruiz, A. (1997): “Una parodia musical de Calderón: Céfalo y Pocris.” Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. Caballero Fernández-Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas”, 1997. 407-413. Michels, U. Atlas de Música. Vol. I. Madrid: Alianza, 1987. Pastor, J. J. “Sobre el romancero musical de Lope de Vega.” Anuario de Lope de Vega 4 (1998): 297-310. —.“Ni Amor se libra de Amor: articulación musical de un texto dramático.” Ed. Felipe Pedraza Jiménez y Rafael González Cañal. Calderón: sistema dramático y técnicas escénicas, Actas de las XIII Jornadas de Teatro Clásico. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, Festival de Almagro, 2001. 309-34. Pedrell, F. Teatro Lírico anterior al siglo XIX. Vol. IV. Coruña, 1898. 1-12. Pollin, Alice M. “Calderon’s Falerina and Music.” Music and Letters 49.4 (1968): 317-21. Pollin, Alice M. “Calderón de la Barca and Music: Theory and Examples in the Autos (1675-1681)”. Hispanic Review 41 (1973): 367-86. Querol Gavalda, M. La música en el teatro de Calderón. Barcelona: Diputació Institute del Teatre, 1981a. —. Música barroca española, VI: Teatro musical de Calderón (Monumentos de la música española, 39). Barcelona: C.S.I.C., 1981b. Rich Greer, M. Ed. Pedro Calderón de la Barca. La estatua de Prometeo. Kassel: Reichenberger (with a Study of the Music by Louise K. Stein), 1986. —. The Play of Power. Mythological Court Drama of Calderon de la Barca. Princeton: Princeton University Press, 1991. Ruano de la Haza, J. M. y J. Allen. “La música teatral.” Los teatros comerciales del siglo XVII y la escenificación de la comedia. Madrid: Castalia, 1994. 341-55. Ruiz Lagos, M. “Apuntes sobre acotaciones musicales en los autos de Calderón.” Anales del Instituto de Estudios Madrileños VI (1966): 1-15. Rull, E. Ed. Calderón de la Barca. Autos Sacramentales, vol. 11. Madrid: Turner, Biblioteca Castro, 1997 [Psiquis y Cupido (para Toledo), 297-362, edición por la cual citamos]. —. “Psiquis y Cupido en Calderón.” Ed. Mª. Carmen Pinillos y Juan Manuel Escudero. La rueda de la fortuna. Estudios sobre el teatro de Calderón. Kassel: Reichenberger, 2000. 125-47. 119Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental —. “El auto sacramental de Calderón como género. Un ejemplo: Psiquis y Cupido.” Ed. Aurora Egido. Lecciones calderonianas. Zaragoza: Ibercaja, 2001a. 125-50. —. “Psiquis y Cupido: tradición y creación en Calderón de la Barca.” Ed. Montserrat Iglesias Berzal y Mª de Gracia Santos Alcalde. Jornadas Internacionales de Literatura Comparada. Calderón de la Barca y su aportación a los valores de la cultura europea. Madrid: San Pablo-CEU, 2001b. 167-84. Sage, J. “Calderón y la música teatral.” Bulletin Hispanique 58 (1956): 275- 300. —. “Textos y realización de La Estatua de Prometeo y otros dramas musicales de Calderón.” Ed. H. Flasche. Hacia Calderón, Primer Coloquio Anglogermano de Exeter, 1969. Berlín: Walter de Gruyter, 1970. 37-52. Sierra, J. “La música escénica en El Escorial. El P. Antonio Soler y la tradición calderoniana.” Revista de Musicología 10.2 (1987): 563-80. Stein, L. K. “El Manucrito Novena: sus textos, su contexto histórico-musical y el músico Joseph Peyró.” Revista de Musicología 3 (1980): 197-234. —. “Música existente en las comedias de Calderón de la Barca.” Ed. L. García Lorenzo. Calderón. Actas del Congreso Internacional sobre Calderón y el teatro español del Siglo de Oro. Madrid. CSIC, 1983. 1161-72. —. “La Plática de los Dioses: Musica and the Calderonian Court Play, with a Transcription of the Songs from La estatua de Prometeo”. Ed. M. Rich Creer. La estatua de Prometeo. Kassel: Reichenberger, 1986. 13-92. —. “Accompaniment and Continuo in Spanish Baroque Music.” Actas del Congreso Internacional sobre España y la música de occidente, Salamanca, 1985. Madrid: Ministerio de Educación y Cultura, Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, 1987. I: 357-70. —. “Opera and the Spanish Politica Agenda”. Acta musicologica 63 (1991): 125-67. —. Songs of Mortals, Dialogues of the Gods. Music and Theatre in Seventeenth- century Spain. Oxford: Clarendon Press, 1993. —. “Este nada dichoso género: La zarzuela y sus convenciones”. Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. Caballero Fernández-Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas”, 1997. 185-217. Subirá, J. “Un manuscrito musical de principios del siglo XVIII, contribución a la música teatral española”. Anuario musical 4 (1969): 181-91. Torrente, A. y P. L. Rodríguez. “The Guerra Manuscript (c. 1680) and the Rise of Solo Song in Spain”. Journal of the Royal Musical Asociation 123 (1998): 147-89. 120 Juan José Pastor Comín Varey, J. E. y N. D. Shergold. Teatros y comedias en Madrid: 1651-1665. Estudio y documentos. London: Tamesis Books Limited, 1973a. —.Teatros y comedias en Madrid: 1666-1687. Estudio y documentos. London: Tamesis Books Limited, 1973b. —.Comedias en Madrid: 1603-1709. Estudio y documentos. London: Tamesis Books Limited, 1989. Villanueva, C. “Musica vocal profana y religiosa.” Ed. Mª. A. Virgili Blanquet, Mª. A., G. Vega García Luengos y C. Caballero Fernández- Rufete. Música y Literatura en la Península Ibérica, Actas del Congreso Internacional, Valladolid, 20-22 de febrero, 1995. Valladolid: Sociedad “V Centenario del Tratado de Tordesillas”, 1997. 543-5. 121Psiquis y Cupido: músicas desde un auto sacramental CONTACTO CON EL AUTOR: juanjose.pastor@uclm.es TÍTULO: “Psiquis y Cupido: Músicas desde un auto sacramental.” FECHA DE RECEPCIÓN: 26 de febrero de 2007. FECHA DE ACEPTACIÓN: 5 de juniode 2007. PALABRAS CLAVE: Calderón; música; teatro; análisis interdisciplinar; Siglo de Oro. TITLE: “Psiquis y Cupido: Music in an Auto Sacramental.” DATE OF SUBMISSION: February 26th, 2007. DATE OF ACCEPTANCE: June 5th, 2007. KEY WORDS: Calderón; music; theater; interdisciplinar analysis; Spanish Golden Age.
Compartir