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Astronomia Prehispânica em Mesoamérica

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CIENCIAS 95 JULIO SEPTIEMBRE 2009
La Astronomía prehispánica
como expresión de las nociones de 
espacio y tiempo en Mesoamérica
Jesús Galindo Trejo
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Desde un lejano pasado, al levantar su 
vista al firmamento, el hombre se ha 
confrontado con profundas emocio-
nes y al mismo tiempo con numero-
sas incógnitas que lo han conducido a 
su vez a la elaboración de toda clase 
de explicaciones, las cuales van desde 
emotivas leyendas hasta plantea mien-
tos racionales, avanzando siempre en 
el conocimiento del Universo. La be-
lle za del cielo y su comportamiento 
han inspirado la inteligencia humana 
desde esas épocas remotas y gracias a 
ello ha penetrado las profundidades 
del cosmos. Sin embargo, el proceso 
en detalle de cómo el hombre llegó al 
conocimiento de los fenómenos ce les-
tes tiene que ver sobre todo con las ca-
racterísticas de cada sociedad. Por ser 
el firmamento tan diverso y vasto, los 
observadores de la antigüedad elegían 
para su estudio ciertos objetos celes-
tes que tenían particular significado 
en el marco de su propia cultura.
En el caso de Mesoamérica, con 
ba se en los vestigios culturales que he-
mos podido analizar se sabe que du-
 ran te varios milenios se observó cui-
da dosamente el movimiento apa ren te 
del Sol, la Luna y varios planetas; tam-
bién se identificaron algunas conste-
laciones y se observó la Vía 
Láctea y, además, se 
re gistraron eclipses, 
cometas e inclu-
si ve explosiones 
de supernova. Se 
de be tomar en cuenta que esta prác-
ti ca observacional no se realizaba so-
la men te como un mero ejercicio pa-
ra asentar datos, sino que se trataba 
de una actividad que implicaba una 
es tre cha relación con conceptos re li-
gio sos de la mayor jerarquía. De esta 
ma ne ra, en el cielo se reconocían di-
fe ren tes deidades cuyos influjos po-
dían afectar a todo habitante de la Tie-
rra. El entender cómo se comporta 
el cie lo se convirtió en una especie de 
cul to re ligioso valorado como de ex-
cep cio nal trascendencia en Meso a-
mé ri ca. Ade más, derivado de este cul-
to as tro nó mi co, fue posible desarrollar 
un ele men to cultural fundamental 
pa ra cualquier civilización: el calen-
dario.
Este esquema de organización del 
tiempo es un producto netamente cul-
tu ral, representa en sí un modelo pre-
ci so para describir los periodos de ob-
ser va ción de algún objeto celeste. Por 
supuesto, esta actividad alta men te es-
pe cializada estaba reservada a la cla-
se sacerdotal, como lo ilustra cla ra-
men te el Códice Mendoza en el ca so 
de los mexicas. Estos sacerdotes-as tró-
nomos se encargaban de llevar el se-
gui mien to del tiempo observando las 
estrellas y el Sol. Igualmen te 
intentarían in ter pre-
tar lo que veían en 
la bóveda ce les te 
para pre ver y evi-
tar algún po si-
ble daño o bien el adveni miento de al-
guna situación favorable.
Otro aspecto tangible que de mues-
tra la importancia del conocimiento 
as tro nómico en Mesoamérica es la 
orien ta ción de estructuras arquitec tó-
ni cas de acuerdo con la posición de di-
ver sos astros en los momentos de apa-
re cer o desaparecer en el horizonte 
lo cal. Aquí nos encontramos obvia men-
te frente a un uso político de dicho co-
no ci mien to. El soberano que ordenase 
y decidiera la orientación de un edifi-
cio estaba en la posición de demostrar 
a su pueblo cómo su obra terrenal, es 
de cir, el edificio referido, se encontra-
ba en armonía con los preceptos de las 
deidades celestes. Por lo tanto, el so-
be rano podía legitimar su posición de 
po der ya que contaba con el beneplá-
ci to de los dioses, lo cual, en ocasiones, 
podía ser de manera espectacular, em-
pleando efectos de luz y sombra, como 
la famosa hierofanía solar que se ob-
ser va en los días del equinoccio en la 
pi rá mi de de El Castillo en Chichén It-
zá. Aquí el descenso y ascenso del dios 
Kukulcán, la Serpiente Emplumada, a 
lo largo de la balaustrada de la pirá mi-
de, muestra fastuosamente el favor de 
la deidad hacia este espléndido edifi-
cio maya.
Partiendo del hecho de que el mo-
vi mien to aparente de la bóveda ce les-
te proporciona la única manera de de-
fi nir orientaciones de trascendencia 
universal en un paisaje terrestre, pode-
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mos notar que en Mesoamérica se eri-
gie ron suntuosos edificios y se traza-
ron magníficas ciudades considerando 
este aspecto. Además de alineaciones 
so la res en momentos astronómica-
men te importantes, como solsticios, 
equi noccios y días del paso cenital del 
Sol, los mesoamericanos eligieron ma-
yor men te alineaciones que se daban 
en momentos de aparente nula im-
por tancia astronómica. No obstante, 
las fe chas en las que suceden tales ali-
nea mien tos poseen una peculiar ca rac-
terística: dividen el año solar en varias 
partes que se pueden expresar por me-
dio de los números que definen el sis-
te ma calendárico mesoamericano. Es 
decir, las cuentas de días determina-
das por tales fechas, utilizando un sols-
ticio como pivote, nos conducen a los 
números 260, 52, 73 y 65. Como es bien 
conocido, el sistema calendárico me-
so americano, que estuvo vigente por 
más de tres milenios, consta de dos ca-
len darios: uno solar de 365 días, cono-
cido como Xiuhpohualli, organizado en 
18 veintenas más 5 días complemen ta-
rios, y otro ritual de sólo 260 días, lla-
ma do Tonalpohualli, estructurado en 20 
trecenas. Ambos calendarios em pe za-
ban al mismo tiempo y corrían simul-
tá nea men te en paralelo, pero des pués 
manera de orientar estructuras arqui-
tec tónicas constituye uno de los rasgos 
definitorios que conforman a la cultu-
ra mesoamericana.
La orientación de estructuras ar-
quitectónicas también se efectuó consi-
de ran do otros objetos celestes dife ren-
tes al Sol. En varias ocasiones fueron 
la Luna y la Vía Láctea las que deter-
mi na ron la orientación de importan-
tes edificios. Como un ejemplo del pri-
mer caso tenemos el Templo de Ixchel 
en San Gervasio en la Isla de Cozumel. 
Fuentes etnohistóricas hablan del im-
por tan te culto que se rendía a la diosa 
de la Luna en un recinto similar a este 
vestigio arqueológico. Dicho templo 
es tá orientado en dirección a la puesta 
de la Luna cuando alcanza su parada 
ma yor, es decir, cuando se pone más 
ha cia el norte sobre el horizonte po-
nien te de la isla.
Un ejemplo espectacular del se-
gun do caso lo tenemos en el Edificio 
de Las Pinturas en Bonampak; se tra-
ta de tres cuartos que posee dicho edifi-
de los primeros 260 días se desfa sa-
ban, para volver a coincidir al cabo de 
52 periodos de 365 días y nuevamen-
te empezar en forma simultánea. Por 
su parte, el calendario ritual debía re-
correr 73 periodos de 260 días. Así, se 
establece la ecuación básica del ca len-
da rio: 52 � 365 = 73 � 260.
En la región zapoteca se consideró 
como de especial importancia dividir 
el calendario ritual en cuatro partes de 
65 días cada una. Notables ejemplos 
de esta alineación calendárico-astro nó-
mica son el Templo Mayor de Te noch-
titlan, la Pirámide de la Luna de Teoti-
huacan, el Templo de los Jaguares en 
la cancha del juego de pelota de Chi-
chén Itzá, la Pirámide de los Cinco Pi-
sos de Edzná, la Casa E del Palacio de 
Palenque, la Pirámide de los Nichos en 
El Tajín, el Edificio Enjoyado o Em ba-
jada Teotihuacana en Monte Albán, el 
Conjunto del Arroyo en Mitla, el Tem-
 plo Mayor de Tula y la Pirámide de la 
Ven ta, una de las principales ciu da des 
olmecas. Pensamos que esta pecu liar 
Figura 1. Esquema de la alineación del Edificio de las Pinturas con la Vía Láctea en tres de las fechas contenidas en su inte-
rior: 12 abril, 789 (04:00 hrs.); 2 agosto, 792 (20:00 hrs.) y 21 mayo, 746 (00:00 hrs.). Dibujo de Jesús Galindo Trejo.
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largo de la fachada deledificio. En tre 
tanto, del horizonte oriente surgió una 
región del cielo que pudo ser identi-
fi ca da con la pintura de la bóveda del 
cuarto central. La tortuga con las tres 
estrellas representaría así la conste la-
ción de Orión, la manada de jabalíes 
el cúmulo estelar de Las Pléyades, el 
personaje con la varita la estrella roja 
Aldebarán, la más brillante de la cons-
telación del Toro, y finalmente el otro 
personaje podría representar el pla-
ne ta Marte, que sólo por esa noche se 
encontraba en uno de los cuernos del 
Toro (figura 1)
La observación de la bóveda ce-
les te por los sacerdotes-astrónomos 
me so americanos pudo alcanzar ex-
cep cio nal nivel de exactitud, como lo 
muestran los pocos códices que so-
bre vi ven. Así, en el códice maya que 
se encuentra en la ciudad alemana de 
Dresden se puede identificar varias ta-
blas que registran el periodo sinódico 
de Venus y la sucesión de las etapas de 
observación del planeta en su ór bi ta 
alrededor del Sol. También se han 
identificado otras ta blas que posible-
mente se re fieran a los periodos si-
nódicos de otros pla netas. Otras ta-
blas señalan la periodicidad de 
eclipses de Sol y de Luna. Toda es ta 
in for mación astronómica se en cuen-
tra rodeada de escenas donde las dei-
dades celestes actúan y determinan 
el comportamiento del Universo.
Algunos fenómenos celes-
tes esporádicos y llamati-
vos, como cometas, llu-
vias de estrellas, 
tránsitos de Ve-
nus por el 
disco so-
lar e 
incluso explosiones de supernova, 
parecen haber sido registrados por 
los observadores me so americanos. 
Existen expresiones idio máticas que 
los describen, como en el caso de los 
cometas y las lluvias de estrellas, que 
en nahuatl se deno mi nan citlalin popo-
ca, estrella hu mean te, y citlalin tlami-
na, estrella flecha do ra; éstos eran 
considerados, curiosamen te al igual 
que en Occidente, como augu rios de 
desgracias para los reinos, so be ranos 
y el pueblo.
Por otra parte, la observación del 
trán sito de Venus o las explosiones de 
supernova requieren téc ni cas suma-
mente elaboradas, al go que sugieren 
las más re cien tes investigaciones ar-
queo as tro nó mi cas en Mesoamérica. 
En la ciudad teotihuacana de Xihuin-
go, a unos 35 kilómetros al no reste de 
Teotihuacan, en el Es tado de Hi dal go, 
se ha localizado un número ex cep cio-
nal men te gran de de ciertos pe tro-
gli fos formados básicamente 
por dos círcu los concéntricos 
cru zados por dos ejes perpen-
di culares en tre sí, di seños
la bra dos por medio 
de suce sio nes de
puntos. En 
general
cio, completamente pintados con dife-
ren tes escenas de ceremonias, guerra, 
presentación del heredero, músicos e 
incluso el retrato de un pintor. Las bó-
vedas de los cuartos tienen representa-
ciones del llamado Monstruo del cielo 
y aparecen diversos mascarones sola-
res. Algunos estudiosos han conside ra-
do a ese ente mítico como una expre-
sión de la Vía Láctea. En la bóveda del 
cuarto central se plasmaron cuatro cua-
dretes con representaciones de objetos 
celestes ya que cada uno contiene va-
rios glifos de estrella. Una tortuga so-
bre cuyo caparazón se pintaron tres 
gli fos de estrella, una manada de ja-
ba líes con algunos glifos de estrella, 
un per so na je acompañado con dos gli-
fos de estrella señalando con una va-
rita a la tortuga y otro personaje con 
un gli fo de estrella y sosteniendo una 
es pe cie de charola o espejo. En la fe-
cha pin ta da por los propios mayas en 
el in te rior del cuarto central, 6 de agos-
to de 792, ocurrió una serie de even-
tos que sugieren la maestría alcan za da 
por los sacerdotes-astrónomos ma-
yas. Al empezar la noche, la Vía Láctea 
apareció alineada a lo largo del eje de 
simetría del edifico; varias horas des-
pués, esta gran banda de estrellas de 
brillo tenue se colocó justamente a lo 
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Figura 2. Todo el espacio está formado por capas 
en el concepto mesoamericano del universo, nueve 
de ellas en el inframundo y 13 en el cielo, contán-
dose a la tierra (1) en uno y otro. El Sol (4) y la luna 
(2), Venus (5) y la constelación de Perforador o Pa-
los para el Fuego, probablemente nuestro Cinturón 
de Orión (6), son suficientemente importantes para 
ocupar un nivel propio. 
se les co no ce como marca dores pun-
teados.
A lo largo de toda Mesoamérica es-
te tipo de petroglifos se considera co-
mo un elemento diagnóstico de la pre-
sen cia teotihuacana. Existen variantes 
de estos marcadores con uno, tres y 
cua tro círculos concéntricos. En el pun-
to más elevado de Xihuingo se en cuen-
tra el marcador con más puntos dis tri-
bui dos en cuatro círculos. El marcador 
más cercano a éste se localiza en un 
ni vel inferior, a unos 40 metros de dis-
tan cia; se trata de un marcador de di-
se ño clásico, asociado al cual se en-
cuen tran, en una roca cercana, varios 
petroglifos: el numeral 13, formado por 
dos barras y tres puntos, arriba del cual 
aparecen dos círculos concéntricos de 
trazo continuo; una estrella de cinco 
puntos, también con dos círculos con-
céntricos en su interior; una cara ele-
men tal, es decir, un semicírculo con 
tres puntos dispuestos triangularmen-
te, semejando los ojos y la boca, tal vez 
sugiriendo la acción de observar —ade-
más de otros petroglifos, por desgracia, 
ya muy destruidos (figura 2).
Desde el marcador inferior, el su-
pe rior visualmente se encuentra jus-
tamente en el horizonte permitiendo 
la observación del cielo arriba de él. Al 
medir la posición del superior desde el 
inferior respecto al cielo y tomando en 
cuenta la época en que probable mente 
fueron labrados, entre los siglos IV y V, 
se encuentra que la cons te la ción del 
Es cor pión se erguía ma jes tuo sa men te 
sobre el marcador su pe rior; sin em bar-
go, al no identificar en el inferior nin-
gu na representación de ese arác ni do 
pa rece que podría tra tar se de otro even-
to celeste. En efecto, en el cen tro del 
mar ca dor superior emer ge pre ci sa men-
te el centro geo mé tri co de la cola del 
Es corpión, don de, de acuer do con va-
rias crónicas chi nas, fue registrada una 
gran explosión de supernova entre fe-
brero y marzo del año 393, resplande-
ciendo más in ten sa men te que la estre-
lla más bri llan te del cielo, Sirio. Por lo 
tanto, el con jun to de petroglifos se po-
dría in ter pre tar que en el año 13 “algo 
bri llan te” o tonalo, —brillante como el 
Sol, en náhuatl—, un gran resplandor 
se ñalado por la estrella de cinco pun-
tas se ob ser vó en la dirección del marca-
dor su pe rior. Esto se podría con si de rar 
como el primer registro documentado 
de una explosión de supernova en Me-
 soa mé rica.
En Mayapán, la última metrópoli 
ma ya antes de la llegada de los espa ño-
les, existen testimonios pictóricos que 
sugieren que los sacerdotes-astróno-
mos prehispánicos pudieron registrar 
uno de los fenómenos solares más es-
pec taculares: el tránsito de Venus por 
el disco del Sol. En un edificio adosado 
a la pirámide de El Castillo de esta ciu-
dad se plasmó una pintura mural de 
ob vio significado astronómico: gran des 
discos solares dentro de los cuales apa-
recen diversos personajes descen den-
tes, algunos de los cuales presentan 
man chas en la piel y están ricamente 
ataviados. Una pareja de guerreros, en 
ambos lados de cada disco, parecen cus-
 to diar lo. El muro que contiene la pin-
tu ra está orientado de tal forma que dos 
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veces al año la luz solar ilumina los dis-
cos al ras. Las fechas de tal iluminación 
dividen el año solar en múltiplos de 73 
días, de acuerdo con una orientación 
ca lendárico-astronómica explicada an-
te rior mente.
Al interior del Sol sólo pueden apa-
recer dos objetos: una mancha solar o 
un planeta interior. Mercurio es de ma-
siado pequeño para ser detectadopor 
el ojo humano, y las manchas solares 
só lo excepcionalmente alcanzan un ta-
ma ño suficiente para ser observadas a 
simple vista; sin embargo, por encon-
trar se entre el Sol y la Tierra, Venus 
po see un tamaño angular aproximada-
men te del doble del tamaño necesario 
para ser percibido con la vista y, ade-
más, el entorno alrededor de Mayapán 
es plano, lo que permite que en una 
sa li da o puesta de Sol se pueda obser-
var su disco sin ayuda de filtros espe-
cia les, ya que la atmósfera baja sirve de 
filtro al absorber un notable porcen taje 
de la radiación solar. Tomando en con-
si de ra ción la época en la que se plas-
mó el mural, entre 1200 y 1350, los 
personajes descendentes podrían re-
presentar el planeta Venus en su 
trán si to por el disco solar. Durante di-
cho intervalo de tiempo sucedieron 
cua tro tránsitos, dos se dieron estando 
el Sol muy arriba del horizonte y otros 
dos acontecieron durante el ocaso so-
lar, lo que permitió que fueran regis-
tra dos a simple vista. El próximo 5 de 
junio de 2012 sucederá el próximo trán-
si to de Venus durante el ocaso solar y 
podremos constatar la propuesta aquí 
descrita.
El cielo significó un aliciente para 
el espíritu del hombre mesoamerica-
no, gracias a este magnífico estímulo 
vi sual su mente analítica pudo ejerci-
tar se y acercarse a entender mejor el 
fun cio na mien to de la bóveda celeste. 
Al mismo tiempo se congració con sus 
dioses inalcanzables y obtuvo la cer te-
za de que este culto celeste propiciaría 
obtener de ellos los favores necesarios 
para su existencia. 
PRE HISPANIC ASTRONOMY AS AN EXPRESSION OF NOTIONS OF SPACE AND TIME IN MESOAMERICA
Palabras clave: Mesoamérica, observación astronómica, calendario
Key words: Mesoamerica, astronomical observation, calendar
Resumen: Se sabe que en Mesoamérica se observaron durante milenios la Vía Láctea y el movimiento aparente del Sol y la Luna. Se identificaron constelaciones, y se 
registraron eclipses y cometas; todo esto dentro de un culto religioso gracias al cual fue posible desarrollar el calendario.
Abstract: We know that for millennia Mesoamericans observed the Milky Way and the apparent movement of the Sun and the Moon. They identified constellations and 
recorded eclipses and comets, all in the context of a religious system that allowed them to develop a calendar.
Jesús Galindo Trejo cursó la licenciatura en la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN y obtuvo el doctorado en Astrofísica Teórica en la Ruhr Universitaet 
Bochum, en Alemania. Fue investigador titular en el Instituto de Astronomía de la UNAM durante más de 20 años. Actualmente labora en el Instituto de Investigaciones 
Estéticas de la misma. Su trabajo de investigación se centra principalmente en la Arqueoastronomía del México prehispánico. Es miembro del Sistema Nacional de In-
vestigadores.
Recibido el 12 de abril de 2009, aceptado el 19 de mayo de 2009.
gia. Representación simbólica de la luna; Códice Bor gia 
El Sol muerto, fin del ciclo de 52 años. P. 69: Jo sé Fran-
cis co Villaseñor, dibujo, Cartucho Astronómico del cuar-
to 2 del Edificio de las Pinturas de Bonampak; Er nes to 
Peñaloza, Cartucho oriente del muro norte del cuar to 2 
del Edificio de las Pinturas de Bonampak; Hie rofanía 
equi noccial en El Castillo de Chichén Itzá. P. 70: José 
Francisco Villaseñor, dibujo, Car tu cho As tro nó mi co del 
cuarto 2 del Edificio de las Pin turas de Bo nam pak; 
Ernesto Peñaloza, Cartucho cen tral-po nien te del muro 
norte del cuarto 2 del Edificio de las Pintu ras de Bo-
nampak. P. 71: Marcador punteado teotihua ca no, Xi-
huingo.
, 2008. “Calendario y orientación astronó-
mi ca: una práctica ancestral en Oaxaca prehispánica”, 
en La Pintura Mural prehispánica en México, Beatriz de 
la Fuente (ed.). Instituto de Investigaciones Estéticas, 
UNAM, México, pp. 295-345.
Morante López, Rubén B. 2001. “Las cámaras as tro-
nó mi cas subterráneas”, en Arqueología Mexicana, vol. VII, 
núm. 47, pp. 46-51.
Sprajc, Ivan. 1993. Venus, lluvia y maíz. INAH (Colec-
ción científica 318), México, pp. 75-79.
IMÁGENES
P. 66: José Francisco Villaseñor, dibujo del cuarto 2 del 
Edificio de las Pinturas de Bonampak. P. 67: Códice Bor-
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Jesús Galindo Trejo
Instituto de Investigaciones Estéticas,
Universidad Nacional Autónoma de México.