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Ciencia UANL
Universidad Autónoma de Nuevo León
rciencia@mail.uanl.mx 
ISSN (Versión impresa): 1405-9177
MÉXICO
 
 
 
 
2002 
Manuel Rojas Garcidueñas
EVOLUCIÓN Y GENÉTICA 
Ciencia UANL, octubre-diciembre, año/vol. V, número 004 
Universidad Autónoma de Nuevo León 
Monterrey, México 
pp. 471-474 
 
 
 
 
 
mailto:rciencia@mail.uanl.mx
http://www.redalyc.org/
CIENCIA UANL / VOL. V, No. 4, OCTUBRE-DICIEMBRE 2002 471
Opinión
Evolución y genética
Manuel Rojas Garcidueñas*
* Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
El hombre tiende a hacer de la cien-
cia un mito. La ciencia es impersonal
y fría, su mundo carente de emotivi-
dad se aparta del mundo de todo los
días; el mito ayuda a soportar la an-
gustia y las vicisitudes, tiene un con-
tenido moral, transmite valores.8 Tanto
la evolución como la genética han
originado mitos; ambas trajeron la ten-
tación de extraer de ellas una moral.
De la evolución surgió la sociobiología
y el darwinismo social, pretexto para
la opresión por los más poderosos; de
la genética surgieron la eugenesia, el
racismo y el nazismo. Pero es tan
absurdo –dice Jacob8 Premio Nobel
autor de una importante teoría
genética- buscar en la evolución una
explicación de códigos morales como
una explicación de la poesía. Son
mitos creados no por la ciencia, sino
por los cientificistas.
Conceptos evolutivos
y genéticos
Lamarck fue el primero en dar una
hipótesis explicativa de la evolución.
El ambiente determina al organismo
a tener un cambio, pero no de modo
directo sino como una presión, una
necesitad (besoin) que opera sobre el
desarrollo del embrión a través del sis-
tema nervioso en formación; es un
“impulso interno”.3, 5 Lamarck inclu-
yó en su hipótesis al hombre hacién-
dolo simultáneamente un sujeto evo-
lutivo y ecológico.
Darwin tomó la evolución como
un hecho dado. No explicó cómo se
adquieren y transmiten los caracteres
que impone el medio. En cambio dio
una consistente teoría general basa-
da en la lucha por la vida, la supervi-
vencia de los individuos más eficien-
tes y la consiguiente selección sexual,
determinándose la aparición de for-
mas de vida con modificaciones or-
gánicas que iban acumulándose a tra-
vés del tiempo. Las pruebas y consis-
tencia de su doctrina son tales que la
probabilidad de que se rechace la evo-
lución en general sea prácticamente
nula, pero “estamos muy lejos de co-
nocer sus mecanismos”.8
Para finales del siglo XIX la teoría
evolutiva era aceptada en los medios
científicos; la mayoría seguía a Da-
rwin pero había una fuerte corriente
lamarckiana. No se puede hacer bio-
logía sin referirse al “proyecto” de los
organismos que da sentido a su es-
tructura y funciones, actitud diferente
al antiguo reduccionismo, y la teoría
de Lamarck es más afín a un concep-
to de direccionalidad que la de Da-
rwin; de ella nació la evolución orto-
génica que propone una ley biológica
por la que los organismos tenderían
al progreso y perfección de la espe-
cie. Nageli postuló conceptos afines
a Lamarck y la ortogénesis se vio alen-
tada por el descubrimiento de series
filogenéticas como la del caballo.2, 6
La transmisión a la progenie de
caracteres adquiridos por acción del
medio es explícita en Lamarck e im-
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EVOLUCIÓN Y GENÉTICA
plícita en Darwin en la selección
sexual. A principios del siglo XX se
descubrió la obra de Mendel y se com-
probó que la herencia de las caracte-
rísticas orgánicas sigue leyes que ex-
cluyen la herencia de caracteres ad-
quiridos. Costaría muchos años de
esfuerzos para conciliar a darwinianos
y mendelianos en la doctrina de la
genética evolutiva.
Como se sabe, y sin entrar en de-
talles de biología molecular que no son
de este lugar (ver Riesgo 10), en la ca-
dena de ADN van los genes que son
las unidades hereditarias. En general
los genes no transmiten un carácter
como tal, sino que determinan la sín-
tesis de enzimas que posibilitan el que
se lleven a cabo reacciones químicas
determinadas que generalmente ocu-
rren en serie (reacciones acopladas)
y cuyo producto final se asocia a una
función orgánica.
Se postuló que cada gene forma
una enzima particular, la cual va a
catalizar una reacción específica, pero
hoy se sabe que cada gene puede
involucrarse en la determinación de
diversas características y cada carac-
terística aparente puede estar deter-
minada por la interacción de varios
genes. La acción de la constitución
genética (genotipo) sobre la aparien-
cia del individuo (fenotipo) es muy
compleja, lo cual complica mucho las
técnicas de ingeniería genética.
Conforme al “dogma” genético, el
ADN transmite su información al ARN,
el cual va a seriar en el protoplasma a
los aminoácidos para formar polipéti-
dos y proteínas. Las proteínas pue-
den informar al ARN, pero éste no
puede retransmitirla al ADN; en otras
palabras, el organismo puede respon-
der a las exigencias del ambiente en
tanto tenga los genes que lo posibili-
ten para ello, pero no puede cambiar
la información hereditaria.
Genética evolutiva
La imposibilidad a nivel molecular de
que el medio actúe sobre el ADN es
la base de un hecho comprobado y
utilizado en el mejoramiento de espe-
cies animales y vegetales: los carac-
teres adquiridos no se heredan. En
términos actuales el cambio evoluti-
vo es un cambio en el pool genético
de una generación a la siguiente1.
Conforme a la ley de Hardy-Weinberg
las frecuencias iniciales de dos alelos
(genes para cada carácter en cada
cromosoma de los padres) en el pool
genético de una población quedan sin
cambio en las generaciones siguien-
tes, excepto si hay cambios en el ADN
de los individuos.
Existen casos en los que la pre-
sencia de un tipo de alimento ante-
riormente ausente en la dieta deter-
mina la síntesis de una enzima para
asimilarlo; igualmente ocurre por la
presencia de una enfermedad que in-
duce la formación de defensas orgá-
nicas. En las plantas factores climáti-
cos como frío o sequía inducen pro-
teínas de resistencia. Pero todos es-
tos son casos de activación de genes
que estaban presentes pero reprimi-
dos o bien cambios en el fenotipo que
no se heredan. Los datos fósiles de-
muestran que ha habido épocas muy
largas de escasa variación y épocas
relativamente cortas de gran variación
y se piensa que esta desestabilidad
biológica haya sido causada por cam-
bios en el ambiente muy radicales (ra-
diación solar; proporción relativa de
oxígeno y bióxido de carbono, etc.)
Esta teoría apoyaría el concepto de
Lamarck de evolución dirigida, pero
la fundamentación empírica es en ge-
neral insatisfactoria11.
En una población pueden ocurrir
cambios en el pool genético. Las mi-
graciones pueden acarrear flujos de
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MANUEL ROJAS GARCIDUEÑAS
genes apareciendo híbridos, pero so-
lamente ocurre dentro de una espe-
cie dada o entre especies muy cerca-
nas raramente. Puede haber desapa-
rición de ciertos genotipos por presión
del medio o por preferencias en la
selección sexual, pero contra lo que
propuso Darwin, la selección en sí no
es un agente de cambio; por el con-
trario, hace decrecer la variabilidad de
la población. Otros cambios pueden
deberse a rearreglos (reshuffling) de
genes, pero no son cambios de fon-
do.1
La única causa de un verdadero
cambio hereditario dentro de una es-
pecie es una mutación, que es un
cambio en los genes; puede haber
factores concurrentes, pero la muta-
ción es la causa última de cambio en
la población de la especie1. Las mu-
taciones son causadas por agentes
físicos como las radiaciones, o quí-
micos o por algún accidente en los
movimientos de los cromosomas al
dividirse las células gaméticas, pero
siempre ocurren al azar, independien-
temente de las presiones ambienta-
les, o sea, no ocurren como respues-
ta al medio.
Para entender la evolución de un
organismo es preciso entender prime-
ro cómo se estructura dicho organis-
mo. No es fácil tener una idea clara
del juego de los genes en el organis-
mo total. A las interacciones del sis-tema génico (ligamento, pleitropía,
represión y desrepresión génica, etc.)
se suman las interacciones del siste-
ma protéico o proteinoma: todo ami-
noácido residual tiene un efecto pro-
bable en el pH de la célula, en la es-
tructura terciaria de las proteínas de
la que depende la especificidad de las
enzimas, etc.1.
Ignoramos cómo es que el indivi-
duo se desarrolla conforme a un pro-
yecto. Bastará un ejemplo para mos-
trar el simplismo de un reduccionismo
rígido: para formar tan sólo un ami-
noácido, la histidina, en Salmonella
se producen diez intermediarios en
orden fijo, cada uno controlado por
un gene; estos intermediarios sola-
mente son útiles para constituir el pro-
ducto final; hay pues un flujo direc-
cional que solamente se justifica al
final6. Con razón se pregunta Evenari7
, hablando en general de la ordena-
ción de la vida: “¿Qué causa esta or-
denación? ¿Los genes? ¿Qué causa la
función ordenada de los genes?
¿Supergenes?”.
El problema actual
En la base de la biología actual
subyace una contradicción en las doc-
trinas. Los conocimientos sobre la
universalidad de moléculas básicas
(ADN, enzimas, citocromos, etc.) y
procesos fundamentales (código ge-
nético, transferencia de energía, etc.)
han comprobado, además de las prue-
bas darwinianas, la unidad de los se-
res vivos y por tanto de su evolución
en la gran diversidad de formas. Por
otra parte, el avance de la genética y
sus tecnologías confirman que los
caracteres adquiridos por efecto del
medio no son heredables y que el
cambio evolutivo de una especie a otra
solamente puede ocurrir por mutacio-
nes génicas. El problema radica en
cómo es posible que variaciones pun-
tuales, al azar e independientes del
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EVOLUCIÓN Y GENÉTICA
medio, puedan generar cambios gra-
duales, generales, armónicos con el
propio organismo y con el ambiente y
acumulativos en el tiempo. Explicar
esta contradicción solamente por la
presión de selección por el medio ac-
tuando como una guillotina sobre las
mutaciones indeseables, que son las
más, no es del todo aceptable para
muchos biólogos.
La diferencia entre especies no
involucra un gran número de genes,
ni gran diversidad de proteínas: el
hombre y el chimpancé tienen un
99% de sus genes y sus polipéptidos
idénticos1. Lo que distingue a las es-
pecies no es su bioquímica sino su
organización: las proteínas contrácti-
les que mueven a los cromosomas de
una levadura en división son las mis-
mas que se organizan para formar las
fibrillas musculares en los animales y
en ambos casos efectúan idéntica fun-
ción.4
Una organización posee propieda-
des diferentes en los diversos niveles
de integración. La formación de una
enzima por asociación aleatoria de
aminoácidos es del todo improbable
y con mayor razón puede afirmarse
que la evolución no es una sucesión
de microacontecimientos al azar; ni
el organismo más simple hubiera po-
dido evolucionar organizándose mo-
lécula por molécula.8 Deben existir
mecanismos en los genes, en las en-
zimas y cofactores, en la fisiología
celular, en fin que aún no conocemos,
como lo prueba la influencia que tie-
nen en la determinación de la dife-
renciación celular en el embrión las
células vecinas. Jacob9 propone el
concepto de integrón: integraciones de
unidades organizativas que van cons-
truyendo niveles de complejidad cre-
ciente, pero el concepto no queda cla-
ro. Tal vez las muchas fracciones de
ADN que se juzga “vacías”, o no por-
tadoras de genes tengan una función.
Es innegable el gran progreso de
la biología molecular, pero también
es innegable que aún no podemos ex-
plicar con suficiente claridad el desa-
rrollo estructural de un individuo y
menos aún el desarrollo evolutivo de
una especie. Algunos parecen creer
que la ciencia explica perfectamente
al hombre y al Universo; los científi-
cos esperan que así será algún día,
pero saben que aún hay interrogan-
tes; los cientificistas tienen arrogan-
tes que derivan códigos de moral de
lo que suponen es el conocimiento sin
lagunas sobre todo lo existente. No
hagamos mitos de la ciencia; dejemos
los viejos mitos genético-evolutivos
como el darwinismo social y el racis-
mo y no hagamos mitos nuevos como
el afortunadamente muerto lysenkis-
mo y los desgraciadamente vivos y
espantatontos creados so pretexto de
la clonación y los transgénicos. Estos
tópicos deben ser temas de estudio
para la ciencia, no lemas para movi-
lizar a quienes no los entienden.
Referencias
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5. Caullery, M. 1957. Les étapes de
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6. Cuénot, C. 1974. Evolución y
marxismo. Plaza y Janés (Barce-
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7. Evenari N, 1985. A cat has nine
lives. Annual Review of Plant
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9. Jacob, F. 1986. La lógica de lo
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10.Riesgo, J. R. 2002. Qué es el ge-
noma humano. Ciencia (Acade-
mia Mexicana de Ciencias) 53:
6-11
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de Darwin. Fondo de Cultura Eco-
nómica (México)

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