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ASIR_LA_TOTALIDAD_DE_LO_REAL_LA_CIENCIA

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Razón y Pensamiento Cristiano ISSN 0719-2320
ASIR LA TOTALIDAD DE LO REAL: LA CIENCIA
Y LA RELIGIÓN COMO MANOS DE LA FILOSOFÍA1
Carlos Sierra Lechuga
Colegio de Estudios Libres - COELI 2
Distrito Federal, México
Recibido: 21 Mayo 2013 / Publicado: 11 Julio 2013
RESUMEN
Si es posible pensar a la Filosofía como el puente entre la Ciencia y la Religión, 
invitaré a pensarla, sobre todo, como necesitada de ambas. La relación entre las 
tres no está sólo en la mediación sino que, para la Filosofía, Ciencia y Religión son 
imprescindibles. Si resulta cierto que adoptan una actitud filosófica el científico 
que interroga por la razón de ser de los fundamentos de su disciplina –como lo 
hiciera W. Heisenberg respecto del principio de causalidad–, y el teólogo que 
cuestiona por la efectividad de la experiencia religiosa –como lo hiciera M. Blondel 
con su metodología inmanentista–, entonces el filósofo, que pregunta por la 
totalidad de lo real, debería tomar muy en cuenta en su propia estructura interna 
los quehaceres propios del científico y del teólogo. En la suspensión del juicio 
científico y teológico, se asoma la actitud filosófica. Así pues, la Filosofía parece 
ser un posible puente entre Ciencia y Religión pero, mayormente y por usar un 
símil, creo que son ellas manos sin las cuales le resultaría imposible asir su 
objetivo, pues la Totalidad (que abarca Creador, creación y creatura) es el núcleo 
de la investigación teológica, y la Realidad (que es también física, química y 
biológica) de la científica. Sólo en la medida en que la Filosofía –desde su 
especificidad– las recubra sintéticamente en la Totalidad de lo Real es que Ciencia 
y Religión permanecerán enlazadas pero, sobre todo y debido a ello, la filosofía 
misma no podrá quedar jamás mutilada. 
PALABRAS CLAVES
Filosofía, Ciencia, Religión, Totalidad, Realidad.
1 Discurso dictado el 20 de octubre de 2011, en el VI Congreso Latino Americano de Ciencia y Religión: Ciencia, ideología 
y religiones, Universidad Panamericana, University of Oxford, México, D.F. La versión que aquí se presenta, ha sido 
levemente modificada por el autor mismo, pero no lo suficiente como para alterar el contenido sustancial del original.
2 El COELI es una organización multidisciplinaria que tiene por fin y medio el conocimiento en sí, allende las barreras que 
pudieran fragmentarlo. En este sentido, tiene por función la articulación coherente de discursos aparentemente disímiles, 
rigiéndose por lo que la estructura de la totalidad de lo real exige. E-mail: colegiodeestudioslibres@gmail.com
Artículo publicado bajo una licencia Creative Commons
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Asir la totalidad de lo real: La Ciencia y la Religión como manos de la Filosofía
La Filosofía ha sido una de las más prometedoras empresas que se ha propuesto el intelecto 
humano. Y es que un pensamiento que por principio intenta pensar la Totalidad de lo Real, es uno 
que no sólo debe pensarse a sí mismo en cuanto tal sino, también y sobre todo, pensarse en cuanto 
materia y espíritu.
Hasta no hace mucho, la Filosofía no escatimaba al momento de pensar. Cuando su aparato 
epistemológico echaba a andar su marcha, todo lo real era potencialmente pensable, quizá incluso 
inteligible, por la Filosofía: lo físico, lo metafísico, lo químico, las causas, lo biológico y los efectos. 
Pensar la physis (φύσις) era pensar incluso la “meta-physis”; puesto que de facto no existía tal 
distinción. Los temas abarcados por Aristóteles en su Física bien podían estar pensados en su 
Metafísica –de hecho hay temas explícitamente relacionados3– pues la realidad se pensaba a una, 
toda ella en su totalidad. La distinción de lo real entre lo natural y lo allende lo natural, sólo era 
una distinción bibliotecaria.
Pensar al modo como lo hizo Parménides, era pensar la relación de todo lo que es en una única 
unidad simple: τ νὸ ἐὸ . E intentar exceder los límites de lo que es no conducía a nada; ni si quiera a 
la nada, puesto que no es nada (μηδ ν δ΄ ο κ στιν·ὲ ὐ ἔ ). Pensar era pensar aquello que hace ser todo lo 
que es, era pensar la Totalidad, pues lo real no podía escapar a lo que ello es, de hecho, lo real es 
real porque es; había incluso para el eléata una relación de identidad entre pensar y ser.4 Pensar 
como lo hizo Heráclito, era pensar el perpetuo cambio y, puesto que para un pensamiento como el 
de él, todo cambia, pensar el cambio era pensar el todo. Todo es cambiante, y pensar lo cambiante 
es pensarlo todo.5
Un pensamiento como el de Spinoza o Leibniz, lo pensaba todo. Había en el pensamiento de 
Spinoza una relación biunívoca entre la substancia y la totalidad. La substancia era absoluta 
porque lo contenía todo, y lo contenía todo porque era absoluta.6 Leibniz pensó todos los mundos 
posibles, y en su filosofía se muestra un estudio sobre cómo Dios creó al mundo porque éste era el 
mejor que podía crear; al pensarlo como el mundo que es, lo pensaba como el mejor, y pensarlo 
como el mejor es pensar todas las posibilidades sobre las cuales puede ser el mejor.7
¡Ni qué decir de Hegel! Cuya meta fue explícitamente pensar todo lo pensable, además, de una 
manera sistemática. Siendo la historia y la naturaleza el desenvolvimiento de Dios en el tiempo, 
habría que pensar cómo pensaría Dios en términos conceptuales para pensarlo todo; pensarlo desde 
3 Como por ejemplo el tema del movimiento. Estudiado en la Física (libro VIII 250b-267b27) y en la Metafísica (Libro 
XI Capítulo noveno, 1065b5-1066a34)
4 … τ γ ρ α τ νοε ν στίν τε κα ε ναιὸ ὰ ὐ ὸ ῖ ἐ ὶ ἶ . B3. Cfr. Diels, H. Die Fragmente der Vorsokratiker, Weidmannsche 
Buchhandlung, Berlin, 1903, p. 117.
5 πάντα ρεῖ, aunque esta frase no es una cita literal de Heráclito (sino que Simplicio la utiliza cuando se refiere al 
mismo), resume bien su pensamiento. Cfr. Ibid. pp. 54, ss.
6 Vid. Spinozae Ethica Ordine Geometrico Demonstrata et in Quinque Partes Distincta, 1677. In. http://www.sacred-
texts.com/phi/spinoza/lateth/eth00.htm [consulta: 8 octubre 2011]. Una referencia en castellano podría ser: 
SPINOZA, Benedictus de, Ética: demostrada según el orden geométrico, Terramar, La Plata, 2005. (En particular la 
primera y segunda parte, pp. 15-106).
7 Vid. LEIBNIZ, Gottfried, Discours de Méthaphysique, Féliz Alcan Editeur, Paris, 1907. En castellano: Discurso de 
metafísica, Porrúa, México, 2003. (En particular los apartados 1-16, pp. 9-23)
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http://www.sacred-texts.com/phi/spinoza/lateth/eth00.htm
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el espíritu humano, la naturaleza y desde Dios mismo. El intento hegeliano de hacer de la Filosofía 
no más amor a la sabiduría sino la sabiduría misma, sería un intento que mostraría de hecho el 
amor a la verdad, que desde ella o hacia ella, hay que tenerle si Filosofía queremos hacer.8
Pensar como lo hicieron Bergson o Zubiri era querer pensarlo todo, toda la realidad en su 
dinamismo vivo, por lo que en su proceder epistemológico no escatimaron en hablar en términos de 
ecuaciones o en términos de fe, según si el objeto estudiado así lo exigiese. Ambos abrieron, desde 
sus pensamientos, una puerta de la Filosofía por la cual salir al diálogo con las ciencias y las 
religiones, puerta por la que entraba el hálito fresco de una sana camaradería. Para hablar de la 
vida, bien reconoció Bergson tener que hablar con y desde la Biología, y para hablar de las 
costumbres y de la irreductibilidad del espíritu al cuerpo, bien tuvo que recurrir a la Religión.9 Para 
hablar del dinamismo real, ya Zubiri abrió su pensamiento a la Física, y para hablardel cuerpo 
tuvo que pensar en la Eucaristía.10 Uno discutió con Einstein y estuvo a punto de convertirse al 
cristianismo, otro fue alumno de Louis de Broglie y se ordenó como sacerdote.
El filósofo quería saberlo todo, y aun cuando sabía de antemano la imposibilidad de tan 
ambiciosa empresa, seguía teniéndola en la mira al nombrarla eufemísticamente ahora como 
“ ‘interesarse’ por todo”. Hemos dicho antes que la Filosofía debe pensarse a sí misma como materia 
y espíritu; y justo en esa medida debe pensarse –al menos– a través de la Ciencia y la Religión. 
Veamos cómo.
Bien es cierto que la Filosofía puede fungir de puente en el diálogo entre la Ciencia y la Religión, 
entre la fe y la razón, pero el papel de la Filosofía respecto de éstas no se limita a ser un mero 
instrumento; dentro de esta triple relación, no es la Filosofía sólo el punto de convergencia sino, 
muy por el contrario, son la Ciencia y la Religión los puntos de fuga de la Filosofía. Aunque 
distinguibles, Ciencia y Religión son indisolubles cuando, apostando por la razón al modo como lo 
hace la Filosofía, se ensalza a la fe: se tiene fe en la razón, y justo en esta medida la razón se 
reconoce en el seno de la fe como incompleta. Es verdad, Ciencia y Religión necesitan una Filosofía 
conciliadora, pues lo que la Ciencia pueda decir respecto de lo a-científico requerirá de posturas 
igualmente a-científicas que, para estar justificadas, deberán echar mano de alguna determinada 
Filosofía; lo mismo para la Religión, aquello sobre lo que se pronuncia respecto de tópicos ajenos a 
sí, requiere de puentes conceptuales que, en última instancia, son filosóficos. Es cierto, pues, que 
Ciencia y Religión necesitan alguna Filosofía que las articule pero, para ello, son necesarias al 
menos dos condiciones: 1) que la Ciencia y la Religión se miren como no-conciliadas –lo que es 
condición necesaria para un discurso de corte reconciliador pero que no necesariamente es una 
realidad fáctica– y 2) que la Filosofía se reconozca a sí misma como conciliadora.
8 Vid. Cualquier texto de Hegel, mas para el caso, baste revisar la Fenomenología. HEGEL, G.W.F., Phänomenologie 
des Geistes, Verlag der Dürr'schen Buchhandlung, Leipzig, 1907. En castellano: Fenomenología del Espíritu, FCE, 
México, 2007.
9 Vid. BERGSON, Henri, La Evolución creadora, Cactus, Buenos Aires, 2007; Materia y memoria, Cactus, Buenos 
Aires, 2006; Las dos fuentes de la moral y de la religión, Porrúa, México, 1997; Duración y simultaneidad (a 
propósito de la teoría de Einstein), Signo, Buenos Aires, 2004.
10 Vid. por ejemplo, ZUBIRI, Xavier, El hombre y la verdad, Alianza, Madrid, 2006; El hombre: lo real y lo irreal, 
Alianza, Madrid, 2005; Espacio, tiempo, materia, Alianza, Madrid, 2008; Reflexiones teológicas sobre la eucaristía, 
www.zubiri.org/works [consulta: 8 octubre 2011]
http://www.revista-rypc.org 3
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Asir la totalidad de lo real: La Ciencia y la Religión como manos de la Filosofía
No tocaré directamente a la primera condición, precomprensión que no es evidente y que es 
propuesta por un “modelo de independencia” entre ellas y, sobre todo, por un “modelo de conflicto”; 
modelo éste que, a la postre, resulta ser ideológico. Pero la razón principal de no entrar en esa 
primera condición es que de lo que aquí trato es fundamentalmente del papel de la Filosofía en esta 
triada, que si buen puede ser re-conciliar no necesariamente tiene que serlo; la Filosofía no tiene por 
qué partir necesariamente de la no-conciliación entrambas. Respecto de la segunda condición, debe 
la Filosofía saberse como aquella capaz de reconciliar las contradicciones aparentes que se 
encuentran cuando de frente y a una se mira a la Ciencia y a la Religión; sólo pueden venir a la 
Filosofía para que las reconcilie cuando ésta se ha reconocido como capaz de conciliar, y tal 
reconocimiento sólo se logra cuando la Filosofía va a la Ciencia y a la Religión aún antes de que 
éstas la necesiten. Decimos, entonces, que: antes de que la Ciencia y la Religión requieran ser re-
conciliadas, la Filosofía ya debió haberlas conciliado.
 
Hilando el argumento, digo que para que la Filosofía haga algo, debe a) saberse como capaz de 
hacer ese algo, y para tal saberse debe conocerse a sí misma; b) por otra parte, si para hacer algo 
no basta con ser capaz de hacer sino que además debe conocer el algo por hacer, entonces debe 
conocer todo cuanto pueda de ese algo; de tal suerte que conociendo al algo interrogue también por 
aquello que no es ese algo para conocer del algo su propia especificidad. Por lo tanto, considerando 
a) y b), para que la Filosofía reconcilie las diferencias, debe saber de sí misma en cuanto que es 
Filosofía, razón por la cual debe salir de sí a todo aquello que no es sí misma. La Filosofía sólo es 
tal cuando ha pensado en, o se ha interesado por, la Totalidad de lo Real.
Por ello, la Filosofía debió pensar constitutivamente a la Ciencia y a la Religión incluso antes de 
que éstas requieran, para tal o cual caso, de la Filosofía. De esta suerte, las diferencias aparentes 
entre Ciencia y Religión son desvanecidas, pues en la totalidad las divergencias desaparecen.
Podría alguien levantarse ahora y decirme “pero si la Filosofía ya no estudia más la Totalidad de 
lo Real, eso es un asunto vetusto”. Más bien, respondería, no es que la Filosofía ya no estudie más 
la Totalidad de lo Real, sino que son los profesionales de la Filosofía quienes ya no lo hacen. 
Asimismo, rechazaría la segunda parte del reproche. Hoy no es usual que los profesionales de la 
Filosofía (y no la Filosofía por sí) se interesen por todo ni por la realidad, y no es usual justo 
porque se considera como asunto vetusto; es decir, no es que no lo estudien porque sea algo vetusto, 
sino que es considerado como algo vetusto porque ellos ya no lo estudian. No es que sea vetusto, 
sino que así lo parece porque ha dejado de estudiarse. Sin embargo, baste con mirar la ausencia de 
coherencia, de fe y de racionalidad, que a diario rebasa la más ascética de nuestras resistencias, 
para reconsiderar, siquiera, la posibilidad de reordenarlo todo; en el fárrago, la realidad necesita 
volver a ser pensada como una totalidad. Por supuesto, no propongo aquí pensarla al modo como 
ya ha sido pensada, ni tampoco decir cómo sí hay que pensarla, sólo que en un ambiente donde de 
facto estamos siendo eliminados de la educación básica11, donde somos echados de ciertas 
instituciones autodenominadas “Universidades”, y donde la Filosofía misma no puede ser pensada 
11 Recuérdese que la conferencia fue dictada en Octubre de 2011, para entonces, apenas la Secretaría de Educación 
Pública de la República Mexicana está reconsiderando la posibilidad de no quitar del bachillerato a la Filosofía, por lo 
que para entonces dicha Secretaría no ha dado una solución unívoca. Hoy en día, mediados de 2013, el problema sigue 
sin estar claro.
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más que como un puente entre dos disciplinas autónomas y no como algo por sí y en sí que desde su 
especificidad sea autónoma también, es que expreso que si la Filosofía quiere volver a ser relevante 
para el mundo debe entonces mirar más alto, ¿qué tal, al mundo mismo?
Si la Totalidad de lo Real es el objetivo propio de la Filosofía, entonces sólo podrá asirlo si lo 
hace con la Ciencia y con la Religión; cabe señalar que con esto no estoy diciendo que la Filosofía 
debe ser Filosofía de la Ciencia o de la Religión. Pero sí afirmo que a fuer de pensarse a sí misma 
como materia y espíritu, la Filosofía necesita de ambas disciplinas, no para ser su puente, sino para 
hacer su trabajo propio. Para investigarse como materia y espíritu debe preguntarse por la materia 
y por el espíritu, y en esa medida la Ciencia y la Religión no pueden serle sino necesarias.
En Filosofíase nos enseñó desde siempre, al modo en que Sócrates y Platón dialogaban, a salir 
críticamente a conocer y a comunicar críticamente lo conocido. En el siglo XVII, Anton van 
Leeuwenhoek, precursor de la microbiología, deseaba ser escuchado por los filósofos12, donde los 
filósofos eran tanto los cartesianos, como los leibnizianos y también –muy importante– los 
newtonianos. ¿Cuántos biólogos, hoy en día, están deseosos de que los escuchemos?13 No será tanto 
un problema suyo como nuestro: el que nuestro quehacer resulta irrelevante. ¿Qué quehacer es el 
que estamos haciendo que les resulta irrelevante? ¿Qué quehacer es el que debemos hacer? Quizá 
más valdría dejar de pensar que ciertos asuntos son asuntos vetustos. Pero una pregunta anterior y 
también urgente es: ¿cuántos de nosotros los filósofos estamos dispuestos a escuchar a los biólogos y 
a nombrar como colegas a los físicos?
Dijimos conocer y comunicar críticamente; pues bien, la función de la Filosofía no es criticar, 
sino tener y mantener un pensamiento crítico. Esto segundo implica haber pensado; la Filosofía 
tiene su propia especificidad en el pensamiento, y la mantiene en la crítica de lo pensado. El 
pensamiento crítico es el pensamiento que se sabe inacabado, pues deja abierta la recurrencia a las 
bases para cambiar, quitar o reforzar; que se sabe falto, necesitado, menesteroso. Por ello, su 
específica función no es criticar, sino aprender. La función del pensamiento crítico es aprender. 
Estar dispuesto a aprender es aceptar humildemente que el mundo es más complejo y complicado 
de lo que nos gustaría, y mantener dicha apertura es disponerse a la sorpresa. Aprender de todo.
Es relevante recordar cuando en nuestras Facultades de Filosofía decimos que el científico o el 
teólogo adoptan actitudes filosóficas cuando son críticos respecto de sus áreas, vanagloriándonos de 
la falsa ecuación entre Filosofía y crítica. ¿Cuándo, críticamente, hemos nosotros de salir de nuestro 
parapeto “filosófico” y adoptar actitudes científicas o teológicas? Si resulta cierto que adoptan una 
actitud filosófica el científico que interroga por la razón de ser de los fundamentos de su disciplina, 
y el teólogo que cuestiona por la efectividad de la experiencia religiosa, entonces el filósofo, que 
pregunta por la Totalidad de lo Real, debería tomar muy en cuenta en su estructura epistemológica 
los procedimientos propios del científico y del teólogo. 
12 Vid. KRUIF, Paul de, Los cazadores de microbios, Leyenda, México 2011, p.7
13 Leeuwenhoek no es propiamente un biólogo; el concepto ni siquiera existía en el siglo XVII, pero para el caso es 
irrelevante ser preciso con este término. Podemos pensar al padre del microscopio, en todo caso, como un naturalista.
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Asir la totalidad de lo real: La Ciencia y la Religión como manos de la Filosofía
¿No tenemos nada que aprender, nosotros, filósofos, por ejemplo, de aquella noticia en la que los 
neutrinos podrían ser más veloces que la luz?14 No sólo la Filosofía de la Ciencia puede aprender de 
ello, sino también la Filosofía en general. La Lógica, por ejemplo, aprendería que la verdad 
desborda los límites de la “verdad proposicional”, pues si la verdad estuviera sólo en las 
proposiciones contenidas dentro de un sistema lingüístico, ¿cómo teniendo el de la Relatividad 
Especial es que podemos hallar fenómenos dentro del mismo sistema que pueden no ser consistentes 
con él? Ya la Epistemología tendría que aprender algo de aquí, al menos, que según el tamiz 
teórico-noético con el que miremos al contenido noemático se dará esta o aquella adecuación o 
inadecuación entre el percipens y el percipi. Vaya que este caso del neutrino más veloz que el fotón 
también tiene qué decir a la Ontología, concretamente, que la realidad es capaz de exceder nuestras 
más refinadas abstracciones, y que siempre hay algo nuevo bajo el Sol.
¿No tenemos nada que aprender, nosotros, filósofos, por ejemplo, de aquel gran discurso de 
Benedicto XVI en el Parlamento Federal Alemán?15 No sólo la Filosofía de la Religión, sino también 
la Ética, que ya quisiera volver a preguntarse por la justicia al modo en que ahí se hizo, pidiendo 
por una consciencia capaz de distinguir el bien del mal; o la Filosofía del Derecho, para caer en la 
cuenta de que legalidad y justicia no siempre van de la mano; la Filosofía de la Historia bien podría 
aprender de aquel discurso, por ejemplo, que Occidente no está compuesto únicamente de la 
racionalidad griega, sino además de la confianza en el derecho romano y de la fe en el Dios de 
Israel.
Lo que quiero decir con esto es, pues, que si bien la Filosofía posee su propia especificidad, debe, 
sin embargo, interesarse por todo. Es más, justo el interesarse por todo es su propia especificidad. Y 
es en el reconocimiento de no bastarse a sí mismo, donde el pensamiento filosófico se hace profunda 
y verdaderamente crítico.
Muy a menudo, y acríticamente, solemos afirmar en nuestros séquitos “filosóficos” que interrogar 
por los fundamentos de la Ciencia es suspender el juicio netamente científico y pronunciarse frente a 
sus presupuestos para investigar sus grados de validez (como por ejemplo lo hizo W. Heisenberg 
respecto del principio de causalidad)16; o también aseveramos que preguntar por cómo hacer que la 
14 El artículo original a este respecto, llamado Measurement of the neutrino velocity with the OPERA detector in the 
CNGS beam, puede hallarse en la página web de la biblioteca de la Cornell University, bajo el código: 
arXiv:1109.4897v1. Directamente en la liga http://arxiv.org/abs/1109.4897v1 [consulta: 8 octubre 2011]. Para la fecha 
de esta ponencia, la noticia era reciente y no existían resultados sólidos que negasen o afirmasen irrefutablemente que 
los neutrinos son más veloces que los fotones; sin embargo, hoy sabemos que hubo un problema en las mediciones 
correspondientes y que, por lo tanto, el contenido de este artículo no es verdadero, los neutrinos no son más veloces 
que la luz. Por otro lado, el que lo sean o no no es aquí lo fundamental, lo fundamental es que el filósofo debe 
interesarse por ello, es decir, es fundamental que el filósofo se interese por aquello que es fundamental y relevante para 
otras disciplinas.
15 El discurso en español puede encontrarse en la página oficial del Vaticano, en el apartado de los Discursos de 
septiembre de 2011. Se halla bajo el nombre Visita al Parlamento Federal en el Reichstag de Berlín (22 de septiembre 
de 2011). Directamente en la liga: 
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2011/september/documents/hf_ben-
xvi_spe_20110922_reichstag-berlin_sp.html [consulta: 8 octubre 2011]. Por entonces era reciente; hoy, el entonces 
Papa, ha dimitido de serlo.
16 Vid. HEISENBERG, Werner, Física y Filosofía, La Isla, Buenos Aires, 1959.
http://www.revista-rypc.org 6
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http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2011/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20110922_reichstag-berlin_sp.html
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Religión sea digna de fe en una sociedad que últimamente se ha desenvuelto al margen e incluso 
opuesta a ella, es también suspender el juicio puramente teológico para abordar la problemática de 
la correlación entre las necesidades más profundas del hombre y los cambios sistemáticos de la 
historia (por ejemplo, como lo abordó M. Blondel con su metodología inmanentista)17; en esa 
suspensión de juicios –solemos decir– se asoma la actitud filosófica. Decimos que la Ciencia no es 
Ciencia sino Filosofía cuando se pregunta por sus principios, o que la Teología no es Teología sino 
Filosofía cuando busca relacionarse conlo otro que ella. Solemos decir que la actitud de salir de sí, 
entonces, es una actitud filosófica; y señalamos tal actitud como notoria en la pregunta por los 
primeros principios y en la búsqueda de correlaciones entre partes aparentemente disímiles. Sin 
embargo, pregunto ahora, ¿no fue acaso la filosofía natural de Newton (el científico), es decir, la 
Física, la que encontró cuantitativamente ciertos primeros principios?18 La fuerza como causa de 
efectos de aceleración, la dinámica como ciencia de las causas. ¿No fue santo Tomás de Aquino (el 
teólogo) quien relacionó lo aparentemente disímil de los entes en el esse commune?19 El ser común 
que se suspende de la subsistencia del ser de Dios, era eso que compartían los entis que en la 
experiencia nos parecen tan disímiles. Pues bien, eso que ya tan acríticamente llamamos “filosófico”, 
como encontrar causas o relaciones, resulta no ser –incluso desde su génesis– puramente filosófico. 
El filósofo se encuentra, así, en la necesidad inaplazable de reconocerse menesteroso.
La Totalidad de lo Real es el objetivo de la Filosofía, pues la única tarea que se le ha 
encomendado desde sus comienzos fue esta: conocerse a sí misma. Conócete a ti mismo, γν θιῶ 
σεαυτόν, encargó Sócrates, y el filósofo lo intenta de sí cuando piensa en Filosofía; salir de sí para 
saber de sí –ya lo decía Hegel–, pero hay que salir de sí hacia todo lo que no es sí; pues parece haber 
una relación de proporcionalidad directa entre su salir y su saberse; mientras más salga de sí más 
consciente será de lo que ella misma es. Por eso personajes como Platón, Aristóteles, Hegel, Zubiri, 
entre otros grandes, sabían y tenían claro lo que era la Filosofía.
En la medida en que se dé esta enajenación, podrá la Filosofía inquietarse por la Totalidad de lo 
Real, es más, la inquietud por la Totalidad de lo Real es la conditio sine qua non seguirá el adagio 
délfico-socrático. Sólo en el cumplimiento de lo anterior, el trabajo filosófico será relevante e 
imprescindible para el mundo. Para manipular esta materia prima que es la realidad en su 
totalidad, de la que emergerán sus conceptualizaciones, la Filosofía necesita manos, manos sin las 
cuales le resultaría imposible asir su objetivo; éstas deben ser, al menos, la Religión y la Ciencia; 
pues la Totalidad, que es plenamente total al implicarse al Creador, a la creación y a la creatura, es 
el núcleo de la investigación teológica; y la Realidad, a todos sus niveles, incluido tanto el físico, 
como el químico y el biológico, de la científica. 
Pensando a una a la Totalidad y a la Realidad, será como la Filosofía no quede mutilada. Porque 
en la medida en que se interese por todo lo pensable, en que se declare como una incondicional 
amante de la verdad –sea lo que ésta sea– será que los otros quieran escucharnos y que nosotros 
17 Vid. BLONDEL, Maurice, La acción: ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la práctica, BAC, Madrid, 
1996.
18 Vid. NEWTON, Isaac, Principios matemáticos de la filosofía natural, in. Hawking, Stephen (coment.), “A hombros de 
gigantes”, Crítica, Barcelona, 2010.
19 AQUINO, Tomás de, Suma contra los gentiles, Porrúa, México, 2004.
http://www.revista-rypc.org 7
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Asir la totalidad de lo real: La Ciencia y la Religión como manos de la Filosofía
encontremos nuestro cauce.
Respecto de lo dicho por Kant en la afirmación: “Los pensamientos sin contenido son vacíos; las 
intuiciones sin conceptos son ciegas.”20, Einstein subió el grado de exigencia asegurando que “La 
ciencia sin religión es coja, la religión sin ciencia es ciega.”21. Pues bien, creo que ahora es tiempo de 
expresar lo siguiente: la Filosofía sin totalidad es nada, y sin realidad es ilusión.
Bibliografía
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