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Historia de la Psicología
Juan Manuel Burgos
2
Colección: Albatros
Director de la colección: Juan Manuel Burgos
 
© Juan Manuel Burgos, 2014
© Ediciones Palabra, S.A., 2014
   Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España)
   Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39
   www.palabra.es
   epalsa@palabra.es
 
Edición en ePub: José Manuel Carrión
ISBN: 978-84-9061-066-4
 
 
 
Todos los derechos reservados.
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento
informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea
electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos,
sin el permiso previo y por escrito del editor.
3
http://www.palabra.es
mailto:epalsa@palabra.es
PRESENTACIÓN
El presente libro tiene un origen pedagógico, la impartición de la asignatura de
Historia de la Psicología en la Universidad CEU-San Pablo de Madrid durante ya casi 10
años. Cuando comencé a enseñar esta materia encontré buenos trabajos pero que no
acababan de satisfacerme. Unos eran excesivamente breves, por lo que se profundizaba
poco en los contenidos; otros eran excesivamente largos y estaban concebidos para
asignaturas anuales, ahora poco frecuentes; por último, el excelente grado de
documentación de otros textos no corría parejo con sus cualidades pedagógicas por lo
que el alumno quedaba perdido y confundido ante una avalancha de nombres y datos que
no lograba asumir y organizar. Todo ello me llevó poco a poco a ir elaborando un texto
con las características que consideraba necesarias para mi docencia. Y, después de
haberlo mejorado y perfeccionado durante años, lo presento a los lectores y a los
alumnos con el deseo de que preste un servicio útil e iluminador.
Por su origen y su concepción es un libro fundamentalmente pedagógico; no
pretende estar al día de los últimos avances en historia de la psicología ni abrumar al
lector con una bibliografía exhaustiva sobre cada tema que, dadas las características de
este texto, podría ser inmensa. Su objetivo es que comprenda cómo y por qué se ha
constituido la psicología como ciencia, qué pasos ha habido que dar, qué caminos ha
habido que desandar y quiénes han sido los principales protagonistas de esta gran
aventura, pues realmente lo ha sido. Por mi formación filosófica he dado cierto peso a la
filosofía, pero no excesivo (al menos esa ha sido mi intención), y mi especialización en
la antropología me ha llevado a detenerme con gusto (dentro de los límites de este
escrito de carácter introductorio) en las características de cada escuela psicológica. Al
hacerlo he aprendido bastante antropología y, por ello, aunque el texto se dirige a
psicólogos o interesados en psicología, no dudo en recomendar esta obra (o alguna
similar) a cualquier persona que esté interesada en aumentar su cultura antropológica o,
más en general, simplemente su cultura, pues muchos de los nombres que aquí aparecen
deben ser conocidos por todo aquel que quiera poseer un buen bagaje cultural.
Finalmente quiero agradecer a mis alumnos (sobre todo a mis alumnas,
abrumadoramente mayoritarias) su interés, paciencia y simpatía, al profesor Aquilino
Polaino su lectura del texto y a Nieves Gómez su ayuda en algunos aspectos
redaccionales y bibliográficos.
 
Madrid, febrero de 2014
4
Parte I
 
FUNDAMENTOS
5
1. CIENCIA, HISTORIA Y PSICOLOGÍA
1.1. Introducción
a) Contenidos y enfoque de la historia de la psicología
La primera cuestión que se debe establecer al comenzar la historia de la psicología
son los contenidos de esta materia porque existen dos posibilidades significativamente
distintas. La primera considera que propiamente solo hay psicología a partir de los
inicios de la psicología científica en el siglo XIX y, por lo tanto, señala este como su
comienzo. La segunda entiende que, si bien la psicología científica se inicia,
efectivamente, en época tardía, las preguntas a las que el hombre intenta responder
mediante esta ciencia, por ejemplo, cuál es la relación entre la mente y el cuerpo, se han
hecho desde época muy lejana, desde Grecia e incluso antes, por lo que la historia de la
psicología debería comenzar en ese momento. Nuestra postura al respecto es clara.
Entendemos que prescindir de la reflexión de todos esos siglos supondría privar a la
reflexión psicológica de contenidos e ideas fundamentales. Además, significaría ignorar
que las reflexiones de los grandes psicólogos así como las respuestas contemporáneas a
los problemas psicológicos están en buena medida inspiradas en los grandes filósofos y
pensadores que nos han precedido por lo que, si desconociéramos lo que estos han dicho,
no podríamos entenderlas con profundidad[1].
Por lo tanto, parece claro que hay que comenzar la psicología a partir de los
primeros hombres que se plantearon estos temas de un modo puramente racional, es
decir, desde los griegos. Porque si bien, mucho antes, en la práctica en todas las culturas,
los hombres se han hecho preguntas sobre la mente humana, antes de los griegos no se
distinguía con claridad entre el mito, la magia, la religión o la reflexión. Fueron ellos los
que identificaron el valor especial de la razón como criterio decisivo de verdad distinto
de la imaginación o la creencia. De allí desciende la cultura occidental y, por eso,
comenzaremos con ellos.
Nuestra apuesta por dar valor a la reflexión filosófica no nos debe impedir, de todos
modos, ser conscientes de que esta perspectiva es bastante distinta de la psicología actual
y, por eso, no se puede dar a ese período una importancia tan grande como a la época en
la que surge la psicología moderna. Por eso, pasaremos de modo más rápido por este
primer y largo período (del siglo VI a. C. al s. XIX) mostrando solo de modo muy
somero las principales corrientes filosóficas y centrándonos casi exclusivamente en su
6
posición en relación al tema del hombre, y, más en concreto, de la mente humana. Así
obtendremos un conocimiento básico pero imprescindible para todo psicólogo.
En cuanto al enfoque, es clásico en la historia de la psicología privilegiar dos
perspectivas. La del Zeitgeist o espíritu del tiempo considera que lo primordial en cada
época o período viene determinado por un conjunto de factores colectivos –culturales,
sociales, científicos– que determina el modo de pensar y de enfocar los problemas po
parte de los individuos. Así, por ejemplo, considera que la teoría de la evolución no
apareció solo porque Darwin la propusiera, sino porque esa época ya había asumido
colectivamente esa perspectiva, que el mundo evoluciona progresivamente hacia lo
mejor, por lo que, de no haber propuesto Darwin su teoría, lo habría hecho otro. Por el
contario, si alguien hubiera propuesto esa teoría cinco siglos antes, como la sociedad
tenía una mentalidad estática, no habría triunfado en ningún caso. La perspectiva
biográfica, por el contrario, considera que el desarrollo de la psicología está ligado a la
aparición de grandes hombres que, con sus ideas geniales, modifican el devenir de la
historia. Si Darwin no hubiese propuesto su teoría, seguiríamos todavía sin saber que las
especies evolucionan y, si Freud no hubiese propuesto su teoría del inconsciente, el
psicoanálisis no habría aparecido.
Probablemente, la verdad está en el punto medio. El ambiente colectivo tiene un
peso notable en la forma de pensar de todos los que viven en ese período pero, al mismo
tiempo, tampoco se puede dudar de que hay hombres geniales que modifican, para bien o
para mal, el curso de la historia con una fuerza singular. Personajes como Felipe II,
Napoleón o Hitler han influido de manera decisiva en el curso de los acontecimientos, y
lo mismo ha sucedido en la psicología con nombres como Wundt, Watson o James. Por
esta razón, vamos a adoptar una posición ecléctica que tenga en cuenta de la manera lo
más equilibrada posible las dos perspectivas, la de la época o Zeitgeist que marca a los
hombres y la de las grandes personalidades que marcan a su época.
b) Por qué estudiar historia de lapsicología
En nuestro marco contemporáneo la historia tiene, a veces, una entrada difícil pues
la aceleración del tiempo y la aparición de asombrosas novedades pueden llevar a
pensar, de manera más o menos implícita, que estudiar lo pasado sirve de muy poco, de
igual modo que un aparato tecnológico de un par de años de antigüedad puede
parecernos una antigualla inservible propia de un museo. Sin embargo, si bien en los
aspectos tecnológicos tales cambios son indiscutibles, no ocurre lo mismo con los
grandes problemas humanos que, en gran medida, son los mismos de siempre, aunque se
presenten de modo diverso. Por eso no es inútil analizar cómo se vieron esos problemas
a lo largo de la historia y cómo se intentaron resolver. Al contrario, sus preguntas y
respuestas nos ayudan hoy de modos muy diversos:
 
–Dan perspectiva y profundidad.
7
Muchos problemas de la psicología no han surgido en los últimos años; son solo una
nueva formulación de grandes cuestiones de fondo sobre la mente y la conducta que el
hombre se plantea de manera recurrente una y otra vez. Ser conscientes de este hecho es
importante porque ayuda a enfocarlas de modo correcto y a darles el peso adecuado,
permitiendo saber si un tema es de calado o se trata de una simple moda, que parece
imprescindible en un momento dado pero a la que, años más tarde, apenas se le da
importancia.
 
–Muestran cuáles son las preguntas recurrentes de la psicología.
Como ya hemos dicho, los problemas básicos de la psicología persisten pero se
plantean con matices diversos según las épocas. Casi nunca son novedades absolutas,
sino que ya han sido pensados y repensados numerosas veces. Algunos de estos
problemas son los siguientes:
¿Cómo es el hombre: violento o bueno por naturaleza?
¿Cómo están relacionados la mente y el cuerpo?
¿Qué es más importante, la herencia (nativismo) o la cultura (empirismo)?
¿Qué predomina en el hombre, la razón o la emoción?
¿Cuál es la relación y diferencia entre los hombres y los animales?
¿Cuál es el origen del conocimiento humano?
¿Qué prima en el conocimiento: la realidad objetiva o la perspectiva
subjetiva?
¿Cómo entender la persistencia de la identidad humana en medio de los
cambios?
Todas estas preguntas son muy difíciles de resolver de manera completa. Y así,
cuando una época realiza algún avance significativo, algunas de ellas se replantean de
nuevo a la luz de ese avance y, si no se tienen conocimientos históricos, se puede caer en
la ingenuidad de pensar que es una cuestión nueva que surge a la luz por primera vez.
Puede parecer, por ejemplo, que los asombrosos avances contemporáneos de la
neurología plantean de un modo totalmente novedoso y original la relación mente-
cuerpo, pero no es así. La cuestión, históricamente, se ha planteado una y otra vez; ahora
solo aparece de un modo nuevo por el progreso científico en un área específica, como en
su tiempo ocurrió cuando se produjeron grandes avances en fisiología humana y en
biología (cfr. cap. 3).
 
–Proporciona una introducción general a la psicología.
El estudio de las teorías de los grandes antropólogos y psicólogos de la historia sirve
como introducción a los grandes temas de la psicología. Permite descubrir, como en una
película, cómo fueron apareciendo y por qué; qué problema intentaban resolver o cuáles
fueron las circunstancias históricas que obligaron a plantearlo. Es particularmente
importante, por otro lado, el conocimiento de las escuelas psicológicas ya que
8
constituyen las teorías psicológicas básicas. Como, además, se basan en posiciones
antropológicas diferentes, resulta imprescindible conocerlas para poder valorarlas y
posicionarse en torno a ellas.
 
–Generan capacidad de discernimiento y de crítica.
Y, para poder posicionarse en relación a las escuelas, se requiere capacidad de
discernimiento y crítica, es decir, habilidad para valorar los elementos positivos y
negativos de una teoría o de un conjunto de teorías. La mente humana es tan creativa
como capaz de errar y es necesario desarrollar unos criterios sólidos y unas herramientas
mentales que permitan valorar de modo sensato las ideas que es capaz de generar. El
estudio y análisis de las diferentes teorías que se han propuesto a lo largo de la historia,
complementado en este caso con la preciosa información de los resultados que han
tenido en la práctica, permite desarrollar esas capacidades que luego se podrán aplicar
ante las nuevas teorías que vayan apareciendo o en el desarrollo de la práctica clínica.
c) Estructura del curso
Hermann Ebbinghaus (1850-1909), un psicólogo que inició los estudios sobre la
memoria, pronunció una frase que se ha hecho famosa en la historia de la psicología: «la
psicología tiene un largo pasado pero una historia corta». El largo pasado lo constituyen
las reflexiones filosóficas que versan sobre el alma y la mente humana; y la corta
historia, lo construido a partir de la fundación de la psicología científica a finales del
siglo XIX. Aceptando este esquema, y habiendo ya justificado la importancia de las
bases filosóficas, vamos a dividir la exposición en tres partes fundamentales.
 
Parte 1: Fundamentos. Proporciona las claves básicas para entender la historia de la
psicología. En el tema I se explican conceptos y visiones acerca de la psicología como
ciencia; y en el II, que es donde comienza propiamente la historia de la psicología, se
estudian los filósofos y las corrientes filosóficas que han aportado las ideas más
relevantes para la constitución o comprensión de la psicología.
 
Parte 2: Fundación de la psicología científica (s. XIX-XX). Estudia el período
fundacional de la psicología, en la que este se separa de la filosofía y se convierte en una
ciencia autónoma mediante la utilización del método científico experimental.
 
Parte 3: Las escuelas de psicología (s. XX). Estudia el período de madurez de la
psicología en la que, una vez consolidada como ciencia, se despliega en escuelas con
diferentes perspectivas basadas en: a) su visión del hombre: espiritual, pragmática,
materialista; b) su concepción de la psicología: estructuralista, funcionalista, clínica; c)
los temas de interés: percepción, conducta, inconsciente, etc.
9
 
Por último, algunas advertencias. Este es un libro de historia y, por lo tanto, no
pretende señalar las últimas tendencias en la psicología, sino hace comprensible cómo y
por qué se ha llegado a construir la psicología como ciencia en los términos en los que
hoy la entendemos.
La comprensión de toda materia es progresiva. La novedad inicial de las cuestiones
impide que se capte su sentido con profundidad. Solo a medida que se avanza en la
materia se advierte el alcance de los problemas. En particular, desde la perspectiva de la
historia, es necesario llegar al final para poder echar una mirada retrospectiva que
permita darse cuenta del camino recorrido, de las bifurcaciones que han aparecido en
cada momento y de las razones y la trascendencia que ha tenido el que se haya optado
por una u otra solución. El peso y valor de cada una de las tesis que expondremos se
captará bien solo al final.
Y, por último, algunas breves consideraciones sobre la historia de la historia de la
psicología que, según Caparrós[2], se puede dividir en cuatro períodos.
 
1. Finales del siglo XIX a principios del XX. Es el momento en el que nace la
historia de la psicología. Lo que se escribe tiene un corte muy descriptivo y está muy
centrado en las personalidades individuales de los grandes psicólogos.
 
2. Corresponde al surgimiento de las grandes escuelas de psicología. Se intenta
hacer una psicología más explicativa y el gran autor de referencia es Boring con su
Historia de la psicología experimental (1929) que usa de manera alternativa el concepto
de Zeitgeist (espíritu del tiempo) y las biografías de las grandes personalidades.
 
3. Período de crisis ligado al auge del conductismo y su base filosófica positivista.
Solo interesa la teoría y los sistemas (Hull, Guthrie[3], etc.) porque se piensa mediante
una razón matemáticaque deja fuera lo histórico.
 
4. Resurgimiento de la historia de la psicología a partir de 1960 propiciado por:
1) la caída del conductismo que facilita los planteamientos de tipo humanista que
van más allá del puro dato (como la historia);
2) la aparición de una nueva concepción de la ciencia no positivista sino histórica
gracias a pensadores como Kuhn y Lakatos[4]. La historia de la psicología sigue siendo,
de todos modos, todavía muy descriptiva, una perspectiva que intentaremos superar en
este texto mostrando el sentido y la razón por la que se producen los avances (o
retrocesos) en la psicología.
1.2. Grandes etapas en la historia de la psicología
10
El modo de entender la psicología ha variado mucho a lo largo de la historia. Por
eso, en esa parte introductoria, vamos a dedicar un poco de espacio a explicar cuáles han
sido los cambios más importantes. Obtendremos así una planilla o marco que puede
servir de guía a lo largo de todo el texto. Como en esta planilla sintetizaremos muchas
ideas que se explicarán progresivamente, solo se comprenderá su contenido con
profundidad al final, pero, aun así, será un esquema útil en el que engarzar las
variaciones que ha sufrido la psicología a lo largo de la historia.
Ante todo, comenzaremos por una mirada breve a la etimología, que siempre arroja
luces sobre el significado de las palabras, aunque de manera limitada. Pues bien, el
término psicología viene del griego: Logos (tratado, investigación, estudio) y de psiché
(alma), pero el término no apareció en Grecia, sino en el Renacimiento y se empleó para
referirse a la dimensión mental humana no somática. Los primeros que lo emplearon
fueron humanistas como Marko Marulic (1450-1524) en el libro Psychologia, sive de
ratione animae humana y J. T. Freigius (1575). De todos modos, el popularizador y
divulgador de este término fue el filósofo Christian Wolff (1679-1754), que ordenó
todos los conocimientos sobre el hombre en dos grupos: 1) Psichologia empirica (1732),
que hacía referencia al conocimiento experimental sobre el hombre, y Psichologia
rationalis (1734), que recogía el conocimiento filosófico.
Parecería, pues, que, por psicología debemos entender el estudio del alma, pero esto
es algo que debe ser precisado. Inicialmente así fue, pero luego este objeto fue
cambiando, y se pasó a estudiar la mente y la conducta. También cambió el método de
estudio, que inicialmente fue filosófico y después científico. De ahí la necesidad de
explicitar la entidad de estos cambios y, como paso previo, ahondaremos un poco en el
significado de estos conceptos, es decir, del objeto, método y técnica de una ciencia.
Objeto es el tema que estudia una ciencia; por ejemplo, la física estudia la materia
inorgánica; la química, la materia orgánica y la medicina, el cuerpo humano.
Método es el procedimiento que utiliza una ciencia para progresar en el
conocimiento. A su vez, cada método incorpora una serie de técnicas determinadas, que
sirven para llevar a cabo alguna tarea, fase o etapa del método general. Por ejemplo,
Viktor Frankl creó la logoterapia o método logoterapéutico para tratar problemas
psicológicos del espíritu, pero además desarrolló técnicas específicas, como la
derreflexión y la intención paradójica, para resolver problemas concretos. Freud hizo lo
mismo con el psicoanálisis (método) y la interpretación de los sueños (técnica).
Técnica y métodos están, pues, relacionados. Las técnicas sirven para desarrollar los
métodos. Por eso, si un método no es capaz de generar técnicas específicas, puede
fracasar, al no poder ser aplicado a los problemas reales permaneciendo como una
perspectiva puramente teórica. También puede suceder que una técnica se desvincule
parcial o totalmente del método que le dio origen porque este ha quedado obsoleto
mientas que la técnica sigue siendo útil. El conductismo ortodoxo, por ejemplo, ha sido
superado conceptualmente, pero ha desarrollado técnicas que todavía se emplean para
resolver determinados problemas psicológicos.
11
Con estos elementos, estamos ya en condiciones de delinear, a grandes rasgos, las
etapas fundamentales de la historia de la psicología que serán determinadas por las
variaciones en el objeto y en el método de esta ciencia[5].
a) Primera etapa: el estudio del alma
En la primera etapa, que va desde el siglo IV a. C., con Platón y Aristóteles, hasta el
siglo XVI aproximadamente (Renacimiento), la psicología consiste en el estudio del
alma (objeto) con un método filosófico. ¿Qué se entendía por alma (psiche)?
Inicialmente, en Grecia, tenía dos sentidos:
1) La psique biológica (el alma de los animales y de las plantas) que se refiere al
principio responsable de la vida y de la organización de los seres vivos y que podemos
captar observando la diferencia entre un ser vivo y un cadáver según expuso Aristóteles
(cfr. cap. 2.1.c).
2) Psique inmaterial, distinta del cuerpo. Representa lo eterno en el hombre, un
objeto de conocimiento inmutable e intemporal que fue estudiado por los pitagóricos
mediante los números. Era el sentido que le daba la religión dionisíaca y también Platón,
y se acerca más que la aristotélica a lo que hoy entendemos por alma: la sede de lo
espiritual o específico del hombre (inteligencia, voluntad, etc.).
Encontramos por tanto una dualidad de posiciones: alma biológica inseparable del
cuerpo (Aristóteles); alma racional muy distinta del cuerpo (Platón). Esta dualidad se
transferirá al mundo medieval, si bien Tomás de Aquino realizará un intento de
integración entre ambas. De todos modos, lo que nos interesa retener ahora es que la
psicología, en todo este primer y largo período, consiste en el estudio del alma.
 
Vayamos ahora al segundo aspecto: el método. ¿Cómo se estudió el alma en ese
período?
En cualquiera de sus dos acepciones, el alma griega no era una realidad empírica,
material, sino trascendente. Esto es especialmente válido en el caso de Platón (psique
inmaterial) pero también vale para Aristóteles, porque el alma aristotélica no se
identifica con las propiedades de los cuerpos, sino que es el principio organizador.
Lo que intentaban los filósofos-psicólogos griegos era saber qué es el alma y cuáles
eran sus principios o características. Y, para lograr ese conocimiento, utilizaron el
método filosófico por dos razones: 1) lo que les preocupa, sobre todo, es saber, no
utilizar el conocimiento; 2) el método científico experimental, en sentido estricto, no se
había desarrollado.
Ahora bien, que no utilizaran el método científico no quiere decir que se
conformaran con meras opiniones y comentarios o, menos aún, con creencias; los
filósofos griegos pretendían conseguir un conocimiento científico sólido que, en palabras
de Aristóteles, se define como «conocimiento cierto por las causas». Para ello, al igual
que los medievales, usaron un sistema racional guiado por los razonamientos lógicos, el
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análisis y la síntesis. Pero, al no estar desarrollado el método científico experimental, no
pudieron descubrir o crear técnicas específicas y se situaron en una perspectiva teórica.
En definitiva, durante esta primera etapa la psicología y la filosofía están
identificadas, el objeto de la psicología es el alma o «psique» y sus propiedades se
estudian filosóficamente.
b) Segunda etapa: el estudio de la mente (siglos XVI-XIX)
Los antiguos y medievales comenzaban sus análisis a partir del mundo de la
naturaleza, es decir, de las cosas y de los animales y, a partir de allí, reflexionaron sobre
el hombre y sobre su psique. Partían de lo exterior e iban hacia lo interior (del hombre).
Por eso, se les considera realistas, de res (cosa). Las cosas están ahí fuera y, por eso, en
cierta medida, también el alma se consideraba como una cosa, una especie de sustancia o
materia que tenía consistencia y estabilidad, y se podía analizar y estudiar.
Pero, con el Renacimiento, esta perspectiva comenzó a modificarse. En vez de
hablar de las cosas, en el centro de la reflexión aparece el hombre. Él va a ser la materia
principal de estudio.A este cambio se le conoce como giro antropológico y tuvo
consecuencias enormes en la filosofía. A partir de ahora, se va a ir de dentro afuera, de
dentro del hombre hacia el exterior. A René Descartes (1596-1650) se le considera el
primer filósofo que inicia sistemáticamente este cambio expresado en su famosa frase:
«Cogito ergo sum» (Pienso, luego existo). Comienzo por el pensamiento, por las ideas y,
a partir de allí, extiendo mi conocimiento. Por eso será el origen –en términos muy
amplios– de la filosofía idealista que generará, junto con avances filosóficos innegables,
graves problemas de objetividad en el conocimiento. ¿Cómo sé que lo que conozco es
real?[6].
La influencia de este cambio de mentalidad en la psicología fue muy grande porque
cambió el objeto de la psicología, que dejó de ser el alma en cuanto «cosa» para pasar a
ser la mente del sujeto, la conciencia, la vida mental. Un cambio que supone una
modernización de la psicología que podemos concretar en dos puntos: 1) un interés
mayor por el cómo que por el qué. «No nos importa saber qué es el alma, aunque sí, y en
gran manera, cómo es y cuáles son sus operaciones» (Luis Vives, Tratado del alma); 2)
un mayor interés y atención por la descripción de los fenómenos que por la definición de
las esencias o sustancias. Se pasa de intentar definir el alma a esforzarse por describir la
mente y sus vivencias.
Este cambio de objeto va a generar a su vez un cambio de método de la psicología,
pero de una manera progresiva, en dos fases.
 
–Primera etapa (siglos XVI-XVIII): se mantiene el método filosófico: la filosofía
medieval es sustituida por el empirismo y el racionalismo, que se dedican al estudio
descriptivo, analítico y reflexivo de los procesos subjetivos. Pero sigue tratándose de
filosofía; cambia la perspectiva y el objeto, pero no el método, entre otras cosas, porque
13
no está desarrollado todavía el método científico. A medida que este se vaya asentando,
comienza a plantearse la posibilidad de que la psicología filosófica se convierta en una
psicología científica. ¿Puede la psicología convertirse en una ciencia como las otras que
van surgiendo: física, química, biología, etc.? Hay pensadores importantes, como Kant,
que niegan esa posibilidad porque consideran que el mundo subjetivo es individual y
mutable, por lo que nunca va a poder ser objeto de reflexión científica ya que la ciencia
requiere leyes universales. Pero otros trabajarán por lograr ese objetivo.
 
–Segunda etapa. Utilización del método científico: a partir de Fechner (1860) y
Wundt (1879), y contra las tesis de Kant, la psicología consigue desarrollar un método
científico para estudiar los procesos fisiológicos: la introspección, que consiste en medir
las reacciones de los sujetos ante determinadas sensaciones. Es justo en este momento
cuando tiene lugar la fundación de la psicología científica –o simplemente psicología–
que implica el abandono definitivo del interés por el alma como sustancia y el traspaso
del interés al análisis de los fenómenos psíquicos estudiados de manera científica.
 
En resumen: «La psicología de la mente nace, pues, a partir de la psicología del
alma, en el curso de una evolución gradual. Este progreso ha consistido, primero, en
acentuar la reflexividad o conciencia del alma medieval; segundo, en la consideración
filosófica de esa conciencia como una sustancia distinta de la sustancia que llamamos
cuerpo; tercero, en el análisis descriptivo, reflexivo, de su actividad consciente; en cuarto
y último lugar, al análisis de la mente se ha añadido al fin la introducción de una
metodología experimental, propia de la fisiología. En tal momento se ha constituido lo
que llamamos psicología científica moderna»[7].
c) Tercera etapa: el estudio de la conducta (siglo XX)
Medio siglo después de la fundación de la psicología científica, se produce un nuevo
cambio causado por la debilidad de su método científico: la introspección. La psicología
quería ser una ciencia como las demás, pero la mente resultaba ser un objeto
particularmente problemático: subjetivo y, sobre todo, no verificable experimentalmente.
Es imposible saber con certeza y controlar o comprobar lo que alguien piensa o imagina,
como pretendía el método introspectivo.
La toma de conciencia de esta grave dificultad trajo consigo un nuevo cambio de
objeto que llevó de la mente a la conducta. John Watson, fundador del conductismo, es
el principal responsable de este cambio ya que propuso abandonar cualquier tipo de
«mentalismo» y centrarse en la conducta, en el comportamiento que «es lo que un
organismo hace o dice» porque esto sí es observable y medible experimentalmente.
Watson propuso su tesis con mucha radicalidad abogando por un abandono completo de
las investigaciones sobre la mente y su traslado al terreno observable de la conducta,
tanto de los hombres como de los animales, pero reducido a lo más observable y
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mesurable matemáticamente: comportamientos elementales, reacciones ante estímulos,
etc.
Este cambio tenía el objetivo de reforzar el carácter científico de la psicología y
poder predecir y controlar las conductas. Lo que se pretendía era superar los límites de la
introspección y se consideraba que, para ello, era imprescindible cambiar el objeto de la
psicología. ¿Por qué? Porque toda ciencia requiere intersubjetividad: los datos han de ser
comprobables por todos, para lo cual los experimentos se deben poder repetir. Ningún
observador puede ser considerado único. Pero esto es justamente lo que pasa en la
introspección. Los datos proceden de experiencias únicas e irrepetibles. Por eso, Watson
señaló que la introspección debía ser abandonada y sustituida por el método
estrictamente experimental de las ciencias positivas.
En definitiva, en esta tercera etapa la psicología deja de ser ciencia introspectiva de
la mente para convertirse en ciencia objetiva de la conducta. En palabas de Watson: «La
psicología, tal como la ve un conductista, es una rama experimental y puramente
objetiva de la ciencia natural. Su meta teórica es la predicción y el control de la
conducta».
d) Cuarta etapa: el estudio de la mente y conducta (siglo XX)
Con el conductismo, la psicología avanzó mucho desde un punto de vista
metodológico, pero perdió también mucho en materia de análisis porque, para poder
estudiar al hombre de modo cuantitativo, acabó tratándolo como si fuera un organismo
biológico cualquiera. «Las exigencias del método se han impuesto por encima de las
características del objeto a estudiar, introduciendo una esencial deformación en este»[8].
Esta situación comenzó a producir notable insatisfacción en los psicólogos que se fue
incrementando al comprobar que incluso los comportamientos presuntamente
elementales no lo son tanto y, por lo tanto, no pueden abordarse de manera puramente
matemática y estadística. En definitiva, el conductismo se encuentra así con dos grandes
grupos de problemas:
1) el estímulo y la respuesta, en la que basa toda su estructura científica, no son
conceptos simples ya que el hombre no es pura fisiología;
2) desaparición de la psicología (o reducción a meros complejos de relaciones
estímulo-respuesta) de temas tan centrales como el lenguaje, la experiencia consciente,
las conductas simbólicas, el conocimiento, etc.
Estos problemas del conductismo eran, en realidad, problemas de toda la psicología,
pues esta era la escuela dominante. Y la imperiosa necesidad de resolverlos acabó
llevando a un nuevo cambio en la historia de la psicología. No se quería volver hacia
atrás, hacia la metodología introspectiva, pero tampoco se deseaba dejar fuera de la
psicología a la mayor parte de los grandes temas psicológicos. Por eso, se optó por un
procedimiento integrador en el que, sin abandonar la conducta como tema de la
psicología, se recuperaron también temas psicológicos propios de la mente, como los
15
cognitivos. Este es el momento en el que surge la psicología cognitiva que se puede
entender como un saber acerca de la mente como sistema representacional,propositivo y
operativo, determinante del comportamiento, mediante observaciones objetivas
comportamentales de los sistemas humanos y, más en general, de los sistemas complejos
de procesamiento de información. Este nuevo tipo de psicología, como hemos dicho, no
pretendía renunciar al método científico, sino ampliar el objeto de estudio a áreas tan
importantes como el conocimiento, una transición que se vio favorecida por la aparición
de los ordenadores y las técnicas de procesamiento cibernético de información que
fueron utilizadas como modelos para estudiar la mente de modo científico.
En definitiva, en este cuarto y último período, la psicología recupera la mente como
objeto de estudio (junto a la conducta) y sigue empleando el método científico. Este
nuevo período comenzó en Europa gracias a psicólogos como Piaget, que fueron
pioneros en estudios de gran valor científico sobre la inteligencia. Pero solo se
generalizó hacia los años 60, cuando la psicología de Estados Unidos, que había estado
totalmente controlada por el conductismo, comenzó a liberarse de ese dominio y dar
pasos que permitieran a la psicología recuperar los grandes temas cognitivos y mentales.
1.3. La psicología como ciencia
La historia de la psicología está muy ligada a la noción de ciencia pues, durante un
período muy largo, prácticamente hasta la superación del conductismo ortodoxo, su
historia puede entenderse como un recorrido bastante complejo hecho de múltiples
vueltas y revueltas, pero con un objetivo único: convertirse en una ciencia experimental
reconocida como tal. Pero el concepto de ciencia no es tan simple como quizá pueda
aparecer a una mirada superficial y, por eso, vale la pena profundizar en esta importante
cuestión.
a) ¿Qué es la ciencia?
No es fácil responder a esta pregunta porque es un concepto complejo, pero
podemos empezar diciendo que, generalmente, por ciencia se entiende el saber empírico
que usa el método experimental para obtener sus conocimientos. Esta ciencia nace en
Europa de dos presupuestos fundamentales:
1) La razón griega frente al emotivismo oriental. Los griegos fueron el único pueblo
de la antigüedad que comenzó el análisis exclusivamente racional de los problemas; de
allí nació la filosofía en Occidente y con el tiempo se crearon las condiciones para que
pudiera surgir el método experimental que se basa exclusivamente en la comprobación
de lo que observamos.
2) La desacralización cristiana de la naturaleza. Todos los pueblos antiguos
consideraban que, en la naturaleza, había fuerzas, dioses y propiedades mágicas que
16
influían en la vida de los hombres. Tal creencia, lógicamente, era incompatible con un
análisis científico de la naturaleza. El cristianismo, por el contrario, como ha recordado
el teólogo y físico Stanley Jaki (1924-2009), considera que Dios es el único Ser Supremo
que ha creado todo lo que existe. Por tanto, en la naturaleza no hay dioses ni espíritus ni
propiedades mágicas, sino seres con una estructura determinada y específica que se
pueden estudiar e investigar. De este modo, la «desacralización del mundo» llevado a
cabo por el cristianismo creó un presupuesto indispensable para la investigación
científica.
Estos hechos son condiciones o preámbulos, necesarios pero no suficientes para que
surgiera la ciencia. El nacimiento, en sentido estricto, se produjo a partir del siglo XVI,
cuando se aplicaron las matemáticas a la ciencia y se desarrolló el método experimental
capaz de producir conocimientos ciertos y seguros. Es entonces cuando apareció el
concepto moderno de ciencia, cuyo paradigma inicial fue la física.
Simplificando mucho podemos decir que las características del método científico
son las siguientes: 1) Observación; 2) Hipótesis o teoría; 3) Comprobación experimental;
4) Confirmación o rechazo de la teoría. Todos estos pasos tienen el objetivo de
establecer leyes seguras y universales, regidas por leyes deterministas expresadas en
fórmulas matemáticas. El ejemplo más famoso son las leyes descubiertas por Isaac
Newton (1643-1727): las leyes de la dinámica, de la gravitación universal, etc. Un
ejemplo reciente y espectacular de este procedimiento lo encontramos en la moderna
astrofísica. Los astrofísicos que desarrollaron la teoría del Big-Bang afirmaron que, si su
teoría era cierta –y hay que tener en cuenta que esa teoría habla de lo que sucedió hace
quince mil millones de años–, tenía que existir en el espacio una radiación isotrópica con
una determinada longitud de onda. En ese momento nadie había detectado ni pensado en
la existencia de semejante radiación, pero años más tarde, en 1962, Penzias y Wilson la
descubrieron, lo que les valió el premio Nobel. Pero lo más importante era que la teoría
del Big-Bang quedaba demostrada científicamente gracias a la comprobación
experimental de un hecho predicho por la teoría.
b) Revisión contemporánea del concepto de ciencia
Esta visión original de la ciencia, muy ligada a la física y a las matemáticas, condujo
en general a una imagen muy racionalista de la ciencia que sería un conjunto de saberes
matemáticos, comprobables en un cien por cien, y totalmente neutra e independiente del
hombre. Se trata, sin embargo, de una visión ingenua, que ha sido revisada en el siglo
XX por pensadores entre los que destacan K. Popper y T. S. Kuhn. Ambos han señalado,
desde diversas perspectivas, que la ciencia es un hecho humano, no fruto de una razón
abstracta e impersonal, que no existe, y, por lo tanto, los aspectos subjetivos del hombre
influyen en su configuración.
 
K. Popper (1902-1994)
17
Frente a la visión tradicional que mantiene la completa neutralidad de la ciencia,
Popper sostiene que esta no comienza con observaciones absolutamente imparciales,
sino con una elección personal sobre lo que hay que observar. Hay demasiadas cosas en
el mundo y demasiadas perspectivas desde las que mirarlas, por lo que hay que empezar
eligiendo. Para ejemplificar su posición solía recordar una clase en la que dijo a sus
alumnos: miren alrededor, observen cuidadosamente y anótenlo. Rápidamente, estos le
preguntaron: ¿Qué es lo que hay que observar? Popper concluía: la sola observación no
basta.
Una de las aportaciones más conocidas de Popper a la epistemología de la ciencia es
su teoría de la falsación, según la cual, un conocimiento solo puede considerarse
científico cuando puede ser refutado, es decir, cuando hay experimentos o predicciones
que, de confirmarse, irían en su contra[9]. Cuando cualquier tipo de resultado apoya una
teoría, esto significa que no es científica en sentido estricto. En otros términos, si
cualquier tipo de hecho sostiene una teoría es equivalente a decir que ninguno la
sostiene, lo cual no implica necesariamente que esa teoría no pueda tener interés o valor
cultural o de otro tipo, pero sí que no es científica en el sentido técnico del término.
Según Popper esto es, justamente, lo que ocurre con el psicoanálisis, puesto que tanto
una respuesta como la contraria confirman sus postulados (cfr. cap. 9.3.d).
 
18
T. S. Kuhn (1922-1996)
Insistió sobre todo en la influencia de la
sociedad en la configuración de la ciencia. El
científico no es un ser aislado que construye una
ciencia perfectamente racional y abstracta, sino una
persona que vive en una determinada sociedad y en
una comunidad científica específica que influyen en
su manera de entender la ciencia y de elaborarla. El
famoso libro en el que desarrolló sus ideas es La
estructura de las revoluciones científicas (1962).
Su concepto básico es el de paradigma, que se
define como el punto de vista compartido por
muchos científicos al estudiar una materia. El
paradigma determina lo que constituyen los
problemas legítimos (y los ilegítimos) y la
metodología adecuada para resolverlos.
En concreto, Kuhn dice que todas las ciencias
siguen el siguiente esquema evolutivo:
Estado preparadigmático: lo considera
precientífico y sucede solo una vez, cuando existen
grupos o escuelas que compiten por imponer su
versión de un determinado problema científico.Estado paradigmático: cuando se impone uno de
ellos, establece un paradigma, es decir, un
determinado modo de ver las cosas, de analizar los
problemas, de resolverlos, etc. Comienza entonces
el período de elaboración de lo que Kuhn llama
ciencia normal o básica, es decir, investigaciones no
particularmente creativas que se adaptan a los
moldes del paradigma y permiten a la ciencia ir
avanzando.
Estado revolucionario: Empiezan a aparecer anomalías y problemas que no se
explican por el paradigma dominante. Al principio no se les presta atención pero van
creciendo en número y en importancia hasta que un grupo considera que el paradigma
antiguo ya es insuficiente para entender los problemas y propone uno nuevo. Según
Kuhn este cambio puede ser muy dramático y hasta revolucionario por la inercia que se
tiene a seguir pensando del mismo modo. Pero, al final, el nuevo paradigma, si es válido,
se impone y acaba sustituyendo al antiguo. El ejemplo clásico de cambio de paradigma
es la sustitución del sistema ptolemaico por el heliocéntrico. Lógicamente, este proceso
puede repetirse y el nuevo paradigma asentado ser sustituido por otro con el paso del
tiempo.
19
Al principio, Kuhn extremó mucho la importancia de estos cambios, sosteniendo
que eran muy radicales y que desde las premisas del nuevo paradigma no se podía
entender el antiguo. Posteriormente, admitió posturas más moderadas y esa versión se ha
hecho cultura popular en la expresión de «cambio de paradigma».
Algunos han afirmado que la psicología sería una ciencia preparadigmática porque
no hay ningún enfoque psicológico que tenga un dominio absoluto sobre los demás, pero
sería más justo decir que es multiparadigmática; es decir, que hay varios paradigmas
científicos psicológicos que conviven al mismo tiempo. Esto no es necesariamente
negativo y se debe a que la complejidad del hombre implica que ninguno de ellos pueda
convertirse en un criterio de explicación exhaustiva de la realidad de la persona.
c) ¿Es la psicología una ciencia?
La historia de la psicología consiste en gran medida en su lucha por ser una ciencia
para lo que ha tenido que superar enormes dificultades, como la opinión contraria de
filósofos importantes como Kant y Comte. ¿Ha logrado este objetivo, no, o solo en
parte? En otros términos: ¿es la psicología una ciencia? No caben respuestas fáciles a
esta pregunta y, para no caer en simplismos, y teniendo en cuenta todo lo que se acaba
de afirmar, hay que comenzar afirmando lo siguiente:
1) La ciencia es una realidad compleja que no se puede identificar exclusivamente
con la física o las matemáticas entendidas como ciencias totalmente asépticas y
racionales. Es más, incluso estas ciencias tienen componentes personales y no
demostrables como demostró Kurt Gödel en su famoso teorema de incompletitud (1930),
que afirma lo siguiente: «Ningún sistema consistente se puede usar para demostrarse a sí
mismo», lo que significa, en otros términos, que en toda teoría matemática existen
presupuestos no demostrables.
Además, existen diferentes tipos de ciencias según la materia que estudia. No es lo
mismo estudiar los cromosomas que las personas.
2) El objeto de la psicología es el hombre; una realidad muy compleja y
multifactorial, a la que se puede acceder desde múltiples perspectivas y que, por lo tanto,
no se puede reducir, sin deformación, a un mero estudio cuantitativo de tipo matemático.
A partir de estas premisas podríamos concluir afirmando que la psicología es una
ciencia humana que utiliza el método científico experimental de modo estricto en
algunos campos: neurociencias, psicología estadística, etc., y, en otros, como las
emociones, la libertad, etc., utiliza un método más analítico-reflexivo que depende
parcialmente de la concepción que se tenga del hombre.
¿Por qué sucede esto? Porque el análisis de las realidades humanas siempre
conlleva, inevitablemente, un punto de interpretación. La materia es tan contundente que
–al menos en algunos aspectos– no deja lugar a muchas interpretaciones. La temperatura
se puede medir con precisión; los umbrales de percepción también son determinables
con poco error, etc. Pero la comprensión de realidades más profundas, como, por
20
ejemplo, la libertad humana, está inevitablemente sometida a la visión que tengamos de
ella.
El conductismo, por ejemplo, niega la libertad. Entiende al hombre como una
máquina de estímulos-respuesta y, por lo tanto, considera que su comportamiento se
puede explicar satisfactoriamente a través de un método científico idéntico al de las
ciencias empíricas. La libertad, como tal, no constituye para ellos tema de estudio porque
no existe. El psicoanálisis tampoco apuesta por la libertad humana y explica los procesos
voluntarios a través de la regulación externa de las pulsiones inconscientes
comprendidas desde la categorización psicoanalítica de la estructura del yo. Las
psicologías humanistas, por el contrario, creen en la libertad y en el carácter trascendente
de la persona, por lo que estiman que estos rasgos no son reducibles a un análisis
empírico-matemático y se deben estudiar desde otra perspectiva. El método
experimental, las estadísticas, pueden aportar elementos valiosos para la comprensión de
la libertad, pero siempre estarán alejados de su núcleo último. Esta diferencia de
perspectivas tan importante hace que no sea posible llegar a un acuerdo total entre las
diferentes escuelas psicológicas ni sobre el sentido y valor de grandes temas humanos ni,
por tanto, sobre el método con que deben ser estudiados.
Como conclusión podríamos afirmar que: la psicología tiene vocación de ciencia y,
por lo tanto, siempre debe emplear el método científico. Ahora bien, este método no es
completamente unívoco y varía según el ámbito de realidad que se estudie. En realidades
cuantificables y matematizables es posible aplicar un método estrictamente experimental
y la psicología también lo hace, pero en ámbitos de conocimiento menos ligados a la
materia –libertad, emociones, conocimiento, etc.– este método no puede ser ni exclusivo
ni dar resultados completamente satisfactorios, porque no es adecuado para el objeto de
estudio. Por eso, sin despreciar su validez en estas áreas, debe utilizarse un método más
reflexivo-filosófico que, si bien alcanza resultados menos precisos y más discutibles, es
el adecuado para este tipo de realidades.
21
NOTAS
1 C. SANTAMARÍA, Historia de la psicología. El nacimiento de una ciencia, Ariel,
Barcelona 2004, toma una posición intermedia ya que hace referencia a los grandes
filósofos, pero de manera muy reducida.
2 A. CAPARRÓS, «Problemas historiográficos de la historia de la psicología», en F.
TORTOSA, L. MAYOR y H. CARPINTERO, La psicología contemporánea desde la
historiografía, PPU, Barcelona 1990.
3 E. R. GUTHRIE, Formal Logic and logical form. Old Solutions to a New Problem
(1915). General Psychology in terms of behavior. Chapters in General Psychology
(1921) y Purpose and mechanism in Psychology (1924); C. L. HULL, Principios de la
conducta, Debate, Madrid 1986.
4 T. S. KUHN, La estructura de las revoluciones científicas, 7ª reimpr. FCE, México
1981; I. LAKATOS, La metodología de los programas de investigación científica, Alianza,
Madrid 2006.
5 Sigo aquí la propuesta de H. CARPINTERO, Historia de las ideas psicológicas,
Pirámide, Madrid 2005.
6 Sobre el tema cfr. J. J. SANGUINETI, El conocimiento humano, Palabra, Madrid
2005.
7 H. CARPINTERO, Historia de las ideas psicológicas, cit., pp. 35-36.
8 H. CARPINTERO, Historia de las ideas psicológicas, cit., p. 48.
9 Cfr. K. R. POPPER, La lógica de la investigación científica (2ª ed.), Tecnos,
Madrid 2008.
22
2. RAÍCES FILOSÓFICAS
DE LA PSICOLOGÍA
La historia de la psicología es, inicialmente, una historia de la filosofía[1]. Y esta
historia comienza en Grecia. Siempre es posible viajar más hacia atrás, puesto que hay
gentes más antiguas que reflexionaron y escribieron sobre el hombre, pero generalmente
se considera que en Grecia es donde comienza la reflexión propiamentesistemática y
racional que pretende crear un cuerpo de doctrina justificado intelectualmente, es decir,
la filosofía, y, por lo tanto, comenzaremos por aquí. De todos modos, ya podemos
adelantar que, si bien es cierto que durante un largo período de tiempo la psicología se
ha identificado con la filosofía, hoy sabemos que esta identificación es parcial ya que la
psicología tiene un estatuto científico original y propio. Por eso, no tendría sentido
dedicar un espacio excesivo a la filosofía por lo que nos vamos a centrar solo en los
siguientes puntos: 1) los principales autores y corrientes con el objetivo de tener un
esquema de las grandes ideas que han generado los filósofos y que han influido
posteriormente en los psicólogos; 2) la filosofía sobre el hombre y sobre el alma. La
filosofía es un campo muy vasto que aborda temas tan variados como la metafísica, la
filosofía de la naturaleza, la estética o la política. Nosotros nos vamos a detener solo en
uno de ellos, el hombre y, bajo la perspectiva prioritaria –aunque no exclusiva pues
resultaría reduccionista– de la psique o el alma. De este modo, la atención que
dediquemos a la filosofía estará suficientemente justificada.
2.1. El pensamiento psicológico en la tradición griega. Platón y Aristóteles
Todos los pueblos de la historia han buscado una interpretación del mundo, del
hombre y de la historia que se solía componer de reflexiones, observaciones, elementos
religiosos, mitos, creencias, etc., pero los griegos fueron los primeros que buscaron un
saber puramente racional y justificable sobre las cosas. Pusieron así las bases del
conocimiento científico, en general, y, en particular, de la filosofía. Por encima de todos
ellos destacan dos grandes lumbreras de la humanidad que aportaron ideas centrales
sobre el hombre que, de un modo o de otro, han permanecido vigentes hasta hoy: Platón
y Aristóteles.
a) Antecedentes del saber sobre la psique
23
A pesar de su genialidad, ni Platón ni Aristóteles partieron del vacío creando ex
novo una filosofía, sino que se apoyaron en tradiciones y conocimientos previos. Entre
ellos cabe destacar los siguientes.
 
–La religiosidad griega
La religiosidad proporciona una imagen de Dios y del hombre que no es
demostrable científicamente, pero que siempre influye en la concepción de la vida y de
la sociedad. En Grecia existieron fundamentalmente dos tipos de religiosidad y cada
filósofo se adhirió más a una de ellas por tradición o por convicción.
La religión olímpica, descrita por Homero en sus relatos, sobre todo en La Ilíada,
consideraba que la psique o alma dejaba el cuerpo al morir los hombres y vagaba errante
por el Hades sin recordar muy bien cuáles fueron sus orígenes. Por otro parte, los dioses
olímpicos eran inmortales, pero no modelos de comportamiento. Se caracterizaban por
tener vicios muy similares a los humanos y por no preocuparse de ellos ni de sus
problemas (de aquí viene la expresión «desprecio olímpico» o, en una versión más
moderna, «pasar olímpicamente»). En otros términos, la religión olímpica era de carácter
antropomórfico y racional: buscaba dar una explicación comprensible y cercana al ser
humano de todo lo que sucedía.
La religión órfica, similar al budismo, era muy diferente. Creía en la transmigración
de las almas, apoyándose en un mito en torno al dios Dionisio, que habría renacido o
nacido dos veces. Para ellos, el alma, castigada por un pecado inicial, estaba recluida en
un cuerpo y sometida a un «ciclo de nacimientos». A través de la religión se buscaba la
liberación del alma de la cárcel (sema) del cuerpo (soma) mediante la katharsis
(purificación).
 
–La reflexión filosófica presocrática
Frente a la religiosidad griega (o al lado de ella) los llamados filósofos presocráticos
son los primeros pensadores que se preguntaron por el porqué de las cosas e intentaron
resolverlo de un modo exclusivamente racional: ¿qué son las cosas?, ¿cuáles son sus
principios últimos?, ¿cómo podemos saberlo? [2].
Su reflexión se dirigió inicialmente a la naturaleza (physis), al mundo exterior al
hombre, pues es lo primero que aparece ante la mente. Y buscaron el principio (o arché)
que constituye la razón última de todas las cosas. Cada uno de ellos lo identificó con
realidades diversas (los cuatro elementos, las homeomerías, los átomos, etc.), hoy muy
superadas pero, en la historia de la filosofía y de la humanidad, dieron un paso
importante al ser los primeros que se preguntaron de un modo exclusivamente racional
por el origen de todo. Con Sócrates, el ámbito de interés de los griegos se trasladó de la
naturaleza al hombre.
 
–La aparición de la medicina
24
Otro de los grandes avances de los griegos fue la aparición de la medicina científica.
Inicialmente existía la denominada medicina de templo, que, a veces, se proporcionaba
en los templos (de ahí el nombre) y que estaba muy mezclada con ritos mágicos o
sagrados. Pero, poco a poco, los médicos griegos se fueron separando de esa tradición y
generaron una auténtica medicina (aunque limitada a los conocimientos de la época).
Destaca Alcmeón de Crotona (c 500 a. C.), filósofo presocrático pitagórico, que
desarrolló la idea de que la salud consistía en un equilibrio entre principios; también fue
el primero en realizar disecciones científicas y consideró que las funciones de la mente
estaban en el cerebro.
Pero el más importante, sin duda, es Hipócrates
(c. 460-377 a. C.), considerado el padre de la
medicina moderna porque avanzó y sistematizó
muchos conocimientos y fue la referencia
fundamental durante muchos siglos. Confeccionó un
archivo detallado sobre las paperas, la epilepsia, la
histeria, la artritis y la tuberculosis; consideró que
toda enfermedad, incluida la epilepsia (De morbo
sacro[3]), tenía causas naturales y debía ser tratada
de este modo. Desarrolló una primera fisiología
elemental basada en la existencia de los cuatro
humores correspondientes a los cuatro elementos
(flema /agua, sangre / fuego, bilis negra / tierra y
bilis amarilla / aire). Y también es justamente famoso por su concepción humanista de la
medicina. El médico debía cumplir unos estrictos principios morales (Juramento
Hipocrático) y dedicarse al bien del enfermo (no cobrándole, por ejemplo, si no podía
pagar).
b) Platón (427-347 a. C.)
Platón es una figura clave de la cultura occidental, y, en particular, es una de las dos
figuras más relevantes de la filosofía griega junto con Aristóteles. Su importancia radica
en haber definido –grosso modo– uno de los grandes paradigmas de la comprensión de la
realidad: el espiritual o idealista, frente al realista o empírico de Aristóteles.
Evidentemente, se trata de una simplificación, pero, de un modo u otro, todo pensador
tiene una tendencia mayor o menor hacia uno de ellos y acaba tomando al filósofo
correspondiente como punto de referencia. Esto es válido también para la psicología.
Platón y Aristóteles han sido las dos fuentes relevantes de inspiración de muchos
grandes psicólogos y continúan siéndolo. Por eso es importante estudiarlos. Veremos
ahora las aportaciones más importantes de Platón a la historia de la psicología, que son
fundamentalmente dos:
–Su concepción idealista de la realidad
25
Para Platón, lo primero que captamos los hombres son las imágenes y sensaciones
del mundo exterior que nos transmiten los sentidos. Este mundo parece inicialmente muy
cierto y seguro, pero en realidad, cuando se observa con atención, se ve que varía
constantemente, está en continuo movimiento y su consistencia, como la de todo aquello
que cambia, es muy limitada. De hecho, para Platón no es el mundo verdadero, sino un
pálido reflejo del mundo auténtico constituido por las formas o ideas, que son
espirituales e inmutables.
De este modo, Platón fue el primero en plantear de manera poderosa y sistemática
dos grandes temas epistemológicos perennes: 1) el problema de la verdad del
conocimiento: ¿es cierto lo que nos dicen los sentidos? y 2) la relación entre
conocimiento sensible y conocimiento intelectual: ¿cuál deellos tiene la prioridad?
Para Platón, el hombre se mueve en una tensión y lucha entre ambos, porque está
diseñado para el mundo de las ideas, pero vive en el otro. Por ello, debe luchar para
desembarazarse de las sensaciones y alzarse hacia el mundo de las ideas, pero esto solo
pocos lo logran. Esta concepción del conocimiento la escenificó en su famoso mito de la
caverna, según el cual los hombres vivimos como dentro de una cueva viendo sombras y
apariencias a las que consideramos lo verdadero; pero la auténtica realidad está fuera de
la caverna, en el mundo de las ideas, al que pocos se atreven a ir porque para ello deben
romper con el acostumbramiento y la rutina, y pocos se atreven a ello o están dispuestos
a asumir los sacrificios que comporta salir a la luz. Incluso se pueden volver contra
aquellos que les estimulan a salir de la oscuridad a la luz tachándoles de farsantes y
agoreros[4].
–Una primera visión estructurada del hombre
Para Platón el alma es inmortal; preexistía antes de la vida actual, y su unión con el
cuerpo es un castigo. Por eso, el alma se sirve del cuerpo solo como de un instrumento y
busca liberarse de él para poder volver al mundo de las formas del que procede. Es el
famoso dualismo platónico inspirado en la religiosidad dionisiaca-órfica, pero
sistematizado filosóficamente.
Además, Platón considera que el alma está dividida en tres partes, como expresó en
otro de sus mitos, el del carro alado: la apetitiva por la que buscamos satisfacer
determinadas necesidades (comida, sexo, etc.), la irascible, que comprende diversas
emociones así como la energía para conseguir los deseos del apetito, y la parte racional
que es la encargada de la comprensión[5].
Y, de acuerdo con su visión del mundo, esta comprensión es enfocada desde una
perspectiva idealista. El mundo real solo aporta sensaciones variables, y las ideas –que
son inmutables– no se conocen a partir de él, sino por recuerdo de lo que el alma vio
cuando habitaba en el mundo de las formas. Por eso, conocer, en el fondo, es recordar,
por lo que podemos considerar a Platón un innatista. Por último, el conocimiento tiene
para él valor soteriológico (sóter en griego = salvación) puesto que sirve para lograr la
liberación del cuerpo a la que todo hombre aspira o debe aspirar. Su valor no reside solo
26
en que permite conocer más cosas, sino en que un conocimiento puro y perfecto
permitirá la salida de la caverna y la vuelta al mundo de las ideas. Hay, pues, una
estrecha unión entre filosofía y religión.
c) Aristóteles (384-322 a. C.)
Aristóteles es la otra figura griega fundamental en la historia de la psicología, y lo es
más que Platón porque fue el primero en tratar extensamente muchos temas centrales: la
memoria, la sensación, el sueño, los sueños, la geriatría, el aprendizaje, etc. También
escribió lo que se puede considerar el primer tratado sistemático de psicología e incluso
de historia de la psicología –porque recoge las posiciones de los filósofos precedentes–:
el Perí psykhés, De anima o Sobre el alma[6]. Fue discípulo de Platón durante muchos
años, pero poco a poco se distanció de él, justificando esta decisión en una frase que ha
pasado a la historia del pensamiento humano. «Soy amigo de Platón pero más amigo de
la verdad». Fue tutor de Alejandro Magno. A los 47 años, fundó su propia escuela, el
Liceo, donde desarrolló su propia filosofía.
c.1) El empirismo aristotélico
A Aristóteles se le considera el representante típico del empirismo frente a Platón,
pero, siendo esto básicamente cierto, su posición no debe simplificarse ya que, de hecho,
presenta una compleja mezcla de mentalidad empirista y formalista o idealista porque
fue una mente prodigiosa capaz de abarcar temas y perspectivas contrapuestas y
dispares. Así, por un lado, elaboró los grandes principios de una metafísica muy
abstracta: sustancia y accidentes, naturaleza, materia y forma, trascendentales, acto y
potencia; y, por el otro, llevó a cabo una observación empírica muy detallada y precisa,
recogida también en sus libros, de cuestiones tan concretas como el nacimiento,
crecimiento y reproducción de animales, o las constituciones de los diferentes Estados
griegos. El Aristóteles real, más allá de fáciles simplificaciones, es el que elaboró estas
dos tipos de ciencia si bien intentando siempre dar una explicación del mundo. De toda
su enorme producción vamos a tratar solo algunos temas especialmente relevantes para
la psicología.
c.2) El alma aristotélica
¿Cuál es el concepto aristotélico de alma? Ante todo podríamos decir que introduce
a la psique o alma en la naturaleza; es una parte del mundo de las sustancias, no una
entidad caída del mundo de las formas y que tenga que volver a él. Este es el principio
primero del realismo aristotélico frente al idealismo platónico. Lo real es lo que existe,
lo que vemos, no justamente lo que no vemos. Las ideas no son lo real, sino
abstracciones generadas por el conocimiento a partir del mundo real. Son conceptos
universales si están en la mente o esencias si están en las cosas. Esta perspectiva es
27
decisiva y va a ser una referencia constante para las posiciones científicas y empiristas a
lo largo de la historia. La primacía la tiene la experiencia, lo que nos muestran los
sentidos frente al idealismo platónico, en el que la primacía la tiene lo que no se ve.
Pero ¿qué es en concreto la psique? Para
Aristóteles, la psique es el principio que explica el
vivir de los seres vivos y que, por ejemplo, permite
explicar la diferencia entre un ser vivo y uno
muerto. Cuando una persona o un animal muere
tenemos la convicción, la experiencia, de que hay
algo que era responsable del funcionamiento de todo
el organismo que ha desaparecido y, a partir de ese
momento, aunque el organismo sigue teniendo los
mismos elementos materiales, deja de funcionar y se
corrompe. Ese algo es la psique o alma, de la que
Aristóteles da las siguientes definiciones: «El alma
es la entelequia primera de un cuerpo natural que
tiene vida en potencia»[7]; y especifica para el caso
del alma humana que es «aquello por lo que vivimos, sentimos y razonamos primaria y
radicalmente»[8]. Como se ve, son definiciones formales, porque se refieren a una
propiedad intrínseca que no es observable directamente pero que, sin embargo, es
deducida y justificada en la experiencia. Intenta explicar un hecho de experiencia. De ahí
la complejidad de la posición aristotélica, que conjuga lo observable con lo no
observable.
El alma, para Aristóteles, no es, en principio, algo espiritual por lo que –aunque hoy
pueda sonar extraño– los animales y las plantas también tienen alma (puesto que también
tienen un principio organizador y, cuando este desaparece, mueren). De hecho hay tres
tipos, la vegetal, la animal y la racional, y están jerarquizadas según el nivel de
perfección de modo que la del nivel superior incluye las cualidades del inferior y añade
algunas nuevas:
Vegetal: funciones nutritiva, de asimilación y reproducción.
Sensitiva: las funciones vegetales más percepción sensible, deseo y
movimiento local.
Racional: las funciones sensitivas más posesión de una mente (noûs) que
puede tener ciencia y vida moral.
c.3) El alma racional
Aristóteles mantiene básicamente la división tripartita del alma de Platón pero
desarrolla algunos puntos; en particular da una gran importancia a la inteligencia,
elaborando una potente teoría del conocimiento que, en muchos puntos, todavía hoy
tiene validez. Una consecuencia negativa de su posición es que subrayó tanto la
28
importancia de la inteligencia que infravaloró otros aspectos tan esenciales o más, como
la voluntad. Por ejemplo, afirmó que la felicidad consiste en el ejercicio más perfecto de
la facultad más perfecta, y, como esa facultad era la inteligencia, esto significaba en la
práctica que la felicidad consistía en la contemplación teórica de las verdades primeras,
algo en lo que quizá no todos estén de acuerdo. Esta sobrevaloración de la inteligencia se
transmitió a las filosofías que estáninfluidas por él y se suele designar como
intelectualismo aristotélico.
En su teoría podemos distinguir dos elementos básicos:
1) Cómo conocemos:
Todo el conocimiento proviene de los sentidos, de la experiencia (no de las ideas
innatas platónicas).
Ese conocimiento experimental comienza por los cinco sentidos propios y básicos
que son los que nos ponen en contacto con la realidad: vista, oído, olfato, tacto y gusto.
Después encontramos un sentido común, que sintetiza todas esas experiencias y permite
además captar realidades que no son específicas de ningún sentido propio, como el
movimiento, la extensión, la magnitud, etc.
Estas sensaciones generan una huella o imagen que se guarda en la memoria y,
cuando esas imágenes se desconectan de la realidad, se crea el espacio para la
imaginación (que es libre). Ahí está el origen de los sueños, que son imágenes no
controladas por la conciencia. Contrariamente a la tendencia de la época, Aristóteles no
creía que los sueños fueran premonitorios aunque sí entendía que podían reflejar
problemas de la persona (por ejemplo, enfermedades en una fase naciente).
Hasta ahora hemos descrito el nivel del conocimiento sensible. Cuando sobre las
imágenes actúa el intelecto (el intelecto agente) se produce la abstracción (del latín abs-
trahere, que significa «separar»), que consiste en quitar todo lo accidental y quedarse
con el concepto, que es intelectual y universal. Estos conceptos son los que permiten la
realización de la ciencia.
El estatuto del intelecto agente en Aristóteles es algo confuso pues parece ser una
entidad «colectiva», como una realidad impersonal, idéntica en todos los hombres, que
permitiría explicar por qué todos conocemos esencialmente lo mismo.
2) Cómo utilizamos los conocimientos:
Para Aristóteles, la mente realiza fundamentalmente tres tipos de operaciones: la
inducción, el juicio y el razonamiento. De ellas surge la ciencia.
c.4) Aprendizaje
Aristóteles fue el primero en desarrollar una teoría del aprendizaje basada
fundamentalmente en 3 puntos:
1. El hombre comienza de cero. Es una tabla rasa donde «no hay nada escrito en
acto» (De anima, III, 4). Encontramos de nuevo aquí su posición empirista y
29
anti-innatista.
2. Se aprende gracias a la memoria y utilizando las reglas de la asociación, que
son las siguientes: «semejanza», «contraste», «contigüidad» y «frecuencia».
Estas leyes indican que, cuando se nos ocurre una idea, es fácil que se nos
ocurra otra ligada con la anterior por alguna de esas características y han
tenido un recorrido muy largo pues han sido la base de la teoría del
aprendizaje durante más de 2.000 años. De hecho, fueron la base del
asociacionismo británico en una fecha tan tardía como el año hacia 1.700.
3. La repetición de los actos crea los hábitos, que son un modo de ser estable que
facilita la actuación en la línea de los actos que hemos repetido. Por ejemplo,
cuanta más historia de la psicología se estudia, más fácil resulta estudiar lo
que todavía no se conoce. Los hábitos son de dos tipos: intelectuales (como la
inteligencia o la prudencia) y los morales, a los que se llama también virtudes.
c.5) Motivación
Aristóteles desarrolló también una famosa teoría de la motivación basada en el
concepto de fin a la que se llama teoría teleológica (de telos, fin). Indica que cualquier
ser (y, especialmente el hombre) se mueve siempre hacia un fin. Y ese fin, por tanto, es
el que dirige toda la vida y, en particular, las acciones con las que el hombre busca los
medios para conseguir los fines. Hay también una escala de fines, que va desde los más
simples o cercanos a la causa última o final, que es la responsable global del
comportamiento del hombre. A ese fin podemos llegar si nos preguntamos
reiteradamente sobre el porqué de nuestros actos. ¿Por qué voy a clase? ¿Por qué quiero
aprender?, etc.
Para Aristóteles, el fin último del hombre es la vida buena o felicidad (eudaimonía).
Se ha discutido mucho en qué consiste y, sobre todo, si es algo concreto o general.
Todos podemos estar de acuerdo en que buscamos la felicidad, pero, si no podemos
concretar en qué consiste la felicidad, entonces el concepto puede perder eficacia.
Después de Platón y Aristóteles la filosofía griega decayó aunque hubo todavía otras
escuelas importantes que continuaron aportando ideas básicas a la filosofía y a la
psicología. Destacan el epicureísmo, el estoicismo y el neoplatonismo, pero no las
consideramos por cuestiones de espacio.
2.2. La psicología medieval. San Agustín y santo Tomás de Aquino
La cultura griega fue sustituida por la romana, que fue brillante desde muchos
puntos de vista pero no en el teórico. Su mentalidad práctica no les llevaba a interesarse
por este tipo de cuestiones por lo que hay que esperar a S. Agustín para poder encontrar
una figura de gran peso en la filosofía[9] y teología, y también en la psicología.
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a) San Agustín (354-430)
A san Agustín se le puede considerar como el último pensador antiguo o el primero
medieval pues habita en un período de transición: cuando se desmorona el Imperio
Romano y comienza el período oscuro de la Alta Edad Media. Es una figura central en la
historia de la cultura europea porque dominó el pensamiento europeo durante un período
de mil años. Para ello concurrieron tres factores: 1) su brillantez intelectual que queda
reflejada en su enorme producción y en su originalidad. Es, por ejemplo, el primero que
elabora una filosofía y teología de la historia, inicia el género literario de la confesión o
autobiografía, etc.; 2) realiza la primera fusión sistemática del cristianismo con la cultura
clásica y, en particular, con la tradición platónica y con la romana (de hecho, es un
romano convertido); 3) la caída del Imperio Romano y la invasión de los bárbaros
destruirán la cultura en Europa, y Agustín quedará como el último faro que brilla en la
oscuridad señalando un punto de referencia.
Del extenso pensamiento de S. Agustín nos limitaremos a apuntar dos cuestiones.
– La fusión de platonismo y cristianismo:
A medida que el cristianismo se fue difundiendo
y haciéndose más popular y conocido tuvo que
comenzar a hacer cuentas con la cultura dominante
para 1) defenderse de los ataques de los filósofos no
cristianos y 2) expresar de manera intelectual su
mensaje y resolver los problemas teóricos que se
iban planteando.
En ese camino, que fue muy largo y complejo,
los cristianos procuraron aprovechar lo que les
parecía interesante en la cultura pagana y, entre
todos los filósofos antiguos, el que pareció más
adecuado fue Platón. Este difundía una visión
espiritualista de la realidad, creía en la inmortalidad
del alma, ponía en el vértice de las formas al bien, etc. Por eso, muchos intentaron una
síntesis entre platonismo y cristianismo, que no consistía en reducir el cristianismo a
platonismo, sino en usar algunas categorías platónicas para explicar la filosofía y la
teología cristianas. S. Agustín logró la expresión máxima de esa síntesis y, por ello, se
convirtió en el intelectual de referencia para toda la Edad Media.
Esa síntesis permitió al cristianismo expresar teóricamente algunos de sus dogmas
fundamentales, pero también tuvo una consecuencia negativa: recalcó el aspecto
espiritualista platónico –dualismo, desprecio de la carne, primacía de la fe sobre la
razón– frente al realismo de la encarnación, un punto muy específico del cristianismo,
que profesa creer en un Dios que se hace carne.
 
– Algunas aportaciones a la psicología:
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Dentro de este marco general, Agustín realizó algunas aportaciones significativas al
saber psicológico y antropológico, que solo enumeramos:
Convirtió la psique griega de Platón en el anima o sustancia espiritual del
cristianismo creada directamente por Dios. El alma platónica (y griega, más en general)
quedaba de ese modo incorporada a la cultura occidental.
Realizó un análisis detallado de la intimidad humana en el que se preludia el giro
antropológico de la modernidad e incluso el cogito cartesiano pues S. Agustín establecela duda como un conocimiento seguro e indubitable. «Es cierto que quien se engaña,
vive»[10]. En este terreno fue un adelantado a su tiempo como lo muestran también sus
análisis del alma humana de tipo fenomenológico y subjetivista, en particular sus
famosísimas reflexiones sobre la memoria y la estructura de la temporalidad.
Concedió gran importancia al amor como fuente de motivación toerizando su
novedoso «ordo amoris» (orden del amor), inmortalizado en una frase justamente
famosa: «ama et fac quod vis» (ama y haz lo que quieras)[11]. Incorpora así una
temática específicamente cristiana en el pensamiento antropológico occidental.
b) La época oscura y la filosofía árabe. Averroes (1126-1198)
La Edad Media es un período muy largo que se extiende desde el fin del Imperio
Romano de Occidente (476) hasta el de Oriente (1453). Inicialmente, se trata de un
período oscuro porque los bárbaros destruyen la cultura romana y generan un tremendo
vacío. Cuando esa época de destrucción acabó, comenzó muy lentamente un proceso de
reconstrucción en el que los monasterios tuvieron una importancia muy grande pues eran
los únicos lugares en los que quedaban fragmentos de cultura. El proceso de
reconstrucción, según Josef Pieper, siguió los siguientes pasos[12]:
Vida cultural átona y meramente repetitiva de los fragmentos del saber clásico
que no se habían perdido.
Comentario y valoración de las «autoridades»: los clásicos y padres de la
Iglesia de los que quedaban obras o fragmentos de obras que se podían
consultar.
Inicio de teorías propias que comienzan como «summas» o recolecciones del
saber que se conoce hasta el momento.
Producción de teorías propias y originales, como el tomismo, escotismo,
nominalismo, etc.
Esta última parte tuvo lugar en el siglo XIII, en la última fase de la Edad Media que
fue muy creativa tanto desde el punto de vista de la cultura general –aparece el arte
gótico, se fundan las universidades, aparecen las ciudades, etc.– como en filosofía y
teología. Pero, antes de entrar en él, hay que mencionar un suceso que fue decisivo en la
evolución de la filosofía europea: el redescubrimiento de Aristóteles gracias a los
árabes.
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Como la filosofía cristiana se alió fundamentalmente con Platón, el aristotelismo
casi desapareció de la cultura europea. Pero los árabes, en su fulgurante expansión hacia
Oriente, acabaron entrando en contacto con los escritos aristotélicos que se habían
conservado allí, los tradujeron y los utilizaron. Posteriormente, el encuentro de los
cristianos con los árabes, pacífico o violento, llevó al conocimiento de esos escritos que
planteaban un enorme reto intelectual: la incorporación de uno de los mayores
intelectuales de la historia a la cultura cristina occidental.
En esta conexión destaca fundamentalmente la escuela de traductores de Toledo,
que comenzó a verter escritos aristotélicos en árabe al latín, y dos filósofos árabes:
Avicena (980-1037) y, especialmente, Averroes (1126-1198), filósofo y médico
cordobés, que se dedicó con mucha profundidad al estudio y comentario de las obras
aristotélicas hasta el punto de que se le llamó «El comentador»[13].
De su pensamiento podemos destacar dos ideas.
La tesis epistemológica de la doble verdad. Podía existir una verdad en
filosofía, y otra en teología, y no coincidir necesariamente.
Siguiendo a Aristóteles, postulaba la unidad del intelecto agente –que es la
parte del alma que permite alcanzar la ciencia–, que sería el mismo en todos
los hombres, por lo que quedaba cuestionada tanto la inmortalidad personal
como la unidad del alma.
c) S. Tomás de Aquino (1225-1274)
Como hemos dicho, en el siglo XIII aparecieron las grandes creaciones filosóficas y
teológicas originales de la Edad Media, que no siempre fueron coincidentes entre ellas.
Hubo discusiones poderosas y un pluralismo grande, como ha mostrado el historiador y
filósofo neoescolástico Étienne Gilson (1884-1978)[14]; sería interesante mostrar esas
diferencias para romper la idea elemental que se suele tener de este interesante período,
pero nos vamos a centrar en la construcción más poderosa y perdurable: la filosofía de
Tomás de Aquino.
–La cristianización de Aristóteles
Tomás de Aquino es uno de los grandes filósofos de la historia y aportó ideas
originales y nuevas a la filosofía, pero su gran proyecto y su aportación fundamental
para la historia de la filosofía consiste en la cristianización de Aristóteles. De todos
modos es bueno tener presente que su filosofía no se inspira únicamente en él. Aquino
leyó a todos sus predecesores (griegos, romanos, judíos, árabes, cristianos) e intentó una
gigantesca síntesis del saber formulada en la Summa Theologiae (Suma o compendio de
Teología)[15]. Fue, pues, una mente abierta y multicultural.
Sabemos que el cristianismo había optado principalmente por Platón, porque su
espiritualismo parecía muy apropiado pero, cuando, a través de los árabes, se
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redescubrió a Aristóteles, se planteó el grave problema de qué hacer con su filosofía.
Inicialmente, la Iglesia lo aceptó con agrado, pero, con el tiempo, se empezó a descubrir
los elementos contrarios a la fe de su pensamiento y, entonces, se inició un proceso de
rechazo. Tomás de Aquino, por el contrario, decidió optar por Aristóteles y su filosofía,
y empezó una tarea ingente para comentarlo y asumirlo. Esa tarea fue inicialmente mal
vista hasta el punto de que algunas de sus tesis fueron condenadas por el obispo de París
pero, poco a poco, se fueron imponiendo hasta producirse el giro contrario y convertirse
en la filosofía oficiosa de la Iglesia durante siglos.
Una de las consecuencias más importantes que
trajo consigo el tomismo fue una reconciliación y
simultánea separación de la filosofía y la fe. El
agustinismo sostenía una fuerte primacía de la fe
sobre la razón, pero Tomás de Aquino modificó esta
tendencia concediendo valor a la razón por sí
misma. De hecho, sostenía que el saber humano
podía y debía proceder por las dos vías, pues ambas
eran válidas y, utilizadas correctamente, debían
conducir a la verdad. Esto facilitó, por un lado, que
la Iglesia no se separara de la vía racional y, al
mismo tiempo, abrió una vía para la autonomía
radical de la filosofía –la razón por sí misma– que
sería recorrida a partir de Ockham.
–El proyecto concreto en torno al alma
Un aspecto de este proyecto de integración entre
cristianismo y aristotelismo especialmente importante para la psicología lo encontramos
en su concepción de la psique o alma. Como vimos en su momento, la psique de
Aristóteles no tiene sentido fuera del cuerpo porque es un principio que explica la
organización de la vida animal (o vegetal). Por eso, resulta oscuro su estatuto después de
la muerte en el caso del hombre: ¿perece totalmente o sobrevive de algún modo? De
hecho, no se sabe con certeza si Aristóteles creía o no en la inmortalidad del alma. Para
Platón, por el contrario, y para el cristianismo, es indudable que el alma es una realidad
espiritual que trasciende al cuerpo y, por lo tanto, pervive después de la muerte.
Pues bien, la postura de Tomás de Aquino consistió en asumir la posición de
Aristóteles integrándola con la perspectiva platónica. Esa síntesis se encuentra en su
definición del alma como «la forma sustancial del cuerpo»[16], una expresión de gran
densidad, que ha tenido mucha influencia a lo largo de los siglos, y quiere decir lo
siguiente: la forma es el principio que da vida y organiza al cuerpo (psique aristotélica),
pero, al ser sustancial, es decir, algo que permanece a través de los cambios, es capaz de
seguir existiendo después de la separación del cuerpo (Platón). Además implica una
unidad intrínseca entre cuerpo y alma distanciándose en este punto de la posición
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platónica. El cuerpo –aunque inferior al alma– es bueno y, por otro lado, el alma
humana, sola, no tiene sentido porque está pensada para informar un cuerpo.
Tomás de Aquino siguió fielmente a Aristóteles en muchos puntos de su visión del
hombre pero manteniendo las interpretaciones más acordes

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