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Arqueologia Bíblica: Vestígios Históricos

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46 DIVERSION DIVERSION 47
Distintos 
hallazgos 
arqueológicos 
iluminan y 
autentifican la 
historicidad y 
veracidad del 
libro sagrado
ARQUEOLOGÍA BÍBLICA 
¿Fortalecimiento de fe?
Muestra del Antiguo Testamento.
Vestigios de los últimos días de la 
antigua Jerusalén judía.
Hasta el siglo XIX se creía que la Biblia era el docu-
mento histórico más antiguo del mundo; incluso, para los 
que ponían en duda su inspiración divina, constituía la úni-
ca fuente para conocer lo que había sucedido antes de que 
los historiadores griegos entraran en la escena. Pero hoy, 
el libro que reúne las Sagradas Escrituras ya no está solo, 
pues distintos hallazgos autentifican su veracidad.
A partir de lo anterior, la Arqueología Bíblica es actualmen-
te importante campo de estudio, cuya función primordial es 
ayudarnos a comprender mejor los acontecimientos bíbli-
cos, aunque para los creyentes, si no hubiesen descubrimien-
tos arqueológicos, serían igualmente verídicos, porque la 
fe no está basada en lo que vemos, sino en aquello de lo 
que se tiene la certeza de que es Palabra de Dios. No obs-
tante, dicha área es relevante también porque para el mun-
do que no conoce a Jesucristo y no cree o tiene dudas, los 
Por: Arqueóloga Marcela Zapata Meza*
vestigios demuestran que todo lo que narra la Biblia es ver-
dad, es decir, a través de la ciencia, la fe se fortalece.
Actualmente, en Palestina se sacan a la luz del día sitios y 
ciudades frecuentemente mencionados en la obra referida, 
mismos que aparecen y están situados justo donde dice. 
Así, en las antiquísimas inscripciones y edificaciones encon-
tradas, los arqueólogos identifican cada vez más persona-
jes del Antiguo y Nuevo Testamento, en tanto que bajorre-
lieves de aquella época revelan las imágenes de pueblos 
cuya existencia sólo conocíamos por nombre, mientras su 
fisonomía, indumentaria y armamento toman sentido para 
la historia de la humanidad, a la vez que estatuas y figu-
ras colosales nos muestran a hititas de ancha nariz, esbel-
tos filisteos de elevada estatura, elegantes príncipes cana-
neos a bordo de carros de hierro, tan temidos de Israel, y 
a los reyes de Mari –contemporáneos de Abraham– de pa-
cífica sonrisa, mientras los soberanos asirios no han perdi-
do su tostado por los rayos del Sol: Tiglatpileser III, conoci-
do en el Antiguo Testamento como Pulu; Senaquerib, quien 
destruyó a Lakís y puso cerco a Jerusalén; Asaradón, mo-
narca que hizo encadenar al rey Manesés, y Assurbani-
pal, “el grande y célebre Asnafar” del Libro de Esdras.
Igual que a ciudades como Nínive y Nimrud –la antigua 
Calah–, Azur y Tebas, que los profetas llamaban No-Amon, 
los investigadores han ubicado la antigua Babel y su torre 
legendaria, y en el delta del Río Nilo, las poblaciones Pi-
tom y Remeses, donde los israelitas fueron esclavos de los 
egipcios; igualmente, han aparecido las capas de fuego 
y destrucción que acompañaron a los hijos de Israel en la 
conquista de Canán; en Guibá la Fortaleza de Saúl, en 
cuyos muros el joven David cantó con su arpa, y en Megi-
ddo, las inmensas caballerizas del rey Salomón.
En cuanto al mundo del Nuevo Testamento, resurgieron las 
construcciones del rey Herodes; en el corazón de la anti-
gua Jerusalén se encontró el pavimento elevado menciona-
do por el evangelista San Juan, donde Jesús compareció 
ante Pilatos, y los arqueólogos descifraron, en las tablas de 
Babilonia, datos de observación de la Estrella de Belén.
Todos estos hallazgos y descubrimientos tan asombrosos e 
inabarcables por su abundancia, han modificado la mane-
ra de percibir a la Biblia por parte de muchos expertos y 
escépticos, pues sucesos que se consideraban leyendas y 
mitos piadosos adquieren prestigio histórico. De hecho, en 
general, los resultados de la investigación coinciden con los 
relatos sagrados hasta en los mínimos detalles, de modo 
que no sólo confirman, sino que aclaran el devenir descri-
to en las piedras. Los acontecimientos y la trayectoria del 
pueblo de Israel se presentan así enmarcados tanto en el 
contexto de su propia época, en escenario vivo y variado, 
como en las circunstancias y luchas políticas, culturales y 
económicas de los estados y grandes reinos mesopotámi-
cos y egipcio, a cuya influencia aquél no pudo escapar por 
completo durante más de dos mil años.
De manera que, más allá de la idea generalizada de que 
la Biblia es sólo historia sagrada y base de fe para los cris-
tianos, hoy se concibe también como libro de hechos autén-
ticos y, si bien en este aspecto es incompleta, pues el pue-
blo judío registró su devenir sólo en cuanto a su relación con 
Yahvé (es decir, el recuento de sus pecados y expiación), 
estos hechos son certeros y se han comprobado de mane-
ra fidedigna con asombrosa exactitud. Además, con ayuda 
de las investigaciones, numerosos pasajes pueden captar-
se e interpretarse mejor que hasta ahora, y si bien es cierto 
que hay tendencias teológicas para las cuales sólo cuenta 
la Palabra de Dios, ¿cómo comprender ésta si no se encua-
dra en su marco cronológico, histórico y geográfico?
Para finalizar, cabe destacar que no hay texto en el proce-
so de la humanidad que haya ejercido influencia tan de-
cisiva en el desarrollo del mundo occidental, ni alcanzado 
tanta difusión como el “libro de los libros”, que ha sido tra-
ducido a 1,120 lenguas y dialectos en todo el orbe, y no 
da señales de haber terminado su brillante carrera. 
Ningún otro texto ha ejercido 
influencia tan grande y 
decisiva en el desarrollo del 
mundo occidental
Representación basada en 
vetustos descubrimientos.
*Catedrática e investigadora de la Universidad Anáhuac México Sur.

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