Logo Studenta

Trajetória Político-Militar de Pedro Santana

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

15
Trayectoria político-militar del general Pedro 
Santana; y su categoría histórica1
José Vásquez Romero2
Recepción: 21 de enero 2018.
Aprobación: 21 de marzo 2019.
Resumen
Pedro Santana fue el principal caudillo decimonónico con 
perfil patriarcal y despótico. Emergió de una formación social 
de profundas raíces coloniales, consolidadas con la Guerra 
de Reconquista. Descolló como máximo representante de los 
hateros y fue apoyado por figuras claves del conservaduris-
mo ilustrado para ejecutar la anexión. Su principal rival fue 
Buenaventura Báez, quien se convirtió en representante de 
la pequeña burguesía en ausencia de Duarte. La representa-
tividad jurídico-política estuvo definida por determinantes 
ideológicos de carácter conservador. Arguyendo traición a 
1 Tema presentado en el Fórum “Pedro Santana: ¿dentro o fuera del Pan-
teón Nacional?”, organizado por la Escuela de Historia y Antropología 
de la UASD, Santo Domingo, 15 de octubre de 2018. Retrabajado para 
Ecos.
2 Antropólogo egresado de UASD, candidato a doctor de la Universidad 
de Sevilla. Profesor de Antropología e Historia de la Escuela de Historia y 
Antropología de la UASD. Premio de Historia Vetilio Alfau Durán AGN 
2015, con la obra El modelo anticaudillista.
E C O S
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018
16
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
la patria, ejecutó asesinatos políticos, amparado en el artí-
culo 210 de la Constitución. Profundizó el estado de miseria 
mediante el uso del 80% del presupuesto en gastos mili-
tares. Y precipitó la anexión, la cual despertó esperanzas 
entre las masas, pero provocó la reaparición del fantasma 
esclavista entre los vecinos haitianos y, sobre todo, la Gue-
rra Restauradora. Santana pasó de victimario a víctima al 
ser humillado por los españoles; aun así debe ser excluido 
del panteón nacional.
Palabras claves: formación social, caudillismo despótico, 
Independencia Nacional, anexión, hateros.
Political-Military Trajectory of General Pedro Santana 
and its Historical Category
Summary
Pedro Santana was the main nineteenth-century autocrat 
with patriarchal and despotic profile. He emerged from 
a social formation with deep colonial roots, consolidated 
with the War of Reconquest. He stood out as maximum 
representative of cattlemen and was supported by key figu-
res of enlightened conservatism to execute the annexation. 
His main rival was Buenaventura Báez, who became the 
representative of the petty bourgeoisie in the absence of 
Duarte. The political legal representativeness was defined 
by conservative ideological determinants. Arguing treason 
against the homeland, he executed political assassinations, 
protected by Article 210 of the Constitution. He deepened 
the state of misery by using 80% of the budget in military 
spending. He also hastened the annexation, which aroused 
expectations among the masses, but caused the reappea-
rance of the slave ghost among the Haitian neighbors, and 
above all, the Restorative War. Santana went from victimi-
zer to victim when humiliated by the Spaniards; even so, he 
must be excluded from the National Pantheon.
17ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Keywords: social formation, despotic autocracy, National 
Independence, annexation, cattlemen.
Introducción
Desde una mirada epistémica desprejuiciada se compren-
derá con relativa facilidad que la formación económico-social 
prevaleciente en la parte Este de la isla de Santo Domingo, que 
devino en República Dominicana a partir del 27 de febrero 
de 1844, representaba niveles de desarrollo insuficientes para 
la instauración de un Estado democrático-liberal. Un Estado, 
al menos, como el descrito en la constitución confeccionada 
bajo los presupuestos político-ideológicos del patricio Juan 
Pablo Duarte y su organización La Trinitaria, los cuales fue-
ron desnaturalizados a través de la inserción del artículo 210 
que otorgaba poderes extraordinarios al presidente Santana. 
La dominicana era una sociedad donde la herencia definida 
por los nexos patriarcales entre el amo y el esclavo aún man-
tenía un poder determinante en la mentalidad de las masas. 
De esa relación alienante —dominio-subordinación—, nace 
el poder ilimitado de quien tiranizó el ejercicio político del 
país; y, luego de la anexión, sería degradado a la categoría de 
Marqués de Las Carreras. Y no obstante la labor apologética 
del séquito intelectual que legitimó su caudillismo despótico, 
su estatura histórica fue disminuida por la anexión. Con esa 
acción quedó evidenciado que, el pacto establecido con los 
trinitarios, fue una jugada táctica, a través de la cual el sector 
hatero-ilustrado utilizó los recursos de la pequeña burguesía 
liberal para alcanzar la separación de Haití y concretar sus 
propósitos anexionistas.
Ahora bien, al margen de las pasiones que despiertan las 
posturas ideológicas y los intereses políticos sobre la pertinen-
cia o no de la permanencia de los restos de Pedro Santana en el 
Panteón de la Patria, los historiadores tienen la responsabilidad 
18
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
de ofrecer respuestas objetivas ante la comunidad académica y 
la sociedad. La controversia que enfrenta a liberales y conser-
vadoras sobre los méritos patrióticos del personaje en cuestión, 
para merecer reposar o no en el espacio reservado para los for-
jadores de la dominicanidad, constituye un ejercicio necesario 
cuya trascendencia repercutirá como referente paradigmático, 
sea cual fuere el resultado de la decisión de académicos, políti-
cos, legisladores e intelectuales al respecto. En esa perspectiva 
los estamentos académicos, y las instituciones llamadas a sal-
vaguardar los intereses de la patria, tienen ante sí un desafío 
cuya responsabilidad es indeclinable. La juventud dominicana 
merece y espera ser correctamente orientada acerca de cuál 
es el comportamiento cívico y patriótico apropiado para ser 
reconocido como ciudadano ejemplar. La elevación a héroe 
nacional del caudillo seibano, mediante el depósito de sus des-
pojos mortales en el panteón de la patria, tiene la agravante 
de haber sido el resultado de una jugada política coyuntural, 
utilizada por el veterano Joaquín Balaguer, con la cual intentó 
perturbar el avance liberal, que auguraba la victoria del can-
didato del Partido Revolucionario Dominicano, el hacendado 
Antonio Guzmán Fernández, el 16 de mayo de 1978.
Es decir, en fecha 23 de julio del año 1978, faltando solo 
24 días para transferir el mando presidencial al perredeísta 
Guzmán Fernández, el saliente primer mandatario Joaquín 
Balaguer ordenó trasladar las cenizas del personaje en cues-
tión al Panteón Nacional. Desde entonces se ha suscitado una 
controversia sobre la pertinencia o no de aquel acto de recono-
cimiento a favor de quien, no obstante haber sido una figura 
decisiva en el plano militar, para la derrota de las tropas de 
ocupación haitiana, ordenó diversos fusilamientos sumarios al 
amparo del Artículo 210 de la Constitución promulgada el 6 de 
noviembre del año 1844 que le otorgaba poderes dictatoriales 
y, además, decidió la afrentosa anexión a España. Es cierto que 
el general Santana protagonizó batallas como “El Número”, 
“Cachimán”, “El Memiso”, “Las Carreras”, entre otras, con las 
19ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
cuales impuso la superioridad de sus tropas sobre los haitianos; 
y es cierto que las mismas fueron decisivas para la creación de 
la república. Pero su forma de proceder condujo al patíbulo a 
patriotas como María Trinidad Sánchez, José Joaquín y Gabino 
Puello, Antonio Duvergé, Francisco del Rosario Sánchez, los 
hermanos Matías, entre otros, y enajenó la soberanía nacional 
mediante el acto anexionista.
1. Papel de Pedro Santanaen la fundación del Estado 
dominicano y las pugnas entre conservadores y liberales
En primer lugar, es preciso decir que el origen jurídico del 
Estado dominicano se remonta a la Independencia Efímera 
en el marco de la cual Núñez de Cáceres elaboró la primera 
constitución para regir los destinos de Haití Español. Este acto 
independentista contra el colonialismo español tuvo lugar en 
el mes de noviembre del año 1821. Esta acción constituyó una 
experiencia independentista de corta duración, de apenas 39 
días en promedio, por lo que se conoce con este nombre. Este 
ensayo independentista tuvo una serie de perturbaciones entre 
las que se halla la anexión a la Gran Colombia, entonces re-
genteada por el libertador Simón Bolívar, la cual no prosperó, 
entre otros factores relacionados con las contradicciones inter-
nas que encerraba el acontecimiento político, porque no logró 
conciliar los distintos intereses de clases del pueblo dominica-
no. Fue en el contexto de aquella crisis de sostenibilidad que 
se produjo la ocupación haitiana, encabezada por Jean Pierre 
Boyer, el 9 de febrero de 1822. Contra la dictadura encabezada 
por aquel déspota haitiano se llevó a cabo el proceso de re-
sistencia por parte del pueblo dominicano que culminó en la 
proclamación de la independencia nacional o separación, que 
dio origen al Estado dominicano vigente hasta hoy, y que fue 
disuelto mediante la anexión a España en 1861, siendo reesta-
blecido por la guerra Restauradora (1863-1865).
20
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
Ahora bien, el centro de este análisis lo constituye el sur-
gimiento y desarrollo del caudillismo despótico encabezado 
por el general Pedro Santana, a partir de la guerra separa-
tista o de Independencia del 27 de febrero de 1844. En este 
proceso descolló su controversial figura como el principal 
referente caudillista del siglo XIX, siendo su principal rival el 
déspota ilustrado Buenaventura Báez, quien también acaudi-
lló al pueblo dominicano durante los periodos de la Primera 
y la Segunda República, respectivamente. De forma que, en 
la estructuración del Estado dominicano, la representatividad 
jurídico-política y político-social estará definida a partir de 
determinantes ideológicos, en torno a una mentalidad, has-
ta cierto punto patriarcalista, encarnada por Pedro Santana, 
máximo representante de la clase dominante de los hateros, 
en oposición a la utopía liberal-democrática que idealizó la 
pequeña burguesía representada por Juan Pablo Duarte y los 
trinitarios. Las rivalidades desencadenadas entre ambos sec-
tores, desde la alborada de la independencia, se prolongarían 
hasta el presente, dejando como saldo el dominio casi absoluto 
del sector conservador sobre los defensores del liberalismo-
nacionalista. Por ejemplo, la Junta Central Gubernativa, primer 
gobierno colegiado instituido en el país mientras se diseñaba la 
primera constitución, proclamada el 6 de noviembre de 1844, 
estuvo encabezada por el conservador ilustrado Tomás Boba-
dilla, contra quien Francisco del Rosario Sánchez protagonizó 
el primer golpe de Estado, apenas un mes después de haberse 
proclamado la independencia. El contragolpe encabezado por 
Santana, casi de inmediato, destituyendo la junta presidida por 
Sánchez, sellaría una lucha a muerte que culminó en la impo-
sición de Santana como ley, batuta y constitución, condición 
que se “legitimaría” con la inserción del artículo 210 a la Cons-
titución, la cual otorgaba poderes dictatoriales al presidente 
seibano. Desde entonces el gobernante procedió despóticamen-
te contra todos los disidentes que giraban en torno a Duarte 
y al sector liberal, que defendían intransigentemente el ideal 
21ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
de la soberanía y la independencia. Los encarcelamientos, los 
destierros, los asesinatos políticos bajo el argumento falaz de 
traición a la patria, en la que jamás creyó el tirano seibano, 
constituyeron los mecanismos a través de los cuales se impuso 
su voluntad despótica, que respondía a una mentalidad y a 
una coyuntura en la que el peligro haitiano sirvió de ardid para 
mantener en el poder a aquel gobernante, movido más por la 
fuerza del odio y del instinto que por razones ideológicas o 
convicciones patrióticas, que nunca tuvo.
De modo que, en la coyuntura, los perfiles del general Santa-
na encajaban adecuadamente en la psicología social del pueblo 
dominicano, en virtud de sus raíces coloniales, representadas 
por este, mejor que por ningún otro. Esta condición la atestigua 
su inocultable hispanofilia; y, en el marco de la cual se había 
configurado una mentalidad que impedía a la colectividad so-
cial ver otros peligros, al margen de la amenaza haitiana, en 
el camino hacia la consolidación de la soberanía. Entonces, al 
aceptarlo como imprescindible, en la tarea de enfrentar mili-
tar y políticamente al invasor haitiano, se partía del criterio 
colectivo de que, el mismo, encarnaba la única esperanza de 
redención. Semejante percepción derivaba de la ausencia de 
una conciencia nacional que se fue forjando en medio de enor-
mes perturbadores asociados a la reivindicación inconsciente 
de España como la “Madre Patria”, inducida por una élite con-
servadora e ilustrada, que se beneficiaba de dicho estado de 
alienación. Este proceso de afianzamiento de la conciencia na-
cional tardaría mucho tiempo, luego de la guerra separatista; 
y debieron ocurrir grandes rebeliones como la Guerra de la 
Restauración, como reacción a la anexión, para que el pueblo 
experimentara un despertar espectacular. No obstante, aquella 
gesta no fue suficiente para desterrar los demonios del colonia-
lismo y el anexionismo promovidos por una oligarquía política 
sin fe en el destino autonómico dominicano. Debieron acon-
tecer otras tentativas imperialistas en contra de la soberanía 
nacional que producirían estremecimientos inauditos de las 
22
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
masas populares, y que darían lugar a la toma del gobierno de 
los liberales, los cuales —aunque por breve tiempo—, represen-
taron un hálito de esperanza para la institucionalización de la 
democracia. Al respecto sentencia Pedro Henríquez Ureña que 
no fue sino hasta la Guerra de los Seis Años, acaecida durante 
el cuarto mandato de Báez, en que los liberales, bajo el lide-
razgo de Luperón, se enfrentaron a las tentativas anexionistas 
del territorio nacional a los Estados Unidos de Norteamérica, 
cuando se inició el despertar definitivo del pueblo frente a sus 
opresores internos y externos. Afirma que la intelección de la 
independencia nacional, por parte del pueblo dominicano, cul-
mina con la Guerra de los Seis Años, en 1874, tras la caída del 
cuarto mandato de Buenaventura Báez. Especialmente a partir 
de este acontecimiento el país realizó “esfuerzos meritorios” 
para su democratización, no obstante grandes dificultades3. 
En todo el periodo previo, el caudillismo constituyó el signo 
político-social determinante.
El concepto de caudillo se refiere a la suplantación 
de las instituciones por parte de un individuo en so-
ciedades con escaso grado de desarrollo. En estas, el 
mesianismo y las personalidades fuertes emergen 
como esperanzas de redención, concitando las sim-
patías y adhesiones necesarias para realizar ejercicios 
personalistas del poder, en supuesta representación de 
3 Pedro Henríquez Ureña, “Escritos políticos, sociológicos y filosóficos”, 
en Obras Completas, Tomo V (Santo Domingo: Editora Nacional, 2004). En 
este aspecto Henríquez Ureña también pondera el valor y trascendencia 
de la Independencia Efímera; y argumenta que aun cuando la misma no 
pudo sostenerse por las circunstancias que la rodearon, con ella inició 
el proceso de formalización de la definición de un nivel de conciencia 
colectiva quese expresó en la constitución del efímero Estado instaurado 
en noviembre de 1821. Además sostiene que es más elegante reivindicar 
la independencia frente a España que frente a Haití, lo que curiosamente 
sugiere cierto prejuicio en una figura de sus dimensiones intelectuales y 
humanísticas.
23ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
sus respectivos pueblos. Este se expresa, en el sujeto 
como instrumento de cambio; como factor de unifi-
cación frente al peligro. Además, enfatiza el hecho de 
que, la personalidad del caudillo se impone por cua-
lidades sobresalientes y por cuanto refleja el pensar 
y el sentir de una época; su existencia y su vigencia 
están asociadas a una voluntad, a un sentir y a una as-
piración colectiva cuyo mecanismo para alcanzar su 
realización es el individuo. Dice que sus credenciales 
para desempeñarse como tal son sus dotes persona-
les, y lo que es él es un producto social, no como él ha 
querido ni elegido, sino en términos de las calidades 
y los defectos adquiridos en un contexto social especí-
fico. De modo que el caudillo es un constructo social; 
un resultado de lo que el medio en el devenir histórico 
le ha asignado como valor y condición4. Lauy, en un 
4 José L. Vásquez Romero, El modelo anticaudillista y desarrollista del presi-
dente Ramón Cáceres, Premio Nacional de Historia Vetilio Alfau Durán, 
(Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2015). En esta obra se 
pone énfasis en la poderosa repercusión que tuvo la formación social vi-
gente en la sociedad dominicana decimonónica y del siglo XX en el com-
portamiento político de las masas, las cuales delegaban su suerte a las 
iniciativas de sujetos políticos revestidos de un poder económico y social 
que le otorgaba un prestigio que definía la adhesión de amplias franjas 
populares alrededor de sus proyectos personalistas. El autor clasifica el 
caudillismo en secular y moderado, cada uno de los cuales respondía a 
una visión distinta de la sociedad por parte de los individuos que lo os-
tentaban. La obra distingue también entre partidos caudillistas y no cau-
dillistas, cada uno de los cuales respondía a la mentalidad de sus líderes, 
los que les impregnaban su sello personal. Dentro de este es que el autor 
también destaca las modalidades de caudillismo regional, en términos de 
las cuales el país se mantuvo dividido políticamente a lo largo del siglo 
XIX. Las figuras que concentraban el poder en las respectivas regiones 
y provincias eran especies de caciques, señores de horca y cuchillo, que 
fueron desactivados durante el gobierno del presidente Ramón Cáceres, 
y que se reactivaron tras su asesinato, en el marco de la montonera surgi-
da en la guerra de 1912, protagonizadas entre bolos y coludos (jimenistas 
y horacistas). Ibídem, 50-61.
24
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
estudio sobre el caudillismo dominicano durante el 
siglo XIX, presenta cinco causas fundamentales que 
explican dicho fenómeno. Primero, las masas popu-
lares tienen escasa preparación, por lo que resultan 
más fácilmente manejables por un líder capaz y/o 
bien preparado. Segundo, los medios económicos 
están en manos de minorías, que pueden ejercer su 
dominio sobre la mayoría desorganizada en razón de 
la potencia del grupo minoritario dominante. Tercero, 
el caudillismo regional, fructifica entre otras razones, 
por la falta de medios de comunicación, dando lugar 
al surgimiento del caudillo de influencia nacional. 
Cuarto, la injerencia de una potencia en cuya órbita 
se sitúa un país subdesarrollado incide en la imposi-
ción del mandatario que convenga al país dominante. 
Quinto, con el pretexto del desempleo, se forma una 
enorme maquinaria burocrática y parasitaria donde 
encuentran oportunidades y privilegios los que apo-
yan al jefe político5.
En el marco de esa lógica psicosocial el general Santana era 
concebido por la mayoría de los dominicanos como la encarna-
ción de un poder invencible, dotado de una vasta influencia, de 
un enorme prestigio social, inmenso valor y energía personal. 
Además, se le tenía un reconocimiento de una superioridad 
militar expresada en su condición de gran estratega y experto 
manejador de las armas, cualidades que le otorgaban una osten-
sible supremacía en las artes de la guerra. Es justo en este plano 
que se mueven sujetos históricos que rivalizarán con la figura 
del caudillo seibano en términos de su distorsionada y falsifi-
cada representación del pueblo dominicano. En esa orientación 
los más sobresalientes fueron Buenaventura Báez y los españo-
les, y luego el general Gregorio Luperón. En esencia, entre los 
5 Ibídem, 50.
25ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
primeros tres sujetos no existían diferencias; los tres eran por 
igual enemigos del pueblo6, la excepción la representa Lupe-
rón como antítesis de aquellos. De manera que, en el marco de 
aquella realidad social, definida por condiciones materiales ca-
racterizadas por precariedades extremas, la población —en su 
inmensa mayoría rural y empobrecida— obedecía ciegamente 
a la voluntad del caudillo que le garantizaba la subsistencia. Es 
decir, bajo las relaciones de dominio-subordinación que definían 
el vínculo entre los hateros y el resto de la población, las cuales 
repercutían decisivamente en el comportamiento político de las 
masas del pueblo, era imposible que prosperase el ideal demo-
crático-liberal, fruto de las convicciones del patricio, secundado 
por un reducido grupo de jóvenes trinitarios, entre algunos de 
los cuales se produjeron importantes vacilaciones respecto al 
ideal independentista. No obstante, aquella concepción anexio-
nista tenía implícito un obstáculo fundamental; desarticulaba el 
ansiado proyecto de Estado-nación solo defendido por los tri-
nitarios. En esencia, entre los hateros, en la figura de Santana y 
sus apologistas ilustrados, se presentó una disyuntiva: o desapa-
recían como clase social ante la embestida liberal de la pequeña 
burguesía o se enajenaba la soberanía como al efecto ocurrió. A 
causa de las debilidades intrínsecas a la formación social domini-
cana, tanto los hateros como la pequeña burguesía comportaban 
una ostensible vulnerabilidad, agravada por la crisis económica 
heredada del periodo de ocupación como de la propia guerra 
separatista, que afectaba toda la estructura social. Por tales mo-
tivos, el sector conservador, a pesar de estar convencido de que 
la salida definitiva era a través de la anexión o del protectorado, 
accedió a una alianza coyuntural con los trinitarios; semejantes 
razones tenía la pequeña burguesía agrupada alrededor del lide-
razgo del patricio, para concertar una alianza con quienes habían 
evidenciado estar desprovisto de la confianza y la fe suficientes 
6 Hugo Tolentino Dipp, Gregorio Luperón: biografía política (La Habana: 
Casa de las Américas, 1979), 88 y 106.
26
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
en las propias fuerzas de los dominicanos, para sobrevivir sin 
el padrinazgo de una poderosa nación europea, tanto al peligro 
haitiano como a la miseria que asolaba a la naciente república.
Es decir, pese a las convicciones colonialistas de la clase domi-
nante, Juan Pablo Duarte7 consiguió imponer su punto de vista, el 
cual fue aceptado, no porque se compartía, sino porque además 
de la necesidad de aunar esfuerzos ante las amenazas proceden-
tes del oeste, a los trinitarios no se les veía como un obstáculo de 
fuerza mayor materializar, para llegado el momento, los planes 
anexionistas o proteccionistas. Aduce Bosch que la crisis social y 
la debilidad entre las clases sociales era tal que hubo momentos 
—como en el caso de la revolución cibaeña de julio 1857—, en 
que las rivalidades se produjeron en el segmento de la pequeña 
burguesía, representada por los tabaqueros (comerciantesinter-
mediarios y cosecheros), y el sector liderado por Buenaventura 
Báez, que estaba representado por la pequeña baja burguesía 
que era la mayoría, pero que había sido afectada por su política 
financiera. De manera que aquellos pasaron a apoyar el retorno 
del caudillo seibano, a la presidencia de la República. Y aunque 
las rivalidades permanecerán hasta la salida del escenario de los 
hateros, con el estallido de la Guerra Restauradora, la primera 
parte de la confrontación culminó el 4 de agosto del año 1848 
con la renuncia de Santana, debido a la sistemática “agitación” 
de la pequeña burguesía y a la crisis económica que estrangu-
laba al país, luego de lo cual asumió la presidencia el liberal 
Manuel Jimenes. Este, con apenas tres semanas en el gobierno, 
decretó una amnistía general a favor de todos los presos políti-
cos y el retorno desde el exilio del patricio. No obstante, dada la 
debilidad de la pequeña burguesía y de la pronta recomposición 
de los hateros, el panorama político se tornó a favor de dicho 
sector conservador. Aprovecharon la ocupación de Faustino 
Soulouque, acaecida en marzo de 1849, asumiendo el control de 
7 Juan Bosch, Composición social dominicana (Historia e interpretación) (Santo 
Domingo: Alfa y Omega, 2007), 250.
27ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
la ciudad luego de incendiar el poblado de San Carlos, apresar 
al general Antonio Duvergé y forzar la renuncia del presidente 
Jimenes, quien en el mes de mayo partió al exilio de Curazao 
junto a su gabinete, tras lo cual el caudillo Pedro Santana rea-
sumió el gobierno, apresó a un gran número de sus enemigos y 
desterró a cincuenta de ellos. El 24 de septiembre de ese mismo 
año Santana cedió el gobierno a Báez luego de que el Congreso 
lo designara “Libertador de la patria” y le asignara una casa ubi-
cada en la calle El Conde8.
Entonces queda claro que, el hostigamiento al que se vio 
sometida la República Dominicana desde su fundación por 
parte de los haitianos, conminó a Pedro Santana a fortificar los 
8 Ibídem, 250-251. La situación descrita y analizada por Bosch en esta obra 
constituye una especie de radiografía de la sociedad de mediados del siglo 
XIX, caracterizada por un estado de miseria generalizado que no exceptua-
ba a los miembros de los estamentos políticos. Por eso enfatiza el hecho de 
que los niveles de improvisación y de subsistencia eran tan altos que solía 
pasarse de ser carretero o bodeguero a coronel o general del ejército, con 
la misma facilidad con la que al descender de las jerarquías militares se 
retronaba a las antiguas labores de economía doméstica. Además revela la 
inestabilidad estructural que afectaba las instituciones estatales, lo cual se 
expresaba en los planos económico, político y social. En las circunstancias a 
las que se refiere el profesor Bosch se imponía en forma definitiva el predo-
minio de los conservadores sobre los liberales mediante el enfrentamiento 
entre el general Santana y el general Manuel Jimenes, quien fue destituido 
y en su lugar se impuso a Báez; con cuya elección se iniciaba un proceso de 
consolidación política del que descollaría como principal rival del caudillo 
del este en la nueva coyuntura. Además realiza una clasificación atípica de 
las clases sociales, en la que sitúa la pequeña burguesía en una posición 
antagónica frente a los hateros que constituían la clase dominante. Los es-
tratos en los que subdivide la pequeña burguesía van desde alta, media, 
baja y muy baja. Atribuye las rivalidades entre Santana y Báez a la ausencia 
de una clase dominante, en lugar de la cual se impuso el personalismo que 
dio lugar al caudillismo despótico y al caciquismo político-social. A esta 
misma realidad atribuye Bosch la crisis financiera desatada en el año 1857, 
basada en la emisión de dinero inorgánico, la cual provocó el derrocamien-
to de Báez, quien fue sustituido por Santana. Ibídem, 50 y siguientes. Ver 
también, Juan Bosch, La Guerra de la Restauración (Santo Domingo: Alfa & 
Omega, 2007), 17 y siguientes.
28
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
estamentos militares mediante la estructuración de un ejército 
capaz de defender el territorio cuya vulnerabilidad derivaba 
de una doble ventaja para los adversarios del oeste: una su-
perioridad militar en el plano numérico, y posibilidades de 
cruzar una extensa frontera al menor asomo de descuido de 
la defensa dominicana. Esa realidad repercutió en la consoli-
dación de la figura caudillista del déspota Santana, al tiempo 
que contribuyó a profundizar los niveles de empobrecimiento 
del pueblo, dado que alrededor del 80% del presupuesto se 
gastaba en defensa9, lo que además daba nuevos argumentos 
a los anexionistas y proteccionistas para sustentar sus proyec-
tos. Bajo este esquema de seguridad nacional Santana decretó, 
a partir de noviembre de 1844, el servicio militar obligatorio, 
con la excepción de los casados con hijo, y que vivieran junto 
a sus familias, así como “los hijos únicos de viudas pobres y 
padres ancianos”, que recibieran la asistencia de dichos hijos. 
También quedaban excluidos del servicio militar obligatorio 
los adolescentes menores de 15 años y los adultos mayores 
de 40; así como los comerciantes. Adicionalmente se creó un 
cuerpo policial que se ocupaba de garantizar la moral pública 
y la abstención por parte de los adversarios del gobierno de 
proferir insultos contra sus autoridades así como profanar o 
irrespetar los estamentos religiosos10.
9 Sí se observan los contrastes entre la asignación de partidas económicas 
a cualquier cartera del Estado y con la destinada a las fuerzas armadas, 
se notará el carácter de economía de guerra que predominaba en el país. 
Es decir mientras que para “Instrucción pública se consignaba $2,720”, 
al departamento de Guerra y Marina se asignaba el cuantioso porcentaje 
establecido en el texto. El ejército asomó pues, desde entonces, como 
una superestructura privilegiada, llevando el sello personal del caudillo 
seibano. Además, bajo este esquema, no había la más mínima posibilidad 
de encauzar al país por el camino del progreso, dado que la población 
mayoristamente rural, alcanzaba un promedio del 95% de analfabetismo. 
Ver Juan Isidro Jimenes-Grullón, Sociología política dominicana (1844-1966), 
volumen 1 (1844-1898), (Santo Domingo: Alfa & Omega, 1980), 29-30.
10 H. Hoetink, El pueblo dominicano: 1850-1900, (Apuntes para su sociología 
histórica) (Santiago: Universidad Católica Madre y Maestra, 1972), 161.
29ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Como se observa, la medida militar contenía cierta flexibili-
dad respecto a los sectores excluidos; además, debido al estado 
de inestabilidad e incertidumbre existente en el país, estas 
medidas experimentaron importantes cambios a lo largo del 
desarrollo de las hostilidades con los invasores. Por ejemplo, 
apenas ocho meses después de aquellas primeras medidas de 
emergencia, en julio de 1845, se incrementó la edad para el ser-
vicio militar desde los 15 hasta los 45 años. Se exceptuaba a los 
discapacitados, a los empleados públicos y a los adultos ma-
yores de 60 años; a estos últimos solo se les obligaba a prestar 
servicios de vigilancia en situaciones de emergencia nacional. 
El rango de edad comprendido entre los 46 y los 60 años es-
taba reservado para los dominicanos que constituyeron “Las 
guardias cívicas”, un cuerpo militar del cual también forma-
ban parte los extranjeros que tuviesen residiendo en el país por 
un periodo de tres meses. Quienes acudían voluntariamente 
a los requerimientos de los servicios militares del gobierno 
se les daban privilegios especiales. Entonces Santana creó un 
registro denominado “Recapitulación de los más distinguidos 
patriotas”. En el año 1846 se creó un ejército profesional, in-
tegrado por una matrícula que oscilaba entre 8 mil y 10 mil 
soldados, distribuidos a nivelnacional, como forma de evitar 
la dispersión y los trastornos provocados por el servicio mili-
tar, que muchos civiles trataban de eludir11.
Ahora bien, las debilidades e inconsistencias inherentes tan-
to al liderazgo del bando conservador como del liberal, pero 
sobre todo de éste último, tuvieron expresiones traumáticas, 
a veces inconcebibles, si no se procede con suficiente apego a 
los correctos procedimientos epistemológicos en el análisis de 
a las fuentes históricas. Es decir, los prejuicios, las verdades 
preconcebidas contribuyen a mitificar la vida de personajes y 
procesos que provocan confusiones conducentes a dificultar la 
posibilidad de separar el mito de la historia. En esa lógica, las 
11 Ibídem, 161-163.
30
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
informaciones que llegan al lector de los libros de historia, las 
cuales afectan relativamente igual a profesionales y a estudian-
tes, la omisión de datos relacionados con hechos protagonizados 
por los próceres de la independencia crean una nebulosa que 
impide comprender las verdades del pasado dominicano con 
la objetividad que requiere un ejercicio científico de la historia 
como disciplina epistémica y metodológicamente sustentada 
por el contenido de las fuentes. Por ejemplo, la lucha por el 
control del poder político colocó en posición tan desventajosa 
a los liberales en la etapa fundacional de la república, en que el 
predominio hatero fue evidente, que el propio patricio Francis-
co del Rosario Sánchez fue comprometido con hechos propios 
de la mentalidad maquiavélica y maquinadora del sector que 
obedecía a las directrices de Santana. Tal es el fusilamiento del 
“invicto” general Antonio Duvergé, para cuya acusación fue se-
leccionado, en el año 1849, al citado patricio. Haberse negado a 
conspirar contra el gobierno liberal de Manuel Jimenes constitu-
yó el ardid y la causa principal por la que el héroe de Santomé 
fue llevado al patíbulo, el 11 de abril de 1855. En la ocasión 
Sánchez se desempeñaba como jefe militar de la Plaza de Santo 
Domingo, siendo escogido como fiscal acusador de Duvergé. Ya 
antes, el 8 de marzo de 1844, Sánchez apareció brindando su 
apoyo al caudillo seibano, mediante la firma del Plan Levasseur, 
consistente en el protectorado a Francia y la cesión de la Bahía 
de Samaná12 a esa potencia europea.
2. La ideología anexionista: fundamentos y defensores
El anexionismo tuvo como principal fundamento la concep-
ción de que la República Dominicana no tenía posibilidades 
12 Gustavo Adolfo Mejía Ricart, Historia de Santo Domingo (Volumen IX), La 
dominación haitiana (1822-1844) (Santo Domingo: Archivo General de la 
Nación, 2015), 262-263; Juan Bosch, Composición social dominicana…, 255.
31ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
de mantener su autonomía frente a Haití sobre la base de sus 
propias fuerzas. Esto planteaba el dilema de que, al buscar la 
anexión o el protectorado en una potencia europea, se lograría 
el propósito de mantener alejada la amenaza haitiana, pero de 
todos modos la soberanía perecería al entrar en un pacto de-
finido en términos de subordinación y dominio con Francia, 
Inglaterra o España, que fueron las opciones barajadas en el 
tablero de ajedrez político de la coyuntura. Dicha solución fue 
reivindicada como salida de vida o muerte, desde antes de pro-
clamada la separación de Haití, por los apologistas del general 
Pedro Santana, entre los que se hallan Tomás Bobadilla, uno 
de los principales representes del sector ilustrado, definido 
como figura de principalía y caracterizado por sus condiciones 
de “jesuita incorregible”, “osado” y “sagaz”; Manuel Joaquín 
Del Monte, descrito como “aristócrata” y “conservador” a la 
usanza del siglo XV, además de “apasionado” y “rencoroso”; 
Miguel de la Bastida, definido como “dialéctico” (polémico y 
controversial) y muy “astuto”; José María Caminero, descrito 
como poseedor de un carácter “dúctil, incapaz de no corroborar 
con los dictámenes de la injusticia”; Ricardo Miura, definido 
como un sujeto sin iniciativas, “subordinado y sinuoso”.13 Apa-
drinado por este séquito para el cual el cadalso y el patíbulo 
constituyeron los medios de sanción justificados, demandados 
por el poder, actuó el déspota de El Seibo. Alentada por la con-
cepción ideológica conservadora, esa articulación de fuerzas 
élites se tradujo en una combinación imbatible, por una débil 
pequeña burguesía liberal integrada por jóvenes, que debuta-
ban en la actividad política por vez primera, a instancia de Juan 
Pablo Duarte, que no obstante ser el mayor del grupo, apenas 
tenía 25 años de edad cuando funda “La Trinitaria”. Además 
de Bobadilla, ya empezaba a descollar el intelectual anexionista 
Manuel de Jesús Galván, un santanista e hispanófilo fanatizado 
13 Miguel Ángel Garrido, Siluetas, (Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 
1974), 83-84.
32
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
y empedernido, para quien la anexión a España representó el 
camino hacia el bienestar del pueblo dominicano. En su con-
dición de apologista de la anexión, Galván enfrentó a diversos 
sectores y personalidades defensoras de la independencia y 
la soberanía nacionales, a los cuales definió como pesimistas. 
En su defensa siempre auguró un ilusorio estado de bienes-
tar, que tras la Guerra de la Restauración se trocó en tragedia 
nacional. Enjuicia a los patriotas que impugnaron la anexión 
definiéndola como la obra de un reducido grupo de la clase 
dominante y que el pueblo la rechazaba porque “no le con-
venía”. Acusa de delirantes y apasionados a los liberales que 
se opusieron a la enajenación de la soberanía mediante la 
aventura de disminuir la república a la categoría de provincia 
ultramarina. La fiebre anexionista lleva a Galván al extremo 
de afirmar que, los que como él defendían aquel ideal con 
“todas las fuerzas” de su alma, como principio fundamental, 
lo hacían bajo el firme convencimiento de que el país ganaría 
moral, política y materialmente14.
Ahora bien, el delirio anexionista del autor de Enriquillo lle-
gó a extremos tales que, a juzgar por su fe en aquel proyecto, 
cayó en el autoengaño, al suponerle a la realeza bondades en 
las que solo una mente alucinante como la suya podía creer. 
Dicha actitud, además de conservadora a ultranza, también 
estaba permeada de una alta dosis de “ingenuidad”, dado que 
el altruismo que les supone a las autoridades imperiales des-
cribe una exagerada confianza en quienes estaban marcados 
por una historia oprobiosa, que un intelectual de su estirpe no 
debía ignorar, por mayor estado de embriaguez que lo embar-
gara. Entonces por los resultados derivados de aquella nefasta 
decisión, dados los traumas que provocó, se infiere que el in-
telectual aludido sufrió sombríos estados de frustración ante 
14 Manuel de Jesús Galván, “Diversas fases de la anexión”, en Textos reunidos 
1: Escritos políticos iniciales, Andrés Blanco Díaz [Ed.] (Santo Domingo: 
Archivo General de la Nación, 2008), 71-73.
33ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
el desplome de sus fallidas preconizaciones. De modo que en-
tiende que la “reincorporación a la madre patria” aseguraba 
un porvenir exitoso, en virtud de la magnanimidad de España, 
la que al “cobijar” a la República Dominicana “bajo la sombra 
protectora de su fuerza y su poder” comprendería su elevada 
misión política y social y no intentaría, ni por asomo, desco-
nocer los derechos y las libertades, adquiridos a través de un 
prolongado proceso de luchas políticas15 de los dominicanos. 
Aquel sentimiento colonialista e hispanófilo de Galván tam-
bién se expresa en forma diáfana cuando afirma,
España, siempre generosa y siempre grande, re-
conociendo con júbilo al hijo que había perdido, y 
aumentando así la gran familia española, dar provi-
dencialmenteun paso gigante en la consideración de 
las demás naciones, restablecer el respeto de su nom-
bre en estos mares, y colocarse en la vía conveniente 
para recuperar el influjo que le corresponde, como 
descubridora y pobladora de la América meridional. 
Todo es, por consiguiente, elevado y noble en la ane-
xión; el que no lo comprende así es ciego, el que lo 
comprende y afecta lo contrario merecería serlo.16
Ahora bien, la defensa que del anexionismo a España hace el 
intelectual en cuestión, no se limita a la búsqueda de soluciones 
económicas, políticas y sociales para la República Dominica-
na; sus convicciones están sustentadas en profundas raíces 
colonialistas integrales en términos de las cuales él se siente es-
pañol. Esto lo evidencia no solo su actitud frente al fenómeno 
dominicano, sino también a su oposición al hispanoamerica-
nismo, que desde finales del siglo XVIII procuró emancipar a 
Latinoamérica de la influencia imperial de la metrópoli que él 
15 Ibídem, 73.
16 Ibíd.
34
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
llama “madre patria”. De manera que para Galván las acciones 
independentistas de Bolívar, Miranda y San Martín, así como 
los pueblos que estos representaron, constituyeron expresio-
nes románticas consecuencia de la “fiebre” y de la “moda” de 
la época bajo el impacto de la Revolución Francesa a cuyos 
postulados liberales se opone. Cuestiona que, al igual que los 
independentistas estadounidenses, quienes protagonizaron la 
ruptura con los ingleses, los hispanoamericanistas interrum-
pieron violentamente los vínculos de “sangre” que los unían 
a la España que tanto amó. Afirma que aquella independencia 
se tradujo en una desgracia, dado que desde entonces, surgió 
un estado de anarquía seguido por tiranías que conculcaron 
las libertades y saquearon las riquezas de sus respectivos pue-
blos.17 Es evidente que la reciprocidad de intereses políticos e 
ideológicos existentes entre el sector de los hateros y la inte-
lectualidad ilustrada repercutió decisivamente en la disolución 
de la soberanía, mediante la anexión. La misma se constituyó 
en el único remedio viable para solucionar tres problemas fun-
damentales del sector conservador. Uno era, en primer lugar, 
intentar conjurar la crisis económica y financiera que agobiaba 
a la sociedad; en segundo lugar, se obtenía el resguardo de un 
Estado poderoso, como España, que despejara la angustiante 
amenaza haitiana; y, un tercer factor ventajoso, consistía en la 
oportunidad de detener el empuje que estaba alcanzando el 
sector liberal, representado por la pequeña burguesía trinita-
ria, que había concitado gran simpatía en el segmento de la 
juventud, que constituía la mayoría de la población adulta.
En la antesala de la anexión Galván describe la realización 
de ingentes escarceos diplomáticos por parte de la Repúbli-
ca Dominicana ante las principales potencias europeas, las 
cuales expresaron celos ante la posibilidad de que las ges-
tiones anexionistas a España culminaran exitosamente. Para 
17 Manuel de Jesús Galván, “Ayer y hoy”, [La razón, año I, número 10, 21 de 
junio 1861], ibídem, 75-78.
35ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
solucionar la crisis fue nombrado desde el año 1859, durante 
el gobierno de Pedro Santana, el Sr. Castellanos como ministro 
plenipotenciario. Este tenía el encargo de persuadir a Francia y 
a Inglaterra de la justeza de la anexión ejecutada el 18 de mar-
zo de 1861. La representación diplomática del Sr. Castellanos 
no fue aceptada, sino después que los ingleses y los “galos” 
impusieron condiciones previas, que Galván no especifica. Di-
chas credenciales fueron aceptadas en el año 1860, diez meses 
después de su estadía en Europa. Desde el principio, en esta 
lucha diplomática, hizo aparición la manipulación mediática, 
en la que el diario francés L’ Courrier des E’tats Unis publicó un 
artículo en el que supuestamente calumniaba al gobierno de 
Santana, sobre la base de endilgarle una labor lobista, destina-
da a conseguir el protectorado, primero del gobierno francés, y 
ante la negativa de aquel se dirigió a Inglaterra, cuyo gobierno 
también rechazó la propuesta de protectorado solicitada por 
la República Dominicana. Aquella vergonzosa difamación fue 
reparada con la actitud de España, que según Galván “había 
dispensado el más maternal afecto en aquellas amargas y ver-
gonzosas circunstancias”.18 Además, en su frenética posición 
anexionista, Galván sostiene que él estaba convencido de que 
en aquella acción política había,
Elevación de ideas y nobleza de sentimientos en un 
pueblo que sobreponiéndose a las preocupaciones 
mezquinas de ese amor propio exagerado que tan 
a menudo suele extraviar a los hombres, reconocer 
con el más sano juicio y la más filosófica sensatez los 
inconvenientes de su situación, presta dócil oído a 
la voz de su corazón y de la naturaleza, rechaza con 
enérgica firmeza las sórdidas sugestiones del interés, 
que inútilmente tratan de estimular la intriga y las 
18 Manuel de Jesús Galván, “Santo domingo, 25 de junio de 1861”, [La Ra-
zón, año I, número 11], ibídem, 79-81.
36
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
ofertas del extranjero… es sin duda elevada y noble 
la conducta del jefe de ese mismo pueblo, que en vez 
de trabar o comprimir la voluntad de sus gobernados, 
para conservar el puesto que el supremo ocupa, da 
una prueba espléndida de que es digno de él, abdi-
cándole para hacerse el primer apóstol de la opinión 
de su país, descendiendo del rango soberano19.
De lo dicho por el apologista de la anexión se infiere que todo 
cuanto hiciese viable la consumación de aquel acto jurídico-po-
lítico, sin precedentes, era plausible, digno y “noble”, aunque 
pugnaba con el principio de soberanía de un pueblo que fue 
inducido a renunciar a la misma, en virtud de falsas promesas 
de bienestar que pronto se desvanecieron. Además, considerar 
“mezquinas” las preocupaciones por la soberanía, da la justa 
medida del grado de alienación colonialista y desarraigo nacio-
nal que afectaban el comportamiento político de ese personaje. 
De igual modo, elevar a la categoría de apostolado la felonía 
del caudillo Pedro Santana es otra muestra contundente de 
la hispanofilia medular en término de la cual procedía el no-
velista y ensayista, cuya condición de dominicano solo era 
sustentable desde el punto de vista de haber nacido en el país, 
en el cual jamás creyó como nación soberana e independien-
te. En similares términos elogiosos se expresaba sobre la reina 
Isabel II, a la cual define como poseedora de una “augusta” 
condición de “soberana”, a la cual llega al extremo risible de 
atribuirle cualidades “viriles” cual si fuese un hombre. Para él, 
la reina “llevaba… varonilmente el cetro de las Españas”, en 
cuyo nombre aceptó la incorporación del país, no sin antes ase-
gurarse de la “simpatía” que concitaba aquella medida en la 
mayoría del pueblo dominicano; por tales razones y por desoír 
las voces “intrigantes” de otras potencias europeas opuestas al 
19 Manuel de Jesús Galván, “Carácter general de la anexión”, [La razón, Año 
I, núm. 12, 27 de junio de 1861], ibídem, 83.
37ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
proyecto, así como al sector nacionalista dominicano, tipifica 
como de acto noble y “magnánimo”20, la actitud de la dama 
española. Pero a pesar de los resultados funestos que pronto 
provocó la anexión, el intelectual en cuestión continuó aferra-
do a sus prédicas a favor de la “madre patria”. Por tanto en 
el mes de mayo de 1862, es decir, más de un año después de 
aquel adefesio político-jurídico, este decía que el país vivía un 
estado de bienestar como nunca antes visto, y para probar lo 
contrario retaba a los adversarios del gobierno colonial. Sostie-
ne que, luego de muchos años de turbulenciapolítica, el país 
lucía esplendoroso y alegre, habla de días más felices bajo la 
“aurora de un sol limpio y sereno”. Auguraba la evolución de 
un estado de bienestar en el que no tendría lugar el “remor-
dimiento”, en razón de que el proceso estaba cimentado en el 
respeto a la libertad y a los derechos de la ciudadanía. Entiende 
que los procedimientos del gobierno colonial diferían de los 
empleados por el “conquistador”, basados en la “ruina de los 
pueblos”, y en los métodos del “codicioso” fundamentados 
en la “posibilidad de adquirir criminalmente el bien ajeno”21. 
Es decir, Galván quiere significar que la anexión no estaría 
sustentada en los criterios de regímenes colonialistas, lo cual 
evidentemente era un razonamiento absurdo.
Sin dudas, los niveles de fanatismo a los que llegó Galván 
en su defensa a España como protectora política de la sociedad 
dominicana, lo deslumbran intelectualmente. Y recurriendo al 
refrán de que, “No hay peor ciego que el que no quiere ver”, 
al personaje de referencia no le bastaron las sórdidas protestas 
con saldos trágicos, que a la altura del mes de mayo de 1862 
había escenificado el pueblo dominicano contra las fuerzas 
anexionistas; además del estado calamitoso que en los distin-
tos órdenes afectaban a las masas empobrecidas, complicado 
20 Ibídem, 84.
21 Manuel de Jesús Galván, “La paz y el trabajo”, [La Razón, Año I, núm. 1, 
6 de mayo de 1862], ibídem, 107.
38
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
con un estado de represión que desmentía la oferta de respeto 
a las libertades públicas que se observarían durante el gobier-
no colonial. Es decir, el ambiente de privación a las libertades 
civiles e individuales bajo el ejército español, él lo definía como 
una garantía de tranquilidad y bienestar. En su delirante visión 
despótica del poder, asegura que la paz ciudadana estaba bien 
garantizada por unos cuerpos castrenses bien entrenados para 
mantener el orden, lo cual interpreta como indispensable para el 
desarrollo industrial; también destaca las virtudes administrati-
vas derivadas de una pericia probada en el resto de las Antillas 
(Cuba y Puerto Rico) donde sus gestiones de los bienes del era-
rio habían dejado “espléndidos” y “excelentes” resultados22.
Como se observa, Galván fue uno de los intelectuales que 
con mayor energía defendió el ideal anexionista. En tal senti-
do, y dado que la resistencia contra la anexión representaba un 
riesgo en el contexto de la tiranía colonialista, sus opositores 
manifestaban sus puntos de vista bajo pseudónimos. Para el 
referido personaje, el desacuerdo con aquel proyecto represen-
taba una apostasía imperdonable, por lo que habitualmente 
incursionaba en polémicas públicas con liberales nacionalistas, 
a quienes les exigía dar la cara, mientras actuaban desde la 
clandestinidad. Un documento apócrifo sin firma, titulado “La 
gran traición del general Pedro Santana”, define los términos 
usados por el folletista, luego identificado como Félix María 
Del Monte, quien recibió el apoyo de Báez, como “la innoble 
saña”. Cuestiona que el autor del escrito no solo ocultara su 
identidad, sino que tampoco revelaba el lugar ni la fecha en 
que fue elaborado. Define el manifiesto como “ridículo” y tipi-
fica la actitud discrecional de “indigna” y “doble cobardía”23, 
al ocultar su identidad y, según él, mentir sobre los propósitos 
de las tratativas anexionistas. Era natural que, al influjo de la 
22 Ibídem, 108. 
23 Manuel de Jesús Galván, “El general Pedro Santana y la anexión de Santo 
Domingo”, en Textos reunidos 2: Ensayos, Andrés Blanco Díaz [ed.] (Santo 
Domingo: Archivo General de la Nación, 2005), 13.
39ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
intolerancia del régimen despótico del caudillo de El Seibo, se 
procediera con la cautela que habían dejado como legado las 
sociedades secretas europeas del siglo XVIII y XIX y que cons-
tituyeron un recurso estratégico esencial para La Trinitaria.
De igual modo, las contradicciones y rivalidades caudillis-
tas entre Báez y Santana, el primero como representante de la 
pequeña burguesía, en sustitución de Juan Pablo Duarte24, y 
el segundo como la máxima autoridad del conservadurismo 
tradicional, son puestos en escena por Galván destacando las 
virtudes de su idolatrado caudillo seibano e impugna las ac-
titudes de su rival, a quien se refiere en términos de “un tal 
Báez”. Los compara y sobre su defendido afirma que,
Santana, hijo de una apreciable y honrada familia 
de Hincha, de grande inclinación hacia la metrópo-
li, ha sabido elevarse, sin otros medios que su propio 
mérito, su abnegación y honradez, a la categoría de 
jefe supremo de una nación; sus tendencias han sido 
siempre el bienestar y la prosperidad del suelo do-
minicano, trabajado de consuno por la ambición de 
24 Juan Bosch, Composición social dominicana…, 251-252. “Báez acabaría 
siendo el líder indiscutible de la pequeña burguesía dominicana, en su 
primera época, como líder de las capas alta y mediana de este sector de 
nuestra sociedad y más tarde como líder del sector bajo de la pequeña 
burguesía en todos su niveles”. Ibídem. De lo afirmado por Bosch se 
infiere que Báez encarnó los sentimientos e intereses de un amplio grupo 
de sectores segmentados según la clasificación socio-económica que él 
hace sobre la sociedad dominicana de la época, hasta que los liberales 
hallaron el verdadero cause de sus aspiraciones, bajo el liderazgo liberal 
de Luperón, Espaillat, Bonó, entre otros. Y a pesar de que la República 
Dominicana aun no alcanzaba la madurez política requerida debido 
al escaso desarrollo de sus fuerzas productivas, que definían una 
conciencia social distorsionada, se abrió paso a limitadas conquistas 
democráticas que al cierre del siglo XIX vieron más claros rayos de 
luz con el derrocamiento de la tiranía de Ulises Heureaux que, aunque 
provenía del sector liberal-nacionalista, dio un drástico giro a la derecha 
convirtiéndose en un déspota sanguinario.
40
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
enemigos interiores y las acometidas haitianas: Báez, 
dotado de un carácter turbulento, perturbador de ofi-
cio y corruptor de la sociedad como su difunto padre, 
dispuesto siempre, con miras que quisiéramos igno-
rar, a enajenar el territorio dominicano a la Francia 
(no obstante el sinnúmero de circunstancias que a ello 
se oponen), o a entregarlo a Haití, Báez, decimos, si al-
guna vez ha logrado asaltar el poder ha sido siempre, 
o abusando de los más nobles sentimientos, o valién-
dose del soborno y de intrigas de baja ley25.
La controversia descrita por el polémico novelista y ensa-
yista es una muestra de lo suficientemente ilustrativa de los 
niveles de tirantez que se registraron entre quienes descolla-
rían como los dos principales caudillos a lo largo de la Primera 
República; entre los que, pese a que no existían contradicciones 
antagónicas, fueron los dos principales rivales; y se erigieron 
en los referentes más representativos de una sociedad que 
no logró rebasar el personalismo, propio de una estructura 
que expresaba los rasgos esenciales de una formación socio-
económica de origen colonial, como se ha dicho y, por ende 
patriarcal. De manera que Báez solo fue el sucesor de Duarte en 
tanto representante de un sector que, ante la ausencia del pa-
tricio, quedaba en la orfandad de representación política, no así 
ideológicamente; o en tanto continuador de sus ideas indepen-
dentistas, dado que Báez era reticente a las ideas nacionalistas. 
Es decir, fue su sucesor en términos de un imperativo dialéctico, 
en el que a un caudillo hatero como Santana, habría de oponerse 
un representante de la pequeña burguesía liberal; se trata de una 
demanda de la dinámica sociopolítica, en la que el status vacan-
te debía ser ocupado por la figura relativamentemás apta, y esa 
figura era Báez; dado su adaptabilidad a los requerimientos de 
la clase dominante y al carácter de personalidad ilustrada que 
25 Ibídem, 19-22.
41ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
ostentaba. Condiciones estas enriquecidas por una acrisolada 
vocación de poder y un pragmatismo político poco común en 
el medio dominicano.
También Juan Isidro Jimenes-Grullón hace referencia a las 
características de Santana y Báez, quienes “se dividieron el 
poder” durante la Primera República, y no obstante poseer atri-
butos personales diferentes en términos de sus capacidades, 
tuvieron unidos por el común denominador de que, ninguno 
de los dos estuvo motivado —en su accionar político— por 
otra razón que no fuese descollar como caudillos despóticos, 
desprovistos de fe en las posibilidades de desarrollo del Estado 
por sus propios medios; razón por la cual defendieron el pro-
tectorado o la anexión como únicas opciones. A diferencia de 
los trinitarios y, en el plano militar, Antonio Duvergé, a quien 
define como un militar patriota “inmaculado”. Describe a Báez 
como “hombre de indiscutible capacidad política, pero de ética 
nula”; mientras a Santana lo califica como “hombre de dotes 
militares innatas… caudillo instintivo”. Reconoce que estos no 
estaban desarticulados de una matriz socio-económica, en de-
fensa de cuya preservación actuaban. Es decir,
Ambos recibieron el respaldo de los elementos más des-
tacados de la intelectualidad burguesa, que se mostraba 
también contraria a Haití, pero que alentaba principios 
reaccionarios y una total desconfianza en las posibili-
dades del país para mantener su independencia. Estos 
intelectuales se sintieron apoyados en su actitud por 
algunos comerciantes dominicanos y extranjeros, y por 
casi todos los burgueses que temían perder en la guerra 
las riquezas adquiridas. Mayor interés mostraban los 
políticos burgueses en ofrecer la república a cualquiera 
potencia extranjera, que ellas en aceptarla26.
26 Juan Isidro Jimenes-Grullón, La República Dominicana: Análisis de su pasado 
y su presente (Santo Domingo: Editora Búho, 2004), 55 y 58-59.
42
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
Ahora bien, la conceptualización sobre las clases sociales 
en este intelectual es ostensiblemente diferente a la de otros, 
como por ejemplo Bosch. Es decir, la clase social que este últi-
mo identifica como “hatera”, Jimenes-Grullón la define como 
burguesía; mientras que la que en el esquema de Bosch figu-
ra como “alta pequeña burguesía”, Jimenes-Grullón le llama 
“clase media”. De igual modo a quienes Bosch denomina 
“pequeña burguesía baja”, Jimenes-Grullón la identifica como 
“proletariado”. A la vez, este último sostiene que en el país ha-
bía una escasa burguesía liberal y atribuye a la “intelectualidad 
corrompida” el papel de ofertar la república en pública subasta 
al mejor postor27.
Como figura de contraste, y también de pronunciados per-
files caudillistas, es preciso mencionar a José María Cabral, 
conocido en los predios historiográficos como el “Protector” 
de la patria. Sus glorias de guerrero invicto traspasaron las 
fronteras de la Guerra de Independencia, dado que también 
descolló en la Guerra de la Restauración como jefe de los ejér-
citos del sur. La victoria de Santomé constituye su triunfo 
más emblemático en la Primera República; mientras que en la 
Guerra Restauradora fue el héroe de la batalla de “La Canela”, 
haciéndose respetar en la primera por las fuerzas invasoras 
haitianas y en la segunda por las fuerzas españolas. No obstan-
te, Miguel Ángel Garrido lo define como un sujeto desprovisto 
de las ambiciones y aspiraciones necesarias para dar sustento 
a su grandeza militar. Es decir, para éste intelectual, la estatura 
como exitoso estratega militar de Cabral supera los alcances 
obtenidos en su manejo como gobernante. En este plano, pese 
a los méritos cosechados en las trincheras de combate, se le 
endilga una serie de debilidades que van desde ceder su poder 
a favor de Buenaventura Báez, cuya gestión luego de la Guerra 
Restauradora respaldó, así como haber aprobado durante su 
mandato, en el año 1867, la hipoteca de la Bahía de Samaná 
27 Ibídem.
43ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
a los Estados Unidos de Norteamérica. No obstante no se ca-
racterizó por la crueldad, sino por las debilidades señaladas. 
Además se le atribuye una doble personalidad basada en 
la estoica serenidad del soldado, la falta de entusias-
mo del hombre, el desprecio a la gloria del héroe, la 
perenne indolencia del ciudadano, la rara virtud del 
patriota, la nostaljia [nostalgia] imposible de un espí-
ritu que no ha tenido jamás en sus luchas ni el ideal 
que vigoriza y eleva, ni las pasiones que encienden o 
matan, ni las transfiguraciones que condenan o sal-
van. Su vida es una eterna ironía. Campo dilatado en 
que solo supieron medrar las victorias que honran su 
espalda, y en donde dejara en el olvido, en el instan-
te mismo de cosecharlo, el esclarecido renombre que 
había de hacerle inmortal en el corazón de la patria. 
Pudo… levantarse omnipotente en el espíritu de las 
mayorías, encadenar a sus glorias los destinos de la 
recién nacida república, sostener por sobre las am-
biciones prematuras el ideal febrerista, salvar de los 
patíbulos posteriores de Santana la majestad del dere-
cho, y de los horrores de su poder absoluto la libertad 
nacional. Y no lo hizo, y siguió en la personal mono-
tonía de su estoicismo: mecánico, sin aspiraciones, 
sin alientos ni fe, sin vocaciones que aguijonearan su 
alma, sirviendo a la patria sin encariñamientos revo-
lucionarios, relegado por su propia manera de ser a 
ideas secundarias, y solo cultivó, cuando jinete inven-
cible en su caballo de guerra, ponía espanto al haitiano 
y sonreía a la muerte con la impávida serenidad de los 
héroes olímpicos28.
28 Miguel Ángel Garrido, ibídem, 92-93.
44
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
3. La revolución cibaeña de 1857 y el retorno de Santana
La crisis sistémica experimentada por la República Domi-
nica desde la fundación del Estado en el año 1844 tuvo varias 
modalidades. Una de las peores fue la expresada a mediados 
del penúltimo lustro de la Primera República a través de la 
rebelión encabezada por los tabaqueros del Cibao contra el 
gobierno de Buenaventura Báez, en el mes de julio de 1857. 
La misma respondía a debilidades inherentes a las estructuras 
económicas, políticas y sociales, que a su vez eran revelado-
ras de una formación social caracterizada por una mentalidad 
caudillista de factura patriarcal, a la que se ha hecho referencia, 
agravada con el escaso grado de desarrollo de las fuerzas pro-
ductivas, que constituyeron la principal causa del deficiente 
funcionamiento de la justicia, la política, la educación, entre 
otras. Sobre este proceso, Bosch reflexiona acerca de los facto-
res causales que lo explican, y llega a la conclusión de que, los 
acontecimientos relacionados con la rebelión cibaeña contra 
Báez, se explican en términos de varios aspectos estructurales 
y coyunturales. Es decir,
Es a la luz de la situación de miseria generalizada en 
que vivían los dominicanos entre 1850 y 1857 como 
hay que ver los acontecimientos de este último año, 
el levantamiento contra Báez que dirigió el comer-
cio cibaeño encabezado por el de Santiago, pero no 
podemos caer en la simpleza de achacarle ese levan-
tamiento a una sola causa, por ejemplo, a la operación 
de cambio de las monedas de oro y plata (que recibían 
de Europa los comerciantes cibaeños para que com-
praran tabaco que debían despachar al Viejo Mundo) 
por los billetes o papeletas dominicanos que hacía el 
gobierno… En el año 1857 Báez puso a circular una 
cantidad tan alta de esas papeletas que de 60 y 70 por 
peso oro o fuerte quevalían pasaron a 3 mil y 4 mil, 
45ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
y cuando los comerciantes compradores de tabaco vi-
nieron a darse cuenta, en vez de pesos fuertes o tabaco 
lo que tenían en las manos eran montones de papele-
tas que no valían nada, mientras que con una parte 
del oro y la plata que había recibido a cambio de esas 
papeletas el gobierno se había quedado, a través de 
intermediarios de su confianza, con el producto más 
valioso del país por esos años, que era el tabaco. El 
gobierno actuó como un estafador, y esa estafa desató 
la revolución del 8 de julio (1857), pero en realidad 
la estafa fue solo el precipitante de ese levantamien-
to, pues las causas profundas, las que no se ven o no 
ve todo el mundo, era un amasijo de contradicciones 
entre las diferentes capas de la pequeña burguesía do-
minicana, que habían estado pasando por un proceso 
de desarrollo a partir… de 1844, gracias más que nada 
a que las guerras contra Haití habían dado oportuni-
dad a muchos pequeños burgueses de las capas más 
bajas para que ascendieran en algunos casos hasta las 
más altas29.
Ahora bien, la elección del materialismo histórico como mé-
todo de análisis de la sociedad dominicana, permite a Bosch 
identificar y explicar las causas profundas que, en términos 
estructurales o sistémicos y coyunturales, dan lugar a la com-
prensión del complejo fenómeno que implica la turbulencia 
política y social del periodo decimonónico dominicano, par-
ticularmente en el interregno de la Primera República, pues 
aunque la Segunda República tuvo una singular espectacula-
ridad en tal sentido, no es el caso estudiado en este escrito. Es 
decir, la postura metodológica y epistemológica del referido 
analista constituye factores conducentes a la exposición objetiva 
29 Juan Bosch, La guerra de la Restauración (Santo Domingo: Alfa & Omega, 
2007), 17-18.
46
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
y científica de los acontecimientos, al margen de todo sesgo 
de factura ideológica. Además, el análisis clasista desde el 
cual explica el comportamiento de los diferentes grupos que 
intervienen en el proceso, supera la narrativa simplista a la que 
tuvieron acostumbrados los historiógrafos tradicionales a los 
lectores. Este enfoque, debido a la cientificidad que encierra, 
constituye un tributo al conocimiento y a su vez una valiosa 
herramienta para instrumentar el conocimiento histórico a fa-
vor del diseño de estrategias de desarrollo en el vasto campo 
de las ciencias sociales, políticas y pedagógicas. O sea, esa vi-
sión estructural de la historia en la que Bosch, coincidiendo con 
reputados teóricos del área como Fernand Braudel30, aborda el 
estudio de los hechos articulados a una matriz socio-histórica 
y socio-cultural, en términos de las cuales los mismos deben 
ser comprendidos, es un tributo inestimable a las presente y 
futuras generaciones acerca de la identificación de las causas 
que determinan el deficiente funcionamiento institucional del 
Estado dominicano, lo cual repercute en un funcionamiento 
accionar también deficiente de los distintos estamentos que 
constituyen el entramado social y administrativo.
Además, es resaltable el hecho de que el prolongado estado 
de inestabilidad que caracterizó al país en sus distintas estruc-
turas desde la proclamación de la independencia, provocó en el 
año 1857 la reedición de un fenómeno político similar, relacio-
nado con la alianza del sector de la pequeña burguesía de ambas 
coyunturas al caudillo Pedro Santana. Es decir, en el 1843 los tri-
nitarios pactaron con el sector de los hateros, lo cual permitió a 
su jefe político asumir la primera magistratura del Estado alter-
nadamente durante 17 años, hasta que se materializó la anexión; 
mientras que el sector pequeño burgués santiagués reeditó un 
pacto político parecido con el general Santana, urgido por simi-
lares debilidades socio-políticas y socio-económicas, agravadas 
30 Colectivo de autores franceses y cubanos, La Historia y el oficio del 
historiador (La Habana: Ediciones Imagen Contemporánea, 2012), 25-30.
47ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
por contradicciones con su antiguo líder (Buenaventura Báez), 
quien los llevó a la quiebra como cosecheros y comerciantes de 
tabaco.
Tras el estallido de la revolución de julio, y destituido Báez, 
los cibaeños eligieron como su gobernante a José Desiderio 
Valverde, con asiento en Santiago, tras lo cual se proclamó la 
constitución democrático-liberal más progresista en la historia 
republicana. Pero en razón de las debilidades intrínsecas del 
sector sublevado, se vieron precisados a recurrir al héroe de 
“Las Carreras” como único remedio en el contexto de la coyun-
tura para librarse de la amenaza baecista. El caudillo seibano 
en la ocasión estaba exiliado en Saint Thomas, desde donde re-
gresó —requerido por la élite política cibaeña— para asumir el 
control del gobierno. La vulnerabilidad de los revolucionarios 
del norte se expresó sobre todo en el plano militar; habiendo 
designado al general Juan Luis Franco Bidó para la toma de la 
capital. Pero este no logró concitar el respaldo suficiente en sus 
tropas, ocasión en la que se formalizó la solicitud de ingresar 
al país a Santana, al cual de inmediato se le reconoció el rango 
de general y se le asignaron “500 pesos para que levantara en la 
región de El Seibo un ejército destinado a apoyar al que comandaba 
Franco Bidó”. No obstante queda sobre el tapete la interrogante 
de por qué fracasó la revolución cibaeña; y la respuesta se halla 
en el carácter impopular de la misma, dado que la élite comer-
cial que la encabezó era la que siempre había oprimido a los 
cosecheros del tabaco, por lo que el pueblo santiagués le negó 
el respaldo a los sublevados. Además, Báez era el representan-
te de los estratos bajos de la pequeña burguesía, que endosó 
su apoyo al caudillo seibano, una vez desplazado del poder 
el presidente Báez. Antes de que Santana ingresara al país to-
maron el camino del exilio los principales representantes del 
gobierno de Santiago, entre los que se hallaban su presidente 
José Desiderio Valverde, Domingo Mallol, Benigno Filomeno 
de Rojas, Ulises Francisco Espaillat, Domingo Daniel Pichardo 
y Pedro Francisco Bonó. En el contexto del nuevo gobierno se 
48
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
impuso la Constitución de 1854, en la cual estaba contenida la 
pena de muerte, en sustitución de la Constitución de Moca31.
Ahora bien, la crisis estructural expresada —entre otros 
acontecimientos de enorme relevancia, a partir de mediados 
del siglo XIX, en la revolución cibaeña—, es explicada por Pe-
dro L. San Miguel, investigador puertorriqueño, en términos 
de una tendencia histórica de carácter insular que inició con el 
estallido de la Revolución Haitiana y continuó con las luchas 
independentistas y emancipadoras dominicanas. De manera 
que, a diferencia de los demás enfoques desde los cuales la ma-
yoría de los historiadores explican el proceso, este lo interpreta 
como expresión de un fenómeno de dimensiones globales a 
escala insular y, por ende de carácter internacional, dado que 
tanto la guerra anticolonialista de los esclavos de Saint Do-
mingue contra Francia, igual que la guerra de la Restauración, 
fueron expresiones de resistencia con matices diferentes contra 
los intereses de metrópolis europeas (Francia y España). Al en-
juiciar el proceso en el que cobra capital importancia histórica 
la rebelión de los cibaeños en el año 1857 contra Báez, afirma el 
referido investigador que,
“Visto en perspectiva histórica, la Revolución del 57 y 
la Guerra de la Restauración no fueron sino momentos 
31 Ibídem, 22-33. Fueron varios los factores que imposibilitaron a la 
pequeña burguesía cibaeña retener el poder más allá dela destitución 
de Báez. En primer lugar, se constituía en gobierno revolucionario sin 
la base social necesaria para sustentar su funcionamiento, dado que la 
pobreza generalizada que afectaba a la sociedad no exceptuaba a las 
masas empobrecidas de la región norte del país y además respondían 
a un esquema caudillista que impugnaba la intelectualidad santiaguesa 
en virtud de sus convicciones político-ideológicas liberales. En segundo 
lugar, no contaban con los recursos suficientes para sostener una guerra 
contra el sector conservador, el cual intervino como emergente ante el 
fracaso de la gestión baecista. En tercer lugar, “Esas fuerzas no constituían 
un ejército; formaban lo que en nuestra lengua española se llaman tropas 
colecticias, que son las que se componen de hombres sin entrenamiento 
militar y por tanto ignorantes de la disciplina”. Ibíd., 25.
49ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
de una serie de conflictos armados que afectaron al 
país en el ‘largo siglo XIX’ y que comenzaron con 
las conflagraciones surgidas a raíz de la Revolución 
Haitiana”32.
4. El medio social y la búsqueda del padrinazgo europeo
El contexto en el que surge el Estado dominicano como enti-
dad jurídico-política en el año 1844 ha sido descrito y definido 
por varios analistas a través de enfoques distintos, pero articu-
lados transversalmente entre sí por un común denominador. 
El mismo es expresado en el reconocimiento del predominio 
de relaciones de producción precapitalistas correspondientes 
a una formación social en la que coexistían varios modos de 
producción concomitantemente, uno dominante y otros subor-
dinados. Esta realidad implicaba el predominio de condiciones 
de vida de subsistencia, dado el carácter esencialmente rural 
de la sociedad cuya población, en su mayoría, subsistía de ac-
tividades agrícolas artesanales, bajo la condición precaria de 
un campesinado integrado por propietarios que apenas pro-
ducían para sobrevivir; y una mayoría integrada por jornaleros 
u obreros agrícolas. Otro segmento de la población rural es-
taba dedicado a labores de pastoreo en los hatos, los cuales 
representaban un modelo económico de escasa productividad, 
a pesar de que constituía el modo de producción dominante. 
En esa tesitura Juan Isidro Jimenes Gullón plantea la existen-
cia, en la República Dominicana, de dos modos de producción. 
El colonial y el capitalista. Estos comportaban características 
esencialmente distintas. El primero, afirma el intelectual de 
referencia, aparecía circunscrito de manera casi exclusiva 
a la ruralía dominicana y en él se daba una combinación de 
32 Pedro L. San Miguel, La guerra silenciosa: las luchas sociales en la ruralía 
dominicana, [2004] (Santo Domingo: Búho, 2011), 43.
50
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
caracteres “capitalistas” y “precapitalistas”. Las manifestacio-
nes más importantes de este modo de producción colonial eran 
la “aparcería” y el “patriarcalismo”, consistentes en la cesión de 
una porción de terreno por parte del latifundista al cosechero, 
a modo de alquiler o arrendamiento, por una o varias cosechas. 
Jimenes-Grullón también identifica formas de vasallaje asocia-
das a la vida de los obreros agrícolas que además recibían el 
permiso del hacendado para construir “una casa de yagua” 
en el conuco. Dichas condiciones de vasallaje las describe el 
intelectual, a partir de las ayudas percibidas por los obreros 
agrícolas, debido a la precariedad de sus salarios. Es decir, en 
tales condiciones, los trabajadores establecían con su patrón 
una especie de relación feudal. Concluye en que, el único com-
ponente propio del modo de producción capitalista que poseía 
el modo de producción colonial era el “salario”, el resto de sus 
rasgos correspondía a relaciones de producción precapitalis-
tas. En cambio, el modo de producción capitalista, el analista 
lo sitúa en el ámbito de la zona urbana, al cual correspondía 
una “clase obrera” que poseía importantes rasgos de heteroge-
neidad. Considera que entre el obrero agrícola-azucarero y el 
obrero urbano, había similitudes esenciales, dado que ambos 
subsistían casi exclusivamente de sus bajos salarios; sin embar-
go hace una diferencia fundamental entre aquellos y, el obrero 
dedicado a la industria extractiva o cortes de madera, así como 
el dedicado a “faenas agrícolas” (jornalero o echador de día), 
los cuales constituían la principal característica del modo de 
producción colonial33. A este drama socio-económico agrega la 
existencia de una tasa de analfabetismo que alcanzaba el 95 % 
de la población infantil, adolescente y adulta, aunque reconoce 
que este dato no está confirmado34.
33 Juan Isidro Jimenes-Grullón, Sociología política dominicana (1844-1966), 
volumen 1 (1844-1898) (Santo Domingo: Alfa & Omega, 1980), 27-29.
34 Ibídem, 30.
51ECOS
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
El esquema taxonómico de Jimenes-Grullón, en su jerar-
quización y diferenciación de las clases sociales, identifica la 
existencia de una “burguesía” y una “clase obrera” en la Repú-
blica Dominicana de mediados del siglo XIX, aunque como se 
ha dicho, reconoce el predominio de formas precapitalistas de 
producción. En cambio, Juan Bosch, define la formación social 
del periodo a partir de la identificación de dos clases sociales 
principales: los hateros (dominante) y dueños de los principa-
les medios de producción que eran la tierra y el ganado; y, la 
pequeña burguesía originada en la región del Cibao, dedicada 
a labores agrícolas basadas en el cultivo del tabaco, principal 
símbolo representativo de esa clase social caracterizada por la 
posesión de pequeñas propiedades. En el esquema de Bosch 
dicha clase social representaba las ideas liberales (a ella per-
tenecían los trinitarios); mientras que los hateros respondían 
a las ideas conservadoras; un conservadurismo de profunda 
raigambre colonialista, lo que se evidencia con el fenómeno de 
la anexión. Durante veinte años en promedio, la historia do-
minicana se define en términos de la confrontación entre los 
hateros y la pequeña burguesía35. Es decir, durante el periodo 
que media entre la proclamación de la separación de Haití y la 
proclama del Grito de Capotillo, los hateros fueron desaloja-
dos del poder ante la desaparición de la figura absolutista del 
caudillo Pedro Santana y la emergencia del liderazgo pequeño 
burgués-liberal de Gregorio Luperón.
En una orientación sociohistórica similar, Hugo Tolentino 
Dipp reflexiona acerca de la estructura de la sociedad sobre 
cuyas bases se erige el Estado dominicano. En las diversas “ten-
tativas” emancipadoras del pueblo dominicano se observa una 
tendencia “histórico-estructural” en la que éste trataba de re-
definir la realidad nacional a partir de los presupuestos de su 
propia constitución interna. Esto, en razón de las debilidades 
35 Juan Bosch, Composición social dominicana, Historia e interpretación (Santo 
Domingo: Alfa & Omega, 2007), 249.
52
ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018
Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero 
intrínsecas a la sociedad, explica que las luchas de las masas 
que “pugnaban por su emancipación” tuviesen varias facetas 
para el alcance de sus respectivas reivindicaciones. La ne-
cesidad de desarrollo económico y político de los sectores 
mercantiles, así como los segmentos pequeño-burgueses que 
surgieron a principios de siglo e intentaron consolidarse en el 
marco de la lucha por la independencia, expusieron sus am-
biciones de clase y la búsqueda de la libertad, como nunca 
antes, así como las pugnas y manifestaciones directas de los 
centros capitalistas europeos, constituyen elementos claves 
para la comprensión del proceso experimentado por la socie-
dad dominicana tras su separación de Haití. Es decir, debido a 
las enormes precariedades económicas y sociales, además

Continuar navegando