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Taxonomía, clasificación y nomenclatura de las bacterias 143 Taxonomía, clasificación y nomenclatura de las bacterias Teresita A. Leiva Sánchez INTRODUCCIÓN En la práctica, la taxonomía consiste en la clasificación, identificación y nomenclatura de los microorganismos. Diversos grupos de especialistas con frecuencia clasifican el mismo organismo con diferentes criterios o en diferentes niveles (especies, serotipos, presencia de una mutación o gen específico y otras), por lo que el propósito de la clasificación está orientado siempre a un fin. La identificación es la aplicación práctica de esquemas de clasi- ficación con el propósito de aislar y distinguir un microorganismo dado de otros, bien para verificar la autenticidad o las propiedades especiales de un cultivo, o bien para aislar e identificar el agente causal de una enfermedad. La nomenclatura es el mecanismo a través del cual se definen y comunican las características de un grupo taxonómico. Resulta esencial que el uso de los nombres tenga el mismo significado para todos los microbiólogos, espe- cialmente a nivel de género y especie, ya que hay casos en que el mismo microorganismo ha sido clasificado en dos géneros diferentes o tiene dos nombres distintos en cuanto a especie. Como todas las ciencias, la taxonomía es dinámica y está sujeta a cambios en los crite- rios de clasificación e identificación, así como en el reconocimiento de nuevas especies. El propósito de la clasificación y la identificación es proporcionar la capacidad de distinguir microorganismos entre sí y agrupar otros similares, sobre la base de criterios unánimes o del consenso de los microbiólogos. El propósito de la nomenclatura es brindar un adecuado sistema de comunicación que permita referirse a determinado microorganismo, sin necesidad de hacer alusión al listado de sus características. El término "especie" aplicado a las bacterias se define como un grupo dado de microorganismos que guardan estrecha semejanza en sus características generales y rasgos distintivos en los niveles más esenciales de organización. Esta definición es ambigua y subjetiva, pues es muy difícil establecer el significado de sus términos. El propósito de la nomenclatura es brindar un adecuado sistema de comunicación, el cual permita referirse a determinado microorganismo, al que luego se han ido agregando las características serológicas, fagotípicas, las taxométricas (taxonomía numérica), las basadas en la secuencia de genes en el ADN, la proporción de bases (contenido de G + C) en el ADN, el tamaño del genoma y más recientemente los métodos de biología molecular, que identifican "clonos" de Microbiología y Parasitología Médicas 144 bacterias que tienen un origen común. Entre estos últimos métodos de clasificación se encuentran: 1. Sondas de ácidos nucleicos, que permiten detectar la presencia de un gran número de factores de virulencia en las bacterias (toxinas, factores de adherencia, plásmidos, etc.). 2. Análisis molecular de los plásmidos después de su separación electroforética, que permi- te diferenciar cepas epidémicas. 3. El llamado fingerprinting, basado en la extracción de las proteínas de la membrana externa bacteriana y su separación electroforética mediante el SDS-PAGE (sodio-dodecil sulfato poliacrilamida-gel electroforesis), con el propósito de obtener patrones diferen- ciales. 4. Análisis del ADN cromosomal con endonucleasas de restricción, el cual se ha usado para subtipar cepas bacterianas, con el inconveniente de la obtención de numerosos fragmen- tos difíciles de comparar entre sí. 5. Análisis del ARN ribosomal (ARNr). 6. Tipaje basado en los patrones de enzimas citoplasmáticas (conocido como electroforesis de multilocus enzimático), que ha sido empleado para analizar la diversidad clonal en bacterias patógenas y otros. Todos estos métodos han resultado muy útiles en la subtipificación de bacterias, pero ninguno puede catalogarse como el "de elección" para todos estos estudios. Muy pocas veces se han comparado dos o más de estos métodos con la misma cepa. La similitud del ADN total no proporciona tampoco una definición práctica de género; de ser así, un género pudiera estar compuesto por especies que están fenotípica y genotípicamente relacionadas (50 al 65 % de relación). Existen géneros que sustentan estos criterios, ya que incluyen especies fenotípica y genotípicamente muy similares, pero otros géneros no tienen esa característica. Cuando no están presentes ambas similitudes, el crite- rio que prevalece es el fenotípico, por razones prácticas obvias, pues para considerar prima- riamente un grupo bacteriano como género es necesario que incluya especies similares desde el punto de vista bioquímico, susceptibles de ser agrupadas y, a su vez, separadas unas de otras. La nomenclatura bacteriana utilizada hasta el 1ro de enero de 1980 databa del 1ro de mayo de 1753. Este hecho causaba mucha confusión, dado que debía revisarse en la literatu- ra para tener la certeza de que una nueva especie o género no habían sido propuestos previamente. Las primeras descripciones, por supuesto, se basaban en escasas pruebas bioquímicas, diferentes de las actuales. En el siglo XIX, se propuso una nueva clasificación de especies, pero luego, con el cursar de los años, la mayoría de las cepas de referencia no estaban disponibles o no correspondían exactamente con las características descritas con antelación. Se conoce que una especie en particular pudo llegar a tener 30 o más sinónimos. A partir del 1ro de enero de 1980 se publicó la Lista Aprobada de Nombres Bacterianos en el International Journal of Systematic Bacteriology. Los editores de esta lista decidieron incluir sólo las especies adecuadamente descritas, cuya cepa de referencia estuviera dispo- nible. Por supuesto que esto redujo mucho la confusión pasada, pero podrá generar otros problemas en el futuro. Es un error común considerar que el advenimiento de las técnicas de hibridización del ADN aplicadas a la taxonomía, ha hecho aumentar explosivamente el número de géneros y especies bacterianas. La lista publicada en 1966 en el Index Bergeyana incluía 29 000 nom- bres. El suplemento publicado en 1981 añadía 5 700 nuevos nombres de especies y alrededor de 700 de géneros. La Lista Aprobada de Nombres Bacterianos publicada en 1980 contenía aproximadamente 290 géneros y 1 693 especies. En 1988 se hicieron adiciones, que llevaron las cifras a 494 géneros (un incremento del 6,6 % por año) y a 2 681 especies (un incremento de 5,6 % por año); sólo una pequeña fracción de los nombres de géneros y especies que existían antes de 1980. Aunque en la actualidad existen pocos sinónimos, casi todos los nombres comunes empleados en bacteriología médica se refieren únicamente a especies. Las especies recién designadas son, por lo general, muy bien estudiadas. Según el Código Internacional de Nomenclatura Bacteriana (Código Bacteriológico), el propósito primordial de la nomenclatura de un taxón (grupo o subdivisión) es proporcio- Taxonomía, clasificación y nomenclatura de las bacterias 145 nar una manera de referirse a él, o sea, el nombre intenta facilitar la comunicación y garantizar la descripción de un número dado de características. En algunos casos los nombres origina- les o sinónimos se mantienen (por ejemplo, Morganella (Proteus) morganii). Con la ampliación del espectro de pruebas disponibles con fines taxonómicos, no será sorprendente que tanto el número de especies bacterianas de importancia médica como de otras especies vaya en aumento. Por tanto, los microbiólogos clínicos deberán estar al tanto de estos cambios y de la introducción de nuevos nombres de especies que puedan represen- tar problemas clínicos potenciales. La clasificación bacteriana más aceptable (particularmente en lo referente a nomenclatu- ra, tipo, cepas, descripciones de especies, así como las pertinentes referencias bibliográfi- cas), se encuentra disponible en el Manual de Bacteriología Sistemática de Bergey, que constituye una fuente dereferencia de extraordinario valor para los microbiólogos, al igual que otras publicaciones periódicas sobre especies de interés clínico como el Journal of Clinical Microbiology, Systematic and Applied Microbiology, International Journal of Medical Microbiology y otras. Un microorganismo dado nunca será detectado si no se emplea un medio de cultivo y enriquecimiento apropiado, y si no se aplican métodos adecuados de identificación. Las nuevas técnicas de identificación que aparecen en la literatura deberán ser aplicadas tal cual han sido descritas, sin modificaciones, omisiones o cambios en los reactivos, a menos que estos hayan sido previamente comparados con los originales en ensayos experimentales de laboratorio bien controlados. RESUMEN Los bacteriólogos clínicos han aprendido a depender, a los efectos del diagnóstico, de las propiedades de las bacterias que son relativamente fáciles de reconocer, tales como: forma, tamaño, coloración, motilidad, morfología colonial, presencia de cápsula, productos de fermentación, utilización de sustratos, sensibilidad a antimicrobianos, espectro de hués- pedes y patrones de enfermedad. Por otra parte, las macromoléculas específicas, detectadas mediante anticuerpos, son útiles no sólo para identificar especies, sino para grupos y tipos dentro de estas especies. Los términos "serovar" (serotipo), " morfovar" o " biovar", son a veces usados para variantes dentro de una misma especie, y son definidos como caracterís- ticas serológicas, morfológicas y algunas bioquímicas o fisiológicas especiales. La taxono- mía consiste en la clasificación, identificación y nomenclatura de los microorganismos. La nomenclatura es el mecanismo a través del cual se definen y comunican las características de un grupo taxonómico. El propósito de la nomenclatura es brindar un adecuado sistema de comunicación a los microbiólogos, los que, a su vez, deberán estar al tanto de las posibles modificaciones o reubicaciones de las diversas especies de interés. Entre los métodos de clasificación más avanzados se encuentran las sondas de ácidos nucleicos, el análisis molecular de plásmidos, el fingerprinting, el análisis del ADN cromosomal, el análisis del ARN ribosomal (ARNr) y el tipaje basado en los patrones de enzimas citoplasmáticas. La clasificación bacteriana más aceptable se encuentra disponible en el Manual de Bacteriolo- gía Sistemática de Bergey. El empleo tanto de métodos y medios de cultivo, y enriquecimien- to adecuados, así como de sistemas de identificación apropiados, es la garantía de un acer- tado diagnóstico etiológico en bacteriología clínica. BIBLIOGRAFÍA Brenner DJ. Taxonomy, Classification, and Nomenclature of Bacteria. In: Balows A, Hausler WJ, Herrman KL et al. (eds.). Manual of Clinical Microbiology. 5th. ed. Washington: American Society for Microbiology, 1991. Davis BD. Evolution of Microbiology and of Microbes. In: Davis BD, Dulbecco R, Eisen HN, Ginsberg HS (eds.). Microbiology. 4th. ed. J.B. Lippincott Company, 1990.
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