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Tesis FINAL Carla Vilchis Munguia (1)

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INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY 
 
 
 
 
 
 
ESCUELA DE GOBIERNO Y TRANSFORMACIÓN PÚBLICA 
 
 
 
 
 
“LAS ENERGÍAS HÍBRIDAS Y/O RENOVABLES COMO MODELO ALTERNATIVO DE 
SUMINISTRO PARA LOCALIDADES AISLADAS DE LA RED ELÉCTRICA EN MÉXICO, 
2020: UNA PROPUESTA DE POLÍTICA PÚBLICA” 
 
 
 
 
TESIS 
 
 
PRESENTADA COMO REQUISITO PARCIAL PARA OBTENER EL GRADO ACADEMICO 
DE: 
 
 
MAESTRA EN ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y POLÍTICAS PÚBLICAS 
 
 
 
 
 
POR: 
 
CARLA VILCHIS MUNGUIA 
 
 
 
 
 
 
 
 
MONTERREY, N.L. DICIEMBRE DE 2020 
 
 
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CONTENIDO 
Introducción ............................................................................................................................................ 3 
Capítulo 1. Los “pueblos sin luz”: problemática de las localidades que carecen de servicio eléctrico en 
México, 2020 ........................................................................................................................................... 7 
1.1. El Sistema Eléctrico Nacional ........................................................................................................ 7 
1.2. Cobertura de la red eléctrica en México .................................................................................... 13 
1.3. El problema de las localidades no integradas a la red eléctrica................................................. 18 
Capítulo 2. Modelos alternativos para el suministro eléctrico en localidades aisladas de la red 
eléctrica: un comparativo mundial ....................................................................................................... 23 
2.1. Las energías limpias y los modelos alternativos de generación eléctrica .................................. 23 
2.2. Tipos de energías alternativas y su almacenamiento: solar, eólica y biomasa .......................... 28 
2.2.1. Energía solar ........................................................................................................................ 29 
2.2.2. Energía eólica ...................................................................................................................... 31 
2.2.3. Biomasa ............................................................................................................................... 34 
2.3. La experiencia del empleo de modelos eléctricos alternativos en comunidades rurales de 
América Latina y el resto del mundo ................................................................................................. 36 
Capítulo 3. Energías híbridas o renovables: una oportunidad para la electrificación de las localidades 
aisladas en México. Análisis de políticas públicas ................................................................................. 42 
3.1. La política pública actual en materia de energía eléctrica en México ....................................... 42 
3.2. Las energías híbridas y renovables ............................................................................................. 48 
3.3. La generación de microsistemas eléctricos renovables en comunidades aisladas de México .. 53 
Capítulo 4. Impulsar las energías híbridas o renovables en localidades aisladas de la red eléctrica: 
recomendaciones de política pública a nivel nacional .......................................................................... 59 
4.1. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 7 y 11 ................................................................. 59 
4.2. Comparación de buenas prácticas con energías renovables ..................................................... 67 
4.3. Lineamientos y recomendaciones de política pública ............................................................... 72 
4.4. Análisis FODA de las propuestas planteadas .............................................................................. 82 
Conclusiones .......................................................................................................................................... 90 
Bibliografía............................................................................................................................................. 93 
 
 
 
 3 
INTRODUCCIÓN 
El suministro de energía eléctrica en México no es suficiente para proveer a todas sus 
localidades. En pleno siglo XXI, aún existen comunidades que carecen de este 
importante servicio. Esto ocurre, sobre todo, en lugares lejanos de las urbes, con 
pequeños grupos poblacionales. Si bien no se trata en sí de localidades inaccesibles, 
puesto que cuentan con caminos que permiten llegar hasta ellas, sí son lugares a los 
que la red eléctrica nacional no llega, por lo que no gozan del suministro de energía 
eléctrica. 
La falta de una cobertura total de la red del sistema eléctrico en nuestro país se 
debe, en parte, a la carencia de políticas energéticas que impulsen la satisfacción total 
de este recurso para la población. Se necesitan esquemas regulatorios mejores, que 
contemplen el acceso energético para todos, y que busquen proveer el servicio bajo 
tarifas adecuadas, técnica y financieramente sustentables. De esta forma, será posible 
incrementar la calidad de vida de estas comunidades, mejorando el desarrollo 
económico y social del país. 
Parte del problema de falta de cobertura de la red eléctrica se debe a que el 
actual esquema eléctrico posee limitaciones fuertes, ya que deja una brecha entre las 
zonas de generación y las apartadas zonas a las cuales la red no llega y que, debido 
a motivos de índole económica, no sería rentable que llegaran. Es por ello que, en 
otros países, se cuenta con la experiencia de creación de sistemas de energía local 
basados en micro-redes con energías renovables y/o sistemas híbridos, que combinan 
diferentes métodos de generación de energía. Con esto, se ha logrado satisfacer las 
necesidades de comunidades vulnerables, a través de la instalación de paneles 
solares y otros aditamentos. En el contexto actual las energías renovables constituyen 
una de las principales herramientas para alcanzar la cobertura total de energía 
eléctrica. 
Tomando en cuenta lo anterior, y considerando que el objetivo número 7 de los 
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas 
(ONU) aboga por la promoción de las energías amigables y no contaminantes, 
mientras que el objetivo número 11 persigue la transformación de las ciudades y 
comunidades en sostenibles, se propone que para hacer frente a las limitaciones del 
servicio eléctrico provisto bajo las tecnologías y condiciones actuales, es preciso 
 
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impulsar la electrificación de las localidades que carecen de servicio eléctrico México 
a través del diseño de políticas públicas que consideren la implantación de modelos 
alternativos de suministro eléctrico, como lo son las energías híbridas o renovables. 
Esto permitiría contar con un modelo de electrificación sustentable para estas 
comunidades, resolviendo las dificultades que han llevado hasta la actualidad a 
carecer de tan importante recurso. 
Ante este escenario cabe plantearse la siguiente pregunta general: ¿Cómo se 
puede impulsar la electrificación de las localidades que carecen de servicio eléctrico 
en México en 2020? Así como las siguientes cuestiones particulares: 
• ¿Cuál es la problemática de las localidades que carecen de servicio eléctrico 
en México en 2020 y cuáles son sus consecuencias? 
• ¿Qué modelos alternativos existen para el suministro eléctrico en localidades 
aisladas de la red eléctrica en el mundo? 
• ¿Qué oportunidades ofrecen las energías híbridas o renovables para la 
electrificación de localidades aisladas de la red eléctrica frente a las 
limitaciones del servicio provisto bajo las tecnologías y políticas públicas 
actuales en México? 
• ¿Qué recomendaciones de política pública son necesarias para impulsar las 
energías híbridas o renovables en la electrificaciónde localidades aisladas de 
la red eléctrica en México? 
 
Estas serán las cuestiones a las que se buscará dar respuesta en la presente 
investigación. De tal manera que el objetivo que se plantea aquí es: Proponer 
recomendaciones de política pública que consideren la implantación de modelos 
alternativos de suministro eléctrico, como lo son las energías híbridas o renovables, 
para la electrificación de las localidades que carecen de este servicio en México en 
2020, haciendo frente así a las limitaciones del servicio provisto bajo las tecnologías 
y condiciones actuales. De manera particular se pretende: 
• Exponer la problemática de las localidades que carecen de servicio eléctrico en 
México en 2020 y sus consecuencias. 
 
 5 
• Identificar los modelos alternativos que existen para el suministro eléctrico en 
localidades aisladas de la red eléctrica en el mundo. 
• Dimensionar las oportunidades que ofrecen las energías híbridas o renovables 
para la electrificación de localidades aisladas de la red eléctrica frente a las 
limitaciones del servicio provisto bajo las tecnologías y políticas públicas 
actuales en México. 
• Elaborar recomendaciones de política pública son necesarias para impulsar las 
energías híbridas o renovables en la electrificación de localidades aisladas de 
la red eléctrica en México. 
 
El tema de investigación propuesto resulta de particular interés en términos de la 
importancia que posee el acceso universal a la energía para el desarrollo de la 
humanidad y de México, incluidos sus pueblos y comunidades, muy a menudo 
rezagados de los planes del desarrollo económico y social. Con las recomendaciones 
de política pública a elaborar, se podrá dar un giro a la política pública energética y 
conducirla hacia el logro de los ODS a los que se aludió poco antes. Finalmente, el 
documento emanado de la presente investigación servirá para abonar al conocimiento 
de la disciplina y sentar un antecedente sobre la problemática y sus posibles 
soluciones, con el fin de que sirva en un futuro inmediato a quienes tienen la 
responsabilidad de tomar decisiones sobre estos temas. 
Para cumplir satisfactoriamente con los objetivos planteados en esta 
investigación, en primer lugar, se llevará a cabo una caracterización de los “pueblos 
sin luz” que aún existen en México, para ello será necesario conocer la historia de la 
electrificación en México y del Sistema Eléctrico Nacional. En el segundo capítulo, se 
expondrán los diferentes modelos alternativos de electrificación que existen 
actualmente y que tienen por base la utilización de energías renovables; durante este 
capítulo se podrán conocer diferentes casos y aplicaciones de estos modelos en 
contextos similares a los de México; la intención de fondo es recuperar las 
experiencias y aprendizajes que han legado estos casos a los proyectos de 
electrificación en comunidades aisladas. 
En el tercer capítulo, se analizarán las posibilidades que ofrecen estos modelos 
alternativos y las energías renovables para electrificar a las comunidades aisladas que 
aún carecen de este servicio. Finalmente, dentro del marco de los ODS se realizarán 
 
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propuestas y recomendaciones de políticas públicas en materia energética que es 
posible implementar en México para alcanzar los objetivos antes mencionados. 
 
 
 7 
CAPÍTULO 1. LOS “PUEBLOS SIN LUZ”: PROBLEMÁTICA DE LAS LOCALIDADES QUE 
CARECEN DE SERVICIO ELÉCTRICO EN MÉXICO, 2020 
 
1.1. El Sistema Eléctrico Nacional 
El Sistema Eléctrico Nacional (SEN) cuenta con una larga e interesante historia que, 
en cierta medida, ha determinado gran parte su funcionamiento actual y de la forma 
en que se constituye. Conocerla es relevante dado que a través de ella es posible 
explicar muchas de limitantes y alcances que hoy en día presenta. En México, como 
en pocos países, la historia de la industria energética tiene un peso considerable sobre 
las decisiones que se toman en política sobre la materia. Generalmente, cuando se 
inicia un debate sobre este tema, la historia irrumpe inmediatamente en la discusión y 
su palabra juega un papel central al momento de tomar decisiones. 
Para muchos mexicanos, la historia nacional y la historia de la industria 
energética son prácticamente lo mismo. De ahí que un buen número de personas 
considere a las empresas paraestatales del sector energético como una parte 
fundamental de la identidad nacional. Los debates acerca del sector energético 
nacional que han tenido lugar en los últimos años demuestran este punto. Para 
comprender cómo es que la cuestión energética llegó a ocupar un lugar central en la 
conformación de la identidad nacional es necesario conocer un poco de su historia. 
Si bien, como señala Terán Bobadilla, en las primeras décadas del México 
independiente se otorgaron concesiones para la instalación de los primeros telégrafos 
eléctricos, no fue sino hasta 1879 cuando se dio inicio a la electrificación del territorio 
mexicano. Esto ocurrió con la instalación de la primer termoeléctrica en León, 
Guanajuato que tenía un propósito muy específico: suministrar energía eléctrica a una 
fábrica textil ubicada en esta región. Cabe destacar que, desde entonces y hasta 
finalizar el siglo XIX, gran parte del consumo eléctrico nacional era realizado por la 
industria textil (Terán Bobadilla, 2015). 
Otro episodio memorable ocurrió en el año de 1881, cuando se instaló la 
primera red de alumbrado público en la ciudad de México. Este proyecto fue llevado a 
cabo por la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica, una subsidiaria de la empresa 
alemana Siemens Halske. Así, durante estos primeros años de electrificación del país 
 
 8 
los principales objetivos fueron abastecer de luz a los sectores textil y minero, y llevar 
alumbrado público a las ciudades del centro del país. En la mayoría de los casos todo 
esto era realizado por compañías extranjeras que contaban con la capacidad técnica 
que hasta entonces no existía en el país. 
Ya en el siglo XX, la compañía Mexican Light and Power instaló una planta 
hidroeléctrica en la ciudad de Necaxa. Durante la primera mitad de ese siglo, se 
convirtió en una de las empresas eléctricas más importantes del país: 
La Mexican Light and Power controlaba la Compañía Mexicana de 
Electricidad, la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica y la 
Compañía Exploradora de las Fuerzas Eléctricas de San Ildefonso y 
para 1937 controlaba el 50% del ramo eléctrico del país. (Terán 
Bobadilla, 2015: 115). 
Esta dinámica en los proyectos de electrificación del país fue la constante durante las 
primeras décadas del siglo XX, las empresas extranjeras realizaron la mayor parte de 
los proyectos de cobertura eléctrica. Por lo que, en muchas ocasiones y sobre todo 
más allá del centro del país, era el capital privado el que se encargaba de invertir en 
la producción de energía eléctrica que suministrara a sus empresas y fábricas. El dotar 
de energía eléctrica a otras regiones y ciudades del país era un objetivo secundario, 
por lo que en gran parte de México la población carecía de este servicio (Calvo Aguilar, 
2016). 
Este escenario sólo cambiaría una vez consolidada la Revolución mexicana y 
con la llegada a la presidencia de figuras con una fuerte tendencia nacionalista, 
quienes advertían un riesgo para el desarrollo del país el hecho de que sectores 
estratégicos —como eléctrico— estuvieran a cargo de compañías extranjeras. Con la 
nacionalización del sistema de energía eléctrica, la compañía canadiense Mexican 
Light and Power se convirtió en Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, y 
posteriormente en Luz y Fuerza —esta última logró construir más de 150 plantas en 
diferentes partes del país— (Calvo Aguilar, 2016). 
No obstante, en un inicio existían el sistema eléctrico padecía de grandes 
diferencias en la capacidad de producción con la que contaban las diversas plantas 
eléctricas del país yla calidad de los sistemas interconectados que se construyeron. 
Ello, producto de la falta de estandarización y profesionalización que caracterizó al 
sistema eléctrico nacional en sus primeros años. La creciente industrialización que 
 
 9 
México experimentó a partir de la década de 1930 requería cada vez mayor consumo 
de energía eléctrica que el país no era capaz de producir. México no contaba con la 
infraestructura, tecnología y profesionistas suficientes para abastecer esta demanda 
(Calvo Aguilar, 2016). 
En 1933, el presidente Abelardo L. Rodríguez envió al Congreso de la 
República la iniciativa para crear la Comisión Federal de Electricidad (CFE). A partir 
de su aprobación, se inauguró un importante capítulo en la historia del sistema 
eléctrico nacional que marcó la historia de México. Con la reforma, se otorgó a la CFE 
un número importante de facultades, como gestionar todas las actividades 
relacionadas con la generación y distribución de energía eléctrica en todo el país, así 
como organizar a las empresas encargadas de la producción de energía que existían 
en el país hasta el momento. El objetivo era claro: llevar energía eléctrica a la mayor 
cantidad de lugares posibles 
En esta iniciativa también se establecía la preferencia de la CFE sobre 
cualquier distribuidor local o extranjero que existiera en el país y la capacidad para 
expropiar los bienes necesarios para su funcionamiento. Asimismo, se contemplaba 
la posibilidad de generación de energía hidroeléctrica en aquellos lugares donde se 
pudiera considerar viable. Es decir, se buscaba hacer uso de todos los recursos 
posibles para modernizar el país y dotar de mayor capacidad a la CFE y al Sistema 
Eléctrico Nacional, aunque existían muchas limitaciones. 
Estas medidas adquirieron más fuerza durante el periodo comprendido entre 
las administraciones de los expresidentes Lázaro Cárdenas y López Mateos 
—es decir, desde 1934 hasta 1964—. Poco a poco el Estado tomó el control de la 
industria eléctrica. En dicha época se llevaron a cabo importantes decisiones que 
impulsaron el crecimiento del Sistema Eléctrico Nacional; los primeros grandes 
proyectos de la CFE se ubicaron en Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Sonora. Al mismo 
tiempo, estos planes iban acompañados de procesos de nacionalización de la 
industria eléctrica, los cuales durarían alrededor de 20 años hasta consolidarse en 
todo el territorio nacional. 
Sobre todo, la década de 1940 estuvo marcada por una serie de cambios en 
materia jurídica y política que permitieron avanzar con mayor rapidez en el proceso 
de nacionalización de la industria eléctrica. En 1949, el presidente Miguel Alemán 
 
 10 
transformó la naturaleza jurídica de la CFE, instituyéndola como un órgano público 
descentralizado, con capacidad jurídica y con patrimonio propio. Esto le otorgó cierta 
ventaja sobre sus competidores extranjeros, quienes en un principio mostraron 
resistencia ante el avance de este órgano. Con el paso de los años todas las 
compañías extranjeras terminarían por ser incorporadas de algún u otro modo a la 
CFE (Terán Bobadilla, 2015). 
No obstante, fue hasta el año de 1960 que Adolfo López Mateos reformó la 
Constitución federal para dar sustento constitucional a la nacionalización de la 
industria de la energía eléctrica. Con este acontecimiento, se concluyó un largo 
proceso iniciado con la Revolución mexicana. Con el paso de los años, la CFE se 
convirtió en una de las empresas más grandes de América Latina dentro de su sector. 
Las consecuencias de estas políticas energéticas han tenido importantes 
repercusiones en el imaginario nacional y hasta la actualidad la mayoría de mexicanos 
asocia fuertemente las cuestiones relacionadas con la producción de energía con la 
identidad nacional. Durante muchos años, estas líneas en materia de política 
energética fueron respetadas y permanecieron sin ser cuestionadas, situación que 
cambió paulatinamente con la entrada del siglo XXI. 
Desde la década de 1990 poco a poco la tendencia antes descrita cambió y se 
presentar diferentes intentos de abrir el sector energético mexicano a la participación 
de inversión extranjera y hacerlo más dinámico y competitivo a través de ella. No 
obstante, la mayor parte de estos esfuerzos encontraron una fuerte oposición tanto 
dentro del propio ámbito político como en la misma sociedad mexicana. Fue hasta el 
año 2008 cuando Felipe Calderón presentó un conjunto de reformas estructurales, 
entre las cuales se encontraba la Reforma energética, que el debate volvió a 
plantearse con insistencia e intensidad. Esta reforma trajo como resultado un conjunto 
de documentos en los cuales se otorgaba mayor autonomía e independencia a la 
Secretaría de Energía y se hacía hincapié en la necesidad de contar con un plan de 
transición energética y buscar el aprovechamiento de las energías renovables 
(Gutiérrez, 2014). 
Actualmente, el sector energético a nivel global es uno de los más dinámicos y 
competitivos que existe. A partir de la entrada del presente siglo, este sector ha 
experimentado transformaciones aceleradas en su composición, asociadas a la 
 
 11 
demanda cada vez más grande de energía, así como el desafío ecológico a nivel 
mundial que exige respuestas rápidas y el tránsito hacia energías renovables y no 
contaminantes. Ambas cuestiones, aunadas a muchas otras, obligaron a repensar los 
paradigmas existentes alrededor de la producción de energía eléctrica. 
El presente es, sin lugar a dudas, un contexto problemático en la medida que 
existen tendencias que se contraponen. Pues, por un lado, la mayor demanda de 
energía empuja a los países a hacer uso de los medios y fuentes de energía 
tradicionales, con lo que se refuerza cierta inercia. Por otro lado, la preocupación 
generada por las consecuencias presentes y futuras del cambio climático llevan a 
repensar todo el sistema de producción y consumo de energía y requiere de 
decisiones inmediatas y contundentes. Esta es la encrucijada en la que se encuentran 
los gobiernos y la industria energética en la actualidad. 
Según datos de la propia Secretaría de Energía, entre el año 2004 y 2014 el 
consumo de energía eléctrica en México aumentó un 2.9% anual, en este último año 
se ubicaba en 244,673.1 GWh. En 2014, la capacidad instalada eléctrica era de 
65,451.8 Megawatt (MW), si se realizaba el desglose se encontraba que 83.1% 
pertenecía a la CFE, 8.9% correspondía a autoabastecimiento, 5.4% cogeneradores 
y un 2.7% por otro tipo de consumidores. En cuanto a las fuentes utilizadas para 
generación de energía, el carbón, gas natural y combustóleo ocupaban el porcentaje 
más alto (82.1%); no obstante, presentaron una reducción del 3% entre el período de 
mencionado. Por su parte, la generación a través de fuentes no fósiles representó el 
17.9% (Secretaría de Energía [SENER], 2015). 
Mucho se ha discutido sobre la forma en la que la Reforma Energética de Peña 
Nieto afectó a Pemex y al sector de hidrocarburos; sin embargo, el debate acerca de 
su impacto en el sector eléctrico ha sido considerablemente menor. Durante la 
administración federal de 2012-2018, la CFE sufrió una restructuración importante 
derivada de la aprobación de la Reforma Energética, como se explica en el documento 
“Prospectiva del sector eléctrico 2015-2029”: “La CFE deja de ser organismo público 
descentralizado y se convierte en una empresa productiva del Estado, bajo un régimen 
completamente competitivo y donde podrá participar en las distintas actividades del 
mercado a través de empresas subsidiarias y filiales” (Sener, 2015: 24). 
 
 12 
Así, la CFE pasó de un modelo de servicio público cuya finalidad era el interés 
social y la seguridad energética del país, a un modelo de negocio con una finalidad 
distinta: la productividad y la ganancia económica (Vargas Suárez, 2015). Esta 
reforma ha provocado una serie de tensiones entre el Estado yel mercado, pues si 
bien el cambio apuntó hacia la apertura y desregularización del sector energético, el 
proceso está guiado de fuertemente por el Estado. Como ha observado Víctor 
Rodríguez Padilla, la Reforma Energética deja abiertas dos posibilidades 
contrapuestas: la primera, donde el sector privado es el actor protagónico y el 
resultado es una industria eléctrica mixta con participación equitativa del Estado y la 
industria privada; y una segunda, donde el Estado y la CFE son protagónicos y 
continúa dominando la transmisión y distribución eléctrica, y en menor medida la 
generación y suministro (Rodríguez Padilla, 2015). 
Ahora la CFE contiende en el mercado eléctrico junto con otros competidores, 
provenientes en su mayoría de otros países. Por ejemplo, en el año 2015 se abrieron 
las primeras subastas para la generación de energías limpias done hubo presencia de 
importantes compañías extranjeras. 
En la actualidad, la infraestructura del Sistema Eléctrico Nacional está 
compuesta por cuatro fases (SENER, 2015): 
1. Generación 
2. Transformación y transmisión en alta tensión 
3. Distribución en media y baja tensión 
4. Venta a usuarios finales. 
Estas fases del Sistema están organizadas a través de nueve regiones a las que se 
denomina Sistema Interconectado Nacional. A su vez, éstas últimas son coordinadas 
por ocho centros de control, ubicados en Ciudad de México, Puebla, Guadalajara, 
Hermosillo, Gómez Palacio, Monterrey, Mérida y Mexicali. Además, existen pequeños 
sistemas aislados (SENER, 2015). 
La descripción anterior no alcanza para mostrar la complejidad del Sistema 
Eléctrico Nacional mexicano. Hoy en día, se encarga de dar servicio a la mayor parte 
de la población mexicana, así como a sus diversos sectores productivos. Se estima 
que alcanza cerca de un 98% de cobertura. Además, según datos del 2020, la 
 
 13 
capacidad instalada de generación es de 80,000 MW, lo cual supera en 30,000 MW 
la cantidad alcanzada el año anterior. En cuanto a la proporción instalada de energías 
renovables intermitentes fotovoltaicas y eólicas se logró un 11.86% a finales del 2019 
(SENER, 2020). 
La meta en materia de política energética de la presente administración federal 
es la autosuficiencia y soberanía energética, lo cual representa un cambio importante 
respecto a los propósitos de la pasada gestión. En este sentido, la visión que esta 
administración mantiene sobre la cuestión energética se asemeja a la que sostuvieron 
algunas administraciones del siglo pasado: como elemento diferenciador esta la 
pregunta acerca del lugar que ocupan las energías no renovables. 
 
1.2. Cobertura de la red eléctrica en México 
Entre las características del Sistema Eléctrico Nacional en las que vale la pena 
ahondar se encuentra la cobertura. Actualmente, México destaca a nivel mundial por 
el porcentaje de cobertura que ha logrado alcanzar; prácticamente la totalidad del 
territorio mexicano cuenta con este servicio, a pesar de su extensión y de la 
complicada geografía que caracteriza a algunos sitios de este país. Se trata de un 
logro que llevó décadas obtener y que fue producto de las transformaciones que se 
destacaron en el apartado anterior. 
El alto porcentaje de cobertura eléctrica que se ha alcanzado es un logro que 
se explica por un conjunto de circunstancias: toma de decisiones políticas, la prioridad 
otorgada al sector energético y a las compañías nacionales, la demanda constante en 
la mejora de los servicios eléctricos por parte de los diferentes sectores productivos y 
de la sociedad. Ahora bien, estos mismos factores contribuyen a comprender los 
desafíos y limitaciones presentes. 
Desde una perspectiva histórica es posible observar cómo México siempre 
destacó dentro de la región en cuanto su proceso de electrificación. Diversos autores 
dedicados al estudio de los antecedentes y el avance de la electrificación en países 
de América Latina y en particular en México afirman que es complicado conocer con 
precisión la forma en cómo ocurrió este proceso. Esto, debido a que los datos 
cuantitativos históricos sobre cobertura, consumo —y demás relacionados— son 
 
 14 
prácticamente inexistentes. Sin embargo, destacan que existen otras maneras de 
aproximarse a este tema para conocer la evolución de la electrificación en México. 
Una de las formas que se destacan para comprender el tema en cuestión 
consiste en ponerlo en relación con el avance que tuvieron otros países y comparando 
acontecimientos históricos. Lo primero que desde esta perspectiva se observa es que 
mientras que en los países industrializados de Europa la introducción de la energía 
eléctrica dio inicio con la iluminación, continuó con el transporte —trenes— y por último 
se introdujo a la industria; en los países no industrializados —como México y buena 
parte de América Latina— la dinámica fue distinta y se vio influida por diferentes 
aspectos sociales, políticos y económicos (Tafunell 2011). 
En este sentido, México se encuentra entre los países que mostraron una mejor 
recepción de la industria eléctrica desde sus inicios, pues junto con La Habana (1877) 
y Brasil (1879), fue de los primeros lugres en Latinoamérica en contar con iluminación 
eléctrica (1880). Para 1887 ya contaba con uno de los primeros sistemas públicos 
eléctricos del mundo, a la par que otros países de la región que iniciaron años antes. 
Desde muy pronto México destacó por atraer a importantes grupos de empresarios y 
a las compañías más modernas de la industria eléctrica; gran parte de los primeros 
proyectos de electrificación en México se realizaron en el centro del país, pues como 
es sabido se trataba de un país fuertemente centralizado. Esta región vivió un intenso 
proceso de electrificación, comparable en ritmo al que mantenían en Europa (Tafunell 
2011). 
Otro dato destacable es que la electrificación en México estuvo marcada por 
una fuerte dependencia de los tres principales países productores de infraestructura 
eléctrica en aquel entonces: Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos. En el año de 
1925 el 94.8% de las importaciones de equipo eléctrico provenían de estas naciones; 
situación que indudablemente creaba una dependencia que posteriormente fue vista 
como un peligro por parte de los diferentes presidentes de México. Con todo ello, para 
1930 la capacidad eléctrica instalada de México era de 500,000 Kw, uno de los más 
altos dentro de la región, sólo por detrás de Brasil y Argentina (Tafunell, 2011). 
Como se ha expuesto en el apartado anterior, a partir de este año la industria 
eléctrica en el país sufrió importantes transformaciones. En primer lugar, el Estado, al 
tomar el mando de la industria eléctrica, buscó hacerse cargo de un sector que 
 
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consideraba estratégico para la seguridad y desarrollo del país. En segundo lugar, la 
administración mostró un fuerte interés en expandir la cobertura eléctrica por toda la 
nación —ya que hasta dicho año el principal objetivo había sido proveer a la industria 
de este servicio, y la mayor parte de la población carecía de él—. 
Si bien en un inicio la electrificación tuvo como prioridad los principales centros 
urbanos del país, poco a poco se impulsaron proyectos que llevaran los beneficios de 
este servicio a la mayor cantidad de localidades posibles, incluyendo las de tipo rural. 
El acceso a la energía eléctrica —tanto antes como en el presente— se considera un 
importante instrumento para combatir la pobreza, poder proporcionar a las 
comunidades otros servicios de calidad, tales como salud o educación y promover la 
creación de empleos. 
Por tales motivos, en las últimas décadas parte importante de las políticas 
energéticas y públicas han tenido entre sus objetivos llegar al 100% de cobertura de 
este servicio en el país. Desde 1990 el 98% de la población urbana contaba con 
electricidad y en el 2018 se alcanzó el 100% de cobertura en este tipode localidades. 
En cuanto al ámbito rural, el avance de la cobertura en estas zonas en las últimas tres 
décadas ha sido sorprendente, pues a inicios de 1990 la proporción de zonas rurales 
que contaban con energía eléctrica ascendía a 79% y para el año 2017 se acercaba 
al 98%. Se trata de un porcentaje muy alto y un importante logro si se considera que 
las condiciones geográficas del país en muchos casos representan un obstáculo 
significativo (Banco Mundial, s .f.). A pesar de las alentadoras cifras, aún existen 
múltiples comunidades aisladas que carecen de este servicio o donde la distribución 
de energía eléctrica no es de buena calidad. 
Según la Encuesta Nacional sobre Consumo de Energéticos en Viviendas 
Particulares 2018, el 99% de los hogares que cuenta con electricidad tienen su fuente 
en la red pública, el 0.15% en una fuente híbrida —es decir, paneles solares y red 
pública— y sólo el 0.10% únicamente con paneles solares (Instituto Nacional de 
Estadística, Geografía e Informática, 2018). Esto permite observar el lento tránsito que 
el país está atravesando hacia las energías renovables, por lo menos en términos de 
consumo doméstico. 
Otro dato al que es importante prestar atención es al consumo de energía 
eléctrica que realizan los habitantes de México. En el año 2016 el consumo mundial 
 
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de electricidad per cápita fue de 3,110 KWh por habitante, lo que representó un 
aumento del 1.9% respecto al año anterior; en el caso de México, el consumo fue de 
2,295 KWh por habitante —26.2% por debajo de la media internacional—. Dicha cifra 
colocó al país lo en el lugar 76 a nivel mundial. No obstante, en término generales, en 
el mismo México se posicionó en el lugar número 14 a nivel mundial en consumo 
eléctrico con 280,600 GWh (SENER, 2019). 
La tendencia nacional en cuanto consumo es al alza. Tan sólo en el 2018 se 
registró un aumento de 2.7% respecto al año anterior. Factores como el crecimiento 
de la industria o el aumento de las temperaturas durante el verano en algunas zonas 
del país jugaron un papel destacado en el crecimiento de consumo de energía 
eléctrica y continuarán teniéndolo en los próximos años. Por ejemplo, este último 
parece ser el caso de las centrales ubicadas en el norte del país, que son aquellas 
que en la última década registran un mayor crecimiento en la demanda de energía 
eléctrica (SENER, 2019). 
En cuanto al tipo de usuarios del Sistema Eléctrico Nacional, en el año 2018 el 
número de estos se ubicó en 43.4 millones. Dicha cifra significó un incremento del 
2.7% respecto al año anterior. El sector con mayor crecimiento fue el de la mediana 
empresa con un 14.7%; en segundo lugar, estuvo el residencial con 2.9% y en tercero, 
el comercial con 1.8%. Se estima que durante la próxima década los sectores con 
mayor crecimiento en cuanto a la demanda de energía eléctrica serán la mediana 
empresa con un 3.8%; la gran industria y el sector agrícola, con 3.5% en ambos casos 
(SENER, 2019). 
Este pronóstico del incremento del consumo obliga a la industria eléctrica 
mexicana a planear proyectos de modernización y mejora de la cobertura y 
distribución del servicio eléctrico. Actualmente la CFE trabaja en diferentes proyectos 
para alcanzar el 100% de cobertura tanto en zona urbana como rural. En el documento 
Programa de Ampliación y Modernización de las Redes Generales de Distribución 
2019 – 2033, se estimaba que existían un total de 1,634,009 habitantes aún sin 
electrificar; lo que supone un 1.25% del total de la población. Gran parte de estos 
habitantes se ubican en el estado de Chiapas, Hidalgo y Guerrero, estados que como 
se detallará más adelante concentran un número importante de comunidades rurales 
sin electrificar (Comisión Federal de Electricidad [CFE], 2019). 
 
 17 
Las estrategias que la CFE contempla para llevar energía eléctrica a la 
población faltante son diversas. Abarcan desde la regularización de suelos y colonias 
populares para dotarlas de este servicio de manera regular, hasta el aprovechamiento 
de los diferentes recursos naturales de las diferentes zonas del país para la producción 
de energía eléctrica. Actualmente se han aprobado 2,737 obras con el propósito de 
beneficiar a alrededor de 324 mil personas a lo largo del país ubicadas en 1,873 
comunidades (CFE, 2019). 
Debido a las particularidades históricas y políticas de México para conocer el 
pasado, como el presente y futuro de la industria eléctrica en el país es esencial 
conocer el funcionamiento de la CFE. Pues ésta ha sido la empresa paraestatal 
encargada de llevar este servicio a las diferentes localidades. Muchas organizaciones 
consideran a la Comisión como un ejemplo a seguir debido a su capacidad técnica y 
los progresos que realizó en tan poco tiempo desde su creación; también en ella es 
posible encontrar las fortalezas y debilidades en materia de cobertura eléctrica en 
México (Eibenschutz, 2006). 
Hoy en día la situación de CFE es compleja debido a muchas circunstancias, y 
en especial a la reestructuración a la que fue sometida a partir de la Reforma 
energética. Si bien sus indicadores en términos de cobertura son altos, ahora se 
asoman nuevos retos en el horizonte. Uno de los principales obstáculos a los que se 
enfrentan las empresas generadoras de electricidad en México es el tránsito hacia la 
producción de energía con fuentes renovables. Muchas de las comunidades y 
habitantes que faltan por beneficiarse de la electrificación en México se encuentran 
ubicadas en lugares de difícil acceso. Llevar electricidad a ellas requiere de un 
esfuerzo conjunto de diferentes niveles de gobierno e instituciones; en muchos casos 
los recursos naturales que se encuentran en estos lugares ofrecen la posibilidad de 
generar energía eléctrica a partir de ellos, lo que facilitaría este proceso. 
Por ello es indispensable profundizar en esta cuestión, comprender las 
posibilidades que las energías renovables ofrecen para solucionar problemas que han 
estado presentes durante mucho tiempo. Esto se debe realizar de forma inmediata, 
pues resulta urgente integrar a las dinámicas sociales y económicas a todas aquellas 
comunidades que aún carecen de servicios básicos como lo es la electricidad. 
 
 
 18 
1.3. El problema de las localidades no integradas a la red eléctrica 
Como se ha destacado, una de las grandes fortalezas del Sistema Eléctrico Nacional 
es la amplia cobertura que ha logrado, sobre todo en las últimas décadas, cuando se 
ha observado un avance significativo. Además, también sobresale el hecho de que 
esta cobertura ha alcanzado tanto a las localidades urbanas como a la gran mayoría 
de localidades rurales. No obstante, a pesar de estos méritos y de las alentadoras 
cifras en materia de cobertura eléctrica, aún existen localidades que carecen de este 
servicio. 
Desde luego, no es tarea sencilla llevar electricidad a la totalidad de un país 
conformado por más de 120 millones de personas dispersas por alrededor de 1,973 
millones de kilómetros cuadrados de territorio. Ante esto, resulta fácil comprender que 
entre las principales razones por las que aún existen comunidades sin energía 
eléctrica están la falta de infraestructura, como caminos carreteros para llegar hasta 
ellas, su dispersión y alejamiento de los centros urbanos u otras localidades que 
cuenten con el servicio. También el factor geográfico es relevante, pues la diversidad 
geográfica del país dificulta en muchos casos llevar diferentes servicios a muchos 
lugares. 
El factor económico también juega un papel relevante, pues construir la 
infraestructura necesaria para conectar al servicio de energía eléctrica a comunidades 
lejanas, y en muchas ocasiones escasamente pobladas, resulta poco viable desde 
este punto de vista. No obstante, la electrificación de estas poblaciones debe ser 
entendida en términos de compromiso social y buscar aquellos métodos disponibles 
enla actualidad que faciliten esta tarea. En múltiples ocasiones uno de los 
impedimentos fue la falta de tecnología adecuada para conectar a las comunidades al 
sistema eléctrico, dificultad que hoy en día ha quedado superada en buena medida. 
Como ya se mencionó en el apartado anterior, la CFE calcula que aún existen 
cerca de un millón y medio de habitantes sin servicio eléctrico; lo que se traduce en 
alrededor de 70 mil localidades, gran parte de las cuales pertenecen a zonas rurales. 
El crecimiento demográfico que algunas de estas comunidades han experimentado 
en los últimos años supone que un número significativo de personas se encuentren 
en riesgo de exclusión y pobreza. Ello, debido a que la carencia de energía eléctrica 
es una situación irremediablemente ligada con el desarrollo de esos lugares. 
 
 19 
Existe una codeterminación entre la falta de electricidad y la falta de 
infraestructura; es decir, que la falta de infraestructura adecuada impide llevar 
electricidad a ciertas comunidades y la falta de electricidad impide el desarrollo de 
infraestructura. Esta relación dificulta que diferentes poblaciones puedan tener acceso 
a otros servicios esenciales como lo son agua, atención médica de calidad e 
instalaciones de salud, telecomunicaciones y escuelas. La introducción de energía 
eléctrica en las comunidades es un primer paso para posteriormente acercar otro tipo 
de servicios, ahí radica gran parte de su importancia. Atender de forma puntual la 
necesidad energética de estas localidades y de sus habitantes es un paso obligatorio 
si se desea combatir la pobreza y la desigualdad en el país. 
En los últimos años se han gestionado ambiciosos proyectos con la finalidad 
de atender el problema de la electrificación en estas comunidades; un ejemplo 
destacado lo constituye el Proyecto Servicios Integrales de Energía (PSIE). Se trató 
de un programa financiado por el Banco Mundial, coordinado por la Secretaría de 
Energía e implementado por la Comisión Federal de Electricidad. El PSIE dio inicio en 
el año 2012 y finalizó en el 2015 y se enfocó en comunidades rurales indígenas que 
carecían de servicio de electricidad en los estados de Durango, Sonora, Coahuila, 
Guerrero, Nayarit y San Luis Potosí (SENER, 2015). Gran parte del proyecto consistió 
en la instalación de granjas solares. Entre sus principales resultados destacan los 
siguientes (Banco Mundial 2015): 
• Más de dos mil hogares de 40 comunidades rurales fueron beneficiadas y ahora 
cuentan con electricidad. 
• Se instalaron 2,357 kilovatios de capacidad de energía renovable. 
• Se previno la emisión de 139,000 toneladas de dióxido de carbono. 
Además de los anteriores, existen otros beneficios indirectos. El programa ha 
permitido a los habitantes de estas comunidades iniciar sus propios proyectos para 
hacer más eficiente el bombeo de agua, mejorar la comunicación con otras 
poblaciones e integrarse a diferentes procesos económicos, sociales y políticos. Otra 
característica que destaca de este proyecto es que recurre a la generación de 
energías renovables, se trata de una opción que ha demostrado dar buenos resultados 
y que, como se expondrá en posteriores capítulos, ha gozado de recepción positiva. 
 
 20 
Lo que se puede concluir de proyecto como estos es que electrificar una 
comunidad nunca es un fin en sí mismo; sino que el fin principal que se persigue es 
mejorar la calidad de vida de las personas que en ellas habitan y que puedan sentirse 
integradas al contexto dentro del cual se encuentran y forman parte. La introducción 
de la energía eléctrica en una comunidad que históricamente ha carecido de ella 
puede significar un cambio radical en su forma de vida. 
A propósito de la relación entre la falta de energía eléctrica y sus repercusiones 
socioeconómicas, en los últimos años ha cobrado mayor relevancia la discusión sobre 
“pobreza energética”. Se trata de un debate que dio inicio en Europa a finales del siglo 
pasado y que poco a poco se ha introducido en los foros e investigaciones de políticas 
públicas en América Latina. Esto, derivado de que en la región aún existe un 
importante número de comunidades que no tienen acceso a diferentes tipos de 
energías y que por lo tanto no han podido incorporarse a las dinámicas sociales y 
económicas de sus países, situación que las mantiene en un nivel de desarrollo inferior 
(García-Ochoa & Graizbord, 2016). 
Con el término de “pobreza energética” se pretende señalar que derivado de la 
falta de acceso a diversos servicios energía —entre los cuales destacada la 
eléctrica— se dan otros tipos de privaciones asociadas, que impide la satisfacción de 
determinados derechos como lo son el acceso a educación, salud y vivienda digna, y 
coloca a estas personas en riesgo o condición de pobreza. Por ejemplo, la pobreza 
energética en los hogares implica la falta de algunos de estos servicios o bienes que 
esenciales para satisfacer necesidades básicas: iluminación, entretenimiento, 
calefacción, cocción o refrigeración de alimentos, entre otros. Según el contexto de 
las localidades cada una de estas necesidades se convierte en un problema 
significativo (García-Ochoa & Graizbord, 2016). 
De manera concreta, en México el uso final de la energía en los hogares es, en 
orden de prioridades: calentamiento de agua, cocción de alimentos, refrigerador, 
iluminación, confort térmico —aire acondicionado o calentadores—, entretenimiento, 
entre otros. Sobre este tema, el estudio “Caracterización espacial de la pobreza 
energética en México. Un análisis a escala subnacional” realizado por García-Ochoa 
y Graizbord (2016) buscó medir la pobreza energética en el país —entendida como la 
falta o dificultad de satisfacción de alguna de las seis necesidades antes 
 
 21 
mencionada—. Sus resultados mostraron que alrededor de 11 millones de hogares, 
es decir el 36% del total nacional, vive en pobreza energética. 
Lo anterior quiere decir que esos hogares carecen de diferentes tipos de 
energías —entre ellas la eléctrica—, cuentan con un servicio deficiente o sus 
condiciones económicas dificultan el acceso y en consecuencia se ven privados de 
algunos de estos servicios y bienes. Entre los bienes que presentan un mayor 
porcentaje de privación se encuentra confort término con 33%, refrigerador 21%, 
estufa de gas o eléctrica 16% (García-Ochoa & Graizbord, 2016). 
Si bien es verdad que estas privaciones no proceden exclusivamente de la falta 
de servicio eléctrico, sí ayudan a comprender la magnitud del problema y ver de 
manera directa las consecuencias a las que conduce la falta de acceso a los servicios 
de energía. También se ha puesto de manifiesto que la falta de energía eléctrica 
genera problemas de salud en los hogares; por ejemplo, en muchas comunidades 
rurales se ven obligados a utilizar o improvisar otras fuentes de energía para satisfacer 
sus necesidades de confort climático, y es frecuente que recurran al uso de leña para 
obtener calor, esto genera problemas respiratorios que debido a la falta de servicios 
médicos no son atendidos a tiempo. 
Entre las conclusiones que las investigaciones sobre pobreza energética 
destacan, se encuentra la consideración de que ésta aumenta en el tránsito de 
comunidades urbanas a rurales; es decir, se menciona que entre menor es el tamaño 
de la localidad, mayor es el porcentaje de pobreza energética. También se ha 
encontrado que el acceso a la energía por parte de las personas en condiciones de 
pobreza no figura como una prioridad de los diferentes niveles de gobierno, las 
políticas públicas con este objetivo son prácticamente inexistentes; otro aspecto que 
se señala es que las personas en condición de pobreza gastan un mayor porcentaje 
de sus ingresos en servicios de energía, en comparación con las clases medias y altas 
(García-Ochoa, 2014). 
De lo anterior es posible advertir que el problema del acceso a la energía 
eléctricatiene múltiples interrelaciones, que lo convierten en uno bastante complejo. 
La pobreza energética es una situación en la que se encuentra un número 
considerable de personas en México. Un estudio del Consejo Nacional de Población 
(CONAPO) ha encontrado relación entre el aislamiento geográfico y la carencia de 
 
 22 
bienes y servicios; según este estudio las localidades que se encuentran más 
distantes de los centros urbanos son las que carecen de un mayor número de 
servicios, entre ellos energía eléctrica (Consejo Nacional de Población [CONAPO], 
2017). 
Entre los estados que se cuentan con el mayor número de localidades aisladas 
están Chiapas, Veracruz, Chihuahua, Oaxaca y Jalisco. En algunos casos el número 
de localidades de este tipo representa un porcentaje mayor al 50% del total de 
comunidades, tal es la situación de Chihuahua con 63.3%, Durango con 62.6%, 
Guerrero (62.2%), Oaxaca (59.0%) y Baja California Sur (57.4%). Es decir, de los casi 
7 millones de mexicanos que viven en este tipo de localidades, más de la mitad se 
encuentran en los estados de Chiapas (1.1 millones), Oaxaca (1.1 millones), Veracruz 
(960 mil) y Guerrero (649 mil) (CONAPO, 2017). 
Estadísticos como los anteriores permiten localizar en qué regiones rurales del 
país es que se experimenta principalmente la falta de servicios como el de energía 
eléctrica. Con ello es posible identificar cuáles son aquellas que deberían ser 
consideradas como prioritarias en el diseño de políticas públicas enfocadas en 
garantizar el acceso a este servicio. 
Como es posible apreciar, la historia de la electrificación del país es bastante 
compleja, involucra un número importante de actores que se han esforzado para llevar 
este servicio a la mayor parte del país. A pesar de todos los logros, aún restan 
comunidades sin electricidad o en donde este servicio es deficiente y sólo se cuenta 
con él de forma intermitente; esto debe estar entre las preocupaciones del Estado 
mexicano y sus diferentes instituciones. 
En los próximos capítulos se hará énfasis en cómo las energías alternativas 
ofrecen posibilidades para dar solución al problema de las comunidades aisladas que 
no cuentan con energía eléctrica. Debido a su funcionamiento permiten superar 
obstáculos que los métodos convencionales no pueden, como el acceso hacia zonas 
geográficas accidentadas o el alto costo económico que representa la construcción de 
la infraestructura necesaria, sólo por mencionar un par de ejemplos. 
 
 
 23 
CAPÍTULO 2. MODELOS ALTERNATIVOS PARA EL SUMINISTRO ELÉCTRICO EN 
LOCALIDADES AISLADAS DE LA RED ELÉCTRICA: UN COMPARATIVO MUNDIAL 
 
Cada vez es más frecuente el interés e investigación sobre energías renovables, pues 
existe un consenso sobre los peligros que representa para el mundo, los países y sus 
habitantes mantener el modelo energético vigente basado en la explotación de 
combustibles fósiles. Ante este escenario han ido apareciendo diversas alternativas, 
algunas de las cuales han demostrado su efectividad bajo determinados contextos. 
Es común ver en las energías renovables una posibilidad para suministrar de 
energía a pequeñas comunidades aisladas, lugares a donde la red eléctrica aún no 
llega o en las que la construcción de la misma implica costos muy elevados. Además, 
una de las características principales de las energías renovables es que mantiene una 
mejor relación con su entorno, con el medio ambiente, lo cual facilita su inserción en 
este tipo de localidades. 
En el presente capítulo se expondrá de forma general la forma en la cual las 
energías renovables se han hecho presentes como una alternativa al actual modelo 
energético, cuáles son las principales fuentes de este tipo de energía, sus 
características y beneficios, y posteriormente se revisarán casos de implementación 
en comunidades rurales alrededor de América Latina. 
 
2.1. Las energías limpias y los modelos alternativos de generación eléctrica 
Como han argumentado algunos investigadores, la historia de la humanidad puede 
ser entendida como la constante búsqueda de fuentes de energía para satisfacer sus 
necesidades de vida, confort y entretenimiento. Conforme han pasado las épocas 
siempre se ha aspirado a lograr el mayor aprovechamiento posible de dichas fuentes, 
con esto en mente es como se ha domesticado gran parte de la naturaleza y se la ha 
utilizado para el beneficio humano (Cunningham, 2013). 
Entre estos esfuerzos por aprovechar los recursos naturales disponibles 
destaca la producción de energía eléctrica. En el largo camino de la humanidad ésta 
ha utilizado diversas fuentes de energía, cada una de ellas con mayor o menor 
 
 24 
presencia según la época y región del mundo. Sólo de manera reciente la producción 
de energía basada en combustibles fósiles se impuso como el modelo hegemónico a 
nivel mundial, debido a múltiples razones entre las cuales destacan la facilidad para 
almacenar y transportar los materiales, la riqueza energética contenida ellos, y el 
impresionante crecimiento de la industria del carbón y el petróleo (Cunningham, 2013). 
Las compañías que se encargan de la extracción de combustibles fósiles y de 
la producción de energía eléctrica son de las más grandes e importantes del mundo. 
En muchos casos se trata de pilares que sostienen la economía de países completos, 
generan una gran cantidad de empleos y sus exportaciones representan, muchas 
veces, una parte importante del PIB nacional —como en el caso de México—. Por 
tanto, su poder económico y capacidad para influir en las políticas energéticas, en 
muchas ocasiones, han representado un obstáculo para consolidar el paso hacia la 
producción masiva de energía basada en otras fuentes, entre ellas las renovables. 
En los últimos años han aumentado los cuestionamientos acerca de la 
viabilidad del modelo de producción de energía eléctrica basado en la explotación de 
combustibles fósiles. En primer lugar, se duda acerca de la disponibilidad de recursos 
fósiles suficientes para satisfacer la creciente demanda de energía a nivel mundial, 
pues se trata de un recurso no renovable; en segundo lugar, la producción mundial de 
estos combustibles se encuentra concentrada de una pequeña cantidad de países, lo 
que hace que el resto del mundo dependa completa o parcialmente de ellos; esto, a 
su vez, genera incertidumbre, dependencia energética, grandes costos económicos y 
tensiones geopolíticas; en tercer lugar, el impacto ambiental generado por este tipo 
de combustibles es cada vez mayor y sus efectos son cada vez más palpables. 
Este último aspecto es el que ha cobrado mayor centralidad y llamado la 
atención de la población mundial, pues sus consecuencias afectan a todos. Como 
respuesta, se han realizado importantes acuerdos internacionales con el compromiso 
de aminorar la dependencia de la energía basada en combustibles fósiles e impulsar 
la investigación, desarrollo y utilización de energías limpias. Uno de los mayores 
esfuerzos de los años recientes realizado en esta dirección es el Acuerdo de París, 
en el que participaron un número considerable de países con el objetivo de evitar el 
incremento de la temperatura mundial en los próximos años (Unión Europea, s. f.). Sin 
embargo, prácticamente desde el primer momento de la firma del acuerdo la recepción 
 
 25 
ha ido del entusiasmo, al escepticismo y en algunos casos el pleno rechazo, como el 
caso del gobierno de Estados Unidos. 
En síntesis, se puede afirmar que el modelo energético vigente tiene por 
características principales una concentración territorial en cuanto a la ubicación de los 
recursos necesarios y la tecnología para la generación de energía. Además, su 
distribución territorial es otra característica, pues en buena parte de los casos, las 
distancias entre los lugares de producción y consumo son continentales, lo que se 
traduce en altos costos económicos en transportación y un impactodirecto sobre las 
condiciones medio ambientales (Domínguez Bravo, Lago Rodríguez, Prades López, 
& Díaz Cuevas, 2010). 
Transitar hacia un modelo energético alternativo implica disminuir la 
dependencia de los combustibles fósiles que se encuentran entre las principales 
fuentes de contaminación. Asimismo, supone comenzar a abrir el camino para 
diversificar las fuentes de energía y acelerar el tránsito hacia las energías limpias. 
Para muchos países, sobre todo para aquellos que no producen combustibles fósiles, 
resulta una opción atractiva y necesaria, ya que cada uno de ellos podrá utilizar los 
recursos naturales que considere más apropiados para la generación de energía. 
Por tales motivos los nuevos modelos de energía que se presentan tienen por 
objetivo la diversificación de fuentes de energía y que éstas tengan como base a las 
energías renovables. Además, aspiran a reducir la distancia entre el centro de 
producción y los diversos puntos de consumo de energía, con esto se busca reducir 
el impacto ambiental que deja no sólo la producción de energía, sino su transportación 
y la construcción de la infraestructura necesaria para ello (Domínguez Bravo, Lago 
Rodríguez, Prades López, & Díaz Cuevas, 2010). 
Desde luego, los modelos energéticos que se articulan de esta forma no aspiran 
a sustituir completamente las energías basadas en combustibles fósiles, lo cual resulta 
imposible en el corto y mediano plazos. Lo que pretenden es cumplir objetivos 
específicos como reducir el nivel de emisiones de CO2, disminuir la dependencia 
energética y abastecer a grupos poblacionales o a determinadas industrias con 
energía limpia. Aún se está lejos de aspirar a generar la mayor parte de la energía a 
través de fuentes renovables. 
 
 26 
Los modelos energéticos alternativos se apoyan principalmente en tres fuentes 
de energías renovables: solar, eólica y biomasa —las cuales se abordarán más 
adelante—. Se trata de fuentes que se caracterizan por su baja o nula emisión de 
CO2, que se encuentran disponibles en mayor o menor medida en todas las regiones 
del mundo y en este sentido pueden ayudar a disminuir la dependencia de los 
combustibles fósiles. 
El estado actual en el que se encuentra la investigación y el desarrollo 
tecnológico para la utilización de energías renovables aún no permite su óptimo 
aprovechamiento; esto representa una dificultad para integrar estas fuentes al sistema 
eléctrico de los países. Por ejemplo, una de las principales dificultades es la 
elaboración de modelos predictivos que permitan conocer con precisión la cantidad 
de energía que será posible generar en el largo plazo, este es el caso de la energía 
eólica en algunas partes del mundo; se trata de aspectos que deberán ser 
perfeccionados en el futuro inmediato para que este tipo de energías puedan ganar 
terreno frente a las fuentes empleadas tradicionalmente y tener la capacidad para 
abastecer de energía a grandes complejos industrias y centros poblacionales (Carbajo 
Josa, 2012). 
Esta es la forma mediante la cual se pretende avanzar hacia la producción de 
energía a partir de otras fuentes; en donde cada país pueda utilizar los recursos 
disponibles en sus territorios. Además, al tratarse de fuentes renovables se garantiza 
la disponibilidad futura, al mismo tiempo que se elimina un aspecto de la dependencia 
energética. Desde hace varias décadas se han consolidado diferentes modelos 
alternativos para la generación de energía eléctrica. 
Aunque en el mundo hay países que destacan en la producción de energías 
renovables, e incluso existen algunos que se encuentran cerca de dejar atrás las 
energías a base de combustibles fósiles, a nivel mundial el ritmo de cambio no es tan 
acelerado como se desearía. Las razones de esto son múltiples; por ejemplo, destaca 
la negativa por parte de grandes países productores de petróleo, y con una fuerte 
industria del carbón, a abandonar la producción de energía basada en estos recursos, 
pues ello significaría socavar una parte importante de sus economías. Esto ha 
impedido que los grandes acuerdos internacionales cristalicen en políticas y acciones 
 
 27 
coordinadas que impulsen la utilización y desarrollo de energías renovables tanto en 
países del primer mundo, como en aquellos en vías de desarrollo. 
En este contexto, la generación de energía eléctrica cumple un papel 
destacado, ya que se espera que muchas de las actividades que hoy se realizan 
gracias a los combustibles fósiles en un futuro tengan por base la energía eléctrica 
generada a partir de fuentes renovables. Un ejemplo representativo de esto es el 
transporte, actualmente existen importantes esfuerzos e iniciativas para, en los 
próximos años, renovar el parque vehicular con autos híbridos o totalmente eléctricos 
(Gómez Expósito, 2015). 
Si bien se cuenta con grandes motivaciones para llevar a cabo el tránsito hacia 
un modelo centrado en la producción de energías a través de recursos renovables, no 
se debe pasar por alto que en la realidad existen impedimentos significativos para su 
desarrollo. Por un lado, uno de ellos radica en la disponibilidad de tecnologías y el 
estado actual de la investigación científica sobre el tema, se trata de un obstáculo que 
poco a poco habrá de ser superado si los gobiernos y empresas continúan invirtiendo 
esfuerzos y presupuesto en estos rubros; por otro lado, se encuentran las cuestiones 
de índole política, se requiere del respaldo de políticas energéticas que contribuyan a 
que su implementación se lleve a cabo de la mejor forma posible. 
Asimismo, la contradicción entre la concepción tradicional de crecimiento 
económico y la reducción de contaminación será un obstáculo que los países tendrán 
que resolver en el futuro inmediato. El modelo basado en el crecimiento impulsa el 
consumo de energía entre los habitantes de un país y en las condiciones actuales de 
producción de energía no renovables no es posible satisfacer esta demanda, lo que 
genera desconfianza y retrasa su desarrollo (Caraballo Pou & García Simón, 2017). 
Sin acciones que coordinen política, investigación científica y desarrollo 
tecnológico, difícilmente el tránsito hacia un nuevo modelo energético se logrará en 
los plazos deseados. La voluntad política para llevar a cabo esta transformación se 
convierte en un factor esencial; debe materializarse en marcos regulatorios y acciones 
concretas que permitan la penetración de las energías renovables en los sistemas 
energéticos de los países (Recalde, Bouille & Girardin, 2015). 
 
 28 
El panorama de la producción de energía eléctrica habrá de cambiar de manera 
importante en los próximos años. Por lo que es necesario prestar atención a la forma 
en la que las energías renovables se producen, almacenan y transportan actualmente, 
así como la forma en la que se les emplea de forma regular. Desde luego, este proceso 
está marcado por ciertas particularidades según el contexto en el cual se desarrolle, 
debido a que, como se ha enfatizado, una de las principales ventajas que ofrecen las 
energías renovables es que éstas se pueden producir según las circunstancias 
propias del entorno. 
 
2.2. Tipos de energías alternativas y su almacenamiento: solar, eólica y biomasa 
En la actualidad se han desarrollado un número considerable de energías alternativas, 
entre las que destacan la solar, eólica y biomasa. Aunque no son las únicas que se 
utilizan en el presente, sí son aquellas a las que se recurre con más frecuencia. Este 
tipo de energía se distingue de las energías fósiles por su uso de “tecnologías limpias” 
y sus bajos niveles emisión de gases invernadero al momento de su producción. Esta 
definición permite distinguirla de otro tipo de energía como la nuclear, la cual, durante 
su proceso productivo y en la generación de la tecnología que la hace posible, produce 
una cantidad importante de estos gases. 
La otra ventaja que ofrecenlas energías renovables es, como se ha insistido, 
la reducción de la dependencia energética. Esto, a diferencia de lo que ocurre con las 
energías fósil y nuclear, cuya producción está centralizada en unos pocos países o 
sólo una cantidad limitada de ellos puede proveer la tecnología adecuada para su 
producción —como es el caso de Japón, quien posee un cuasi-monopolio en la 
generación de reactores nucleares—. 
Las energías renovables se han convertido en el principal instrumento por parte 
de los gobiernos para reducir los altos niveles de contaminación producidos en buena 
medida por la utilización de energías fósiles. Muchos países aspiran a hacer de las 
energías renovables el centro de su modelo energético, aunque de momento existen 
algunas dificultades para alcanzar este objetivo; ya que no todas ellas han alcanzado 
el mismo grado de desarrollo debido a que la investigación e inversión ha dado 
prioridad a unas sobre otras, ni resultan igualmente accesibles en todos los contextos 
 
 29 
debido a que existe un acceso desigual a los recursos naturales necesarios para su 
producción. 
A continuación, se expondrán las características generales que poseen las 
energías alternativas a las que se hacía alusión poco antes: solar, eólica y biomasa. 
Al mismo tiempo, se comentará un poco acerca de la situación actual en la que se 
encuentra su utilización con la finalidad de contextualizar su potencial. 
 
2.2.1. Energía solar 
La historia moderna de la energía solar se remonta a la segunda mitad del siglo 
pasado, específicamente al año 1958, cuando Gerald Pearson patentó la primera 
célula fotovoltaica. A partir de entonces este invento ha sufrido constantes 
modificaciones y ha sido perfeccionado hasta hacer posible su aplicación práctica a 
pequeña y gran escala. En un principio sus alcances fueron muy limitados y sólo era 
plausible proveer de energía a pequeños utensilios durante un periodo corto, pero con 
el paso y el avance en materia de investigación e innovación tecnológica su aplicación 
y potencial ha crecido hasta el punto de que hoy grandes grupos de población son 
abastecidos de energía eléctrica mediante la captación y transformación de energía 
solar (Oviedo-Salazar, Badii, Guillen & Serrato, 2015). 
La energía solar es quizá la más popular entre las energías renovables y ha 
sido una de las opciones que mejor recibimiento han tenido por parte de los gobiernos 
del mundo, quienes se han encargado de impulsar su desarrollo y adopción; un 
ejemplo de ello es el aumento gradual en su producción a nivel mundial (IRENA, 
2020). Esta favorable recepción tiene que ver en buena medida con las ventajas que 
presenta sobre las energías fósiles y sobre otras renovables. Por ejemplo, su impacto 
ambiental es mínimo, además es un recurso disponible prácticamente en cualquier 
lugar del mundo durante todo el año y su producción no implica contaminación sonora 
—como sucede con otras energías renovables, como la eólica— (Alonso Montes, 
2007). 
Otra ventaja significativa sobre el resto de fuentes de energía es que permite 
su instalación para suministro individual, lo que abre la posibilidad de lograr un cierto 
grado de independencia energética a particulares. Cualquier ciudadano puede 
 
 30 
almacenar energía para su autoconsumo y en algunos países cada vez es más 
frecuente su utilización doméstica para suministrar energía a determinados 
electrodomésticos o como una opción para aminorar el consumo de entidades 
privadas y reducir gasto en el largo plazo. No obstante, aún es necesario trabajar a 
nivel mundial en políticas que fomenten el autoconsumo de energía solar, pues en 
muchos países aún existen impedimentos legales para ello (Alonso Montes, 2007). 
Sin embargo, cuenta con algunas desventajas que no siempre resultan 
sencillas de eliminar y las cuales deben ser asumidas. Tal es el caso de su impacto 
visual, que suele ser una cuestión a considerar al momento de su implementación de 
en forma de granjas solares —por tal razón su instalación suele ir de la mano de un 
diseño que permita integrarlo de manera armónica a su entorno—. Aunque la principal 
afectación a la que se suele aludir es la amplia extensión de territorio que llega a 
ocupar su instalación a gran escala, y que puede afectar el ecosistema de la región 
donde se realice. De igual forma, las baterías utilizadas para el almacenamiento de 
energía pueden tener un impacto ecológico. De hecho, el almacenamiento de la 
energía constituye uno de los puntos débiles de este tipo. Afortunadamente en la 
actualidad se han realizado importantes avances en este aspecto, como es posible 
apreciar en el hecho de que su utilización a nivel mundial ha aumentado 
significativamente en la última década (IRENA, 2020). 
La energía solar debe ser entendida de forma plural; es decir, existen diferentes 
tipos de ésta. Por lo general suelen ser divididas bajo las categorías siguientes 
(Zamudio Flores, s. f.): 
• Directa: la que se recibe desde el sol sin cambio de dirección por la atmosfera. 
• Difusa: consiste en aquella energía solar que sufre una desviación a causa de 
la reflexión y la difusión atmosférica. 
• Albedo: es una energía directa y difusa que llega a través de un proceso de 
reflexión en otras superficies. 
El tipo de energía solar varía según condiciones climáticas y del entorno en el que se 
encuentren instalada la infraestructura para captarla. Es por ello que puede 
representar una opción atractiva para otros países, mientras que su potencial sea 
menor en otros —por ejemplo, en aquellos lugares donde disponen de pocas horas 
de sol durante gran parte del año—. 
 
 31 
En las últimas décadas el escenario mundial de la producción de energía 
eléctrica a partir de energía solar ha experimentado cambios significativos. Destaca 
sobre todo el papel de China, que pasó de ocupar el cuarto lugar en el 2009, con un 
7% de la producción mundial a estar en primer lugar en el 2015 con un 19.03%, lo que 
quiere decir que casi triplicó su participación. Un caso inverso es el de Alemania quien 
en el año 2009 generaba el 47% de producción mundial ,lo que ubicaba a este país 
en el primer lugar mundial, mientras que para 2015 su producción representó el 18.5%, 
ocupando el segundo lugar. Durante el mismo año, Japón ocupó el tercer lugar con 
15.1%, Estados Unidos el cuarto con 11.27% e Italia el quinto con 8.37% (Beltrán-
Telles, Morera-Hernández, López-Monteagudo, & Villela-Varela, 2017). 
Las cifras anteriores hablan del incremento en el número de países 
participantes en la producción de energía eléctrica, así como de un entorno cada vez 
más competitivo. Se trata, sin lugar a dudas, de un sector con un amplio potencial de 
crecimiento y que terminará por consolidarse como una de las principales opciones 
dentro de los próximos años. Un buen indicador de esto es lo redituable que se han 
vuelto las energías renovables, en especial la eólica (en parques terrestres) y solar, 
que según el último informe World Economic Outlook, se ubican en el primer y 
segundo lugar de las más rentables, superando por mucho a la energía eléctrica 
producida con carbón o en plantas nucleares (Fondo Monetario Internacional, 2020). 
 
2.2.2. Energía eólica 
Es incorrecto pensar que las energías alternativas surgieron de forma reciente gracias 
a la moderna investigación científica; esto queda claro con el caso de la energía eólica. 
Desde hace cientos de años diversas civilizaciones han utilizado artefactos que 
aprovechaban el impulso del viento para realizar diversas actividades; por ejemplo, en 
la Edad Media se empleaban en fábricas textiles, en la metalurgia y otras áreas. Estas 
tecnologías se perfeccionaron de forma paulatina y su uso fue cada vez más común 
en muchos países de Europa. 
En la mayoría de los casos se trataba de molinos cuya finalidad era generar 
energía mecánica, con una tecnología muy sencilla y con aplicacioneslimitadas. No 
obstante, constituyen un importante antecedente de las modernas tecnologías 
 
 32 
empleadas para generar energía eléctrica. Desde principios del siglo pasado la 
energía eólica es utilizada para la generación de energía eléctrica; esto sucedía, 
principalmente, en comunidades rurales a las cuales la electrificación no llegó sino 
hasta muchos años después. Los primeros generadores de energía tenían una 
capacidad muy limitada y, al igual que en la Edad Media con los molinos de viento, 
cumplían actividades concretas como proveer de energía a algún utensilio en 
particular para el beneficio de la comunidad o para actividades productivas esenciales 
(Secretaría de Energía, 2008). 
Durante la segunda guerra mundial esta forma de generar energía eléctrica 
experimentó un pequeño auge en Estados Unidos y algunos países de Europa. Sin 
embargo, algunas dificultades técnicas que en aquel entonces resultaban difíciles de 
solucionar provocaron que las autoridades y las empresas desconfiaran del potencial 
de esta fuente de energía, lo que desmotivó la inversión en ella y detuvo su desarrollo 
(Secretaría de Energía, 2008). 
No fue sino hasta los años setenta cuando el encarecimiento del petróleo hizo 
que los países importadores cuestionaran su dependencia energética y empezaran 
nuevamente a buscar otras posibles fuentes de energía. Entonces, la energía eólica 
apareció como una posible solución al presente problema que experimentaban y como 
una posibilidad a seguir explorando en el futuro. De este modo, se posicionó como 
una opción confiable y la inversión en investigación y tecnología permitió superar 
muchos de los obstáculos que en el pasado impidieron su aprovechamiento 
(Secretaría de Energía, 2008). 
En la actualidad, la energía eólica se ha convertido en el principal motor de la 
estrategia de transición energética de países como Alemania, España y Dinamarca. 
De igual forma, en los últimos años otras naciones como Estados Unidos y China han 
destacado en la producción de este tipo de energía y ya superan a los antes 
mencionados. 
La energía eólica se ha posicionado como una de las principales opciones entre 
las energías renovables gracias a que su producción puede realizarse a bajos costos 
—mucho menores que el gas y el carbón— y, en términos generales, entre las propias 
energías renovables su producción es menos costosa —aunque esto depende de la 
 
 33 
ubicación geográfica, pues existen lugares donde la energía hidráulica presenta una 
ventaja sobre la eólica— (Milborrow, 2020). 
Desde los años setenta del siglo pasado la investigación e inversión en el 
desarrollo tecnológico para el mejoramiento de este tipo de energía ha aumentado 
significativamente. Esto ha permitido dejar atrás una serie de obstáculos a los que en 
un inicio se enfrentó; no obstante, aún existen desventajas que resulta difícil eliminar 
y que juegan en contra de la instalación masiva de parques eólicos. Por ejemplo, entre 
las principales objeciones están su impacto visual en los paisajes, el ruido que 
producen los generadores de energía eólica y aspectos relacionados con el impacto 
en la naturaleza como la interferencia con las rutas de vuelo de las aves (Milborrow, 
2020). 
Mientras que entre las ventajas que presenta la energía eólica, está que, en 
comparación con otros tipos de energía renovables, el tiempo que conlleva su 
construcción es corto — en promedio la edificación de un parque eólico terrestre lleva 
aproximadamente un año, y uno marino alrededor de dos años—, y que ocupa poco 
terreno y no obstruye otras actividades productivas como ganadería y agricultura 
cuando son parques marinos (Milborrow, 2020). 
En cuanto a los aspectos técnicos relacionados con el diseño de los 
generadores de energía eólica se puede destacar la cuestión de su diseño, éste ha 
evolucionado con el paso del tiempo conforme la investigación y las necesidades se 
ha diversificado. En un principio, las turbinas con dos cuchillas fueron las 
predominantes, posteriormente aparecieron las de tres cuchillas y de forma reciente 
se empiezan a utilizar de cuatro chuchillas. Contrario a lo que se puede pensar, un 
mayor número de cuchillas no necesariamente implica una mayor producción de 
energía. En la elección de uno u otro modelo intervienen un gran número de 
cuestiones y la investigación disponible sobre las ventajas entre un modelo y otro aún 
no son concluyentes. Cada uno de estos busca responder a condiciones geográficas 
diferentes. En muchas ocasiones la elección se realiza de acuerdo con distintos 
factores; por ejemplo, si se trata de un parque terrestre relativamente cercano a un 
centro poblacional, la cuestión del ruido tendrá que ser tomada en cuenta y optar por 
aquella opción que ofrezca un balance entre generación de energía y menor 
 
 34 
producción de ruido. En cualquier modo, en la actualidad los diseños más utilizados 
son los de dos y tres cuchillas (Milborrow, 2020). 
Como se mencionó, los parques eólicos se dividen en terrestres y marinos, 
cada uno de ellos tiene sus ventajas y desventajas. En el caso de los marinos 
presentan el beneficio de tener un menor impacto visual, además de que la velocidad 
de los vientos suele ser mayor y es menos turbulento; no obstante, su construcción 
requiere el doble de tiempo y su mantenimiento suele ser costoso. Los parques 
terrestres son empleados con más frecuencia, pues representan menores retos de 
instalación y todos los países disponen de territorios en los cuales llevar a cabo este 
tipo de proyectos; sus desventajas guardan relación con el impacto visual y la 
generación de ruido que impide su instalación en áreas cercanas a centros 
poblacionales (Milborrow, 2020). 
En resumen, la energía eólica se presenta como una de las mejores opciones 
a futuro entre las energías renovables. Su propia naturaleza le otorga ciertas ventajas, 
empezando por el reducido espacio que requiere para su producción. Esta 
característica ha ocasionado su adopción en un número importante de países con 
características geográficas muy diversas. Entre estos casos destaca Grecia, pues su 
al ser un país compuesto por un gran número de islas aisladas y poco habitadas 
permite la utilización de estos terrenos para la producción de energía eólica. Japón es 
un caso similar, tras experimentar accidentes con energía nuclear ha volteado a ver a 
la energía eólica como una opción para diversificar su producción. Así, es probable 
que en el futuro inmediato se asista a la proliferación de parques eólicos, tanto 
terrestres como marinos, los cuales tendrán cada vez una mayor capacidad de 
generación (Sayigh, 2020). 
 
2.2.3. Biomasa 
Diversos autores afirman que la biomasa fue la primera fuente de energía que conoció 
el ser humano y que ahora, en la época actual, se está reencontrando con ella y 
reconociendo su potencial para su nuevo contexto. La biomasa también suele ser 
conocida bajo el nombre de bioenergía y biocombustible. En términos generales: 
 
 35 
Biomasa es el nombre dado a cualquier materia orgánica de origen 
reciente que haya derivado de animales y vegetales como resultado 
del proceso de conversión fotosintético. La energía de la biomasa 
deriva del material vegetal y animal, tales como cultivos energéticos o 
residuos agrícolas y forestales, animales, de industrias agrícolas y 
forestales y también de aguas residuales urbanas. (Lalanne, 2010: 
21). 
La producción de energía eléctrica a partir de la utilización de biomasa requiere lo que 
se denomina “cultivos energéticos”, que son aquellos encargados de proporcionar la 
materia prima para su producción. En teoría, cualquier cultivo agrario puede cumplir 
esta función, no obstante, suelen elegirse aquellos que se caractericen por una alta 
producción y que no requieran cuidados excesivos (Lalanne, 2010). 
Durante el proceso de combustión al que es sometida la materia prima, plantas 
y

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