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Síndrome post cuidados intensivos Un desafío para los equipos de rehabilitación Dra. Carolina Rivera R. Fisiatra El paso por una unidad de paciente crítico (UPC), es un evento que marca a los pacientes y sus familias y representa una crisis no normativa de la cual puede ser difícil salir. Hasta hace algunos años, la sobrevivencia posterior a una estadía en UPC era limitada; gracias a la evolución de los cuidados, el aumento de la tecnología disponible y la protocolización de ciertos procesos, se ha generado un aumento de la supervivencia lo que nos ha forzado a enfrentar las consecuencias a largo plazo de la enfermedad crítica. Esto ha cobrado cada vez más importancia debido a que la demanda actual de los pacientes, es recuperar su vida en todos los aspectos que la componen: funcionales, cognitivos, psicológicos, entre otros. A simple vista, se podría intuir que las consecuencias de la estadía en UPC corresponden a la suma del daño generado por la enfermedad, más el que ocurre secundario a el uso de dispositivos de soporte y al uso de fármacos (sedantes, bloqueo neuromuscular, p.e), entre otros. Sin embargo, las secuelas no parecen derivar directamente de las características de la enfermedad ni de su gravedad , lo que ha generado una importante línea de investigación para la comunidad científica mundial, en búsqueda de factores de riesgo y perfiles de pacientes que sean susceptibles y cómo intervenir en ellos. Para los adultos mayores, por ejemplo, recuperar la independencia funcional es la principal prioridad en cuanto a resultado se refiere; en dicha población la fragilidad previa a la admisión en UPC, se relaciona con aumento de la discapacidad medida a través del índice de Katz y también con aumento de la mortalidad. Resulta clara, para aquellos que nos desempeñamos en las unidades críticas, la necesidad de prevenir complicaciones asociadas al paso por ellas: la recomendación es evitar el mayor daño secundario a las intervenciones necesarias para salvar la vida del paciente. En este sentido, el desarrollo de paquetes de medidas como el ABCDEF (www.iculiberation.org), que contemplan la pesquisa del dolor, la sedación basada en analgesia, la prevención activa del delirium y la movilización precoz, entre otras recomendaciones, son fundamentales de implementar a nivel global . Estos paquetes son transversales e independientes del motivo de ingreso a la UPC y de las características de la población atendida, y deben ser conocidos por todo el equipo de trabajo incluyendo a los médicos rehabilitadores ya que involucran áreas de accción directa y otras que de no ser manejadas de manera correcta, interfieren con el desarrollo de la rehabilitación, como por ejemplo, el dolor. El escenario del paciente post-‐alta de la UPC es el de un paciente en situación de discapacidad eventualmente transitoria, pero que puede perdurar varios años y que afecta a varias esferas, incluyendo un fuerte componente familiar. Las unidades de rehabilitación, históricamente han sido parte del seguimiento ambulatorio de los pacientes que provienen de diversos contextos; sin embargo, la derivación del paciente post crítico muchas veces se retrasa o no existe, lo que obedece en gran parte, a la pérdida de la continuidad desde el alta de la UPC a las unidades de menor complejidad. Es por esto que la instalación de la rehabilitación precoz y transdisciplinaria desde el ingreso es fundamental para la prevención, pesquisa, tratamiento y coordinación del seguimiento. Los equipos de trabajo deben estar formados por todos los profesionales de la rehabilitación y el médico rehabilitador, no puede quedar fuera de los ellos: es mucho más fácil conocer al paciente e intervenir en su evolución desde el agudo y de manera activa, con el objetivo final de lograr su funcionalidad previa en un tiempo acotado posterior al alta; esto obliga conocer los procesos involucrados en la fisiopatología y el tratamiento de la enfermedad crítica, incluyendo complicaciones que vayan desarrollándose a lo largo de la hospitalización. Durante los últimos años, diversos grupos de investigación, han llevado a cabo estudios para conocer el efecto de la rehabilitación multidisciplinaria en la mejoría de la funcionalidad y calidad de vida, fuera del hospital. Los resultados han sido disímiles entre sí, en gran parte, porque no se tiene claro cuales son los outcomes a evaluar y se utilizan diversos instrumentos para medirlos; la última revisión de Cochrane de 2015 al respecto, concluye algo similar. Es importante precisar que debido a la diversidad de sistemas afectados y a la heterogeneidad de los motivos de ingreso, es necesario evaluar a los pacientes más allá del diagnóstico médico y considerar los aspectos psicosociales, contextuales e incluso económicos para obtener un buen resultado funcional multicomponente; una forma de lograr abarcar todas las esferas, es utilizar el marco teórico de la Clasificación Internacional del Funcionamiento, la discapacidad y la salud (CIF) que nos permite definir el impacto de la enfermedad en la estructura y función de sistemas,realización de actividades de la vida diaria y participación en los roles previos del paciente y su familia, siempre dentro de un contexto en donde existen barreras y facilitadores para el desarrollo de la funcionalidad. Este enfoque, debiese guiar las acciones desde la hospitalización ya que nos permite, a través del uso de escalas diversas, evaluar nuestros resultados, durante la hospitalización y posterior al alta, y llevar a la práctica el concepto de continuidad de los cuidados, tan necesario en los procesos de rehabilitación de alta complejidad. Utilizar este enfoque en la clínica y en los estudios, nos puede llevar a obtener resultados más concluyentes, en las actuales líneas de investigación. Discapacidad posterior a la UPC El estudio de Ohtake de 2018, nos demuestra que al utilizar el marco teórico de la CIF, es posible encontrar alteraciones en la función y estructura, limitaciones en las actividades y restricciones en la participación, en los pacientes dados de alta de unidades críticas. La función pulmonar y la fuerza muscular (en especial la del cuádriceps y la de agarre) se ven afectadas al igual que el test de marcha de 6 minutos, el acceso a baño, el vestuario y la función vesical (actividades de la vida diaria, AVD). Cerca del 60% de los pacientes vuelve a conducir a los 3 meses. Se concluye a través de esta revisión, que los sobrevivientes a una enfermedad crítica con manejo en UPC, presentan deficiencias en los 3 dominios de la CIF, tienen mayor riesgo de institucionalización, mayor gasto médico, más re-‐ hospitalizaciones y mayor mortalidad, hasta 5 años posterior al alta. De acuerdo a una reciente revisión sistemática de 2019, solo el 30% retorna al trabajo a los 3 meses, mientras que el 60% lo ha hecho a los 12 meses lo que impacta en la economía personal y global. Otro estudio de 2017, siguió a 262 pacientes posterior al alta de UPC, durante 6 meses; el 25% de ellos reportó moderada a severa discapacidad, con disminución en la calidad de vida. Fueron predictores de discapacidad: historia de ansiedad/depresión, estar divorciado, mayor duración de la ventilación mecánica y no haber sido dados de alta a su hogar (institucionalización). Es importante mencionar que en general, los pacientes neurocríticos han sido excluidos de los estudios de discapacidad post UPC, al igual que la población de grandes quemados. La literatura actual ha comenzado a revisar estos pacintes por lo que esperamos contar con más investigaciones en los próximos años. Síndrome Post-‐Cuidados Intensivos Al grupo de complicaciones asociadas a la estadía en UPC se las designó con el término de Síndrome Post-‐Cuidados Intensivos (PICS, por su sigla en inglés-‐ Post Intensive Care Syndrome-‐) en el año 2010 durante la Conferencia de la Sociedad de Medicina Intensiva. El síndrome es un conjunto de secuelas funcionales, psicológicas y cognitivas, o empeoramiento de alteraciones funcionales previas, que impactan en la calidad de vida del paciente y su familia que van más allá de la causa que genera el ingreso a la unidad crítica. Su desarrollo es precoz durante la hospitalización y sus consecuencias pueden durar hasta 5 años o más posterior al alta. El reconocimiento de este conjunto de síntomas como una entidad, es un hito en la evolución de los cuidados críticos y que ha permitido que nos enfoquemos en la prevención y en el último tiempo, en la organización del seguimiento. Componentes: 1. Complicaciones físicas: Son las más frecuentes de encontrar y pueden clasificarse en pulmonares y extrapulmonares. En las pulmonares, lo más frecuente de encontrar es un patrón restrictivo con leve alteración del intercambio de CO2 y en las extrapulmonares, la debilidad adquirida en UCI (DA-‐UCI, que incluye la debilidad de musculatura respiratoria); las retracciones articulares pueden alcanzar el 60% de los pacientes. Los atrapamientos de nervio periférico relacionados con el mal posicionamiento (tronco superior del plexo braquial en posición “de nadador” del prono, nervio peroneo común por atrapamiento a nivel de la cabeza del peroné, etc) y las osificaciones heterotópicas, son también posibles de encontrar y complican la evolución funcional. La debilidad adquirida en UCI complica el weaning, disminuye la posibilidad de salir de la UCI, aumenta la mortalidad y disminuye la posibilidad del alta hospitalaria; esto a la larga aumenta los costos totales asociados a la hospitalización. Por esto es necesaria la inclusión de protocolos de movilización precoz que involucren a la mayor cantidad de actores (kinesiologos, enfermeras, técnicos, p.e). La disfunción vesico-‐intestinal es frecuente y parece ser multifactorial (debilidad de la musculatura de piso pélvico, uso de sonda foley) y es una de las alteraciones funcionales que se traducen de manera directa en una limitación de la actividad: la disfunción vesical puede tardar hasta un año en mejorar y muchas veces pasa desapercibida, pesquisándose solo a la pregunta del examinador. La urgeincontinencia parece ser lo más frecuente de encontrar. En la esfera fonoaudiológica, los trastornos de la voz secundarios ala intubación prolongada, pueden incluirse en esta categoría y obedecen además a la falta de fuelle que se genera por la debilidad de la musculatura respiratoria. La movilización activa temprana se asocia con una mejoría en el componente físico, sin embargo una barrera comúnmente descrita es el miedo a que ella pueda interferir con el uso de dispositivos de soporte vital (tubos endotraqueales, drenajes torácicos, líneas arteriales y venosas centrales, dispositivos de soporte extracorpóreo, etc). Sin embargo, varios estudios han confirmado que la movilización precoz es factible y segura; los sistemas de “semáforos”, pueden significar un aporte en este sentido tanto para el equipo de intensivo como el de rehabilitación. 2. Complicaciones psicológicas: se han descrito una serie de síntomas asociados a las estadía en UPC (p.e miedo a morir, irritabilidad, presencia de pesadillas, agorafobia). Los trastornos más frecuentes de acuerdo a la literatura son la ansiedad, depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT); su pesquisa precoz permite una mejor calidad de vida y un pronto retorno laboral. Los síntomas de ansiedad pueden llegar a afectar al 48% de los pacientes post UPC, la depresión afectará cerca del 30% y el TEPT entre 10 y 50%, sin embargo estos valores pueden estar subestimados ya que la mayor parte de los estudios excluye a pacientes que tienen patología psiquiátrica previa. Es interesante mencionar que el riesgo de suicidio aumenta cuando se presentan síntomas depresivos y que la duración del cuadro es variable dependiendo de la patología: la depresión suele mejorar durante el primer año, pero el TEPT se mantiene estable. El trastorno de stress postraumático tambien afecta a las familias de los pacientes y puede llegar a mantenerse a lo largo de la vida; los pacientes tienen temor de ir a controles médicos y no consultan de manera precoz ante síntomas de alarma. El uso de diarios de la estadía critica realizados por la familia y el equipo médico, de enfermería y rehabilitación, han demostrado disminuir la incidencia de TEPT debido a que colaboran en recomponer el tiempo perdido para el paciente, a través de un relato en tiempo real. De acuerdo al estudio de King de 2019, un tema dominante en todas las fases (más aún en post alta de UPC), es la profunda y terrible sensación de debilidad física y cognitiva, similar a la que genera una amputación o una lesión medular. La funcionalidad es muy importante: incluso un año post alta, los pacientes no están en las mismas capacidades y además en peor situación económica y eso impacta en la esfera psicológica. Los ajustes de la vida post UCI requieren de construcción de mecanismos de supervivencia, humor, aceptación, optimismo, esperanza, establecimiento de metas y espiritualidad: grupos de apoyo y creencia en algo superior. 3. Complicaciones cognitivas: La disfunción cerebral en UCI es una de las formas más habituales de falla orgánica que afectan a los pacientes críticos, y se manifiesta en la forma aguda como delirium. El delirium es prevenible y abordable pero requiere de un alto grado de sospecha y de manejo multicomponente con énfasis en lo no farmacológico para su correcto abordaje. La literatura es muy consistente con respecto a que cerca del 75% de la pesquisa de delirium se pierde si es que no se aplican estrategias de monitoreo constante y específico, sobre todo cuando el delirium es hipoactivo. La presencia de esta disfunción es un predictor de mal pronóstico funcional y de retraso en la rehabilitación. Sin embargo, no es solo un tema del agudo sino también una manifestación del período post-‐alta, que se presenta en forma de deterioro neurocognitivo que perdura meses e incluso años. La atención, la memoria, la velocidad de procesamiento y las funciones ejecutivas son las más afectadas posterior a la estadía crítica, aunque diferentes estudios han demostrado que el deterioro neurocognitivo afecta entre el 20 y el 80% de los sobrevivientes de la UCI, dependiendo de la batería diagnóstica utilizada y de la población evaluada. El estudio de Pandharipande en 2013, mostró que cerca del 40% de los pacientes post estadía critica presentaron resultados cognitivos similares a los que muestran pacientes con trauma encefalocraneano moderado y el 26% un patrón similar a la enfermedad de Alzheimer. Cerca de un tercio de los pacientes mantiene estas deficiencias hasta 12 meses post alta lo que afecta el desempeño social, familiar y laboral generando mayor dificultad para retomar los roles previos a la hospitalización. 4. Otras complicaciones: La presencia de dolor crónico luego de la enfermedad crítica ha sido descrita en diversos estudios. Esto es esperable debido a la gran cantidad de estímulos dolorosos a los que se encuentra sometido el paciente (instalación de vías venosas centrales, punciones venosas/arteriales, aspiración de secreciones, toma de glucosa periférica, etc); si la causa de su estadía en UPC es postquirúrgica, por quemaduras, lesiones de médula, amputaciones o politraumatismos, la cantidad de elementos nociceptivos es aún mayor. Por esto es que lasedación se basa en analgesia y se preconiza el uso de escalas por el personal a cargo para pesquisar la presencia de dolor aún en pacientes conectados a ventilación mecánica (CPOT, BPS). Si bien, se utiliza el concepto de manejar el dolor de manera precoz y agresiva, no se tiene en cuenta en muchas unidades, el uso de neuromodulación precoz y de manejo con infiltraciones locales. Proteger al paciente del dolor crónico incluye el concepto de evitar la sensibilización central y los cambios a nivel de la corteza cerebral secundarios a esta, que se encuentran en los pacientes con dolor crónico. El seguimiento debe estar a cargo de fisiatras o de unidades del dolor crónico no oncológico siempre entendiendo el contexto en el que se desarrolló el dolor. En lo nutricional, durante el tiempo de hospitalización en UPC, se pierde alrededor del 2% de la masa muscular magra/día, generando una deficiencia calórica y proteica, más una pérdida de peso cercana al 20%. La velocidad de recuperación es lenta y cerca de un 30% no ha recuperado su peso al año de egreso, debido a múltiples factores: trastornos deglutorios residuales, ánimo depresivo, fatigabilidad y alteraciones en el gusto y el olfato. Es fundamental el apoyo de un equipo experto para lograr una rehabilitación adecuada, ya que se requiere de un estado nutricional acorde; el uso de suplementos nutricionales puede mejorar la condición metabólica, disminuir la mortalidad asociada a malnutrición y asegurar el éxito de la rehabilitación a largo plazo, por lo que se recomienda utilizarlos entre 3 y 12 meses post alta de la UPC. Con respecto al aporte proteico, los pacientes deben recibir entre 1.2-‐2 g/kg/día para recuperar sus reservas y enfrentar de manera adecuada, el nuevo estado metabólico. En lo metabólico, no debemos olvidar que el reposo prolongado es un factor de riesgo para desarrollar osteopenia/osteoporosis, por lo que la prevención a través de la carga de peso progresiva durante la estadía en UPC es fundamental (sedente, uso de mesa basculante, etc); la fractura en hueso patológico es la consecuencia más compleja debido a que su puede disminuir aún más la funcionalidad, retrasar la rehabilitación y generar dolor. Por otro lado, existe cada vez más evidencia de que la deficiencia de vitamina D durante la estadia crítica, está asociada a peores resultados; un estudio reciente mostró que aquellos pacientes críticos con niveles de vitamina D <12 ng/ml experimentaron una mejora significativa en la supervivencia hospitalaria al suplementarla de manera agresiva. Posterior al alta, el aporte de Vitamina D3/Colecalciferol en dosis de 50.000 UI dos veces por semana como dosis de carga, seguido de un aporte de 2000 UI/día, es adecuado para corregir las deficiencias (siempre medir niveles pre y post carga). Un aspecto cada vez más mencionado en los estudios, corresponde a los costos que se generan cuando el paciente ingresa a una unidad de paciente crítico; el impacto económico para el paciente y su familia puede resultar devastador pues no solo involucra al gasto hospitalario, sino también, a la pérdida del soporte económico (rol proveedor), la necesidad de visitar al paciente (costos de transporte/permisos en el lugar de trabajo) y los requerimientos de cuidados posterior al alta (ayudas técnicas, mobiliario, cuidadores, fármacos, insumos de enfermería, etc). La incorporación del trabajador social de manera precoz en la atención del paciente durante su hospitalización es crucial y tiene como fin orientar a la familia en la vinculación con sus redes. El seguimiento mencionado más adelante, con la figura del médico de cabecera que comprenda las secuelas, es fundamental para asegurar la mantención del reposo médico que pueda sustentar lo económico. 5. Familia: las familias sufren la conscuencias del paso por una unidad de paciente crítico debido a múltiples factores. El área más afectada es la de salud mental: las familias tienen síntomas de estrés postraumático durante la estadía en UCI y posterior al alta. Además, pierden sus rutinas habituales para acudir a las visitas diarias, se resienten en lo económico debido a que estar en el hospital significa pagar traslados, comidas, etc., dejan de asistir a sus controles médicos -‐si es que los tenían previamente-‐ y los inunda un gran sentimiento de culpa de no poder estar en todo momento con el paciente. La pérdida de roles de los pacientes también tiene incidencia en las familias; las familias son instituciones complejas y los roles que cumple cada persona son sólo conocidos por sus componentes. Es muy importante contar con una dupla psicosocial que apoye el proceso desde el inicio y nos entregue directrices claras. ● Rol de proveedor: depende de la calidad de trabajo que tenga el paciente; si está contratado es probable que se pueda mantener con licencia médica mientras dura la enfermedad aguda (posterior al alta es un problema si es que no quedan en seguimiento). Si realiza trabajo informal no contratado o es emprendedor, la estadía en UPC puede significar una debacle económica; incluso existen estudios acerca del costo de sobrevivir a una UCI a nivelmundial que muestran lo devastador que puede ser para una familia. Si sumamos todos los pacientes críticos, es un problema de salud pública: sabemos que alrededor del 65% no retorna al trabajo al año posterior al alta de la UPC. ● Rol de padre/madre: si el paciente tiene hijos, dependerá de las edades de estos, como se enfrenta el paso de los padres por la UPC. Antes de los 7 años, el pensamiento de los niños es concreto por lo que tienden a pensar que los papás los abandonaron. Es fundamental trabajar en estrategias multidisciplinarias para que los niños puedan ver a sus padres. El rol de los psicólogos es en extremo importante, sin embargo, muchas de las unidades críticas no cuentan con este recurso humano. El retorno al hogar significa para los pacientes un momento de stress; muchas veces dejan de sentirse partícipes de la toma de decisiones importantes de la familia y a pesar de estar de vuelta, no logran retomar los roles. Prevenir el SPCI: una herramienta de Humanización La prevención, manejo y seguimiento del SPCI es es parte de los 8 puntos expresados en forma de rueda por el Proyecto de Humanización de los Cuidados Intensivos (Proyecto HUCI) , lo que lo releva a un protagonismo dentro del manejo de los pacientes en UPC al poner en evidencia la importancia de la vida posterior al alta. Los otros puntos se relacionan de manera estrecha (por eso es una rueda, todos son iguales e importantes y forman un continuo) y son: UCI de puertas abiertas, comunicación efectiva, bienestar del paciente, presencia y participación de las familias, cuidados al personal, infraestructura humanizada y cuidados de fin de vida. Seguimiento El seguimiento interdisciplinario posterior a la hospitalización es necesario debido a que de acuerdo a diversos estudios, los reingresos alcanzan entre un 10 a 40% en estos pacientes en los 180 días posterior al alta, generando mayor riesgo de muerte y aumento de los costos en salud. El Instituto Nacional de Salud del Reino Unido, sugiere un programa de seguimiento de los sobrevivientes de la UPC en sus guías NICE (National Institute for Health and Care Excellence). La evidencia actual, no define con claridad que criterios deben cumplir los pacientes a seguir, cuál es la frecuencia de seguimiento, quién debe seguirlos y qué dominios evaluar. El Comité de seguimiento y rehabilitación post enfermedad crítica de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, publicó en 2018, una propuesta de Programa de seguimiento al alta de la unidad de cuidados intensivos; en ella, se sugiere que el seguimiento sea realizado por un grupo interdisciplinario conformado al menos por un médico y un kinesiólogo, pudiendo sumarse un psicólogo y un nutricionista, con una frecuencia de 1, 6 y 12 meses, durante al menos 2 años post alta. La recomendación actual, es que cada unidad de paciente crítico incluya dentro de su programa, el seguimiento de los pacientes para lograr una caracterización de los outcomes de funcionalidad que son trabajados desde el agudo. El problema actual radica en la organización del sistema de salud que no asegura la continuidad del seguimiento; los pacientes son trasladados a una unidad de menor complejidad, por varios factores entre los que se cuentan, la necesidad de ingresar nuevos pacientes más complejos. Esto genera que se desvinculen del equipo que lo mantenía en seguimiento sin una entrega formal a quienes los reciben; es absolutamente necesario que se logre asegurar la continuidad de los cuidados. Si bien, aún no está claro quien debe realizar el seguimiento, es interesante que el médico rehabilitador conozca a los pacientes desde el inicio, se vincule con el equipo médico de intensivistas y otros tratantes, participe de la planificación de la rehabilitación intrahospitalaria en conjunto con el equipo de terapeutas, mantenga evaluaciones durante la estadía del paciente, modificando objetivos de acuerdo a la evolución y se haga cargo de la organización del seguimiento ambulatorio en todas sus esferas. Su expertiz en el modelo de la CIF, el conocimiento de las intervenciones de los terapeutas de rehabilitación, el manejo del dolor crónico no oncológico y los aspectos de su formación relacionados con trauma y neurorehabilitación, lo convierten en una interesante figura para colaborar en este grupo de pacientes. Dado que cerca del 80% de los pacientes de nuestro país se atiende en el sistema público, se puede aprovechar la capacidad ya instalada en los hospitales de alta complejidad con servicios de Medicina Física y Rehabilitación, para lograr controlar a estos pacientes. La enfermedad crítica en sí es devastadora, y puede marcar un antes y un después en la vida de los pacientes y sus familias para siempre. Todo el esfuerzo para salvar la vida de una persona, debe tener sentido. Una vez fuera de riesgo vital, debemos ser capaces de devolverla completa. Síndrome post UCI en pandemia COVID-‐19 El 3 de marzo de 2020, se conoció el primer caso de un paciente chileno infectado con el nuevo virus SARS-‐CoV2. Ocho días más tarde, la Organización Mundial de laSalud declaraba estado de pandemia secundario a la propagación mundial del virus. Al día de hoy en nuestro país se han presentado más de 13000 casos con cerca de 190 fallecidos distribuidos en todo el territorio (27 de abril de 2020). La enfermedad se presentará en sus formas leve y moderada, en la mayor parte de los infectados, pero para un grupo menor –con comorbilidades y adultos mayores en su mayoría-‐ la infección puede traer consecuencias complejas. En las series de casos de pacientes hospitalizados a nivel mundial, que hemos presenciado en tiempo real y practicamente en streaming, existe cerca de un 20% que requieren manejo en unidades de paciente crítico siendo lo más frecuente, la presencia de un Síndrome de Distress respiratorio agudo (SDRA) (32.8%). La letalidad del virus alcanza hasta un 13,9% 3 siendo la principal causa de muerte la insuficiencia respiratoria aguda. La fisiopatología está aún en desarrollo: existen tratamientos basados en series de casos aún en revisión, que han llevado a líneas de investigación e intervenciones clínicas, pero la mayor parte del manejo en los casos graves es de soporte vital en una UPC, con todas las implicancias de ello, que hemos comentado más arriba. Rehabilitación en tiempos de COVID-‐19 La OMS recomienda que en momentos de desastres, incluyendo brotes y epidemias, la rehabilitación juegue un rol central de la atención del paciente e incluso recomienda mínimos de dotación de personal, espacios físicos y equipamiento necesario. La propagación de COVID-‐19 continúa acelerándose a pesar de las medidas de salud pública para aplanar la curva de contagio miesntras se espera del desarrollo de una vacuna accesible a la población. Dada la alta proporción de pacientes hospitalizados que requieren cuidados críticos, es muy probable que en las semanas y meses posteriores también existirá un número considerable de sobrevivientes que requieran rehabilitación lo que hace necesario el desarrollo de planes de contención para tales efectos. También es necesario generar planes de rehabilitación multidisplinaria precoz para este grupo de pacientes con las medidas de protección adecuadas (y claros protocolos de instalación y retiro de estos) o con intervenciones modificadas: si hace años se pensaba que la movilización en unidades críticas o las intervenciones de terapia ocupacional podían no servir o generar eventos adversos, ahora nuestro temor principal es a ser vectores de la infección a lugares distantes de las unidades críticas ya que en general, los profesionales de rehabilitación son servicios de apoyo clínico que transitan en la continuidad de los cuidados en las diversas unidades hospitalarias. No podemos ser considerados prescindibles. Por otra parte, la necesidad de adecuación de los espacios y del recurso humano de las unidades de rehabilitación, significa un desafío en la mantención de los pacientes que ya estaban en control en rehabilitación subaguda. Las estrategias de telerehabilitación parecen ser una buena alternativa, pero deben ser evaluadas en cuanto a factibilidad, criterios de inclusión, criterios de exclusión, escalas a utilizar debidamente validadas, canales de comunicación adecuados y seguros y capacidad de los usuarios de seguir instrucciones. En algunos países e instituciones privadas del nuestro, existen plataformas de atención a distancia desarrolladas y seguras. Sin embargo, la atención virtual también tiene limitaciones, tales como disponibilidad de equipos, fallas técnicas, potencial divulgación involuntaria de datos personales y alcance limitado para el examen físico. El proceso depende de que el paciente (y/o sus cuidadores) puedan asistir a las sesiones, comunicarse e interactuar . La legislación de cada país debe ser clara en este sentido para evitar problemas médico legales que se puedan suscitar. Hay que considerar además, que es altamente probable que los miembros de los equipos presenten la enfermedad y por lo tanto exista una merma en el recurso humano que sea difícil de predecir. Por otra parte, el burnout de los equipos enfrentados personal y laboralmente a la pandemia, debe ser un motivo de preocupación. Prevención del SPCI en paciente con COVID-‐19 La necesidad de aislamiento, el uso de elementos de protección personal limitados, la minimización de las entradas del personal clínico a evaluar a estos pacientes y la gravedad de la enfermedad misma, ponen al paciente COVID-‐19 en condición crítica en un escenario de desventaja con respecto a los pacientes ingresados por otros diagnósticos. A pesar de los avances mundiales en utilizar paquetes de medidas como el ABCDEF bundle de la SCCM, diferentes informes de las regiones del mundo más afectadas por la propagación del virus, muestran que han debido flexibilizar los algoritmos habituales ya sea por escasa mano de obra o recursos físicos. Es importante mencionar que el uso del prono es una estrategia de manejo de estos pacientes que requerirá de uso de bloqueo neuromuscular y sedación profunda, por lo que la posibilidad de DA-‐UCI y delirium aumentarán. El prono requiere además de un posicionamiento adecuado, prevención de lesiones por presión y deneuropatías por atrapamiento que pueden generar retraso en la rehabilitación o aumento de la estadía hospitalaria. También se ha visto que el delirium en estos pacientes es aún más multifactorial pudiendo ser una manifestación de invasión directa del sistema nervioso central, respuesta inflamatoria a nivel central, efecto de la falla multisistémica, asociada al uso de sedantes y ventilación mecánica prolongada y factores ambientales incluyendo el aislamiento. Un tema central es el manejo familiar: en la mayoría de las unidades que reciben pacientes COVID, las visitas están restringidas y la entrega de información a las familias se lleva a cabo por canales no presenciales. La angustia puede intensificar el componente familiar de este síndrome y como lo mencionamos, aumentar la probabilidad de delirium. Por otro lado, es muy probable como se ha visto en otros países más afectados-‐ que alguna figura significativa del paciente se encuentre enfermo gravemente o incluso fallezca lo que puede generar elementos de duelos no resueltos importantes. El alta desde la unidad de paciente crítico a unidades de menor complejidad y de estas a domicilio, genera una serie de interrogantes desde el punto de vista de seguimiento serológico y también desde las necesidades de rehabilitación. Los escenarios posibles varían de acuerdo a la realidad local de cada lugar; en países como USA, existen los hospitales de cuidados agudos a largo plazo (LTACH, por sus siglas en inglés) que son instalaciones especializadas en el tratamiento de pacientes con afecciones médicas graves, que requieren atención continua, pero sin la necesidad de cuidados intensivos. Por lo general, estos pacientes son dados de alta de las UPC y requieren más atención de la que pueden recibir en un centro de rehabilitación, centros de enfermería especializada o en sus casas. Los centros de enfermería especializada (“skilled nursing facility”) son centros de rehabilitación y tratamiento médico con equipos multidisciplinarios que se centran en la obtención de herramientas relacionadas con las AVD recibiendo pacientes de una complejidad menor. Ninguna de estas realidades se ajusta a nuestro país. Es por esto que se hace necesario abordar el tema de acuerdo a los recursos disponibles con estrategias factibles y protocolos conocidos, pero en ningún caso dejar a los pacientes y sus familias sin seguimiento. ¿Como abordar y prevenir el SPCI en el paciente COVID-‐19?: Propuesta de acción para los equipos de rehabilitación 1. Seguimiento funcional por fisiatra, al menos dos veces por semana de fichas clínicas de pacientes ingresados a UPC por COVID19: pesquisa activa de factores de riesgo de SPCI con énfasis en DA-‐UCI y delirium. 2. Prevención y manejo de la DA-‐UCI. Se sugiere contar con un protocolo de movilización precoz en paciente COVID dependiendo de los recursos. A modo de propuesta: ● Paciente no cooperador (S5Q <3/5): Uso de Motomed y FES si el recurso está disponible; de lo contrario, movilización pasiva diaria. ● Medición de índice de Heckmatt al ingreso y luego una vez por semana en paciente no cooperador y cooperador, por usuario entrenado. ● Paciente cooperador (S5Q >3/5):Medición de MRC e IMS o FSS-‐ICU dos veces a la semana posterior al despertar. La presencia de Delirium no es contraindicacion de aplicar las mediciones. ● Manejo activo de la DA-‐UCI: avance en hitos motores de acuerdo a protocolo. ● Criterio de alta motora: por hito funcional (marcha con supervisión o ayuda técnica) + al menos moderado riesgo de caídas medido con test de Berg . 3. Prevención y manejo del Delirium ● Aplicación dos veces al día de CAM-‐ICU/CAM o cualquier otra escala validada para tal efecto. ● Manejo multicomponente: estrategias ambientales de orientación a la realidad, disminución de sedación de acuerdo a protolocos locales, prevención y manejo activo del dolor, uso de AATT propias (audífono o lentes), disminución de invasiones, favorecer comunicación efectiva, apoyo familiar a distancia. Se sugiere elegir un miembro del equipo que se dedique a ser el nexo entre el paciente y el protocolo local. Con respecto al manejo familiar, se sugiere uso de videollamada con apoyo de psicología para que familia enfrente la crisis. 4. Situaciones de especial cuidado: Traqueostomizados y pacientes con vías de alimentación alternativas (SNE o GTT). Intervención precoz de Fonoaudiólogo 5. Aplicación de screening de riesgo para categorizar pacientes y niveles de acción previo al alta Parámetro/Puntaje 1 punto 2 puntos 3 puntos 4 puntos Días en VM 1-‐5 5-‐10 10-‐14 >14 días DA-‐UCI (MRC) 50 a 60 40 a 49 30 a 39 < 30 Berg al alta 41-‐56 21-‐40 11-‐20 <10 MoCA 21-‐30 sin delirium cuantificado en UPC 21-‐30 con delirium cuantificado en UPC <20 no evaluable Vía aérea Sin soporte o O2 por naricera < 3 lts Cánula nasal de alto flujo o mascarilla VNI 24 hrs o con ventanas o VNI sólo nocturna VMI 24 hrs o con ventanas y/o TQT ventilando espontáneo Vía de alimentación Vía oral sin modificaciones Vía oral consistencia modificada Gastrostomía SNE por contraindicaciónde GTT * Apoyo familiar Cuidador efectivo con destino al alta adecuado Cuidador efectivo con destino al alta no adecuado Cuidador no efectivo Sin cuidador ni destino al alta * Uso de SNE requiere bomba de alimentación Niveles de acción: Puntaje Intervención 7 a 14 puntos Programa Telerehabilitación SPCI 15 a 21 puntos 1 semana de rh en unidad de menor complejidad: objetivo→ bajar a puntaje acorde con telerehabilitación en PICS 22 a 28 puntos Considerar instituciones de larga estadia u Homecare Telerehabilitación en SPCI Debido a la multiplicidad de elementos a considerar, este programa debe ser multiestamento, considerar escalas de evaluación de los elementos antes citados y fijar objetivos en base a estas escalas. Deben existir criterios de alta serológicos que permitan realizar una evaluación presencial segura y criterios de alta de rehabilitación que permitan completar el seguimiento. La protocolización de los procesos sin duda ayuda a ordenarlos sin embrago cada caso será distinto por lo que debe ser evaluado en particular . Sin duda es un enorme desafío para los equipos de rehabilitación. Corolario Estamos viviendo la historia de la medicina como nunca antes en este siglo; si en tiempos pretéritos, las guerras mundiales y la epidemia de poliomielitis sirvieron para relevar a la rehabilitación a un lugar de importancia, el escenario actual, con la tecnología/recursos disponibles y el acceso a la información casi inmediato, nos entrega una oportunidad imperdible de posicionarla de forma precoz, integral, accesible, multidisplinaria, humanizada y continua. Es necesario que estemos a la altura. Bibliografía 1. 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