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Arte e Pediatría: Los Tahúres

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Pediatría Atención Primaria
ISSN: 1139-7632
revistapap@pap.es
Asociación Española de Pediatría de
Atención Primaria
España
Los tahúres. Caravaggio, 1594
Pediatría Atención Primaria, vol. XVIII, núm. 70, abril-junio, 2016, p. 190
Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria
Madrid, España
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=366649605020
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Los tahúres. Caravaggio, 1594
Ahora que se ha prolongado la edad pediátrica, al menos en los círculos hospitalarios, no está de más 
dedicar un cuadro a la adolescencia. Época de los sobresaltos emocionales, los vaivenes de las hormonas 
y la exaltación de la picaresca. 
No dejen de apreciar cómo el tramposo de amarillo recoge con su mano derecha (a la remanguillé) una 
carta escondida, y que algo bueno le aportará. Mientras el otro pobre, el indolente tangado, no deja de 
mirar su baza.
No puedo dejar de afirmar 
que, pese al tono menor de 
este cuadro, siempre ha sido 
considerado por la crítica 
como una obra maestra, por 
la combinación a tres ban-
das que hizo Caravaggio de 
realismo, luz veneciana y 
clases bajas.
A la Pediatría desde el Arte
Rev Pediatr Aten Primaria. 2016;18:189-90
ISSN: 1139-7632 • www.pap.es
190
Los tahúres, 1594.
Caravaggio. Óleo sobre lienzo. 94 × 131 cm. 
Kimbell Art Museum. Fort Worth, Texas (EE. UU.).
Decálogo para una infancia feliz
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Demuestra siempre a tu hijo lo importante que es para ti. 
Exprésale tu amor incondicional a cualquier edad con palabras, 
sonrisas y gestos: besos, abrazos, caricias...
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“Disfruta de la crianza de tu hijo”
Cuida de su salud y ayúdale a crecer sano. Tú eres su modelo. Enséñale 
estilos de vida saludables en alimentación, actividad física, sueño, higiene... 
y también en cómo vivir sus emociones. Usa el sentido del humor. 
Dedícale tiempo a diario. Juega y disfruta con él, sin dirigir mucho 
sus gustos o preferencias. Procura que tenga tiempo libre, a su aire. Y 
disfrutad juntos de la naturaleza.
No hace falta acumular cosas materiales. El tiempo que le dediques, 
la educación y los valores que le trasmitas serán tu mejor herencia.
Educa con cariño. Elogia lo que hace bien y también los esfuerzos por 
intentarlo. Ponle normas que pueda y deba cumplir: pocas, claras y adaptadas 
a cada edad. Enséñale lo que está mal, sin violencia, castigo ni humillación.
Estimula y apoya su aprendizaje. Fomenta su autonomía desde 
pequeño para las actividades cotidianas, como vestirse, lavarse o 
comer. No le des todo hecho. Es bueno que poco a poco vaya teniendo 
sus responsabilidades.
Escucha y dialoga con tu hijo desde pequeño. Muestra interés por 
su mundo, adáptate a los cambios normales de cada edad y acéptalo y 
valóralo como es: único y diferente a los demás.
Trasmítele seguridad, tranquilidad, confianza. No fomentes miedos 
artificiales, apóyale y ayúdale a entender sus propias emociones. Así 
fortalecerá su autoestima, su motivación y capacidades.
Déjale ser niño. No le hagas partícipe antes de tiempo de las 
preocupaciones de los adultos. Pero no le ocultes los hechos 
importantes de la vida. Enséñale y ayúdale a entender que la 
enfermedad, el dolor o la muerte existen y forman parte de ella.
Favorece las relaciones con la familia y los amigos. Lo 
acompañarán a lo largo de su vida. Ayúdale a ponerse en el lugar de 
los otros. Aprenderá a convivir y amar.
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