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En todo caso, resulta obligado significar que este libro, verdadera movilización humana y científica del hispanismo francés, viene a ser una muestra ejemplar de ese «respeto al principio de la pluralidad de las escuelas científicas» que Noël Salomon quería como principal atributo del hispanismo francés.—JUAN FRANCISCO FUENTES (Va lencia, 11, 1.0-1 * BARCELONA-IS). FERNANDO PESSOA: Odes/Odas de Ricardo Reis. Prólogo de Gon zalo Torrente Ballester. Selección, versión y notas de Angel Cam pos Pámpano. Balneario Ediciones, Valladolid, 1980, 160 pp. Mucho debe la poesía contemporánea a Femando Pessoa. Un más que sobrepasa la creciente frecuencia del elogio que siempre parti cipa del entusiasmo adolescente y, también, del cauteloso rigor de la crítica que, al ocuparse del poeta, prodiga sus juicios con exuberan cia tropical. Son bien conocidas las razones de esta devoción por Pessoa, lo que nos dispensa de hacer su inventario. El solitario Fernando Pessoa es protagonista de una de las más singulares experiencias vitales y literarias de nuestro tiempo. Fue él mismo y fue otros. Asumió su vocación y destino personales y, al vivirlos con plenitud, fue capaz de prodigarse en unos hombres, unos autores, cuya concepción de! mundo, voluntad de expresión, discurso, valores se sitúan en planos diametralmente opuestos y, al hacerlo, conforman con maestría definitiva unas escrituras cuyo único punto de contacto es la mano que las trazó. Esta acción, este hecho en que lo pueril y lo genial se adunan, en que la máscara es una piel dis tinta e intransferible, y la voz deviene laberinto de resonancias in confundibles, nos coloca ante uno de los problemas fundamentales que confrontan aquellos que persisten—porque es simple y llana mente necesario—en practicar un oficio que no por milenario se valora en su final trascendencia en todo tiempo y lugar: la necesidad del poeta de no aferrarse al punto cardinal de una experiencia y cir cunstancia que acaban por excluir la experiencia. Pessoa y sus fabulosos heterónimos—Alberto Caeiro, Alvaro de Campos y Ricardo Reis—cumplen dentro del espejo de la poesía de condition sur la "transformation ¡mpersonelle"»; Bernard Sesé: «Quête et réalité de l'aimée dans "La voz a t i debida" de Pedro Salinas»; Alain Sicard: «"Yo el Supremo" de Augusto Roa Bastos: le mythe et l'histoire»; Jean Subirats: «L'oisau dans le théâtre de Jorge Ferreira de Vasconcelos»; Paul Verdevoye: «Albores del costumbrismo en la prensa argentina», y Abdón Yaranga Valderrama: «La Quachwa o Qachwa en la civilización andina». 654 raíz ibérica, la empresa que dentro de este marco—y tantos otros— requirió una múltiple presencia. Y por ser cada uno de ellos tan único, el resultado de este ser y quehacer que trasciende lo mera mente geográfico para unlversalizarse, dota a nuestra expresión de un horizonte excepcional cuya magnitud cala y renueva la expresión y la experiencia poéticas. Entre los heterónimos de Pessoa, Ricardo Reis es el menos fre cuentado por un círculo de lectores cada vez más populoso. Pienso que esto se debe a que Reis, en una época cuyo clasicismo deberá ser establecido por los historiadores del porvenir, representa el pu rismo, la disciplina mental, el pulso y rigor de un neoclasicismo cien tífico, de una sensibilidad en que espacio y valores fundamentales se prolongan en el tiempo gracias a la apasionada frialdad con que se retoman. La versión de las Odas de Ricardo Reis que nos ofrece Angel Campos Pámpano —el cincuenta por ciento del total de la obra poética de Reis conocida hasta el momento— se inscribe dentro de esa ex clusiva serie de aproximaciones que salvando con decoro, pericia, inteligencia y sensibilidad los problemas inherentes al ingrato oficio de la traducción, revelan la calidad superior de una poesía virtual- mente desconocida y recogen «todos los anhelos y todas las obse siones que preocuparon a ese pagano decadente que fue el doctor Ricardo Reís», hombre educado con los jesuítas, médico en el Brasil a donde sus convicciones monárquicas lo llevaron al exilio, y amigo de Alberto Caeiro y Alvaro de Campos, pero no de Pessoa. Esa lectura distinta que ofrecen las Odas de Reis en un momento en que la poesía interroga a sus propios espejos en busca de la impronta cuya derrota le impone nuestra época, constituye no sólo una suerte de revisión de puntos de vista, de posibilidades expresivas y comunicativas, sino también una de esas experiencias intelectuales que dejan una estela permanente en las aguas de nuestra sensibilidad. El justísimo prólogo de Gonzalo Torrente Ballester a estas Odas integra una serie de reflexiones sobre el poeta, la poesía, el conoci miento y la ignorancia de una obra, y el devoto quehacer de Campos Pámpano, que resultan una síntesis de opiniones que convergen hacia una cristalización definitòria, y sólo es de lamentar su brevedad. La rigurosa selección, versión y notas de las Odas de Ricardo Reis realizada por Angel Campos Pámpano es uno de esos textos cuya singularidad y calidades merecen toda nuestra gratitud.—AR MANDO ALVAREZ BRAVO (Lérida, 9, 7.° A, MADRID-20). 655
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