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LA GRAN COCINA NUESTRA LA MESA CENTROAMERICANA 2L A G R A N C O C I N A N U E S T R A 3L A G R A N C O C I N A N U E S T R A 4L A G R A N C O C I N A N U E S T R A SISTEMA DE LA INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA – SICA COORDINACIÓN GENERAL Y ENTREVISTAS Guillermo Gonzales Arica EDICIÓN RESEÑAS, NOTAS Y GLOSARIO Sergio Carrasco FOTOGRAFÍA Dany Barrientos DISEÑO Fiorella Gutierrez DIAGRAMACIÓN Gonzalo Nieto Degregori ADAPTACIÓN DE RECETAS RECETAS DE AUTOR ESTILISMO Y PRODUCCIÓN FOTOGRÁFICA José Luis Escalante ETIQUETAS NUTRICIONALES Programa Regional de Sistemas de Información para la Resiliencia en Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Región del SICA (PROGRESAN-SICA) EQUIPO DE APOYO Ingrid Figueroa Kathya Salinas Ligia Carmona © De los autores. PRIMERA EDICIÓN, DICIEMBRE 2021 Todos los derechos reservados 5L A G R A N C O C I N A N U E S T R A LA MESA CENTROAMERICANA SISTEMA DE LA INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA – SICA EMBAJADOR PUBLICACIONES LA GRAN COCINA NUESTRA 6L A G R A N C O C I N A N U E S T R A 7L A G R A N C O C I N A N U E S T R A Agradecimientos Contribuyeron al desarrollo de este libro, cada cual en distinta medida pero todos con la misma, abierta y entusiasta disposición: Olinda Salguero, ex Jefa de Gabinete de la Secretaría General de SICA; Suleima Patt y Andrea Punsabi, de Belice; Pablo Bonilla y Alfredo Acosta Blanco, de Costa Rica; Candelaria del Carmen Domínguez y Alicia Maher, de El Salvador; Santos Canel, Carlos Cruz Cojol, Debora Fadul, Euda Morales, y Vitalina Sacach, de Guatemala; Laida García, Pravia Navas, Randy Solomon, Dariana Torres y Yum, de Honduras; Ilka Aguilar, Andrea Marenco y Juana Pupiro, de Nicaragua; Nario Castrellon, Charlie Collins e Isaac Villaverde, de Panamá; Diego Girón Chalas y Arturo Feliz Camilo, de República Dominicana. 8L A G R A N C O C I N A N U E S T R A Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá A lo largo de los años, la gastronomía centroamericana ha sido un elemento de cohesión e integración a través del cual se ha ido fortaleciendo la identidad regional. Cada aroma y sabor de los platillos es un distintivo único de cada país, que promueve la riqueza y diversidad cultural de Centroamérica, la cual se ha ido construyendo a partir de las diferentes influencias que los pueblos originarios, afrodescendientes y europeos han depositado en la región. Estas influencias culturales deben ser vistas como el punto de partida que nos permitió la construcción de una sólida identidad nacional y regional. Asimismo, la gastronomía centroamericana constituye una cadena de valor muy importante que involucra la agricultura, el turismo, la cultura, hasta la exportación de productos, promoviendo así empleos y elementos que inciden en el desarrollo económico sostenible de la región, además de aportar a la promoción de la seguridad alimentaria y nutricional. Por ello, para esta Presidencia Pro Tempore del SICA, ostentada por Panamá durante el semestre de enero a junio del presente año y con el apoyo financiero y técnico de la Unión Europea, nos es grato presentar el libro “La Mesa Centroamericana: La Gran Cocina Nuestra” a través del cual buscamos impulsar la gastronomía regional, no solo a nivel de los países que integran el SICA, sino también como un catalizador del turismo y proyección de la región a nivel mundial. Acompañar esta iniciativa es natural para nuestra Presidencia Pro Tempore, siendo una de las prioridades en nuestra agenda promover la identidad regional, en particular la de los pueblos originarios y las comunidades Presidencia Pro Tempore del SICA : 9L A G R A N C O C I N A N U E S T R A Prólogoafrodescendientes, en esta ocasión a través de los ingredientes, técnicas y recetas culinarias únicas y características de nuestra tierra centroamericana. El potencial de nuestra riqueza cultural nos diferencia con respecto a otras regiones del mundo y constituye un elemento clave para la integración de nuestras sociedades y de nuestros países centroamericanos. Nuestra cultura constituye un verdadero motor del desarrollo, por lo que es fundamental promoverla y tener una apreciación clara sobre el valor que aporta a nivel regional desde sus diferentes expresiones como la culinaria y gastronómica. Es en este sentido que esperamos que esta iniciativa sea de su agrado. A lo largo del libro podrán conocer sobre las raíces e historia gastronómica de la región y podrán apreciar 63 recetas que representan platillos característicos en sus diferentes formas, texturas sabores y colores, recordándonos que somos una región diversa, viva y dinámica. Presidencia Pro Tempore del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) Enero-junio 2022 Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá 10L A G R A N C O C I N A N U E S T R A 11L A G R A N C O C I N A N U E S T R A Una mirada a la cultura Centroamericana Con este libro, he tenido el enorme placer de adentrarme en los sabores y aromas de la gastronomía centroamericana que, en esta edición, presenta exquisitos ingredientes autóctonos fusionados con la cultura gastronómica de sus comunidades originarias y afro descendientes. He descubierto ingredientes y productos típicos, técnicas de cocina y elaboración culinaria, así como una vinculación única con la cultura centroamericana, sus sabores, sus costumbres y sus valores. La Unión Europea se une con mucho entusiasmo a esta iniciativa de vinculación e integración cultural, especialmente porque en 2021 celebramos diversos hitos de la historia centroamericana, como el trigésimo aniversario de su proceso de integración. Nada mejor que unirnos al festejo presentando este puente cultural tan original que nos hace un recorrido por la historia de su cocina, los ingredientes originarios de Centroamérica y una selección exquisita de recetas propias de las comunidades originarias y afro descendientes de cada país, así como los testimonios de las personas que mantienen vivas esas tradiciones. Les invito a usar estos ingredientes que deleiten nuestro paladar y aviven nuestro sentido histórico a través del legado de tradiciones milenarias. La mejor cocina combina la creatividad con la habilidad y, por supuesto, con la curiosidad por descubrir nuevos horizontes. Que disfruten los aromas y sabores únicos de Centroamérica. Raíces gastronómicas: Embajador de la Unión Europea en El Salvador y ante el Sistema de la Integración Centroamericana. François Roudié Prólogo Presidente del Centro Global de la Diplomacia Gatronómica y Sostenibilidad Presidente Embajador Publicaciones La diplomacia gastronómica con cooperación tiene como propósito fundamental servir de herramienta para la transformación social y el desarrollo económico de los países que participen de la misma. La gastronomía de cada nación constituye una cadena de valor económico que se inicia en el trabajo del agricultor y del pescador y culmina en los platillos que los cocineros y cocineras elaboran para servir en las mesas de los restaurantes, sean pequeños o grandes, sencillos o de lujo. Así, también se constituyen en productos de exportación contribuyendo al crecimiento económico de los países, creando empleo productivo y promoviendo conjuntamente la marca país. Por ejemplo, en el Perú esa cadena de valor representa el 11 por ciento del PBI según estudios realizados por la Asociación Peruana de Gastronomía, APEGA. En tal sentido, un componente importante de la diplomacia gastronómica con cooperación propia de mi gestión en la Embajada del Perú en Honduras tomando como referencia el boom gastronómico peruano, se orientó a la revalorización de los productos agrícolas originariosde las culturas Maya e Inca. En el caso del libro que presentamos, La Gran Cocina Nuestra, partimos de la valoración de la cocina tradicional de los pueblos originarios y afrodescendientes de Centro América, como se evidencia en las recetas y testimonios recogidos de representantes de las comunidades indígenas, afro centro americanas y afro caribeñas de Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. Las recetas y testimonios de mujeres y hombres que trabajan diariamente para conservar y difundir la gastronomía original de las naciones centro americanas y caribeñas que se presentan en el libro tienen un especial valor y deberían servir para fortalecer los mecanismos de apoyo técnico que las comunidades originarias y afrodescendientes de cada país reciben de sus respectivos gobiernos, en pro de desarrollar un turismo gastronómico vivencial y, así mismo, contribuir en favor de una agricultura de alta calidad que arroje productos nacionales exportables. Las comunidades indígenas y afrodescendientes de Centro América y el Caribe poseen una historia culinaria de larga data, heredada de generación en generación, como las siguientes: Sambo Creek (La Ceiba, Atlántida, Honduras), donde la comida tradicional garífuna es rica en proteínas, es muy nutritiva y saludable, no contiene aditivos ni preservantes. Los Potencial que viene desde los orígenes Introducción 12L A G R A N C O C I N A N U E S T R A ingredientes más importantes son los tubérculos como yuca y camote, ayote, frutas, mariscos, y las yerbas como condimentos. Kaqchikel, asentada en 47 municipios de siete departamentos y una de las cuatro etnias indígenas con mayor cantidad de habitantes entre las 22 de origen maya propias de Guatemala. En uno de esos territorios, en San Pedro La Laguna, recogimos testimonios que indican que el plato tradicional de los Tzutujiles es el patín; de los Quiches, la gallina criolla en caldo y las famosas shecas y el de los Kaqchiqueles el pulique. Las shecas se consumen en Semana Santa, el caldo de gallina criollo se prepara para celebrar una boda, y el pulique en las ferias patronales y con ocasión del nacimiento de un bebe. La Comunidad de Chorotega, ubicada en el municipio de Masaya, Nicaragua, donde a menudo sus pobladores cocinan cabeza de chancha, moronga, frijoles blancos, pebre. Los ingredientes que utilizan son: ajo, pimienta, comino, achiote, vinagre, naranja agria, papa, manteca de cerdo, hojas de plátano, arroz, que adquieren en el mercado de Masaya, donde llegan productores directamente a vender. Cocinan con leña porque consideran que le da un mejor sabor a la comida. La comunidad afrodescendiente de Panamá, cuyas recetas, en las que predominan los carbohidratos y escasean las proteínas, y cuyos testimonios reflejan una historia de esclavitud. Algo muy característico de los pueblos originarios es su relación con el litoral. Sus recetas reflejan un uso muy marcado de mariscos, langosta, camarón y pescado, y también tasajo (carne seco salada o acecinada) así como tubérculos en toda su gama, coco en forma de aceite y de leche y familias del 13L A G R A N C O C I N A N U E S T R A Guillermo Gonzales Arica Presidente del Centro Global de la Diplomacia Gastronómica y Sostenibilidad Presidente Embajador Publicaciones plátano. Son ingredientes que se obtienen principalmente en el mar y en áreas costeras. La tierra es muy complicada de trabajar por ser baja en minerales y nutrientes. Además, hay bastantes terrenos pantanosos que también impiden los cultivos. Comunidad Maleku, Costa Rica, que habitan un espacio geográfico equivalente al 6.6 por ciento del territorio costarricense y es la más reducida de Costa Rica. Comunidad afrodescendiente de Belice, cuya gastronomía tiene entre sus características el uso del coco para casi todas las comidas, pero también de tubérculos como la yuca y el ñame. También hay una inclinación por los mariscos. El uso de ingredientes derivados del coco y la afinidad por los mariscos es algo sin duda distintivo de la comida tradicional. Comunidad afrodescendiente de Santo Domingo, República Dominicana, cuya manera característica de preparar la comida tradicional es la cocina a fuego abierto, en un caldero, dando a la comida sabor a leña, un sabor ahumado. Es característico también el uso del cilantro, la semilla de culantro, el orégano criollo, que es un tipo de orégano cuya planta es como un arbusto con un aroma particular, el ajo, el coco, ingredientes que se encuentran en los mercados locales. Comunidad de Náhuat pipil, El Salvador, cuyos miembros, según testimonios recogidos, consideran que hay mucha diferencia entre los platos tradicionales y los platos típicos salvadoreños por el uso de la grasa sin medida. Los miembros de la mencionada comunidad consumen productos naturales únicamente. Es característico de su cultura el respeto a la planta, pedirle perdón y permiso a la tierra antes de estorbar, así como el vínculo entre la nutrición y alimentación diaria, y el gusto natural de los alimentos. Sus ingredientes más importantes son chaya, moringa, izote, chipilines y hierba mora que se encuentran en parcelas comunitarias, patios y maceteros domiciliarios. Debido a su valor nutricional, las tortitas de loroco y soya es uno de sus platos más importantes. También son preparaciones tradicionales: chicha maíz, atol de maíz tostado con nuez moscada y canela, atol shuco con ayguaste y frijolitos nuevos, el chilate y el chocolate, el dulce de mango, el jocote, camote, plátano y melcochas. La cocina como elemento de cohesion social Tomando en cuenta la descripción que el libro presenta sobre la tradición culinaria de la región centroamericana y sobre los productos típicos de sus tierras, debemos reflexionar sobre el efecto de cohesión social que una culinaria regional produce. Así, podemos decir que Centro América potencia su identidad y sus relaciones culturales y comerciales con el resto del mundo a través dicho efecto. Es así que productos alimentarios centroamericanos y de calidad de exportación como el café, el maíz, hierbas como el loroco y un licor como el Timochenko son motivo de unión -cohesión social- ente la población que hoy habita los antiguos territorios Maya, Lenca y Azteca. Y de eso trata este libro, de la Gran Cocina Centroamericana con sus aromas y sabores, con los productos que llegan a las recetas gracias al trabajo de los agricultores y pescadores. Es un libro donde conocerán los productos típicos agrícolas y pesqueros y las mejores recetas tradicionales en los que son utilizados. Alcances y oportunidades Es sabido que estando sentados a la mesa 14L A G R A N C O C I N A N U E S T R A frente a un apetitoso plato de comida, el entendimiento entre los comensales está siempre bien amparado, sean éstos ciudadanos de a pie, hombres de negocios o funcionarios de Estado. A ese hecho rotundo apunta la ex Secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton cuando recuerda que el uso de la culinaria de cada país es la más antigua de las estrategias de la diplomacia internacional. Pero la diplomacia gastronómica ofrece la posibilidad de dar un paso más adelante. La singular línea de trabajo de la diplomacia gastronómica con cooperación desarrollada por la Embajada de la República del Perú en Honduras entre 2013 y 2016, fue también el punto de partida de una serie de iniciativas destinadas a impulsar el círculo virtuoso de la gastronomía, primero en Honduras y ahora en Centroamérica en general. La referida gestión diplomática tuvo uno de sus pilares en el recorrido por todo el país con el propósito de fortalecer y extender los vínculos, implementando talleres de capacitaciónen técnicas culinarias de cocina peruana, entre otras acciones. Esta labor nos permitió descubrir la variedad de productos, sabores y olores de la comida catracha. Una variedad que no se agota ni en las pupusas ni en las conocidas baleadas, y que en meses recientes se ha nutrido de productos, sabores y sazón de Centroamérica toda. Este libro busca motivar a todos los cultores de la gastronomía tradicional centro americana y caribeña, así como a quienes de manera indirecta tienen alguna participación en su preservación, puesta en valor y promoción, a persistir en el empeño. 15L A G R A N C O C I N A N U E S T R A El universo mítico. Cuenta el Popol Vuh que en el principio no existía nada sobre la tierra pero en el Corazón del Cielo, Tepeu y Gucu- matz, dialogaron para crear la vida, y la vida pasaba por quién produciría el alimento y el sustento y quien les recordaría a ellos como dioses. Después de varios ensayos infructuosos con barro y madera nacieron los hombres de maíz, grano que es la base de la alimentación de México y Centro América y origen de la civilización mesoamericana. El relato del origen del hombre en el Popol Vuh narra como el grano de maíz es al hombre (que lo alimenta) e implícitamente el hombre al maíz (que lo cuida), no existe uno sin el otro, todo el universo gravitó y gravita en torno al maíz, alimento de una civilización y parte importante de su visión cosmogónica. La lec- tura del Popol Vuh nos indica qué productos eran parte del consumo en el cielo y la tierra. El maíz, grano sagrado, es el origen, hechura y alimento del hombre, pero además es mágico, con él se adivina, se cura y se hace chicha. A lo largo de este relato de la travesía en la creación y ordenamiento de la tierra, se hace mención a otros alimentos que se entrelazan en los diálo- 1. Chahal es el dios de las cementeras o dios de la comida. (Popol Vuh, p. 63). El Chahal1 y la tradición culinaria en mesoamérica 16L A G R A N C O C I N A N U E S T R A gos de los dioses como los pescados y cangrejos de rio (comida de Zipacná), los pájaros (objeto de caza con cerbatana de Hunahpú e Ixba- lanqué), el nance (comida de Vucub-Caquix), y una notoria variedad de animales de caza tepezcuintes, armadillos, venados, aves como pavos y gallinas de monte y cultivos agrícolas como el chile, frijol, pataste, y el árbol de cacao. Este relato del Popol Vuh, fielmente guardado y trasladado oralmente de una generación a otra por la población indígena de Guatemala, ilustra las pautas culturales más antiguas de la alimentación de las poblaciones del área maya. Las características culturales desarrolladas por los mayas alrededor del maíz dieron origen a una civilización, la mesoamericana que logró alcanzar altos grados de sofisticación en su visión cosmogónica. En Mesoamérica se han gestado distintos tipos de relatos sobre el ori- gen del hombre y su universo por ejemplo, la teoría de los 5 soles en el altiplano de México y el Chilam Balam de Chumaye2; pero todos estos relatos coinciden en que, no es hasta que nace un hombre de maíz (léase domesticación del maíz), que no se logra estabilizar la vida sobre la tierra. Bonfill Batalla señala que sin este grano no habría sido posible desarrollar esa arquitectura de pirámides y templos porque “…es obvio que para el labrador todas aquellas construcciones estaban encaminadas a conciliar a los dioses del cielo y la tierra, y que en el poder de tales seres estaba la protección de sus campos de maíz…” (Bonfill Batalla, 2012, pág. 29). 2. Ver: Bonfill Batalla, Guillermo. El maíz Fundamento de la Cultura Popular Mexicana. México, Conaculta, 4ª edición. 2012. 17L A G R A N C O C I N A N U E S T R A Olga Joya Doctora en Historia, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) Actualmente se desempeña como Directora del Centro de Arte y Cultura de la UNAH. La Gran Cocina Nuestra Las investigaciones arqueológicas del Dr. John Henderson (Henderson, 1997) en el área maya le llevan a las siguientes reflexiones: “… Las características más interesantes del patrón de la cultura mesoamericana son aquellas que son a la vez, básicas y distintivas. Quizás el más fundamental es la constelación de rasgos involucrados en la producción y preparación de alimento […] en gran parte del mundo maya, el cultivo de la milpa sigue siendo la piedra angular de la economía local y el maíz, el modo de vida, tal y como lo ha sido por tres mil años y más…” (Henderson, 1997, pág. 26 y 31) 3.El autor añade que los detalles pueden variar de una región y tiempo a otro en el mundo mesoamericano, pero lo que si comparten estos es una cosmología en la que el universo y el calendario tienen la misma estructura básica, lo que se traduciría en la unidad de la cultura mesoamericana. Esta aseveración de Henderson es posible rastrear su persistencia en Mesoamérica hasta hoy en día, en una serie de rituales asociados a la siembra y cosecha en algunas zonas de Mesoamérica donde los pobladores, desde el siglo XVI a la actualidad, han logrado (en algunos lugares mejor que en otros) hacerlos sobrevivir a la persecución histórica de la iglesia católica y la evangélica. El sincretismo de las actuales comunidades ha preservado rasgos de la cultura prehispánica en Mesoamérica. El área Lenca de Honduras, por ejemplo, es una de las zonas donde todavía sobreviven algunos rituales agrícolas prehis- pánicos, aunque algunos de ellos han pasado a la clandestinidad4 desde hace varios años. Igualmente podemos observar la persistencia de esa ritualidad en el área maya de Guatemala y México (Gonzalez, 2006). La antropóloga Anne Chapman (Chapman, 1992) registró entre 1965 y 1982 en varias comunidades del suroeste de Honduras los rituales de distintos tipos de “composturas”5 entre los que destaca por su importancia co- munitaria, los ritos agro religiosos relacionados con la tradición mesoamericana. En estos se vuelve evidente la invocación sincrética en la que predominan las deidades católicas, pero prevalecen rasgos como la observación de los astros, los puntos cardinales y los fenómenos naturales. Según Chapman, el carácter priva- do (familiar y/o vecinal) de las composturas es lo que las ha hecho prevalecer en el tiempo y toman como escenario los terrenos de cultivo, las viviendas, las cruces en el campo, el borde de pozos y lagunas y el monte. Chapman re- gistró 13 composturas agrícolas entre las que la del maíz, ocupa lugar principal con 8 rituales: de la siembra, desmonte, cocimiento, cosecha, tamo, pérdidas, levantamiento general de pér- didas, venta. Paralelamente a las composturas agrícolas, existen las composturas de casa, alfarería, lavandería, lagunas, cerros y lluvia. Las composturas del ciclo de vida incluyen 17 rituales que inician desde el parto, crecimiento y muerte. El estudio de Chapman llama a esa población campesinos de tradición lenca, por 4. En una de mis últimas visitas de campo a Marcala en el departamento de La Paz, se nos relató cómo estos rituales algunos campesi- nos los estaban realizando en la madrugada para evitar que el cura o los predicadores del pueblo se enterasen. Igualmente se señaló que tanto la iglesia católica como la evangélica insistían a los feligreses en que estos rituales eran brujerías, actos del demonio. 5. En la amplia región de la Huasteca en México se les conoce como Tlamanes o Costumbre y se celebran en el periodo de siembra y cosecha para “(…) solicitar permisos a los Señores de Abajo, los Señores de la Tierra para sembrar el maíz en las milpas. En la segunda se agradece la cosecha correspondiente (…)” (Gonzalez, 2006). 3. Traducción propia libre. 18L A G R A N C O C I N A N U E S T R A el hecho que los lencas perdieron sulengua, posiblemente a inicios de la primera mitad del siglo XX, quedando únicamente sustratos de la misma, aunque persisten sus ritos agrarios y otras composturas que denotan la filiación mesoamericana entre los que destaca la com- postura para la siembra de la milpa común. Las composturas son básicamente “pagos” que se hacen a “las majestades” y se hace para la siem- bra con altar, rezos, quema de copal, rondas de chicha, sacrificio de aves (pollo, gallo o pavo) con el riego de sangre en la tierra6, ofrendas de cacao, cohetes, todo ello propiciado por un rezador local o “el inteligente” como suelen llamarle. Los “pagos” se hacen con humo de copal en las cuatro esquinas de la milpa y en el centro, el altar. (Chapman, 1992). Evidencias del consumo de alimentos en las excavaciones arqueológicas del área Maya. He traído a colación la información relacionada con los frutos que se consumían en el universo mítico de los mayas y que aparecen consigna- dos en el Popol Vuh porque representan clara- mente aquello que es referencia cultural para Mesoamérica, porque nos permite identificar la persistencia del consumo en la cocina de los actuales pueblos del área mesoamericana, particularmente de Centro América y México. Las investigaciones desarrolladas por la ar- queología nos han permitido tener panoramas más claros sobre la producción alimentaria y consumos prehispánicos y por su parte la et- nología, sobre la persistencia de la ritualidad en medio del sincretismo religioso. Algunos de los consumos alimenticios pre hispánicos en el área maya difieren en su consumo de una región a otra por las dimensiones del territorio y la diversidad de ecosistemas que cubría la cultura maya (México, El Salvador, Guatema- la, Belice, Honduras). Este territorio contiene una gran variedad de ambientes que involucra regiones selváticas, montañas, costas, zonas lacustres y o pantanosas6. Es lo que Palerm (Ardon, 1993, pág. 87) llamó un “mosaico cli- mático” y nos remite a tres grandes categorías de ambientes territoriales: tierras frías (más de 2000 msnm), tierras cálidas (entre 1000-2000 msnm) y tierras calientes (de 0-1000msnm). (Ardon, 1993). En el marco de este mosaico ambiental y territorial encontramos tradicio- nes agrícolas que incluye la siembra y cosecha de maíz, frijol, chile, calabaza, el chayote o güisquil, cacao, chía, tomates, camote, jícama, vainilla y otros. El cacao. En la lista de las deidades de la cul- tura Maya aparece, Ek Chua, dios del cacao, la guerra y los mercaderes. De los productos consumidos por las poblaciones indígenas mesoamericanas, el que más llamo la atención de los colonizadores fue el cacao, este era un producto sofisticado consumido por la clase gobernante y al que tenía poco acceso la po- blación común. En el año 2007 el informe de las investiga- ciones arqueológicas de John Henderson y Rosemary Joyce (Henderson J. y., 2007), realizadas en el sitio de Puerto Escondido en Honduras, revelaron que en el año 1100 a.C. ya se consumía una bebida (Chukwa’) a base de cacao en Honduras, convirtiéndolo en el país de más antigua data en su consumo. Desde el 6. Chapman señala que en el pueblo Yamaranguila, todavía se pagaba la composición de la siembra con un ternero al que se degollaba y se regaba la sangre alrededor de la milpa. 7. Ver: Ruz, Mario. “Los afanes cotidianos mayas: una historia en minúsculas”. En: Los Mayas. Conaculta, México, 1999. 19L A G R A N C O C I N A N U E S T R A sitio de Puerto Escondido, en Honduras, entre 600 y 400 a. C. se extendió a Belice y cerca de 900 a. C. la siembra de cacao se extendió en Mesoamérica (Ramírez Villar, 2013). Este producto fue muy rápidamente introducido a Europa a través de España: “(…) En 1528, Cor- tés vuelve a España con un cargamento de cacao, además de las recetas y los utensilios necesarios para su preparación. Las vainas del cacao eran fermentadas, secadas al sol, tostadas y presadas entre dos piedras calientes hasta obtener una pasta aromática moldeada en forma de barras o panes, luego se les agregaba agua, azúcar o miel y especies a elección. Se lo consideró como un medicamento, un reconstituyente y hasta un bre- baje de amor, atribuyéndole virtudes afrodisíacas (…)” (Ramírez Villar, 2013, pág. 79). Las excavaciones realizadas en la zona de Las Sepulturas en Copan, han tenido como resul- tado el hallazgo de restos de algunos productos orgánicos al igual que tecnologías asociadas a la cocina, dado que este era un espacio residen- cial y social de las familias de la clase gober- nante: “(…) En Las Sepulturas se han encontrado grandes basureros con restos de la vida diaria. De estos sabemos que los mayas utilizaron vasijas de cerámica, cuencos, platos, tazas y cacerolas, tanto para cocinar como para servir la comida. También aparecen trituradores y morteros, lla- mados metates y manos para procesar el maíz y otros producto de plantas para la preparación de tamales, tortillas, atol, chocolate espumoso (…) los arqueólogos también han encontrado restos de comida en la basura, incluyendo maíz, frijoles, chiles, cacao, mariscos peces, moluscos, venado cola blanca, paca, jabalí, armadillo, pavo y gallinas salvajes (…)” (Agurcia, 2007, pág. 78). Posiblemente lo que mejor represente la tradi- ción tecnológica de la cocina mesoamericana es el metate y la mano para procesar el maíz, mismos que todavía se fabrican con piedra de origen volcánico y se suelen vender en las áreas rurales y en los mercados tradicionales urbanos de nuestros países. Este tipo de tecno- logía al igual que las tecnologías asociadas al fuego (hornos sobre y bajo tierra) y la cocción y ahumado de los alimentos (fogón y comal) todavía es de uso cotidiano en las comunidades rurales y urbanas8. El consumo de moluscos en las investiga- ciones arqueológicas de Feldman (Feldman, 1972) en el área maya, nos da una tabla de uso continuo que incluye: “(…) cinco especies terrestres, diez de agua dulce, cuarenta y cinco panamicas marinas, ciento cuarenta caribeñas marinas y veintidós marinas de las provincias fáunicas de Panamá y el Caribe (…)”. Según este autor estas corresponden particularmente a las costas de Guatemala, Península de Yucatán y las tierras entre ellas. Según el estudio de Feldman, 69 especies marinas fueron utiliza- das antes y después del año 200 d.C., y 68 de estas especies, viven en el Caribe. El contexto cultural maya comprendería: las costas de Pa- cifico, las tierras altas, Belice, Peten, Yucatán, Usumacinta, el valle del Motagua. (Feldman, 1972, pp. 117 y 128). Las excavaciones en distintos puntos del área maya han evidenciado la presencia de gran cantidad de conchas de caracol de rio conoci- das popularmente como “jutes”. Estos caraco- 8. La moderna restauración ha integrado estas tecnologías como atractivo turístico para los comensales. 9. Aiguashte, aiguaste o alguashte es una palabra de origen náhuatl. Es un polvo que se utiliza como condimento y se obtiene de moler las semillas de ayote calabaza. Es de uso muy común en Centro América en la condimentación de casi cualquier ingrediente principal como carnes, masa para tamal, atoles, jutes, frutas y verduras. 20L A G R A N C O C I N A N U E S T R A les de rio se siguen consumiendo actualmente en las zonas rurales y mercados tradicionales de Centro América y es un molusco que se recolecta en los ríos y quebradas. En Honduras y El Salvador se suelen consumir los jutes en sopa con tallos de juniapa o cocinados en una salsa a base de aiguashte9. El consumo de animales vertebrados, ha sido estudiado por un equipo de investigadores de la UNAM en la comunidad maya de Zavala en Yucatán, México (Nahuat, 2021), e ilustra claramente una tradición de consumo que podemos encontrar todavía en otros lugares de Mesoamérica: “(…) Son muchaslas espe- cies de fauna silvestre con un aprovechamiento reportado en las comunidades mayas, las cuales pueden conjuntarse acorde a los distintos gru- pos de vertebrados terrestres. En cuanto a las principales especies de herpetofauna utilizadas se encuentran la tortuga jicotea (Trachemys venusta) y la iguana gris (Ctenosaura similis); por parte de las aves, figuran el pavo ocelado (Meleagris ocellata), la pava cojolita (Penélope purpurescens) y el hocofaisán (Crax rubra), y con respecto a los mamíferos, las especies con mayor aprovechamiento son el venado cola blan- ca (Odocoileus virginianus), el pecarí de collar (Pecari tajacu), el venado temazate (Mazama temama), tepezcuintle (Cuniculus paca), tejón (Nasua narica), tuza (Orthogeomys hispidus), puma (Puma concolor) y ocelote (Leopardus pardalis) (Santos et al., 2013) (…)”. (Nahuat, 2021, p. 277). Hoy en día algunas de estas especies de la fauna silvestre son especies protegidas pero se conoce de las cazas furtivas realizadas por algunas poblaciones y casos de crianza en granja de la especie, con el fin de elaborar pla- tillos de la cocina tradicional. En el caso de los garrobos e iguanas, estos son muy apetecidos en Nicaragua, El Salvador y Honduras donde se preparan en pinol, guisada o en sopa. En la costa norte de Honduras en la comunidad de Olanchito, la popularidad del consumo del Jamo negro (Ctenosaura melanosterna) ha llevado a la población a celebrar el “Festival del Jamo”. El jamo es un tipo de garrobo que solo se encuentra en el Valle del Aguan y en los Cayos Cochinos en el Caribe de Honduras. Los Cronistas de la época colonial rescataron valiosa información sobre los usos y costum- bres de la población aborigen al momento del contacto y describieron con detalle todo tipo de productos locales, tecnología y preparacio- nes de guisos y bebidas. Con la conquista so- brevino también la llegada de otros productos, algunos de los cuales se convirtieron en parte importante de la dieta local de la mayoría de la población como el arroz, grano que fue más fá- cilmente adoptado y que dio origen a platos de la cocina popular utilizado como bastimento o como parte de preparaciones como el arroz con frijoles, plato común a la región también conocido como casamiento, gallo pinto, moros y cristianos10. Otro producto muy importante que se integró, no solo a la dieta, sino a la milpa en las áreas rurales, fue el plátano que no re- quiere muchos cuidados y es fuente de frutos constante y sus hojas han servido de envoltura y amarres en la preparación de los tamales o para asados. Entre los frutos mejor integrados a la dieta traídos por la colonización española están también los cítricos, particularmente el limón y la naranja agria, entre los animales 10. En Islas de la Bahía en Honduras se conocen como rice and beans (el inglés es una de las lenguas locales) y congrí (voz haitiana). 21L A G R A N C O C I N A N U E S T R A de corral las gallinas y los cerdos de los que se aprovecha la carne (para venta o consumo del hogar), el pellejo del cerdo (para elaborar chicharrones) y particularmente la grasa para freír y guisar. Otros productos fueron el tri- go, ajos, vacas, ovejas, cabras, y sus derivados (leche, quesos, cuajada, mantequilla) aceite, vinagre, caña de azúcar11, unos mejor y más rápidamente integrados que otros, por los costos. Por ejemplo la carne de vaca era y sigue siendo muy cara para la población promedio y el ganado en pie, nunca fue bien visto por los indígenas porque destruían sus cultivos. El mundo colonial del siglo XVI dio una ver- dadera batalla para lograr desarrollar el gusto de los indígenas por el pan de trigo que era rechazado. La guerra emprendida por los colonizadores contra el maíz se vio como un medio para extirpar la idolatría elaborándose “(…) una larga lista de fiestas prehispánicas sospechosas y los alimentos asociados a ellas (…)”. Entre estos alimentos trataron de erra- dicar productos como el maíz y el amaranto de su dieta, alegando su filiación con rituales diabólicos. La iglesia católica tenia además, razones religiosas puesto que “(…) el trigo era el único grano reconocido por la iglesia católica para la eucaristía. Desde el siglo XI los curas no podían usar ningún otro pan como cuerpo de Cristo (…)”. (Pilcher, 2001, p. 65). Permanencia actual de la cocina mesoameri- cana. Las cocinas actuales de Centro América y México muestran rasgos similares debido a su ascendiente mesoamericano. Las influen- cias de Europa en Mesoamérica provocaron la ampliación de la dieta a nuevos cereales, ingredientes cárnicos, especies, frutas y verdu- ras, que diversificaron y realzaron el sabor de la cocina prehispánica. Actualmente podemos decir que nuestras cocinas tienen grandes com- ponentes mestizos, pero no por ello perdieron su ascendiente cultural basado en la dieta de la civilización mesoamericana basada en el maíz. En las zonas rurales se sigue consumiendo animales de caza (iguanas, cusucos o arma- dillo y otros) y pesca como parte de la ingesta de proteínas; los jutes, recolección de frutas de temporada como el nance12, el jocote13 el mamey, el níspero, anonas, el cacao, los chiles, frijoles, calabaza y otros. El maíz es el centro de la cocina mesoameri- cana de todas las clases sociales. Es una planta de la que culturalmente se aprovecha todo: recién cortada la mazorca puede ser consu- mida cocida o tostada a la brasa, si esta tierna ( jilotes) es muy bien aprovechada en sopas y encurtidos y de los cabellos del maíz se hace un te diurético. En México a las mazorcas que les crece las agallas de carbón inmaduras son consumidas como una delicadeza culinaria que recibe el nombre de “huitlacoche” del que se hace un guisado. Si se trata de maíz tierno se muele el grano y se saca leche de maíz que mezclado con la masa, se hacen riguas o fritas de maíz. De la masa del maíz adulto se hacen tortillas, atoles, pozole, pinol, chicha. Las tor- tillas de maíz, blanco, amarillo o morado son 11. En las zonas rurales se utiliza más el pilón, cachaza o panela que es más barato de adquirir. 12. El nance suele consumirse como fruta, se prepara en miel, refresco y también se hace guaro con él. 13. El jocote es un tipo de ciruela que se come como fruta pero también se suele preparar en miel particularmente en Semana Santa. 14. La burrita en Honduras es una comida o “atadito” de viaje, se prepara con tortillas sobrepuestas y entre medias se rellena con huevo, arroz, frijoles o lo que se tenga a mano. 22L A G R A N C O C I N A N U E S T R A bastimento pero de ellas se preparan también una gran variedad de tacos, enchiladas, burri- tas14, pasteles rellenos. Las hojas de la mazorca sirven para envolver tamales, montucas, para hacer figuras artesanales y como forraje y los olotes se utilizan como combustible, como tapón de la jarra de jícara y para la elaboración de artesanías. (Bonfill Batalla, 2012). Las tortillas, tamales y pozoles posiblemente sean las preparaciones derivadas del maíz que mejor identifican la región, estos se consumen en todo el istmo y sus preparaciones son muy variadas dependiendo de la disponibilidad de productos y la tradición en las cocinas regiona- les. En las comunidades rurales los tamales son consumidos en la celebración de fiestas locales, regionales y en Navidad. En los centros urba- nos las familias suelen hacer sus “tamaleadas” en Navidad, pero en los mercados populares tradicionales se suelen vender diariamente o de fin de semana. Los tamales también se consumen en las zonas caribes donde se suelen hacer de maíz y de yuca, los saborizantes más extendidos son el coco (en aceite, ralladura o leche de coco) y el chile cabro o habanero (capsicum chinense) que es el más común; otra de sus variedades es el ají panca y ají limo que se cultivanen México y Perú. La variedad de tamales o tamalitos es muy variada los hay: negros, colorados, blancos, de cambray, chu- chitos, boxboles, xepes, con loroco, con chipi- lín, nacatamales, montucas, pisque, con mole, ticucos, agrios, zacahuil, tamales de Oaxaca, de cazuela, tamal de viaje, de pacheca… Entre las bebidas derivadas del maíz la base es el Atole, en el que el maíz es cocinado con agua o leche y se le agrega alguna especie aromá- tica (canela, anís, vainilla, cacao u otra que se disponga). Es muy consumida en Guatemala, México, Honduras, El Salvador y Nicaragua. El pinolillo es muy parecido en su preparación al chilate que se consume en Honduras, que es la bebida de cacao mezclada con maíz en polvo y se suele acompañar con piloncillo. Existen tres variedades de cacao en el mundo: el Criollo, el Trinitario y el Forastero. La variedad Criollo es utilizada para producir los chocolates más finos del mundo y en el área Maya de Centro América, se ha cultivado en las zonas costeras caribeñas de Honduras, Guatemala, Belice, México, Nicaragua y el Caribe. Las condicio- nes de su cultivo han sido en tierras costeras calientes y húmedas. La cocina mesoamericana en nuestros países. México: En el año 2010 la cocina tradicional mexicana fue elevada a rango de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Este reconocimien- to no fue únicamente por las características de la maravillosa complejidad y riqueza de su cocina sino que se añadió a ello sus funda- mentos históricos, sociales y culturales. Este nombramiento nos llena de orgullo a todos los americanos como habitantes de un continente que comparte historia, tradición, alegrías…y muchas preparaciones a base de maíz. “(…) será preciso avanzar en la comprensión de 15. Jocón: es una salsa verde preparada a base de miltomate (tomate verde), chiles verdes dulces y picante, cilantro, ajos que se cocina en caldo de pollo y gallina. Esta salsa acompaña todo tipo de carnes. 16. Pepián: es un caldo con recado oscuro o rojo, se añade a las carnes de pollo, gallina u otra. 17. Kaq’ik: caldo colorado de chumpe o guajolote. 18. Plátanos en mole: es una salsa espesa que se vierte sobre los plátanos, hecha a base de tomates, chiles pasa, canela, ajonjolí, pepitoria, champurradas y chocolate. 19. Frijoles con chicharrón: plato preparado con frijol colorado caldoso, aderezado con pepitoria y al que se le añade chicharrones mientras se están guisando. 23L A G R A N C O C I N A N U E S T R A los complejos culturales relacionados con los fenómenos gastronómicos que conjugan desde la producción del alimento, hasta su transfor- mación que los eleva a los más altos planos de la creatividad. Esos sistemas, en nuestro caso, siguen conservando en buena medida su dimen- sión espiritual y su relación con las creencias cosmogónicas ligadas a las formas tradicionales de cultivar y preparar alimentos (…)” (López Morales, 2012, p. 20). Guatemala: En el año 2007 el gobierno de Guatemala declaró patrimonio intangible de la nación 5 platillos en los que podemos ver claramente la tradición mesoamericana unida a la cocina mestiza: el Jocón15; el Pepián16; el Kaq’ik17; los Plátanos en Mole18; y los Frijoles con Chicharrón19. El Salvador: Al igual que el resto de Mesoamé- rica a El Salvador lo caracteriza una dieta ali- mentaria basada en el maíz del que se elaboran sus platos más emblemáticos como la pupusa20, los tamales21, atol22, elotes23, gallo en chicha24 Honduras: Comparte con el resto de países de Mesoamérica la tradición por el maíz con una gran variedad de platillos, entre los cuales están los tamales24, pozoles, tacos, pastelitos salados y dulces. A ello podemos agregar otros platos y salsas como la gallina india en salsa de maíz quebrado, gallina en pinol, arroz de maíz (maíz quebrado caldoso), torta de elote. Entre estas preparaciones destacan las rosquillas, quesadi- llas y totopostes de maíz por su variedad y en el occidente de Honduras la cocina tradicional basada en el maíz es aderezada con chipilín, loroco, quilete, flor de izote. Entre las bebidas más populares está el atol shuco o atol agrio, preparado a partir del maíz fermentado al que se agrega morro y se complementa con frijo- les pintos “parados” (enteros) y por último se 20. Pupusas: son tortillas pequeñas y gruesas hechas de masa de maíz que se rellenan con frijoles, queso, chicharrón, loroco o una combinación de dos de estos rellenos. Según el gusto también se prepararan “revueltas”, lo que se logra mezclando varios rellenos. 21. Los tamales: con masa de maíz nixtamalizado con relleno de carne de pollo o cerdo o de maíz tierno a los que se les agrega azúcar. 22. Atol: Los atoles son a base de maíz y se consumen en toda la región. La bebida se prepara a base de maíz y mezclada con leche. También se preparan añadiendo semillas de marañón, maíz tostado y piña. El atol shuco, al igual que en el resto de la región, se prepara con maíz fermentado, agua y alhuashte (semillas de ayote molidas) e igualmente el chilate que es un atol de masas de maíz, jengibre y pimienta gorda que acompaña platillos dulces. 22. Elote: se trata de la mazorca asada. 23. Gallo en Chicha: es un platillo que se consume en casi toda la región centroamericana. Las variantes se dan la preparación de la salsa a base de chicha que es una bebida que suele obtenerse de la fermentación del maíz, aunque también se obtiene de frutas como la piña. En la preparación se utilizan tradicionalmente chiles, dulce de rapadura y chicha. Algunos añaden chocolate. 24. Tamales: pisque, cambray, chuchitos, de chipilín, de elote tierno, montuca, ticucos, nacatamales, atol, 24L A G R A N C O C I N A N U E S T R A agrega el aiguashte. Esta bebida se expende en establecimientos conocidos como “shuqueras” es servida en guacales. BIBLIOGRAFÍA Agurcia, R. (2007). Copan, Reino del Sol. Tegucigalpa: Transamérica. Ardon, M. (1993). Agricultura Prehispanica y colonial. Tegucigalpa: Guaymuras. Artes de Mexico. (2013). Elogio de la Comida Mexica- na. Mexico: Conservatorio de la Cultura Gastróno- mica Mexicana. Bonfill Batalla, G. (2012). El maíz Fundamento de la Cultura Popular Mexicana. (Cuarta ed.). México, México: CONACULTA. Castellon, J. R. (2014). Fiestas, via y comida en el interior del reino de Guatemala. San Salvador y Sonsonate siglo XVIII. San Salvador: Universidad Don Bosco. Chapman, A. (1992). Los Hijos del Copl y la Cande- la. Mexico: Universidad Nacional Autonóma de México. Feldman, L. H. (1972). “Moluscos mayas. 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Alrededor de una buena mesa, la humanidad ha logrado grandes avances tanto desde el punto de vista social, puesto que la mayoría de nuestras tradiciones está ligada a compartir la comida; como en el plano econó- mico, porque el pasar de una cultura nómada y de cacería – recolección a una cultura agrícola, permitió la creación de asentamientos que luego se convirtieron en pueblos y ciudades hasta llegar a los complejos procesos de glo- balización que hoy conocemos. La cocina evoca tradiciones ancestrales, plati- llos pasados de generación en generación por siglos, definiendo nuestras raíces e incluso con- virtiéndose en motivo de alivio o confort en momentos de angustia o tribulación. Cuántos de nosotros, en especial las mujeres, no recor- damos haber aprendido de madres y abuelas platillos específicos, o las visitas a los mercados los domingos para comprar los productos fres- cos traídos del campo a la ciudad. Cuántos no tenemos ese platillo especial que nos recuerda la infancia, la familia, las raíces culturales o los momentos de celebración como las navidades en que cocinamos aquellas recetas “especiales” que nos abstenemos de comer el resto del año, porque las asociamos con una fecha en particular. Y es que, para celebrar desde nuestra llegada hasta nuestra despedida y todo lo que consi- deramos importante durante nuestro trayecto por este mundo, los centroamericanos nos valemos de la comida. A través de nuestra muy particular gastronomía compartimos penas y alegrías, promoviendo nuestra cultura y tradiciones. La gastronomía traspasa las fronteras físicas y nos permite conocer culturas de todo el mun- do, asociando ciertos platos a las personas que representan, reconociendo en ellos los valores de sus creadores, aunque nunca hayamos visi- tado sus países de origen. Así, comemos pizza en China, dim sum en Rusia, tacos en Irlanda o un buen churrasco en Dubái. Sin embargo, poco dimensionamos que detrás de esas experiencias sociales, sentimentales y culturales que asociamos con la gastronomía, hay todo un contexto que incluye historia, producción, exportaciones e inversiones que ayudan a nuestros países a mejorar su compe- titividad y la calidad de vida de sus ciudadanos. Porque para poder disfrutar de estos exquisitos platillos, también debemos producir y exportar sus ingredientes, algunos de ellos endémicos de nuestros pueblos y aporte a la humanidad como el maíz y el cacao. En Centroamérica, contamos con influencias muy marcadas que ayudaron a generar nues- tro acervo gastronómico y convertirlo en una oferta única que fusiona ingredientes, técnicas y sabores ancestrales con aquellos que nos lle- garon del viejo continente. Desde los pueblos originarios, presentes en toda la región, con Menú para el desarrollo 27L A G R A N C O C I N A N U E S T R A culturas milenarias como los Mayas, hasta las siete etnias originarias que han convivido por siglos en Panamá; combinadas con la cultura afro descendiente tan parte de nuestras tra- diciones, procedente de los esclavos negros traídos de sus tierras africanas para trabajar en el Caribe y de allí a nuestras costas caribeñas, trayendo consigo su música, sus creencias y su comida. Sin olvidar la contribución que culturas de todo el mundo han ido dejando en nuestra gastronomía, con importantes aportes de España, Francia, Italia, Reino Unido, Medio Oriente, China e India; entre muchas otras. El impacto de la gastronomía en el desarrollo económico y social de nuestros países es inne- gable. Basta para ello ver solo algunos ejemplos de lo que este sector significa para nuestros países. Porque no solo importamos materias primas básicas, sino que también alimentos elaborados; y exportamos frutas y vegetales, café, cacao, bananas y otros productos frescos como los mariscos, y, cada vez más alimentos elaborados con nuestro sello de valor agregado local; a los mercados más exigentes del mundo. La gastronomía en Centroamérica se puede constituir en un importante motor de de- sarrollo regional y local, ya que es un sector que ofrece múltiples oportunidades por su contribución a la generación de empleo, al crecimiento económico y al desarrollo de una economía basada en el conocimiento y la sostenibilidad. Tenemos hoy día la oportu- nidad única de promover nuestros productos para sustituir importaciones de otras latitudes que por los efectos globales de la pandemia ahora se hacen más escasos o más costosos. Y podemos aprovechar la nostalgia de nuestros hermanos latinos en Europa y Estados Unidos para llevarles esos productos o ingredientes que añoran para la preparación de sus recetas familiares más tradicionales. Directora ejecutiva de PROPANAMA (Autoridad para la Atracción de Inversiones y Promoción de Exportaciones). Embajadora Carmen Gisela Vergara Mas La Gran Cocina Nuestra De hecho, este sector aglomera a varios ac- tores que intervienen en el proceso de llevar los alimentos de la granja a la mesa. Desde los productores en el campo, hasta los chefs que les dan vida y los transforman en una verdade- ra obra de arte, mediante la cual conectamos con sentimientos y culturas por todo el mundo. Cuándo vemos una de estas exquisitas creacio- nes servidas frente a nosotros, no pensamos en todo lo que realmente hay en el plato. No pensamos en el productor que tuvo que comprar a otro la semilla, el abono o el pes- ticida, o invertir en el sistema de riego por goteo o de invernadero para poder producir todo el año de forma sostenible y continua. No dimensionamos que, solo en este paso previo a la cosecha, un sin número de familias se benefician directa e indirectamente de esta actividad. Luego, de la etapa de cosecha, vie- ne el mercadeo y la venta, donde intervienen personas no necesariamente ligadas a la pro- ducción de alimentos. Por ejemplo, agencias de marketing, embotelladoras, productores de cajas de cartón o plásticos para el embalaje de los productos, navieras, bodegas, agentes de aduanas, etc. Y otras tantas en las tiendas, bo- degas, supermercados, hoteles o restaurantes, que finalmente logran que el producto llegue a su consumidor final. Uno de los medios más efectivos para disfrutar de la gastronomía, los restaurantes, cuyos chefs preparan y sirven los platillos, puede tener varias formas, porque pensemos en todos los sitios donde podemos disfrutar de la comida, por ejemplo, los hoteles, aviones, cruceros, carritos de comida y hasta por delivery. Pero no olvidemos al aficionado chef de casa que también pasa por el mismo proceso, muchas veces sin el mismo reconocimiento interna- cional por sus creaciones. Si entendemos que un solo plato puede llevar más de 10 ingredientes diferentes, y que cada uno de ellos tiene una historia, proviene de alguna cultura y es intrínseco para el resulta- do final del platillo, nos damos cuenta de la gran relevancia que la gastronomía tiene para impulsar la economía y promover o incluso recuperar nuestra cultura. Cierto es que algu- nos de estos ingredientes podrían ser impor- tados, pero otros seguramente son comprados localmente; aunque en todos los casos, estos ingredientes han generado empleo digno a una serie de personas vinculadas directa o in- directamente con la producción de alimentos y su transformación gastronómica. Podríamos entonces hablar de muchos as- pectos en los queinterviene la gastronomía. En la producción de alimentos, en la capaci- tación del recurso humano en todas las fases de la cadena, en el turismo y en la recreación; incluso en las inversiones y exportaciones en todos nuestros países. Y si este esfuerzo con- certado se traduce en políticas públicas que impulsen nuestras tradiciones, estaremos no solo generando desarrollo, sino que apoyando a conservar un importante acervo cultural para el disfrute y orgullo de futuras generaciones. Es importante el rescate de estas tradiciones aportadas por nuestros pueblos originarios y afro descendientes, presentes en todos los países de la región, porque en sus culturas está la clave para la diferenciación de nuestra oferta gastronómica al mundo y también la recupera- ción de ingredientes y métodos de preparación únicos que no podemos permitir que queden en el olvido. Sin mencionar la importancia de la producción y preparación de alimentos para la generación de empleos, mediante el desa- rrollo de diversas actividades relacionadas a la gastronomía como por ejemplo, el turismo. 28L A G R A N C O C I N A N U E S T R A De hecho, la Organización Mundial de Tu- rismo (OMT) considera la gastronomía como elemento estratégico en la afluencia de tu- ristas. Según la OMT, más de un tercio del gasto de un turista se dedica a la alimentación. Comer, es una de las actividades que mayor- mente realizamos cuando viajamos. Y de hecho muchos destinos turísticos se mercadean como destinos gastronómicos, donde se pueden degustar productos únicos, con una denomi- nación de origen específica, como la región de Champagne en Francia o Napa Valley en Estados Unidos o la ruta del Tequila en México. Según cifras de SISCA- la Secretaría de Turis- mo del Sistema de la Integración Centroame- ricana - el turismo representa en algunos casos hasta un tercio del PIB en algunos países de la región. Por ejemplo, en Belice representa un 20% mientras que en Panamá está más cerca del 12%. Y en promedio, el turismo representa un 5% del PIB de los países de la región. Ade- más de ser un empleador importante tanto de forma directa como indirecta, porque según la OMT, desde el 2013 a la fecha, el 20% del empleo generado en todo el mundo proviene del turismo. Los turistas contribuyen me- diante hospedaje, transporte, alimentación y compras, a la reactivación económica de nuestros países, pero si logramos posicionar nuestra oferta gastronómica regional como un factor diferenciador de la experiencia turística, podría incluso incrementar esta contribución lo cual redundaría en importantes beneficios para la región, como un aporte adicional de la industria sin chimeneas. Además, del turismo, la etapa de producción de alimentos, que como hemos dicho repre- senta un aporte significativo al PIB nacional y regional, siendo la nuestra una región con gran vinculación a la agricultura; es fundamental para apreciar el verdadero impacto que la gas- tronomía tiene en nuestro crecimiento. Si bien es cierto, este aporte varía por ejemplo entre Panamá (4.1% del PIB al 2020) y Guate- mala (23% del PIB y el 75% de las exportaciones al 2020), su aporte social es innegable ya que es un sector que promueve el empleo en el interior de los países, apoyando a evitar las migraciones en búsqueda de mejores oportu- nidades. En Panamá, por ejemplo, reconocien- do la importancia social de este sector, se ha aprobado la Ley 196 de 2021 que crea la figura de los Agro Parques como mecanismo para generar inversiones en el sector de la produc- ción de alimentos, promoviendo actividades de agricultura inteligente como: agricultura de precisión, ambientes controlados, biotec- nología y genética aplicadas a la producción de alimentos, blockchain para trazabilidad, entre otros. Apostando fuertemente a una recupe- ración con transformación del sector agrícola de exportación. La internacionalización de nuestros productos a través de las exportaciones es también un importante vehículo para #recuperarnosmejor, por lo que aprovechar nuevas tendencias post pandemia, como por ejemplo la de nearshoring que llama a las empresas a producir cerca de sus mercados objetivo, podrían posicionar a la región centroamericana como un sitio ideal para el establecimiento de estas empresas per- mitiendo un acceso más directo a los mercados de Latinoamérica. Sobre todo, para los merca- dos del Caribe, que en su mayoría se dedican a las actividades turísticas y son importadores netos de todo tipo de productos, especialmente de alimentos, convirtiéndose en un mercado natural de suma importancia para nuestras exportaciones. En este sentido, sería importante analizar va- rios factores locales e internacionales necesa- rios para fomentar la exportación de productos 29L A G R A N C O C I N A N U E S T R A alimenticios. Sobre todo, en el contexto de que los mismos sean utilizados para el desarrollo de nuestra propuesta gastronómica, ya sea para tiendas gourmet, como la café geisha o las mieles de sabores tropicales que producen PYMES panameñas, o como insumos para la preparación de recetas especiales que repre- sentan nuestra oferta gastronómica en hoteles y restaurantes; como las tradicionales pupusas salvadoreñas, las baleadas hondureñas o el nacatamal nicaragüense. En la medida en que logremos hacer conocer nuestra oferta gastronómica y colocarla para que sea conocida y reconocida a nivel inter- nacional, promoveremos indirectamente la exportación de los insumos requeridos para dar vida a estas recetas, muchas de las cuales re- quieren de ingredientes específicos, algunos de los cuales no se dan en otras partes del mundo y pueden ser fácilmente conectados con nues- tros pueblos originarios o afro descendientes. Factores como la seguridad alimentaria, para determinar la necesidad de productos que componen nuestra canasta básica y el derecho alimentario, para determinar los requeri- mientos para la exportación e importación de productos agrícolas o agro-industriales según el país de destino (aditivos, almacenamiento, conservación y transporte, etiquetado o dere- cho de la competencia en el comercio, etc.), vinculados necesariamente a los tratados de libre comercio que contienen requerimientos especiales de los Estados signatarios para con los productos de cada parte, lo cual además de brindar seguridad jurídica a las inversiones productivas que se realicen para satisfacer estas demandas, también permiten abrir nuevos mercados y generar incluso nuevos productos de exportación. O los nuevos conceptos de fa- cilitación del comercio y comercio justo acor- dados por los Estados miembro de la Organi- zación Mundial de Comercio, que establecen reglas y procedimientos para promover y pro- teger el comercio internacional, respetando las asimetrías en producción y comercialización entre los países más desarrollados y aquellos en vías de desarrollo. Aunado a estos conceptos y esquemas, se reco- mienda siempre hacer un estudio de mercado previo, antes de iniciar incluso los trámites vin- culados con la importación o exportación de productos alimenticios, ya que de ello depende el éxito de estos proyectos. Analizar las pre- ferencias de los consumidores y la existencia previa de productos similares en el mercado, así como le porcentaje del segmento que estos proveedores previos representa en el total del consumo, o el precio y la calidad de los produc- tos competidores, son elementos importantes para tomar en cuenta en cualquier proceso de internacionalización. En este sentido, la promoción de la propuesta gastronómica agiliza estos procesos porque los productos alimenticios se comercializan directamente con los compradores (hoteles o restaurantes, cruceros, aerolíneas, u otros) que incluso se encargan de lostrámites relaciona- dos con la exportación, debido a las enormes cantidades de producto y la periodicidad con la que deben abastecerse de los mismo; al tener ya ellos estos temas totalmente mapeados para lidiar con sus diversos proveedores; además de proveer a los clientes finales y asumir todo el costo de mercadeo de su oferta, liberando a los productores de asumir estos retos. Los nuevos esquemas de trazabilidad e ino- cuidad podrían también aportar a la diferen- ciación de nuestra propuesta y a la vinculación de la misma con ingredientes provenientes de otras culturas, y con la calidad de nuestros productos, de manera que podamos demostrar 30L A G R A N C O C I N A N U E S T R A la influencia de estas culturas en nuestra oferta gastronómica, lo cual ayudaría a promoverla a nivel internacional, ya que otras culturas podrían rápidamente identificar su influencia y convertir nuestra propuesta culinaria en una propuesta global, interesante para todos. Somos una región ecléctica, de profundos contrastes geográficos y culturales. Nuestra gastronomía sin duda es una muestra de los lazos ancestrales que nos unen y que nos hacen únicos. Los invitamos a conocer esta propuesta y a apoyar su internacionalización como una herramienta que aporta a nuestro desarrollo económico, con un enorme impacto social. Apoyemos la exportación de nuestra gastro- nomía. Con ello, promoveremos el desarrollo de cadenas de proveedores locales y los co- nectamos con compradores internacionales, aportaremos al crecimiento de nuestro sector de PYMES y aprovecharemos nuestra infraes- tructura logística, generando más empleo y más bienestar. 31L A G R A N C O C I N A N U E S T R A 32L A G R A N C O C I N A N U E S T R A 33L A G R A N C O C I N A N U E S T R A DE NUESTRA TIERRA / LOS INSUMOS La Gran Cocina Nuestra CACAO Originario de regiones tropicales y subtropi- cales de América, el fruto de Theobroma cacao , L está presente en las leyendas y los mitos de creación de quichés y cakchiqueles. Cultivado desde la época prehispánica, era consumido como alimento y empleado como moneda de cambio más allá de las fronteras regionales y lingüísticas. Como unidad monetaria, un contle o tzontle equivalía a cuatrocientas almendras de cacao; veinte contles formaban un xiquipil, o sea ocho mil almendras; y una carga, tres xiquipiles. Posteriormente fue primer pro- ducto de exportación de la región desde el siglo XVI hasta el XVIII, siendo destinos im- portantes Nueva España (México), y en menor proporción Panamá y Perú. Al respecto dice el cronista José de Acosta: “es tan preciada entre los indios y aun entre los españoles, que es uno de los ricos y gruesos tratos de la Nueva España, porque como es fruta seca, guárdase sin dañarse largo tiempo y traen navíos car- gados della de la provincia de Guatimala”. Por su buen gusto también fue particularmente apreciado por los europeos que lo encontra- ban menos amargo que el procedente de Gua- yaquil, Ecuador. De hecho, tanto las semillas del cacao como la técnica de preparación del chocolate –que es palabra de origen nahual (xocolatl)- se exportaron a España hacia 1520. La producción de cacao se extendió a otras zonas como el Caribe Central de Costa Rica donde se establecieron plantaciones de cacao de Matina. Hasta el siglo XIX, su consumo en Centroamérica era en bebidas o brebajes diversos “Es cosa loca lo que en aquella tierra le precian […] es la bebida preciada, y con que convidan a los señores que vienen o pasan por su tierra los indios”, dice Acosta del chocolate. En la actualidad, distintos grupos étnicos cul- tivan cacao: Bribri y Cabécar en Costa Rica; Maya kekchí y Maya mopán en Guatemala y Belice; Mayangna y Misquitos en Nicaragua y Honduras; Ngobe en Panamá, en tanto que mayas y algunos miskitos son consumidores de chocolate, en especial en celebraciones religiosas y cívicas, y llaman a la bebida cacao. Catalogado en el género Capsicum que con- forman más de 25 especies, cinco de las cuales fueron domesticadas desde épocas prehispá- nicas en Centro y Sudamérica, el chile tienen su origen –según algunos investigadores- en la zona andina y selvática de lo que antes se denominó el Alto Perú, hoy Bolivia. Desde ahí se propagaron al norte en el vientre de aves migratorias que consumen sus semillas, y encontraron fértil residencia en suelo y clima centroamericano, donde el chilli en ná- huatl con el tiempo mutó a chile. Ingrediente principal en la cocina centroamericana, el Capsicum annum en sus distintas variedades (en México se conocen hasta un centenar) es uno de los principales cultivos del género en la región, si bien tienen también importante presencia distintos chiles dulces (Capsicum frutescens). Entre unos y otros destacan en la cocina centroamericana: el chile cascabel, que es el chile bola (de forma esférica como indica el nombre, del tamaño de una cereza) seco, esto es cuando adquiere su aroma carac- terístico, cuyo nombre se explica por el efecto que producen sus semillas secas golpeándose entre sí, y que se consume en salsas y guisos, entre otras preparaciones; el chile chocolate, variedad de chile habanero de forma cónica y alargada y color marrón, utilizado principal- mente como condimento, cultivado en “los Altos” de Guatemala con fines comerciales desde antaño; el chile cobanero, denominado ch’o’l en kaqchikel, variedad silvestre del Cap- sicum annuum L. de color rojo oscuro cuando 34L A G R A N C O C I N A N U E S T R A CHILE maduro cuyo nombre remite a la ciudad de Cobán, en Alta Verapaz, Guatemala, donde se cultiva principalmente, siendo empleado seco y tostado o ahumado en comal de leña, en la preparación de, entre otros platos de ese país, el kaq’ik; chile guaque o guajillo (Capsicum annuum var. lomgum Sendt ), chile seco cuyo nombre deriva del náhuatl (cosa seca, enjuta , enmagrecida) empleado en la preparación de distintos recados y del pulique, del chirmol cocido y de la gallina en pepián negro, entre otros guisos de Guatemala de raigambre maya, así como, en tiempos idos, del tlamiztlatole (en su Recordación Florida, 1690, el cronis- ta Antonio de Fuentes Guzmán se refiere a presuntas virtudes afrodisíacas de esa bebida), que además llevaba epazote o paico, como se le llama en Sudamérica; el chile pasa, también conocido como chile pasilla, chile negro o chile prieto, de color oscuro cuando maduro, superficie arrugada y brillosa y sabor ligera- mente picante. Fruto del palmero de origen tropical Cocos nucifera, crece de manera espontánea en América a lo largo de Centro y parte de Suda- mérica, desde México hasta el centro del Brasil. Existen distintas variedades del árbol que los produce, entre ellas los cocoteros “antillanos”, comunes en las islas de las Antillas y costas centroamericanas por el lado del Atlántico. Son reconocidos por la redondez de su fruto y la riqueza de su pulpa o copra. Base de la gastro- nomía caribeña y garífuna, el coco –del que se emplea sobre todo la llamada leche del fruto, elaborada a partir de la pulpa rallada- abunda en el litoral atlántico, donde por lo demás se encuentran emplazadas las plantaciones de cocotero vinculadas a poblaciones de las refe- ridas colectividades. Estudios consideran que 35L A G R A N C O C I N A N U E S T R A De Nuestra Tierra / Los Insumos COCO los caribes negros que emigraron a Centroa- mérica adoptaron el coco como resultado de su vecindad con los miskitos. Éstos, así como los garífunas y los criollos de Belice, tienen preferencia por la preparación de guisos a base de la combinación de pescado, leche de coco, plátanos, bananos verdes, mandioca y otras raíces. Denominan a este plato –ampliamente conocidoen la región como tapado- rundown. Cultivo de los pobladores originarios en aso- ciación con el maíz (Zea mays) en la región, el del frijo o habichuelal (Phaseolus vulgaris) se realiza hoy de manera independiente. Conti- núa siendo, no obstante, base de la alimen- tación y fuente de empleo e ingreso, y su consumo es expresión de continuidad cultural y tradición milenaria de los pueblos prehispá- nicos y actuales de Centroamérica y el Caribe. Junto con el maíz y el arroz es se cuenta entre los ingredientes más apreciados en la dieta popular centroamericana, en la que, en calidad de complemento nutricional, cumple papel protagónico en sopas y guisos y es también cumplido acompañamiento bajo la forma de puré. Reemplazada la asociación con el maíz -que le procuraba soporte-, por la alternancia estacional de uno y otro, los tipos de frijol trepador han cedido preferencia a los de tipo arbustivo en zonas de altura. Y en zonas bajas proliferan especies como Phaseolus lunatus (frijol ancho o pallar, originario de Perú, de donde fue llevado a diversos lugares de Amé- rica durante el virreinato), Vigna unguiculata (caupí o frijol de carita, o chíchere, o fríjol chino, o fríjol ojo negro, ampliamente consu- mido en Belice) y Phaseolus acutifolius (frijol tépari, originario del suroeste de Estados Uni- dos y noroeste de México), que reemplazan al frijol común. Pero hay más variedades: frijol 36L A G R A N C O C I N A N U E S T R A De Nuestra Tierra / Los Insumos FRIJOL rojo (Vigna umbellata, anteriormente Phaseo- lus calcaratus) sacapobres, generalito, sierra, chimbolo, delicia, paraisito, marciano, payo- mo, chilón (variedades criollas), zamorano, amadeus, dorado (variedades liberadas por DICTA a nivel comercial), entre otras. Se denomina así a la flor comestible de la Yuc- ca elephantipes, planta de uso principalmente ornamental. También conocida como flor de yuca, es considerada flor nacional de El Sal- vador, El consumo y producción de la flor de izote están ampliamente extendidos, sobre todo en Honduras, El Salvador y Guatemala. De sabor amargo, como la pacaya, es oriunda de tierras mesoamericanas y era utilizada por los mayas en comidas y bebidas. Sus pétalos se consumen con huevo y tomate o con limón y sus botones como ensalada. También se con- sume guisada y se usa como ingrediente del escabeche que acompaña nacatamales, ticu- cos, etc. Sahagún (1565) refiere que: “La comi- da y sustento de los chichimecas [finalmente establecidos en el valle de México] eran hojas de tunas y las mismas tunas […] y mezquites y palmitos de flores de palmas que llaman lo- zotl”. Su consumo y producción actuales es- tán extendidos por la región, particularmente en Honduras, El Salvador y Guatemala. Se le denomina izote, especialmente en El Salva- dor, Honduras y Nicaragua; pero también ita- bo (Costa Rica) y espadillo (Nicaragua). Flor de Fernaldia pandurata. Comestible y aromática, es uno de los condimentos tradicio- nales en la cocina del occidente de Honduras, de El Salvador y de Guatemala. Se consume fresco, y en algunos casos pasado por agua hirviendo, para condimentar sopas, preparar salsas para carne, acompañar papas y en las tradicionales pupusas (de popotlax, conjuga- ción de las palabras náhuatl popotl (abultado, relleno) y tlaxkalli (tortilla), es decir tortillas de maíz o arroz de cierto grosor hechas a mano. También se prepara con queso, o con huevo, o con natilla o crema, o con arroz. La especie es nativa de Centroamérica y si bien se cultiva, también se le encuentra naturalmente en zonas ubicadas arriba de los 900 m.s.n. En El Salva- dor, donde se halla en todo el país, también se le llama oloroso o quilite. Domesticado de manera independiente en Mesoamérica y en los Andes, el Zea mays cumplió papel fundamental en las respectivas civilizaciones precolombinas, no solamente en la alimentación del cuerpo sino también en la nutrición de su cosmovisión y celebraciones religiosas. Si bien la existencia de la planta en Mesoamérica – el silvestre teocintle- data de cuando menos diez mil años, sus propie- dades nutritivas al parecer fueron fruto de la interacción con el hombre y consiguiente domesticación y de la capacidad de adaptación de la planta a casi todos los ecosistemas. De la persistencia vigorosa de su cultivo y consumo en la región da tangencial cuenta Francisco de Paula García Peláez en sus Memorias para la Historia del Antiguo Reyno de Guatemala (1854): “[…] hallándose en Guatemala muchas tierras desmontadas, y acaso cultivadas, y sien- do sus alimentos abundantes, como lo era el maíz y otros granos, los jornales han debido ser baratos.” Gran parte de las variedades que se conocen en la actualidad se originaron y diversificaron en Centroamérica y México. En la actualidad, distribuidas en diversas comuni- dades indígenas de la región, existen cultivos de alrededor de 200 variedades de maíz (entre ellas, las que son propias de las regiones mon- 37L A G R A N C O C I N A N U E S T R A IZOTE MAIZ LOROCO tañosas de Guatemala muchas asombran por su tamaño) que se desarrollan en un sistema de distintos microclimas y suelos diversos. El maíz es ingrediente básico de tortillas y con ellas, de la preparación de pupusas, tamales, enchiladas, baleadas, entre otras elaboraciones características de la cocina centroamericana, así como de la ancestral chicha, entre otras elaboraciones. Según la variedad, el color del maíz puede ser blanco, amarillo, rojo o morado. Denota su tradicional importancia el amplio vocabulario que designa partes de la planta, etapas de crecimiento y estados de la mazorca: en náhuatl se dice xilotl cuando tierna y lechosa, elotl cuando fresca y con los granos formados, y centli cuando seca. Tlaolli es el nombre de los granos de la mazorca seca y, por extensión, el de la planta. Junto con el frijol es basamento estratégico para la segu- ridad alimentaria y nutricional de la región. Bajo el mismo nombre se designa a dos es- pecies de apariencia bastante similar entre sí, ambas empleadas en la cocina centroameri- cana: Xanthosoma sagittifolium y Colocasia esculenta. La primera, una hortaliza tropical de tallos subterráneos de apariencia algo similar a la yuca, de pulpa color crema, amarillo o tendiendo a púrpura. El consumo alimen- ticio del tubérculo es múltiple: se emplea, generalmente como sustituto de la papa, en la preparación de sopas, guisos, ensaladas, dulces, panes, pasteles, galletas, refrescos, y raspadilla (nieve o raspado en Honduras), generalmente cocido con azúcar y canela. Las hojas tiernas también se consumen como verduras o en sopas, cocidas o en sofrito. También se le co- noce como chamol, malanga, tiquisque (Costa Rica), kaqiox, marax, quequescamote (Guate- mala), quequesque o quequisque (Nicaragua), malanga, otoe, yautía (Panamá), montogoyo (Emberá-Wounaan, Panamá), taw (Gnobe Buglé, Panamá), tarwa (Kuna, Panamá), yautía (República Dominicana), y así mismo como aro, bore, camacho, chonque, macabo, mafafa, mangareto o mangarito, mangará-mirim o mangarás, ocumo, oreja de elefante, rasca- dera, taioba, yaro, walusa, hualusa, uncucha y además de malanga eddoes, malanga blanca o malanga lila. En Europa (particularmente Es- paña, Francia y Finlandia, y en menor medida Italia, Reino Unido, Suecia y Suiza), que junto con Estados Unidos es uno de los mercados de exportación del producto, se denomina eddo/dasheen. La segunda, poseedora de un tubérculo subterráneo que llega a medir seis centímetros de diámetro. Se consume cocido, hervido o frito, mayormente como hortaliza, acompañando guisos de carne, pollo o pescado o como ingrediente del sancocho, principal- mente en Panamá. En Costa Rica se consume especialmente en su zona caribeña. También