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* Articulo resultado del proyecto de tesis de maestría en Historia del Arte que defendí en el 2012, por la Universidad de La Habana, 
en la Facultad de Artes y Letras. Titulado “Arte con Moda?, Un estudio de la huella del proyecto Arte y Moda en la cultura cubana 
actual”.
** Licenciada en Filosofía (Universidad de La Habana, 2007), Máster en Historia del Arte (Universidad de La Habana, 2012). Se 
desempeña como Profesora Asistente de Estética del Instituto Superior de Arte (ISA). Ha cursado postgrados sobre Estética, Arte 
y Teoría de la Cultura. Ha participado como ponente en conferencias y eventos de especialidades a fines en el ISA, la Universidad 
de la Habana, la Universidad Central de las Villas “Marta Abreu”, La Galería Raul Oliva, entre otros. Su línea investigativa versa 
sobre las relaciones entre el arte y la moda en la sociedad actual. mara.rodriguez@isa.cult.cu
Resumen
El presente artículo propone reflexionar sobre las re-
laciones cruzadas entre arte, moda y género en la praxis 
artística del diseño de modas. El espacio ganado por el 
fenómeno moda en la sociedad actual ha llevado al hom-
bre a seguir determinados estereotipos sociales que le 
otorgan especial interés a lo visual. La construcción de 
cánones de belleza y estilos de vida pensados para el con-
sumo ha sido un punto de partida para las creaciones de 
algunos diseñadores que tienden a invisibilizar las fronte-
ras entre los ámbitos del diseño y el arte. Por ello resulta 
necesario conceptualizar la moda cuando se acerca a los 
espacios privativos de lo artístico a partir del despliegue 
del concepto moda con forma de arte. Tal construcción 
conceptual permite comprender la obra de diseñadores 
que apoyados en las problemáticas de género, sugieren 
una relectura de sus creaciones, al transgredir la mirada 
donde confluyen arte, moda y género.
Palabras clave: Arte, Moda, Género, Moda con for-
ma de arte, Belleza, Diseño.
Abstract
In the present article an analysis about the relation-
ship between art, fashion and genre in the artistic prac-
tice of fashion design is addressed. The space delimited 
by fashion phenomenon in the current society conforms 
several social stereotypes with special interest in the visu-
al aspects. The canons of beauty and life’s style created for 
human consumption represent a start point for design-
ers, who use to break frontiers between art and design. 
Thus, it’s necessary to make a concept that explain when 
the fashion became in art and this situation is called fash-
ion with form of art. This concept allows to understand 
the work of designs based on genre problems and suggest 
a new read of designs where art, fashions and genre are 
mixed together.
Keywords: Art, Fashion, Genre, Fashion with form of 
art, Beauty, Design.
Referencia de este artículo (APA): Rodríguez Venegas, M. (2014). Transgrediendo la mirada. Confluencias entre moda, género y arte. 
Pensamiento Americano, 7(12), 106-124.
Transgrediendo la mirada. Confluencias entre moda, género y arte*
Transgressing the look. Confluences between fashion, gender and art
Mara Rodríguez Venegas**
Universidad de las Artes
Recibido: 18 de noviembre de 2013 • Aceptado: 30 de enero de 2014
Pensamiento Americano Vol 7 - No. 12 • Enero-Junio 2014 • Corporación Universitaria Americana • Barranquilla, Colombia • ISSN: 2027-2448 • pp. 106-124
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Introducción
En los últimos tiempos la dinámica de la 
moda ha ganado un espacio meritorio dentro 
de la vida moderna. Su capacidad de crear y sa-
tisfacer necesidades y estilos de vida la han he-
cho articularse de manera lógica en la vida del 
hombre moderno. Su afianzamiento como fe-
nómeno alcanzó validez desde la Modernidad. 
De este modo adquiere un sistema de valores 
consustanciales con la dinámica económica 
donde lo nuevo, lo efímero y lo cambiante co-
bran sentido apuntado al afianzamiento de una 
ética del tener. Este cuadro valorativo viabiliza 
la fácil inserción del fenómeno de la moda en 
la contemporaneidad al adquirir sobre la base 
de dichos valores otras cualidades que apun-
tan a la creación de estereotipos, cánones de 
belleza o estilos de vida. Dicho esto el presente 
artículo pretende reflexionar sobre las relacio-
nes cruzadas entre moda, arte y género en el 
contexto de la sociedad contemporánea don-
de los medios de comunicación y la tecnología 
construyen estereotipos e ideales de conductas 
a partir de los roles sociales de lo masculino y 
lo femenino.
1. Apuntes necesarios sobre el fenómeno 
moda
El fenómeno moda se ha proyectado en 
todas las esferas de la vida de la mano de su 
aliado, el diseño. Por esta razón conviven a 
la misma vez modas de equipos electrónicos, 
modas de diseños de interiores, de muebles, de 
carros, de vestimenta entre otras. Por el rol que 
esta última ha jugado en la vida, numerosos 
teóricos se han acercado a ella desde diferentes 
disciplinas como: la filosofía, la psicología y la 
sociología. Como objeto de estudio, la moda 
despertó la atención de algunos pensadores 
como George Simmel (1858- 1918) y Thorstein 
Veblen (1957- 1929). El primero en su texto 
“Filosofía de la moda” (2011), destacó el papel 
de la distinción como un elemento congruen-
te a la dinámica de la moda y que al mismo 
tiempo explicó su carácter cíclico dentro de la 
dinámica social moderna (Simmel, 2011). Ve-
blen por su parte en su texto “Teoría de la clase 
ociosa” publicado por primera vez en 1899 en-
tiende la moda en relación al consumo (Veblen 
2000). Su teoría sobre la misma la hace validar 
el llamado “consumo ostensible u ostentatario” 
como una categoría que marca mecanismos de 
distinción y superioridad mediante el empleo 
de símbolos que posibilitan que no todas las 
clases sociales puedan consumir los mismos 
productos (Veblen 2000). De esta manera ad-
vierte que:
El gasto en el vestir tiene (…) la ventaja 
de ofrecer al observador una indicación 
de la situación pecuniaria que puede 
apreciarse a primera vista, pues en ma-
teria de ostentación es una característi-
ca que se encuentra presente de modo 
más notorio y acaso universal en lo que 
se refiere al vestido que en ninguna otra 
especie de consumo (Veblen; 2000, 177 )
El consumo actúa como un factor determi-
nante en el análisis de Veblen, quien es consi-
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derado por la historiografía como uno de los 
autores del enfoque clásico de la moda. Mien-
tras Simmel (2011) asume la distinción como 
uno de los resortes que mueve la moda en la 
sociedad moderna, Veblen (2000) prefiere, 
observar su comportamiento desde ese con-
sumo ostensible, que parece funcionar como 
un ejercicio de poder social justificando así el 
carácter cíclico de la moda. Como podemos 
ver, el aporte de Veblen (2000) se torna fun-
dacional para las comprensiones posteriores 
del fenómeno moda, la cual entiende insertada 
a la dinámica económica de la sociedad mo-
derna. Aunque sus aportes sobre el estudio de 
la moda pertenecen al periodo clásico, se han 
convertido en referencia directa de investiga-
ciones posteriores, que entienden el consumo 
como una categoría indispensable que explica 
la movilidad de muchos de los fenómenos que 
acontecen en la época actual. (Martinez, s.f)
Desde mediados del siglo XX, surgen los 
llamados enfoques contemporáneos de la 
moda, que toman el consumo como uno de los 
elementos más importantes del análisis, y en la 
mayoría de los casos establecen una relación 
recíproca entre la moda y el consumo. El filó-
sofo Jean Baudrillard basándose en tal criterio 
asegura que “la forma moda se convierte en la 
columna vertebral de la sociedad de consumo” 
(Lipovetsky 1990, p 193) al ser entendida como 
parte importante de las relaciones sociales 
quetienen lugar en la sociedad. El mérito de 
su pensamiento está en el hecho de ubicar en 
un solo cuadro explicativo los fenómenos que 
tradicionalmente se explicaban de forma sin-
gular sin tener en cuenta alguna relación con 
su entorno. De ahí que este autor entienda el 
impacto de la moda en congruencia con las ca-
racterísticas de la sociedad moderna, pues des-
de el momento en que la moda responde a un 
determinado contexto, estimula expectativas, 
fantasías y sueños de sus consumidores. Por 
ello este autor es de la opinión que los objetos 
se consumen principalmente por su valor de 
cambio, en razón del prestigio y el status social 
(Lipovestky, 1990). De ahí que consideremos 
que “el consumo de moda es un instrumento 
de jerarquía social donde los objetos son un 
ámbito de producción social de diferencias y 
valores clasistas” (Martinez, s.f, 102). En la 
misma línea de este pensamiento, el filósofo 
francés Gilles Liovetsky (1990) introduce su 
criterio en torno a la moda como un elemento 
distintivo de la sociedad moderna, como pro-
ductora de sensibilidades, relaciones sociales y 
estilos de vidas diferentes.
A diferencia de Simmel, Lipovetsky obser-
va los cambios que experimenta el fenómeno 
moda, al que prefiere estudiar dejando a un 
lado los conceptos de la distinción y de dife-
renciación. Su propuesta recogida en el libro 
“El imperio de lo efímero” (1990) anuncia “los 
puntos de inflexión organizativos, estéticos y 
sociológicos que han determinado el recorrido 
pluricelular de la moda” (Lipovetsky 1990, p 
12). El autor establece una diferencia en torno 
a algunos análisis precedentes del fenómeno 
moda, donde generalmente encontramos la 
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construcción de una historia de la moda desde 
el progreso innegable de los diferentes estilos, 
así como el papel de la elegancia, tal como si 
fueran los únicos resortes que al parecer, justi-
ficaran el lugar de la moda en el vestir. La cos-
movisión de Lipovetsky le permite compren-
der que la moda se encuentra al mando de la 
sociedad moderna, y con ella lo efímero y la 
seducción constituyen los elementos más im-
portantes que la califican hoy. 
La propuesta de análisis de Lipovetsky 
apunta hacia la división de la moda en dos 
épocas, la primera desde el siglo XV hasta el 
XIX, y la segunda: desde la segunda mitad del 
siglo XIX hasta el siglo XX (Lipovetsky, 1990). 
Esta diferenciación de etapas se basa en los 
grados de socialización del fenómeno. En la 
primera etapa el autor entiende la moda en su 
fase inaugural. En este momento se revelan sus 
incipientes rasgos sociales y también estéticos 
en grupos muy restringidos que monopolizan 
tanto su poder como sus creaciones 1 (Lipovets-
ky, 1990). Aquí es donde lo artesanal tiene un 
lugar significativo. En su segunda etapa: desde 
el siglo XIX hasta el siglo XX, la Alta Costura y 
la confección industrial alcanzan un importan-
te papel, se comienza a promover una nueva 
visualidad que se hace acompañar por las co-
1 En esta etapa los modistos comienzan a darse a conocer, y 
sus trabajos tienden a ser encargados por reyes, duques… 
y personas con título nobiliario. Entre los nombres más 
significativos citamos a: Madame Raimbaud, Maurice 
Beauvais, Vignon, Palmyre, Victorine, Staub, Blain, 
Chevreuil… y Rose Bertin (1747- 1813) quien fungía 
como sombrerera y modista de la reina María Antonieta de 
Francia.
nocidas Casas de Moda, por la popularidad de 
los modistos y diseñadores, y por la autonomía 
que gana la moda en la sociedad moderna que 
se vuelve cada vez más novedosa y seductora2 
(Lipovetsky, 1990).
El análisis que propone este autor sostiene 
algunos puntos de diferenciación con respecto 
a estudios precedente sobre la moda. Liovetsky 
(1990) centra su punto de vista no en la histo-
ricidad de los estilos de vestir, sino en el lugar 
y el papel que ocupa la moda como parte del 
sistema de relaciones sociales. En este sentido 
podemos notar la importancia que también 
ocupa el consumo dentro de su teoría, pues a 
través de él se masifica o democratiza la moda 
en el vestir. Esto puede ilustrarse a partir del 
impacto que tuvo “prêt–à–porter”3 a mediados 
del siglo XX, trayendo como consecuencia la 
democratización o masificación de la moda. 
Siguiendo el criterio de Liovetsky (1990), 
desde la revolución industrial la moda pasa por 
2 El modisto inglés Charles Fredrick Worth (1825- 1895) fue 
el primero en fundar una Casa de Modas en París. En ella 
se diseñaba ropa por encargo, que no solo estaba destinada 
a ser utilizada por nobles sino también por los “nuevos 
ricos”, pues estos últimos la empleaban como emblema de 
distinción. A raíz del cambio de producción social, y la 
aparición y especialización de la máquina de coser, las clases 
altas que carecían de cualquier título nobiliario, disfrutarían 
de diseños exclusivos, realizados por la industria con la 
firma del diseñador principal. Este hecho marcaría el papel 
y el lugar que tiene la moda en el modo de producción 
capitalista, ya que la distinción y el consumo será las 
nuevas directrices de sobre las cuales se potencie el destino 
de la moda amen de las cualidades que asuma en épocas 
posteriores.
3 Prêt-à-porter es una expresión francesa que significa 
textualmente «Listo para llevar». Se refiere a las prendas 
de vestir producidos con patrones que se repiten para 
diferentes tallas en función de su demanda.
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varios estadios o fases que tienen como base el 
consumo. Este autor concuerda con la exis-
tencia de una primera fase donde la moda se 
produce para las clases élites que hoy se conoce 
como moda de “Alta Costura” También pode-
mos hablar de una segunda fase que comprende 
la democratización de la moda con el prêt–à–
porter. Y por último una tercera fase, que hoy 
habría que reconocer, que considera la moda 
que se produce para diferentes grupos socia-
les (Lipovetsky, 1990). Entonces en el estudio 
del fenómeno moda es obligada la referencia 
a la relación que se establece con el consumo y 
la masividad, a partir del proceso de socializa-
ción. La moda se hace para las clases altas pasa 
por un filtro donde las colecciones presentadas 
por diseñadores se imitan realizándose con te-
jidos de una calidad inferior, adaptándolas a las 
necesidades de las clases medias y bajas, para 
ser comercializada luego en los mercados, bajo 
los preceptos de la novedad que imponen las 
colecciones de otoño- invierno, primavera-ve-
rano. A partir de aquí podemos observar por 
qué Liovetsky (1990) es partidario de explicar 
el fenómeno de la moda dentro de la sociedad 
y no como un segmento autónomo.
2. Enfocando la mirada: confluencias en-
tre moda, medios de comunicación y género 
Más allá de la relación de la moda con el 
consumo, de su poder cíclico evaluado a par-
tir de la distinción y sobretodo del contexto en 
que se desarrolla, la moda también ha formado 
cánones de belleza a partir de estilos de vidas. 
Ello ha sido posible a través de la construcción 
social de imágenes y de sujetos con una gran 
carga de espectacularidad (Debord, 1990). Este 
fenómeno se ha sustentado particularmente a 
partir del despliegue de la técnica y la tecnolo-
gía en la vida del hombre. 
Desde la promulgación y defensa del pro-
yecto moderno se confiaba que la ciencia y la 
técnica viabilizarían el desarrollo social y hu-
mano, pero la humanidad “en lugar de entrar 
en un estado verdaderamente humano, desem-
bocó en un nuevo género de barbarie”(Ador-
no & Horkheimer,s.f p.2) Tal y como habían 
anunciado los filósofos alemanes Adorno y 
Horkheimer, el desarrollo de las ciencias y en 
particular de la técnica y la tecnología parecían 
situar al hombre ante un nuevo panorama, 
donde su autonomía se diluía y perdía prota-
gónico. 
El singular descentramiento del sujeto, vis-
to y estudiado desde la teoría, valida el lugar 
que comienzan a ganar los objetos o cosas en 
la vida del hombre. Las imágenes publicitarias 
trabajadas artísticamente promueven la incli-
nación del gusto hacia historias ficticias que 
se crean alrededor de eso objetos. Su presen-
tación en la escena cultural se acompaña de lo 
espectacular como su principal atributo, una 
cualidad que marca su favoritismo tanto en el 
mercado como dentro de las necesidades del 
hombre. Hoy en día no se concibe la entrada de 
un producto o marca al mercado, sin que esté 
acompañado de imágenes espectaculares, ni de 
spots publicitarios que cuenten la una suerte 
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de historia de ficción que al mismo tiempo se 
vuelva real.
En este contexto de ficción y realidad se 
construyen cánones e ideales de belleza mar-
cados por la sensibilidad contemporánea. Los 
medios de comunicación se convierten en-
tonces en los principales productores y dis-
tribuidores de imágenes espectaculares mate-
rializando una suerte de idilio por las formas 
estilizadas. Sobre este particular Umberto Eco 
(2006) apunta que “los medios de comunica-
ción de masas ya no presentan un modelo uni-
ficado, un ideal único” (p. 426) a seguir, sino 
que más bien proponen diferentes estilos de 
vida que coinciden con disímiles cánones de 
belleza, permitiendo que el hombre se sienta 
identificado siempre y no excluido o aislado. 
De esta formar la inclusión y el pluralismo se 
vuelven elementos sintomáticos de las dinámi-
cas de las sociedades de consumo, donde los 
gustos, estilos de vidas y modos de comporta-
miento parecen estar regidos por el poder de 
los medios de comunicación. 
El mundo de espectáculo, el deporte, los 
negocios y hasta la política son algunos de los 
terrenos donde se legitima la construcción de 
imágenes desde el punto de vista social. Com-
portamientos, modos de vestir y de hablar son 
algunas de las piezas claves que venden los me-
dios de comunicación como paradigmas esté-
ticos o ideales a seguir. También alrededor del 
ser humano se crean mitos y estereotipos que 
acentúan en la mayoría de los casos su femi-
nidad o masculinidad. Estas construcciones 
sociales tienen que ver con las disímiles ma-
neras en que se ha pensado y conceptualizado 
el género y con el debate que ha suscitado en 
el campo de la teoría y de las investigaciones 
sociales.
Según las estudiosas de esta temética Ceci-
lia Blondet y Patricia Oliart la categoría género 
tiene una fuerte carga cultural contextualiza-
da en la sociedad, a partir de la cual elabora 
sus convenciones sobre masculinidad o feme-
nidad. (Blondet & Oliart s.f) Por esa razón el 
género tiende poseer una influencia desde lo 
social, al readecuarse y “ser el resultado de 
nuestra interacción con las convenciones so-
ciales, las prácticas a nuestro alrededor y nues-
tra comprensión de ese entorno. (Blondet & 
Oliart s.f p.4). De esta forma lo binario deviene 
una suerte de ordenamiento social para pensar 
las problemáticas de género. Quizás esta con-
cepción se encuentra muy a tono con la Mo-
dernidad que exaltó los valores racionalistas, 
positivistas y binarios. A partir de este criterio 
se pensó lo femenino/masculino; mujer/hom-
bre; macho/hembra, como símbolo de valores 
opuestos. Este hecho se fue dinamizando en 
todas las esferas hasta expresarse en el sistema 
moda donde el universo femenino ha estado 
asociado a lo privado, al ornamento, a la deco-
ración y al adorno, mientras que lo masculino 
se identifica con lo público, con lo laboral, con 
la simpleza, la fortaleza y la sobriedad. Ambas 
visiones del género construidas desde el pensa-
miento moderno, incrementaron la mirada de 
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los imaginarios femenino y masculino a partir 
de patrones de vestir excluyentes y distintivos. 
Este criterio reafirmado desde una postura 
excluyente se avala desde lo social a partir de 
normas de comportamientos, gestos, lenguajes 
y modos de vestir.
Blondet y Oliart (s.f) destacan entre las co-
rrientes de estudio de género la que entiende 
el género como categoría analítica que postula 
que “las categorías excluyentes hombre y mu-
jer no pueden existir una sin la otra” (s.f, p.10). 
Es decir que una de ellas se construye a partir 
de su oposición con la otra. La concepción cul-
tural obliga al “bello sexo” a cumplir determi-
nados roles sociales, y su legitimación dentro 
del circuito social se proyecta en función del 
cumplimiento de estas metas como una “as-
piración”. Independientemente de sus anhelos 
desde el punto de vista laboral y humano, lo 
social tiende a medir a la mujer a partir de su 
capacidad de procrear, de educar a sus hijos y 
de mantener un hogar. En este sentido existe 
una construcción social de lo femenino, ya 
dado antes de que una niña llegue al mundo 
(Álvarez, 2011) Por ello “el género no remite a 
una identidad sustancial, sino a una identidad 
construida en el tiempo” (González 2013, 189), 
donde el contexto epocal exige el cumplimien-
to o no de determinados modos de conductas 
atribuido a tanto a lo femenino como a lo mas-
culino.
La norteamericana Judith Butler se inclina 
a pensar que “el género, la identidad y la raza 
son concebidos como signos referenciales, 
construidos socialmente y en consecuencia 
no son algo dado, preconstruido, sino fruto de 
la lucha que opera en su propia construcción” 
(González, 2013, p. 183). Las relaciones de lu-
cha entre los pares dicotómicos cobran sentido 
a partir de su inserción en un sistema de rela-
ciones sociales. Ellos parecen operar a partir de 
la dominación de uno sobre otro. En ellos las 
diferencias pueden darse a través del sexo, del 
género, del color de la piel, del poder adquisi-
tivo entre otros.
La manera en que ha sido construida y visi-
bilizada la imagen femenina en la sociedad oc-
cidental se sustenta en los tres roles de la mujer 
como hija, madre y esposa, con atributos que 
van desde su educación hasta su sensibilidad 
y carisma. Estas cualidades construidas desde 
la designación patriarcal se han convertido en 
estereotipos que exaltan algunos valores, acti-
tudes, comportamientos y capacidades dentro 
de la esfera social. 
Los medios de comunicación han retoma-
do esta construcción social y la han llevado a 
un nivel alto. Así ha idealizado la imagen fe-
menina, pero particularmente su lado sensual, 
animal o erótico se ha vuelto recurrente en va-
rios espacios de representación que explotan el 
poder de lo visual. En el mundo del espectá-
culo este aspecto se ha proyectado con mucha 
fuerza. Las estrellas de cine y las celebridades 
difunden en muchos casos su imagen acompa-
ñada de dichos aditamentos como un gancho 
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para la identificación del receptor con su tra-
bajo artístico o con su figura escultural. Ambos 
elementos se acompañan de una imagen tra-
bajada artísticamente con ayuda de los medios 
tecnológicos. De esta formala construcción de 
cánones de belleza y de estereotipos femeninos 
dentro de la sociedad guardan una cercana re-
lación con lo visual construido a partir de la 
ayuda de los medios tecnológicos.
La relación visible entre estereotipos, cáno-
nes de belleza, medios de comunicación y tec-
nología influye notablemente en la recepción 
de la imagen. En los últimos tiempos la alta de-
finición ha educado al ojo humano a aceptar lo 
hipersofisticado, lo hipereficaz y lo hipervisible 
como cualidades intrínsecas de la imagen tan-
to comercial, como televisiva, como cinemato-
gráfica. Este perfeccionamiento no deja cabida 
a imaginar, a pensar, a interpretar, porque ya 
todo parece estar dado. Tal y como dice Jean 
Baudrillard (s.f):
(…) Nos acercamos cada vez (…) a la 
perfección inútil de la imagen. A fuer-
za de ser real, a fuerza de producirse en 
tiempo real, mientras más lograda la de-
finición absoluta, la perfección realista 
de la imagen, más se pierde el poder de 
la ilusión”. 
Ello hace más creíble la imagen a pesar de 
tener más carga de ficción que de realidad. Sin 
dudas esta dicotomía realidad-ficción resulta 
bien aprovechada por los medios de comuni-
cación, quienes venden la imagen construida, 
estilizada y bella tanto de seres humanos como 
de objetos de uso y consumo.
Esta construcción idealizada de imágenes 
espectaculares se inserta en el fenómeno de la 
cosificación. En él los seres humanos construi-
dos a partir de imágenes estilizadas alcanzan 
el apelativo de cosa, en tanto objeto de inter-
cambio construido para satisfacer necesidades 
espirituales y de placer. 
La industria de la moda ha pensado a la 
mujer-objeto, cosificando esa parte sensual y al 
mismo tiempo convirtiéndola en un producto 
espectacular. Este hecho queda demostrado 
en las pasarelas que organiza la industria de la 
moda donde devela las últimas producciones 
de lencerías, ropa de dormir, fragancias, pro-
ductos de belleza o accesorios. En la mayoría 
de los casos en ellas se aprecia una gran car-
ga de artisticidad apoyada por un excelente 
diseño escenográfico que deslumbra al espec-
tador. De esta manera se construye un verda-
dero espectáculo que eventualmente cuenta 
con la presentación de estrellas de la música, 
animadores populares y coreografías atrevidas 
que acompañan la muestra espectacular de las 
prendas. 
Sin dudas la industria de la moda además 
de promover sus productos, vende su show 
que contiene todos los ingredientes del entre-
tenimiento. Su único objetivo parecería pro-
mover productos, aunque también se propone 
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defender el lugar de las marcas en el mercado. 
Con ayuda de hermosas modelos vende la fi-
gura ideal de la mujer occidental y promueven 
también un estilo de vida donde las cirugías, 
las dietas y los ejercicios, resultan una solución 
socorrida para alcanzar o mantener la silueta 
ideal. Así, el gusto, comienza a ser dominado 
por los estereotipos y las exigencias sociales.
Este resulta solo un ejemplo de la influencia 
que tiene la industria de la moda en la cons-
trucción de ideales de belleza y en la reafirma-
ción de lo sensual y erótico en lo femenino, 
construido desde lo social. Todos los creadores 
que se insertan en el mundo de la moda pro-
mueven este patrón de belleza reafirmado por 
los certámenes del Miss Universe cada año. Los 
principales escenarios de divulgación de la fi-
gura esbelta y sensual son sin dudas la televi-
sión con los spots publicitarios, las telenovelas, 
las series televisivas, los reality shows de belle-
za, entre otros. 
La Internet constituye otro espacio de di-
fusión por su capacidad de albergar en la web 
un sinnúmero de información y de imágenes 
construidas con ayuda de herramientas y pro-
gramas de computación. Una de sus particula-
ridades es estar a tono con lo que sucede en la 
televisión posibilitando al espectador el disfru-
te de un determinado programa televisivo con 
sólo pinchar la opción “descarga”. 
Otros de los escenarios lo constituyen la 
prensa y las revistas pensado para cumplir el 
rol de informar, pero también de vender de-
terminados productos a través de sus páginas. 
Estas constituyen “verdaderos manuales peda-
gógicos a escala global (…) pues se editan si-
multáneamente en muchos países respetando 
las diferencias vernáculas, pero manteniendo 
un estilo particular para cada título editorial” 
(Escudero 2001. p 104). 
Desde hace décadas el cine es otros de los 
ámbitos para promover estas construcciones 
ideales. Desde los años cincuenta, algunas es-
trellas de cine se identificaron con el trabajo de 
los diseñadores promoviendo los diseños tanto 
en la pantalla como en las revistas de modas. 
Entre los ejemplos más socorridos podemos 
citar las creaciones que el francés Hubert de 
Givenchy hiciera para Audrey Hepburn, (Ma-
jor, 2005). También los trabajos del diseñador 
argelino Yves Saint-Laurent para Catherine 
Denueve y Sofía Loren (Golbin, 2005), y los de 
Pierre para Marlene Dietrich, Vivien Leigh y 
Katharine Hepburn (Major, 2005). Ello solidi-
ficaba en alguna medida el poder de la moda 
tanto hacia el público como hacia los millona-
rios. 
El mundo de la fotografía de modas tam-
bién deviene espacio para divulgar los cánones 
de belleza existente, pero también para crear 
otros sobre la base de un trabajo artístico que 
apunta muchas veces hacia la disolución de 
las diferencias entre el mundo del arte y de la 
moda. Entre los fotógrafos más consagrados 
en esta labor destacan: Irving Penn, Richard 
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Avedon, Guy Bourdin, Helmut Newton entre 
otros.
3. Alianzas entre el arte y la moda
Las cercanas relaciones entre el arte y la 
moda constituyen una temática visible en 
el mundo artístico contemporáneo. No han 
sido pocos los modistos que se han sentido 
identificados con los diferentes movimientos 
y corrientes artísticas al punto que algunos 
encuentren inspiración en ellos para diseñar. 
El arte moderno favoreció este primer acer-
camiento de la moda hacia el arte, fenómeno 
que hoy manifiesta cierta vigencia. Sobre este 
hecho, la crítica alemana Isabelle Graw en su 
texto “El último grito. Sobre el arte con forma 
de moda y la moda con forma de arte” (2011), 
apela a los imperativos de la moda cuando ex-
plora los terrenos del arte, estableciendo una 
comparación entre ambas manifestaciones y su 
comportamiento en el mundo moderno. 
Según la opinión de esta especialista hoy 
“los diseñadores de modas declaran arte sus 
proyectos más explícitamente que antes, limi-
tando sus tiradas y produciendo ediciones” 
(Graw, 2011, p 88), constituyendo una prueba 
de que la moda comienza a operar tal y como 
lo ha hecho el arte desde que alcanzó su au-
tonomía4, adquiriendo un impulso aún mayor 
4 Con la llegada de la Modernidad el arte comienza a 
experimentar cierta autonomía. La apertura de los 
primeros Salones de arte, el surgimiento de los museos, las 
graduaciones de academias de arte, la crítica de arte… entre 
otros acontecimientos, aseguran la importancia del artista y 
la obra dentro de este proceso. En la época pre-moderna la 
figura del artista se mantenía en anonimato salvo algunas 
con el desarrollo del arte en las primeras déca-
das del siglo XX. 
Ante las particularidades que asume la 
moda cuando se acerca al arte, el concepto 
moda muy ligado al consumo queda inoperan-
te, pues la artisticidad y el valor cultual (véase 
Benjamin, 1973) comienzan a ganar protago-
nismo. Ello permite apelar a la noción de moda 
con formade arte que se despliega en función 
de lo novedoso, lo único e irrepetible mante-
niendo en cierta medida algunos cánones de la 
moda consumista. En este sentido, este tipo de 
moda suele apropiarse de los resortes actuales 
del arte, sin desechar aquellos que su esencia 
guarda y que se relacionan con el consumo 
masivo, anunciando así un comportamiento 
particular. Su desenvolvimiento en el actual 
contexto cultural nos obliga a repensar las ca-
racterísticas que asume la moda con forma de 
arte, quizás como un elemento sintomático del 
siglo XX que se expresa hoy con gran fuerza. 
En el mundo actual el arte ha buscado 
otros espacios para expresarse valiéndose de 
excepciones. Desde el instante en que comienza a firmar 
sus obras anuncia el indicio de autonomía y genialidad que 
se difunde durante toda la época moderna. Paralelo a esto, 
la moda experimenta ese cambio de lugar y relevancia, que 
podemos observar con la figura del modisto como hemos 
hecho referencia anteriormente. Sin embargo no es hasta 
finales mediados del siglo XIX, cuando se crean las primeras 
Casas de Moda, cuando se modela la ropa, cuando la figura 
del modisto o diseñador alcanza renombre y comienzan a 
firmar sus bocetos que más tarde serán llevados al tejido. 
Este hecho sustenta la cercanía entre el arte y la moda dentro 
de la sociedad, y como prueba de ello podemos observar 
cómo el elitismo se convierte en un factor determinante 
para ambas esferas de creación, pues en uno y en otra se 
producía para minorías selectas que marcan el “último 
grito”.
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nuevos soportes y lenguajes que se inscriben 
en una lógica muchas veces crítica de la so-
ciedad moderna. La era tecnológica, la cultu-
ra del consumo, los medios de comunicación 
acompañados por el impacto de la propaganda 
y la publicidad, son elementos estructurales de 
esta sociedad, que al mismo tiempo devienen 
punto de partida para el trabajo creativo de al-
gunos artistas que ejercen un discurso crítico 
sobre esta sociedad de consumo. Esto favorece 
el desarrollo de una nueva sensibilidad que se 
desprende de la percepción estática y tradi-
cional del discurso del arte, para abrazar otra 
que propicia la comprensión de la obra abierta, 
inacabada, compleja donde lo nuevo, el kitsch, 
la intertextualidad, el pastiche, la parodia, la 
ironía, la espectacularidad, el performance, se 
despliegan de manera coherente. El diseño de 
modas no permanece al margen de estos he-
chos. Algunos diseñadores apuestan por una 
moda con una finalidad otra, explorando otras 
manifestaciones artísticas y otorgándole a lo 
conceptual un rol importante. 
Diseñadores como Paul Poiret (1870-1944), 
Elsa Schiapirelli (1890–1973), Coco Chanel 
(1883-1971), Paco Rabanne (n. 1934), Giorgio 
Armani (n.1934), Yves Saint- Laurent (1936-
2008), Karl Lagerfeld (n.1938), John Galliano 
(n.1960), Alexander McQueen (1969-2012) 
a lo largo de su vida experimentaron algunos 
acercamiento al arte, lo cual les ha permiti-
do pensar la moda bajo otros preceptos, pues 
paralelo a los diseños que lanzan al mercado, 
crean otros que parecían adoptar la forma de 
arte. Este gesto se hizo más explícito cuando la 
imagen del hombre se comenzó a trabajar des-
de un sentido más artístico, más conceptual, 
empleando diferentes materiales y texturas, 
pasando por alto el sentido tradicionalmente 
utilitario del diseño de modas. Así la moda al-
canzaba otra connotación, y galerías y museos 
comenzaron a exponer los trabajos de impor-
tantes diseñadores ya consagrados.
La Galería de Arte Iris Clert en París se inte-
resó por los diseños Paco Rabanne quien desde 
el mundo de la arquitectura había incursiona-
do en el del diseño de modas. En sus creacio-
nes experimentaba con el cuero, el metal, los 
discos de vinilo entre otras texturas (Kamitsis, 
2005). De este modo sus trabajos contenían 
una gran carga de artisticidad imposibles de 
pasar por alto. 
Así mismo en la década de los ochenta el 
Metropolitan Museum de New York dedicó 
una retrospectiva a Yves Saint- Laurent, gesto 
que posteriormente se repitió en el Museo de 
Bellas Artes de Beijing. (Golbin, 2005)
En el año 2001 el Guggenheim de Bilbao 
expuso una retrospectiva de 25 años de crea-
ción de Giorgio Armani, hecho que represen-
taba de forma clara que las fronteras entre el 
arte y el diseño se hacían cada vez más difusas. 
Sobre este particular el comisario del Guggen-
heim decía: 
“Los museos han roto fronteras, el arte 
se ha democratizado y la creatividad se 
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ha generalizado. Ya no es dominio sólo 
de la pintura y escultura, sino de otras 
manifestaciones de la comunicación. Se 
ha roto el aislamiento del arte contem-
poráneo y el gueto del arte se abre en un 
abanico de 360 grados de posibilidades. 
Lo que sucede ahora con la moda y el 
diseño, que entran en los museos más 
importantes, sucedió hace veinte años 
con la fotografía que, de ser considerada 
como un arte menor, hoy posee el mis-
mo valor estético que las artes mayores. 
El arte ha llegado, querámoslo o no, a 
las masas; no hay más que pensar en la 
exposición sobre las motos” (Palacios, 
2005, 10).
De igual manera, en varias oportunidades 
muchas firmas de moda han invitado a artis-
tas contemporáneos a jugar el rol de diseñado-
res. Tal es el caso de la artista británica Tracey 
Emin (n.1963) quien fungió como diseñadora 
de carteras para la marca “Longchamp”; o del 
artista japonés Takashi Murakami (n.1963) 
quien diseñó este tipo de accesorio para la 
marca Louis Vuitton (Márquez, 2011). Estos 
dos ejemplos muestran la importancia del di-
seño de modas realizado por artistas y también 
por diseñadores al punto que los límites de 
ambas manifestaciones comienzan a fusionar-
se. Esto nos indica que no solo observamos el 
tránsito de la moda hacia el arte, sino del arte 
hacia la moda. 
Al mismo tiempo varios artistas han toma-
do la moda como punto de partida de algunos 
de sus trabajos. Tal es el caso de la suiza Sylvie 
Fleury (n.1961) quien utiliza el universo de la 
moda para potenciar sus creaciones. Zapatos, 
carros de compras de supermercados, estrellas 
de Hollywood… se convierten en paradigmas 
de su trabajo escultórico e instalativo,5. En va-
rias ocasiones el hierro u otro metal se emplean 
como material básico de sus trabajos, demos-
trando así la frialdad de una sociedad de con-
sumo, donde la belleza y el lujo tienden a jugar 
un rol significativo dentro de sus propuestas. 
En el caso del japonés Takeski Murakami, 
mencionado anteriormente, realiza una ven-
ta de carteras diseñadas por él mismo en un 
museo, gesto que el propio artista declara parte 
de su obra y que deja claro cuando expone: “la 
tienda no es parte de la exposición, es el co-
razón de la exposición” (Márquez 2011, p199). 
Así la forma moda que se sustenta a partir del 
consumo, la distinción, la espectacularidad y la 
novedad, se ha convertido en el referente para 
la creación de obras de arte que bajo diferentes 
manifestaciones -desde las clásicas como pin-
tura, escultura…, hasta las más actuales como 
videoarte- emplean elementos que identifican 
a la moda espectacular para adaptarlos a su 
discurso artístico, sugiriendo un lenguaje muy 
particular, donde el mundo de la moda se toma 
como referente artístico.
4. Arte, moda y género desde la experien-
cia cubana
En el ámbito cultural cubano muchos dise-
5 Se refiere a las instalaciones de arte
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ñadores conciben sus creaciones con una gran 
carga artística (Véase: Méndez 2006). En su 
práctica trabajan con soportes y texturas dife-
rentes, al tiempo que subvierten los cánones de 
la moda apelando a temáticas o problemáticas 
tanto del terreno artístico como extra artístico. 
En este sentido en varias obras de diseñadores 
cubanos se observan la problemática de género 
sustentada a partir de cómo se ha pensado y 
construido los roles femeninos y masculinos 
en la sociedad. 
La mayoría de las producciones que se han 
realizado en Cuba, y que al mismo tiempo han 
permitido el diálogo entre el arte, la moda y el 
género, ha logrado materializarse en los dise-
ños que se realizan para el proyecto cubano 
Arte y Moda. Desde su primera entrega en 
el 2003, cuenta ya con siete ediciones, lo cual 
sustenta la sistematicidad en del trabajo de la 
moda con forma de arte. A grandes rasgos el 
dicho proyecto promueve la realización de di-
seños de moda a partir de la referencia de una 
pieza visual que esté hecha en cualquier sopor-
te artístico. Cada diseñador debe crear un dise-
ño tomando como punto de partida una o va-
rias piezas de arte, permitiéndole experimentar 
con texturas y materiales inusuales.
El proyecto Arte y Moda tiene la peculiari-
dad presentar sus diseños en pasarela con ayu-
da de la interpretación de los mismos. En este 
sentido la teatralidad y lo performativo acom-
pañado por la música le otorgan gran noto-
riedad a los diseños. Un evento teórico donde 
participan especialistas, críticos y diseñadores 
se lleva a cabo un día antes de la presentación 
de la pasarela, con el objetivo de activar el dia-
logo y la crítica sobre los derroteros del arte y 
del diseño de modas. Igualmente una exposi-
ción fotográfica se inaugura, donde se exponen 
los diseños que ya en se encuentran en el catá-
logo del evento. Sin dudas el proyecto le toma 
el pulso al diseño de modas producido en Cuba 
bajo el criterio de moda con forma de arte. Ello 
permite el trabajo de la imagen a través de con-
ceptos y problemáticas visibles en la escena 
cultural cubana.
La diseñadora Maray Pereda recrea el con-
cepto del metrosexual en su trabajo (Méndez, 
2006). La concepción del hombre estilizado 
dilata la figura del macho en la cultura. La do-
minación masculina y patriarcal ha construido 
el estereotipo del macho muy asociado al valor, 
la fortaleza y rudeza, alejándolo de los aspec-
tos que resaltan las cualidades del sexo feme-
nino. Por ello el metrosexual u hombre que se 
preocupa por el cuidado de su imagen y por 
estar a la moda parece debilitar las tradiciona-
les concepciones (Méndez, 2006). Mayormente 
este comportamiento comienza en las grandes 
urbes, aunque luego se extiende a otras zonas 
hasta difundirse por el mundo. El metrosexual 
puede ser homosexual, heterosexual o bisexual 
y en dependencia de sus preferencias y gustos 
resalta su preocupación por la apariencia.
Aunque resulta propio de finales de la dé-
cada del siglo XX la proliferación del metro-
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sexual, su antecedente esta en el dandy inglés 
del inicios del siglo XIX (Eco, 2006). El dandy 
era el individuo que expresaba una gran preo-
cupación por la belleza y elegancia. Sobresale 
ante el comportamiento común, conquistando 
a hombres de mundo como: pintores, escrito-
res y poetas famosos. Aunque el dandy surgió 
en Inglaterra pronto se extendió por Euro-
pa. Oscar Wilde, Aubrey Beardsley, Gabriele 
D´Annunzio, son algunos de los seguidores 
del dandismo. Según Umberto Eco el dandy 
le hace “culto a la propia vida pública, que hay 
que “trabajar”, moldear como una obra de arte 
para convertirla en un ejemplo triunfante de 
belleza”. (Eco, 2006, 334). Su comportamien-
to en ocasiones iba en contra de los prejuicios 
y costumbres de la época, lo cual convertía al 
dandy en un individuo que resaltaba social-
mente. Al respecto Oscar Wilde en su texto “El 
pintor de la vida moderna” de 1869 dice “Los 
hombres que no tienen más profesión que su 
elegancia, tendrán siempre, en todas las épocas 
una fisonomía distinta, diferente a cualquier 
otra. (…) Estos individuos no tienen otra obli-
gación que cultivar la idea de belleza de su per-
sona, satisfacer sus pasiones, sentir y pensar.” 
(Wilde 1869 citado en Eco, 2006, 334). A pesar 
de ello el dandismo asume diferentes formas 
con algunos de sus representantes los cuales 
van a transitar desde la exaltación de las for-
mas heroicas hasta la rebelión contra el mundo 
moderno. 
Aunque el dandy infligía algunas de las re-
glas de la sociedad decimonónica, influyó ade-
más en la renovación del vestuario masculino. 
También difundía un comportamiento poco 
común que rápidamente fue expresándose en 
el vestuario masculino y en el modo en que éste 
se usaba para su época. A finales del siglo XX, 
esta práctica se revitalizó bajo otro nombre y 
condicionado por otra época donde se afianza 
y fortalece el imperio de la imagen. Si el ideal 
de belleza se dicta desde la importancia de 
los medios de comunicación, permitiendo la 
pluralidad de cánones y estereotipos, el prota-
gonismo que ha alcanzado la imagen del me-
trosexual está avalado por la multiplicidad de 
conductas, preferencias o gustos.
La diseñadora Maray Pereda (Méndez, 
2006) parece apoyarse en estos criterios al 
realizar su diseño inspirándose en la obra del 
artista de la plástica Nelson Domínguez. Pere-
da recrea la imagen del hombre metrosexual 
elaborando un vestuario ajustado de camisa y 
pantalón negro realizado de mezclilla y pun-
to, al que le agrega los “accesorios artesanales 
en metal reciclado de la industria tabacalera 
configurando su sensibilidad hacia lo duro, la-
tente en la imagen del metromacho, un ícono 
de nuestros tiempos.”(Méndez 2006) De forma 
magistral la diseñadora recrea la imagen de 
este hombre metrosexual respetando el esti-
lo de vida y preferencias de éste, sin embargo 
juega con los accesorios que este suele usar al 
sustituirlos por otros de uso común. Pereda 
se lanza a la experimentación con materiales 
poco comunes, resaltando sus posibilidades 
creativas dentro del mundo del diseño y del 
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arte. Así esta creadora demuestra que los lími-
tes entre el arte y el diseño de modas cada vez 
se hacen más invisibles.
Insertar imagen 1
Los diseñadores Yandy y Anaice (Méndez, 
2010) se cuestionan el rol de la mujer en la so-
ciedad al crear un diseño a partir de tres pie-
zas de la artista cubana Aimee García. La pie-
za diseñada es primariamente un vestido del 
siglo XIX realizado con periódicos. Otra vez 
el empleo de materiales poco comunes en el 
vestuario demuestra las posibilidades creativas 
de la diseñadora. La silueta de flor defendida 
por Charles Worth durante el siglo XIX, queda 
contenida en una creación realizada con papel 
periódico. El diseño presentado en el 2010 du-
rante el evento Arte y Moda, en La Habana evi-
dencia la relación cercana que Figueroa tiene 
con el arte acción, particularmente con el per-
formance. El vestido no se muestra en pasare-
la con movimientos comunes, sino a partir de 
una interpretación. Así música y gestualidad 
también forman parte de la presentación de-
venida performance. Éste completa la muestra, 
cuando en un acto de rebeldía, se despedaza el 
vestido apareciendo la imagen espectacular de 
una mujer hermosa,símbolo de la moda de las 
sociedades moderna.
Insertar imagen 2
Valiéndose de lo espectacular y la teatra-
lidad los diseñadores toman como referente 
simbólico a la mujer. Vestida con un traje de 
grandes dimensiones que la asfixia, la fémina 
carga sobre sus espaldas el rol social que le co-
rresponde permeado de prejuicios y estereoti-
pos sociales. En un impulso de libertad, auxi-
liándose de un cuchillo (realizado con atrezzo) 
despedaza su vestido. En su lugar reaparece la 
mujer, desprejuiciada, presumida, que se resis-
te a aceptar normativa alguna y que gusta de la 
moda y del rosado. Al mismo tiempo esta mu-
jer es víctima de una construcción social de los 
cánones de belleza femenina, donde las dietas y 
soluciones quirúrgicas son la clave de su acep-
tación en el circuito donde vive y se desarrolla.
Aún así la industria de la moda piensa “la 
mujer prefabricada” exaltando solamente su 
lado sensual y erótico. Su imagen maternal lle-
na de naturalismo, en ocasiones es suplantada 
por una suerte de figura ideal sensual que se 
apoya en el principio de la seducción. Induda-
blemente Yandy y Anaice acuden al acto per-
formático y a lo espectacular para transgredir 
normas y costumbres tomando el cuerpo como 
escenario de representación6.
Al analizar esta pieza desde la lógica es-
tructural que la compone, podemos constatar 
cómo lo espectacular parece jugar un rol im-
portante dentro del propio diseño. Trastocan-
do la significación que tiene la pasarela para la 
Alta Costura, el diseño que propone este dúo, 
parece invitarnos a reflexionar en los concep-
6 Para el proyecto Arte y Moda, el cuerpo juega un rol 
fundamental ya que es el maniquí sobre el cual se sujeta 
el diseño artístico validado por una interpretación 
performática, por ello es oportuno pensar el cuerpo como 
escenario de representación
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tos de libertad-asfixia referenciándose en una 
acción perfomática que completa el resulta-
do visual de esta propuesta. Sin embargo, en 
esta pieza lo espectacular puede ser visto en 
dos sentidos: primero como componente del 
acto perfomático y segundo desde el resulta-
do visual que muestra el diseño a partir de la 
imagen de la mujer prefabricada. Pudieran ser 
estos algunos de los móviles que se leen cuan-
do observamos este diseño, donde el trabajo 
con el papel periódico, como textura básica 
demuestra el gran dominio de la técnica y el 
profesionalismo de estos jóvenes diseñadores 
otorgándole una independencia indiscutible al 
diseño que ya adquiere forma de arte.
Otra de los sugerentes diseños de Anaice Fi-
gueroa (Méndez, 2012) resulta del que realiza a 
partir de la obra de la joven artista cubana Ra-
chel Valdés, presentada durante la séptima edi-
ción del proyecto Arte y Moda. Una suerte de 
erotismo envuelve la obra de Valdés, acompa-
ñada de una sutil apropiación de la iconografía 
publicitaria y los códigos de consumo que pa-
rece asumirse con una estética pop acentuada 
por los colores estridentes de sus obras de gran 
formato. Este panorama parece reinterpretarse 
y asumirse de otra manera en la pieza que con-
cibe la diseñadora Anaice Figueroa.
La propuesta novedosa de Figueroa parece 
explorar el mundo idílico de las muñecas. La 
creadora construye una caja de muñecas de 
color rosado donde sobresalen las letras “sexy 
doll”. Al interior de esta se encuentra la mu-
ñeca envuelta en una suerte de sensualismo 
seductor. Motivos realizados con zippers ne-
gros y rosados adornan el corto vertido negro 
que se hace acompañar por una enguatada de 
nylon rosado que cubre brazos y manos de la 
modelo, exaltando la plasticidad de las muñe-
cas. La diseñadora parece explotar la sensuali-
dad que acompaña a la figura de dicho juguete, 
insertándola al mismo tiempo en una historia 
de amores y desamores. 
La pieza de Figueroa resulta novedosa tanto 
por el discurso que emplea, como por la mane-
ra en que hace visible su historia ante el espec-
tador. Una muñeca es rescatada de su caja por 
un galán poseedor de todos los atributos mas-
culinos materializados en su físico. Un uni-
verso mágico-seductor se pone al descubierto 
acompañado también de una música sensual 
y moderna, que despierta múltiples lecturas, 
donde lo sensual, lo placentero y lo erótico pa-
recen converger de forma novedosa.
Por su parte la diseñadora Jacqueline Fu-
mero se inclina a reflexionar sobre la materni-
dad y el rol de la mujer. Para ello toma como 
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referente la pieza de Raúl Valladares Materni-
dad II. En ella la creadora despliega el concepto 
de maternidad, tanto a nivel formal como con-
ceptual. 
En esta oportunidad Fumero esboza dos 
piezas diferentes recreando la idea de Vallada-
res del último día del fin del mundo. El artis-
ta expone una suerte de bicho que protege un 
huevo. A partir de esta idea la creadora exalta 
la belleza del nacimiento empleando la figura 
de una mariposa. El alumbramiento de una 
nueva vida resulta un suceso singular en la vida 
de la especie animal y también en la humana. 
Desde el punto de vista biológico la capacidad 
de la mujer de traer una nueva vida al mundo 
le otorga determinadas tareas que van marcan-
do su rol dentro de la sociedad. En este sentido 
el cuidado y la protección de la familia la ubi-
can dentro de un espacio privado que alcanza 
su máxima realización en el hogar. El rol social 
de la mujer y la maternidad como función na-
tural de ella, constituye un elemento recurrente 
desde las problemáticas de género que de algún 
modo son resaltadas en esta pieza que anuncia 
la belleza del alumbramiento.
A nivel formal la pieza de Fumero consta de 
dos diseños: el primero visibiliza un bicho, rea-
lizado con cartulina mediante la técnica de pa-
pier maché pintado con una tonalidad gris que 
simula el acero (material básico de la obra de 
Valladares). El segundo diseño es la mariposa, 
para la que también emplea la misma técnica 
en la recreación de sus alas que pinta con to-
nalidades de rosa y grises. Ambos diseños evi-
dencian una relación formal, compartiendo los 
motivos y colores que los hacen confluir como 
una sola pieza.
Sin dudas estas creaciones visibilizan un 
acercamiento hacia las construcciones de lo 
femenino y lo masculino. También apuntan 
sobre los roles sociales y estereotipos que le co-
rresponden representar a hombres y mujeres. 
Valiéndose de estas problemáticas los diseña-
dores recrean sus obras a partir de texturas y 
soportes diversos. Sus trabajos se distinguen 
por abordar lo teatral y performativo como un 
elemento sustancial dentro de la obra. Mate-
rializados en el proyecto Arte y Moda, dichas 
piezas abordan temáticas que desde la teoría 
cultural demandan la atención de especialistas.
Las prácticas artísticas contemporáneas 
se encuentran permeadas del gesto inclusivo 
donde varias disciplinas convergen en una. Si 
este hecho fue posible a través del arte de ac-
ción y el nuevo realismo a mediados del siglo 
pasado, en nuestros días se hace cada vez más 
visible en los ámbitos artísticos. 
La moda, el arte y las problemáticas de gé-
nero parecen aliarse para proponer nuevas zo-
nas de reflexión en la obra de estos diseñadores 
cubanos. Sus sugerentes piezas parecen mirar y 
pensar al hombre contemporáneo zambullido 
en la sociedad actual matizada con el realce de 
lo visual y de la espectacularidad. Desde tales 
presupuestos se construyen estos discursos ar-
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tísticos visibles tanto para las ciencias sociales 
como para la praxis artística.
Conclusiones
Las relaciones cruzadas entre arte y dise-
ño de modas posibilitan el realce del término 
moda con forma de arte. Éste permite el cues-
tionamiento de determinadas problemáticas 
que sobresalen en la cultura actual invitando al 
diálogo crítico. Entre algunas de las temáticas 
se encuentra la de género pensado desde dife-
rentes enfoques.
Las problemáticas de género, determinadas 
para unos desde lo social y para otros desde lo 
biológico se visualizan en el trabajo de estas 
diseñadoras que exploran en sus propuestas 
una mirada crítica al modo en que la mujer 
y el hombre se han pensado (Vease: Méndez, 
2006; Méndez, 2010) en la cultura occidental. 
La maternidad, las exigencias sociales, los es-
tereotipos construidos, las preferencias, los 
gustos, los ideales de belleza, entre otros cons-
tituyen algunos de los elementos sobre los que 
se construyen discursos de crítica y reflexión 
donde el arte, la moda y el género, logran hil-
vanarse de manera coherente en los trabajos de 
las diseñadoras antes mencionadas. A partir de 
sus propuestas las diseñadoras deconstruyen la 
mirada que ha hecho la sociedad de la moda, 
así como de su relación con los femenino en 
primera instancia y con lo masculino, exal-
tando otras temáticas que parecen invisibles, y 
que al mismo tiempo resultan latentes. Anaice 
Figueroa, Jacqueline Fumero y Maray Pereda 
resignifican las problemáticas de género en sus 
obras partiendo de la complejidad tanto con-
ceptual como formal que afrontan sus diseños. 
Sin dudas, los resultados creativos del vín-
culo entre moda, arte y género promueven el 
análisis hacia cómo se han construido y ex-
teriorizado los roles femenino y masculino, a 
partir de la interpretación que de ellos han he-
cho la industria de la moda, el arte y los medios 
de comunicación. Las propuestas artísticas que 
exploran estas problemáticas transgreden la 
mirada, permitiendo la confluencia y el diálo-
go interdisciplinar entre arte, moda y género
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