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técni.ca§ .~efa;arql!~C>IOpífl: :EVestlldio de los restos procedentes. de 
Josa~al.t?s.:f~e~os;;~ifnte.s,~onchas, entre otros, permiteala . 
. arqu~OZ()ol°:~3f~.co~§fitajr.11f1a.parte.de.la economí~agraria de las 
. S()Ciédades'3.Utigua,s~ademásnos.informasobre diferentes aspectos 
coll1o l~srelaciolle~ sdci~le§,fos intercambios y el comercio, o la 
religión. Est~ 11ianual presenta· esta disciplina y. nos proporciona 
sus• clayes griucip~les. Será útil a los estudiantes así como a los 
lectores interesados por la arqueología y la historia. 
Louis Chaix es catedrático enla Universidad de Ginebra. 
Patrice Mlnietes Charge de Recherches en el CNRS. 
937016-6 
!lriel 
q;i; 
i/riel 
Louis Chaix y Patrice· Méniel 
Manual de 
Arqueozoología 
Ariel Prehistoria 
Arie! Prehistoria Louis Chaix y Patrice Méniel 
MANUAL DE 
ARQUEOZOOLOGÍA 
Revisión técnica y prólogo: 
J ORDI NADAL LORENZO 
Universitat de Barcelona 
A riel 
Título original: Archéozaologie. Les animaux et l'archéologie 
© Editions Eirance, París, 2001 
Traducción de XA VIER MANGADO LLACH 
l.ª edición: noviembre 2005 
Derechos exclusivos de edición en español 
reservados para todo el mundo 
y propiedad de la traducción: 
© 2005: Editorial Ariel, S. A. 
Avda. Diagonal, 662-664 - 08034 Barcelona 
ISBN: 84-344-6772-0 
Depósito legal: B. 37.912 - 2005 
Impreso en España 
2005.- HUROPE, S. L. 
Lima, 3 bis 
08030 Barcelona 
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización e~'?rita de los ti~ares del copyright, 
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducc1on t_otal o parcial_ de es.ta obra_ I?ºr 
cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos l~ reprogr~a y el t;atam1en~o i_nformat1co, 
y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o prestamo pubhcos. 
PRÓLOGO 
Han pasado quince años de la publicación en castellano de la obra 
de Simon Da vis La Arqueología de los animales (original en inglés de 
1987, traducción al castellano de 1989). Dicha traducción, en sumo-
mento, supuso parte de la culminación de una renovación teórica y 
metodológica que la arqueología española había iniciado en la dé-
cada de los ochenta, y cuya digestión se ha demostrado bastante pe-
sada y en muchos casos no ha dado los resultados esperados. 
Ciertamente, parece que aquellos aires de renovación quedaron 
ahogados en primer lugar por una excesiva obsesión en la teorización 
que, más allá de interesantes planteamientos más propios de la teoría 
del conocimiento, ofrecía pocos ejemplos de su materialización prác-
tica a la hora de obtener resultados en las memorias de excavación de 
los yacimientos arqueológicos. En segundo lugar, se produjo una mul-
tiplicación de analíticas que debían aportar datos trascendentales para 
la interpretación de las excavaciones y de las culturas del pasado. Entre 
éstas se hallaba, sin duda, la arqueozoología. Fue precisamente en los 
años ochenta que, después de unos loables inicios desde la paleonto-
logía -la figura del profesor Jesús Altuna supone un antes y un des-
pués en nuestra disciplina-, el estudio de los restos faunísticos en con-
textos arqueológicos se estructuró definitivamente en nuestro país, con 
la formación de equipos de investigación centrados en esta disciplina 
y un importante número de especialistas que debían resolver las anti-
guas necesidades. Desgraciadamente aquel impulso fue perdiendo 
fuerza, ya sea por la imposibilidad de que dichos especialistas pudie-
ran incorporarse a un mundo laboral y científico estable, ya sea por-
que, al final, no existió una aceptación generalizada, o una compren-
sión, por parte de los que debían ser usuarios de las analíticas 
especializadas: los propios arqueólogos. 
Fue así como la mayada de los estudios de arqueozoología rápi-
damente quedaron relegados a simples informes, incorporados como 
anexos a las monografías de los yacimientos excavados, sin que dichos 
informes intervinieran, o fueran utilizados, con la profusión que se me-
recían en las conclusiones globales de tales monografías. No ayudaron 
8 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
tampoco los cambios, en la década de los noventa, de la arqueología 
de campo, en la que a partir de entonces dominarían las intervencio-
nes de urgencia o de rescate; en éstas, lógicamente, el elemento prio-
ritario es recuperar la información patrimonial en peligro, para «po-
tencialmente» ser estudiada a posteriori. Aunque el número de 
excavaciones aumentó, la proporción de estudios especializados, en-
tre ellos los correspondientes a arqueozoología, disminuyó frenética-
mente. 
Y a pesar de ello, en nuestro país sigue sobreviviendo un conjunto 
nada despreciable de arqueozoólogos, suficientemente preparados, en 
diversas universidades o centros de investigación. Incluso diríamos 
que, a pesar de la mala salud de los estudios arqueozoológicos, en el 
global de la investigación arqueológica española, aquí mismo se forja 
uno de los equipos más brillantes y destacados en el campo de los es-
tudios arqueozoológicos en el panorama mundial: el Laboratorio de 
Arqueozoología de la Universidad Autónoma de Madrid, bajo la di-
rección del Dr. Arturo Morales. Dicho laboratorio cuenta con una de 
las más completas colecciones de referencia del planeta -en ámbitos 
como el de la ictioarqueología- y edita una de las mejores revistas es-
pecializadas en arqueozoología, Archaeofauna. Además, el papel que 
juegan los miembros de este equipo en el ICAZ (International Council 
of Archaeozoology) es también destacable. 
Por ello, más que nunca, pensamos que la implantación de la dis-
ciplina arqueozoológica en España debe de ser definitiva y es nece-
sario que desaparezca la gran distancia que hay entre unas investiga-
ciones de alto impacto pero frecuentemente restringidas y la 
generalización de dichos análisis en la arqueología del día a día. El vo-
lumen de matelial que generan las cada vez más numerosas excava-
ciones de urgencia auguran mucho trabajo a un gran número de fu-
tu1-os arqueozoólogos, siempre y cuando dichos estudios tengan, por 
parte de las administraciones y del mismo colectivo de arqueólogos, 
la consideración que se merecen e idéntico apoyo económico que el 
análisis de cualquier otro elemento arqueológico (cerámica, industria 
lítica, etc.). Y es que, frecuentemente, en algunos yacimientos ar-
queológicos, los restos faunísticos, generalmente elementos óseos o 
malacofaunísticos, pueden suponer un alto porcentaje del material re-
cuperado, a veces superior a las ya citadas cerámicas o piezas líticas. 
Pero, sorprendentemente, muchos son los arqueólogos que aún o bien 
desprecian simple y llanamente este material o se desentienden de él, 
tras una recuperación azarosa y poco sistemática, pasándolo sin de-
masiados miramientos «al especialista». 
Evidentemente los arqueozoólogos somos los primeros que, tras 
observar este sombrío panorama que dura dos décadas, debemos re-
PRÓLOGO 9 
flexionar al respecto y generar ese interés entre los arqueólogos para 
hacer entender la in1portancia de los estudios paleofaunísticos de cara 
a la comprensión global del pasado. Por ello, antes que nada, es nece-
sario explicar las posibilidades -también las limitaciones- de nues-
tra disciplina. Por otra parte, los arqueólogos deben comprender que 
la arqueozoología a menudo es algo más que una analítica auxiliar (sin 
animo de despreciar otras), sea por el volumen de material a estudiar, 
sea por la información paleocultural que sin duda aporta. 
La solución pasa pues por la formación: necesitamos arqueólo-
gos concienciados y necesitamos más arqueozoólogos dispuestos a 
asumir el trabajo generado por el volumen de material exhumado es-
tos últimos años. Dicha concienciación obliga a la formación de nues-
tros estudiantes en materias como la arqueobiología en general y la 
arqueozoología en particular.Algunas iniciativas (cursos de doctorado 
o el mismo título propio de arqueología de la Universidad de Barcelona, 
que inicia ahora su cuarta edición) son imprescindibles. La idea no 
es formar arqueozoólogos desde las aulas (tarea que lleva años, no 
meses). Lo importante es crear la necesidad: crear «Usuarios» de la 
arqueozología. Pero para lograr tal formación, el complemento de una 
buena bibliografía, accesible, y aun así rigurosa, es imprescindible. 
La obra que ahora presentamos cumplirá con toda seguridad este ob-
jetivo. 
El trabajo de Louis Chaix y Patrice Méniel permite diferentes lec-
turas. Por un lado, se trata de un trabajo general, conciso, claro y 
muy ordenado, que facilita el acceso al mundo de la arqueozoología a 
cualquier profano interesado en el tema. Cada capítulo permite apro-
ximarnos a un aspecto concreto del estudio de los restos animales en 
context9s arqueológicos: la identificación taxonómica y anatómica, los 
cálculos de edad y de sexo, los procesos de transformación tafonómi-
cos, la cuantificación de las muestras, la importancia de los cálculos 
biométricos ... De esta manera el arqueólogo, como «usuario de la ar-
queozoología», se dará cuenta de la importancia de los diferentes es-
tudios, entenderá la necesidad de cada analítica y podrá «leer» y ha-
cer uso de la información que el especialista le proporcione en los 
informes. Por otro lado, la obra no renuncia a ser una introducción 
suficientemente completa para quien quiera finalmente abordar una 
formación específica en arqueozoología. Se trata, efectivamente, de 
una lectura previa e imprescindible para los futuros arqueozoólogos, 
aunque -nadie debe engañarse- no existe el manual «exclusivo» para 
el aprendizaje en arqueozoología. Uno de los instrumentos más útiles 
que encontrará el estudiante de arqueozoología es la bibliografía, or-
denada según los diferentes temas tratados en el libro; ello le permi-
tirá ampliar progresivamente, y ordenadamente, los conocimientos de 
10 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
los diferentes recovecos de nuestra disciplina. Y es que los dos auto-
res acarrean una experiencia incomparable en el mundo del estudio 
faunístico en contextos arqueológicos, lo que les ha permitido redac-
tar una obra desde la experiencia y desde el conocimiento exacto de 
las necesidades de la reconstrucción del pasado. Louis Chaix, cate-
drático en la Universidad de Ginebra, es conservador del Departamento 
de Arqueozoología del Museo de Historia Natural, y se ha destacado 
por los estudios paleofaunísticos en diversos yacimietos prehistóricos 
del arco alpino, así como en el importante yacimiento de Kerma, en 
Sudán. Patrice Méniel es investigadora del CNRS, en Francia, y se des-
taca por diversos trabajos de arqueozoología en contextos galos. 
Esperamos que la traducción de Archéozoologie. Les animaux et l'ar-
chéologie al castellano suponga un «renacimineto» de la arqueozoología 
entre los diferentes sectores que conformamos la comunidad de los in-
teresados por las ciencias del pasado. Los implicados en su traducción 
y edición al castellano estamos convencidos de ello. 
JORDI NADAL LORENZO, 
profesor de Prehistoria de la 
Universidad de Barcelona. 
Arqueozoólogo 
Queremos agradecer a todos aquellos que nos han ayudado en 
este trabajo, y en particular a nuestros colegas arqueozoólogos, que 
han puesto a nuestra disposición ilustraciones, ejemplos y datos sobre 
sus investigaciones, así como a los arqueólogos que nos han autori-
zado a reproducir informaciones relativas a sus yacimientos. 
Queremos agradecer del mismo modo al Centro de Investigación 
Arqueológica del Valle del Oise en Compiegne y al Museo de Historia 
Natural de Ginebra por los medios puestos a nuestra disposición a lo 
largo de la realización de este trabajo. 
Dibujo de un mamut descubierto en la desenibocadura del Lena (Siberia) en 
1799, realizado por Boltounov en 1804 (según Cohen, 1994). 
Tres mandíbulas de cerdo doméstico (izquierda) y un fragmento de mandí-
bula de jabalí (derecha) (según una lámina de Rütimeyer, 1861). 
El desarrollo de la arqueozoología, paralelamente al de la ar-
queología, se concreta en la ensefi.anza superior universitaria, mediante 
numerosos cursos de arqueología que integran módulos de presenta-
ción de esta disciplina. De ahí la necesidad de una obra básica, solici-
tada por los estudiantes, y de igual modo por los arqueólogos, que de-
sean informarse sobre las potencialidades del estudio de los restos 
faunísticos, sobre la manera de excavarlos y preservarlos, así como so-
bre el interés y las modalidades de su estudio. Es a ellos, y no a los es-
pecialistas, a los que este trabajo se destina; no es pues un tratado, el 
cual hubiera requerido de otros medios. El objetivo que nos hemos 
propuesto es mucho más modesto: se trata de una presentación de la 
disciplina en su conjunto, de sus 01igenes, de sus métodos y de sus pre-
guntas. Antes que profundizar en cuestiones metodológicas hemos pre-
ferido presentar generalidades, ilustradas mediante ejemplos concre-
tos proporcionados por los trabajos más recientes. No es tampoco un 
atlas de determinaciones, y las referencias que proporciona lo son a 
modo de ejemplo, por tanto se deberá recurrir a la bibliografía para 
profundizar en problemas concretos. A pesar de sus limitaciones, es-
peramos que este trabajo responda a los intereses de aquellos que 
han motivado su realización, y que le sigan otras publicaciones de obras 
de refer~ncia que continúan haciendo mucha falta a nuestra disciplina. 
r' 
CAPÍTULO 1 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 
1.1. Definiciones 
De forma rápida y sencilla se puede definir la arqueozoología 
como la disciplina que estudia las relaciones del hombre con el mundo 
animal en el pasado. 
De este modo se distingue claramente de la paleontología, que se 
centra en el estudio de la evolución de los animales y del hombre, sin 
preocuparse por sus eventuales re1aciones. 
Sin embargo, la arqueozoología utiliza varios métodos de lapa-
leontología como la anatomía comparada, la osteometría, la tafono-
mía '~,la estratigrafía o la planimetría, ya que la naturaleza de los ma-
teriales estudiados son los mismos. 
El propio término, arqueozoología, se distingue de los de paleo-
zoología o osteoarqueología, ya que engloba aspectos tan diversos como 
el estudio de la domesticación, de la alimentación humana, de los ri-
tos funerarios, o de las manifestaciones artísticas. 
En el seno de la arqueozoología pueden distinguirse diversas es-
cuelas.' Unas enfatizan el aspecto zoológico, dejando de lado las evi-
dencias arqueológicas proporcionadas por los restos de los animales. 
Esta tendencia se manifiesta particularmente en los trabajos realiza-
dos en Munich. Este importante centro veterinario ha conocido un de-
sarrollo remarcable desde 1965, gracias a los numerosos trabajos de 
J. Boessneck y de sus colaboradores y alumnos (Boessneck, 1990). 
En el lado opuesto se encuentra la escuela americana, más preocu-
pada por la creación de modelos arqueozoológicos y la formulación 
matemática de los fenómenos. Ésta ha encontrado un campo particu-
larmente rico y favorable dentro de la arqueozoología actualista * de-
rivada de la tafonomía *. Citaremos aquí los trabajos de Behrensmeyer, 
Western y Dechant (1979), Binford (1981), Shipman (1981), Grayson 
* Las palabras con asterisco se hallarán luego explicadas en el apartado de léxico. 
(N. del t.) 
16 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Depósito de restos de caballo en un foso próximo al recinto de culto del po-
blado galo de Avanron en las Ardenas. 
(1984), Bonnichsen y Sorg (1989). La mayor parte de estos autores uti-
lizan el término zooarqueología. 
Por lo que respecta a la escuela inglesa, ésta considera el estudio 
de los restos animales desde una perspectiva amplia, sacando par-
tido de los resultados de otras disciplinas entre las que la sedimento-
logía y la palinología'" juegan un papel importante. Para Davis, por 
ejemplo, la arqueozoología puede considerarse como un puenteen-
tre la paleozoología y la antropología/arqueología. Este punto de vista 
es el que plantea su obra The Archaeology of Animals (1987), 1 en la que 
los animales son considerados como uno de los elementos del espacio 
arqueológico. 
Este punto de vista se asemeja al de los investigadores que poseen 
una visión amplia de la disciplina y que se define mediante el término 
antropozoología. Los trabajos de F. Poplin, en París, son una buena 
muestra de esta tendencia (Poplin, 1983, 1987). 
En función de estas diversas aproximaciones, proponemos la de-
finición siguiente, basada en la de Gautier (1983 ): 
l. Traducida al castellano: La arqueología de los animales, Ed. Bellaterra, Barcelona. 
(N. del t.) 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 17 
La arqueozoología es el estudio de los restos animales recupera-
dos de las excavaciones de los yacimientos arqueológicos. 
Las etapas principales de la investigación arqueozoológica son: 
El reconocimiento y la descripción de las especies animales 
con las que los grupos humanos se relacionaron. 
El establecimiento de la naturaleza de las relaciones entre 
grupo humano y especies animales, hecho que viene a expli-
car los motivos de su presencia en el yacimiento (carroñeo, 
caza, pesca, cría de ganado, comensalismo'", etc.) y el uso 
que se llevó a cabo de las mismas (alimentación, mate1ia p1ima, 
fuerza de trabajo, ritos, etc.). 
Poner de manifiesto, sobre las especies animales, las conse-
cuencias biológicas y/o ecológicas de la intervención humana 
(razas domésticas, modificaciones del medio ambiente, etc.). 
La contribución al conocimiento de los grupos humanos, de 
su medio ambiente, de su hábitat, de su modo de vida, de su 
demografía, etc. 
Como podemos constatar, la urqueozoología se encuentra en la 
intersección entre diversas disciplinas. 
Debemos destacar que dicha disciplina no conoce límites, ni 
cronológicos ni espaciales; el arqueozoólogo puede tanto trabaj~r so-
bre el problema del carroñerismo de los primeros homínidos del Afiica 
oriental, como sobre la utilización del hueso en la taracea medieval de 
la Francia meridional, o sobre la evolución del tamaño de las ovejas 
neolíticas en el Próximo Oriente. 
Sin embargo existe, evidentemente, una cierta especialización re-
lacionada con la ubicación geográfica, o los vínculos institucionales 
del inve~tigador, y con la imposibilidad de trabajar personalmente so-
bre todos los aspectos de una disciplina tan rica. 
1.2. Breve historia de la arqueozoología 
El estudio de las relaciones que pudieron existir entre el hombre 
del pasado y el mundo animal es relativamente reciente. 
Durante la Antigüedad y hasta el Renacimiento, el examen de 
los huesos humanos y animales daba lugar a interpretaciones más o 
menos fantásticas. Citaremos como ejemplo la asimilación hecha en-
tre los huesos fósiles de elefantes y los gigantes o los cíclopes (Gayrard-
Valy, 1987). 
Los trabajos de anatomía comparada de Perrault en Francia, de 
Tyson en Inglaterra y de Campani en Italia, hacia finales del siglo XVII, 
18 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
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Huesos de buey y de ciervo (según una lámina de Cuvier, 1812). 
permitieron una mejor compresión de las diferencias esqueléticas en-
tre las especies. 
La obra de Cuvier, entre otros su trabajo Recherches sur les osse-
ments fossiles (1812), dará luz a uno de los principios esenciales de la 
anatomía funcional, a saber, la ley de las colTelaciones. Cuvier la re-
sumía de la manera siguiente: 
Si los intestinos de un animal están organizados de tal modo 
que sólo puede digerir carne fresca, es necesario que sus mandí-
bulas estén construidas para devorar una presa; sus garras para 
prenderla y rasgarla; sus dientes para cortarla y dividirla; el con-
junto de sus órganos de movimiento para perseguirla y acecharla; 
sus órganos sensitivos para percibirla de lejos; es necesario incluso 
que la naturaleza haya metido en su cerebro el instinto necesario 
para saber esconderse y acechar a sus víctimas. 
Desde entonces la determinación de los huesos fósiles se hará de 
manera científica, permitiendo un desalTollo rápido del conocimiento 
del mundo animal del pasado. 
La coexistencia entre el hombre y algunas especies animales 
desaparecidas se admitió paulatinamente a lo largo del siglo XIX. 2 
2. En Francia. (N. del t.) 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 19 
R. Furon (1958) fue quien resumió esta evolución del pensamiento en 
varias etapas: 
Primera etapa. Ningún ser humano no fue contemporáneo de los 
animales desaparecidos como: los elefantes, rinocerontes o renos. 
Segunda etapa. Algunos seres humanos fueron contemporáneos 
de las especies desaparecidas, pero éstos no son nuestros antepasados, 
les separa de nosotros el cataclismo del diluvio universal. 
Tercera etapa. El hombre actual es el descendiente directo del hom-
bre prehistórico que vivió durante el Cuaternario junto a los mamífe-
ros fósiles. 
La prueba de la contemporaneidad entre los seres humanos y los 
animales fósiles la aportó el descubrimiento de yacimientos arqueoló-
gicos, en cueva o al aire libre, en los que aparecían mezclados útiles de 
piedra y huesos de animales y humanos. Picard, en 1835, y Boucher 
de Perthes, en 1860, aportaron las evidencias de tal coexistencia, a pe-
sar de las reticencias de la «ciencia oficial». 
En 1861, Ludwig Rütimeyer; a partir de los huesos descubiertos 
en los yacimientos lacustres del cahtón de Zurich en Suiza, asentó las 
bases de la arqueozoología. En su obra, aborda la determinación es-
pecífica de los diversos huesos, así como el recuento de los individuos 
y sus edades de muerte, además proporciona datos métricos que le per-
miten, junto con la morfología, distinguir razas. Un capítulo se con-
sagra a los animales domésticos y a su relación con las formas salva-
jes. Finalmente, estudia el desalTollo de las faunas desde una perspectiva 
diacrónica, empezando por yacimientos antiguos como Abbeville en 
el valle del Somme hasta alcanzar yacimientos romanos como el de 
Vidy en Suiza. 
La:1nvestigación arqueozoológica va a continuar su desarrollo se-
guidamente en diversos países (Boessneck, 1969). 
1.3. Relaciones con las otras discipllnas 
La arqueozoología se encuentra en el cn1ce de diversas discipli-
nas que pueden tratar de la historia de los animales y de los seres hu-
manos, como la arqueología, la paleontología, la anatomía comparada, 
la etnozoología ... Sin embargo, la diversidad y la riqueza de los re-
sultados que en determinadas ocasiones permite alcanzar no deben 
enmascarar sus limitaciones. Es en relación a la definición de su ám-
bito real de aplicación que su potencial puede en realidad valorarse, 
con el objeto de reunir las condiciones necesarias que le permitan en-
tablar un diálogo con otras disciplinas. 
20 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
La arqueozoología está relacionada con los naturalistas y, más 
concretamente, por las caractelisticas de los vestigios que estudia, con 
los anatomistas. Esta relación privilegiada abre las puertas a nume-
rosas posibilidades de colaboración, especialmente en los programas, 
cada vez más abundantes, en los que la perspectiva histórica se tiene 
en cuenta. Éstas comprenden desde el estudio de las difusiones, como 
la de la rata negra y de la peste (Delort, 1984) o del conejo ( Callou, 
1995), hasta la historia de nuestras razas domésticas (Chaix, 1986; 
Schneider et al., 1991; la revista Ethn.ozootechn.ie). 
Es sin lugar a dudas, en sus relaciones con la paleontología, y más 
particularmente con la del Cuaternario, que la arqueozoología ha ma-
nifestado sus primeras preocupaciones paleoambientales, claramente 
de orden climático, con respecto a los grandes mamíferos. Con poste-
rioridad, esta perspectiva se ha desalTollado ampliamente hacia otros 
animales menos espectaculares, aunque, sin embargo, a menudo mu-
cho más significativos del entorno inmediato de un yacimiento (mi-
cromamíferos, moluscos ... ). 
En este caso, es con los arqueólogoscon los que el trato es más 
directo, como mínimo en el plano material, sino en el intelectual, de-
bido al origen de estos vestigios. Las condiciones de recogida de la 
fauna son decisivas para el resultado del estudio, y es precisamente ahí 
donde se sitúa una de las primeras etapas de la colaboración, como 
trataremos posteriormente (apartado 8.5). La colaboración no debe 
detenerse aquí, ya que es precisamente en los estudios realizados en 
estrecha cooperación, aún muy escasos, en los que más se progresa. 
Por ejemplo, no obtendremos el mismo resultado del estudio de los 
huesos que -conservando algunas de sus características (por ejemplo, 
origen anatómico y específico)- se hayan guardado con fragmentos 
de molino en una bolsa vagamente numerada, que si se han inventa-
riado en su contexto y han sido analizados cuidadosamente. Según las 
circunstancias, a la determinación le seguirá un estudio detallado para 
responder a un problema concreto. Una vez más, es necesario que los 
especialistas estén en condiciones de precisar sus necesidades, en fun-
ción de la potencialidad del material y de las limitaciones económicas, 
cosa no siempre fácil. 
En el diálogo entre el arqueólogo y el arqueozoólogo es necesa-
rio que ambos utilicen un mismo lenguaje: es necesario que las pre-
guntas se ajusten a la calidad del material (no se puede saber el color 
de la piel de las vacas) y que las respuestas sean comprensibles (un 
inventario será raramente una respuesta adecuada). Los listados y las 
medidas osteométricas son elementos esenciales, pero que sólo inte-
resan a los especialistas. Los resultados suelen interesar más a los ar-
queólogos que a los historiadores, pero esto se debe, en gran parte, a 
· LA ARQUEOZOOLOGÍA 21 
Huesos pro~eden~es del yacimiento 1:1,edieval ~e Ginebra (Suiza). Estas pie-
zas dan testimon_w de una fracturacwn poco unportante, generalmente he-
cho que caracteriza los períodos de abundancia. 
l~ ~aner~ en que se presentan los resultados y a una falta de accesi-
b1hdad aun demasiado frecuente. 
. Estas observ~ciones son igualmente válidas para otro ámbito par-
tI~ul~rmente sensible, y especialmente indicado por su accesibilidad al 
P;1bl~co: los m:is.eos. Cuando _se llevó a cabo el «año de la arqueolo-
gia» ', l~s expos1~10nes se multiplicaron, pero la arqueozoología se pre-
sento ~olo a partir d~ algunos huesos situados en su contexto (suelo mag-
dalemense: santuario), o de los esqueletos de animales desaparecidos 
(uro); m,_ed~ante esta concepción anticuada, nada sirvió para ilustrar los 
avances'mas espectaculares. Una vez más, los especialistas no supieron 
hacerse entender. Junto a éstas, las escasas exposiciones dedicadas a la 
arqueozoología son casi secretas, siempre al margen del gran público. 
1.4. Materiales de estudio 
. , Los materiales estudiados por la arqueozoología son por defini-
c1on aquellos _qu~ se conservan en niveles arqueológicos o, eventual-
mente, en yac1m1entos naturales contemporáneos. 
La categoría más abundante está constituida por los huesos de 
mamíferos, pájaros, anfibios, reptiles y peces, así como por las con-
chas de moluscos. La estructura y la composición química del hueso 
3. El año 1990 fue declarado en Francia «Année de l'Archéologie». 
22 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Perro momificado de fonna natu-
ral procedente de una tumba de 
Kerma (Sudán) (2000 a.C.). 
Rata momificada de fonna natural 
en un granero. 
y de las conchas, con un componente mineral i1?"portante, permiten 
su buena conservación en gran cantidad de med10s. Se conocen hue-
sos o conchas datados en centenares de millones de años (ammoni-
tes, peces, dinosaurios). Sin embargo, como veremos en el capítulo 8 
(Tafonomía), la conservación de este material depende de la edad del 
animal, del tipo de terreno y de su geoquímica, de la velocidad de en-
terramiento y de numerosos otros factores. 
Otros documentos mucho más excepcionales pueden aportar in-
formaciones importantes al arqueozoólogo. Se trata de los animales 
momificados (naturalmente, o no) y de los animales congelados. 
Los animales naturalmente momificados se recuperan en las zo-
nas desérticas, con una tasa de humedad baja y una actividad pedo-
lógica"' poco desarrollada. Son una fuente de informació1: importante 
sobre el aspecto externo de los animales (color del pelaje, forma de 
las orejas, longitud de la cola, etc.), así como también sobre c~racte­
rísticas menos evidentes, como las séricas* y genéticas*, o el tipo de 
alimentación que puede deducirse de los contenidos estomacales ( cf. los 
animales de Kerma). 
Entre los animales naturalmente momificados cabe mencionar 
también los descubiertos en yacimientos de hidrocarburos, como los 
rinocerontes lanudos de Starunia, en Polonia, u otras especies apare-
LA ARQUEOZOOLOGÍA 23 
ciclas en las turberas de diversos países, principalmente en Dinamarca 
e Inglaterra. 
Las momificaciones realizadas por el hombre presentan general-
mente informaciones de más difícil interpretación, debido a los trata-
mientos antrópicos que han sufrido los cuerpos. 
Los animales congelados proceden esencialmente de las regio-
nes circumpolares, en las que el suelo está permanentemente helado 
(permafrost"'). Citaremos a modo de ejemplo los mamuts y los rinoce-
rontes lanudos de Siberia (Haynes, 1991; Farrand, 1961), así como 
los bisont.;s de Alaska (Sutcliffe, 1985). El excelente estado de conser-
vación de estos animales permite obtener informaciones sobre su 
biología, su alimentación y su parentesco genético con otras especies 
próximas. 
1.4.1. Los PECES 
Los peces han sido a menudo subestimados entre los vertebrados 
aparecidos en las excavaciones arqueológicas, léase incluso ignorados. 
Esto se debe a varias razones: por un lado, a la sensibilidad de las es-
pinas de los peces a diversas destrucciones, ya que son frágiles y a me-
nudo de pequeño tamaño, y por otro lado, a la falta de tamizado de los 
sedimentos. 
Si bien algunos restos pueden recuperarse directamente en nive-
les arqueológicos especialmente ricos y excavados minuciosamente, 
sólo el tamizado con agua puede asegurar la recuperación total de este 
tipo de evidencias. Una malla de 1,5 mm puede ser la más apropiada; 
ya que lJ_na malla más fina, aunque permite recuperar los fragmentos, 
aumenta el trabajo y la aportación al estudio de éstos es a menudo in-
significante. De hecho, una malla de 2 mm permite documentar todas 
las especies, aunque puedan perderse algunos elementos de las espe-
cies de tamaño más pequeño o de los individuos juveniles. 
Las condiciones de recogida y tamizado mejoran si se definen, 
desde el principio de la excavación, en colaboración con el especia-
lista. El volumen de sedimento a muestrear depende evidentemente de 
las circunstancias. En contextos urbanos, en los que los vertederos son 
más favorables para la conservación de este tipo de vestigios, una trein-
tena de litros de sedimento es suficiente para documentar la ictiofauna 
principal, es decir, reconocer las especies más frecuentes. Otros obje-
tivos como una aproximación osteométrica a especies menos frecuentes 
necesitará, evidentemente, de otras cantidades. 
La determinación de los restos de peces requiere de una buena co-
lección de referencia. Las especies de peces son mucho más numerosas 
24 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Restos de lucio en el f ando de un silo del poblado galo de Acy-Romance en 
las Ardenas. 
que las de mamíferos, más de 20.000, y la determinación de las vérte-
bras, hueso particularmente abundante en los yacimientos arqueológi-
cos (cada pez posee entre 20 y 200 según las especies), requiere a me-
nudo del empleo de técnicas como la radiografía (Desse y Desse, 1983). 
La consulta de determinadas obras de referencia puede ser muy 
útil, como la de Huet (1987) sobre los gágidos, la de Yee-Canon (1987) 
y de Rojo (1991) para los peces del Atlántico y la de Le Gall (1984) para 
determinadas especies de agua dulce. Queremos también hacer men-
ción de las fichas de osteología animal,dedicadas a las ictiofaunas, 
editadas por J. Desse y N. Desse-Berset del CEPAM de Valbonne 
(Francia). 
Las dimensiones de determinados elementos del esqueleto de los 
peces muestran una buena correlación con el tamaño y el peso de 
los 1nismos (Desse-Berset, 1984). Por esta razón pueden utilizarse para 
realizar buenas estimaciones sobre la contribución de los peces a la 
dieta de una población. 
Por último, el crecimiento de los peces es continuo y no muestra 
las remodelaciones óseas visibles en los mamíferos. Las líneas de in-
terrupción del crecimiento, especialmente visible en los cuerpos ver-
tebrales, permiten una buena estimación de la edad del animal, así 
como de la estación en la que fue capturado. De ahí, el gran interés 
que puede tener para el arqueólogo. 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 25 
Vértebras y diversos huesos del cráneo de peces procedentes del yacimiento 
mesolítico de Zamostje (Rusia) 6000 a.c. (foto Ratton, MHNGE). 
En la bibliografía de este capítulo se encuentran algunos traba-
jos en los que el lector podrá convencerse de la importancia de la ar-
queoictiología. 
Para terminai~ debemos también señalar la existencia de un grupo 
de trabajo del ICAZ (International Council for Archaeozoology) cen-
trado é11 el estudio de los restos óseos de los peces, que desarrolla bia-
nualmente sus coloquios. 
1.4.2. Los MOLUSCOS 
Muchos moluscos, bien sean terrestres, de aguas dulces, o mari-
nos, están protegidos por una concha sólida (denominada en ocasio-
nes test"'), compuesta esencialmente por carbonato de calcio. 
Estas conchas se conservan bien en numerosos tipos de sedi-
1nentos. 
El estudio de las conchas atañe a numerosos ámbitos; nosotros 
distinguiremos los dos principales. El primero es el estudio del pa-
leoambiente y su evolución; el segundo se relaciona con la utilización 
de los moluscos por parte de las comunidades humanas. 
26 
Paleoambiente 
MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Conjunto de conchas de 
moluscos terrestres y 
acuáticos procedente de 
un foso galo de Beauvais 
(Oise) (foto G. Dajoz, 
MHNGE). 
Los moluscos son extremadamente numerosos, ya que se cono-
cen actualmente más de 125.000 especies. 
Los diversos taxa están vinculados, a menudo estrechamente, con 
un tipo de medio preciso, que se caracteriza por la temperatura, la hu-
medad, el tipo de suelo, la cobertura vegetal, etc. 
De este modo, determinadas especies serán particularmente úti-
les para las reconstrucciones paleoambientales. Estas reconstruccio-
nes se limitan al Cuaternario reciente, época del desarrollo de taxa 
comparables a las que conocemos actualmente. 
Las conchas de los moluscos se recuperan por tamizado con ma-
lla fina (2 mm) de una cantidad de sedimento a definir en cada caso. 
En este sentido, señalaremos que los medios lacustres o palustres (cre-
tas) son a menudo muy ricos en este tipo de elementos, con varios 
miles de individuos por litro de sedimento; mientras que los suelos son, 
por lo general, mucho más pobres. Finalmente, en determinados de-
pósitos como las turbas ácidas, no se conservan. 
La determinación debe realizarse por un especialista, ya que las 
especies son muy numerosas y determinadas familias muy comple-
jas. Citaremos, para una primera aproximación, la obra de M. P. Kerney 
y R. A. D. Cameron (1979): A field guide to the land snails of Britain and 
north-west Europe, Londres, Collins Ed. Del mismo modo es indis-
pensable una muy buena colección de referencia. 
Tras su atribución específica, los moluscos pueden reagruparse 
por conjuntos ecológicos, que tienen en cuenta tanto la cobertura ve-
getal como la temperatura o la humedad. 
El establecimiento de los espectros y la interpretación de los 
resultados requieren de una cierta prudencia. Encontraremos nu-
LA ARQUEOZOOLOGÍA 27 
Poblamiento malacológico en medio terrestre y de aguas dulces (según 
Angeletti, 1977). 
merosas informaciones en dos obras consagradas a los moluscos te-
rrestres: 
Puiségur, J. J. (1976): Mollusques continentaux quaternaires de 
Bourgogne, Mémoires Géologiques de l'Université de Dijon, 3. 
Bvans, J. G. (1976): Land snails in archaeology, London & New 
York, Seminar Press. 
Y para las especies acuáticas y marinas: 
Claassen, C. ( 1998): Shells. Cambridge, Cambridge University Press. 
El estudio de los conjuntos de conchas recuperadas en los diver-
sos niveles de un mismo yacimiento permite poner de manifiesto sus 
eventuales evoluciones. 
La presentación de los resultados se lleva a cabo, frecuentemente, 
mediante gráficos de barras, en los que figuran los porcentajes de los 
diversos grupos ecológicos. Por superposición, se logra visualizar me-
jor las modificaciones del medio ambiente. 
La forma de la concha puede incluso variar por la influencia de 
diversos parámetros del medio. En el caso de los moluscos terrestres 
se ha observado que determinadas especies son de mayor tamaño 
28 
% diversos taxones 
100 
80 
60 
40 
20 
o 
Bosque 
profundo 
MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Medio 
abierto 
Marisma 
Acuático 
Lacustre 
Hygrófilo 
Mesófilo 
Xerotérmico 
Abierto 
Estépico 
Bosque húmedo 
Semi boscoso 
Boscoso 
Espectros malacológicos mostrando tres asociaciones características (bos-
que profundo, medio abierto, 111.arisma). 
durante los períodos fríos y más pequeñas durante los de recalen-
tamiento. 
Para los taxa acuáticos, como las limneas, la agitación del agua 
conlleva una contracción de la concha, que en cambio conserva su 
morfología normal en aguas calmas y profundas. 
Las conchas de los moluscos están formadas por varias capas de 
carbonato cálcico que se depositan a lo largo de la vida del anin1al; 
constituyen a la vez un cronómetro natural que permite tratar los pro-
blemas del tamaño, la velocidad de crecimiento y la estación de reco-
gida. Así, se puede demostrar que determinadas especies, como las 
lapas, fueron objeto, durante el Neolítico, de un niarisqueo demasiado 
intensivo, que supuso una disminución neta de su tamaño. 
El estudio de las vaiiaciones isotópicas en las diversas capas de car-
bonato de una concha permite conocer también los períodos de reco-
gida y, en consecuencia, la estacionalidad del yacimiento arqueológico. 
Numerosos estudios de este tipo se han centrado en los concheros que 
se han descubierto en numerosas costas. 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 29 
Utilizaciones 
Los moluscos han sido utilizados por el hombre de diversas ma-
neras. 
El más importante de dichos usos se relaciona con la alimen-
tación. Varias especies de moluscos, continentales o marinos, son 
lo suficientemente grandes como para mostrar un interés alimen-
tario. 
En el dominio continental, podemos mencionar varios gasteró-
podos como los Cepaea, conswnidos especialmente durante el Paleolítico 
superior y el Mesolítico, el caracol de huerta (Cryptomphalus aspersus) 
y el caracol de Borgoña (Helix pomatia), importados probablemente 
por los romanos. 
Determinados moluscos acuáticos fueron también consumidos 
como: los Unionideos y los Anodontos. 
Los numerosos concheros (kjokkenmocldings) descubiertos en los 
litorales demuestran, tmnbién, el consumo de moluscos marinos, en-
tre los que suelen ser abundantes las lapas, las litorinas y los berbe-
rechos. ' 
El papel alimentario de los moluscos durante la Prehistoria, par-
ticularmente durante el Mesolítico, ha sido, sin embargo, en ocasio-
nes sobreestimado. Los cálculos realizados sobre el rendimiento pro-
teínico muestran que se trata, por lo general, de un complemento a 
una alimentación cárnica, basada esencialmente en los grandes ma-
míferos. 
Determinados moluscos marinos, en particular los de la familia 
de los Murícidos (Murex), poseen una glándula que secreta un pig-
mento violáceo oscuro, la púrpura. Este producto, ya conocido en Creta 
hacia eí' 1600 a.C., fue utilizado hasta la Edad Media para teñir los te-
jidos y las ropas de reyes y cardenales. Esta explotación resultó nefasta 
para el desarrollo de esta familia, ya que se requieren 12.000 indivi-
duos para obtener 1,5 g de púrpura.Las conchas calizas también fueron empleadas como útiles, es-
pecialmente las de los bivalvos, que bien de manera natural, como 
la del Carclium, o artificialmente apuntadas y dentadas, se utiliza-
ron para aplicar la decoración o alisar las cerámicas. Los alfareros 
utilizaron también las conchas trituradas como desgrasante ce-
rámico. 
Finalmente, las conchas de los moluscos, con su gran variedad 
de formas, decoraciones y colores, forman parte de la composición 
de numerosos ornamentos desde el Paleolítico hasta nuestros días, 
mientras que otras, como los cauríes (Cypraea) africanos, sirven de 
moneda. 
30 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
1.4.3. Los INSECTOS 
Estos animales poseen un exoesqueleto1' y élitros compuestos de 
quitina, que en determinadas condiciones pueden preservarse en con-
textos arqueológicos. La conservación puede haber sido fruto de la car-
bonización (en la cocción), por mineralización (principalmente en las 
letrinas), por desecación (con las momias), aunque en nuestras latitu-
des son principalmente los medios húmedos (turberas, charcas, letri-
nas, pozos) los que suelen presentar restos de insectos. 
Las condiciones, o los propios lugares en los que estos insectos 
se conservan, producen una cierta selección de los mismos. El tipo 
de estructura, la manera en que ésta se ha colmatado, la posibilidad de 
trampas naturales, incluso el reflejo de la luz de la luna, tendrán evi-
dentemente una influencia importante sobre el espectro de especies 
documentadas, y sobre el estado de conservación de los individuos. 
Todos estos factores, propios de esta joven disciplina, están aún en pro-
ceso de definición. Sin embargo, a la espera de que se produzca este 
desan-ollo, ya podemos obtener una cierta cantidad de resultados cua-
litativos, ya sea directamente mediante el listado de las especies re-
presentadas, o bien siguiendo la evolución de un espectro a lo largo de 
una secuencia estratigráfica. 
La mayor parte de estos vestigios son de tamaño muy pequeño, 
y su recuperación requiere de condiciones de muestreo y de tratamiento 
de los sedimentos que deben definirse, de acuerdo con el especialista, 
desde el mismo momento en que se ponen al descubierto sedimentos 
propicios para la conservación de insectos. La toma de muestras puede 
realizarse tanto a partir del proceso de excavación, como a partir de 
la perforación de sondeos. En cualquier caso, los volúmenes a anali-
zar y las unidades estratigráficas deben definirse cuidadosamente. 
Estos sedimentos requieren un tratamiento específico. La ex-
tracción de restos de insectos se lleva a cabo mediante un tratamiento 
por agua, precedido si es necesario por una defloculación con carbo-
nato sódico y su posterior flotación en petróleo desodorizado; los res-
tos utilizables se seleccionan seguidamente con la ayuda de la lupa 
binocular y se conservan en alcohol. 
La determinación de estos restos es bastante difícil, debido a la 
gran cantidad de especies existentes y al hecho de trabajar con ele-
mentos aislados y fragmentos. Se necesitan pues colecciones de refe-
rencia muy importantes, cuya rentabilidad aumenta cuando son utili-
zadas conjuntamente. La determinación también depende de la 
capacidad de los diferentes investigadores, necesariamente especiali-
zados, más o menos, en tal o cual categmia. La determinación no siem-
pre puede alcanzar al nivel de la especie; la práctica cotidiana mues-
LA ARQUEOZOOLOGÍA 31 
~ 
Ptinus ·. 
Carcoma 
~ 
\\ ~-
::--.... - 1 t _,_ 
--~.¡;;--,- ;;....:::_-::_ ~ 
Mosca 
Corticaria 
Estafilinido 
Piojo 
Fuentes.potenciales de restos de insectos en niveles de habitación (según 
Panel e Yvinec, 1997). 
tra que ésta sólo puede establecerse aproximadamente en un caso de 
cada dos; en ocasiones tenemos que conformarnos con el género o la 
subfamilia. Los coleópteros son generalmente los insectos mejor re-
presentados, pero se documentan también pulgas, moscas, chinches, 
ácaros (artrópodos), hormigas y abejas ... 
La arqueoentomología puede proporcionar informaciones muy 
diversas, principalmente sobre el medio ambiente del yacimiento 
(clima, vegetación). Esta disciplina saca partido de la gran estabili-
dad morfológica de los insectos, así como de sus asociaciones típicas, 
que son características de los distintos medios naturales y se mantie-
nen a lo largo del tiempo. Por contra, los insectos son muy sensibles 
a las modificaciones climáticas, que se manifiestan en apenas algu-
32 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
nas decenas de años, a diferencia de otros indicadores, mucho menos 
sensibles. 
Los insectos, debido a su comportamiento y a su infeodación, más 
o menos estrecha con un biotopo, pueden contribuir de manera deci-
siva a la reconstn1cción de los medios naturales (marismas, lagos, tur-
beras) y a sus eventuales modificaciones por la acción del ser hu-
mano (abertura del medio, drenado ... ). Contribuyen igualmente a 
reconstruir los lugares ocupados por el hombre y sus animales. Los 
parásitos*, los devastadores de provisiones, los necrófagos*, coprófa-
gos y otros insectos nos permiten conocer ciertas informaciones sobre 
el estilo de vida, las condiciones sanitarias, el régimen alimenticio, la 
ganadería y la agricultura. 
Si aún queda mucho camino por rec01Ter para la correcta inter-
pretación del origen de los conjuntos de insectos recuperados (preda-
ción, trampas, caídas ... ) y la tafonomía de estos animales, las aporta-
ciones de los primeros estudios se ha mostrado ya muy importante 
para la reconstrucción del paleoambiente, así como para conocer me-
jor la vida cotidiana del hombre, sus actividades y los lugares que ocupó. 
1.4.4. Los PARÁSITOS 
Los parásitos* son los organismos que obtienen de otro ser vivo, 
denominado huésped, los elementos indispensables para su desarro-
llo. A menudo, debido a esta presencia involuntaria, el huésped sufre 
un perjuicio más o menos importante. 
Los parásitos se encuentran en numerosas familias de animales; 
a pesar de ello, los que alcanzan a conservarse en depósitos arqueoló-
gicos son más bien escasos. 
Hay dos grupos de parásitos: 
- Los endoparásitos'", que se desarrollan en el interior del cuerpo 
de su huésped, en órganos diversos como los intestinos, el hígado, el 
corazón, etc. 
- Los ectoparásitos1' son mucho menos abundantes y su desarrollo 
es externo (piel, pelaje, plumas) o en cavidades abiertas (nariz, orejas). 
El interés de los parásitos en arqueología es importante, ya que es-
pecialmente estos últimos, los ectoparásitos, a menudo están estrecha-
mente vinculados no sólo con las condiciones ambientales, sino también 
con cierto género de huésped o determinado tipo de alimentación. 
Entre los restos de parásitos que se conservan bien hay que men-
cionar los huevos de gusanos parásitos, principalmente helmintos, o 
determinados insectos o sus larvas. 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 
Diversos huevos de parásitos 
descubiertos en coprolitos del 
yacimiento neolítico de Cha-
lain (Jura) hacia el 3000 a.C. 
Arriba, Trichmis sp., En el me-
dio Fasciola sp. Abajo, Diphy-
llobothrium sp. Este último se 
relaciona con el consumo ha-
bitual de pescado crudo (se-
gún Dommelier et al., 1998). 
33 
,!j 
34 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Larva de mosca (Oestrus sp.) para-
sitando en las fosas nasales de una 
oveja prehistórica de Kenna (Sudán), 
1600 a.C. (foto Dajoz, MHNGE). 
Los huevos de helmintos poseen una cáscara gruesa formada por 
cinco capas que la convierten en un elemento muy resistente y capaz 
de permanecer durante años en el suelo sin degradarse. Lo mismo su-
cede con determinados insectos o larvas, cuyos cuerpos están prote-
gidos por una escleroproteína, la quitina. 
Los sedimentos en los que se pueden conservar estos vestigios son 
diversos. Como sucede con la mayor parte de las evidencias orgánicas, 
son los medios desérticos o los sedimentos anaeróbicos de las zonas 
húmedas y acuáticas los más favorables. 
Los parásitos se pueden aislar y estudiar si se utilizan las técni-
cas apropiadas, esencialmentela flotación y la precipitación. 
En el caso de los huevos de helmintos, la morfología, la orna-
mentación y el tamaño permiten atribuirlos al gusano del que provie-
nen. Así es posible determinar el animal, huésped del parásito, y del 
mismo modo precisar la naturaleza o función del lugar. 
Citaremos dos ejemplos de endoparásitos, cuyo descubrimiento 
aporta informaciones útiles al arqueólogo. 
Los coprolitos de los habitantes del yacimiento lacustre neolítico 
de Chalain, en el Jura, han manifestado la presencia de varios parási-
LA ARQUEOZOOLOGÍA 35 
tos. Debemos señalar la abundancia de Diphyllobothriwn que indica 
el consumo de grandes cantidades de pescado crudo o poco hecho. 
Se documenta también la presencia de Thaenia, que demuestra una 
cocción insuficiente de la carne para desparasitarla de manera eficaz. 
Finalmente, la presencia de huevos de Fasciola hepatica se relaciona 
con el consumo de vegetales de tipo berro y cardillo (Dommelier et al., 
1998). 
En el Louvre, en París, un foso del siglo xv ha proporcionado los 
esqueletos de varios lechones infestados de parásitos (Ascaris y 
Metastrongylus). Este hecho podría explicar su muerte prematura 
(Bouchet, 1997). 
En el caso de los ectoparásitos*, mencionaremos el caso de un 
carnero descubierto en el yacimiento de Kerma en el Sudán, datado 
de 3.000 años. Las fosas nasales de dicho animal encerraban una larva de 
mosca, sin duda de mosca de la nariz (Oestrus avis). Estos dípteros po-
nen sus huevos en las entradas de las fosas nasales de los caprinos, y 
la larva se desarrolla en el interior de la cavidad nasal provocando a 
menudo vértigos en el animal infectado. 
1.4. 5. LAS MATERIAS TIERNAS ANIMALES 
Bajo este epígrafe reagrupamos determinados elementos de los 
cuerpos de los animales, como la piel, o el pelaje, o las plumas, así 
como diversos productos obtenidos de los mismos como la sangre, la 
grasa o la leche. 
La primera condición indispensable para una buena conservación 
de este tjpo de evidencias es su rápida protección frente a los diversos 
agentes'aestructores biológicos, químicos y meteorológicos. 
En el caso de la piel, los pelajes o las plumas, formados esencial-
mente por material orgánico, tejido epitelial o queratina, sólo condi-
ciones muy especiales permiten su conservación. 
El clima desértico, caracterizado por una higrometría muy baja, 
o la inmersión que se documenta en los yacimientos costeros o lacus-
tres, o la congelación natural en el permafrost, permite, en ocasiones, 
una preservación perfecta. 
El estudio de la piel, de los objetos en cuero, o de los pergaminos, 
a menudo indisociable del de los pelajes, aporta informaciones útiles 
sobre las especies utilizadas y sobre los tratamientos que eventual-
mente se les practicaron (esquilado, curtido). 
Así, en el yacimiento de Kerma, en Sudán, las sepulturas descu-
biertas en la necrópolis proporcionan frecuentemente sudarios con-
feccionados a partir de pieles de bovinos. Estas pieles fueron casi por 
36 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Cría de mamut hembra de tres meses descubierto congelado en la península 
siberiana de Yamal en 1988 (según Lister & Bahn, 1994). 
completo esquiladas, salvo un dbete externo de pelo de algunos cen-
tímetros de anchura. El estudio detallado de las mortajas muestra que 
éstas se curtieron con la ayuda de un aceite vegetal. 
Se pueden obtener informaciones complementarias en el artículo 
siguiente: 
Ryder, M. L. (1969). «Remains derived from skin», en: Brothwell, 
D. y Higgs, E. (ed.): Science in archaeology. A survey of pro-
gress and research, Bristol, Thames & Hudson. 
El examen de los propios pelajes permite, en ocasiones, hacerse 
una idea del color de la ropa; del mismo modo estimar la estación en 
que fue abatido el animal, e incluso observar las modificaciones que 
han llevado a determinadas especies a desarrollar un vellón 
En las tumbas de Kerma se han descubierto también fragmentos 
de paños de piel de carnero de pelaje pío, que mezcla manchas ne-
gras y blancas. Un ribete de mortaja de piel de buey demuestra tam-
bién la existencia, entre estos animales, de pelajes mezclados en ma-
lTÓn y blanco. Las representaciones rupestres del Sáhara y la iconografía 
egipcia son otro testimonio de la presencia de estos animales desde el 
Neolítico. 
El pelaje de un caprino está compuesto por dos tipos de pelo: un 
pelaje largo en el extedor, tieso y lacio, denominado jalTa"', y uno cerca 
del cuerpo, una cobertura de pelaje fino, la borra*. 
L 
Bisonte 11101nificado 
(Bison priscus) descu-
bierto cerca de Fair-
banks (Alaska), en un 
sedimento arcilloso, da-
tado en JÓ.000 años (se-
gún Chorlton, 1983). 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 37 
La importancia de la jaITa"' en relación a la bolTa* varía a lo largo 
del año. Para simplificar podemos decir que las fibras finas de pequeño 
diámetro son escasas en verano, mientras que son abundantes en in-
vierno. Destacaremos también que la cavidad medular de los pelos se 
desaITolla más en invierno. 
Diversas muestras de pelajes de carneros procedentes de las 
tumbas de Kerma sitúan la muerte de los animales hacia finales del 
verano. 
Finalmente, el recurso a la lana supuso una pequeña revolución 
en la indumentaria para las poblaciones del pasado. Podemos resumir 
brevemente este proceso de la manera siguiente: 
38 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Los muflones"' presentan dos tipos de fibras: las jarras* bastas y 
un subpelo fino, fáciles de diferenciar tanto por su longitud como por 
su diámetro. 
El hombre ha modificado esta composición, y desde los inicios 
de la Edad del Bronce, constatamos la aparición de pelajes en los que 
los pelos de la jarra* han perdido su aspereza, mientras que el subpelo 
se vuelve mucho más denso. 
La evolución continúa para obtener ovejas cuyo pelaje mostrará 
la desaparición de las jarras en favor del pelaje fino, abundante y ri-
zado. Se trata de la lana que podemos observar, por ejemplo, en la raza 
merina. 
Estas diversas etapas aparecen detalladas en el artículo: 
Ryder, M. (1987). « :Lévolution de la toison des moutons ». Pour 
la Science, marzo: 56-65. 
Las plumas de los pájaros, igualmente formadas por qu~ratina, 
pueden conservarse en medios secos. Citaremos, a modo de eJempl~, 
los discos de plumas de avestruz utilizados como tocados en los ~ra­
neos de los cameros descubiertos en varias tumbas de Kerma (Sudan). 
El estudio de los productos proporcionados por el anir~al, entre 
los que cabe mencionar la sangre, la grasa. y la leche, reqmere de la 
utilización de técnicas analíticas más complejas, procedentes del campo 
de la química analítica y de la inm~nología. . 
En el caso de la sangre es posible, en determrnados casos favo-
rables, detectar su presencia sobre los filos ~e,.1os útiles l~tic?~· algu-
nos de los cuales de más de 6.000 años de antlguedad. Los rndic10s que 
se utilizan son los aminoácidos, la hemoglobina y los glóbulos rojos. 
La discriminación entre las especies se realiza gracias a las distintas 
morfologías de los cristales de hemoglobina. 
Sin embargo, los resultados pueden verse falseados por la .~r~­
sencia de determinados constituyentes del sedimento, como los bioxi-
dos de manganeso. Por este motivo, es imprescindib~e llevar a cabo 
pruebas de control de la composición química del ~ismo. Podem~s 
consultar al respecto los trabajos de Lay (1983); Gurfinkel y Franklrn 
(1988); Custer, Ilgenfritz y Doms (1988). . . 
Por lo que se refiere a las grasas y la leche, el pnncipal problema 
radica en su degradación y la desnaturalización de _los. productos e~ 
los sedimentos arqueológicos. A lo que debemos anadir la. contarr.n-
nación, a menudo difícil de evaluar. Simplificando al máximo, exis-
ten tres tipos de moléculas: 
- Los prótidos, abundantes en la carne y el pescado, liberan 
ácidos grasos. 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 39 
Los lípidos, que se encuentran especialmente en las grasas, los 
aceites y las ceras, proporcionan también ácidos grasos. 
- Los glúcidos, que constituyen los azúcares, la celulosa yel al-
midón, proporcionan los monosacáridos. 
La materia viva está formada por macromoléculas compuestas 
por los tres tipos. Ésta sufre transformaciones, que tienden a romper 
las macromoléculas en unidades 1nás pequeñas, hecho que provoca 
que el producto inicial sea ~if~cil de identificai~ Además determ~na­
dos componentes, como los aCidos grasos, se encuentran de por si en 
los suelos. El análisis resulta pues complejo y es necesario un conoci-
miento muy bueno del entorno del que procede la muestra. De este 
modo, en la Cueva de l'Aragó, en niveles datados en más de 200.000 años, 
se ha identificado grasa de caballo (Rottliinder, 1983), y en los vasos 
de Vidy en Suiza, datados del Bronce final, se han documentado res-
tos de grasa de ave. 
1.4.6. Los COPROLITOS"' y LOS CONTENIDOS ESTOMACALES 
" 
Diversos tipos de deyecciones pueden documentarse en contex-
tos arqueológicos. Se trata, o bien de coprolitos, cuya morfología y 
composición permiten un diagnóstico en ocasiones bastante preciso, 
o bien de elementos más difusos en el sedimento, como son los resi-
duos del estiércol producido esencialmente por los rumiantes. 
El estudio de los coprolitos proporciona informaciones sobre la 
alimentación, el estado de salud y el medio ambiente, ya sea de los ani-
males o del hombre (Callen, 1969; Bryant, 1974). 
Se Jlan descubierto coprolitos en sedimentos anteriores al 
Cuaternario (Hiintschel et al., 1968). Una gran cantidad de este tipo de 
restos del Pleistoceno medio y superior se atribuye a la hiena de las 
cavernas. En cronologías posteriores se documentan también copro-
Coprolitos de cabra. Necrópolis de 
Kerma (Sudán), 1800 a.C. (foto 
Dajoz, MHNGE). 
40 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Coprolitos de peJTos encontrados en el 
oppidum de Titelberg en Luxeniburgo. 
Huesos de ovejas digeridos por perros 
(Saint Alban, Isere, Francia), Bronce fi-
nal (foto Zumstein, MHNGE). 
litos, en este caso de rumiantes y en un estado de conservación bas-
tante bueno, como en los yacimientos lacustres de la Europa occidental 
(Séné, 1989) y en yacimientos de entornos desérticos (Chaix, 1986). 
Un estudio reciente llevado a cabo sobre los coprolitos de cabra 
del yacimiento neolítico de Egolzwil 3, en Suiza, datado en 4300 a.C., 
ha mostrado que estos animales eran alimentados a finales de invierno 
con tallos y ramas en flor de avellano, de aliso y de abedul. Este aná-
lisis dendrocronológico~' de los fragmentos leñosos, así como de los 
restos de las flores, ha permitido establecer la estación de recolección 
de dichos elementos (Rasmussen, 1993). 
En determinados niveles de ocupación, especialmente en los abri-
gos utilizados para estabular el ganado, los estudios micromorfológi-
cos permiten determinar la presencia de estercoleros y, en determina-
das ocasiones incluso, llegar a caracterizar la especie de la que proceden 
(Courty et al., 1989; Brochie1~ 1983). 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 41 
Finalmente, el estudio de los coprolitos de carnívoros (pen-o) mues-
tra el papel destructor de los jugos gástricos sobre el material óseo y 
la pérdida importante desde el punto de vista tafonómico que ello im-
plica (Payne y Munson, 1985; Iones, 1986). 
En ocasiones el estudio de los coprolitos, o de los contenidos es-
tomacales, recuperados de los abdómenes de los perros, puede revelar 
el consumo de determinadas partes. Tal es el caso observado en rela-
ción con los metápodos de cabras muy jóvenes en el oppidum de 
Titelberg en Luxemburgo (Méniel, 1993); lo mismo sucede con patas 
y cabezas de carneros y perros sacrificados en Vertault (Cote-d'Or) a 
inicios de nuestra era (Méniel y Jouin, 2000). En este caso, el consumo 
de los residuos primarios del descuartizado de los carneros sería tal 
vez, la prueba de un sacrificio de finalidad alimenticia, practicad~ al 
mismo tiempo que el de los perros, aunque no se haya conservado nin-
guna otra evidencia. 
1.4.7. Los HUEVOS 
·' 
Los restos de cáscaras de huevos documentados en los yacimientos 
arqueológicos han sido por lo general poco estudiados. 
Se trata de elementos recuperados frecuentemente en el tamiz y 
pueden aportarnos informaciones muy valiosas sobre las especies de 
pájaros representadas y el consumo de huevos. 
La cáscara está compuesta esencialmente por carbonato cálcico 
y algunas materias orgánicas (pigmentos). Esto explicaría su relativa 
Huevo de Avestruz (Sudán) (foto Ratton, 
MHNGE). 
42 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Detalle de la superficie de un 
huevo de avestruz fotografiado 
al microscopio electrónico 
(50x) (foto Wüest, MHNGE). 
Huevo de gallina doméstica 
(foto Ratton, MHNGE). 
buena conservación en sedimentos arqueológicos poco ácidos. El ta-
maño externo y la pigmentación permiten su identificación precisa; 
desgraciadamente, sólo en muy raras ocasiones los huevos aparecen 
enteros en contextos arqueológicos. 
La utilización del microscopio electrónico permite una mejor des-
cripción de los caracteres discriminantes menos visibles. No vamos a 
entrar aquí en detalles sobre los diversos parámetros utilizados. Una 
excelente síntesis se encuentra en el artículo: 
Keepax, C. A. (1981): «Avian egg-shell from archaeological si-
tes», Journal of Archaeological Science, 8: 315-335. 
LA ARQUEOZOOLOGÍA 
Detalle de la supe1ficie de un 
huevo de gallina doméstica fo-
tografiado al microscopio elec-
trónico (50x) (foto Wüest, 
MHNGE) 
43 
Recordemos, sin embargo, que los principales elementos discri-
minantes son: la relación longitud/ai;ichura, la pigmentación, el grosor 
de la cáscara, la fonna de la capa mineral interna, la cantidad y dis-
posición de los poros. 
Como ya hemos mencionado, los estudios sobre los huevos ha-
llados en contextos arqueológicos son todavía escasos. No obstante, se 
han documentado restos de huevos desde el Mesolítico, como en el 
abrigo de Stauber, en Vionnaz, en la cabecera del Ródano, aunque és-
tos no han sido aún identificados. Parece probable que se trate de hue-
vos de patos, ya que numerosos huesos confirman la presencia de aná-
tidas (Chaix, en prensa). 
Se han descubierto, de cronología posterior, huevos de ganso en 
Hornaing (Norte), mientras que los huevos de gallina se utilizaron 
como ofrenda en una sepultura de época augustea en Sion (Suiza) 
(Méniel, 1987; Morel, 1990). 
LÉXICO 
Actualismo: metodología que utiliza 
los procesos que se desarrollan ac-
tualmente para interpretar los fe-
nómenos del pasado. 
Alometria: crecimiento de un órgano 
a una velocidad distinta de la del 
organismo al que pertenece. 
Atlas: primera vértebra cervical. 
Antrópico: de origen humano, hecho 
o generado por el hombre. 
Axis (o epistrofeo): segunda vértebra 
cervical. 
Baculum o hueso peneano: hueso 
del pene de determinados mamífe-
ros (carnívoros, quirópteros). 
Biometria: estudio de las dimensio-
nes y del crecimiento de los seres 
vivos. , 
Bivalvo: nÓÍ:nbre dado a los moluscos 
cuya concha está compuesta por 
dos elementos (cf. también lameli-
branquio). 
Borra: pelos cortos y de diámetro re-
ducido que forman una de las par-
tes del toisón de los mamíferos. 
Bucráneo: fragmento de cráneo de 
buey que comprende la cara ante-
rior de la frente y las clavijas óseas. 
Es también un motivo decorativo 
que representa un cráneo de buey. 
Canal pulpar: canal que recorre las 
raíces de un diente hasta la cámara 
pulpar y permite el paso de los ner-
vios y de los vasos sanguíneos. 
Candil: ramificación de las astas de 
los cérvidos que se desarrollan so-
bre la protuberancia de esta última. 
Carácter constante: particularidad 
transmisible genéticamente. 
Carpo-metacarpo: Hueso de la ex-
tremidad del ala de las aves. 
Garroñeo: utilización de los cadáve-
res como fuente de alimentación. 
Caudal: hacia la cola (orientación). 
Cavidad cotiloide: encaje de la ca-
beza del fémur situado en la pelvis 
de los mamíferos. 
Cemento: tejido duro que recubre las 
raíces de los dientes. 
Cementocronología: técnica de de-
terminación de la edad basada en 
las estmcturas anuales (LAC) que 
aparecen enel cemento de las raí-
ces de los dientes. 
Citoplasma: parte fundamental de 
la célula que contiene el núcleo y 
otros elementos. 
Clavija ósea: protuberancia ósea del 
frontal de los mmiantes, recubierta 
por un estuche córneo. 
Colágeno: proteína fibrosa de tejido 
conjuntivo. 
Comensalismo: forma de asociación 
entre dos seres vivos, sin prejuicio 
recíproco. 
Coprolito: excremento fósil. 
Córtex: parte periférica dura de las 
astas de los cérvidos, particu-
260 
MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
larmente del alce, el ciervo y del 
gamo Epistrofeo: véase axis. 
Escleroproteína: proteína de est 
Corona: en un diente, parte activa si-
tuada fuera del hueso y a menudo 
recubierta de esmalte. 
t d ··d lUc-
(
ura e .un te]ll ?, insoluble en agua 
queratma, co ageno, etc.). 
Espectrometria: Técnica que perm·t 
Costillar: conjunto de costillas. 
Coxal: hueso del miembro posterior 
compuesto por el ilion, el isquion y 
el pubis. Los dos coxales y el sacro 
forman la pelvis. 
Cro.~atografía: método de separa-
c10n de los constituyentes de una 
mezcla basado en su absorción se-
lectiva sobre diversos soportes. 
Cuello: en un diente, límite entre la 
co~ona, recubierta de esmalte, y las 
raices. 
Craneal: hacia el cráneo (orientación). 
Dendrocronología: método de data-
ción basado en las eshuchU"as anua-
les (anillos) que se desarrollan en 
la madera. 
Dentina: tejido conjuntivo fuerte-
mente mineralizado. 
Despellejado: extracción de la piel 
Dientes yugales: entre los herbívoros. 
co:ijunto de premolares y molare~ 
(dientes de la mandíbula y el ma-
xilar). 
Diáfisis: parte media de un hueso 
largo. 
Dia~tema: espacio que separa dos 
dientes. 
Disco vertebral: epífisis de un cuerpo 
vertebral. 
J?istal: próximo del suelo. 
Eburnation: desgaste anormal de una 
superficie articular que origina un 
, pulido brillante. 
Ecorchage: sinónimo de despellejado. 
Ectoparásito: parásito externo al or-
ganismo. 
Endoparásito: parásito interno al or-
ganismo. 
l ., d l ie a separ~c10n e os diversos áto-
mos segun su masa. 
Exoesqueleto: formación esquelética 
externa, como por ejemplo la de l 
t , d os ar ropo os. 
Exostosis. hmlor benigno de un hue 
d . l so e ongen pato ógico (traumatismo 
in~amación, o problema de creci~ 
miento). 
Fieltrado: transformación de una fi-
bra textil en fieltro. 
Fíbula: peroné (nomenclatura veteri-
naria, 1975). 
Fún~ica: gener~da por los hongos. 
Frugworo: especie cuya alimentación 
se compone esencialmente de fru-
tos. 
Gasterópodo: molusco de una sola 
concha, generalmente enrollada. 
Gen: el.ei:nento del cromosoma que 
c?nd1c1~~a la transmisión y la ma-
mfestac10n de un carácter heredi-
tario. 
Génico: que se relaciona con los ge-
nes. 
Genoma: conjunto de genes de una 
especie. 
Geoquímica: historia natural de los 
elementos químicos y de los isóto-
pos. 
Goniómetro: instrumento de medi-
ción que sirve para calcular los án-
gulos. 
Heces: excrementos. 
Hidroxiapatita: fosfato de calcio hi-
dratado. 
Hipervitaminosis: problema provo-
cado por la absorción excesiva de 
una vitamina. 
Epifisado: hueso cuyos extremos (epí-
fisis) están soldados a la diáfisis. 
Ilion: uno de los tres huesos del co-
xal. 
LÉXICO 261 
Inmaduro: que no ha alcanzado aún 
la edad adulta. 
Impúber: que no ha alcanzado aún la 
edad para reproducirse. 
Intraespecífico: que es relativo a una 
Medular: concerniente a la médula. 
En un hueso largo se habla de ca-
vidad medulai: 
Merlin: maza de extremo apuntado 
utilizada en la matanza de los bo-
especie. vinos domésticos. 
Isótopo: vaiiante de un elemento quí- Mesuroscopio: instrumento óptico 
mico con el mismo número atómico que permite la medición automa-
(número de protones) pero una masa tizada de elementos de tamaño muy 
diferente (número de neutrones). pequeño como los dientes de los 
Isquion: uno de los tres huesos del roedores. 
coxal. Metabolismo: en un organismo vivo, 
Jarra: pelo de gran tamaño y diáme- conjunto de reacciones de síntesis 
tro importante que forma una de y de degradación que liberan ener-
las partes del toisón de los mamí- gía. 
feros. Metáfisis: en un hueso largo, zona in-
Labial: hacia los labios (01ientación). termedia entre la diáfisis y la epí-
Lamelibranquio: sinónimo de bivalvo. fisis. 
Lateral: hacia el exterior del cuerpo Microdontia: tendencia a la dismi-
(orientación). nución del tamaño de los dientes. 
Lehm: loess descalcificado. JI Mocho: desprovisto de cuernos. 
Ley de Allen: los apéndices corpora- Microrradiografía: radiografía reali-
les (orejas, miembros, cola) de una zada con un aparato especial sobre 
misma especie son más pequeños 
en los medios ambientes de clima 
frío. 
Ley de Bergmann: ley que estipula 
que los animales de una misma es-
pecie son más grandes en los me-
dios ambientes fríos, y que tiene los 
apéns;J,ices corporales (orejas) de me-
nor tamaño. 
Línea de Harris: estructura que apa-
rece en los huesos largos debido a 
irregularidades en el crecimiento 
generadas por problemas de mal-
nutrición. 
Lingual: hacia la lengua (orientación). 
Mamilla: pequeña protuberancia re-
dondeada, de tamaño microscópico, 
que ornamenta la superficie de las 
cáscaras de los huevos. 
Mastricatriz: superficie activa del 
diente. 
Medial: hacia el interior del cuerpo 
(orientación). 
una sección microscópica. 
Mustélidos: familia de mamíferos cai·-
nívoros entre los que encontramos 
el tejón, la nutria, la marta, el ar-
miño. 
Necrófago: animal que se alimenta 
de cadáveres 
Nubes piroclásticas: conjunto de gas, 
vapor de agua y cenizas expulsados 
a alta presión por determinados vol-
canes. 
Oclusal: sinónimo de masticatriz. 
Parte activa de la superficie de un 
diente. 
Oligodontia: déficit en relación con 
la cantidad normal de dientes. 
Ontogenia (ontogénesis): desarro-
llo del individuo tras la fecunda-
ción del óvulo hasta el estado 
adulto. 
Hueso peneano: sinónimo de báculo 
Osteocitos: células óseas mineraliza-
das. 
262 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA 
Osteón: estmctura elemental del te-
jido óseo compacto que comporta 
láminas dispuestas de manera con-
céntrica alrededor de un canal. 
Palinología: disciplina que estudia los 
pólenes. 
Parásito: organismo que vive a ex-
pensas de otro organismo. 
Patella: rótula (nomenclatura veteri-
naria, 1975). 
Pedología: disciplina que estudia la 
formación de los suelos. 
Peletería: actividad de preparación 
de las pieles. 
Permafrost: suelo helado de manera 
permanente hasta una cierta pro-
fundidad. 
pH: medida del estado ácido-básico 
de una solución. 
Fenotipo: conjunto de caracteres ob-
servables directamente en un indi-
viduo. 
Freático: nivel de agua subterránea 
que alimenta los manantiales. 
Filogenético: relativo a la historia evo-
lutiva de un organismo o de un 
gmpo de organismos. 
Poliqueratia: anomalía que se carac-
teriza por la presencia de un nú-
mero de cuernos superior al nor-
mal. 
Polisacárido: glúcido complejo. 
Proboscidios: suborden de mamífe-
ros que engloba a los mastodontes 
y a los elefantes. 
Proximal: próximo al cráneo (antó-
nimo de distal). 
Pubis: uno de los tres huesos del co-
xal, donde se realiza la unión con 
el otro coxal. 
Quimismo: conjunto de reacciones 
químicas. 
Rádula: lengua rasposa y quitinosa 
de los moluscos gasterópodos. 
Raquis: sinónimo de columna verte-
bral. 
Raza: gmpo de animales selecciona-
dos por el hombre, que poseen una 
morfología uniforme, hereditaria, 
que los distingue de otras razas de 
la misma especie. 
Sagital: paralelo al eje central de un 
animal. 
Saponificación: transformación na-
tural de la grasa en jabón. 
Sérico: relativo al suero de la sangre. 
Sesamoides: pequeños huesos que se 
encuentran en determinadas arti-
culaciones, en la mano y el pie. 
Solana: vertiente de un valle expuesta 
al sol (antónimo umbría). 
Subespecie: variante local de una 
especie salvaje, reconocible por 
varios caracteres externos, pero 
que es fértil con las otras subes-
pecies. 
Tabletería: artesanado similar a la 
ebanisteríaen la que se utiliza el 
hueso o el marfil para incmstarlo 
en objetos diversos. 
Tafonomía: estudio de las leyes que 
rigen el enterramiento de un orga-
nismo. 
Tarso-metatarso: hueso de la pata, 
específico de las aves. 
Taxón: entidad sistemática compa-
rable a la especie. 
Terraza: depósito dejado en una ori-
lla por un mar, un lago, o un río de-
bido al descenso de su nivel. 
Test: sinónimo de concha en los mo-
luscos. 
Tetraqueratia: anomalía que se ca-
racteriza por la presencia de cua-
tro cuernos en lugar de dos. 
Trabécula: delgada prolongación ósea 
separada de la pared formando un 
saliente en una cavidad. 
Ulna: cúbito (nomenclatura veterina-
ria, 1975). 
Viático: provisiones alimentarias en 
vistas a un viaje. 
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