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CIENCIAS BÁSICAS Y PROSPERIDAD
YAMILA MIGUEL 
Astrofísica. Investigadora y Profesora, Universidad de Leiden; Integrante, Proyecto 
Misión Juno (NASA). Lic. y Dra. en Astronomía, UNLP.
¿Por qué son importantes las ciencias básicas?
La ciencia está en todas partes en nuestra vida cotidiana. Cada 
vez que prendemos la luz, usamos internet, la computadora o 
el teléfono celular, prendemos el televisor, conducimos nuestro 
auto, nos hacemos una radiografía o incluso en la comida que 
consumimos y la ropa que vestimos, estamos utilizando tecno-
logía desarrollada a partir de investigaciones científicas. 
Esta tecnología o ciencia aplicada fue desarrollada como con-
secuencia de lo que se denomina investigación básica o funda-
mental, aunque el desarrollo de la ciencia aplicada puede ocurrir 
décadas después del descubrimiento original. Por ejemplo, estoy 
segura de que Einstein no estaba pensando en el GPS cuando 
formuló la teoría de la relatividad hace 100 años, aunque su 
teoría es fundamental para tener mediciones precisas de los sa-
télites que indican en qué lugar estamos y a dónde queremos ir. 
Como astrónoma me dedico a hacer investigación en lo que 
se denomina ciencia básica. En las ciencias básicas usamos da-
tos experimentales y observaciones de fenómenos naturales 
para buscar nuevas verdades y testear hipótesis. De esta ma-
nera, la ciencia básica constituye la investigación en la que se 
fundan todas las ciencias aplicadas, ayudando a mejorar nuestra 
calidad de vida. Por este motivo otorgar beneficios y financia-
miento a las ciencias aplicadas pero no a las ciencias básicas es 
una pobre inversión a largo plazo. Sin investigación en ciencias 
básicas no hay progreso en la ciencia, y de esta manera nuestra 
capacidad de desarrollo se verá estancada. 
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El beneficio de la inversión en instituciones públicas 
Una mayor inversión en ciencia garantiza la prosperidad de 
un país y el principal financista que debe impulsar la ciencia 
básica es el Estado. Debido a que las aplicaciones tecnológicas 
a los descubrimientos realizados por la ciencia básica no son 
inmediatos, el Estado (y no las empresas privadas) es el que 
tiene que establecer políticas serias a largo plazo e invertir en 
investigación fundamental para el mejor desarrollo y crecimien-
to del país en el futuro. Una inversión en ciencias también va 
de la mano con la creación de un mayor número de recursos 
humanos altamente calificados que pueden ser introducidos a 
la industria, ayudando a la industrialización del país. La ciencia 
es el motor de la industria, y un país industrializado desarrolla 
mayor capital y mejora su economía. En resumen: un país es 
competitivo y prospero económica y socialmente cuando es ca-
paz de valerse por sí mismo y esto incluye las ciencias básicas, 
el posterior desarrollo tecnológico y la industria. 
Muchos países desarrollados entienden esto, y su crecimien-
to económico es consecuencia de la inversión del Estado en 
ciencia aún en los momentos de mayor vulnerabilidad de la 
población. Por citar algunos ejemplos, estudios económicos 
muestran que al menos un tercio del crecimiento económico de 
Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial es debido al 
desarrollo de las ciencias básicas. En Alemania, el presupuesto 
en ciencia aumentó un 60 % desde el año 2005, lo que tiene 
la consecuencia directa que hoy en día Alemania sea una de 
las economías más competitivas, ocupando el número 4 en el 
ranking mundial. En toda Europa, un reporte del Centre for 
Economics and Business Research muestra que la inversión en 
ciencia, tecnología e industrias relacionadas con las ciencias fí-
sicas generó más del 15 % del total de ganancias en la economía 
europea entre los años 2007 al 2010. También países desarrolla-
dos y altamente competitivos como Japón, Dinamarca, Finlan-
dia, Suecia, Israel y Corea del Sur lideran la inversión en ciencia 
en los últimos años, invirtiendo más del 3 % del PIB de acuerdo 
con datos del Banco Mundial. 
En Argentina también el principal financista que impulsa la 
ciencia básica es y tiene que seguir siendo el Estado. Una in-
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versión constante y progresiva en ciencia y tecnología en ins-
tituciones públicas garantiza una mayor prosperidad nacional, 
asegura que la inversión realizada en formar profesionales en 
dichas áreas sea devuelta al Estado y garantiza una educación 
de calidad en dichas instituciones, lo que ayuda a combatir la 
desigualdad social, creando un país más competitivo y una me-
jor sociedad en el futuro, lo que debería ser una prioridad de las 
políticas de Estado con vistas al año 2030. 
En concreto, mi propuesta implica un aumento del presu-
puesto en ciencia y tecnología destinado a instituciones públicas 
(ej., universidades, CONICET) que se mantenga a largo plazo y 
se traduzca en mayor financiamiento para proyectos, incremen-
to en becas de doctorado, postdoctorado y en la planta de in-
vestigadores, construcción de infraestructura, equipamiento, e 
inversión en la comunicación de los resultados: lo que incluye 
la comunicación al público (difusión) y también comunicación 
con otros colegas (soporte para congresos, intercambio y viajes). 
La ciencia tiene el potencial de ayudar al crecimiento econó-
mico y social, siendo fundamental para el desarrollo de nuestro 
país. También despierta nuestra imaginación, nos invita a explo-
rar nuestros límites y ser innovadores, despertando el interés 
y apoyo de la sociedad. Una inversión seria y a largo plazo en 
ciencia garantiza el crecimiento de nuestra Argentina.
	Ciencias básicas y prosperidad

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