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APROXIMACIÓN A LA FUNCIÓN DEL DOLOR EN EL SADISMO Y EL MASOQUISMO COMO ESTRUCTURAS PERVERSAS SANDRA MARCELA MORA RESTREPO UNIVERSIDAD CATOLICA POPULAR DEL RISARALDA PROGRAMA DE PSICOLOGIA PEREIRA 2009 2 INFORME FINAL DE PROYECTO DE GRADO Sandra Marcela Mora Restrepo Estudiante Mónica María Palacio Asesora Universidad Católica Popular Del Risaralda Facultad de las Ciencias Sociales, Humanas y de la Educación Programa de Psicología Pereira- Risaralda. 3 Dedico este trabajo A mi sujeto por no dejarse caer en el Abismo oscuro de la angustia Y a todos los que siempre creyeron en mí Y me dieron motivos para seguir luchando. A ustedes maravillosas personas ¡Gracias! Yo vivo para ustedes. 4 Agradecimientos. A Dios por mi existencia y las oportunidades que Me ha dado a lo largo de la vida A mis padres por que nunca se cansaron de soñar y de luchar Para que yo tuviera un futuro mejor, brindándome Todo su amor, apoyo y comprensión incondicionalmente. A mi hermanito por escuchar mis ideas. A mi gran amor Miguel Ángel por agregarle dulzura y Felicidad a mi vida, su amor y ternura han sido mi gran Motivación durante estos últimos años. A Mónica quien más que una asesora ha sido mi maestra y mí Guía en el largo y difícil camino de esta investigación. A lucita por su gran amistad y compañía. A Ricardo Rojas por su apacible presencia. 5 TABLA DE CONTENIDO. 1. Formulación del problema 6 1.1 Antecedentes 6 1.2 Planteamiento de la pregunta 24 1.3 Justificación 25 1.4 Objetivos 29 2. Marco Teórico 30 2.1 Prácticas sexuales perversas y perversión 30 2.1.1 La sexualidad humana perversa 30 2.1.2 Perversión como estructura 42 2.1.2.1 El mecanismo Perverso: La desmentida (Verleugnung) “Hacerse objeto del goce del Otro (a → $)” 42 2.2 Función del dolor en la perversión 52 2.2.1 Cuerpo y dolor 52 2.2.2 Sadismo y Masoquismo 57 2.2.2.1 Aproximación al Sadomasoquismo en la teoría de Freud 58 2.2.2.2 Aproximación al Sadismo y al Masoquismo en la teoría de Lacan 65 2.2.3 El objeto a en el Sadismo y el Masoquismo 70 3. Aproximación Metodológica 74 4. Discusión 76 5. Conclusiones 85 6. Recomendaciones 88 7. Referencias 89 6 1. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA. 1.1 Antecedentes El estudio sobre la perversión se encuentra relacionado con el problema de la sexualidad humana, y esto ha llevado a diversas perspectivas tanto morales, religiosas como científicas, etc. a la formulación de posturas que se preguntan por la sexualidad del ser humano. Dichas perspectivas interrogan las prácticas sexuales diferenciando aquellas que deben ser realizadas en términos de normalidad de las que no deberían ser realizadas, pues se salen de este grupo Por su parte para el psicoanálisis la pegunta o el abordaje de la sexualidad no se hace en los términos del discurso científico o religioso, pues el descubrimiento de Freud se relaciona con los efectos que produce el lenguaje en la sexualidad humana, la cual la coloca por fuera del abordaje natural o instintivo, ya que por ser un sujeto marcado por el significante se relaciona con su cuerpo y con el otro de forma particular. Freud descubre en los relatos de sus pacientes que en la infancia la sexualidad se estructura a partir de la relación del sujeto con el objeto y con el Otro, a pesar de que no haya aún indicadores biológicos de la madurez sexual que permitan la procreación; dicha formulación sitúa al psicoanálisis en una posición que va en contravía de los postulados científicos y morales de la época, ya que el psicoanálisis no trata de calificar como buena o mala una práctica sexual, sino que 7 busca mostrar que la posición de cada ser humano en relación a la sexualidad es particular y esto depende de las vivencias sexuales infantiles. Para hablar acerca de la perversión y específicamente del sadismo y del masoquismo es imprescindible circunscribir la perversión a una de las estructuras psíquicas propuestas por Freud y retomada por Lacan dentro de la teoría del psicoanálisis; y diferenciarla de las practicas sexuales perversas; ya que son categorías diferentes y son tratadas como equivalentes desde otras perspectivas como la moral, religiosa y científica, donde se dan apreciaciones que se encuentran relacionadas con el campo de la normalidad. En ese sentido es imprescindible para esta investigación remitirse al siglo XIX, periodo en el cual emergen explicaciones acerca de la sexualidad, donde esta era pensada por los psiquiatras de la época en términos de “prácticas naturales”– la sexualidad con fines reproductivos - y “prácticas no naturales”, es decir las desviaciones sexuales. El psiquiatra Richard Von Kraft – Ebing (1886) publicó un libro denominado Psychopathia Sexualis, en el cual realizó una clasificación y sistematización acerca de las prácticas sexuales perversas: En la primera edición de 1885, Krafft-Ebing dividió los desvíos sexuales en cuatro categorías: • Paradoxia, o el deseo sexual experimentado en etapas de la vida equivocadas, i.e., infancia o vejez. • Anesthesia, escasez de deseo. • Hyperesthesia, deseo excesivo. 8 • Paraesthesia, deseo sexual sobre un objeto equivocado. Incluye aquí la homosexualidad, el fetichismo, el sadismo, el masoquismo, la pederastia, y otros. (Krafft – Ebing, 1885) Freud (1905), en el texto “Tres ensayos de teoría sexual” en el apartado de las aberraciones sexuales, explica lo que sucede en las desviaciones sexuales de algunas personas, esto basado en la clasificación previa de Krafft-Ebing, y también en sus propias observaciones clínicas. Freud muestra que existe una serie de prácticas propias de los adultos, donde el objeto y la meta de la pulsión sexual difieren del objetivo natural, el cual es la unión sexual con fines reproductivos. Así, este tipo de prácticas diferentes a las que se reconocen como las prácticas sexuales normativas, son tomadas como desviaciones. A partir de esto, hace una clasificación de estas prácticas según el cambio se de en la meta o en el objeto. Este texto es importante al interior de esta investigación, ya que en él hay un primer acercamiento al sadismo y al masoquismo los cuales en este primer momento son tomados como desviaciones según la meta, porque no corresponden exclusivamente con la unión entre los genitales en el momento del coito. Dentro de estas desviaciones se encuentran también el exhibicionismo, el voyeurismo y las trasgresiones anatómicas como el uso sexual de la mucosa de los labios, del orificio anal, etc. 9 En ese sentido, el sadismo y el masoquismo aparecen explicadas en el apartado de las aberraciones sexuales bajo un componente importante y es la posición activa o pasiva de la persona con respecto a la agresión, así, en el sadismo se presenta una posición activa en donde se responde a un componente agresivo de la pulsión sexual, la cual se ha exacerbado hacia el objeto sexual, esto como condición de satisfacción; en el masoquismo, se da una posición pasiva con respecto al objeto sexual y a la vida en general, ya que es sobre la propia persona que recae la agresión y humillación. El masoquismo se piensa como un sadismo vuelto sobre la propia persona, pues esta sería el objeto sobre el cual incurre la humillación y el dolor. El texto “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) de alguna manera fue inaugural para la introducción al tema delas practicas sexuales, ya que Freud propone una mirada distinta de la sexualidad al plantear que esta se inicia desde la infancia, distinguiendo que hay prácticas autoeróticas realizadas por los niños que producen satisfacción. Practicas que indican que la sexualidad humana dista de la sexualidad natural, pues por ejemplo en los animales solo se produce el apareamiento o el contacto sexual de una forma instintiva, dependiendo de los estados climáticos, de la época de celo de las hembras, y la elección de la pareja puede darse a partir de la demostración entre los machos de las cualidades que los hagan verse más fuertes, hermosos, etc. De acuerdo a lo anterior en relación a la existencia de la sexualidad infantil y, Freud empieza a hablar acerca de la organización genital y a partir de esto señala que el niño tiene unas pulsiones sexuales que obedecen a unas zonas erógenas, que al ser estimuladas provocan cierto grado de placer en él. Dichas zonas remiten al concepto 10 de satisfacción sexual y a partir de ahí desarrolla uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis y es el da pulsión y al respecto Freud dirá: “Con miras a una caracterización general de las pulsiones sexuales puede enunciarse lo siguiente: Son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas, al comienzo actúan con independencia unas de otras y sólo después se reúnen en una síntesis más o menos acabada. La meta a que aspira cada una de ellas es el logro del placer de órgano; sólo tras haber alcanzado una síntesis cumplida entran al servicio de la función de reproducción, en cuyo carácter se las conoce comúnmente como pulsiones sexuales” (Freud, 1915 Pág. 121). Durante su descubrimiento sobre la organización genital infantil Freud encuentra una diferencia entre la sexualidad adulta y la infantil y es la presencia de los diques anímicos que se forman durante el periodo de latencia, los cuales regulan la sexualidad, y son: el asco, el sentimiento de vergüenza, los reclamos ideales en lo estético y en lo moral. Este texto interesa pues a esta investigación, porque permite hacer una aproximación a las prácticas sexuales perversas como una de las categorías principales que posibilitarán delimitar una noción fundamental dentro del psicoanálisis y es la cuestión de la estructura, en este caso estructura perversa, pues es por esta delimitación que se logrará hacer una distinción en lo concerniente a todos los elementos de la estructura perversa sobre los cuales se irá trabajando en el transcurso del texto. En “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915) Freud trabaja la pulsión definiéndola como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, 11 delimitando unos elementos que permiten acercarse a su definición, pues hacen parte del circuito pulsional, estos son: el esfuerzo, la meta, el objeto y la fuente En el texto, Freud habla de dos tipos de pulsiones primordiales que ya había introducido en “Introducción del narcisismo” (1914), estas pulsiones son: pulsiones sexuales y pulsiones yoicas. Freud señala que la biología aporta al estudio de la pulsión sexual, pues es la que propende por la conservación de la especie y se relaciona con la transitoriedad del individuo en el mundo, en cuanto a las pulsiones del yo dirá que en estas se da una prioridad al individuo siendo la sexualidad apreciada como una función y como una necesidad a ser satisfecha, sin embargo para el psicoanálisis en este momento estas pulsiones aun son enigmáticas. Dentro del estudio que Freud hace de las pulsiones especialmente de las sexuales, circunscribe los destinos que estas pueden experimentar en su recorrido, y reconoce como destinos de la pulsión: la represión, la sublimación, el trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia. En este texto Freud solo desarrolla los dos últimos. • Trastorno Hacia Lo Contrario. Este es explicado a partir de dos procesos diferentes y por tanto su tratamiento varía: El primero se hace evidente cuando una pulsión activa pasa a ser pasiva, aquí caben como ejemplos el sadismo-masoquismo y el exhibicionismo- voyeurismo. Este trastorno sólo concierne a la meta de la pulsión, así en el caso del sadismo la meta activa que es martirizar se reemplaza por la pasiva, ser martirizado. 12 El segundo proceso es el trastorno en cuanto al contenido, y se demuestra en la mudanza del amor en odio • La Vuelta Hacia La Persona Propia. Este destino de la pulsión es entendido como un proceso en el que hay un cambio de vía del objeto, pero se mantiene inalterada la meta, de esta manera, Freud pone de ejemplo al masoquismo pensándolo como un sadismo vuelto hacia el yo. Existen entonces unos vínculos entre estos dos destinos de pulsión, en donde a partir de los ejemplos Freud muestra una convergencia entre los mismos. Así en el par sadismo-masoquismo el proceso se presenta así: El sadismo consiste en una acción violenta que recae sobre una persona en calidad de objeto, este objeto es doblegado y sustituido por la persona propia. Y posteriormente con la vuelta hacia la persona propia se ha logrado el cambio de la meta pulsional activa a la meta pulsional pasiva. En el caso del masoquismo pasaría que se busque a una persona en calidad de objeto, que por efectos del cambio sobre la meta toma el papel sobre sí de sujeto. Hay una dificultad en la concepción del sadismo, ya que pareciese como si la pulsión persiguiera dentro de la meta general una específica que se encuentra junto a la humillación y al sojuzgamiento y es el infligir dolor, al respecto el psicoanálisis muestra que esta acción no desempeña un papel importante dentro de la pulsión, sin embargo, en el masoquismo el dolor pareciese desempeñar un papel significativo, ya que se podría pensar que tanto las sensaciones de dolor, como las de displacer 13 rebasan sobre la excitación sexual produciendo así un estado placentero en el que se consiente el displacer del dolor. El niño sádico no toma en cuenta el infligir dolores, ni se lo propone, pero una vez que se ha consumado la trasmudación al masoquismo, los dolores se prestan muy bien a proporcionar una meta masoquista pasiva, pues tenemos todas las razones para suponer que también las sensaciones de dolor, como otras sensaciones de displacer, desbordan sobre la excitación sexual y producen un estado placentero en aras del cual puede consentirse aun el displacer del dolor. Y una vez que el sentir dolores se ha convertido en una meta masoquista, puede surgir retrogresivamente la meta sádica de infligir dolores; produciéndolos en otro, uno mismo los goza de manera masoquista en la identificación con el objeto que sufre. Desde luego, en ambos casos no se goza el dolor mismo, sino la excitación sexual que lo acompaña, y como sádico esto es particularmente cómodo. El gozar del dolor sería, por tanto, una meta originariamente masoquista, pero que sólo puede devenir meta pulsional en quien es originariamente sádico” (Freud, 1915. Pág. 124) Es importante señalar que aunque Freud en este momento no está hablando de perversión sino de las vicisitudes que puede tener la pulsión, este texto es imprescindible en esta investigación ya que muestra preliminarmente el dispositivo 14 de lo que sucede en el sadomasoquismo como perversión, y que ya había sido planteado en su primer ensayo sobre “las aberraciones sexuales” de (1905). Freud en su texto “El problema económico del masoquismo” (1924) inicia realizando un planteamiento acerca del dolor en relación al masoquismo, en donde éste sería incomprensible si se pensara que el principio del placer es el único que gobierna la vida anímica de las personas, y señala lo que ya ha venido trabajando anteriormente acerca de la pulsión de muerte en “Más allá del principio de placer” (1920) y es que existen tres principios quecohabitan entre sí que son los que rigen el aparato anímico de las personas y son el principio de realidad que se relaciona con la influencia del mundo exterior , el principio de placer en correspondencia con la libido y el principio de nirvana que señala la tendencia de la pulsión de muerte. Posteriormente, Freud retoma el problema del masoquismo y propone que existen tres formas: un masoquismo erógeno, un masoquismo femenino y un masoquismo moral. El masoquismo erógeno Freud lo señala como equivalente al masoquismo perverso, en él se presenta el placer de recibir dolor y se encuentra relacionado con el sadismo, esto se explica a partir de que al interior de un sujeto se presenta un enfrentamiento entre la libido y la pulsión de muerte, en donde la libido procura desviar la pulsión hacia el exterior a través de la musculatura quedando un sector de este empoderamiento al servicio de la función sexual y esto es lo que define al sadismo, por otro lado lo que aparece en el masoquismo erógeno es que hay una parte de la pulsión de muerte que no es exteriorizada y que se une libidinalmente al 15 cuerpo gracias a la coexcitación sexual lo que indicaría la particularidad del masoquismo erógeno. Por otro lado el masoquismo femenino se encuentra asociado con las fantasías que Freud encontró particularmente en sus pacientes hombres, en donde ellos fantaseaban con tomar una posición femenina dentro del acto sexual como por ejemplo ser atados, amordazados, ser poseídos sexualmente, ser castrados, etc. En cuanto al masoquismo moral Freud lo define como una búsqueda constante de padecimiento del yo de un sujeto producto de un sentimiento de culpa que proviene del Superyó, al no encontrarse a la altura de los ordenanzas de este último. En el fetichismo (1927), Freud realiza una descripción sobre el mecanismo de la perversión por medio del fetichismo, explicando que el objeto fetiche es el sustituto del falo materno, al cual el sujeto no quiere renunciar ya que de aceptar que la madre se encuentra castrada significaría también la aceptación de su propia castración, el proceso se da de la siguiente manera: “el varoncito rehusó darse por enterado de un hecho de su percepción, a saber, que la mujer no posee pene. No eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de pene corre peligro” (Freud, 1927. Pág. 148) Freud realiza aquí una distinción muy importante entre la perversión y el mecanismo de la psicosis y es con respecto al objeto que se percibe, el cual señala Freud en el caso del fetichismo el niño no escotomiza la falta del pene en la mujer, como sucede en la demencia precoz, sino que aquella percepción permanece y a este mecanismo lo denomina como desmentida - 16 Verleugnung -; es decir el sujeto sabe que su madre no tiene pene, pero desmiente ese hecho y en su lugar crea un objeto que sustituye dicha representación, el cual perdura como signo de triunfo sobre la amenaza de castración. Este texto es muy importante para esta investigación, ya que a pesar de que se refiere solo al fetichismo, Freud propone un mecanismo esencial y estructural dentro de cualquier sujeto perverso, y este tema se abordará en el apartado acerca del mecanismo perverso. Por su parte Lacan en el seminario 4 La relación de objeto en el capítulo IX La función del velo (1957) habla acerca del abordaje realizado por Freud (1927) sobre el fetichismo refiriendo que se trata del falo de la madre, siendo entonces el fetiche el representante del falo simbólico que se encuentra ausente en la madre y lo que designa entonces la Verleugnung – el mecanismo de la perversión – es precisamente que el horror a la castración ha levantado un signo, un monumento que sustituye al falo simbólico, donde el fetiche es un trofeo que triunfa sobre la castración. Este texto es importante para esta investigación, ya que Lacan realiza una explicación minuciosa acerca de la manera como el objeto fetiche se instaura, y trabaja además la forma como se puede entender el concepto de represión dentro del mecanismo de la desmentida del perverso. En el seminario 10 La angustia (1962-1963) en el capítulo VIII La causa del deseo, Lacan habla acerca del deseo y del objeto como causa del deseo y realiza su explicación a partir de la perversión poniendo como ejemplos al fetichismo, al sadismo y al masoquismo. A partir de este texto, Lacan aporta a esta investigación que el deseo del sádico es diferente al deseo del masoquista con relación al objeto y 17 al Otro y esto lo explica a partir del ritual que monta el sujeto en la escena. Además de ello puntualiza que existe algo más allá de la angustia del otro que el sádico y el masoquista sin saberlo están buscando, siendo ahí el punto donde se articula el objeto a como causa de deseo en relación al deseo. Sobre ello se hablará en uno de los apartados del marco teórico. En el capítulo XII La angustia, señal de lo real (1963) Lacan enseña a esta investigación acerca de la posición del sádico y del masoquista con respecto al objeto a; de esta manera lo que enmascara el fantasma del perverso masoquista es que ser el objeto de goce del Otro es su propia voluntad de goce; encarnando así al objeto en lo real, siendo entonces él en sí mismo un objeto de desecho, buscando así en el Otro la angustia como respuesta, pero esta angustia se encuentra tácita en toda la puesta en escena del sujeto perverso. Por su parte el sádico pone en apariencia al Otro en el lugar del objeto a, es decir en el lugar de la víctima sobre la cual dirige sus humillaciones y sin saber que lo que se encubre dentro de la escena fantasmática es que el sádico se pone como el instrumento, el objeto que hace gozar al Otro. Así mismo en el capítulo XIII Aforismos sobre el amor (1963), Lacan le aporta a esta investigación puntualizaciones sobre el dolor en el masoquismo y en el sadismo, en donde el dolor a pesar de ser aquello que en un primer momento uno puede pensar cumple una función imprescindible dentro del par sadismo – masoquismo Lacan enseña que este es solo un elemento mas de la escena fantasmática, y enfatiza lo que ya había explicado en la clase anterior: que en el sadismo y el masoquismo lo que se busca es la angustia del Otro, y que lo que se encubre en la escena es que cada uno hace las veces de instrumento que hace gozar al 18 Otro; y enseña además que sadismo no es el reverso del masoquismo, al parecer estructuralmente funciona de manera más compleja, funciona como un circuito, donde “el paso de uno a otro se lleva a cabo mediante una rotación de un cuarto de vuelta, y no por una simetría o inversión” (Lacan, 1963. Pág. 192) En el seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), capítulo XIV La pulsión parcial y su circuito (1964) Lacan realiza una referencia del sadismo, el masoquismo y el dolor, a cerca de lo que Freud (1915) planteaba en pulsiones y destinos de pulsión en relación a que el dolor se introduce en la pulsion sadomasoquista a partir del masoquismo, ya que sólo entra en juego en la medida en que es sufrido por el otro, así Lacan dirá que la única transgresión permitida dentro del principio del placer es a través del camino de la pulsión; de esta manera el sujeto encontrará que su deseo es un infructuoso rodeo donde se busca conquistar el goce del otro, ya que es ahí cuando aparece el otro que el sujeto descubre que hay un goce más allá del principio del placer. En el seminario 16 De un Otro al otro capítulo XVI: Clínica de la perversión (1969) Lacan retoma a Freud para hablar acerca de la relación entre neurosis y perversión y señala la importancia de la presencia del significante en la estructuración del sujeto a partir de la relación con el Otro. En relación a la perversión Lacan dirá que el Otro existe en la medida en que elperverso se dedica a tapar su agujero haciéndolo gozar, el perverso es un partidario de la fe sobre la existencia del Otro. Así mismo, habla sobre la perversión sadomasoquista y realiza un cuestionamiento fundamental acerca del objeto a y del papel que juega el dolor 19 dentro de la estructura; dicho cuestionamiento es imprescindible al interior de esta investigación, por lo que se abordara con un poco de profundidad más adelante. Habiendo hablado acerca de los autores principales con los que se trabajará en esta investigación Freud y Lacan, se continuará hablando sobre algunos lacanianos como Colette Soler, Bernard Nominé, Roberto Mazzuca, Gabriel Lombardi y Carlos de Lajonquiére los cuales han realizado trabajos importantes con respecto a la perversión. Colette Soler (2006) en su seminario ¿A qué se le llama perversión? Retoma a Freud y a Lacan para señalar de forma clara y amplia la diferencia entre la perversión como estructura y la perversión generalizada, la cual es sustentada a partir de la no proporción sexual y de la presencia del significante fálico en la organización sexual; realizando de esta manera un gran aporte a la presente investigación, puesto que brinda unas herramientas imprescindibles acerca de cómo debe ser tomada la noción de sexualidad perversa señalando la especificidad de la clínica psicoanalítica con respecto a las particularidades de cada estructura, en este caso la perversión, la cual ha sido generalmente confundida con los rasgos perversos de la neurosis y la psicosis. Roberto Mazzuca, Gabriel Lombardi y Carlos de Lajonquiére realizaron en 1986 un curso de psicopatología denominado: Curso de Psicopatología II Estructuras clínicas: psicosis – perversiones. Este curso es importante para esta investigación, ya que realiza una aproximación a la perversión a partir de la diferenciación entre la neurosis y la psicosis y esto lo explican por medio de la enseñanza sobre el complejo 20 de Edipo. Así mismo, cuando hablan de la perversión retoman al sadomasoquismo a partir de los planteamientos de Lacan, esclareciendo el problema del objeto a y de la manera como el sujeto perverso sádico y el perverso masoquista se ubican de forma particular en relación a este. Así mismo, hablan del lugar del fantasma en la perversión, el cual a diferencia de la neurosis el fantasma es puesto en escena como una forma de recuperación de goce y no como el soporte del deseo como sucede en el sujeto neurótico. Bernard Nominé en su seminario Estructuras clínicas y salud mental (2007) en el apartado Neurosis y Perversión, hace una crítica a la psiquiatría norteamericana, por alejarse de la psiquiatría clásica dejando de lado las estructuras propuestas a partir de Freud, para apoyarse según observaciones cuantificables de aquellos comportamientos que se salen de la norma social a partir de estadísticas arrojadas en los estudios realizados sobre las enfermedades mentales. En ese sentido, señala que hay una fragmentación de este tipo de clínica, pues no se esta tomando en cuenta la inscripción de cada sujeto en cada estructura psíquica, sino que las clasificaciones se han realizado a partir de la observación y la funcionalidad que una persona pueda tener dentro de la sociedad. En relación a la perversión dice que no se encuentra explícita dentro del manual DSM IV de la psiquiatría, se puede decir que aparece bajo la categoría de las parafilias, donde se organizan una serie de comportamientos sexuales desviados de las normas sociales de la actualidad y que interfieren con la vida cotidiana de la persona. Pero no se relaciona con lo que propone el psicoanálisis con respecto a la estructura perversa. Así mismo, Nominé señala que, de acuerdo a los postulados freudianos y lacanianos, hay que definir a la perversión como “la necesidad de una condición absoluta y fijada del goce. Eso es lo 21 que lleva al perverso a pasar al acto siempre del mismo modo” (Nominé, 2007, Pág. 78) Este texto es importante para esta investigación, ya que permite establecer diferencias entre los tratamientos clínicos y los diagnósticos que se realizan acerca de la perversión entre la psiquiatría norteamericana y el psicoanálisis además de señalar una noción de sujeto desde el psicoanálisis en la que no se trata de un sujeto basado en estándares de normalidad, sino de un sujeto que es predeterminado por el lenguaje, y que en relación al Otro, a su cuerpo, a la ley, etc. elige una estructura particular. Con respecto a otros antecedentes relacionados con la temática dentro del campo del psicoanálisis se encontraron 2 artículos de investigaciones. El primero es Sobre la teoría del masoquismo erógeno, ochenta años después de David Maldavsky (1985), en donde se trabaja a profundidad el texto de Freud “El problema económico del masoquismo” de 1924 a partir de 4 interrogantes que se suscitan en relación al masoquismo: ¿Cómo puede un displacer incrementar la distensión sexual? - ¿Cuáles son los vínculos regulares e íntimos entre sadismo y masoquismo? - ¿Cuáles son los nexos entre el sadomasoquismo y el autoerotismo? - ¿Qué relación existe entre la teoría de las fases de la libido y la teoría del sado-masoquismo? Así mismo, en el texto, el autor señala en cuanto al dolor en relación con el masoquismo que es posible que se deba a un momento de la vida del sujeto en el que se haya dado una fijación pulsional a una vivencia de dolor en el que se presentó una satisfacción, y concluye señalando lo siguiente: Si el masoquismo adquiere su carácter necesario a partir de una lógica de refutación de una imposibilidad, la de 22 que un anhelo se anude a una vivencia, luego se articula con el esfuerzo por refutar la realidad de la castración materna, es decir con el esfuerzo por conservar un goce autoerótico (Maldavsky, 1985. Pág. 648) El segundo artículo que se encontró se denomina Trayectoria del masoquismo en Freud de Raquel Goldstein de Schwartz (1986), la cual realiza un recorrido acerca del desarrollo teórico que realizó Freud en relación al masoquismo. Inicia su trabajo cuestionándose por la relación del placer ligada al sufrimiento y a partir de allí realiza un seguimiento del concepto. Goldstein dice que en la obra de Freud el masoquismo aparece en un primer momento en tres ensayos de teoría sexual (1905) de donde se realiza una descripción como aberración sexual ligada al placer en el sufrimiento, pero en 1915 en pulsiones y destinos de pulsión señala que Freud problematiza a profundidad el problema del masoquismo con relación a la pulsión; así, en el par sadismo-masoquismo cuando la meta activa martirizar es cambiada a la meta pasiva ser martirizado la autora dice lo siguiente: “si la meta a que aspira la pulsión es el logro de placer de órgano, cabe preguntarse cuál es el órgano que está en juego en el masoquismo” (Goldstein, 1986. Pág. 894); sin embargo a lo largo del texto, esta pregunta queda abierta, pues la autora se dedica a reseñar los textos de Freud que hablan sobre masoquismo, sin dar posibles respuestas a esta interrogación. Se resaltan en el documento tres planteamientos importantes de la teoría de Freud en relación al masoquismo y es que en primer lugar, el masoquismo hace parte de la construcción fantasmática de algunos sujetos, segundo, que existen tres clases de masoquismo (erógeno, femenino y moral) y tercero, el masoquismo es originario. 23 En cuanto a la psiquiatría, se puede afirmar que no se habla sobre perversión, sino sobre comportamientos sexuales que son rechazados por las reglas sociales y que son inusuales en la mayoría de las personas, dichos comportamientos son denominados como parafilias; así dentro del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM – IV – TR (2002) existen unas clasificaciones sobre parafilias específicas y no específicas, dentrode las específicas se encuentran: • Exhibicionismo • Fetichismo • Frotteurismo • Pedofilia • Masoquismo sexual • Sadismo sexual • Fetichismo Transvestista • Voyeurismo Dentro de la clasificación de las parafilias no especificadas están: escatología telefónica (llamadas obscenas), necrofilia, parcialismo (atención centrada exclusivamente en una parte del cuerpo), zoofilia, coprofilia, clismafilia (enemas) y urofilia. Con respecto al sadismo y al masoquismo, la clasificación del DSM IV – TR las propone como sadismo sexual y masoquismo sexual, en donde hay una 24 satisfacción sexual en el dolor ya sea infligiéndolo o recibiéndolo y tienen en común que inician desde la infancia y perduran a lo largo de la vida de la persona y su comportamiento se asemeja al de las adicciones, puesto que “conforme pasa el tiempo, los pacientes de ambos grupos necesitan aumentar la severidad de la tortura para producir el mismo grado de satisfacción sexual” (Morrison, 2008. Pág. 406) Para la realización del diagnóstico psiquiátrico se toman en cuenta aspectos como: síntomas y trastornos asociados, síntomas dependientes de la cultura, la edad y el sexo, prevalencia, curso y diagnóstico diferencial. Se considera importante para esta investigación hablar sobre la psiquiatría, ya que en el campo de la salud es un punto de partida válido e importante para los diagnósticos y estudios que se realizan actualmente sobre las enfermedades mentales y además presenta un punto de vista diferente acerca de la sexualidad en general, pues se estudian las patologías a partir de la observación, la cuantificación, lo que permite hacer investigaciones que estandarizan cuáles son los comportamientos que se desvían hacia lo anormal y patológico, y con ello realizar un posible diagnóstico. 1.2 Planteamiento de la pregunta. De acuerdo con los antecedentes, es posible decir que en cuanto al estudio e investigación de la perversión sadomasoquista aunque la dimensión del dolor en relación al placer es algo común no se ha encontrado una investigación dentro del psicoanálisis que estudie específicamente este tema dentro del sadomasoquismo, 25 pues por lo general dentro de los lacanianos existen disertaciones que se encuentran más relacionadas con la estructura perversa, el objeto a en la perversión, el lugar del Otro dentro de la perversión, etc.; y en relación a la psiquiatría, se estudian las parafilias como comportamientos sexuales que producen malestar clínico e interfieren con la vida social de una persona, en donde hay un impulso controlado por realizar actos sexuales desviados de la norma social y aunque se refieren al masoquismo sexual y del sadomasoquismo sexual como búsquedas del dolor y humillación como placer sexual, no profundizan sobre ello, sino que realizan unas descripciones de comportamientos propios de este tipo de parafilias. Por otro lado, Freud, en sus estudios acerca del masoquismo y del sadismo en sus textos deja abierta la pregunta por el lugar del dolor, y esto se encuentra mucho más explícito en los textos “Pulsiones y destinos de pulsión” y “El problema económico del masoquismo”, donde se interroga sobre la dimensión del dolor y el momento en el que entra en juego dentro del par sadismo – masoquismo. Ante esto, surge la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál es la función del dolor en la estructura perversa sadomasoquista? 1.3 Justificación. El psicoanálisis nos enseña que “Toda sexualidad humana es perversa” y esto es gracias a la presencia del lenguaje en la vida humana. Lacan dice que más allá de los procesos instintivos de los seres vivos y de la búsqueda por la conservación de la especie existe en los humanos algo que lo diferencia del resto de la naturaleza y 26 permite la construcción de lazos sociales, la elección de pareja, las diversas formas de conquista, los distintos usos del cuerpo, etc. y es el significante. Existe un significante universal alrededor del cual giran el sujeto y el Otro y enmarca el problema del ser y el tener, este significante es el falo. Esta relación permite que se de la organización sexual del sujeto; en donde el falo introduce el deseo, pero también es el único significante que dice lo que es un hombre o una mujer a nivel inconciente por lo que dirá Lacan no hay proporción sexual, y esto es lo que hace que la sexualidad por definición sea perversa, pues alrededor de un solo significante pueden haber dos posiciones sin que por tanto este significante pueda representar el goce de la mujer o de quien se coloca en dicha posición, lo cual problematiza la posición particular que cada sujeto toma en relación al acto sexual y los modos de hacer con aquello que se escapa del significante, por ejemplo: el síntoma, los formas de usar el cuerpo, las prácticas sexuales perversas, etc. Alrededor del tema de la sexualidad existen diversos cuestionamientos y aportes de otras perspectivas como la psiquiatría, la sociología, la educación, el derecho, etc. Que tratan de resolver la pregunta sobre la sexualidad y la normatividad de las prácticas sexuales a partir de postulados relacionados con las incidencias de la cultura, las relaciones sociales, la educación sexual y aspectos legislativos sobre la conducta sexual. De esta manera, la pregunta que convoca a la realización de esta investigación es acerca de la perversión como estructura específicamente el sadismo y masoquismo en relación al dolor por medio de la revisión de los textos más importantes de Freud y Lacan. 27 Esta investigación es de tipo monográfica y es pertinente porque busca hacer una articulación acerca de la estructura perversa como un tema profundo que tiene largos caminos para explorar con el sadismo y el masoquismo, siendo el psicoanálisis una disciplina que tiene grandes aportes concernientes al diagnóstico diferencial entre la perversión y los rasgos de perversión en las estructuras clínicas neurosis y psicosis. El tema de la perversión es problemático pues a pesar de que en el transcurso de cada época han existido unas normas que regulen la sexualidad, en la actualidad parece ser que los límites de la cultura y la sociedad cada vez son mas pequeños y nos encontramos en un contexto donde hay un incremento del uso de la Internet como medio de comunicación y de obtención de información a través de salas de chat, sitios Web 2.0, etc., que posiblemente han dado pie al auge de diversos grupos de personas con gustos sexuales particulares que se reúnen para realizar diversas prácticas sexuales, por ejemplo grupos de zoofilia, pedofilia, grupos BDSM (Bondage – Disciplina – Dominación y sumisión – Sadomasoquismo), etc. Grupos de personas con prácticas sexuales que en el pasado eran consideradas como patológicas en la actualidad cada vez más tienen aceptación, excepto la pedofilia que aún se encuentra prohibida según las leyes de algunos países Esta tesis es importante, pues aporta a la psicología desde la teoría psicoanalítica lacaniana al diagnóstico clínico, a pesar de no estar basada en casos de pacientes perversos; sin embargo, su pertinencia radica en que brinda herramientas que posibilitan realizar la diferenciación estructural, a pesar de que las diversas formas de goce sexual cada vez más aceptadas aumentan la dificultad en el 28 diagnóstico de la perversión como una estructura subjetiva; no obstante, Freud y Lacan nos enseñan los elementos particulares que definen esta estructura. Esta investigación es novedosa, pues con respecto al sadismo y al masoquismo obedece a un interrogante previamente planteado por Freud que prevalece en los textos donde estudia el par sadismo y masoquismo y es sobre la dimensión del dolor; este concepto ha sido poco abordado en investigaciones y por lo general se ha asociado el dolor con elplacer en el acto sexual, pero no se han encontrado indagaciones de otros autores que profundicen sobre el papel que cumple en la perversión sadomasoquista. La hipótesis de la presente investigación es que existe una función del dolor que va más allá de la provocación de placer en el acto sexual y se encuentra basada en lo que Freud (1924) en su texto “El problema económico del masoquismo” nos plantea: El masoquismo es incomprensible si el principio de placer gobierna los procesos anímicos de modo tal que su meta inmediata sea la evitación de displacer y la ganancia de placer. Si dolor y displacer pueden dejar de ser advertencias, para constituirse, ellos mismos, en metas, el principio de placer queda paralizado, y el guardián de nuestra vida anímica, por así decir narcotizado. De este modo, el masoquismo se nos aparece bajo la luz de un gran peligro, lo cual no ocurre en absoluto con su contraparte, el sadismo. (Freud, 1924. Pág. 165) 29 1.4 Objetivos. 1.4.1 Objetivo general. Identificar la función del dolor en la estructura perversa sadomasoquista, a partir de una revisión teórica de los principales textos de Freud y de Lacan sobre el tema. 1.4.2 Objetivos específicos. 1.4.2.1 Retomar los principales aspectos teóricos sobre la perversión sadomasoquista en Freud y Lacan. 1.4.2.2 Explicar las posibles relaciones entre los conceptos de dolor y cuerpo con la perversión sadomasoquista. 1.4.2.4 Aclarar las diferencias entre prácticas sexuales y estructura perversa. 30 2. MARCO TEÓRICO 2.1 PRACTICAS SEXUALES PERVERSAS Y PERVERSIÓN 2.1.1 La sexualidad humana perversa “La realidad del inconciente es - verdad insostenible – la realidad sexual” (Lacan, 1964. Pág. 156) Durante todas las épocas del hombre la sexualidad ha sido tema de discusión, de normatividad y de preocupación para muchas de las áreas del conocimiento; así, tanto las ciencias (biológicas y humanas) como la moral y la religión han formulado teorías explicativas como también reglamentarias sobre cómo el hombre y la mujer deben comportarse sexualmente, poniendo aquellas practicas sexuales que se salen de la norma como perversas o desviadas. Es ahí donde el psicoanálisis hace unos postulados diferentes acerca de la sexualidad humana, pues como lo señala Lacan, la realidad del inconciente es eminentemente sexual; a diferencia del resto de explicaciones el psicoanálisis propone algo que va más allá de los comportamientos sexuales y se centra en lo puramente subjetivo o estructural, pues cada sujeto tiene una posición particular frente al Otro y frente al Falo y ello a partir de su organización psíquica que puede ser neurótica, psicótica o perversa; dicha organización no solo tiene consecuencias a nivel de los comportamientos sexuales, 31 de ella dependerá también la posición como hombre o como mujer de un sujeto, su posición frente a la Ley, frente al goce y al deseo, conceptos básicos que el psicoanálisis construye, para poder dar explicación a las particularidades de la compleja sexualidad humana. Es así como cobra importancia en el presente trabajo, trazar en este primer capítulo, las diferencias fundamentales entre la perversión como estructura subjetiva y las practicas sexuales con rasgos perversos, las cuales son independientes de la estructura subjetiva de quienes las realicen. Las practicas sexuales perversas han sido tomadas por otras teorías, como por ejemplo la psiquiatría, a partir de la clasificación detallada de las conductas sexuales desviadas con respecto a la norma común, que señala el coito con miras a la reproducción como lo establecido de la sexual humana no patológica o normal, y aquellos comportamientos que no se ajusten a dicha categorización son tomados como parafilias y entran a ser parte de los tratamientos psiquiátricos. Por otro lado, el psicoanálisis propone que no es por las conductas observadas que se encuentra la estructura, sino que es en la escucha de los significantes del sujeto donde se revela la estructura inconciente, por ello es menester diferenciar lo perverso de la sexualidad humana, inherente a la misma y la perversión. Los razonamientos que se hacían acerca de la sexualidad hasta inicios del siglo XX, no eran solamente referidos a los comportamientos sexuales aceptados o no socialmente, sino que se pensaba además que la sexualidad era exclusiva de la etapa adulta. Freud cambió el paradigma de la sexualidad postulando, hacia 1903, 32 que la sexualidad se encontraba presente también en la infancia, pues a través de sus investigaciones con algunos pacientes encontró que estos tenían recuerdos sobre experiencias sexuales en la niñez, descubriendo así que los síntomas de los neuróticos tenían una conexión con la sexualidad, reprimida de la infancia. El resultado de estas observaciones es que hay un correlato necesario entre la formación de síntomas con las vivencias sexuales infantiles, de donde, entre otras cosas, puede deducir que la sexualidad no es exclusiva de los adultos, pues esta hace parte fundamental del devenir subjetivo y ella tiene sus primeras manifestaciones y todo su peso estructurante durante la infancia. El sujeto se funda gracias a la existencia del Otro, en tanto que posibilita su presencia en el mundo del lenguaje. “La condición del sujeto (…) depende de lo que tiene lugar en el Otro. Lo que tiene lugar allí es articulado como un discurso (…) A (Otro) el lugar desde dónde puede planteársele la cuestión de su existencia” (Lacan, 1958. Pág. 530-531) Esta cita enseña que existe un universo que funda la palabra e instaura un lugar de existencia. No sobra aclarar que, cuando se habla del Otro, se hace en tanto lugar de la palabra que antecede al sujeto y lo estructura, es de alguna manera el universo simbólico que recibe a un sujeto y produce unos efectos que posibilitan la estructuración del inconciente. En la relación primaria del sujeto con el Otro la demanda emerge como un elemento primordial que por efecto del significante se articula al deseo, la cual se encuentra estrechamente vinculada con la pulsión, lo que significa que “la demanda hacia el Otro es demanda sexual.” (Lacan, 1961. Pág. 233) 33 Con el descubrimiento del inconsciente y de la sexualidad infantil Freud encontró que existe una fuerza constante que empuja y que busca ser satisfecha, lo cual obtiene siempre parcialmente, dicha fuerza constante es denominada pulsión. La pulsión es uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, y Freud la aborda de manera amplia en 1915 en su texto pulsiones y destinos de pulsión, sin embargo, el concepto es tan complejo que no la definió completamente, sino que realizó la conceptualización a partir de los elementos que la componen. Se entiende así como una fuerza que empuja continuamente, y se encuentra conformada por una meta, la cual solo puede ser satisfecha parcialmente, un objeto, que permite alcanzar dicha satisfacción y una fuente, que por lo general es algún órgano del cuerpo donde se encuentra alojada dicha fuerza. “Entonces, primero hallamos la esencia de la pulsión en sus caracteres principales, a saber, su proveniencia de fuentes de estímulos situadas en el interior del organismo y su emergencia como fuerza constante” (Freud, 1915. Pág. 115). Esta dificultad para definir la pulsión recae en el hecho de que Freud la deduce a partir de los fenómenos de la clínica, como un concepto que no se encontraba ni en lo somático ni en el alma sino entre estos, “la pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante {Repräsentant} psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuestaa lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal” (Freud, 1915. Pág. 117) Mas adelante Lacan retoma la conceptualización Freudiana sobre la pulsión y la toma como un concepto fundamental al interior del psicoanálisis, postulándola como un montaje en forma de 34 circuito que posibilita la intervención de la sexualidad en el inconciente, ya que nunca va a lograr la satisfacción completa, puesto que está mediada por el significante, por el muro del lenguaje. La pulsión es entonces un concepto que como montaje es heterogéneo, constituido de elementos orgánicos y psíquicos, encontrando la satisfacción parcial y nunca completa por la intervención del lenguaje y de donde emergen dos elementos esenciales para el trabajo que son la satisfacción (placer, goce) que se esclarecerán a lo largo del mismo. La pulsión será esencial para entender un poco lo relacionado con la estructuración subjetiva, pues siguiendo a Freud en cuanto a la trabazón de lo anímico y lo somático es que Lacan podrá decir que es con el cuerpo con que se goza y que no existe la pulsión sin el cuerpo. Sabemos que en el cuerpo se instituyen las zonas erógenas como el asiento de la excitación sexual, estas zonas se encuentran en un primer momento aisladas unas de otras, pero gracias a la doble relación con el Otro simbólico como con el semejante, el sujeto por efecto de la palabra construye un cuerpo que le permite ensamblar aquellas partes que en un momento estaban aisladas dejando de ser un organismo; de donde dichas partes se integran al servicio de la sexualidad genital. Freud enseña que la sexualidad infantil es perversa polimorfa, precisamente porque inicialmente la pulsión se satisface parcialmente en el cuerpo de manera aislada, una de las características que Freud le da a la sexualidad infantil es que es perversa polimorfa, lo que indica que el sujeto tiene una disposición a la perversión, 35 pues en un principio no se ha instaurado una ley que regule la sexualidad del sujeto, y a pesar de que la pulsión en últimas cuentas no se organiza, por efecto del paso por el Edipo se da una regulación acerca de cómo se puede gozar con el cuerpo, presentándose ahí una prohibición fundamental, y es no acceder a la madre como objeto de goce. Esta regulación de la sexualidad es posible gracias a las consecuencias del lenguaje en un sujeto, el cual al ser atravesado por el entramado del significante puede realizar dos simbolizaciones La primera es la simbolización de la Madre, la cual se da gracias al juego entre su ausencia - presencia, lo que le permite al niño cuestionarse acerca del deseo de la Madre (DM), el cual le revela que hay una falta en ella la cual el trata de satisfacer, situándose así en diferentes posiciones con relación al deseo (a la falta de la madre), y ofrecerse como aquel que puede colmar dicha falta. En esa medida hay algo del deseo del niño que empieza a ser articulado a la ley de la madre, en cuanto la simboliza como un sujeto que desea, lo que produce un efecto de sometimiento ante la ley de la madre, y Lacan lo señala como ley por cuanto ella es un ser hablante, pero es una ley no regulada y caprichosa; se trata entonces en esta relación primaria de una dialéctica del deseo, en la medida en que la madre es un sujeto deseante y el niño se pone como el objeto que puede tapar dicho deseo, pero a su vez hay una articulación del deseo del niño y más allá de eso es una sujeción o dependencia ante el deseo del Otro, es lo que le permite al sujeto realizar una primera inscripción al mundo en donde gobierna la palabra, subscripción en la cual el niño queda a la deriva de los significantes que le vienen del Otro materno. 36 La ley de la madre es, por supuesto, el hecho de que la madre es un ser hablante, y esto basta para legitimar que yo diga "la ley de la madre". Sin embargo, esta ley es, si puedo decir, una ley incontrolada. Esta ley es también, en todo caso para el sujeto, simplemente el hecho de que hay "ley", es decir que algo de su deseo es completamente dependiente de algo que, sin ninguna duda ya se articula, a saber como tal, y del orden de la ley (…) El niño se esboza, se esboza como "sujetado" (assujetti); es un sujetado porque él se experimenta y se siente ante todo como profundamente sujetado (assujetti) al capricho de eso de lo que él depende, incluso si este capricho es un capricho articulado (Lacan, 1958, Pág. 194) Así hay un punto de la organización genital denominado como fase fálica, en el que el niño empieza a sentir que su pene al ser estimulado logra cierta satisfacción, pero más allá de esta masturbación, se encuentra implícita toda la pregunta por el deseo del Otro, la cual gira en torno a la propiedad del falo; ahí es donde la intervención del Padre en la relación entre la Madre y el niño es crucial, pues de la manera como intervenga depende en cierta forma la elección del niño con respecto a su posición en relación al falo, y en esa medida también la regulación de su sexualidad. El padre se presenta como obstáculo en la relación imaginaria Madre – niño y es quien impone la ley de interdicción del incesto, frustrando al sujeto en lo real con respecto al acceso hacia la Madre, prohibiéndola como objeto de goce. “¿Qué es lo que prohíbe el padre? Éste es el punto de donde hemos partido – prohíbe a la madre. En cuanto objeto es suya, no es del niño (…) el padre frustra claramente al niño de su 37 madre” (Lacan, 1958. Pág. 177); y se pone también como el objeto que desea la Madre más allá del niño, siendo el padre el portador del órgano viril que puede satisfacer a la madre. Es ahí donde entra en juego la segunda simbolización que reemplaza la primera, es decir la metáfora paterna, donde el Padre emerge como significante que sustituye al significante materno, el cual si se logra instaurar, permitirá que aquellos lugares del cuerpo que antes se satisfacían aisladamente uno del otro logren organizarse bajo el primado de las zonas genitales “subordinándose a la función de la reproducción” como lo indica Freud en “Tres ensayos de teoría sexual” (1905). Y por lo tanto se renuncie a los objetos infantiles. El punto nodal del complejo de Edipo, aparece entonces en el rechazo o la aceptación que hace el niño de la interdicción que efectúa el Padre sobre la madre como objeto; es importante resaltar que este punto se hace nodal en la medida en que el sujeto debe hacer una elección forzada entre ser o no ser el falo de la madre, lo que le permitirá definir su estructura psíquica. Dicha elección se encuentra relacionada, como ya se había dicho, con el Deseo de la Madre y el falo, así una primera elección posible es la psicosis, en la cual el sujeto se pone en el lugar de ser el objeto real en el fantasma del Otro, es decir siendo literalmente aquel que colma la falta estructural del la madre, en este caso no hay un significante que ordene esta ley, ley caprichosa como se había dicho que empuja al goce, presentándose la forclusión del significante del Nombre del Padre, lo que indica que no hubo otra ley distinta a la de la madre que ordenara el 38 goce quedando el sujeto atrapado en el deseo fantasmático de la madre, es decir que la castración no operó en el sujeto. Una segunda elección posible es la perversión, la cual se presenta en la relación amorosa del niño con la madre; en la pregunta por el Deseo del Otro el sujeto se identifica con el objeto imaginario de este deseo, el cual además la madre simboliza en el falo, es decir el niño viene a ocupar el lugar del falo imaginario que falta a la madre, Lacan señala que cuando el niño elige este camino elige la estructura perversa en tanto que, “ El niño tiene una determinada relación con el objeto del más allá del deseo de la madre… Se suele decir que él mismo se identifica conla madre fálica. Yo considero más correcto decir que con lo que se identifica es propiamente con el falo, en tanto escondido bajo las ropas de la madre.” (Lacan, 1958, Pág. 190) Pero, si el niño hace una elección no por la vía de ser el objeto, sino por la vía del tener, es decir que en relación al falo se pone como algo que puede llegar a tener, pero que puede perder, aceptando así que el deseo de la madre está más allá de él, que él no la puede completar y en ese sentido la madre se encuentra en falta, significa entonces que está consintiendo con la castración simbólica, lo que posibilita entonces al sujeto el acceso a un ordenamiento simbólico. Este ordenamiento permite la organización sexual, es decir ubicarse como hombre o como mujer frente al falo, la elección del objeto, pero además se inscriben dos vertientes en relación al objeto, una relacionada a la sustracción de goce, o sea la caída del objeto a, en tanto que escribe el vacío estructural del sujeto y es objeto que condensa el goce restante de dicha operación y la otra como el objeto que causa el deseo. 39 El carácter principal de esta organización genital infantil es, al mismo tiempo, su diferencia respecto de la organización genital definitiva del adulto. Reside en que, para ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no hay un primado genital, sino un primado del falo (Freud, 1923. Pág. 146). Ahora bien, gracias al descubrimiento de la castración materna y a la prohibición que hace el padre del acceso a la madre el sujeto se ve obligado a asumir una posición sexuada frente al Falo, lo cual Lacan denominó “sexuación”, pues el asumir uno u otro sexo no es natural o indicado por la anatomía, sino por la posición del sujeto con relación a este significante, ya que ambos sexos se ubican frente al Falo como teniéndolo o no teniéndolo , razón por la que Freud dirá que a nivel inconciente no existe más que un sexo, pues es en relación a este único significante fálico, que dos sexos se pueden definir. Por lo tanto “no hay relación sexual” posible entre un hombre y una mujer, razón por la cual la sexualidad humana es perversa, pues el falo es el único significante que representa al hombre y a la mujer en el inconciente. Esta no proporción sexual no indica el fracaso en la relación sexual coital, pues es por el éxito del acto sexual que existe la no proporción. Lo que se ha venido explicando muestra entonces que la sexualidad es perversa porque el sujeto está atravesado por el lenguaje, y esto se une a lo que se señaló al principio de este trabajo, es que la sexualidad humana no es natural, pues en ella convergen la pulsión, el goce, el deseo, por lo que cada sujeto encuentra la manera de enfrentar la no proporción sexual y eso se puede ver en los desencuentros 40 amorosos, en el síntoma, en los fantasmas, etc. pero también en algunas prácticas sexuales, en donde puede existir una fijación de goce perverso. En cuanto a la fijación del goce perverso es importante remitirse a Freud, cuando habla acerca de que hay tres momentos lógicos en el sujeto: el de la infancia en donde se presenta la estructuración del sujeto y es un periodo en el cual hay un exceso de satisfacción, pero también hay una regulación a partir de la prohibición del incesto y de la represión, pues se presenta la instauración de los diques anímicos como la moral, el asco, la vergüenza, los cuales contribuyen a la inhibición de algunas formas de satisfacción sexual del niño. Un segundo momento lógico es el periodo de latencia, en donde el hombre siendo aún niño tramita el exceso de satisfacción pulsional (`perversa y polimorfa de la infancia), preparándose por así decirlo para el encuentro con el otro. Ahora bien, si en el momento de la infancia el niño tiene algún tipo de encuentro sexual con una persona que tenga un saber sobre la sexualidad, es posible que se interrumpa el periodo de la latencia, y haya un carácter de fijación en la manera de satisfacción relacionada con la forma de goce perverso de la infancia, en donde por ejemplo no se tiene satisfacción si no es siendo golpeado, mirado, acariciado, chupado, o en sus respectivas posiciones activas mirar, chupar, golpear, etc. 41 Un factor de esta clase es la espontánea precocidad sexual, comprobable con certeza al menos en la etiología de las neurosis, aunque, como los otros factores, no es por sí solo causa suficiente. Se exterioriza en la interrupción, el acortamiento o la eliminación del período infantil de latencia, y se convierte en causa de perturbaciones en la medida en que ocasiona exteriorizaciones sexuales que, a raíz del carácter incompleto de las inhibiciones sexuales, por una parte, y de la falta de desarrollo del sistema genital, por la otra, sólo pueden presentarse como perversiones (Freud, 1905. Pág. 219 – 220) Actualmente, las prácticas sexuales ya no hacen parte necesariamente de la privacidad de una persona, se han convertido en algo cada vez más masivo donde se asegura la mirada del otro, y eso se puede ver en el incremento de las páginas Web relacionadas con la pornografía ofreciendo servicios de acuerdo a los gustos sexuales de las personas como video, imágenes, chat sobre pedofilia, zoofilia, sadomasoquismo, etc. Así mismo hay sitios de diversión como discotecas y clubes, en los cuales se permiten diversas formas de contacto sexual. Son muchos los hechos que señalan que ahora la sexualidad se maneja de manera diferente y que lo único que pareciese causar malestar entre la sociedad es el abuso sexual infantil y la pedofilia, pues es a lo único que se le puede encontrar límites de tipo penal, a pesar de que en algunos países europeos como Holanda se está buscando su legalización; pero en relación a otras prácticas no hay una forma de límite que las regule. Estas formas de expresión de la sexualidad con límites cada vez más pequeños entre lo normal y lo perverso o desviado de la norma permite plantearse una pregunta por los efectos que puede tener la aceptación social y casi el empuje social actual, a franquear limites en cuanto a las practicas sexuales, preguntándonos si entonces cada 42 vez más se van a encontrar sujetos con una fijación a formas de goce perversas, pues a pesar de que durante la historia el ser humano por medio de la religión, de las costumbres, de la moral, etc. ha buscado la manera de contener los excesos sexuales, actualmente esos muros de contención son cada vez más inexistentes. 2.1.2 Perversión como estructura 2.1.2.1 El mecanismo Perverso: La desmentida (Verleugnung) “Hacerse objeto del goce del Otro (a → $)” Habiendo aclarado entonces que el tema de interés en esta tesis es la perversión como estructura, se retomará la cuestión del mecanismo perverso al que ya se había hecho alusión diciendo que tanto en la neurosis como en la perversión se reconoce la castración y se reprimen aquellos recuerdos infantiles que marcaron la posición estructural del sujeto, sin embargo, en la perversión se presenta un componente imprescindible que lo diferencia estructuralmente de la neurosis, es el mecanismo de la desmentida (Verleugnung) que, como se sustentará más adelante, se relaciona en el sujeto perverso para tapar la castración. Antes de hablar de dichos mecanismos es importante señalar las variaciones que fue teniendo el término de Verleugnung en le teoría Freudiana y lo que ello implica en la especificad dada a las estructuras psíquicas, pues al principio la Verleugnung era un concepto que no hacía parte exclusiva del mecanismo propio de la perversión. 43 La Verleugnung inicialmente es la forma como Freud explica el rechazo expresado por un sujeto sobre un evento de la realidad, esta idea es tomada a razón de que en la observación clínica existían pacientesque negaban la realidad de diversas maneras; Freud se percata en los relatos de sus pacientes que un sujeto se enfrenta a la realidad de acuerdo al mecanismo psíquico que opera según su estructura; y se da cuenta que existe un mecanismo paralelo a la represión que hace que el yo se separe de la realidad y que distingue la neurosis de la psicosis. Es así como tenemos que en un primer momento Freud utiliza dos términos para denominar el rechazo de la realidad en la psicosis: la Verleugnung y la Verwerfung; los cuales eran usados de manera indiferenciada al principio, pero posteriormente Freud se percata de que en los sujetos perversos no se puede pensar que existe una escotomización en relación a la percepción del falo como si esto no hubiera ocurrido, por lo que establece la Verleugnung como un mecanismo propio de la perversión y desarrolla en el texto del Fetichismo el paradigma de la perversión donde explica el proceso en el que se produce la desmentida de la castración. Freud tomó el fetichismo como paradigma de la perversión y por medio de este explicó su funcionamiento; en su escrito sobre el “Fetichismo” (1927) señaló que por el abordaje clínico se puede deducir que la función del objeto fetiche es la misma en todos sus casos de perversión: el objeto fetiche es el sustituto del pene; sin embargo Freud destaca un elemento importante y es que dicho pene no es uno cualquiera, es el de la mujer, específicamente el de la madre; al hacer referencia al pene, no es en tanto órgano, sino que “se trata del falo que la mujer no tiene y que debería tener” (Lacan, 1957. Pág. 154). Freud dice que en el estadio fálico el niño 44 tiene la creencia que todo lo que le rodea tiene pene así como él, incluidas las mujeres, e implicada ahí su madre. Aquel percibe, sin duda, la diferencia entre varones y mujeres, pero al comienzo no tiene ocasión de relacionarla con una diversidad de sus genitales. Para él es natural presuponer en todos los otros seres vivos, humanos y animales, un genital parecido al que él mismo posee; más aún: sabemos que hasta en las cosas inanimadas busca una forma análoga a su miembro. Esta parte del cuerpo que se excita con facilidad, parte cambiante y tan rica en sensaciones, ocupa en alto grado el interés del niño y de continuo plantea nuevas y nuevas tareas a su pulsión de investigación. Querría verlo también en otras personas para compararlo con el suyo; se comporta como si barruntara que ese miembro podría y debería ser más grande. La fuerza pulsionante que esta parte viril desplegará más tarde en la pubertad se exterioriza en aquella época de la vida, en lo esencial, como esfuerzo de investigación, como curiosidad sexual (Freud, 1923. Pág. 146) En este esfuerzo de investigación, por alguna razón el niño se da cuenta que la madre no tiene pene, que hay una diferencia entre él y las otras niñas y es que ellas no tienen el órgano que él tiene, y cree que les fue cortado, por lo tanto corre el riesgo que se lo corten; en el caso de los sujetos perversos este encuentro con la castración materna les causa horror, de manera que se desmiente el hecho de que la madre no tiene falo presentándose una bi-escisión, pues por un lado conserva la representación psíquica del falo de la Madre, y por otro lado resigna la castración de esta; es decir se presenta una especie de renuncia a la creencia del falo materno, 45 dándose inconcientemente un compromiso entre la percepción de la madre castrada o carente de falo lo que le causa horror al sujeto y el deseo contrario, es decir el deseo de que ella lo posea, lo que le posibilita al sujeto instaurar un objeto sustituto que tiene dos funciones negar la castración materna, pero también sirve como recordatorio del horror a la castración “En lo psíquico, la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que antes era. Algo otro lo ha reemplazado; fue designado su sustituto, por así decir, que entonces hereda el interés que se había dirigido al primero. Y aún más: ese interés experimenta un extraordinario aumento porque el horror a la castración se ha erigido un monumento recordatorio con la creación de este sustituto” (Freud, 1927. Pág. 149) Esta bi-escisión nos señala algo esencial del mecanismo perverso, y es que en el inconciente del sujeto perverso cohabitan dos operaciones: la confirmación de que la castración se ha efectuado en él pero a su vez la desmentida de la castración (Verleugnung), y lo que permite el objeto fetiche es obturar la falta del Otro pero a su vez recordar el horror a la castración. Freud en el texto sobre el fetichismo (1927) hace una puntuación importante acerca de la Verleugnung y es que este mecanismo no puede entenderse como una escotomización porque en esta es como si la percepción se borrara, como si ese hecho nunca hubiera existido, como sucede en la psicosis. 46 Así, el objeto fetiche aparece ahí en el sujeto perverso como un soporte, pero este se da a partir de una proyección imaginaria; Lacan enseña que entre el sujeto y el objeto hay un velo, es sobre esta cortina que el perverso realiza dicha proyección, en donde el fetiche aparece como un “más allá del objeto”, lo cual posibilita que la castración materna sea afirmada pero a la vez desmentida Si el fetiche está ahí, entonces es que no ha perdido el falo, pero al mismo tiempo es posible hacérselo perder, es decir castrarla. La ambigüedad de la relación con el fetiche es permanente y se manifiesta sin cesar en los síntomas. Esta vivencia manifiestamente ambigua, ilusión sostenida y adorada, se vive al mismo tiempo en un frágil equilibrio siempre a merced de que el telón se derrumbe o se alce. Ésta es la relación que está en juego en la relación del fetichista con su objeto (Lacan, 1957. Pág. 158) En esta captura del objeto filmada en el velo hay una especie de reproducción de un momento histórico del sujeto, momento imprescindible para él, sobre el cual se ha erigido el objeto que Freud denominó como monumento a la castración desmentida, y que significa una suerte de engañoso triunfo sobre la castración; este momento aparece como una interrupción en la historia y por tanto una detención en la cadena significante que indica una continuación sombría en la que el objeto es proyectado repitiendo una y otra vez una escena de fijación y monotonía. “Deteniéndose ahí, la cadena indica su continuación, en adelante velada, su continuación ausente, a saber la represión, que es lo que está en juego, como dice claramente Freud” (Lacan, 1957, Pág. 159 – 160) 47 Lo anterior nos permite decir que en el perverso también se presenta la represión (Verdrängung), la cual podríamos entender como una señal imborrable en relación a la castración, pues tiene que ver con ese momento histórico del sujeto donde se da la fijación y la detención en la escena primordial, momento de confrontación con la castración del Otro que el sujeto vive con horror, pero que queda como experiencia efectiva del encuentro con la falta del Otro lo cual es reprimido, quedando como recordatorio de dicho momento el objeto fetiche; y alrededor de esto Freud dice: “ (…) Y aun más: ese interés experimenta un extraordinario aumento porque el horror a la castración se ha erigido un monumento recordatorio con la creación de un sustituto. Como estigma indeleble de la represión sobrevenida permanece, además, la enajenación respecto a los reales genitales femeninos, que no falta en ningún fetichista” (Freud, 1927, Pág. 149) Lacan enseña además que en la perversión se habla de represión en la medida en que se operó la castración en el sujeto, y por lo tanto existe una cadena simbólica que le permite instaurar el objeto fetiche, y esto se da gracias a la dimensión histórica del sujeto; pues es en un momento de la historia delsujeto donde la imagen se detiene, se fija el objeto y la escena, y se continúa la historia con un velo, que no deja ver la falta del Otro. Así, la Verleugnung es un mecanismo con doble movimiento: es tanto reconocimiento como desmentida; reconocimiento de la castración reprimida que luego es desmentida. En relación a esto Lacan dirá que si el fetiche es un símbolo del Falo que falta a la madre podría tener la misma función o el mismo valor que el síntoma en la neurosis; pero como la perversión aparece como una forma diferente de 48 subjetivación gracias las observaciones de Freud con sus pacientes, es porque en la estructura es diferente; así, justamente en la neurosis se encubre con el recuerdo pantalla lo que está en relación al deseo del Otro, permitiendo la continuación de la historia en la cadena significante y que no se detenga en ese recuerdo; para el perverso la historia continúa con un velo, es decir continúa reprimida, pues ahí necesariamente está la castración del Otro, por eso se entiende como doble movimiento, si el sujeto solo reprime puede despejar el velo y reconocer el objeto que hay mas allá de la cortina, por su parte el perverso, reprime pero desmiente, por lo que no hay más allá, la escena se detiene y allí él erige un objeto recordatorio, en lo que se basará fundamentalmente la desmentida. Lacan nos indicará que la desmentida realiza un montaje para que surja el fetiche como sustituto del pene que falta a la madre, pero también como recordatorio de dicho momento de horror; lo que indica que en esa escena el objeto fetiche no asegura completamente la protección frente al deseo del Otro, frente a su falta, de esta manera si el objeto en el encuentro con el otro falla, el sujeto queda ante el vacío, ante lo real de la falta del Otro, apareciendo así su propia castración, provocando la angustia. En este punto es importante introducir la dimensión del Otro en el sujeto perverso. Empezaremos diciendo que el Otro es por esencia inconsistente, porque es un Otro castrado, en el que también coexiste el deseo y el goce. Así, en la confrontación y aceptación del sujeto de la castración del Otro hay una caída del objeto a, como un resto de goce, pero también como objeto causa del deseo. 49 Lacan expresa que en la relación con el Otro el sujeto se identifica con el objeto caído, en tanto objeto de intercambio pero también es un objeto que hace desear al sujeto una falta, la cual no se encuentra en el sujeto sino en el campo del Otro. De ahí que en la pregunta por el ¿Che voui? ¿Qué me quiere? No existe un significante que venga del Otro que pueda responder, puesto que, remite al interrogante por el objeto ¿Qué objeto soy yo para el Otro? De donde no hay respuesta posible, pues el objeto a pesar de estar articulado al campo del Otro se escapa a toda simbolización. Ahora bien regresando al sujeto perverso, podemos decir que este se dedica a tapar el agujero existente en el Otro, es decir, lo que permite la Verleugnung es hacer que el Otro exista, ubicándose como el objeto de goce, objeto a que suple el desierto de goce del Otro completándolo. Para ilustrar esto, Lacan pone como ejemplo la escena que monta el exhibicionista para hacer emerger el objeto y con ello hacer existir al Otro, diciendo: ¿Qué ocasiona aquí el espejismo, la ilusión, y sugiere la idea de que hay desprecio hacia el partenaire? Es haber olvidado que, más allá del sostén particular que éste da al otro, esta la función fundamental de ese Otro que se encuentra siempre allí, bien presente, cada vez que opera la palabra, la función del lugar de la palabra donde todo partenaire está incluido, la función del punto de referencia donde la palabra se plantea como verdadera. En este campo del Otro, en la medida en que se encuentra desierto de goce, el acto 50 exhibicionista se plantea para hacer surgir allí la mirada. (Lacan, 1969. Pág. 231) Esta búsqueda del perverso por hacer existir al Otro deja entrever lo que se juega en relación al deseo. Al respecto, Lacan expresa que el deseo del perverso se presenta como una voluntad de goce, que permite sostener su fantasma a partir de una ley subversiva; es decir, una ley no en el sentido de prohibición, sino que se subvierte en tanto se convierte en imperativo, una ordenanza que no puede ser transgredida y que funciona en la medida que detiene la emergencia del goce del perverso y con ello la angustia. Por ejemplo, en el masoquista, cuando convergen el deseo y la ley, lo que deja distinguir es que el deseo del Otro hace ley para él, y para hacer valer esto, el masoquista se ubica como el objeto arrojado. En ese sentido, el perverso es un “defensor de la fe”, en tanto que no busca su propio goce, pues mientras se encuentra en calidad de objeto no goza; su saber y dedicación están puestos en hacer aparecer la división en el partenaire, en su víctima, y con ello conseguir una recuperación de goce para darle consistencia al Otro. De esta manera, la voluntad de goce se presenta en la medida en que el perverso se ubica como el instrumento que hace gozar al Otro, pues introduce en la escena algo del goce del partenaire en su punto más íntimo; es decir producir la división. Sin embargo, en el ejercicio de su voluntad de goce, el perverso cae en un engaño, ya que cree saber cómo goza el Otro, pero lo que le oculta la posición de hacerse instrumento del goce del Otro es que su deseo es la angustia del Otro. 51 Lacan señala a este respecto que en la escena del sádico y del masoquista hay dos elementos que se encuentran en el primer plano de la escena, pero de los cuales ni el sádico ni el masoquista saben dar cuenta, pues esto es lo que encubre toda la escena a la cual ellos tienen que recurrir para hacer existir al Otro, estos dos elementos son la angustia y el objeto a. El masoquista, como les dije la ultima vez, ¿cuál es su posición? ¿Qué le enmascara su fantasma de ser el objeto de un goce del Otro? – Que es su propia voluntad de goce (…) ¿Qué enmascara esta posición de objeto – sino equipararse el mismo, ponerse en la posición de la piltrafa humana, de aquel pobre desecho de cuerpo separado que nos presentan aquellas telas? por eso digo que el goce del Otro al que apunta es fantasmático. Lo que se busca es, en el Otro la respuesta a esa caída esencial del sujeto en su miseria final, y dicha respuesta es la angustia. (Lacan, 1963. Pág. 178) Por otra parte, en la escena del sádico, mientras él es el verdugo, el que atormenta y tortura al partenaire, lo que esconde su voluntad de goce es la reducción que tiene de ser agente de la acción a ser en lo real el objeto que causa angustia, quedando en la escena un resto. “En el cumplimiento de su acto, de su rito, lo que el agente del deseo sádico no sabe es lo que busca, y lo que busca es hacerse aparecer a sí mismo como puro objeto, fetiche negro. A ese se resume en último término, la manifestación del deseo sádico, en tanto aquel que es su agente, se dirige a una realización.” (Lacan, 1963. Pág. 118). 52 2.2 FUNCIÓN DEL DOLOR EN LA PERVERSIÓN 2.2.1 Cuerpo y dolor Gozar es gozar de un cuerpo. Gozar es abrazarlo, Es estrecharlo, es ponerlo en pedazos. En derecho, Tener el goce de algo es justamente eso: es poder tratar Algo como un cuerpo, es decir demolerlo (Lacan, 1971) La enseñanza de Lacan acerca del cuerpo, se encuentra relacionada con la categoría del significante, pues para él el cuerpo es efecto del discurso, en cuanto que desde antes de la existencia misma de un sujeto, existe un cuerpo simbólico, que da la posibilidad de construir el cuerpo en el niño; de esta manera, cuando el niño nace, existe, en la medida en que es ya nombrado por el Otro. Es importante señalar que no se nace con un cuerpo, éste es construido por efecto de