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U n primer aspecto llama- tivo en los actuales de- bates ambientales, es que muchas críticas contra el ministerio encargado de esos temas (MVOTMA), parten del propio gobierno. Desde el pre- sidente, a jerarcas de distintos ministerios como directivos de empresas públicas, han indica- do que, por ejemplo, la Direc- ción Nacional de Medio Am- biente (DINAMA) no da abasto, que debería ser reforzada, que enlentece los trámites, que tranca las inversiones, etc. Por lo tanto, estamos frente a la inusual circunstancia de friccio- nes en el seno del progresismo gobernante sobre su propia gestión ambiental. Aunque eso podría ser bueno, las críticas no parecen enfoca- das en mejorar la gestión sino en desandar las regulaciones. Las implicancias políticas de ese derrotero son delicadas. Por ejemplo, las actuales críticas gubernamentales inevitable- mente dejan bajo la sombra de la duda la gestión ambiental de la presidencia Vázquez. Recor- demos que en aquellos años se sostenía que se había fortaleci- do a la DINAMA, se aumentó su presupuesto y plantilla de fun- cionarios. Si aquello fue cierto, no se entiende mucho cómo se pasó de una DINAMA que fun- cionaba muy bien, a una que hoy en día estaría desbordada. No está demás precisar que desde la ciudadanía se con- cuerda en que hay problemas serios con la gestión ambien- tal, aunque se los entienden de otra manera. Desde playas montevideanas clausuradas en el verano a la reciente crisis de contaminación en la cuenca del Río Santa Lucía, todo in- dica que el problema no está en “muchos” controles, sino en que éstos son pocos o inade- cuados, y que falta la participa- ción ciudadana. Las desavenencias en el seno gubernamental podrían llevar a suponer que nos encontra- mos con situación similar a la señalada para las políticas eco- nómicas. Según alguna prensa y analistas, en el gobierno fric- cionan dos tendencias econó- micas, una de ellas adjudicada al mujiquismo en sentido am- plio y otra asociada al astoris- mo. ¿Sucede lo mismo con las políticas ambientales? Para responder esto, al obser- var los principales actores en- vueltos en la gestión ambiental, especialmente en el MVOTMA, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, entes como ANCAP, o entre algunos legisladores, nos encontramos con varias sorpresas: hay varias tenden- cias, y casi todos ellos están de una manera u otra bajo el pa- raguas del mujiquismo. El caso emblemático es el MVOTMA, donde tanto el ministro, como cargos claves en ordenamiento territorial o ambiente, por ci- tar algunos, podría decirse que responden al mujiquismo. DEBILITANDO LAS CAPACIDADES POLÍTICAS El mandato del MVOTMA tiene mucho de político, en el senti- do de guiar y coordinar las po- líticas ambientales nacionales. A través de esa cartera se de- bería expresar el sentido que el gobierno da a sus políticas ambientales, lo que le impone la exigente tarea de encauzar y articular el desempeño de los demás ministerios, los entes y las intendencias. A diferencia de otros ministerios, como por ejemplo Industria, el MVOTMA debe promover la gestión am- biental no sólo en los espacios ciudadanos o empresariales, sino también dentro del pro- pio Estado. Pero esas capacidades están debilitadas cuanto se tiene a un presidente, a legisladores y otros jerarcas repitiendo que la cartera está desbordada, que debe desmembrarse, o que en- torpece la inversión. Esos men- sajes taladran las capacidades del Ministerio del Ambien- te para construir la necesaria coordinación política en mate- ria ambiental. La situación es más grave de lo que parece. En el reciente episodio de contaminación del agua en el Río Santa Lucía, los focos están puestos sobre OSE, pero el MVOTMA es el respon- sable político no sólo de ese ente, sino también de asegu- rar que otros brazos estatales, actúen desde una perspectiva ambiental. Por ejemplo, ase- gurando que el Ministerio de Agricultura aplique medidas para evitar contaminaciones en la cuenca del Río Santa Lu- cía. Si hubiéramos contado con una verdadera política es- tatal en temas ambientales, el MGAP debía haber enfrentado los posibles contaminantes ru- rales, por ejemplo con accio- nes más enérgicas para conte- ner los agroquímicos. La crisis actual demuestra que eso no sucedió con efectividad. Dicho de otro modo, la crisis del agua potable en realidad muestra que no existe una política am- biental común dentro del ga- binete, y que el MVOTMA no logra establecerla en el actual gobierno, ni pudo hacerlo en el anterior. Siguiendo con el ejemplo del MGAP, una de las medidas necesarias para asegurar esa protección es contar con me- jores planes de uso del suelo y controles sobre agroquímicos. Pero esas acciones avanzan a paso lentísimo y con limitada cobertura. Pero por alguna ra- zón misteriosa, no se dice que las direcciones del MGAP estén sobrepasadas o sean lentas, tal como se critica a la DINAMA. ¿SOLUCIÓN ANTIPOLÍTICA? Una solución razonable ante estas dificultades sería acor- dar una política ambiental de gobierno y fortalecer al MVO- TMA, no tanto en partidas presupuestarias, sino en peso político, para que promueva o imponga una adecuada ges- tión ambiental, tanto entre pri- vados como dentro del Estado. Pero el gobierno Mujica pare- cería que apunta en sentido contrario, debilitándolo toda- vía más. En efecto, a juzgar por una noticia adelantada por El País, una nueva propuesta de rees- tructura de la DINAMA limita- ría las evaluaciones ambien- tales de distintas maneras. Se repite el interés en cercenar las capacidades de control am- biental, diciéndose que se de- ben acompasar a los tiempos “empresariales”. ¿Por qué recrudece este ataque? A mi modo de ver, no puede pasar desapercibido que a pesar de los zarandeos, los técnicos de DINAMA venían de lograr una victoria al aceptarse sus informes sobre los impactos de una planta cementera pro- movida por ANCAP en la zona de Quebrada de los Cuervos. La reforma que ahora se pro- pone permitiría evitar que se repitieran ese tipo de hechos, donde un informe técnico pu- diera suspender un emprendi- miento productivo. No debe olvidarse que bajo la normativa actual, el Ministro del Ambiente puede aprobar cualquier emprendimiento, in- cluso en contra de los reportes técnicos de su propia direc- ción de medio ambiente. La decisión política está por en- cima de las evaluaciones téc- nicas. Pero claro: cuando se llega a ese extremo, el costo político es enorme. El ataque a los controles ambientales y el desmembramiento del Mi- nisterio del Ambiente dejaría a los jerarcas políticos sin ne- cesidad de argumentar frente a los informes que alertan so- bre impactos ambientales o in- cumplimientos en controles y regulaciones. Una política ambiental de iz- quierda en el siglo XXI comien- za por lo primero: por ser una política. Muchos de los proble- mas actuales son por olvidar esa condición. Twitter: @egudynas Frente a los actuales problemas ambientales, aparecen contradicciones y tensiones que tienen poco de ecológicas y mucho más de políticas. Sorpresivamente, el debate ocurre sobre todo al interior del gobierno, y parecería que en particular alrededor del mujiquismo. EN LA POLITICA AMBIENTAL LA CRISIS POLITICA >> por Eduardo Gudynas OPINIÓN Jueves 11 de abril | 2013 7