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Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra 
española. 1939-1953 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
FECHAS: 26 de abril de 2016 – 26 de septiembre de 2016 
 
LUGAR: Museo Reina Sofía. Edificio Sabatini, 3ª Planta 
 
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía 
 
COMISARIA: María Dolores Jiménez-Blanco 
 
COORDINACIÓN: Patricia Molins, Leticia Sastre y Fernando López 
 
ACTVIDADES 
RELACIONADAS: - Vida en sombras. El cine español en el laberinto (1939-1953). 
28 abril - 27 mayo, 2016 - 19:00 h. Edificio Sabatini, Auditorio 
 
- Fieramente humanos. Estudios culturales sobre los años cuarenta. Ciclo 
de Conferencias. 
10 de mayo-14 de junio, 2016. Edificio Nouvel, Auditorio 200, 19h 
 
 
Con la 
En la exposición Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953, el Museo 
Nacional Centro de Arte Reina Sofía trata de analizar el arte español de los años 40, un 
período complejo que ha recibido escasa atención a pesar de su relevancia en la conformación 
de la sensibilidad moderna en España. 
 
Aunque se han publicado importantes análisis políticos, sociales y económicos sobre los años del 
primer franquismo, las artes plásticas y la arquitectura -que en los años posteriores a la guerra 
vivieron un período de especial dureza-, no han sido aún examinadas en profundidad desde los 
museos. 
 
Invocando el espíritu crítico de Campo Cerrado (México, 1943), la novela de Max Aub centrada en 
los años previos a la guerra civil, esta exposición –una de las más importantes organizadas por el 
Reina Sofía en 2016- revisa la posguerra española a partir de un trabajo de investigación 
realizado a lo largo de más de tres años. 
 
La exposición parte del final de la guerra civil, llegando a los inicios de la década de los 50, 
cuando puede vislumbrarse en muchos sentidos un cambio de ciclo. Según la comisaria María 
Dolores Jiménez Blanco, “el período entre 1939 y 1953 fue, sin duda, un tiempo marcado por el 
miedo y el silencio pero ni siquiera las dificultades ideológicas o materiales lo redujeron a un 
desierto. Tampoco consiguieron aislarlo ni del exterior ni del pasado. Probablemente, el principal 
hallazgo de esta exposición es la variedad y la trascendencia de lo ocurrido en un período 
tradicionalmente considerado como un páramo”. 
 
La muestra aporta abundante material inédito procedente de más de 100 colecciones y 
archivos, tanto públicos como privados. Cerca de 1000 piezas (unas 100 pinturas, 20 esculturas, 
200 fotografías, 200 dibujos, bocetos teatrales, 26 filmaciones, 11 maquetas, 200 revistas y 
diversos materiales documentales de archivo), de más de 200 autores, componen la exposición. 
 
De una parte, se combinan panorámicas generales con casos de 
estudio y obras conocidas con otras rescatadas del olvido. De 
otra, se incluyen piezas de características muy diversas, en 
ocasiones inéditas para la historia del arte. El resultado cuestiona 
tópicos como la escasez e irrelevancia de la actividad cultural o 
artística durante la década de los cuarenta, y esboza una imagen 
de la época que se resiste a las esquematizaciones. 
 
Algunas de las obras han sido adquiridas por el Museo Reina 
Sofía de forma específica para esta ocasión (caso de Pascual de 
Lara, Tàpies o Luis Castellanos) y algunas no han sido expuestas 
al público desde los años 70, como ocurre con Retrato del 
embajador Juan Francisco Cárdenas, de Salvador Dalí, un cuadro 
muy expuesto en los 40 y en paradero desconocido desde hace 
casi tres décadas. 
 
Además, la exposición reúne obras de relevantes artistas. Existen piezas de Picasso, Miró y Dalí, 
y la manera de mostrarlos explicita su diferente relación con el contexto: Picasso en una sala 
monográfica en el capítulo de exilio; Miró, con un espacio propio que actúa de antesala a la 
renovación interior de finales de los cuarenta, y Dalí incorporado tanto al teatro como a la 
oficialización de lo moderno en el contexto de la Bienal Hispanoamericana. Pero en la exposición 
también hay interesantes obras realizadas tanto dentro como fuera del país, desde Tàpies hasta 
Renau, desde Francisco Nieva hasta Maruja Mallo, desde Godofredo Ortega Muñoz hasta Manuel 
Ángeles Ortiz, desde José Moreno Villa hasta Aurelio Suárez, desde Alfonso Rodríguez de 
Castelao hasta Hermenegildo Lanz. La fotografía adquiere también mucho protagonismo: Santos 
Yubero, Gomis, Nicolas Muller o Kindel son imprescindibles para entender la época, y también las 
 
Con la 
distintas posiciones adoptadas ante la dicotomía arte-poder. Las revistas, libros y documentos han 
resultado igualmente importantes para evocar la trama cultural tanto del interior como del exilio. 
 
Recorrido expositivo 
 
La muestra propone un mapa con varios caminos posibles y complementarios, que tienen en 
cuenta las cronologías pero no se someten a la linealidad temporal. Para ello se apoya en bloques 
temáticos relacionados con aspectos clave de la época que funcionan como capítulos autónomos, 
aunque entre ellos existan conexiones y encadenamientos. Para reconstruir aquel periodo, la 
exposición se estructura en las siguientes secciones: 
 
 
 Una nueva era 
 
En 1939, el fin de la guerra civil española a favor del 
ejército sublevado al mando del general Franco 
superpone la marcialidad de los desfiles militares a 
la precariedad de las salidas de exilados por la 
frontera. El óleo Arrangez vous de Esteban Francés 
así como las fotografías de Robert Capa y los 
dibujos de Clavé y Narro hablan del drama e 
incertidumbre de los que huyen y de la extrema 
dureza de los campos de refugiados en Francia. 
 
El temor ante la emergencia de los fascismos crea 
una oleada de apoyo internacional que empuja a 
artistas como Kandinsky y Stanley William Hayter, 
entre otros, a realizar en un gesto de consternación 
una carpeta de grabados titulada Fraternity que 
muestra su solidaridad con la desaparecida democracia española y el horror ante la situación 
internacional. La tensión de este momento se hace visible en El enigma de Hitler, en el que 
Salvador Dalí presagia la Segunda Guerra Mundial en toda su violencia. 
 
Este área también aborda el intento inicial de construcción de una 
imagen totalitaria del régimen franquista, en consonancia con el 
poder italiano y alemán. En este sentido, se exponen imágenes 
relacionadas con la heroización de algunas figuras de Falange, 
como los retratos de Pancho Cossío, y el culto monumental a los 
caídos. 
 
La idealización de la nueva era y de sus protagonistas oficiales 
aparece sistemáticamente en revistas como Vértice o en la versión 
española de Signal, pero también en libros de texto y otros 
materiales destinados a la infancia y la juventud: durante los años 
inmediatamente posteriores a la guerra, todo es susceptible de ser 
soporte de una pedagogía visual que se convierte en arma crucial 
de propaganda. La Historia de España de primer y segundo grado 
de la Editorial Bruño o la Biblioteca Infantil de la Reconquista de 
España dan fe de este afán didáctico. 
 
En esa línea, un proyecto central de la propaganda del régimen 
franquista fue la construcción de un país nuevo, acorde con un 
tiempo nuevo. Esta idea tuvo una realización material en el levantamiento de numerosos pueblos 
y estructuras convenientemente publicitados en revistas y exposiciones que, de una parte 
pretendían dejar atrás los estragos de la guerra y, de otra, exaltar el significado heroico tanto de lo 
 
Con la 
destruido como de lo construido. Esta sección recorre, mediante 
una selección de portadas de la revista oficial Reconstrucción, 
los diversos estilos elegidos y, en buena medida, impuestos 
para esa empresa, y evoca algunos ejemplos de alto contenido 
simbólico, como la construcción de Belchite a manos de 
penados. También se presentan, a través de maquetas, dibujos, 
fotografías y documentales, modelos de sentido más pragmático 
y estilo mucho más funcional, aunque igualmente utilizable 
desde el punto de vistapropagandístico, como el edificio de la 
Casa Sindical de Madrid, el mercado de Eibar –hoy inexistente-, 
conjuntos de viviendas protegidas en el Paseo de Extremadura 
en Madrid, o en Béjar, Salamanca. 
 
Números de Haz, revista nacional del Sindicato de Estudiantes 
Universitarios, con su gráfica sugerente y de líneas futuristas, 
fotos de Santos Yubero y piezas de Luis Quintanilla, Stolz 
Viciano, Marqués de Santa María del Villar, Francisco 
Cabrero, Carlos D’Ors, Luis Moya, Pere Pruna o José María Sert completan esta zona de la 
exposición. 
 
 Retornos y Academias 
 
Esta gran sala propone una reflexión sobre la particular 
vuelta al orden del primer franquismo cultural. Una vuelta 
que establecía diálogos con lo sucedido antes de la 
guerra, pero que iba conformando una imagen de nación 
que pretende recuperar el pulso en lo artístico y sentar 
las bases para la reconstrucción o reeducación del 
arte español. 
 
De esta forma, esta sección tiene en cuenta desde el 
fomento de imagen propagandística del régimen en foros 
internacionales hasta las Exposiciones Nacionales y 
la creación de la Academia Breve de Crítica de Arte, 
dirigida por Eugenio D’Ors, Jefe del Servicio Nacional de 
Bellas Artes y Secretario perpetuo del Instituto de 
España, quién jugó un importante papel en la 
restauración cultural en la primera década del 
franquismo. 
 
De hecho, ya en 1938, cuando aún la Guerra Civil no había terminado, D’Ors presentó en la 
Biennale de Venezia la obra Mi familia, de Ignacio Zuloaga. La política oficial de ensalzar en el 
exterior la permanencia de la llamada escuela española, entendida como verdadera esencia 
artística nacional, tiene continuidad en exposiciones celebradas en Berlín (1942) y Buenos Aires 
(1947). En esta última se incluirían por primera vez, como coartada, nuevos nombres y tendencias 
ajenas a la ortodoxia académica, como Dalí. La idea central sería, en todo caso, la de recuperar la 
gran tradición de la llamada escuela española. 
 
También la recuperación de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes serviría para la fijación 
de un canon tradicionalista. En 1941, Julia Minguillón, con su obra Escuela de Doloriñas fue 
primera medalla de la sección de pintura de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1941, 
convirtiéndose en la primera mujer en conseguir este premio incluso a pesar de las connotaciones 
republicanas del tema, ya que representaba a un colectivo que había sido duramente 
represaliado: el de los maestros. 
 
 
Con la 
En esta zona figuran, además de bodegones y 
naturalezas muertas, otros autores como 
Santos Yubero con su reportaje sobre el 
regreso los cuadros del Museo del Prado desde 
el exilio, las figuras impresionantes de Los 
Atletas, del pintor Luis Castellanos, los 
bodegones de Ucelay, el Autorretrato de un 
joven pintor de Cirilo Martínez Novillo, el 
retrato de Eva del ya entonces consagrado 
Daniel Vázquez Díaz, el lienzo Dos hermanas 
de Caballero, o la pintura de temática marina y 
ambientes fantásticos de Urbano Lugrís. 
Todos ellos muestran, de distinto modo, el lugar 
del nuevo clasicismo, de matiz italiano o 
alemán, en el contexto español. 
 
Por otro lado, el eclecticismo caracteriza también la Academia Breve de Crítica de Arte dirigida 
desde 1942 en Madrid por D’Ors, que se desenvuelve entre el ambiente privado de la galería 
Biosca y el amparo oficial del Museo de Arte Moderno, cuyo patronato preside él mismo. Sus 
elitistas Salones de los Once esbozan una genealogía de la modernidad española que parte de 
los clasicismos, casticismos y vanguardias de la Barcelona del 1900 e incluye y relaciona entre sí 
a autores como Solana, Ferrant, Oteiza, Villá y Tàpies, entre muchos otros. 
 
El Salón de 1949, por ejemplo, reúne Parafaragamus, de Antoni Tàpies, con el Retrato del 
Embajador Cárdenas, de Salvador Dalí. El primero se inspira en el espacio de una checa de 
Barcelona para crear una imagen onírica. El segundo, ya presentado en la exposición oficial de 
arte español celebrada en 1947 en Buenos Aires, es una aleación de lo español con lo 
internacional, de la historia con el presente. El Escorial y los personajes centrales de La rendición 
de Breda de Velázquez, al fondo, crean el contexto adecuado para representar al embajador 
español en la Francia de Pétain, que posteriormente intervendría en la firma de los tratados 
hispano-norteamericanos de 1953. 
 
 
 Campo y ciudad 
 
Ocupando cuatro salas, este es el núcleo de la exposición, 
en el que se contrapone la construcción de un ideal rural, 
entre el sueño mitológico y las estrictas necesidades de un país 
autárquico que busca la autosuficiencia, con la difícil 
supervivencia en un entorno urbano deteriorado material y 
moralmente. 
 
En el caso del campo, la pintura de paisaje, tópicamente 
considerada una de las principales vías de renovación plástica 
de la época, se contextualizará en una omnipresente campaña 
de reinvención de la tradición rural española. Así, en las salas 
dedicadas a esta temática, se encuentra una de las primeras 
series del pintor Josep Guinovart, unos óleos titulados El Blat 
(El trigo). Otras obras de temática campesina son las acuarelas 
de José Guerrero y los óleos de Joan Brotat, que muestran 
las labores de la tierra, La jaula o Membrillos colgando de 
Godofredo Ortega Muñoz, o el óleo y las acuarelas de Benjamín Palencia, que hablan de la 
desolación de un país en ruinas, de una guerra aún no superada, de una niñez como modelo de 
pureza en tiempos del nacionalcatolicismo. 
 
 
Con la 
Una de las más importantes piezas de estas salas es el óleo de Juan Manuel Díaz Caneja de 
1948, Iban a comunicar, donde aparece una familia dirigiéndose a la cárcel del pueblo para 
comunicarse con sus seres queridos, que han sido represaliados. Esta obra y Cárcel de Aurelio 
Suárez, un extraño paisaje de raíz surrealista, ofrecen muestras de una resistencia al menos a 
olvidar las cicatrices de la guerra. 
 
Aparte, en esta zona se revisan a través de maquetas y fotos dos proyectos centrales para la 
recuperación del campo español a través de nuevas poblaciones: la maqueta y las fotos de 
Torres Molina sobre una nueva barriada de Almería y los idealizadores reportajes fotográficos de 
Kindel de dos poblados de colonización, San Isidro de Albatera, en Alicante –levantado sobre un 
campo de concentración-, y Esquivel, en Sevilla. 
 
En Campo y Ciudad se explica también el ambiguo papel otorgado a la mujer por el régimen 
en el marco de la llamada Sección Femenina de Falange, que desde su fundación en 1934 a su 
desaparición con la muerte de Franco, lideró Pilar Primo de Rivera. Dos fotógrafos captan 
imágenes de las iniciativas de la Sección Femenina. Férriz atiende a los conjuntos de 
edificaciones de la granja escuela de San Isidro de las Rozas y Kindel a los telares, las clases de 
jardinería o cocina en una escuela de Aranjuez. El ideal de mujer para el franquismo debía ser 
modelado en sus actividades en el campo y en la ciudad. Por su parte los bodegones, el otro gran 
género considerado clave por la historiografía tradicional de la época, encontrarán también un 
nuevo significado en el marco de una cotidianidad marcada por la escasez. 
 
Dos salas nos muestran a continuación la vida en las ciudades 
españolas durante los primeros años del franquismo. Hay en 
ellas un tono melancólico, como de añoranza y de soledad. 
Añoranza por la vida sin heridas de antes de la guerra. Soledad 
por los que se fueron o fueron represaliados. De la mano de 
Otto Lloyd se ven fotografías de las calles de Barcelona y 
Santos Yubero enseña su crónica de acontecimientos de 
Madrid: romería, toros, salida de la iglesia, terrazas sin nadie, 
clases de corte y confección. Otro documento es el triste retrato 
madrileñista en El mercado del hambre. 
 
El tono de la vida en la ciudad recuerda el panorama de un país 
aislado y en ruinas al que le imponen, sin que apenas pueda 
olvidar la guerra, la doctrina del nacionalcatolicismo. Pero como 
prueba laedición clandestina de Pueblo Cautivo, con dibujos a 
pluma de Álvaro Delgado, algunos signos de resistencia 
sobrevivieron. Este hallazgo se rodea de otros materiales que 
sirven para enjuiciar la vida cotidiana. Por ejemplo, la cartilla de 
racionamiento, que atestigua la pertinacia de la escasez en la 
vida española. Por su parte, los dibujos de Manaut Viglietti y de 
José Robledano hablan de las cárceles y también, en 
contraste, hay sitio para las revistas humorísticas de gran 
difusión como La Codorniz, quizás el mayor neutralizador de la melancolía. 
 
El cine está presente en la sección Campo y ciudad con dos breves fragmentos de películas de la 
época: Boda en Castilla, de Manuel García Viñolas, y El último Caballo, de Edgar Neville. Dos 
carteles de la película Surcos, al comienzo, hacen también referencia al mensaje oficial del 
momento: el campo como Arcadia y la ciudad como infierno. 
 
 
 
 
 
 
Con la 
 La irrupción de lo irracional. El postismo. 
 
El primer intento de recuperar, a mediados de la década de los 
cuarenta, el espíritu de las vanguardias, fue posiblemente el 
postismo, un movimiento fundamentalmente literario pero con 
proyección plástica, de sentido muy ecléctico y creado en Madrid 
en 1945 por Carlos Edmundo de Ory, Eduardo Chicharro 
(hijo) y Silvano Sernesi. 
 
En una sala de la exposición se recorre su historia desde los 
alcances y linajes de sus fundadores a la influencia que 
muestran variadas obras de la siguiente década en España. 
 
Aludiendo a Max Ernst, Giorgio de Chirico y Kandinsky como 
precedentes, entre la obra postista presente en la muestra se 
hallan collages y dibujos de Francisco Nieva y Carlos 
Edmundo de Ory, fotografías de Gregorio Prieto y Fabio 
Barraclough, así como pinturas de Nanda Papiri. Desde el punto 
de vista plástico, la obra de Nanda Papiri quizá sea la más sugerente del Postismo. Cabe realizar 
aquí un inciso y destacar en el papel de las mujeres que comenzaron tímidamente a hacer 
propuestas y a luchar por ganar un espacio propio en una época poco propicia para ello. Mujeres 
de destinos políticos, sociales e intelectuales muy diversos que, desde el antifranquismo en el 
exilio de Maruja Mallo, Remedios Varo y Manuela Ballester, o desde posiciones de otras que se 
quedaron como Julia Minguillón o Dehly Tejero, se alzaron contra el rol que el régimen tenía 
asignado a la mujer como esposa y madre. 
 
La agitación lúdica de los postistas se puede observar en ejemplares de varias revistas (Postismo, 
La Cerbatana, El pájaro de paja), catálogos (el de la Exposición Postismo en Madrid o el de 
Pintura Moderna y Postismo, en Zaragoza en 1948), manifiestos y abundante correspondencia de 
un movimiento cuyo impacto puede rastrearse también en artistas y poetas de generaciones más 
jóvenes, como Saura o Juan Eduardo Cirlot, que a finales de la década se vincularían 
definitivamente a diversas formas al surrealismo. Igualmente, mediante documentos relacionados 
con Mathias Goeritz, se hace visible la conexión de este movimiento con otros núcleos como la 
Escuela de Altamira. 
 
 Intervalo teatral 
 
Territorio privilegiado para la experimentación y a la 
vez refugio de artistas que no querían o no podían 
aspirar a un papel muy visible en la escena artística, el 
teatro ocupa un papel central en la puesta en escena del 
nuevo régimen, a través de los actos políticos y 
culturales de masas y de la creación de los teatros 
nacionales después. 
 
Diversos autores, muchos de ellos partícipes de La 
Barraca y otras experiencias teatrales de la vanguardia 
de preguerra, son los principales escenógrafos del 
momento, con un lenguaje formal que participa de la 
ritualidad totalitaria, la iconografía surrealista y las 
recuperaciones folklóricas e historicistas, y que se difunde también a través del cine (Serrano de 
Osma, Magrané). Entre las ambiciosas experiencias del momento constan la radio urbana 
ensayada por Val del Omar (Circuito perifónico, 1940) o las representaciones en espacios 
urbanos. 
 
Con la 
 
Se representan aquí figurines y decorados de una época en la que penurias, exilios y censuras no 
impidieron que algunos escenógrafos y pintores hicieran trabajos modernísimos. La relación que 
une a la vanguardia del teatro de la República y estas experiencias de los cuarenta y principios de 
los cincuenta es clara. Aquí están José Caballero y Juan Antonio Morales, autores del cartel de 
Yerma, con bocetos de escenografía el primero y con los figurines de El cartero del rey el 
segundo. 
 
Está también Victorina Durán, que se fuera al exilio con Margarita Xirgú y regresara en 1949. Es 
una importante colaboradora en el montaje de Don Juan Tenorio de Salvador Dalí, a quien el 
noticiero NO DO muestra en el reportaje Un pintor español y del que se puede ver la proyección 
de unos minutos de la función del Tenorio en el teatro María Guerrero de Madrid en 1949. 
 
Están presentes también los figurines de Santiago Ontañón, amigo de Federico García Lorca y 
escenógrafo de Bodas de sangre, para la versión de Rafael Alberti del clásico cervantino, 
Numancia; los que hiciera Emilio Burgos para El gran teatro del mundo de Calderón de la Barca 
o los diseñados por Víctor Cortezo una obra de teatro de ciencia ficción que Agustín de Foxá 
titularía Otoño del tres mil seis. 
 
 Exilios 
 
El exilio republicano articula una de los apartados más relevantes 
en el discurso de Campo Cerrado sobre la posguerra española y en 
él se estudia una de las consecuencias más transcendentes de la 
guerra y de la posguerra: la expatriación de una parte de la cultura 
española y el penoso exilio interior de otra. 
 
Tres salas con obras, publicaciones, fotos y hasta la voz de Miguel 
Molina recuerdan el drama de los exiliados. Josep Renau, con 
Paisaje valenciano, y Alberto Sánchez, con dos acuarelas de 1945 
que describen un paisaje ruso y otro español, hablan de los que se 
fueron y reprodujeron España desde la memoria. Hermenegildo 
Lanz, en sus delicados trazos, dibujó la casa granadina de Manuel 
de Falla tal y como el músico la dejó. Lanz, salvado del 
fusilamiento por el propio Falla al interceder ante el escritor 
falangista José María Pemán, fue condenado al ostracismo. 
 
También se muestran trabajos de Manuel Ángeles Ortiz, librado 
de los campos de refugiados del sur de Francia por la intervención 
de Picasso, Remedios Varo (Alegoría del Invierno), Eugenio 
Granell, Luis Seoane, Francisco Bores, Julio González, Baltasar Lobo y dos óleos de Maruja 
Mallo, Una Naturaleza Viva y Cabeza de mujer negra. 
 
Pablo Ruiz Picasso ocupa, asimismo, un espacio que refleja las múltiples perspectivas de su 
figura en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX español. Aclamado por los grandes museos 
internacionales e ignorado por las instituciones españolas, Picasso toma un posicionamiento 
frente al franquismo que se hace evidente tanto en su obra como en su biografía. Picasso resulta 
un referente fundamental para el exilio republicano y aquí se revisa su posicionamiento 
personal en esos años con la dramática Femme asise au fauteuil gris, un óleo que terminó el 
mismo día de la capitulación de la República y en el que se cruzan la muerte de la madre del 
pintor, el final de la guerra con la derrota y las dos mujeres de su presente (Dora Maar y Marie-
Thèrése Walter) y que evoca al Guernica. 
 
A su vez, dos Tête de Mort (una en bronce y cobre, otra en papel rasgado) concentran toda la 
intensidad de la guerra en el gesto del Picasso escultor. De su etapa vitalista en Cap d´Antibes se 
 
Con la 
muestran unas litografías, dos faunos, y diversa documentación (fotos, catálogos, libros) que 
retrata a un Picasso omnipresente a nivel internacional. 
 
Otra sala de este apartado está reservada para seis litografías de la serie Barcelona de Joan 
Miró. A diferencia de Picasso, Miró vuelve a Mallorca en 1942, y se instala en 1944 en Barcelona. 
Allí realiza la deslumbrante serie de grabados de Barcelona, que atestigua su preocupación tantopor la situación española como por el contexto europeo antes de que acabase la segunda guerra 
mundial. A pesar del sigilo de su presencia, pronto se convierte en referencia para jóvenes artistas 
que buscan nuevos caminos artísticos como forma de canalizar una difusa oposición al régimen. 
 
 
 Arquitecturas 
 
En el paso de la década de los cuarenta a la de los 
cincuenta, la arquitectura actuó como emblema de la 
imagen de modernización del país ansiada por el 
régimen, y ayudó a impulsar la renovación plástica que 
se venía gestando sobre las bases de la recuperación de 
la modernidad anterior a la guerra civil. 
 
En este apartado se advierte de nuevo la importancia del 
regreso de Miró y su papel en el rescate de las 
vanguardias históricas con algunas iniciativas, que directa 
o indirectamente, recibieron su impacto. Una de ellas es la 
reforma del hoy inexistente Cine Dorado, construido en Zaragoza en 1949, tratado aquí como 
caso de estudio que sirve como puente los últimos capítulos de la exposición. 
 
Esta área da cuenta también del pabellón español de la IX Trienal de Milán de 1951, que significó 
un cambio en la gestión de las representaciones de la cultura del franquismo en el exterior y 
constituyó el primer éxito del régimen en foros internacionales: ya no sería una muestra 
tradicionalista, sino que se propondría un discurso actual en que coincidieran la artesanía popular, 
el arte románico y lo más reciente en la vanguardia. 
 
José Antonio Coderch, que fuera también uno de los fundadores del Grupo R, donde se 
asociaron los más renovadores arquitectos catalanes de la época, es el autor del proyecto del 
Pabellón. Y a cargo de la selección de artistas estuvo Rafael Santos Torroella, poeta, crítico, 
coleccionista, impulsor de Miró y editor de Cobalto, una plataforma que publica y organiza todo lo 
relacionado con el arte más nuevo. Ambos quebraron la vieja imagen de la España de Franco 
llegando a incluir hasta un pequeño Homenaje a García Lorca en el Pabellón, libro ilustrado por 
Josep Guinovart. 
 
La representación española fue alabada entonces por la modernidad de los espacios del Pabellón, 
la relevancia de su contenido artístico, como las obras de Ángel Ferrant, y por cómo dialogaba 
con la artesanía popular o el románico. Una serie de fotografías, de los Archivos de Santos 
Torroella y de Coderch, permiten ver el Pabellón en sus detalles. 
 
En este mismo contexto de la arquitectura española de los cincuenta, uno de los proyectos más 
notables fue el de la Basílica de Arantzazu, en Oñati (Navarra). La idea y construcción de esta 
iglesia entre 1950 y 1955 implica a algunos de los principales artistas vascos como Eduardo 
Chillida, Néstor Basterretxea o Jorge Oteiza, junto a los arquitectos Laorga y Saenz de Oíza. 
 
De la obra de Oteiza, premiada también en la IX Triennale de Milán de 1951, esta sala ofrece 
diversas etapas en la creación de la fachada de la basílica. Desde la descripción de la idea, 
pasando por trabajos en bronce y en mármol, una fotografía en las que se ve el friso instalado 
finalmente, ya en 1969. La Basílica de Arantzazu estuvo envuelta en la polémica desde el inicio, 
 
Con la 
por los desencuentros con la curia, con el gobierno y por dar cuerpo a un espacio espiritual de 
resistencia identitaria y de renovación artística. Su importancia continúa hoy por ser ejemplo 
moderno en el que se cruzan el arte y la arquitectura sacros. 
 
En esta misma sala aparecen otros dos proyectos que en los primeros cincuenta articulan formas 
nuevas en arquitectura como el Instituto Laboral de Daimiel, de Fisac, o la Cámara de Comercio 
de Córdoba, de Rafael de La Hoz y Jose María García de Paredes. 
 
 Primitivo, mágico, oscuro 
 
El alemán Mathías Goeritz, instalado en Madrid después 
de la Segunda Guerra Mundial y en contacto con Ferrant, 
los postistas, las galerías Clan, Palma o Buchholz y la 
Galería Breve de d’Ors, queda impresionado en 1948 
con las pinturas rupestres de Altamira y propone la 
creación de una Escuela que aunase lo primitivo con lo 
nuevo para reactivar el arte de vanguardia en España. 
 
Aunque Goeritz interesa con su proyecto a las 
autoridades y a D´Ors, que propicia su entrada a la 
Academia Breve de Crítica de Arte, finalmente emprende 
viaje hacia Guadalajara (México), en cuya universidad 
había sido invitado a impartir clases. 
 
Sin embargo, los intelectuales santanderinos Gullón y 
Beltrán de Heredia llevan a cabo la idea. Su concepto de lo nuevo resulta desactualizado en el 
contexto internacional, pero la Escuela de Altamira revive la aspiración de universalidad de la 
modernidad de preguerra, atrayendo a artistas internacionales a Santander y fomentando un clima 
de discusión estetica sobre lo primigenio que resuena en grupos como Dau al Set en Barcelona, 
Pórtico en Zaragoza o Ladac en Canarias. Ya sin la presencia de su máximo impulsor, se inician 
las Semanas Internacionales de Arte Contemporáneo. Son citas en las que las exposiciones, 
conferencias y publicaciones conforman un clima de encuentro y creación. 
 
En esta sala se puede ver obra en papel de Mathias Goeritz y su boceto para un cartel de las 
cuevas. También el único número de la revista Bisonte, publicación de la Escuela, así como los 
Dibujos Móviles de Ángel Ferrant, en los que el escultor investigaba en esos años la posibilidad de 
introducir el movimiento en la escultura. 
 
En cuanto al grupo Dau al Set (Dado en el siete), fundado en Barcelona en 1948, constituye una 
de las vanguardias de la posguerra española de mayor calado en su época. De alguna forma 
entronca con el surrealismo anterior y lleva el germen del informalismo hacia el que derivarían 
posteriormente algunos de sus integrantes, como Antoni Tàpies, Modest Cuixart o Joan-Josep 
Tharrats. 
 
La primera etapa, hasta el año 1951 en que Tàpies se repliega a su obra personal, el grupo es 
modelado por las figuras del poeta Joan Brossa, del pintor Joan Ponç y del crítico y poeta Juan 
Eduardo Cirlot. La notable influencia de la revista del movimiento en variados ámbitos culturales 
le convertiría en un foco irradiador de tendencias novedosas y fustigador de lo retrógrado. La 
documentación que aquí se presenta (catálogos, revistas y libros -poemas de Brossa o ensayos 
de Cirlot sobre Miró o Gaudí-) sirve de muestra de las actividades del grupo. La obra de sus 
principales representantes obliga a atender al mundo del inconsciente freudiano, de la magia, del 
azar y del jazz, música que llegaría a ser signo de cambio y libertad en la Barcelona de los 
primeros años 50. Eso deja claro el cartel de Cuixart para un concierto del saxofonista Willie 
Smith. 
 
 
Con la 
En la Barcelona de finales de los cuarenta se producen también iniciativas como los Salones de 
Octubre, cuya primera edición tiene lugar en 1948 (con destacada presencia de Tàpies o 
Mercadé), que suponen un importante intento de reactivación de los foros de exposición pública y 
de promoción del arte moderno. Son también los años en que inician su trayectoria en la misma 
ciudad los Ciclos Experimentales de Arte Nuevo o los Salones de Jazz, y en los que galerías de 
ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o Bilbao registran un claro incremento de actividades 
de claro signo renovador. 
 
 
 Apropiación oficial de lo moderno 
 
A comienzos de los cincuenta el régimen 
franquista oficializa su posición de apoyo 
institucional a la modernidad para mejorar su 
imagen en el marco de la Guerra Fría. Tras el 
éxito en la IX Trienal de Milán, el 12 de octubre de 
1951, día de la Hispanidad y coincidiendo con el 
quinto centenario de Isabel la Católica, se 
inaugura la I Bienal Hispanoamericana de Arte con 
importante presencia de arte no académico. 
 
Dicha Bienal se pensó como un acontecimiento 
cultural en que el régimen pudiese dar una imagen 
de apertura y de adaptación a los nuevos 
tiempos. Organizada por el Instituto de Cultura 
Hispánica, fue secretario el poeta Leopoldo 
Panero y tuvo, entre otras sedes, las delMuseo de 
Arte Contemporáneo –recién creado-, el Museo 
Arqueológico y las de los dos palacios del Parque 
del Retiro, hoy pertenecientes al Museo Reina Sofía. 
 
La Bienal ofrecía muestras de arquitectura, urbanismo, pintura, escultura, dibujo y grabado que 
reflejaran una España moderna y católica a un tiempo. Pero ya no se podía presentar la 
monolítica visión del primer franquismo. Ya no se estaba en la posguerra y se perseguía aminorar 
el aislamiento en que había quedado el país. Esta tímida apertura permite que se opongan 
tendencias y generaciones entre los seleccionados. Benjamín Palencia y Daniel Vázquez Díaz 
son premiados, pero resulta notable asistir al debate figuración-abstracción gracias al encuentro 
entre las anteriores promociones y los jóvenes de la vanguardia. 
 
Este debate, de connotaciones tanto estéticas como políticas, 
actuó como telón de fondo de la polémica apropiación oficial 
de la modernidad producida a comienzos de los cincuenta, 
cuando el país deseaba hacer más explicito el final del 
bloqueo internacional. Como al inicio de la década de los 
cuarenta, y cerrando el círculo de la exposición, este 
controvertido fenómeno ponía de manifiesto el deseo de 
explotar, desde los estamentos políticos, la imagen 
proyectada por las artes plásticas. 
 
En esa línea, en agosto de 1953, el año de los tratados 
hispano-norteamericanos, el arquitecto Fernández del Amo, 
director del Museo de Arte Contemporáneo, organizó el 
Congreso de Arte Abstracto de Santander. Este evento 
estuvo acompañado de una Exposición Internacional de Arte 
Abstracto y supuso el reconocimiento por el franquismo de las 
 
Con la 
tendencias más recientes y polémicas, y sirvió de punto de encuentro a algunos de los artistas 
que cuatro años después fundan el grupo El Paso, epítome de la pintura informalista española de 
los cincuenta: Millares, Rivera y Saura. 
 
Aunque en Europa la abstracción informalista emerge como reacción expresiva a la crisis moral de 
1945, en España aparece casi una década más tarde. Tachada de escapista y romántica por 
sectores de la izquierda, será justificada y desactivada por críticos y políticos franquistas como 
muestra del anhelo de trascendencia espiritual de lo moderno y como síntoma de la pervivencia 
de la esencia española en el arte moderno. Algunos artistas representados en esta sección son 
Sempere, Ferreira, Palazuelo, Millares, Saura o Rivera. 
 
 
Catálogo 
Con motivo de la muestra se ha editado una publicación que forma parte del proceso de 
investigación del proyecto. Con ensayos de Jordana Mendelson, Maria Dolores Jiménez-Blanco y 
Timothy J. Clark, incluye 15 secciones temáticas basadas en textos de la época, seleccionados e 
introducidos por Miguel Cabañas, Óscar Chaves, Timothy Clark, Julián Díaz Sánchez, Ignacio 
Echevarría, Ángel Llorente, Dolores Jiménez-Blanco, Jordana Mendelson, Alex Mitrani, Patricia 
Molins, Idoia Murga, Alina Navas, Rosario Peiró, Juan Pérez de Ayala, María Rosón, José Luis 
Sánchez Noriega, Leticia Sastre, y Genoveva Tusell. 
 
 
 
 
 
 
 
 
DATOS DEL FTP DE LA EXPOSICIÓN PARA LA DESCARGA DE MATERIAL GRÁFICO Y 
MULTIMEDIA: 
 
ftp://195.57.163.16 
 
Usuario: CampoCerradoExpo 
Contraseña: 963CSJ507 
 
 
 
 
Para más información: 
GABINETE DE PRENSA 
MUSEO REINA SOFÍA 
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