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Revista-Libertador-8-Estrellas-N-1

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República bolivaRiana de venezuela centRo de estudios simón bolívaR año 1 - n° 1 - 2020
LIBERTADOR
Ocho Estrellas
pensamiento - historia - política - memoria - filosofía
* * * * * * * *
El Decreto de Guerra a Muerte Juan Antonio Calzadilla Arreaza 6
El triunfo diplomático de Bolívar en el camino a la independencia Manuel E. Carrero Murillo 22
Memorias del General O’leary. Narración sobre los acuerdos de Santa Ana 44 
5 22 32 50
República bolivaRiana de venezuela
pRoducción y edición: Centro de Estudios Simón Bolívar
equipo de tRabajo: Pedro Calzadilla Pérez, Rosario Soto, Alejandro López, Simón Sánchez, Carlos Ortiz, Rossana Álvarez y Mauricio Vilas
diseño: Alejo / poRtada: » Les Bolivar et les Morillos. Caricatura de sainete presentado en París, 1820. Biblioteca Nacional de Francia
caRacas, venezuela, diciembRe de 2020
© todos los deRechos ReseRvados
instagram y twitter: @centro_sbolivar
youtube y faceboook: centro de estudios simón bolívar
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—3
Editorial 5
El Decreto de a Guerra Muerte Juan Antonio Calzadilla Arreaza 6
Bolívar defendió la unión como garantía 
de la libertad suramericana Jonathan Montilla 13
T e m a c e n t r a l
El triunfo diplomático de Bolívar en el camino 
a la independencia Manuel E. Carrero Murillo 22
Bolívar y Morillo firmaron un tratado de paz en Trujillo que auguraba 
el reconocimiento de la república Sergio Rodríguez Gelfenstein 28
Paz por Independencia Alejandro M. López R. 32
Memorias del General O’leary. Narración sobre los acuerdos de Santa Ana 44
Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra Documentos 50
El Libertador en libros Publicaciones del Centro de Estudios Simón Bolívar 63
República bolivaRiana de venezuela centRo de estudios simón bolívaR año 1 - númeRo 1 - 2020
LIBERTADOR
Ocho Estrellas
pensamiento - historia - política - memoria - filosofía
* * * * * * * *
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—4
«poR tanto, nosotRos no debemos ofReceR más que la paz en 
Recompensa de la independencia. esta paRa nosotRos nos tRae 
todas las bendiciones del cielo, y aquélla paRa los españoles 
es una fuente de inmensas pRospeRidades futuRas.»
el libeRtadoR simón bolívaR al geneRal caRlos soublette. 19 de junio de 1820
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—5
En ocasión de los doscientos años de los Tratados de Ar-
misticio y Regularización de la Guerra, suscritos entre la 
República de Colombia y el reino de España los días 25 y 
26 de noviembre de 1820, el Centro de Estudios Simón Bo-
lívar (CESB) presenta esta nueva edición de Libertador 8 
estrellas. 
Abrimos este número con dos temas que resultan esencia-
les para la comprensión de los antecedentes históricos y 
políticos de este acontecimiento bicentenario. El Decreto 
de Guerra a Muerte, emitido por el Libertador Simón Bo-
lívar el 15 de junio de 1813, es analizado por el filósofo Juan 
Antonio Calzadilla Arreaza, quien invita a estudiar esta pro-
clama, tomando en consideración la retaliación impuesta 
por Domingo Monteverde, tras la firma de la capitulación 
en San Mateo, el 25 de julio de 1812, y la participación de 
criollos en la causa realista. El segundo punto, relacionado 
con la República de Colombia creada en 1819, es abordado 
por el historiador Jonathan Montilla A., en el trabajo titula-
do Bolívar defendió la unión como garantía de la liber-
tad suramericana, donde evalúa a la nación colombiana 
como la expresión de una nueva formación sociopolítica, 
merecedora del respeto y el reconocimiento internacional. 
En cuanto al inicio, desarrollo y culminación del proceso 
de negociación que derivó en la firma de los acuerdos de 
paz en Trujillo, presentamos una serie de artículos que in-
vitan a la reflexión sobre esta decisiva victoria política de 
las fuerzas patriotas colombianas. En el primero, titulado 
El triunfo diplomático de Bolívar en el camino a la in-
dependencia, el historiador Manuel E. Carrero Murillo 
aborda la convulsa situación generada por el movimiento 
liberal en España y señala el valor del planteamiento estra-
E d i t o r i a l
BOLívAR, LíDER DE pAz
* * * * * * * *
tégico y militar del Libertador. Le sigue el ensayo Bolívar 
y Morillo firmaron un tratado de paz en Trujillo que 
auguraba el reconocimiento de la república, del inter-
nacionalista Sergio Rodríguez Gelfenstein, quien destaca 
la importancia de los Tratados, considerados pioneros del 
Derecho Internacional en América y determinantes en el 
proceso de humanización de un conflicto armado carac-
terizado por su extrema violencia. En Paz por Indepen-
dencia, el historiador Alejandro M. López R. reúne una 
selección de documentos y comentarios que nos acercan a 
las ideas, análisis y decisiones del Libertador durante un 
período crucial, comprendido entre marzo y noviembre 
de 1820. Ese texto se complementa con la Narración del 
general Daniel Florencio O’Leary, quien fue testigo de los 
hechos y aporta datos inestimables para el entendimiento 
de esta gesta, única en el contexto de la Revolución Inde-
pendentista de las colonias españolas en América. Para dar 
cierre a esta sección se incluyen las versiones transcritas 
y actualizadas de los Tratados, que se reafirman con el en-
cuentro entre el Libertador y Pablo Morillo en la ciudad de 
Santa Ana, el 27 de noviembre de 1820. 
 Finalmente, invitamos a las lectoras y lectores a 
descargar y compartir las novedades editoriales del CESB, 
que han sido destacas en el apartado El Libertador en li-
bros. La divulgación universal del pensamiento de Bolívar 
y la contribución al estudio de su tiempo histórico cobran 
una significativa pertinencia actual, en momentos cuando 
Venezuela lucha por mantener vigentes los principios de 
soberanía y libertad. Hace dos siglos fundamentaron nues-
tra identidad como Nación y hoy marcan el camino hacia la 
mayor suma de felicidad posible. 
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—6
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—7
El Decreto de Guerra a Muerte
* * * * * * * *
“ameRicanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables”
Juan antonio calzadilla arreaza*
la gueRRa a mueRte eRa la Respuesta a 
la feRocidad de la RepResión española. 
el méRito del bRigadieR simón bolívaR, 
pRocedente de cúcuta con tRopas 
gRanadinas, consistió en daRle un 
planteamiento estRatégico, militaR y político, 
en su lucha poR la libeRación de venezuela. 
la gueRRa a mueRte fue la munición 
psicológica de la campaña admiRable.
» Batalla de Araure (Detalle). Tito Salas (1927). Óleo sobre tela
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—8
Las atrocidades ejecutadas o propiciadas por el 
Capitán de Navío de origen canario Domingo 
de Monteverde, al encabezar la contrarrevolución 
en Venezuela en 1812, han resultado quizás mini-
mizadas a lo largo de la memoria por las de José 
Tomás Boves. 
Monteverde no sólo defraudó la capitulación 
aceptada por Miranda, violando todas las garan-
tías ofrecidas y aun usándola como argumento 
para nuevas persecuciones (se persiguió a patrio-
tas o sospechosos de serlo bajo el cargo de irres-
petar los términos de dicha capitulación). Monte-
verde llamó “monstruos” a los revolucionarios y, 
al momento de ser reconocido por las autoridades 
superiores como Capitán General y Gobernador 
de Venezuela, antepuso a la liberal Constitución 
de Cádiz, recién promulgada en la Península, la 
“ley de la conquista” en el trato con los america-
nos insurrectos. 
Son célebres las “listas de sospechosos” con que 
se rastrillaron las ciudades patriotas y se atibo-
rraron los calabozos donde miles murieron por 
hacinamiento. Estaban bajo sus órdenes y conta-
ban con su licencia hombres sanguinarios como 
Antoñanzas, Zuazola, Cervériz, Martínez y Rose-
te, cuyas crueldades aún son recordadas. Monte-
verde, aunque no obrara por instrucciones direc-
tas del poder español –en situación deambiguo 
suspenso a causa de la ocupación napoleónica–, 
encarnó, con la ferocidad y arbitrariedad de los 
antiguos conquistadores, la represión de España 
contra la independencia americana. 
Esa represión fue sangrienta y traicionera, y pudo 
haber sembrado la ira en el espíritu de comba-
tientes patriotas como Antonio Nicolás Briceño 
(llamado por los españoles “El Diablo”), Juan 
Bautista Arismendi, Santiago Mariño y Simón Bo-
lívar. No se puede, pues, entender la proclama de 
Trujillo, mejor conocida como el Decreto de Gue-
rra a Muerte –emitida por el brigadier de la Unión 
neogranadina, Simón Bolívar, el 15 de junio de 
1813–, fuera del contexto de la salvaje represión 
monárquica, o contrarrevolucionaria, que inten-
tó extirpar un proceso de independencia marcado 
por un notorio espíritu civilista y legalista. Tam-
poco es comprensible este decreto –que ha sido 
calificado como violento e incendiario por varios 
historiadores– al margen del inquietante fenó-
meno del apoyo nativo a la causa realista.
Los mestizos venezolanos, y hasta los esclavos, 
abrazaban la causa de sus opresores históricos, 
arrastrados por el frenesí de la revuelta reaccio-
naria. La guerra a muerte no era, pues, una idea 
sólo de Bolívar. Briceño, Mariño, Arismendi y 
otros, la sentaron como divisa en su lucha de re-
sistencia y sus esfuerzos de contraofensiva frente 
a los realistas. La guerra a muerte era la respuesta 
a la ferocidad de la represión española. El mérito 
del brigadier Simón Bolívar, procedente de Cú-
cuta con tropas granadinas, consistió en darle un 
planteamiento estratégico, militar y político, en 
su lucha por la liberación de Venezuela. La guerra 
a muerte fue la munición psicológica de la Cam-
paña Admirable.
*Filósofo, historiador y escritor. Es miembro fundador del Centro Nacional de Estudios Históricos y de la revista Memorias 
de Venezuela. Ha sido reconocido como Maestro Honorario por la Universidad Nacional Experimental de las Artes en el año 
2015. Sus estudios sobre el pensamiento y vida de Simón Rodríguez, son referencia dentro y fuera de Venezuela. Una de 
sus obras fundamentales es El Libro de Robinson, reconocido con el premio del Centro Nacional del Libro en el año 2006.
1 Este artículo fue publicado por primera vez en la revista Memorias de Venezuela N°10, editada por la Fundación Centro 
Nacional de Historia, en agosto del año 2009. 
E l D e c r e t o d e Guerra a Muerte
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—9
e l d e c R e t o d e g u e R R a a m u e R t e
» Firma del Decreto de Guerra a Muerte. Iván Blesky (1960). Casa Museo Cristóbal Mendoza, Trujillo.
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—10
Bolívar define con perfecta claridad al enemigo 
de la Patria instaurando tanto una polarización de 
los orígenes como una de los partidos. El origen 
garantiza la vida de los americanos o venezolanos 
a pesar del partido (realista); el origen condena 
por sí solo a muerte a los españoles y canarios. 
Por su parte, el partido no condena a muerte a los 
americanos, absolutamente inocentes a pesar de 
sus culpas. Pero el partido (patriota) es capaz de 
garantizar la vida de los españoles y canarios a pe-
sar del origen. Hispanos y americanos, realistas y 
patriotas, se articulan y permutan en la balanza 
de la vida y la muerte. Los americanos poseen una 
inocencia absoluta por el solo origen.
Los hispanos gozan de una inocencia relativa, o 
condicionada, por el partido adoptado. Las dife-
rencias polares se anulan en la unidad de la Patria 
y los españoles y canarios se hacen compatriotas 
para ser “reputados y tratados como americanos”. 
Un español que abraza la causa de América no 
sólo salva la vida sino que se vuelve americano, 
adquiriendo una “igualdad ficticia o política”, 
para usar palabras del Discurso de Angostura. Lo 
que diferencia radicalmente el Decreto de Guerra 
a Muerte de un llamado a la “limpieza étnica” es 
el complejo juego de atenuación y conversión que 
propone, trocando la idea de la guerra a muerte 
en un sistema lógico-político de diferenciación e 
identidad nacional.
La proclama de Trujillo, más que una condena 
a muerte, es una amnistía general a todos los 
miembros, por origen o por elección, de la patria 
americana. Si tuvo éxito pragmático o no, co-
rresponde a otro análisis, pero como documento 
político-militar nos revela la sutileza y la nobleza 
del pensamiento estratégico del Libertador. En 
1816, pasado el momento que, a su criterio, la 
justificaba, Bolívar suspenderá unilateralmente 
la guerra a muerte, proclamando el 6 de julio: “La 
guerra a muerte que nos han hecho nuestros ene-
migos, cesará por nuestra parte; perdonaremos 
a los que se rindan, aunque sean españoles […] 
ningún español sufrirá la muerte fuera del campo 
de batalla”.
DECRETO DE GUERRA A MUERTE
15 de junio de 1813
Simón Bolívar, Brigadier de la Unión, general en Jefe de loS eJércitoS del norte,
 liBertador de venezUela
A sus conciudadanos.
Venezolanos:
Un ejército de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaros, y ya 
lo tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las provincias de Mérida 
y Trujillo.
Nosotros somos enviados a destruir a los españoles, a proteger a los americanos y a establecer los gobiernos 
republicanos que formaban la Confederación de Venezuela. Los estados que cubren nuestras armas, 
 no hemos podido veR con indifeRencia las aflicciones que os hacían expeRimentaR los báRbaRos españoles, 
que os han aniquilado con la Rapiña y os han destRuido con la mueRte; que han violado los deRechos sagRados 
de las gentes. 
E l D e c r e t o d e Guerra a Muerte
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—11
están regidos nuevamente por sus antiguas constituciones y magistrados, gozando plenamente de su 
libertad e independencia; porque nuestra misión se dirige a romper las cadenas de la servidumbre, que 
agobian todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, a 
que el derecho de la guerra podría autorizamos.
Tocados de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experi-
mentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte; 
que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados 
más solemnes; y en fin, han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la 
más espantosa desolación. Así, pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. 
Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de 
sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha 
de nuestra ignominia y mostrar a las naciones del universo que no se ofende impunemente a los hijos 
de la América.
A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, 
aun, a abrirles por la última vez una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir entre 
nosotros pacíficamente, si detestando sus crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros 
a la destrucción del gobierno intruso de la España y al restablecimiento de la República de Venezuela.
Todo español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa por los medios más activos y eficaces, 
será tenido por enemigo y castigado como traidor a la patria, y por consecuencia será irremisiblemente 
pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto general y absoluto a los que pasen a nues-
tro ejército con sus armas o sin ellas; a los que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos que se están 
esforzando por sacudir el yugo de la tiranía. Se conservarán en sus empleos y destinos a los oficiales de 
guerra y magistrados civiles que proclamen al gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una pala-
bra, los españolesque hagan señalados servicios al estado serán reputados y tratados como americanos.
Y vosotros, americanos, que el error o la perfidia os ha extraviado de la senda de la justicia, sabed que vues-
tros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima persuasión de 
que vosotros no podéis ser culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia en que os han tenido hasta el 
presente los autores de vuestros crímenes, han podido induciros a ello. No temáis la espada que viene 
a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte vuestros verdugos. Contad con 
una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de americanos será vuestra 
garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a protegeros, y no se emplearán jamás contra uno 
solo de nuestros hermanos.
Esta amnistía se extiende hasta los mismos traidores que más recientemente hayan cometido actos de felonía; 
y será tan religiosamente cumplida que ninguna razón, causa o pretexto será suficiente para obligarnos 
a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos que nos deis para exci-
tar nuestra animadversión.
Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de 
la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.
Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813.
* * *
e l d e c R e t o d e g u e R R a a m u e R t e
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—12
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—13
* Historiador y profesor de la Universidad Nacional Experimental de las Artes. Se desempeñó como Secretario Ejecutivo del Centro Internacional Miranda, 
adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria y como Director del Despacho del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. 
Ocupó la Dirección General de los Museos Bolivarianos y actualmente es investigador del Centro de Estudios Simón Bolívar.
La Ley Fundamental de la República de Co-
lombia, promulgada el 17 de diciembre de 
1819, fue el instrumento jurídico con el cual se 
crea la histórica Gran Colombia. Este proyecto 
político mantuvo unido el territorio que com-
prende actualmente a cuatro naciones latinoa-
mericanas. Fue decretado por el segundo Con-
greso Constituyente de Venezuela y representó 
el más firme esfuerzo por crear una gran nación 
y una identidad común en el marco de los proce-
sos independentistas del siglo XIX. El propósito 
de su máximo artífice, el Libertador, fue combi-
nar la fortaleza que da la unidad para sustentar la 
libertad de los pueblos que en ese momento aún 
buscaban consolidar su emancipación.
Una visión, un proyecto político
Buena parte de la historiografía ubica el origen 
del sueño de la unión de naciones hispanoame-
ricanas en el pensamiento y compromiso revo-
lucionario de Francisco de Miranda. También se 
ha intentado posicionar la idea de la dimensión 
indígena de una entidad común del continente, 
el Abya Yala. 
Bolívar defendió la unión como 
garantía de la libertad suramericana
* * * * * * * *
Donde este pensamiento se halla formulado con 
más precisión y de modo más consecuente es en 
la reflexión y la acción política del Libertador: 
“La reunión de la Nueva Granada y Venezuela 
es el objeto único que me he propuesto desde 
mis primeras armas”. Esas palabras fueron pu-
blicadas por el Correo del Orinoco el sábado 
18 de diciembre de 1819. Bolívar continúa así 
su argumento: “Es el voto de los ciudadanos de 
ambos países, y es la garantía de la libertad de la 
América del Sur... El tiempo de dar una base fija 
y eterna a nuestra república ha llegado”. 
Bolívar llamó Colombia a esa nueva República 
que nacía con la Ley Fundamental. Esta nueva 
nación se concretaría con las victorias patriotas 
de la Campaña Libertadora de la Nueva Granada. 
Este punto es fundamental, ya que el ejército pa-
triota estaba integrado por un disímil grupo de 
hombres con orígenes e identidades culturales 
distintas. Como sostiene Miguel Acosta Saignes, 
incluía indígenas, mestizos, antillanos, caraque-
ños y hasta legionarios británicos, entre muchos 
y muchas otras integrantes. Este ejército de ejér-
citos tenía también un variopinto componente 
Jonathan montilla a.* 
» Simón Bolívar, 1825. 
Grabado por C. G. Childs. 
Colección Museo 
Bolivariano
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—14
B o l í v a r d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o garantía de la libertad suramericana
de líderes y jefes militares, quienes habían ga-
nado su jefatura gracias a su carisma y valor en la 
lucha revolucionaria. 
He allí la empresa más importante por la que lu-
chó el Libertador: lograr una identidad común 
entre los distintos componentes del ejército, sus 
líderes, y dotarlo de un proyecto de unidad. Por 
lo regular se resalta que Bolívar expresó su idea 
visionaria de la unión de naciones en la Carta 
de Jamaica (1815), pero está presente en do-
cumentos anteriores. En el Decreto de guerra a 
muerte, de junio de 1813, Bolívar ya se dirigía a 
los venezolanos, colombianos y americanos con 
sentido de unidad. Para él la lucha por la libera-
ción distinguía dos bandos en pugna, el patriota, 
americano y colombiano, y un único enemigo, 
el español y canario; pero no cualquier español, 
sino aquel que no se uniera a la justa causa de la 
liberación americana.
Este sueño de unidad está planteado de manera 
más concreta en la Carta de Jamaica. En ella 
el Libertador distingue la necesidad de la unión 
de naciones americanas: “Yo deseo más que otro 
alguno ver formar en América la más grande na-
ción del mundo, menos por su extensión y rique-
zas que por su libertad y gloria”. Aquella nación 
ya vislumbraba la confederación entre los terri-
torios de Venezuela y la Nueva Granada.
Despertar la conciencia de unidad
Resalta la que quizás es la esencia de su proyecto 
político republicano más importante: despertar 
la consciencia del sentido de unidad de los ciu-
dadanos y las ciudadanas libres de esta región 
del mundo, de los americanos o hispanoame-
ricanos. “Nosotros somos un pequeño género 
humano, poseemos un mundo aparte…”, agrega.
La clave de la lucha y pensamiento de Bolívar se 
sustentaba en una doctrina que permitiera la au-
toafirmación identitaria del americano del sur, 
del hispanoamericano, como un género nuevo. 
A pesar de lo obvio que resulta este aspecto, dada 
la magnitud del proyecto político que significó la 
lucha por la independencia de cinco naciones, 
las reflexiones de Bolívar se centraron con fre-
cuencia en el reto que representaba la lucha por 
una nueva identidad. 
Habitualmente se centra el análisis de su obra 
y pensamiento en torno a la idea de la libertad, 
pero su proyecto político se proyectaba más 
allá, conciliando la justicia e igualdad. Bolívar, 
siguiendo a Simón Rodríguez, creía en un mun-
do nuevo después de la liberación. Habría que 
dotarlo con instituciones nuevas, adaptadas a la 
realidad americana y con el reto de formar nue-
vos ciudadanos. 
De ahí que su proyecto político identitario y por 
la unidad de los pueblos americanos esté aún 
pendiente. “Es más difícil, decía Montesquieu, 
sacar un pueblo de la servidumbre que subyugar 
a uno libre”, nos recuerda Bolívar. Según esto, y 
de acuerdo con lo planteado en el Discurso ante 
el Congreso de Angostura (1819), la educación, 
concebida en un nuevo poder moral, debía ser el 
pilar fundamental de la República.
Nace una nueva identidad
Con la idea de la República de Colombia se inau-
guraba así una entidad geopolítica nueva, pero 
también una identidad. El sueño de unidad se 
concretaría no solo con la declaración de una 
nueva nación, sino con la creación de aquellos 
ciudadanos que la defendieran. La idea de la 
gran nación por la que se luchaba y legislaba ase-
guraría que una vez ganada la lucha habría una 
patria grande que construir. 
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—15
b o l í v a R d e f e n d ió l a u n i ó n c o m o g a R a n t í a d e l a l i b e R t a d s u R a m e R i c a n a
Un decreto constituyente para 
un proyecto de liberación
Lo de antes conduce a discutir la naturaleza 
jurídica del decreto la Ley Fundamental de Co-
lombia. Fue un decreto legislativo, pero reque-
ría la aclamación popular. Precisamente en eso 
se empeñó el Libertador, tanto en el principio 
de la sanción por el Congreso Constituyente de 
Angostura como por el hecho de llevarlo como 
bandera de la liberación del ejército colombia-
no, que en adelante formalmente juntaría a ve-
nezolanos y neogranadinos.
Así lo expresó en su discurso ante el Congreso 
de Angostura el 12 de diciembre: “la unánime 
determinación de morir libres y de no vivir es-
clavos ha dado a la Nueva Granada un derecho a 
nuestra admiración y respeto”, entonces agrega 
la idea de la reunión de los dos pueblos: 
“...Su anhelo por la reunión de sus Provincias a 
las Provincias de Venezuela es también unáni-
me. Los Granadinos están íntimamente pene-
trados de la inmensa ventaja que resulta a uno y 
otro Pueblo de la creación de una nueva Repúbli-
ca, compuesta de estas dos Naciones”.
Seguidamente se formó una comisión legislati-
va cuya responsabilidad era establecer las bases 
jurídicas de la naciente República, que cinco 
días después, el 17 de diciembre, sancionó el 
Congreso de forma unánime como Ley Funda-
mental de la República de Colombia. Con ella se 
legitimaba la visión política del Libertador y de 
muchos hombres y mujeres que luchaban por la 
independencia. 
Donde quizás es más explícito este propósito de 
vincular pública, popular y patrióticamente el 
nacimiento de esta gran nación es en la carta que 
el Libertador escribió en Angostura a Francisco 
de Paula Santander el 20 de diciembre de ese 
año diecinueve. 
En ella asegura el carácter provisional de la Ley, 
que será luego sancionada tanto por los pueblos 
como por el Congreso de la nueva gran Nación, 
el Congreso de Villa del Rosario de Cúcuta, en 
1821: “Aunque este acto provisorio no está inves-
tido de todas las formalidades, y aunque todas 
las provincias libres de Cundinamarca no han 
concurrido a él…”. Más adelante agrega que a 
Santander le toca ser el ejecutor del decreto que 
llama a su país natal a una grandeza y dignidad 
que casi no puede percibir la imaginación más 
brillante, y hacer que los pueblos, ejércitos, 
corporaciones y municipalidades, la cumplan y 
ejecuten. Luego que el Congreso dé el reglamen-
to para la convocatoria de los representantes de 
Colombia en la Villa de Cúcuta, lo ejecutaré.
En estas palabras Bolívar sintetiza lo que será el 
sentido táctico de la creación de la República de 
Colombia, cuyos fundamentos, aunque aún por 
consolidar, se hallan en la dignidad de quienes 
luchan por la independencia. Para Bolívar esta 
unión aseguraba la grandeza en tanto dejaba 
atrás la perspectiva provincial de la lucha inde-
pendentista. 
La perspectiva geopolítica del Libertador
La Ley Fundamental de Colombia fue la cumbre 
de la estrategia del Libertador para sentar las 
bases políticas de la campaña de liberación. En 
un extremo debe ubicarse la nueva etapa que co-
menzó en Angostura en 1817. En el otro está la 
Campaña del Sur, que culminaría en Ayacucho 
en 1824 y en la máxima expresión de la integra-
ción regional en el Congreso Anfictiónico de Pa-
namá en 1826. 
Como ya se ha visto, la estrategia del Liberta-
dor consentía la unión de todos los ciudadanos 
bajo una nación cuya identidad los hermanaba. 
Permitiría la organización de un ejército para la 
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—16
B o l í v a r d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o garantía de la libertad suramericana
que demandaban en uno y otro extremo la pre-
sencia de su autoridad. Para este autor, luego de 
triunfar en Boyacá y tomada Bogotá, a Bolívar le 
preocupaba “...la crisis que sufría el gobierno ci-
vil establecido en Angostura, la actitud de Páez y 
la marcha de las operaciones militares”. A eso se 
suman la “…distancia que lo separaba de la capi-
tal provisional de Venezuela, la estación lluviosa, 
que borraba todos los caminos, y la inseguridad 
de las comunicaciones a causa de la misma gue-
rra”. Todo esto, escribe Mijares, mantenía a Bolí-
var “…prácticamente aislado: dar órdenes sobre 
noticias recibidas con tres meses de retardo y 
cuando aquellas órdenes tardarían a su vez otro 
tanto en llegar a su destino, resultaba irrisorio”.
Apasionado por la unión de las naciones, Bolívar 
insistía permanentemente en Colombia como 
hecho fundamental para vencer la anarquía. De 
allí que cada victoria se configuraría como resul-
tado de la hazaña de la gran nación. De hecho, la 
campaña militar llevada a cabo sobre Venezuela 
en 1821 y ratificada con la segunda batalla de 
Carabobo se confirmaba “…con una espléndida 
victoria el nacimiento político de la República de 
Colombia”1. Así lo escribió el propio Bolívar en 
el parte de guerra.
De allí en más el sueño concretado de Colombia 
permitiría la incorporación de nuevos territorios, 
como el de Quito, y su ejército, el colombiano, lo-
graría las victorias en las Campañas del Sur.
Colombia nace en Venezuela
La República de Colombia nace en Angostura, 
entonces liberada por las fuerzas patriotas. A 
diferencia de las campaña anteriores se había 
alcanzado ya una perspectiva de guerra popular. 
Esas dos características, más el hecho de que la 
República fue decretada primero por el Congreso 
Constituyente de Angostura y luego fue ratificada 
liberación definitiva y avizoraba la necesidad del 
reconocimiento internacional. Este ámbito de 
acción, el internacional, fue una constante en su 
desempeño de dar entidad a las nacientes nacio-
nes en proceso de emacipación, y de dotarlas de 
una identidad semejante a la de otras naciones 
libres del planeta. 
La Ley Fundamental es consecuencia del poder 
acumulado que se concreta con la Campaña de 
Guayana, y de la maniobra de Bolívar de tomar 
a Angostura y Guayana como epicentros de la es-
trategia liberadora (una como ciudad-estado y la 
otra como región histórica y estratégica, ambas 
con el río Orinoco como epicentro). 
Las victorias de la Campaña de Los Llanos, con 
las batallas de Las Queseras del Medio, y la Cam-
paña Libertadora de la Nueva Granada, con las 
victorias de Pantano de Vargas y Boyacá, con-
solidarían un corredor liberado que permitiría 
conectar el sur de Venezuela con el sur de la 
Nueva Granada. Las fuerzas realistas quedaban 
arrinconadas al extremo norte del continente y 
al sur de Quito. 
A esta altura resulta clave entender la grandeza 
del proyecto político bolivariano. Tuvo que en-
frentar dificultades tanto internas como exter-
nas, medioambientales, de moral y de conspira-
ciones, y se sobrepuso a todas con grandeza. En 
poco menos de un año Bolívar debió enfrentar 
las conspiraciones estadounidenses en las que 
John Baptist Irvine sirvió de agente, las insubor-
dinaciones de algunos jefes militares y las pro-
pias dificultades de la unidad de su ejército, que 
se enfrentaba a las inclemencias de un territorio 
completamente agreste y al que no estaban acos-
tumbrados, entre otras adversidades logísticas. 
Augusto Mijares resume estas dificultades al 
explicar la fragilidad de las nacientes repúblicas 
» Ley Fundamental de Colombia, 
1819. Archivo General de La Nación
1 Parte de la Batalla de Carabobo, escrito por el Libertador Simón Bolívar y dirigido al Vicepresidente de Colombia, fechado en 
Valencia el 25 de junio de 1821. En Conciencia Campaña de Carabobo: la estrategia que liberó a Venezuela. Caracas, Centro 
Nacional de Historia, 2012, p. 41.
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—17
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—18
por el Congreso de Villa del Rosario de Cúcuta, la 
dotan de un profundo sentido revolucionario. 
La naciente República se crea progresivamente 
y se reafirma a medida que se liberan los terri-
torios que la componen. “La soberanía popular y 
nacional se construyedesde el poder revolucio-
nario”2. La República de Colombia, quizás la an-
tecesora más concreta de la Patria Grande, nace 
a partir de la disolución de la República de Vene-
zuela y la creación de Cundinamarca. Con estos 
hechos instituyentes de renuncia y creación se 
erige una nación compuesta por tres grandes de-
partamentos: Venezuela, Quito y Cundinamarca 
(que comprendía el Virreinato de la Nueva Gra-
nada), y cuyas capitales serán Caracas, Quito y 
Bogotá, respectivamente
Uno de los principales intereses del Libertador 
al crearse la República de Colombia era demos-
trar al mundo libre la firmeza de la causa revo-
lucionaria. “Nuestro crédito y reputación se 
aumentará considerablemente con este acto”, 
escribe Bolívar al presidente de Cundinamarca. 
De allí se justifica que la República se decretara 
como medida imperiosa para asegurar su pro-
gresiva estabilidad. 
En la carta a Santander sostenía que “…las incal-
culables ventajas que produce y, sobre todo, la 
imperiosa necesidad de aprovechar la disposición 
B o l í v a r d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o garantía de la libertad suramericana
2 Néstor Kohan (2013) Simón Bolívar y nuestra independencia, una lectura latinoamericana. Barcelona, Editorial Yulca, 
pp. 225 – 227.
» República de Colombia, 1841. Agustín Codazzi. Biblioteca Nacional de Venezuela
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—19
b o l í v a R d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o g a R a n t í a d e l a l i b e R t a d s u R a m e R i c a n a
de las potencias extranjeras, han obligado a los re-
presentantes de Venezuela y de la Nueva Granada 
a dar un paso en que creen vinculada la estabili-
dad, permanencia y prosperidad de Colombia”.
Como presidente de la nueva nación despachó 
inmediatamente a los representantes de Co-
lombia a Europa. La legación estaba integrada 
por el vicepresidente Francisco Antonio Zea, en 
calidad de Enviado Extraordinario, y el general 
José María Vergara. Su objetivo era lograr el in-
mediato reconocimiento de la inmensa nación y 
la posibilidad de recurrir a préstamos que per-
mitieran el financiamiento de la lucha. 
Bolívar pone en la naciente República sus más 
firmes anhelos de justicia, libertad y estabilidad 
política. La República de Colombia nace como 
estrategia de consolidar una poderosa república 
americana cuyas bases desde su promulgación 
tendrán un principio federal, aunque más ade-
lante se ajustarán al criterio centralista. 
Libertad para los esclavizados
Esta Gran República albergó en su seno un rasgo de 
justicia poco común, la voluntad de la liberación 
de los esclavizados. Bolívar solicitó en su discurso 
ante la instalación del Congreso de Angostura la 
preservación de un único decreto preexistente: la 
liberación de los esclavos decretada en 1816. 
También solicitó al Congreso Constituyente de 
Villa del Rosario de Cúcuta, en 1821, la promul-
gación de la libertad de vientre como recurso 
* * RefeRencias:
F. O’Leary (2013) Memorias del General O’Leary (Tomo Segundo - Narraciones).
Miguel Acosta Saignes (2009) Bolívar: Acción y Utopía del hombre de las dificultades, Caracas, Fundacion Editorial El perro 
y la rana.
Obras Completas del Libertador. En http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/inicio.php
Augusto Mijares (1987) El Libertador. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, pp. 369.
Néstor Kohan (2013) Simón Bolívar y nuestra independencia, una lectura latinoamericana. Barcelona, Editorial Yulca, pp. 
225 – 227.
fundamental para asegurar la igualdad y la justi-
cia. Aunque no prevaleció el espíritu de justicia 
de Bolívar en este aspecto, sí se afirmó la hete-
rogénea composición social de la República de 
Colombia, manifiesta en su ejército libertador. 
La Ley Fundamental de la República de Colombia 
representa un punto de inflexión. Debe mucho a 
los acontecimientos anteriores y define a su vez 
lo que será el futuro inmediato y estructural de la 
concreción del proyecto unitario del Libertador. 
Permite comprender la estrategia de organiza-
ción del Estado y la República que diseña Bolí-
var. Articulada mediante una estructura unita-
ria, pero que debe además superar el duro reto 
de empapar a los ciudadanos de un sentido de 
identidad nacional que pasará, además, por el 
vértigo de dejar de ser súbditos a convertirse en 
ciudadanos libres.
Hoy, a 200 años de aquella Ley por la que se 
creaba una de las más extensas repúblicas exis-
tentes en ese momento, resulta más importante 
que nunca comprender la importancia de la uni-
dad de los pueblos de Latinoamérica. Una jugada 
del destino quiso que justo un 17 de diciembre, 
pero 11 años después, falleciera el Libertador 
y con él la República de Colombia, la nacida en 
Angostura. Quedan muchas fechas por venir, y 
aun existen duras batallas por librar. América 
Latina se encuentra en una disputa centenaria 
por su dignidad.
* * *
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—20
» Bolívar en traje 
de Campaña, 1895. 
Arturo Michelena. 
Gobernación del 
Estado Carabobo
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—21Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—21
T e m a C e n t r a l
paRa compRendeR el pRoceso que Resultó en la fiRma de los tRatados de aRmisticio y RegulaRización 
de la gueRRa en tRujillo, en esta sección pResentamos tRabajos Relacionados con el contexto español 
de la época, el planteamiento estRatégico del libeRtadoR simón bolívaR y la significación geopolítica 
de estos acueRdos. se incluye una selección de documentos y testimonios que apoRtan al análisis y 
Reflexión sobRe esta Relevante victoRia diplomática de las fueRzas patRiotas de la República de colombia.
A doscientos Años 
de los Acuerdos de pAz
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—22
La tragedia padecida por el reino de 
España desde la llegada de Carlos IV 
al trono, tuvo en Trafalgar un fatal anun-
cio del calvario que la llevaría a ser tinta y 
papel en los armarios de la Historia. Todo 
en adelante fue: la vergüenza del torpe 
Manuel de Godoy como capitoste en el 
tabernáculo fundado por Carlos I, la in-
capacidad de Fernando VII y el desenfre-
no y locuras voluptuosas de María Luisa 
de Borbón-Parma, porque 1808 solo fue 
el epílogo de ese largo drama.
Cuando Fernando VII regresó a España en 
1814 la encontró muy distinta. De inme-
diato derogó la Constitución liberal que 
anuló sus arbitrios absolutistas, eliminó 
las Cortes y prohibió la libertad de pren-
sa. La guerra por la independencia contra 
la Francia napoleónica había concluido 
victoriosa con los arrestos del pueblo es-
pañol, cuyo nervio y credo penetró en la 
conciencia nacional. Entonces se animó 
a reclamar los avances que en Francia e 
* Historiador y profesor universitario, jubilado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Ha sido docente en el Instituto de Altos Estudios 
Diplomáticos “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Coordinador de Investigación en la Escuela Nacional de Admi-
nistración y Hacienda Pública y Coordinador de Formación y Docencia en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Actualmente forma 
parte del Consejo Directivo de la Fundación Centro Nacional de Estudios Históricos.
Manuel e. caRReRo MuRillo* 
El triunfo diplomático de Bolívar 
en el camino a la independencia
* * * * * * * *
Inglaterra habían logrado los gobiernos 
parlamentarios –aunque sin renegar de 
la monarquía–, y las libertades comercia-
les. También aspiró a la eliminación de la 
institución de manos muertas, que legiti-
maba el latifundio junto con otros bienes 
divinizados por la iglesia, escudada tras 
el argumento de ser propiedad de Dios. 
Cuando el “Deseado” impuso su talante 
absolutista el pueblo español se fue a la 
guerra, que enfrentó a liberales-masones 
contra realistas fieles –llamados serviles. 
La península se convirtió en campo de 
incontrolada ira hasta los días de Riego, 
Quiroga y el trienio liberal. Entretanto, 
las potencias europeas reunidas enel 
Congreso de Viena dibujaban nuevos 
mapas políticos sin tomar en cuenta a la 
antigua potencia española.
La guerra de Independencia y la guerra 
civil que sobrevinieron hicieron crujir 
las finanzas. Los puertos españoles no 
recibieron más remesas de oro, plata ni 
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
» Fernando VII. Grabado.
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—23
alimentos. América no enviaba mercan-
cías y brotaron los planes de reconquista; 
a esos fines zarpó don Pablo Morillo con 
la expedición pacificadora: “…fui obli-
gado –escribe en sus memorias– a partir 
de Cádiz a la cabeza de mi división, com-
puesta de 12 mil hombres, de los cuales 
10 mil de infantería. El resto lo compo-
nían tropas de artillería, defensores de 
plazas fuertes y de caballería” (1). 
De Cádiz salieron dieciocho buques de 
guerra y cuarenta y dos de transporte “…
habilitados superabundantemente de la 
artillería y demás efectivos correspon-
dientes”. Partieron a reconciliar a aque-
llos vasallos con el rey –dice la Gaceta de 
Madrid en mayo de 1815–, pero en “…la 
Costa Firme la guerra se hacía sin cuartel 
y con salvaje ferocidad” (2).
Morillo restauró fugazmente el Virreina-
to de Nueva Granada y la Capitanía Gene-
ral de Venezuela, que poco aportaron al 
tesoro del reino. Los “revoltosos” –como 
llamó “el Pacificador” a los patriotas– es-
taban tan decididos a romper la domina-
ción, que ignoraron la paz ofrecida a ve-
nezolanos, cartageneros y santafereños, 
y no acataron la amnistía propuesta en 
1817 en Caracas con anuencia de S. M: “El 
Rey, guiado por los sentimientos de su 
corazón, no ha dejado jamás de miraros 
como a sus hijos; siempre bueno y cle-
mente, quiere conduciros hacia la paz y la 
felicidad (…). Ha visto los males que pa-
decen sus hijos de América, y desea a la 
vez devolverles la felicidad y ligarlos por 
nuevos lazos de amor a su Madre Patria, a 
la Grande Monarquía Española” (3).
 algunos libeRales sensatos 
en las coRtes pensaRon salvaR lo 
salvable en améRica: planteaRon 
incoRpoRaR diputados ameRicanos 
a sus asambleas y daR la calidad 
y condición de peninsulaRes a 
aquellos pueblos, paRa seR tRatados 
como una sola nación en dos 
continentes.
e l t R i u n f o d i p l o m á t i c o d e b o l í v a R e n e l c a m i n o a l a i n d e p e n d e n c i a
(1) MORILLO Y MORILLO, Pablo: Memorias de Pablo Morillo (1815-1821), edición digital. Disponible en: https://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=7333, 
Fundación El Libro Total, pp. 28-29. Consultado en: 15/10/2020.
(2) RODRÍGUEZ VILLA, Antonio: El Teniente General don Pablo Morillo, primer Conde de Cartagena y Marqués de a Puerta (1778-1837), Madrid, 
Establecimiento Tipográfico de Fortanet, tomo IV, 1908, p. 121
(3) MORILLO Y MORILLO, Pablo. Op. cit., pp. 157-158.
» La promulgación de la Constitución de 1812. Salvador Viniegra. Circa 1914. Museo de las Cortes de Cádiz, España
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—24
La resistencia patriota se tornó tan ruda y 
tenaz que Morillo reconoció la dificultad 
para dominarla. El ideal de la indepen-
dencia estaba en la carne y la sangre de 
los patriotas, que se habían formado para 
pelear fieramente hasta ganar la libertad. 
En su memoria estaba la batalla de Las 
Mucuritas, peleada en la estepa venezo-
lana en enero de 1817: 
…Un cuerpo de 3 mil hombres de a 
caballo, comandados por Páez, uno 
de los generales disidentes, atacó al 
general La Torre dos días antes de mi 
incorporación en Las Mucuritas, al 
paso del Apure, y su impetuoso ata-
que fue una de las primeras noticias. 
Catorce cargas consecutivas sobre 
mis cansados batallones me hicieron 
ver que no eran una gavilla de cobar-
des poca numerosa, como me habían 
informado... (4).
Muy mal informaron al general Morillo. 
No era una gavilla de cobardes ni guerri-
lleros, sino tropa patriota con ideología: 
un ejército constituido que tenía la mira 
puesta en la independencia.
A finales de 1818 España lidiaba en varios 
frentes: la guerra interna, la penetración 
del liberalismo, la reconquista de Amé-
rica, los negocios con Estados Unidos 
sobre las dos Floridas y Oregón, para sal-
var Texas, y el Congreso de Aquisgrán. En 
este último el Reino Unido, Rusia, Aus-
tria y Prusia defendían el absolutismo, 
pero relegaban a España, mostrando que 
todas las potencias aspiraban a hacerse 
con retazos de sus colonias y que nada 
debía esperar de aquellos congresos.
Fernando VII estaba agobiado. Ni tenía 
la inteligencia de su abuelo ni ministros 
para resolver la crisis. En el sexenio abso-
lutista (1814-1820), la España profunda 
“enguerrillada” reclamó la restauración 
de la Constitución liberal. Se sumó a las 
luchas populares de bravos jefes guerri-
lleros como Luis de Lacy, Juan Martín 
Díaz “El Empecinado”, Francisco Espoz y 
Mina, Jaime Milans del Bosch y “Agustina 
de Aragón”.
En esos años Pablo Morillo había reco-
nocido el coraje del pueblo patriota de 
Tierra Firme para ser libre. Ni rey, ni 
clemencia, ni perdón, absolución o re-(4) RODRÍGUEZ VILLA, Antonio. Op. cit., p. 116.
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
» Fernando VII. Francisco de Goya, 1814. Museo del Prado
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—25
e l t R i u n f o d i p l o m á t i c o d e b o l í v a R e n e l c a m i n o a l a i n d e p e n d e n c i a
 jamás, excmo. sR., ha sido mi situación y la de este ejéRcito más cRítica 
que en los momentos actuales, en que (…) es menesteR volveR á la gueRRa 
contRa un enemigo doblemente podeRoso en opinión y en fueRza,
conquista. Algunos liberales sensatos en 
las Cortes pensaron salvar lo salvable en 
América: plantearon incorporar dipu-
tados americanos a sus Asambleas y dar 
la calidad y condición de peninsulares a 
aquellos pueblos, para ser tratados como 
una sola nación en dos continentes. Con 
ese propósito acordaron enviar comisio-
nados a Buenos Aires, Perú, Nueva Gra-
nada, Costa Firme y Nueva España, que 
aún consideraban colonias del reino –
porque no les reconocían la independen-
cia. Pero advirtieron que esas misiones 
requerían una tregua de paz que permi-
tiera notificar y acordar la invitación a los 
“rebeldes” de América. Esto no podía ser 
de otra manera sino mediante una sus-
pensión de hostilidades, es decir: acor-
dando un armisticio con los patriotas.
Fernando VII escribió en abril de 1820 
una proclama que hablaba de “las Es-
pañas”, de “la tierna voz de vuestro rey 
Padre” y del juramento hecho a la Consti-
tución “que se formó por vosotros y para 
vuestra felicidad”. Pero un abatido Mori-
llo hacía saber al Ministro de la Goberna-
ción de Ultramar que no podía combatir 
con éxito: 
“Jamás, Excmo. Sr., ha sido mi situa-
ción y la de este Ejército más crítica 
que en los momentos actuales, en 
que (…) es menester volver á la gue-
rra contra un enemigo doblemente 
poderoso en opinión y en fuerza, 
desde el punto que ha concebido no 
tiene nada que temer del Gobierno 
nacional ni de la voluntad del pueblo 
español, que juzga no se presentará 
á prodigar sus hijos y sus tesoros por 
sostener sus leyes y gobiernos en este 
continente (…). Los restos del Ejérci-
to expedicionario que conduje á estas 
provincias, además de sufrir tan dura 
suerte, no pueden oponer ya más que 
una débil resistencia, aunque com-
batan hasta perecer todos contra un 
enemigo tan desigual en fuerzas, en 
opinión y en recursos que les prodi-
gan los ingleses, los americanos del 
Norte y todas las Antillas extranjeras 
(…), y sea cual fuere el partido que se 
adopte, espero quiera V. E. dispen-
sarme la singular gracia de solicitar 
del Rey mi relevo, que he pedido por 
novena o décima vez…” (5). 
Morillo envió al coronel León Ortega a 
la Corte para informar de primera voz al 
rey sobre la cruel situación. Era impera-
tivo obtener 8 mil hombres y buques de 
guerra. También se advirtió al monarca 
que si se perdía la Costa Firme,“que es 
la América militar, no la volverá a recu-
perar jamás el rey” aunque envíe 30 mil 
hombres.
Los triunfos patriotas de Chacabuco, en 
1817, y Maipú, en 1818, en Chile; El Tamo 
y Cerro de Barrabás en 1818, en México, 
y Pantano de Vargas y Boyacá, 1819, en 
Nueva Granada, coincidieron en corto 
tiempo y momentos difíciles para una Es-
paña empeñada en enviar tropas a ultra-
mar, abrumada por las luchas intestinas 
que la crispaban frente al absolutismo, 
las presiones de la Iglesia y las potencias 
que la apartaban de las grandes decisio-
nes políticas. 
El 12 abril de 1820 Bolívar se encontraba 
en San Cristóbal y Morillo en San Carlos 
de Austria. El Libertador pasó en mayo a 
(5) Ibídem, p. 206
» El Valle de San Cristóbal. Anton Goering. 
En: Venezuela: el más bello país tropical
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—26
El Rosario de Cúcuta, donde recibió el 6 
de julio una misiva enviada por el general 
Morillo a través del general La Torre. Le 
proponía en ella cesar hostilidades du-
rante un mes para negociar un armisti-
cio. Bolívar retornó a San Cristóbal y des-
de allí inició un raudo periplo que lo llevó 
a Ocaña, El Rosario, San Cayetano, San 
Salazar de las Palmas, Gallinazo, Ocaña, 
Mompox, San Antonio, Barranquilla, 
Turbaco, Mahates, El Plato, Mompox, El 
Banco, San Pedro, Ocaña, Cúcuta. Regre-
só a San Cristóbal el 21 de septiembre. 
¿Cuál era el objeto de este recorrido? ¡Fi-
jar control territorial! 
Un armisticio reconoce a cada parte do-
minio sobre el territorio sometido; Bolí-
var lo sabía, y aunque informó a Morillo 
que su cuartel general estaría en San Fer-
nando de Apure, partió a Mérida el 1º de 
octubre con la misma táctica y el 7 llegó a 
Trujillo. Avanzó a Carache y pronto retor-
nó a Trujillo, seguramente para no irritar 
el ánimo de Morillo, pero así le confirmó 
la debilidad que este había advertido a su 
ministro de Ultramar. Esos giros veloces 
dieron a Bolívar mayor control territorial 
que a Morillo, quien se movió desde San 
Carlos a Carache, donde instaló su cuar-
tel general. Esto lo vio Bolívar como un 
avance audaz encubierto, y le escribió 
con humor: “Si V. E. piensa venir a dictar 
las condiciones del armisticio, yo asegu-
ro a V.E. que no las aceptaré jamás…” (6). 
(6) LARRAZÁBAL, Felipe: Vida y Escritos del Libertador, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, Tomo II, 1999, pp. 224
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
» Escuque. Ferdinand Bellermann
» Vuelvan caras. Arturo Michelena (1863 - 1898). Escuela de Formación de Oficiales Guardia Nacional de Venezuela, Caracas.
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—27
 bolívaR hizo sabeR a moRillo el 21 de septiembRe que acoRdaR el aRmisticio sin ReconoceR el gobieRno eRa peRjudicaR 
la República: “sin embaRgo, el gobieRno de colombia quieRe manifestaR a v.e. y a toda la nación española que pRefieRe la 
paz a la gueRRa, aun a su pRopia costa, y pRopone en consecuencia entRaR en comunicaciones con v. e…” 
e l t R i u n f o d i p l o m á t i c o d e b o l í v a R e n e l c a m i n o a l a i n d e p e n d e n c i a
(7) Ibídem, p. 223.
(8) BOLÍVAR, Simón: Obras Completas, Caracas, Ediciones Cibema, Volumen I, s/a/e., p. 486.
(9) Ibídem., p. 504.
Morillo envió la misma invitación de tre-
gua a Páez, Santander, Mariño y al Con-
greso de Angostura ¿Con cuáles fines? 
¡Pulsar la disciplina patriota, generar 
roces a la jefatura de Bolívar y verificar 
hasta dónde era jefe de todos!
Bolívar hizo saber a Morillo el 21 de sep-
tiembre que acordar el armisticio sin 
reconocer el gobierno era perjudicar la 
República: “Sin embargo, el Gobierno 
de Colombia quiere manifestar a V.E. y 
a toda la nación española que prefiere 
la paz a la guerra, aun a su propia costa, 
y propone en consecuencia entrar en co-
municaciones con V. E…” (7). Un poco 
antes, el 1º de agosto, había escrito con 
júbilo a Mariano Montilla: “Puede Ud. 
asegurar que Morillo me ha escrito tra-
tándome de presidente, y que el parla-
mentario Herrera me ha asegurado que 
Morillo tiene orden de hacer la paz con 
nosotros de todos modos y de reconocer 
la república…” (8).
El 26 de octubre, en Trujillo, envió a Mo-
rillo su propuesta de bases para un armis-
ticio de cuatro o seis meses en siete pun-
tos. Ocho días después, en Carache, le 
pidió que autorizara a sus comisionados 
“…plenamente, para que concluyan con 
el gobierno de la república un tratado 
verdaderamente santo, que regularice la 
guerra de horrores y crímenes que hasta 
ahora ha inundado de lágrimas y sangre 
a Colombia, y que sea un monumento 
entre las naciones más cultas, de civiliza-
ción, liberalidad y filantropía” (9).
Terminados los diálogos llevados a cabo 
por Ramón Correa, Juan Toro y Francis-
co González de Linares, por los realistas, 
y Antonio José de Sucre, Pedro Briceño 
Méndez, y José Gabriel Pérez, por los pa-
triotas, se firmó el Tratado de Armisticio, 
que fue perfeccionado con el Tratado de 
Regularización de la Guerra, cuyo primer 
artículo acordaba hacer la guerra “como 
la hacen los pueblos civilizados”. Ambos 
documentos fueron aprobados y refren-
dados por Bolívar y Morillo.
Los documentos existentes permiten 
concluir que en este acontecimiento la 
estatura de los dos jefes no se midió en 
centímetros, sino en el tino para negociar 
los tratados. El talento de Bolívar arrancó 
a España, mediante la pluma de Morillo, 
un extraordinario triunfo diplomático y 
político que refrendó el año siguiente en 
el campo de Carabobo: la independencia 
de Venezuela, donde España quedó heri-
da de muerte hasta Ayacucho.
* * *
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—28
Hace 200 años, en medio del fragor 
de la lucha por la independencia, 
el Libertador Simón Bolívar y el más im-
portante jefe militar español para Nueva 
Granada y Venezuela, el general Pablo 
Morillo, iniciaron gestiones para acordar 
un armisticio. Se buscaba entablar un 
diálogo que llevara a una conclusión ne-
gociada del conflicto. 
En el transcurso del intenso intercam-
bio epistolar entre patriotas y realistas, 
iniciado en junio de 1820, Bolívar agre-
gó otra idea a la posibilidad del tratado 
de armisticio. Su proposición consistía 
en regularizar la guerra en caso de que 
feneciera la suspensión de las acciones 
bélicas o se rompieran nuevamente las 
hostilidades por cualquier razón.
Las dos partes acudían a la mesa de ne-
gociaciones por motivos distintos. En el 
caso de los españoles, el 1° de enero de 
ese año se había producido el levanta-
miento del general Rafael del Riego en 
las Cabezas de San Juan (Andalucía). Su 
* Internacionalista, analista y consultor. Ha sido embajador de Venezuela en Nicaragua, Director de Relaciones Internaciones de la Presidencia de la Repú-
blica Bolivariana de Venezuela y del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Ha publicado en revistas especializadas de México, Argentina, Puerto Rico, 
Perú, Bolivia, Brasil y España, entre otros países. Actualmente es investigador invitado del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Shangái, China.
seRgio RodRíguez gelfenstein* 
Bolívar y Morillo firmaron un tratado 
de paz en Trujillo que auguraba 
el reconocimiento de la república
* * * * * * * *
insurrección reconocía la legitimidad de 
la Constitución liberal de Cádiz, que res-
tableció a las autoridades constituciona-
les, lo que evitó el traslado a América del 
ejército con el que Fernando VII buscaba 
someter a los patriotas que luchaban por 
la independencia. 
En este contexto, el 11 de abril las auto-
ridades del nuevo gobierno de Madrid 
expidieron instrucciones para abrir ne-
gociaciones en pos de la reconciliación 
con los insurgentes en América. Morillo 
recibió estas pautas el 6 de junio, y se dis-
puso a escuchar a las autoridades, a los 
representantes del clero y a los más des-
tacados vecinos de Caracas para conocer 
sus opiniones y pulsar el estado de ánimo 
de la sociedad en relación con ellas.De estas reuniones resultó la publicación 
de la Constitución al día siguiente, el 7 
de junio. A continuación informó a sus 
generales que tenía órdenes de las Cortes 
de comunicarse con los insurrectos, con 
el gobierno de Colombia y con Bolívar 
 en el tRanscuRso del intenso 
inteRcambio epistolaR entRe 
patRiotas y Realistas, iniciado en 
junio de 1820, bolívaR agRegó otRa 
idea a la posibilidad del tRatado de 
aRmisticio. su pRoposición consistía 
en RegulaRizaR la gueRRa en caso 
de que fenecieRa la suspensión de 
las acciones bélicas o se RompieRan 
nuevamente las hostilidades poR 
cualquieR Razón. 
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
» Monumento a la tregua 
de Trujillo de 1820. 
Plaza del Armisticio 
en Santa Ana de Trujillo. 
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—29
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—30
para restablecer la paz y solucionar por la 
vía del diálogo la situación de Venezuela y 
Nueva Granada.
Bolívar, por su parte, después del Con-
greso de Angostura, en febrero de 1819, 
y tras un pormenorizado estudio de las 
variables operativas, analizadas en pers-
pectiva táctica y estratégica, entendió 
que era necesario iniciar la campaña de 
liberación de Nueva Granada, antes que 
la de Venezuela, para producir la derrota 
total del ejército español. 
de Colombia. El 24 emprendió el regreso 
a Bogotá, donde entró los primeros días 
de marzo de 1820, permaneciendo allí 
menos de un mes para volver a Venezuela 
en la segunda semana de abril. Se dispu-
so entonces a enfrentar el escenario béli-
co, que tenía en la toma de Maracaibo su 
principal objetivo, y a la búsqueda de una 
paz negociada. Ambas actividades se de-
sarrollaron de forma simultánea. 
Para el Libertador la paz significaba la 
posibilidad de lograr la independencia 
 un “tRatado veRdadeRamente santo” que RegulaRice la gueRRa de los hoRRoRes y cRímenes que hasta ahoRa 
se habían cometido. tal acueRdo seRviRía como “un monumento entRe las naciones más cultas, de civilización, 
de libeRalidad y filantRopía”. 
A partir de una extraordinaria planifi-
cación de las operaciones, que incluyó 
evitar el choque frontal con el enemigo 
en esa etapa, así como la elaboración de 
un plan secreto de desinformación que 
ocultara sus verdaderas intenciones, Bo-
lívar sorprendió a los realistas al entrar 
a Nueva Granada por los llanos en plena 
temporada de lluvias. Atravesó la cor-
dillera por el Páramo de Pisba, a casi 4 
mil metros de altura. Era el lugar menos 
esperado por sus adversarios, que fueron 
derrotados sucesivamente en Paya, el río 
Gameza, Pantano de Vargas y el puente 
de Boyacá. 
Estas victorias abrieron el camino a Bo-
gotá y a la derrota total de los españoles 
en Nueva Granada. Ahora el ejército pa-
triota contaba con los inmensos recursos 
financieros, de armamento, humanos, 
logísticos y de vituallas que podía aportar 
el gigantesco y rico territorio liberado.
De inmediato Bolívar regresó a Venezue-
la, hizo su entrada en Angostura el 11 de 
diciembre, y el 17, en sesión solemne del 
Congreso, fue proclamada la República 
evitando la pérdida de mayor cantidad de 
vidas humanas y calamidades al pueblo. 
La primera vez que mencionó la posibili-
dad de crear un escenario de negociación 
con el enemigo fue en una carta que le di-
rigió al vicepresidente Carlos Soublette, 
firmada en Cúcuta el 19 de junio. 
Sobre la base de estos preceptos, Bolívar 
comenzó a preparar y prepararse para 
establecer conversaciones con Morillo; 
con este objetivo impartió órdenes a sus 
generales para evitar falsas tentaciones 
que condujeran a conductas equivocadas 
que pudieran poner en riesgo u ocasionar 
problemas al proceso de negociación.
A partir de julio y hasta noviembre fue 
necesario superar una gran cantidad de 
diferencias, incomprensiones y dificul-
tades para llegar a los puntos comunes 
que permitieran la firma del armisticio, 
que era lo que se discutía en un primer 
momento. En medio del intercambio 
epistolar preparatorio de las negociacio-
nes, en una carta a Morillo fechada el día 
3 de noviembre, el Libertador presenta 
una propuesta sorprendente. 
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
» Pablo Morillo (1775-1837). Conde de 
Cartagena, Marqués de la Puerta, Teniente 
General del Real Ejército y sargento de Infantería 
de Marina. Anónimo. Museo Naval, Ministerio de 
Marina, Madrid, España.
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—31
 paRa el libeRtadoR la paz 
significaba la posibilidad de logRaR 
la independencia evitando la péRdida 
de mayoR cantidad de vidas humanas 
y calamidades al pueblo. la pRimeRa 
vez que mencionó la posibilidad de 
cReaR un escenaRio de negociación 
con el enemigo fue en una caRta 
que le diRigió al vicepResidente 
caRlos soublette, fiRmada en 
cúcuta el 19 de junio. sobRe la 
base de estos pReceptos, bolívaR 
comenzó a pRepaRaR y pRepaRaRse 
paRa estableceR conveRsaciones 
con moRillo; con este objetivo 
impaRtió óRdenes a sus geneRales 
paRa evitaR falsas tentaciones que 
condujeRan a conductas equivocadas 
que pudieRan poneR en Riesgo u 
ocasionaR pRoblemas al pRoceso de 
negociación. 
Le dice al jefe español que apela a sus 
buenos oficios en favor del sentido huma-
nitario, para que gire instrucciones a sus 
comisionados a fin de que se concluya un 
“tratado verdaderamente santo” que re-
gularice la guerra de los horrores y críme-
nes que hasta ahora se habían cometido. 
Tal acuerdo serviría como “un monumen-
to entre las naciones más cultas, de civili-
zación, de liberalidad y filantropía”. 
Con esta propuesta, “de manera magis-
tral”, según el historiador peruano Gon-
zalo Quintero Saravia, Bolívar le arrebató 
la iniciativa a Morillo al agregar al ar-
misticio un tratado de regularización de 
la guerra. Quintero califica la propuesta 
como un “golpe de efecto maestro”, toda 
vez que quien antes había decretado la 
guerra a muerte ahora era quien abogaba 
por la humanización del conflicto.
Este proyecto del Libertador ampliaba el 
marco de la negociación y transformaba 
un simple acuerdo transitorio de suspen-
sión de hostilidades en un tratado entre 
Estados soberanos en el marco del dere-
cho internacional, lo cual, en caso de fir-
marse, le daría reconocimiento formal y 
efectivo a Colombia como sujeto de dere-
cho. He ahí el verdadero objetivo de Bolí-
var: mientras le concedía carácter táctico 
al armisticio, entendía la dimensión es-
tratégica que podría alcanzar la firma del 
tratado de regularización de la guerra. 
Con ello los comisionados colombianos 
tendrían una extraordinaria herramienta 
de negociación, ya que podían ceder mu-
cho de lo que los españoles seguramente 
pedirían en el armisticio, para mantener 
incólume lo referido al segundo docu-
mento que se habría de discutir.
Las negociaciones en directo se produ-
jeron en Trujillo a partir del 22 de no-
viembre. Los días 25 y 26 ambos tratados 
fueron firmados por los comisionados 
de las dos partes; la de Colombia estaba 
formada por el general Antonio José de 
Sucre, el coronel Pedro Briceño Méndez 
y el teniente coronel José Gabriel Pérez, 
y la de España por Ramón Correa y Gue-
vara, Juan Rodríguez del Toro y Francisco 
González de Linares.
Al día siguiente, el 27 de noviembre, am-
bos jefes se encontraron en la pequeña 
población de Santa Ana. En un ambiente 
de gran efusividad y alegría dieron rienda 
suelta a la conversación. Ambos habla-
ban la misma lengua, no solo porque por-
que conversaban en español, sino –sobre 
todo– porque se daba una identidad de 
guerreros que amaban a sus patrias y 
habían consagrado sus vidas a servirlas. 
Los dramas horribles que toda guerra 
genera pasaron a segundo plano y se 
sucedieron los brindis a favor de la paz. 
En ese contexto, Bolívar propuso que si 
algún incidente amenazara con generar 
hostilidades se resolviera por vía de una 
junta de arbitraje, idea que fue aprobada 
por Morillo.
Losdos soldados hablaron de sus campa-
ñas, de los avatares de la política, e inter-
cambiaron pareceres sobre la situación de 
Europa y América. Ambos se explayaron 
con viva emoción al exponer sus ideas. 
Bolívar era un gran conversador y poseía 
gran facilidad de palabra; Morillo no se 
quedaba atrás haciendo gala de una nota-
ble expresividad y amplitud, pero el Liber-
tador le ganaba en agudeza y frontal expo-
sición de sus puntos de vista sin titubeos.
Al finalizar el día ambos generales se 
retiraron a descansar en el mismo cuar-
to y bajo el mismo techo. Aquellos dos 
hombres, que se habían sometido mu-
tuamente a largas noches de insomnio, 
durmieron de manera apacible, tal vez 
por primera vez en muchos años.
* * *
b o l í v a R y m o R i l l o f i R m a R o n u n t R a t a d o d e p a z e n t R u j i l l o q u e a u g u R a b a e l R e c o n o c i m i e n t o d e l a R e p ú b l i c a
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—32
Entre los meses de marzo y noviembre 
de 1820, el Libertador Simón Bolívar, 
Presidente de la República de Colombia, 
y Pablo Morillo, comandante de las fuer-
zas militares del rey Fernando VII en el 
antiguo virreinato de la Nueva Granada, 
encabezan un intenso e inédito proceso 
de negociación diplomática, que llega 
a su fin con los Tratados de Armisticio y 
Regularización de la Guerra, suscritos los 
días 25 y 26 de noviembre de 1820. Estos 
acuerdos, que actualmente son pioneros 
del Derecho Público Americano y refe-
rentes del Derecho Internacional Huma-
nitario, son el resultado del esfuerzo con-
junto de las fuerzas patriotas, nucleadas 
alrededor del liderazgo de Bolívar.
Esta victoria estratégica da un impulso 
considerable al avance de la causa pa-
triota en América. Por un lado, significa 
el reconocimiento de Colombia como na-
ción Independiente, y por otro, posibilita 
*Historiador y profesor de la Universidad Nacional Experimental de las Artes. Es parte del equipo fundador del Centro Nacional de Estudios Históricos y fue 
Director Ejecutivo de esta institución. Ocupó la dirección del Museo Nacional de Historia y actualmente se desempeña como Viceministro de Identidad y 
Diversidad Cultural del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. 
alejandRo Miguel lópez R.*
Paz por Independencia.
Cuatro documentos de la estrategia 
diplomática de Bolívar en 1820
* * * * * * * *
el inicio de la Campaña de Carabobo, que 
libera a Venezuela entre enero y junio 
de 1821. Además, permite emprender 
la Campaña en el Sur, que hace inde-
pendiente a Ecuador, tras las batallas de 
Bomboná y Pichincha en 1822, y luego a 
Perú, con la derrota final de la corona es-
pañola en Junín y Ayacucho en 1824. 
Para contribuir a la comprensión de este 
episodio crucial para el desarrollo de la 
emancipación definitiva de las colonias 
españolas en Nuestramérica, presenta-
mos una selección de cuatro textos del 
Libertador: la proclama a los colombia-
nos del 8 de marzo; la carta escrita a José 
Rafael Revenga del 25 de mayo; el oficio 
dirigido a Carlos Soublette el 19 de junio 
y la comunicación remitida a Morillo el 3 
de noviembre de 1820. 
Un análisis de estos documentos y del 
contexto geopolítico de la época, nos ha 
permitido encontrar los principios de 
 deseo que nada se haga sin mi 
conocimiento en esta mateRia. nada 
es más fácil que dilataR las cosas, 
ofReceRles mi llegada poR instantes 
y espeRaRme. hace mucho al caso 
el peRsonal en todas mateRias, muy 
paRticulaRmente en las diplomáticas.
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—33
p a z p o R i n d e p e n d e n c i a
» Bolívar Diplomático, circa 1860. Rita Matilde de la Peñuela. Colección Banco Central de Venezuela
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—34
identidad, conciencia, dignidad y hu-
manidad, reflejados en las propuestas y 
decisiones que toma el Libertador, du-
rante las conversaciones que garantizan 
la paz con España y aseguran el triunfo de 
la Libertad y la Soberanía de los pueblos 
americanos. 
El honor de no ser españoles
A comienzos de 1820 la monarquía es-
pañola atraviesa una profunda crisis po-
lítica y social, que inicia el 1° de enero 
de ese año con el levantamiento militar 
de los generales Rafael del Riego y An-
tonio Quiroga. De esta forma comienza 
un movimiento liberal que desde Sevilla 
se extiende hasta Extremadura y Galicia, 
hasta llegar a Madrid en el mes de marzo. 
En Venezuela las fuerzas patriotas que 
comanda el Libertador Simón Bolívar 
ocupan posiciones ventajosas en los An-
des tachirenses, en los llanos apureños 
y al sur en los territorios de Guayana. La 
región norte costera desde Maracaibo, 
pasando por Caracas, hasta Cumaná, aún 
permanece bajo el dominio del ejérci-
to español que encabeza Pablo Morillo, 
enviado por Fernando VII a “pacificar” a 
América en 1815. En el momento, la Re-
pública de Colombia, fortalecida tras la 
liberación de la Nueva Granada en 1819, 
cuenta con dos enclaves estratégicos: Bo-
gotá, donde se organiza la producción y se 
administran las rentas, y Angostura, que 
es la sede del poder político y el centro de 
las relaciones con el exterior. De ambas 
ciudades depende el funcionamiento de 
esta nueva Nación que, en la lucha por la 
libertad, ha reunido a hombres y mujeres 
de distintos países, culturas y etnias. 
En la proclama del 8 de marzo de 1820, 
Bolívar le habla ese pueblo de negros, 
indios, pardos, blancos, cundinamar-
queses y venezolanos, quienes como co-
lombianos han adquirido una identidad 
propia y una Patria llamada a ser recono-
cida por España y las potencias europeas. 
Sin conocer aún los acontecimientos su-
cedidos en la península, el Libertador se 
refiere a una España agotada en recur-
sos, y en paciencia, a la vez que anuncia 
un cambio de suerte para Colombia. Al 
día siguiente Fernando VII, forzado por 
las circunstancias, jura fidelidad a la 
Constitución de 1812 y posteriormente 
en la capital del reino se instala una Jun-
ta Provisional de gobierno. Así comienza 
un período de profunda inestabilidad 
institucional, que da una oportunidad 
estratégica a la causa independentista 
americana, fortalecida tras las contun-
dentes victorias militares que alcanza 
durante 1819. 
D o c u m e n t o I
SIMÓN BOLÍVAR
LIBERTADOR Y PRESIDENTE DE COLOMBIA, 
GENERAL EN JEFE DE SUS EJÉRCITOS, ETC. ETC.
Colombianos!
La República de Colombia, proclamada por el Congreso General, y sancionada por los 
pueblos libres de Cundinamarca y Venezuela, es el sello de vuestra independencia, de 
vuestra prosperidad, de vuestra gloria nacional!
Las potencias extranjeras al presentaros constituidos sobre bases sólidas y perma-
nentes de extensión, populación y riqueza, os reconocerán como Nación, y os respe-
tarán por vuestras armas vencedoras: os estimarán por la justicia de vuestra causa, y 
os admirarán por vuestra consagración a la patria. España misma al veros montados 
sobre las inmensas ruinas que ella ha aglomerado en el ámbito de Colombia, conocerá 
que sois hombres capaces de gozar de vuestros derechos, y de la eminente dignidad a 
que son destinados todos los mortales por la intención de la naturaleza. Sí, la España 
agotada en recursos, y en paciencia, abandonará nuestra patria al curso de su destino, 
recobrará la paz de que ha menester para no sucumbir, y nosotros recobraremos el 
honor de no ser españoles.
Colombianos! Los crepúsculos del día de paz, iluminan ya la esfera de Colombia. Yo 
contemplo con un gozo inefable este glorioso período en que van a separarse las som-
bras de la opresión de los resplandores de la libertad. Tan majestuoso espectáculo me 
asombra y encanta: con anticipación me lisonjeo de vuestra colocación política en la 
faz del Universo, de la igualdad de la naturaleza, de los honores de la virtud, de los pre-
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
Libertador 8 EstrellasAño 1 - Nº 1 p—35
p a z p o R i n d e p e n d e n c i a
mios del mérito, de la fortuna, del saber, y de la gloria de ser hombres. Vuestra suerte 
va a cambiar; a las cadenas, a las tinieblas, a la ignorancia, a las miserias, van a suceder 
los sublimes dones de la Providencia Divina, la libertad, la luz, el honor y la dicha.
Colombianos! Yo os lo prometo en nombre del Congreso: seréis regenerados: vues-
tras instituciones alcanzarán la perfección social, vuestros tributos abolidos, ro-
tas vuestras trabas; vuestras virtudes serán vuestro patrimonio, y sólo el talento, 
el valor y la virtud serán coronados.
Cundinamarqueses! Quise ratificarme si deseabais aún ser colombianos: me respon-
dísteis que sí, y os llamo colombianos!
 Venezolanos! Siempre habéis mostrado el vivo interés de pertenecer a la gran Repú-
blica de Colombia, y ya vuestros votos se han cumplido. La intención de mi vida ha 
sido una: la formación de la República libre, e independiente de Colombia entre dos 
pueblos hermanos. Lo he alcanzado: i i i Viva el Dios de Colombia! ! !
Cuartel General en la ciudad de Bogotá, 8 de marzo de 1820. 10°
SIMÓN BOLÍVAR
* Entre julio y octubre de 1818 Bolívar sostuvo 
un intenso intercambio epistolar con el estado-
unidense Juan Bautista Irvine, encargado por su 
gobierno para negociar la entrega de las goletas 
Tigre y Libertad, incautadas por los patriotas 
venezolanos, mientras violaban el bloqueo sobre 
el río Orinoco y comerciaban libremente con el 
bando español.
No nos dejemos alucinar 
con apariencias vanas
El 11 de abril de 1820, Fernando VII diri-
ge una proclama a los americanos donde 
anuncia que, luego de escuchar el cla-
mor del pueblo en ambos hemisferios, 
ha decidido reconocer los principios de 
la Constitución liberal promulgada ocho 
años atrás. En su discurso, el rey pide a 
sus “hijos” que depongan las armas en 
América y envíen diputados a las Cortes 
españolas, para así conformar un gobier-
no donde renazcan las relaciones que, 
durante tres siglos, había mantenido la 
Metrópoli con sus colonias. 
Agotados sus recursos y endeudado con 
otros monarcas europeos, el rey busca 
restablecer la fuente histórica de sus 
ingresos. En este sentido, da un primer 
paso con el Tratado de Amistad, Con-
ciliación y Límites, que suscribe con los 
Estados Unidos de Norteamérica en 1819. 
Este documento establece las bases de la 
venta de La Florida; una transacción que 
el presidente James Monroe y Fernando 
VII ratifican en 1821. Mientras España ne-
gocia con EE. UU., la venta de uno de sus 
puertos estratégicos en el norte de Amé-
rica, el Libertador Simón Bolívar designa 
a Manuel Torres, español y patriota ameri-
cano, como agente diplomático encargado 
de solicitar el reconocimiento de la Inde-
pendencia de la República de Colombia, 
ante la administración de Monroe. 
En la carta que el Libertador Simón Bolí-
var escribe a José Rafael Revenga, Secre-
tario de las Relaciones Exteriores de Co-
lombia, el 25 de mayo de 1820, le advierte 
sobre la conducta infame de los norte-
americanos y su anti-neutralidad con 
respecto a la revolución independentista 
contra el Imperio español*. Bolívar no 
olvida los antiguos agravios y pide poner 
a prueba las aparentes buenas intencio-
nes mostradas por los EE. UU. También 
señala el verdadero interés geopolítico 
de Inglaterra y destaca el apoyo que los 
británicos han dado a los patriotas. En la 
fecha en que le escribe a Revenga, el Li-
bertador ya maneja datos precisos sobre 
la revolución en España y se ha comunica-
 su gobieRno se olvida de la 
causa de esta gueRRa, cuando se 
atReve a pRoponeR la sumisión de 
colombia a un pueblo enemigo y 
vencido poR nuestRas aRmas.
Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—36
do con las autoridades patriotas en Chile 
y en el Río de la Plata, para informarles 
sobre la situación en la península y po-
ner a sus órdenes el Ejército Libertador. 
Igualmente ha instruido establecer un 
sistema especial de correspondencias, en 
espera de una oferta de paz. Bolívar fina-
 la paz es nuestRo más aRdiente 
voto, como la unión con la españa 
nuestRo más cRuel suplicio; poRque 
sin la independencia la gueRRa y 
aún la mueRte misma nos es más 
dulce que la amistad con nuestRos 
destRuctoRes.
D o c u m e n t o I I
San Cristóbal, mayo 25 de 1820
Mi querido Revenga:
Anoche recibí la comunicación de Vds. en que va el extracto de nuestras relaciones 
en América, mandado por nuestro agente. El aspecto de la cosa es admirable; sin son 
francos los sentimientos del presidente, nada es más ventajoso; el temor de los in-
gleses es pueril. Las razones que presenta Torres son verdaderamente muy leves o 
verdaderamente absurdas. Que los ingleses no quieran la ratificación del tratado de 
cesión prueba lo contrario a su aserto y el espíritu de sus verdaderos intereses, que no 
deben permitir jamás las llaves del golfo mejicano en mano de los americanos y deben 
desear que la independencia de América se logre por medio de sacrificios ajenos, y 
sobre todo de sus enemigos. Los ingleses han podido, como Júpiter de una ojeada, 
hacernos entrar en el polvo: ellos, con su neutralidad efectiva, nos han protegido y nos 
han dejado tomar tal consistencia que ya ninguna fuerza europea puede destruirnos. 
El presidente Monroe debe reírse al ver la sencillez con que nuestro agente cree la 
posibilidad de una conducta insensata por parte de Inglaterra, pero será útil si se per-
suade que nosotros podamos dar asenso a semejante insensatez, pues entonces con 
sus pequeños servicios creerá engañarnos y atraernos a sus miras egoísticas y real-
mente tortuosas. Jamás conducta ha sido más infame que la de los americanos con 
nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe 
si falsas, nos quieren lisonjear para intimidar a los españoles y hacerlos entrar en sus 
intereses. El secreto del presidente es admirable. Es un chisme contra los ingleses 
que lo reviste con los velos del misterio para hacernos valer como servicio lo que en 
efecto fue un buscapié para la España; no ignorando los americanos que con respecto 
a ellos los intereses de Inglaterra y España están ligados. No nos dejemos alucinar con 
apariencias vanas; sepamos bien lo que debemos hacer y lo que debemos parecer. Ha-
gamos como aquel que se fingió muerto para que el lobo no se lo comiese. Creo que el 
señor Torres está haciendo de buena fe lo que otro haría por política; por lo menos así 
lo he concebido del estilo de su memoria; si no es así, obra y escribe como yo quiero y 
como si hubiera aprendido en la escuela de Maquiavelo. Pero este hombre me parece 
de mucha candidez para tener tanta malicia.
Sin embargo de todo lo dicho, puede ser que sea mejor que sus antecesores y suceso-
res; por lo menos tiene ideas de lo que debe hacer, si no tiene el espíritu de su encargo.
Yo no sé qué deba pensar de esta extraordinaria franqueza con que ahora se muestran 
los americanos; por una parte dudo, por otra me afirmo en la confianza de que habien-
liza este escrito con una gran expectativa 
sobre los alcances del movimiento liberal 
español en el resto de Europa, las ventajas 
que este daría a la causa independentista 
americana y la posibilidad de desplegar 
las campañas militares que tiene proyec-
tadas para Venezuela y Quito. 
t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z
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p a z p o R i n d e p e n d e n c i a
do llegado nuestra causa a su máximo, ya es tiempo de reparar los antiguos agravios. Si 
el primer caso sucede, quiero decir, si se nos pretende engañar, descubrámosles sus 
designios por medio de exorbitantes demandas; si están de buena fe, nos concederán 
una gran parte de ellas, si de mala, no concederán nada, y habremos conseguido la 
verdad, que en política como en guerra es de un valor inestimable. Ya que por su anti-
neutralidad la América nos ha vejado tanto, exijámosle servicios que nos compensen