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República bolivaRiana de venezuela centRo de estudios simón bolívaR año 1 - n° 1 - 2020 LIBERTADOR Ocho Estrellas pensamiento - historia - política - memoria - filosofía * * * * * * * * El Decreto de Guerra a Muerte Juan Antonio Calzadilla Arreaza 6 El triunfo diplomático de Bolívar en el camino a la independencia Manuel E. Carrero Murillo 22 Memorias del General O’leary. Narración sobre los acuerdos de Santa Ana 44 5 22 32 50 República bolivaRiana de venezuela pRoducción y edición: Centro de Estudios Simón Bolívar equipo de tRabajo: Pedro Calzadilla Pérez, Rosario Soto, Alejandro López, Simón Sánchez, Carlos Ortiz, Rossana Álvarez y Mauricio Vilas diseño: Alejo / poRtada: » Les Bolivar et les Morillos. Caricatura de sainete presentado en París, 1820. Biblioteca Nacional de Francia caRacas, venezuela, diciembRe de 2020 © todos los deRechos ReseRvados instagram y twitter: @centro_sbolivar youtube y faceboook: centro de estudios simón bolívar Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—3 Editorial 5 El Decreto de a Guerra Muerte Juan Antonio Calzadilla Arreaza 6 Bolívar defendió la unión como garantía de la libertad suramericana Jonathan Montilla 13 T e m a c e n t r a l El triunfo diplomático de Bolívar en el camino a la independencia Manuel E. Carrero Murillo 22 Bolívar y Morillo firmaron un tratado de paz en Trujillo que auguraba el reconocimiento de la república Sergio Rodríguez Gelfenstein 28 Paz por Independencia Alejandro M. López R. 32 Memorias del General O’leary. Narración sobre los acuerdos de Santa Ana 44 Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra Documentos 50 El Libertador en libros Publicaciones del Centro de Estudios Simón Bolívar 63 República bolivaRiana de venezuela centRo de estudios simón bolívaR año 1 - númeRo 1 - 2020 LIBERTADOR Ocho Estrellas pensamiento - historia - política - memoria - filosofía * * * * * * * * Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—4 «poR tanto, nosotRos no debemos ofReceR más que la paz en Recompensa de la independencia. esta paRa nosotRos nos tRae todas las bendiciones del cielo, y aquélla paRa los españoles es una fuente de inmensas pRospeRidades futuRas.» el libeRtadoR simón bolívaR al geneRal caRlos soublette. 19 de junio de 1820 Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—5 En ocasión de los doscientos años de los Tratados de Ar- misticio y Regularización de la Guerra, suscritos entre la República de Colombia y el reino de España los días 25 y 26 de noviembre de 1820, el Centro de Estudios Simón Bo- lívar (CESB) presenta esta nueva edición de Libertador 8 estrellas. Abrimos este número con dos temas que resultan esencia- les para la comprensión de los antecedentes históricos y políticos de este acontecimiento bicentenario. El Decreto de Guerra a Muerte, emitido por el Libertador Simón Bo- lívar el 15 de junio de 1813, es analizado por el filósofo Juan Antonio Calzadilla Arreaza, quien invita a estudiar esta pro- clama, tomando en consideración la retaliación impuesta por Domingo Monteverde, tras la firma de la capitulación en San Mateo, el 25 de julio de 1812, y la participación de criollos en la causa realista. El segundo punto, relacionado con la República de Colombia creada en 1819, es abordado por el historiador Jonathan Montilla A., en el trabajo titula- do Bolívar defendió la unión como garantía de la liber- tad suramericana, donde evalúa a la nación colombiana como la expresión de una nueva formación sociopolítica, merecedora del respeto y el reconocimiento internacional. En cuanto al inicio, desarrollo y culminación del proceso de negociación que derivó en la firma de los acuerdos de paz en Trujillo, presentamos una serie de artículos que in- vitan a la reflexión sobre esta decisiva victoria política de las fuerzas patriotas colombianas. En el primero, titulado El triunfo diplomático de Bolívar en el camino a la in- dependencia, el historiador Manuel E. Carrero Murillo aborda la convulsa situación generada por el movimiento liberal en España y señala el valor del planteamiento estra- E d i t o r i a l BOLívAR, LíDER DE pAz * * * * * * * * tégico y militar del Libertador. Le sigue el ensayo Bolívar y Morillo firmaron un tratado de paz en Trujillo que auguraba el reconocimiento de la república, del inter- nacionalista Sergio Rodríguez Gelfenstein, quien destaca la importancia de los Tratados, considerados pioneros del Derecho Internacional en América y determinantes en el proceso de humanización de un conflicto armado carac- terizado por su extrema violencia. En Paz por Indepen- dencia, el historiador Alejandro M. López R. reúne una selección de documentos y comentarios que nos acercan a las ideas, análisis y decisiones del Libertador durante un período crucial, comprendido entre marzo y noviembre de 1820. Ese texto se complementa con la Narración del general Daniel Florencio O’Leary, quien fue testigo de los hechos y aporta datos inestimables para el entendimiento de esta gesta, única en el contexto de la Revolución Inde- pendentista de las colonias españolas en América. Para dar cierre a esta sección se incluyen las versiones transcritas y actualizadas de los Tratados, que se reafirman con el en- cuentro entre el Libertador y Pablo Morillo en la ciudad de Santa Ana, el 27 de noviembre de 1820. Finalmente, invitamos a las lectoras y lectores a descargar y compartir las novedades editoriales del CESB, que han sido destacas en el apartado El Libertador en li- bros. La divulgación universal del pensamiento de Bolívar y la contribución al estudio de su tiempo histórico cobran una significativa pertinencia actual, en momentos cuando Venezuela lucha por mantener vigentes los principios de soberanía y libertad. Hace dos siglos fundamentaron nues- tra identidad como Nación y hoy marcan el camino hacia la mayor suma de felicidad posible. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—6 Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—7 El Decreto de Guerra a Muerte * * * * * * * * “ameRicanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables” Juan antonio calzadilla arreaza* la gueRRa a mueRte eRa la Respuesta a la feRocidad de la RepResión española. el méRito del bRigadieR simón bolívaR, pRocedente de cúcuta con tRopas gRanadinas, consistió en daRle un planteamiento estRatégico, militaR y político, en su lucha poR la libeRación de venezuela. la gueRRa a mueRte fue la munición psicológica de la campaña admiRable. » Batalla de Araure (Detalle). Tito Salas (1927). Óleo sobre tela Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—8 Las atrocidades ejecutadas o propiciadas por el Capitán de Navío de origen canario Domingo de Monteverde, al encabezar la contrarrevolución en Venezuela en 1812, han resultado quizás mini- mizadas a lo largo de la memoria por las de José Tomás Boves. Monteverde no sólo defraudó la capitulación aceptada por Miranda, violando todas las garan- tías ofrecidas y aun usándola como argumento para nuevas persecuciones (se persiguió a patrio- tas o sospechosos de serlo bajo el cargo de irres- petar los términos de dicha capitulación). Monte- verde llamó “monstruos” a los revolucionarios y, al momento de ser reconocido por las autoridades superiores como Capitán General y Gobernador de Venezuela, antepuso a la liberal Constitución de Cádiz, recién promulgada en la Península, la “ley de la conquista” en el trato con los america- nos insurrectos. Son célebres las “listas de sospechosos” con que se rastrillaron las ciudades patriotas y se atibo- rraron los calabozos donde miles murieron por hacinamiento. Estaban bajo sus órdenes y conta- ban con su licencia hombres sanguinarios como Antoñanzas, Zuazola, Cervériz, Martínez y Rose- te, cuyas crueldades aún son recordadas. Monte- verde, aunque no obrara por instrucciones direc- tas del poder español –en situación deambiguo suspenso a causa de la ocupación napoleónica–, encarnó, con la ferocidad y arbitrariedad de los antiguos conquistadores, la represión de España contra la independencia americana. Esa represión fue sangrienta y traicionera, y pudo haber sembrado la ira en el espíritu de comba- tientes patriotas como Antonio Nicolás Briceño (llamado por los españoles “El Diablo”), Juan Bautista Arismendi, Santiago Mariño y Simón Bo- lívar. No se puede, pues, entender la proclama de Trujillo, mejor conocida como el Decreto de Gue- rra a Muerte –emitida por el brigadier de la Unión neogranadina, Simón Bolívar, el 15 de junio de 1813–, fuera del contexto de la salvaje represión monárquica, o contrarrevolucionaria, que inten- tó extirpar un proceso de independencia marcado por un notorio espíritu civilista y legalista. Tam- poco es comprensible este decreto –que ha sido calificado como violento e incendiario por varios historiadores– al margen del inquietante fenó- meno del apoyo nativo a la causa realista. Los mestizos venezolanos, y hasta los esclavos, abrazaban la causa de sus opresores históricos, arrastrados por el frenesí de la revuelta reaccio- naria. La guerra a muerte no era, pues, una idea sólo de Bolívar. Briceño, Mariño, Arismendi y otros, la sentaron como divisa en su lucha de re- sistencia y sus esfuerzos de contraofensiva frente a los realistas. La guerra a muerte era la respuesta a la ferocidad de la represión española. El mérito del brigadier Simón Bolívar, procedente de Cú- cuta con tropas granadinas, consistió en darle un planteamiento estratégico, militar y político, en su lucha por la liberación de Venezuela. La guerra a muerte fue la munición psicológica de la Cam- paña Admirable. *Filósofo, historiador y escritor. Es miembro fundador del Centro Nacional de Estudios Históricos y de la revista Memorias de Venezuela. Ha sido reconocido como Maestro Honorario por la Universidad Nacional Experimental de las Artes en el año 2015. Sus estudios sobre el pensamiento y vida de Simón Rodríguez, son referencia dentro y fuera de Venezuela. Una de sus obras fundamentales es El Libro de Robinson, reconocido con el premio del Centro Nacional del Libro en el año 2006. 1 Este artículo fue publicado por primera vez en la revista Memorias de Venezuela N°10, editada por la Fundación Centro Nacional de Historia, en agosto del año 2009. E l D e c r e t o d e Guerra a Muerte Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—9 e l d e c R e t o d e g u e R R a a m u e R t e » Firma del Decreto de Guerra a Muerte. Iván Blesky (1960). Casa Museo Cristóbal Mendoza, Trujillo. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—10 Bolívar define con perfecta claridad al enemigo de la Patria instaurando tanto una polarización de los orígenes como una de los partidos. El origen garantiza la vida de los americanos o venezolanos a pesar del partido (realista); el origen condena por sí solo a muerte a los españoles y canarios. Por su parte, el partido no condena a muerte a los americanos, absolutamente inocentes a pesar de sus culpas. Pero el partido (patriota) es capaz de garantizar la vida de los españoles y canarios a pe- sar del origen. Hispanos y americanos, realistas y patriotas, se articulan y permutan en la balanza de la vida y la muerte. Los americanos poseen una inocencia absoluta por el solo origen. Los hispanos gozan de una inocencia relativa, o condicionada, por el partido adoptado. Las dife- rencias polares se anulan en la unidad de la Patria y los españoles y canarios se hacen compatriotas para ser “reputados y tratados como americanos”. Un español que abraza la causa de América no sólo salva la vida sino que se vuelve americano, adquiriendo una “igualdad ficticia o política”, para usar palabras del Discurso de Angostura. Lo que diferencia radicalmente el Decreto de Guerra a Muerte de un llamado a la “limpieza étnica” es el complejo juego de atenuación y conversión que propone, trocando la idea de la guerra a muerte en un sistema lógico-político de diferenciación e identidad nacional. La proclama de Trujillo, más que una condena a muerte, es una amnistía general a todos los miembros, por origen o por elección, de la patria americana. Si tuvo éxito pragmático o no, co- rresponde a otro análisis, pero como documento político-militar nos revela la sutileza y la nobleza del pensamiento estratégico del Libertador. En 1816, pasado el momento que, a su criterio, la justificaba, Bolívar suspenderá unilateralmente la guerra a muerte, proclamando el 6 de julio: “La guerra a muerte que nos han hecho nuestros ene- migos, cesará por nuestra parte; perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles […] ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla”. DECRETO DE GUERRA A MUERTE 15 de junio de 1813 Simón Bolívar, Brigadier de la Unión, general en Jefe de loS eJércitoS del norte, liBertador de venezUela A sus conciudadanos. Venezolanos: Un ejército de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaros, y ya lo tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las provincias de Mérida y Trujillo. Nosotros somos enviados a destruir a los españoles, a proteger a los americanos y a establecer los gobiernos republicanos que formaban la Confederación de Venezuela. Los estados que cubren nuestras armas, no hemos podido veR con indifeRencia las aflicciones que os hacían expeRimentaR los báRbaRos españoles, que os han aniquilado con la Rapiña y os han destRuido con la mueRte; que han violado los deRechos sagRados de las gentes. E l D e c r e t o d e Guerra a Muerte Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—11 están regidos nuevamente por sus antiguas constituciones y magistrados, gozando plenamente de su libertad e independencia; porque nuestra misión se dirige a romper las cadenas de la servidumbre, que agobian todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes ni ejercer actos de dominio, a que el derecho de la guerra podría autorizamos. Tocados de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experi- mentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y en fin, han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la más espantosa desolación. Así, pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia y mostrar a las naciones del universo que no se ofende impunemente a los hijos de la América. A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aun, a abrirles por la última vez una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir entre nosotros pacíficamente, si detestando sus crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de la España y al restablecimiento de la República de Venezuela. Todo español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa por los medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo y castigado como traidor a la patria, y por consecuencia será irremisiblemente pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto general y absoluto a los que pasen a nues- tro ejército con sus armas o sin ellas; a los que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos que se están esforzando por sacudir el yugo de la tiranía. Se conservarán en sus empleos y destinos a los oficiales de guerra y magistrados civiles que proclamen al gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una pala- bra, los españolesque hagan señalados servicios al estado serán reputados y tratados como americanos. Y vosotros, americanos, que el error o la perfidia os ha extraviado de la senda de la justicia, sabed que vues- tros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima persuasión de que vosotros no podéis ser culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia en que os han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han podido induciros a ello. No temáis la espada que viene a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte vuestros verdugos. Contad con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de americanos será vuestra garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a protegeros, y no se emplearán jamás contra uno solo de nuestros hermanos. Esta amnistía se extiende hasta los mismos traidores que más recientemente hayan cometido actos de felonía; y será tan religiosamente cumplida que ninguna razón, causa o pretexto será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos que nos deis para exci- tar nuestra animadversión. Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables. Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813. * * * e l d e c R e t o d e g u e R R a a m u e R t e Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—12 Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—13 * Historiador y profesor de la Universidad Nacional Experimental de las Artes. Se desempeñó como Secretario Ejecutivo del Centro Internacional Miranda, adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria y como Director del Despacho del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Ocupó la Dirección General de los Museos Bolivarianos y actualmente es investigador del Centro de Estudios Simón Bolívar. La Ley Fundamental de la República de Co- lombia, promulgada el 17 de diciembre de 1819, fue el instrumento jurídico con el cual se crea la histórica Gran Colombia. Este proyecto político mantuvo unido el territorio que com- prende actualmente a cuatro naciones latinoa- mericanas. Fue decretado por el segundo Con- greso Constituyente de Venezuela y representó el más firme esfuerzo por crear una gran nación y una identidad común en el marco de los proce- sos independentistas del siglo XIX. El propósito de su máximo artífice, el Libertador, fue combi- nar la fortaleza que da la unidad para sustentar la libertad de los pueblos que en ese momento aún buscaban consolidar su emancipación. Una visión, un proyecto político Buena parte de la historiografía ubica el origen del sueño de la unión de naciones hispanoame- ricanas en el pensamiento y compromiso revo- lucionario de Francisco de Miranda. También se ha intentado posicionar la idea de la dimensión indígena de una entidad común del continente, el Abya Yala. Bolívar defendió la unión como garantía de la libertad suramericana * * * * * * * * Donde este pensamiento se halla formulado con más precisión y de modo más consecuente es en la reflexión y la acción política del Libertador: “La reunión de la Nueva Granada y Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas”. Esas palabras fueron pu- blicadas por el Correo del Orinoco el sábado 18 de diciembre de 1819. Bolívar continúa así su argumento: “Es el voto de los ciudadanos de ambos países, y es la garantía de la libertad de la América del Sur... El tiempo de dar una base fija y eterna a nuestra república ha llegado”. Bolívar llamó Colombia a esa nueva República que nacía con la Ley Fundamental. Esta nueva nación se concretaría con las victorias patriotas de la Campaña Libertadora de la Nueva Granada. Este punto es fundamental, ya que el ejército pa- triota estaba integrado por un disímil grupo de hombres con orígenes e identidades culturales distintas. Como sostiene Miguel Acosta Saignes, incluía indígenas, mestizos, antillanos, caraque- ños y hasta legionarios británicos, entre muchos y muchas otras integrantes. Este ejército de ejér- citos tenía también un variopinto componente Jonathan montilla a.* » Simón Bolívar, 1825. Grabado por C. G. Childs. Colección Museo Bolivariano Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—14 B o l í v a r d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o garantía de la libertad suramericana de líderes y jefes militares, quienes habían ga- nado su jefatura gracias a su carisma y valor en la lucha revolucionaria. He allí la empresa más importante por la que lu- chó el Libertador: lograr una identidad común entre los distintos componentes del ejército, sus líderes, y dotarlo de un proyecto de unidad. Por lo regular se resalta que Bolívar expresó su idea visionaria de la unión de naciones en la Carta de Jamaica (1815), pero está presente en do- cumentos anteriores. En el Decreto de guerra a muerte, de junio de 1813, Bolívar ya se dirigía a los venezolanos, colombianos y americanos con sentido de unidad. Para él la lucha por la libera- ción distinguía dos bandos en pugna, el patriota, americano y colombiano, y un único enemigo, el español y canario; pero no cualquier español, sino aquel que no se uniera a la justa causa de la liberación americana. Este sueño de unidad está planteado de manera más concreta en la Carta de Jamaica. En ella el Libertador distingue la necesidad de la unión de naciones americanas: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande na- ción del mundo, menos por su extensión y rique- zas que por su libertad y gloria”. Aquella nación ya vislumbraba la confederación entre los terri- torios de Venezuela y la Nueva Granada. Despertar la conciencia de unidad Resalta la que quizás es la esencia de su proyecto político republicano más importante: despertar la consciencia del sentido de unidad de los ciu- dadanos y las ciudadanas libres de esta región del mundo, de los americanos o hispanoame- ricanos. “Nosotros somos un pequeño género humano, poseemos un mundo aparte…”, agrega. La clave de la lucha y pensamiento de Bolívar se sustentaba en una doctrina que permitiera la au- toafirmación identitaria del americano del sur, del hispanoamericano, como un género nuevo. A pesar de lo obvio que resulta este aspecto, dada la magnitud del proyecto político que significó la lucha por la independencia de cinco naciones, las reflexiones de Bolívar se centraron con fre- cuencia en el reto que representaba la lucha por una nueva identidad. Habitualmente se centra el análisis de su obra y pensamiento en torno a la idea de la libertad, pero su proyecto político se proyectaba más allá, conciliando la justicia e igualdad. Bolívar, siguiendo a Simón Rodríguez, creía en un mun- do nuevo después de la liberación. Habría que dotarlo con instituciones nuevas, adaptadas a la realidad americana y con el reto de formar nue- vos ciudadanos. De ahí que su proyecto político identitario y por la unidad de los pueblos americanos esté aún pendiente. “Es más difícil, decía Montesquieu, sacar un pueblo de la servidumbre que subyugar a uno libre”, nos recuerda Bolívar. Según esto, y de acuerdo con lo planteado en el Discurso ante el Congreso de Angostura (1819), la educación, concebida en un nuevo poder moral, debía ser el pilar fundamental de la República. Nace una nueva identidad Con la idea de la República de Colombia se inau- guraba así una entidad geopolítica nueva, pero también una identidad. El sueño de unidad se concretaría no solo con la declaración de una nueva nación, sino con la creación de aquellos ciudadanos que la defendieran. La idea de la gran nación por la que se luchaba y legislaba ase- guraría que una vez ganada la lucha habría una patria grande que construir. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—15 b o l í v a R d e f e n d ió l a u n i ó n c o m o g a R a n t í a d e l a l i b e R t a d s u R a m e R i c a n a Un decreto constituyente para un proyecto de liberación Lo de antes conduce a discutir la naturaleza jurídica del decreto la Ley Fundamental de Co- lombia. Fue un decreto legislativo, pero reque- ría la aclamación popular. Precisamente en eso se empeñó el Libertador, tanto en el principio de la sanción por el Congreso Constituyente de Angostura como por el hecho de llevarlo como bandera de la liberación del ejército colombia- no, que en adelante formalmente juntaría a ve- nezolanos y neogranadinos. Así lo expresó en su discurso ante el Congreso de Angostura el 12 de diciembre: “la unánime determinación de morir libres y de no vivir es- clavos ha dado a la Nueva Granada un derecho a nuestra admiración y respeto”, entonces agrega la idea de la reunión de los dos pueblos: “...Su anhelo por la reunión de sus Provincias a las Provincias de Venezuela es también unáni- me. Los Granadinos están íntimamente pene- trados de la inmensa ventaja que resulta a uno y otro Pueblo de la creación de una nueva Repúbli- ca, compuesta de estas dos Naciones”. Seguidamente se formó una comisión legislati- va cuya responsabilidad era establecer las bases jurídicas de la naciente República, que cinco días después, el 17 de diciembre, sancionó el Congreso de forma unánime como Ley Funda- mental de la República de Colombia. Con ella se legitimaba la visión política del Libertador y de muchos hombres y mujeres que luchaban por la independencia. Donde quizás es más explícito este propósito de vincular pública, popular y patrióticamente el nacimiento de esta gran nación es en la carta que el Libertador escribió en Angostura a Francisco de Paula Santander el 20 de diciembre de ese año diecinueve. En ella asegura el carácter provisional de la Ley, que será luego sancionada tanto por los pueblos como por el Congreso de la nueva gran Nación, el Congreso de Villa del Rosario de Cúcuta, en 1821: “Aunque este acto provisorio no está inves- tido de todas las formalidades, y aunque todas las provincias libres de Cundinamarca no han concurrido a él…”. Más adelante agrega que a Santander le toca ser el ejecutor del decreto que llama a su país natal a una grandeza y dignidad que casi no puede percibir la imaginación más brillante, y hacer que los pueblos, ejércitos, corporaciones y municipalidades, la cumplan y ejecuten. Luego que el Congreso dé el reglamen- to para la convocatoria de los representantes de Colombia en la Villa de Cúcuta, lo ejecutaré. En estas palabras Bolívar sintetiza lo que será el sentido táctico de la creación de la República de Colombia, cuyos fundamentos, aunque aún por consolidar, se hallan en la dignidad de quienes luchan por la independencia. Para Bolívar esta unión aseguraba la grandeza en tanto dejaba atrás la perspectiva provincial de la lucha inde- pendentista. La perspectiva geopolítica del Libertador La Ley Fundamental de Colombia fue la cumbre de la estrategia del Libertador para sentar las bases políticas de la campaña de liberación. En un extremo debe ubicarse la nueva etapa que co- menzó en Angostura en 1817. En el otro está la Campaña del Sur, que culminaría en Ayacucho en 1824 y en la máxima expresión de la integra- ción regional en el Congreso Anfictiónico de Pa- namá en 1826. Como ya se ha visto, la estrategia del Liberta- dor consentía la unión de todos los ciudadanos bajo una nación cuya identidad los hermanaba. Permitiría la organización de un ejército para la Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—16 B o l í v a r d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o garantía de la libertad suramericana que demandaban en uno y otro extremo la pre- sencia de su autoridad. Para este autor, luego de triunfar en Boyacá y tomada Bogotá, a Bolívar le preocupaba “...la crisis que sufría el gobierno ci- vil establecido en Angostura, la actitud de Páez y la marcha de las operaciones militares”. A eso se suman la “…distancia que lo separaba de la capi- tal provisional de Venezuela, la estación lluviosa, que borraba todos los caminos, y la inseguridad de las comunicaciones a causa de la misma gue- rra”. Todo esto, escribe Mijares, mantenía a Bolí- var “…prácticamente aislado: dar órdenes sobre noticias recibidas con tres meses de retardo y cuando aquellas órdenes tardarían a su vez otro tanto en llegar a su destino, resultaba irrisorio”. Apasionado por la unión de las naciones, Bolívar insistía permanentemente en Colombia como hecho fundamental para vencer la anarquía. De allí que cada victoria se configuraría como resul- tado de la hazaña de la gran nación. De hecho, la campaña militar llevada a cabo sobre Venezuela en 1821 y ratificada con la segunda batalla de Carabobo se confirmaba “…con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia”1. Así lo escribió el propio Bolívar en el parte de guerra. De allí en más el sueño concretado de Colombia permitiría la incorporación de nuevos territorios, como el de Quito, y su ejército, el colombiano, lo- graría las victorias en las Campañas del Sur. Colombia nace en Venezuela La República de Colombia nace en Angostura, entonces liberada por las fuerzas patriotas. A diferencia de las campaña anteriores se había alcanzado ya una perspectiva de guerra popular. Esas dos características, más el hecho de que la República fue decretada primero por el Congreso Constituyente de Angostura y luego fue ratificada liberación definitiva y avizoraba la necesidad del reconocimiento internacional. Este ámbito de acción, el internacional, fue una constante en su desempeño de dar entidad a las nacientes nacio- nes en proceso de emacipación, y de dotarlas de una identidad semejante a la de otras naciones libres del planeta. La Ley Fundamental es consecuencia del poder acumulado que se concreta con la Campaña de Guayana, y de la maniobra de Bolívar de tomar a Angostura y Guayana como epicentros de la es- trategia liberadora (una como ciudad-estado y la otra como región histórica y estratégica, ambas con el río Orinoco como epicentro). Las victorias de la Campaña de Los Llanos, con las batallas de Las Queseras del Medio, y la Cam- paña Libertadora de la Nueva Granada, con las victorias de Pantano de Vargas y Boyacá, con- solidarían un corredor liberado que permitiría conectar el sur de Venezuela con el sur de la Nueva Granada. Las fuerzas realistas quedaban arrinconadas al extremo norte del continente y al sur de Quito. A esta altura resulta clave entender la grandeza del proyecto político bolivariano. Tuvo que en- frentar dificultades tanto internas como exter- nas, medioambientales, de moral y de conspira- ciones, y se sobrepuso a todas con grandeza. En poco menos de un año Bolívar debió enfrentar las conspiraciones estadounidenses en las que John Baptist Irvine sirvió de agente, las insubor- dinaciones de algunos jefes militares y las pro- pias dificultades de la unidad de su ejército, que se enfrentaba a las inclemencias de un territorio completamente agreste y al que no estaban acos- tumbrados, entre otras adversidades logísticas. Augusto Mijares resume estas dificultades al explicar la fragilidad de las nacientes repúblicas » Ley Fundamental de Colombia, 1819. Archivo General de La Nación 1 Parte de la Batalla de Carabobo, escrito por el Libertador Simón Bolívar y dirigido al Vicepresidente de Colombia, fechado en Valencia el 25 de junio de 1821. En Conciencia Campaña de Carabobo: la estrategia que liberó a Venezuela. Caracas, Centro Nacional de Historia, 2012, p. 41. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—17 Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—18 por el Congreso de Villa del Rosario de Cúcuta, la dotan de un profundo sentido revolucionario. La naciente República se crea progresivamente y se reafirma a medida que se liberan los terri- torios que la componen. “La soberanía popular y nacional se construyedesde el poder revolucio- nario”2. La República de Colombia, quizás la an- tecesora más concreta de la Patria Grande, nace a partir de la disolución de la República de Vene- zuela y la creación de Cundinamarca. Con estos hechos instituyentes de renuncia y creación se erige una nación compuesta por tres grandes de- partamentos: Venezuela, Quito y Cundinamarca (que comprendía el Virreinato de la Nueva Gra- nada), y cuyas capitales serán Caracas, Quito y Bogotá, respectivamente Uno de los principales intereses del Libertador al crearse la República de Colombia era demos- trar al mundo libre la firmeza de la causa revo- lucionaria. “Nuestro crédito y reputación se aumentará considerablemente con este acto”, escribe Bolívar al presidente de Cundinamarca. De allí se justifica que la República se decretara como medida imperiosa para asegurar su pro- gresiva estabilidad. En la carta a Santander sostenía que “…las incal- culables ventajas que produce y, sobre todo, la imperiosa necesidad de aprovechar la disposición B o l í v a r d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o garantía de la libertad suramericana 2 Néstor Kohan (2013) Simón Bolívar y nuestra independencia, una lectura latinoamericana. Barcelona, Editorial Yulca, pp. 225 – 227. » República de Colombia, 1841. Agustín Codazzi. Biblioteca Nacional de Venezuela Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—19 b o l í v a R d e f e n d i ó l a u n i ó n c o m o g a R a n t í a d e l a l i b e R t a d s u R a m e R i c a n a de las potencias extranjeras, han obligado a los re- presentantes de Venezuela y de la Nueva Granada a dar un paso en que creen vinculada la estabili- dad, permanencia y prosperidad de Colombia”. Como presidente de la nueva nación despachó inmediatamente a los representantes de Co- lombia a Europa. La legación estaba integrada por el vicepresidente Francisco Antonio Zea, en calidad de Enviado Extraordinario, y el general José María Vergara. Su objetivo era lograr el in- mediato reconocimiento de la inmensa nación y la posibilidad de recurrir a préstamos que per- mitieran el financiamiento de la lucha. Bolívar pone en la naciente República sus más firmes anhelos de justicia, libertad y estabilidad política. La República de Colombia nace como estrategia de consolidar una poderosa república americana cuyas bases desde su promulgación tendrán un principio federal, aunque más ade- lante se ajustarán al criterio centralista. Libertad para los esclavizados Esta Gran República albergó en su seno un rasgo de justicia poco común, la voluntad de la liberación de los esclavizados. Bolívar solicitó en su discurso ante la instalación del Congreso de Angostura la preservación de un único decreto preexistente: la liberación de los esclavos decretada en 1816. También solicitó al Congreso Constituyente de Villa del Rosario de Cúcuta, en 1821, la promul- gación de la libertad de vientre como recurso * * RefeRencias: F. O’Leary (2013) Memorias del General O’Leary (Tomo Segundo - Narraciones). Miguel Acosta Saignes (2009) Bolívar: Acción y Utopía del hombre de las dificultades, Caracas, Fundacion Editorial El perro y la rana. Obras Completas del Libertador. En http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/inicio.php Augusto Mijares (1987) El Libertador. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, pp. 369. Néstor Kohan (2013) Simón Bolívar y nuestra independencia, una lectura latinoamericana. Barcelona, Editorial Yulca, pp. 225 – 227. fundamental para asegurar la igualdad y la justi- cia. Aunque no prevaleció el espíritu de justicia de Bolívar en este aspecto, sí se afirmó la hete- rogénea composición social de la República de Colombia, manifiesta en su ejército libertador. La Ley Fundamental de la República de Colombia representa un punto de inflexión. Debe mucho a los acontecimientos anteriores y define a su vez lo que será el futuro inmediato y estructural de la concreción del proyecto unitario del Libertador. Permite comprender la estrategia de organiza- ción del Estado y la República que diseña Bolí- var. Articulada mediante una estructura unita- ria, pero que debe además superar el duro reto de empapar a los ciudadanos de un sentido de identidad nacional que pasará, además, por el vértigo de dejar de ser súbditos a convertirse en ciudadanos libres. Hoy, a 200 años de aquella Ley por la que se creaba una de las más extensas repúblicas exis- tentes en ese momento, resulta más importante que nunca comprender la importancia de la uni- dad de los pueblos de Latinoamérica. Una jugada del destino quiso que justo un 17 de diciembre, pero 11 años después, falleciera el Libertador y con él la República de Colombia, la nacida en Angostura. Quedan muchas fechas por venir, y aun existen duras batallas por librar. América Latina se encuentra en una disputa centenaria por su dignidad. * * * Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—20 » Bolívar en traje de Campaña, 1895. Arturo Michelena. Gobernación del Estado Carabobo Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—21Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—21 T e m a C e n t r a l paRa compRendeR el pRoceso que Resultó en la fiRma de los tRatados de aRmisticio y RegulaRización de la gueRRa en tRujillo, en esta sección pResentamos tRabajos Relacionados con el contexto español de la época, el planteamiento estRatégico del libeRtadoR simón bolívaR y la significación geopolítica de estos acueRdos. se incluye una selección de documentos y testimonios que apoRtan al análisis y Reflexión sobRe esta Relevante victoRia diplomática de las fueRzas patRiotas de la República de colombia. A doscientos Años de los Acuerdos de pAz Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—22 La tragedia padecida por el reino de España desde la llegada de Carlos IV al trono, tuvo en Trafalgar un fatal anun- cio del calvario que la llevaría a ser tinta y papel en los armarios de la Historia. Todo en adelante fue: la vergüenza del torpe Manuel de Godoy como capitoste en el tabernáculo fundado por Carlos I, la in- capacidad de Fernando VII y el desenfre- no y locuras voluptuosas de María Luisa de Borbón-Parma, porque 1808 solo fue el epílogo de ese largo drama. Cuando Fernando VII regresó a España en 1814 la encontró muy distinta. De inme- diato derogó la Constitución liberal que anuló sus arbitrios absolutistas, eliminó las Cortes y prohibió la libertad de pren- sa. La guerra por la independencia contra la Francia napoleónica había concluido victoriosa con los arrestos del pueblo es- pañol, cuyo nervio y credo penetró en la conciencia nacional. Entonces se animó a reclamar los avances que en Francia e * Historiador y profesor universitario, jubilado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Ha sido docente en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Coordinador de Investigación en la Escuela Nacional de Admi- nistración y Hacienda Pública y Coordinador de Formación y Docencia en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Actualmente forma parte del Consejo Directivo de la Fundación Centro Nacional de Estudios Históricos. Manuel e. caRReRo MuRillo* El triunfo diplomático de Bolívar en el camino a la independencia * * * * * * * * Inglaterra habían logrado los gobiernos parlamentarios –aunque sin renegar de la monarquía–, y las libertades comercia- les. También aspiró a la eliminación de la institución de manos muertas, que legiti- maba el latifundio junto con otros bienes divinizados por la iglesia, escudada tras el argumento de ser propiedad de Dios. Cuando el “Deseado” impuso su talante absolutista el pueblo español se fue a la guerra, que enfrentó a liberales-masones contra realistas fieles –llamados serviles. La península se convirtió en campo de incontrolada ira hasta los días de Riego, Quiroga y el trienio liberal. Entretanto, las potencias europeas reunidas enel Congreso de Viena dibujaban nuevos mapas políticos sin tomar en cuenta a la antigua potencia española. La guerra de Independencia y la guerra civil que sobrevinieron hicieron crujir las finanzas. Los puertos españoles no recibieron más remesas de oro, plata ni t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z » Fernando VII. Grabado. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—23 alimentos. América no enviaba mercan- cías y brotaron los planes de reconquista; a esos fines zarpó don Pablo Morillo con la expedición pacificadora: “…fui obli- gado –escribe en sus memorias– a partir de Cádiz a la cabeza de mi división, com- puesta de 12 mil hombres, de los cuales 10 mil de infantería. El resto lo compo- nían tropas de artillería, defensores de plazas fuertes y de caballería” (1). De Cádiz salieron dieciocho buques de guerra y cuarenta y dos de transporte “… habilitados superabundantemente de la artillería y demás efectivos correspon- dientes”. Partieron a reconciliar a aque- llos vasallos con el rey –dice la Gaceta de Madrid en mayo de 1815–, pero en “…la Costa Firme la guerra se hacía sin cuartel y con salvaje ferocidad” (2). Morillo restauró fugazmente el Virreina- to de Nueva Granada y la Capitanía Gene- ral de Venezuela, que poco aportaron al tesoro del reino. Los “revoltosos” –como llamó “el Pacificador” a los patriotas– es- taban tan decididos a romper la domina- ción, que ignoraron la paz ofrecida a ve- nezolanos, cartageneros y santafereños, y no acataron la amnistía propuesta en 1817 en Caracas con anuencia de S. M: “El Rey, guiado por los sentimientos de su corazón, no ha dejado jamás de miraros como a sus hijos; siempre bueno y cle- mente, quiere conduciros hacia la paz y la felicidad (…). Ha visto los males que pa- decen sus hijos de América, y desea a la vez devolverles la felicidad y ligarlos por nuevos lazos de amor a su Madre Patria, a la Grande Monarquía Española” (3). algunos libeRales sensatos en las coRtes pensaRon salvaR lo salvable en améRica: planteaRon incoRpoRaR diputados ameRicanos a sus asambleas y daR la calidad y condición de peninsulaRes a aquellos pueblos, paRa seR tRatados como una sola nación en dos continentes. e l t R i u n f o d i p l o m á t i c o d e b o l í v a R e n e l c a m i n o a l a i n d e p e n d e n c i a (1) MORILLO Y MORILLO, Pablo: Memorias de Pablo Morillo (1815-1821), edición digital. Disponible en: https://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=7333, Fundación El Libro Total, pp. 28-29. Consultado en: 15/10/2020. (2) RODRÍGUEZ VILLA, Antonio: El Teniente General don Pablo Morillo, primer Conde de Cartagena y Marqués de a Puerta (1778-1837), Madrid, Establecimiento Tipográfico de Fortanet, tomo IV, 1908, p. 121 (3) MORILLO Y MORILLO, Pablo. Op. cit., pp. 157-158. » La promulgación de la Constitución de 1812. Salvador Viniegra. Circa 1914. Museo de las Cortes de Cádiz, España Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—24 La resistencia patriota se tornó tan ruda y tenaz que Morillo reconoció la dificultad para dominarla. El ideal de la indepen- dencia estaba en la carne y la sangre de los patriotas, que se habían formado para pelear fieramente hasta ganar la libertad. En su memoria estaba la batalla de Las Mucuritas, peleada en la estepa venezo- lana en enero de 1817: …Un cuerpo de 3 mil hombres de a caballo, comandados por Páez, uno de los generales disidentes, atacó al general La Torre dos días antes de mi incorporación en Las Mucuritas, al paso del Apure, y su impetuoso ata- que fue una de las primeras noticias. Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que no eran una gavilla de cobar- des poca numerosa, como me habían informado... (4). Muy mal informaron al general Morillo. No era una gavilla de cobardes ni guerri- lleros, sino tropa patriota con ideología: un ejército constituido que tenía la mira puesta en la independencia. A finales de 1818 España lidiaba en varios frentes: la guerra interna, la penetración del liberalismo, la reconquista de Amé- rica, los negocios con Estados Unidos sobre las dos Floridas y Oregón, para sal- var Texas, y el Congreso de Aquisgrán. En este último el Reino Unido, Rusia, Aus- tria y Prusia defendían el absolutismo, pero relegaban a España, mostrando que todas las potencias aspiraban a hacerse con retazos de sus colonias y que nada debía esperar de aquellos congresos. Fernando VII estaba agobiado. Ni tenía la inteligencia de su abuelo ni ministros para resolver la crisis. En el sexenio abso- lutista (1814-1820), la España profunda “enguerrillada” reclamó la restauración de la Constitución liberal. Se sumó a las luchas populares de bravos jefes guerri- lleros como Luis de Lacy, Juan Martín Díaz “El Empecinado”, Francisco Espoz y Mina, Jaime Milans del Bosch y “Agustina de Aragón”. En esos años Pablo Morillo había reco- nocido el coraje del pueblo patriota de Tierra Firme para ser libre. Ni rey, ni clemencia, ni perdón, absolución o re-(4) RODRÍGUEZ VILLA, Antonio. Op. cit., p. 116. t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z » Fernando VII. Francisco de Goya, 1814. Museo del Prado Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—25 e l t R i u n f o d i p l o m á t i c o d e b o l í v a R e n e l c a m i n o a l a i n d e p e n d e n c i a jamás, excmo. sR., ha sido mi situación y la de este ejéRcito más cRítica que en los momentos actuales, en que (…) es menesteR volveR á la gueRRa contRa un enemigo doblemente podeRoso en opinión y en fueRza, conquista. Algunos liberales sensatos en las Cortes pensaron salvar lo salvable en América: plantearon incorporar dipu- tados americanos a sus Asambleas y dar la calidad y condición de peninsulares a aquellos pueblos, para ser tratados como una sola nación en dos continentes. Con ese propósito acordaron enviar comisio- nados a Buenos Aires, Perú, Nueva Gra- nada, Costa Firme y Nueva España, que aún consideraban colonias del reino – porque no les reconocían la independen- cia. Pero advirtieron que esas misiones requerían una tregua de paz que permi- tiera notificar y acordar la invitación a los “rebeldes” de América. Esto no podía ser de otra manera sino mediante una sus- pensión de hostilidades, es decir: acor- dando un armisticio con los patriotas. Fernando VII escribió en abril de 1820 una proclama que hablaba de “las Es- pañas”, de “la tierna voz de vuestro rey Padre” y del juramento hecho a la Consti- tución “que se formó por vosotros y para vuestra felicidad”. Pero un abatido Mori- llo hacía saber al Ministro de la Goberna- ción de Ultramar que no podía combatir con éxito: “Jamás, Excmo. Sr., ha sido mi situa- ción y la de este Ejército más crítica que en los momentos actuales, en que (…) es menester volver á la gue- rra contra un enemigo doblemente poderoso en opinión y en fuerza, desde el punto que ha concebido no tiene nada que temer del Gobierno nacional ni de la voluntad del pueblo español, que juzga no se presentará á prodigar sus hijos y sus tesoros por sostener sus leyes y gobiernos en este continente (…). Los restos del Ejérci- to expedicionario que conduje á estas provincias, además de sufrir tan dura suerte, no pueden oponer ya más que una débil resistencia, aunque com- batan hasta perecer todos contra un enemigo tan desigual en fuerzas, en opinión y en recursos que les prodi- gan los ingleses, los americanos del Norte y todas las Antillas extranjeras (…), y sea cual fuere el partido que se adopte, espero quiera V. E. dispen- sarme la singular gracia de solicitar del Rey mi relevo, que he pedido por novena o décima vez…” (5). Morillo envió al coronel León Ortega a la Corte para informar de primera voz al rey sobre la cruel situación. Era impera- tivo obtener 8 mil hombres y buques de guerra. También se advirtió al monarca que si se perdía la Costa Firme,“que es la América militar, no la volverá a recu- perar jamás el rey” aunque envíe 30 mil hombres. Los triunfos patriotas de Chacabuco, en 1817, y Maipú, en 1818, en Chile; El Tamo y Cerro de Barrabás en 1818, en México, y Pantano de Vargas y Boyacá, 1819, en Nueva Granada, coincidieron en corto tiempo y momentos difíciles para una Es- paña empeñada en enviar tropas a ultra- mar, abrumada por las luchas intestinas que la crispaban frente al absolutismo, las presiones de la Iglesia y las potencias que la apartaban de las grandes decisio- nes políticas. El 12 abril de 1820 Bolívar se encontraba en San Cristóbal y Morillo en San Carlos de Austria. El Libertador pasó en mayo a (5) Ibídem, p. 206 » El Valle de San Cristóbal. Anton Goering. En: Venezuela: el más bello país tropical Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—26 El Rosario de Cúcuta, donde recibió el 6 de julio una misiva enviada por el general Morillo a través del general La Torre. Le proponía en ella cesar hostilidades du- rante un mes para negociar un armisti- cio. Bolívar retornó a San Cristóbal y des- de allí inició un raudo periplo que lo llevó a Ocaña, El Rosario, San Cayetano, San Salazar de las Palmas, Gallinazo, Ocaña, Mompox, San Antonio, Barranquilla, Turbaco, Mahates, El Plato, Mompox, El Banco, San Pedro, Ocaña, Cúcuta. Regre- só a San Cristóbal el 21 de septiembre. ¿Cuál era el objeto de este recorrido? ¡Fi- jar control territorial! Un armisticio reconoce a cada parte do- minio sobre el territorio sometido; Bolí- var lo sabía, y aunque informó a Morillo que su cuartel general estaría en San Fer- nando de Apure, partió a Mérida el 1º de octubre con la misma táctica y el 7 llegó a Trujillo. Avanzó a Carache y pronto retor- nó a Trujillo, seguramente para no irritar el ánimo de Morillo, pero así le confirmó la debilidad que este había advertido a su ministro de Ultramar. Esos giros veloces dieron a Bolívar mayor control territorial que a Morillo, quien se movió desde San Carlos a Carache, donde instaló su cuar- tel general. Esto lo vio Bolívar como un avance audaz encubierto, y le escribió con humor: “Si V. E. piensa venir a dictar las condiciones del armisticio, yo asegu- ro a V.E. que no las aceptaré jamás…” (6). (6) LARRAZÁBAL, Felipe: Vida y Escritos del Libertador, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, Tomo II, 1999, pp. 224 t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z » Escuque. Ferdinand Bellermann » Vuelvan caras. Arturo Michelena (1863 - 1898). Escuela de Formación de Oficiales Guardia Nacional de Venezuela, Caracas. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—27 bolívaR hizo sabeR a moRillo el 21 de septiembRe que acoRdaR el aRmisticio sin ReconoceR el gobieRno eRa peRjudicaR la República: “sin embaRgo, el gobieRno de colombia quieRe manifestaR a v.e. y a toda la nación española que pRefieRe la paz a la gueRRa, aun a su pRopia costa, y pRopone en consecuencia entRaR en comunicaciones con v. e…” e l t R i u n f o d i p l o m á t i c o d e b o l í v a R e n e l c a m i n o a l a i n d e p e n d e n c i a (7) Ibídem, p. 223. (8) BOLÍVAR, Simón: Obras Completas, Caracas, Ediciones Cibema, Volumen I, s/a/e., p. 486. (9) Ibídem., p. 504. Morillo envió la misma invitación de tre- gua a Páez, Santander, Mariño y al Con- greso de Angostura ¿Con cuáles fines? ¡Pulsar la disciplina patriota, generar roces a la jefatura de Bolívar y verificar hasta dónde era jefe de todos! Bolívar hizo saber a Morillo el 21 de sep- tiembre que acordar el armisticio sin reconocer el gobierno era perjudicar la República: “Sin embargo, el Gobierno de Colombia quiere manifestar a V.E. y a toda la nación española que prefiere la paz a la guerra, aun a su propia costa, y propone en consecuencia entrar en co- municaciones con V. E…” (7). Un poco antes, el 1º de agosto, había escrito con júbilo a Mariano Montilla: “Puede Ud. asegurar que Morillo me ha escrito tra- tándome de presidente, y que el parla- mentario Herrera me ha asegurado que Morillo tiene orden de hacer la paz con nosotros de todos modos y de reconocer la república…” (8). El 26 de octubre, en Trujillo, envió a Mo- rillo su propuesta de bases para un armis- ticio de cuatro o seis meses en siete pun- tos. Ocho días después, en Carache, le pidió que autorizara a sus comisionados “…plenamente, para que concluyan con el gobierno de la república un tratado verdaderamente santo, que regularice la guerra de horrores y crímenes que hasta ahora ha inundado de lágrimas y sangre a Colombia, y que sea un monumento entre las naciones más cultas, de civiliza- ción, liberalidad y filantropía” (9). Terminados los diálogos llevados a cabo por Ramón Correa, Juan Toro y Francis- co González de Linares, por los realistas, y Antonio José de Sucre, Pedro Briceño Méndez, y José Gabriel Pérez, por los pa- triotas, se firmó el Tratado de Armisticio, que fue perfeccionado con el Tratado de Regularización de la Guerra, cuyo primer artículo acordaba hacer la guerra “como la hacen los pueblos civilizados”. Ambos documentos fueron aprobados y refren- dados por Bolívar y Morillo. Los documentos existentes permiten concluir que en este acontecimiento la estatura de los dos jefes no se midió en centímetros, sino en el tino para negociar los tratados. El talento de Bolívar arrancó a España, mediante la pluma de Morillo, un extraordinario triunfo diplomático y político que refrendó el año siguiente en el campo de Carabobo: la independencia de Venezuela, donde España quedó heri- da de muerte hasta Ayacucho. * * * Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—28 Hace 200 años, en medio del fragor de la lucha por la independencia, el Libertador Simón Bolívar y el más im- portante jefe militar español para Nueva Granada y Venezuela, el general Pablo Morillo, iniciaron gestiones para acordar un armisticio. Se buscaba entablar un diálogo que llevara a una conclusión ne- gociada del conflicto. En el transcurso del intenso intercam- bio epistolar entre patriotas y realistas, iniciado en junio de 1820, Bolívar agre- gó otra idea a la posibilidad del tratado de armisticio. Su proposición consistía en regularizar la guerra en caso de que feneciera la suspensión de las acciones bélicas o se rompieran nuevamente las hostilidades por cualquier razón. Las dos partes acudían a la mesa de ne- gociaciones por motivos distintos. En el caso de los españoles, el 1° de enero de ese año se había producido el levanta- miento del general Rafael del Riego en las Cabezas de San Juan (Andalucía). Su * Internacionalista, analista y consultor. Ha sido embajador de Venezuela en Nicaragua, Director de Relaciones Internaciones de la Presidencia de la Repú- blica Bolivariana de Venezuela y del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Ha publicado en revistas especializadas de México, Argentina, Puerto Rico, Perú, Bolivia, Brasil y España, entre otros países. Actualmente es investigador invitado del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Shangái, China. seRgio RodRíguez gelfenstein* Bolívar y Morillo firmaron un tratado de paz en Trujillo que auguraba el reconocimiento de la república * * * * * * * * insurrección reconocía la legitimidad de la Constitución liberal de Cádiz, que res- tableció a las autoridades constituciona- les, lo que evitó el traslado a América del ejército con el que Fernando VII buscaba someter a los patriotas que luchaban por la independencia. En este contexto, el 11 de abril las auto- ridades del nuevo gobierno de Madrid expidieron instrucciones para abrir ne- gociaciones en pos de la reconciliación con los insurgentes en América. Morillo recibió estas pautas el 6 de junio, y se dis- puso a escuchar a las autoridades, a los representantes del clero y a los más des- tacados vecinos de Caracas para conocer sus opiniones y pulsar el estado de ánimo de la sociedad en relación con ellas.De estas reuniones resultó la publicación de la Constitución al día siguiente, el 7 de junio. A continuación informó a sus generales que tenía órdenes de las Cortes de comunicarse con los insurrectos, con el gobierno de Colombia y con Bolívar en el tRanscuRso del intenso inteRcambio epistolaR entRe patRiotas y Realistas, iniciado en junio de 1820, bolívaR agRegó otRa idea a la posibilidad del tRatado de aRmisticio. su pRoposición consistía en RegulaRizaR la gueRRa en caso de que fenecieRa la suspensión de las acciones bélicas o se RompieRan nuevamente las hostilidades poR cualquieR Razón. t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z » Monumento a la tregua de Trujillo de 1820. Plaza del Armisticio en Santa Ana de Trujillo. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—29 Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—30 para restablecer la paz y solucionar por la vía del diálogo la situación de Venezuela y Nueva Granada. Bolívar, por su parte, después del Con- greso de Angostura, en febrero de 1819, y tras un pormenorizado estudio de las variables operativas, analizadas en pers- pectiva táctica y estratégica, entendió que era necesario iniciar la campaña de liberación de Nueva Granada, antes que la de Venezuela, para producir la derrota total del ejército español. de Colombia. El 24 emprendió el regreso a Bogotá, donde entró los primeros días de marzo de 1820, permaneciendo allí menos de un mes para volver a Venezuela en la segunda semana de abril. Se dispu- so entonces a enfrentar el escenario béli- co, que tenía en la toma de Maracaibo su principal objetivo, y a la búsqueda de una paz negociada. Ambas actividades se de- sarrollaron de forma simultánea. Para el Libertador la paz significaba la posibilidad de lograr la independencia un “tRatado veRdadeRamente santo” que RegulaRice la gueRRa de los hoRRoRes y cRímenes que hasta ahoRa se habían cometido. tal acueRdo seRviRía como “un monumento entRe las naciones más cultas, de civilización, de libeRalidad y filantRopía”. A partir de una extraordinaria planifi- cación de las operaciones, que incluyó evitar el choque frontal con el enemigo en esa etapa, así como la elaboración de un plan secreto de desinformación que ocultara sus verdaderas intenciones, Bo- lívar sorprendió a los realistas al entrar a Nueva Granada por los llanos en plena temporada de lluvias. Atravesó la cor- dillera por el Páramo de Pisba, a casi 4 mil metros de altura. Era el lugar menos esperado por sus adversarios, que fueron derrotados sucesivamente en Paya, el río Gameza, Pantano de Vargas y el puente de Boyacá. Estas victorias abrieron el camino a Bo- gotá y a la derrota total de los españoles en Nueva Granada. Ahora el ejército pa- triota contaba con los inmensos recursos financieros, de armamento, humanos, logísticos y de vituallas que podía aportar el gigantesco y rico territorio liberado. De inmediato Bolívar regresó a Venezue- la, hizo su entrada en Angostura el 11 de diciembre, y el 17, en sesión solemne del Congreso, fue proclamada la República evitando la pérdida de mayor cantidad de vidas humanas y calamidades al pueblo. La primera vez que mencionó la posibili- dad de crear un escenario de negociación con el enemigo fue en una carta que le di- rigió al vicepresidente Carlos Soublette, firmada en Cúcuta el 19 de junio. Sobre la base de estos preceptos, Bolívar comenzó a preparar y prepararse para establecer conversaciones con Morillo; con este objetivo impartió órdenes a sus generales para evitar falsas tentaciones que condujeran a conductas equivocadas que pudieran poner en riesgo u ocasionar problemas al proceso de negociación. A partir de julio y hasta noviembre fue necesario superar una gran cantidad de diferencias, incomprensiones y dificul- tades para llegar a los puntos comunes que permitieran la firma del armisticio, que era lo que se discutía en un primer momento. En medio del intercambio epistolar preparatorio de las negociacio- nes, en una carta a Morillo fechada el día 3 de noviembre, el Libertador presenta una propuesta sorprendente. t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z » Pablo Morillo (1775-1837). Conde de Cartagena, Marqués de la Puerta, Teniente General del Real Ejército y sargento de Infantería de Marina. Anónimo. Museo Naval, Ministerio de Marina, Madrid, España. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—31 paRa el libeRtadoR la paz significaba la posibilidad de logRaR la independencia evitando la péRdida de mayoR cantidad de vidas humanas y calamidades al pueblo. la pRimeRa vez que mencionó la posibilidad de cReaR un escenaRio de negociación con el enemigo fue en una caRta que le diRigió al vicepResidente caRlos soublette, fiRmada en cúcuta el 19 de junio. sobRe la base de estos pReceptos, bolívaR comenzó a pRepaRaR y pRepaRaRse paRa estableceR conveRsaciones con moRillo; con este objetivo impaRtió óRdenes a sus geneRales paRa evitaR falsas tentaciones que condujeRan a conductas equivocadas que pudieRan poneR en Riesgo u ocasionaR pRoblemas al pRoceso de negociación. Le dice al jefe español que apela a sus buenos oficios en favor del sentido huma- nitario, para que gire instrucciones a sus comisionados a fin de que se concluya un “tratado verdaderamente santo” que re- gularice la guerra de los horrores y críme- nes que hasta ahora se habían cometido. Tal acuerdo serviría como “un monumen- to entre las naciones más cultas, de civili- zación, de liberalidad y filantropía”. Con esta propuesta, “de manera magis- tral”, según el historiador peruano Gon- zalo Quintero Saravia, Bolívar le arrebató la iniciativa a Morillo al agregar al ar- misticio un tratado de regularización de la guerra. Quintero califica la propuesta como un “golpe de efecto maestro”, toda vez que quien antes había decretado la guerra a muerte ahora era quien abogaba por la humanización del conflicto. Este proyecto del Libertador ampliaba el marco de la negociación y transformaba un simple acuerdo transitorio de suspen- sión de hostilidades en un tratado entre Estados soberanos en el marco del dere- cho internacional, lo cual, en caso de fir- marse, le daría reconocimiento formal y efectivo a Colombia como sujeto de dere- cho. He ahí el verdadero objetivo de Bolí- var: mientras le concedía carácter táctico al armisticio, entendía la dimensión es- tratégica que podría alcanzar la firma del tratado de regularización de la guerra. Con ello los comisionados colombianos tendrían una extraordinaria herramienta de negociación, ya que podían ceder mu- cho de lo que los españoles seguramente pedirían en el armisticio, para mantener incólume lo referido al segundo docu- mento que se habría de discutir. Las negociaciones en directo se produ- jeron en Trujillo a partir del 22 de no- viembre. Los días 25 y 26 ambos tratados fueron firmados por los comisionados de las dos partes; la de Colombia estaba formada por el general Antonio José de Sucre, el coronel Pedro Briceño Méndez y el teniente coronel José Gabriel Pérez, y la de España por Ramón Correa y Gue- vara, Juan Rodríguez del Toro y Francisco González de Linares. Al día siguiente, el 27 de noviembre, am- bos jefes se encontraron en la pequeña población de Santa Ana. En un ambiente de gran efusividad y alegría dieron rienda suelta a la conversación. Ambos habla- ban la misma lengua, no solo porque por- que conversaban en español, sino –sobre todo– porque se daba una identidad de guerreros que amaban a sus patrias y habían consagrado sus vidas a servirlas. Los dramas horribles que toda guerra genera pasaron a segundo plano y se sucedieron los brindis a favor de la paz. En ese contexto, Bolívar propuso que si algún incidente amenazara con generar hostilidades se resolviera por vía de una junta de arbitraje, idea que fue aprobada por Morillo. Losdos soldados hablaron de sus campa- ñas, de los avatares de la política, e inter- cambiaron pareceres sobre la situación de Europa y América. Ambos se explayaron con viva emoción al exponer sus ideas. Bolívar era un gran conversador y poseía gran facilidad de palabra; Morillo no se quedaba atrás haciendo gala de una nota- ble expresividad y amplitud, pero el Liber- tador le ganaba en agudeza y frontal expo- sición de sus puntos de vista sin titubeos. Al finalizar el día ambos generales se retiraron a descansar en el mismo cuar- to y bajo el mismo techo. Aquellos dos hombres, que se habían sometido mu- tuamente a largas noches de insomnio, durmieron de manera apacible, tal vez por primera vez en muchos años. * * * b o l í v a R y m o R i l l o f i R m a R o n u n t R a t a d o d e p a z e n t R u j i l l o q u e a u g u R a b a e l R e c o n o c i m i e n t o d e l a R e p ú b l i c a Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—32 Entre los meses de marzo y noviembre de 1820, el Libertador Simón Bolívar, Presidente de la República de Colombia, y Pablo Morillo, comandante de las fuer- zas militares del rey Fernando VII en el antiguo virreinato de la Nueva Granada, encabezan un intenso e inédito proceso de negociación diplomática, que llega a su fin con los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra, suscritos los días 25 y 26 de noviembre de 1820. Estos acuerdos, que actualmente son pioneros del Derecho Público Americano y refe- rentes del Derecho Internacional Huma- nitario, son el resultado del esfuerzo con- junto de las fuerzas patriotas, nucleadas alrededor del liderazgo de Bolívar. Esta victoria estratégica da un impulso considerable al avance de la causa pa- triota en América. Por un lado, significa el reconocimiento de Colombia como na- ción Independiente, y por otro, posibilita *Historiador y profesor de la Universidad Nacional Experimental de las Artes. Es parte del equipo fundador del Centro Nacional de Estudios Históricos y fue Director Ejecutivo de esta institución. Ocupó la dirección del Museo Nacional de Historia y actualmente se desempeña como Viceministro de Identidad y Diversidad Cultural del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. alejandRo Miguel lópez R.* Paz por Independencia. Cuatro documentos de la estrategia diplomática de Bolívar en 1820 * * * * * * * * el inicio de la Campaña de Carabobo, que libera a Venezuela entre enero y junio de 1821. Además, permite emprender la Campaña en el Sur, que hace inde- pendiente a Ecuador, tras las batallas de Bomboná y Pichincha en 1822, y luego a Perú, con la derrota final de la corona es- pañola en Junín y Ayacucho en 1824. Para contribuir a la comprensión de este episodio crucial para el desarrollo de la emancipación definitiva de las colonias españolas en Nuestramérica, presenta- mos una selección de cuatro textos del Libertador: la proclama a los colombia- nos del 8 de marzo; la carta escrita a José Rafael Revenga del 25 de mayo; el oficio dirigido a Carlos Soublette el 19 de junio y la comunicación remitida a Morillo el 3 de noviembre de 1820. Un análisis de estos documentos y del contexto geopolítico de la época, nos ha permitido encontrar los principios de deseo que nada se haga sin mi conocimiento en esta mateRia. nada es más fácil que dilataR las cosas, ofReceRles mi llegada poR instantes y espeRaRme. hace mucho al caso el peRsonal en todas mateRias, muy paRticulaRmente en las diplomáticas. t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—33 p a z p o R i n d e p e n d e n c i a » Bolívar Diplomático, circa 1860. Rita Matilde de la Peñuela. Colección Banco Central de Venezuela Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—34 identidad, conciencia, dignidad y hu- manidad, reflejados en las propuestas y decisiones que toma el Libertador, du- rante las conversaciones que garantizan la paz con España y aseguran el triunfo de la Libertad y la Soberanía de los pueblos americanos. El honor de no ser españoles A comienzos de 1820 la monarquía es- pañola atraviesa una profunda crisis po- lítica y social, que inicia el 1° de enero de ese año con el levantamiento militar de los generales Rafael del Riego y An- tonio Quiroga. De esta forma comienza un movimiento liberal que desde Sevilla se extiende hasta Extremadura y Galicia, hasta llegar a Madrid en el mes de marzo. En Venezuela las fuerzas patriotas que comanda el Libertador Simón Bolívar ocupan posiciones ventajosas en los An- des tachirenses, en los llanos apureños y al sur en los territorios de Guayana. La región norte costera desde Maracaibo, pasando por Caracas, hasta Cumaná, aún permanece bajo el dominio del ejérci- to español que encabeza Pablo Morillo, enviado por Fernando VII a “pacificar” a América en 1815. En el momento, la Re- pública de Colombia, fortalecida tras la liberación de la Nueva Granada en 1819, cuenta con dos enclaves estratégicos: Bo- gotá, donde se organiza la producción y se administran las rentas, y Angostura, que es la sede del poder político y el centro de las relaciones con el exterior. De ambas ciudades depende el funcionamiento de esta nueva Nación que, en la lucha por la libertad, ha reunido a hombres y mujeres de distintos países, culturas y etnias. En la proclama del 8 de marzo de 1820, Bolívar le habla ese pueblo de negros, indios, pardos, blancos, cundinamar- queses y venezolanos, quienes como co- lombianos han adquirido una identidad propia y una Patria llamada a ser recono- cida por España y las potencias europeas. Sin conocer aún los acontecimientos su- cedidos en la península, el Libertador se refiere a una España agotada en recur- sos, y en paciencia, a la vez que anuncia un cambio de suerte para Colombia. Al día siguiente Fernando VII, forzado por las circunstancias, jura fidelidad a la Constitución de 1812 y posteriormente en la capital del reino se instala una Jun- ta Provisional de gobierno. Así comienza un período de profunda inestabilidad institucional, que da una oportunidad estratégica a la causa independentista americana, fortalecida tras las contun- dentes victorias militares que alcanza durante 1819. D o c u m e n t o I SIMÓN BOLÍVAR LIBERTADOR Y PRESIDENTE DE COLOMBIA, GENERAL EN JEFE DE SUS EJÉRCITOS, ETC. ETC. Colombianos! La República de Colombia, proclamada por el Congreso General, y sancionada por los pueblos libres de Cundinamarca y Venezuela, es el sello de vuestra independencia, de vuestra prosperidad, de vuestra gloria nacional! Las potencias extranjeras al presentaros constituidos sobre bases sólidas y perma- nentes de extensión, populación y riqueza, os reconocerán como Nación, y os respe- tarán por vuestras armas vencedoras: os estimarán por la justicia de vuestra causa, y os admirarán por vuestra consagración a la patria. España misma al veros montados sobre las inmensas ruinas que ella ha aglomerado en el ámbito de Colombia, conocerá que sois hombres capaces de gozar de vuestros derechos, y de la eminente dignidad a que son destinados todos los mortales por la intención de la naturaleza. Sí, la España agotada en recursos, y en paciencia, abandonará nuestra patria al curso de su destino, recobrará la paz de que ha menester para no sucumbir, y nosotros recobraremos el honor de no ser españoles. Colombianos! Los crepúsculos del día de paz, iluminan ya la esfera de Colombia. Yo contemplo con un gozo inefable este glorioso período en que van a separarse las som- bras de la opresión de los resplandores de la libertad. Tan majestuoso espectáculo me asombra y encanta: con anticipación me lisonjeo de vuestra colocación política en la faz del Universo, de la igualdad de la naturaleza, de los honores de la virtud, de los pre- t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z Libertador 8 EstrellasAño 1 - Nº 1 p—35 p a z p o R i n d e p e n d e n c i a mios del mérito, de la fortuna, del saber, y de la gloria de ser hombres. Vuestra suerte va a cambiar; a las cadenas, a las tinieblas, a la ignorancia, a las miserias, van a suceder los sublimes dones de la Providencia Divina, la libertad, la luz, el honor y la dicha. Colombianos! Yo os lo prometo en nombre del Congreso: seréis regenerados: vues- tras instituciones alcanzarán la perfección social, vuestros tributos abolidos, ro- tas vuestras trabas; vuestras virtudes serán vuestro patrimonio, y sólo el talento, el valor y la virtud serán coronados. Cundinamarqueses! Quise ratificarme si deseabais aún ser colombianos: me respon- dísteis que sí, y os llamo colombianos! Venezolanos! Siempre habéis mostrado el vivo interés de pertenecer a la gran Repú- blica de Colombia, y ya vuestros votos se han cumplido. La intención de mi vida ha sido una: la formación de la República libre, e independiente de Colombia entre dos pueblos hermanos. Lo he alcanzado: i i i Viva el Dios de Colombia! ! ! Cuartel General en la ciudad de Bogotá, 8 de marzo de 1820. 10° SIMÓN BOLÍVAR * Entre julio y octubre de 1818 Bolívar sostuvo un intenso intercambio epistolar con el estado- unidense Juan Bautista Irvine, encargado por su gobierno para negociar la entrega de las goletas Tigre y Libertad, incautadas por los patriotas venezolanos, mientras violaban el bloqueo sobre el río Orinoco y comerciaban libremente con el bando español. No nos dejemos alucinar con apariencias vanas El 11 de abril de 1820, Fernando VII diri- ge una proclama a los americanos donde anuncia que, luego de escuchar el cla- mor del pueblo en ambos hemisferios, ha decidido reconocer los principios de la Constitución liberal promulgada ocho años atrás. En su discurso, el rey pide a sus “hijos” que depongan las armas en América y envíen diputados a las Cortes españolas, para así conformar un gobier- no donde renazcan las relaciones que, durante tres siglos, había mantenido la Metrópoli con sus colonias. Agotados sus recursos y endeudado con otros monarcas europeos, el rey busca restablecer la fuente histórica de sus ingresos. En este sentido, da un primer paso con el Tratado de Amistad, Con- ciliación y Límites, que suscribe con los Estados Unidos de Norteamérica en 1819. Este documento establece las bases de la venta de La Florida; una transacción que el presidente James Monroe y Fernando VII ratifican en 1821. Mientras España ne- gocia con EE. UU., la venta de uno de sus puertos estratégicos en el norte de Amé- rica, el Libertador Simón Bolívar designa a Manuel Torres, español y patriota ameri- cano, como agente diplomático encargado de solicitar el reconocimiento de la Inde- pendencia de la República de Colombia, ante la administración de Monroe. En la carta que el Libertador Simón Bolí- var escribe a José Rafael Revenga, Secre- tario de las Relaciones Exteriores de Co- lombia, el 25 de mayo de 1820, le advierte sobre la conducta infame de los norte- americanos y su anti-neutralidad con respecto a la revolución independentista contra el Imperio español*. Bolívar no olvida los antiguos agravios y pide poner a prueba las aparentes buenas intencio- nes mostradas por los EE. UU. También señala el verdadero interés geopolítico de Inglaterra y destaca el apoyo que los británicos han dado a los patriotas. En la fecha en que le escribe a Revenga, el Li- bertador ya maneja datos precisos sobre la revolución en España y se ha comunica- su gobieRno se olvida de la causa de esta gueRRa, cuando se atReve a pRoponeR la sumisión de colombia a un pueblo enemigo y vencido poR nuestRas aRmas. Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—36 do con las autoridades patriotas en Chile y en el Río de la Plata, para informarles sobre la situación en la península y po- ner a sus órdenes el Ejército Libertador. Igualmente ha instruido establecer un sistema especial de correspondencias, en espera de una oferta de paz. Bolívar fina- la paz es nuestRo más aRdiente voto, como la unión con la españa nuestRo más cRuel suplicio; poRque sin la independencia la gueRRa y aún la mueRte misma nos es más dulce que la amistad con nuestRos destRuctoRes. D o c u m e n t o I I San Cristóbal, mayo 25 de 1820 Mi querido Revenga: Anoche recibí la comunicación de Vds. en que va el extracto de nuestras relaciones en América, mandado por nuestro agente. El aspecto de la cosa es admirable; sin son francos los sentimientos del presidente, nada es más ventajoso; el temor de los in- gleses es pueril. Las razones que presenta Torres son verdaderamente muy leves o verdaderamente absurdas. Que los ingleses no quieran la ratificación del tratado de cesión prueba lo contrario a su aserto y el espíritu de sus verdaderos intereses, que no deben permitir jamás las llaves del golfo mejicano en mano de los americanos y deben desear que la independencia de América se logre por medio de sacrificios ajenos, y sobre todo de sus enemigos. Los ingleses han podido, como Júpiter de una ojeada, hacernos entrar en el polvo: ellos, con su neutralidad efectiva, nos han protegido y nos han dejado tomar tal consistencia que ya ninguna fuerza europea puede destruirnos. El presidente Monroe debe reírse al ver la sencillez con que nuestro agente cree la posibilidad de una conducta insensata por parte de Inglaterra, pero será útil si se per- suade que nosotros podamos dar asenso a semejante insensatez, pues entonces con sus pequeños servicios creerá engañarnos y atraernos a sus miras egoísticas y real- mente tortuosas. Jamás conducta ha sido más infame que la de los americanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimidar a los españoles y hacerlos entrar en sus intereses. El secreto del presidente es admirable. Es un chisme contra los ingleses que lo reviste con los velos del misterio para hacernos valer como servicio lo que en efecto fue un buscapié para la España; no ignorando los americanos que con respecto a ellos los intereses de Inglaterra y España están ligados. No nos dejemos alucinar con apariencias vanas; sepamos bien lo que debemos hacer y lo que debemos parecer. Ha- gamos como aquel que se fingió muerto para que el lobo no se lo comiese. Creo que el señor Torres está haciendo de buena fe lo que otro haría por política; por lo menos así lo he concebido del estilo de su memoria; si no es así, obra y escribe como yo quiero y como si hubiera aprendido en la escuela de Maquiavelo. Pero este hombre me parece de mucha candidez para tener tanta malicia. Sin embargo de todo lo dicho, puede ser que sea mejor que sus antecesores y suceso- res; por lo menos tiene ideas de lo que debe hacer, si no tiene el espíritu de su encargo. Yo no sé qué deba pensar de esta extraordinaria franqueza con que ahora se muestran los americanos; por una parte dudo, por otra me afirmo en la confianza de que habien- liza este escrito con una gran expectativa sobre los alcances del movimiento liberal español en el resto de Europa, las ventajas que este daría a la causa independentista americana y la posibilidad de desplegar las campañas militares que tiene proyec- tadas para Venezuela y Quito. t e m a c e n t r a l : a d o s c i e n t o s a ñ o s d e l o s a c u e R d o s d e p a z Libertador 8 Estrellas Año 1 - Nº 1 p—37 p a z p o R i n d e p e n d e n c i a do llegado nuestra causa a su máximo, ya es tiempo de reparar los antiguos agravios. Si el primer caso sucede, quiero decir, si se nos pretende engañar, descubrámosles sus designios por medio de exorbitantes demandas; si están de buena fe, nos concederán una gran parte de ellas, si de mala, no concederán nada, y habremos conseguido la verdad, que en política como en guerra es de un valor inestimable. Ya que por su anti- neutralidad la América nos ha vejado tanto, exijámosle servicios que nos compensen