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Los infinitos mundos en la filosofía

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Los infinitos mundos de Epicuro1 
Sof Valentino Velázquez Serra2 
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Los saberes se han valorado y organizado de diferente manera en el tiempo y el espacio. 
Sabemos que la distinción actual entre filosofía y ciencia dista mucho de la concepción que 
tenían los griegos. Claramente es imposible abandonar nuestras categorías, pero vale la pena 
conocer las nociones biológicas, astronómicas, matemáticas y físicas de los filósofos de la 
antigüedad para comprender mejor sus sistemas teóricos, y sus debates. Además, como 
docentes de Filosofía muchas veces dejamos por fuera del aula conceptos - por entender que 
corresponden exclusivamente a la Historia de la Ciencia - que podrían ser de gran potencia 
filosófica para les estudiantes. El presente artículo tiene como finalidad comprender cuáles 
fueron los efectos de negar la división entre: lo ideal y lo sensible, lo espiritual y lo corporal, lo 
mundano y lo divino en la visión astronómica de Epicuro. 
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Epicuro nació en la isla de Samos en el año 341 a.C, por esa época los griegos -a partir 
de fuentes egipcias- ya habían calculado el año solar de 365 días, pero no sólo habían 
mejorado las mediciones astronómicas, sino que se encontraban desarrollando modelos de 
explicación geométricos para los movimientos estelares, y calculando dimensiones cósmicas 
(Sambursky,1990, p. 73). Además, convivían diferentes cosmogonías, como la aristotélica y 
la atomista. Como sabemos, casi todos adoptaron un modelo geocéntrico, desde la filosofía 
presocrática con Anaximandro, pasando por Platón y Aristóteles, siendo recién reemplazado 
por la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico en el siglo XVI. Casualmente en las mismas 
tierras de Epicuro, nació en el 310 a.C la primera persona –conocida- que propuso un modelo 
astronómico heliocéntrico: Aristarco. 
Durante la juventud de Epicuro mueren Aristóteles y Alejandro Magno, finaliza un tiempo y 
comienza otro: la época helenística. La filosofía platónica y aristotélica se seguirán discutiendo 
en el Liceo y la Academia, a la misma vez, se desarrollarán dos nuevos sistemas filosóficos 
alternativos y rivales entre sí: el epicureismo y el estoicismo. La novedad filosófica - que las 
contrapone a las anteriores - es que la investigación filosófica y científica va a ser sistemática 
 
1 Texto publicado en la Revista de la Asociación Filosófica del Uruguay (AFU). SURADA Nº3. Noviembre - Diciembre 2022. 
Montevideo, Uruguay. Pág. 42-45. ISBN. 978-9915-9305-4-1. 
2 Docente de Teoría del Conocimiento y Epistemología en IFES y de Didáctica de la Filosofía I en el CERP Suroeste. Mail: 
sofvelazquezserra@gmail.com 
mailto:sofvelazquezserra@gmail.com
y subordinada a los intereses éticos. En la ética epicúrea el placer (hedoné) es el camino para 
conseguir la felicidad. El placer lo conforman tanto la ataraxia (ausencia de perturbaciones en 
el alma) y la aponía (ausencia de dolor corporal). Epicuro, en más de una oportunidad, nos 
recuerda que el conocimiento del cosmo y de la naturaleza son placenteros en sí mismos, 
pero más que nada sirven para la ataraxia. La tranquilidad se logra combatiendo el miedo de 
las personas que generan las supersticiones, el mito y la ignorancia. Un ejemplo que 
proporciona, son los miedos que nos ocasionan los cuerpos celestes, sus movimientos, los 
eclipses asociados - por los grandes filósofos - a lo divino.3 
Los planteamientos epicúreos acerca de la naturaleza de los cuerpos celestes estaban 
expuestos en “Sobre la Naturaleza” que se ha perdido casi en su totalidad, se conservan 
algunas citas en la obra de Filodemo. Es gracias a Diógenes Laercio, que nos han llegado 
fragmentos de la “Carta a Pítocles” con el mismo tema. La carta se estructura de forma 
bastante desordenada lo que hace difícil su interpretación También en la “Carta a Heródoto” 
hay algunas menciones a los fenómenos celestes, aunque se centra en la física. 
Epicuro adoptó la doctrina de Demócrito: el atomismo -en términos físicos y filosóficos, el gran 
rival de Platón-. Los atomistas sostenían que el mundo está compuesto por átomos y vacío, 
sólo existe una realidad: la sensible. También nuestra alma está hecha de átomos, no hay una 
sustancia trascendental, un mundo de las ideas, sino simplemente materia. Para que se 
cumpla el postulado de la eternidad de la materia los átomos han de ser indestructibles e 
inmutables (Jufresa,1991, p. XLI). Los cuerpos son átomos o agregados de átomos, que se 
mueven en un todo infinito. Uno de los puntos que diferencia a Epicuro con los atomistas 
anteriores, es que sostendrá que las formas en que se agrupan los átomos son limitadas y no 
infinitas, conformando lo que podríamos denominar: moléculas. Las cualidades secundarias, 
como, por ejemplo, el color, se originan básicamente en la forma en que se agrupan los 
átomos. Según Sambursky (1990, p. 152) Epicuro es el primero en la historia de la ciencia en 
dar el paso de una teoría atómica a una molecular. 
Para Demócrito los átomos poseen figura y tamaño, moviéndose al azar y en todas las 
direcciones, sin que exista explicación de su movimiento. Seguramente Epicuro conociera la 
crítica de Aristóteles al atomismo, y su teoría del movimiento. (Lindberg, 2002, p,115 / García 
Gual, y Ímaz, 2007, p. 67). Para Aristóteles todos los cuerpos, a diferencia de Demócrito, 
tienen peso y se mueven hacia abajo. Epicuro teniendo en cuenta la crítica de Aristóteles, le 
 
3 En Carta a Heródoto Epicuro menciona que aquellos dedicados al estudio de los astros terminan siendo los más 
temerosos del cielo, a causa de un método inadecuado como veremos más adelante. 
agrega peso a los átomos - además de la figura y tamaño-. Gracias a su peso los átomos caen 
en el vacío infinito, en vista de que no hay resistencia, todos se mueven a la misma velocidad. 
Las colisiones son posible gracias, a un elemento novedoso, la declinación (clinamen) 
infinitesimal. Se trata de un movimiento espontáneo y libre (no causal) por el cual los átomos 
pueden separarse de la línea recta produciendo una reacción en cadena de choques. La 
declinación salva a la física atomista de sus críticas, y a la misma vez, hace posible un sistema 
filosófico no -determinista. 
Este mundo de átomos y vacío es perceptible y conocido a partir de los sentidos. Las 
limitaciones de los mismos llevarán a Demócrito a la cautela, y por momentos, a cierto 
escepticismo gnoseológico. En cambio, Epicuro sostendrá un realismo ingenuo y una fe ciega 
en los sentidos. El error es siempre responsabilidad de la mente en tanto se equivoca en sus 
operaciones (Sambursky, 1990, p. 132). El conocimiento se produce directamente de nuestro 
contacto con el mundo, los sentidos no nos engañan, siempre y cuando, sea posible dicha 
conexión. En el caso de los cuerpos celestes están más allá de lo verificable, y la conexión se 
presenta de forma problemática. No los sentimos directamente, pero sus efectos sí pertenecen 
al campo de nuestra experiencia. Para conocerlos tenemos que abandonar las explicaciones 
únicas del mundo de la física, y aceptar múltiples causas. Esto significa, admitir opiniones 
distintas, incluso contrapuestas, siempre que no vayan contra la evidencia. En este sentido, 
en la carta a Pitocles Epicuro nos dice: 
Tampoco nos hemos de esforzar en alcanzar lo que es imposible, ni en seguir el 
mismo método en todo, ya sea en los razonamientos sobre los géneros de vida, 
ya en lo que se refieren a las soluciones de los restantes problemas naturales, 
como por ejemplo “que el universo está compuesto de cuerpos y vacío” o bien que 
“los elementos fundamentales de la materia son indivisibles”, y todas las demás 
cosas que sólo admiten una única solución de acuerdo con la experiencia. Éste 
no es el caso de los fenómenos celestes, que poseen múltiplescausas de 
generación y, según el testimonio de los sentidos, diferentes explicaciones sobre 
su manera de ser. (Diógenes Laercio, X, 86) 
La diferencia entre estos dos tipos de conocimiento es bastante interesante, y quizás 
podríamos interpretarlo como una contradicción en su teoría. En todo momento Epicuro se 
esfuerza por negar la línea divisora de Platón y su “más allá”. Para salvarlo cabría afirmar que 
no hay un límite ontológico entre cuerpos celestes y cuerpos terrestres - todo es vacío y 
átomos - pero sí mantiene la línea divisoria en términos epistemológicos. Sin embargo, no 
queda claro, por qué sí es posible postular una única explicación física del mundo, si los 
átomos también son imperceptibles para nuestros sentidos. 
El atomismo y el epicureísmo no solamente fueron rechazados en su época, -más que nada 
por los platónicos- sino que incluso filósofos como Hegel festejaron que nos hayan llegado 
pocos de sus escritos. Fue recién después de la modernidad que comenzó nuevamente el 
interés por el atomismo. Uno de sus “rescatistas” fue Karl Marx que en su tesis doctoral estudió 
la diferencia entre Demócrito y Epicuro. El aporte de Epicuro lo expresa Karl Marx de la 
siguiente forma: 
El mismo Anaxágoras, el primero que explicó físicamente el cielo y que lo condujo 
así a la tierra, aunque en un sentido distinto que Sócrates, respondió un día que se 
le preguntó para qué había nacido: "Para estudiar el sol, la luna y los astros". 
Jenófanes, por su parte, contemplaba el cielo, y decía: "Lo uno es la divinidad". En 
cuanto a los pitagóricos y Platón, así como a Aristóteles, son conocidas sus 
relaciones religiosas con los cuerpos celestes. Por cierto, Epicuro se opone a la 
concepción de todo el pueblo griego. (1971, p. 52) 
Quizás la afirmación de Marx sea un tanto exagerada, pero lo que es cierto es que el cielo 
hasta la modernidad será relacionado con lo religioso y lo divino. Para los astrónomos - casi 
todos herederos de los pitagóricos - de su época los cuerpos celestes se mueven de forma 
perfecta sin perturbaciones, la regularidad y lo esférico se explica por lo divino. El atomismo 
adoptó el intento de Anaximandro de explicar la formación del cosmos por medio de un 
mecanismo natural. Se remplazó la materia continua y carente, por los átomos. (Sambursky, 
1990, p. 221). En la cosmogonía de Epicuro los cuerpos celestes no son una sustancia divina, 
al igual que la naturaleza, la conforman vacío y átomos infinitos. La existencia del vacío infinito 
es necesaria para que los átomos infinitos estén en continuo movimiento. Pese a su rechazo 
de la geometría de los astrónomos -quizás por asociarla al platonismo y por ende a lo divino-
, su argumento sobre el infinito es geométrico. 
... En lo que se refiere al infinito, no hay que considerar que su extremo superior 
o su extremo inferior son lo alto y lo bajo en términos absolutos, pues sabemos 
que, si proyectamos hasta el infinito —desde cualquier lugar en que nos encontre-
mos— el espacio que existe sobre nosotros, nunca encontraremos su límite; ni 
tampoco el espacio inferior a un punto imaginario, si lo proyectamos al infinito, 
nunca estará al mismo tiempo en posición superior e inferior respecto de dicho 
punto, porque esto es impensable. Hay que concebir, por tanto, una única 
dirección hacia arriba que avanza hacia el infinito, y una sola hacia abajo, aunque 
infinitas veces un móvil que saliera de nuestro lado llegara a los pies de quienes 
habitan por encima de nosotros, o un móvil en dirección hacia abajo tocara la 
cabeza de quienes habitan en un lugar inferior. Por que imaginamos infinito por 
igual el movimiento en ambas direcciones opuestas. (Carta a Heródoto. Diógenes 
Laercio, X, 60. 
Debemos notar que la razón geométrica que se utiliza sobre el universo es la misma que se 
rechaza cuando es aplicada a la división de la materia. (Sambursky, 1990, p.135). El átomo 
justamente es lo indivisible, y la operación no puede ser hasta el infinitito. Nuevamente, la 
forma de estudiar los cielos difiere a los postulados de la física. Nuestro mundo es entonces 
una región del cielo, una porción limitada del cielo, en universo sin límites, en donde existen 
infinitos mundos, algunos se nos parecen y otros no. 
Un mundo es una parte limitada del cielo que comprende los astros, la Tierra y 
todos los fenómenos celestes. Está separado del infinito y en su extremo puede 
tener un movimiento rotatorio o estarse quieto, y su perímetro puede ser redondo, 
triangular o de cualquier otra configuración. Puede tener formas muy diferentes, 
ya que ningún fenómeno nos da testimonio de lo contrario en este mundo, del 
cual no es posible alcanzar el límite. (Carta a Pitocles. Diógenes Laercio, X, 88) 
Los infinitos mundos pueden tener diferentes formas, para Epicuro la tierra tiene forma de 
disco plano o plato. García Gual e Ímaz (2007, p.72) plantean que al filósofo no le importa 
aceptar una teoría que ya cien años antes había sido abandonada, la esfericidad de la tierra 
era generalmente aceptada por todos los astrónomos. El objetivo de su cosmogonía era 
desautorizar algunas creencias de implicaciones divinas o míticas y, además, afirmar que 
cuando la verificación es imposible, puede ser aceptada cualquier hipótesis que no contradiga 
a la experiencia. 
Con respecto al origen de los mundos infinitos, Epicuro se separa de la teoría del torbellino de 
Demócrito, en donde los átomos antes de unirse para formar los infinitos mundos se 
encontraban detenidos en un movimiento vertiginoso. Tampoco acepta que en la creación 
haya intervenido alguna divinidad, sino que se trata llanamente de una cuestión de azar. Un 
mundo se forma cuando se reúnen una cantidad de átomos que poseen las formas y 
posiciones suficientes para eso. En un primer momento, los átomos se mueven de forma 
caótica, luego se empiezan a agrupar por peso. Los movimientos regulares de los cuerpos 
celestes se deben a la forma como en un principio se constituyeron sus agregados. Estos 
mundos no son eternos, sino que terminarán por disgregarse. 
La sucesión ordenada de movimientos regulares hay que comprenderla por 
analogía con los acontecimientos similares que se producen en la Tierra. De ningún 
modo hemos de considerar como causa de ellos a la naturaleza divina, sino que, 
muy al contrario, a ésta debemos conservarla desligada de cualquier trabajo y 
disfrutando de una felicidad sin límites. De no hacerlo así, cualquier análisis de los 
fenómenos celestiales será vano, como ha sucedido ya a aquellos que, 
abandonando el criterio de posibilidad dieron en lo banal, ya que, creyendo que las 
cosas se originan por una sola causa, rehusaron todas las demás posibles y, 
conducidos a un razonamiento ilógico, fueron incapaces de valorar los hechos que 
no nos proporcionan elementos de juicio (Carta a Pitocles. Diógenes Laercio, X, 97) 
A modo de cierre 
La división entre la tierra y el cielo divino en la ciencia continuó hasta la modernidad. Epicuro 
se opuso a dicha división, su propósito fue desacralizar el cielo para evitar los miedos que 
generaba en las personas, sin embargo, mantuvo tal separación inviertiéndola. Para el filósofo 
de Samos los fenómenos terrestres podían ser explicados de forma directa y con leyes de 
causalidad, al contrario, los fenómenos celestes no podían explicarse del mismo modo, 
aceptándose diversas causas. Esta es la razón por la que se afirma que el pensador estudiado 
no logró trascender la tradición griega que criticó. Es posible que su rechazo al platonismo y 
la asociación divina con el cielo, lo alejaran de la exactitud y de los debates científicos de su 
época. Nos quedará la duda sobre qué habría pasado con los infinitos mundos de Epicuro sino 
hubiese dejado afuera el cálculo matemático en sus conocimientos sobre los cielos. 
Fuente 
• Jufresa, M (1994) Epicuro. Obras, Editorial Altaya. Barcelona. 
Referencia bibliográfica• García Gual, C y María Jesús Ímaz (2007) La Filosofía helenística. Éticas y sistemas. 
Síntesis S.A. Madrid. 
• Lindberg, D. (2002) Los inicios de la ciencia occidental. La Tradición Científica Europea 
en el Contexto Filosófico, Religioso e Institucional (Desde el 600 a. C Hasta 1450) 
Paidos. Barcelona 
• Marx, K (1971) Diferencia de la Filosofía de la Naturaleza en Demócrito y Epicuro. 
Editorial Ayuso. Madrid. 
• Jufresa, M (1991) Estudio Preliminar, traducción y notas. Epicuro. Obras. Altaya. 
Barcelona. 
• Sambursky, S (1990) El mundo físico de los griegos Alianza Universal. Madrid