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HISTORIA DE LOS REFRESCOS

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HISTORIA DE LOS REFRESCOS 
Los refrescos empezaron a elaborarse en las farmacias para mejorar pequeñas afecciones. El
primero del que hay constancia en España fue el sifón. 
La gaseosa, un producto clave
Con multitud de marcas y productores locales, las  gaseosas   lideraron  el  mercado  durante
años en las primeras décadas del siglo XX 
El éxito de las bebidas gaseosas en esta época lo refleja el hecho de que en los años 50 había en
España más de 5.000 fabricantes. 
El primer refresco sin burbujas
Otro de los grandes hitos lo encontramos en el primer refresco sin burbujas, que fue de origen
español, “Trinaranjus”. Lo creó el Dr. Trigo en 1934, y su nombre surge de su contenido de zumo
de tres variedades de naranja valenciana.
De un mercado muy local a la gran popularización
La gran popularización de los refrescos y de sus marcas tiene su gran exponente con el refresco
de cola, que ya triunfaba en Estados Unidos y otros países. Elaborado a base de extractos de
nuez de cola, aterrizó en nuestro país en los años veinte con acuerdos de distribución locales,
hasta que en 1953 salió al mercado la primera botella fabricada en España. 
En estos 180 años de historia, los refrescos se han adaptando continuamente a los tiempos,
costumbres y demandas de la sociedad. De esta forma, las bebidas refrescantes cuentan hoy
con más de 37 millones de consumidores, unos 13,5 millones de hogares y una gran variedad
de productos.
Las bebidas refrescantes nacieron hace más de dos siglos, a finales del XVIII. Muchas de ellas 
tuvieron su origen en el ámbito de la farmacia y se solían tomar para paliar pequeñas afecciones. 
Productos que era elaborados en farmacias conocidos como sifones (botella de cristal, con un 
mecanismo que abre y cierra la salida de agua con gas en su interior), se utilizaban para aliviar 
pequeñas afecciones estomacales. Con su buen sabor, consumo y forma de saciar la sed fue que 
se extendió. 
Los primeros refrescos conocidos se elaboraban a base de agua natural o aguas gaseosas 
naturales, que se combinaban con frutos y edulcorantes como la miel u otros jugos azucarados.
El primer paso que dio lugar a la elaboración de los refrescos modernos se produjo a finales del 
siglo XVIII, cuando comenzó a utilizarse el término “soda” para denominar a una bebida elaborada 
a partir de agua, bicarbonato sódico y anhídrido carbónico.
Entre las diferentes clases de soda, el agua ácida solía recomendarse para problemas como la 
acidez, indigestión o, incluso, la gota. A su vez, la de Seltz se tomaba, por su agradable sabor y por
sus propiedades médicas, para bajar la fiebre, tratar dolencias estomacales o alteraciones 
nerviosas.
La notoriedad que fueron adquiriendo estas bebidas dio lugar a que en 1783, un joven científico 
amateur, Jean Jacob Schweppe, perfeccionara las ideas de Priestley y Lavoisier para desarrollar 
su fabricación industrial y, más tarde, elaborar una bebida carbonatada con sabor y con quinina 
conocida como “tónica”.
Se consiguió producir bebidas refrescantes de gran calidad. De hecho, en algunos hospitales se 
distribuían gratuitamente a pacientes sin recursos. Con el tiempo, la demanda de estas bebidas se 
amplió y se empezaron a vender a todo tipo de personas.
El incremento de la demanda hizo que los fabricantes empezaran a investigar para desarrollar 
nuevas bebidas carbonatadas de distintos sabores.
Siglo XIX: de la farmacia a los hogares
En las primeras décadas del siglo XIX, los refrescos trascendieron los usos pseudo-terapéuticos y 
se hicieron habituales en el ámbito familiar, convirtiéndose en las bebidas ideales para acompañar 
comidas y cenas.
También en la farmacia y en Estados Unidos, surgieron las bebidas refrescantes de cola. Su 
fórmula, basada en agua carbonatada, azúcar, vainilla y nueces de cola, tenía propiedades 
excitantes y energéticas, por lo que resultaba un buen estimulante de las funciones digestivas. Por 
su agradable sabor y su capacidad refrescante, pronto se hicieron muy populares.
Para atender a la demanda de los consumidores, los fabricantes tuvieron que adaptar también sus 
envases y sus sistemas de distribución y fue así como se empezaron a diseñar botellas cuya forma
distinguía su producto del resto.
A su vez, se remplazaron los carros de tracción animal para el transporte y distribución de bebidas 
por vehículos de motor, se desarrollaron cajas que permitían transportar varias botellas a la vez y 
se instalaron dispensadores automáticos de refrescos en los comercios.
Alrededor de 1950, las bebidas refrescantes formaban parte de los hábitos sociales de millones de 
personas en todo el mundo.
Siglo XX: gran variedad
Durante la Segunda Guerra Mundial se produjo un gran impulso, cuando los soldados de ambos 
bandos bebían refrescos de cola para levantar la moral. La mejora en la capacidad de distribución 
de los fabricantes hizo que, al terminar el conflicto, el consumo se extendiera a numerosos países.
Las distintas empresas continuaron innovando en los procesos de fabricación y en la combinación 
de ingredientes: añadiendo o no anhídrido carbónico, azúcares, zumo de frutas, vitaminas, 
minerales, etc.
En los años 50, destacó espacialmente la gaseosa, que se convirtió en un producto estrella en 
España. Había fabricantes en cada provincia, hasta llegar a registrarse más 5.000 productores de 
bebidas gaseosas.
En los años 60, el interés por el cuidado personal y por mantener la línea llevó al conjunto de la 
industria alimentaria a investigar nuevas fórmulas. Las bebidas refrescantes fueron pioneras al 
conseguir un buen sabor sin apenas calorías al sustituir el azúcar por edulcorantes.
La evolución en los gustos también dio lugar a que los distintos fabricantes aumentaran la oferta de
bebidas no carbonatadas, los populares refrescos sin gas de distintos sabores. Aunque el gran 
crecimiento de estas bebidas se produjo en las últimas décadas del siglo XX, el primer refresco sin 
burbujas es del año 1936 y tiene origen español. Su creador fue el Dr. Trigo, un farmacéutico que 
utilizó tres variedades de naranja valenciana para su elaboración.
También llegaron con fuerza al mercado español sabores más amargos, el bitter y la tónica, que ya
eran muy consumidos en otros países. Las bebidas para deportistas, las bebidas refrescantes de té
o las bebidas energéticas, entre otras, siguieron aumentando la oferta.
La diversificación se extendió a los envases y se empezaron a utilizar distintos materiales: además 
del vidrio, llegaron las latas, el plástico PET, en envases de diversos tamaños para facilitar el 
consumo en distintos lugares y situaciones.
En los años sesenta llegan las bebidas carbonatadas de sabor, seguidos por refrescos light. 
La empresa con mayor historia es Coca Cola desde 1899
A lo largo de la historia el agua ha seguido siendo la bebida refrescante por excelencia, a la llegada
del siglo XX desde el año 1950 la producción industrial a gran escala la publicidad y el marketing 
han conseguido que en muchos países se beban más litros de refrescos que litros de agua.
https://sites.google.com/site/elrefrescoysusefectos/home/historia-del-refresco/coca.png?attredirects=0
	Siglo XIX: de la farmacia a los hogares
	Siglo XX: gran variedad

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