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. P ág in a4 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Índice Resumen ................................................................................................................................ 6 Capítulo 1 ........................................................................................................................... 8 Capítulo 2 ......................................................................................................................... 15 Capítulo 3 ......................................................................................................................... 26 Capítulo 4 ......................................................................................................................... 37 Capítulo 5 ......................................................................................................................... 37 Capítulo 6 ......................................................................................................................... 57 Capítulo 7 ......................................................................................................................... 76 Capítulo 8 ......................................................................................................................... 90 Capítulo 9 ....................................................................................................................... 102 Capítulo 10 ..................................................................................................................... 108 Capítulo 11 ..................................................................................................................... 119 Capítulo 12 ..................................................................................................................... 130 Capítulo 13 ..................................................................................................................... 134 Capítulo 14 ..................................................................................................................... 146 Capítulo 15 ..................................................................................................................... 159 Capítulo 16 ..................................................................................................................... 174 Capítulo 17 ..................................................................................................................... 189 Capítulo 18 ..................................................................................................................... 199 Capítulo 19 ..................................................................................................................... 212 Capítulo 20 ..................................................................................................................... 221 Capítulo 21 ..................................................................................................................... 230 Capítulo 22 ..................................................................................................................... 239 Capítulo 23 ..................................................................................................................... 248 P ág in a5 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Capítulo 24 ..................................................................................................................... 180 Capítulo 25 ..................................................................................................................... 283 Capítulo 26 ..................................................................................................................... 292 Capítulo 27 ..................................................................................................................... 301 Capítulo 28 ..................................................................................................................... 317 Capítulo 29 ..................................................................................................................... 333 Capítulo 30 ..................................................................................................................... 336 Capítulo 31 ..................................................................................................................... 346 Capítulo 32 ..................................................................................................................... 358 Capítulo 33 ..................................................................................................................... 367 Epílogo ........................................................................................................................... 387 Notas Finales ..................................................................................................................... 390 Batiaventuras ..................................................................................................................... 399 Creditos ............................................................................................................................. 402 P ág in a6 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Resumen Sam Landon es un ladrón, vagabundo, de dieciocho años, que está desesperado por cambiar su vida. Cuando sus habilidades captan la atención del Servicio Secreto de Inteligencia, Sam entusiastamente se aferra a la oportunidad. Cuando consigue su primera misión —robarle una memoria USB a un paranoico jefe criminal—. Sam está decidido a probarse a sí mismo, y es enviado de encubierto como el Sugar Baby1 de otro agente. Dominic Bommer, su “Sugar Daddy2”, es escandalosamente apuesto, encantador, rico, y practicamente perfecto. Dominic es amable, generoso, y protector con él. 1 Un Sugar Baby es un chico (o chica), generalmente joven y hermoso, dispuesto a intimar con un hombre (o mujer) mayor y adinerado, para que cubra sus necesidades materiales y le provea de un mejor nivel de vida. Suelen ser relaciones de mediana o larga duración, que se acuerdan según los intereses de ambas partes. Si bien no necesariamente implica intimidad sexual, lo más frecuente es que sí lo haga. No se lo considera prostitución ya que no se paga directamente por sexo, sino que el Sugar Daddy se encarga de proveer a su Sugar Baby de todas sus necesidades y de colmarlo de regalos. 2 Un Sugar Daddy es un hombre acaudalado que disfruta de una compañía atractiva a su lado, para lo cual llega a un acuerdo con un Sugar Baby. Según el país se lo puede conocer también com Papito Rico, Papi Rico, Viejo Verde, Papi Dulce, Papi Azucarado, etc. En las últimas décadas, las relaciones entre Sugar Daddies y Sugar Babys se han vuelto muy populares en países como EEUU e Inglaterra. P ág in a7 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Salvo que “Dominic Bommer”, no es más que un rol interpretado por un cínico agente del MI63, que en realidad es heterosexual, distante, y manipulador. Sam es absolutamente consciente de que todo lo que hace Dominic está cuidadosamente calculado y cada emoción es fingida. Sabe que los hombres realmente no provocan nada en Dominic y que él realmente no desea a Sam. Pero pese a saber todo esto, Sam aún así se encuentra enamorándose de un hombre que no existe. ¿O lo hace? 3 El MI6 es el Servicio Secreto de Inteligencia Británico (también conocido por la sigla SIS). P ág in a8 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Capítulo 1 —Es demasiado joven. La mujer sentada tras el enorme escritorio, le dedicó al hombre una mirada inexpresiva. —Dificilmente, agente. Usted era mucho más joven cuando lo reclutamos. Los oscuros ojos del hombre encontraronlos de ella con fijeza. —Es demasiado joven —repitió. La mujer lo evaluó frunciendo los labios. El Agente 11 era uno de sus agentes menos favoritos por esta precisa razón. Tenía... opiniones. Pertenecía a la categoría de hombres que siempre había detestado: los hombres que siempre creían tener razón, tan seguros de sus propias habilidades que todo el mundo simplemente aceptaba que tenían razón. La enervaba. Personalmente, pensaba que el Agente 11 tenía problemas con una mujer estando a cargo, pero no tenía forma de demostrarlo. Nunca se había excedido y siempre era infaliblemente educado, incluso cuando a menudo ella podía sentir que él estaba en desacuerdo con sus decisiones. P ág in a9 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Desgraciadamente, ella no tenía otra alternativa más que tolerarlo. Era uno de sus mejores agentes, si no el mejor. Su tasa de éxitos no tenía precedentes. Era demasiado bueno como para deshacerse de él, sin importar cuánto pudiera disgustarle su actitud. Así que regresó su atención al muchacho en la pantalla. Para ser justos, el Agente 11 tenía un punto: el muchacho sí lucía joven. Pero difícilmente estaban en condiciones de ponerse exigentes. —Lo necesitamos —dijo abreviando. —Es un niño sin hogar ni entrenamiento —dijo el Agente 11—¿Qué puede hacer que nuestros agentes entrenados no puedan? Ella rechinó los dientes. ¿La creía incompetente? Aunque él estaba más cerca de los treinta que de los veinte, comparado con ella, no era más que un mocoso. Era veinte años mayor que él. Es cierto que ella no tenía ninguna experiencia de campo, pero no se había convertido en la jefa del Servicio Secreto de Inteligencia Británico por ser una idiota. Sabía que podría decirle que hiciera su trabajo y dejara de cuestionar a sus superiores. Pero no sería inteligente. El Agente 11 siempre era más cooperativo y eficiente, si estaba de acuerdo con la misión. —Lo necesitamos para la misión de Brylsko —dijo ella. P ág in a1 0 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Él dijo sin expresión. —Quieres usar a un inexperto niño inocente para robarle información sensible a un jefe del crimen Polaco. Ella enfrentó su mirada sin pestañear, haciendo caso omiso a su tono inexpresivo. —Está más que experimentado para el trabajo. Ese “niño inocente” ha estado cartereando desde que tenía seis. Nuestras fuentes en las pandillas de Londres —múltiples fuentes— dijeron que es el mejor que hay. Su apodo es Sombra por un motivo. Al parecer es casi imposible atraparlo, incluso cuando sabes que va a robarte. Es así de bueno. Creyó que el Agente 11 lucía algo interesado ahora, pero como de costumbre, era difícil leer su rostro. —Estoy seguro de que A19 puede hacer el trabajo — dijo —. Y no es un niño. —El A19 no es adecuado para esta misión —escupió ella—. No puede jugar el papel del adinerado y hedonista hombre de negocios, ni puede ser un Sugar Baby convincente. Se sentía algo ridícula al decir las palabras “Sugar Baby” en una conversación seria, pero le gustaba ser directa. Eso era lo que necesitaban para la misión, después de todo: dos agentes para ir encubiertos en un crucero, un lujoso y exclusivo crucero, para gente rica que tenía una debilidad por las mascotas jóvenes. El Agente 11, pese a todos sus P ág in a1 1 ‒ El Dedo de Iphi ‒ considerables talentos en hurto, desbloquear cerraduras y piratería informática, era un veinteañero corriente con un feo caso de acné. Era más adecuado para las misiones que requirieran agentes anónimos, que pudieran mezclarse con la multitud. Definitivamente no era apto para la misión de Brylsko. Nadie creería que un rico hombre de negocios estaría interesado en tener al Agente 11 como su mascota, y el Agente 11 era demasiado joven para jugar el rol de un millonario Sugar Daddy. El Agente 11 también observó la pantalla. —¿Y crees que este chico vagabundo puede interpretar a una mascota creíble? Incluso aunque pudiera hacerlo, probablemente se desmoronaría bajo presión. Hurtarles a personas al azar es una cosa. Robarle una memoria USB a un paranoico señor del crimen, y devolverla sin que él lo note es otra cosa. Ella se pellizcó el puente de la nariz. La peor parte era, que sabía que las preocupaciones del Agente 11 eran válidas. No por primera vez, deseó poder simplemente eliminar al objetivo y conseguir la memoria USB pero no era posible. No podían arriesgarse. —Al menos, a diferencia de A19, él sí luce como el personaje —dijo, mirando nuevamente la pantalla. Definitivamente el muchacho en la pantalla era atractivo. Era más alto que la media, ligeramente musculoso con piernas largas y una bonita sonrisa. Era algo demasiado pálido, como lo eran muchos pelirrojos, pero la palidez de su P ág in a1 2 ‒ El Dedo de Iphi ‒ piel sólo acentuba sus brillantes ojos verdes y el tono rojiso de sus labios. Sus ojos y esas pestañas largas probablemente eran sus mejores rasgos. De acuerdo, el pelo rojo era algo lamentable, pero a algunas personas les gustaba el color. La generosa boca bien contorneada del muchacho, le daba una apariencia vulnerable, lo cual es algo que sin dudas atraería algunos tipos viejos que disfrutaran de compañía más jóven. El Agente 11 lanzó un suspiro. —Muy bien. ¿A quién va a enviar con él para ejercer de niñero? Ella lo miró y levantó una ceja. Habría creído que fue lo bastante evidente. Dejó escapar una carcajada. —Con todo respeto, señora, no puede estar hablando enserio. Sabe que yo no puedo. —¿Y por qué es eso, A11? —dijo fríamente. Un surco surgió entre sus oscuras cejas. Claramente no era la respuesta que esperaba. —Va a arruinar mi tapadera, señora. Mi tapadera para la misión W. Ella suprimió un suspiro. Era cierto que ir de encubierto como un hedonista Sugar Daddy podría arruinar la tapadera del Agente 11 en una de sus más importantes P ág in a1 3 ‒ El Dedo de Iphi ‒ misiones a largo plazo. Pero no era algo que no hubiera considerado antes. —El riesgo es insignificante —dijo—. La misión W. está mayoritariamente acotada a Rusia e Inglaterra. Es extremadamente improbable que los objetivos se crucen entre sí en cualquier momento. Su prolongada tapadera no se verá comprometida. Los labios del Agente 11 se apretaron juntos. Claramente él no estaba de acuerdo, pero cuando ella lo miró, por una vez, no discutió. —Sí, señora. —Lea el archivo del muchacho —dijo—. Será quien lo reclute, así que familiaricesé con sus antecedentes. Es bastante estándar, en lo que refiera a antecedentes. Nacido de una madre soltera, sin padre conocido. La madre murió cuando él tenía cuatro años. Cáncer. Un pariente lo llevó con él. Nuestras fuentes nos señalaron que el niño fue emocionalmente abusado por sus familiares, quizás físicamente también —Ella se encogió de hombros, incómoda con el tema—. En cualquier caso, él escapó cuando tenía seis. Creemos que se unió a la pandilla de Ed Tucker y empezó a robar a cambio de protección y un techo sobre su cabeza —Ella miró al agente—. No creo que le sea fiel a la pandilla. Aprovechese del anhelo del muchacho por una vida estable y un hogar. Estoy segura de que no debo enseñarle como manipularlo. Sus labios se tensaron. P ág in a1 4 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —No, señora. —El muchacho será reclutado esta noche. Usted supervisará su progreso y lo entrenará personalmente si es necesario. Un músculo en mandíbula del Agente 11 tembló. Ambos sabían que un agente senior como él, tenía mejores cosas para hacer que entrenar novatos. —Sí, señora —dijo, muy inexpresivamente. —Puede irse, agente —dijo ella. Lo vió salir y frunció el ceño cuando cerró la puerta tras él. Se cuestionaba si se habría equivocado. El Agente 11 no era alguien que querrías tener de enemigo. Pero ella debíamantenerlo controlado. Después de todo, no era ni ciega ni estúpida. Estaba muy consciente de que él era el más probable candidato para su reemplazo. Regresó su mirada hacia el pelirrojo en la pantalla y sonrió. Sí, la misión de Brylsko era perfecta para sus propósitos. P ág in a1 5 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Capítulo 2 La mujer apestaba a dinero. Mordiéndose el labio, Sam la evaluó de pies a cabeza, desde su vestido de diseñador, hasta su bolso Prada, pasando por el relucientemente nuevo iPhone en su mano. Quizás ni siquiera tuviera que buscar a alguien más. Necesitaba seiscientas libras —el mínimo que Tucker había fijado para él—, por lo que esperaba que la mujer tuviera suficiente dinero consigo. Ignorando a la voz de su conciencia, Sam se acercó hacia ella, diciéndose a sí mismo que seiscientas libras serían cambio suelto para alguien que pudiera darse el lujo de vestir ropa que valiera, al menos, cinco grandes. La pregunta era, ¿qué hacía alguien como ella en esta parte de Londres? No es que fuera de su incumbencia ni nada. Ella sólo era un objetivo y tenía que pensar en ella como en su objetivo, nada más. Tenía un trabajo que hacer, y no podía darse el lujo de ser escrupuloso con su trabajo si no quería ser el saco de boxeo de Tucker esta noche —o algo peor. Sam suspiró, torciendo los labios con desagrado. P ág in a1 6 ‒ El Dedo de Iphi ‒ No por primera vez, quería patear a su joven—yo por haber aceptado alguna vez la protección de Tucker. Para ser justos, sólo tenía seis años en ese entonces, un escuálido mocosito, fácil de atrapar, asustado e indefenso. En aquel momento, la protección de Tucker le pareció un regalo del cielo. Ahora lo sentía como alguna forma de esclavitud, con las demandas crecientes de Tucker. Sam sabía que Tucker jamás lo dejaría abandonar su pandilla. Era el ganso dorado de Tucker, capaz de llevarle más dinero que todos los otros chicos juntos. Nunca sería libre. Forzando fuera las deprimentes ideas, Sam intentó concentrarse en el trabajo. La mujer tenía la billetera en el bolsillo izquierdo. Su mano derecha simplemente sostenía el iPhone junto a su oído. Sam sacó su propio teléfono maltratado —un viejo Nokia, rayado y deteriorado pero indestructible— y caminó hacia la mujer, con los ojos fijos en su teléfono. Nada sospechoso. Sólo otro adolescente texteándose con sus amigos y sin prestar atención hacia dónde iba. Sam chocó contra la mujer, murmuró sus disculpas y se alejó, con su billetera bajo la chaqueta. Dobló en la esquina y desapareció en el oscuro callejón. Echando un vistazo alrededor, asegurándose de que estuviera solo, Sam sacó el monedero y lo abrió. P ág in a1 7 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sus ojos se ensancharon cuando vio su contenido. Dinero. Muchísimo dinero. ¿Y eran esos diamantes? Algo frío y duro presionaba en la nuca de Sam. —No te muevas —dijo una profunda voz masculina. Sam maldijo por lo bajo. Estúpido. Debería haber sospechado algo. Había sido demasiado fácil, incluso para él. —Mételo al coche —dijo la misma voz. Dos fornidos hombres agarraron los brazos de Sam y lo arrastraron hacia la furgoneta negra estacionada a la vuelta de la esquina. Sam no se resistió, con su mente corriendo a toda velocidad… ¿Quién querría secuestrarlo y por qué? No era nadie… Bueno, tampoco nadie, pero era un pez chico en un estanque grande, ¿por qué él? Los tipos lo empujaron adentro, pero no entraron con él; Sam oyó a uno de ellos ocupando el asiento del conductor y al otro el del copiloto. Cuando Sam empezó a preguntarse si debería intentar escapar del vehículo, otro hombre entró en la caja trasera de la camioneta y se sentó frente a él. Sam lo miró con cautela. No reconoció al hombre. Tenía pelo castaño oscuro y ojos sombríos, su piel estaba bronceada o así era su tono natural —Sam no podía decidir cual era el caso. Vestía pantalones negros y una camiseta simple con cuello de tortuga que no hacía nada por esconder su cuerpo alto y musculoso. P ág in a1 8 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Hola, Sam —dijó el hombre cuando el auto empezó a moverse Sam parpadeó. —Siniestro. Algo que pareciera ser diversión brilló en la mirada del tipo. —Podría hacerlo aún más siniestro —su voz era increíblemente profunda y atractiva, el tipo de voz que llamaba la atención de la gente—. Tú eres Sam Landon, tienes dieciocho años, y eres parte de la bandita de ladrones de Ed Tucker. A Sam se le heló la piel. Nadie conocía su apellido. Ni siquiera Tucker. —¿Qué quieres de mí? —dijo. El tipo lo miró por un largo momento. Era muy atractivo, algo que Sam notó con incomodidad y molestia. No era como si tuviera un problema con los hombres guapos; era solo que... no le gustaba el efecto que tenían en él. Sam tendía a sonrojarse, tartamudear y hacer cosas estúpidas con tipos guapos (que siempre eran heterosexuales o no estaban interesados en él, lo que hacía que todo fuera aún más mortificante). Las hormonas eran horribles y tenía dieciocho años. P ág in a1 9 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Ese es el problema —dijo el hombre—. Estás en problemas. Robaste veinte mil libras y un brazalete de diamantes a un respetable ciudadano... —Me atrapaste —dijo Sam— ¡Nunca me atrapan! El hombre parpadeó lentamente, sus labios se crisparon. —Eso es irrelevante. Lo importante es que te pillaron robando una suma considerable de dinero y una reliquia de inestimable valor. Normalmente, eso significaría la cárcel. Sam frunció los labios. —¿Qué quieres? —Queremos que trabajes para nosotros —dijo el hombre. Sam no podía decir que estuviera sorprendido. Él lo sospechaba. Sabía que se había hecho una suerte de nombre en ciertos círculos. —¿Para quién trabajas? ¿Big Johnson? ¿Javier? El hombre se rio, el sonido ronco y profundo. Sam sintió su estómago revolotear y maldijo sus estúpidas hormonas Una vez más. P ág in a2 0 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —No para nadie tan emocionante, me temo —dijo el hombre—. Trabajo para el SIS. —SIS —repitió Sam tontamente. —Servicio Secreto de Inteligencia —aclaró el hombre, como si Sam no supiera lo que era—. O MI6, si lo prefieres. Sam lo observó por un momento antes de decir: —Demuestralo. El hombre alzó las cejas. —Te das cuenta de que ser un Agente de la Inteligencia Secreta no es algo que uno publica, ¿verdad? —Mentira —dijo Sam—. Si realmente eres un agente del MI6, tendrás algún tipo de identificación para demostrarle a la policía que tus acciones son apoyadas por el gobierno. Es terriblemente poco práctico que tus superiores te tengan que sacar de los problemas todas las veces. Por primera vez, Sam vio algo como aprobación en esos ojos oscuros y tuvo que luchar contra el rubor que amenazaba con colorear sus mejillas. Agg. Hormonas. —Me gustas, Red4 —dijo el hombre (lo que realmente no ayudaba con lo de ruborizarse)—. Y normalmente, tendrías razón. Pero hablando estrictamente, a los Agentes 4 Como es un sobrenombre, se dejará en Inglés. Sin embargo, vale la pena aclarar que red significa rojo y hace referencia al color de pelo de Sam. P ág in a2 1 ‒ El Dedo de Iphi ‒ del MI6 no se les permite realizar operaciones en su propio territorio, por lo que tener una identificación real no ayudaría. La mayoría de nuestros Agentes de campo llevan identificaciones falsas emitidas por el MI5. —¿Pero tú no? El hombre sacudió su cabeza. —Pertenezco a una división especial que no tiene ID. Me conocen como el Agente 11 o A11. Sam se rio entre dientes. —¿Agente 11? ¿Enserio? ¿Me vas a decir que también está el Agente 007? La mirada que el Agente 11 puso, definitivamente era de sufrimiento. —No, James Bond y los doble cero no son reales.Pero MI6 lo es. Y algunos de nosotros tenemos nombres clave. —Entonces, ¿cuál es tu nombre? Me siento tonto llamándote Agente 11 en mi cabeza. —Información clasificada. Sam sonrió. —¿Tu nombre está clasificado? Eso es muy normal. P ág in a2 2 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Solo un poco —murmuró el Agente 11—. No puedo decirte mi nombre. No lo tomes como algo personal. Solo dos personas en el MI6 conocen mi nombre real. Sam se recostó en su asiento y colocó sus piernas en el asiento opuesto, al lado del agente. —Entonces, si acepto trabajar para el MI6, ¿tendré un nombre clave también? ¿Puedo elegir el número? El Agente 11 bajó la mirada hacia sus piernas, sin parecer impresionado. —Si te reclutan, serás un aprendiz durante un tiempo. Si participas en misiones mientras eres aprendiz, tendrás un nombre clave al azar. Incluso si completas con éxito el programa de entrenamiento, probablemente sea solo el Agente Landon. Lamento decepcionarte, pero la mayoría de los agentes MI6 no tienen nombres clave permanentes. —Pero tú lo tienes —señaló Sam, intrigado— ¿Por qué? —¿Sabes lo que les pasa a los gatos curiosos, Red? —Mueren. —Precisamente. Sam lo miró. Ni siquiera estaba seguro de que el tipo estuviera bromeando, considerando su trabajo. —Claro —dijo Sam con una sonrisa incómoda antes de fruncir el ceño—. Y deja de llamarme Red. P ág in a2 3 ‒ El Dedo de Iphi ‒ El Agente 11 se encogió de hombros. —Entonces, ¿quieres aceptar el trabajo? Sam inclinó la cabeza hacia un lado, un poco confundido—¿Tengo otra opción? —Siempre hay otra opción —dijo el Agente 11. —Si la otra opción es la cárcel, no tengo realmente opción. El Agente 11 lo miró fijamente, con algo cínico en su expresión. —Si en realidad no quieres servir a tu país y protegerlo, sal del automóvil. No te detendré. Sam se habría burlado y habría girado los ojos, pero la mirada dura y seria en la cara del agente lo hizo dudar. Tenía la sensación de que este hombre no era de los discursos patrióticos vacíos. —Hablas en serio. —Por supuesto que sí —El Agente 11 suspiró—. Mira, no es un trabajo bonito. A veces te verás obligado a hacer cosas, cosas que odiarás absolutamente, cosas que te harán vomitar y querer evitar tu reflejo en el espejo —El Agente 11 le dio una sonrisa que no le llegaba a los ojos—. Créeme, si realmente no crees que estés haciendo lo correcto, que tu P ág in a2 4 ‒ El Dedo de Iphi ‒ país necesita que abandones todo y sigas adelante, no durarás mucho en el Servicio Secreto. Sam se inquietó, sintiéndose un poco incómodo. Si bien no se consideraba a sí mismo tan patriótico, y nunca había tenido la ambición de servir a la Reina y al País, tampoco era antipatriótico. Si tuviera una opción, le gustaría estar en el lado bueno por una vez. Sin mencionar que si aceptaba el trabajo, estaría libre de Tucker y su “protección”. Esa era una ventaja bastante significativa en el libro de Sam. —Eres un reclutador pésimo —dijo Sam— ¿No se supone que debes convencerme de que estaría loco por no aceptar una oferta de trabajo como esta? Una mirada de genuina diversión brilló en la cara del Agente 11. —Probablemente. Sam lo tomó como una confirmación de que se le había ordenado al agente que lo reclutara, una orden con la que estaba claramente en desacuerdo pero que se vio obligado a seguir. —¿Por qué no quieres que acepte la oferta? —Eres muy joven —dijo el Agente 11—. Este estilo de vida no es seguro para los niños. Sam sonrió torcidamente. P ág in a2 5 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Sin ofender, Agente 11, pero mi estilo de vida actual tampoco es exactamente seguro —vaciló— ¿Para qué tipo de misión me quieres? —Información clasificada. Sam cruzó los brazos sobre el pecho e hizo un puchero exagerado. —Eres un reclutador pésimo. Los labios del Agente 11 se crisparon. Sam suspiró, pensó por un momento y preguntó: —¿Tendré mi propio apartamento, un hogar o algo mío? —Sí. Después de que termines el entrenamiento. Sam se lamió los labios secos. —¿Dónde firmo? El Agente 11 tocó el pequeño audifono que Sam ni siquiera había notado hasta entonces. —Está adentro —dijo el Agente 11, con su postura relajada pero sus ojos sombríos. P ág in a2 6 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Capítulo 3 La vida de un aprendiz del MI6 no era tan glamorosa como Sam había imaginado que sería. Por un lado, la sede central, no el edificio SIS en Vauxhall que el público conocía, lo asustaba un poco. Había cámaras por todos lados. Todo el edificio era inteligente, y había vigilancia electrónica incluso en el retrete. Le llevó algo de tiempo acostumbrarse. Afortunadamente, aunque tuvo que compartir su habitación en el centro de entrenamiento con otro aprendiz, la habitación no tenía cámaras de seguridad, lo que al menos les proporcionaba un mínimo de privacidad. No es que Sam pasara gran parte de su tiempo en su habitación. Entrenaba dieciséis horas al día, y algunas veces más que eso. Hasta ahora, su entrenamiento incluía entrenamiento Físico, de Armas y Equipación, entrenamiento en Sistemas Informáticos y Electrónicos, entrenamiento en Idiomas Extranjeros y por supuesto, entrenamiento en Combate. Al menos todo el entrenamiento físico parecía estar dando sus frutos: sus brazos comenzaban a verse bastante bien, y si se miraba cuidadosamente al espejo, Sam ya podía ver algo que se parecía a una tableta de seis. O al menos una tableta de cuatro. P ág in a2 7 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sin embargo, no era como si pudiera usar sus nuevos y brillantes músculos para conseguir chicos calientes; la mayoría de las veces, Sam estaba tan cansado después de sus sesiones de entrenamiento que simplemente se plantaba en su cama y dormía como un muerto. Sam no podía recordar haber dormido tan bien, no desde... quizás no desde que su madre murió. No es que él pudiera recordar mucho de su madre. A veces, pensaba que podía recordar un abrazo cálido y seguro y una voz suave cantando una canción de cuna, pero esos recuerdos eran borrosos, como un sueño. Él no sabía si eran reales o no Era tan malditamente injusto que no pudiera recordar gran cosa de su madre, pero pudiera recordar perfectamente la burla en el rostro de su tío, cada palabra odiosa que le había dicho. Pequeño mocoso inútil, tu madre debería haberte abortado cuando tuvo la oportunidad. No eres más que una carga. Un parásito. Después de vivir dos años con la furia inducida por el alcohol de su tío, Sam se había escapado, pero esas palabras se habían quedado con él. Se juró a sí mismo que nunca más sería una carga para nadie. En general, Sam se consideraba afortunado. Podría haber sido peor; Podría haber sido mucho peor. Su tío nunca lo había lastimado físicamente. Nunca se había visto obligado a dormir fuera en el invierno. Por supuesto, estar bajo la “protección” de Tucker no era mucho mejor. P ág in a2 8 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Comparado con su vida anterior, la vida de un aprendiz del MI6 fue fácil y agradable. A Sam no le importó que pareciera ser el único inscrito en un programa de entrenamiento tan intenso. —Estoy tan celoso de ti —dijo Kira, otro aprendiz, dos semanas después de su entrenamiento mientras Sam tomaba un raro descanso para almorzar—. Pregunté por ahí. El programa de entrenamiento acelerado es para casos especiales. Eso significa que pronto tendrás una verdadera misión. Sam asintió. Tenía la sospecha de que había sido reclutado con una misión específica en mente. Tenía mucha curiosidad por saberlo y estaba un poco nervioso. Pero antes de que pudiera decir nada, notó que la atención de Kira estaba en otra parte. —Ese Agente Especial nos está mirando —susurró Kira con entusiasmo. Sam siguió su mirada. Se quedó inmóvil cuando vio al Agente11. No había visto al agente desde que entregó a Sam en las instalaciones de entrenamiento hace semanas. El Agente 11 era tan irritantemente caliente como lo recordaba. Los hombros y brazos del hombre se veían injustamente bien con ese traje y el contraste entre su camisa blanca y su cuello bronceado era… P ág in a2 9 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam apartó los ojos y se dijo con severidad que dejara de engullir a hombres heterosexuales. En las últimas semanas, había escuchado lo suficiente sobre el Agente 11 para saber que el tipo era heterosexual como una flecha. Aparentemente, el agente no temía usar su cuerpo si la misión lo requería y había seducido a innumerables mujeres, si se creía en los rumores. —¿Y qué? —dijo Sam encogiéndose de hombros. —¿Estás bromeando? ¡No es común que los Agentes Especiales se molesten con los novatos! Son la élite, lo mejor, la parte superior de la cadena alimenticia, la... —Solo quieres follártelo —dijo Sam con una sonrisa, tratando de reprimir el impulso de mirar atrás hacia al Agente 11. Hetero, hetero, hetero. Maldita sea, ¿alguna vez aprendería? —Por supuesto que sí —dijo Kira sin vergüenza— ¿Quién no? Pero ese no es el punto. Los Agentes Especiales, literalmente, nunca vienen aquí. Hay, como, veinte de ellos en total, y todos están por lo general muy encubiertos... ¡Dios mío, viene hacia aquí, Sammy! —No me llames Sammy—Sam la corrigió automáticamente, su mente corriendo mientras veía al Agente 11 aproximarse con el Agente Brown siguiendole. El Agente Brown, el entrenador habitual de Sam, parecía un poco incómodo y... ¿tal vez enojado? Sam no estaba seguro. Todavía no era tan bueno leyendo las emociones de las personas que habían sido entrenadas para ocultarlas. P ág in a3 0 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Landon —dijo el Agente Brown con voz entrecortada—. El Agente 11 ofreció hacerse cargo de tu entrenamiento en Tortura e Interrogatorio que estaba programado para esta tarde. VE CON ÉL. Sam tragó saliva. No había estado esperando la sesión de entrenamiento de esta tarde. Sabía que el entrenamiento de tortura e interrogatorio era obligatorio para todos los agentes de campo: se suponía que estaban entrenados para resistir la tortura, para que no soltaran información clasificada. Pero eso no significaba que no tuviera un poco de miedo. Tenía un umbral de dolor embarazosamente bajo. Sam miró al Agente 11. La cara del hombre era imposible de leer. Solo sacudió la cabeza, haciendo un gesto a Sam para que lo siguiera, y se alejó. Sam luchó por alcanzarlo. —Hola —dijo Sam—. No has dicho ni hola. Grosero. El Agente 11 le lanzó una mirada divertida y siguió caminando. —Hola, Red. ¿Te gusta MI6? —Es... interesante —dijo Sam. —Esa es una forma de decirlo —dijo el Agente 11, llevándolo a la Sala de Entrenamiento 4A. Sam lo siguió a la habitación y miró nerviosamente a su alrededor. No podía ver ninguna herramienta de tortura obvia, pero ¿qué aspecto tendrían? P ág in a3 1 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Entonces, ¿eres huérfano? —espetó Sam. El agente se quitó la chaqueta del traje y la tiró al escritorio —¿Qué? —¿Eres huérfano? He preguntado por ahí, y la gran mayoría de los aprendices son huérfanos. Tengo una teoría de que el MI6 prefiere reclutar huérfanos, que es como… ¿jodido? Y un poco aterrador, para ser sincero, porque la razón es bastante obvia, ¿no? Quiero decir… El Agente 11 se rio. —Respira, Sammy. Sam se sonrojó. —Estoy respirando. No estoy nervioso Es solo que... deberían haber nombrado a este curso de entrenamiento de forma diferente, ¿no crees? La tortura y el interrogatorio suenan espeluznantes. Los labios del Agente 11 se crisparon. —Voy a transmitir tu sugerencia a los de arriba —Pero luego la alegría en sus ojos desapareció, reemplazada por algo sombrío y duro—. Siéntate, Sam. Sam se sentó en la única silla en la habitación. ¿Por qué estaba tan oscuro aquí? P ág in a3 2 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Siniestro —dijo con una sonrisa que sonó dolorosamente torpe y nerviosa incluso para sus propios oídos. Probablemente no estaba engañando a nadie—. Entonces, ¿vas a torturarme ahora? El Agente 11 lo miró sin vacilaciones. —Te dire un secreto. El entrenamiento de tortura e interrogatorio es un montón de basura. Sam parpadeó. —¿Qué? Los sensuales labios del Agente 11 se torcieron en algo que no era del todo una sonrisa. —Si te atrapan, ninguna cantidad de “entrenamiento” te preparará para lo real. Sam sintió que se le secaba la boca. —Entonces, ¿para qué es este entrenamiento? —Eliminar a los mentalmente débiles. Sam bajó la cabeza, mirando al suelo. —Supongo que ya fallé, entonces. —Es normal estar razonablemente nervioso. Estar nervioso no te hace débil. La clave es no dejar que tus nervios tomen lo mejor de ti. Algo de nervios puede ser útil en el campo, en realidad. Pueden hacerte menos imprudente. P ág in a3 3 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam sonrió tristemente. —¿Te pones tú nervioso? ¿Durante una misión? —Ya no —dijo el agente—. Pero no soy un novato. No tengo dieciocho. Tengo una década de experiencia en la que puedo confiar. Sam levantó su mirada. —¿Una década? ¿Cuántos años tienes? —Era difícil determinar la edad del tipo. Podría estar entre veinticinco y treinta y cinco. Pero, de nuevo, los hombres con la estructura facial del Agente 11 y la tez bronceada podrían verse ridículamente bien incluso en su cuarentena. Era tan jodidamente injusto. —Información clasificada —dijo el agente. Sam hizo un puchero. —No eres divertido —miró al otro hombre con curiosidad— ¿Así que no me vas a torturar e interrogar? ¿Qué se supone que debo aprender, entonces? —La única forma infalible de evitar la tortura y el interrogatorio es no ser atrapado. Eso es lo que te enseñaré. —¿Entrenamiento encubierto? — Sam se sentó más recto, sonriendo ampliamente por la emoción. —Sí. Pero me temo que no es tan emocionante como crees —El Agente 11 le devolvió la sonrisa. P ág in a3 4 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Dos horas más tarde, Sam estaba inclinado a aceptarlo. El trabajo encubierto sonaba como un montón de trabajo. Trabajo tedioso y difícil que requiría mucho estudio y preparación. —La clave para ser un buen agente encubierto es conocer tu cobertura tan bien que puedas pensar y actuar como tu tapadera sin forzarla. Un momento de pausa, una ligera vacilación, hará que tu tapadera se destape. —¿Alguna vez tu tapadera ha sido destapada? —dijo Sam curioso. La cara del Agente 11 se quedó extrañamente inexpresiva. —Sí. —¿Por qué? ¿Qué hiciste mal? El agente no respondió de inmediato. Sam comenzó a preguntarse si había cruzado alguna línea cuando el Agente 11 dijo en voz baja: —Me ordenaron matar a un espectador inocente, una mujer embarazada que fue testigo de algo que no debía ver. No pude. La ayudé a escapar. —Bueno, hiciste lo correcto — Sam frunció el ceño. La cara del agente estaba en blanco. P ág in a3 5 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Me llevó once meses infiltrarme en esa red de tráfico sexual. Después de que mi tapadera fuera destapada, le llevó al MI6 otros dos años conseguir meter a otro agente. Cuando no dio más detalles, Sam dijo, después de algunas dudas —No entiendo. Aun así hiciste lo correcto. —He leído los informes —dijo el Agente 11, su voz normalmente rica sonaba hueca—. Había niños entre esos trabajadores sexuales. El niño más joven tenía ocho años, el niño superviviente más joven —miró a Sam a los ojos y sonrió— ¿Todavía crees que hice lo correcto? —Sam lo miró fijamente, incapaz de formar palabras. Si el Agente 11 no se hubiera descubierto por salvar a esa mujer, podría haber salvado a esos niños años antes. Podría haberlo, lo habría... —¿Cómo lo haces? —susurró Sam— ¿Cómo se supone que voya tomar decisiones como esa? ¿Cómo vives con eso? Los labios del Agente 11 formaron una línea. —Piensas en la imagen más grande. Tú compartimentalizas. Haz lo que debas hacer y lo más importante, no jodas ni te vuelvas sentimental cuando no deberías. Sam mordió el interior de su mejilla. El Agente 11 agarró su chaqueta y se deslizó en ella. P ág in a3 6 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Es suficiente por hoy. Tenemos una reunión previa a la misión mañana a las ocho. Después de eso, tendremos una semana para perfeccionar nuestras tapaderas. —Espera ¿qué? ¿Mi primera misión es contigo? El agente solo asintió, algo parpadeó en sus ojos, antes de salir de la habitación. —La respuesta a tu pregunta es sí, por cierto —dijo, abriendo la puerta. Sam frunció el ceño, confundido. —¿Qué? —Los huérfanos son los mejores reclutas. Y luego se fue. P ág in a3 7 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Capítulo 4 La planta administrativa era intimidantemente silenciosa, un marcado contraste con el centro de entrenamiento, que siempre era ruidoso y estaba lleno de gente. Sam normalmente no tenía la autorización para estar en esa planta, pero Claudia, la secretaria del jefe, le había informado que durante el tiempo de esta misión tendría la autorización necesaria. A pesar de eso, Sam todavía se sentía como un impostor, dolorosamente consciente de lo joven e inexperto que era comparado con todos los demás en la sala de reuniones. Se encontró acercándose al Agente 11, la única persona que conocía. —Siéntate —dijo la mujer a la cabeza de la mesa. Sam tomó asiento junto al Agente 11, frente al hombre de mediana edad con gafas. —Sam —dijo la mujer, obligando a Sam a mirarla, lo cual había estado evitando desde que entró en la habitación. La mirada penetrante de la mujer lo desconcertó un poco—. Sé que todavía eres un aprendiz y tienes un largo camino por recorrer hasta que completes tu entrenamiento, pero lamentablemente, no tenemos agentes disponibles que se ajusten a los criterios para esta misión, así que no tenemos P ág in a3 8 ‒ El Dedo de Iphi ‒ más remedio que enviar a un aprendiz. Confío en que harás bien el trabajo. Si lo haces, tu entrenamiento se acelerará y serás el Agente Landon en menos de dos meses. —Amanda —dijo el hombre con gafas—. No creo… Una mirada dura de la mujer “Amanda” silenció al hombre. Sam sabía que su nombre probablemente no era Amanda. Se decía que nadie, salvo unos pocos altos ejecutivos seleccionados en el gobierno, conocía el verdadero nombre del Jefe. Dentro del Servicio Secreto, Amanda simplemente era conocida como “C”. Ella era la figura oculta detrás del Jefe del SIS que el público en general conocía, que no era más que un señuelo. A veces todo ese secreto le parecía un poco exagerado a Sam antes de recordar que había una buena razón para ello. Normalmente trataban con terroristas. —William, por favor describe los parámetros de la misión—le dijo Amanda al hombre con anteojos. Echando un vistazo a Sam, agregó para su beneficio—. William Mason es el jefe de nuestro departamento de inteligencia. Sam asintió agradecido, un poco sorprendido por lo amable y considerada que era Amanda. Echó un vistazo al Agente 11 y encontró los labios del agente torcidos en una sonrisa sardónica. Extraña. La pantalla grande en la pared se encendió y Sam miró la foto de un hombre rubio de mediana edad. William Mason se aclaró la garganta. P ág in a3 9 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Este es Milosz Brylsko, de cuarenta y tres años, un jefe del crimen polaco. Su organización es parte de un círculo criminal de Europa del Este. Brylsko es de particular interés para nosotros, porque es el responsable de suministrar armas a otros miembros del círculo —Los labios de Mason se fruncieron—. Si nuestra información es correcta, recientemente empezó a vender armas nucleares a varios gobiernos europeos. Sam se removió en su asiento, mirando al Agente 11, pero su cara era inescrutable. Probablemente ya sabía todo esto. Mason se levantó las gafas y continuó: —Tenemos motivos para creer que Brylsko tiene una fábrica nuclear subterránea en uno de los países del tercer mundo, pero no tenemos pruebas. Hasta ahora no hemos podido localizarla. Localizar la fábrica es uno de los principales objetivos de la misión. El otro es saber qué países compraron ya armas nucleares a Brylsko. El problema es que Brylsko es extremadamente cuidadoso y paranoico. No hay llamadas telefónicas o correos electrónicos sobre armas nucleares que podamos rastrear. No hay una sola referencia en los ordenadores de su organización, al menos las conectadas a la red y nuestros mejores hackers no pudieron encontrar nada útil. Pero nuestro topo ha podido saber que Brylsko conserva los datos más confidenciales en un USB que siempre lleva seguro consigo. Necesitamos esa USB. Y tenemos que devolver el USB a la posesión de Brylsko, sin P ág in a4 0 ‒ El Dedo de Iphi ‒ que él lo sepa. Es por eso que necesitamos un ladrón excepcional para esta misión, Landon. Sam frunció el ceño. —¿Por qué necesita volver a colocar el USB? —Esa parte del plan hizo que la tarea, por lo demás directa, fuera mucho más desafiante. Si Brylsko realmente era tan paranoico como Mason decía, entonces probablemente verificaría constantemente que el USB todavía estuviera allí. ¿Tendrían siquiera tiempo suficiente para descifrar el código de acceso, copiar los datos cifrados y volver a colocar el USB? Fue Amanda quien respondió, su tono cuidadoso. —Porque hay información muy sensible en esa memoria USB. No queremos que nadie sepa que estamos en posesión de ella. Es por eso que muy pocas personas conocen esta misión. El Agente 11 resopló. —Tu comentario no es obligatorio, A11 —Amanda lo miró. El Agente 11 alzó las cejas. —No dije nada, señora. Curioso, Sam miró entre el agente y el Jefe de SIS. ¿Era su imaginación, o estos dos se odiaban el uno al otro? Mason se aclaró la garganta. P ág in a4 1 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Le daremos un USB que se ajuste a la descripción que nos dio nuestro topo. Lo cambiará por el original. Eso debería engañar a Brylsko por el momento mientras copia los datos y devuelve el USB original. Sin embargo, no sabemos con qué frecuencia Brylsko accede a los datos del USB, por lo que idealmente, tendrás que averiguarlo antes de continuar, sin comprometer tu tapadera, por supuesto —carraspeó de nuevo—. Ahora, sobre tu tapadera. Brylsko es extremadamente paranoico. Normalmente, es imposible acercarse a él sin que esté rodeado de guardaespaldas y sin someterse a exhaustivas revisiones de antecedentes. Pero sabemos que a fin de mes, estará en un exclusivo crucero de lujo que abastecerá a... personas ricas con los gustos particulares de Brylsko. Mason hizo una pausa y se movió en su asiento. Sam lo miró, preguntándose por qué el hombre parecía tan incómodo. —¿Qué gustos? —preguntó cuándo ni Amanda ni el Agente 11 dijeron nada. Mason hizo una mueca, una expresión de disgusto apareció en su rostro. —Brylsko tiene un gusto por las mascotas jóvenes— respondió Amanda en su lugar, su tono neutral—. Muy jóvenes, pero sobre todo por encima de la edad legal. Por lo que sabemos, él no los coacciona. A él le gusta que estén dispuestos. Le gusta ser... generoso con ellos, llenarlos de lujos. Supongo que aumenta su ego. P ág in a4 2 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam frunció el ceño. —¿Quieres decir que le gusta tener un Sugar Baby5? Una mirada familiar de diversión brilló en la cara del Agente 11. —¿Tienes edad suficiente para saber lo que es eso? Sam lo pateó por debajo de la mesa (¡tenía dieciocho años, no era un niño!) Y estaba a punto de decir algo mordaz cuando un pensamiento lo detuvo. —Espere. ¿Quieres que sea su Sugar Baby?¿El Sugar Baby de Brylsko? —intentó no mostrar lo incómodo que le resultaba el prospecto. —Nada tan drástico —dijo Amanda—. Serás una de las “mascotas” puestas en una subasta. La probabilidad de que Brylsko se fije en ti y te quiera es bastante pequeña. Serás comprado por nuestro agente. —¿Comprado? —repitió Sam. Mason suspiró. —Sí. Los organizadores de los cruceros tienen una subasta privada para pasajeros ricos a quienes les gustaría comprar lo que llaman “esclavo”. Los esclavos no son realmente esclavos. Es solo una fantasía enfermiza para ricos y pervertidos. Hemos verificado: los esclavos entran 5 Una joven mujer o hombre joven que es mimada financieramente / atendida por un Sugar Daddy o una Sugar Mum a cambio de compañía (es decir, favores sexuales). P ág in a4 3 ‒ El Dedo de Iphi ‒ voluntariamente al acuerdo y todo el dinero de su venta va a sus cuentas bancarias. Literalmente son solo mujeres y hombres jóvenes que buscan un papi rico y quieren jugar la fantasía de tener dueños —Mason le dirigió una mirada penetrante al Agente 11—. Quiero dejar en claro que la subasta no es nuestro objetivo. Déjala en paz, A11. Es sombrío, pero no lo que nos preocupa al MI6. No juegues al héroe. El Agente 11 asintió. —Trataré de contenerme. Sam deseaba verse tan bien como el Agente 11 cuando estaba siendo sarcástico. Amanda le lanzó una mirada penetrante al agente. —Por favor, hazlo. El Agente 11 sostuvo su mirada sin pestañear. —Si tienes un problema con la forma en que realizo las misiones, no es demasiado tarde para elegir otro agente, señora. Sabes que esta misión podría arruinar mi tapadera a largo plazo. Amanda frunció los labios. —Ya hemos pasado por esto, A11. Tu otra tapadera no se verá comprometida. La mandíbula del Agente 11 se apretó. Él no dijo nada. P ág in a4 4 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam miró entre ellos con curiosidad. Pensó en preguntar de qué se trataba, pero luego se le ocurrió algo más. Miró al Agente 11. —¿Fingirás ser mi Daddy? —Sí, lo hará —dijo Amanda, su voz como el acero, sus ojos taladrando al agente—. Como dijo William, Brylsko es extremadamente paranoico. No tengo dudas de que revisará los antecedentes de todos los pasajeros. No sabemos cuán exhaustivos serán. Si tu tapadera falla, tu otra tapadera, la que probablemente descubrirá Brylsko, lo mantendrá a salvo. Solo pensará que estás demasiado avergonzado por tus fantasías pervertidas para reservar el crucero con tu nombre real. El Agente 11 asintió con la cabeza. Mason le lanzó una mirada algo preocupada al agente antes de volverse hacia Sam y darle una carpeta. —Estudia esto. Eres Samuel “Sammy” Whitmarsh, un huérfano con pocos medios para mantenerte, pero con gusto por las cosas caras. Te gustan los hombres mayores, especialmente si te pueden dar el estilo de vida que deseas. Desde que tenías dieciséis años, has estado en varios servicios de citas en línea, atendiendo a Sugar Daddies y Sugar Babies. Has escuchado sobre el crucero, a través de un amigo de un amigo: el crucero tiene cierta reputación en ciertos círculos, por lo que es plausible. P ág in a4 5 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam cogió la carpeta y la miró ansiosamente, con su mente yendo a cien millas por hora. Mientras tanto, Mason entregó al Agente 11 una carpeta similar. —Si alguno de vosotros tiene alguna pregunta, búsquenme —dijo Mason—. Tienes seis días para preparar a Sam. Tendremos una reunión informativa final antes de que Sam viaje a Turquía. Tú te irás una semana después. El Agente 11 asintió y salió de la habitación. Sam corrió tras él. —Tengo una pregunta —dijo una vez que estuvieron en el pasillo. El agente lo miró y siguió caminando. —Escuchaste a Mason. Si tienes alguna pregunta, ve a él. —¿No eres hetero? ¿Estás seguro de que puedes jugar convincentemente a ser un Sugar Daddy gay? El Agente 11 realmente se rio. Sam frunció el ceño y cruzó sus brazos sobre su pecho. —No me gusta cuando la gente se ríe de mis preguntas. —Sam —dijo el agente suavemente—. Créeme, esta no será la tapadera más extraña ni la más difícil que haya tenido. Está lejos de eso —miró a Sam, frunciendo el ceño—. P ág in a4 6 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Todavía parece que no lo entiendes. No importa cuáles sean nuestras preferencias personales. Es nuestro trabajo —echó un vistazo a la carpeta manila en la mano de Sam—. Estudia tu tapadera. Trata de entender lo que motiva a Sammy. Tu tapadera debe ser impecable. Si no es así, los dos estamos jodidos —El Agente 11 miró a su alrededor, con los ojos afilados, antes de inclinarse y decir en voz baja—. Lo que Amanda y Will no dijeron es que no habrá un equipo de apoyo si se va a la mierda. Estaremos solos. La boca de Sam se abrió. —¿Qué? ¿Por qué? —Porque ya hemos intentado atrapar a Brylsko antes. Nuestro agente fue descubierto. Pero en lugar de simplemente matarlo, Brylsko hizo mucho alboroto sobre tener al Servicio Secreto de Inteligencia Británico “espiando ilegalmente” a un 'hombre de negocios honesto—Los labios del Agente 11 se torcieron—. Brylsko tiene muchas conexiones con el gobierno polaco y la UE6, y técnicamente, no hay pruebas concluyentes de que sea algo más que un empresario. Es muy bueno en cubrir sus huellas, el tipo resbaladizo que siempre tiene un plan de contingencia para todo. Eso colocó al Reino Unido en una posición muy difícil. Oficialmente, esta misión no está respaldada. Necesitamos pruebas de sus acciones, pero no podemos permitir que nos pillen nuevamente. Brylsko y el gobierno polaco tienen demasiada influencia política gracias a ese fiasco. 6 La Unión Europea P ág in a4 7 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Y queremos recuperar la posición —dijo Sam— ¿Pero sin alertar a Brylsko para que no cubra sus pistas otra vez? El Agente 11 sonrió y le dio una palmada en el hombro. —Quizás hagamos de ti un agente secreto, Red. Sam intentó no ponerse rígido y falló. Interiormente, gimió. Estúpidas hormonas. P ág in a4 8 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Capítulo 5 Las sesiones de entrenamiento encubiertas con el Agente 11 de la siguiente la semana fueron extrañas y educativas. Eran fascinantes en cierto modo, las lecciones más tradicionales de Sam no lo eran. El Agente 11 destruyó por completo la mayoría de las nociones preconcebidas que Sam había tenido sobre la vida de un agente secreto. —Antes que nada, olvídate de todo lo que has visto en las películas de espionaje —dijo el Agente 11, agarrando el rifle con sus manos con calma y eficacia—. La mayoría de las veces, no participamos en persecuciones de coches llenos de adrenalina, explosiones y disparos. La mayoría de las veces, pasarás inadvertido, integrándote y reuniendo información de inteligencia de cualquier organización criminal en la que se te haya ordenado que te infiltres. En realidad no es tu trabajo entrar con armas de fuego. Hay otras divisiones para eso. —¿De verdad estás diciendo que nunca has tenido ninguna misión de matar? —dijo Sam, sin molestarse en ocultar su escepticismo. —No —El Agente 11 colocó el rifle en un bípode montado en el frente, miró a través de él y realizó pequeños ajustes en las miras—. Estoy diciendo que cuando me ordenan matar, es silencioso y discreto, sin explosiones P ág in a4 9 ‒ El Dedo de Iphi ‒ involucradas. Pero las misiones de eliminación son bastante raras. No es nuestro trabajo principal. —Entonces, ¿cuál es nuestro trabajo principal? —dijo Sam, cada vez más confundido— ¿Infiltración? Cuando el agente no respondió, Sam se dio cuenta de que se había puesto protectores auditivos y estaba a punto de hacer un disparo. Rápidamente, Sam sepuso sus propios protectores auditivos y observó la cara concentrada del Agente 11. Finalmente, el otro hombre disparó, el sonido ensordecedor incluso con los protectores. El retroceso puso el rifle en su hombro, pero el Agente 11 ni siquiera parpadeó. Golpeó al objetivo en el centro. Poniendo el rifle en su hombro, sus manos acariciando el cañón mientras se movía en su posición, el Agente 11 disparó varias rondas en rápida sucesión, esta vez sin ninguna preocupación por apuntar. Y seguía dando al objetivo en el centro. Lamiéndose los labios, Sam intentó pensar en algo desagradable. No, no le excitaba ver a un chico caliente manejar un arma. No, no, no. Pero podría ser que tuviese algún fetiche por la gente competente. —¿Qué estabas diciendo? —dijo el Agente 11, quitando los protectores auditivos de Sam y luego los suyos. P ág in a5 0 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Era una lucha recordar de qué habían estado hablando. —Um —dijo Sam, muy inteligentemente— ¿Cuál es nuestro trabajo, entonces? —Nuestro trabajo principal es mirar a alguien a los ojos y mentir. Debes poder mentir tan bien que puedas engañar incluso a alguien que te conoce para que piense que no eres en realidad tú. Sam miró deliberadamente el rifle que el agente estaba desmontando. —¿Por qué necesitas eso, entonces? —Porque las cosas rara vez son perfectas como en los libros de texto, sin importar lo bueno que seas. Por supuesto, si eres un buen mentiroso, puedes improvisar y hablar para salir de los problemas en lugar de recurrir a la fuerza bruta. Eso siempre es preferible, pero no siempre es posible. El Agente 11 guardó el rifle y miró atentamente a Sam— ¿Has estudiado tu tapadera para la misión? —Por supuesto. —¿Crees que entiendes tu tapadera? Sam asintió después de vacilar. Había investigado y había tenido mucha confianza, pero la mirada evaluadora del Agente 11 lo hacía cuestionarse a sí mismo nuevamente. P ág in a5 1 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Ya veremos —dijo el Agente 11 suavemente, sacando a Sam del campo de tiro y llevándolo a la habitación vacía más cercana. Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, él dijo—: Desnúdate. Sam lo miró. —¿Por qué? —¿Por qué crees? Sam reprimió la respuesta inapropiada y se obligó a sí mismo a pensar. —Estaré desnudo durante la subasta —dijo —. Quieres comprobar qué tan cómodo estoy con estar desnudo frente a una audiencia. La aprobación silenciosa en los ojos del agente causó que la calidez se rizara en la parte inferior de la barriga de Sam, y una vez más, Sam tuvo que reprimir el impulso de acicalarse. Mierda, esto se estaba poniendo molesto, y bastante alarmante, para ser honesto. Él no quería la aprobación del Agente 11. No lo hacía. —Sí —dijo el Agente 11—. Eres Sammy, un chico aventurero que voluntariamente se inscribió en una subasta ilegal, en busca de un Daddy rico y dulce para que se hiciera cargo de sus necesidades. La desnudez no te molesta. Te gusta la atención. Sabes que te ves bien. Estás orgulloso de tu cuerpo y quieres exhibirlo para atraer la mejor captura posible —El Agente 11 lo miró pensativamente—. Estás P ág in a5 2 ‒ El Dedo de Iphi ‒ emocionado. Quizás incluso excitado. Umm... sonrojarse también sería aceptable. No eres necesariamente una virgen sonrojada, pero eres lo suficientemente inteligente como para entender que a algunos hombres poderosos les gusta la falsa inocencia. Ahora muéstrame eso, Sammy. Sam respiró hondo y comenzó a desvestirse, tratando de ponerse en la mentalidad correcta. Él no quería decepcionar a este hombre. Quería demostrarle que podía hacerlo. Quería ser bueno. Sam se quitó la ropa interior y los calcetines y se enderezó, muy consciente de lo desnudo que estaba. Después de un momento de pausa, se dejó caer de rodillas y esperó, con la mirada baja, las pestañas ocultando su expresión. Desde esta posición, todo lo que podía ver eran los brillantes zapatos negros del Agente 11 y sus pantalones negros. Respiró profundamente, de manera pareja, tratando de pensar como Sammy. Él no estaba avergonzado. Él no estaba avergonzado. Sabía que era hermoso y deseable... No, él no lo hacía. El Agente 11 era hétero. Sam probablemente lucía patético ante él, arrodillado en un suelo frío, pálido y desnudo, y un poco excitado. Las mejillas de Sam le ardían por la humillación. —¿Qué pasa? —dijo el agente, acercándose—. Lo estabas haciendo muy bien, pero ahora estás tenso e incómodo. Sam negó con la cabeza. P ág in a5 3 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Solo me siento cohibido—murmuró, mirando al suelo. —No lo hagas —dijo el Agente 11, apartando el ligero flequillo de Sam de sus ojos. —Mírame, Red—Su voz era amable pero imponente. Sam obedeció. —Lo siento, no soy bueno en esto. Me veo ridículo. —No lo haces. Créeme, no tienes motivos para sentirte cohibido. Eres exactamente del tipo que desearían esos imbéciles ricos. Sam se burló, incapaz de mirar al otro hombre a los ojos. —Viniendo de un hombre heterosexual, no significa demasiado—murmuró. —Sam. La orden en la voz del agente era imposible de ignorar. A regañadientes, Sam lo miró a los ojos. —Puedo ser heterosexual, pero no soy exactamente nuevo en esto —dijo el Agente 11—. He estado pretendiendo ser un hombre gay durante los últimos años, para otra misión. La boca de Sam se abrió —¿De Verdad? ¿Por qué? P ág in a5 4 ‒ El Dedo de Iphi ‒ El Agente 11 negó con la cabeza. —Se supone que no debería estar hablando de esto contigo. Tú no tienes autorización de seguridad. Sam le dio sus mejores ojos de cachorro. —¿Por favor? La expresión del Agente 11 se volvió suspicaz antes de soltar una risita. —Eres una puta amenaza —suspiró cuando Sam sonrió—. Tengo que enamorar al heredero de uno de los hombres más ricos del Reino Unido, de quien se sospecha... es responsable de una serie de crímenes internacionales muy graves. Mi tapadera debe ser a prueba de balas. Necesita ser lo suficientemente buena como para resistir cualquier cantidad de escrutinio. Por eso lleva tanto tiempo. Sam curvó sus manos en su regazo. —¿Cómo vas a... seducir a ese tipo si no eres gay? El Agente 11 parecía casi divertido. —Hay cosas que pueden ayudarme con eso. Sam arrugó la nariz. —¿Viagra? El agente se encogió de hombros, luciendo en gran medida despreocupado. P ág in a5 5 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Si es necesario. El tipo es lo suficientemente bonito como para ser confundido con una mujer, por lo que puede no ser necesario—miró a Sam—. Mi punto es que he estado pretendiendo con éxito ser un hombre gay durante años. Me gustaría pensar que sé de lo que estoy hablando. —¿Y realmente no crees que me veo ridículo? —No —dijo el Agente 11—. Te ves bien. Ahora intentémoslo de nuevo. Sam asintió, inhaló profundamente y relajó su cuerpo. Él era Sammy, un chico aventurero que voluntariamente se inscribió en una subasta ilegal, en busca de un Sugar Daddy. La desnudez no le molestaba. Él sabía que se veía bien. Sabía que era deseable. A él, le gustaba la atención. Le gustaba sentir los ojos sobre su cuerpo. Él quería que la gente lo deseara. Quería ser adorado y mimado. Él era Sammy, y se sentía hermoso. Deseable. —Buen trabajo, Sammy —dijo el Agente 11, colocando una mano grande y callosa en la nuca de Sam. Sam no se tensó. Él no se inmutó. Miró a través de sus pestañas al otro hombre, mordiéndose el labio inferior y apoyándose en el toque sutilmente. Los ojos oscuros le sonrieron. —Estás listo. P ág in a5 6 ‒ El Dedo de Iphi ‒ P ág in a5 7 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Capítulo 6 En cualquier otra circunstancia, a Sam le hubiera encantado estar en un crucero por el Mediterráneo, especialmente cuando el barco era como un hotel de cinco estrellas,incluyendo mesas llenas de cristalería y palmeras en macetas. Por supuesto, no había visto gran parte de la nave antes de ser conducido a un camarote enorme, debajo de la cubierta, que servía de cabina temporal para todos los chicos y chicas que participaban en la subasta. Sam se esforzó por mantener su expresión adecuadamente emocionada al ver a los demás charlar con entusiasmo sobre la subasta. La subasta que se suponía que comenzaría en menos de media hora. Su estómago se revolvió incómodo. Para distraerse, miró a los otros chicos y chicas. Había alrededor de dos docenas de ellos, y todos parecían asombrosamente hermosos y confiados. No importaba lo mucho que había estudiado su tapadera, Sam se sentía como un fraude, como si en cualquier momento notarían que no pertenecía a esto. —¿Nervioso? Solo su entrenamiento con el Agente 11 evitó que Sam se estremeciera. Poniendo una sonrisa, se dio la vuelta. P ág in a5 8 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Una chica de su edad le sonreía con simpatía. Ella era muy pequeña y muy bonita, con el pelo largo y dorado y enormes ojos azules. —Eres nuevo en esto, ¿verdad? Sam asintió. Estaba contento de tener una tapadera de novato; no creía que hubiera podido tener una tapadera de alguien con experiencia en esto. —Soy Sammy —dijo, extendiendo su mano. La niña la sacudió. —Soy Martha. ¡Encantada de conocerte! —Ella pasó su brazo por el suyo y le sonrió—. No estés nervioso, cariño. Estarás bien. Mi mejor amiga participó de este crucero el año pasado y no podría estar más feliz con su Sugar Daddy. —¿De Verdad? ¿Ella tuvo suerte? Martha sonrió. —Lo he visto. Tiene solo cuarenta y cuatro y folla bien. La trata como una princesa. Estoy tan celosa que espero que me compre alguien más o menos bueno. Sam apenas se detuvo para no encogerse. Era difícil creer que todas estas personas aparentemente normales realmente quisieran ser compradas como esclavos. Para ser justos, sabía que el dinero probablemente no era la única motivación para ellos. Según su investigación, a algunos Sugar Babies les gustaba la sensación de seguridad, la P ág in a5 9 ‒ El Dedo de Iphi ‒ sensación de ser atendidos y cuidados. A algunos les gustaba realmente hacer que hombres mayores, o mujeres, se sintieran jóvenes de nuevo y se les brindara consuelo y afecto después de un día estresante. Sam también sabía que algunos de ellos realmente se excitaban siendo mascotas y se excitaban sirviendo a otras personas. Y, por supuesto, algunos Sugar Babies solo lo hacían por dinero. Se preguntaba a qué categoría pertenecería Martha. Decidió que no estaría de más preguntar. —¿Qué estás buscando? —dijo Sam— ¿Una relación completa o una compañía mutuamente beneficiosa? Martha se encogió de hombros. —Estoy abierta. Quiero decir, obviamente no voy a firmar un contrato de todo incluido con alguien que no me atraiga razonablemente, pero estaré bien con todo lo demás, siempre que sean agradables y me traten bien. Me gustan las personas y les gusto a las personas, así que no espero ningún problema al proporcionar compañía —Ella guiñó un ojo—. Pero obviamente estaría más feliz con un Suggar Daddy que adorará mi, francamente, increíble cuerpo. Sam resopló y decidió que le gustaba. —¿Y tú? —dijo ella. Sam se encogió de hombros. —Me gusta la idea de ser el favorito de alguien. Como que, me encanta que me adoren, mimen y elogien. El sexo es P ág in a6 0 ‒ El Dedo de Iphi ‒ secundario para mí, pero obviamente no me importaría tener sexo si no es feo. Ella le sonrió con comprensión. —Estoy segura de que encontrarás a alguien —dijo, dándole unas palmaditas en el brazo— ¡Tienes unas pestañas increíbles! Ojalá las mías fueran... —¡Atención por favor! Se volvieron hacia la mujer de mediana edad en traje que apareció en la entrada. Si Sam no lo hubiera sabido, la habría considerado como una administrativa de una empresa comercial promedio. —Por favor, prepárense. Pueden dejar su ropa y cosas aquí. No se permiten teléfonos. No se preocupen, sus pertenencias estarán a salvo. Martha le sonrió a Sam y comenzó a desvestirse. No había ningún rastro de vergüenza o timidez en su bonita cara, como si desnudarse en una habitación llena de extraños fuera perfectamente normal. Sam hizo lo mismo, ocultando su inquietud. Puedo hacerlo, se dijo a sí mismo con firmeza. * * * P ág in a6 1 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Media hora más tarde, arrodillado en la plataforma redonda en el centro de una habitación enorme, desnudo y temblando, Sam ya no estaba tan seguro de poder hacerlo. Toda la experiencia fue surrealista. Podía ver por el rabillo del ojo a las otras mascotas, arrodillados de forma similar, con la cabeza inclinada, completamente desnudos, mientras que decenas de hombres ricos con trajes a medida, y algunas mujeres con vestidos igualmente caros, caminaban alrededor de la plataforma, mirando, conversando y escudriñando a las mascotas como si fueran ganado a la vista de posibles compradores, lo que él suponía que eran. Sam se debatió entre reír histéricamente por la completa ridiculez de la situación u odiar a cada uno de esos cabrones ricos. Era repugnante y triste que el dinero pudiera convertir en realidad, cualquier fantasía depravada y ridícula de algunas personas. La peor parte fue que ni siquiera había visto al Agente 11 hasta el momento. Eso hacía que su estómago se apretara con ansiedad. Como se le indicó, no había estado en contacto con el MI6 desde que llegó a Turquía. ¿Qué pasaría si algo hubiera sucedido y el Agente 11 ni siquiera estuviera en el barco? ¿Qué pasaba si su Tapadera ya hubiera sido descubierta? ¿Qué pasaba si Sam estaba aquí solo? Y si… —Levanta la cabeza, muchacho —dijo una voz masculina, en un inglés fuertemente acentuado. Un acento polaco. P ág in a6 2 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam hizo lo que pudo para no congelarse. Levantó la cabeza , y logró mantener su expresión dócil, cuando se encontró con los pálidos ojos de Brylsko. Había visto la foto del objetivo, por supuesto. Objetivamente, Brylsko era bastante atractivo para un hombre de mediana edad. Su cabello rubio tenía un toque gris en las sienes; sus dientes eran blancos y su piel suave. Pero a pesar de su aspecto arreglado, había algo... asqueroso en el hombre. Una serpiente. Le recordó a Sam a una serpiente. Una serpiente viscosa y resbaladiza. —¿Cuántos años tienes, mascota? —dijo Brylsko, recorriendo a Sam con su mirada. Reprimiendo el impulso de gruñirle que toda la información estaba disponible en las tabletas proporcionadas por los organizadores de la subasta, una de las cuales estaba en manos de Brylsko, Sam bajó la vista y dijo en voz baja: —Dieciocho años, señor. Brylsko agarró su barbilla y levantó la cara de Sam otra vez. Sam no pudo evitar el estremecimiento de repugnancia ante el toque. Con la esperanza de que Brylsko lo confundiera con la emoción, Sam se apoyó en el toque, sus ojos escaneando la habitación discretamente. ¿Dónde demonios estaba el Agente 11? P ág in a6 3 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —Un chico muy bonito —dijo Brylsko, ahuecando su mejilla y rozando con su pulgar el labio inferior de Sam—. Quizás puje por ti. A Sam se le revolvió el estómago. Luchó por mantener su expresión sin cambios. No habían considerado esta posibilidad en el informe previo a la misión. Según la inteligencia del MI6, Brylsko siempre había tenido Sugar Babies femeninos; se suponía que no debería estar interesado en él. Cálmate, se dijo Sam, respirando lentamente. Él no era en verdad un esclavo y no era una auténtica subasta: en realidad podía rechazar un contrato con el mejor postor, si no le gustaba. El problema era que si Brylsko hacía una oferta por él, y ganaba, probablemente se ofendería siSam declinaba su generosa oferta. Eso sería perjudicial para la misión: después de todo, Sam necesitaba acercarse lo suficiente al objetivo como para robar la memoria USB. Mierda. No estaba listo para esto. Sam mentiría si dijera que nunca había distraído a sus objetivos antes de robarles, pero esto era otra cosa. No era solo un flirteo sin sentido. No podía imaginarse dejar que Brylsko lo tocara, lo poseyera, y fingir. El solo pensamiento le hacía tener nauseas. No quería ser un prostituto, ni siquiera por la Reina y el País. Antes de que pudiera reaccionar a las palabras de Brylsko, una voz familiar dijo: —Realmente es bastante guapo. P ág in a6 4 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam casi suspiró de alivio… Agente 11. Miró hacia la voz y parpadeó, mirando al agente. Parecía... Se veía completamente diferente. En la semana que Sam no lo había visto, el Agente 11 había logrado hacer un buen trabajo. Si bien la barba estaba bien arreglada, había cambiado mucho su aspecto, haciéndolo parecer un poco mayor. Y eso no era todo. Había algo diferente en la forma en que el agente se comportaba. Ya no parecía un arma cuidadosamente controlada; su postura era relajada, casi floja, el corte de su traje de diseñador de alguna manera ocultaba su impresionante físico. Era la imagen perfecta de un civil rico y hedonista. Incluso su voz sonaba mucho más refinada de lo normal. El Agente 11 y Brylsko intercambiaron una mirada que duró demasiado, antes de que Brylsko sonriera agradablemente y extendiera su mano. —Milosz Brylsko. Y tú eres Dominic Bommer, creo. Sam apenas ocultó su sorpresa y miedo. Se suponía que el nombre del Agente 11 para esta misión era William Robertson, no Dominic Bommer. ¿Ya habían destapado su tapadera? Sam miró al agente, pero no parecía sorprendido ni cauteloso. Él se veía... ¿tímido? —Le agradecería que mantuviera mi nombre real en silencio —dijo el Agente 11 con una pequeña mueca, estrechándole la mano a Brylsko. Él se rio entre dientes—. Mi P ág in a6 5 ‒ El Dedo de Iphi ‒ familia extendida estará más que sorprendida si descubren que estoy en un crucero como este. Brylsko resopló. —Familias. Me parece que cuanto menos sepan sobre nuestros... intereses, mejor. Sus ojos azules se volvieron hacia Sam. —¿No es eso verdad, mascota? —No tengo familia, señor —dijo Sam en voz baja, con la mente acelerada. ¿Brylsko había descubierto la otra tapadera del Agente 11? ¿El Agente 11 no quería comprometerse? ¿Cambió algo en esta misión? —Es una pena —dijo Brylsko sonando genuinamente arrepentido— ¿Hablas polaco, muchacho? Sam negó con la cabeza, esperando contra toda esperanza que eso lo hiciera menos atractivo a los ojos de Brylsko. —No soy muy bueno con los idiomas, señor. Es por eso que prefiero vivir en un país de habla inglesa. Brylsko miró al Agente 11. —Parece que está de suerte, Sr. Bommer. ¿O es Lord Bommer? Me temo que no estoy muy familiarizado con los títulos británicos y sus honoríficos. El Agente 11 negó con la cabeza con una sonrisa triste. P ág in a6 6 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —A menos que mi primo muera sin dejar hijos, seré un simple señor por el resto de mi vida. No me importan los títulos de todos modos. No soy un esnob. Dominic está bien. —Entonces deberías llamarme Milosz —Brylsko miró a Sam— ¿Estás interesado en el chico? Deberías estarlo. Estoy casi tentado, pero odiaría tener a mi mascota en un país en el que no quiere estar. Eso sería cruel, y no soy un hombre cruel. Sam esperaba que su rostro no delatara su incredulidad… y alivio. —No he tomado una decisión todavía —dijo el Agente 11, mirando a Sam—. Pero el chico es realmente hermoso — puso su mano en el cuello de Sam, el pulgar moviéndose lentamente por su garganta hasta que alcanzó el labio inferior de Sam. Esta vez, el escalofrío de Sam no fue causado por el disgusto. —Muy bonito —dijo el Agente 11, su profunda voz se volvió más ronca. Sam no tuvo que invocar el sonrojo que calentó sus mejillas. Sabía que su reacción era estúpida, “Dominic” era solo un excelente actor, pero no pudo evitarlo. —Sammy, ¿no es así? —dijo el Agente 11, mirando la etiqueta con el nombre a los pies de Sam. P ág in a6 7 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam asintió, sus ojos se cerraron mientras “Dominic” comenzaba a pasar sus fuertes dedos por su cabello. Se sintió increíblemente agradable. Casi podía entender por qué todas estas personas querían vivir esta fantasía. —Parece bastante cómodo contigo ya —Brylsko se rio entre dientes. —¿Lo estás, Sammy? —dijo Dominic. Sam se obligó a abrir los ojos y asintió con la cabeza, apoyándose en el toque. Estaba casi seguro de que podía ver la aprobación en los ojos del Agente 11. —¿Aceptarás un contrato conmigo si hago una oferta por ti? —murmuró el agente, acariciando la mejilla de Sam con los nudillos. En lugar de responder, Sam volvió la cabeza y acarició la mano del Agente 11. Antes de que pudiera pensarlo dos veces, la besó suavemente. Durante una fracción de segundo, había una mirada extraña en los ojos del otro hombre, pero se había ido tan rápido que Sam no estaba seguro de no haberlo imaginado. El Agente 11 le sonrió. —Te veré luego, entonces. Y luego dio un paso atrás, y Sam se dio cuenta con una sensación de hundimiento que había olvidado por completo P ág in a6 8 ‒ El Dedo de Iphi ‒ que Brylsko estaba a solo unos metros de distancia, observándolos. —¿Vamos a echar un vistazo a las otras mascotas? — dijo el Agente 11, cambiando su mirada hacia Brylsko. Brylsko miró a Sam y a Dominic, su rostro era indescifrable, antes de asentir con la cabeza y pasar a la siguiente mascota. Sam bajó la mirada, obligándose a no mirar fijamente al Agente 11 que retrocedía. * * * Ocho personas hicieron una oferta por él. Ocho. A Sam le hacía dar vueltas la cabeza que ocho personas lo quisieran lo suficiente, como para comprarlo por una cantidad escandalosa de dinero. La gente rica realmente estaba loca. Al final, “Dominic Bommer” ganó la subasta. Brylsko no había hecho ninguna oferta por él; se había comprado una hermosa chica de cabello oscuro, pero Sam lo había sorprendido mirándolo un par de veces. Sam no estaba seguro de qué hacer con eso. ¿Brylsko sospechaba algo? P ág in a6 9 ‒ El Dedo de Iphi ‒ Sam todavía estaba reflexionando sobre cómo él y “Dominic Bommer” se ocupaban de las formalidades. Para ser una subasta ilegal, había una sorprendente cantidad de papeleo. Parecía que los organizadores de la subasta no eran otra cosa sino exhaustivos. Por curiosidad, Sam repasó su contrato y casi se quedó boquiabierto cuando vio la escandalosa “asignación” que Dominic había ofrecido pagarle cada mes. Finalmente, después de lo que parecieron siglos, el Agente 11 lo condujo hacia lo que probablemente sería su camarote. Sam fue obediente, tratando de ignorar el toque en su espalda baja. Dios. ¿Cómo se suponía que debía concentrarse en el trabajo cuando parecía perder todo su enfoque cada vez que este hombre lo tocaba? Esto empezaba a ser realmente molesto. La puerta se cerró tras ellos y Sam miró alrededor del camarote. Era espacioso y cómodo. La maleta de Sam ya estaba allí, junto a la enorme cama que dominaba el camarote. Sam se pasó la lengua por los labios y se volvió para mirar a su compañero. El Agente 11 se estaba desabrochando la chaqueta del traje, sus ojos recorriendo el camarote de una forma aparentemente casual, pero Sam sabía que estaba buscando micrófonos. Él había sido advertido sobre esto. Hasta que el agente confirmara que el camarote estaba libre de micrófonos, tenían que seguir desempeñando sus papeles. P ág in a7 0 ‒ El Dedo de Iphi ‒ —¿Qué le gustaría que haga, señor? —dijo Sam en voz baja. El Agente