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A ut or a: B ar ba ra S tu de r. F ic ha T éc ni ca E l b ot iq uí n na tu ra l LA ÁRNICA Autora: Marta Ribó [1] Una de las variedades más comunes de esta planta es la árnica de montaña (Arnica montana), también conocida como “tabaco de las montañas” o “estornudadera”. Parece ser que esta maravillosa planta fue introducida en la medicina popular europea por los pastores de las regiones altas montañosas, donde crece espontáneamente. Ellos se dieron cuenta de que, curiosamente, cuando los animales se caían y se golpeaban, empezaban a masticar las hojas de esta planta, que parece estar colocada estratégicamente en las faldas rocosas de las montañas donde se suelen producir los accidentes. Es una planta que florece en una vara que se desarrolla en la parte central de la planta y que da una flor de color amarillo- naranja, que contiene numerosas sustancias antiinflamatorias y analgésicas. Las partes medicinales del árnica son las flores, que se recolectan antes de abrirse en forma de capullo, y las raíces, que se recogen en otoño, antes de las primeras nevadas. No obstante, tal ha sido su uso medicinal y recolección inde- bida, que se trata de una planta protegida en muchos países europeos. Además, es una planta extremadamente sensible a la contaminación por nitrógeno, por lo que la antropización supone una amenaza para ella. Es por ello que los preparados que se suelen encontrar en las herboristerías y farmacias provienen de plantas de campos de cultivo, y no de recolección silvestre. Los principios activos fundamentales son un grupo de sustancias químicas amargas llamadas lactonas sesquiterpé- nicas, así como flavonoides. Estas sustancias son las respon- sables de reducir la inflamación y tienen un efecto analgésico. La árnica provoca un aumento del flujo sanguíneo en el área en que se aplica, a esto se le llama propiedad rubefaciente. Al restregarla sobre la parte dolorida, produce un aumento del calor en la zona, acompañado de un enrojecimiento a causa de la acumulación de sangre. Por eso, si se utiliza de inme- diato tras un golpe o contusión ayuda a evitar la aparición de hematomas, que resultan eliminados por la nueva aportación de sangre. Tradicionalmente, se ha utilizado para aplicarla sobre la piel y aliviar el dolor. También facilita la reabsorción de la sangre acumulada y de los fluidos atrapados en los tejidos, los músculos y las articulaciones golpeadas o dañadas, reduciendo la inflamación y la contusión. Por ello, nos resultará muy útil para tratar esguinces, dolores musculares, golpes repentinos, antes de practicar deportes atléticos y que requieren un sobre- esfuerzo, etc. Además, el uso tópico de la planta es útil para tratar la artritis, las quemaduras, las picaduras de insectos, el eccema y el acné. De hecho, es uno de los componentes más utilizados en la elaboración de champús naturales. Tiene propiedades antibacterianas, por lo que también se ha utilizado en garga- rismos con el objetivo de curar llagas en la boca, problemas de las encías, faringitis u otras infecciones bucales. Además, en ganadería ecológica es empleado para paliar los problemas derivados del estrés del manejo en el transporte. El uso de esta planta por vía interna no está recomendado debido a la toxicidad de sus principios activos. Se emplea única- mente en pomadas, ungüentos o tinturas. Si se toma por vía oral puede producir gastroenteritis tóxica violenta, alteraciones nerviosas y otras dolencias. Por eso, el uso interno debe restrin- girse a la supervisión de un profesional. Los gránulos diluidos de árnica son uno de los grandes remedios homeopáticos en casos de shock y contusiones. Por todas estas cualidades, no nos debe faltar una crema a base de árnica en nuestro botiquín natural, porque la inmediatez de su uso es una de las claves de su éxito. 58 Ae - nº27 - primavera 2017 Ficha Práctica ______________________________________________________________________ [1] Farmacéutica. Valencia.