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Filosofia da Biologia - Paulo C Abrantes-161

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de la humanidad” (ITANI; NISHIMURA, 1973, passim)6, en 1952, el mismo año en que
comienzan las investigaciones “con aprovisionamiento” de los macacos japoneses y,
rápidamente, las especulaciones sobre lo que significa cultura ante los extremos que
son instinto y raciocinio. En su trabajo introduce un diálogo entre un hombre no culto,
que manifiesta así el sentido común, un mono y una avispa, moderados en su discusión
por un evolucionista. El evolucionista no trata de imponer sus ideas — un evolucionista
neutro que no quiere favorecer en especial a ninguna de las tres especies —, y que se
eclipsa del debate afirmando que sólo se trata de ver qué es lo que hay en común entre el
evolucionismo y cada una de las visiones de los tres personajes. La discusión se centra en
torno a la confrontación del instinto, que caracterizaría a los animales, y de la cultura, que
sería la marca exclusiva de los humanos. Podemos ver que el mono ocupa una situación
intermedia entre la avispa, guiada por el instinto, y el humano, por la cultura. Aunque
no hemos podido leer el texto original — escrito en japonés — debemos recordar que
precisamente en esa época los trabajos de los padres de la moderna etología, Tinbergen
y Lorenz, habían cobrado gran importancia en occidente.
A pesar de que no lo menciona tampoco Imanishi, porque probablemente no conoce
su obra, se trataría también en realidad de un experimento en torno a las teorías de
Rousseau (MARTÍNEZ-CONTRERAS, 2006, cap. IV) quien sostenía que las sociedades
humanas eran el producto de la reunión accidental — pero que no podían dar marcha
atrás — de individuos aislados que antes de su “socialización” sólo entraban en contacto
entre sí para reproducirse.
En todo caso, los autores señalan cómo Imanishi hace predicciones experimentales
para contrastar empíricamente la parte del instinto de la del aprendizaje social, tan-
to en los primates no humanos como entre nosotros. El japonés, que había leído sin
duda también a Yerkes, nos recuerda que el americano señalaba cómo algunos de sus
chimpancés nacidos y criados en cautiverio no siempre confeccionaban sus nidos antes
de dormir, con lo cual podía tratarse de un comportamiento que no era ni totalmente
aprendido ni totalmente innato. Yerkes escribía también sobre la dificultad de ser madre
que experimentaban las hembras primíparas. Por ello, proponía el estudio de monos
crecidos en aislamiento con el fin de abordar la vieja pregunta de qué es lo que separa en
los humanos a la natura de la cultura, propuesta que es sin duda segundada por Imanishi,
pero que en realidad hará la fama de otro investigador americano Harlow (1965)7, unos
años después.
Pero, a diferencia de un filósofo occidental, Imanishi propone estudios experimenta-
les sobre el problema. Es así como, de manera más práctica, promueve los esfuerzos por
aprovisionar a dos tropas de macacos, una de ellas en la ahora famosa isla de Koshima.
6 Citado y resumido por los autores. El texto está en efecto en japonés y no conocemos versión occidental
del mismo, pero sí muchas referencias directas a él.
7 Considerado ahora como el summum de la crueldad contra los monos por los promotores del fin de
sufrimiento para los animales de laboratorio (http://www.primatefreedom.com& http://www.allanimals.
org).
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http://www.primatefreedom.com
http://www.allanimals.org
http://www.allanimals.org
Es Imanishi, en efecto, quien introduce la tradición de complementar la alimentación de
los monos con pitanzas aportadas con el fin de estudiar de cerca su comportamiento
alimentario, para él lleno de posibilidades culturales8. Se trataría de una buena intuición,
pues los más de 65 comportamientos repertoriados en chimpancés, de los que hablare-
mos más abajo, tienen en su mayoría — aunque no exclusivamente — relación con la
alimentación. Uno de los investigadores japoneses, Sumiko Kawabe, lleva la propuesta
experimental de Imanishi hasta el punto de criar en aislamiento a 11 macacos, que luego
reúne en un grupo, necesariamente “artificial” al inicio, y que es introducido en una
isla carente de poblaciones autóctonas de monos. Los hábitos alimentarios de esta tropa
artificial son estudiados en trabajo de campo a partir de 1964 y se menciona que son sui
generis. Este experimento es, sin embargo, abandonado por la muerte prematura del in-
vestigador, en 1972 (ITANI; NISHIMURA, 1973, p. 32-33), un año antes de la publicación
del artículo de éstos, por lo que no sabemos qué sucedió con aquellos monos carentes
de investigador. La otra propuesta de Imanishi consiste en proponer la observación
ininterrumpida de las poblaciones de monos sujetas a estudio. Esta actitud contrasta sin
duda con la tradición de observaciones parciales, cortas y ad libitum, de los animales en
la naturaleza.
3 El aprovisionamiento y sus consecuencias culturales
Uno de los alimentos que les dan a los monos son papas. Este alimento, que pro-
viene de Suramérica, por su semejanza con los tubérculos que ellos consumen, tiene
inmediatamente gran éxito. Las papas son entregadas, como se acostumbraba entonces,
llenas de tierra (ahora se entregan limpias). Una investigadora, la Profesora Ito, notará
un día que una hembra joven — entre un 1.3 a 1.5 años de edad, y no dominante, la
hembra F-111 (ver foto 3), que luego sería bautizada como Imo (tubérculo en japonés) —
“decide” lavar en un riachuelo de agua dulce que desemboca en el mar las papas que
recoge. Este comportamiento innovador pasará poco a poco, por vía matrilinear, a toda
la comunidad, que la adoptará (KAWAMURA, 1959).
Recordemos en qué consiste la estructura matrilineal de los macacos japoneses:
Japanese macaques live in ‘troops’ in which the female members are matrili-
neally related. The troop is a social unit, and when a troop becomes large
it may split into two troops, each of which retains the matrilineal structure.
Because resources are limited, competition arises between troops. Therefore,
the troop is also an ecological unit of survival. In the Japanese macaque
multimale-female troop structure, males transfer between troops whereas
females remain. Their socio-ecological dynamics may be interpreted as a
8 Los japoneses consideran que una comida debe de contener cuando menos 28 ingredientes diferen-
tes. Esto contrasta sin duda con tantas culturas que se conforman con tal vez menos diez diferentes
ingredientes en su cocina.
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	Capítulos
	El modelo primatológico de cultura 
	El aprovisionamiento y sus consecuencias culturales