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solamente niveles jerárquicos (Fig. 2 B), sino también los caracteres únicos que por su presencia definirían la jerarquía implícita (Fig. 2 C). Este tipo de árboles predominó en la edad media (NELSON; PLATNICK, 1981) y ya anticipaba un problema recurrente en la historia de la clasificación biológica: el reconocimiento de grupos con base en ausencia de caracteres, los llamados grupos no-A, en contraposición a grupos A, formados por la presencia o evidencia positiva de caracteres; véase por ejemplo ELDREDGE; CRACRAFT, 1980)2. En el Árbol de Porfirio está implícito que aquellas entidades basadas en ausencias (incorpóreas, inanimadas, insensibles, irracionales, e inmortales; Fig. 2) formaban puntos ciegos de la clasificación. La aproximación de Bonnet tuvo en los naturalistas franceses del S. XVIII, especi- almente Daubenton, sus más fuertes críticos, debido a que, aunque muchos de ellos (particularmente Buffon) aceptaban que no había brechas en la naturaleza, consideraban que en lugar de ordenar a los animales de manera linear, sus afinidades debían ser representadas a manera de redes de líneas divergentes (APPEL, 1987). En cualquier caso, la aproximacion historiografica de la clasificacion previa al siglo XVIII fue descrita por Foucault como: la necesidad de registrar como hechos de observación los conflictos . . . . entre los partidarios del método y los del sistema; la obligación de repartir el saber en dos tramos que se embrollan, si bien son extraños uno a otro: el primero se define por lo que ya se sabía por demás (la herencia aristotélica o escolástica, el peso del cartesianismo, el prestigio de Newton), el segundo por lo que no se sabía aún (la evolución, la especificidad de la vida, la noción de organismo), y sobre todo la aplicación de categorías que son rigurosamente anacrónicas con respecto a este saber. Se quieren hacer historias de la biología en el siglo XVIII, pero no se advierte que la biología no existía y que su corte del saber, que nos es familiar desde hace más de ciento cincuenta años, no es válido en un período anterior. Y si la biología era desconocida, lo era por una razón muy sencilla: la vida misma no existía. Lo único que existía eran los seres vivientes que aparecían a través de la reja del saber constituída por la historia natural (FOUCAULT, 2002, p. 128). Para la época de Bonnet, ya se habían empleado esquemas alternativos de clasifi- cación, por ejemplo los resúmenes a manera de cuadros sinópticos de Wilkins (1668). Wilkins emprendió la tarea de clasificar todos los componentes del universo (lenguajes, plantas, animales, rocas, meteoros, metales, entre otros) en cerca de cuarenta categorías o géneros 3 y de analizar la naturaleza de los géneros y sus diferencias; la clasificación de 2 Los sistemas contemporáneos de clasificación biológica basados en filogenia procuran no admitir grupos formulados a partir de caracteres “negativos” (esto es, ausencia de caracteres), tales como Apterygota, invertebrados o plantas no vasculares; la tendencia actual es a reconocer unicamente los primeros, basados en la posesión de evidencia positiva. 3 No en el sentido biológico sino ontológico. 168 Figura 2: Árbol de Porfirio, niveles jerárquicos y componentes estructurales derivado de éste. A. Árbol de Porfirio con seis niveles de ramificación; obsérvese que en cada nivel existe una ramapositiva (caracterizada por presencia de algún rasgo) y su correspondiente rama negativa (caracterizada por la ausencia del rasgo correspondiente). B. Árbol en forma dicótoma y niveles jerárquicos correspondientes. C. Seis componentes estructurales del árbol, indicados a manera de cladograma. A y C, tomados de Nelson & Platnick (1981). B, tomado de Panchen (1992). los seres vivos en las contribuciones que para su obra hicieran el naturalista John Ray y el zoólogo Francis Willoughby. Luego de un grupo general de seis géneros (trascendental general, trascendental mixed, trascendental relation of action, discourse, god y world), siguen cinco grupos: substance, quantity, quality, action y relation. Los seres vivos fueron agru- pados junto con los elementos, las rocas y los metales, dentro del grupo Substance. Las plantas fueron subdivididas en cinco géneros, tres de éstos correspondientes a hierbas clasificadas de acuerdo a las hojas, flores y frutos, seguidas por arbustos y árboles. Por su parte, los animales se clasificaron en cuatro géneros (”exanguious”, peces, aves y bestias). Es importante resaltar dos categorías adicionales agrupadas bajo el criterio de partes (partes peculiares y partes generales) a las cuales Wilkins les dedica todo el capítulo VI de su obra; bajo este criterio, dicho autor clasifica caracteres biológicos, no grupos taxonómicos, así: las partes peculiares se subdividen en duraderas, anuales y frutos (en plantas) y partes que sirven para nadar, volar o caminar (en animales). La partes generales, restringidas según Wilkins a los animales, son definidas como generales por ser “more common to the whole kind, or at least the more perfect kinds, as beasts and men. . . as milk, marrow, bone, gristle, tooth, dug, rib, navel. . . which are not common to all sorts of insects, 169