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especial pero no exclusivamente, de la especie humana.25 De acuerdo a Sober y Wilson, el seleccionismo múltiple es la mejor explicación de este fenómeno: Hemos mostrado que el rechazo de la selección de grupo refleja una masiva confusión entre proceso y perspectiva. Las teorías que fueron propuestas como alternativas a la selección de grupo son simplemente diferentes ma- neras de ver la evolución de grupo en poblaciones estructuradas. Esta no es una interpretación idiosincrásica nuestra sino que se está imponiendo como un consenso entre los biólogos teóricos y otros que están muy familiariza- dos con los fundamentos conceptuales de la biología evolutiva. La selección multinivel debe ser incluida en la familia pluralista de la biología evolutiva (SOBER; WILSON, D. S., 1998, p. 98-99). Recordemos que un grupo se caracteriza como “un conjunto de individuos cuya eficacia tiene influencia mutua con respecto a cierto carácter pero no influye en la eficacia de los de afuera del grupo” (SOBER; WILSON, D. S., 1998, p.92). Con este criterio tiene entidad real como grupo una coalición temporal en interacción como la mencionada por estos autores en un ejemplo ficticio, el de un par de grillos que en la tarea de cruzar una laguna sobre una hoja comparten un “destino común”. No es relevante si los miembros del grupo son o no de la misma especie siempre que interactúen en forma significativamente evolutiva.26 Entre el convencionalismo y el realismo, varias posturas intermedias se diferencian de acuerdo al modo de interpretar el alcance epistemológico de los modelos. Waters (1991, 2005) se inclina por el pluralismo de representaciones y adopta un realismo moderado “menos estridente” que elude el realismo fuerte, difícil de justificar. El admite que entre las representaciones es razonable preferir las verdaderas, las que tienen un genuino significado empírico y una contrapartida en el mundo natural. A su criterio, cada uno de los distintos modelos de selección da una explicación parcial; las diferencias no son acerca de cuestiones de hecho. No es necesario que en cada ocasión se identifique un único agente causal, porque las situaciones evolutivas “pueden ser representadas por una pluralidad de modelos empíricamente razonables”. Atribuye las diferencias entre teorías a la postulación de distintos marcos teóricos como punto de partida, distintos criterios para fijar el límite entre el dominio (niveles) seleccionado y su ambiente y diferentes maneras de analizar y descomponer los elementos causales con que contribuye cada nivel. Los criterios de elección son pragmáticos. Si bien el objetivo 25Darwin (1871) se refirió a la cooperación en los grupos humanos como un ejemplo posible de esta forma de selección y como un origen posible de la inclinación a la moralidad. 26Es muy ilustrativo el ejemplo de selección de grupo provocada artificialmente en laboratorio. En una granja avícola resulta seleccionado el carácter de mayor productividad en grupos con aves menos agresivas. (Ver SOBER; WILSON, 1998, p. 121-123). 270 de los modelos es identificar causas del cambio evolutivo por selección, la causalidad es compartida entre el nivel inferior (genes) y el superior (interactores en varios niveles). Kerr y Godfrey-Smith (2002) postulan el pluralismo sobre las unidades de selec- ción y señalan la importancia evolutiva de la estructura de la población, el espacio en que ocurren realmente los procesos de selección. Estos autores evalúan los modelos y contribuyen con una representación matemática de los casos posibles de selección en varios niveles. Comparan dos perspectivas, una contextual o individualista en que se asigna la eficacia a los individuos y los grupos son considerados parte del contexto en que operan los individuos, sean organismos o genes. El parámetro considerado es un promedio de la eficacia de los individuos; la otra es una perspectiva colectiva que considera a los grupos como unidades. “registrando el resultado de todos los individuos dentro de un grupo para definir la productividad a nivel de grupo o eficacia del grupo” (KERR; GODFREY-SMITH, 2002, p. 480) . El énfasis del argumento, no está en la fuerza causal del grupo como agente de selección sino en la relación que existe entre los dos modelos. Puesto que hay equivalencia en las ecuaciones que representan cada uno de los procesos los autores proponen un “giro gestáltico” (gestalt switch) que permite pasar de una a otra representación de acuerdo a la necesidad del investigador. No se supone que alguno de los dos modelos sea superior al otro. Como heurística Kerr y Godfrey Smith recomiendan: Deberíamos cultivar la habilidad de considerar a los grupos como unidades portadoras de eficacia en su propio derecho y considerarlos como parte del medio (milieu) que determina la eficacia de los individuos (KERR;GODFREY- SMITH, 2002, p. 479). Sterelny y Kitcher (1988) y Kitcher (2004) se oponen al monismo y favorecen claramente un “pluralismo seleccionista genético” con múltiples representaciones entre las cuales destacan la importancia del modelo genético de explicación al afirmar que en cualquier proceso de selección la representación máximamente adecuada — y la que aporta más información sobre el proceso de selección —, es la que atribuye eficacia causal a las propiedades genéticas (STERELNY; KITCHER, 1988). Si bien admiten descripciones en términos organísmicos, de selección por parentesco y de selección de grupo, señalan que una descripción en cualquier nivel alto siempre incluye una descripción en el nivel básico, en términos genéticos, pero no a la inversa. De lo que se sigue que en otros niveles no hay unidades con propiedades causales independientes del nivel básico genético. En una postura instrumentalista, calificada por Okasha (2006) como pluralismo global, Sterelny y Kitcher indican que en muchas ocasiones ni siquiera es posible indicar un “hecho objetivo” acerca del nivel o niveles en que actúa la selección; no hay una respuesta más correcta que otra y, por tanto, no hay una respuesta a la pregunta sobre cuál es la unidad de selección. Lo que torna al pluralismo un artefacto epistemológico. 271