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Agua Injusticia Conflictos IschBoelensPea2012

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Agua,	Injusticia	y	Conflictos
Book	·	January	2012
DOI:	10.13140/2.1.4340.7045
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Hydrosocial	Imaginaries,	Territorial	Transformations	and	Water	Justice	Struggles	in	Colombia	and
Spain	View	project
Rutgerd	Boelens
Wageningen	University	and	CEDLA,	Universit…
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Edgar	Isch
2	PUBLICATIONS			5	CITATIONS			
SEE	PROFILE
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Isch, Edgar, rutgErd BoElEns and FrancIsco PEña (Eds.) 
(2012). agua, InjustIcIa y conFlIctos. (295 PP.). 
cusco: IEP, cBc.
AguA, injusticiA y conflictos
Serie Agua y Sociedad, 17
Sección Justicia Hídrica
© justIcIa hídrIca
 coordinado por Irrigation and Water Engineering Group
 Universidad de Wageningen
 Building 100 Droevendaalsesteeg 3a
 6708 PB The Netherlands
 Telf. +31 317 484190
 <www. justiciahidrica.org>
© cEntro dE EstudIos rEgIonalEs andInos 
 Bartolomé dE las casas cBc
 Pasaje Pampa de la Alianza 164, Cusco.
 Apartado 477. Telfs.: (084) 245-656/245-415
 Correo-e: cbc@apu.cbc.org.pe
 Página Web: <http//www.cbc.org.pe>
© Fondo EdItorIal PucP 
 Avenida Universitaria 1801, Lima 32
 Telf.: (51-1) 626 2650
 Correo-e: feditor@pucp.edu.pe
© IEP InstItuto dE EstudIos PEruanos
 Horacio Urteaga 694, Lima 11
 Telf. (51-1) 332-6194 / 424-4856
 <www.iep.org.pe>
ISBN: 9786124121050
ISSN: 1991-8887
Impreso en Perú
Primera edición en español: Lima, marzo de 2012
1000 ejemplares
Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2012-12423
Coordinación general de Justicia Hídrica: Universidad de Wageningen / IWE
Editor académico de la serie: Rutgerd Boelens, Universidad de Wageningen 
Corrección y diagramación: Mercedes Dioses V.
Composición de portada: Ricardo Ponce
Foto de portada: Rutgerd Boelens
Prohibida la reproducción total o parcial de las características gráficas de este libro
por cualquier medio sin permiso de los editores.
isch lópez, edgAr, rutgerd Boelens y frAncisco peñA, eds.
Agua, injusticia y conflictos. Edgar Isch L., Rutgerd Boelens y Francisco Peña (eds.). Lima: Justicia 
Hídrica; CBC; Fondo Editorial PUCP; IEP. (Serie Agua y Sociedad, Sección Justicia Hídrica, 2). 
RECURSOS HÍDRICOS; GESTIÓN DEL AGUA, JUSTICIA, EQUIDAD, SEGURIDAD ALIMENTARIA, 
ACUMULACIÓN, DESPOJO, CONFLICTOS, DERECHOS, ACCIÓN SOCIAL, MINERÍA, PAGO POR 
SERVICIOS AMBIENTALES, INDUSTRIAS EXTRACTIVAS
1. Justicia hídrica: análisis y acción en contextos cambiantes ..............................9
 Rutgerd Boelens, Edgar Isch López, Francisco Peña
2. Justicia hídrica: una sistematización conceptual introductoria .....................21
 Edgar Isch López
3. Las industrias extractivas y los paisajes hídricos en transición 
 en los países andinos: análisis de la gobernanza de recursos 
 y formación de territorios en Perú ....................................................................45
 Jessica Budds y Leonith Hinojosa
4. La influencia de la gran minería en Cajamarca y Apurímac, Perú: 
acumulación por despojo y conflictos por el agua ..........................................63 
 Milagros Sosa Landeo
5. Riego campesino con aguas residuales urbanas. Contaminación, 
 equidad y derechos de agua en México ............................................................81
 Francisco Peña 
6. Las demandas campesinas frente a las demandas de la ciudad 
 y de la industria: luchas por el agua en el páramo de Cayambe 
 en el Ecuador ........................................................................................................95
 Rossana Manosalvas
7. Justicia hídrica: el caso de las acequias en la cuenca 
 del río Culebra, Colorado, Estados Unidos ................................................... 107
 Gregory Hicks y Devon G. Peña
8. Mercados de agua y tecnologías de extracción: 
 dos casos de estudio en Nepal ......................................................................... 135
 Yván Marcos López Gonzáles
9. La «guerra» por el agua en Ica, Perú: el colapso del agua subterránea ...... 149
 María Teresa Oré, David Bayer, Javier Chiong y Eric Rendón
10. Desarrollo en la cadena de valor del arroz y cambio en el control 
 de los recursos de tierra y agua en Chókwè, Mozambique ......................... 167
 Gert Jan Veldwisch
CONTENIDO
11. (In)Justicia en el manejo de cuencas transfronterizas: 
 el caso de la cuenca del río Madera ................................................................ 189
 Henkjan Laats
12. Injusticia hídrica y pagos por servicios ambientales: 
 mirando detrás del telón en Pimampiro, Ecuador ....................................... 205 
Jean Carlo Rodríguez-de-Francisco y Rutgerd Boelens
13. A la orilla del río. La cultura anfibia del Bajo Sinú en Colombia: 
transformación, explotación y conflicto ....................................................... 223
 Tatiana Roa Avendaño
14. Las tribus y los bosques, la gente pescadora y el río: 
 un repensar de la justicia hídrica en Kerala, India ....................................... 237
 Jyothi Krishnan y Abey George
15. Afectación del acceso al agua y reacciones mesuradas de los afectados: 
ilustraciones de Bolivia .................................................................................... 249
 Vladimir Cossio
16. Avanzamos en la lucha por la justicia hídrica ............................................... 263 
Antonio Gaybor Secaira
17. Agua, acumulación y acción local: a modo de conclusiones ...................... 273
 Edgar Isch López, Rutgerd Boelens y Francisco Peña
sIglas y acrónImos .................................................................................................285
lIsta dE autorEs .....................................................................................................287
la alIanza justIcIa hídrIca ...................................................................................290
caPítulo 1
justIcIa hídrIca: análisis y acción 
en contextos cambiantes
rutgErd BoElEns, Edgar Isch y FrancIsco PEña 
la justIcIa hídrIca se presenta a la vez como un campo de estudio y como un 
terreno sembrado por intereses, conflictos y propuestas. De esta manera, el 
debate teórico no solo se enmarca en el escenario académico sino que surge 
de la cercanía con la realidad concreta. Esta realidad, si se considera de ma-
nera multilateral, se muestra compleja y particular, atormentadora y preña-
da de esperanza, local y atada a las tendencias globales. Pero esas aparentes 
paradojas no son más que ángulos para considerar la problemática hídrica 
con una nueva perspectiva que procura dar un sentido profundamente so-
cial a la gestión de los recursos hídricos.
El temario de investigación y acción de Justicia Hídrica llena los deba-
tes políticos nacionales e internacionales por una razón importante: la dis-
tribución extremadamente desigual de los recursos hídricos es una fuente 
de luchas y conflictos recurrentes. Con una demanda creciente de agua, y 
muchos lugares con problemas en torno a la cantidad, calidad, oportuni-
dad y seguridad de abastecimiento de agua, las tensiones y fricciones están 
aumentando rápidamente. Por lo tanto, en los países latinoamericanos, así 
como en otras partes del mundo, también los derechos de agua son puntos 
centrales en muchos de los conflictos locales y nacionales, en la medida en 
que las escalas de la competencia y el conflicto se amplíen a dimensionesinternacionales y globales (Perreault 2005, Bennet et al. 2005; Bebbington 
et al. 2010; Panfichi y Coronel 2011; De Vos et al. 2006; Veldwisch y Bolding 
2011). Estas luchas por los derechos de agua no solo se refieren o se limitan 
a las cuestiones de distribución de recursos materiales; los derechos de agua 
en las comunidades campesinas, territorios indígenas y otros espacios de 
10 r. BoElEns, E. Isch y F. PEña
gestión hídrica, tienen que ver con el acceso a las instalaciones y al sistema 
de agua pero también con el poder y los privilegios para controlar la toma 
de decisiones sobre dicha gestión, con instituciones que reproducen la ine-
quidad en el acceso a los bienes ambientales más importantes (Boelens y 
Doornbos 2001).
De manera general, el legado de la gestión pública en la región no ha 
sido favorable para las organizaciones de usuarios. Desde la instalación de 
las naciones-estado en América Latina, el Estado no solo ha ejercido un mo-
nopolio oficial sobre la elaboración de normas, la aplicación y solución de 
conflictos relacionados con el agua, sino que también ha tratado de someter 
los derechos consuetudinarios y los sistemas de gestión alternativos, forzan-
do también la organización territorial local. El sistema de gestión del agua 
del Estado pone énfasis en la uniformidad y es universalista; a sus ojos la 
autogestión local y sus actores son atavismos del pasado que deben quitarse. 
Además, se basa en estándares supuestamente reproducibles que deberían 
ser entonces replicados en todos los rincones de la sociedad del agua: el 
sistema oficial es, y siempre ha sido, organizado de manera jerárquica y bu-
rocrática, basado en una red de institutos y reglas implementados de arriba 
hacia abajo, siguiendo procedimientos preestablecidos, para asegurar que 
los derechos y obligaciones locales correspondan a las prescripciones nacio-
nales. Al avasallar los arreglos locales, favorece también una alta inestabili-
dad social y el estallido de conflictos violentos.
En sus intentos por modernizar las culturas hídricas locales con sus 
supuestamente atrasadas instituciones de control del agua, las burocracias 
del agua a menudo impusieron normas tomadas de escuelas e institutos in-
ternacionales de gestión hídrica, desafiando las formas propias de los usua-
rios y colectivos locales de organizar la gestión, la producción y la identidad 
del agua (Isch y Gentes 2006; Urteaga y Boelens 2006; Gelles 2000, 2010; 
Boelens y Zwarteveen 2005; Sick 2008; Vera y Zwarteveen 2008; Roth et al. 
2005; Bustamante 2010; Hicks y Peña 2011). Todos los sistemas de admi-
nistración de agua de riego, agua potable, y otros usos —en particular la 
enorme diversidad de «repertorios de derechos y formas de justicia rebeldes 
y desobedientes» de las comunidades campesinas e indígenas—, tuvieron 
que ser ajustados y normalizados para facilitar el control centralizado del 
gobierno (Boelens 2009). Además, este legado del desarrollo y la gobernanza 
de los recursos hídricos dirigidos por el Estado, en la mayoría de los países 
del continente, muestra una inversión pública en proyectos de agua que, 
pese a los discursos populistas, ha sido muy sesgada hacia los sectores y 
grupos de usuarios más poderosos en el uso del agua (véanse, por ejemplo, 
Gaybor et al. 2008 2011; Budds 2011; Bueno de Mesquita 2011; Isch 2011; 
1 | justIcIa hídrIca: análIsIs y accIón En contExtos camBIantEs 11
Peña 2011), mientras que la corrupción y el sobregasto han sido un pilar 
fundamental de los proyectos y programas de agua manejados y construi-
dos por el Estado.
Desde principios de 1990, en la mayoría de los países latinoamerica-
nos, se fue implementando una nueva política del agua, como una reacción, 
con fuerte apoyo internacional y bajo las etiquetas de gestión y toma de 
decisiones del agua descentralizadas y controladas por el usuario. Con fre-
cuencia, han sido los agroempresarios capitalistas, conjuntamente con las 
autoridades políticas y otras elites, los que han defendido lo que ellos llaman 
«modernización» a través de la retirada del Estado, que se convirtió en una 
intervención estatal de nuevo tipo: que subsidia y respalda al capital inmo-
biliario, agroindustrial y de cadenas productivas globalizadas, mientras se 
rechaza cualquier apoyo gubernamental a los pequeños productores, coope-
rativas, asociaciones campesinas e indígenas. Se establecieron nuevas reglas 
de juego para la gestión hídrica, con nuevas normas y derechos que no fue-
ron específicos para el sistema, país o región, sino que tuvieron un alcance 
internacional. La descentralización, la modernización y la privatización han 
promovido nuevas modalidades de entidades públicas y una cultura políti-
ca diferente. Varias funciones, tareas y responsabilidades fueron entregadas 
a órganos de gobierno local con el fin de mejorar el funcionamiento general, 
la eficiencia y la transparencia del gobierno (véanse, por ejemplo, Perreault 
2005; Budds 2010; Panfichi y Coronel 2011, Sosa y Zwarteveen 2011).
Esta transición, hacia una gobernanza hídrica neoliberal, promovía los 
intereses del sector privado, pero contrario al discurso, la generación de 
capacidades en el gobierno local fue comúnmente dejada de lado y muchas 
instituciones gubernamentales locales han recibido la herencia de la tec-
nocracia y la falta de transparencia (Cremers et al. 2005). Además, la pri-
vatización usualmente no ha desmantelado el poder centralista, sino que 
frecuentemente lo ha fortalecido de modos menos visibles. Y más bien, 
lo que se ha hecho es destruir o pretendido desmantelar los sistemas de 
propiedad colectiva; a esto se consideraría como una anomalía de la mo-
dernización (Boelens y Zwarteveen 2005). Históricamente, contrario a los 
supuestos de Hardin (1968), las políticas burocráticas y privatizadoras han 
probado contribuir de modo importante a la tragedia que las comunida-
des —particularmente andinas— indígenas y campesinas han tenido que 
enfrentar hasta ahora. Por tanto, el recuerdo del impacto devastador de 
los regímenes históricos de propiedad privada del agua sobre los sistemas 
indígenas y campesinos (escasez de agua creciente, concentración de dere-
chos, intensificación de conflictos, favoritismo, socavamiento de autorida-
des, diminución de la eficiencia), combinado con evidencias similares con 
12 r. BoElEns, E. Isch y F. PEña
respecto a las prácticas políticas actuales de privatización, son el combusti-
ble de las enormes protestas, en muchas partes del continente, contra nue-
vas reformas de agua que son tan parecidas en contenido y efecto (Dávila y 
Olazával 2006; Castro 2008; Budds 2010; Bueno de Mesquita 2011; Panfichi 
y Coronel 2011). 
Con el fin de responder a crecientes conflictos entre los diferentes gru-
pos de usuarios y sectores que compiten por el uso del agua, y encarar los 
problemas de sobreexplotación y degradación ambiental (Zoomers 2010), y, 
otra vez, para ser elegibles ante las agencias de financiamiento internacional 
y ser considerados «modernos», los marcos de gobernanza del agua en la 
región han adoptado y se han adaptado a las ideas y discursos de la Gestión 
Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH). Este modelo, en la práctica, se 
ha revelado como un nuevo tipo de intervención territorial tecnocrático, di-
rigido por grandes intereses económicos, bajo supuestos técnico-científicos 
excluyentes. Es elocuente el grado en que la aplicación de las políticas de 
GIRH en muchas partes del continente (y del mundo entero) coincide con la 
agenda neoliberal. En el Perú, por ejemplo, la combinación del discurso de 
GIRH con la agenda neoliberal del agua se ha manifestado abiertamente en 
los últimos años (véanse por ejemplo, van der Ploeg 2006; Bueno de Mes-
quita 2011; Panfichi y Coronel 2011; Sosa y Zwarteveen 2011; Oré 2011); en 
el Ecuador y Bolivia, el discurso populista de los gobiernos esantineoliberal, 
pero su práctica a menudo va en línea con la política neoliberal, sobre todo 
en el campo temático de las industrias extractivas (véanse, por ejemplo, Beb-
bington 2010; Cossio 2011; Gaybor 2011; Urteaga 2011). En muchos países, 
las políticas incluyen, entre muchas otras medidas, el abandono de tareas 
públicas fundamentales (Cremers et al. 2005; Hendriks 2010; Castro Lucic 
y Quiroz 2011) y la facilitación del control privado del sector del agua a tra-
vés de «Asociaciones Público-Privadas» (APP), que en la práctica excluyen a 
las comunidades de ser gestores del agua, del desarrollo y de la gobernanza 
del agua (Swyngedouw 2005; Bakker 2010). Mientras tanto, una vez más, la 
participación y la descentralización no se entienden como la provisión de 
un espacio para las instituciones y usuarios de agua locales alternativos y los 
sistemas plurales de derechos, sino como la inclusión de los «beneficiarios» 
locales —ya sea como «funcionarios» o «clientes»— en marcos de agua o 
mercados de agua nacionales establecidos de arriba hacia abajo. 
Sin embargo, las organizaciones campesinas e indígenas y las federa-
ciones de usuarios de agua, en muchos países de la región, no se quedan ca-
lladas y han protestado fuertemente contra las dimensiones neoliberales de 
los proyectos legales y políticas hídricas, a las que ven como un nuevo ata-
que contra los derechos y los recursos hídricos (véanse, por ejemplo, Castro 
1 | justIcIa hídrIca: análIsIs y accIón En contExtos camBIantEs 13
2006, 2008; Guevara 2008; Gelles 2010; Sosa y Zwarteveen 2011). A través de 
los años, la descentralización (y la privatización) del control del agua en los 
países andinos, inspirada en las políticas neoliberales, ha tenido consecuen-
cias desfavorables para las comunidades locales, quienes ven la necesidad 
de movilizarse masivamente para desafiar a las instituciones de gobernanza 
de agua supuestamente participativas y descentralizadas. Nuevas alianzas 
suprasistema y nuevas federaciones se están levantando para demandar y 
construir activamente la participación social. Estas organizaciones se dan 
cuenta de que la gran mayoría de la inversión pública en la gestión del agua 
hasta el momento ha sido para el beneficio de aquellas zonas y actores que 
ya eran poderosos y estaban mejor organizados. La lucha social y la movi-
lización parecen fundamentales para lograr o garantizar suficiente trans-
parencia, democracia política, justicia distributiva y respeto a los derechos 
de agua de los grupos menos privilegiados. Las redes multiescalas y sus es-
trategias de alianza son críticas en la capacidad de defensa y promoción del 
acceso local al agua (Zimmerer 2000; Perreault 2005; Zwarteveen et al. 2005; 
de Vos et al. 2006). De hecho, como observa Swyngedouw (2004: 26-27): «el 
éxito o la efectividad de las estrategias sociales y políticas para el empode-
ramiento están relacionados con las maneras en que la escala geográfica se 
considera y moviliza activamente en las luchas por la resistencia o el cambio 
social, político o económico». Tanto las políticas no transparentes, general-
mente encubiertas, aunque a veces explícitas de los actores dominantes (que 
tratan de alinear a las comunidades usuarias dentro de sus marcos, reglas y 
regulaciones o de arrebatarles sus derechos de acceso al agua), así como las 
estrategias de resistencia de los grupos usuarios locales (que tratan de lograr 
la localización de sus derechos de acceso y toma de decisiones relacionados 
con el agua), tienen que ver fundamentalmente con la posibilidad de com-
poner patrones de escalas múltiples (Boelens et al. 2010). 
La inequidad en el acceso al agua en América Latina es parte de un 
proceso general de transformaciones en varios campos. Dos de ellos han 
sido fundamentales: la reapropiación oligárquica de los espacios de decisión 
pública y la ejecución de nuevos despojos territoriales. Luego del ciclo de 
reformas agrarias que alcanzaron momentos destacados en el Cardenismo 
mexicano de los años treinta, las frustradas reformas en Guatemala y Brasil 
detenidas por los golpes militares, y el reparto de la tierra que realizó la 
revolución cubana, hacia fines del siglo XX, América Latina experimenta las 
políticas de reprivatización de la tierra. Importantes movimientos sociales 
como el encabezado por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tie-
rra en Brasil o el aglutinado en el Congreso Nacional Indígena de México, 
detonado por la insurgencia neozapatista, muestran resistencias diversas 
14 r. BoElEns, E. Isch y F. PEña
al proceso neoliberal que cambió radicalmente la estructura agraria en los 
países del subcontinente. Esta reapropiación territorial acompaña, favorece 
y justifica el despojo del agua: «agua solo para la agricultura productiva», 
«agua para las industrias competitivas» o «agua a quienes la paguen en las 
ciudades» son expresiones normalizadas por las agencias gubernamentales 
para justificar el despojo. Actualmente, América Latina se encuentra en una 
época de grandes cambios políticos y económicos, pero los ejemplos ante-
riores se repiten en múltiples países. Esta situación pone nuevos desafíos a 
la investigación académica y la acción de la sociedad civil, para formular y 
concretar caminos que busquen mayor justicia y equidad en la gobernanza 
hídrica. El análisis comparativo e interdisciplinario, enfoque básico de los 
estudios de la alianza Justicia Hídrica, es fundamental no solo para conocer 
las experiencias, problemas y propuestas en otros países e incluso en otros 
continentes, sino también para elevar los análisis, conclusiones y propues-
tas a un nivel enriquecido que supere los resultados y visiones particulares 
(Zwarteveen y Boelens 2011). 
Cuando en 2009 se reunió por primera vez la alianza internacional de 
Justicia Hídrica, en la ciudad de Cusco, se procuró dar contenido y orien-
tación a un esfuerzo investigativo y de acción que parecía estar más claro 
cuando se denunciaba las injusticias antes que cuando se procuraba una 
definición de justicia. Como suele suceder con todo esfuerzo colectivo soli-
dario, con aquellas que, al decir de Galeano, «sirven para caminar», antes de 
contar con una definición científica, se presentaba el anhelo y, junto a él, la 
historia de búsqueda, acción y lucha para hacerlo realidad palpable.
Un año más tarde, en el segundo taller, los debates continuaron así 
como continuarán en los años siguientes. Esto habla del proceso de cons-
trucción de un nuevo campo de estudio con rigor, al mismo tiempo que con 
capacidad interpretativa y propositiva. De allí que se tenga la posibilidad 
de compartir estudios con entradas desde lo teórico y otras que vienen desde 
estudios de caso concretos, retroalimentándose mutuamente.
Los textos que se presentan en este libro surgen precisamente de al-
gunos de los trabajos presentados en el II Curso-Taller Internacional de 
Justicia Hídrica realizado en Cusco, Perú, entre el 2 y el 13 de noviembre 
de 2010, teniendo como tema convocante una pregunta tendiente a bus-
car esta conexión entre teoría y práctica: ¿Cómo analizar y comprender 
los procesos de acumulación de derechos de agua y la proliferación de los 
conflictos hídricos?
Como se ha argumentado arriba, el contexto internacional en el cual 
se plantea este cuestionamiento se presenta extremadamente complejo en 
un momento en que el neoliberalismo y, por ende, su manera de plantear 
1 | justIcIa hídrIca: análIsIs y accIón En contExtos camBIantEs 15
la gobernanza de las aguas, ha entrado en crisis. Sin poder señalar si tiene 
carácter terminal o no, se expresa en cada país y localidad donde se suman 
otros factores y maneras específicas de expresar los conflictos. Esto se obser-
vará en la mayoría de capítulos, los cuales se refieren a estudios de caso que 
enfrentan diversas situaciones en Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, México,Estados Unidos, Mozambique, India y Nepal. A ellos se antepone una re-
flexión sobre los conceptos y perspectivas de Justicia Hídrica, considerando 
tres ejes centrales de análisis: acumulación de agua, conflictos y respuestas 
sociales organizadas, que ha considerado los avances y propuestas desarro-
lladas anteriormente.
Los estudios de caso enfrentan de manera directa y combinada esos ejes 
desde conflictos que se refieren a las diferencias en el acceso y la distribución 
del agua, la priorización de usos para las industrias extractivas o agroexpor-
tadoras, el agotamiento de fuentes de aguas superficiales y subterráneas con 
afectación a diversas poblaciones, los desbalances de poder en territorios 
indígenas y aguas transfronterizas, los efectos de los mercados de agua y 
los sistemas de pago por servicios ambientales, entre otros. De hecho, son 
evidencia de la necesidad de encaminarse por la senda de análisis interdisci-
plinarios, comparativos, multiescalares y colectivos.
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caPítulo 2
justIcIa hídrIca: 
una sistematización conceptual introductoria
Edgar Isch lóPEz
1. Introducción
Este capítulo sistematiza los conceptos y categorías de trabajo dentro de un 
campo relativamente nuevo como es el de la Justicia hídrica. Para ello se 
toma como punto de partida las ponencias presentadas por los investigado-
res participantes en el Encuentro Internacional de la Alianza Justicia Hídri-
ca, que se realizó en la ciudad de Cusco, Perú, entre el 23 y 27 de noviembre 
de 2009. La idea principal del primer encuentro fue crear un espacio de diá-
logo e intercambio sobre los conceptos y las estrategias, la selección de los 
casos, los desafíos y los aspectos administrativos y prácticos de una red de 
investigación interdisciplinaria y comparativa sobre la temática central de 
Justicia Hídrica: Acumulación de agua, Conflictos, y Acción de la Sociedad 
Civil. El encuentro buscó formar la base conceptual y el marco estratégico 
de una alianza más amplia de investigación e incidencia sobre la distribu-
ción inequitativa del acceso y de los derechos de agua entre los diferentes 
grupos de usuarios y en distintas regiones del mundo.
Las exposiciones de carácter conceptual y de estudios de caso fueron 
de enorme interés y generaron un importante espacio de debate que lógica-
mente no ha concluido. Por ello, tanto la sistematización de tesis fundamen-
tales planteadas en el encuentro, cuanto la incorporación de criterios del au-
tor de este capítulo, no son más que avances en un camino de construcción 
teórica que va intensamente relacionada con la acción concreta referida a la 
justicia hídrica y la búsqueda de estrategias de desarrollo que la garanticen.
22 E. Isch l.
Es importante constatar que el esfuerzo realizado por este conjunto 
de investigadores tiene como una particularidad la multi e interdiscipli-
nariedad. Los temas de justicia hídrica responden a sistemas complejos, 
los que no pueden ser analizados desde el esquema exclusivo de una 
disciplina aislada a la manera tradicional. El acercamiento integral a la 
realidad debe necesariamente contar con las distintas ópticas que surgen 
de los saberes múltiples que están presentes en la gestión de los recursos 
hídricos.
El esfuerzo por la Justicia hídrica no es excluyente de otros que se desa-
rrollan en torno a temas afines relacionados con la temática socioambiental, 
en general, e hídrica, en particular, del mismo modo de lo que sucede con 
la búsqueda de justicia en otros campos de la vida social. Sin embargo, en el 
encuentro mencionado se evidenció la necesidad de debatir y aplicar nuevas 
categorías de análisis, las mismas que tendrán un carácter específico que 
permitan profundizar en el conocimiento de la problemática a partir de un 
marco conceptual común.
Avanzar en la construcción de estas categorías es una necesidad que 
surge de observar la existencia habitual de una ruptura entre las propuestas 
de investigación e intervención, y los procesos de investigación y los me-
dios comunicacionales. Se trata, por tanto, de una búsqueda de elementos 
teóricos que permitan un mejor acercamiento a la realidad, al mismo tiem-
po que apoyen el rigor en las investigaciones. Poner en juego esas nuevas 
categorías y marcos conceptuales deberá rápidamente expresarse en nue-
vas metodologías de la investigación temática. Una investigación útil será 
aquella que no solo genere información valiosa, sino que también posi-
bilite que la misma contribuya a alcanzar la Justicia hídrica en el terreno, 
acto de transformación social que requiere conocimiento preciso y acción 
concertada. 
Este capítulo, además de presentar y resumir unas ideas conceptuales 
básicas para las investigaciones sobre justicia hídrica, también invita a los 
lectores a procurar la lectura íntegra y directa de los textos presentados por 
los investigadores reunidos en Cusco el 2009 (publicados por Boelens, Cre-
mers y Zwarteveen 2011). Inevitablemente, el esfuerzo de síntesis y redon-
deo conceptual que tiene hoy el lector en sus manos, solo hace referencia 
a aspectos de un debate intenso y multilateral que no logra abarcar una 
introducción a todos los materiales que fueron presentados, en especial a 
los referidos a los estudios de caso, cuya riqueza solo puede alcanzarse en la 
lectura de sus textos.
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 23
2. Puntos de partida para definir a la justicia hídrica
Los estudios sobre el agua demuestran una serie de aspectos fundamentales 
que conforman el trasfondo para un análisis más preciso. Elementos impor-
tantes son, entre otros:
a. El agua es un recurso en disputa, lo cual genera múltiples conflictos. Inde-
pendientemente de que exista una cantidad significativa de recursos hídricos 
y que estos, por ejemplo en el caso de la región andina, superen el promedio 
per cápita mundial, los distintos usos del recurso y las cantidades que estos 
demandan, así como las disparidades regionales, hacen del agua un recurso 
en disputa.
Vale recordar que «el agua es una cosa «híbrida» que captura y encarna 
procesos que son a la vez materiales, discursivos y simbólicos» (Swyngedouw 
2004: 28; citado por Budds 2011: 64), lo que habla de la constitución social 
no solode la gestión, sino incluso de la manera de entender el agua en sí 
misma y las correspondientes relaciones de poder que se construyen en tor-
no a ella, lo cual lleva a la formación de «paisajes hídricos» específicos y 
diferenciados. «Como el agua es esencial para la acumulación de capital, se 
convierte en un “lubricante” crucial del proceso de desarrollo económico. A 
su vez, esto hace que el agua sea un recurso muy estratégico que los grupos 
económicos poderosos se esfuerzan en controlar a fin de impulsar su proce-
so de acumulación de capital. Una vez más, este proceso de control es tanto 
material como discursivo» (Budds 2011: 66).
La misma concepción de un «recurso natural» tiene sentido cuando 
se refiere al aprovechamiento humano de un bien de la naturaleza. Y ese 
aprovechamiento en sociedades injustas e inequitativas supone conflictos 
de diversa naturaleza y contextura. Basta plantear temas y contraposiciones 
como:
Carácter social o privado del manejo y gestión de los derechos de uso.•	
Reconocimiento del derecho humano al agua o priorización de su ma-•	
nejo como mercancía.
Gestión del recurso más o menos aislado de las temáticas ambientales •	
y contextuales de los cauces y reservorios del líquido vital, ya sean na-
turales o construidos.
Conservación o no, y bajo qué modalidad, de las cuencas, las nacientes •	
de agua y otros.
24 E. Isch l.
Administración de los sistemas de provisión de agua para los diversos •	
usos, que pueden estar en manos del Estado, las empresas privadas, los 
usuarios y beneficiarios o en fórmulas mixtas.
Mecanismos y responsabilidades en la prevención y control de la conta-•	
minación y en la remediación integral en los casos que esta se presente.
Distribución del agua, acaparamiento y derechos de acceso.•	
Cada uno de estos aspectos guarda indudable relación con la temática 
de justicia hídrica. Los conflictos que se plantean, en gran medida, tienen 
que ver con la noción de existencia de una injusticia que debe remediarse y 
que confronta a los diversos actores.
b. Como consecuencia de lo anterior, «el agua es política». Su gestión no 
puede estar apoyada solo en información y mecanismos técnicos prove-
nientes de las ingenierías, sino que requiere que aquello se combine con 
las perspectivas ecosistémicas y biológicas, por un lado, y las perspectivas 
sociopolíticas y económicas por otro. 
La pregunta, entonces, podría ser: ¿las políticas públicas (y privadas) 
favorecen a una justicia hídrica o, por el contrario, mantienen y refuerzan 
formas de exclusión de este derecho para amplios sectores de la población 
de los distintos países?
c. La seguridad hídrica que surge como nueva fuente de conflictos, tanto a 
escala local, nacional o internacional, es un tema que requiere profundiza-
ción. Ella no se refiere solo a la existencia de agua suficiente para cubrir las 
necesidades presentes y previsibles de una comunidad o un país, sino a la 
manera en la cual se desarrolla la apropiación y generación de derechos de 
uso, provocando disparidades en el acceso al agua. Se vincula además con la 
calidad del agua de la que se trata, en términos de contaminación y otros.
Estos son elementos que van desde juicios entre países por aguas bi-
nacionales o internacionales, hasta anuncios de las futuras «guerras por el 
agua»; desde conflictos entre miembros de una comunidad, hasta enfren-
tamientos de distinta magnitud entre comunidades; desde disputas entre 
empresas y comunidades por los recursos hídricos, generalmente como for-
ma visible del choque entre distintas visiones del mundo y del «desarrollo», 
hasta la confrontación de lo público y lo privado. 
La justicia hídrica pone estos aspectos en cuestión y brinda una pers-
pectiva que aporta a los análisis desde la ecología política (Escobar 2006; 
Vélez 2009) y el ecologismo de los pobres (Martínez Alier 2004), entre otros. 
Con ello, contribuye a visiones más amplias e integrales.
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 25
d. Conflicto y cooperación en la gestión del agua. Varios son los mecanismos 
con los que se actúa en un determinado país o en una zona específica del 
mismo, donde se juegan las resoluciones de los conflictos y los procesos de 
cooperación, los cuales no se muestran necesariamente como opuestos y 
mutuamente excluyentes, haciendo más complejo su análisis (Bustamante 
2011). Incluso, una esperanzadora opinión ante las amenazas de las guerras 
del agua es la de Aaron T. Wolf (1999), UNESCO y Green Cross International 
(2003), que demuestran que en términos históricos hay mucha mayor evi-
dencia de colaboración pacífica antes que guerras en torno al líquido vital.
En todo caso, sigue siendo cierto que la gestión del agua, por definición, 
es una gestión de conflictos. Las maneras, mecanismos, instrumentos ins-
titucionales y no formales de procesar los conflictos y la cooperación, son 
otro escenario de interés para analizar las condiciones de las (in)justicias 
hídricas.
3. Justicia
La definición, sentido y profundidad de la justicia es en sí misma de alta 
complejidad y con contrastes que traen consigo elementos de conflicto. Lo 
que unos consideran «justo» no lo es para otros y, por curioso que parezca, 
la «justicia» no es, por tanto, garantía de solucionar o evitar conflictos.
Lo primero entonces es ratificar que la justicia y lo que entendemos de 
ella es una construcción social de carácter histórico y cultural. Como valor 
ético no puede ser vista al margen de la sociedad en que se concreta. Al igual 
que los demás valores resulta de interacciones vivas y cambiantes, lo que 
lleva al riesgo de definiciones abstractas que acaban siendo poco útiles para 
el análisis y la acción.
La imagen de una «justicia ciega» que orienta a un sistema jurídico 
imparcial, no logra ocultar su participación en sistemas de administración, 
uso y aprovechamiento de los recursos naturales, que parten y alimentan las 
diferencias de clase, étnicas, genéricas y otras. En este sentido, la «justicia» y 
los sistemas que deberían garantizarla, dan sustento a las inequidades socia-
les y, por lo general, las fortalecen.
Que la justicia supera el escenario jurídico es comprensible al pensar en 
las diferencias sociales que se originan en la inequidad. Inequidad que a su 
vez hace referencia al poder y a la capacidad de toma de decisiones sobre lo 
común, sea a escala particular, local o general.
Para el debate respecto a «justicia hídrica» es útil considerar varios ele-
mentos centrales de las perspectivas de los derechos humanos, que suponen 
26 E. Isch l.
el reconocimiento de la posesión de atributos que garantizan la dignidad 
humana y la posibilidad de vivir en condiciones igualmente humanas. El 
agua es uno de estos atributos y, por ello, ha sido ya declarada por la ONU 
como un derecho humano fundamental.
Como es sabido, una perspectiva de derechos supera a la de necesidades, 
aunque el agua también lo es por la razón de que un derecho, a diferencia 
de una necesidad, tiene características como su inalienabilidad, irrenuncia-
bilidad, capacidad de exigencia (o exigibilidad) y determina la obligación de 
garantía por parte de los Estados. Esto implica, adicionalmente, romper con 
las relaciones de corte clientelar que suelen presentarse con las autoridades, 
debido a que desaparece la imagen de un «padre» que en un gesto de bon-
dad satisface las necesidades de los gobernados. 
El respeto y la vigencia de los derechos, por supuesto, requiere de ins-
trumentos normativos y estructuración institucional. Es importante resal-
tar que se trata de instrumentos y que su empleo y utilidad dependerán 
también de otros factores, entre los cuales está la demanda social por la 
vigencia de los derechos y que estos no terminen encerrados en normativas 
que impidan su vivencia. Por otra parte, la vida real de las comunidades,pueblos y nacionalidades que mantienen culturas o rasgos culturales dife-
rentes a los hegemónicos en cada país y que tienen derechos colectivos por 
lo común aceptados de manera formal, llevan a la presencia simultánea dos 
o más cosmovisiones, maneras de entender la justicia, maneras de adminis-
trar los bienes comunes y gestionar el agua. Esto conduce a la presencia de 
una pluralidad legal (Boelens 2009), que plantea la necesidad de promover 
perspectivas interculturales y dialogales permanentes.
Si es injusto pretender hundir a una cultura imponiendo otra, lo es tam-
bién el imponer una particular concepción de justicia. Tal vez esto nos lleve 
a pensar en una definición menos abstracta de justicia y plantearnos la exis-
tencia de «justicias» y formas más particulares de ejercerla y garantizarla.
4. Ángulos de análisis de la justicia hídrica
Es un reconocimiento común que el agua abarca todos los órdenes de la 
vida natural y social. Esto genera la posibilidad de distintas perspectivas de 
análisis de la justicia hídrica, las que trataremos aquí de resumir y proyec-
tar. Sin embargo, el contar con uno u otro ángulo más fuerte o prioritario 
en una situación concreta o por la experticia de un investigador, no puede 
de ninguna manera excluir o subestimar las otras perspectivas. Contar con 
ángulos de análisis es como mirar una cara de un prisma, lo cual no puede 
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 27
significar olvidar que el prisma no está compuesto de una sola cara y que 
la luz continuará viajando por todas ellas. Por el contario, cada perspectiva 
alimenta a las restantes y, en esa relación, definen el resultado final, no solo 
de la investigación, sino, más importante aún, del destino de los conflictos 
y la resolución de los mismos en miras de lograr una relación equitativa y 
socialmente válida con el agua. 
Hay, a nuestro entender, cuatro entradas fundamentales las cuales a su 
vez se pueden especificar en áreas temáticas más específicas. Esas entradas 
a las que llamaremos ángulos de análisis se topan y entrecruzan de manera 
permanente, los que deben ser recordados al considerarlos. 
Ángulo de análisis ambiental
Por todo lo dicho anteriormente, está claro que no se trata de limitarse a los 
aspectos propios de las ciencias de la naturaleza, aunque estas son funda-
mentales para impulsar estudios relacionados con temas como: agua y vida 
silvestre; contaminación y disposición de agua segura; ciclos en los cauces 
del agua; escenarios potenciales ante el cambio climático; procesos y resulta-
dos de la disminución de los glaciares; entre otros. Lo fundamental que lleva 
a plantearnos este ángulo es la relación entre la sociedad y la naturaleza, 
aspecto central en la Ecología Política y fundamental para la comprensión 
de los aspectos distributivos.
Al mismo tiempo, asumir que existe un nexo de este tipo y hasta una 
simbiosis sociedad-naturaleza (Marx 1974) rompe con una perspectiva 
epistemológica todavía dominante que las separó o planteó relaciones uni-
direccionales y que, en consecuencia, con ello, fragmentó a las disciplinas 
científicas deshaciendo los viejos puentes entre ellas. Un aspecto que queda 
en debate es si es una relación o si se trata de la constitución o no de una 
segunda contradicción dialéctica fundamental en el interior del sistema ca-
pitalista, la que se sumaría a la existente capital y trabajo o, en otras palabras, 
entre la producción como resultado indiscutiblemente social y la apropia-
ción individual de la riqueza. Esta otra contradicción es la presente entre 
sociedad y naturaleza, a partir de los planteamientos de James O’Connor 
(1996).
Si la primera contradicción del capitalismo es la de subacumulación, entre el 
capital (la burguesía) y la mano de obra (el proletariado), cuyos intereses ma-
teriales están en contraposición en el modo de producción capitalista, entonces 
la llamada «segunda contradicción del capitalismo» es una contradicción entre 
la apropiación material cada vez mayor de la naturaleza, algo necesario para la 
producción capitalista, y la capacidad bastante más limitada de la naturaleza de 
28 E. Isch l.
(1) proporcionar material necesario para las actividades productivas (los re-
cursos naturales) y (2) absorber los desechos producidos como subproductos 
de la producción capitalista (la contaminación). (Perrault 2011:73-74)
La presencia de las dos contradicciones estructurales del capitalismo1 
trae consigo un acrecentamiento de la inequidad, la que se refleja en múlti-
ples manifestaciones, una de las cuales es la deuda ambiental que se refiere 
a: «la deuda acumulada-histórica y actual guión que tienen los países indus-
trializados, principalmente del Norte, con los países del Sur por el saqueo 
de sus recursos naturales; explotación y empobrecimiento de sus pueblos; 
la deforestación, contaminación y deterioro sistemático de su patrimonio 
natural y fuentes de sustento» (Donoso 2009: pp. 10).
Esta amplia definición lleva a considerar la existencia de una deuda eco-
lógica no solo en el ámbito de las relaciones internacionales sur-norte, sino 
también las existentes al interior de nuestros propios países, deudas que los 
sectores poderosos —económicos, étnicos, regionales— que han logrado 
acumular recursos hídricos, tienen con aquellos que se han visto despojados 
del acceso a esos recursos.
Una manera particular de ese despojo está relacionada con la contami-
nación de las aguas, cuando los grandes usuarios del recurso hídrico devuel-
ven agua inutilizable hacia el resto de la comunidad que la requiere. Esta se-
gunda forma de acumulación significa que las comunidades tendrán menos 
posibilidades de acceder al recurso de calidad y que el contraste entre uno y 
otro sector social crezca duramente. La contaminación, de esta manera, pasa 
a ser un factor de acumulación siempre y cuando los mecanismos de poder 
y de gobernanza del recurso hídrico contribuyan a ello (Isch 2009).
Desde la perspectiva temporal, en los párrafos anteriores hay una re-
ferencia más profunda hacia el presente y el pasado que lógicamente debe 
servir para proyectarnos hacia el futuro. Pero la crisis del cambio climático 
nos conduce a pensar en el presente y el futuro, más que en el pasado, po-
niendo una alerta en la posibilidad de que se atribuyan al cambio climático 
una serie de fenómenos que pueden tener otro origen (Doombos 2011). 
El cambio climático amenaza la seguridad humana («situación en que 
la población está en capacidad de manejar presiones sobre sus necesi-
1. Tom Perrault (2011) plantea también la existencia de una tercera contradicción es-
tructural, que llama la «contradicción de identidad» entre las posiciones de los sujetos 
producidas a través de las relaciones capitalistas de producción —es decir, identidades 
de clase— y aquellas posiciones de los sujetos que existen dentro de las relaciones capi-
talistas pero que no pueden reducirse a ellas —es decir, género, raza y origen étnico.
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 29
dades, derechos y valores») e incrementa el riesgo de conflicto. Lo hace 
mediante la reducción del acceso y la calidad de los recursos naturales y 
los servicios ambientales importantes para sostener los medios de vida. 
Pero no lo hace aisladamente de otros factores sociales importantes, 
como pobreza, discriminación por el Estado, acceso a oportunidades 
económicas, la efectividad de la toma de decisiones y la cohesión social 
de los grupos vulnerables. (Doombos 2011: 141)
Otro aspecto que se debe considerar en la investigación que relacione 
cambio climático con justicia hídrica, tiene que ver con el necesario diálogo 
entre saberes ancestrales, tradicionales y contemporáneos, que debe com-
plementarse con el reconocimiento de que las comunidades campesinas 
iniciaron sus procesos de adaptacióny resiliencia antes de que llegaran los 
técnicos a explicar el cambio climático (Chaplin 2009). Los investigadores 
y personas comprometidas con la justicia hídrica deben, por tanto, valorar 
la importancia de los saberes comunitarios no solo como remanentes de un 
pasado, sino como instrumentos de adaptación y progreso.
Ángulo de análisis económico-distributivo
La vinculación entre un determinado modo de producción y una modali-
dad de relaciones sociales es indudable, pero no es mecánica ni simplista. Al 
contrario, forman un sistema complejo que debe analizarse desde perspec-
tivas generalizadoras y también a través de estudios de caso que permitan 
confrontar teoría y realidad de manera permanente. En el sistema capitalista 
de producción, un eje de funcionamiento social está en la acumulación, la 
misma que en forma simplificada se refiere a apropiación de plusvalía y 
formas de reproducción del capital. Una condición para la acumulación de 
recursos hídricos, por tanto, tiene que ver con dejar de considerarlos un pa-
trimonio común, convertirlos en mercancía y en recurso que puede ofrecer 
un crecimiento económico de quién los posee.
La manera continua de presentarse esa acumulación en torno a bienes 
naturales comunes es lo que Harvey (2003) califica como acumulación por 
despojo. Nos permite una comprensión conceptual de procesos que incre-
mentan la mercantilización de la naturaleza, la concentración de derechos 
de uso y aprovechamiento individuales, la individualización de los dere-
chos colectivos y la conexión y deslocalización de los recursos y sus usuarios 
(Ahlers 2011). Para Harvey, estos se convierten en características del proce-
so de desposesión en momentos de aplicación del neoliberalismo. Como 
es inevitable, mientras unos más concentran, otros tienen menos acceso 
30 E. Isch l.
y posibilidades y ello trae consecuencias económicas y sociales fácilmente 
visibles. Como dice Perreault, 
[…] las dimensiones ecológicas de la acumulación por despojo son quizás me-
nos evidentes, sin embargo, y no pueden reducirse fácilmente a ecuaciones 
simplistas tipo procesos capitalistas = degradación del ambiente. De hecho, 
los procesos de acumulación por despojo a través de los recintos genéticos, 
biopiratería y similares, piden abordar la cuestión de la producción capitalista 
de la naturaleza […] (2011: 73)
 La producción capitalista de la naturaleza, así como la de otras formas 
de producción, habla precisamente de la simbiosis de la naturaleza y la so-
ciedad y como se «humaniza» al mundo natural, se lo transforma, impacta, 
construye, protege, gestiona, de manera tal que, en gran medida, se la «re-
crea» continuamente.
Al analizar la acumulación del agua o «despojo» del agua (Gaybor 2011), 
se visibiliza la injusticia, fruto de la cual se transforma el «paisaje hídrico» y se 
presentan impactos en la naturaleza como tal, impactos que no pueden de-
sestimarse y, mucho menos, considerarse como simples «externalidades» de 
los procesos productivos de acuerdo a la versión neoliberal del desarrollo.
Francisco Peña (2011), ensaya a partir de la experiencia mexicana una 
posible tipología de procesos de injusticia hídrica, teniendo como punto 
de partida la concentración de derechos de agua y la profundización de la 
inequidad en el acceso al agua. Los tres tipos de injusticia hídrica que iden-
tifica son:
Cantidades transferidas de las actividades «ineficientes» a las «rentables».•	
Derechos de contaminación y depredación.•	
Prioridad en los dispositivos de gestión que afectan a otros.•	
Por su parte, Vladimir Cossio (2011), juzga que la afectación del acceso 
al agua se puede presentar por:
Despojo de fuentes de agua.•	
Afectación de cantidad de agua disponible.•	
Afectación de calidad del agua (contaminación).•	
Procesos de acumulación de derechos de agua.•	
Pérdida de autonomía sobre la gestión y uso de una fuente o de un sistema.•	
Afectación de la infraestructura de sistemas de aprovechamiento de agua.•	
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 31
Tanto en el acercamiento de Peña como en el de Cossio se propone cla-
sificaciones de los conflictos a partir de sus causas, que se enmarcan en los 
derechos de uso y acceso, pero que evidentemente se relacionan con otros 
aspectos de importancia. Ello permite considerar que será necesario cons-
truir una tipología de casos de injusticia hídrica más compleja, que integre 
los distintos ámbitos de análisis.
Ángulo de análisis de la construcción del poder social
En su momento señalamos que el agua es un elemento político, lo que quie-
re decir que en torno a ella se produce un juego de poderes. La apropiación 
del agua es, también, una manera de apropiarse y acrecentar poderes de de-
terminados grupos componentes de la estructura social y de debilitamiento 
de las capacidades de otros. Los procesos de acumulación por desposesión 
destaca el crucial rol del Estado para que dicho proceso se desarrolle. 
En ese sentido el Estado se encarga de regular, modificar y ajustar los mar-
cos legales e institucionales privilegiando o favoreciendo y hasta promovien-
do acumulación capitalista […] Acumulación por desposesión o el control 
de bienes por ciertos grupos puede ocurrir de diversas formas y al igual que 
la acumulación primitiva puede ir acompañada de apropiación, cooptación, 
confrontación y desplazamiento. (Sosa y Zwarteveen 2011: 383) 
Las distintas formas de acumulación por desposesión tendrán, sin duda, 
expresiones en las formas en las que se planteen los conflictos en torno al 
agua. Las relaciones de poder se expresan en distintos niveles de la vida de 
la sociedad:
Estas relaciones de poder social serán aparentes tanto en los elementos ma-
teriales como en los elementos discursivos del paisaje hídrico: por ejemplo, 
en los usos del agua que se reflejan en el paisaje (por ejemplo, minería, agri-
cultura, ciudades), en la presencia de infraestructura hidráulica (por ejemplo, 
represas), en las modalidades de acceso y exclusión al agua (por ejemplo, en la 
provisión diferencial a barrios ricos y pobres), en los modos de administración 
(por ejemplo, la privatización) y en los debates alrededor de la gobernanza del 
agua (por ejemplo, las ideas acerca de una crisis de agua). (Budds 2010: 65)
Ingo Gentes (2011), aunque alerta en el poco rigor que tiene actualmen-
te el uso del término «hidropolítica», plantea el ángulo de esas relaciones de 
apropiación-empoderamiento a escala internacional, entre países vecinos 
o distantes. Resalta, sin embargo, que la redefinición de Turton propone 
ampliar el concepto de hidropolítica, considerando a otros actores y sus 
32 E. Isch l.
respectivas interacciones, como: «asignación autoritativa de los valores con 
respecto al agua en una sociedad» (Turton 2002, citado por Gentes 2011). 
Ello plantearía un acercamiento desde lo individual a lo internacional en 
temas potenciales vinculados con el contexto local.
Tanto en uno como en otro caso, «el agua fluye en la dirección del po-
der» (Boelens 2008). Para garantizarlo se crean los sistemas institucionales 
y normativos que lo hagan posible. Ese es un mecanismo para legitimar la 
desposesión y la acumulación, «naturalizándolas» con apoyo de las pers-
pectivas ideológicas neoliberales, es decir, procurando presentar al derecho 
sobre el agua como «natural», inevitable e incambiable. La presencia de 
otras formas productivas y relacionales siempre será considerada como una 
distorsión y, en el mayor de los casos, como una «falla de mercado». El neo-
liberalismo aborrece la diversidad y procurará «formalizar» a esas relaciones 
dentro de los cánones hegemónicos.
En función de lo dicho, hay que recordar que el poder dominante tam-
bién se expresa en la esfera de lo cultural, dando un significado a los recur-
sos naturales que corresponde a sus intereses exclusivos.Por lo general: 
La construcción de los «significados», así como los intereses de los actores pue-
de cambiar con el tiempo de acuerdo con las direcciones de los discursos he-
gemónicos. Para una mayor comprensión de la política cultural, es importante 
destacar la espacialidad (geo-política) de los grupos sociales, así como las dife-
renciaciones sociales, étnicas y de género. Los significados y valores (materiales 
o simbólicos) de los recursos, así como lo que es «justo» son definidos por los 
que tienen el poder, el control de la ciencia y la tecnología. (Vera 2010: 440)
Ángulo de análisis como movimiento social
Un cuarto ángulo de análisis proviene del análisis de los comportamientos 
de los distintos actores que participan de este entramado de conflicto-co-
laboración en torno al agua y el reconocimiento de las resistencias y luchas 
contra las distintas formas de injusticia hídrica. Si bien los recursos hídricos 
son un fundamento articulador de la vida en las zonas agrícolas, no lo son 
permanentemente en las zonas urbanas donde su importancia solo se suele 
resaltar en momentos de crisis. Sin embargo, en torno al agua y con impacto 
en ella estarán las demás actividades humanas, desde las familiares —salud, 
aseo, alimentación—, hasta las grandes actividades productivas y los planes 
de desarrollo nacionales o de integración internacional.
A más de la posibilidad de trabajar en la justicia hídrica, como parte de 
la agenda del movimiento por la cancelación de la deuda ecológica, cabe pre-
guntarse si no es conveniente también considerarla parte de un movimiento 
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 33
por una justicia ambiental integral. La corriente de pensamiento y acción 
que propone la justicia ambiental considera que esta «no tiene que ver solo 
con las distribución justa de bienes ambientales entre la población humana, 
sino también entre esta y el resto de los seres vivos con los que compartimos 
la biosfera» (Riechmann 2003). Esto mismo ha sido planteado en términos 
del reconocimiento de la unidad ecológica y la interdependencia de todas 
las especies, y del derecho ambiental, a no padecer destrucción ecológica. 
En el Ecuador, por ejemplo, son principios que sin duda están vinculados 
con la declaración de la Constitución sobre los Derechos de la Naturaleza, 
los mismos que se plantearon en 2010 en la «Cumbre de los pueblos ante el 
cambio climático», que se realizó por convocatoria del gobierno de Bolivia 
en la ciudad de Cochabamba.
La justicia ambiental no se resuelve en los litigios judiciales que pueden 
presentarse como resultado de los conflictos socioambientales. Se trata, por 
el contrario, de un cuestionamiento a los modelos de desarrollo y a los pa-
peles cumplidos por cada uno de los actores sociales involucrados, y por ello 
el escenario fundamental de resolución está vinculado al poder, en manos 
de quién se encuentra y a favor de quién se utiliza (Isch 2011). 
Considerar el comportamiento, fortalezas y límites de los actores, per-
mite una visión integral de los grupos de interés (Hendriks 2011). Comple-
mentariamente, el tratamiento teórico de los conflictos merece también ser 
puesto en cuestión para ampliar posibilidades de intervención más integra-
les y positivas.
Muchos conflictos socioambientales no siguen una lógica linear o cíclica sino 
que se revelan mucho más complejos, con nudos a diferentes niveles, con la 
imbricación de lo local y lo global y con esquemas dinámicos confusos. A pe-
sar de los acuerdos, las dinámicas de enfrentamientos reaparecen, los escena-
rios conflictivos se repiten. Es por esto que ante las limitaciones de las teorías 
tradicionales de resolución de conflictos, se han construido desde los noventas 
teorías críticas [...] Mientras la resolución de conflictos se empeña en hacer 
que el sistema —tal cual es— funcione, la perspectiva de transformación del 
conflicto se pregunta y evalúa cómo podrían cambiar las condiciones generales 
en las que se produce el conflicto y que eventualmente lo producen. Se reco-
noce que los conflictos son inherentes a las relaciones humanas y que brindan 
oportunidades de cambios constructivos. (Panfichi y Coronel 2011)
5. Escalas espaciales de análisis
Es fácil comprender que, desde el ángulo espacial-político-administrativo, 
los conflictos y las formas de injusticia hídrica pueden tener expresiones 
34 E. Isch l.
locales, regionales, nacionales e internacionales. Lo importante es aprender 
de la experiencia y de los análisis que confirman las interrelaciones perma-
nentes entre estos distintos niveles de atención, pues un error relativamente 
frecuente ha sido desconectarlos, especialmente cuando se trata de análisis 
de casos que terminan descontextualizados y reducidos a la expresión local 
concreta. 
El interés se ha tornado hacia los conflictos locales, y como dice Tho-
masson, (citado por Bustamante 2011): «el riesgo de conflictos relaciona-
dos con el agua está inversamente relacionado con la escala. Mientras más 
pequeño el lugar mayor la probabilidad de conflictos». Pero lo local no es 
sinónimo de desconectado, aislado, ausente de influencias externas. Por el 
contrario, el ingreso de transnacionales extractivas, por ejemplo, puede evi-
denciarse en una escala local, donde posiblemente se presentarán procesos 
de resistencia, pero no es más que la punta del ovillo de la manera como se 
internacionaliza esa economía local al grado de convertirse en un eslabón de 
la cadena de intereses de los sectores de poder.
6. Los ejes del proyecto Justicia Hídrica
Los ángulos de análisis y las escalas guardan relación con los ejes de tra-
bajo de la alianza Justicia Hídrica, propuestos en el esbozo del mismo por 
Boelens, Cremers y Zwarteveen (2011), que son: acumulación, conflictos y 
acción de la sociedad civil. Esos ejes permiten:
Resumir los ángulos de análisis en los aspectos en los cuales es más •	
evidente la presencia de injusticia hídrica.
Definir con claridad campos y preguntas de investigación complemen-•	
tarios y no excluyentes.
Permitir el análisis comparativo de investigaciones realizadas en diver-•	
sas partes del mundo como vía para: «estimular procesos de aprendiza-
je interactivo a través de una red de investigación-acción multiactores 
en colaboración con organizaciones de usuarios/as de agua indígenas y 
campesinas en contextos concretos de gestión hídrica, para adquirir un 
conocimiento más profundo» (Boelens 2009). 
Procurar la precisión conceptual dentro de un marco básico común. •	
A partir de allí los autores plantean una relación ejes, contenidos y pre-
guntas de investigación de la red Justicia Hídrica, la que se presenta en el 
siguiente cuadro.
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 35
Cuadro 2.1
EjEs, ContEnidos y prEguntas guías dE invEstigaCión dE justiCia HídriCa
EjE contEnIdo PrEguntas guías dE InvEstIgacIón
Acumulación La dinámica y los 
mecanismos de 
los procesos de 
acumulación de agua 
y de derechos de agua, 
en términos de clase, 
género y etnicidad.
¿De qué manera el agua y 
los derechos de agua son 
distribuidos en términos 
cuantitativos y cualitativos? 
¿Cuáles son los procesos 
históricos y los mecanismos que 
conducen a una determinada 
distribución de agua y de 
derechos de agua entre usuarios 
y sectores?
Conflictos El contenido, la 
naturaleza dinámica 
y las contradicciones 
estructurales de los 
conflictos resultantes.
¿Qué caracteriza a los conflictos 
de agua, con referencia a 
contenido, mecanismos, 
contradicciones estructurales, 
funciones positivas/negativas, 
carácter dinámico y longitudinal 
y posibles resultados o 
soluciones, y cómo surgen y se 
desarrollan?
Acción de la 
sociedad civil
Las oportunidades 
para las estrategias 
multiescala por 
organizaciones de base 
y actoresde la sociedad 
civil para hacer frente 
a la injusticia hídrica 
y resolver conflictos 
relacionados con el agua.
¿Cuáles son las oportunidades 
para las estrategias multiescala 
de las organizaciones de base y 
los actores de la sociedad civil 
para hacer frente a las injusticias 
de agua?
Fuente: R. Boelens 2009. Justicia Hídrica: acumulación de agua, conflictos, y acción de la sociedad civil. 
Esbozo de los primeros contenidos y estrategias.
7. Para avanzar desde la teoría
El Proyecto Justicia Hídrica nace con una positiva ambición: lograr una 
investigación a nivel mundial, lo que permitirá confrontar orientaciones y 
mecánicas de acumulación que se expresen precisamente en esa escala. Para 
lograrlo se fundamentará en investigaciones nacionales y de casos. 
36 E. Isch l.
Un punto de partida común, cercano a los planteamientos que se en-
cuentran en este documento, está en las nociones y conceptos teóricos que 
presentan en extenso Zwarteveen y Boelens (2011), a los que de manera meta-
fórica llaman «los siete pilares de la sabiduría para la casa Justicia Hídrica»:
a. Una epistemología pospositivista y constructivista y una actitud de in-
vestigación reflexiva. 
b. Una concepción de naturaleza y sociedad como mutuamente constitu-
tivos. 
c. Reconocimiento explícito de la naturaleza conflictiva del agua —in-
cluyendo luchas y conflictos sobre el recurso, derechos y normativas, 
autoridades y discursos.
d. Entendimiento del control del agua multilateral y complejo, y de los 
problemas del agua como «problemas perversos».
e. Una definición ontológica de los términos «seguridad hídrica» y «dere-
chos del agua» como reflexivo y co-constituyente de una constelación 
de relaciones de trabajo y propiedad local e históricamente específicos, 
expresando y envuelto en relaciones sociales de poder y redes sociotéc-
nicas/socionaturales, a múltiples escalas.
f. Una conceptualización de «justicia» y «equidad» que explícitamente 
tematice su carácter relacional y que reconozca sus dimensiones ma-
terial y económica —como se ha dicho, en las relaciones de trabajo y 
propiedad que tienen lugar en espacio y tiempo específico— así como 
sus dimensiones culturales.
g. Conexión con las luchas de agua «locales» hasta con las tendencias y 
fuerzas históricas y económicas; y, un entendimiento de las dimensio-
nes y escalamiento de la resistencia y acción de la sociedad civil. 
Pensar en el proceso de construcción de este marco conceptual tam-
bién tiene que superar el frecuente discurso vacuo sobre interculturalidad, 
multi e interdisciplinariedad, para dar paso a una manera de desarrollar 
conocimiento sobre sistemas complejos, única forma de encontrar adecua-
das respuestas sociales frente a nuevos problemas. La interculturalidad y la 
interdisciplina obligan a trabajar a través de lógicas diversas, distantes e in-
cluso muchas veces contrapuestas, lo cual no es fácil lograr y, en algunas ex-
periencias, llega a una borrosa suma de perspectivas sin lograr integrarlas. 
La relación conocimiento-investigación-acción, resalta la urgencia de 
plantear el marco teórico básico de partida que pueda ser compartido por 
2 | justIcIa hídrIca: una sIstEmatIzacIón concEPtual IntroductorIa 37
el conjunto de investigadores. Hay la necesidad de confrontar sentidos con 
los agentes hegemónicos que sostiene el poder, la inequidad y la injusticia 
hídrica. Se trata del terreno de una lucha por las ideas que se requiere para 
sostener la perspectiva epistemológica que supone una íntima relación en-
tre investigación y acción. 
El marco teórico deberemos por tanto complementarlo con metodo-
logías de investigación correspondientes a esta nueva lógica, las cuales de-
ben combinar lo cuantitativo y lo cualitativo, permitir el diálogo de saberes 
con los distintos grupos de usuarios de recursos hídricos, convocar a los 
investigadores a un personal compromiso por la acción a favor de la justicia 
hídrica.
Un requisito es conformar una masa crítica intelectual en condiciones 
que permitan impulsar el desarrollo de estas posturas teóricas, en estrecha 
conexión con su aplicación práctica en las investigaciones. El intercambio 
permanente alimentará el debate y la profundización, pues los estudios de 
justicia crítica deben mantener el rigor y la objetividad que permitan acier-
tos en la realidad. La más rápida formación (o inter-formación) de investi-
gadores y grupos de alto nivel, llevará a la conformación de redes vivas de 
soporte e información. Un factor que surge posible es que, a más del curso 
regional Justicia Hídrica que se viene desarrollando, se pueden llevar a cabo 
cursos en cada país, para los cuales es posible el intercambio de docentes y 
cursillistas.
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