Logo Studenta

Revista de Psicanálise Voces-del-Pluralismo

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Voces del
pluralismo
Revista de Psicoanálisis
EDITADA POR LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA
Tomo LXVIII | Junio–Septiembre | 2011
Número 2/3
Buenos Aires, República Argentina
ISSN 0034-8740
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page I
Esta revista está incluida en el 
Catálogo LATINDEX, la Base 
de Datos LILACS y la 
Base de Datos PSICODOC
Registro de la Propiedad 
Intelectual N° 56.921
Hecho el depósito 
que marca la ley 11.723
© Esta publicación es propiedad de la Asociación Psicoanalítica Argentina,
Rodríguez Peña 1674, (C1021ABJ) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 
Argentina.
Teléfono: (5411) 4812-3518 / Fax: (5411) 4814-0079
Suscripciones: revista@apa.org.ar / Home page: http://www.apa.org.ar
Queda prohibida, sin la autorización escrita de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, la reproducción total o parcial de los artículos publicados en la
REVISTA DE PSICOANÁLISIS por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la
reprografía y el tratamiento informático.
Impresión: Cosmosprint, E. Fernández 155, (1870) Avellaneda, 
Buenos Aires, Argentina, en marzo de 2010.
C
O
R
R
E
O
A
R
G
E
N
T
IN
O
C
E
N
T
R
A
L
 (B
)
SU
C
. 1
0 
(B
)
INTERÉS GENERAL
Concesión N° 1.510
FRANQUEO PAGADO
Concesión N° 13513
Secretaria Administrativa
SILVINA RICHICHI
revista@apa.org.ar
Responsable de la Indización
SARA HILDA FERNÁNDEZ CORNEJO
Corrección
VALERIA MUSCIO
Diagramación y Armado
MIGUEL ANGEL GRAMAJO
Imagen de Tapa
Técnica: Tinta // Título: Salón Butacas
Autora: Hilda Clelia Catz
www.hildacatz.com
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page II
Revista de Psicoanálisis
PUBLICACIÓN TRIMESTRAL DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA ARGENTINA
FILIAL DE LA ASOCIACIÓN PSICOANALÍTICA INTERNACIONAL (API)
SOCIEDAD COMPONENTE DE LA FEDERACIÓN PSICOANALÍTICA DE AMÉRICA LATINA (FEPAL)
Comité Editor
Directora
CLAUDIA LUCÍA BORENSZTEJN
Secretaria
LILIANA NOEMÍ PEDRÓN MARTIN
Miembros del Comité Editor
DARÍO ARCE
SILVIA BEATRIZ BAJRAJ
JEANETTE DRYZUN
JUDITH GOLDSCHMIDT DE SCHEVACH
EDGARDO ADRIÁN GRINSPON
FERNANDO FÉLIX IMERONI
JUDITH KONONOVICH DE KANCYPER
GRACIELA MEDVEDOFSKY DE SCHVARTZMAN
MARÍA LOURDES REY DE AGUILAR
MARCELO DANIEL SALUSKY
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page III
Miembros del Consejo Editor Internacional
Comisión Directiva de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Vocales: Lic. Justa Paloma Halac, Dra. Victoria Korin, 
Lic. María Gabriela Goldstein, Dra. Lidia Bruno de Sittlenok, 
Dr. Gustavo Dupuy, Lic. Emma N. Realini de Granero, Dr. Daniel Schmukler
Eduardo Agejas (Buenos Aires),
Alcira Mariam Alizade (Buenos Aires), 
Madeleine Baranger (Buenos Aires),
Elias M. da Rocha Barros (San Pablo), 
Carlos Basch (Buenos Aires), 
Ricardo Bernardi (Montevideo), 
Jorge Canestri (Roma), 
Guillermo Carvajal (Santa Fe de
Bogotá), 
Fidias Cesio (Buenos Aires), 
Horacio Etchegoyen (Buenos Aires),
Antonino Ferro (Pavia), 
Glen Gabbard (Houston), 
Leonardo Goijman (Buenos Aires),
André Green (París), 
Aiban Hagelin (Buenos Aires),
Charles Hanly (Toronto), 
Jürgen Hardt (Wetzlar), 
Max Hernández (Lima), 
Paul Janssen (Dortmund), 
Juan Jordán Moore (Santiago de Chile),
Otto Kernberg (Nueva York), 
Rómulo Lander (Caracas), 
Jean Laplanche (París), 
Lucía R. Martinto de Paschero (Buenos
Aires), 
Norberto Marucco (Buenos Aires),
Robert Michels (Nueva York),
Thomas Ogden (San Francisco),
Cecilio Paniagua (Madrid), 
Ethel Person (Nueva York), 
Andrés Rascovsky (Buenos Aires), 
Owen Renik (San Francisco), 
Lía Ricón (Buenos Aires), 
Romualdo Romanowsky (Porto Alegre), 
Anne-Marie Sandler (Londres),
Gabriel Sapisochin (Madrid), 
Fanny Schkolnik (Montevideo),
Evelyne A. Schwaber (Brookline),
Marianne Springer-Kremser (Viena),
Jaime Szpilka (Madrid), 
David Tuckett (Londres), 
José Luis Valls (Buenos Aires), 
Juan Vives Rocabert (México DF),
Robert Wallerstein (Belvedere), 
Daniel Widlöcher (París), 
Paul Williams (Londres).
Dr. Andrés Rascovsky 
Dr. Federico Luis Aberastury
Lic. Mónica E. Hamra
Dr. Eduardo E. Agejas
Lic. Enrique M. Novelli
Presidente: 
Vicepresidente:
Secretaria:
Secretario Científico:
Tesorero:
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page IV
Editorial
• Voces del pluralismo
Comité Editor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VII
• Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
• El pluralismo de las ciencias y el pensamiento psicoanalítico.
André Green . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
• Validez y validación del método psicoanalítico. Alegato sobre la
necesidad de pluralismo metodológico y pragmático en psicoanálisis. 
Juan Pablo Jiménez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
• Leyendo a Harold Searles.
Thomas H. Ogden . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325
• Alegato en favor de la ampliación del concepto de Nachträglichkeit.
Haydée Faimberg . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
• André Green: pasión clínica, pensamiento complejo. Hacia el futuro
del psicoanálisis.
Fernando Urribarri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
• Veinte años no es nada: vigencia de Piera Aulagnier. 
Luis Hornstein . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 395
• Análisis, pulsión y uso de objeto en D. W. Winicott.
Julieta Bareiro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415
• De la torre de Babel a los senderos fundadores. Algunas premisas
para investigar en el proceso psicoanalítico.
Controversias entre Marcelo Viñar y Ricardo Bernardi . . . . . . . . . . . . . . 427
• El pluralismo de las ciencias. En homenaje a Gregorio Klimovsky.
Jorge L. Ahumada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
• Algunas reflexiones sobre el carácter científico del psicoanálisis.
Ana María Viñoly Beceiro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 477
• Los cuatro niveles de observación en el método de Esther Bick.
Didier Houzel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495
• Acerca de la situación actual de la APA en relación a la teoría
psicoanalítica.
Willy Baranger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 507
Índice
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page V
• Lo intrapsíquico y lo intersubjetivo en el psicoanálisis contemporáneo.
Madeleine Baranger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 515
• APA: una experiencia científica institucional. 
Eduardo Agejas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 525
• ¿Puede ser neutral un psicoanalista? Reflexiones sobre el
pluralismo teórico. 
José E. Fischbein . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 531
• Acerca del pluralismo. El Pluralismo en APA. 
Amada Lloret . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 541
• Psicoanálisis y Pluralismo. La institución herética.
Gustavo Enrique Dupuy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 549
• El (des) encuentro de los tiempos.
Paola Machuca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 559
Revista de libros
• Hacer camino con Freud,Eduardo Braier
Por Norberto Marucco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 585
• Pulsión de vida y pulsión de muerte, Cordelia Schmidt–Hellerau
Por Juan Carlos Weissmann . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 589
Revista de revistas
• Revista Docta. Asociación Psicoanalítica de Córdoba
Por Mirta Noemí Cohen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 593
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page VI
VII
En el libro editado por la APA con motivo del 40 aniversario de su funda-
ción realizado por el departamento de Historia dice el prólogo de Jorge Mom
que “la institución se constituyó alrededor de un proyecto aperturista; si se
quiere de un pluralismo de proyectos que incluía naturalmente, un pro-
yecto pluralista”. El pluralismo es entonces la marca en el orillo y fuente de
debate en nuestra institución mucho antes que el tema apareciera con fuerza
en la comunidad psicoanalítica internacional alrededor de los años 90. 
Por eso no es de extrañar que haya sido justamente de APA el trabajo
premiado por IPA, a Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld, “Sobre la
cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso”, en el que los au-
tores desarrollaran esta idea de lo riguroso, cuya construcción se basa en
poner a trabajar los conceptos teóricos, delimitar convergencias y divergen-
cias, en articulación con la actividad clínica, los estudios empíricos y los datos
interdisciplinarios. Algunas preguntas que se plantean son si es posible lo-
grar discusiones que generen avances en la cultura psicoanalítica. ¿Cuáles se-
rían las capacidades que debería desarrollar un analista en su formación
para que los procesos argumentativos sean fértiles y el pluralismo riguroso?
En el año 2002 se realizó un encuentro internacional en Frankfurt. Los
trabajos que allí se presentaron fueron publicados en el libro Pluralismo y
Unidad, editado por la IPA. Uno de los textos es el de André Green: “El
pluralismo de las ciencias y el pensamiento psicoanalítico”. En él plantea
que el pensamiento clínico es dialógico dado que se ocupa de la relación
paciente-analista y siempre hay una brecha teórica que es fuente de difi-
cultades. La investigación del psicoanálisis se basa en el estudio de lo in-
consciente en la sesión analítica y Green presenta su divergencia con Peter
Fonagy en otra versión de sus controversias. Critica, lo sabemos, la inves-
tigación en psicoanálisis con métodos directos (como la observación de
lactantes), ya que entiende que exploramos el mundo interno por métodos
indirectos a través del pensamiento, el lenguaje, los sueños, el juego, las fan-
1 Hachette Ediciones. Novena edición, 1973. Buenos Aires - Argentina
Voces del pluralismo
Cien hombres, juntos, son la 
centésima parte de un hombre
Antonio Porchia, Voces1
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page VII
tasías. Dice Green que si el material es simbólico, el instrumento debe po-
seer características simbólicas. Aboga por la Teoría de la Hipercomplejidad
de E. Morin para sostener la idea de un pensamiento plural.
Otro autor que se ha ocupado de este tema y que la Revista de Psicoanálisis
ha publicado anteriormente es Juan Pablo Jiménez. En “Validación del mé-
todo psicoanalítico. Alegato sobre la necesidad de pluralismo metodoló-
gico y pragmático en psicoanálisis”, con estilo claro presenta su visión de
la problemática epistemológica que enfrenta el psicoanálisis en la actuali-
dad. Propone desarrollar contextos de validación distintos al clásico mé-
todo clínico, limitado a la situación analítica. Define la apariencia caótica
del psicoanálisis moderno como efecto de la fragmentación teórica actual
y aboga por el desarrollo de un pluralismo metodológico y pragmático
donde propone la utilidad del conocimiento como criterio de verdad. Esto
implica considerar los factores de cambio y éxito terapéuticos como crite-
rio de validación.
Hasta aquí la sección teórica donde el pluralismo es abordado como tema
usando los calificativos que lo llenan de múltiples sentidos: riguroso, prag-
mático, crítico, mítico, en algunas de las voces que lo enuncian. En la sección
que continúa veremos cómo autores nos hablan de otros autores, los piensan,
los conectan, los hacen trabajar entre sí. Un pluralismo que vive, un plura-
lismo en construcción donde cabe la expresión: “Pluralismo, Work in Progress”. 
Thomas H. Ogden en “Leyendo a Harold Searles” nos contagia el entu-
siasmo que despierta la lectura de un autor de inigualable destreza en la trans-
misión de la experiencia psicoanalítica, describiendo con sutileza los estados
emocionales tanto del paciente como del analista. Searles lleva la atención
flotante y la libertad de pensar hasta las últimas consecuencias, no lo detie-
nen los supuestos teóricos, lo guía la búsqueda de una experiencia auténtica
y genuina. Percibe y desnuda en profundidad su propia experiencia en los
bordes de la intimidad, como terapeuta, padre, hijo y esposo. Odgen nos
muestra el pensamiento de Searles y sus ideas sobre el complejo de Edipo que
difieren de las de Freud. En estas observaciones subvierte en parte lo esta-
blecido en la teoría hasta ese momento. Para finalizar descubre la comple-
mentariedad de la obra de Searles y la de Bion, mostrando cómo Searles
otorga vitalidad y forma a los aportes teóricos y las abstracciones de Bion.
Haydée Faimberg en “Alegato en favor de la ampliación del concepto de
Nachträglichkeit”, presentado en el Congreso internacional realizado en
Praga (2006) como tributo a Freud, revisita el concepto en Freud, Lacan,
Laplanche y Pontalis, para fundamentar su propia elaboración y propone
VIII
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page VIII
el concepto de temor al derrumbe de Winnicott como paradigma de su con-
cepto ampliado de Nachtraglichkeit. Ejemplifica con el conmovedor re-
lato de Kardiner sobre su análisis con Freud. Su propuesta cumple un im-
portante papel en el proceso de “asignar nuevo sentido” – mediante
interpretaciones – e incluso en el proceso de “asignarlo por primera vez”
– mediante construcciones – a lo que “el analizado dice” y a lo que “no puede
decir”. Su aporte nos ofrece un marco conceptual vinculado con la tempo-
ralidad psíquica inconsciente, que nos permite explorar y comprender cómo
produce el psicoanálisis el cambio psíquico.
Fernando Urribarri en “André Green: pasión clínica, pensamiento complejo.
Hacia el futuro del psicoanálisis”, hace un recorrido de su obra dividiéndola
en tres etapas, los comienzos, los años de madurez y finalmente lo que no-
mina como “el giro del año 2000”. Green es capaz de integrar el modelo
Freudiano de la transferencia, el postfreudiano de la contratransferencia,
con el de encuadre, verdadero fundamento para el despliegue de los otros
dos. Partiendo del modelo implícito de la estructura encuadrarte como in-
terfaz de lo intrapsíquico y lo intersubjetivo llega al modelo del encuadre in-
terno del analista como matriz terciaria capaz de sostener un encuadre poli-
sémico con posibilidades de entender diversas lógicas concomitantes entre
sí. Si el encuadre clásico no es viable para un gran número de pacientes, Green
propone que cuando el paciente no es capaz de asociar libremente y hay po-
breza de simbolización, el encuadre ya no es un concepto compartido entre
analista y paciente y deviene una noción interna del analista.
Con “Veinte años no es nada: vigencia de Piera Aulagnier”, Luis Hornstein
re-vitaliza el aporte brillante de una autora cuya fidelidad a sus antecesores no
le impidió producir sus propios desarrollos. Una autora que apela constante-
mente a la clínica para interrogarse acerca de sus límites y seguir avanzando.
A través de sus “cuestiones fundamentales” elabora lo recibido de sus proge-
nitores, especialmente Freud y Lacany logra también su desasimiento. Su con-
cepción, lejos de ser dogmática, invita a la reflexión y a la creatividad del lec-
tor. Hace una defensa de la pasión, de la pulsión de saber: “cuando nos
identificamos con ese Freud dispuesto a cuestionar lo dado, nunca sentado en
los laureles”. 
Julieta Bareiro en “Análisis, pulsión y uso de objeto en D. W. Winnicott”,
reflexiona sobre la pulsión, la agresividad, el uso del objeto y la clínica psi-
coanalítica. Se refiere a la destructividad potencial que no sería producto
de la pulsión sino un punto de partida. En la relación analítica describe la
cuestión del objeto de uso que se relaciona con la agresividad potencial y
IX
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page IX
señala que el hecho de que el analista se preste para ser usado denota una
operatoria que posibilita la transferencia; tiene que ver con su ética y las po-
sibilidades del fin de análisis.
Muchos debates sobre el pluralismo se han conectado con el tema del psi-
coanálisis como ciencia y como investigación. Por eso retomamos esta po-
lémica, en este caso en las voces de Viñar y Bernardi.
El trabajo de Viñar “De la Torre de Babel a los senderos fundadores.
Algunas premisas para investigar en el proceso psicoanalítico” poéticamente
cuenta una historia a partir de la cual se pregunta el autor cuál es el con-
cepto de ciencia que nos proponemos. La multiplicidad de teorías es un
hecho en Psicoanálisis. El reconocimiento y revelación del Inconsciente
que cada uno ha vivido alguna vez en su vida es punto princeps de la expe-
riencia analítica. Nuestra práctica es un quehacer científico reglado, pero
el objeto a aprehender es efímero, singular y a reinventar. El momento
creativo se acerca más a la creación poética que al experimento científico.
El intento de validez es a posteriori. Bernardi, que discute estas ideas, ha
escrito una addenda 20 años después, para este número.
Jorge L. Ahumada en “El pluralismo de las ciencias. En homenaje a
Gregorio Klimovsky”, revisa coincidencias y diferencias de Klimovsky res-
pecto del refutacionismo ingenuo de su maestro Karl Popper. Partiendo
del hecho innegable de que en la práctica de los científicos la pluralidad de
métodos y de los aparatos conceptuales en las distintas disciplinas se da
por descontada. Detalla luego el autor sus discrepancias respecto de ambos
en cuanto a la validez general de la postura hipotético-deductivista que
Popper y Klimovsky consideran válida para toda ciencia. 
Ana María Viñoly en “Algunas reflexiones sobre el carácter científico del
psicoanálisis”, revisa los conceptos de ciencia y psicoanálisis y considera que
en ambos campos del saber, tanto uno como el otro constituyen fenóme-
nos históricos que ocurren en un determinado marco social según las co-
rrientes epistemológicas dominantes en cada época. Plantea que la inves-
tigación psicoanalítica se desarrolla en zonas de frontera, privilegiando el
espacio transferencial en el cual el “texto” pasa a ser objeto de investiga-
ción. El psicoanálisis se basa en el campo bipersonal en el cual la práctica
se articula con la teoría y la técnica y pone el acento en la necesidad de de-
bates que aseguren un autentico pluralismo.
Publicamos la participación de Didier Houzel en un panel del Congreso
de observación de lactantes realizado en Buenos Aires en 2008, “Los cua-
X
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page X
tro niveles de observación en el método de Esther Bick”, es una reflexión
sobre la práctica de este método y su utilidad para el psicoanalista. El autor
menciona diferentes métodos de observación y señala lo específico de la ob-
servación psicoanalítica en el método que incluye al observador participante
como fundante de una ciencia de la subjetividad.
La sección que comienza con el texto de Willy Baranger, “Acerca de la si-
tuación actual de la APA en relación a la teoría psicoanalítica” es un trabajo
inédito expuesto en el año 1980 que describe la situación teórica en APA, la
evolución del pensamiento freudiano y la influencia de Melanie Klein con
sus importantes aportes teórico/ clínicos y sus excesos dogmáticos. En esa
época la lectura de Lacan traía aires de renovación a la teoría psicoanalítica
en la institución pluralista. Sin embargo, el dogmatismo no es privilegio de
una teoría, ya lo sabemos. Es interesante leer ahora el trabajo de Willy, más
de 30 años después y si cambiamos los términos kleiniano o lacaniano, por
otros que cada uno elija, se aprecia su vigencia conceptual. 
Madeleine Baranger actualiza su pensamiento en “Lo intrapsíquico y lo
intersubjetivo en el psicoanálisis contemporáneo”. Este escrito es parte de
una exposición realizada en el Congreso de Atenas en 2010, en el cual es-
boza ideas acerca de los peligros del crecimiento y convivencia de nuevas
ideologías y prácticas “psicoanalíticas”. Señala que cada una de las diferentes
escuelas pone el acento en un punto de la comprensión psicoanalítica y re-
aliza una descripción de la teoría del campo y del baluarte como modelo
intersubjetivo, con las modificaciones y precisiones de los últimos años.
Eduardo Agejas en “APA: una experiencia científica institucional”, relata
una experiencia de diálogo entre colegas como secretario científico de APA.
Explican el dispositivo que consiste en trabajar con un material clínico para
exponer y contrastar los efectos del pluralismo teórico sobre el quehacer
clínico del analista para investigar cómo el analista piensa teóricamente un
proceso terapéutico durante y después de la sesión, cómo se ubica frente a
las teorías y frente al material del paciente, cómo convergen y/o divergen
los esquemas referenciales.
José Fischbein en “¿Puede ser neutral un psicoanalista? Reflexiones sobre
el pluralismo teórico”, nos invita a repensar la neutralidad del analista en
el contexto histórico actual dentro del ámbito de una institución plura-
lista. Plantea que el analista no puede ser neutral, ni receptor pasivo de las
asociaciones del paciente, sino que participa activamente en la selección,
puntuación y significación del material desde sus esquemas teóricos que
XI
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page XI
XII
guían invisiblemente su accionar y que las distintas teorías generan dife-
rentes campos en el trabajo clínico. 
Amada Lloret en “Acerca del pluralismo. El pluralismo en APA”, consi-
dera que el concepto de pluralismo en APA se define en el terreno de lo
ideológico político. Para desarrollar estas ideas parte de la historia institu-
cional de la Asociación Psicoanalítica Argentina tomando como eje el mo-
vimiento de escisión de los grupos Plataforma y Documento del año 1971
y el llamado Manifiesto del 1974. Ello se relaciona con datos que ubican
al lector respecto de la realidad histórico política de nuestro país. 
Gustavo Dupuy en “Psicoanálisis y pluralismo. La institución herética”,
ofrece una reflexión acerca del pluralismo en las instituciones psicoanalíti-
cas. Para ello parte del proceso de la aceptación y la posible incorporación
de las ideas del otro en cualquier ámbito. No obstante, la disposición al in-
tercambio de ideas con aquel que no comparte las nuestras requiere la re-
nuncia a las certezas que otorgan protección y seguridad para ubicarnos en
la soledad de la búsqueda de la verdad “aún conociendo los límites de su
logro”. Esa sería la apuesta del pluralismo.
Publicamos la monografía premiada de Paola Alejandra Machuca, “El
(des)encuentro de los tiempos”. El escrito transmite con claridad cómo el
sujeto en cada etapa del proceso evolutivo – por ejemplo, el pasaje del
narcisismo al Ideal del yo – tiene lugar dentro de un encuadre temporal
que lo enmarca pero también lo construye. 
Finalizamos esta nota citando el párrafo con el que concluye el prólogo men-
cionado al comienzo: “En estos últimos años yatravesando diversas crisis la
APA ha recreado el proyecto pluralista bajo el cual se fundó esta Asociación.
El problema futuro – desde una perspectiva histórica – es el mantenimiento
institucionalizado del mismo y su caracterización como movimiento original.”
Creemos que este camino, quizás no el más transitado pero sí el más crea-
tivo, es el que elegimos.
Comité Editor de la REVISTA DE PSICOANÁLISIS
Claudia Lucía Borensztejn
Editora
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page XII
XIII
Dos caminos divergieron en un bosque amarillo, 
Y afligido porque no podría caminar ambos 
Siendo un solo viajero, estuve largo tiempo de pie 
Mirando uno de ellos tan lejos como pude, 
Hasta donde se perdía en la maleza. 
Entonces tomé el otro, imparcialmente, 
Y habiendo tenido quizás la elección acertada, 
Pues era tupido y agradable de caminar; 
Aunque en cuanto a lo que vi allí 
Hubiera elegido cualquiera de los dos. 
Y ambos esa mañana yacían igualmente, 
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día! 
Aun sabiendo la inexorable manera en que las cosas siguen adelante, 
Dudé si debí haber regresado sobre mis pasos. 
Debo estar diciendo esto con un suspiro 
Que en alguna parte envejece y hace envejecer, 
Dos caminos divergieron en un bosque y yo, 
Yo tomé el menos caminado, 
Y eso ha representado toda la diferencia.
The road not taken, by Robert Frost
1874 -1963
Two roads diverged in a yellow wood, And sorry I could not travel both And be one
traveler, long I stood And looked down one as far as I could To where it bent in the
undergrowth; Then took the other, as just as fair, And having perhaps the better
claim, Because it was grassy and wanted wear; Though as for that the passing
there Had worn them really about the same, And both that morning equally lay In
leaves no step had trodden black. Oh, I kept the first for another day! Yet knowing
how way leads on to way, I doubted if I should ever come back. I shall be telling this
with a sigh Somewhere ages and ages hence: Two roads diverged in a wood, and I— I
took the one less traveled by, And that has made all the difference. 
indice-revista2/3-2011_Índice APA 2/3 2011 10/14/11 6:47 AM Page XIII
1. INTRODUCCIÓN: SOBRE EL PLURALISMO, SUS LENGUAS Y ARGUMENTOS
Es una locura –conviene decirlo– lo que se puede
hacer con el lenguaje: no solamente decir lo mismo de
otro modo sino también decir otra cosa que lo que es.
Paul Ricoeur Sobre la Traducción,2004, pag. 56
1.1.El psicoanálisis ha influido notablemente sobre la cultura y la subjetividad
contemporánea ya que todas las producciones culturales han sido en cien
años conmovidas por sus descubrimientos. Pero como señala André Green
(2005) con precisión: “ la vocación universalista del psicoanálisis freudiano
no lo dispensa de prestar atención a lo que ocurre puertas adentro, antes de
lanzar un mensaje general que termine jaqueado por las diferencias culturales
registradas en el seno de la comunidad psicoanalítica” (pág.100). Esto quiere
decir que existe una comunidad y cultura psicoanalítica que entendemos como
las producciones diversas de los psicoanalistas de diversas regiones e ideolo-
gías, sus vínculos, sus costumbres y sus instituciones, gran parte de las cuales
devinieron en lo que se conoce como “movimiento psicoanalítico”. Hoy en
día es observable un cierto detrimento del poder transformador del psicoa-
nálisis y es sorprendente que cien años después se siga utilizando exhortati-
vamente la noción de movimiento, que en su inicio ya era criticada por uno
de sus fundadores. Así es que Ernest Jones (1954), en su famosa biografía de
Freud, refiriéndose al nacimiento de la Asociación Psicoanalítica Internacio-
nal, del cual participó, escribe: “En esos años [1910] se inició lo que se dio
en llamar el “movimiento psicoanalítico”, nombre este no muy feliz, pero em-
pleado a la vez por amigos y enemigos” (pág.79, la cursiva es nuestra). 
1 Versión ampliada del trabajo ganador del Premio Especial Creación de la IPA (1910-
2010) “Cien Años de Psicoanálisis: Subjetivación y Cultura” APA-Octubre 2010.
* errezeta@fibertel.com.ar / Argentina
** Agradecemos los aportes bibliográficos de Nicolás Zukerfeld y Gilda Zukerfeld. 
Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por
un pluralismo riguroso1
* Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld
Por otra parte, es conocido que el momento fundacional estuvo plagado
de rencillas entre los primeros grupos de psicoanalistas, como queda expre-
sado en la carta que Freud envía a Ferenczi el 10 de Agosto de 1910, después
del Congreso de Nuremberg de Marzo de 1910, que Jones transcribe:
Las relaciones personales entre la gente de Zurich son mas satisfac-
torias que la de aquí en Viena, donde se hace forzoso preguntarse a me-
nudo qué se ha hecho de la influencia ennoblecedora que el psicoanálisis
ejerce sobre sus partidarios Con el reichstag de Nüremberg se cierra la in-
fancia de nuestro movimiento; esa es mi impresión. Ahora tengo la es-
peranza de una juventud esplendorosa y feliz (pág. 82). 
Esta expectativa de juventud “esplendorosa y feliz” atravesó muchas vi-
cisitudes hasta instalarse en la cultura del siglo XX y en su madurez debe
enfrentarse con los desafíos del siglo XXI. Pero cual marca de nacimiento
de su propia constitución, la cultura psicoanalítica se desarrolló plena de
rupturas y fragmentaciones que en las últimas décadas fueron caracterizadas
como pluralismo. Su aspecto loable es la valoración de la diversidad, pero
el rasgo preocupante del llamado pluralismo es cuando deviene en una suerte
de racionalización benévola para aludir a una fragmentación abarcada por
una “causa” común y vehiculizada a través de un “movimiento”. Es intere-
sante saber que según la investigación histórica de Baños Orellana (2001),
Max Eitingon –quien presidió dieciocho años la Comisión Didáctica Inter-
nacional, fijando los standards a todas las asociaciones– no tenía suficiente
práctica clínica. Su importante influencia en el círculo alrededor de Freud
provenía de su actividad económica-administrativa y de su actitud reverencial
hacia el maestro, y no de sus aportes científicos. Pero a partir de aquí se des-
arrolla la “causa” que al tener un sesgo evangelizante en realidad favoreció las
rupturas y le hizo perder algo de su “influencia ennoblecedora” y poder re-
volucionario dentro de la cultura contemporánea. Esta es una situación que
ha evolucionado pese a los “libros negros” pero ha quedado un remanente
de fragmentación que tiene efectos negativos en el desarrollo de la cultura
psicoanalítica y en su poder transformador de la subjetividad contemporánea.
1.2.Y así es que surge la pregunta ¿es normal que la teoría y práctica analítica
se encuentre fragmentada en escuelas, grupos y subgrupos que tienden –
con cierto etnocentrismo – a considerarse a sí mismos el verdadero psico-
análisis? Si así fuera este trabajo intenta parafrasear en su título al del célebre
libro de Joyce McDougall (1982) Alegato por cierta anormalidad. Anormalidad
que titulamos “pluralismo riguroso” porque pensamos que los problemas
son tanto la normalidad “normopática” de la fragmentación como la inten-
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld258 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
ción de normalizar mesiánicamente la diversidad en la unidad del dogma.
Juan Pablo Jiménez (2004) también ha propuesto un alegato sobre la nece-
sidad de un pluralismo integrativo donde plantea que: “En psicoanálisis, más
que pluralismo – en realidad una descripción eufemística de la situación –
existe una mera pluralidad o, peor aún, una fragmentación teórica, pues ca-
recemos de una metodología que se aplique sistemáticamente a la confron-
tación de las diferentes teorías y posiciones” (pág. 665).
En realidad, una metodología que confronte teorías y posiciones sería
posible en la medida que la investigaciónsistemática (clínica y extraclínica)
se incorpore naturalmente a la revisión crítica de las teorías y prácticas psi-
coanalíticas. No es casual que en el libro publicado por IPA (2003) sobre la
problemática del pluralismo, la mayoría de sus artículos se ocupen de las
distintas controversias sobre el valor de la investigación en psicoanálisis. En
particular pensamos que la fragmentación teórica se vería mejorada a partir
de la investigación conceptual, definida por Úrsula Dreher (2003) como
“la investigación sistemática de los significados y usos de los conceptos psi-
coanalíticos, incluyendo sus cambios, en relación con los contextos clínicos
y extraclínicos” (pág. 110, la cursiva es de la autora, la traducción es nuestra). 
Pero también cierta tendencia a un dogmatismo que descalifica pensa-
mientos distintos y aplasta diferencias es parte de la “normalidad” del psi-
coanálisis actual y conspira contra lo que desarrollaremos en este trabajo
como “pluralismo riguroso”. Creemos que su construcción depende enton-
ces de poner a trabajar los conceptos teóricos, delimitar donde hay conver-
gencias y divergencias2 y luego desecharlos o legitimarlos en articulación
con la actividad clínica, los estudios empíricos y los datos interdisciplinarios. 
En verdad, la pluralidad de teorías y la variedad de recursos técnicos que
hoy en día se ponen en juego en la clínica psicoanalítica provocan una enorme
cantidad de problemas cuando deben comunicarse entre sí psicoanalistas de
distintas culturas, estilos de formación o corrientes de pensamiento. Así es
que se suele considerar ‘pluralismo’ a la convivencia más o menos pacífica
con escaso intercambio. Por otra parte, los nuevos desafíos psicopatológicos
y los desarrollos de otras disciplinas sobre problemáticas afines a las teorías
y clínica psicoanalítica implican un permanente atravesamiento interdisci-
plinario. De este modo se ha producido – después de Freud y sus contem-
poráneos – más que una pluralidad, una fragmentación del conocimiento
(Fonagy, 1999). En cierta forma es como si desde una “lengua materna freu-
diana” y algunos de sus “dialectos” iniciales (Vg. Abraham, Ferenczi) se hu-
| 259Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
2 El último Congreso Internacional de Psicoanálisis IPA (Chicago, 2009) tuvo justamente
como tema central las convergencias y divergencias en psicoanálisis.
biera producido una diáspora que resulta en la convivencia de distintas len-
guas (kleiniana, kohutiana, winnicottiana, lacaniana, etc.) y multitud de nue-
vos dialectos más o menos consolidados. Todas estas lenguas tienen sus tér-
minos teóricos, sus prácticas, sus autoafirmaciones como psicoanalíticas y
sus códigos terminológicos de pertenencia. Así es que resulta difícil deter-
minar en una discusión entre psicoanalistas cuándo se trata de diferencias en
la apreciación de hechos clínicos de cuándo lo que se debate son diferentes
interpretaciones teóricas de los mismos o lo que se pone en cuestión son sus
intervenciones derivadas. Inclusive se torna muchas veces muy dificultoso
establecer primero cuáles son los hechos, teorías e intervenciones para en un
segundo momento plantear los acuerdos y desacuerdos con las mismas. 
1.3. Estos problemas constituyen – a nuestro modo de ver – una cuestión
epistemológica que ha sido tratada por diversos autores que oscilan entre
actitudes amigables hacia la teoría y clínica psicoanalítica, pasando varios
de ellos a críticas estimulantes y llegando otros, en muchos casos, a críticas
descalificadoras que llegan hasta el rechazo absoluto3. 
No es nuestra intención describir esta historia sino intentar puntualizar
que en definitiva las dificultades y malos entendidos producidos en las discu-
siones intra e interdisciplinarias pueden provenir de la necesidad de diferenciar
qué se entiende por hecho, clínico o extraclínico (área empírica), qué se en-
tiende por teoría (área teórica) y qué se entiende por intervención (área tec-
nológica). Es sabido que aquí se ponen en juego los entrecruzamientos entre
el relato positivista, el relato hermenéutico y en la últimas décadas el llamado
paradigma de la complejidad. De todas maneras, y con la intención de plantear
un punto de partida, se puede pensar que existe cierto consenso en que los
hechos – es decir lo fáctico – constituyen el conjunto de datos de la realidad
accesibles a distintos dispositivos perceptuales y pasibles de ser descriptos o
inferidos con suficiente verosimilitud. Se trata de los observables empíricos
que mantienen su existencia independientemente del observador y que pueden
describirse, compararse y eventualmente generalizarse. Las teorías constitu-
yen, en términos generales, los conjuntos de nociones y conceptos que expli-
can, interpretan o construyen los hechos, creando generalmente modelos y
reglas de correspondencia para comprenderlos. Finalmente es comprensible
considerar que las intervenciones sean el conjunto de acciones destinadas a
producir algún efecto sobre los hechos. Se trata de las técnicas, es decir, lo
que incumbe a todos los procedimientos que derivan de las dos áreas anteriores
destinados a transformar o generar algo en una realidad determinada.
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld260 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
3 Ver por ejemplo el llamado Libro Negro del Psicoanálisis.
1.4. Por otra parte, es importante señalar que en la forma de expresar acuerdos
y desacuerdos, tanto en el citado mundo interno como en relación al mundo
externo al psicoanálisis, pueden utilizarse tanto argumentos que describan y
fundamenten la propia opinión, como otros donde predomine –a veces con
un particular estilo persuasivo– la calificación de la opinión del otro, gene-
rando niveles de discusión diferentes. Es conocido el papel que juegan aquí
las disputas narcisistas en el sostenimiento de identidades o en el manteni-
miento de cierto poder en detrimento de la producción de conocimiento. Es
entonces necesario puntualizar que –como escribe Ricardo Bernardi (2003)–
argumentar “ implica rechazar las certezas dogmáticas tanto como la incerti-
dumbre universal o el ‘cada cual con su verdad’” (pág. 252). Y es sabido –como
cita dicho autor– que existen argumentos con correspondencia con la expe-
riencia empírica o que se fundamentan en su coherencia interna o valor heu-
rístico, y otros que se sustentan solamente en la autoridad o prestigio.
En este sentido, al primer tipo de argumentación lo entendemos como
estipulativo ya que establece y fundamenta opiniones alternativas para ex-
presar acuerdo o desacuerdo, con el sustento que da el dato empírico y/o
la coherencia lógica. En cambio, categorizamos al segundo tipo de argu-
mentación como calificativo ya que la autoridad y el prestigio suele implicar
valoraciones y/o adjetivaciones que pueden llegar a ser ad hominem, tanto
para expresar acuerdo como desacuerdo con la opinión del otro. Cuando
se da este último caso con cierta intensidad o frecuencia, pensamos que en
una discusión se corre el riesgo de que el proceso argumentativo quede en
el Grado 0, donde, como escribe Bernardi4 (2003): “No hay controversia
real: no hay puntos de debate que interesen a ambas partes o existen premisas
que limitan el campo, quedando excluida a priori una de las posiciones (por
ejemplo, cuando se dice “eso no es psicoanálisis”). Ya en el Grado 1 “[…]
se parte de diversas posiciones todas ellas legítimas, […] pero este contacto
es impreciso debido a dificultades u oscuridades en la comunicación”. Es
recién en el Grado 2 “[…] donde los puntos en controversia están expuestos
con claridad y existen posiciones diferentes acerca de ellos, pero los des-
arrollos argumentativos no pueden llevarse hasta el final por razones de
orden práctico o porque se trata de cuestiones que resultan indecidibles por
el momento”. Finalmente el mayor grado del proceso argumentativo(Grado3) es aquel “[…] donde el discurso argumentativo avanza lo suficiente
para permitir una exploración adecuada de los fundamentos de cada posición
y para lograr un cierto consenso sobre el estado de la cuestión y sobre los
puntos de acuerdo y desacuerdo” (pág. 266).
| 261Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
4 Inspirado en la ideas de Toulmin.
El propósito general de este trabajo es entonces intentar dar respuestas
provisorias a las siguientes preguntas:
a) ¿Es posible lograr discusiones que generen avances en la cultura psi-
coanalítica teniendo en cuenta su enorme pluralidad? ¿Es la pluralidad exis-
tente una ventaja o un obstáculo para la comunicación interdisciplinaria?
Y, como pregunta Bernardi, (2007): “[...] ¿cuándo funciona el pluralismo como
factor de riesgo y cuándo de protección?” (tomado de www.aperturas.org)
b) ¿Cuáles podrían ser las competencias o capacidades que un analista
debería desarrollar en su formación y en su práctica para que los procesos
argumentativos se tornaran fértiles y el pluralismo fuera entonces riguroso? 
2. SOBRE HECHOS, TEORÍAS E INTERVENCIONES: UNA EXPERIENCIA SUGESTIVA
“Estoy convencido de mi opinión, pero se que 
el convencimiento subjetivo no es una demostración 
de peso acerca de la corrección de una opinión”
Ángel Garma. 
Carta Nº 8 a Otto Fenichel, Setiembre de 1941
2.1.En el contexto de seminarios sobre epistemología5 e investigación en psi-
coanálisis se les propuso a los 30 analistas participantes (veinte de ellos per-
tenecientes a instituciones de IPA) opinar y expresar sus acuerdos y desacuer-
dos con lo realizado por un analista en una primera entrevista con un paciente.
La reseña de esta entrevista – que era parte de una supervisión – incluía la opi-
nión del analista interviniente acerca de lo que él entendía que habían sido
los hechos significativos de la misma, su teorización o interpretación y la in-
tervención realizada. El material clínico, que constituyó el instrumento de
esta investigación, era el de un paciente con una conflictiva bastante habitual
(ver 2.1.1) y la consigna que se les planteó a los 30 analistas participantes fue
que expresaran si estaban o no de acuerdo con lo que el analista interviniente
denominaba ‘hecho’, ‘teoría’ e ‘intervención’, y que fundamentaran sus opi-
niones. El método utilizado de evaluación de las respuestas consistió en di-
ferenciar ocho posibilidades de opinión: estar de acuerdo con lo que el analista
denominaba hechos y en desacuerdo con sus teorías, estar en desacuerdo con
los hechos y de acuerdo con su teoría o interpretación, estar de acuerdo con
lo que denominaba hechos y teorías o estar en desacuerdo con ambos aspectos.
Además cada una de estas cuatro opiniones posibles se subdividió en relación
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld262 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
5 Clase de la Dra. Alicia Gianella en la Maestrría de Psicoanálisis APA-USAL
al acuerdo o desacuerdo con la intervención realizada. Por otra parte, para
categorizar los fundamentos y comentarios se los clasificó en argumentos es-
tipulativos y calificativos de acuerdo a los criterios planteados en 1.2.
2.1.1. RESEÑA DE LA PRIMERA ENTREVISTA DEL ANALISTA X CON EL SEÑOR Y
El analista X – en el marco de una supervisión – describe la primera entre-
vista con el Sr. Y de la siguiente manera:
“El Sr. Y me llega derivado por un colega quien me comenta que es una persona
que necesita analizarse porque –según dicho colega– no ha elaborado la separación
de su mujer. Se trata de un hombre de 55 años, ingeniero, quien parece estar en
una buena posición económica. Está vestido con un traje con corbata que le queda
algo holgado y apenas se sienta me dice. “vengo por recomendación pero – discúl-
peme – yo no creo mucho en los psicólogos”. Posteriormente, a medida que le voy
preguntando, me describe que está “muy cansado” y que le cuesta mucho levantarse
a la mañana para ir a trabajar a la empresa constructora. Relata que es el mayor
de tres hermanos y que todos trabajan en la empresa que fundó el padre, quien
falleció hace cinco años. Desde ese entonces él debe hacerse cargo de otras funciones
“y hace un tiempo se generaron problemas que no me dejan dormir”. Me describe
entonces episodios de insomnio con angustia que atribuye a las exigencias laborales.
En un momento de la entrevista le pregunto por su familia actual y los ojos se le
llenan de lágrimas: “Discúlpeme doctor, ¿o licenciado?, pero me cuesta hablar de
mi separación. Ella tuvo razón en dejarme porque la verdad, ¿quién puede estar
con alguien como yo?...”. Le pregunto cuándo se produjo la separación y a qué se
refiere con su comentario y entonces dice: “Nos divorciamos hace dos años: ella se
fue con su hijo de otro matrimonio. Decía que estaba cansada de alguien tan rígido.
Yo me quedé solo...pero estaba bien. Ahora no se que me pasa, no tengo hambre;
en realidad no tengo ganas de nada, a veces pienso que lo mejor sería morirse....”.
Me relata que su madre falleció cuando él tenía cinco años y su padre se volvió a
casar y que sus hermanos son hijos del segundo matrimonio de su padre: “Él no
tuvo mas ganas de vivir, no se cuidaba. Hizo bien, cuando uno no quiere vivir
¿por qué tiene que seguir?”. En ese momento sentí que había cambiado el tono
de su voz y su mirada, y le pregunté si tenía “pensamientos negativos”. Me res-
pondió: “¿usted quiere saber si yo me quiero suicidar? Hoy no sabía si venir aquí
o irme con el auto por la autopista...” . 
Le dije que lo veía muy deprimido, lo cité para una próxima entrevista y le sugerí
que sería bueno pensar en consultar también a un psiquiatra para ver si es ne-
cesario que tome una medicación antidepresiva”.
| 263Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
Interrogado el analista X acerca de cuáles considera que son los hechos (H)
de la entrevista, cuales sus teorías o interpretación de los mismos (T) y cuales
sus intervenciones (I), responde:
(H):”Se trata de un paciente con una depresión”
(T): “Pienso que, además de los duelos, debido al tono general, la anorexia
y el insomnio, puede haber algo biológico
(I) “Para hacer un análisis tiene que tomar un antidepresivo”
2.2.Los resultados mostraron en primer lugar que las opiniones de los ana-
listas participantes abarcaron las ocho posibilidades diferentes con distintas
prevalencias y se pudo constatar que casi el 30% estaba en desacuerdo con
todo lo declarado por el analista que realizó la entrevista y el 75 % estaba
en desacuerdo con su intervención. Por otra parte los argumentos utilizados
por los analistas en sus comentarios sobre esta última fueron en un 60 %
calificativos, 30% no hicieron comentarios y solo un 10% planteó argumen-
tos que consideramos estipulativos. Ejemplos de argumentos calificativos
fueron: “el analista se asustó”, “estuvo apresurado” o “reedita sus propias pérdidas”.
Ejemplos de argumentos estipulativos fueron: “pienso que los hechos signifi-
cativos son la anorexia y el insomnio”, “creo que la depresión es un diagnóstico teórico
y no un hecho”, y también “la muerte de la madre es el hecho principal”, “mandado
por otro es el hecho a tener en cuenta”.
Estos resultados sugieren en principio la existencia de una diversidad im-
portante de opiniones con un predominio del desacuerdo con el analista que
realizó la entrevista. Es interesante señalar que el caso clínico correspondía
a una situación bastante habitual en la práctica y estaba encuadrado en lo
que puede llamarse ‘problemática depresiva’ (Winograd, 2005). En este sen-
tido existe un contraste entre la variedad de argumentos de los psicoanalistas
frente a cierta tendencia a la unanimidad que se supone tendrían los psi-
quiatras, en especial en cuanto la intervención psicofarmacológica.
Por lo general sucede que, como es sabido, la aplicación técnica de un
conocimientoimplica una articulación entre el área empírica y el área teórica
(ver Figura 1). Pero las prácticas clínicas muestran cierto sesgo hacia el do-
minio de lo empírico en la psiquiatría “ateórica”6 y otro sesgo equivalente
hacia el dominio de lo teórico suele ser propio de la perspectiva psicoana-
lítica. Se desprende del simple esquema de la figura 1 que el progreso de
una disciplina implica que su tecnología o método de desarrollar acciones
sobre sus problemas siga el vector 1. 
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld264 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
6 Cuyo ejemplo paradigmático es la serie DSM.
Esto implica también una metodología de recolección de los hechos para
lo cual estos tienen que estar adecuadamente definidos. La fuente del pro-
blema, como señala Peter Fonagy (2003), “reside probablemente en cómo
recabamos nuestra información. Como ya sabemos, la palabra datos no es el
plural de anécdota” (tomado de www.aperturas.org). Por otra parte, el des-
arrollo de la noción de ‘evidencia’ problematiza aún más la intervención psi-
coanalítica en el campo de la salud mental. Esta noción se apoya fundamen-
talmente en la prueba empírica de modo que frente a ciertas manifestaciones
clínicas un psicoanalista puede aferrarse a sus convicciones7 frente a las evi-
dencias en contrario del modelo médico-psiquiátrico. En estas condiciones
las preguntas que caben son: ¿Puede haber discusión interdisciplinaria? ¿Es
razonable que en una discusión intradisciplinaria entre “lenguas psicoanalí-
ticas” queden claros los fundamentos del acuerdo y del desacuerdo? ¿Es po-
sible que dada una diversidad de pensamiento los argumentos utilizados en
la discusión provoquen un cambio en el pensamiento del otro?
Bernardi (2003) señala que : “[...] pluralismo es por tanto algo más
que la simple convivencia de distintas ideas en una misma institución. Im-
plica una interacción entre estas ideas (pág. 259)”. Pero ¿cómo se consigue
una interacción fecunda? ¿Cómo se resuelve el narcisismo de las peque-
ñas diferencias freudiano, si a veces no está claro si existen tales diferen-
cias o si éstas son inconmensurables?
| 265Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
7 Aquí vale la pena señalar la diferencia entre convicciones, es decir, creencias firmes pero
modificables, y certezas, que implican el problema del fundamentalismo. 
Fig. 1 Tendencias disciplinarias en salud mental
Área Empírica (Hechos)
1. Tendencia científica general 2. Sesgo psiquiátrico 3 Sesgo psicoanalítico
Área Tecnológica
Área Teórica (Interpretación
de los hechos)
Creemos – y este es un aspecto central de este trabajo – que son necesarias
metodologías conversacionales que apelen a la racionalidad como asimismo
cambios en las actitudes hacia el pensamiento del otro y hasta en rasgos per-
sonales.En el primer sentido es lícito esperar que de una conversación entre
analistas sobre un determinado tema, se cumpla mínimamente con el prin-
cipio cooperativo de Grice (1995). Este principio señala que en el intercam-
bio es importante cumplir con las máximas de cantidad de información (ni
más ni menos de la necesaria), de calidad (decir lo que se considera verda-
dero), relevancia (“ir al grano”) y modo (ser claro y con orden). Muchas
discusiones entre analistas son en realidad largos monólogos llamados “apor-
tes” que violan la regla de cantidad, de relación y de modo cuando practican
la asociación libre fuera de contexto. Inclusive pueden violar la de calidad
cuando se describe la clínica propia de acuerdo a las teorías oficiales sin con-
siderar lo que –desde Sandler (1983) – se conoce como teoría implícita.
Pero este trabajo se ocupa en particular del segundo sentido del problema,
es decir de cómo se valora al otro en tanto diferente de uno, con una lengua
o dialecto diferente y cómo puede adquirirse y desarrollarse la mejor compe-
tencia comunicativa. Pensamos que esto requiere un trabajo en la comprensión
del otro y su lengua, lo que demanda un proceso de aprendizaje y también un
esfuerzo en adquirir la capacidad plástica de modificar el propio pensamiento.
3. SOBRE LA COMPRENSIÓN DEL PENSAMIENTO DEL OTRO: RICOEUR, BABEL Y
LA TRADUCCIÓN
“Por eso la llamó Babel: porque allí embrolló
Yahvéh el lenguaje de todo el mundo”
Génesis 10,31-32. 
(En Ricoeur, P.,Sobre la traducción, pág.45)
3.1 Aslan (2006) escribe que “es relativamente fácil señalar los límites entre
la rigidez y la flexibilidad. Pero es más difícil señalar los límites entre la flexi-
bilidad y el desorden”.Y además agrega que “el pensamiento subyacente a la
idea del pluralismo psicoanalítico es que la verdad no es monolítica y que as-
pectos de ella pueden estar en otros esquemas referenciales”, pero que los pe-
ligros son el “Escila del babelismo” y el “Caribdis del dogmatismo cuasi-re-
ligioso” (pp.259-260) Este último monstruo es de fácil detección cuando utiliza
permanentemente argumentos y citas de autoridad, pero también se esconde
en la tarea imposible de unificar el lenguaje psicoanalítico en una suerte de es-
peranto de aspiración científica. Sin embargo, el “Escila del babelismo” cons-
tituye un problema más complejo: una cuestión es la diversidad de lenguas psi-
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld266 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
coanalíticas que intercambian y otra cuestión diferente es la incomprensión
entre las mismas con sus hablantes inmersos en sus sectas y sus propias con-
traseñas. De allí que Jiménez (2008), citando a Tuckett, comente la necesidad
de desarrollar nuevos enfoques y argumentaciones razonadas, pues si no la al-
ternativa es la Torre de Babel. Poland (2008), al estudiar los distintos problemas
del aprendizaje institucional, señala que existen fundamentalismos donde “la
vanidad supera a la curiosidad de una mente abierta” y que “tal vez el lenguaje
sea el mayor invento de la humanidad, pero es también el más diabólico”
(pág.727). Y citando a Boesky señala “la imposibilidad de encontrar una piedra
de Rosetta para nuestra Babel pluralista (pág. 729)”. Jiménez (2005) en su tra-
bajo sobre “búsqueda de integración” señala que el origen de esta Babel puede
ser triple: “1) se utilizan las mismas palabras para referirse a diferentes con-
ceptos; 2) a conceptos idénticos se le han dado nombres diferentes; y 3) existen
numerosos términos que pueden ser validados sólo en el contexto de un marco
teórico determinado” (tomado de www.aperturas.org).
Es interesante observar cómo lo que señala Jiménez para el psicoanálisis
es semejante a lo que describe Ricoeur para el lenguaje en general en el epí-
grafe inicial de este trabajo. Es claro entonces en los distintos autores la con-
notación negativa de la historia mítica de Babel. Pero en este trabajo creemos
que este mito podría tener, además, otro sentido.
3.2. Paul Ricoeur en su texto Sobre la Traducción se ocupa del “desafío y fe-
licidad de la traducción”, de “traducir lo intraducible” y de su tesis principal
sobre el paradigma de la traducción. Es aquí donde planteará al menos varias
cuestiones que entendemos útiles para el estudio del pluralismo en psicoa-
nálisis y las discusiones intra e interdisciplinarias. La primera de ellas es di-
ferenciar la traducción externa “en su sentido estricto de transferencia de
un mensaje verbal de una lengua a otra” de lo que en un sentido amplio es
una traducción interna como “sinónimo de interpretación de todo conjunto
significante dentro de la misma comunidad lingüística” (pág 31). 
En el primer caso Ricoeur plantea el trabajo del traductor como una tarea
de riesgo donde se sirve a dos amos, “al extranjero en su obra, al lector en su
deseo de apropiación” (pág.19) y donde se debe atravesar lo que Antoine Ber-
man (1981) llama “la prueba de lo ajeno”. No hay una traducción perfecta
porque no hay una lengua originaria o pura que sea “horizontemesiánico del
acto de traducir” (pág. 39). Hay, eso sí, un deseo de traducir y un trabajo que
Ricoeur compara con las descripciones freudianas del trabajo del duelo o del
recuerdo. La diversidad de las lenguas, lejos de ser un castigo como supone
el mito de Babel, está presente para que podamos atravesar la prueba y la ex-
periencia de lo extranjero. Ricoeur señala con claridad que la interpretación
tradicional del mito de Babel “[...] hace soñar hacia atrás, en dirección de una
| 267Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
presunta lengua paradisíaca perdida” (pág. 33). Plantea entonces que no se
trata de “una catástrofe lingüística infligida a los humanos por un dios celoso
de sus logros” (pág. 42). Y demuestra su hipótesis estudiando el texto bíblico
donde dice “Ea, pues bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que
no entienda cada cual el de su prójimo y desde aquel punto los desperdigó Yahvéh por
toda la faz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad” (pág. 45). Y Ricoeur entonces
señala: “Vemos que no hay ninguna recriminación, ningún lamento, ninguna
acusación [...] Es así como le gustaba decir a Benjamin. A partir de esta realidad
de la vida, ¡traduzcamos!” (pag.45). Y remarca: “La traducción es entonces
una tarea, no en el sentido de una obligación restrictiva, sino en el de lo que
hay que hacer para que la acción humana pueda simplemente continuar, como
afirma Hannah Arendt” (pag. 44). Se trata en realidad de un proyecto ético
desde el momento en que ya no es más natural tener la misma lengua, pues
ahora hay que convivir con la diversidad, con el otro diferente. Según Ricoeur
esto es similar al asesinato de Abel “que hace de la fraternidad un proyecto
ético y ya no un simple hecho de la naturaleza”. O sea, ya no es nunca más
natural que hablemos-pensemos como el otro ni que lo veamos como un her-
mano-igual. Traducir es un trabajo y un deseo inscripto en el reconocimiento
del otro como otro semejante y distinto.
Pero hay resistencias a la traducción sobre las que Antoine Berman (1981)
escribe: 
[...] toda cultura resiste la traducción, aún si tiene una necesidad esencial
de ésta. La meta de la traducción –abrir a nivel de lo escrito una cierta re-
lación con el Otro, fecundar lo Propio por la mediación de lo Extranjero–
golpea de frente la estructura etnocéntrica de toda cultura, o esta especie
de narcisismo que hace que toda cultura quiera ser un Todo puro y no mez-
clado” (pág 125, la cursiva nos pertenece, las mayúsculas son del autor).
¿Es posible que la cultura psicoanalítica pretenda ser “un Todo puro” y que
resista entonces tanto el valor de la diversidad en su seno como la fecundación
de otras disciplinas? Creemos que no y que además los intentos de hacerlo
serían contraproducentes. No existe una “lengua [freudiana] paradisíaca per-
dida” ni ninguna otra que se entronice como el “verdadero” psicoanálisis.
Existe – eso sí – una disciplina en movimiento con avances y retrocesos y la
metáfora de Babel podría aplicarse a la fragmentación que implica la compe-
tencia de los narcisismos, pero no a la diversidad comunicable, es decir a la
comprensión del otro. Por eso pensamos que la intención ética de comprender
al otro y hacerse comprender por el otro es un núcleo duro de toda disciplina
que se sustente sobre una mínima base racional. Y esto es viable porque, tal
como escribe Ricoeur, “siempre es posible decir lo mismo de otra manera”
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld268 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
que es lo que sucede “cuando reformulamos un argumento que no ha sido
comprendido” (pág. 52). Por otra parte, es necesario renunciar al ideal de la
traducción perfecta, aceptando la equivalencia sin adecuación, es decir, hacer
un duelo que a su vez “va de la mano de la felicidad de traducir”. Y es así que
se practica lo que dicho autor denomina “hospitalidad lingüística” que consiste
en “el placer de habitar la lengua del otro, compensado por el placer de recibir
en la propia casa la palabra del extranjero” (pág. 28). 
3.3. En el segundo caso – el de la traducción interna – Ricoeur la define
junto con Steiner bajo el lema “comprender es traducir”, eje conceptual de
su libro Después de Babel. Desde esta referencia Ricoeur plantea que “[...]
ninguna lengua universal puede lograr la reconstrucción de la diversidad in-
definible” (pág. 51). La diversidad existe al punto tal que en realidad “hay
algo extranjero en todo otro” y además con “otras definiciones, reformula-
mos, explicamos, buscamos decir lo mismo de otra manera” (pág. 53). Esto
implica un proceso de traducción intrínseco a la comunicación humana,
cuyo efecto es comprender el pensamiento del otro. De acuerdo a esta pers-
pectiva la lengua freudiana – con sus polisemias e idiosincrasia alemana –
sería una “lengua prebabélica” en tanto fundacional e idealizada. 
El estudio indispensable de la obra freudiana con todas sus diferentes lec-
turas y traducciones permitió comprender, por ejemplo, el mecanismo del
duelo y su relación y diferencias con lo que hoy la psiquiatría denomina de-
presión mayor. En la viñeta presentada en 2.1 se plantean distintas maneras
de comprender lo que relata el analista X sobre el señor Y. ¿Pueden dialogar
entre sí el analista A que considera que lo significativo de la entrevista es la
“muerte de la madre”, con el analista B que considera que el analista X “se
asustó”? ¿Podrían ambos dialogar con un psiquiatra que, evaluando síntomas
como anorexia e insomnio, probablemente indicaría psicofármacos?
Es posible – y necesario – que existan pensamientos diferentes pero que
puedan articularse, como cuando un traductor conecta entre sí a hablantes
de lenguas distintas. La clínica pone en evidencia, como señala André Green
(1975), “que no sabemos lo que ocurre en el interior del paciente como no
sea a través de lo que él nos comunica “[...] “pero podemos sortear nuestra
ignorancia de este espacio interno por la observación del efecto de la comu-
nicación en nosotros” (pág. 71). Y además que “no podemos pretender, es
verdad, que eso sea lo que ocurre en el paciente, sino sólo que lo que ocurre
en nosotros proporciona un homólogo, un análogo de aquello” (pág. 71). Y
agrega que “la comunicación del paciente – diferente de lo que él vive y siente
– se sitúa en el espacio transicional que se extiende entre él y nosotros” (pág
72). En este sentido la traducción funciona como un ‘tercero’ al modo de un
‘fenómeno transicional’, como ese campo intermedio que Winnicott describió
| 269Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
tanto para el juego como para la creación científica. La traducción, entonces,
deviene una puesta en relación que no toma partido: no hay un pensamiento
o lenguaje “madre” y una lengua “niño”, sino un campo de producción de
conocimiento sosteniendo la diferencia. Se trata de una tarea creativa que se
produce en un vínculo cuyos resultados los perciben ambas partes.
Sin embargo, para desarrollar esta comprensión –ahora entre diferentes ana-
listas – no basta con tener la información de las distintas ideas teóricas y técnicas
del [otro] analista o de la [otra] disciplina o corriente analítica. Se puede estar
muy informado – hasta en el nivel de erudición exegética – y no poder tradu-
cir-comprender-intercambiar con el otro. El trabajo de traducir se aprende, se
adquiere con cierto esfuerzo y con una intencionalidad de conocimiento y en
ello se puede ser más o menos fiel al pensamiento del otro. A veces la traduc-
ción-comprensión es errónea, simplificadora o reduccionista; a veces es impo-
sible traducir-comprender, imposibilidad que Ricoeur plantea con claridad.
Pero un pluralismo de riguroso intercambio, generado en ese espacio transi-
cional de comprensión del otro, necesita además de una actitud que se exprese
como un rasgo personal con algo de lúdico.Y este término alude aquí al valor
creativo que implica la discusión como juego intelectual en lugar del rígido mo-
delo bélico de ataque-defensa8. Y esta posibilidad – pensamos – es solo factible
si el pensamiento propio posee la suficiente plasticidad y es capaz de variar, es
decir, de cambiar de acuerdo a lo que se percibe del pensamiento del otro.
4. SOBRE LA PLASTICIDAD DEL PENSAMIENTO PROPIO: TODOROV, CORTÉS Y
LA IMPROVISACIÓN
Aquellos que no puedan comprender
morirán. Aquellos que comprendan vivirán
Libro Maya de Chilam Balam. 
(En Todorov,T, La conquista de América, pag.95)
4.1. Freud le escribe a Fliess el 1° de Febrero de 1900: “No soy en absoluto,
un hombre de ciencia, ni un observador, ni un experimentador, ni un pen-
sador. Por temperamento, no soy más que un conquistador, un aventurero,
si quieres traducir esta palabra, con toda la curiosidad, la osadía y la tenacidad
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld270 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
8 Condición habitual de las presentaciones de tesis en los ámbitos académicos. Es inte-
resante señalar que en una encuesta reciente de IPA sobre su funcionamiento al cumplir
su centenario, existen varias preguntas que aluden a que dicha institución se ocupe de
la defensa del psicoanálisis.
de este tipo de hombres” (En Gay,1988, pág.16). 
Y es importante señalar que el término en itálica corresponde al original,
que fue escrito en castellano, y que por tanto invita a pensar inequívocamente
en el conquistador español, en la conquista de América.
Tzvetan Todorov (1982) titula La Conquista de América. El problema del
otro, a un libro cuya finalidad es, según su autor:
“que no caiga en el olvido este relato, ni otros miles más del mismo tenor.
A la pregunta acerca de cómo comportarse frente al otro no encuentro más
manera de responder que contando una historia ejemplar: la del descubri-
miento y conquista de América. Al mismo tiempo, esta investigación ética
es una reflexión sobre los signos, la interpretación y la comunicación: pues
la semiótica no puede pensarse fuera de la relación con el otro” (pág. 14).
Y ese otro es aquí el indio y su figura estelar, Moctezuma, que tantos interro-
gantes ha generado a los historiadores: ¿Por qué triunfó Hernán Cortés con
sus centenares de hombres frente al imperio más poderoso de América y sus
cientos de miles de guerreros aztecas? ¿Qué sucedió en este choque de culturas
para que unos hombres ávidos de riquezas destruyeran a un pueblo entero
que poseía una organización y adelantos culturales extraordinarios? El pro-
blema es complejo y no debiera simplificarse, pero la tesis de Todorov cuya
fundamentación es exhaustiva consiste básicamente en señalar que: 
“de este choque entre un mundo ritual y un acontecimiento único resulta
la incapacidad de Moctezuma para producir mensajes apropiados y eficaces.
Los indios, maestros en el arte de la palabra ritual tienen por ello menos éxito
ante la necesidad de improvisar, y esa es precisamente la situación de la con-
quista. Su educación verbal [la del indio] favorece el paradigma en detri-
mento del sintagma, el código en detrimento del contexto, la conformidad
al orden en vez de la eficacia del instante, el pasado en vez del presente.
Ahora bien, la invasión española crea una situación radicalmente nueva,
enteramente inédita, una situación en la que el arte de la improvisación importa
más que el del ritual. Es bastante notable, en ese contexto, ver que Cortés
no solo practica constantemente el arte de la adaptación y de la improvisa-
ción, sino que también es consciente de ello, y lo reivindica como el principio
mismo de su conducta” (pág. 107, las cursivas nos pertenecen)
Cortés, el conquistador, es entonces un improvisador9, es decir alguien que
| 271Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
9 La improvisación tiene además aquí el sentido que posee en el jazz. PeeWee Rusell, un
eximio clarinetista de un conjunto de Louis Armstrong, cuando un estudiante de música
es capaz de cambiar de acuerdo a lo que comprende del mensaje del otro10.
De este modo se abre a lo nuevo y busca respuestas nuevas para hechos di-
ferentes. Como vemos, Todorov señala que Cortés es también consciente de
su propio estilo de pensamiento y acción, y cita el propio relato del español
cuando éste escribe “hay necesidad que a nuevos acontecimientos haya nue-
vos pareceres y consejos” (pág 107). Los aztecas, en cambio, viven en un rí-
gido determinismo donde el sentido final de un hecho está dado desde el
principio y los argumentos decisivos son de autoridad, no de experiencia. Es
así que Todorov señala que “los aztecas están convencidos que las profecías
se cumplen. El mundo se plantea de un modo sobredeterminado, todo es
previsible y todo está previsto” (pág. 80). La relación del indio es con el
mundo y toda su estructura ritual aspira a comprenderlo y a seguir sus de-
signios. Pero Cortés, el conquistador, es especialista en relaciones entre hu-
manos, y lo que le interesa es conocer al otro. Y tiene “la preocupación cons-
tante de la interpretación que darán los otros – los indios – a sus gestos”. Por
otra parte es notable que “lo primero que quiere Cortés no es poseer, sino
comprender; lo que le más le interesa son los signos, no sus referentes. Su
expedición comienza por una búsqueda de información, no de oro” (pág.121).
La diferencia con el otro estimula la curiosidad y la intención de compren-
derlo para lo que es necesario modificar la rigidez del pensamiento propio.
4.2. Al contrario, el caso de Colón, el colonizador, es distinto. A él no le im-
porta el valor intersubjetivo de la palabra porque el otro diferente es consi-
derado un inferior al que hay que evangelizar y dominar. Su rigidez etnocén-
trica se manifiesta por ejemplo cuando aprende la palabra “cacique”: trata de
buscar qué significa en la lengua española por fuera del sentido que tiene para
el indio. Es decir que no tiene en cuenta al otro, su lengua no posee la “hos-
pitalidad lingüística” de Ricoeur, simplemente busca imponerse. No hay en
este acto nada que se modifique en su pensamiento, no hay en él plasticidad
al igual que Moctezuma, a pesar de ser de culturas distintas.
De este modo es posible pensar la noción de “conquista” desde la pers-
pectiva semiótica de Todorov aludiendo a la existencia de una posibilidad
plástica de cambiar el pensamiento propio en función de una percepción
empática del otro. Implica tanto convencer como dejarse convencer para lo
le muestra la transcripción escrita de uno de sus solos improvisados dice: “Yo no toqué
eso. Además no sabría como tocarlo” (En Hentoff ,1982).
10 Gabbard y Ogden (2010) señalaron recientemente, en un trabajo sobre educación psi-
coanalítica, que hay que “atreverse a improvisar” porque la vitalidad del analista “puede
depender de la voluntad y habilidad para improvisar y [...] dejarse improvisar por lo in-
consciente de la relación analítica” (pág. 236).
que es imprescindible primero comprender/traducir la lengua/pensamiento
del otro. Este planteo es independiente de la intencionalidad, de modo que
es conveniente aclarar aquí que el sentido de comprender al otro y poseer
suficiente plasticidad puede tener las mas diversas intenciones: el dominio
de un pueblo, la seducción amorosa, la venta de un producto, la apuesta co-
rrecta en un partido de póker… o lograr una discusión científica entre ideas
diferentes para producir conocimiento para ambas partes. Como se com-
prenderá, lo último constituye el sentido principal de este trabajo. Pensamos
entonces que para que la pluralidad no sea mera fragmentación es necesaria
la articulación de dos dimensiones de la comunicación: la capacidad de tra-
ducir que, en el sentido de Ricoeur, significa comprensión, y el arte de la
improvisación que, en el sentido de Todorov, significa plasticidad. 
5. SOBRE LOS CAMINOSHACIA UN PLURALISMO RIGUROSO
Una vez que un hombre empieza a 
reconocerse en otro ya no puede considerar a
esa persona un extraño. Quiera o no, se ha
establecido un vínculo.
Paul Auster, La música del azar,1990, pág.62
Cuando uno toca con alguien que tiene algo
que decir, aunque los dos difieran mucho 
estilísticamente, hay algo que se mantiene 
constante. Y ese algo es la tensión de la 
experiencia [...] un sentido de elevación [...] 
que los hace feliz.
John Coltrane, (En Hentoff,N., 1982)
5.1. Eduardo Braier (2009) ha utilizado la noción metafórica de “camino”
señalando su abundante uso en la obra freudiana (caminos de la terapia
analítica, vía regia, caminos de las mociones pulsionales, etc.) citando la
idea de Maldavsky que esta noción constituiría una metáfora más cercana
a la aventura que a la rutina. En este sentido hemos señalado en 4.1 la des-
cripción de Freud de sí mismo como conquistador/aventurero. Es legítimo
pensar que en la historia del psicoanálisis hubo varios “aventureros” que,
probablemente identificados con Freud, abrieron y recorrieron distintos
caminos y de hecho generaron el pluralismo psicoanalítico. Pero éste se
transforma en un problema relevante a partir de la ya legendaria obra de
| 273Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
Wallerstein (1988, 1990) sobre la existencia de uno o muchos psicoanálisis
y sobre la existencia del common ground. En realidad la historia de las ins-
tituciones psicoanalíticas muestra en principio que el pluralismo fue un
logro importante para el desarrollo del psicoanálisis. Es conocida la ne-
cesidad histórica y fundacional de la instalación de una única lengua oficial
que definiera el territorio y la identidad del psicoanálisis. Pero sus efectos
administrativos y normatizadores en la formación y en la transmisión hi-
cieron que otras lenguas fueran marginales o proscriptas y que se demo-
raran ciertos desarrollos. Desde este punto de vista, lograr la aceptación
de la existencia de ideas diferentes convirtió al pluralismo en un vehículo
de la libre expresión sin temor a ser descalificado, generando un efecto
progresivo. Por otra parte, las particularidades y la expansión de la acti-
vidad clínica generaron la articulación de ideas de distintos autores – se-
leccionados por necesidad o gusto personal – para explicar e intervenir en
distintos problemas clínicos. Un ámbito pluralista favoreció dicha posi-
bilidad poniendo a trabajar distintas teorías como un componente natural
de muchas prácticas actuales. 
Sin embargo, existe un aspecto preocupante del llamado pluralismo que,
en definitiva, parece una suerte de racionalización benévola para aludir a la
fragmentación abarcada por una “causa” común y vehiculizada a través de
un “movimiento”. En este sentido Garza Guerrero (2002) señala que “nues-
tra disciplina psicoanalítica nace, evoluciona y, aún se inserta, en un entra-
mado congregacionista que mezcla y ata en forma inextricable prerrogativas
y funciones propias de movimientos y causas (Vg. cuasi-religiosas, ideoló-
gicas, societario-políticas), con prerrogativas y funciones propias de ciencias
y profesiones académicas” (tomado de www.aperturas.com).
5.2. La citada mezcla ha tenido efectos generacionales en la formación de
psicoanalistas. Es así que lo que se propone en este trabajo es el desarrollo
de un pluralismo al que no se puede renunciar, pero sobre el que es posible
construir cierta consistencia y rigurosidad de modo que el movimiento de-
venga en disciplina científica. En la medida que ya no sea necesario defender
una causa sino generar conocimiento sobre el sujeto humano y sus produc-
ciones, el pluralismo adquirirá otro sentido. Pensamos que desde esta pers-
pectiva no son necesarias convergencias artificiosas: no se trata de que todos
los caminos conduzcan a Roma. Hay diversos caminos que conducen a dis-
tintos aspectos de la teoría y la clínica psicoanalítica y rumbo a diferentes
articulaciones interdisciplinarias tanto con las disciplinas de la subjetividad
como con las neurociencias. Pero lo que pensamos que es crucial es que se
construyan senderos y puentes entre esos caminos que permitan ir y venir,
con el confort que brinda el vínculo y con la felicidad del traductor de Ri-
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld274 |
REVISTA DE PSICOANÁLISIS | LXVIII | N° 2/3 | 2011
coeur y del improvisador de Coltrane. Esta vincularidad permite definir al
pluralismo riguroso como:
a) La posibilidad de comprender el pensamiento del otro y flexibilizar o
modificar el propio (traducción y plasticidad)
b) La posibilidad de discutir dentro de un proceso argumentativo en grado
2 ó 3, lo que implica el predominio de argumentos estipulativos sobre
los calificativos. 
Es obvio que a veces son inevitables los argumentos calificativos como
parte del compromiso emocional en una discusión apasionada, pero es con-
veniente diferenciar la firmeza de los argumentos propios de la descalificación
de los argumentos del otro. Por otra parte, el predominio de argumentos ca-
lificativos también obstruye el proceso argumentativo cuando son excesiva-
mente elogiosos, práctica vincular muchas veces aplacatoria o hipócrita. A su
vez, la descalificación puede adoptar diversas formas como puede observarse
en el ejemplo que describe Bernardi (2003) en una presentación de Serge Le-
claire. Este analista francés interroga en forma directa a su audiencia en estos
términos, invitando a la controversia: “¿Se representan Uds. al cuerpo de otra
forma que la de un recipiente provisto de algunas aberturas? [...] Si yo les
planteo esta pregunta, es porque pienso que esta representación es ingenua
en demasía y que, sobre todo, ella no corresponde a los datos psicoanalíticos
de nuestra experiencia” (pág. 29, la negrita nos pertenece).
Bernardi plantea que el primer argumento de Leclaire es el de la inge-
nuidad de la otra posición, lo que puede aludir tanto a falta de sofisticación
como a insuficiente reflexión crítica sobre el tema. Por otra parte Leclaire
no brinda los datos de la experiencia aludida con lo que – a nuestro parecer
– la calificación tiende a obstruir la discusión pues el eje de la misma no es
confrontar dos argumentos de igual nivel, sino a caracterizar a uno de ellos
como inferior por su supuesta ingenuidad. En el mismo sentido – en el
marco de una supervisión – Green (1994) le señala a la analista que presenta
su material clínico11 el “[....] miedo que sintió cuando la paciente puso en
evidencia la estructura de su conflicto fundamental, porque le presentó un
Edipo grande como una montaña” (pág. 52, las cursivas nos pertenecen). Pen-
samos que independientemente del grado de verdad que pudiera tener esas
afirmaciones – al igual que las de Leclaire en otro contexto – se tornan
poco discutibles, no solo por la autoridad de quien las emite sino porque
al ser calificativas suelen generar defensa o sometimiento. En el ejemplo
| 275Sobre la cultura psicoanalítica: alegato por un pluralismo riguroso.
11 Caso Andrea presentado en la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.
que presentamos en 2.2. hay que recordar que el 60% de la argumentación
utilizada para expresar desacuerdo con la intervención del analista fue con
argumentos calificativos. No sabemos si frente al analista que ofreció su
material estos argumentos serían los mismos, es decir, que no podemos pre-
decir el grado de traducción y de plasticidad que se desarrollaría en una
discusión personal sobre la entrevista del señor Y. Suponemos que si pre-
dominaran los argumentos estipulativos el proceso argumentativo proba-
blemente evolucionaría a los grados 2 y 3. En la figura 2 puede observarse
una reseña de lo desarrollado en este trabajo. Consiste en presentar la de-
finición de pluralismo riguroso como la articulación de dos dimensiones,
traducción (T) y plasticidad (P), que implican un gradiente

Más contenidos de este tema