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Haciendas coloniales en el valle de Oaxaca - William B Taylor

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HACIENDAS COLONIALES 
EN EL VALLE DE OAXACA 
W i l l i a m B . T A Y L O R 
Universidad de Colorado. 
L A D O C U M E N T A C I Ó N sobre las haciendas coloniales en el valle 
de Oaxaca es por desgracia pobre en r e l a c i ó n al temario pro-
puesto en estas discusiones sobre la t i fundios latinoamerica-
nos. H e tratado de cubr i r el mayor terreno posible, pero el 
lector e n c o n t r a r á que las secciones m á s completas se refieren 
a las distintas formas de poses ión de la t ierra - c a r a c t e r í s t i c a s , 
desarrollo y d i s t r i b u c i ó n espac ia l - y los sistemas de trabajo. 
E l manejo de las haciendas es visto a t ravés de los l ibros de 
cuentas de una de las haciendas m á s valiosas del valle. M i 
estudio reciente, Landlord and Peasant in Colonial Oaxaca 
(Stanford Univers i ty Press, 1972), cubre los principales gru-
pos de terratenientes, las comunidades i n d í g e n a s y la noble-
za i n d í g e n a , así como la Iglesia y los e spaño le s laicos, pero 
n o t rata extensamente la o r g a n i z a c i ó n y el uso de los factores 
de p r o d u c c i ó n en las haciendas. 
E L E S C E N A R I O 
E l val le de Oaxaca, enclavado en las abruptas tierras altas 
de l sur de M é x i c o , es una ancha planicie p l u v i a l de aproxi -
madamente 700 k i l ó m e t r o s cuadrados de e x t e n s i ó n . Cadenas 
de m o n t a ñ a s d iv iden el val le en tres regiones que t ienen 
como centro la c iudad de Oaxaca (la Antequera co lon i a l ) . 
E l val le de Et la se extiende 20 k i l ó m e t r o s al noroeste, el va-
l le de T l a c o l u l a unos 29 k i l ó m e t r o s a l sureste, y el val le de 
Z i m a t l á n unos 42 k i l ó m e t r o s al sur. 
Cada una de las tres regiones es diferente en geograf ía y 
c l ima . Las elevaciones en el suelo del val le promedian los 
1 550 metros; van desde los 1 530 en el sur de O c o t l á n y 1 563 
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en la c iudad de Oaxaca, que es tá situada en el centro, hasta 
los 1 620 a l sureste de T l a c o l u l a y los 1 640 a l noroeste, en 
E t l a . L a l l u v i a va r í a considerablemente de una r e g i ó n a ot ra 
y de u n a ñ o a otro , a pesar de que el valle en general tiene 
u n r i t m o estacional de c l ima h ú m e d o en el p e r í o d o de ¿ol 
a l to (mayo a agosto), y c l ima seco en e\ p e r í o d o de sol bajo 
(noviembre a marzo ) . L a r e g i ó n del sureste, que tuvo u n 
p romed io anual de l l u v i a de 492 m m . en el p e r í o d o de 1940¬
1960, es la m á s seca. Como la mayor parte de l a l l u v i a se 
debe a los aguaceros eventuales, que caen sobre secciones pe-
q u e ñ a s , puede haber grandes variaciones aun dentro de una 
secc ión del valle. Los agricultores del val le no pueden con-
f i a r en que h a b r á una l l u v i a abundante, n i aun durante la 
temporada en que se espera. Diversas referencias coloniales 
nos hab lan de las sequ ía s pe r iód i ca s de la r e g i ó n , y t a m b i é n 
de sus inundaciones, conf i rmando así u n a h is tor ia de pre-
c i p i t a c i ó n e r r á t i c a . Las temperaturas se p romedian entre 19.3 
y 21.2 grados c e n t í g r a d o s y la ausencia de fuertes contrastes 
estacionales hace posible el cu l t ivo durante todo el a ñ o en 
el valle. Las heladas son poco frecuentes y en general se l i -
m i t a n a las regiones m á s altas. 1 E n resumen, el val le tiene u n 
c l i m a t rop ica l templado caliente y bastante seco con var ia 
ciones seccionales. 
- E l r í o Atoyac drena el valle y f luye hacia .el sur a tra-
vés de las regiones de Et la y Z i m a t l á n . E n algunas zonas, el 
r í o era una ventaja para la agr icu l tura co lonia l ; en otras 
representaba una fuerza destructora. E n la planic ie de Etla , 
donde el canal del r í o era profundo, no ex i s t í a pel igro de 
i n u n d a c i ó n . E t l a fue la r e g i ó n m á s product iva del valle du-
rante la é p o c a colonial . L a i r r i g a c i ó n extensiva p e r m i t í a a 
algunos pueblos gozar de dos o m á s cosechas a l a ñ o . U n a 
secc ión del Atoyac, cerca de Soledad y Nazareno Et la , esta-
ba lo suficientemente elevada para que se construyera ca-
1 La información específica de este párrafo está tomada de José L . 
LORENZO, "Aspectos físicos del Valle de Oaxaca", Revista Mexicana de 
Estudios Antropológicos, 16; 1960: pp. 49-64. 
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nales de la ar ter ia p r i n c i p a l , 2 y la gran cant idad de afluen-
tes t r ibutar ios que a l imentaban e l r í o en la r e g i ó n de E t la , 
p r o v e í a n fuentes adicionales de agua. Porque el r í o era me-
nos profundo en las á reas sur y central, éstas eran m á s v u l -
nerables a inundaciones. D a ñ o s por inundaciones a tierras 
de cul t ivo fueron reportados en Tlapacoya en 1581, en San 
A g u s t í n de las Juntas en 1648 y 1652, en San Jacinto A m i l -
pas en 1761 y en varias partes del brazo sur en 1789.3 E l r í o 
Salado, t r i bu t a r i o de l r í o Atoyac está seco durante l a mayor 
parte del a ñ o y es la fuente p r i n c i p a l de agua en el val le de 
T laco lu l a . Los arroyos r á p i d o s reviven durante la temporada 
de l luvias en las pendientes pronunciadas que c i rcundan el 
valle, pero hay algunas corrientes adecuadas para la i r r iga-
c i ó n durante los meses secos. E l p e q u e ñ o n ú m e r o de campos 
irr igados durante el p e r í o d o co lonia l se concentraba en T l a -
l ix tac , San Juan G u e l a v í a y San Juan T e i t i p a c . 4 
E l ancho del valle promedia entre seis y ocho k i l ó m e t r o s , 
siendo el brazo de E t l a el m á s angosto de los tres. Las grandes 
á reas planas y la l igera o n d u l a c i ó n del piso del valle, han i m -
pedido que l a e r o s i ó n del suelo se convierta en u n serio pro-
blema. T a n t o en los aluviones altos como en los bajos, las 
tablas de agua e s t á n cerca de la superficie, haciendo posible 
el fácil acceso a suficiente agua de pozo para el uso d o m é s -
tico y la i r r i g a c i ó n en p e q u e ñ a escala. Parte de la t ie r ra de 
cu l t ivo del valle era h ú m e d a por naturaleza debido a la pro-
x i m i d a d del agua. Estas tierras, conocidas como de hume-
dad, eran especialmente frecuentes en el brazo sur del val le . 
Los documentos coloniales las s e ñ a l a n en las ce r can í a s de Z i -
m a t l á n , O c o t l á n , Cu i l apan , Zaachila y San Pedro Ix t l ahuaca 
2 Archivo General de la Nación, México (en adelante A G N ) , Tie-
rras, 211, exp. 2, fol. 15r. 
3 Colección privada del Lic. Luis CASTAÑEDA GUZMÁN (en adelante 
C C G ) , San Juan Bautista, agosto 1648; AGN, Hospital de Jesús 119, Pa-
peles de exp. 2, fol. 14v; Gacetas de México, agosto 25, 1789. 
i Archivo Municipal de Tlacolula (en adelante AMT) doc. 2, 
1807; Francisco DEL PASO Y TRONCOSO, Papeles de Nueva España, Madrid, 
1939-42, 1. 4, p. 112. 
HACIENDAS C O L O N I A L E S E N O A X A C A 287 
en e l sur y Tlaeoehahuaya y T l a c o l u l a en el sureste. 5 E n al-
gunos casos las tierras bajas eran verdaderos pantanos. 
L a var iedad de cosechas de or igen na t ivo o europeo re-
f le ja la var iedad de nichos ecológicos en el val le y en gene-
r a l su a d e c u a c i ó n para la ag r i cu l t u r a .» Los productos nativos 
cosechados en el p e r í o d o co lonia l eran m a í z , maguey, f r i j o l , 
calabaza y varias clases de chile, tomate, nopales y cactos 
que c r í a n l a cochini l la , zapotes, nueces, camote, aguacate, 
hierbas y pasturas. Los productos europeos eran: variedades 
de t r igo blanco y amar i l lo , lenteja, c a ñ a de azúcar , v i d , le-
chuga, col, cebolla, ajo, r á b a n o s , manzanas, granadas, duraz-
nos, melones, higos, naranjas, l imones, toronjas y peras. 7 E l 
val le de E t l a se prestaba mejor para el cu l t i vo del t r igo, y 
p r o n t o en el p e r í o d o co lonia l abundaron a l l í los campos de 
t r i g o . 8 Se i n t e n t ó cu l t ivar el t r igo en otras partes del valle, 
pero con pocoéx i t o . E n el siglo x v i se l l egó a cul t ivar oca-
s ionalmente en la r e g i ó n de l sureste y en varias haciendas 
a l sur de Antequera , pero a pr incipos del siglo x v n , algunos 
documentos hab lan de Et la como la p r i n c i p a l fuente de t r igo, 
m u y superior a otras de Antequera y, en general, de todo el 
valle. 
L a i n t r o d u c c i ó n de ganado europeo en el valle en el si-
g lo x v i m o d i f i c ó el p a t r ó n t rad ic iona l de uso de la t ierra: mu-
chas á r ea s de pastos ociosas se conv i r t i e ron en pastizales para 
caballos, ovejas, cabras y puercos. E l ganado mayor (vacuno 
y caballar) se i n t r o d u j o en grandes cantidades durante la 
p r i m e r a m i t a d del siglo. Los d a ñ o s causados a las cosechas 
5 Paso y Troncoso, Papeles, v. 4, pp. 146, 190; AGN Hospital de 
Jesús 306, exp. 1, fol. 20v; Robert H. Barlow (ed), "Dos relaciones de 
Cuilapa", Tlalocan, I I , N° 1:26-27; Francisco Burgoa Geográfica descrip-
ción... de esta provincia de predicadores de Antequera..., México, 1934, 
v. 1: p. 395, v. 2: pp. 46, 116. 
« Jorge L . Tamayo, Geografía de Oaxaca, México, 1950; p. 91. 
7 José María Murguía y Galardi, "Extracto general que abraza la 
estadística... del estado de Oaxaca... 1827". Manuscrito sin publicar. 
University o£ Texas, passim. 
8 Ver la descripción del Obispo Zárate en Paso y Troncoso, Episto-
lario de Nueva España, v. 4, p. 141. 
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de los i n d í g e n a s por el ganado suelto de los e s p a ñ o l e s fueron 
tan extensos, que, en 1549, el v i r rey A n t o n i o de Mendoza 
p r o m u l g ó u n edicto p roh ib iendo la c r ía de vacuno y exigien-
do el empleo de guardias en los ranchos de ganado b o v i n o . 9 
E l edicto de Mendoza tuvo só lo u n impacto t ransi tor io; para 
1560, las grandes estancias de ganado mayor estaban ya en 
o p e r a c i ó n . 1 " Grandes concentraciones de ganado se encontra-
ban en e l val le de Z i m a t l á n desde finales del siglo x v i . T a m -
b i é n se criaba vacuno en el valle de T l a c o l u l a , aunque all í 
p redominaba el ganado menor (bovino y c a p r i n o ) . Ganado 
mayor y menor se encontraba en menor n ú m e r o en el valle 
de Et la . E n to ta l h a b í a algunas 260 000 cabezas de ganado 
en el va l le de 1826, algo menos de la cant idad que h a b í a 
a mediados del siglo x v m . A fines de ese siglo se experimen-
t ó una d i s m i n u c i ó n general en el n ú m e r o de cabezas en las 
propiedades e s p a ñ o l a s ; y la baja c o n t i n u ó probablemente du-
rante el p e r í o d o revolucionar io , d e s p u é s de 1 8 1 0 . « 
Deb ido al c l ima templado del valle, su ampl i a planicie 
a luv ia l , sus r íos de caudal permanente y u n a tabla alta de 
agua, la r e g i ó n p o d í a sostener una densa p o b l a c i ó n colonia l 
dependiente de la t ierra. Duran t e el p e r í o d o colonia l v i v í a n 
en el val le indios, e s p a ñ o l e s (peninsulares y criollos) y pe-
q u e ñ a s cantidades de negros, mestizos y mulatos. E n 1568 
la p o b l a c i ó n i n d í g e n a era de 150 000 aproximadamente y en 
su p u n t o m á s bajo, en 1630, h a b í a d i sminu ido q u i z á a 40 000 
o 50 000. L a p o b l a c i ó n e s p a ñ o l a se concentraba en Anteque-
ra ( p o b l a c i ó n de 2 500 en 1579 y 1646; 19 653 en 1777). A 
pesar de que es dif íci l determinar la p o b l a c i ó n to ta l del 
valle en u n determinado momento (especialmente en el si-
glo x v n , debido a las es tad ís t icas tan pobres) , la p o b l a c i ó n 
i n d í g e n a siempre r e p r e s e n t ó una considerable m a y o r í a . E n la 
p r imera m i t a d del siglo x v n , el valle q u i z á tuviera menos de 
50 000 habitantes, o sea menos de 71 habitantes por k i l ó m e -
9 AGN, Hospital de Jesús 432, exp. 5, fol. 1; Instrucciones que los 
virreyes dejaron a sus sucesores, México, 1867, p. 237. 
10 AGN, Hospital de Jesús 404, exp. 2. 
11 Murguía y Galardi, passim. 
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t r o cuadrado. Para 1740 el to ta l h a b í a ascendido a casi 70 000 
y para 1790 a 110 000. E n 1959 el valle t e n í a unos 290 000 
habitantes, o sea 414 por k i l ó m e t r o cuadrado. 1 2 
C A M P E S I N O S INDÍGENAS Y R A N C H E R O S E S P A Ñ O L E S 
L a a d q u i s i c i ó n de t ierra por los e spaño les en el valle de 
Oaxaca fue m í n i m a hasta 1570, cuando la p o b l a c i ó n de A n -
tequera ya h a b í a alcanzado los 3 000 habitantes. Esta tar-
danza se d e b i ó en parte a los esfuerzos de C o r t é s para prote-
ger el valle de los colonos e s p a ñ o l e s y en parte por el poco 
i n t e r é s en a d q u i r i r tierras que mostraron los e spaño les que 
p u d i e r o n penetrar los dominios del conquistador. Duran te 
los primeros 40 a ñ o s de la colonia los residentes e spaño le s de 
Antequera subsistieron casi exclusivamente del t r i bu to i n d í -
gena, salarios por nombramientos p ú b l i c o s y la agr icul tura 
y g a n a d e r í a en p e q u e ñ a escala. 
' L o s e spaño les del valle estaban poco interesados en el cul-
t i v o de la t ierra en el siglo x v i . P r e f e r í a n depender casi exclu-
sivamente de los indios como fuente para sus alimentos. E n 
diversas peticiones presentadas a l rey por el cabildo de A n -
tequera en 1532, se le suplicaba ordenar a los indios del dis-
t r i t o que vendieran alimentos a los e spaño les de la c iudad. 
E n 1538, el obispo L ó p e z de Z á r a t e se quejaba en nombre 
de la ciudad de que los nativos del valle no estaban cu l t i -
vando todas las tierras a su d i spos i c ión , y que como resulta-
d o ex i s t í a una escasez de t r igo y de m a í z . E n 1551 el cabi ldo 
nuevamente e x h o r t ó a la corona para que ordenara a los i n -
dios que produjeran t r igo, seda y otros productos para los 
e spaño l e s , arguyendo que de ot ra manera los i n d í g e n a s sólo 
c u l t i v a r í a n lo que necesitaban para el t r i b u t o real y se vol-
v e r í a n perezosos y pendencieros. 1 3 Esta dependencia e s p a ñ o l a 
de l trabajo de los indios se refleja a ú n m á s en las constan-
12 Tamayo, Oaxaca, pp. 13-31. 
13 Archivo General de Indias, Sevilla (en adelante, AGI) , Audien-
cia de México, 256 y 678. 
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tes peticiones de que se trajeran m á s indios a los pueblos que 
estaban bajo la j u r i s d i c c i ó n p o l í t i c a de Antequera y en una 
o rden en 1551 promulgada por el cabi ldo para que se cu l t i -
varan m á s tierras indias a f i n de cubr i r las necesidades de 
granos de la c i u d a d . " 
E n el siglo x v i los e s p a ñ o l e s u t i l i zaban tierras del valle 
p r inc ipa lmente para la c r ía de ganado. L a costumbre espa-
ñ o l a de movi l i za r al ganado entre la m o n t a ñ a y las tierras 
bajas, y el p r i n c i p i o de pastos comunes que p e r m i t í a que tie-
rras desocupadas se abrieran a todo ganado part icular , sig-
n i f i can que las propiedades se i b a n haciendo fluidas, sin 
l í m i t e s determinados. Con frecuencia los t í t u los de propiedad 
no se conf i rmaban por escrito sino hasta después de muchos 
a ñ o s . Por ejemplo, C r i s t ó b a l G i l , u n regidor de Antequera, 
y R o d r i g o Pacheco a l imentaban su ganado en dos estancias 
cerca de Tlacochahuaya desde 1523, pero estas propiedades no 
se legalizaron sino hasta 1538 por med io de mercedes del ca-
b i l d o de A n t e q u e r a . 1 » E l cabi ldo e s p a ñ o l hizo otras concesio-
nes de estancias de ganado entre los a ñ o s de 1530 y 1540, antes 
de que este poder se l i m i t a r a a l v i r rey. Sabemos cuando me-
nos de otras tres: una merced a B a r t o l o m é Sánchez en 1539 
para una estancia de ganado mayor cerca de San Juan Gue-
t a v í a y otras dos mercedes fechadas en 1541 y 15te.™ Éstas 
fueron d e s p u é s confirmadas por mercedes virreinales. 
Las propiedades de C o r t é s eran las principales posesiones 
e s p a ñ o l a s durante el siglo x v i . Lasdos propiedades del valle 
pertenecientes al marquesado antes de 1600 fueron adqu i r i -
das por medio de compra con consentimiento real. U n a gran 
prop iedad ganadera en la pun ta sur del val le compuesta por 
cinco estancias de ganado mayor y menor fueron or ig ina l -
mente compradas a l cacique de Tlapacoya en 1529. L a otra 
14 José Antonio Gay, Historia de Oaxaca, 3? ed., México, 1950; 
tomo I , Vol. 2: p. 497. 
15 Biblioteca del Estado de Oaxaca (en adelante BEO), Papeles de 
la Hacienda Buenavista, fol. 1. 
le AGN, Tierras 2386, exp. 1, primera numeración, fol. 20-22 y se-
gunda numeración, fols. lr-9r; BEO, Papeles de Buenavista, fol. 1. 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 291 
p rop iedad del marquesado cons is t ía en t ierra de l abor y u n 
m o l i n o en el brazo de E t l a en el si t io que hoy es Los M o l i n o s 
de Lazo. E l i n t e r é s en el manejo de las dos propiedades del 
val le fue mayor en los a ñ o s de 1540 a 1560 cuando Fernando 
C o r t é s y luego su h i j o M a r t í n fungieron como marqueses. 
Las estancias ganaderas abastecieron de carne a Antequera 
en ese t iempo, y fueron plantadas 4 500 moreras en la pro-
p iedad de Et la , con el f i n de desarrollar la indus t r i a de ja 
seda en el v a l l e . 1 7 U n menor i n t e r é s en las tierras del valle 
empieza a ser evidente en 1564 cuando M a r t í n C o r t é s renta 
u n a de las estancias. 1 8 Para 1572 las cinco estancias h a b í a n 
s ido alquiladas y estos arrendamientos con t inua ron hasta 
1630 cuando las propiedades quedaron en completo aban-
dono . 
A par t i r de la d o c u m e n t a c i ó n que tenemos sobre merce-
des, ventas y quejas de los indios, podemos ident i f icar 15 es-
tancias en el brazo sur y 12 en el sureste, en el siglo x v i . E n 
el sur, a d e m á s de las estancias del marquesado, h a b í a cuatro 
cerca de C u i l a p a n y X o x o c o t l á n , dos al este de San Pedro 
A p ó s t o l y cuatro a l nor te de Tlapacoya. E n el sureste h a b í a 
tres estancias cerca de Tlacochahuaya, una cerca de T l a l i x t a c , 
u n a al poniente de San Juan Te i t ipac , una al sur de T e o t i -
t l á n , dos cerca de M a c u i l x ó c h i t l , y cuatro al este de M i t l a . 
Para todas estas estancias, con e x c e p c i ó n de tres, las merce-
des datan de los a ñ o s 1564-1591. Contrastando con el sur y 
el sureste, la r e g i ó n de E t l a no tuvo muchas estancias espa-
ñ o l a s en el siglo x v i . Sólo se conocen tres mercedes, una cer-
ca de San A n d r é s Zaut la en 1549 y dos cerca de H u i t z o en 
1591 y 1593; y só lo la m á s ant igua p e r t e n e c í a a u n e s p a ñ o l . 
L a pos ic ión de E t l a como p r i n c i p a l abastecedora de t r igo , 
m a í z y legumbres, para Antequera , q u i z á l i b r ó a sus tierras 
de l ganado depredador. Solamente al l í los primeros virreyes 
alentaron la p rop iedad de t ierra de labor entre los e s p a ñ o l e s . 
Para impulsar l a c r e a c i ó n de una fuente e s p a ñ o l a de t r igo , el 
17 AGN, Hospital de Jesús 146, exp. 430, fol. 335-45 y 287; exp. 1, 
fol. 7v. 
18 AGN, Hospital de Jesús 404, exp. 2. 
292 W I L L I A M B. T A Y L O R 
vi r rey Mendoza hizo drenar pantanos y c o n c e d i ó las tierras 
a e s p a ñ o l e s . 1 9 Como u n aliciente m á s , a s ignó repart imientos 
de trabajo a todas las propiedades productoras de t r igo . Es-
tos intentos de promover la agr icu l tu ra e s p a ñ o l a sur t ieron 
poco efecto en el siglo x v i . Los e spaño le s usaban en ocasiones 
los repart imientos asignados a la p r o d u c c i ó n de t r igo en el 
brazo de Etla , para cuidar su ganado en otras partes en el cen-
t ro de Oaxaca. 2 0 
Los intentos del gobierno colonia l de equi l ib ra r las nece-
sidades de los campesinos i n d í g e n a s y de los rancheros espa-
ñoles , acentuados por las frecuentes quejas de los i n d í g e n a s 
debido a los d a ñ o s causados por el ganado españo l , cu lmina-
r o n en el establecimento de l í m i t e s b ien definidos de las pro-
piedades e s p a ñ o l a s en el valle ya para 1600. Para proteger las 
siembras de los i n d í g e n a s y evitar futuras discordias, el go-
bierno fi jó los l ími te s y en algunos casos ob l i gó a los due-
ñ o s de estancias a cercar parte de sus propiedades. Las estan-
cias ganaderas se conv i r t i e ron paulat inamente en terr i tor ios 
b ien definidos sobre los cuales los propietarios t e n í a n todos 
los derechos mientras man tuv ie ran en ellas u n cierto n ú m e r o 
de cabezas de ganado. U n def in ido p a t r ó n de d i s t r i b u c i ó n 
de la t ierra se comenzaba a formar. 
E L D E S A R R O L L O D E L A H A C I E N D A 
Varios acontecimentos importantes en las propiedades es-
p a ñ o l a s del valle de Oaxaca sucedieron en los primeros a ñ o s 
del siglo X V I I . Para 1630 h a b í a empezado a desarrollarse la 
hacienda, una prop iedad m á s compleja que la estancia; en 
1643 los registros coloniales para el valle consignan 41 pro-
piedades como "haciendas". 2 1 E l t é r m i n o "hacienda", que 
19 histrucciones que los virreyes, p. 239. 
20 Silvio Zavala y María Gástelo (eds.), Fuentes para la historia del 
trabajo en Nueva España, México, 1939-46, v. 2: p. 380. 
21 AGN, Tierras 2696, exp. 8, fol. 8 listas de 23 haciendas en la 
jurisdicción de Antequera y 5 en la jurisdicción de Tlacolula en 1643; 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 298 
quiere decir propiedad en t é r m i n o s genér i cos , a d q u i r i ó u n 
significado específ ico a fines del siglo x v i en H i s p a n o a m é r i c a . 
D e f i n í a una nueva u n i d a d e c o n ó m i c a dedicada a abastecer 
mercados locales tanto de productos animales como de granos. 
Este nuevo i n t e r é s por la agr icul tura c reó una mayor deman-
da de trabajadores permanentes y transitorios, con r e l a c i ó n a 
los requeridos por los ranchos ganaderos del siglo x v i . 
Los e s p a ñ o l e s con frecuencia l lenaban sus necesidades de 
m á s trabajadores por medio de u n sistema de trabajo forzo.o 
por deudas. Las haciendas generalmente se apoyaban m á s en 
el trabajo que en la i n v e r s i ó n de capital para mantener su 
e c o n o m í a . E l equipo necesario para operar tales propiedades 
con frecuencia se valuaba en menos de 200 pesos, mientras 
que el costo de la mano de obra a ú n con la m ó d i c a tarifa 
de dos reales por h o m b r e - d í a , a menudo sumaba 2 500 pesos 
anuales o m á s . U n imponente conjunto de edificos perma-
nentes caracteriza t a m b i é n a la hacienda. A l construir el cas-
co, el p ropie ta r io es tab lec ía su presencia permanente en la 
propiedad. É l mismo r e s i d í a al l í parte del a ñ o , por lo ge-
nera l durante las épocas de siembra y cosecha; el resto del 
a ñ o era representado por el m a y o r d o m o . 2 2 
Muchas de las propiedades del valle citadas como hacien-
das no eran inmensas propiedades rurales independientes eco-
n ó m i c a y adminis t ra t ivamente que pud ie ran proporcionarse 
subsistencia y materiales de c o n s t r u c c i ó n , o que administra-
r a n la jus t ic ia entre quienes v i v í a n dentro de sus l ími t e s . Las 
haciendas del val le var iaban considerablemente en t a m a ñ o . 
L a m a y o r í a de las 41 registradas para 1643 cons i s t í an de una 
estancia y unos pocos trozos de t ierra cul t ivable , seguramen-
te mucho m á s p e q u e ñ o s que el m í n i m o de 8 800 hec tá reas , 
propuesto por H e l e n Phipps. L a casa grande era con frecuen-
cia de modestas proporciones, y pocas propiedades p a r e c í a n 
autosuficientes o p o l í t i c a m e n t e independientes. Las carac ter ís -
AGN, Hospital de Jesús 380, cxp. 9, fol. 97r, lista 13 en la jurisdicción 
de Cuilapa para el mismo año. 
22 Manuel Romero de Terreros, Antiguas haciendas de México, Mé-
xico, 1956, passim. 
294 W I L L I A M B . T A Y L O R 
ticas que todas las haciendas del valle c o m p a r t í a n , y que las 
dis t inguen de otraspropiedades españo las , eran las activida-
des e c o n ó m i c a s a las que se dedicaban y los medios uti l izados 
para asegurarse trabajadores permanentes. Las haciendas del 
valle eran empresas mixtas, agr íco las y ganaderas, que depen-
d í a n del peonaje para asegurar a sus trabajadores perma-
nentes. 2 3 
Los tres mapas al f i na l del ensayo muestran las diversas 
propiedades en el valle que pueden ser localizadas. A d e m á s , 
diversos documentos coloniales permi ten localizar otras 14 
propiedades s e g ú n la j u r i s d i c c i ó n donde se encuentran: cin-
co labores y u n rancho en la j u r i s d i c c i ó n de T l a l i x t a c ; tres 
ranchos en Z i m a t l á n ; u n rancho, una huer ta y una hacienda 
en Antequera ; una labor en Jalatlaco; y u n rancho en Santa 
A n a Zegache. Las haciendas estaban m u y concentradas en 
la sección sur del valle, donde han sido identificadas por su 
nombre T r e i n t a y nueve. Casi todas e x i s t í a n t o d a v í a en 1810, 
aunque algunas, inc luyendo a San Jacinto, Los Naranjos, y 
E l H i j o , fueron absorbidas por otras haciendas antes de este 
t iempo. Las haciendas en la r e g i ó n or ienta l , 15 en n ú m e r o , 
eran por lo general de mayor t a m a ñ o que las del sur; pocas 
23 Esta descripción funcional de la "hacienda", sin el acostumbrado 
énfasis en el tamaño de la propiedad o una gran población "cautiva" 
de peones por deuda, sale de un examen de la nomenclatura usada 
para las propiedades rurales en Oaxaca durante el período colonial. Lo 
que distinguía a "haciendas" de otras clases de propiedades rurales era 
su especial conjunto de actividades económicas. Haciendas en términos 
coloniales eran propiedades rurales de una base mixta, agrícola y ga-
nadera (los edificios permanentes, el peonaje por deudas con frecuen-
cia en pequeña escala y un cierto grado de independencia administra-
tiva, fueron características distintivas sólo hasta después de 1660 en el 
sur de México, cuando el término "hacienda", era ya de uso general) . 
Las propiedades que no reunieran estas condiciones económicas se lla-
maban ranchos, estancias, labores, etc. El peonaje por deuda es por lo 
general considerado como la característica crucial de "haciendas". Re-
cientemente, Eric Wolf ha llevado este enfoque a su lógico extremo: 
"Para hacer uso del trabajo de los indios, los españoles introdujeron un 
sistema de grandes propiedades, las haciendas." Peasant Wars en the 
Twentieth Century, New York: 1969, p. 3. 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 295 
co l i ndaban u n a con la otra. Et la , e l brazo m á s corto de l va-
l l e , t e n í a 13 haciendas y u n buen n ú m e r o de labores. 
Las haciendas del valle a fines del siglo x v n i generalmente 
i n c l u í a n dos o tres sitios de ganado y alrededor de cinco 
c a b a l l e r í a s de t ierra de labor (aproximadamente 1 000 h a ) . 
Las haciendas en el sur del valle, cuyo t a m a ñ o conocemos, 
i n c l u y e n a San Nico lá s Obispo, dos estancias y dos labores 
(1 600 h a . ) ; San Nico lá s T o l e n t i n o , dos estancias y 6 i / 2 ca-
b a l l e r í a s (1 600 h a . ) ; y San Javier, una es tancia 'y nueve 
c a b a l l e r í a s (1 160 h a . ) . E n el oriente. Santo D o m i n g o Bue-
navis ta t e n í a tres estancias (2 400 ha.) y Los Negritos, cuatro 
estancias y 11/2 c aba l l e r í a s (3 200 h a . ) . Las propiedades es-
p a ñ o l a s eran por lo general m á s p e q u e ñ a s en el brazo de 
E t l a , pero c o m p r e n d í a n proporc iona lmente m á s t ier ra de 
c u l t i v o . L a Hacienda Guadalupe, por ejemplo, pose ía una 
estancia de ganado menor y cuando menos diez caba l l e r í a s 
de t ie r ra cu l t ivable (1 200 h a . ) ; Jalapella pose í a dos estan-
cias, tres c a b a l l e r í a s y dos mo l inos de t r igo (1 720 h a . ) ; y 
San J o s é t e n í a una estancia y alrededor de cinco caba l l e r í a s 
de t ie r ra de labor a lqui lada (1 000 h a . ) . Las haciendas m á s 
grandes se encontraban en la p o r c i ó n sur del valle de Zima-
t l á n y en el val le de T l a c o l u l a : San J o s é (Progreso) y V a l -
deflores, cada una c o m p r e n d í a siete estancias de ganado ma-
yor y menor y dos labores (8 000 a 12 000 h a . ) ; X a a g á , siete 
estancias; y San Bar to lo , seis estancias y dos labores. 
E l va lo r de las estancias no era determinado sólo por el 
t a m a ñ o . Algunas propiedades m á s p e q u e ñ a s en los brazos 
de E t l a y Z i m a t l á n eran de las m á s valiosas; Guadalupe, 
24 385 pesos (1797); Soledad, 30 000 pesos (1757); S a n t í s i m a 
T r i n i d a d , 30 500 pesos (1793) ; Santa Cruz, 33 799 pesos 
(1729) ; y San Juan Bautista-San Jacinto-San Bar to lo y Los 
Naranjos, a l oriente, valuadas en 60 000 pesos (1745). Por 
el contrar io , San Bar to lo y los Negri tos, a l oriente, fueron 
valuadas en 7 990 pesos (1745) y 12 000 pesos (1712), res-
pectivamente. Los factores m á s importantes en la determina-
c i ó n del va lor de una hacienda eran l a cant idad de ganado 
que pose í a y la cant idad de d inero adelantado a los peones 
residentes. 
GUÍA D E L MAPA 1 
Z l . E l Vergel 
Z2. San José 
Z3. Guelavichigana 
Z4. Guegonivalle (rancho) 
Z5. L a Chilayta (rancho) 
Z6. Santa Rosa 
Z7. Buenavista 
Z8. Valdeflores 
Z9. Maia 
Z10. San Nicolás Gasé 
Z l ! . San Isidro 
Z12. Ortega 
Z13. Xuchitepec 
Z14. E l Colector 
Z15. Ortega 
Z16. Mantecón 
Z17.-Los Reyes 
118. San Nicolás Obispo (No-
riega) 
119. Tlanechico 
120. Estancia Ramírez de Agui-
lar 
121. Carrizal 
122. Zabaleta 
123. Díaz 
124. Espina 
125. Aguayo 
126. Santa Cruz 
127. San Juan 
128. San Isidro 
129. Jesús Nazareno 
130. San Javier 
131. San Joseph 
132. Ramírez de Aguilar 
133. Zauze 
134. Labor de Benito Merino 
135. L a Quinta 
136. Candiana 
137. Cinco Señores 
138. Guadalupe 
139. Palma 
140. San Luis 
141. San Luis 
T42. Aranjuez 
T43. L a Asunción 
T44. Los Negritos (Santa Rosa 
Buenavista) 
T45. San Antonio Buenavista 
T46. San José Guelaviate (ran-
cho) 
T47. Santo Domingo Buenavista 
T48. Alférez 
T49. Tanibé 
T50. Xaagá 
151. Garrión 
152. Arrasóla 
153. San Blas 
E54. San Cristóbal 
E55. Jalapilla 
156. Várela 
157. Escovar 
E58. Cantón 
159. Montoya 
160. Panzacola 
E61. Santísima Trinidad 
E62. Blanca (San Nicolás?) 
E63. Guadalupe 
E64. Molinos de Lazo 
E65. Alemán (Santa Cruz) 
E66. San Isidro 
E67. San Isidro 
Mapa 1 
PROPIEDADES SECULARES ESPAÑOLAS E N E L SIGLO XVDI 
298 W I L L I A M B. T A Y L O R 
C o n pocas excepciones, las grandes haciendas d e p e n d í a n 
más del ganado que las p e q u e ñ a s . 
E l casco era la ca rac te r í s t i ca que d i s t i n g u í a a las grandes 
haciendas del valle de las p e q u e ñ a s . L a Hacienda Guadalupe 
en el brazo de Et la t e n í a u n conjunto de edificos impresio-
nante: una casa p r inc ipa l , una capil la, u n establo, y una tro-
j e . 2 4 L a casa p r i n c i p a l cons is t ía de ve s t í bu lo , cochera, pat io, 
sala p r inc ipa l , cuatro dormi tor ios , u n oratorio, cocina, otros 
tres cuartos y dos miradores. E l casco representaba una de 
las pocas muestras de i n v e r s i ó n mayor de capital de las gran-
des propiedades. Es signif icat ivo que fuera una i n v e r s i ó n no 
d i s e ñ a d a para aumentar la p roduc t iv idad . Las propiedades 
grandes y las p e q u e ñ a s c o m p a r t í a n la misma t e c n o l o g í a agr í -
cola rud imen ta r i a . Los inventarios de varias haciendas de los 
siglos x v n y X V I I I i nd i can que la variedad de herramientas y 
las provisiones era l i m i t a d a en todas las propiedades. Las 
propiedades grandes p o d r í a n tener mayor cant idad de herra-
mientas, pero aun así, el equipo representaba u n a m u y pe-
q u e ñ a parte de su valor . L a Hacienda Guadalupe que va l í a 
24 385 pesos en 1797, t e n í a só lo 1 435 pesos inver t idos en 
equipo agr íco la , animales de trabajo, y materiales de cons-
t r u c c i ó n . 2 5 E l equipo bás i co de la hacienda era és te :36 azadones 49 herrajes de arados 
31 hoces 6 monturas 
1 candado grande 1 hierro de marcar 
37 arados 2 barrenos 
varias pinzas de hierro 31 hachas 
1 molde de hierro para ladrillos 2 cinceles 
12 cubetas de cuero 1 martillo 
2 sierras de mano 1 medida de cuartilla 
7 rejas de arado 1 medida de 1 almud 
2 carretas 11 cadenas 
5 lazos 1 
i 
yunque 
11 horquillas 2 barretas 
11 ejes de carreta 
24 AGN, Hospital de Jesús 330, exp. 
25 Ibid., fols. 22r-23r. 
1, fol. 7r (1969) . 
HACIENDAS C O L O N I A L E S E N O A X A C A 299 
U n a l ista compuesta de otros edificios y equipo encon t r i -
d o en las haciendas del valle es t a m b i é n bastante l i m i t a d a 
e n cuanto a variedad: 
prensa y moldes de queso 
azadones de albafiil 
mesas de carpintero 
petates 
canastas de mimbre 
cencerros 
cañerías 
carretillas 
cedazos 
cucharas y cacerolas de cobre 
machetes 
puntas de hierro 
jarros 
cobijas de caballo 
metates 
carruajes 
arreos 
norias 
jagüeyes 
ladrilleras 
barriles 
postes 
cepillos 
cinchos de cuero 
chozas para sirvientes y esclavos 
gallineros 
monturas 
E l m a í z y el t r igo eran los principales productos cose-
chados en las haciendas. E l m a í z era el m á s impor tan te en 
todas partes con e x c e p c i ó n del nor te ; sin embargo, casi todas 
las haciendas in ten ta ron cu l t ivar el t r igo a pesar de los pocos 
red imientos y la baja cal idad con que se daba fuera del brazo 
de Et la . L a Hacienda San Nico l á s , por ejemplo, cosechó 1 000 
fanegas de ma íz , 25 fanegas de t r igo , y 5 fanegas de f r i j o l 
en 1782. 2 6 A d e m á s de estos productos bás icos , las haciendas 
de l val le por l o general exper imentaban con p e q u e ñ a s parce-
las de otros productos. Por ejemplo, la c a ñ a de azúcar , que 
aparece en ocasiones en los inventarios. E n todas las partes 
d e l val le h u b o haciendas que h i c i e ron intentos alguna vez de 
c u l t i v a r c a ñ a de azúca r duran te el p e r í o d o colonial . E n 1643, 
los propietar ios de tierras en el val le de T l a c o l u l a culpaban 
de su pobreza al hecho de que la cosecha de c a ñ a fracasaba 
a l l í . 2 7 Sin embargo, ya en 1555 la c a ñ a se cul t ivaba en la Ha-
26 CCG, Papeles sueltos, Feb. 18, 1782. 
27 AGN, Tierras 2696, exp. 8, fol. 7v; CCG, Papeles de San Bartolo, 
p. 94. 
300 W I L L I A M 15. T A Y L O R 
ciencia San Bartolo , en las m o n t a ñ a s al oriente del valle. E n 
1697 San Bar to lo t e n í a seis trozos de t ie r ra sembrados de 
c a ñ a , a pesar del peligro que representaban las heladas que 
ya h a b í a n arruinado cosechas enteras tres a ñ o s antes. Burgoa 
menciona la c a ñ a en el brazo de E t l a y u n b i en equipado 
trapiche que operaba cerca de H u i t z o en el siglo x v m . Como 
otros ingenios azucareros, éste se inc l inaba m á s a la i n v e r s i ó n 
de capi ta l que las haciendas. E n este p e q u e ñ o ingenio se hizo 
u n desembolso de casi 15 000 pesos para esclavos, vasijas de 
cobre, otros implementos agr íco las y mate r ia l de construc-
c i ó n . 2 8 
L a t ie r ra se u t i l izaba pr inc ipa lmente para c r í a de ganado 
en las haciendas del valle. Algunas de éstas eran resultado 
de la e v o l u c i ó n de antiguas mercedes del siglo x v i , como 
las de San José (una merced de sitio de ganado en 1563), 
X a a g á (una merced de ganado vacuno y caballar en 1564 y 
mercedes para ganado ovino y caprino en 1571 y 1583), San 
Bar to lo (mercedes de 1591 y 1596), Santo D o m i n g o Buena-
vista (merced de 1583) y San J o a q u í n (merced de 1561) 
Dichas haciendas por lo general con t inua ron con la c r ía de 
ganado de l t i p o especificado en las mercedes originales du-
rante el p e r í o d o colonial , aunque h u b o algunos cambios: 
X a a g á p a s ó del ganado vacuno y caballar al caprino a fines 
d e l p e r í o d o colonial ; San Bar to lo , del vacuno y caballar al 
bov ino y capr ino entre los a ñ o s de 1652 y 1697 y luego retor-
n ó a la c r í a de vacuno y caballar para 1723; y Guadalupe, 
de b o v i n o y caprino al vacuno en las ú l t i m a s dos décadas del 
p e r í o d o colonia l . A m i t a d del siglo x v m los inventarios de 
las haciendas que hablan del ganado, i nd i can que la c r í a es-
taba m á s desarrollada en los brazos de Z i m a t l á n y T l a c o l u l a 
que en E t l a y que el vacuno y caballar eran m á s numerosos 
al sur de Antequera . 
A d e m á s d e f u s o directo de su t ierra, los hacendados tam-
b i é n a lqu i l aban parcelas de t ierra de cu l t i vo a indios o mes-
as AG-N, Tierras 213, exp. 1, fols. 2r-12r. 
29 CCG, Papeles de San José; CCG, Papeles de San Bartolo; BEO, 
Papeles de Buenavista, fol. 1; AN 1707, fol. 253r. 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 301 
tizos, quienes a cambio entregaban a los e spaño les m á s de 
l a m i t a d de sus cosechas. Arrendatar ios como éstos, que no 
estaban ligados a la hacienda por deudas, t rabajaron diversas 
secciones de las haciendas T a n c h é , Valdeflores, San Is idro 
( Z i m a t l á n ) , G u e n d u l a i n y L a Soritana, en alguna é p o c a del 
p e r í o d o c o l o n i a l . 3 0 Los hacendados t a m b i é n rentaban seccio-
nes ociosas de sus propiedades. E l mayorazgo de Guendu la in , 
p o r ejemplo, en 1743 rentaba u n rancho pegado a su hacien-
da a D o m i n g o de Zamora y una sección de t ierra de pasto-
reo, en 1734, a los betlemitas que h a b í a n adqu i r ido reciente-
mente la hacienda cercana de Santo Domingo Buenavista. : ! 1 
Como se ha visto, algunas haciendas tuv ie ron su or igen 
en mercedes concedidas a estancias, pero como las cosechas 
eran parte esencial de la e c o n o m í a de las haciendas, las es-
tancias que no t e n í a n o no p o d í a n a d q u i r i r t ierra de cu l t ivo , 
permanecieron siendo ranchos a t ravés del p e r í o d o colonia l . 
Por el contrar io, algunas haciendas crecieron a par t i r de la 
c o n c e n t r a c i ó n de p e q u e ñ o s trozos de t ierra cul t ivable. V a l -
deflores, Mol inos de Lazo y Montoya , por ejemplo, empeza-
r o n como parcelas obtenidas durante el siglo x v i de las co-
munidades i n d í g e n a s , las cuales t e n í a n u n verdadero mono-
p o l i o de tierras de cu l t ivo en el valle en aquel t i e m p o . 3 2 E l 
desarrollo de la hacienda como una empresa combinada, 
a g r í c o l a y ganadera, se fac i l i tó m u c h o por el descenso drás -
t ico que suf r ió la p o b l a c i ó n i n d í g e n a a fines del siglo x v i y 
pr inc ipos del x v n . E n par t icular , las tierras de cacicazgo que 
trabajaban los terrasgueros eran en ocasiones totalmente aban-
donadas después de una epidemia. 
E n el siglo x v n , g ran cant idad de t ierra e s p a ñ o l a estaba 
concentrada en manos de unas pocas familias. (Varias ha-
ciendas no alcanzaron su m á x i m o t a m a ñ o sino hasta después , 
30 AGN, Tierras, 495 primera parte, exp. 1, fol. 104; AGN, Hospital 
de Jesús 50, exp. 3, sec. 9; AN 1767, fol. 56r; AGN, Tierras 2922, exp. 1; 
AN 1808, fol. 152r. 
31 AN 1734, fol. 247r; AN 1743, fol. 356v. 
32 AGN, Hospital de Jesús 102, exp. 24; CCG, Papeles de Molinos 
de Lazo, libro 1, cuaderno 1; AGN, Hospital de Jesús 85, exp. 2. 
302 W I I J . I A M B. T A Y L O R 
cerca del f i na l del p e r í o d o colonia l , pero en ese t iempo una 
sola persona o fami l i a pocas veces pose ía m á s de una propie-
dad rura l . ) Algunas familas, como los Guendu la in , los R a m í -
rez de A g u i l a r y los B o h ó r q u e z , consolidaban sus haciendas 
m á s grandes en una sola propiedad. En t re las familas cuyos 
nombres aparecen con regular idad en los registros del siglo 
x v i i , los Espina era la m á s sobresaliente. Sus propiedades 
i n c l u í a n la Hacienda San Bar to lo en las m o n t a ñ a s a l oriente 
de l valle, tres ranchos que c o m p o n í a n la Hacienda X a a g á 
cerca de M i t l a , dos labores cerca de Cui lapa y u n ingenio de 
80 ha. que estaba pegado a Magdalena O c o t l á n . Los Espina 
t a mb i é n adqu i r i e ron prestigio por medio de matr imonios . Pe-
d r o de Espina, qu ien a d q u i r i ó l a p r imera propiedad de la 
f ami l i a en 1590, se casó con la h i j a de una prominente fa-
m i l i a del valle, los Pacheco (para 1644, Francisco, Pedro y 
J o s é Pacheco p o s e í a n cada uno alguna hacienda dentro de la 
j u r i s d i c c i ó n de A n t e q u e r a ) ; y su h i j o se casó con la h i j a de 
u n m i e m b r o de la Orden de Santiago. Sin embargo, las pro-
piedades rurales tan dispersas poco a poco se les fueron de 
las manos. Las dos labores cerca de C u i l a p a n pasaron al con-
vento carmeli ta en Antequera a pr inc ip ios del siglo x v m . San 
Ba r to lo fue vendida por los albaceas de Gaspar de Espina 
antes de 1693 y las estancias de X a a g á fueron vendidas en 
1728. 3 3 L a suerte de las propiedades de los Espina fue com-
pa r t ida por muchas de las haciendas de particulares en el 
siglo x v m . ' C o m o muestran los mapas 2 y 3. Hac ia 1760 m u -
chas de las grandes propiedades pasaron de las familias a la 
Iglesia. 
L A B O R E S 
Las p e q u e ñ a s propiedades rurales, distintas de las hacien-
das, fueron u n impor tan te t i p o de p rop iedad e s p a ñ o l a t u 
el val le de Oaxaca. H a b í a varios p e q u e ñ o s ranchos ganade-
33 AN 1707, fol. 43v; AGN, Tierras 2764, exp. 31; CCG, Papeles de 
San Bartolo, p. 7 ££; CCG, Papeles de San Juan Bautista, Oct. 2. 
Mapa 2 
PROPIEDADES DE LA IGLESIA EN E L V A L L E DE OAXACA, 1660 
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304 W I L L I A M B . T A Y L O R 
ros que m e d í a n una o dos estancias (sitios) en los brazos sur 
y oriente, en el siglo X V I H , mucho d e s p u é s de que se estable-
cieran las principales haciendas del valle. Cuatro ranchos en 
el sur p e r t e n e c í a n a criollos que aparentemente no p o s e í a n 
n inguna otra propiedad: Guegonivalle, San Cr i s tóba l , E l Ca-
p i t á n y la Soledad. 3* E l sit io D u h u a t i a pasó por muchas ma-
nos en el siglo x v m , pero no estuvo ligado permanentemente 
a n inguna gran propiedad. A l oriente, los ranchos del Fuerte 
y Lope eran propiedades separadas hasta 1740, cuando fue-
r o n absorbidos por la Hacienda X a a g á . 3 5 
E l rancho ha sido reconocido como la p e q u e ñ a propiedad 
e s p a ñ o l a t í p i ca de fines del M é x i c o co lon i a l . 3 6 O t r o t i p o de 
p e q u e ñ a propiedad menos conocida que se encontraba en el 
valle de Oaxaca era la labor, que por lo general t e n í a de una 
a cuatro caba l l e r í a s de t ierra de cul t ivo , algunas veces i r r i -
gada. Debido a su t a m a ñ o p e q u e ñ o y a la naturaleza de la 
propiedad, una labor sólo era costeable si se trabajaba i n -
tensamente. Varios productos se cosechaban en las labores 
de valle, incluyendo ma íz , t r igo, f r i j o l , pastura, maguey, cac-
tos y varias frutas y vegetales. A u n q u e las labores p o n í a n el 
acento en la agr icul tura , muchas la combinaban con o t r . i 
clase de uso de la t ierra, especialmente las huertas y los pastos. 
E l siguiente inven ta r io para 1733 de la labor de Jo sé del 
Casti l lo, que se encontraba sobre el r í o Jalatlaco, cerca de 
Antequera , es bastante t í p i c o : 3 7 
3 caballerías de tierra irrigada (126 has.) 
19 bueyes 
21 caballos 
3-1 AN 1761, fol. 30v; AN 1772, fol. 190v. 
35 Para Duhuatia, AN 1749, Feb. 19, paginas sueltas, AN 1769, fol. 
12Ir, AN 1770, fol. 220v, AN 1790, fol. 104v, y AN 1799, fol. 23v; para 
del Fuerte y Lope, CCG, Papeles sueltos, 20 de marzo de 1763. 
se Herbert I. Priestley, The Corning of the White Man, 1492-1848, 
New ork, 1929; p. 98. François Chevalier, La formation des domaines au 
Mexique: Terre el socité aux XVIe-XFIIe siècles, Paris, 1952; pp. 68-71, 
discute los ranchos de trigo del siglo xvi en el centro de México. 
•57 AN 1733, fol. 54r. 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 305 
1 muía 
9 ovejas 
1 carreta de 2 muías 
varios arados, azadones y otros implementos agrícolas 
80 fanegas de maíz cosechadas 
4 fanegas de fri jol 
637 pesos 6 reales adelantados a los trabajadores 
95 pesos 5 reales pagados por adelantado por la renta de agua 
del río Jalatlaco 
U n a labor tenia la apariencia de u n p e q u e ñ o rancho fa-
m i l i a r , pero su sistema de trabajo se semejaba a l de la hacien-
da. Los inventar ios de las labores del valle de Oaxaca ind ican 
claramente que los propietarios e s p a ñ o l e s h a c í a n poco o nada 
de l trabajo físico en sus propiedades. A h í , como en las hacien-
das, p r e v a l e c í a n los peones obligados por sus deudas y los 
trabajadores transitorios. T a m b i é n el n ú m e r o de cabezas de 
ganado en algunas labores sugiere que sus d u e ñ o s considera-
b a n sus propiedades m á s como haciendas en m i n i a t u r a que 
como ranchos. L a labor San I s id ro cerca de Santa A n a Zc-
gache, por ejemplo, criaba 219 ovejas, 159 cabras, 46 vacas, 
30 bueyes y 9 caballos en su t ier ra de 126 has. Sólo cuatro 
p e q u e ñ a s parcelas se sembraban de m a í z y frijol.»» Por el con-
t r a r io , el ú n i c o ganado en seis labores mencionadas en la 
Relación Geográfica de Oaxaca en 1777, eran bueyes, m u í a s 
y caballos necesarios para el cu l t ivo y el t r a n s p o r t e . 3 » E l he-
cho de que muchas labores, al i g u a l que las haciendas, fue-
r a n vendidas o hipotecadas repetidas veces, probablemente 
se debe ai uso poco eficiente de sus recursos. A menos que la 
l abor se trabajara intensamente, no p o d í a sostener a su due-
ñ o . A u n q u e muchas labores fueron vendidas, pocas cayeron 
en manos de hacendados para convertirse en p e q u e ñ a s frac-
ciones de una gran propiedad. Esto se debe en parte a que 
pocas labores col indaban con las grandes propiedades; la ma-
y o r í a estaba rodeada de tierras i n d í g e n a s . 
38 AN 1789 primera parte, fol. 77v. 
39 Biblioteca Nacional, Madrid (en adelante BN) , manuscrito 2450, 
fol. 7. 
306 W I I . L I A M B . T A Y L O R 
Las labores eran m á s numerosas dentro de u n rad io de 
siete k i l ó m e t r o s a pa r t i r de Antequera . E l mapa 1 muestra 
las que pueden ser b i en identificadas. N o siempre es fácil 
ident i f icar una labor. Por lo general no t e n í a n u n nombre 
especial como las haciendas, sino que se c o n o c í a n por el nom-
bre del d u e ñ o en u n momento dado: la labor de Diego Be-
n í t ez M e r i n o , por ejemplo. As í que sin descripciones detalla-
das de los l ími t e s , es dif íci l saber si la labor de J o s é Ramos, 
"afuera de Antequera" , mencionada en a l g ú n documento de 
1710, es la misma propiedad que " l a labor de J o s é del Casti-
l l o " en 1733. Si contamos sólo las labores que son claramente 
dist inguibles de otras, nuestro mejor cá l cu lo para pr inc ip ios 
del siglo X V I I I es de 24 dentro de los siete k i l ó m e t r o s de rad io 
a pa r t i r de Antequera , y cuando menos 42 en todo el val le. 
L A I N E S T A B I L I D A D D E L A POSESION E S P A Ñ O L A 
U n a de las ca rac te r í s t i cas sobresalientes de la poses ión de 
la t ierra por los e s p a ñ o l e s era su inestabi l idad. A u n q u e m u -
chas propiedades rurales crecieron notablemente, l o h ic ie ron 
a pesar de una deb i l idad en la suces ión heredi tar ia que por 
l o general no se asocia con M é x i c o y otras partes de Hispano-
a m é r i c a . Los propietarios e spaño le s no mostraron una fuerte 
preferencia por la costumbre del mayorazgo al transferir las 
propiedades que n o estaban consolidadas; así que muchas 
propiedades se d i v i d i e r o n entre varios miembros de l a fami-
l ia , especialmente las propiedades que se encontraban disper-
sas por todo e l valle. Las haciendasque fueron divididas son, 
entre otras, la de San José y San Is idro, las dos cerca de Z i -
m a t l á n en 1711, y Tan iche , A r r i b a y Aba jo , todas cerca de 
E j u t l a en 1 6 7 6 . « T a m b i é n algunos hacendados encontraban 
con frecuencia necesario vender sus m ú l t i p l e s propiedades en 
vez de pasarlas a sus familiares. E n 1737, T o m á s L ó p e z L o -
zano v e n d i ó sus tres haciendas, Las Monjas, C o m i t l á n y San-
ta Rosa, y d i v i d i ó l o recaudado en partes iguales entre sus 
40 AGN, Tierras 919, exp. 3, fols. 35-43. 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 307 
hi jos .* 1 Las herencias conjuntas de una sola propiedad con 
frecuencia te rminaban en venta. Cuando Juan Díaz legó por 
partes iguales a sus siete hijos las propiedades de Guelavichi-
gena y L a Gachupina, la venta fue el ú n i c o medio para lo-
g ra r u n arreglo aceptable para los herederos. 4 2 
L a his tor ia de las ocho haciendas no consolidadas de las 
que tenemos documentos m á s o menos completos - S a n José , 
San Bar to lo , Guadalupe, San Juan Bautista, San Jacinto, San-
to D o m i n g o Buenavista, X a a g á y San N i c o l á s O b i s p o - con-
f i r m a n que la venta era el medio m á s c o m ú n de transferir 
u n a hacienda. Duran t e el p e r í o d o colonial , estas ocho pro-
piedades cambiaron de manos unas 89 veces en to ta l . Sólo 
13 de los 89 cambios fueron por herencia; los 76 restantes 
( m á s del 85%) fueron por venta. Las ventas fueron m á s fre-
cuentes entre los a ñ o s 1699-1761, cuando las ocho propiedades 
se vendie ron u n to ta l de 36 veces (las de San J o s é y San Bar-
to lo , siete veces cada una y seis veces las de Guadalupe y San 
N i c o l á s ) . Se han encontrado otros 73 registros de ventas de 
haciendas y labores en documentos notariales del siglo x v m 
en el valle. A u n q u e fragmentarios, estos registros sugieren 
ventas repetidas de otras propiedades. L a Hacienda Santa 
R i t a , por ejemplo, se v e n d i ó cuatro veces entre 1740 y 1780; 
Aranjuez , t a m b i é n cuatro veces entre 1710 y 1712, y el si t io 
D u h u a t i a , cinco veces entre 1749 y 1799. 4 3 L a falta de regis-
tros notariales anteriores a 1640 hace difíci l juzgar la fre-
cuencia con que fueron vendidas las haciendas en el siglo 
x v i i . Las ocho haciendas de las cuales tenemos documentos 
de transferencia completos fueron vendidas 29 veces durante 
el siglo X V I I y 42 veces durante el x v m , lo cual indica que las 
ventas fueron m á s frecuentes al f i n a l del p e r í o d o colonia l . 
E l aumento de hipotecas sobre propiedades rurales a fines 
del siglo x v n y durante el x v m , tanto en valor como en n ú -
41 AN 1737, fol. 76r; AGN, Tierras 146, exp. 3, fol. 18. 
42 AN 1767, fol. 78v. 
43 Ver nota 35 para Duhuatia; AN 1780, fol. 199, Santa Rita; AN 
1712, fol. 216v, Aranjuez. 
308 W I L L I A M B. T A Y L O R 
mero, avuda a explicar la frecuencia de las ventas." L a Igle-
sia era ía p r inc ipa l fuente de c r é d i t o y normalmente cobraba 
u n i n t e r é s del 5%. Como los monasterios, conventos y sacer-
dotes seglares consideraban que los pagos por intereses les 
propocionaban u n ingreso anual f i jo deseable, no alentaban 
a los propietarios a pagar el capi ta l . De hecho, la m a y o r í a 
de los deudores no lo p o d í a n pagar de todas maneras. Las 
propiedades fuertemente hipotecadas pagaban hasta 1 000 o 
1 500 pesos de intereses anuales, lo que p o d í a exceder el i n -
greso de l a hacienda en u n a ñ o de malas cosechas o de en-
fermedades. 
L a incapacidad de hacer los pagos de intereses l levaban 
al cierre de una hipoteca, pero era m á s frecuente que una 
hacienda m u y endeudada se vendiera a l fal lecimiento del 
d u e ñ o . Era fácil encontrar comprador para una hacienda 
fuertemente hipotecada, ya que la i n v e r s i ó n i n i c i a l de capi-
tal era poca: sólo la diferencia entre el valor registrado de 
la propiedad y el mon to de la hipoteca. Ent re m á s grande la 
hipoteca, menor capital neces i t a r í a el nuevo propietar io. Sin 
embargo, probablemente se h a b í a in ic iado ya u n c í r cu lo v i -
cioso de ventas, puesto que era m u y probable que la hacienda 
fuera vendida una y otra vez si las ganancias no llegaban a 
superar el i n t e r é s por u n buen margen. 
Las hipotecas sobre propiedades rurales eran comunes en 
toda la Nueva E s p a ñ a al f i n a l del p e r í o d o colonial , pero su 
efecto sobre los traspasos de la t ie r ra era especialmente síg-
n i f i ca tv io en una á r ea como el valle de Oaxaca, donde el va-
lo r de las hipotecas ya era al to y s egu í a ascendiendo. De 27 
propiedades del siglo x v m sobre las que existe suficiente i n -
f o r m a c i ó n , 20 fueron hipotecadas por m á s del 80% de su 
valor y 10 por m á s del 90%. E l p romedio era de 76.8% para 
44 Sabemos de siete haciendas que estaban hipotecadas en ei sigio 
xvn. La hipoteca era de un total de 20 760 p. o 46.4% del valor total 
de la propiedad: 44 719. Para los años 1700-50, sabemos de nueve hipo-
tecas de haciendas cuyo total era el 74.7% de su valor (122 9I0p de 
164 430p). Para los años 1750-1810, sabemos de 14 hipotecas de hacien-
das que ascendían a 160 295p que era el 71.6% de su valor (223 752p) . 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 309 
25 de las 27 propiedades y 66.9% para todas las 27 . 4 B L a mues-
tra hace notar una fuerte r e l a c i ó n entre grandes hipotecas 
y ventas. Todas las 20 propiedades hipotecadas por m á s del 
8 0 % de su valor fueron vendidas antes o a la muer te de sus 
propietar ios . 
L A P R O D U C C I Ó N E N L A S PROPIEDADES D E L V A L L E 
L a p r o d u c c i ó n en las propiedades del valle puede ser ca-
racterizada como p r imar i a o semicompleja. Por de f in i c ión , 
las haciendas combinaban la agr icul tura y la g a n a d e r í a , por 
lo general con u n énfasis en la g a n a d e r í a . L a mejor t ierra 
de cu l t i vo era controlada por las comunidades i n d í g e n a s o 
por i n d í g e n a s particulares. Las tierras marginales de muchas 
haciendas, combinadas con la g a n a d e r í a en su act iv idad eco-
n ó m i c a , h a c í a n que el uso de la t ierra fuese extensivo y no 
intensivo. H u b o , sin embargo, algunas importantes excepcio-
nes; varias haciendas en los valles de Et la y Z i m a t l á n constru-
yeron presas y canales e i r r i g a r o n en forma consistente una 
gran parte de sus campos de cu l t ivo . 
Las haciendas p r o d u c í a n una variedad menor de cosechas 
que las comunidades i n d í g e n a s . E n muchas propiedades de 
los valles de T l a c o l u l a y Z i m a t l á n , los ú n i c o s productos eran 
m a í z , f r i j o l y pasturas. E n el valle de Eta y en las tierras p ró -
ximas a Antequera , las haciendas y labores se concentraban 
en e l cu l t ivo del t r igo . H a b í a una p e q u e ñ a variedad de otras 
cosechas de las haciendas que eran por lo general producidas 
para la venta m á s que para el consumo local: c a ñ a de azúcav 
( Z i m a t l á n ) , garbanzo ( Z i m a t l á n ) , Maguey ( T l a c o l u l a y Z i -
m a t l á n ) , tomates ( E t l a ) , y melones ( Z i m a t l á n ) . P e q u e ñ o s si-
tios de cactos para la p r o d u c c i ó n de cochin i l la aparecieron 
en las haciendas en las tres secciones del valle. De los pro-
í s El valor total de las 27 propiedades era de 346 456p con hipote-
cas por 231 855 p. Para 25 propiedades (excluyendo la de Santa Cruz 
y San Juan Bautista) el total era de 252 711p y 194 057p respectiva-
mente. 
310 W I L L I A M B . T A Y L O R 
ductos no agr íco las de las haciendas, la sal y la cal eran las 
m á s importantes . 
E l mercado para los productos de las haciendas era regio-
na l y m u y concentrado en la c iudad de Antequera . A me-
diados del siglo x v i , antes del nacimiento de las haciendas, el 
t r igo del valle era en ocasiones enviado a Tehuantepec y Gua-
temala, pero ya para p r inc ip ios del siglo x v n , el comerciose 
h a b í a regional izado. 4 6 L a impor tanc ia de Antequera como 
mercado para la p r o d u c c i ó n de las haciendas era en parte 
una f u n c i ó n de su gran p o b l a c i ó n no agr íco la y t a m b i é n del 
hecho de que los otros importantes centros del valle, tales 
como O c o t l á n , E t l a y T laco lu l a , se a b a s t e c í a n de los pueblos 
i n d í g e n a s . T a m b i é n el mercado de Antequera d e p e n d í a con-
siderablemente de las fuentes i n d í g e n a s para el m a í z , f ruta , 
vegetales, l e ñ a y toda clase de a r t e san í a s . E l impresionante 
auge de la coch in i l l a en el siglo x v m , que puso a Oaxaca den-
t ro de la red comercial m u n d i a l , no afec tó a las haciendas del 
valle. L a mayor parte de la coch in i l l a era producida por las 
comunidades i n d í g e n a s de fuera del valle y los comerciantes 
de Antequera eran casi exclusivamente peninsulares que te-
n í a n poco i n t e r é s en poseer tierras.* 7 E l comerciante penin-
sular t í p i c o era u n s o l t e r ó n empedernido, rodeado por u n sé-
qu i t o de aprendices peninsulares solteros, hecho que no per-
m i t í a a las familias de hacendados unirse por m a t r i m o n i o 
con estos nuevos r i cos . 4 8 
E L T R A B A J O 
E l sistema de trabajo forzoso por deudas, bajo el cual los 
campesinos sin tierras se l igaban permanentemente a una 
46 AGN, Hospital de Jesús 102, exp. 6, fol. 8r. 
47 AGN, Padrones 13, passim. 
48 Los peninsulares solteros como principales comerciantes en Oa-
xaca, forman un patrón similar al encontrado por D. A. Brading en 
Guanajuato en el siglo xvm, Miners and Merchants in Bourbon Mex-
ico, 1763-1810, Cambridge, 1971; pp. 252-56. 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 3 1 1 
prop iedad , legal y e c o n ó m i c a m e n t e , predominaba en las pro-
piedades e s p a ñ o l a s al f ina l del p e r í o d o colonia l . Las propie¬
dades rurales en el valle de Oaxaca no eran la e x c e p c i ó n a 
esta tendencia general aunque las condiciones al l í t e n í a n 
poca semejanza con las de las haciendas t íp icas del nor te en 
cuanto al uso exagerado de trabajadores residentes. Aparen-
temente los adelantos a los trabajadores superaban el m á x i -
m o legal, al grado que, puede decirse, el peonaje por deudas 
ya e x i s t í a en el siglo x v m y pr inc ip ios del x i x . E n u n mues-
treo de las deudas de 475 peones en 14 propiedades del valle 
du ran t e este p e r í o d o , la deuda p romedio era de 35.5 pesos,"» 
con sueldos mensuales fijados por lo general en 3.2 pesos. 
Esto representa aproximadamente 11 meses de trabajo. Las 
deudas individuales f l u c t ú a n desde u n real hasta 425 pesos. 
E l 79.6% de estas deudas sobrepasa el l í m i t e legal de seis 
pesos para 1755. A u n q u e el peonaje por deudas en Oaxaca 
t e n í a una clara i n t e n c i ó n coercitiva, las deudas tan grandes 
pueden ind ica r que los trabajadores del campo en Oaxaca 
contaban con una fuerte p o s i c i ó n para negociar. Seguramen-
te que no se necesitaban 35.5 pesos para perpetuar el endeu-
damien to de u n trabajador. L a a v e r s i ó n de los i n d í g e n a s a 
t rabajar permanentemente en las propiedades e s p a ñ o l a s te-
n í a , a l parecer, beneficios financieros. Las grandes deudas y 
los esfuerzos de los hacendados por adelantar el pago, i nd ican 
q u e e l p e ó n p o d í a ex ig i r y e x i g í a a sus patrones adelantos 
especiales y l u j o s . 5 0 Cuando l a A u d i e n c i a puso en v igor la 
regla de cinco pesos de adelanto en la Hacienda Guadalupe 
en 1791, el d u e ñ o se q u e j ó amargamente de que no p o d r í a 
encontrar indios que le t rabajaran con regular idad si no po-
d í a adelantarles litis, msyor C3.ntid3.d.^^ 
L a m a y o r í a de los sirvientes que r e s i d í a n en las hacien-
« Cifras del muestreo: l-6p, 97 trabajadores; 7-30p, 170 trabajado-
res; 31-6p, 112 trabajadores; 61-9p, 56 trabajadores; más de 91p, 40 
trabajadores. 
so AGN, Indios 37, exp. 146; AGN, Hospital de Jesús 118, exp. 15, 
fols. 1-24; AGN, Tierras 1216, exp. 1, fols. 1-5. 
51 AGN, Tierras 1216, exp. 1, fols. lr-2r. 
312 W I I . U A M 13. T A Y I . O R 
das del val le a fines del siglo x v m eran indios, aunque tam-
b i é n h a b í a u n n ú m e r o considerable de mulatos y mestizo;. 
D e 1 499 residentes no españo les registrados en 1777 en las 
haciendas del valle, 966 eran indios, 411 eran mulatos y 122 
mestizos. 5 2 Estos datos ind ican que las haciendas y labores 
en Oaxaca t e n í a n u n modesto n ú m e r o de peones endeudados 
durante el siglo x v m , n ú m e r o que f luctuaba entre 1 y 99. De 
las 56 propiedades del valle, incluidas en el censo de 1777, 
12 no t e n í a n trabajadores residentes, 33 t e n í a n de uno a tres 
sirvientes y sólo cuatro t e n í a n m á s de 50 sirvientes. L a media 
de trabajadores residentes en las propiedades del valle en 
1777 era de 11; la mediana era tres. 
Parece cierto que la m a y o r í a de las haciendas d e p e n d í a n 
mucho de l trabajo t ransi tor io de indios de las comunidades 
cercanas, m á s que del trabajo de los peones permanentes. E l 
r epa r t imien to t a m b i é n c o n t i n u ó en Oaxaca hasta el f i n del 
p e r í o d o co lon ia l para cubr i r las necesidades de las haciendas. 
Los repar t imientos se daban con frecuencia a las haciendas 
que se enfrentaban a la r u i n a debido a la fal ta de trabaja-
dores voluntar ios . E n 1694 Pedro de Espina Pacheco p ronun-
ció la queja acostumbrada por los hacendados españo les para 
obtener tales mercedes: " E l alto precio del t r igo se debe a la 
escasez resultante de la pereza de los ind ios en el valle que 
se rehusan a trabajar en m i hacienda." 5 3 
Los repar t imientos del siglo x v m en el valle t e n í a n una 
naturaleza tempora l y de emergencia, s e g ú n ind ica el hecho 
de que l a fecha de su t e r m i n a c i ó n estuviera b ien especifi-
cada." 
Cuando los repart imientos y los m é t o d o s voluntar ios de 
rec lu tamien to fracasaban, algunos hacendados r e c u r r í a n a la 
fuerza para obtener m á s trabajadores. Algunos hacendados 
se rehusaban a p e r m i t i r que las deudas de los trabajadores 
fueran cubiertas y t rataban de hacerlas hereditarias. Pero, 
contrar iamente a la p r á c t i c a del siglo x i x , las deudas no pa-
52 A G I , Audiencia de México 2589-91, passim. 
53 AGN, Indios 31, exp. 227. 
54 AGN, Tierras 2958, exp. 105. 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 313 
saban a los hi jos durante el p e r í o d o colonial . Este p r i n c i p i o 
fue reaf i rmado por la audiencia: una mujer i n d í g e n a r e c o b r ó 
la custodia de dos p e q u e ñ o s nietos que le h a b í a n sido qui ta-
dos por u n hacendado que los h a c í a responsables por la deu-
da de su d i f u n t o padre . 5 5 Los peones p o d í a n ser amenazados 
con castigos físicos si in ten taban h u i r . Algunos trabajadores 
descubrieron esto mientras s e rv í an en la Hacienda Coyote-
pee, propiedad de Pedro de Espina Pacheco C a l d e r ó n . C o n 
u n a p r á c t i c a que nos recuerda el reparto de efectos (el mo-
n o p o l i o del corregidor de indios sobre ciertas m e r c a n c í a s en 
su j u r i s d i c c i ó n ) , algunos hacendados obl igaban a los traba-
jadores i n d í g e n a s renuentes a tomar m e r c a n c í a s o d inero con 
ta l de establecer una o b l i g a c i ó n l e g á i s A l n ive l local, a l go-
b ie rno e s p a ñ o l apoyaba el trabajo forzoso de varias maneras. 
D u r a n t e la d é c a d a de 1790, los nativos de Zaachila que n o 
p o d í a n pagar el t r i b u t o eran encarcelados o se les obl igaba 
a trabajar en las distintas haciendas. 5 7 Los infractores de la 
ley t a m b i é n p o d í a n ser enviados a las haciendas. Por ejem-
plo , los indios del pueblo rebelde de Soledad Et la que trata-
r o n de vender sus productos en el mercado de Antequera , 
fueron arrestados y enviados a la Hacienda G u e n d u l a i n . 5 8 
L A S C UE N T A S D E U N A H A C I E N D A D E L V A L L E 5 9 
Los l ibros de cuentas anuales que resumen costos y el va-
lo r de la p r o d u c c i ó n son unas de las mejores fuentes que nos 
describen la o p e r a c i ó n de las haciendas coloniales. Estas rela-
ciones son m u y raras y a la vez m u y importantes para enten-
der las c a r a c t e r í s t i c a s ' d e la p r o d u c c i ó n de las propiedades 
rurales en Oaxaca. A l buscar estos documentos de las hacien-
55 AGN, Indios 17, exp. 81; AGN, Indios 29, exp. 121. 
56 AGN, Indios 37, exp. 146. 
57 AGN, Tierras 2784, exp. 1, fols. 1-3. 
58 AGN, Tierras 1271, exp. 2. 
59 Toda la información de esta sección viene de CCG, Papeles de 
San Juan Bautista. 
GUÍA D E L MAPA 3 
E l . Hacienda San Isidro 
E2. Rancho San José 
E3. Labor Santa Rita 
E4. Hacienda Jalapilla 
15. Sitio Duhuatia 
16. Labor San Blas 
17. Rancho San Blas 
18. Hacienda San Francisco 
Xavier 
19. Labor Jesús Nazareno 
110. Hacienda San Isidro 
111. Labor San José 
112. Hacienda del Cacique 
113. Hacienda San Nicolás 
Obispo 
114. Hacienda de Zorita 
115. Hacienda Tlanechico 
Z16. Hacienda de Ortega 
Z17. Hacienda Quialana 
Z18. Hacienda Xuchitepec 
Z19. Labor San Isidro 
Z20. Hacienda San Diego 
7.21. Trapiche Santa Cruz 
Z22. Hacienda Matagallinas 
Z23. Trapiche Santa Ana y La-
bor San José 
Z24. Hacienda E l Vergel 
Z25. Labor L a Gachupina 
Z26. Sitio E l Capitán 
Z27. Labor Guelavichigana 
Z28. Rancho La Chilayta 
Z29. Hacienda Santa Rosa 
130. Haciendas San Juan Bau-
tista San José y Los Na-
ranjos 
131. Hacienda San Miguel 
132. Labor Sangre de Cristo 
133. Labor L a Quinta 
134. Labor San Miguel 
135. Rancho de la Noria 
136. Labor de la Palma 
137. Hacienda de los Cinco Se-
ñores 
138. Labor San Luis 
139. Hacienda Dolores 
140. Hacienda del Rosario 
141. Labor de Alfaro 
T42. Hacienda Aranjuez 
T43. Hacienda Santo Domingo 
Buenavista 
T44. Hacienda San Francisco 
Buenavista 
T45. Rancho Guadalupe 
T46. Labor de Soriano 
T47. Sitio de Don Pedrillo 
T48. Rancho del Fuerte 
T49. Rancho de Lope 
T50. Hacienda Xaagá 
Mapa 3 
PROPIEDADES DE LA IGLESIA EN E L V A L L E DE OAXACA, 1760 
4 Haciendas del monasterio do-
minico, Santo Domingo 
a Labores y ranchos del monas-
terio dominico 
X—ti Tierras de los monasterios de 
la parroquia dominica 
m Haciendas de otras órdenes 
no dominicas 
• Labores, ranchos y trapiches 
de otras órdenes no domi-
nicas (A) Agustinas (B)Be-
tlemitas (C) Carmelitas (]) 
]esuitas.(LC)La Concepción 
(LM) La Merced (SC) Santa 
Catalina de Sena 
• Haciendas de clérigos seculares 
O Labores y ranchos de clérigos 
seculares 
316 W I L L I A M B . T A Y L O R 
das, e n c o n t r é u n solo juego de l ibros de contab i l idad . Por el 
contrar io , abundan los inventarios de las propiedades, docu-
mentos aislados sobre existencias y deudas en u n momen to 
dado (se h a n podido encontrar 124 inventarios para 53 pro-
piedades) . N o sabemos si en real idad estos inventarios se acos-
tumbraban m á s que los l ibros de cuentas; lo cier to es que 
h a n sobrevivido m á s . Los inventarios se necesitaban para l le-
var a cabo ventas o ejecuciones de testamentos y en casos de 
l i t ig ios , así que se conservan en los archivos p ú b l i c o s , espe-
cialmente en el A r c h i v o General de la N a c i ó n y en los archi-
vos notariales del estado. Los l ibros de cuentas que t o d a v í a 
existen casi siempre e s t án en manos de particulares, revuel-
tos con los t í t u lo s de las propiedades coloniales-
Los cuatro registros de la hacienda de San Juan Bautista, 
cubren cinco a ñ o s y medio, de 1789 a 1795 (el p e r í o d o I , de 
j u l i o 1789 a dic iembre de 1790; el p e r í o d o I I , de enero 1791 
a enero de 1792; el p e r í o d o I I I , de febrero 1792 a d ic iembre 
de 1792; el p e r í o d o I V , de enero 1794 a diciembre de 1795). 
És tos resumen las transacciones a intervalos de 11, 13, 18 y 
24 meses, con m é t o d o s algo inconsistentes de doble entrada. 
A u n q u e la i n f o r m a c i ó n que contienen estos registros es r ica 
en detalles, presenta u n conjunto m u y especial de problemas 
para el h is tor iador . E n par t icular , los totales del pasivo y ac-
t i vo no pueden aceptarse sin r ev i s ión debido a errores de 
suma y entradas duplicadas. E l adminis t rador de l a hacienda 
en ocasiones u t i l izaba procedimientos dudosos para lograr ba-
lancear los l ibros , v. gr.: situar una entrada en la co lumna 
equivocada o u t i l i za r una c a t e g o r í a siempre salvadora: "re-
misiones" a l p ropie ta r io ; así se evitaban las discrepancias. A l -
gunos de los datos incompletos o difíci les de in terpre tar son: 
o m i s i ó n de datos (v. gr.: sueldo del m a y o r d o m o ) , consolida-
c i ó n de activos para los productos agr íco las ( p e r í o d o s I y I I ) , 
y el in te rcambio i n f o r m a l de productos y d inero entre la ha-
cienda y su d u e ñ o : el monasterio carmeli ta en Antequera . 
Antes de discut i r la p r o d u c c i ó n en San Juan Bautista, en-
tre 1789 y 1795, es necesario describir la brevemente. Hac ia 
1790, la hacienda de San Juan Bautista, una de las dos o tres 
m á s valiosas haciendas del valle se e x t e n d í a sobre cerca de 
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 317 
588 ha. de t ie r ra de cu l t ivo (14 caba l le r ías ) y 800 ha. de pas-
tos (un s i t io de ganado menor) en el val le de Z i m a t l á n , a l 
pon ien te de San Bar to lo Coyotepec y San A g u s t í n de las 
Juntas (ver mapa 3 ) . A pr inc ip ios de la d é c a d a de 1640 la 
p rop iedad se c o n s o l i d ó y tomaron forma el casco y los edi-
ficios que l o rodeaban. Para mediados del siglo x v m , San 
J u a n Bautista h a b í a sido vendida en seis ocasiones distintas. 
E l traspaso f ina l en el p e r í o d o co lonia l se hizo a los carme-
li tas de Antequera, quienes la adqu i r i e ron por 60 000 pesos 
en 1745. Los carmelitas aparentemente se a r rep in t ie ron de 
su a d q u i s i c i ó n , puesto que in t en ta ron vender la propiedad 
e n 1748 y luego en 1768 a u n precio in fe r io r en 5% a su 
a v a l ú o . 
L a verdadera r iqueza de San Juan Bautis ta estaba en su 
t ie r ra . L a t ierra se v a l u ó en m á s de la m i t a d del valor de l a 
p rop iedad en 1745. N i n g u n a ot ra hacienda del valle p o d í a 
igua la r las 14 caba l l e r í a s de buena t ierra de cu l t i vo y d e s p u é s 
de 1733, cuando se c o n s t r u y ó u n canal de i r r i g a c i ó n de 3 600 
m . de largo, diez caba l l e r í a s se conv i r t i e ron en tierras irrigadas 
de pr imera . Por o t ro lado, San Juan Bautista era la hacienda 
ganadera menos impor t an te del valle- D e l ganado registrado 
en San Juan Bautis ta en el siglo x v m una gran cantidad eran 
animales de trabajo uti l izados en la agr icul tura . U n inventa-
r i o de 1794 enumera 271 bueyes, 16 caballos, 7 m u í a s , 512 
ovejas y 50 puercos. U n inven ta r io de 1741 lista a ú n menos 
ovejas, cabras y ganado lechero: 55 cabras, 71 ovejas, 23 vacas, 
145 bueyes, 21 caballos, 42 m u í a s y 1 bu r ro . San José (Pro-
greso) , una de las m á s importantes haciendas ganaderas, nos 
proporc iona u n sorprendente contraste por su marcado acento 
ganadero. U n inven ta r io de San J o s é registra el siguiente ga-
nado: 6 794 ovejas, 1 895 cabras, 1 173 vacunos, 959 caballos, 
139 m u í a s , 114 bueyes y 16 burros. Sólo dos tipos de produc-
c i ó n para el mercado externo que no es ag r í co la aparecen 
en los inventarios o en los l ibros de San Juan Bautista: l a 
m i n e r í a y el procesamiento de la cal A u n q u e la hacienda 
operaba u n l i o r n o ele CÜI 3. medis-dos del si^lo XÍVII, 13. CÍII 
t e n í a m u y poca impor t anc i a para el comercio de San Juan 
Baut is ta entre 1789 y 1795 (venta de sólo seis fanegas) 
3 1 8 W I L L I A M li . TAYLOR 
E l casco de la hacienda en 1745 se c o m p o n í a de una casa 
grande valuada en 6 156 pesos, corrales, gallineros, una troje 
y un gabi l lero . Las herramientas, arados, carretas y otros i m -
plementos agr íco las y ganaderos se va lua ron en menos de 500 
pesos, aproximadamente el valor de las pinturas religiosas y 
el m o b i l i a r i o de la capi l la de la hacienda. O t r a impor tan te 
entrada en el inventar io de 1745 fue la de los animales de 
t rabajo (1 672 pesos), otras clases de ganado (618 pesos), gas-
tos por obras de i r r i g a c i ó n , mejoras a la c o n s t r u c c i ó n y acla-
raciones de t í t u los de propiedad (3 685 pesos), el valor del 
grano en siega (1 170 pesos) y las deudas acumuladas de 13 
trabajadores residentes (503 pesos). E l ú n i c o avance tecno-
lóg i co en la hacienda durante el p e r í o d o co lonia l fue el ca-
n a l de i r r i g a c i ó n construido en 1730 que c r e ó el potencial 
para el cu l t ivo intensivo en casi 400 has. E l agua de la zanja 
probablemente proporcionaba la e n e r g í a necesaria para el 
func ionamiento del m o l i n o de t r igo que se c o n s t r u y ó en 1788, 
e hizo posible u n impor tan te aumento en el ingreso durante 
los a ñ o s que cubren los l ibros de cuentas. 
Los registros nos dan una clara evidencia de c ó m o ope-
raba la propiedad: nos presenta la producción ag r í co la y ga-
nadera en act ividad y no con esa cal idad es tá t i ca de los i n -
ventarios (véase el a p é n d i c e para u n resumen de las cifras 
de los l ibros de cuentas). Las cifras de p r o d u c c i ó n corres-
ponden a las posibilidades de l a t ie r ra de San Juan Bautista. 
E l va lor de las cosechas producidas en la hacienda en el pe r ío -
do de cinco años y medio fue alrededor ocho veces y medio 
mayor que el del ganado y sus productos, vendidos o cambia-
dos: 27 791 pesos 71/2 reales para las cosechas, 3 380 pesos 4 
reales por el ganado mayor, ganado menor, leche y lana. E n 
l a c iudad de Antequera se v e n d í a n o trocaban u n promedio 
de 5 053 pesos de productos agr íco las . E l p redomin io de la 
ag r i cu l tu ra sobre la g a n a d e r í a se hace m á s evidente por el 
hecho de que la hacienda de San Juan Bautista p r o d u c í a 
pasturas para la venta (951 pesos 2 reales) en vez de extender 
sus actividades ganaderas. A d e m á s , el ú n i c o sitio de ganado 
se arrendaba durante parte de este p e r í o d o . 
E l m a í z , el t r igo y el f r i j o l fueron regularmente las cose-
H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 319 
chas m á s importantes de la hacienda. Duran t e el p e r í o d o de 
c inco a ñ o s y medio de los l ibros, el valor de la p r o d u c c i ó n 
de m a í z s u m ó 13 330 pesos 3 reales; la p r o d u c c i ó n de t r igo 
y har ina , 8 900 pesos 4 i / 2 reales, y de f r i j o l , 2 138 pesos 6 rea-
tes. E n contraste con la m a y o r í a de las haciendas en el val le 
de Z i m a t l á n que só lo cul t ivaban el m a í z y f r i j o l , San Juan 
Baut i s ta p r o d u c í a una variedad de otras cosechas en canti-
dades menores: garbanzo, s a n d í a , cochini l la , bejuco, paja y 
cebada. L a c a ñ a de azúca r no se p rodujo entre 1789 y 1795, 
pero se menciona la p r o d u c c i ó n en San Juan Baut is ta en 
1694 (18 surcos) y 1848 (50 surcos) - Posiblemente h u b o con-
siderable f l u c t u a c i ó n en las cifras de p r o d u c c i ó n para cada 
cosecha aun en este p e r í o d o tan corto. E l valor de la produc-
c i ó n de ma íz , por ejemplo, v a r i ó de 600 pesos a 6 565 pesos; 
h a r i n a de 890 pesos a 2 244 pesos; el f r i j o l , de 297 pesos a 
1 000 pesos; y la s a n d í a de 7 pesos l / 2 real a 289 pesos 4 reales. 
E n cuanto a salidas registradas, los pagos por hipotecas y 
el costo del t rabajo ocupan el p r imer lugar. Los pagos por 
intereses y e l trabajo juntos dan cuenta de casi el 8 0 % del 
t o t a l de gastos en los cinco a ñ o s y medio. Puesto que las h i -
potecas eran c a p e l l a n í a s administradas por el convento car-
mel i ta , los carmelitas se encontraban en la curiosa pos i c ión 
de ser d u e ñ o s y principales acreedores de la hacienda. Los 
cargos por intereses era lo ú l t i m o en ser pagado por San Juan 
Baut is ta y siempre estaban atrasados. Como resultado, el fac-
tor trabajo concentraba una mayor p r o p o r c i ó n de los gastos: 
m á s del 37.8% computado de los registros. Si excluimos com-
pletamente los pagos por hipotecas, el trabajo alcanza el 
64.6% de los gastos restantes. E l costo del trabajo está algo 
in f l ado por el hecho de que a los trabajadores se les cobra-
ban precios exorbitantes por el grano p roduc ido en l a ha-
cienda- D u r a n t e el p e r í o d o I , por ejemplo, a los trabajado-
res se les c o b r ó 3.87 pesos por fanega de maíz , cuando el pre-
cio en el mercado para el grano de San Juan Baut is ta era al-
rededor de 2.14 pesos por fanega. E l poco costo del equipo, 
c o n s t r u c c i ó n y man ten imien to ( 8 % de los gastos) y la com-
pra de ganado (6 .3% de los gastos) revelan que la base eco-
n ó m i c a de San Tuan Bautis ta era el trabajo. L a ú n i c a inver-
320 W I L L I A M II . T A Y L O R 
sión de capital importante en la propiedad durante la pose-
sión carmelita fue el molino de trigo construido en 1788. U n 
gasto escondido de la hacienda era el balance, aparentemente 
adverso, de intercambio con el convento. Los libros de cuen-
tas (probablemente incompletos) registran 4 866 pesos 4 rea-
les en mercancías y efectivo que pasaron al convento contra 
los 4 043 pesos 5 reales en dinero que provino de los carme-
litas. Las mercancías enviadas a Antequera sugieren que la 
hacienda abastecía de alimentos básicos al convento: harina, 
leche, fr i jol y maíz. 
Comparando los costos y la producción, parece ser que 
San Juan Bautista operó con pérdidas a lo largo del período 
cubierto por los libros de contabilidad (ver cuadro 1 ) . Las 
pérdidas sumaron 6 386 pesos 5 reales durante los cinco años 
y medio, para un promedio de 1 161 pesos de déficit al año-
Puesto que el promedio de pérdidas estaba dentro de los 
2 715 pesos que se debían al convento por intereses cada ano, 
las perdidas eran en pape y no producían situaciones de ur-
gencia o ueseos e ven er a propiec a , aunque os carmelitas 
hubieran podido invertir el valor de la propiedad en présta 
mos más provechosos, al h°J de interés anual. Para el lector 
casual, las finanzas de la hacienda eran engañosamente favo-
Cuadro 1 
PÉRDIDAS Y GANANCIAS DE L A HACIENDA SAN J ü A N B A U T I S T A 
Tiempo Gastos Valor de ventas e intercambios 
Probables 
ganancias o 
pérdidas 
Julio 1789— 
Die. 1790 
Ene. 1791-
Ene. 1792 
Feb. 1792— 
Die. 1792 
Ene. 1794— 
Die. 1795 
11 081 p 6 Va r 
7 828p 5r 
6 368p 4r 
12 203p 6r 
10 I59p Ir 
6 909p 3 i / 2 r 
5 971p 4 i / 2 r 
8 054p 
922p 5 14 r 
919p 3 i / 2 r 
394p 7 i / 2 r 
4149p 6 r 
Pérdidas Totales 6 389p 5 r 
HACIENDAS C O L O N I A L E S E N O A X A C A 321 
rabies. Las cuentas para 1791 y 1792 fueron aregladas cuida-
dosamente; se bor ra ron hipotecas y otros gastos clave para 
da r la i m p r e s i ó n de sustanciosas ganancias. De hecho, el pe-
r í o d o que cubren estos l ib ros , a pesar de las p é r d i d a s , fue 
u n o de los m á s br i l lantes en la his tor ia e c o n ó m i c a de San 
J u a n Baut is ta bajo los carmelitas. E l adminis t rador l l ama a 
los a ñ o s de 1791 y 1792 "de m u y buenas cosechas", mientras 
q u e los intentos de venta en 1740 y 1760 denotan p é r d i d a s . 
San Juan Bautista cae dent ro de la ampl i a de f in i c ión eco-
n ó m i c a de "hacienda" por ser una propiedad r u r a l de econo-
m í a m i x t a , ag r í co la y ganadera, con edificios permanentes y 
u n a fuerza de trabajo residente. Como muchas otras hacien-
das, su e c o n o m í a se basaba en el trabajo, y, como la m a y o r í a 
de las haciendas en el centro y sur de M é x i c o , formaba parte 
de una e c o n o m í a regional que a b a s t e c í a los mercados cerca-
nos y sat isfacía las necesidades internas de alimentos. Por o t ro 
lado, San Juan Bautista presenta cuando menos