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HACIENDAS COLONIALES EN EL VALLE DE OAXACA W i l l i a m B . T A Y L O R Universidad de Colorado. L A D O C U M E N T A C I Ó N sobre las haciendas coloniales en el valle de Oaxaca es por desgracia pobre en r e l a c i ó n al temario pro- puesto en estas discusiones sobre la t i fundios latinoamerica- nos. H e tratado de cubr i r el mayor terreno posible, pero el lector e n c o n t r a r á que las secciones m á s completas se refieren a las distintas formas de poses ión de la t ierra - c a r a c t e r í s t i c a s , desarrollo y d i s t r i b u c i ó n espac ia l - y los sistemas de trabajo. E l manejo de las haciendas es visto a t ravés de los l ibros de cuentas de una de las haciendas m á s valiosas del valle. M i estudio reciente, Landlord and Peasant in Colonial Oaxaca (Stanford Univers i ty Press, 1972), cubre los principales gru- pos de terratenientes, las comunidades i n d í g e n a s y la noble- za i n d í g e n a , así como la Iglesia y los e spaño le s laicos, pero n o t rata extensamente la o r g a n i z a c i ó n y el uso de los factores de p r o d u c c i ó n en las haciendas. E L E S C E N A R I O E l val le de Oaxaca, enclavado en las abruptas tierras altas de l sur de M é x i c o , es una ancha planicie p l u v i a l de aproxi - madamente 700 k i l ó m e t r o s cuadrados de e x t e n s i ó n . Cadenas de m o n t a ñ a s d iv iden el val le en tres regiones que t ienen como centro la c iudad de Oaxaca (la Antequera co lon i a l ) . E l val le de Et la se extiende 20 k i l ó m e t r o s al noroeste, el va- l le de T l a c o l u l a unos 29 k i l ó m e t r o s a l sureste, y el val le de Z i m a t l á n unos 42 k i l ó m e t r o s al sur. Cada una de las tres regiones es diferente en geograf ía y c l ima . Las elevaciones en el suelo del val le promedian los 1 550 metros; van desde los 1 530 en el sur de O c o t l á n y 1 563 284 H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 285 en la c iudad de Oaxaca, que es tá situada en el centro, hasta los 1 620 a l sureste de T l a c o l u l a y los 1 640 a l noroeste, en E t l a . L a l l u v i a va r í a considerablemente de una r e g i ó n a ot ra y de u n a ñ o a otro , a pesar de que el valle en general tiene u n r i t m o estacional de c l ima h ú m e d o en el p e r í o d o de ¿ol a l to (mayo a agosto), y c l ima seco en e\ p e r í o d o de sol bajo (noviembre a marzo ) . L a r e g i ó n del sureste, que tuvo u n p romed io anual de l l u v i a de 492 m m . en el p e r í o d o de 1940¬ 1960, es la m á s seca. Como la mayor parte de l a l l u v i a se debe a los aguaceros eventuales, que caen sobre secciones pe- q u e ñ a s , puede haber grandes variaciones aun dentro de una secc ión del valle. Los agricultores del val le no pueden con- f i a r en que h a b r á una l l u v i a abundante, n i aun durante la temporada en que se espera. Diversas referencias coloniales nos hab lan de las sequ ía s pe r iód i ca s de la r e g i ó n , y t a m b i é n de sus inundaciones, conf i rmando así u n a h is tor ia de pre- c i p i t a c i ó n e r r á t i c a . Las temperaturas se p romedian entre 19.3 y 21.2 grados c e n t í g r a d o s y la ausencia de fuertes contrastes estacionales hace posible el cu l t ivo durante todo el a ñ o en el valle. Las heladas son poco frecuentes y en general se l i - m i t a n a las regiones m á s altas. 1 E n resumen, el val le tiene u n c l i m a t rop ica l templado caliente y bastante seco con var ia ciones seccionales. - E l r í o Atoyac drena el valle y f luye hacia .el sur a tra- vés de las regiones de Et la y Z i m a t l á n . E n algunas zonas, el r í o era una ventaja para la agr icu l tura co lonia l ; en otras representaba una fuerza destructora. E n la planic ie de Etla , donde el canal del r í o era profundo, no ex i s t í a pel igro de i n u n d a c i ó n . E t l a fue la r e g i ó n m á s product iva del valle du- rante la é p o c a colonial . L a i r r i g a c i ó n extensiva p e r m i t í a a algunos pueblos gozar de dos o m á s cosechas a l a ñ o . U n a secc ión del Atoyac, cerca de Soledad y Nazareno Et la , esta- ba lo suficientemente elevada para que se construyera ca- 1 La información específica de este párrafo está tomada de José L . LORENZO, "Aspectos físicos del Valle de Oaxaca", Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 16; 1960: pp. 49-64. 286 W I L L I A M B. T A Y L O R nales de la ar ter ia p r i n c i p a l , 2 y la gran cant idad de afluen- tes t r ibutar ios que a l imentaban e l r í o en la r e g i ó n de E t la , p r o v e í a n fuentes adicionales de agua. Porque el r í o era me- nos profundo en las á reas sur y central, éstas eran m á s v u l - nerables a inundaciones. D a ñ o s por inundaciones a tierras de cul t ivo fueron reportados en Tlapacoya en 1581, en San A g u s t í n de las Juntas en 1648 y 1652, en San Jacinto A m i l - pas en 1761 y en varias partes del brazo sur en 1789.3 E l r í o Salado, t r i bu t a r i o de l r í o Atoyac está seco durante l a mayor parte del a ñ o y es la fuente p r i n c i p a l de agua en el val le de T laco lu l a . Los arroyos r á p i d o s reviven durante la temporada de l luvias en las pendientes pronunciadas que c i rcundan el valle, pero hay algunas corrientes adecuadas para la i r r iga- c i ó n durante los meses secos. E l p e q u e ñ o n ú m e r o de campos irr igados durante el p e r í o d o co lonia l se concentraba en T l a - l ix tac , San Juan G u e l a v í a y San Juan T e i t i p a c . 4 E l ancho del valle promedia entre seis y ocho k i l ó m e t r o s , siendo el brazo de E t l a el m á s angosto de los tres. Las grandes á reas planas y la l igera o n d u l a c i ó n del piso del valle, han i m - pedido que l a e r o s i ó n del suelo se convierta en u n serio pro- blema. T a n t o en los aluviones altos como en los bajos, las tablas de agua e s t á n cerca de la superficie, haciendo posible el fácil acceso a suficiente agua de pozo para el uso d o m é s - tico y la i r r i g a c i ó n en p e q u e ñ a escala. Parte de la t ie r ra de cu l t ivo del valle era h ú m e d a por naturaleza debido a la pro- x i m i d a d del agua. Estas tierras, conocidas como de hume- dad, eran especialmente frecuentes en el brazo sur del val le . Los documentos coloniales las s e ñ a l a n en las ce r can í a s de Z i - m a t l á n , O c o t l á n , Cu i l apan , Zaachila y San Pedro Ix t l ahuaca 2 Archivo General de la Nación, México (en adelante A G N ) , Tie- rras, 211, exp. 2, fol. 15r. 3 Colección privada del Lic. Luis CASTAÑEDA GUZMÁN (en adelante C C G ) , San Juan Bautista, agosto 1648; AGN, Hospital de Jesús 119, Pa- peles de exp. 2, fol. 14v; Gacetas de México, agosto 25, 1789. i Archivo Municipal de Tlacolula (en adelante AMT) doc. 2, 1807; Francisco DEL PASO Y TRONCOSO, Papeles de Nueva España, Madrid, 1939-42, 1. 4, p. 112. HACIENDAS C O L O N I A L E S E N O A X A C A 287 en e l sur y Tlaeoehahuaya y T l a c o l u l a en el sureste. 5 E n al- gunos casos las tierras bajas eran verdaderos pantanos. L a var iedad de cosechas de or igen na t ivo o europeo re- f le ja la var iedad de nichos ecológicos en el val le y en gene- r a l su a d e c u a c i ó n para la ag r i cu l t u r a .» Los productos nativos cosechados en el p e r í o d o co lonia l eran m a í z , maguey, f r i j o l , calabaza y varias clases de chile, tomate, nopales y cactos que c r í a n l a cochini l la , zapotes, nueces, camote, aguacate, hierbas y pasturas. Los productos europeos eran: variedades de t r igo blanco y amar i l lo , lenteja, c a ñ a de azúcar , v i d , le- chuga, col, cebolla, ajo, r á b a n o s , manzanas, granadas, duraz- nos, melones, higos, naranjas, l imones, toronjas y peras. 7 E l val le de E t l a se prestaba mejor para el cu l t i vo del t r igo, y p r o n t o en el p e r í o d o co lonia l abundaron a l l í los campos de t r i g o . 8 Se i n t e n t ó cu l t ivar el t r igo en otras partes del valle, pero con pocoéx i t o . E n el siglo x v i se l l egó a cul t ivar oca- s ionalmente en la r e g i ó n de l sureste y en varias haciendas a l sur de Antequera , pero a pr incipos del siglo x v n , algunos documentos hab lan de Et la como la p r i n c i p a l fuente de t r igo, m u y superior a otras de Antequera y, en general, de todo el valle. L a i n t r o d u c c i ó n de ganado europeo en el valle en el si- g lo x v i m o d i f i c ó el p a t r ó n t rad ic iona l de uso de la t ierra: mu- chas á r ea s de pastos ociosas se conv i r t i e ron en pastizales para caballos, ovejas, cabras y puercos. E l ganado mayor (vacuno y caballar) se i n t r o d u j o en grandes cantidades durante la p r i m e r a m i t a d del siglo. Los d a ñ o s causados a las cosechas 5 Paso y Troncoso, Papeles, v. 4, pp. 146, 190; AGN Hospital de Jesús 306, exp. 1, fol. 20v; Robert H. Barlow (ed), "Dos relaciones de Cuilapa", Tlalocan, I I , N° 1:26-27; Francisco Burgoa Geográfica descrip- ción... de esta provincia de predicadores de Antequera..., México, 1934, v. 1: p. 395, v. 2: pp. 46, 116. « Jorge L . Tamayo, Geografía de Oaxaca, México, 1950; p. 91. 7 José María Murguía y Galardi, "Extracto general que abraza la estadística... del estado de Oaxaca... 1827". Manuscrito sin publicar. University o£ Texas, passim. 8 Ver la descripción del Obispo Zárate en Paso y Troncoso, Episto- lario de Nueva España, v. 4, p. 141. 288 W I L L I A M B. T A Y L O R de los i n d í g e n a s por el ganado suelto de los e s p a ñ o l e s fueron tan extensos, que, en 1549, el v i r rey A n t o n i o de Mendoza p r o m u l g ó u n edicto p roh ib iendo la c r ía de vacuno y exigien- do el empleo de guardias en los ranchos de ganado b o v i n o . 9 E l edicto de Mendoza tuvo só lo u n impacto t ransi tor io; para 1560, las grandes estancias de ganado mayor estaban ya en o p e r a c i ó n . 1 " Grandes concentraciones de ganado se encontra- ban en e l val le de Z i m a t l á n desde finales del siglo x v i . T a m - b i é n se criaba vacuno en el valle de T l a c o l u l a , aunque all í p redominaba el ganado menor (bovino y c a p r i n o ) . Ganado mayor y menor se encontraba en menor n ú m e r o en el valle de Et la . E n to ta l h a b í a algunas 260 000 cabezas de ganado en el va l le de 1826, algo menos de la cant idad que h a b í a a mediados del siglo x v m . A fines de ese siglo se experimen- t ó una d i s m i n u c i ó n general en el n ú m e r o de cabezas en las propiedades e s p a ñ o l a s ; y la baja c o n t i n u ó probablemente du- rante el p e r í o d o revolucionar io , d e s p u é s de 1 8 1 0 . « Deb ido al c l ima templado del valle, su ampl i a planicie a luv ia l , sus r íos de caudal permanente y u n a tabla alta de agua, la r e g i ó n p o d í a sostener una densa p o b l a c i ó n colonia l dependiente de la t ierra. Duran t e el p e r í o d o colonia l v i v í a n en el val le indios, e s p a ñ o l e s (peninsulares y criollos) y pe- q u e ñ a s cantidades de negros, mestizos y mulatos. E n 1568 la p o b l a c i ó n i n d í g e n a era de 150 000 aproximadamente y en su p u n t o m á s bajo, en 1630, h a b í a d i sminu ido q u i z á a 40 000 o 50 000. L a p o b l a c i ó n e s p a ñ o l a se concentraba en Anteque- ra ( p o b l a c i ó n de 2 500 en 1579 y 1646; 19 653 en 1777). A pesar de que es dif íci l determinar la p o b l a c i ó n to ta l del valle en u n determinado momento (especialmente en el si- glo x v n , debido a las es tad ís t icas tan pobres) , la p o b l a c i ó n i n d í g e n a siempre r e p r e s e n t ó una considerable m a y o r í a . E n la p r imera m i t a d del siglo x v n , el valle q u i z á tuviera menos de 50 000 habitantes, o sea menos de 71 habitantes por k i l ó m e - 9 AGN, Hospital de Jesús 432, exp. 5, fol. 1; Instrucciones que los virreyes dejaron a sus sucesores, México, 1867, p. 237. 10 AGN, Hospital de Jesús 404, exp. 2. 11 Murguía y Galardi, passim. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 289 t r o cuadrado. Para 1740 el to ta l h a b í a ascendido a casi 70 000 y para 1790 a 110 000. E n 1959 el valle t e n í a unos 290 000 habitantes, o sea 414 por k i l ó m e t r o cuadrado. 1 2 C A M P E S I N O S INDÍGENAS Y R A N C H E R O S E S P A Ñ O L E S L a a d q u i s i c i ó n de t ierra por los e spaño les en el valle de Oaxaca fue m í n i m a hasta 1570, cuando la p o b l a c i ó n de A n - tequera ya h a b í a alcanzado los 3 000 habitantes. Esta tar- danza se d e b i ó en parte a los esfuerzos de C o r t é s para prote- ger el valle de los colonos e s p a ñ o l e s y en parte por el poco i n t e r é s en a d q u i r i r tierras que mostraron los e spaño les que p u d i e r o n penetrar los dominios del conquistador. Duran te los primeros 40 a ñ o s de la colonia los residentes e spaño le s de Antequera subsistieron casi exclusivamente del t r i bu to i n d í - gena, salarios por nombramientos p ú b l i c o s y la agr icul tura y g a n a d e r í a en p e q u e ñ a escala. ' L o s e spaño les del valle estaban poco interesados en el cul- t i v o de la t ierra en el siglo x v i . P r e f e r í a n depender casi exclu- sivamente de los indios como fuente para sus alimentos. E n diversas peticiones presentadas a l rey por el cabildo de A n - tequera en 1532, se le suplicaba ordenar a los indios del dis- t r i t o que vendieran alimentos a los e spaño les de la c iudad. E n 1538, el obispo L ó p e z de Z á r a t e se quejaba en nombre de la ciudad de que los nativos del valle no estaban cu l t i - vando todas las tierras a su d i spos i c ión , y que como resulta- d o ex i s t í a una escasez de t r igo y de m a í z . E n 1551 el cabi ldo nuevamente e x h o r t ó a la corona para que ordenara a los i n - dios que produjeran t r igo, seda y otros productos para los e spaño l e s , arguyendo que de ot ra manera los i n d í g e n a s sólo c u l t i v a r í a n lo que necesitaban para el t r i b u t o real y se vol- v e r í a n perezosos y pendencieros. 1 3 Esta dependencia e s p a ñ o l a de l trabajo de los indios se refleja a ú n m á s en las constan- 12 Tamayo, Oaxaca, pp. 13-31. 13 Archivo General de Indias, Sevilla (en adelante, AGI) , Audien- cia de México, 256 y 678. 290 W I L L I A M B. T A Y L O R tes peticiones de que se trajeran m á s indios a los pueblos que estaban bajo la j u r i s d i c c i ó n p o l í t i c a de Antequera y en una o rden en 1551 promulgada por el cabi ldo para que se cu l t i - varan m á s tierras indias a f i n de cubr i r las necesidades de granos de la c i u d a d . " E n el siglo x v i los e s p a ñ o l e s u t i l i zaban tierras del valle p r inc ipa lmente para la c r ía de ganado. L a costumbre espa- ñ o l a de movi l i za r al ganado entre la m o n t a ñ a y las tierras bajas, y el p r i n c i p i o de pastos comunes que p e r m i t í a que tie- rras desocupadas se abrieran a todo ganado part icular , sig- n i f i can que las propiedades se i b a n haciendo fluidas, sin l í m i t e s determinados. Con frecuencia los t í t u los de propiedad no se conf i rmaban por escrito sino hasta después de muchos a ñ o s . Por ejemplo, C r i s t ó b a l G i l , u n regidor de Antequera, y R o d r i g o Pacheco a l imentaban su ganado en dos estancias cerca de Tlacochahuaya desde 1523, pero estas propiedades no se legalizaron sino hasta 1538 por med io de mercedes del ca- b i l d o de A n t e q u e r a . 1 » E l cabi ldo e s p a ñ o l hizo otras concesio- nes de estancias de ganado entre los a ñ o s de 1530 y 1540, antes de que este poder se l i m i t a r a a l v i r rey. Sabemos cuando me- nos de otras tres: una merced a B a r t o l o m é Sánchez en 1539 para una estancia de ganado mayor cerca de San Juan Gue- t a v í a y otras dos mercedes fechadas en 1541 y 15te.™ Éstas fueron d e s p u é s confirmadas por mercedes virreinales. Las propiedades de C o r t é s eran las principales posesiones e s p a ñ o l a s durante el siglo x v i . Lasdos propiedades del valle pertenecientes al marquesado antes de 1600 fueron adqu i r i - das por medio de compra con consentimiento real. U n a gran prop iedad ganadera en la pun ta sur del val le compuesta por cinco estancias de ganado mayor y menor fueron or ig ina l - mente compradas a l cacique de Tlapacoya en 1529. L a otra 14 José Antonio Gay, Historia de Oaxaca, 3? ed., México, 1950; tomo I , Vol. 2: p. 497. 15 Biblioteca del Estado de Oaxaca (en adelante BEO), Papeles de la Hacienda Buenavista, fol. 1. le AGN, Tierras 2386, exp. 1, primera numeración, fol. 20-22 y se- gunda numeración, fols. lr-9r; BEO, Papeles de Buenavista, fol. 1. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 291 p rop iedad del marquesado cons is t ía en t ierra de l abor y u n m o l i n o en el brazo de E t l a en el si t io que hoy es Los M o l i n o s de Lazo. E l i n t e r é s en el manejo de las dos propiedades del val le fue mayor en los a ñ o s de 1540 a 1560 cuando Fernando C o r t é s y luego su h i j o M a r t í n fungieron como marqueses. Las estancias ganaderas abastecieron de carne a Antequera en ese t iempo, y fueron plantadas 4 500 moreras en la pro- p iedad de Et la , con el f i n de desarrollar la indus t r i a de ja seda en el v a l l e . 1 7 U n menor i n t e r é s en las tierras del valle empieza a ser evidente en 1564 cuando M a r t í n C o r t é s renta u n a de las estancias. 1 8 Para 1572 las cinco estancias h a b í a n s ido alquiladas y estos arrendamientos con t inua ron hasta 1630 cuando las propiedades quedaron en completo aban- dono . A par t i r de la d o c u m e n t a c i ó n que tenemos sobre merce- des, ventas y quejas de los indios, podemos ident i f icar 15 es- tancias en el brazo sur y 12 en el sureste, en el siglo x v i . E n el sur, a d e m á s de las estancias del marquesado, h a b í a cuatro cerca de C u i l a p a n y X o x o c o t l á n , dos al este de San Pedro A p ó s t o l y cuatro a l nor te de Tlapacoya. E n el sureste h a b í a tres estancias cerca de Tlacochahuaya, una cerca de T l a l i x t a c , u n a al poniente de San Juan Te i t ipac , una al sur de T e o t i - t l á n , dos cerca de M a c u i l x ó c h i t l , y cuatro al este de M i t l a . Para todas estas estancias, con e x c e p c i ó n de tres, las merce- des datan de los a ñ o s 1564-1591. Contrastando con el sur y el sureste, la r e g i ó n de E t l a no tuvo muchas estancias espa- ñ o l a s en el siglo x v i . Sólo se conocen tres mercedes, una cer- ca de San A n d r é s Zaut la en 1549 y dos cerca de H u i t z o en 1591 y 1593; y só lo la m á s ant igua p e r t e n e c í a a u n e s p a ñ o l . L a pos ic ión de E t l a como p r i n c i p a l abastecedora de t r igo , m a í z y legumbres, para Antequera , q u i z á l i b r ó a sus tierras de l ganado depredador. Solamente al l í los primeros virreyes alentaron la p rop iedad de t ierra de labor entre los e s p a ñ o l e s . Para impulsar l a c r e a c i ó n de una fuente e s p a ñ o l a de t r igo , el 17 AGN, Hospital de Jesús 146, exp. 430, fol. 335-45 y 287; exp. 1, fol. 7v. 18 AGN, Hospital de Jesús 404, exp. 2. 292 W I L L I A M B. T A Y L O R vi r rey Mendoza hizo drenar pantanos y c o n c e d i ó las tierras a e s p a ñ o l e s . 1 9 Como u n aliciente m á s , a s ignó repart imientos de trabajo a todas las propiedades productoras de t r igo . Es- tos intentos de promover la agr icu l tu ra e s p a ñ o l a sur t ieron poco efecto en el siglo x v i . Los e spaño le s usaban en ocasiones los repart imientos asignados a la p r o d u c c i ó n de t r igo en el brazo de Etla , para cuidar su ganado en otras partes en el cen- t ro de Oaxaca. 2 0 Los intentos del gobierno colonia l de equi l ib ra r las nece- sidades de los campesinos i n d í g e n a s y de los rancheros espa- ñoles , acentuados por las frecuentes quejas de los i n d í g e n a s debido a los d a ñ o s causados por el ganado españo l , cu lmina- r o n en el establecimento de l í m i t e s b ien definidos de las pro- piedades e s p a ñ o l a s en el valle ya para 1600. Para proteger las siembras de los i n d í g e n a s y evitar futuras discordias, el go- bierno fi jó los l ími te s y en algunos casos ob l i gó a los due- ñ o s de estancias a cercar parte de sus propiedades. Las estan- cias ganaderas se conv i r t i e ron paulat inamente en terr i tor ios b ien definidos sobre los cuales los propietarios t e n í a n todos los derechos mientras man tuv ie ran en ellas u n cierto n ú m e r o de cabezas de ganado. U n def in ido p a t r ó n de d i s t r i b u c i ó n de la t ierra se comenzaba a formar. E L D E S A R R O L L O D E L A H A C I E N D A Varios acontecimentos importantes en las propiedades es- p a ñ o l a s del valle de Oaxaca sucedieron en los primeros a ñ o s del siglo X V I I . Para 1630 h a b í a empezado a desarrollarse la hacienda, una prop iedad m á s compleja que la estancia; en 1643 los registros coloniales para el valle consignan 41 pro- piedades como "haciendas". 2 1 E l t é r m i n o "hacienda", que 19 histrucciones que los virreyes, p. 239. 20 Silvio Zavala y María Gástelo (eds.), Fuentes para la historia del trabajo en Nueva España, México, 1939-46, v. 2: p. 380. 21 AGN, Tierras 2696, exp. 8, fol. 8 listas de 23 haciendas en la jurisdicción de Antequera y 5 en la jurisdicción de Tlacolula en 1643; H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 298 quiere decir propiedad en t é r m i n o s genér i cos , a d q u i r i ó u n significado específ ico a fines del siglo x v i en H i s p a n o a m é r i c a . D e f i n í a una nueva u n i d a d e c o n ó m i c a dedicada a abastecer mercados locales tanto de productos animales como de granos. Este nuevo i n t e r é s por la agr icul tura c reó una mayor deman- da de trabajadores permanentes y transitorios, con r e l a c i ó n a los requeridos por los ranchos ganaderos del siglo x v i . Los e s p a ñ o l e s con frecuencia l lenaban sus necesidades de m á s trabajadores por medio de u n sistema de trabajo forzo.o por deudas. Las haciendas generalmente se apoyaban m á s en el trabajo que en la i n v e r s i ó n de capital para mantener su e c o n o m í a . E l equipo necesario para operar tales propiedades con frecuencia se valuaba en menos de 200 pesos, mientras que el costo de la mano de obra a ú n con la m ó d i c a tarifa de dos reales por h o m b r e - d í a , a menudo sumaba 2 500 pesos anuales o m á s . U n imponente conjunto de edificos perma- nentes caracteriza t a m b i é n a la hacienda. A l construir el cas- co, el p ropie ta r io es tab lec ía su presencia permanente en la propiedad. É l mismo r e s i d í a al l í parte del a ñ o , por lo ge- nera l durante las épocas de siembra y cosecha; el resto del a ñ o era representado por el m a y o r d o m o . 2 2 Muchas de las propiedades del valle citadas como hacien- das no eran inmensas propiedades rurales independientes eco- n ó m i c a y adminis t ra t ivamente que pud ie ran proporcionarse subsistencia y materiales de c o n s t r u c c i ó n , o que administra- r a n la jus t ic ia entre quienes v i v í a n dentro de sus l ími t e s . Las haciendas del val le var iaban considerablemente en t a m a ñ o . L a m a y o r í a de las 41 registradas para 1643 cons i s t í an de una estancia y unos pocos trozos de t ierra cul t ivable , seguramen- te mucho m á s p e q u e ñ o s que el m í n i m o de 8 800 hec tá reas , propuesto por H e l e n Phipps. L a casa grande era con frecuen- cia de modestas proporciones, y pocas propiedades p a r e c í a n autosuficientes o p o l í t i c a m e n t e independientes. Las carac ter ís - AGN, Hospital de Jesús 380, cxp. 9, fol. 97r, lista 13 en la jurisdicción de Cuilapa para el mismo año. 22 Manuel Romero de Terreros, Antiguas haciendas de México, Mé- xico, 1956, passim. 294 W I L L I A M B . T A Y L O R ticas que todas las haciendas del valle c o m p a r t í a n , y que las dis t inguen de otraspropiedades españo las , eran las activida- des e c o n ó m i c a s a las que se dedicaban y los medios uti l izados para asegurarse trabajadores permanentes. Las haciendas del valle eran empresas mixtas, agr íco las y ganaderas, que depen- d í a n del peonaje para asegurar a sus trabajadores perma- nentes. 2 3 Los tres mapas al f i na l del ensayo muestran las diversas propiedades en el valle que pueden ser localizadas. A d e m á s , diversos documentos coloniales permi ten localizar otras 14 propiedades s e g ú n la j u r i s d i c c i ó n donde se encuentran: cin- co labores y u n rancho en la j u r i s d i c c i ó n de T l a l i x t a c ; tres ranchos en Z i m a t l á n ; u n rancho, una huer ta y una hacienda en Antequera ; una labor en Jalatlaco; y u n rancho en Santa A n a Zegache. Las haciendas estaban m u y concentradas en la sección sur del valle, donde han sido identificadas por su nombre T r e i n t a y nueve. Casi todas e x i s t í a n t o d a v í a en 1810, aunque algunas, inc luyendo a San Jacinto, Los Naranjos, y E l H i j o , fueron absorbidas por otras haciendas antes de este t iempo. Las haciendas en la r e g i ó n or ienta l , 15 en n ú m e r o , eran por lo general de mayor t a m a ñ o que las del sur; pocas 23 Esta descripción funcional de la "hacienda", sin el acostumbrado énfasis en el tamaño de la propiedad o una gran población "cautiva" de peones por deuda, sale de un examen de la nomenclatura usada para las propiedades rurales en Oaxaca durante el período colonial. Lo que distinguía a "haciendas" de otras clases de propiedades rurales era su especial conjunto de actividades económicas. Haciendas en términos coloniales eran propiedades rurales de una base mixta, agrícola y ga- nadera (los edificios permanentes, el peonaje por deudas con frecuen- cia en pequeña escala y un cierto grado de independencia administra- tiva, fueron características distintivas sólo hasta después de 1660 en el sur de México, cuando el término "hacienda", era ya de uso general) . Las propiedades que no reunieran estas condiciones económicas se lla- maban ranchos, estancias, labores, etc. El peonaje por deuda es por lo general considerado como la característica crucial de "haciendas". Re- cientemente, Eric Wolf ha llevado este enfoque a su lógico extremo: "Para hacer uso del trabajo de los indios, los españoles introdujeron un sistema de grandes propiedades, las haciendas." Peasant Wars en the Twentieth Century, New York: 1969, p. 3. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 295 co l i ndaban u n a con la otra. Et la , e l brazo m á s corto de l va- l l e , t e n í a 13 haciendas y u n buen n ú m e r o de labores. Las haciendas del valle a fines del siglo x v n i generalmente i n c l u í a n dos o tres sitios de ganado y alrededor de cinco c a b a l l e r í a s de t ierra de labor (aproximadamente 1 000 h a ) . Las haciendas en el sur del valle, cuyo t a m a ñ o conocemos, i n c l u y e n a San Nico lá s Obispo, dos estancias y dos labores (1 600 h a . ) ; San Nico lá s T o l e n t i n o , dos estancias y 6 i / 2 ca- b a l l e r í a s (1 600 h a . ) ; y San Javier, una es tancia 'y nueve c a b a l l e r í a s (1 160 h a . ) . E n el oriente. Santo D o m i n g o Bue- navis ta t e n í a tres estancias (2 400 ha.) y Los Negritos, cuatro estancias y 11/2 c aba l l e r í a s (3 200 h a . ) . Las propiedades es- p a ñ o l a s eran por lo general m á s p e q u e ñ a s en el brazo de E t l a , pero c o m p r e n d í a n proporc iona lmente m á s t ier ra de c u l t i v o . L a Hacienda Guadalupe, por ejemplo, pose ía una estancia de ganado menor y cuando menos diez caba l l e r í a s de t ie r ra cu l t ivable (1 200 h a . ) ; Jalapella pose í a dos estan- cias, tres c a b a l l e r í a s y dos mo l inos de t r igo (1 720 h a . ) ; y San J o s é t e n í a una estancia y alrededor de cinco caba l l e r í a s de t ie r ra de labor a lqui lada (1 000 h a . ) . Las haciendas m á s grandes se encontraban en la p o r c i ó n sur del valle de Zima- t l á n y en el val le de T l a c o l u l a : San J o s é (Progreso) y V a l - deflores, cada una c o m p r e n d í a siete estancias de ganado ma- yor y menor y dos labores (8 000 a 12 000 h a . ) ; X a a g á , siete estancias; y San Bar to lo , seis estancias y dos labores. E l va lo r de las estancias no era determinado sólo por el t a m a ñ o . Algunas propiedades m á s p e q u e ñ a s en los brazos de E t l a y Z i m a t l á n eran de las m á s valiosas; Guadalupe, 24 385 pesos (1797); Soledad, 30 000 pesos (1757); S a n t í s i m a T r i n i d a d , 30 500 pesos (1793) ; Santa Cruz, 33 799 pesos (1729) ; y San Juan Bautista-San Jacinto-San Bar to lo y Los Naranjos, a l oriente, valuadas en 60 000 pesos (1745). Por el contrar io , San Bar to lo y los Negri tos, a l oriente, fueron valuadas en 7 990 pesos (1745) y 12 000 pesos (1712), res- pectivamente. Los factores m á s importantes en la determina- c i ó n del va lor de una hacienda eran l a cant idad de ganado que pose í a y la cant idad de d inero adelantado a los peones residentes. GUÍA D E L MAPA 1 Z l . E l Vergel Z2. San José Z3. Guelavichigana Z4. Guegonivalle (rancho) Z5. L a Chilayta (rancho) Z6. Santa Rosa Z7. Buenavista Z8. Valdeflores Z9. Maia Z10. San Nicolás Gasé Z l ! . San Isidro Z12. Ortega Z13. Xuchitepec Z14. E l Colector Z15. Ortega Z16. Mantecón Z17.-Los Reyes 118. San Nicolás Obispo (No- riega) 119. Tlanechico 120. Estancia Ramírez de Agui- lar 121. Carrizal 122. Zabaleta 123. Díaz 124. Espina 125. Aguayo 126. Santa Cruz 127. San Juan 128. San Isidro 129. Jesús Nazareno 130. San Javier 131. San Joseph 132. Ramírez de Aguilar 133. Zauze 134. Labor de Benito Merino 135. L a Quinta 136. Candiana 137. Cinco Señores 138. Guadalupe 139. Palma 140. San Luis 141. San Luis T42. Aranjuez T43. L a Asunción T44. Los Negritos (Santa Rosa Buenavista) T45. San Antonio Buenavista T46. San José Guelaviate (ran- cho) T47. Santo Domingo Buenavista T48. Alférez T49. Tanibé T50. Xaagá 151. Garrión 152. Arrasóla 153. San Blas E54. San Cristóbal E55. Jalapilla 156. Várela 157. Escovar E58. Cantón 159. Montoya 160. Panzacola E61. Santísima Trinidad E62. Blanca (San Nicolás?) E63. Guadalupe E64. Molinos de Lazo E65. Alemán (Santa Cruz) E66. San Isidro E67. San Isidro Mapa 1 PROPIEDADES SECULARES ESPAÑOLAS E N E L SIGLO XVDI 298 W I L L I A M B. T A Y L O R C o n pocas excepciones, las grandes haciendas d e p e n d í a n más del ganado que las p e q u e ñ a s . E l casco era la ca rac te r í s t i ca que d i s t i n g u í a a las grandes haciendas del valle de las p e q u e ñ a s . L a Hacienda Guadalupe en el brazo de Et la t e n í a u n conjunto de edificos impresio- nante: una casa p r inc ipa l , una capil la, u n establo, y una tro- j e . 2 4 L a casa p r i n c i p a l cons is t ía de ve s t í bu lo , cochera, pat io, sala p r inc ipa l , cuatro dormi tor ios , u n oratorio, cocina, otros tres cuartos y dos miradores. E l casco representaba una de las pocas muestras de i n v e r s i ó n mayor de capital de las gran- des propiedades. Es signif icat ivo que fuera una i n v e r s i ó n no d i s e ñ a d a para aumentar la p roduc t iv idad . Las propiedades grandes y las p e q u e ñ a s c o m p a r t í a n la misma t e c n o l o g í a agr í - cola rud imen ta r i a . Los inventarios de varias haciendas de los siglos x v n y X V I I I i nd i can que la variedad de herramientas y las provisiones era l i m i t a d a en todas las propiedades. Las propiedades grandes p o d r í a n tener mayor cant idad de herra- mientas, pero aun así, el equipo representaba u n a m u y pe- q u e ñ a parte de su valor . L a Hacienda Guadalupe que va l í a 24 385 pesos en 1797, t e n í a só lo 1 435 pesos inver t idos en equipo agr íco la , animales de trabajo, y materiales de cons- t r u c c i ó n . 2 5 E l equipo bás i co de la hacienda era és te :36 azadones 49 herrajes de arados 31 hoces 6 monturas 1 candado grande 1 hierro de marcar 37 arados 2 barrenos varias pinzas de hierro 31 hachas 1 molde de hierro para ladrillos 2 cinceles 12 cubetas de cuero 1 martillo 2 sierras de mano 1 medida de cuartilla 7 rejas de arado 1 medida de 1 almud 2 carretas 11 cadenas 5 lazos 1 i yunque 11 horquillas 2 barretas 11 ejes de carreta 24 AGN, Hospital de Jesús 330, exp. 25 Ibid., fols. 22r-23r. 1, fol. 7r (1969) . HACIENDAS C O L O N I A L E S E N O A X A C A 299 U n a l ista compuesta de otros edificios y equipo encon t r i - d o en las haciendas del valle es t a m b i é n bastante l i m i t a d a e n cuanto a variedad: prensa y moldes de queso azadones de albafiil mesas de carpintero petates canastas de mimbre cencerros cañerías carretillas cedazos cucharas y cacerolas de cobre machetes puntas de hierro jarros cobijas de caballo metates carruajes arreos norias jagüeyes ladrilleras barriles postes cepillos cinchos de cuero chozas para sirvientes y esclavos gallineros monturas E l m a í z y el t r igo eran los principales productos cose- chados en las haciendas. E l m a í z era el m á s impor tan te en todas partes con e x c e p c i ó n del nor te ; sin embargo, casi todas las haciendas in ten ta ron cu l t ivar el t r igo a pesar de los pocos red imientos y la baja cal idad con que se daba fuera del brazo de Et la . L a Hacienda San Nico l á s , por ejemplo, cosechó 1 000 fanegas de ma íz , 25 fanegas de t r igo , y 5 fanegas de f r i j o l en 1782. 2 6 A d e m á s de estos productos bás icos , las haciendas de l val le por l o general exper imentaban con p e q u e ñ a s parce- las de otros productos. Por ejemplo, la c a ñ a de azúcar , que aparece en ocasiones en los inventarios. E n todas las partes d e l val le h u b o haciendas que h i c i e ron intentos alguna vez de c u l t i v a r c a ñ a de azúca r duran te el p e r í o d o colonial . E n 1643, los propietar ios de tierras en el val le de T l a c o l u l a culpaban de su pobreza al hecho de que la cosecha de c a ñ a fracasaba a l l í . 2 7 Sin embargo, ya en 1555 la c a ñ a se cul t ivaba en la Ha- 26 CCG, Papeles sueltos, Feb. 18, 1782. 27 AGN, Tierras 2696, exp. 8, fol. 7v; CCG, Papeles de San Bartolo, p. 94. 300 W I L L I A M 15. T A Y L O R ciencia San Bartolo , en las m o n t a ñ a s al oriente del valle. E n 1697 San Bar to lo t e n í a seis trozos de t ie r ra sembrados de c a ñ a , a pesar del peligro que representaban las heladas que ya h a b í a n arruinado cosechas enteras tres a ñ o s antes. Burgoa menciona la c a ñ a en el brazo de E t l a y u n b i en equipado trapiche que operaba cerca de H u i t z o en el siglo x v m . Como otros ingenios azucareros, éste se inc l inaba m á s a la i n v e r s i ó n de capi ta l que las haciendas. E n este p e q u e ñ o ingenio se hizo u n desembolso de casi 15 000 pesos para esclavos, vasijas de cobre, otros implementos agr íco las y mate r ia l de construc- c i ó n . 2 8 L a t ie r ra se u t i l izaba pr inc ipa lmente para c r í a de ganado en las haciendas del valle. Algunas de éstas eran resultado de la e v o l u c i ó n de antiguas mercedes del siglo x v i , como las de San José (una merced de sitio de ganado en 1563), X a a g á (una merced de ganado vacuno y caballar en 1564 y mercedes para ganado ovino y caprino en 1571 y 1583), San Bar to lo (mercedes de 1591 y 1596), Santo D o m i n g o Buena- vista (merced de 1583) y San J o a q u í n (merced de 1561) Dichas haciendas por lo general con t inua ron con la c r ía de ganado de l t i p o especificado en las mercedes originales du- rante el p e r í o d o colonial , aunque h u b o algunos cambios: X a a g á p a s ó del ganado vacuno y caballar al caprino a fines d e l p e r í o d o colonial ; San Bar to lo , del vacuno y caballar al bov ino y capr ino entre los a ñ o s de 1652 y 1697 y luego retor- n ó a la c r í a de vacuno y caballar para 1723; y Guadalupe, de b o v i n o y caprino al vacuno en las ú l t i m a s dos décadas del p e r í o d o colonia l . A m i t a d del siglo x v m los inventarios de las haciendas que hablan del ganado, i nd i can que la c r í a es- taba m á s desarrollada en los brazos de Z i m a t l á n y T l a c o l u l a que en E t l a y que el vacuno y caballar eran m á s numerosos al sur de Antequera . A d e m á s d e f u s o directo de su t ierra, los hacendados tam- b i é n a lqu i l aban parcelas de t ierra de cu l t i vo a indios o mes- as AG-N, Tierras 213, exp. 1, fols. 2r-12r. 29 CCG, Papeles de San José; CCG, Papeles de San Bartolo; BEO, Papeles de Buenavista, fol. 1; AN 1707, fol. 253r. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 301 tizos, quienes a cambio entregaban a los e spaño les m á s de l a m i t a d de sus cosechas. Arrendatar ios como éstos, que no estaban ligados a la hacienda por deudas, t rabajaron diversas secciones de las haciendas T a n c h é , Valdeflores, San Is idro ( Z i m a t l á n ) , G u e n d u l a i n y L a Soritana, en alguna é p o c a del p e r í o d o c o l o n i a l . 3 0 Los hacendados t a m b i é n rentaban seccio- nes ociosas de sus propiedades. E l mayorazgo de Guendu la in , p o r ejemplo, en 1743 rentaba u n rancho pegado a su hacien- da a D o m i n g o de Zamora y una sección de t ierra de pasto- reo, en 1734, a los betlemitas que h a b í a n adqu i r ido reciente- mente la hacienda cercana de Santo Domingo Buenavista. : ! 1 Como se ha visto, algunas haciendas tuv ie ron su or igen en mercedes concedidas a estancias, pero como las cosechas eran parte esencial de la e c o n o m í a de las haciendas, las es- tancias que no t e n í a n o no p o d í a n a d q u i r i r t ierra de cu l t ivo , permanecieron siendo ranchos a t ravés del p e r í o d o colonia l . Por el contrar io, algunas haciendas crecieron a par t i r de la c o n c e n t r a c i ó n de p e q u e ñ o s trozos de t ierra cul t ivable. V a l - deflores, Mol inos de Lazo y Montoya , por ejemplo, empeza- r o n como parcelas obtenidas durante el siglo x v i de las co- munidades i n d í g e n a s , las cuales t e n í a n u n verdadero mono- p o l i o de tierras de cu l t ivo en el valle en aquel t i e m p o . 3 2 E l desarrollo de la hacienda como una empresa combinada, a g r í c o l a y ganadera, se fac i l i tó m u c h o por el descenso drás - t ico que suf r ió la p o b l a c i ó n i n d í g e n a a fines del siglo x v i y pr inc ipos del x v n . E n par t icular , las tierras de cacicazgo que trabajaban los terrasgueros eran en ocasiones totalmente aban- donadas después de una epidemia. E n el siglo x v n , g ran cant idad de t ierra e s p a ñ o l a estaba concentrada en manos de unas pocas familias. (Varias ha- ciendas no alcanzaron su m á x i m o t a m a ñ o sino hasta después , 30 AGN, Tierras, 495 primera parte, exp. 1, fol. 104; AGN, Hospital de Jesús 50, exp. 3, sec. 9; AN 1767, fol. 56r; AGN, Tierras 2922, exp. 1; AN 1808, fol. 152r. 31 AN 1734, fol. 247r; AN 1743, fol. 356v. 32 AGN, Hospital de Jesús 102, exp. 24; CCG, Papeles de Molinos de Lazo, libro 1, cuaderno 1; AGN, Hospital de Jesús 85, exp. 2. 302 W I I J . I A M B. T A Y L O R cerca del f i na l del p e r í o d o colonia l , pero en ese t iempo una sola persona o fami l i a pocas veces pose ía m á s de una propie- dad rura l . ) Algunas familas, como los Guendu la in , los R a m í - rez de A g u i l a r y los B o h ó r q u e z , consolidaban sus haciendas m á s grandes en una sola propiedad. En t re las familas cuyos nombres aparecen con regular idad en los registros del siglo x v i i , los Espina era la m á s sobresaliente. Sus propiedades i n c l u í a n la Hacienda San Bar to lo en las m o n t a ñ a s a l oriente de l valle, tres ranchos que c o m p o n í a n la Hacienda X a a g á cerca de M i t l a , dos labores cerca de Cui lapa y u n ingenio de 80 ha. que estaba pegado a Magdalena O c o t l á n . Los Espina t a mb i é n adqu i r i e ron prestigio por medio de matr imonios . Pe- d r o de Espina, qu ien a d q u i r i ó l a p r imera propiedad de la f ami l i a en 1590, se casó con la h i j a de una prominente fa- m i l i a del valle, los Pacheco (para 1644, Francisco, Pedro y J o s é Pacheco p o s e í a n cada uno alguna hacienda dentro de la j u r i s d i c c i ó n de A n t e q u e r a ) ; y su h i j o se casó con la h i j a de u n m i e m b r o de la Orden de Santiago. Sin embargo, las pro- piedades rurales tan dispersas poco a poco se les fueron de las manos. Las dos labores cerca de C u i l a p a n pasaron al con- vento carmeli ta en Antequera a pr inc ip ios del siglo x v m . San Ba r to lo fue vendida por los albaceas de Gaspar de Espina antes de 1693 y las estancias de X a a g á fueron vendidas en 1728. 3 3 L a suerte de las propiedades de los Espina fue com- pa r t ida por muchas de las haciendas de particulares en el siglo x v m . ' C o m o muestran los mapas 2 y 3. Hac ia 1760 m u - chas de las grandes propiedades pasaron de las familias a la Iglesia. L A B O R E S Las p e q u e ñ a s propiedades rurales, distintas de las hacien- das, fueron u n impor tan te t i p o de p rop iedad e s p a ñ o l a t u el val le de Oaxaca. H a b í a varios p e q u e ñ o s ranchos ganade- 33 AN 1707, fol. 43v; AGN, Tierras 2764, exp. 31; CCG, Papeles de San Bartolo, p. 7 ££; CCG, Papeles de San Juan Bautista, Oct. 2. Mapa 2 PROPIEDADES DE LA IGLESIA EN E L V A L L E DE OAXACA, 1660 .-rzu.c A 11 • . . . ' » > ' O m •> ¡ del . 'ei i u ir i, > a J i ii , i i hii ,'„/ ti.onas- hr J •• i .< S ÍJ Do- mingo 5—A 1 i • ' / " . v» >s de o l f' runchos de otras <U¡ . ( M; T. \I . ' i Sf ; s " ', ( ,' ' v i ,e Sena ie clérigos regu- n clérigo secular 9 Huciet! o 1 „ jsf ¿¿fací Ztmch* 304 W I L L I A M B . T A Y L O R ros que m e d í a n una o dos estancias (sitios) en los brazos sur y oriente, en el siglo X V I H , mucho d e s p u é s de que se estable- cieran las principales haciendas del valle. Cuatro ranchos en el sur p e r t e n e c í a n a criollos que aparentemente no p o s e í a n n inguna otra propiedad: Guegonivalle, San Cr i s tóba l , E l Ca- p i t á n y la Soledad. 3* E l sit io D u h u a t i a pasó por muchas ma- nos en el siglo x v m , pero no estuvo ligado permanentemente a n inguna gran propiedad. A l oriente, los ranchos del Fuerte y Lope eran propiedades separadas hasta 1740, cuando fue- r o n absorbidos por la Hacienda X a a g á . 3 5 E l rancho ha sido reconocido como la p e q u e ñ a propiedad e s p a ñ o l a t í p i ca de fines del M é x i c o co lon i a l . 3 6 O t r o t i p o de p e q u e ñ a propiedad menos conocida que se encontraba en el valle de Oaxaca era la labor, que por lo general t e n í a de una a cuatro caba l l e r í a s de t ierra de cul t ivo , algunas veces i r r i - gada. Debido a su t a m a ñ o p e q u e ñ o y a la naturaleza de la propiedad, una labor sólo era costeable si se trabajaba i n - tensamente. Varios productos se cosechaban en las labores de valle, incluyendo ma íz , t r igo, f r i j o l , pastura, maguey, cac- tos y varias frutas y vegetales. A u n q u e las labores p o n í a n el acento en la agr icul tura , muchas la combinaban con o t r . i clase de uso de la t ierra, especialmente las huertas y los pastos. E l siguiente inven ta r io para 1733 de la labor de Jo sé del Casti l lo, que se encontraba sobre el r í o Jalatlaco, cerca de Antequera , es bastante t í p i c o : 3 7 3 caballerías de tierra irrigada (126 has.) 19 bueyes 21 caballos 3-1 AN 1761, fol. 30v; AN 1772, fol. 190v. 35 Para Duhuatia, AN 1749, Feb. 19, paginas sueltas, AN 1769, fol. 12Ir, AN 1770, fol. 220v, AN 1790, fol. 104v, y AN 1799, fol. 23v; para del Fuerte y Lope, CCG, Papeles sueltos, 20 de marzo de 1763. se Herbert I. Priestley, The Corning of the White Man, 1492-1848, New ork, 1929; p. 98. François Chevalier, La formation des domaines au Mexique: Terre el socité aux XVIe-XFIIe siècles, Paris, 1952; pp. 68-71, discute los ranchos de trigo del siglo xvi en el centro de México. •57 AN 1733, fol. 54r. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 305 1 muía 9 ovejas 1 carreta de 2 muías varios arados, azadones y otros implementos agrícolas 80 fanegas de maíz cosechadas 4 fanegas de fri jol 637 pesos 6 reales adelantados a los trabajadores 95 pesos 5 reales pagados por adelantado por la renta de agua del río Jalatlaco U n a labor tenia la apariencia de u n p e q u e ñ o rancho fa- m i l i a r , pero su sistema de trabajo se semejaba a l de la hacien- da. Los inventar ios de las labores del valle de Oaxaca ind ican claramente que los propietarios e s p a ñ o l e s h a c í a n poco o nada de l trabajo físico en sus propiedades. A h í , como en las hacien- das, p r e v a l e c í a n los peones obligados por sus deudas y los trabajadores transitorios. T a m b i é n el n ú m e r o de cabezas de ganado en algunas labores sugiere que sus d u e ñ o s considera- b a n sus propiedades m á s como haciendas en m i n i a t u r a que como ranchos. L a labor San I s id ro cerca de Santa A n a Zc- gache, por ejemplo, criaba 219 ovejas, 159 cabras, 46 vacas, 30 bueyes y 9 caballos en su t ier ra de 126 has. Sólo cuatro p e q u e ñ a s parcelas se sembraban de m a í z y frijol.»» Por el con- t r a r io , el ú n i c o ganado en seis labores mencionadas en la Relación Geográfica de Oaxaca en 1777, eran bueyes, m u í a s y caballos necesarios para el cu l t ivo y el t r a n s p o r t e . 3 » E l he- cho de que muchas labores, al i g u a l que las haciendas, fue- r a n vendidas o hipotecadas repetidas veces, probablemente se debe ai uso poco eficiente de sus recursos. A menos que la l abor se trabajara intensamente, no p o d í a sostener a su due- ñ o . A u n q u e muchas labores fueron vendidas, pocas cayeron en manos de hacendados para convertirse en p e q u e ñ a s frac- ciones de una gran propiedad. Esto se debe en parte a que pocas labores col indaban con las grandes propiedades; la ma- y o r í a estaba rodeada de tierras i n d í g e n a s . 38 AN 1789 primera parte, fol. 77v. 39 Biblioteca Nacional, Madrid (en adelante BN) , manuscrito 2450, fol. 7. 306 W I I . L I A M B . T A Y L O R Las labores eran m á s numerosas dentro de u n rad io de siete k i l ó m e t r o s a pa r t i r de Antequera . E l mapa 1 muestra las que pueden ser b i en identificadas. N o siempre es fácil ident i f icar una labor. Por lo general no t e n í a n u n nombre especial como las haciendas, sino que se c o n o c í a n por el nom- bre del d u e ñ o en u n momento dado: la labor de Diego Be- n í t ez M e r i n o , por ejemplo. As í que sin descripciones detalla- das de los l ími t e s , es dif íci l saber si la labor de J o s é Ramos, "afuera de Antequera" , mencionada en a l g ú n documento de 1710, es la misma propiedad que " l a labor de J o s é del Casti- l l o " en 1733. Si contamos sólo las labores que son claramente dist inguibles de otras, nuestro mejor cá l cu lo para pr inc ip ios del siglo X V I I I es de 24 dentro de los siete k i l ó m e t r o s de rad io a pa r t i r de Antequera , y cuando menos 42 en todo el val le. L A I N E S T A B I L I D A D D E L A POSESION E S P A Ñ O L A U n a de las ca rac te r í s t i cas sobresalientes de la poses ión de la t ierra por los e s p a ñ o l e s era su inestabi l idad. A u n q u e m u - chas propiedades rurales crecieron notablemente, l o h ic ie ron a pesar de una deb i l idad en la suces ión heredi tar ia que por l o general no se asocia con M é x i c o y otras partes de Hispano- a m é r i c a . Los propietarios e spaño le s no mostraron una fuerte preferencia por la costumbre del mayorazgo al transferir las propiedades que n o estaban consolidadas; así que muchas propiedades se d i v i d i e r o n entre varios miembros de l a fami- l ia , especialmente las propiedades que se encontraban disper- sas por todo e l valle. Las haciendasque fueron divididas son, entre otras, la de San José y San Is idro, las dos cerca de Z i - m a t l á n en 1711, y Tan iche , A r r i b a y Aba jo , todas cerca de E j u t l a en 1 6 7 6 . « T a m b i é n algunos hacendados encontraban con frecuencia necesario vender sus m ú l t i p l e s propiedades en vez de pasarlas a sus familiares. E n 1737, T o m á s L ó p e z L o - zano v e n d i ó sus tres haciendas, Las Monjas, C o m i t l á n y San- ta Rosa, y d i v i d i ó l o recaudado en partes iguales entre sus 40 AGN, Tierras 919, exp. 3, fols. 35-43. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 307 hi jos .* 1 Las herencias conjuntas de una sola propiedad con frecuencia te rminaban en venta. Cuando Juan Díaz legó por partes iguales a sus siete hijos las propiedades de Guelavichi- gena y L a Gachupina, la venta fue el ú n i c o medio para lo- g ra r u n arreglo aceptable para los herederos. 4 2 L a his tor ia de las ocho haciendas no consolidadas de las que tenemos documentos m á s o menos completos - S a n José , San Bar to lo , Guadalupe, San Juan Bautista, San Jacinto, San- to D o m i n g o Buenavista, X a a g á y San N i c o l á s O b i s p o - con- f i r m a n que la venta era el medio m á s c o m ú n de transferir u n a hacienda. Duran t e el p e r í o d o colonial , estas ocho pro- piedades cambiaron de manos unas 89 veces en to ta l . Sólo 13 de los 89 cambios fueron por herencia; los 76 restantes ( m á s del 85%) fueron por venta. Las ventas fueron m á s fre- cuentes entre los a ñ o s 1699-1761, cuando las ocho propiedades se vendie ron u n to ta l de 36 veces (las de San J o s é y San Bar- to lo , siete veces cada una y seis veces las de Guadalupe y San N i c o l á s ) . Se han encontrado otros 73 registros de ventas de haciendas y labores en documentos notariales del siglo x v m en el valle. A u n q u e fragmentarios, estos registros sugieren ventas repetidas de otras propiedades. L a Hacienda Santa R i t a , por ejemplo, se v e n d i ó cuatro veces entre 1740 y 1780; Aranjuez , t a m b i é n cuatro veces entre 1710 y 1712, y el si t io D u h u a t i a , cinco veces entre 1749 y 1799. 4 3 L a falta de regis- tros notariales anteriores a 1640 hace difíci l juzgar la fre- cuencia con que fueron vendidas las haciendas en el siglo x v i i . Las ocho haciendas de las cuales tenemos documentos de transferencia completos fueron vendidas 29 veces durante el siglo X V I I y 42 veces durante el x v m , lo cual indica que las ventas fueron m á s frecuentes al f i n a l del p e r í o d o colonia l . E l aumento de hipotecas sobre propiedades rurales a fines del siglo x v n y durante el x v m , tanto en valor como en n ú - 41 AN 1737, fol. 76r; AGN, Tierras 146, exp. 3, fol. 18. 42 AN 1767, fol. 78v. 43 Ver nota 35 para Duhuatia; AN 1780, fol. 199, Santa Rita; AN 1712, fol. 216v, Aranjuez. 308 W I L L I A M B. T A Y L O R mero, avuda a explicar la frecuencia de las ventas." L a Igle- sia era ía p r inc ipa l fuente de c r é d i t o y normalmente cobraba u n i n t e r é s del 5%. Como los monasterios, conventos y sacer- dotes seglares consideraban que los pagos por intereses les propocionaban u n ingreso anual f i jo deseable, no alentaban a los propietarios a pagar el capi ta l . De hecho, la m a y o r í a de los deudores no lo p o d í a n pagar de todas maneras. Las propiedades fuertemente hipotecadas pagaban hasta 1 000 o 1 500 pesos de intereses anuales, lo que p o d í a exceder el i n - greso de l a hacienda en u n a ñ o de malas cosechas o de en- fermedades. L a incapacidad de hacer los pagos de intereses l levaban al cierre de una hipoteca, pero era m á s frecuente que una hacienda m u y endeudada se vendiera a l fal lecimiento del d u e ñ o . Era fácil encontrar comprador para una hacienda fuertemente hipotecada, ya que la i n v e r s i ó n i n i c i a l de capi- tal era poca: sólo la diferencia entre el valor registrado de la propiedad y el mon to de la hipoteca. Ent re m á s grande la hipoteca, menor capital neces i t a r í a el nuevo propietar io. Sin embargo, probablemente se h a b í a in ic iado ya u n c í r cu lo v i - cioso de ventas, puesto que era m u y probable que la hacienda fuera vendida una y otra vez si las ganancias no llegaban a superar el i n t e r é s por u n buen margen. Las hipotecas sobre propiedades rurales eran comunes en toda la Nueva E s p a ñ a al f i n a l del p e r í o d o colonial , pero su efecto sobre los traspasos de la t ie r ra era especialmente síg- n i f i ca tv io en una á r ea como el valle de Oaxaca, donde el va- lo r de las hipotecas ya era al to y s egu í a ascendiendo. De 27 propiedades del siglo x v m sobre las que existe suficiente i n - f o r m a c i ó n , 20 fueron hipotecadas por m á s del 80% de su valor y 10 por m á s del 90%. E l p romedio era de 76.8% para 44 Sabemos de siete haciendas que estaban hipotecadas en ei sigio xvn. La hipoteca era de un total de 20 760 p. o 46.4% del valor total de la propiedad: 44 719. Para los años 1700-50, sabemos de nueve hipo- tecas de haciendas cuyo total era el 74.7% de su valor (122 9I0p de 164 430p). Para los años 1750-1810, sabemos de 14 hipotecas de hacien- das que ascendían a 160 295p que era el 71.6% de su valor (223 752p) . H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 309 25 de las 27 propiedades y 66.9% para todas las 27 . 4 B L a mues- tra hace notar una fuerte r e l a c i ó n entre grandes hipotecas y ventas. Todas las 20 propiedades hipotecadas por m á s del 8 0 % de su valor fueron vendidas antes o a la muer te de sus propietar ios . L A P R O D U C C I Ó N E N L A S PROPIEDADES D E L V A L L E L a p r o d u c c i ó n en las propiedades del valle puede ser ca- racterizada como p r imar i a o semicompleja. Por de f in i c ión , las haciendas combinaban la agr icul tura y la g a n a d e r í a , por lo general con u n énfasis en la g a n a d e r í a . L a mejor t ierra de cu l t i vo era controlada por las comunidades i n d í g e n a s o por i n d í g e n a s particulares. Las tierras marginales de muchas haciendas, combinadas con la g a n a d e r í a en su act iv idad eco- n ó m i c a , h a c í a n que el uso de la t ierra fuese extensivo y no intensivo. H u b o , sin embargo, algunas importantes excepcio- nes; varias haciendas en los valles de Et la y Z i m a t l á n constru- yeron presas y canales e i r r i g a r o n en forma consistente una gran parte de sus campos de cu l t ivo . Las haciendas p r o d u c í a n una variedad menor de cosechas que las comunidades i n d í g e n a s . E n muchas propiedades de los valles de T l a c o l u l a y Z i m a t l á n , los ú n i c o s productos eran m a í z , f r i j o l y pasturas. E n el valle de Eta y en las tierras p ró - ximas a Antequera , las haciendas y labores se concentraban en e l cu l t ivo del t r igo . H a b í a una p e q u e ñ a variedad de otras cosechas de las haciendas que eran por lo general producidas para la venta m á s que para el consumo local: c a ñ a de azúcav ( Z i m a t l á n ) , garbanzo ( Z i m a t l á n ) , Maguey ( T l a c o l u l a y Z i - m a t l á n ) , tomates ( E t l a ) , y melones ( Z i m a t l á n ) . P e q u e ñ o s si- tios de cactos para la p r o d u c c i ó n de cochin i l la aparecieron en las haciendas en las tres secciones del valle. De los pro- í s El valor total de las 27 propiedades era de 346 456p con hipote- cas por 231 855 p. Para 25 propiedades (excluyendo la de Santa Cruz y San Juan Bautista) el total era de 252 711p y 194 057p respectiva- mente. 310 W I L L I A M B . T A Y L O R ductos no agr íco las de las haciendas, la sal y la cal eran las m á s importantes . E l mercado para los productos de las haciendas era regio- na l y m u y concentrado en la c iudad de Antequera . A me- diados del siglo x v i , antes del nacimiento de las haciendas, el t r igo del valle era en ocasiones enviado a Tehuantepec y Gua- temala, pero ya para p r inc ip ios del siglo x v n , el comerciose h a b í a regional izado. 4 6 L a impor tanc ia de Antequera como mercado para la p r o d u c c i ó n de las haciendas era en parte una f u n c i ó n de su gran p o b l a c i ó n no agr íco la y t a m b i é n del hecho de que los otros importantes centros del valle, tales como O c o t l á n , E t l a y T laco lu l a , se a b a s t e c í a n de los pueblos i n d í g e n a s . T a m b i é n el mercado de Antequera d e p e n d í a con- siderablemente de las fuentes i n d í g e n a s para el m a í z , f ruta , vegetales, l e ñ a y toda clase de a r t e san í a s . E l impresionante auge de la coch in i l l a en el siglo x v m , que puso a Oaxaca den- t ro de la red comercial m u n d i a l , no afec tó a las haciendas del valle. L a mayor parte de la coch in i l l a era producida por las comunidades i n d í g e n a s de fuera del valle y los comerciantes de Antequera eran casi exclusivamente peninsulares que te- n í a n poco i n t e r é s en poseer tierras.* 7 E l comerciante penin- sular t í p i c o era u n s o l t e r ó n empedernido, rodeado por u n sé- qu i t o de aprendices peninsulares solteros, hecho que no per- m i t í a a las familias de hacendados unirse por m a t r i m o n i o con estos nuevos r i cos . 4 8 E L T R A B A J O E l sistema de trabajo forzoso por deudas, bajo el cual los campesinos sin tierras se l igaban permanentemente a una 46 AGN, Hospital de Jesús 102, exp. 6, fol. 8r. 47 AGN, Padrones 13, passim. 48 Los peninsulares solteros como principales comerciantes en Oa- xaca, forman un patrón similar al encontrado por D. A. Brading en Guanajuato en el siglo xvm, Miners and Merchants in Bourbon Mex- ico, 1763-1810, Cambridge, 1971; pp. 252-56. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 3 1 1 prop iedad , legal y e c o n ó m i c a m e n t e , predominaba en las pro- piedades e s p a ñ o l a s al f ina l del p e r í o d o colonia l . Las propie¬ dades rurales en el valle de Oaxaca no eran la e x c e p c i ó n a esta tendencia general aunque las condiciones al l í t e n í a n poca semejanza con las de las haciendas t íp icas del nor te en cuanto al uso exagerado de trabajadores residentes. Aparen- temente los adelantos a los trabajadores superaban el m á x i - m o legal, al grado que, puede decirse, el peonaje por deudas ya e x i s t í a en el siglo x v m y pr inc ip ios del x i x . E n u n mues- treo de las deudas de 475 peones en 14 propiedades del valle du ran t e este p e r í o d o , la deuda p romedio era de 35.5 pesos,"» con sueldos mensuales fijados por lo general en 3.2 pesos. Esto representa aproximadamente 11 meses de trabajo. Las deudas individuales f l u c t ú a n desde u n real hasta 425 pesos. E l 79.6% de estas deudas sobrepasa el l í m i t e legal de seis pesos para 1755. A u n q u e el peonaje por deudas en Oaxaca t e n í a una clara i n t e n c i ó n coercitiva, las deudas tan grandes pueden ind ica r que los trabajadores del campo en Oaxaca contaban con una fuerte p o s i c i ó n para negociar. Seguramen- te que no se necesitaban 35.5 pesos para perpetuar el endeu- damien to de u n trabajador. L a a v e r s i ó n de los i n d í g e n a s a t rabajar permanentemente en las propiedades e s p a ñ o l a s te- n í a , a l parecer, beneficios financieros. Las grandes deudas y los esfuerzos de los hacendados por adelantar el pago, i nd ican q u e e l p e ó n p o d í a ex ig i r y e x i g í a a sus patrones adelantos especiales y l u j o s . 5 0 Cuando l a A u d i e n c i a puso en v igor la regla de cinco pesos de adelanto en la Hacienda Guadalupe en 1791, el d u e ñ o se q u e j ó amargamente de que no p o d r í a encontrar indios que le t rabajaran con regular idad si no po- d í a adelantarles litis, msyor C3.ntid3.d.^^ L a m a y o r í a de los sirvientes que r e s i d í a n en las hacien- « Cifras del muestreo: l-6p, 97 trabajadores; 7-30p, 170 trabajado- res; 31-6p, 112 trabajadores; 61-9p, 56 trabajadores; más de 91p, 40 trabajadores. so AGN, Indios 37, exp. 146; AGN, Hospital de Jesús 118, exp. 15, fols. 1-24; AGN, Tierras 1216, exp. 1, fols. 1-5. 51 AGN, Tierras 1216, exp. 1, fols. lr-2r. 312 W I I . U A M 13. T A Y I . O R das del val le a fines del siglo x v m eran indios, aunque tam- b i é n h a b í a u n n ú m e r o considerable de mulatos y mestizo;. D e 1 499 residentes no españo les registrados en 1777 en las haciendas del valle, 966 eran indios, 411 eran mulatos y 122 mestizos. 5 2 Estos datos ind ican que las haciendas y labores en Oaxaca t e n í a n u n modesto n ú m e r o de peones endeudados durante el siglo x v m , n ú m e r o que f luctuaba entre 1 y 99. De las 56 propiedades del valle, incluidas en el censo de 1777, 12 no t e n í a n trabajadores residentes, 33 t e n í a n de uno a tres sirvientes y sólo cuatro t e n í a n m á s de 50 sirvientes. L a media de trabajadores residentes en las propiedades del valle en 1777 era de 11; la mediana era tres. Parece cierto que la m a y o r í a de las haciendas d e p e n d í a n mucho de l trabajo t ransi tor io de indios de las comunidades cercanas, m á s que del trabajo de los peones permanentes. E l r epa r t imien to t a m b i é n c o n t i n u ó en Oaxaca hasta el f i n del p e r í o d o co lon ia l para cubr i r las necesidades de las haciendas. Los repar t imientos se daban con frecuencia a las haciendas que se enfrentaban a la r u i n a debido a la fal ta de trabaja- dores voluntar ios . E n 1694 Pedro de Espina Pacheco p ronun- ció la queja acostumbrada por los hacendados españo les para obtener tales mercedes: " E l alto precio del t r igo se debe a la escasez resultante de la pereza de los ind ios en el valle que se rehusan a trabajar en m i hacienda." 5 3 Los repar t imientos del siglo x v m en el valle t e n í a n una naturaleza tempora l y de emergencia, s e g ú n ind ica el hecho de que l a fecha de su t e r m i n a c i ó n estuviera b ien especifi- cada." Cuando los repart imientos y los m é t o d o s voluntar ios de rec lu tamien to fracasaban, algunos hacendados r e c u r r í a n a la fuerza para obtener m á s trabajadores. Algunos hacendados se rehusaban a p e r m i t i r que las deudas de los trabajadores fueran cubiertas y t rataban de hacerlas hereditarias. Pero, contrar iamente a la p r á c t i c a del siglo x i x , las deudas no pa- 52 A G I , Audiencia de México 2589-91, passim. 53 AGN, Indios 31, exp. 227. 54 AGN, Tierras 2958, exp. 105. H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 313 saban a los hi jos durante el p e r í o d o colonial . Este p r i n c i p i o fue reaf i rmado por la audiencia: una mujer i n d í g e n a r e c o b r ó la custodia de dos p e q u e ñ o s nietos que le h a b í a n sido qui ta- dos por u n hacendado que los h a c í a responsables por la deu- da de su d i f u n t o padre . 5 5 Los peones p o d í a n ser amenazados con castigos físicos si in ten taban h u i r . Algunos trabajadores descubrieron esto mientras s e rv í an en la Hacienda Coyote- pee, propiedad de Pedro de Espina Pacheco C a l d e r ó n . C o n u n a p r á c t i c a que nos recuerda el reparto de efectos (el mo- n o p o l i o del corregidor de indios sobre ciertas m e r c a n c í a s en su j u r i s d i c c i ó n ) , algunos hacendados obl igaban a los traba- jadores i n d í g e n a s renuentes a tomar m e r c a n c í a s o d inero con ta l de establecer una o b l i g a c i ó n l e g á i s A l n ive l local, a l go- b ie rno e s p a ñ o l apoyaba el trabajo forzoso de varias maneras. D u r a n t e la d é c a d a de 1790, los nativos de Zaachila que n o p o d í a n pagar el t r i b u t o eran encarcelados o se les obl igaba a trabajar en las distintas haciendas. 5 7 Los infractores de la ley t a m b i é n p o d í a n ser enviados a las haciendas. Por ejem- plo , los indios del pueblo rebelde de Soledad Et la que trata- r o n de vender sus productos en el mercado de Antequera , fueron arrestados y enviados a la Hacienda G u e n d u l a i n . 5 8 L A S C UE N T A S D E U N A H A C I E N D A D E L V A L L E 5 9 Los l ibros de cuentas anuales que resumen costos y el va- lo r de la p r o d u c c i ó n son unas de las mejores fuentes que nos describen la o p e r a c i ó n de las haciendas coloniales. Estas rela- ciones son m u y raras y a la vez m u y importantes para enten- der las c a r a c t e r í s t i c a s ' d e la p r o d u c c i ó n de las propiedades rurales en Oaxaca. A l buscar estos documentos de las hacien- 55 AGN, Indios 17, exp. 81; AGN, Indios 29, exp. 121. 56 AGN, Indios 37, exp. 146. 57 AGN, Tierras 2784, exp. 1, fols. 1-3. 58 AGN, Tierras 1271, exp. 2. 59 Toda la información de esta sección viene de CCG, Papeles de San Juan Bautista. GUÍA D E L MAPA 3 E l . Hacienda San Isidro E2. Rancho San José E3. Labor Santa Rita E4. Hacienda Jalapilla 15. Sitio Duhuatia 16. Labor San Blas 17. Rancho San Blas 18. Hacienda San Francisco Xavier 19. Labor Jesús Nazareno 110. Hacienda San Isidro 111. Labor San José 112. Hacienda del Cacique 113. Hacienda San Nicolás Obispo 114. Hacienda de Zorita 115. Hacienda Tlanechico Z16. Hacienda de Ortega Z17. Hacienda Quialana Z18. Hacienda Xuchitepec Z19. Labor San Isidro Z20. Hacienda San Diego 7.21. Trapiche Santa Cruz Z22. Hacienda Matagallinas Z23. Trapiche Santa Ana y La- bor San José Z24. Hacienda E l Vergel Z25. Labor L a Gachupina Z26. Sitio E l Capitán Z27. Labor Guelavichigana Z28. Rancho La Chilayta Z29. Hacienda Santa Rosa 130. Haciendas San Juan Bau- tista San José y Los Na- ranjos 131. Hacienda San Miguel 132. Labor Sangre de Cristo 133. Labor L a Quinta 134. Labor San Miguel 135. Rancho de la Noria 136. Labor de la Palma 137. Hacienda de los Cinco Se- ñores 138. Labor San Luis 139. Hacienda Dolores 140. Hacienda del Rosario 141. Labor de Alfaro T42. Hacienda Aranjuez T43. Hacienda Santo Domingo Buenavista T44. Hacienda San Francisco Buenavista T45. Rancho Guadalupe T46. Labor de Soriano T47. Sitio de Don Pedrillo T48. Rancho del Fuerte T49. Rancho de Lope T50. Hacienda Xaagá Mapa 3 PROPIEDADES DE LA IGLESIA EN E L V A L L E DE OAXACA, 1760 4 Haciendas del monasterio do- minico, Santo Domingo a Labores y ranchos del monas- terio dominico X—ti Tierras de los monasterios de la parroquia dominica m Haciendas de otras órdenes no dominicas • Labores, ranchos y trapiches de otras órdenes no domi- nicas (A) Agustinas (B)Be- tlemitas (C) Carmelitas (]) ]esuitas.(LC)La Concepción (LM) La Merced (SC) Santa Catalina de Sena • Haciendas de clérigos seculares O Labores y ranchos de clérigos seculares 316 W I L L I A M B . T A Y L O R das, e n c o n t r é u n solo juego de l ibros de contab i l idad . Por el contrar io , abundan los inventarios de las propiedades, docu- mentos aislados sobre existencias y deudas en u n momen to dado (se h a n podido encontrar 124 inventarios para 53 pro- piedades) . N o sabemos si en real idad estos inventarios se acos- tumbraban m á s que los l ibros de cuentas; lo cier to es que h a n sobrevivido m á s . Los inventarios se necesitaban para l le- var a cabo ventas o ejecuciones de testamentos y en casos de l i t ig ios , así que se conservan en los archivos p ú b l i c o s , espe- cialmente en el A r c h i v o General de la N a c i ó n y en los archi- vos notariales del estado. Los l ibros de cuentas que t o d a v í a existen casi siempre e s t án en manos de particulares, revuel- tos con los t í t u lo s de las propiedades coloniales- Los cuatro registros de la hacienda de San Juan Bautista, cubren cinco a ñ o s y medio, de 1789 a 1795 (el p e r í o d o I , de j u l i o 1789 a dic iembre de 1790; el p e r í o d o I I , de enero 1791 a enero de 1792; el p e r í o d o I I I , de febrero 1792 a d ic iembre de 1792; el p e r í o d o I V , de enero 1794 a diciembre de 1795). És tos resumen las transacciones a intervalos de 11, 13, 18 y 24 meses, con m é t o d o s algo inconsistentes de doble entrada. A u n q u e la i n f o r m a c i ó n que contienen estos registros es r ica en detalles, presenta u n conjunto m u y especial de problemas para el h is tor iador . E n par t icular , los totales del pasivo y ac- t i vo no pueden aceptarse sin r ev i s ión debido a errores de suma y entradas duplicadas. E l adminis t rador de l a hacienda en ocasiones u t i l izaba procedimientos dudosos para lograr ba- lancear los l ibros , v. gr.: situar una entrada en la co lumna equivocada o u t i l i za r una c a t e g o r í a siempre salvadora: "re- misiones" a l p ropie ta r io ; así se evitaban las discrepancias. A l - gunos de los datos incompletos o difíci les de in terpre tar son: o m i s i ó n de datos (v. gr.: sueldo del m a y o r d o m o ) , consolida- c i ó n de activos para los productos agr íco las ( p e r í o d o s I y I I ) , y el in te rcambio i n f o r m a l de productos y d inero entre la ha- cienda y su d u e ñ o : el monasterio carmeli ta en Antequera . Antes de discut i r la p r o d u c c i ó n en San Juan Bautista, en- tre 1789 y 1795, es necesario describir la brevemente. Hac ia 1790, la hacienda de San Juan Bautista, una de las dos o tres m á s valiosas haciendas del valle se e x t e n d í a sobre cerca de H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 317 588 ha. de t ie r ra de cu l t ivo (14 caba l le r ías ) y 800 ha. de pas- tos (un s i t io de ganado menor) en el val le de Z i m a t l á n , a l pon ien te de San Bar to lo Coyotepec y San A g u s t í n de las Juntas (ver mapa 3 ) . A pr inc ip ios de la d é c a d a de 1640 la p rop iedad se c o n s o l i d ó y tomaron forma el casco y los edi- ficios que l o rodeaban. Para mediados del siglo x v m , San J u a n Bautista h a b í a sido vendida en seis ocasiones distintas. E l traspaso f ina l en el p e r í o d o co lonia l se hizo a los carme- li tas de Antequera, quienes la adqu i r i e ron por 60 000 pesos en 1745. Los carmelitas aparentemente se a r rep in t ie ron de su a d q u i s i c i ó n , puesto que in t en ta ron vender la propiedad e n 1748 y luego en 1768 a u n precio in fe r io r en 5% a su a v a l ú o . L a verdadera r iqueza de San Juan Bautis ta estaba en su t ie r ra . L a t ierra se v a l u ó en m á s de la m i t a d del valor de l a p rop iedad en 1745. N i n g u n a ot ra hacienda del valle p o d í a igua la r las 14 caba l l e r í a s de buena t ierra de cu l t i vo y d e s p u é s de 1733, cuando se c o n s t r u y ó u n canal de i r r i g a c i ó n de 3 600 m . de largo, diez caba l l e r í a s se conv i r t i e ron en tierras irrigadas de pr imera . Por o t ro lado, San Juan Bautista era la hacienda ganadera menos impor t an te del valle- D e l ganado registrado en San Juan Bautis ta en el siglo x v m una gran cantidad eran animales de trabajo uti l izados en la agr icul tura . U n inventa- r i o de 1794 enumera 271 bueyes, 16 caballos, 7 m u í a s , 512 ovejas y 50 puercos. U n inven ta r io de 1741 lista a ú n menos ovejas, cabras y ganado lechero: 55 cabras, 71 ovejas, 23 vacas, 145 bueyes, 21 caballos, 42 m u í a s y 1 bu r ro . San José (Pro- greso) , una de las m á s importantes haciendas ganaderas, nos proporc iona u n sorprendente contraste por su marcado acento ganadero. U n inven ta r io de San J o s é registra el siguiente ga- nado: 6 794 ovejas, 1 895 cabras, 1 173 vacunos, 959 caballos, 139 m u í a s , 114 bueyes y 16 burros. Sólo dos tipos de produc- c i ó n para el mercado externo que no es ag r í co la aparecen en los inventarios o en los l ibros de San Juan Bautista: l a m i n e r í a y el procesamiento de la cal A u n q u e la hacienda operaba u n l i o r n o ele CÜI 3. medis-dos del si^lo XÍVII, 13. CÍII t e n í a m u y poca impor t anc i a para el comercio de San Juan Baut is ta entre 1789 y 1795 (venta de sólo seis fanegas) 3 1 8 W I L L I A M li . TAYLOR E l casco de la hacienda en 1745 se c o m p o n í a de una casa grande valuada en 6 156 pesos, corrales, gallineros, una troje y un gabi l lero . Las herramientas, arados, carretas y otros i m - plementos agr íco las y ganaderos se va lua ron en menos de 500 pesos, aproximadamente el valor de las pinturas religiosas y el m o b i l i a r i o de la capi l la de la hacienda. O t r a impor tan te entrada en el inventar io de 1745 fue la de los animales de t rabajo (1 672 pesos), otras clases de ganado (618 pesos), gas- tos por obras de i r r i g a c i ó n , mejoras a la c o n s t r u c c i ó n y acla- raciones de t í t u los de propiedad (3 685 pesos), el valor del grano en siega (1 170 pesos) y las deudas acumuladas de 13 trabajadores residentes (503 pesos). E l ú n i c o avance tecno- lóg i co en la hacienda durante el p e r í o d o co lonia l fue el ca- n a l de i r r i g a c i ó n construido en 1730 que c r e ó el potencial para el cu l t ivo intensivo en casi 400 has. E l agua de la zanja probablemente proporcionaba la e n e r g í a necesaria para el func ionamiento del m o l i n o de t r igo que se c o n s t r u y ó en 1788, e hizo posible u n impor tan te aumento en el ingreso durante los a ñ o s que cubren los l ibros de cuentas. Los registros nos dan una clara evidencia de c ó m o ope- raba la propiedad: nos presenta la producción ag r í co la y ga- nadera en act ividad y no con esa cal idad es tá t i ca de los i n - ventarios (véase el a p é n d i c e para u n resumen de las cifras de los l ibros de cuentas). Las cifras de p r o d u c c i ó n corres- ponden a las posibilidades de l a t ie r ra de San Juan Bautista. E l va lor de las cosechas producidas en la hacienda en el pe r ío - do de cinco años y medio fue alrededor ocho veces y medio mayor que el del ganado y sus productos, vendidos o cambia- dos: 27 791 pesos 71/2 reales para las cosechas, 3 380 pesos 4 reales por el ganado mayor, ganado menor, leche y lana. E n l a c iudad de Antequera se v e n d í a n o trocaban u n promedio de 5 053 pesos de productos agr íco las . E l p redomin io de la ag r i cu l tu ra sobre la g a n a d e r í a se hace m á s evidente por el hecho de que la hacienda de San Juan Bautista p r o d u c í a pasturas para la venta (951 pesos 2 reales) en vez de extender sus actividades ganaderas. A d e m á s , el ú n i c o sitio de ganado se arrendaba durante parte de este p e r í o d o . E l m a í z , el t r igo y el f r i j o l fueron regularmente las cose- H A C I E N D A S C O L O N I A L E S E N O A X A C A 319 chas m á s importantes de la hacienda. Duran t e el p e r í o d o de c inco a ñ o s y medio de los l ibros, el valor de la p r o d u c c i ó n de m a í z s u m ó 13 330 pesos 3 reales; la p r o d u c c i ó n de t r igo y har ina , 8 900 pesos 4 i / 2 reales, y de f r i j o l , 2 138 pesos 6 rea- tes. E n contraste con la m a y o r í a de las haciendas en el val le de Z i m a t l á n que só lo cul t ivaban el m a í z y f r i j o l , San Juan Baut i s ta p r o d u c í a una variedad de otras cosechas en canti- dades menores: garbanzo, s a n d í a , cochini l la , bejuco, paja y cebada. L a c a ñ a de azúca r no se p rodujo entre 1789 y 1795, pero se menciona la p r o d u c c i ó n en San Juan Baut is ta en 1694 (18 surcos) y 1848 (50 surcos) - Posiblemente h u b o con- siderable f l u c t u a c i ó n en las cifras de p r o d u c c i ó n para cada cosecha aun en este p e r í o d o tan corto. E l valor de la produc- c i ó n de ma íz , por ejemplo, v a r i ó de 600 pesos a 6 565 pesos; h a r i n a de 890 pesos a 2 244 pesos; el f r i j o l , de 297 pesos a 1 000 pesos; y la s a n d í a de 7 pesos l / 2 real a 289 pesos 4 reales. E n cuanto a salidas registradas, los pagos por hipotecas y el costo del t rabajo ocupan el p r imer lugar. Los pagos por intereses y e l trabajo juntos dan cuenta de casi el 8 0 % del t o t a l de gastos en los cinco a ñ o s y medio. Puesto que las h i - potecas eran c a p e l l a n í a s administradas por el convento car- mel i ta , los carmelitas se encontraban en la curiosa pos i c ión de ser d u e ñ o s y principales acreedores de la hacienda. Los cargos por intereses era lo ú l t i m o en ser pagado por San Juan Baut is ta y siempre estaban atrasados. Como resultado, el fac- tor trabajo concentraba una mayor p r o p o r c i ó n de los gastos: m á s del 37.8% computado de los registros. Si excluimos com- pletamente los pagos por hipotecas, el trabajo alcanza el 64.6% de los gastos restantes. E l costo del trabajo está algo in f l ado por el hecho de que a los trabajadores se les cobra- ban precios exorbitantes por el grano p roduc ido en l a ha- cienda- D u r a n t e el p e r í o d o I , por ejemplo, a los trabajado- res se les c o b r ó 3.87 pesos por fanega de maíz , cuando el pre- cio en el mercado para el grano de San Juan Baut is ta era al- rededor de 2.14 pesos por fanega. E l poco costo del equipo, c o n s t r u c c i ó n y man ten imien to ( 8 % de los gastos) y la com- pra de ganado (6 .3% de los gastos) revelan que la base eco- n ó m i c a de San Tuan Bautis ta era el trabajo. L a ú n i c a inver- 320 W I L L I A M II . T A Y L O R sión de capital importante en la propiedad durante la pose- sión carmelita fue el molino de trigo construido en 1788. U n gasto escondido de la hacienda era el balance, aparentemente adverso, de intercambio con el convento. Los libros de cuen- tas (probablemente incompletos) registran 4 866 pesos 4 rea- les en mercancías y efectivo que pasaron al convento contra los 4 043 pesos 5 reales en dinero que provino de los carme- litas. Las mercancías enviadas a Antequera sugieren que la hacienda abastecía de alimentos básicos al convento: harina, leche, fr i jol y maíz. Comparando los costos y la producción, parece ser que San Juan Bautista operó con pérdidas a lo largo del período cubierto por los libros de contabilidad (ver cuadro 1 ) . Las pérdidas sumaron 6 386 pesos 5 reales durante los cinco años y medio, para un promedio de 1 161 pesos de déficit al año- Puesto que el promedio de pérdidas estaba dentro de los 2 715 pesos que se debían al convento por intereses cada ano, las perdidas eran en pape y no producían situaciones de ur- gencia o ueseos e ven er a propiec a , aunque os carmelitas hubieran podido invertir el valor de la propiedad en présta mos más provechosos, al h°J de interés anual. Para el lector casual, las finanzas de la hacienda eran engañosamente favo- Cuadro 1 PÉRDIDAS Y GANANCIAS DE L A HACIENDA SAN J ü A N B A U T I S T A Tiempo Gastos Valor de ventas e intercambios Probables ganancias o pérdidas Julio 1789— Die. 1790 Ene. 1791- Ene. 1792 Feb. 1792— Die. 1792 Ene. 1794— Die. 1795 11 081 p 6 Va r 7 828p 5r 6 368p 4r 12 203p 6r 10 I59p Ir 6 909p 3 i / 2 r 5 971p 4 i / 2 r 8 054p 922p 5 14 r 919p 3 i / 2 r 394p 7 i / 2 r 4149p 6 r Pérdidas Totales 6 389p 5 r HACIENDAS C O L O N I A L E S E N O A X A C A 321 rabies. Las cuentas para 1791 y 1792 fueron aregladas cuida- dosamente; se bor ra ron hipotecas y otros gastos clave para da r la i m p r e s i ó n de sustanciosas ganancias. De hecho, el pe- r í o d o que cubren estos l ib ros , a pesar de las p é r d i d a s , fue u n o de los m á s br i l lantes en la his tor ia e c o n ó m i c a de San J u a n Baut is ta bajo los carmelitas. E l adminis t rador l l ama a los a ñ o s de 1791 y 1792 "de m u y buenas cosechas", mientras q u e los intentos de venta en 1740 y 1760 denotan p é r d i d a s . San Juan Bautista cae dent ro de la ampl i a de f in i c ión eco- n ó m i c a de "hacienda" por ser una propiedad r u r a l de econo- m í a m i x t a , ag r í co la y ganadera, con edificios permanentes y u n a fuerza de trabajo residente. Como muchas otras hacien- das, su e c o n o m í a se basaba en el trabajo, y, como la m a y o r í a de las haciendas en el centro y sur de M é x i c o , formaba parte de una e c o n o m í a regional que a b a s t e c í a los mercados cerca- nos y sat isfacía las necesidades internas de alimentos. Por o t ro lado, San Juan Bautista presenta cuando menos