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M 23 Texto escrito a máquina F lu jo de A g u a en Suelos Dr. Arturo Casagrande continuador de la obra de Terzaghi, guía y estímulo del avance de la Mecánica de Suelos en el mundo Mecánica de Suelos T O M O I I I F l u j o d e A g u a e n S u e l o s EULALIO JUAREZ BADILLO ALFONSO RICO RODRIGUEZ E D I T O R I A L L I M U S A M E X I C O 1 9 7 4 © 1969, Revista IN G E N IE R IA E U L A LIO JU A R E Z B A D IL L O D octor en Ingeniería. Profesor de la División del Doctorado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. Auxiliar del C. Director Gerenal de Proyectos de Vías Terrestres, SO P. ALFO N SO R IC O R O D R IG U E Z M aestro en Ingeniería. Profesor de la División Profesional y Estudios Superiores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor de la Universidad Iberoamericana. Jefe del Departamento de Geotecnia. D irector General de proyectos de Vías Terrestres, SO P. Todos los derechos reservados © 1974, E D IT O R IA L LIM U SA , S . A. Arcos de Belén Ndm. 75, México 1, D. F . Miembro de la Cám ara Nacional de la Industria Editorial. Registro Núm. 121 P rim era r e im p re s ió n : 1974 Im preso en M éxico (1,318) PROLOGO DE LOS AUTORES Presentamos ahora a la atención de nuestros benévolos lectores el tercero y último volumen d e nuestro trabajo. D esde que en 1961 comenzamos a laborar en el Volumen I de nuestro libro ha transcu rrido una larga jornada; es una maravillosa suerte poder decir que la vemos con la alegría d e saberla una d e las más serenas y fecundas de nuestra existencia. En ella hemos recibido solo estímulo y respaldo amistoso y muchas veces entusiasta de nuestros amigos de casa y de nuestros buenos vecinos de habla española; éllos quizá no tienen idea de lo importante que fue para nosotros su apoyo y su simpatía, pero se convirtió en gratos todos los momentos que dedicam os a este esfuerzo y. excusado es decirlo, éstos no fueron pocos. Los estu diantes han acogido nuestro trabajo con la actitud con que siempre acogen lo que se hace por éllos sin otro interés que su beneficio; con generosidad, algunas veces injustamente halagadora; siempre cálida y sincera. A éllos, algunos ya profesantes y compañeros muy esti mados en nuestra especialidad, d ebe ir también nuestro pensamiento en este momento en que superamos la cuesta, emprendida pensando muy especialmente en sus necesidades. E l volumen que hoy presentamos a nuestros lectores (y a nues tros amigos de antiguo), está dedicado al flujo d e las aguas y a su influencia en los problem as d e resistencia y comportamiento general de los suelos. H asta ahora, habíamos hablado d e una M ecánica de Suelos casi seca (con agua qu ieta); hoy dam os un paso más hacia la inalcanzable realidad, pues el flu jo d el agua está casi siempre pre sente en nuestras preocupaciones prácticas y m ojar la M ecánica de Suelos es una necesidad imperiosa, dem andada por la experiencia de campo. La ponderación de los problem as de flu jo d e agua en la M ecánica de Suelos es muy diversa dentro d e sus varios cam pos d e aplicación. Tradicionalmente, los ingenieros especialistas en presas de tierra han dado gran importancia al punto y es natural que asi sea, ya que la estructura que manejan está sistemáticamente expuesta al flu jo de agua. Los hombres que aplican la M ecánica de Suelos en otros cam pos han sido mucho más descuidados; en las vías terrestres, por ejemplo, si bien el control d e las aguas que discurren superficial mente ha preocupado desde siempre, se suele perder con mucha frecuencia todo rastro d e las que se infiltran, a menudo con tan malas consecuencias, que puede hoy afirmarse que un subdrenaje vi PROLOGO D E LOS A U TO R ES adecuado d eb e ser una precaución tan rutinaria com o la que más, en esas técnicas. Los ingenieros d e cim entaciones no suelen tam poco prestar gran atención a las aguas en movimiento, a no ser que vean anegadas sus excavaciones. Querríamos que todos esos colegas vieran en este libro un arma útil para el m anejo d e sus problem as diarios; que a través d e él pudieran sopesar d e m ejor m odo la conveniencia o inconveniencia d e introducir la condición d e flu jo en sus diseños. E ste punto es, sin duda, muchas veces uno d e criterio fino y ha sido ciertamente muy debatido, pues en tanto que hay estructuras, com o la presa d e tierra, en que un diseño que tome en cuenta condiciones d e flu jo es indis pensable, hay también otras en que el criterio para proyectar aparece mucho más dudoso a este respecto: en la carretera, por ejem plo, diseñar todos los taludes considerando flu jo probablem ente conduce a posiciones conservadoras en exceso, pues la experiencia indica que cuando ello no se hace, la deficiencia solo se m anifiesta en algunos casos aislados, que pueden corregirse esos si, tom ando ya en cuenta todas las acciones perjudiciales d el agua, con un ahorro económ ico d e conjunto considerable; el hasta donde deba d e llevarse este cri terio, aún en casos en que el flu jo d e agua vaya haciéndose más y más palpable por signos externos o aún internos es uno d e los puntos más delicados para definir una política d e estabilidad d e ta ludes, tan necesaria a quien construya vías d e comunicación terrestre y que tanto influye en los costos que se alcancen. N aturalm ente que las reflex iones anteriores se refieren a la estabilidad d e los taludes y no a la necesidad d e drenaje y subdrenaje, que d eb e verse siem pre com o rutinaria en las vías terrestres y que d eb e resolverse siempre con benéfica generosidad. N uestro prim er y fundam ental objetivo sigue siendo en este volu men el proporcionar un libro d e texto com prensible y eficaz a nuestros com pañeros estudiantes. D e nuevo presentam os en anexos por sep a rado, al fin d e cada capítulo, la información que juzgam os pertenece más bien a cursos d e nivel superior a los regulares que se imparten en los sem estres correspondientes al cuarto año universitario d e la carrera normal. A l repetir á nuestros am igos nuestra gratitud por su respaldo, sólo nos resta esperar que acojan con la misma simpatía este tercer volumen. M éxico, D . F ., marzo d e 1969 PROLOGO Por su importancia en el diseño de presas y cimentaciones así como en el estudio de la explotación de agua subterránea, el tema de este libro constituye un instrumento valioso para el ingeniero. En cas tellano no se ha publicado un trabajo completo como el presente, por lo que es una contribución inestimable para la enseñanza en los niveles profesional y superior de las escuelas de ingeniería; además, servirá de consulta a los que laboran en problemas como los mencionados al principio. En 1930, P. Forchheimer expuso en su conocido libro “H ydra- ulik ”, la teoría del flujo de agua en medios porosos, aplicando un método gráfico para encontrar de modo expedito la solución de la ecuación de Laplace, una vez definidas las condiciones de frontera. Este procedimiento despertó gran interés en los ingenieros dedicados al proyecto de presas, y en 1937, A. Casagrande publica su notable trabajo " S eepage through D am s’’. Hasta esa fecha, el proyecto de presas y diques estaba basado exclusivamente en reglas empíricas ( Bligh, Lañe). Las fallas por tubificación eran frecuentes, y aunque entre los años 1925 a 1934, K. Terzaghi había explicado en varias publicaciones el mecanismo de ese fenómeno y la importancia de las fuerzas creadas por la percolación del agua, el ingeniero no disponía de la herramienta necesaria para el análisis de procesos como el antes señalado. La labor de los profesores P. Forchheimer y A. Casagran de, tiene como antecedentes a las publicaciones que sobre el tema inició J. Dupuit en 1863, seguidas por otras del presente siglo que produjeron Iterson, Schaffernak y Kozeny. Pero todas ellas se apo yan en unresultado experimental expuesto por Darcy en "Les fon- taines publiques de la Ville d e D ijon", 1856, a raíz de sus estudios sobre el flujo de agua en filtros. Es interesante anotar que en el corto lapso de 1934 a 1936, aparecen las contribuciones de tan des tacados ingenieros como G. Hamel y E. Günther, G. Gilboy, L. Casagrande, A. F. Samsioe, M. Muskat, R. Dachler, y J. H. Brahtz. Este desarrollo explosivo de la materia hizo que rápidamente se in corporara gran parte de su contenido a la enseñanza, como capítulo importante de la mecánica de suelos, y sin duda alguna, el Prof. A. Casagrande ha tenido en ello una influencia extraordinaria, a través del trabajo antes mencionado y principalmente desde su cátedra en la Universidad de Harvard. En México, estas técnicas encontraron aplicación desde 1938, en los Laboratorios de Ingeniería Experimental de la Secretaría de Re cursos Hidráulicos, bajo la dirección del Ing. Rodolfo Espinoza P .: los Ings. F. Hiriart y R. Sandoval L. utilizan con soltura el método gráfico, la analogía eléctrica y el de la membrana; el Ing. M. Urquijo desarrolla el conformógrafo; para estudiar el flujo de agua en las excavaciones de la presa Alvaro Obregón, Son., se recurre en 1946 a estudios con modelos tridimensionales de la cimentación de esa época, el diseño de la presa A. Rodríguez, próxima a la ciudad Her- mosillo, requiere determinaciones de permeabilidad en el propio lecho y el análisis correspondiente con redes de flujo para definir la longi tud del delantal impermeable, aguas arriba del corazón de arcilla. Los hechos mencionados señalan etapas del desarrollo que ha tenido en México, la aplicación, de los conocimientos expuestos en este libro. Raúl ]. M ar sal M ayo de 1969 viü PROLOGO CA PITU LO I PRINCIPIOS TEORICOS FUNDAMENTALES 1-1. Introducción Hasta hace apenas unos cuarenta años el proyecto de las presas y estructuras de retención de agua hechas con suelos se basaba casi exclusivamente en reglas empíricas que los constructores se transmi tían por tradición oral; se adoptaban las secciones de obras que habían resistido satisfactoriamente el embate del tiempo y de las aguas, in dependientemente de la naturaleza de los materiales constituyentes y de las características del terreno de cimentación. Con el nacimiento de la Mecánica de Suelos y el conocimiento del comportamiento de estos materiales que con ella se adquirió, ha sido posible analizar bajo una nueva luz el comportamiento de las presas y estructuras afines construidas, extrayendo de ellas y especialmente de las que fallaron, enseñanzas de tendencia generalizadora. Las bases para un análisis racional de los problemas prácticos que comporta la infiltración del agua a través de los suelos fueron establecidos por Darcy en trabajos ya mencionados' en el Volumen I y que datan apenas de algo más de un siglo. Posteriormente a Darcy, el siguiente paso fundamental en el avance del conocimiento fue dado alrededor de 1880 por Ph. Forchheimer1, quien demostró que la función carga hidráulica que gobierna un flujo en un medio poroso es una función armónica, es decir, que satisface la ecuación de La- place. El propio Forchheimer desarrolló al principio de este siglo las bases para el método gráfico que hoy se conoce con el nombre de Método de las Redes de Flujo, que sigue siendo el arma más sencilla y poderosa de que el ingeniero dispone para la resolución práctica de los problemas diarios que involucre el flujo de agua en suelos. El método fue popularizado a partir de 1937 para los pro blemas de proyecto por A. Casagrande, en su histórico artículo mencionado en la reí. 2. Desde entonces la solución gráfica de la ecuación de Laplace, que constituye el Método de las Redes de Flujo, se ha transformado en el procedimiento normal de trabajo para todos los ingenieros. En épocas más modernas, la escuela rusa ha añadido importantes contribuciones con soluciones teóricas a mu chos problemas de interés práctico. ' 1 .M ecánica de Suelos III 2 CAPITULO I Antes de comenzar con una exposición más o menos detallada de las bases teóricas actuales de que se dispone para atacar los proble mas de ílujo de agua, conviene establecer las razones por las que la resolución de tales problemas es vital para el ingeniero. Al resolver un problema práctico de flujo de agua, tal como el análisis de las infiltraciones a través de la cortina y del terreno de cimentación de una presa de tierra, el ingeniero obtiene información fundamental respecto a tres cuestiones trascendentales: 1. El gasto de infiltración a través de la zona de flujo 2. La influencia del flujo de agua sobre la estabilidad general de la masa de suelo a través de la que ocurre 3. Las posibilidades del agua de infiltración de producir arrastres de material sólido, erosiones, tubificación, etc. La primera cuestión es importante porque todo gasto que se infil tre a través de una cortina o bordo de tierra representa una pérdida que debe ser cuantificada. La segunda cuestión suele ser la más importante de las conectadas con los problemas de flujo de agua en suelos, a lo menos desde un punto de vista práctico. Cuando el agua fluye, la presión a la que está sujeta es, por definición, hidrodinámica y este hecho produce varias repercusiones importantes. En primer lugar, dependiendo de la dirección del flujo, la presión hidrodinámica puede alterar el peso específico sumergido del suelo; por ejemplo, si el agua fluye vertical mente hacia abajo aquel se incrementa en el valor de tal presión; si el flujo ocurre verticalmente hacia arriba, se ejerce un efecto boyante sobre las partículas del suelo, que equivale a la disminución de su peso específico. En segundo lugar y de acuerdo con la ecuación de Coulomb: s =(<r — u)tg<f> el aumento en la presión del agua produce la correspondiente dismi nución de la presión efectiva y por lo tanto de la resistencia al es fuerzo cortante del suelo, de modo que una estructura que se haya revelado estable en condición exenta de flujo, deberá ser revisada desde este punto de vista suponiéndola sujeta a flujo, siempre que esta condición sea susceptible de presentarse. La tercera cuestión es también de gran importancia práctica, pues el agua al infiltrarse a través del suelo puede producir particular mente en ciertas zonas, arrastres de partículas sólidas que, en el caso en que no reciban la debida atención del proyectista o del ingeniero de conservación, pueden llegar a poner en peligro la estabilidad de la obra de tierra, al dejarla materialmente surcada por túneles y galerías formadas por erosión. M ECANICA D E SU ELO S (III) 3 El agua del suelo puede clasificarse en tres categorías, depen diendo de su movilidad dentro de él. En primer lugar está el agua adsorbida (ver Volumen I ) , ligada a las partículas del suelo por fuerzas de origen eléctrico, que no se mueve en el interior de la masa porosa y que, por lo tanto, no participa en el flujo, quedando al margen de este tipo de problemas. En segundo lugar, aparece el agua capilar (ver también el Volumen I ) , cuyo flujo presenta gran importancia en algunas cuestiones de Mecánica de Suelos, tales como el humedecimiento de un pavimento por flujo ascendente y otras análogas. Sin embargo, en la mayoría de los problemas de filtración de agua, el efecto del flujo en la zona capilar es pequeño y suele despreciarse en atención a las complicaciones que plantearía al ser tomada en cuenta teóricamente su influencia. En tercer y último lugar, existe en el suelo la llamada agua libre o gravitacional que, bajo el efecto de la gravedad terrestre, puede moverse en el interior de la masa sin otro obstáculo que el que le imponen su viscosidad y la trama estructural del suelo. En la teoría del flujo de agua que se expone en este volumen se trata exclusivamente con esta agua y cuando en lo sucesivo se mencione este flúido deberá entenderse únicamente que se trata precisamente del agua libreo gravitacional. En una masa de suelo, el agua gravitacional está separada del agua capilar por una superficie a la que se denomina Nivel Freático. No siempre es fácil de definir ni de localizar el nivel freático; en un suelo suficientemente fino, al hacer una excavación el espejo de agua que se establece con el tiempo define al nivel freático, pero tal super ficie distintiva no existe en el suelo adyacente, ya que arriba de este nivel el suelo puede estar totalmente saturado por capilaridad y, por lo tanto, en ese suelo el nivel freático no tiene existencia física o real. No hay tampoco un acuerdo total entre los autores respecto a una definición del concepto nivel freático que, como se dijo, muchas veces se refiere a una superficie sin clara existencia concreta. Para los fines de este libro, se considerará nivel freático a la superficie que constituye el lugar geométrico de los puntos en que el agua posee una presión igual a la atmosférica que, en cuestiones de flujo en que se trabaja normalmente con presiones manométricas, se considera igual a cero. Así, en el espejo de agua de la excavación de que se habló, todos los puntos tienen esa presión y en el suelo adyacente al pozo podrá hablarse de una superficie que une puntos a esa presión. En condiciones estáticas del agua de un cierto suelo, el nivel freático sería una superficie horizontal; sin embargo, si se admite la posibilidad de que el agua fluya dentro del suelo, ya no hay razón para que el nivel freático siga siendo horizontal y de hecho, natu ralmente, no lo es. 1-2. Límites de validez de la ley de Darcy La ley de Darcy fue estudiada ya con anterioridad en esta obra (ver Volumen I) y, según allí se estableció, demuestra la existencia de una relación lineal entre el gradiente hidráulico y la velocidad de descarga del flujo a través del medio poroso. También fue estable cido en aquella ocasión que esta ley es solamente aplicable en la resolución de problemas en que el flujo del agua sea laminar. Rey nolds concluyó alrededor de 18833 que la naturaleza del flujo depende de su velocidad, de manera que para velocidades abajo de un valor crítico el flujo siempre resulta laminar. También en el Volumen I se estudió más detalladamente esta cuestión; en el mismo lugar se trató algo la fundamental pregunta de hasta qué grado es aplicable a los suelos la teoría de flujo a través de medios porosos que tiene en la ley de Darcy su base más importante; en este lugar se desea, sin embargo, insistir un poco en este punto tan trascendental. Reynolds propuso para un flujo dado una relación adimensional entre la fuerza de inercia y la fuerza viscosa, que se conoce precisa mente como el número de Reynolds. Dicha relación establece que: v D p R = ------- (1 -1 ) i* donde v — velocidad de descarga, en cm /seg D = diámetro promedio de las partículas del suelo, en cm p = densidad del fluido, en grm/cm s p. = coeficiente de viscosidad dél fluido, en gr seg /cm * Varios investigadores4 han hecho ver que el valor limite del número de Reynolds para el que un flujo cambia de laminar a tur bulento oscila entre 1 y 12. Si en la ec. 1-1 se substituyen los valo res de p y [i para el agua y se acepta v — 0.25 cm/seg que es una velocidad muy conservadora por lo alta para el flujo de agua en suelos, se tiene que R ^ 1 con tal de que D no sobrepase el valor de 0.4 mm, que corresponde a una arena gruesa. Asi queda garan tizada la validez de la ley de Darcy y el flujo laminar en el agua hasta ese tipo de suelos como mínimo, hablando en términos gene rales y considerando al agua velocidades usuales. Procede recordar que en el Volumen I se llegó a la misma conclusión de validez de la ley de Darcy para los suelos finos, hasta el tamaño de la arena gruesa por lo menos, razonando de un modo ligeramente diferente. Cabe notar también que la naturaleza laminar del flujo de agua a través de suelo representa uno de los pocos casos en que realmente aparece este tipo de flujo en toda la hidráulica ingenieril. 4 CA PITU LO I MECANICA D E SUELO S (III) 5 1-3. Ecuaciones hidrodinámicas que rigen el flujo del agua através de los suelos En lo que sigue se presenta un tratamiento matemático somero que permite llegar en forma sencilla a las ecuaciones básicas que se utilizan hoy para plantear teóricamente el problema del flujo de agua a través de suelos. En el Anexo I-a aparece un tratamiento algo más formal y alternativo del que aquí se expone. Considérese una región de flujo (o sea una región de suelo a través de la que fluye el agua), de la que forma parte un elemento paralelepipédico de dimensiones dx, dy y dz, tal como el que se muestra en la fig. 1- 1. Supóngase que la velocidad v con que el agua pasa por el ele mento posee tres componentes vx, vv y vz y que éstas son sólo función de x, y y z respectivamente, pero no del tiempo (puesto que, por hipótesis, se trata de un régimen establecido), ni de ninguna otra variable. Se supone también que estas componentes son funciones continuas que admiten cualquier orden de derivación necesario al razonamiento expuesto. En estas condiciones, si en las caras I (ver fig. 1-1) las compo nentes de la velocidad del agua son vx, vy y vz, como queda dicho, en las caras II estas mismas componentes serán, respectivamente: z Y FIG. I-I. Elemento de una región sujeta a ílujo tridimensional vx + — dxdx , ÜVy , v» + ^ - d y Se admitirá ahora que el suelo a través del que ocurre el flujo tiene sus vacíos saturados por agua y que, además, tanto dicho elemento como las partículas sólidas que forman la estructura del suelo son incompresibles en sí mismos. Así, durante el flujo, la can tidad de agua que entra al elemento tiene que ser igual a la que sale, en un régimen establecido. Por lo tanto, teniendo en cuenta que el gasto que pasa por una sección puede expresarse como el producto del área de la sección por la velocidad del flujo, podrá escribirse: vx dy dz + vy dx dz + v¡ dx dy — = dx'j dy dz + ^vv + dy'j dx dz + + + — dz^ jdxdy En la expresión anterior, el primer miembro representa el gasto que entra al elemento y el segundo, el que sale. Reduciendo términos semejantes: 6 CAPITULO I de donde dvx dvy dvx dx dy dz = 0 ( 1-2 ) La ecuación anterior juega un papel importante en la teoría de flujo de agua y se conoce con el nombre de Ecuación de Continuidad. Es conveniente establecer aquí un breve resumen de las hipótesis que implica la aceptación de la ecuación dé continuidad, tal como ha sido deducida. Estas son: i 9 El régimen es establecido 29 El suelo está saturado 39 El agua y las partículas sólidas son incompresibles en si mismas 4° El flujo no modifica la estructura del suelo en ninguna forma. Si ahora se supone válida la ley de Darcy podrá escribirse para la velocidad de descarga del agua a través del elemento. , dh Lo cual, expresando al gradiente hidráulico a través de sus tres componentes, da lugar a: , a h v* ~ x dx vv = - h ^ (1-3) ve - kz dz En las ecs. 1-3 se ha supuesto el caso más general en que el suelo se considera anisótropo en lo referente a su permeabilidad, con una permeabilidad kx en la dirección del eje X -X 'f otra de valor ky en la dirección del eje Y-Y' y, finalmente, otra k z en la dirección del eje Z -Z '. Introduciendo las ecs. 1 -3 en la ecuación de continuidad (1 -2), se tiene: k Vh k Vh k V h _ Q ( M ) * + 7 dy* * dz2 ~ ' ' La ec. 1-4 describe matemáticamente al flujo en la región con siderada e implica todas las hipótesis enlistadas arriba, más la de aplicabilidad de la ley de Darcy. En los problemas prácticos de la Mecánica de Suelos, es muy frecuente que el flujo en una sección de la región considerada, trans versal a su eje longitudinal, sea idéntico al que se tiene en cualquier otra sección; este es el caso, por ejemplo, en presas de tierra de eje largo en comparación a su altura. Así, los efectos en los bordes de la región de flujo pueden ignorarsey, de esa manera el problema de flujo puede estudiarse bidimensionalmente como contenido todo él en el plano X~Y. En estas condiciones, la ec. 1-4 puede escribirse en una forma más simplificada como: k 4- k d — 0 ( 1 - 5 ) 0X2 + dy2 ( ’ que es la ecuación fundamental para el análisis de un flujo bidi- mensional en una región de flujo dada. Si el suelo a través del que ocurre el flujo en estudio es, además, isótropo en lo referente a la permeabilidad, entonces: km — km — k MECANICA D E SUELO S (III) 7 8 CAPITULO I y la ec. 1-5 aún puede simplificarse, obteniéndose la ec. 1-6 para representar matemáticamente el problema d2h d2h _ n + W V h = ° {1' 6) La ec. 1-6 es una ecuación diferencial muy conocida y estudiada, por describir matemáticamente muchos fenómenos físicos de gran importancia práctica, a parte del flujo de agua a través de los suelos. Se la conoce con el nombre de ecuación de Laplace. Una función que satisface la ecuación de Laplace, como h en la ec. 1-6, se dice armónica. Dado lo estudiada que está la ecuación de Laplace y sus solucio nes generales y particulares, resulta muy afortunado que ella sea precisamente la ecuación que describa los problemas ingeníenles de flujo de agua; sin embargo, en rigor la ec. 1-6 representa una situa ción particular, en la que el suelo es isótropo en lo relativo a su per meabilidad (implica también la particularidad de que el flujo sea bidimensional, pero en realidad esta suposición se ajusta a la mayo ría de los casos prácticos, por lo que su carácter limitativo es usual mente despreciable). La anisotropía en el suelo es, desde luego, una condición frecuente; baste considerar que muchas de las estructuras de tierra a través de las que interesa estudiar el flujo se construyen compactando por capas, procedimiento que, lógicamente, conduce a permeabilidades horizontales bastante mayores que las que se obtie nen para el flujo en la dirección vertical. Así, se plantea una situación de incomodidad y tal parece que sea la ec. 1-5 y no la (1 -6 ), más sencilla, la que haya de usarse en las aplicaciones. Afortunadamente, sin embargo, existe un artificio matemático de trabajo que va a per mitir estudiar todos los problemas de flujo como si éste ocurriera a través de suelos isótropos. Este artificio, que se conoce con el nom bre de teoría de la Sección Transformada, se estudia más adelante en este mismo capítulo y permite estudiar cualquier suelo anisótro- po en relación a su permeabilidad, como si fuera isótropo. Con esta teoría, la ec. 1-6 cobra toda su importancia práctica en el sentido más general como la ecuación básica que satisface el flujo de agua a través del suelo. La solución general de la ecuación de Laplace está constituida por dos grupos de funciones que son, a su vez, susceptibles de una inter pretación geométrica muy útil, según la cual ambos grupos de fun ciones pueden representarse dentro de la zona de flujo en estudio como dos familias de curvas ortogonales entre sí. La solución gene ral que satisfaga las condiciones de frontera de una región de flujo específica constituirá la solución particular de la ecuación de Laplace para esa región específica. Conviene ahora obtener con base en la misma fig. 1-1 una expre sión que proporcione el gasto que pasa a través del elemento en el tiempo dt. Teniendo en cuenta que el gasto puede expresarse como el producto del área de la sección por la velocidad del flujo, se tiene: d q = kt ^ dy dz + kv dx dz + k z d x d y (1 -7) Si el suelo es isótropo en lo referente a la permeabilidad, la ec. 1-7 queda: dq = k { ^ dydz + ^ dxdz + J F dx d*) < 1'8> En el flujo bidimensional. d q = k ( ^ d y + ^ d x ' ) (1-9) En la ec. 1-9 el elemento de la fig. 1-1 se considera plano y conte nido todo él en el plano X~Y; se le supone un espesor unitario normal al plano del papel, de manera que las áreas normales a las direcciones del flujo son dxml y dy\ . La ec. 1-9 expresa el gasto en forma diferencial en el flujo bidi mensional en un suelo isótropo, que es el caso práctico más frecuente, según se indicó más arriba. 1-4. Solución de la ecuación de Laplace Si ateniéndose ál caso del flujo bidimensional, se observa la ecua ción de Laplace ( 1-6 ) y se define una función: <f> = — k h + c (Nótese que esta función es la identificada como función poten cial de velocidades en el Anexo I-a ), puede concluirse de inmediato que dicha función satisface la citada ecuación de Laplace. Por lo tanto se cumple: -^ -^ -+ -^ -= 0 ( 1- 10)3x2 ^ dy2 11 lü ' Así la función <f>(x,y)= cte es una solución de la ecuación de Laplace. Esta solución rep resen ta una infinidad de funciones, MECANICA D E SUELO S (III) 9 10 CAPITULO I según sea el valor de la constante c que intervenga. De inmediato puede darse una interpretación geométrica a esta solución, pues la expresión $ ( x ,y ) — cte puede representar a una familia de curvas que se desarrollan en la región plana en la que ocurre el flujo, obte niéndose una curva específica de la familia para cada valor de la constante que se tome. Considérese ahora una función ip (x, y) — cte llamada función de flujo y definida de modo que: - = f "— S Puede demostrarse (véase Anexo I-b) que una función vp así definida satisface también la ecuación de Laplace, de modo que se cumple: Además, se demuestra también (véase el mismo Anexo I-b) que si al conjunto de funciones (x, y) ~ cte se le da una interpretación geométrica, de manera que también se representen esas funciones por una familia de curvas (ip = cte) en la región de flujo, la familia ip = cte es ortogonal a la familia = cte, de manera que la intersec ción entre cada dos curvas de distinta familia ocurre a noventa grados. Se demuestra en la literatura especializada que en un problema específico en el que haya unas condiciones de frontera fijas, la so lución de la ecuación de Laplace constituida por las dos familias de curvas <j> = cte y ip = cte, mas la exigencia de que estas familias satisfagan las condiciones de frontera existentes, produce en defini tiva una solución única del problema considerado. Este es un hecho esencial que se debe tener muy en cuenta en lq que sigue. Hasta este momento, se ha encontrado la solución general de la ecuación de Laplace y se ha dado una interpretación geométrica que más adelante se revelará muy útil a dicha solución. Sin embargo, siendo a fin de cuentas el problema de flujo de naturaleza física, es importante encontrar una interpretación física también para las dos familias de curvas que se están manejando. Esta interpretación existe y es de importancia fundamental para la comprensión de las solucio nes ingenieriles a los problemas de flujo de agua a través de los suelos. En los párrafos siguientes se describe esa interpretación física tan importante. Siendo la función <p definida por la expresión: MECANICA D E SUELO S (III) 11 Se sigue que si una curva une puntos en que <f> es constante, en esos puntos también h será constante. En otras palabras, en la curva <f> — cte. todos los puntos tendrán la misma carga hidráulica, h. Así, el sentido físico de las curvas de la familia <£ = cte es claro. Estas curvas unen a través de la región plana de flujo puntos de misma carga hidráulica. Por esta razón, estas curvas reciben el nombre de líneas equipotenciales. Se an a liz a rá ahora el sentido físico de las curvas ijy = cte. Obsérvese la fig. 1-2. C o n sid érese la trayecto ria del agua que pasa por P ( x ,y ) ; en dicho punto el agua posee una velocidad, V, FIG. |_2. Interpretación física de la curra que será, naturalmente, tan- SP = cto gente a su trayectoria. Se tra ta ahora de encontrar la ecuación matemática de esa trayectoria. A lo largo de la curva se tiene: .g e = i = - ^vx dx de aquí: vy dx — vt dy — 0 pero, según las ecs. 1- 11 , esto puede escribirse como: ^ L d x + * l dy = 0 La anterior expresión es precisamente la diferencialtotal de la función i}/, de manera que se cumple a lo largo de la trayectoria del agua que: y, por lo tanto: dty = 0 = cte. Así. la trayectoria del agua tiene como ecuación precisamente ij; = cte: o lo que es lo mismo, la familia de curvas íp = cte está constituida precisamente por las trayectorias físicas y reales del agua a través de la región de flujo. Por esta razón las curvas t{/ = cte se denominan líneas de flujo o de corriente. 12 CAPITULO I Una primera propiedad muy importante de las líneas de flujo es que el gasto que pasa entre dos de ellas es constante en cualquier sección que se tome entre las líneas. Este espacio entre dos líneas de flujo se llama usualmente un canal de flujo. En efecto: r ̂ 'i r V'i q = vr du — \ d¿) = 4>i — 4>2 = cte J «i* J <h Donde q representa el gasto en el canal por unidad de longitud medida en la dirección normal al papel (fig. 1-3). Una segunda propiedad Y importante de las líneas de flujo es que éstas no pue den cortarse dentro de la región de flujo. En efecto, si las dos líneas de flujo convergen en el punto de contacto no hay área para el paso del agua y ahí no se respeta la continuidad del gasto, lo cual es imposi ble bajo las hipótesis de la teoría en estudio. Una tercera propiedad importante de estas líneas se refiere a las equipotenciales. En efecto, estas tampoco pueden cortarse jamás, pues en ese punto el agua ten dría a la vez dos cargas hidráulicas diferentes. FIG. i-3. Una imporfanie propiedad de las lineas de flujo 1-5. Soluciones matemáticas a los problemas de flujo Las soluciones exactas de los problemas de flujo, obtenidas con métodos rigurosamente matemáticos, suelen echar mano de las téc nicas de mapeo, que tienen su base en la Teoría de Variable Com pleja. La razón es que los casos reales en que interesa estudiar el flujo de agua son demasiado complejos en su geometría para poder aplicar directamente la Teoría y que el mapeo al que se ha hecho referencia permite transformar esa geometría en otra mucho más simple, pero en la que puede trabajarse sin perder generalidad y de un modo totalmente equivalente. En el Anexo I-c, por ejemplo, se presenta algún caso en que un problema real más o menos compli cado se reduce a otro en que las líneas de flujo (ty — cte) y las equipotenciales (<f> — cte) son sencillamente una retícula de lineas rectas a espaciamiento uniforme. Sin embargo, los problemas prácticos de flujo suelen ser bastante complicados en sus soluciones matemáticas rigurosas y frecuentemen te exigen el manejo de herramientas matemáticas que ya han dejado de ser familiares a muchos ingenieros de experiencia. Por esta razón se han desarrollado métodos aproximados para obtener las soluciones a los problemas de flujo. También es frecuente y ello vale la pena de que se destaque, que aún los ingenieros muy expertos en la apli cación de los métodos matemáticos se enfrentan a serias dificultades en este tipo de problemas, muchos de los cuales carecen de solución rigurosa posible, por lo menos por el momento. Los capítulos siguientes están dedicados a la presentación de esos métodos aproximados mencionados más arriba. M ECANICA D E SU ELO S (III) 13 1-6. La Teoría de la Sección Transformada La Teoría de la Sección Transformada, a la que ya se ha hecho mención en este mismo capítulo, permite reducir al caso de un suelo homogéneo e isótropo un suelo en el que la permeabilidad para el flujo en la dirección horizontal (k x) y la que se tenga para el flujo en la dirección vertical (k v) sean diferentes. Con esa reducción se logra que la ecuación de Laplace y sus soluciones sean aplicables para describir el flujo a través del medio anisótropo, En esencia la Teoría de la Sección Transformada es un simple artificio de cálculo que se logra por una sencilla transformación de coordenadas y que modifica sobre el papel las dimensiones de la zona de flujo en estudio, de manera que la nueva sección obtenida, supuesta isótropa con kx — ky, tiene todas las condiciones de flujo que interesan iguales a las prevalecientes en la sección propuesta, en la que kx ky. Sea la región de flujo de la fig. 1-4. FI&. 1-4. La teoría de la Sección Transformada 14 CA PITU LO I En ella se tienen permeabilidades kx kv. Se someterá a la región de flujo a una transformación de coordenadas en la que la coorde nada y se transforme a otra y', tal que: s = ^ y o - » ) La ec. 1-5 describe el flujo bidimensional en un medio anisótropo general; dicha ecuación puede escribirse como: A ._ ^ L + Í Ü = o (1-5) k y dx" dy2 Teniendo en cuenta la transformación 1-13 puede, por otra parte, escribirse: y también: dli _ oh dy ’ _ I kx dh dy ' __ / kx (1 -14) 3y ~ dy' dy ~ \ ky dy' dy ~ \ ky 32h _ kx 92h (1 -15) dy" ~ k v dy'2 Si estas relaciones se llevan a la ec. 1-5 escrita arriba, se tiene: kx d2h kx d2h _ „ lo que se reduce a ky dx2 ky dy'’ d°h + p L = o = v 2ft (1-16) dx2 n dy'2 Así pues, tal como se anunció, la transformación de coordenadas (1-13) ha permitido reducir la ec. 1-5 a la forma que se presenta en la (1 -1 6 ), que es la ecuación de Laplace correspondiente al caso isótropo. Naturalmente que la transformación de coordenadas no ha de hacerse sólo en las ecuaciones, sino también física y realmente en la sección bajo estudio. Así, la zona de flujo original de la fig. 1-4.a se transforma para todos los cálculos subsecuentes en la región trans formada de la fig. I-4.b (en la fig. 1-4 se ha supuesto que k j k v =■ 10 _1); las dimensiones verticales se modifican todas según la ley 1-13, en tanto que las dimensiones en la dirección horizon tal no se modifican. Es evidente y se deja como un sencillo ejercicio al lector, que con la transformación M ECANICA D E SU E L O S (III) 15 P b*' = y ¡ t x hubiera podido llegarse a otra sección isótropa en la que se modifi- carian las dimensiones horizontales, pero no las verticales. Considérese ahora el gasto dado por la ec. 1-7. dq — kx dy dz + ky dx dz + k~ dx dy (1 -7) L dx y dy dz ' Al considerar el caso bidimensional la ecuación anterior se redu ce, según puede visualizarse fácilmente a: dq = kxf r dy + ky dx O '17) Si se aplica aquí la transformación 1-13 se obtiene, teniendo en cuenta la relación 1-14 , . dh dy' . dh I k , , , = ¡ J 7 + ' W X K x \ ky pues * * = yj% J » Por consiguiente, arreglando términos, se llega a: d q = ^ k x kv( J ^ d y ’ + j - r d x ' j (1-18) Esta ecuación debe compararse ahora con la (1-9) que propor cionaba el gasto en el medio isótropo. La ec. 1-18 y la ec. 1-9 se refieren evidentemente al mismo gasto; al que realmente esté pasando por la sección en que ocurre el flujo. Al comparar ambas ecuaciones se ve que la permeabilidad equivalente en la sección transformada a la combinación de permeabilidades de la sección real es: k — yjkx kv (1-19) O sea que en la sección transformada deberá usarse, al conside rarla isótropa, un valor de la permeabilidad igual a la media geomé 16 CAPITULO I trica de las permeabilidades reales^ así podrá hacerse en la sección transformada cualquier cálculo referente a gasto, obteniendo el mismo resultado que si se manejase la sección anisótropa y con mucha mayor simplicidad. La Teoría de la Sección Transformada permite no volver a sentir preocupación por los suelos anisótropos, cuya teoría de flujo es, como ya se dijo, molesta y complicada en sus desarrollos. Cuando un suelo anisótropo se presente en un caso práctico se transformará previa mente y se le aplicará la teoría de suelos isótropos, que será la que se desarrolle básicamente en los capítulos que siguen. ANEXO I-a Ecuaciones hidrodinámicas que gobiernan el flujo. Potencial de velocidad5 Sean vt vv y ~vz las componentes de la velocidad de filtración del agua (Cuestión IX -3 del Volumen I) en un punto A, en el instan te t (fig. I -a .l ). Estas funciones dependen de las variables x, y, z y t. Para un valor particular de t, describenel movimiento en todos los puntos del fluido, dentro de la región a la que pertenece el elemento mos trado y para un punto dado son funciones sólo de t, proporcionando la historia de cómo la velocidad_varía en ese punto. Se supondrá que tanto vx, vv, vj, como sus derivadas sucesivas son funciones continuas y acotadas. Una partícula de fluido con posición inicial en A (x , y, z) en el tiempo t, se moverá a la posición (x 4- vx Sí, y + vy 8í, z -f vz Sí) cuando haya transcurrido el tiempo 8t. La variación respecto al tiempo de la velocidad vale: Si?» _ dvi dVi 8x . dt>i Sy , dVi 8z_ " S T - di dx Sí dy Sí dz St Donde i tomará los valores x, y y z para llegar a expresiones para vt, vy y v„. Si Sí tiende a cero, la aceleración total en cada dirección de los ejes coordenados será: dvi _ 0y¡ dvi dx dvi dy . dv¡ dz dt ~ dt dx dt + dy dt dz dt Lo cual, teniendo en cuenta que: - dx - dy - dz V, l>ir — y* - dí puede aún escribirse como: § = f + + + ' “ ‘ i Donde, de nuevo, basta poner x, y y z en lugar de i para tener las ecuaciones correspondientes a dvx/d t, dvv/d t y dvz/d t. Supóngase ahora que en el punto A (fig. I -a .l ) exista la presión p, que la densidad del fluido que circula sea p y que sean X, Y, y Z las componentes de las fuerzas de cuerpo por unidad de masa en la dirección de los ejes respectivos y en el instante í. En proble mas de flujo la fuerza de cuerpo típica suele ser la debida al campo gravitacional terrestre, por lo cual ésta se. destacará en lo que sigue. Habiendo una presión p en el punto A (x, y, z ) , la fuerza en la cara Y Z del elemento más próxima al origen será y en la más alejada será: Teniendo en cuenta la Segunda Ley de Newton, el producto de la masa por la aceleración debe dar la fuerza en la misma dirección; asi: pd x d y d z ^ - = ( p - - f - d x ^ j dy d z - ( p + 1 | \ d x ) dy dz + + pX dx dy dz ( l-a .2) MECANICA D E SUELOS (III) 17 Mecánica de Suelos III Pudiéndose escribir expresiones análogas para las proyecciones de fuerzas y aceleraciones sobre los ejes Y y Z. Si se suhstituye en las expresiones l-a.2 el valor de la acele ración dado por las ecs. 1-a.l, se obtiene simplificando: d v g . - 3 v x - d v t . - d v t v - s - + < v 5 r + * i j r + ' ' . i r = x ? g - + ¿ . ^ + S , p - + ¿ , p - = Y-i - J E - (l-a .3 ) 3f dx dy 3z p ay 18 CAPITULO I dvz - duz , - dvz . - 3i>* Sí 3x dy dz 1 dp_ p dx 1 dp_ p dy 1 dp p dz Nótese que en la tercera ecuación, la fuerza gravitacional (-o) aparece con signo negativo, debido a que su sentido es el de la di rección negativa del eje Z. Las ecs. l-a.3 reciben el nombre de ecuaciones de Euler y descri ben el movimiento de un fluido no viscoso. En flujo laminar, las componentes de la velocidad y sus derivadas son chicas, por lo que los productos del tipo u*(3u,/3*) puede despreciarse: entonces las ecs. l-a.3 pueden escribirse 1 dv* _ ^ _ 1 3p n dt ~ p dx 1 8ty _ y 1 3p n dt ~ p dy - r w = z - - i r i ¡ r ~ ‘> ( '-a A > En las ecuaciones anteriores vt, vy y vz representan las compo nentes de la velocidad de descarga, relacionadas con las respectivas de la velocidad de filtración por expresiones del tipo: 1 Vi — ViTI donde n es la porosidad del suelo Cuando el flujo es establecido, es decir, cuando la velocidad no depende del tiempo, el primer miembro de las expresiones l-a.4 vale cero y aquellas pueden escribirse: x = ± 3 L p dx Y - J _ Í £ 9 * 9 Z = — — + g (l-a .5) p oz Si h es la carga hidráulica en un punto, podrá escribirse: h = z + - £ - ( l-a .6) r« en donde se ha considerado despreciable la carga de velocidad, por estar en estudio flujo laminar con bajas velocidades. Lo anterior puede escribirse: P = y , c ( h — z ) = p g ( h - z ) y las ecs. l-a.5 quedan v oh * = 0 3 j = - 9 ' . v ^h Y = s ^ = - < 1 '’ Z = g ^ = - g i , (l-a .7 ) Nótese que se ha definido i = — dh/ds. Donde se ve que en flujo establecido y régimen laminar, las fuerzas de cuerpo son funciones lineales de la velocidad, ya que al aplicar la ley de Darcy (v = ki) a las ecs. l-a.7, se tiene: r = - » í Z = d -a -8> MECANICA DE SUELOS (III) 19 20 CAPITULO I Así, en definitiva, las ecs. l-a.4 pueden escribirse para las condi ciones supuestas: 1 dvx 9 Vr n dt p ex k 1 dvv ____1 dp gv„ n dt p dy k ± * Z l = _ J . Í E n dt p dz k 9 \ ■ ) Para el caso de flujo establecido, los primeros miembros de las ecs. l-a .9 valdrán cero y por ello: _ L JE - _ p dx 9 k 1 dp Vy J d í = ~ 9 T - 1 dp _ vx p dz ~ 9 k 9 Teniendo en cuenta que p = p g (h — z) , se tendrá: de donde 1 dh vx 7 p* á ? = - * x 1 dh vv 1 ( d h A V ~ p " \ d z ~ ) = ~ 9 1T ~ 9 . dh vx - — k —dx . enVy = — k — v- dh dy ch = - k ~ ( l -a .10)cz Si se consideran las ecs. l-a.10 como expresiones de las compo nentes del vector velocidad total v y se multiplican ordenadamente M ECANICA D E SU ELO S (III) 21 por i, j y k (vectores unitarios en las direcciones de los ejes X , Y y Z . respectivamente), se tiene, sumando vectorialmente miembro a miembro. -♦ v — — A: grad h (1 -a .l l ) La hipótesis de flujo establecido se hace usualmente, al igual que aquí se hizo, para poder calcular las fuerzas de cuerpo X , Y, Z poniéndolas en términos manejables. Por otra parte, puede demostrarse3 que los términos de inercia en los primeros miembros de las ecs. l-a .9 son de orden desprecia ble en muchos casos de la práctica, aun cuando la velocidad del flujo varíe con el tiempo. La razón de ésto es que la velocidad del flujo real a través del suelo es tan baja que los cambios en cantidad de movi miento son despreciables en comparación a las resistencias viscosas al flujo, por lo que los cambios en velocidad no ejercen efecto apre- ciable. La ec. 1 -a .ll contiene en realidad cuatro incógnitas, a saber vlw vv, v, y h; de aquí que se necesita una ecuación más para hacer posible la solución del problema. Volviendo de nuevo a la fig. I-a .l, la cantidad de agua que cruza la cara Y Z del elemento más próxi ma al origen es n v¡.dy dz; en la cara opuesta, el agua que cruza es f + 1 7 n̂ dy dz. Así la cantidad neta de agua que sale del elemento por flujo en la dirección del eje X y por unidad de tiempo es: ~ (n vx)dx dy dz Análogamente, las transferencias netas de agua que se tienen en el elemento por flujo en las direcciones Y y Z , son, respectiva mente: 0 0 ~ ( n v v) d x d y d z y — (n~v¡¡)dxdydz Ahora bien, si se cumplen las hipótesis mencionadas en el cuerpo de este capítulo y si el fluido y las partículas de suelo son ambos incompresibles, el almacenamiento o pérdida total de agua en el ele mento debe ser nulo, de manera que: ¿ ( « í . ) + ^ ( n i i , ) + ¿ ( « 5 , ) = 0 o, lo que es lo mismo: 3u» , dv„ , Su* _ A , , , „ v i 7 + -0 ¡r + ^ r = o í 1' 3-12) que es la ecuación de continuidad ya vista en el cuerpo de este capítulo. Esta ecuación, juntamente con la ( 1- a . l l ) proporciona los medios para encontrar los valores de las incógnitas vx, vy, vz y h. Conviene en la resolución de los problemas de flujo introducir la función <f> (x, y, z ) , definida como: <t>(x,y,z)= - k ( ^ - + z j + c = — k h + c (l-a .13) donde c es una constante. Debe observarse de inmediato que el gradiente de esta función así definida es la velocidad en el punto de la región de flujo consi derada; en efecto: v * = Ü 7 + ^ 7 + i ¿ í - 9 dx 9 dg ' 9 d i k J j l + t d F k ) = -» -> -» -4 = vt i + vvj + v„k = v De acuerdo con la definición tradicional de función potencial de un campo vectorial de variable escalar, la función <f> arriba definida resulta ser simplemente el potencial de velocidad en la región de flujo. Así, en resumen, se cumple: 3 <f> dd> Z<¡> t e = v’ •' : <>■••'«> Si se substituyen las ecs. 1-a. 14 en la (1-a. 12), se obtiene final 22 CAPITULO I mente 3V , 3 ^ _ n , , . . .a*2 + a«2 + — 0( l - a . 15)dx2 r dy2 dz2 que es la ecuación de Laplace, ya mencionada. M EC A N ICA D E SU E L O S (III) 23 ANEXO I-b La función flujo (i]/ = cte) Sea la función de flujo vj; (x, y ) — cte, definida en cada punto de la región de flujo por las expresiones: Teniendo en cuenta que: <p = — k h + c y , dh " ■ = “ * 8Í, dh se sigue que: dd> V° = -%c = ^ (l-b.2) dy (ecs. l-a.14 del Anexo I-a). Comparando las expresiones 1-b.l y l-b.2, se obtiene finalmente: d<f> _ d<\i dx ~ dy -M- - _ ( l-b .3) dy dx 1 ' Así, las funciones <l> y cumplen las condiciones l-b.3, denomi nadas de Cauchy-Riemann en la teoría de funciones de Variable Compleja. Derivando respecto a y la primera ec. l-b.3 y respecto a x la segunda, se tiene: 32<f> _ 32 ip dy 8x — dy2 d2<t> _ 8a v|; dy dx ~ dx2 24 CAPITULO I Sumando miembro a miembro se llega a: 0 + 0 = V + = O ( t -M) O sea que la íunción ip también cumple la ecuación de Laplace y por lo tanto es solución de la misma. Se demostrará ahora que las curvas <j> — cte y las (p — cte se cortan a 90° dentro de la región plana de flujo. Para ello considéren se las derivadas totales a lo largo de cada una de dichas curvas. d * = í x dx + ^ dy = ° d ^ = ^ dx + ^ dy = 0 ( l-b.5) Con base en las ecuaciones anteriores pueden obtenerse las pen dientes d y /d x de ambas familias: 9<f> ( dy\ _ _ 0x dx )$ d<j> dy dx 8ip 39 Aplicando ahora las condiciones de Cauchy-Riemann que satis facen las funciones <f> y según se vio, a la segunda de las expre siones anteriores se obtiene, dejando la primera sin cambio. 0<¿> í d y \ ~dx~ V dx — d<f> 3 y d<p r dy \ _ __3¡ l < dx Jy d<j> dx (l-b .6 ) De manera que las pendientes de las dos familias resultan ser recíprocas y de signo contrario, lo cual constituye la condición de ortogonalidad de las curvas <j> = cte y ip = cte. ANEXO I-c Soluciones rigorosas a los problemas de flujo* La utilidad del mapeo conforme para la resolución de los pro blemas de flujo bidimensional tiene como base el hecho de que las soluciones de la ecuación de Laplace lo siguen siendo cuando se las sujeta a una transformación o una serie de transformaciones con formes. La solución directa de los problemas de flujo desde un punto de vista analítico es, como se dijo en el cuerpo de este capítulo, muy difícil, a menos que la región de flujo sea de una forma muy simple. Sin embargo, haciendo uso de las técnicas del mapeo conforme es posible frecuentemente transformar una región de flujo dada en otra mucho más sencilla, susceptible de ser estudiada resolviendo la ecua ción de Laplace para las nuevas condiciones de frontera. Así, una vez obtenida la solución en la región sencilla a la que se llegó por la transformación, puede usarse la transformación inversa para volver a poner las cosas en su forma original. La clave de este método de solución consiste en encontrar una o varias transformaciones que con viertan a la zona de flujo en otra sencilla, generalmente un rec tángulo o un círculo. A modo de ilustración se presenta en lo que sigue la solución matemática rigurosa de un caso práctico de relativa sencillez. Se trata del flujo a través del terreno de cimentación, considerado semi-in- MECANICA DE SUELOS (III) 25 Y Para la correcta comprensión de los temas que se tratan tan someramente en este anexo, el lector debe acudir, a no ser que su preparación previa lo dispense de ello, a textos apropiados de matemáticas, entre los que pueden citarse las refs 6, 7, 8 y 9. 26 CAPITULO I finito, y supuesto permeable, homogéneo e isótropo, de una cortina vertedora de concreto o de manipostería (fig. I - c .l ). Se supone que la cortina descansa directamente sobre la superficie del terreno. Examinando los requisitos que deben de cumplir las componentes de velocidad del agua a lo largo de las fronteras de la región de flujo (fig. I-c .l.a ) puede notarse que a lo largo de las líneas semi-infinitas A B y CD las componentes horizontales de la velocidad del agua son nulas. En efecto, es fácil ver que ambas líneas son equipoten ciales, puesto que la carga hidráulica en todos los puntos de cada línea es evidentemente la misma. De la misma manera se ve también que a lo larqo de la frontera B O C la componente vertical de la velocidad del agua es nula, por lo que dicha línea es una línea de flujo al coincidir la dirección de la velocidad con la propia línea. Considérense la velocidad del agua en un punto expresada en forma compleja; para ello considérese en primer lugar una función w — f ( z ) , definida como: w = <f> + iip y siendo z — x + / y donde las funciones <f> y son respectivamente la función potencial y la función flujo, ya tratadas en este capítulo. Se supondrá también que la función w es una función analítica o lo que es lo mismo que ella y su derivada son finitas y de valor único dentro de la región que interesa estudiar. La derivada de w con respecto a z estará dada por É * . = ¿ t - + i É$L ( i . c. i ) dz dx dx lo cual, teniendo en cuenta los valores de vt y vy, definidos en este capítulo en función de c¡> y respectivamente, puede en definitiva escribirse como: W = - ~ - = v 9 - i v y ( l-c.2) donde W se denomina la velocidad compleja: W será real a lo largo de B C (fig. í-c .l.a ) siempre que — b < x < b (l-c .3 ) Análogamente podrá decirse con base en lo arriba establecido, que W será imaginario a lo largo de las fronteras A B y CD, en las que W > b (l-c .4 ) Cabe observar ahora que la función (b — z)'A cumple la condición de ser real para z — x < b e imaginaria para cualquier z — x > b. Análogamente, puede notarse que la función (6 + z ) % es real para z = x > — b e imaginaria para z — x < . — b. Por otra parte se ob serva que el producto de las dos funciones, es decir, la función ( ¿r2 — z2)1/2 da valores reales para — b < x < b e imaginarios para | x | > b, cumpliendo así las condiciones de frontera que han sido impuestas a W más arriba. Hay que explicar que en los párrafos anteriores se ha venido estableciendo que z = x. lo cual aparente mente es falso si se toma en cuenta que en realidad z — x + i y ; sin embargo, todas las fronteras de las que se habla están situadas en el eje x, con lo que y = 0 y z = x. Supóngase ahora que se acepta que la velocidad con la que el agua entra al suelo tiende a cero al considerar puntos cada vez más ale jados de la cortina (hacia A „ y D „ de la fig. I-c .l .a ) . Esta condi ción se siente razonable cuando se considera el problema en estudio de un modo intuitivamente físico. Tomando en cuenta la condición mencionada puede observarse que la función W = = K - - _ ( l-c .5)dz y /t f — 2? satisface tanto las condiciones de frontera expresadas más arriba como esta última condición física. En esta expresión K¡ es una constante real cuyo valor ha de ser determinado. Si se integra la ( l-c .5 ) se obtiene: w = <p + i<\> =: K-l ang sen -g- + K 2 (1 -c.6 ) en donde K t es una constante de integración. Considérese ahora la relación entre los planos z y w de la fig. I-c .l. Puede verse que entre ambas geometrías existe la siguiente correspondencia: En el punto C : w — 0 ; z — b En el punto B : w = — kh ; z = — b Si se llevan estos valores a la ec. l- c .6 se tiene: v — kh *, khAi — ; As —7C 2 Con lo que la ec. l-c .6, resulta: kh z kh -v MECANICA D E SU ELO S (III) 27 Lo cual puede escribirse también, teniendo en cuenta que z , z «ang sen —-g- + ang eos — como w — — ang eos 1 "c-8) Ti b I de donde finalmente se obtiene z — b eos -¥ r- (1 -c .9)kh Ecuación que establece en definitiva la relación de transformación de tipo conforme entre los planos z y w de la fig. I-c .l. Para conocer las trayectorias del agua que fluye bajo el vertedor del problema considerado, conviene separar la ec. l-c.9 en sus partes real e imaginaria; esta separación no se detallará en este lugar y su justificación podráencontrarse en las referencias especializadas que se mencionaron al comenzar este anexo. Se obtiene asi: x = b eos <j>' cosh <J/ y — — b sen <£' senhvj/ (l-c .1 0 ) donde se han definido v 1!/ - ^ * ” kh Y V ~ kh Despejando en las (l-c .1 0 ) los términos sen <f>, y eos </>', elevando al cuadrado y sumando se obtiene: b2 cosh2 4»' b2 senh2 4/ ̂ ^ Así, las líneas de flujo en el problema propuesto resultan ser elipses con focos en los puntos ± b. Análogamente, si en la (l-c .1 0 ) se despeja senh 4/ y cos/i 4A se eleva al cuadrado y se restan las expresiones convenientemente, se ob tiene como ecuación de la familia de curvas equipotenciales la expresión: * 2 £ = 1 ( l - c .12 ) 28 CA PITU LO I b 2 eos2 4>r b2 sen2 </>' Lo que indica que las curvas equipotenciales son hipérbolas cofo- cales con las elipses que resultaron líneas de flujo. MECANICA D E SUELO S (III) 29 Así. la red de flujo (conjunto de líneas de flujo y equipotencia les) resulta en definitiva como se muestra en la fig. I-c.l.a. Y a con este trazo realizado, el problema de flujo puede considerarse resuel to, tomando en cuenta las ideas que se exponen en el Capitulo II. Quizá con el ejemplo analizado, el lector haya adquirido claramen te la idea de lo difícil y engorroso que podría llegar a ser para la mayor parte de los ingenieros la solución analítica rigurosa de los problemas de flujo; para confirmar lo anterior debe tenerse en cuenta que el caso presentado es de los más sendllos. Sin embargo, el lector podría tomar la idea también de que la aplicación de los métodos matemáticos es fundamentalmente cuestión de ingenio y dependiente de la feliz idea del proyectista. En efecto, en la resolución del proble ma anterior hubo mucho de aparente artificio. Es conveniente aclarar, sin embargo, que esa sensación de relativo desamparo ante este tipo de problemas no sería, en general, del todo justa. Existen métodos generales, de carácter mucho más determinista, para resolver muchos problemas de flujo; por ejemplo, el lector podrá consultar la ref. 10 para encontrar un modo de resolver el problema anterior en forma mucho menos dependiente de una ocurrencia feliz, a base de una aplicación sencilla de la transformación de Schwarz-Christoffel. una de las más utilizadas para encontrar soluciones analíticas rigu rosas a problemas de flujo. REFERENCIAS 1. Forchheimer, Ph. — U ber d ie E rg iebigkeit von Brunnenanlagen und S icker- schlitzen — Zeitschrift Architekten — und Ingenieur — Verein — Hannover — 1886. 2. Casagrande. A — S eep a g e through D am s — Contributions to Soil Mechantes 1925-1940 — Boston Society of Civil Engineers— 1940. 3. Reynolds, O. — An Experim ental investigation o f the Circunstances which D etermine whether the motion o f w ater shall b e D irect o f Sinuous and the taiv o f R esistence in parallel channels ~ Phil, Trans. 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T hcoretical Soil M echanics — K. Terzaghi -—John W iley and Sons. Inc. 1956. CA PITU LO II TEORIA DE LAS REDES DE FLUJO II-l. La red de flujo En el párrafo 1-4 se demostró que la ecuación de Laplace queda resuelta por dos familias de curvas ortogonales entre sí, que son las líneas de flujo y las líneas equipotenciales que allí se estudiaron; se mencionó también que dos familias de líneas que cumplan la condi ción de ortogonalidad y las condiciones de frontera de la región de flujo constituyen una solución única de la ecuación de Laplace y, por ende, del problema de flujo descrito por aquella ecuación. El método de las redes de flujo utiliza esas afirmaciones para re solver el problema de un modo sencillo y puramente gráfico. Se trata de definir en cada caso particular las condiciones de frontera especí ficas del problema y de trazar, cumpliendo aquellas, las dos familias de curvas ortogonales, obteniendo así una verdadera imagen gráfi ca del problema. Al acomodar en un dibujo hecho a mano las dos familias, respe tando las condiciones de frontera y la de ortogonalidad, se tendrá una aproximación a la solución única del problema; esta aproximación, si el dibujo se ha realizado con cuidado, es lo suficientemente buena para los fines ingenieríles y da soluciones del problema ventajosas respecto a las que se obtienen por los métodos matemáticos rigurosos, algo más precisos quizá, pero mucho más complicados. E l trazo de una red de flujo comprende en la práctica los si guientes pasos: 1. Delimitación de la zona de flujo que se desea estudiar, anali zando sus condiciones específicas de frontera 2, Trazo de dos familias de curvas ortogonales entre sí que sa tisfagan las condiciones de frontera y que constituyen la solu ción única de la ecuación de Laplace. No se pueden dar muchas reglas generales para definir qué fronteras pueda tener en un caso dado una zona de flujo en estudio, pero a continuación se mencionan algunos casos muy frecuentes respecto a los que si es posible decir algo como guia de criterio o de aprendizaje. 31 32 CAPITULO II Considérese en primer lugar el caso ilustrado por la línea 1-2 de la fig. II-1, que es evidentemente una frontera de la •zona por la que se infiltra el agua a través de la presa. ZONA IM P E R M E A B L E FIG. II-1. Análisis de algunos condiciones d e frontera en redes d e flujo Puede notarse al analizar lo que sucede en los puntos A y A' que a lo largo de esa línea, las cargas de presión (representadas por las alturas de agua medidas del punto a la superficie) son diferentes; las cargas de posición, si se toma el plano 1-3 como plano de com paración por ejemplo, también lo son, pero la suma de ambas, o sea la carga hidráulica total,* es la misma en todos los puntos y está representada por la distancia comprendida entre la horizontal 1-3 y el nivel de agua. Así, la línea 1-2 es una línea equipotencial. En ge neral la situación ilustrada por el ejemplo anterior prevalece y el contacto entre el agua libre y un medio permeable a través del cual se infiltra el agua es siempre una línea equipotencial. Considérese ahora el caso de la frontera 1-3. El agua que llegue a hacer contacto con esa línea deberá de seguirla en su recorrido, pues la roca impermeable no le permite atravesarla. Así, la línea 1-3 es una línea de flujo. También puede establecerse como regla general que el contacto entre un medio impermeable y otro permeable a través del que se infiltra el agua, es una línea de flujo. Siguiendo lincamientos similares a los expresados arriba puede entonces definirse a qué tipo de línea corresponde cada una de las fronteras de la región de flujo; por el momento se supone que todas esas fronteras son conocidas a priori, es decir, que la región de flu jo está claramente delimitada; más adelante se estudiarán algunos casos importantes en los que las fronteras de la región de flujo no son conocidas de antemano y, por lo tanto, han de ser estudiadas como primer paso para el trazo de la red de flujo. * En realidad lacarga hidráulica total es la suma de las cargas de posición de presión y de velocidad, que no se ha considerado en el razonamiento anterior. La razón es que, dadas las bajas velocidades con que el agua circula a través del suelo, esta carga de velocidad es despreciable y no se toma en cuenta en los problemas de flujo de agua en suelos. MECANICA D E SUELOS (III) 33 Una vez conocidas las fronteras, el trazo de la red de flujo con siste, como ya se dijo, en dibujar las dos familias de curvas orto gonales entre si y que cumplan dichas condiciones de frontera. El hacer cumplir las condiciones de frontera consiste simplemente en satisfacer en éstas los requerimientos teóricos de la red; así por ejem plo si la frontera es una línea de flujo, la familia de líneas equipo tenciales la deberá cortar ortogonalmente, etc. II-2. Trazo de la red de flujo. Cálculo del gasto Al intentar el trazo de las familias de líneas equipotenciales y de flujo surge el problema de que por cada punto de la región de flujo deberá de pasar en principio precisamente una línea de flujo y una equipotencial, pues en cada punto de la región de flujo el agua tiene una velocidad y una carga hidráulica. Esto llevaría, de trazar todas las líneas posibles, a una solución que formaría una mancha uniforme en todas las regiones de flujo; a este modo de proceder le faltaría todo valor práctico, pues las soluciones obtenidas en los diferentes problemas serán uniformemente inútiles. Para aspirar a una solución discriminativa, que sepa diferenciar un problema de flu jo de otro, será preciso no trazar todas las líneas de flujo y equipo tenciales posibles; en cambio se trazarán sólo unas cuantas selec cionadas con un cierto ritmo útil y conveniente. El problema no es nuevo y los lectores familiarizados con la representación gráfica de otros campos vectoriales de variable escalar, como el campo eléctrico por ejemplo, o la representación de una topografía con curvas de nivel, lo reconocerán de inmediato. La solución que conviene dar en el caso de problemas de flujo es análoga a la dada en esos otros casos; fijar, como se ha dicho, un ritmo para dibujar solamente al gunas de las infinitas lineas posibles. La convención más conveniente es la siguiente: a) Dibujar las líneas de flujo de manera que el gasto que pase por el canal formado entre cada dos de ellas sea el mismo (Aq ) . b ) Dibujar las líneas equi potenciales de manera que la caída de carga hidráulica en tre cada dos de ellas sea la misma (Ah). Supóngase que se ha tra zado la red de flujo cumplien- FIS. 11-2. Una porcün de una red de flujo. Obtención de la fórmula para el cálculo del gasto Mecánica de Suelos III 34 CAPITULO II do los dos requisitos anteriores, de manera que un fragmento de ella, el limitado por las líneas de flujo y i];;- y por los equipotenciales <f>i y (¡>j es tal como el que se muestra en la fig. II-2. El gasto Aq que pasa por el canal vale, según la ley de Darcy: A q - k a ^ - ( 2- 1 ) pues el área media del rectángulo curvilíneo normal al flujo es a (se considera un espesor unitario normal al plano del papel), Ah es la caída constante de potencial hidráulico entre <¿>¡ y y b es la dis tancia media recorrida por el agua. Si n¡ es el número total de canales de flujo que tiene la red y ne el número de caídas de potencial que hay en toda la zona de flujo, podrá escribirse, teniendo en cuenta las dos convenciones que se han segui do para construir la red de flujo: A h = — (2-2) fie Donde q y h son el gasto total y la carga perdida en total, en toda la zona de flujo. Asi, la ec. 2-1 podrá escribirse: * = (2-3) En la expresión 2-3 puede notarse que puesto que q, k, h, n¡ y ne son constantes para una red .de flujo dada, la relación a / b debe serlo también. Así, si han de satisfacerse las dos condiciones que se ha decidido cumplir, la relación entre el ancho y el largo de todos los rectángulos curvilíneos de una red de flujo debe de ser la misma; es decir todos los rectángulos curvilíneos deben ser semejantes y, recíprocamente, el hecho de que se cumpla esta condición de seme janza implica que se están satisfaciendo automáticamente las dos condiciones impuestas a la red al comienzo de esta sección. Nótese también que el único requisito que ha de cumplirse respecto a la re lación a / b , para satisfacer las dos condiciones que fijan el ritmo de las líneas de flujo y equipotenciales es que sea constante; por lo de más, la relación a / b podrá ser cualquier constante. Se antoja así, en aras de la sencillez y la elegancia, fijar el valor de a / b precisa mente como la unidad, que es incuestionablemente la constante más sencilla. Si esto se hace, los rectángulos curvilíneos se transforman en cuadrados curvilíneos, de manera que la red dibujada cumplirá la M ECANICA D E SU ELO S (III) 35 condición de que por cada canal pase el mismo gasto y de que entre cada dos líneas equipotenciales haya la misma caída de potencial, simplemente si las figuras definidas por esas líneas son cuadrados. Evidentemente el cuadrado es la figura más sencilla y conveniente, con la ventaja adicional de que permite verificar lo bien dibujada que una red esté al golpe de vista, lo que no sucedería con los rectángulos, pues al variar el tamaño de ellos no se puede decir sin tomar medidas si se conservan sus proporciones o se han dibujado diferentes, con el correspondiente error. Si se acepta para siempre en adelante que todas las redes de flujo serán de cuadrados, en tanto no se especifique otra cosa, la ec. 2-3 podrá escribirse: q = k h ^ ~ (2 -4 ) He El término n¡/ne depende solamente de la forma de la región de flujo. Se le llama Factor de Forma y se representa: F f = J± (2 -5 ) •le Así, en definitiva, la expresión 2-3 puede ponerse como: q — k h F f (2 -6 ) que es la fórmula sencilla que permite calcular el gasto por uni dad de longitud normal a la sección estudiada, que ocurre a través de una región de flujo en la que se ha dibujado la red correspondiente. Antes de detallar otros conceptos importantes que pueden calcu larse por medio de la red de flujo, conviene insistir un poco más en las normas para el trazo de éstas. Casagrande en la ref. 1 de este capítulo proporciona los siguientes consejos a los ingenieros no ex pertos en este campo y a los jóvenes estudiantes: 1. Usense todas las oportunidades posibles para estudiar la apa riencia de redes de flujo bien hechas, tratando después de repetirlas sin tener a la vista el modelo hasta obtener dibujos satisfactorios. 2. Usualmente es suficiente trazar la red con un número de cana les de flujo comprendidos entre cuatro y cinco. El uso de muchos canales dificulta grandemente el trazo y desvía la aten ción de los aspectos esenciales. 3. Debe siempre observarse la apariencia de la red en conjunto, sin tratar de corregir detalles hasta que toda ella está aproxi madamente bien trazada. 36 CAPITULO II 4. Frecuentemente hay partes de la red en que las líneas de flujo deben ser aproximadamente rectas y paralelas: en ese caso los can'ales son más o menos del mismo ancho y los cuadrados deben resultar muy parecidos. Puede facilitar el trazo de la red el comenzarlo por esa zona. 5. Las redes de flujo en áreas confinadas, limitadas por fronte ras paralelas (especialmente la superior y la inferior) son frecuentemente simétricas y las líneas de flujo y las equipo tenciales son entonces de forma parecida a la elíptica. 6. Un error común en los principiantes es el de dibujar transicio nes muy bruscas entre las partes rectas y las curvas de las diferentes líneas. Debe tenerse presente que las transiciones deben ser siempre muy suaves y de forma parabólica o elíptica: el tamaño de los diferentes cuadrados debe ir cambiando tam bién gradualmente. 7. En general el primer intento no conduce a una red de cua drados en toda la extensión de la región de flujo. La caída de potencial entre dos equipotenciales sucesivascorrespondien te a un cierto número de canales con el que se intentó la solu ción, no suele ser una parte entera exacta de la pérdida total de potencial, de manera que al terminar la red suele quedar una última hilera de rectángulos entre dos lineas equipoten ciales en la que la caída de carga es una fracción de la Ah que haya prevalecido en el resto de la red. Generalmente esto no es perjudicial y esta última hilera puede tomarse en cuenta para el cálculo de ne. estimando que fracción de caída ha re sultado. Sí, por razones de presentación, se desea que todas las hileras de cuadrados queden con el mismo Ah, podrá corre girse la red, cambiando el número de canales de flujo, bien sea por interpolación o empezando de nuevo. No debe inten tarse convertir la hilera incompleta en una de cuadrados por correcciones locales puramente gráficas, a no ser que el faltante o sobrante de espacio en la hilera incompleta sea muy pequeño. 8. Las condiciones de frontera pueden introducir singularidades en la red que se discutirán con más detalle en los párrafos siguientes. 9. Una superficie de salida en la red, en contacto con aire, si no es horizontal, nunca es ni línea de flujo ni equipotencial, de manera que los cuadrados limitados por esa superficie no pueden ser completos. Sin embargo, como más adelante se demostrará,, estas superficies deben cumplir la condición de que se tengan iguales caídas de posición entre los puntos de ellas cortados por las líneas equipotenciales. Además de las normas anteriores, es conveniente que las líneas de flujo y equipotenciales se dibujen siempre completas. Los princi- I MECANICA DE SUELOS (III) 37 piantes cometen numerosos errores de concepto en la red por dejar trazos incompletos que, de ser terminados, les hubieren revelado di chos errores en forma muy clara. En las figs. II-3 aparecen algunas redes de flujo dibujadas a modo de ilustración. n-3. Superficies libres a la presión atmosférica Una frontera muy común en las redes de flujo la constituye una superficie abierta al aire o, en general, una superficie en la cual todos los puntos estén a la presión atmosférica. Respecto a tales superficies existe una condición teórica que ha de cumplirse, que se traduce en una condición gráfica que debe satisfacerse y que es sencilla de verificar. FIG. 11-4. Superficie abierta al aire Sea la superficie A B una superficie abierta al aire, en la cual todos los puntos tienen la misma carga de presión, que corresponde a la presión atmosférica (fig. II-4 ). Entonces dos puntos de esa super ficie cortados por dos equipotenciales sucesivas estarán separados ver ticalmente por una distancia Ah que tiene que ser igual a la caída de carga hidráulica entre esas dos equipotenciales, puesto que por ser igual la carga de presión, la diferencia de carga tiene que traducirse sólo en pérdida de posición. Como quiera que entre todas las equipo tenciales que cortan a la superficie libre hay la misma pérdida de carga, se sigue que entre todos los puntos en que dichas equipoten ciales cortan a la superficie libre debe de haber la misma diferencia de posiciones o caída de alturas, precisamente igual a Ah. Ese hecho está gráficamente expresado en la fig. II-4. II-4. Cuadrados singulares Hay ocasiones en que dentro de las redes de flujo las circuns tancias geométricas de la región de flujo fuerzan las cosas de manera 38 CAPITULO II que se produce una singularidad, dando así lugar a cuadrados en la red que quedan aparentemente fuera de la regla común. La parte'a^l de la fig. II-5 presenta un caso muy común que, por otra parte, ya se presentó en las redes de la fig. ÍI-3, IMPERMEABLE c FIG. 11-5. Cuadrados singulares La frontera superior del fragmento que se reproduce de la región de flujo es una línea equipotencial, en tanto que la inferior lo es de flujo. Ambas líneas son paralelas, por lo que el cuadrado extremo, de a¡ bj a la izquierda, es un cuadrado abierto de forma singular. Es de notar que de la línea de flujo que parte de a¡ a la izquierda pasa el gasto Aq, mismo que pasa por los restantes canales de flujo de la red; si se subdivide en mitades el cuadrado singular (líneas por los puntos a* y b¡, de la figura), por cada subdivisión pasará el gasto A q/2. Si se siguen las subdivisiones hacia la izquierda podrán obte nerse los canales por los que pasa la cuarte parte, la octava parte, etc., del gasto; puede verse que esos canales tienden a ser similares hacia la izquierda, en tanto que el gasto que pasa por ellos disminuye MECANICA DE SUELOS (III) 39 rápidamente. De lo anterior se deduce que la velocidad de filtración del agua en la zona permeable disminuye hacia la izquierda monó tonamente, de manera que se acerca asimptóticamente a cero. Lo an terior puede elevarse al grado de regla general, de modo que puede decirse que cuando una línea de flujo y una equipotencial son para lelas por una singularidad de una red, en su intersección (punto oo ) la velocidad con la que el agua se infiltra se reduce a cero. En la parte b) de la fig. II-5 se presenta otra singularidad bas tante común en muchas redes. En el punto A concurren una línea de flujo y una equipotencial, que son colineales; es decir, forman entre sí un ángulo de 180°, en lugar del usual de 90°. También ahora si se subdivide el canal original, en el que pasa el gasto Aq, se obtienen dos canales por cada uno de los que pasa A q/2. La subdivisión pos terior permite obtener canales por los que irá pasando la cuarta parte, la octava parte, etc., del gasto. Pero ahora la situación es dife rente a la que se tuvo en el caso a ) . Si ahora se observa la fig. II-5.b se verá que la sección de cada canal va siendo bastante menor que la mitad de la anterior, en tanto que el gasto que pasa por ella es pre cisamente la mitad del que pasaba por el canal antes de la subdi visión; en consecuencia, al acercarse al punto A , la velocidad de infiltración del agua en el suelo debe ir aumentando. De hecho, esa velocidad aumenta monótonamente hacia A, de manera que en ese punto es, teóricamente, infinita. Lo anterior también es regla general y puede decirse ahora que si una línea de flujo y una equipotencial se unen a un ángulo mayor que 90° (y 180° no es más que un caso particular), en el punto de unión el agua tiene una velocidad de infiltración infinita. Al considerar el hecho teórico de que la velocidad en el punto A es infinita, deben de tenerse en cuenta los siguientes puntos de vista: La teoría con la que se ha llegado a la conclusión que se estudia, que se ha venido exponiendo en éste y en el precedente capítulo, ha sido elaborada bajo la hipótesis de régimen laminar en el agua y de validez de la ley de Darcy. Estas hipótesis exigen a su vez, según se ha venido insistiendo, bajas velocidades en el agua que fluye; así, esa teoría no es aplicable a un punto en el que las velocidades crecen en forma importante, por lo que la conclusión de que la velocidad se hace infinita no ha de ser aceptada literalmente. La conclusión que si puede extraerse es que en las vecindades de A las velocidades del agua aumentan mucho y el flujo se concentra, razón por la que zonas de este tipo serán zonas críticas desde el punto de vista de erosiones, arrastres, etc., cuando estén a la salida de la red y el material no tenga confinamiento. En la fig. II-5.C se presenta otra singularidad frecuente en las redes de flujo. Ahora una línea equipotencial y una de flujo se cortan a un ángulo a que es menor de 90°. Puede verse que al hacer las 40 CAPITULO II subdivisiones en este caso se tiene cada vez un gasto mitad del an terior pasando a través de una sección que es mayor que la mitad de la anterior; así la velocidad de filtración va disminuyendo monó tonamente cuanto más cerca se esté de A , de manera que en dicho punto se llega a la velocidad cero. Lo anterior también es regla ge neral; es decir, cuando una equipotencial y una línea de flujo se
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