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_ _ _ 1 ,— —: 4 P E N S A M I E N T O Byung—ChulHan La agonía del Eros ¿ ' _ : Prólogo de Alain Badíou - H E R P E R DEN5AM|ENT0 HERD.ER lí1iríg.ida por Manuel CruzLa prociamacián neu|íbera] de la libertad SE maníñhjsta en | realidad como un impératívg paradójito: sé-Iíbre.. Dóm¡ín—a una | ecºnomía d:e'.lá supervivenciá en la que-cada uno es su prºpio ¡ empresario. 'El neo-iib'eraíiímº, f:on' sui desí-nhihidos- ímp'ulsos narcis…ístas dei yo y del rendimiento. es et infierno de lo igual… una… sociedad de la depresión y ei cansanciº compues£á 1por5ujetos aisladºs. * Los muros y .las fronteras ya no eíx'cítan la fantasía. pu'e_s no engendran a'i otro. Dado que el Erós se dí-rí'ge a ese ofm, el“ , capitalismo elimina la alteridad para someterlo todo al consu— 'í mo: la exposición como mercancía intensíñca ln po—rnográñm, pues no "conoce ningún otro uso de la seanlídad. Des—ápar'ece así la experiencia erótica. La crisis actual de arte,, ”y también de | la literatura. puede atribuirse a está desaparición de! atm… a la agonía dei Ems.- ' | (¡Queda sola por decif-que la lectura de este nótable gnsayo "de Byung-Chul Han es una de las mejores eXpériehcias intelectuales». - …Ala'ín Badinu _ : — 973Íáí7254732?5-9 ! l' …… | -- ¡ | | '? 75_3425 432759 www.heráerediñójiahggg Título originaí: Agonia des Eros Traducción: Raúl Gabás )! Antoni Martínez Riu Diseño de la cubierta: PURPLEPRINT creative © 2012, 2017 , MSH Matthes & Seitz, Berlín © 2017, Herder Editorial, S.L., Barcelona 2. edición, 2.¡ impresión, 2019 ISBN: 978—84—254—3275—0 Cualquier forma de mpmducción. distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos chmgráflcus) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (wwwconjjccncia.com) Imprenta: Reinb00k Depósito legal: B—20.385—2018 Impreso en España … Printed in Spain Herder www.herdereditoriai.cnm ÍNDICE REINVENTAR EL AMOR PRÓLOGO DE ALAIN BADIOU .................... LA AGONÍADEL EROS ............................. MELANCOLÍA ........................................ NO PODER PODER .................................. LA MERA VIDA ...................................... PORNO ................................................. FANTASÍA .............................................. POLÍTICA DEL EROS ............................... EL FINAL DE LA TEORÍA .......................... 17 19 31 43 59 67 77 83 v ; : ( e m m m … ; m m m m … w £ í w e k á & w z z m z — W ¡ . A : Íi :;.. :|" ! ¡_ _: _A -¡ —u …- .. .. . . .— PRÓLOGO REINVENTAR EL AMOR Aíain Badiou Lo que Byung—Chul Han atestigua vigorosa— mente en este ]ibro es que el amor, entendido en el sentido fuerte que una larga tradición his— tórica le otorga, está amenazado, ta1 vez muerto, o en todo caso bastante enfermo: Agonía del Eros es justamente el título que el autor da a su libro. ¿Quién es, pues, ese enemigo bajo cuyos golpes el verdadero amor sucumbe? Es el in— dividualísmo contemporáneo, la preocupación por referido todo a su precio en el mercado, la dimensión del interés con el que hoy se organiza el comportamiento de 103 individuos. El amor, en el fondo de su verdad, es en efecto rebelde a todas esas normas del mundo contemporáneo ——el mundo del capitaiismo globalizado—, por la simple razón de que no es, en absoluto, un simple pacto de coexistencia agradable entre dos personas, sino la experiencia radical, tal vez Alfredo Motato M la única que pueda serlo hasta tal punto, de la existencia del otro. Para desarrollar con éxito su demostración, Byung—Chul Han combina una especie de fenomenología del amor verdadero, sexualidad amorosa íncluicía, con una identi— ficación multiforme de las distintas amenazas. De un lad0, Ia vigorosa descripción de la naturaleza de la experiencia absoluta de la alte— ridad; del otro, referencias dispersas y acusadoras & todo 10 que aleja de esta experiencia, y hasta nos impide considerar su existencia y sus con— secuencias. El libro es a la vez una demostración impla—» cable de las condiciones básicas del amor verda— dero: hay que tener ei coraje del anonadamient0 ¿e si mismo para poder descubrir ai otro; y una especie de recorrido atento por todas las embos— cadas y ataques con 105 que el mundo tal como es, interesado exclusivamente en Ia aprobación y la satisfacción narcisista, ahoga la posibilidad de] Eros. El libro es realmente cautivador, porque es justamente esa combinación improbable de una especie de rigor fúosóñco (termina con una impresionante cita de Deíeuze) y una riquem descriptiva inspirada en muy diversas fuentes. En el primer capítu10 hace uso del film de Lars von Trier, Melancolía, del cuadro de Brueg— hel (exhibido en el film), Los cazadores en la nieve, 10 y de la música de Tristán e Isolda de Wagner para mostrar que la irrupción catastrófica de lo puramente externo, de 10 totalmente otro, cons— tituye, evidentemente, un desastre para el equi— librio habitual del individuo, pero un desastre que es también el goce del vaciamiento de sí mismo, ausencia de yo y al fmal también vía de salvación. En el segundo capítulo, asistimos tanto a una severa crítica de Foucault, que valora la capaci— dad, el <<poder» (como opuesto a la pasividad del saber), y por tanto en definitiva la performance, como a un elogio moderado de Lévinas y de Buber, que entrevíeron ——cit0 aquí & Byung— Chui I—Izm— que <<el Eros es, de hecho, una relación con el otro que está radicada más allá del rendimiento y del poder». Lo que no está en Foucault, y que Lévinas simplemente introduce, es en realidad ——tesís central de nuestro autor— que (da negatividad de la alteridad, es decir, la atopía del otro, que se sustrae & todo poder, es constitutiva para la experiencia erótica». En— contramos ahí una fórmula sorprendente, que viene a ser la matriz de todo el libro: <<E1 otro aparece solo a través de un no poder poder». La experiencia amorosa es toda ella un entramado de impotencia, precio que hay que pagar para cualquier revelación del otro. II %? ”_á. .— ” W s m m w … … = - _; _¿ ¿, _g _ .; ¡5 5 -. ... '.. -._ _=- __ -= =… -_ -- "¿ ¿¿ “ El tercer capítulo transcurre por una sor— prendente lectura de Hegel, en quien si autor descubre el poder del amor como nueva medida de lo absoluto. No hay absoluto sin negatividad absoluta. Pero 3010 en el amor el Espíritu puede asumir la experiencia de su propia aniquilación, y puede, como exige Hegel, permanecer ((en sí mismo dentro de La muerte», ya que el amor verdadero asume que es necesario no ser ya nada para que el otro sea. Hegel, aquí, hace posible a Batai]le, de quien el autor cita con agrado la te— rrible fórmula: <<Podemos decir del erotismo que es la aprobación de la vida hasta en la muerte». El cuarto capítulo —…cuyo título es <<Pot— no»— reanuda, con un nuevo marco, la clásica oposición… entre erotismo y pornografía. Sír— víéndose esta vez, a menudo críticamente, de Agamben y de Baudri]lard, el autor muestra que la pornografía no es más que la profanación del _ Eros. Encontramos en estas páginas una bri]lante crítica de la exposición: <<El capitalismo intensiñ— ca el progreso de 10 pornográñco en la sociedad, en cuanto lo expone todo como mercancía y10 exhibe. No conoce ningún otro uso de la sexua— lidad. Profana 3 Eros para hacer pornograña». Solo el amor consigue que 10 erótico, el sexo, no sea exposición, sino rítua1ízación, por cuyo medio se mantiene, en la desnudez misma, el IZ misterio dei otro, que la exposición contempo— ránea convierte en banalidad consumible. El capítulo quinto nos hace viajar en com— pañía de Eva I]louz (Por qué duele el amor), de Flaubert, de Barthes y de algunos otros, para mostrar que la agonía dei amor, que está lleno de las múltiples fantasías sobreel otro, se debe también a que el universo contemporáneo, ca— pitalizado, es <<el inñerno de 10 íguaí». El análisis aquí es muy profundo, muestra que las barreras, las fronteras, las exclusiones que produce 61 capí— taíísmo, especialmente entre ricos y pobres, son efecto no de la diferencia sino de 10 igual: ((El dinero en principio lo hace todo igual. Nivela diferencias esenciales. Esos límites, como insti— tuciones de delimitación externa y excluyente, eliminan las fantasías relativas al otro». El capítulo sexto toca el vínculo entre amor y política. Despliega bellos análisis sobre Platón, sobre su concepción dinámica del zdma, porque es el amor 10 que la dirige hacia la Idea, que es 10 opuesto a lo que el autor Hama <<sociedad del cansancio», fórmula sorprendente, muy ajustada a nuestro mundo tal como es. Este análisis da una interpretación exacta y vigorosa de mi propia fórmula según1a cual <<el amor es una escena del Dos», y por esa razón una especie de matriz p0]í— tica básica. El capitulo concluye con una reflexión 13 ¡a a 3; % 5 ?Y áW ;> á& i— *¿ —A W u … m a m … >= . … sobre el poder de transformación del amor: <<E1 Eros se manif1esta como aspiración revolucionaria a una forma de vida y sociedad completamente diferente. Es más, mantiene en pie la fidelidad a 10 que está por venir». El capítulo fmaí establece que el amor es necesario para la existencia misma del pensa— miento: ((ES necesario haber sido un amigo, un amante, para poder pensar».Así acaba este elogio del amor común unido a una crítica radical del mundo que lo rechaza: negarse al amor destruye el pensamiento. Pienso que este pequeño libro concentrado y rico, tan sublime en su elogio de la alteridad como severo en su crítica del suj eto moderno, agotado, individualizado, <<narcisísta depresivo», hace un Hamamient0 al debate. Por mi parte no haré más que allanar el camino: ¿estamos seguros de que a la concepción consumista y contractual de la relación con el otro no puede oponerse más que la subh'midad casí inaccesible de la abolición del yo para abrir el acceso al otro? ¿A la burda positividad de la satisfacción personal repetitiva hay que oponer la negatíví… dad absoluta? Pensándolo bien, la concepción obIatíva del amor, de la desaparición del yo en el otro, tiene una larga y gloriosa historia: la del amor místico de Dios, tal como podemos 14 seguirla apasionadamente en 105 poemas de san juan de la Cruz. Pero ¿es preciso continuar, después de la muerte de Dios, por este camino? Tal vez nos veremos obligados a ello.Tal vez la perspectiva de una construcción del mundo a partir del Dos del amor, de un mundo que ya no es ni el mío ni el del otro, sino el proyecto, vía un <<nosotros dos» singular, de un mundo para todos, encontrará su propio camino. Tal vez el amor solo es transitoriamente la prueba absoluta de la negatividad, de la oblación del yo en beneficio del otro. ¿No hay, metafóricamente, una especie de ultraizquíerdismo en toda esa presunción ilimitada, absoluta, de lo negativo y de la alteridad? Tal vez la fidelidad amorosa sea, materialmen— te, el cruce laborioso, trabajado, universalmente válido, de dos olvidos combinados en beneficio de una realidad compartida. Queda solo por decir que la lectura de este notabie ensayo de Byung—Chul Han es una de las mejores experiencias intelectuales que puede haber para partícipar1úcídamente en uno de los combates más necesarios del momento: la de— fensa, esto es wcomo quería Rimbaud—, la <<reinvención» del amor. I5 , LA AGONIA DEL EROS MELANC0LÍA En tiempos recientes se ha proclamado con fre— cuencia el final del amor. Se piensa que hoy el amor perece por la ilimitada libertad de elección, por las numerosas opciones y la coacción de 10 óptimo y que, en un mundo de posibilidades ilimitadas, no es posible el amor…También se de— nuncia el enfriamiento de la pasión. Eva 1110112, en su obra ¿Por qué duele el amor?, atribuye este enfriamiento a ia racionalización del amor y a la ampliación de la tecnología de la elección. Pero estas teorías socioíógicas desconocen que hoy está en marcha algo que ataca al amor más que la libertad sin fm o las posibilidades ilimitadas. No solo el exceso de oferta de otros otros conduce a la crisis del amor, sino también la erosión del otro, que tiene lugar en todos los ámbitos de la vida y va unida a un excesivo narcisismo de la propia mismidad. En realidad, el hecho de que el otro desaparezca es un proceso dramático, pero 19 Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M 1 Alfredo Motato M Alfredo Motato M 1. ¿Quién es Byung Chul Han? 2. ¿Qué es agonía? 3 ¿Qué es Eros? 4. ¿Por qué se titula la agonía del Eros? 5. ¿Qué es melancolía? 6. Transcriba en orden numérico los subrayados amarillos y analice cada uno en cuanto a su sentido y la relación de uno y otro. 7. En el párrafo 1 hay unos subrayados en verde. ¿Cuál es la función de estos dentro del escrito? se trata de un proceso que progresa sin que, por desgracia, muchos lo adviertan. EI Eros se dirige al otro en sentido enfático, que no puede alcanzarse bajo e1 régimen del yo. Por eso, en el ínf1erno de 10 igual, al que la sociedad actuaí se asemeja cada vez más, no hay ninguna experiencia erótica. Esta presupone la asimetría y exterioridad del otro. No es casuai que Sócrates, como amado, se llame atopos. El otro, que yo deseo y que me fascina, carece de lugar. Se sustrae al lenguaje de lo igual: <<Atópíeo, el otro hace temblar el lenguaje: no se puede hablar de él, sobre él; todo atributo es falso, doloroso, torpe, mortif1cante».1 La cultura actual del constante igualar no permite ninguna negatividad del alto— p03. Comparamos de manera continua todo con todo, y así lo nivelamos para hacerlo igual, puesto que hemos perdido precisamente la atopía del otro. La negatividad del otro atópico se sustrae al consumo.Así, la sociedad del consumo aspira a eh'minar ía alteridad atópica a favor de diferencias consumibles, heterotópicas. La diferencia es una po— sitividad, en contraposición a Ia alteridad. Hoy la negatividad desaparece por't0das partes. Todo es aplanado para convertirse en objeto de consumo. I. R. Barthcs, Fragmerrfos de ¿m d£_¡curxa amoroso, México, Siglo XXI: 2006, p. 32. 20 Vivimos en una sociedad que se hace cada vez más narcisista. La libido se invierte sobre todo en la propia subjetividad. El narcisismo no es ningún amor propio. El sujeto del amor propio emprende una delimitación negativa frente a] otro, a favor de sí mismo. En cambio, el sujeto narcisista no puede fijar claramente sus límites. De esta forma, se diluye el límite entre él y el otro. El mundo se le presenta solo como proyecciones de sí mismo. No es capaz de conocer al otro en su alteridad y de recono— cerlo en esta alteridad. 5010 hay signiñcaciones allí donde él se reconoce a sí mismo de algún modo. Deambula por todas partes como una sombra de sí mismo, hasta que se ahoga en Sí mismo. La depresión es una enfermedad narcisista. Conduce a ella una relación consigo mismo exagerada y patológicamente recargada. El su— jeto narcisista—depresívo está agotado y fatigado de sí mismo. Carece de mundo y está abando— nado por el otro. Eros y depresión son opuestos entre sí. El Eros arranca al sujeto de sí mismo y lo conduce fuera, hacia el otro. En cambio, la depresión hace que se derrumbe en sí mismo. El actual sujeto narcisista del rendimiento está abocado, sobre todo, al éxito. Los éxitos llevan consigo una confirmación del uno por el otro. 21" Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M 2 Alfredo Motato M 3 Alfredo Motato M 4 Ahora bien, el otro, despojado de su alteridad, queda degradado & la condiciónde espejo del uno, al que confirma en su ego. Esta lógica del reconocimiento atrapa en su ego, aún más profundamente, a] sujeto narcisista del rendi— miento. Con ello se desarrolla una depresión del éxito. El sujeto depresivo del rendimiento se hunde y ahoga en sí mismo. En cambio, eí Eros hace posibíe una experiencia del otro en su alteridad, que saca al uno de su inñerno narcisista.E1 Eros pone en marcha un volunta— rio desreconocimíento de sí mismo, un voluntario vaciamiento de sí misma. Una especial debilidad se apodera del sujeto del amor, acompañada, a la vez, por un sentimiento de fortaleza que de todos modos no es la realización propia del uno, sino el don del otro. En el inf1erno de 10 igual, la llegada del otro atópico puede asumir una forma apocalíptíca. Formulado de otro modo: hoy 5010 un apocalipsis puede liberarnos, es más, redimirnos, del inñerno de 10 igual hacia el otro. Del mismo modo, la película Melancolía, de Lars von Trier, comienza con el anuncio de un suceso apocalíptico, desastroso. Desastre sig— níf1ca, literalmente, no astro (lat. des—astmm). En el cielo nocturno,]ustine descubre, en presencia de su hermana, una estrella resplandeciente de color rojo que más tarde se revela como un no 2.2 astro. Melancolía es un desastmmº con el que inicia su curso todo el infortunio. Pero allí hay algo negativo de 10 que parte un efecto salvador, purificador. En este sentido, <<Meíancoiía» es un nombre paradójico, en la medida en que produce una cura para la depresión como una forma especial de la melancolía. Se maniñesta como el otro atópico que saca a]ustine del pozo narcisista.Así, florece realmente ante el planeta que trae la muerte. El Eros vence la depresión. La relación tensa entre amor y depresión domina desde e] prin— cipio eí discurso de la película Melancolía. El preludio de Tristán e Isolda, que ñanquea mu— sicalmente la cinta, conjura la fuerza del amor. La depresión se presenta como la imposibiíid3d del amor. 0 bien el amor imposible conduce a la depresión. Por primera vez, el planeta Me— lancolía, como un otro atópico, que irrumpe en e] inf1erno de 10 igual, concíta en justine la aspiración erótica. En la escena junto a Ia roca del tío se ve el cuerpo desnudo de una amante envuelto en voluptuosidad. Llena de esperanza, justine se tumba bajo la luz azul del planeta por— tador de muerte. En esta escena parece como 2. <(Melancolías es también el nombre con el que se bautiza a esta <<estrella resplandeciente». (N. dei E.) 23 Alfredo Motato M Alfredo Motato M 5 si Justine anhelara el choque mortal con el atópico cuerpo celeste. Ella espera la catástrofe que se aproxima como una unión dichosa con el amado. Nos vemos forzados a pensar en la muerte de amor de Isolda. Ante la muerte que se acerca, también Isolda se entrega con sumo placer al <<t0do que sopla en la respiración del mundo». N0 es ninguna casuahdad que justo en esa única escena erótica de la película resuene de nuevo el preludio de Tristán e Isolda. Este conjura mágicamente la cercanía entre Eros y muerte, apocalipsis y redención. De manera paradójica, la muerte que se aproxima da vida ajustine. La abre para el otro. Justine, liberada de su prisión narcisista, se aboca al cuidado de Claire y su hijo. La magia real de la película es la prodigiosa transformación mediante la cual justine deja de ser una depresiva y se convierte en una amante. La atopía del otro se muestra como la utopía del Eros. Lars von Trier intercala con clara intención conocidos cuadros clásicos para dirigir discursivamente la película y do— tarla de una semántica especial. Así aparece, en la intro surrealista, el cuadro de Pieter Brueghel Los cazadores en la nieve, que sume al espectador en una profunda melancolía invernal. En el fondo del cuadro el paisaje linda con el agua, lo mismo que la f1nca de Claire, insertada de— 24 lante del cuadro de Brueghel… Ambas escenas muestran una topología semejante, de modo que la melancolía invernal de Los cazadores en ¡a nieve se extiende a la propiedad de Claire. Los cazadores, con un vestido oscuro, vuelven a casa profundamente encorvados. Los pájaros negros en 105 árboles hacen que el paisaje ín— verna1 parezca todavía más sombrío. El letrero de la posada <<Zum Hírschen», con la imagen de un santo, está torcido y casi se cae. Este mundo lleno de melancolía invernal produce un efecto de abandono de Dios. Lars von Trier hace que del cielo caigan lentamente fragmentos negros, que devoran el cuadro como una fogata. A este melancóíico paisaje invernal le sigue una escena que produce un efecto similar al de una pintu— ra, en la cual ]ustine imita a la Ofelia de john Everett Millais. Con una corona de flores en la mano, flota en el agua como la bella Ofeiia. justine, después de una disputa con Claire, cae de nuevo en la desesperación, y su mira… da se desplaza con desamparo & través de 105 cuadros abstractos de Malevic. Luego, en un ataque, arranca del estante 105 Íibros abiertos y 105 reemplaza ostensib1emente por cuadros que reñeren, todos elios, a pasiones abismales del hombre. En este momento preciso suena de nuevo el preludio de Tristán e Isolda. Por tanto, 25 Alfredo Motato M Alfredo Motato M 6 de nuevo se trata de amor, deseo )! muerte.]ustine primero centra su mirada en Los cazadores en la nieve de Brueghel. Luego se dirige presurosa a Millais con su Ofelia y enseguida a David con la cabeza de Goliat, de Caravaggio, a El país dejauja de Brueghel y, ñnalmente, a un dibujo de Carl Fredrik Hiil en el que se representa a un ciervo que ronca en soledad. La bella Ofelia, flotando en el agua, con su boca medio abierta y la mirada perdida en el espacio, semejante a la de un santo o un aman— te, sugiere de nuevo la cercanía entre Eros y muerte. Cantando igual que las sirenas, leemos en Shakespeare, muere Ofelia, la amada de Hamlet, rodeada de flores caídas. Eila tiene una bella muerte, una muerte de amor. En la Oj?zlia de Míííaís puede reconocerse una ñor que no se menciona en Shakespeare, una amapola, que alude a Eros, al sueño y la embriaguez. También David con la cabeza de Goliat, de Cara— vaggio, es un cuadro de deseo y de muerte. En cambio, El país dejauja, de Brueghel, muestra una sobresaturada sociedad de la positividad, un infierno de 10 igual. Los hombres yacen con apatía aquí y allá con sus cuerpos repletos, agotados por la saciedad. Incluso el cactus no tiene ninguna espina. Es de pan. Aquí todo es positivo siempre que pueda comerse y disfru— 26 tarse. Esta sociedad sobresaturada se parece a la mórbida sociedad de la boda de Melancolía. Es interesante que justine coloque El país de jauja inmediatamente junto a una ilustración de William Blake que representa a un esclavo colgado vivo por una costilla. El poder invisible de la positividad contrasta aquí con la violencia brutal de la negatividad, que explota y expolia. justine abandona la biblioteca justo después de haber extendido en el estante el dibujo de Un ciervo que rama, de Carl Fredrik Hill. El dibujo expresa de nuevo el deseo erótico o la añoranza de un amor, que Justine nota en su interior. También aquí se representa su depresión como la imposibilidad del amor. Sin duda, Lars von Trier sabía que Carl Fredrik Hill padeció toda su vida psicosis y depresión severa. Esta sucesión de cuadros presenta de manera intuitiva todo el discurso de la película. E1Eros, e1 deseo eróti— co, vence la depresión. Conduce del infierno de 10 igual a la atopía; es más, a la utopía de 10 completamente otro. El cielo apocalíptico de Melancolía se parece a aquel cíeío vacío que para Blanchot representa la escena originaria de su niñez. Ese cielo le revela la atopía de 10 completamente otro, cuando de pronto interrumpe 10 igual: 2*'7 u.…- - “ … . Alfredo Motato M Alfredo Motato M Alfredo Motato M 7 Alfredo Motato M 8 Yo era un niño de siete u ocho años de edad, me encontrabaen una casa aislada, cerca de la ventana cerrada, miraba hacia fuera, y de pronto, ¡nada podía ser más súbitof, fue como si el cielo se abriera, como si se abriera infmitamente ¿¡ lo infinito, para invitarme a través de este arrollador momento de aper— tura a reconocer lo ínfmito, pero 10 infmito inñm'tamente vacío. El resultado era extra— ño. El súbito y absoluto vacío del cielo, no visible, no oscuro ——…vacío de Dios: esto era explícito, y en ello superaba con mucho la mera referencia a lo divino—, sorprendió al niño con tal encanto y tal alegria, que por un momento se llenó de lágrimas,y —aña— do preocupado por Ia verdad— yo creo que fueron sus últimas lágrimas.3 El niño se ve arrebatado por la inf1m'tud del cielo vacío. Es arrancado de sí mismo y desinterio— rizado hacia un cámara atópico, es des—1imitado y des—vaciad0. Este acontecímento desastroso, esta irrupción del cyfuera, de 10 totalmente otro, se realiza como un des—propiar (expropiar), como supresión y vaciamiento de lo propio; a saber, 3. M. B13nchot, a.. .absolute Leere des Himmels. ..», en Coelen, M. (ed.), Die andere Ur52ene, Ber1ín, Diaphanes, 2008, p. 19. 28 como muerte: <<Vacío del cielo, muerte diferida: desastre».4 Pero este desastre Hena al niño de una <<alegría devastadora», es más, de una dicha de la ausencia. En eso consiste la dialéctica del desastre, que también estructura la película Melancolía. EI infortunio desastroso se trueca de manera inesperada en salvación. 4. Íd., La escritura del desastre, Caracas, MontefÁvíla, 1990, p. 125. 29
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