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Urbanismo ecológico. Volumen 1. ¿Por qué urbanismo ecológico_ ¿Por qué ahora_ - Mohsen Mostafavi (editor)_ Gareth Doherty (editor) - (2014)

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Preámbulo – La población mundial continúa creciendo, y el resultado 
es una constante migración desde las zonas rurales a las urbanas. 
El incremento de la población y del número de ciudades va unido a una 
mayor explotación de los recursos limitados del planeta. Año tras año, 
más ciudades se ven afectadas por los efectos devastadores de esta 
situación. ¿Qué podemos hacer para revertirla? ¿De qué medios 
disponemos como proyectistas para sortear esta desafiante realidad?
Desde hace décadas, un sinfín de fuentes vienen advirtiéndonos sobre 
las dificultades a las que nos enfrentamos nosotros y el medio ambiente. 
El Informe Brundtland de 1987, los estudios científicos sobre el 
impacto del calentamiento global y las súplicas del exvicepresidente de 
Estados Unidos, Al Gore, han dejado huella. Sin embargo, la creciente 
preocupación por el medio ambiente se corresponde también con 
cierto escepticismo y resistencia. Estados Unidos no solo no ratificó el 
Protocolo de Kioto, sino que, junto con Canadá y varios países del golfo 
Pérsico, es uno de los mayores consumidores de recursos energéticos 
per cápita. Ante su incapacidad de llegar a un acuerdo legalmente 
vinculante, el fracaso de la Cumbre de Copenhague confirmó la 
envergadura de los retos que se nos presentan. Puede que el concepto 
de un “planeta vivo” sea solo un sueño lejano, no solo para quienes más 
daño hacen al medio ambiente, sino para todo el mundo.
Por supuesto, los arquitectos llevan tiempo siendo conscientes de esta 
situación, aunque la proporción de quienes están comprometidos con 
las prácticas sostenibles y ecológicas siga siendo pequeña. Hasta hace 
poco, buena parte de las obras producidas bajo el estandarte de la 
arquitectura sostenible era de muy baja calidad. Los primeros ejemplos 
se centraron principalmente en torno a la capacidad de generar energía 
con tecnologías rudimentarias y al reciclaje de desperdicios. 
La arquitectura sostenible, rudimentaria de por sí, a menudo entrañaba 
un estilo de vida alternativo de renuncia y desprovisto de muchos 
¿Por qué urbanismo ecológico? 
¿Por qué ahora?
Mohsen Mostafavi
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placeres. Todo esto ha cambiado, y sigue cambiando. Las prácticas de 
diseño sostenible comienzan a filtrarse en las vertientes principales 
de la profesión. En Estados Unidos, la certificación LEED –el estándar 
nacional para la evaluación de edificios sostenibles– está aplicándose 
de forma cada vez más generalizada. Aun así, persiste el problema de 
que el imperativo moral de la sostenibilidad y, con ello, del diseño 
sostenible, tiende a suplantar los aportes disciplinares, de modo que 
no siempre se considera que el diseño sostenible sea excelente o 
innovador. Esto, a su vez, sigue suscitando escepticismo y siendo causa 
de tensiones entre quienes promueven el conocimiento disciplinar y 
quienes abogan por la sostenibilidad, a no ser que seamos capaces de 
desarrollar nuevos modos de pensar el diseño de manera que este 
pueda contribuir a ambos campos.
Un segundo tema es el de la escala. Buena parte del trabajo desarrollado 
por los arquitectos especializados en sostenibilidad ha tenido un 
alcance relativamente limitado. Por poner un ejemplo, la certificación 
LEED se ocupa sobre todo del objeto arquitectónico, pero no de la 
infraestructura de mayor escala que tiene que ver con el territorio de 
nuestras ciudades. Puesto que los retos de la urbanización acelerada 
y los recursos globales limitados se han vuelto mucho más urgentes, 
existe la necesidad de encontrar alternativas de diseño que nos 
permitan considerar la gran escala de un modo diferente a como hemos 
venido haciéndolo hasta ahora. Como lugar en el que se producen 
complejas relaciones –económicas, políticas, sociales y culturales–, 
lo urbano necesita de un rango igualmente complejo de perspectivas 
y políticas capaces de responder a las situaciones actuales y sus 
posibilidades futuras. El objetivo de este libro es proporcionar un marco 
de referencia que, al unir ecología y urbanismo, pueda ofrecernos el 
conocimiento, los métodos y las claves de lo que puede ser lo urbano 
en años venideros.
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7¿Por qué urbanismo ecológico?
 
La ciudad es tan vasta, 
y tenemos tanto 
que decirnos.
François Périer a Giulietta Masina en Las noches de Cabiria (1957), de Federico Fellini.1
8
 
¿Urbanismo ecológico? – ¿No parece esto un oxímoron? ¿Cómo 
puede ser que la ciudad, con su infinidad de mecanismos de con-
sumo –que devora energía y demanda insaciablemente alimen-
tos–, sea algún día ecológica? En cierto sentido, el “proyecto del 
urbanismo” –si es que podemos llamarlo así– va en contra de la 
ecología, cuyo énfasis en la interrelación entre entorno y orga-
nismos invariablemente excluye a la intervención humana. Y aun 
así, resulta relativamente fácil imaginar una ciudad que sea más 
cuidadosa con el uso de los recursos de lo que hoy es la norma, 
una ciudad más eficiente energéticamente en sus operaciones 
diarias, como un coche híbrido. Pero ¿es esto suficiente? ¿Basta 
con que los arquitectos, los paisajistas y los urbanistas conciban 
el futuro de sus diferentes disciplinas en términos de articula-
ción y construcción de un entorno más eficiente energéticamen-
te? Porque, por más importante que en la actualidad sea la cues-
tión energética, el énfasis sobre la cantidad –o en la reducción 
del consumo energético– enturbia su relación con el valor cuali-
tativo de las cosas.
En otras palabras, tenemos que considerar la fragilidad del 
planeta y sus recursos como una oportunidad para especular 
sobre las innovaciones del diseño más que como una vía para la 
legitimización técnica que promueva soluciones convencionales. 
Por extensión, los problemas a los que se enfrentan nuestras ciu-
dades y regiones se convertirían entonces en oportunidades para 
definir una nueva postura. Imaginar un urbanismo diferente al 
existente precisa de una nueva sensibilidad, capaz de incorporar 
las contradicciones inherentes entre la ecología y el urbanismo. 
Este es el territorio del urbanismo ecológico.
Tres narrativas – Existen grandes evidencias a nuestro alrede-
dor del alcance del reto al que nos enfrentamos. Hace pocos años, 
una sola tirada del periódico británico The Guardian incluía 
casualmente tres artículos que trataban sobre asuntos esencia-
les de la sostenibilidad.2 Reportajes como estos son ahora mone-
da de cambio en nuestras lecturas diarias y se han convertido ya 
en una norma, más que en una excepción.
El primero de esos artículos, escrito por la periodista política 
Naomi Klein, indagaba en las conexiones que existían entre la 
invasión de Irak y el boom de petróleo en la provincia canadiense 
de Alberta. “Desde hace cuatro años, Alberta e Irak han estado 
conectados por una especie de balancín invisible. Mientras arde 
9¿Por qué urbanismo ecológico?
 
Bagdad, desestabilizando toda la región y disparando los pre-
cios del petróleo, Calgary va viento en popa”, escribe Klein. Su 
artículo nos ofrece un atisbo del enorme territorio que está 
estropeando la búsqueda de petróleo. Alberta cuenta con “gran-
des depósitos de bitumen, un mejunje negro como el alquitrán 
que es una mezcla de arena, arcilla, agua y petróleo [...], unos 2,5 
billones de barriles de esta sustancia, las reservas de hidrocar-
buros más grandes del mundo”. Los procesos para convertir esa 
arena bituminosa en crudo son tan complejos como costosos. 
Uno de los métodos requiere explotaciones a cielo abierto, para 
lo que es necesario allanar grandes extensiones de bosque y qui-
tar el mantillo antes de que enormes máquinas, especialmente 
diseñadas para la excavación del bitumen, lo viertan en los 
remolques de los camiones de dos niveles más grandes del mun-
do.Más tarde se diluye la brea mediante un proceso químico y se 
la remueve hasta que el petróleo sube a la superficie, mientras se 
echan los desechos y los residuos a unos estanques que, según 
Klein, son más grandes que los lagos naturales de la región. Otra 
forma de extracción consiste en perforar el terreno con grandes 
tuberías que inyectan vapor hasta el fondo de la tierra para 
derretir la brea antes de que otro caño la conduzca a través de 
las varias fases de refinamiento.
Ambos procesos son muchísimo más caros que la extracción 
convencional del petróleo, y generan entre tres y cuatro veces 
más gases de efecto invernadero. Pese a ello, tras la invasión de 
Irak se volvieron económicamente viables, y como resultado 
Canadá se puso por delante de Arabia Saudí como principal 
exportador de petróleo a Estados Unidos. El “éxito” de esta inicia-
tiva llevó a que el Pembina Institute, un think-tank sin ánimo de 
lucro que promueve soluciones energéticas sostenibles, advirtie-
ra que una superficie de bosque boreal, del tamaño del estado de 
Florida, está en peligro. Más recientemente, el Pembina Institute 
y Ecojustice han presentado pruebas documentadas de los efec-
tos dañinos que las arenas de alquitrán estaban produciendo en 
los recursos de agua dulce de Alberta. El alcance de este desastre 
medioambiental, que abarca tierra, aire y agua –todo ello para 
conseguir un petróleo relativamente económico para el consumi-
dor e importantes beneficios para las compañías petroleras– 
constituye un recordatorio de la urgente necesidad que tienen 
las futuras conurbaciones de descubrir y diseñar modos alterna-
tivos y eficientes de explotar sus recursos energéticos.
10
 
El segundo artículo trataba sobre la construcción en Bombay de 
una residencia en altura para Mukesh Ambani, uno de los gran-
des magnates indios y director del Reliance Group, la mayor 
empresa privada de la India. El edificio, bautizado como Antilla 
por una isla mítica, tiene una altura equivalente a una torre de 
setenta plantas. Además de albergar a Ambani, su madre, su 
esposa y sus tres hijos y a un personal de servicio compuesto por 
seiscientas personas, cuenta con su propio helipuerto, gimnasio 
y seis plantas de párking. La mudanza de la familia desde su 
residencia actual, de apenas 14 plantas, se ha visto adicional-
mente impulsada por el crecimiento acelerado de la economía 
india y por la rivalidad creciente entre Mukesh Ambani y su her-
mano. Según Praful Bidwai, un columnista local que cita el artí-
culo, “existe un malestar creciente ante este tipo de gastos absur-
dos”, mientras el abismo entre ricos y pobres se vuelve ya 
obsceno. Hasta el nombre de la “casa” sugiere una idea de distan-
ciamiento y un deseo de autonomía respecto del resto de la ciu-
dad de Bombay. ¿Pero tenemos acaso alguna capacidad para 
intervenir en los recursos que nuestras ciudades tienen que ofre-
cer? ¿Cuáles son las pautas para evaluar el impacto que un edifi-
cio tiene en la ciudad, no solo en función de su apariencia estéti-
ca, sino también de su comportamiento ético?
La tercera historia trataba sobre la producción de una pelícu-
la, Grow Your Own (2007), que narra las peripecias de un grupo 
de personas que buscan asilo político mientras cultivan sus 
huertos urbanos en una zona marginal de Liverpool. La película 
se inspira en la investigación de la psicoterapeuta Margrit Ruegg, 
quien administra un centro de apoyo para refugiados. Su expe-
riencia ha demostrado los beneficios físicos y terapéuticos de la 
jardinería. “Muchos [refugiados] han dejado sitios como Somalia, 
Angola y los Balcanes en circunstancias horrorosas”, comenta 
Carl Hunter, uno de los productores de la película. “La guerra les 
privó de sus hogares, de sus familias y, en muchos casos, hasta 
de sus identidades. La experiencia de Margrit fue que, recluidos 
en un cuarto con un escritorio y una silla, los refugiados se cohi-
bían. Sin embargo, cuando tuvo la idea de darle a cada uno de los 
refugiados una pequeña parcela de tierra, con el tiempo fueron 
capaces de abrirse a ella”. La historia de estos huertos no se 
limita simplemente a las vidas de los refugiados, sino que 
se entreteje con la vida de la comunidad local, con las tensiones 
y los conflictos que pueden suscitarse entre personas con ante-
11¿Por qué urbanismo ecológico?
 
12
 
13¿Por qué urbanismo ecológico?
 
cedentes culturales y étnicos diversos. Al cultivar sus verduras 
en los huertos, unos junto a otros, los participantes son capaces 
de construir, de un modo modesto y sin sentimentalismos, un 
terreno colaborativo y productivo para la comunicación y la 
integración.
Estas tres historias son facetas de las múltiples realidades 
que forman nuestras acciones, como individuos o como grupo, 
en el contexto de la esfera urbana contemporánea. Tomadas en 
su conjunto, refuerzan el argumento de Gregory Bateson, según 
el cual, y a diferencia de lo que afirma la teoría darwiniana de la 
selección natural, “la unidad de supervivencia es la suma de 
organismo y entorno”.3 Una articulación más amplia de las ideas 
de Bateson puede encontrarse en Las tres ecologías de Félix 
Guattari, un manifiesto conciso, aunque profundo, de una 
aproximación global y relacional de nuestro entendimiento de 
las cuestiones ecológicas. El concepto eticopolítico de “ecosofía” 
de Guattari se desarrolla a través de tres “registros” ecológicos 
(entorno, relaciones sociales y subjetividad humana). Como Bate-
son, Guattari hace hincapié en el papel que desempeñan los 
humanos en relación con las prácticas ecológicas y, en su opi-
nión, la respuesta adecuada a la crisis ecológica solo puede darse 
a una escala planetaria, “a condición de que se realice una autén-
tica revolución política, social y cultural que reoriente los objeti-
vos de la producción de los bienes materiales e inmateriales”.4
Uno de los aspectos más importantes del argumento de 
Guattari tiene que ver con las interrelaciones entre las responsa-
bilidades del individuo y las acciones de grupo. Un énfasis en el 
papel que la “problemática ecosófica”, como manera de confor-
mar la existencia humana en nuevos contextos históricos, con-
duce a una reformulación del “sujeto”. A diferencia de su concep-
ción cartesiana, que lo define exclusivamente en función de su 
pensamiento, el nuevo sujeto consta de “componentes de subjeti-
vación” que interactúan con “territorios de existencia” reales; es 
decir, con la esfera cotidiana de la vida y la acción. Estos proce-
sos alternativos de subjetivización no tienen sus raíces en la 
ciencia, sino que parten de un nuevo paradigma “eticoestético” 
como su principal fuente de inspiración.
La posición de Guattari, desarrollada a fines de la década de 
1980, es tanto una crítica con el estructuralismo/posmodernis-
mo despolitizado, que nos ha “acostumbrado a una visión del 
mundo agotada por el significado de la intervención humana”, 
14
 
La ciudad históricamente formada se deja de vivir, 
se deja de aprehender prácticamente y queda solo 
como objeto de consumo cultural para turistas 
y para el esteticismo, ávidos de espectáculos y 
de lo pintoresco. Incluso para los que buscan 
comprenderla cálidamente, la ciudad está muerta. 
Sin embargo, “lo urbano” persiste en un estado 
de actualidad dispersa y alineada, de germen, de 
virtualidad. Lo que la vista y el análisis perciben 
sobre el terreno puede pasar, en el mejor de los 
casos, por la sombra de un objeto futuro en la 
claridad de un sol de levante. Imposible concebir 
la reconstitución de una ciudad antigua: solo es 
posible la construcción de una nueva ciudad, sobre 
nuevas bases, a otra escala, en otras condiciones, 
en otra sociedad. Ni marcha atrás (hacia la ciudad 
tradicional) ni huida adelante, hacia la aglomeración 
colosal e informe: esa es la norma. En otros 
términos, por lo que respecta a la ciudad,el objeto 
de la ciencia no está dado. El pasado, el presente, 
lo posible, no se separan. El pensamiento estudia 
simplemente un objeto virtual. Y ello impone 
procederes nuevos.
Henri Lefebvre, 1968.5
15¿Por qué urbanismo ecológico?
 
16
 
17¿Por qué urbanismo ecológico?
 
como un proyecto ético y estético que promueve la “reconfigura-
ción de los objetivos de la producción de activos tangibles e 
intangibles”. Si se aplicara una postura tan radical a la esfera 
urbana produciría una práctica de diseño ecológico que no solo 
tuviera en cuenta la fragilidad del ecosistema y las limitaciones 
de los recursos, sino que fuese capaz de concebir estas condicio-
nes como el fundamento mismo para una nueva forma de imagi-
nación creativa.
Si atendemos a la sugerencia de Guattari de que los efectos de 
la “problemática ecosófica” definen una nueva forma de existen-
cia humana, podremos considerar el impacto que tiene el para-
digma ecológico no solo para nosotros y nuestras acciones socia-
les con respecto al medio ambiente, sino también sobre el 
desarrollo de las disciplinas que nos proporcionan los marcos de 
referencia para conformar nuestro entorno. Toda disciplina tiene 
la responsabilidad constante de recrear sus propias condiciones 
de progreso (sus propias inestabilidades), y en la actualidad 
resulta valioso reconocer que tenemos la oportunidad única de 
reconsiderar el núcleo de las disciplinas que nos ayudan a pen-
sar sobre el fenómeno de lo urbano: el urbanismo y el diseño 
urbano.
Los usos prevalentes de la práctica de proyecto han demostra-
do una capacidad limitada para responder a la crisis ecológica y 
para adaptar las formas de pensar establecidas. En este contex-
to, el urbanismo ecológico puede entenderse como un medio para 
proporcionar al desarrollo urbano una serie de sensibilidades y 
prácticas que nos permitan refinar nuestras posturas. Con ello 
no queremos decir que el urbanismo ecológico sea una práctica 
de diseño absolutamente novedosa y singular, sino, más bien, 
que utiliza una multiplicidad de métodos, herramientas y técni-
cas, tanto antiguos como nuevos, en un marco interdisciplinario 
y colaborativo en relación con el urbanismo, pero desarrollado a 
través de la lente de la ecología. Estas prácticas deben dirigirse 
a la adaptación de las condiciones urbanas presentes, así como a 
los planes para nuestras ciudades futuras.
Al reconocer los valores productivos del urbanismo ecológico 
en las relaciones entre la realidad y el proyecto, pensamos que 
sus métodos incluyen la retroalimentación recíproca que Henri 
Lefebvre designó como “transducción”.6 Tomemos, por ejemplo, 
la Promenade Plantée de París, precursora de la High Line neo-
yorquina, donde una línea ferroviaria en desuso fue transforma-
18
 
19¿Por qué urbanismo ecológico?
 
da (reutilizada) como un parque urbano que atraviesa una varie-
dad de situaciones y posibilidades. Dada la topografía ondulante 
de la ciudad, el paseo ofrece una relación en sección que cambia 
constantemente respecto al entorno. Como resultado, el parque 
genera una experiencia diferente de la ciudad si se compara, por 
ejemplo, con un bulevar parisino. Esto se consigue al descubrir y 
construir fuertes yuxtaposiciones y contrastes que incluyen la 
experiencia de la ciudad desde distintas líneas de horizonte.
Este tipo de reciclaje urbano de los vestigios de la ciudad 
industrial saca partido de lo inesperado y del contexto que pro-
porciona el lugar que necesita rehacerse, algo muy lejano a una 
tabla rasa. En esos casos, el propio lugar funciona como un dis-
positivo mnemotécnico para construir lo nuevo, y el resultado es 
una suerte de equilibrio entre el terreno, lo construido y las 
experiencias participativas de los usuarios. Otros ejemplos de 
este tipo de desarrollo incluyen el concurso de Downsview en 
Toronto y la zona del Fórum en el Parc del Litoral de Barcelona, 
de Ábalos & Herreros, donde la infraestructura y el espacio 
público se combinan al yuxtaponer una planta para el trata-
miento de desechos con una playa nueva creada sobre rellenos 
artificiales.
Otro referente para los proyectos contemporáneos de este tipo 
es el proyecto, no construido, que OMA presentó para el concur-
so del parque de La Villette de París. Los arquitectos aseguran 
que su propuesta de 1982 era menos un parque, y algo más pare-
cido a un “método” que combinaba “la inestabilidad programáti-
ca y la especificidad arquitectónica”,7 condiciones a partir de las 
cuales poder generar el parque en cuestión. En esencia, el pro-
yecto tenía por propósito tumbar sobre uno de sus lados la sec-
ción del Down Town Athletic Club de Manhattan para crear un 
rascacielos con un programa abigarrado y distribuido horizon-
tal en lugar de verticalmente. Este proceso también conllevó 
repensar la relación entre la arquitectura y el paisaje mediante la 
supresión de la tridimensionalidad de la arquitectura.8
Tampoco es casual que el proyecto de OMA para el parque de 
La Villette rinda homenaje a otro proyecto teórico, la Broadacre 
City de Frank Lloyd Wright. Sin embargo, mientras Wright pro-
puso cultivar la superficie del país para proporcionar a cada 
individuo una porción dispersa y equitativa de tierra, el énfasis 
de OMA en la congestión demanda una agrupación (interacción) 
más que una separación. Broadacre City es una manifestación de 
20
 
la antiurbanidad, mientras que el “parque” de OMA superpone 
urbanismo y artificio paisajístico. Los procedimientos operati-
vos de proyecto llevados a cabo por OMA –o por el propio Ber-
nard Tschumi en la propuesta ganadora de La Villette, que acabó 
construyéndose– insinúan el potencial de un proyecto eticoesté-
tico que aúna arquitectura, paisajismo y urbanismo.
Pese a estos ejemplos, podría argumentarse que las distincio-
nes tradicionales entre arquitectura, paisajismo, planeamiento y 
diseño urbano siguen siendo necesarias para la formación y acu-
mulación de conocimientos específicos a cada disciplina. No 
obstante, cada disciplina tiene un valor limitado cuando se trata 
de responder al rango y a la diversidad de los temas urbanos. Los 
inconvenientes de actuar desde el aislamiento se vuelven espe-
cialmente patentes en las condiciones extremas que presentan 
las conurbaciones más densas del planeta, donde resulta mucho 
más difícil identificar a las fronteras entre disciplinas. Mientras 
que un modo colaborativo de trabajo entre las varias ramas de 
expertos en materia de diseño es obligatorio a la hora de pensar 
en la ciudad actual y futura, la aproximación transdisciplinar 
del urbanismo ecológico aporta a los diseñadores un medio 
potencialmente más fértil para abordar los desafíos a los que se 
enfrenta el entorno urbano.
Otra característica clave del urbanismo ecológico es su reco-
nocimiento de la escala y de los alcances del impacto ecológico, 
que trascienden con creces al propio territorio urbano. Pese a su 
importancia, la ciudad ya no puede pensarse solo como un arte-
facto físico; más bien, tenemos que ser conscientes de las rela-
ciones dinámicas, visibles e invisibles, que existen en las múlti-
ples esferas de una esfera mayor que comprende tanto lo urbano 
como las ecologías rurales. Las distinciones entre contingencias 
urbanas y rurales pueden conducir a incertidumbres y contra-
dicciones que exijan soluciones no convencionales. Esta postura 
holística y regional frente al urbanismo ecológico, con las consi-
deraciones nacionales y globales que acarrea, demuestra la 
naturaleza multiescalar del urbanismo ecológico. Aunque buena 
parte del conocimiento necesario para esta modalidad del dise-
ño pueda adquirirse a partir de disciplinas como el planeamien-
to medioambiental y el paisajismo ecológico, con un énfasis en 
la biodiversidad, debe ser suplementado con los avances proce-
dentes de un sinfín de camposque abarcan desde la economía 
hasta la historia; desde la salud pública hasta las ciencias (pese 
21¿Por qué urbanismo ecológico?
 
a la advertencia de Guattari) y los estudios culturales. Las per-
cepciones que se encuentren en el interfaz de estas disciplinas 
son las que al final nos proporcionarán el material más sintéti-
co y valioso para las estrategias alternativas de proyecto mul-
tiescalar.
Desde hace muchos años, el arquitecto y urbanista visionario 
italiano Andrea Branzi ha venido abogando por una aproxima-
ción distinta hacia la ciudad, una aproximación que no dependa 
de una postura tipológica o compositiva. Para Branzi, lo que 
merece reconocimiento es la fluidez de la ciudad, su capacidad 
de tener un carácter difuso y enzimático. En una serie de proyec-
tos que deliberadamente desdibujan las fronteras entre las dife-
rentes disciplinas (y que le deben tanto a la práctica artística 
como a la agricultura y la cultura de redes), Branzi ha propuesto 
un urbanismo adaptable basado en sus relaciones simbióticas. 
Un rasgo clave de este tipo de urbanismo –como sucede con el 
territorio agrícola– es su capacidad de ser reversible, provisio-
nal y de estar en evolución, todas ellas cualidades necesarias 
para responder a los requisitos cambiantes de una sociedad que 
se encuentra en un estado permanente de reorganización. En 
concreto, aquellos espacios abiertos en desuso de muchas ciuda-
des, como en el caso de Nueva Orleans, podrían convertirse en 
áreas productivas en las que se entrelazan las viviendas, los 
lugares de trabajo y los espacios de ocio. En este sentido, la labor 
de comisariado sobre el territorio urbano que lleva a cabo Branzi 
constituye una práctica artística, donde el paralelismo con la 
agricultura se presenta de una forma altamente consciente 
de sus cualidades estéticas y visuales. Se trata de una forma de 
naturaleza que resiste al naturalismo y que utiliza de manera 
operativa y temporal sus referencias al territorio agrícola.
Para decirlo más claramente, desdibujar las fronteras –ya 
sean estas reales y virtuales, o urbanas y rurales– implica una 
conexión y complementariedad mayores entre las distintas par-
tes de un territorio dado. Conceptualmente afines a la acupuntu-
ra, las intervenciones y las transformaciones en un área a menu-
do tienen un impacto significativo que rebasa a los límites 
físicamente percibidos. Pensar simultáneamente a gran y peque-
ña escala exige un tipo de conciencia que choca con muchos de 
los patrones existentes en la actividad legal, política y económi-
ca. Uno de los grandes retos del urbanismo ecológico es, pues, 
22
 
23¿Por qué urbanismo ecológico?
 
definir las condiciones bajo las cuales pueda operarse y que pro-
duzcan como resultado un modelo más cohesionado de planifi-
cación regional.
La red de relaciones entre las múltiples áreas a diferentes esca-
las nos permite reconsiderar las implicaciones de desarrollos 
tales como la dispersión urbana. Según un estudio reciente, 
“Nueva York cuenta con más de 47.500 parcelas vacías que 
suman un total de 6.900 hectáreas, mientras que la ciudad se 
enfrenta a una aguda escasez de viviendas y su sector de creci-
miento más acelerado se encuentra en las montañas Pocono, al 
noreste de Pensilvania. Es allí, lejos del núcleo urbano, donde se 
están talando bosques para abrirle paso a tiendas de grandes 
superficies, autopistas y subdivisiones de baja densidad, como 
ciudades dormitorio para gente que vive a gran distancia de su 
puesto de trabajo”.9 ¿Cuál es el impacto para la salud de una 
comunidad de este estilo de vida que depende del automóvil? 
Uno de sus efectos puede apreciarse en el alarmante incremento 
de estadounidenses obesos, que ha pasó de ser un 24 % de la 
población en 1960 a ser un 47 % en 1980 y un 63 % en la actuali-
dad. Sin duda, el problema de la obesidad se aviva por la cons-
trucción continuada de zonas residenciales donde se exagera la 
necesidad del automóvil y no se alienta el tránsito peatonal. Otro 
factor es la falta de inversión en transporte público en Estados 
Unidos en comparación con la mayoría de los países europeos, 
donde las infraestructuras urbanas y regionales se consideran 
servicios necesarios para la ciudadanía.
Todas estas cifras muestran la relevancia de la densidad como 
criterio determinante del urbanismo ecológico. Al margen de los 
beneficios y desafíos potenciales que presentan las ciudades más 
compactas y densas, la importancia de una planificación a largo 
plazo necesita una colaboración bastante más estrecha entre los 
sectores público y privado. Sin embargo, aunque el número de 
empresas privadas que promueven valores sostenibles por razo-
nes éticas y financieras siga en aumento, a menudo sus preocu-
paciones se centran en el comportamiento técnico de los edifi-
cios, más que en su impacto sobre un territorio mayor. Así, la 
articulación de políticas públicas de largo alcance definidas por 
un principio eticoestético –para temas como el uso, la densidad, 
la infraestructura y la biodiversidad– requerirá de una mayor 
implicación imaginativa de la aplicada hasta el momento.
24
 
Puesto que el sector público se encarga de las operaciones y del 
mantenimiento de las ciudades, tiene una responsabilidad fun-
damental a la hora de considerar modos alternativos de tratar 
estos temas. Muchas ciudades ya cuentan con políticas sosteni-
bles activas y con procedimientos para hacer que el entorno 
urbano sea más ecológico. La mayor parte de estos planes son en 
gran medida pragmáticos y se centran en cuestiones como la 
reducción del consumo energético o la adición de áreas verdes. 
La pregunta es si dichos esfuerzos podrían transformarse 
mediante la postura del urbanismo ecológico. ¿Acaso los elemen-
tos, las necesidades y las funciones cotidianas de la ciudad no 
podrían idearse de un modo creativo, proponiendo nuevas opcio-
nes no convencionales que no estén simplemente subyugadas a 
los imperativos de la ecología?
Por ejemplo, el historiador y crítico de la arquitectura Reyner 
Banham opinaba que la forma de la ciudad importaba poco siem-
pre y cuando esta funcionara. Para él, este era especialmente el 
caso de Los Ángeles, que, según él, iba en contra de todas las 
reglas. Banham escribió y habló de una manera brillante sobre 
Los Ángeles, con el entusiasmo de un turista serio, en su libro Los 
Angeles: The Architecture of Four Ecologies,10 en el que descu-
brió la lógica y la espectacularidad de esta metrópolis en expan-
sión horizontal. Hoy en día se nos hace difícil pensar en muchos 
otros ejemplos de dispersión urbana que encajen en esa sensa-
ción de no permanencia, movilidad y fantasía que Los Ánge- 
les presentaba a finales de la década de 1960 y principios de la 
de 1970 (y, hasta cierto punto, hasta en la actualidad), pero la 
contextualización que Banham hizo de la evolución de la ciudad 
constituye una llamada a nuestra receptividad ante modelos más 
inesperados de desarrollo urbano, modelos oportunistas en sus 
prácticas y en sus usos de recursos disponibles.
En el siglo xvi, la ciudad de Roma tuvo un ambicioso plan que 
aunaba la iniciativa privada para poder regar los grandes jardi-
nes de las villas de los ricos con la construcción de fuentes públi-
cas para la población: el agua era tanto una necesidad como un 
elemento de placer, como los ejemplos más tardíos de las fuentes 
de San Carlo alle Quattro Fontane o de la Piazza Navona. Al igual 
que lo es hoy en día, aunque nos hayamos desentendido de los 
placeres que el agua proporciona en nuestras ciudades al igno-
rar tanto sus fuentes como su distribución. Y esta invisibilidad, 
esta calidad furtiva, también puede aplicarse a la mayor parte de 
25¿Por qué urbanismo ecológico?
 
26
 
27¿Por qué urbanismo ecológico?
 
nuestros demás recursos y servicios.Es posible trazar paralelis-
mos actuales al ejemplo romano, como la formación de minipar-
ques en Nueva York, o el abanico de grandes frentes marítimos 
en Baltimore, San Francisco, Mónaco, Dubái, Singapur y Sídney. 
Sin embargo, el hecho es que tendemos a infrautilizar las oportu-
nidades inesperadas que permite la práctica ecológica, así como 
a los emplazamientos, las funciones y las operaciones diarias 
que conlleva el mantenimiento de nuestras ciudades. Nuestra 
postura ante la ciudad se ha vuelto más anestesiada y carece del 
sentido del asombro y de la hazaña que distinguió a tantos pro-
yectos urbanos pasados. Aún nos ceñimos al legado de una filo-
sofía iluminista que consideraba los cementerios urbanos insa-
lubres y antihigiénicos, algo que debía desterrarse a las afueras 
de la urbe en cuanto se presentara la oportunidad.
Dadas las limitaciones del espacio, puede que no sea inacepta-
ble que hagamos lo mismo hoy, y no solo con los cadáveres de 
nuestros difuntos, sino también con los desechos de nuestro 
consumo. ¿Quién tiene realmente una idea clara de las montañas 
de basura que genera la mayor parte de las ciudades (a no ser 
que uno haya estado en Nápoles durante una de sus tantas huel-
gas de recogida de basura)? “Ojos que no ven, corazón que no 
siente”. Si no vemos la basura que literal y figuradamente produ-
ce nuestra cultura, no nos estamos enfrentando a lo que la basu-
ra dice de nosotros. Uno se imaginaría que en la ciudad de Nueva 
York, con su ingente apetito de comida rápida y para llevar, la 
relación entre consumo y desperdicio arrojaría estadísticas ate-
rradoras. Pero esta interrelación también puede entenderse a 
partir de un proyecto ético-estético, cultural y medioambiental 
como una oportunidad que haga del escudriñamiento de la basu-
ra una medida de quiénes somos, y no solo otra dificultad que 
hay que resolver técnicamente. Debemos encontrar nuevas 
maneras de lidiar no solo con los problemas del tratamiento de 
desperdicios y el reciclaje, sino de relacionarnos con ellos de una 
forma más forense, buscando en ellos trazos y pistas de aquello 
que nos estamos haciendo a nosotros mismos. Por ejemplo, ¿qué 
tipo de comida consumimos, y cómo?
Ya hemos sido testigos del creciente interés por las nuevas 
maneras de producir alimentos más cerca de las ciudades, e 
incluso dentro de ellas. El transporte y la distribución global de 
alimentos están viéndose sustituidos por cultivos locales cuya 
presencia en los mercados de productores ya es habitual en 
28
 
29¿Por qué urbanismo ecológico?
 
30
 
muchas ciudades. No obstante, en algunos lugares como en 
La Habana, los huertos urbanos y demás formas de paisajismo 
urbano productivo se están cultivando a mayor escala y de una 
forma más comercial, insólita hasta hace poco. Estos desarrollos 
permiten proyectar estos terrenos como continuaciones del 
territorio urbano y, en parte, como nuevas formas de espacio 
público. Detroit, ejemplo señero de ciudad menguante, ha sido el 
emplazamiento de varios experimentos de horticultura urbana 
sobre las cada vez mayores superficies que se abren paso entre 
los escombros de su tejido residencial. Cabe también imaginarse 
que una ciudad como Nueva Orleans, devastada por el huracán 
Katrina y con pocas esperanzas de una reconstrucción importan-
te a corto plazo, esté preparada para un proyecto de este tipo; es 
decir, preparada para un urbanismo capaz de tratar grandes 
áreas de territorio casi despoblado con paisajes urbanos produc-
tivos, alternativos y biológicamente diversos, de forma tan efec-
tiva como sucede en aquellas áreas todavía pobladas por una 
comunidad fuerte. Además, estos espacios tienen el potencial 
para una interacción y sanación social no muy distinta al ejem-
plo mencionado de los huertos de alquiler en Liverpool.
Sin embargo, mucho más frecuente que el decrecimiento de la 
población urbana es su fuerte incremento, en especial en las ciu-
dades asiáticas, que tiene que ver mucho con que la población 
mundial se haya triplicado durante el siglo xx. El ritmo del creci-
miento demográfico en muchas ciudades es tan impresionante 
que los métodos de planificación convencionales no pueden res-
ponder a la velocidad de su transformación. El reto del urbanis-
mo ecológico consiste en ofrecer respuestas eficaces ante estas 
condiciones. Mientras que en algunos casos, como en las favelas 
de Río de Janeiro o los mercados de Lagos, las ciudades logran 
generar sus propias lógicas de producción informal, en otras 
ocasiones pueden beneficiarse de estrategias de gran escala que 
no solo tengan en cuenta el impacto ecológico de la urbanización 
acelerada, sino que además proporcionen los recursos necesa-
rios y las acciones reconstituyentes para el bienestar de la ciuda-
danía.11 Tales estrategias forman parte de una larga tradición 
que puede rastrearse hasta principios del siglo xx y en la obra de 
Patrick Geddes, quien defendía una postura ecológica para el 
desarrollo de las grandes urbes. De igual modo, el urbanismo 
ecológico tiene el potencial de responder a otros criterios que 
afecten a las ciudades y las conformen, y transformarlos, como 
31¿Por qué urbanismo ecológico?
 
la geografía, la orientación, el clima, la contaminación, el ruido y 
los olores.
Así como la orientación geográfica a veces determina la pros-
peridad de las ciudades, también puede, junto con otros factores, 
producir una enorme variabilidad en la definición de las prácti-
cas ecológicas o urbanas. En el caso de las ciudades africanas, 
AbdouMaliq Simone sostiene:
Si bien está claro que la búsqueda de planes estructurados, agen-
das para el desarrollo y una toma de decisiones racional necesita de 
un apoyo económico y político a menudo inexistente en sociedades 
empobrecidas, la aparente provisionalidad de la vida urbana en 
África también enmascara el grado en el que los habitantes capita-
lizan algunos de los aspectos más elementales de la propia “urbani-
dad” [...]. Mientras los discursos de planificación se centran, sobre 
todo, en definir, consolidar y articular una posición establecida con 
respecto a otras, para muchos africanos el juego urbano consiste en 
producir núcleos centrípetos que generen atención no por ser está-
ticos o defender sus nichos, sino por su capacidad de “aparecerse”; 
es decir, de hacerse presentes al margen de las circunstancias, en 
una suerte de promiscuidad social.12
La “informalidad” de muchas ciudades africanas subraya la 
importancia y el valor de un planeamiento participativo y acti-
vista por parte de los ciudadanos. Este tipo de urbanismo “extra-
territorial” y “de abajo arriba”, desarrollado al margen de los 
marcos legales y regulatorios establecidos, a menudo produce 
nuevas e ingeniosas soluciones para la vida urbana, aunque 
genera problemas mayores también, como estándares muy bajos 
de sanidad e higiene. ¿No podemos incorporar las lecciones que 
nos brindan la informalidad y el carácter provisional de estas 
ciudades a nuestros planes futuros? El urbanismo ecológico 
debe proporcionar las infraestructuras necesarias, y emancipa-
doras, para una forma de urbanismo alternativa capaz de aunar 
simultáneamente los beneficios de las aproximaciones a la pla-
nificación “de abajo arriba” y “de arriba abajo”.
Aquello que es un estándar en algunas partes del África puede 
resultar inaceptable o inusual en otros lugares. Por ejemplo, las 
tradiciones de crecimiento en las ciudades islámicas no arrojan 
un patrón único e identificable de desarrollo urbano, sino que 
más bien dependen, y mucho, de contingencias locales variables, 
como el clima y los materiales. Pese a los obstáculos de la nostal-
gia, el desarrollo dispar de buena parte de la región del golfo Pér-
32
 
33¿Por qué urbanismo ecológico?
 
34
 
35¿Por qué urbanismo ecológico?sico, con su fetichismo por el objeto, sale perdiendo al comparar-
lo con los principios y sensibilidades de tradiciones más 
tempranas. La necesidad de diferenciación exige que el urbanis-
mo ecológico no asuma reglas fijas determinadas, sino que pro-
mueva una serie de principios flexibles que puedan adaptarse a 
las circunstancias y condiciones de un lugar particular. En lugar 
del uso incondicional de una forma de planificación impuesta e 
importada, los países no occidentales se beneficiarían de un exa-
men más detallado de sus propias circunstancias y ritos, así 
como de las relaciones sociales progresivas, más o menos especí-
ficas, aunque no restringidas a su región. Hoy nos encontramos 
ante una situación en la que se borra la diferencia y aparece un 
grado sorprendente de uniformidad aparente en las condiciones 
y circunstancias relacionadas al desarrollo urbano en las distin-
tas partes del mundo.
Hace unos cuarenta años, Gregory Bateson hablaba de la nece-
sidad de la flexibilidad y de las dificultades en lograrla.13 Para 
él, mantener la flexibilidad –de ideas, sistemas y acciones– era 
como ser un funámbulo: para permanecer sobre la cuerda, debes 
desplazarte continuamente de una condición de inestabilidad a 
otra, y ajustar ciertas variables en el camino (en el caso del 
funámbulo, la posición de los brazos y el ritmo de sus movimien-
tos). Pero la destreza del acróbata también aumenta con la prác-
tica y la repetición, aquello que Bateson llama un “presupuesto 
de la flexibilidad”, un conjunto de prácticas que han sobrevivido 
al uso reiterado lo suficiente como para que nos parezcan espon-
táneas sin necesidad de mucha introspección. Y esta dinámica 
de interrelaciones entre flexibilidad y hábitos creados –que a su 
vez deben estar abiertos a sus propias condiciones de inestabili-
dad y cambio– genera una ecología de ideas como parte de un 
proceso evolutivo. La producción de estas ecologías y del urba-
nismo ecológico depende tanto de una tradición de conocimiento 
práctico como de la flexibilidad para responder a un universo de 
variables materiales e inmateriales interconectadas.
Algunos proyectistas ya han demostrado cómo puede funcio-
nar esto en la práctica. Por ejemplo, el arquitecto francés Jean 
Renaudie construyó viviendas sociales en las décadas de 1960 y 
1970. Para ello, en lugar de conformar las típicas torres anóni-
mas, se basó en un arreglo denso y orgánico de racimos de edifi-
cios. Situados en el sur de París y en el sur de Francia, estos edifi-
cios marcaron una divergencia radical y visionaria con la idea 
36
 
37¿Por qué urbanismo ecológico?
 
Hoy, el paradigma 
biopolítico fundamental 
de Occidente no es 
la ciudad, sino 
el campamento.
Giorgio Agamben, 1998.14
38
 
moderna del Existenzminimum, que, con los años, se había 
devaluado y vuelto pedante. Renaudie proyectó sus edificios 
según un complejo patrón geométrico que hacía tanto hincapié 
en los exteriores –las terrazas y los jardines entre las viviendas– 
como en las propias viviendas. En un inicio, este cuidado, tan 
novedoso en el diseño de viviendas de bajos recursos, fue critica-
do por sus potenciales ocupantes, para quienes el proyecto de 
Renaudie no reflejaba los valores de la clase obrera. Hoy en día, 
por supuesto, estos edificios representan a una comunidad de 
residencias deseables para personas de distintas clases socioeco-
nómicas. Su organización demuestra los beneficios de la flexibi-
lidad y la diversidad de relaciones entre interior y exterior, así 
como su indisociabilidad de la política.
Hace no mucho, el expresidente francés Nicolas Sarkozy anun-
ció un plan para la creación de un nuevo y sostenible Gran París, 
una esfera que, cuando menos según Sarkozy, no le pertenece a 
ningún grupo ni partido en especial, sino a todos. Pese a lo que 
pueda leerse entre líneas en sus intenciones, la idea de un París 
como una región sensible desde el punto de vista medioambien-
tal e integrada desde el punto de vista económico, capaz de fun-
dir a la ciudad con sus deteriorados suburbios, y más allá aún, es 
uno de los proyectos de planeamiento más ambiciosos de los 
últimos años. Para explorar esta opción, se pidió a algunos arqui- 
tectos, paisajistas y urbanistas pensar París como una ciudad 
sostenible para la era post-Kioto. Independientemente de sus 
méritos individuales, los proyectos que se expusieron en el Insti-
tut Français d’Architecture eran ejemplos concretos de lo que 
podía hacerse. El centrarse pronto en los proyectos en lugar de 
en las políticas fue un reconocimiento del valor de las posibilida-
des proyectivas para el desarrollo físico de la región. Esta suerte 
de diseño especulativo es un requisito indispensable para el tipo 
de política radical que precisa una práctica espacial imaginativa 
y con visión de futuro.
Entre los aspectos clave del plan estaba su enfoque sobre las 
necesidades prácticas y la liberación de potenciales en materia 
de movilidad e infraestructuras mediante la creación de un sis-
tema de trenes automatizados de 145 km de longitud que circun-
daran París, conectando a sus centros de negocios y a los subur-
bios y que proporcionara vínculos con el centro de la ciudad. En 
el contexto de los disturbios de 2005, la creación de mejores 
conexiones entre los suburbios y la ciudad representará un paso 
39¿Por qué urbanismo ecológico?
 
adelante para una mayor movilidad social, ya que la falta de 
conectividad entre las barriadas hace que estas se conviertan en 
parte en “campamentos” aislados cuyos habitantes están “pre-
sos” en un territorio mayor. El éxito del proyecto en el marco de 
su realidad política y económica –¿quién lo financiará, y quién 
gobernaría la nueva metrópolis?– está por ver.
La dimensión ético-estética del urbanismo ecológico –definida 
según los registros de la ecología social, mental y medioambien-
tal– se ocupa directamente de la articulación del interfaz, o espa-
cio liminal, entre lo político y lo urbano. A diferencia de otras 
formas de revitalización, como fuera el movimiento City Beauti-
ful o el actual New Urbanism, esta propuesta no depende de la 
imagen, de la homogeneidad social o la nostalgia, sino que reco-
noce la importancia de la polis como enclave necesario de las 
relaciones de conflicto. La filósofa política Chantal Mouffe hace 
una valiosa distinción entre “lo político” y “la política”, dicien- 
do que “con lo político me refiero a la dimensión de antagonismo 
que asumo que es un constituyente de la sociedad humana; 
mientras que la política es una serie de prácticas e instituciones 
a través de las cuales se genera un orden para la organización de 
la coexistencia humana en el marco de conflictividad que lo 
político proporciona”.15 Como consecuencia, solo cuando reco-
nocemos lo político respecto a su elemento agonal –o a los bene-
ficios potenciales de ciertas formas de conflicto– podemos 
comenzar a trabajar en torno a la cuestión central de una políti-
ca democrática.
Esto también implica que debemos prestar más atención al 
papel que desempaña lo urbano como suministrador de espa-
cios para la diferencia y el desacuerdo. No obstante, por des-
acuerdo no queremos decir que haya que vivir discutiendo, sino 
sencillamente que no siempre se cuenta con un objeto o idea 
común a todas las partes. Según esta perspectiva, resulta bas-
tante ingenuo, demasiado optimista y hasta limitante esperar 
que pueda haber una sociedad en la que el consenso sea total o 
en perfecto acuerdo consigo misma. Las satisfacciones de la 
vida urbana se deben en parte al placer de participar de espa-
cios diversos, y es el espacio físico el que nos permite la infraes-
tructura necesaria para formas de interacción social tan alter-
nativas como democráticas. Tal como sostiene Mouffe: “En 
lugar de intentar diseñar instituciones que, a través de procedi-
mientos supuestamente imparciales, reconcilien interesesy 
40
 
La política gira 
alrededor de lo que 
se ve y de lo que de 
ella se puede decir; 
en torno a quien tiene 
la capacidad de ver 
y el talento para hablar; 
en torno a las 
propiedades de 
los espacios y a 
las posibilidades 
del tiempo.
Jacques Rancière, 2000.16
41¿Por qué urbanismo ecológico?
 
valores, el objetivo de todo aquel interesado en defender y radi-
calizar la democracia debería ser contribuir a la creación de 
espacios públicos dinámicos y agónicos donde poder confrontar 
distintos proyectos hegemónicos”.17
De manera parecida, la intención de involucrarnos con nuevas 
subjetividades y colectivos mediante el urbanismo ecológico 
pasa por generar nuevas oportunidades para la democracia 
social y espacial. Aunque debo reconocer la importancia de un 
pluralismo agonal, lo urbano debe además transcender a lo 
meramente político en su reconocimiento de lo ético y lo justo. 
Para Slavoj Žižek: “En este preciso sentido, lo ético es un suple-
mento de lo político: no existe una ‘toma de partido’ política sin 
una referencia a alguna normatividad ética que trascienda a la 
esfera de lo puramente político”.18 Y también hay quienes nos 
han advertido sobre las consecuencias de un énfasis exagerado 
de lo ético por sobre lo legal y lo político. Jacques Rancière in- 
cluso alcanzó a decir que este era el caso de ese otro campamen- 
to contemporáneo, la prisión de Guantánamo, al aducir que se 
trataba de “la constitución paradójica de un derecho absoluto 
del individuo cuyos derechos, de hecho, han sido negados por 
completo”.19
La idea de Guattari de una ética de lo ecológico es un proyecto 
inherentemente político empeñado en argumentar en contra del 
imperio global del capital. Con todas sus ramificaciones, la 
reciente crisis financiera nos sugiere la necesidad sostenida de 
reconceptualizar nuestra condición cosmopolita contemporá-
nea.20 Ante esta situación, está en nuestras manos desarrollar 
los medios estéticos (los proyectos) capaces de proponer una 
sensibilidad distinta, más inspiradora y dúctil, para nuestras 
interacciones eticopolíticas con el entorno.21 Estos proyectos 
también proporcionarán la pauta para el desorden, la imprevisi-
bilidad y la inestabilidad de lo urbano y, a su vez, para un futuro 
más justo y placentero. En ello radica tanto el desafío como la 
promesa del urbanismo ecológico.
42
 
1 Influenciado en parte por su colabora-
ción con Roberto Rossellini en Roma, ciu-
dad abierta (1945), la película de Federico 
Fellini muestra la dura realidad de la Roma 
de posguerra, sus habitantes y sus enredos.
2 The Guardian, Londres, 1 de junio de 
2007.
3 Bateson, Gregory, Steps to an Ecology 
of Mind [1972], University of Chicago 
Press, Chicago, 2000, pág. 491 (versión 
castellana: Pasos hacia una ecología de la 
mente, Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1985). 
Bateson continúa diciendo: “Solíamos 
pensar en una jerarquía taxonómica –indi-
viduo, linaje familiar, subespecie, especie, 
etc.– como unidades de supervivencia. 
Ahora vemos una jerarquía de unidades 
diferente: gen en organismo, organismo 
en entorno, ecosistema, etc. En su sentido 
más amplio, la ecología viene a ser el estu-
dio de la interacción y supervivencia de 
ideas y programas dentro de circuitos (por 
ejemplo, diferencias, complejos de diferen-
cias, etc.)”.
4 Guattari, Félix, Les Trois écologies, Édi-
tions Galileé, París, 1989 (versión caste-
llana: Las tres ecologías, Pre-Textos, 
Valencia, 1996, págs. 9-10).
5 Lefebvre, Henri, Le Droit à la ville, 
Anthropos, París, 1968 (versión castellana: 
El derecho a la ciudad, Península, Barce-
lona, 1978, págs. 124-125).
6 “La transducción a partir de informacio-
nes relativas a la realidad, así como de una 
problemática planteada por esa realidad, 
elabora y construye un objeto teórico, un 
objeto posible. La transducción supone un 
feed-back incesante entre el marco con-
ceptual utilizado y las observaciones empí-
ricas. Su teoría (metodología) conforma 
determinadas operaciones mentales 
espontáneas del urbanista, del arquitecto, 
el sociólogo, el político, el filósofo. Intro-
duce el rigor en la invención y el conoci-
miento de la utopía”. Ibíd., pág. 128.
7 Véase: OMA, “Concours International 
pour le Parc de La Villette, Paris, Decem-
bre 1982-Mars 1983”, en Goulet, Patrice 
(ed.), OMA. 6 Projects, Institut Française 
d’Architecture, París, 1990, págs. 17-179 
(versión castellana: “Concurso Internacio-
nal para el parque de La Villete, París”, en 
Ábalos, Iñaki (ed.), Naturaleza y artificio. El 
ideal pintoresco en la arquitectura y el pai-
sajismo contemporáneos, Editorial Gus-
tavo Gili, Barcelona, 2009, págs. 83-99).
8 Ibíd., pág. 84. El concurso incluso 
“parecía que se habían reunido todos los 
elementos de una situación metropolitana 
ideal, una cultura de la congestión en 
Europa: un terrain vague entre la ciudad 
histórica, a su vez violada por las deman-
das insaciables del siglo xx, y el plancton 
de la periferia [...]. Lo que sugería La Vilette 
era, de hecho, la explotación pura de la 
condición metropolitana: densidad sin 
arquitectura, una cultura de congestión 
invisible”.
9 Frumpkin, Howard; Frank, Lawrence y 
Jackson, Richard, Urban Sprawl and 
Public Health: Designing, Planning, and 
Building for Healthy Communities, Island 
Press, Washington, 2004, pág. xi.
10 Banham, Reyner, Los Angeles: The 
Architecture of Four Ecologies [1971], Uni-
versity of California Press, Berkeley, 2009.
11 La noción de “informalidad” no se 
limita a las ciudades del mundo en vías de 
desarrollo, sino que está también presente 
en la mayoría de los países industrializados. 
A menudo se presenta de manera más 
explícita a causa del impacto de la migra-
ción urbana. Los hermanos Jean-Pierre y 
Luc Dardenne trataron el tema en su pelí-
cula El silencio de Lorna (2008), filmada en 
la dura y adusta realidad de la ciudad belga 
de Lieja.
12 Simone, AbdouMaliq, “The Last Shall 
Be First: African Urbanities and the Larger 
Urban World”, en Huyssen, Andreas (ed.), 
Other Cities, Other Worlds: Urban Imagi-
naries in a Globalizing Age, Duke Univer-
sity Press, Durham/Londres, 2008, 
págs. 104-106.
13 Bateson, Gregory, op. cit., pág. 505.
14 Según Giorgio Agamben, esta tesis 
“arroja una luz siniestra sobre los modelos 
de los que se sirven las ciencias sociales, 
la sociología, los estudios urbanos y la 
arquitectura en su esfuerzo por concebir y 
organizar al espacio público de las ciuda-
des del mundo sin ninguna claridad res-
pecto al hecho de que su núcleo alberga a 
la misma vida desnuda (aunque esta se haya 
transformado y, en apariencia, vuelto más 
humana) que definió a la biopolítica de los 
grandes estados totalitarios del siglo xx”. 
Agamben, Giorgio, Homo sacer: il potere 
sovrano e la nuda vita, Giulio Einaudi, 
Turín, 1995 (versión castellana: Homo 
Sacer, Pre-Textos, Valencia, 1998).
15 Mouffe, Chantal, “Agonistic Public 
Spaces, Democratic Politics, and the 
Dynamic of Passions”, en Backstein, 
Joseph; Birnbaum, Daniel y Wallenstein, 
Sven-Olov (eds.), Thinking Worlds: The 
Moscow Conference on Philosophy, 
Politics, and Art, Sternberg Press/Interros 
Publishing, Berlín/Moscú, 2008, 
págs. 95-96.
16 Rancière, Jacques, Le Partage du sen-
sible: Esthétique et politique, Fabrique/
Diffusion Les Belles Lettres, París, 2000 
(versión castellana: La división de lo sensi-
ble: estética y política, Centro de Arte de 
Salamanca, Salamanca, 2002.
17 Mouffe, Chantal, op. cit., pág. 104. En 
este contexto resulta interesante conside-
rar la obra del artista y diseñador contem-
poráneo Krzysztof Wodiczko, quien, 
mediante una serie de instrumentos inte-
ractivos y proyecciones urbanas, ha 
sabido dar voz al “otro”.
18 Žižek, Slavoj, The Indivisible Remain-
der: An Essay on Schelling and Related 
Matters, Verso, Londres/Nueva York, 1996, 
pág. 213.
19 Rancière, Jacques, “Guantanamo, Jus-
tice, and Bushspeak: Prisoners of the Infi-
nite”,CounterPunch, Petrolia, 30 de abril 
de 2002.
20 A diferencia del multiculturalismo, que 
es un modo de “monoculturalismo plural”, 
el cosmopolitismo “hace de la inclusión del 
otro una realidad y/o su máxima”. Véase: 
Beck, Ulrich, Weltrisikogesellschaft - Auf 
der Suche nach der verlorenen Sicherheit, 
Suhrkamp Verlag, Fráncfort, 2007 (versión 
castellana: La sociedad del riesgo mun-
dial: en busca de la seguridad perdida, 
Paidós, Barcelona, 2008).
21 Según Jacques Rancière, en su sen-
tido más amplio la estética “refiérese a la 
distribución de lo sensible que determina 
el modo de articulación entre formas de 
actuar, producir, percibir y pensar. Esta 
definición general extiende a la estética 
más allá de la esfera estricta del arte para 
abarcar las coordenadas conceptuales y 
formas de visibilidad operativas en la 
esfera política”. Rancière, Jacques, La divi-
sión de lo sensible, op. cit.
43¿Por qué urbanismo ecológico?
 
44
 
45¿Por qué urbanismo ecológico?
 
apéndices
II colaboradores
III agradecimientos
V créditos de las imágenes
IAPéndiCE
 
colaboradores
Mohsen Mostafavi es decano y ocupa 
la cátedra Alexander y Victoria Wiley 
de Proyectos de la GSD, en la Harvard 
University. Ha formado parte de la junta 
directiva del premio Aga Khan de Arquitectura 
y de los jurados de la Holcim Foundation y de 
la Medalla de Oro del Royal Institute of British 
Architects (RIBA). Entre sus libros se incluyen 
La superficie de la arquitectura (2002), 
Approximations (2002), Landscape Urbanism 
(2004), Structure as Space (2006), Implicate 
& Explicate (2011), Louis Vuitton: Architecture 
and Interiors (2011), In the Life of Cities 
(2012), Instigations: Engaging Architecture, 
Land-scape, and the City (coeditor, 2012) 
y Architecture Is Life (2013).
II
 
Toda publicación de cierta embergadura sale 
adelante gracias al compromiso y el apoyo de 
muchas más personas de las que aparecen como 
autores, y en especial cuando se trata de una obra 
tan interdisciplinar como Urbanismo ecológico. 
estamos en deuda con muchos miembros de la 
comunidad de la Harvard University y otras 
instituciones por sus aportaciones. con su ayuda 
esperamos haber iniciado una conversación que 
tenga repercusiones en las múltiples facetas de la 
acción y la investigación. 
debemos empezar agradeciendo a drew Gilpin 
Faust, rectora de la Harvard University, que 
organizara la conferencia sobre urbanismo 
ecológico que se celebró en la Gsd de Harvard 
University en primavera de 2009. Junto a la 
exposición que la acompañaba, fue una 
oportunidad para explorar muchas de las ideas 
que aparecen en este volumen. agradecemos 
también a Thomas M. Menino, alcalde de Boston, 
sus palabras de apertura.
esta ambiciosa publicación no habría sido posible 
sin el apoyo económico de John K. F. irving, aB ’83, 
MBa ’89 y anne c. irving Oxley, MLa, a quienes 
agradecemos su enorme generosidad y su 
compromiso con la reflexión para avanzar en 
temas tan complejos como el que nos ocupa. 
La conferencia contó con el apoyo del rectorado 
de la universidad, del Harvard center for the 
environment, del Taubman center for state and 
Local Government y Rappaport institute for Great 
Boston de la Harvard Kennedy school of 
Government. agradecemos esta importante 
participación, en especial a daniel schrag, 
profesor sturgis Hooper de Geología y catedrático 
de ciencias de la Tierra y planetarias de la Harvard 
University, además de director del Harvard center 
for the environment; a edward Glaeser, profesor 
Fred y eleanor Glimp de economía de la Harvard 
University y director del Taubman center y del 
Rappaport institute; y a david Luberoff, director 
ejecutivo del Rappaport institute. También damos 
agradecimientos
las gracias a donald e. ingber, director del Wyss 
institute for Biologically inspired engineering, por 
copatrocinar el premio Wyss para arquitectura 
adaptable de inspiración biológica, quien nos 
permitió presentar la obra de chuck Hoberman en 
nuestra exposición y libro. el Rouse Visting artist 
Fund de la Gsd también tuvo a sissel Tolaas como 
artista invitado en 2009.
durante la compilación de materiales para este 
volumen tuvimos la suerte de contar con el apoyo 
gráfico de Lars Müller, un reconocido profesional 
con una dilatada experiencia en la edición de 
libros rigurosos y bellamente diseñados sobre arte 
y arquitectura. además de su inspiradora ayuda, 
nos beneficiamos de la experiencia en la edición 
de libros de su equipo en Baden, suiza, integrado 
por esther Butterworth, Milana Herendi, ellen Mey 
y Martina Mullis. 
Ya en el marco de la Gsd, agradecemos los 
esfuerzos de nuestra decana ejecutiva patricia 
Roberts, y de la decana asociada, Hannah peters. 
También damos las gracias a Melissa Vaughn y 
amanda Heighes, del departamento de 
publicaciones; a dan Borelli y shannon stetcher, 
del departamento de exposiciones; a Leslie Burke 
y Jane acheson, de la Oficina del decano; y a la 
organizadora de la conferencia, Brooke Lynn King. 
Jared James May desarrolló y gestionó un sistema 
para archivar miles de imágenes que se 
emplearon en el libro. 
nuestos estudiantes desempeñaron un papel 
fundamental en el desarrollo de algunos de los 
temas que se investigaron en la conferencia, la 
exposición y el presente libro. Un agradecimiento 
especial a los participantes del seminario de 2008 
“comisariar el urbanismo ecológico”: abdulatif 
almishari, adi assif, peter christensen, elizabeth 
christoforetti, suzanne ernst, anna Font, Melissa 
Guerrero, caitlin swaim y aylin Brigitte Yildrim. 
Lindsay Jonker, dan Handel, almin prsic, Ryan 
shubin y Quilian Riano nos ayudaron a incluir los 
extractos de los blogs de los estudiantes que aquí 
IIIAPéndiCE
 
aparecen. shelby doyle nos prestó una ayuda 
esencial en aspectos gráficos durante el 
desarrollo del libro. 
durante la conferencia, personal de la Gsd, 
académicos y estudiantes de doctorado dirigieron 
grupos de discusión que enriquecieron el 
contenido de este libro: Julia África, Rania Ghosn, 
Brian Goldstein, Jock Herron, Li Hou, Har-Ye Kan, 
shelagh Mccartney, alexios nicolaos Monopolis, 
edward Morris, Masayoshi Oka, antonio petrov, 
ivan Rupnik, Fallon samuels, susannah sayler, 
Thomas schroepfer, Zenovia Toloudi, Heather 
Tremain, dido Tsigaridi, Lin Wang y christian 
Werthmann.
para concluir, damos las gracias a los numerosos 
pensadores de los mundos del arte y de la ciencia, 
del mundo académico y profesional, que han 
contribuido con sus artículos e imágenes a la 
elaboración de este libro. su fe en la aportación de 
las diferentes perspectivas a una comprensión 
más potente y sutil de la interrelación entre lo 
ecológico y lo urbano es el alma de esta obra. 
desde la publicación original de este libro en 
inglés, estamos muy satisfechos por el interés que 
ha suscitado su edición en otros idiomas, tanto en 
formato digital como en papel. La edición de una 
obra tan extensa y compleja desde el punto de 
vista material como esta no es tarea fácil, y solo 
ha sido posible gracias a la ayuda y el estímulo de 
los patrocinadores, las editoriales, los traductores, 
los editores, los autores y otra gente que ha 
prestado su ayuda. agradecemos en particular el 
compromiso continuado de Lars Müller, editorial 
original del libro, por facilitar las ediciones 
traducidas.
además de a todos aquellos mencionados en los 
agradecimientos a la edición inglesa, querríamos 
agradecer también a Benjamin prosky, Jennifer 
sigler, Melissa Vaughn y Karen Kittredge, de la 
Gsd, sus esfuerzos por hacer que esta edición 
salga a la luz.
agradecemos a la editorial Gustavo Gili, en 
especial a Mónica Gili y saskia adriensen, su 
entusiasta colaboración en esta edición española. 
También agradecemos a Moisés puente la 
cuidadosa edición del texto.
agradecemos el trabajo de Mónica Belevan enla 
traducción del texto. por su apoyo a la traducción 
y su alcance general en Latinoamérica, damos las 
gracias al david Rockefeller center for Latin 
american studies de la Harvard University 
(dRcLas), a sus oficinas en la región y a aRTs@
dRcLas.
Gracias a Mariano Gómez Luque por su ayuda en 
la revisión de la traducción. Felipe Vera Benítez ha 
sido un apoyo fundamental desde los inicios de 
este proyecto.
agradecimientos 
de la edición española
IV
 
Págs. 10-11, 456-457: Susannah Sayler, The Ca-
nary Project 
Págs. 14-15: David Dodge, The Pembina Institute 
Págs. 20- 21: Agnes Denes 
Págs. 24-25: Patrick Blanc
Pág. 27: Atelier Parisien d’Urbanisme – Apur 
Pág. 31: Andrea Branzi et al.
Págs. 34, 35: fotógrafo Magnum: Ferdinando 
Scianna 
Pág. 37: Ciro Fusco/epa/Corbis 
Pág. 38: REUTERS/Lucas Jackson (Estados 
Unidos) 
Pág. 41, 425-427: Ed Kashi 
Págs. 42, 43: Charlie Koolhaas 
Pág. 45: Gabriele Basilico
Págs. 52-53, Olafur Eliasson, The New York City 
Waterfalls (muelles de Brooklyn), 2008, por en-
cargo del Public Art Fund, © Olafur Eliasson, 
2008. Fotografía: © Bernstein Associates, Pho-
tographers, cortesía de Public Art Fund 
créditos de las imágenes
VAPéndiCE
 
Título original: Ecological Urbanism, publicado por Harvard University Graduate 
School of Design/Lars Müller Publishers, Cambridge (Mass.)/Baden, 2010
Edición de Mohsen Mostafavi con Gareth Doherty
Diseño gráfico: Integral Lars Müller, Lars Müller y Martina Mullis 
Versión castellana: Mónica Belevan
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o 
transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus 
titulares, salvo excepción prevista por la ley. 
La Editorial no se pronuncia ni expresa ni implícitamente respecto a la exactitud 
de la información contenida en este libro, razón por la cual no puede asumir ningún 
tipo de responsabilidad en caso de error u omisión. 
© Lars Müller Publishers/The President and Fellows of Harvard College, 2010, 2013
y para la presente edición:
© Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2014
Editorial Gustavo Gili, SL
Rosselló 87-89, 08029 Barcelona, España. Tel. (+34) 93 322 81 61
Valle de Bravo 21, 53050 Naucalpan, México. Tel. (+52) 55 55 60 60 11
www.ggili.com
E-books (PDF):
Volumen 1: ¿PoR qUé URBaNISMo ECoLóGICo? ¿ PoR qUé aHoRa?
ISBN: 978-84-252-2800-1
Volumen 2: aNTICIPaR
978-84-252-2801-8
Volumen 3: CoLaBoRaR
ISBN: 978-84-252-2802-5
Volumen 4: SENTIR
ISBN: 978-84-252-2803-2
Volumen 5: CoMISaRIaR
ISBN: 978-84-252-2804-9
Volumen 6: PRoDUCIR
ISBN: 978-84-252-2805-6
Volumen 7: INTERaCTUaR
ISBN: 978-84-252-2806-3
Volumen 8: MoVILIzaR
ISBN: 978-84-252-2807-0
Volumen 9: MEDIR
ISBN: 978-84-252-2808-7
Volumen 10: aDaPTaR
ISBN: 978-84-252-2809-4
Volumen 11: INCUBaR
ISBN: 978-84-252-2810-0
Edición impresa
ISBN: 978-84-252-2742-4
VI
 
Volumen 1
¿pOR QUé URBanisMO 
ecOLóGicO? 
¿pOR QUé aHORa?
12 ¿por qué urbanismo ecológico? 
¿por qué ahora?
Mohsen Mostafavi
Volumen 2
anTicipaR
56 progreso contra apocalipsis
Rem Koolhaas
72 Zeekracht
OMA
78 con Bombay en mente: 
algunas ideas sobre sostenibilidad
Homi K. Bhabha
84 planeta Urbano: Bombay
Daniel Raven-Ellison y Kye Askins
94 apuntes sobre la tercera ecología
Sanford Kwinter
106 desigualdad social y cambio climático
Ulrich Beck
110 por un posmedioambientalismo: 
siete recomendaciones para una 
nueva carta de atenas y La metrópolis débil
Andrea Branzi
114 Obra débil: la “metrópolis débil” de 
andrea Branzi y el potencial proyectivo 
de un “urbanismo ecológico”
Charles Waldheim
122 de “sostén” a “habilidad”
JDS Architects
124 cuarenta años después: 
retorno a la Tierra sublunar
Bruno Latour
Volumen 3
cOLaBORaR i
130 el trabajo de campo como arte
Giuliana Bruno
132 Urbanismo ecológico y/como metáfora 
urbana
Lawrence Buell
134 Blanco y negro en las ciudades verdes
Lizabeth Cohen
136 el retorno de la naturaleza
Preston Scott Cohen y Erika Naginski
138 prácticas urbanas ecológicas: 
Las tres ecologías de Félix Guattari
Verena Andermatt Conley
140 Modernizar la ciudad
Leland D. Cott
142 entornos urbanos productivos
Margaret Crawford
URBanisMO ecOLóGicO
cOLección de e-BOOKs 
Índice
VIIAPéndiCE
 
Volumen 4
senTiR
146 La ciudad desde el olfato
Sissel Tolaas
156 planeta Urbano: ciudad de México
Daniel Raven-Ellison
164 citysense: 
una red de sensores a escala urbana
Matt Welsh y Josh Bers
166 Eat love
Marije Vogelzang
168 ecologías autoingeniadas
Christine Outram, Assaf Biderman y Carlo Ratti
174 Hay más verde de lo que 
a simple vista parece: 
ecologías de lo verde en Baréin
Gareth Doherty
184 Play Me, I’m Yours!
Luke Jerram
186 Mapping Main Street
Jesse Shapins, Kara Oehler, Ann Heppermann 
y James Burns
Volumen 5
cOMisiOnaR
190 comisariar recursos
Niall Kirkwood
194 el mar y el monzón: 
un manifiesto de Bombay
Anuradha Mathur y Dilip da Cunha
208 ¿ecociudades trascendentes o seguridad 
ecológica urbana?
Mike Hodson y Simon Marvin
218 nuevos paisajes acuáticos para singapur
Herbert Dreiseitl
222 subir el nivel del agua de un estanque
Zhang Huan
224 Visión de las ciudades ecológicas
Mitchell Joachim
230 Vuelta a la naturaleza
Sandi Hilal, Alessandro Petti y Eyal Weizman
236 Harmonia 57
Triptyque
238 Fundamentar una estrategia urbana 
sostenible
Michael Van Valkenburgh Associates
240 center street plaza
Hood Design
VIII
 
Volumen 6
pROdUciR
244 sub, supra e infraestructuras energéticas
D. Michelle Addington
252 parque undimotriz
Pelamis Wave Power Ltd.
254 Showroom para cR Land Guanganmen 
Green Technology
Vector Architects
256 Aux fermes, citoyens!
Dorothée Imbert
268 Local River: 
unidad de almacenaje doméstico 
para peces y verduras
Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche
270 soft cities
KVA MATx
274 ZedFactory
Bill Dunster
280 ecociudad Logroño
MVRDV
282 La revolución del pie grande
Kongjian Yu
292 La Tour Vivante, ecotorre
soa architectes
Volumen 3
cOLaBORaR ii
296 Retos de gestión de la transformación 
urbana: organizar para aprender
Amy C. Edmondson
298 La purificación del aire en las ciudades
David Edwards
300 Justicia social y urbanismo ecológico
Susan S. Fainstein
302 el gobierno de la ciudad ecológica
Gerald E. Frug
304 Un futuro subterráneo
Peter Galison
306 Templado y limitado
Edward Glaeser
308 arquitectura adaptable de inspiración 
biológica y sostenibilidad
Donald E. Ingber
IXAPéndiCE
 
Volumen 7
inTeRacTUaR
312 La ecología urbana y la distribución de la 
naturaleza en las regiones urbanas
Richard T. T. Forman
324 La agencia ecológica
Chris Reed
330 infraestructura neoyorquina
Christoph Niemann
332 Redefinir la infraestructura
Pierre Bélanger
350 Urbanismo generado por los usuarios
Rebar
356 experimentos urbanos y ecológicos 
en el espacio público
Alexander J. Felson y Linda Pollack
364 Una perspectiva holística del fenómeno 
urbano
Salvador Rueda
370 nuevo sistema de parques para Gwanggyo
Yoonjin Park y Jungyoon Kim (PARKKIM)
372 Una metodología para la innovación urbana
Alfonso Vegara, Mark Dwyer y Aaron Kelley
374 Greenmetropolis
Henri Bava, Erik Behrens, Steven Craig y Alex Wall
Volumen 8
MOViLiZaR
380 Movilidad, infraestructura y sociedad
Richard Sommer
382 Movilidad urbana sostenible con vehículos 
eléctricos ligeros
William J. Mitchell
398 Movilidad sostenible en acción
Federico Parolotto
402 sostener la ciudad ante la marginalidad 
avanzada
Loïc Wacquant
406 Teoría general del urbanismo ecológico
Andrés Duany
412 La ecología política del urbanismo ecológico
Paul Robbins
416 el modelo de sistema energético urbano 
syncity
Niels Schulz, Nilay Shah, David Fisk, James Keirstead, 
Nouri Samsatli, Aruna Sivakumar, Celine Weber y Ellin 
Saunders
420 Las ciudades del oro negro: 
petropaisajes y futuros sostenibles
MichaelWatts
425 Los campos petrolíferos del delta del níger
Ed Kashi
428 sobre rasante
Rafael Viñoly
430 inVesTiGación de La Gsd 
Taller nairobi
Jacques Herzog y Pierre de Meuron
X
 
Volumen 9
MediR
444 cinco retos ecológicos para la ciudad 
contemporánea
Stefano Boeri
454 Re(e)volucionar la arquitectura
Jeremy Rifkin
456 el proyecto canary
Susannah Sayler
458 “performalismo”: 
medidas medioambientales y urbanismo
Susannah Hagan
468 cultura natural
Kathryn Moore
472 investigar la importancia de la información 
de modelos energéticos a medida: 
un estudio del Gund Hall
Holly A. Wasilowski y Christoph F. Reinhart
476 percepción de la densidad urbana
Vicky Cheng y Koen Steemers
482 La región del estuario de Londres
Terry Farrell
488 planeta Urbano: Londres
Daniel Raven-Ellison
496 iniciativas sostenibles para Londres
Camilla Ween
500 Más allá de Leed: 
evaluación ecológica a escala urbana
Thomas Schroepfer
502 paisajes de la especialización
Bill Rankin
504 inVesTiGación de La Gsd 
Medio millón de árboles: 
prototipos de lugares y sistemas para 
las ciudades sostenibles
Kristin Frederickson y Gary Hilderbrand
506 slavecity
Atelier Van Lieshout
510 ecOBox/Red ecourbana autogestionada
atelier d’architecture autogérée
512 acción urbana: playa en la plaza Luna
Ecosistema Urbano
Volumen 3
cOLaBORaR iii
516 el confort y la huella ecológica
Alex Krieger
518 Urbanismo ecológico e igualdad sanitaria: 
una perspectiva ecosocial
Nancy Krieger
520 La naturaleza, las infraestructuras 
y la condición urbana
Antoine Picon
522 sostenibilidad y estilo de vida
Spiro Pollalis
524 Urbanismo ecológico y paisaje
Martha Schwartz
526 esa vieja oscuridad
John Stilgoe
538 Los estudios religiosos y el urbanismo 
ecológico
Donald K. Swearer
530 el urbanismo ecológico y la literatura 
de extremo Oriente
Karen Thornber
XIAPéndiCE
 
Volumen 10
adapTaR
536 ecologías insurgentes: 
recuperar terreno para la ciudad y el paisaje
Nina-Marie Lister
548 Madera performativa: 
diseño computacional integral para una 
superficie de madera sensible al clima
Achim Menges
554 Reducir la huella ecológica de nueva York
Laurie Kerr
560 La adaptabilidad en la arquitectura
Hoberman Associates, Ziggy Drozdowski 
y Shawn Gupta
568 inVesTiGación de La Gsd 
cambio climático, agua, urbanización de 
terrenos y adaptación: planificar desde la 
incertidumbre (almere, países Bajos)
Armando Carbonell, Martin Zogran y Dirk Sijmons
Volumen 11
incUBaR
572 equilibrios y desafíos de la práctica 
integrada
Toshiko Mori
578 el lujo de reducir: 
sobre el papel de la arquitectura 
en el urbanismo ecológico
Matthias Sauerbruch
584 Bank of america
Cook + Fox Architects
588 inVesTiGación de La Gsd 
Un lugar en el cielo/un lugar en el infierno: 
operaciones tácticas en são paulo
Christian Werthmann, Fernando de Mello Franco 
y Byron Stigge
590 in situ: la especificidad del lugar en la 
arquitectura sostenible
Anja Thierfelder y Matthias Schuler
598 proyecto bioclimático
Mario Cucinella
600 Wanzhuang, ecociudad agrícola
Arup
606 plan ecosistémico para la región diseZ, 
senegal
ecoLogicStudio
608 ciudad vegetal: soñar con una utopía verde
Luc Schuiten
610 Verticalismo
Iñaki Ábalos
616 prototipos urbanos
Raoul Bunschoten
622 incubadora de cambio climático 
para el estrecho de Taiwán 
Chora Architecture and Urbanism
629 La ciUdad
Ian McHarg
630 Gsd:ecologicalurbanism
XII
 
TaMBién dispOniBLe:
La edición iMpResa de URBanisMO ecOLóGicO
cOn TOdOs LOs 11 VOLúMenes
XIIIAPéndiCE
Más e-books de la colección
URBanisMO ecOLóGicO:
 
 
8
 
 
8
 
 
8
 
 
8
	Urbanismo ecológico ¿por qué urbanismo ecológico (...)
	Página Legal
	Índice
	¿Por qué urbanismo ecológico? ¿Por qué ahora?
	La ciudad es tan vasta, y tenemos tanto que decirnos.

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