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4 Saforcada, E y Sarriera, J C (2008) Ficha de cátedra

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLAT 
 FACULTAD DE CIENCIAS MEDICAS 
 Cátedra de Salud y Medicina Comunitaria 
 
Ecología Humana y Promoción de la Salud 
 
El Paradigma Ecológico1 
La necesidad de nuevos paradigmas 
Actualmente estamos saliendo de una crisis de paradigmas que ha 
marcado las discusiones en las universidades, tanto en ámbitos 
conservadores como progresistas. La búsqueda actual de nuevos 
paradigmas explicativos propone una perspectiva más integrada y 
comprometida socialmente con el ser humano. 
 Han evolucionado los conocimientos, los instrumentos y las 
estrategias del trabajo de intervención y de investigación, especialmente 
en las áreas aplicadas. El llamado paradigma tradicional o positivista, hasta 
hace poco divisor de aguas entre lo que era considerado científico y no 
científico, ha sido duramente criticado por ser reduccionista y 
simplificador de la realidad humana. 
 Otros paradigmas, llamados posmodernos (Montero, 1996), 
valorizan aspectos de la realidad dejados de lado por el paradigma 
tradicional, como la complejidad, el desorden, el movimiento, la 
experiencia, el significado, el contexto y la conciencia, que se constituyen 
en elementos de análisis necesarios para una realidad ya no concebida en 
forma estática sino en permanente cambio y construcción. 
 La perspectiva epistemológica, la visión del hombre, del mundo y de 
la realidad han cambiado incluso el propio concepto de ciencia. Los 
 
1
 Corresponde a Sarriera, J., El paradigma ecológico en la psicología comunitaria del contexto a la 
complejidad en Saforcada, E. y Sarriera, J. C. (2008), “Enfoques Conceptuales y Técnicas en Psicología 
Comunitaria, Buenos Aires, Paidós; 27-47 (Texto resumido, adaptado por la Prof. Psic. Alicia Radosinsky, 
para uso exclusivo de la Cátedra de Ecología Humana y Promoción de la Salud). 
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supuestos ontológicos se afirman desde una perspectiva ética de las 
relaciones interpersonales y del trabajo científico. El conocimiento sobre 
el ser humano se expande, integrándose en una concepción más unitaria a 
partir de la comprensión de las interdependencias que existen entre el ser 
humano y su ambiente vital. 
 Como toda área de conocimiento la salud comunitaria necesita 
plantearse y discutir sus principios epistemológicos, sus constructos 
explicativos y su instrumental metodológico. Pero además, los 
presupuestos éticos asumen mucha importancia, sobre todo aquellos 
valores que promueven el cambio social para mejorar las condiciones de 
vida, la participación ciudadana, la elaboración de políticas públicas que 
contribuyan en la disminución de desigualdades sociales y la búsqueda de 
condiciones dignas de salud, trabajo y vivienda para todos. 
El paradigma ecológico en la salud comunitaria 
 La palabra “ecológica” (del griego nikós: hábitat, casas), representa 
una metáfora que para Boff (1999), significa el cuidado hacia el entorno, la 
naturaleza, las personas, las comunidades, para conquistar o preservar 
una calidad de vida deseable en forma sustentable y solidaria. Pensar en 
términos de ecología significa advertir la interdependencia de los sistemas 
que nos rodean y supone el buen aprovechamiento y la adecuada 
distribución de los recursos. Significa también pensar en red, pensar 
acerca de la complejidad y de la producción de la subjetividad social en los 
más diversos contextos y eventos. Ser ecológico significa también tener 
una actitud proactiva e interactiva con el ambiente (micro, meso, 
macrosistémico). Es buscar la armonía del hombre con la naturaleza, 
produciendo cultura y transformando el entorno en un lugar con mejores 
condiciones para todos. Esa adaptación o armonía entre el hombre y su 
contexto tiene carácter activo y transformador, significa la buena 
convivencia y el equilibrio. Sin embargo, exige también una vigilancia 
permanente para la preservación y promoción del desarrollo del ser 
humano y de su ambiente en constante movimiento. 
 En el paradigma ecológico encontramos la posibilidad de una visión 
más holística de la realidad, con un instrumental de análisis más próximo 
3 
 
al contexto psicosocial en el cual están inmersas personas y comunidades. 
Gracias al desarrollo actual del conocimiento de la salud comunitaria y de 
áreas afines interdisciplinarias, podemos contar con una serie de teorías 
que dan sustento a este paradigma. 
 Como puede observarse en el Cuadro 1, se han escogido algunas 
teorías que se consideran relevantes para configurar el paradigma 
ecológico. Adaptando la idea de Swartz y Martín (1997), se toman en 
consideración dos ejes según expliquen la realidad desde una perspectiva 
más subjetiva (realidad percibida) o más objetiva (realidad actual), y según 
enfaticen más la persona o el grupo y la comunidad. 
 Como autores más representativos de la concepción ecológica del 
ser humano -es decir, aquella que considera que el ambiente ejerce un 
importante impacto en las personas y que éstas podrán ejercer acciones 
sobre los cambios ambientales- es imprescindible mencionar a Kurt Lewin, 
quien ya en 1935 planteaba estas cuestiones, y otros precursores de 
teorías sistémicas y ambientales como Bertanlaffy (1968) y Barker (1968). 
Posteriormente, el desarrollo de otras teorías ha dado mayor consistencia 
al paradigma. Es el caso de la ecología del desarrollo humano creada por 
Ure Bronfenbrenner a través del modelo bio-ecológico (1998), en el cual 
persona, proceso, contexto y tiempo (PPCT) nos ofrecen una excelente 
base para comprender el proceso biológico y contextual del desarrollo en 
sus dimensiones espacio-temporales. 
 Otra propuestas de modelos que contribuyen en la comprensión de 
una propuesta ecológica son: la ecología social desarrollada por Rudollf 
Moos (1973)m que plantea la noción de clima familiar, social, escolar y 
organizacional, y presenta instrumentos para su evaluación, el modelo 
ecológico de las relaciones salud-trabajo, creado en las últimas décadas 
por el equipo de Peter Warr (1987), que analiza las relaciones entre el 
desempleo, medio ambiente y salud mental; la ecología contextual en 
psicología comunitaria, impulsada por james G. Kelly (1986b) y por E.J. 
Trickett (1984), que aplican los principios del modelo ecológico a la 
intervención comunitaria, apoyados también por Rappaport (1981), quien 
afirma que el objetivo básico de la salud comunitaria debería estar 
4 
 
relacionado con el fortalecimiento (empowement) de personas y 
comunidades. 
 Ciertos pensadores actuales conciben un nuevo mundo posible para 
la ciencia a partir de la teoría de la complejidad (como Edgar Morín, 2001) 
y de las nociones de interdependencia, redes de relaciones y proceso 
(como E. Capra, 2002). 
 Cuadro 1: matriz configurativa del paradigma ecológico 
 
 
La estructura ecológica-sistémica 
 El medio ecológico se compone de estructuras físicas, sociales y 
psicológicas que caracterizan el intercambio entre las personas y sus 
ambientes. Es concebido como una serie de estructuras concéntricas 
llamadas microsistemas, mesosistemas, exosistemas y macrosistemas 
(véase Figura 1). 
 Los contextos en los cuales la persona desarrolla su vida y sus actividades 
reciben el nombre de microsistemas. La familia, la escuela, el trabajo, la 
iglesia, la calle, el centro de salud, etc., son diferentes microsistemas que 
5 
 
forman parte de la cotidianidad de nuestras vidas. Cada microsistema 
tiene características físicas y materiales particulares y en él se dan 
relaciones, se atribuyen papeles sociales y se desarrollan actividades. 
 Un grupo de microsistemas interrelacionados componen un mesosistema, 
que se caracteriza por ser un contexto mayor donde la persona desarrolla 
su vida. Este ámbito es el comunitario. El mesosistema exige un análisis de 
las interrelaciones entre dos o más ambientes en los cuales la personaparticipa activamente. Intervienen las características personales, 
familiares, educacionales, sociales y de trabajo de las personas de la 
comunidad, así como los aspectos físicos (áreas geográficas, 
infraestructura sanitaria, eléctrica, habitacional, etc.). Estos indicadores 
son imprescindibles para el estudio integrado de la comunidad 
 
Figura 1: El medio ecológico 
 
 
 
Modelo Ecológico
Macrosistema
Escuelas
Cultura
Ideología
Sistema político 
y económico
Religión
Exosistema
Mesosistema
COMUNIDAD
Políticas
públicas
Subculturas
Instituciones
Lugar de trabajo
Amigos Familia
Personas
 
 Además de las influencias que ejercen los diferentes microsistemas 
de los cuales las personas forman parte activa, existen otros 
6 
 
microsistemas o ambientes que, aunque el sujeto no participe 
directamente de ellos, influyen en su conducta. Por ejemplo, las 
condiciones de trabajo del padre o de la madre podrán incidir en las 
relaciones familiares y el desempeño escolar de los hijos. Otro ejemplo 
son las instituciones políticas, de salud o educación, etc., de las cuales 
depende el mesosistema comunitario y que ejercen una notable influencia 
en la calidad de atención de los miembros de la comunidad. Este sistema, 
del cual la persona o la comunidad no participa directamente, pero del 
cual sufre indirectamente su influencia, se denomina exosistema. 
 El macrosistema conecta y atraviesa los sistemas de menor orden a 
mayor (micro, meso y exo). Este sistema se refiere tanto en su forma 
como en su contenido a la cultura como totalidad y a las diferentes 
subculturas que la conforman, a los sistemas de creencias e ideologías que 
sustentan las relaciones entre los subsistemas (las políticas educativas, la 
salud, económicas, los valores, tradiciones, entre otros). 
 Cuando la posición en el medio ecológico de una persona o 
comunidad se modifica como consecuencia de un cambio de políticas, de 
actividades, de papeles o de recursos del sistema, se genera un proceso de 
transición ecológica. Si esa transición entre microsistemas o del propio 
mesosistema ha sido preparada, anticipada, y se han desarrollado 
recursos para su rápida resolución, será más saludable y conllevarán 
menos estrés psicosocial. Estudios de Sarriera (1995, 2004) centrados en 
la transición que abarca el pasaje de la escuela al trabajo revelan las 
dificultades en esta etapa para la cual los sujetos no fueron preparados, 
muchas veces por omisión de la escuela, la familia o la sociedad. Se 
encuentran en una “tierra de nadie”, lo que desencadena malestar 
psicológico y social. 
 El ser humano, como la comunidad, está en continuo proceso de 
adaptación, evolución e intercambio. Adaptación aquí difiere del sentido 
funcionalista, no significa la ausencia de tensión sino el desarrollo 
continuado del fortalecimiento de los recursos de la persona y del 
ambiente. De esta manera, se apunta a la construcción continua de 
ambientes óptimos y saludables en los cuales las posibilidades de 
7 
 
adaptación y desarrollo se potencien en la construcción del sujeto y de 
una sociedad mejor. 
 Esta comprensión ecológica-sistémica de la realidad nos revela la 
riqueza multidimensional de los fenómenos psicosociales, al mismo 
tiempo que respeta y no reduce la complejidad de los mismos. A su vez 
propone el desarrollo de la persona a través de la optimización de su 
potencial que le permita hacer cambios en el medio; no ignora sino señala 
la influencia determinante del ambiente en la conducta. 
La dinámica del enigma ecológico 
 Los principios por los cuales se rige el paradigma ecológico 
muestran la forma dinámica de la interacción persona-ambiente. Según 
Kelly (1966) y Trickett, Kelly y Todd (1972), dichos principios son los 
siguientes: 
Interdepedencia 
Tanto personas como ambientes, cuando provocan o experimentan 
algún cambio, producen también modificaciones en los demás sistemas 
(personas, familias, escuelas, comunidad, sociedad). Personas y ambientes 
permanecen en constante interacción. Como ambos son elementos 
activos y transformadores, podemos evaluar la importancia tanto del 
sujeto como protagonista del cambio en el ambiente social, como del 
propio ambiente social capaz de transformar a los sujetos. 
A propósito de esta interdependencia podemos analizar, por 
ejemplo, el proceso de desinstitucionalización de los enfermos mentales, 
el de la inclusión escolar de los niños con necesidades especiales, el de la 
inserción de los inmigrantes en la nueva cultura, o la atención diferencial 
de la salud pública. Los programas de acción social que se han 
implementado para alcanzar esos objetivos han podido desarrollarse o 
han fracasado, en la medida en que han atendido a la articulación entre 
los diferentes sistemas que, directa o indirectamente, dentro de una 
determinada acción innovadora, han sido implicados y los efectos que han 
generado. 
8 
 
Podemos distinguir, según Prilleltensky (2000), tres niveles 
interdependientes de análisis: 1) el personal (micro); 2) relacional (meso) y 
3) el colectivo (macro). Como consecuencia del principio de la 
interdependencia, los acontecimientos, los recursos y las personas 
situados en medios sociales inmediatos a las personas (micro) o en la 
comunidad (meso), influirán también en las estructuras, los papeles y las 
normas de funcionamiento del propio medio social (macro). 
La interdependencia se contrapone a la perspectiva aislada, 
individualista, según la cual el sujeto es considerado como único 
protagonista también se contrapone a los procedimientos impuestos 
socialmente que excluyen la participación del sujeto, siendo la ideología, 
el poder público o el equipo técnico, los únicos actores. 
Congruencia y adaptación 
 Este principio consiste en la tendencia a encontrar un equilibrio 
entre la dinámica del desarrollo de las personas y de los sistemas, y las 
oportunidades o dificultades que van surgiendo. El continuo desarrollo 
inherente a las personas y al medio facilita una serie de actividades, así 
como inhibe otras, cambiando siempre las condiciones en el ecosistema. 
 Los dos procesos que intervienen para alcanzar la congruencia son 
el enfrentamiento y la adaptación. En toda situación, el comportamiento 
refleja un proceso continuo de adaptación y competencia de la persona o 
de la comunidad, con relación a su medio ambiente. Los diferentes 
contextos y las diferentes épocas modificarán los criterios de un 
comportamiento considerado hasta entonces adaptativo y provocarán un 
cambio que busque mejores y más competentes formas de resolución. 
Evolución y sucesión 
 La sucesión conlleva en sí una perspectiva temporal de largo plazo y 
orienta hacia el análisis del contexto histórico de la comunidad, donde el 
problema o la necesidad son vistos desde una perspectiva integrada de 
tiempo orientada hacia el futuro (Nelson y Prilleltensky, 2004). 
 De la misma forma que es esencial el conocimiento de la historia del 
individuo y de los recursos de los cuales dispone para comprenderlo, 
9 
 
también el medio ecológico (geográfico, cultural, biológico, etc.) supone 
sus propios recursos y su propia historia. Construir el futuro tiene como 
base una buena información y una sabia comprensión del pasado y del 
presente. 
 Según nuestra perspectiva, las personas, los contextos y los 
acontecimientos deberán estar en constante proceso de evaluación. El 
cambio personal y/o comunitario podrá darse de forma espontánea o a 
partir de una determinada intervención. El cambio representa una 
oportunidad para redefinir y reajustar los recursos que puedan facilitar el 
proceso de evolución. 
Circularidad de los recursos 
 Los sistemas se caracterizan por el intercambio de recursos. 
Personas y contexto intercambian productos de múltiples maneras, ya sea 
en forma de relaciones, conocimientos, trabajo, dinero, tecnología, poder, 
tiempo, etc. Por elloeste principio señala la importancia de la 
identificación, el desarrollo, la modificación, la creación o la obtención de 
recursos para el fortalecimiento comunitario. 
 El procesamiento de recursos dirige su atención también al 
potencial aún no desarrollado o descubierto, como puede ser la 
concienciación de las personas sobre la necesidad del desarrollo de sus 
capacidades, de habilidades sociales y de liderazgo, así como la 
potenciación de los recursos de la comunidad, o, en su ausencia, la 
posibilidad de creación u obtención de los mismos. 
La intervención psicosocial en la perspectiva ecológica-contextual 
 El enfoque ecológico se centra en la persona inmersa en el 
contexto, en contraposición a la postura histórica tradicional que focaliza 
las variables individuales y deja de lado el papel de los sistemas sociales en 
la construcción del sujeto. 
El modelo ecológico privilegia la investigación dentro de los 
contextos naturales, contraponiéndose a los escenarios artificiales. 
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Tanto las propiedades o características de las personas como las 
estructuras de los contextos sociales y los procesos que ocurren en ellos 
deben ser analizados en los sistemas en donde ocurren (éstas serán las 
unidades de análisis), con la singularidad y especificidad de cada 
subsistema. 
 En cuanto a los pasos del desarrollo de la investigación, desde un 
enfoque ecológico, cabe destacar en primer lugar la importancia de 
identificar los problemas o necesidades que surgen en un determinado 
contexto o situación y evaluar cómo los sistemas provocan, incrementan o 
mantienen estos problemas o necesidades. La permanencia de los 
problemas o necesidades puede adjudicarse a la falta de recursos del 
propio contexto para hacerles frente. El investigador y la comunidad 
deberán comprender y respetar los valores y la cultura del contexto, 
localizar de forma adecuada la manifestación de los problemas y propiciar 
la autonomía y el fortalecimiento de recursos personales y comunitarios 
para su solución (Levine, citado por Hombrados-Mendieta, 1996). 
 Para evaluar los contextos proponemos tres dimensiones diferentes 
aunque complementarias: 1) los ambientes percibidos, en los que se 
evalúa las relaciones, el desarrollo personal y la permanencia o el cambio 
en los sistemas (Moos, 1974); 2) las característica objetivas del ambiente: 
físicas y arquitectónicas; políticas y de procedimientos; recursos 
ambientales; indicadores demográficos y sociales de la comunidad; 3) los 
esquemas transaccionales, incluyendo la conducta de las personas y las 
características del ambiente (Linney, 2000). 
 En toda activación, se requiere estar embebido del espíritu 
ecológico de la intervención (Trickett, 1996), para poder llevar a cabo el 
trabajo social. En primer lugar, la premisa participativa y colaborativa es 
fundamental (Kelly, en Saforcada, 1992): trabajar con la comunidad y no 
para la comunidad. El grado de participación de la comunidad es una 
buena medida del éxito de la intervención. En segundo lugar, hay que 
saber que resolver un problema en un contexto puede generar nuevos 
problemas en otros contextos. La perspectiva ecológica presupone que el 
cambio social no es lineal. En tercer lugar, el foco de la intervención no 
está dirigido a objetivos individuales a través de un programa comunitario 
11 
 
determinado, sino que debe tener una perspectiva de las metas que se 
conseguirán con la intervención en las diferentes dimensiones de análisis. 
El éxito de una intervención se fundamenta en la capacidad de movilizar a 
comunidad y al contexto para futuras acciones y programas. Y en cuarto 
lugar, una intervención dependerá del papel y de las características del 
interventor. Por definición, la intervención ecológica es flexible y no 
predeterminada; debe comenzar valorando la construcción de buenas 
relaciones con los diferentes sectores de la comunidad. 
No podemos olvidar algunos presupuestos que nos auxiliarán a la 
hora de la intervención: 
 El concepto de ambiente ecológico supone múltiples niveles de 
análisis. Por lo tanto, permite y a su vez exige elegir y caracterizar 
uno inicialmente. 
 Aceptar que la conducta es transaccional y no puede ser analizada 
fuera del contexto donde ésta ocurre. 
 Reconocer la posibilidad de descubrir grandes diferencias en 
ambientes semejantes. 
 Entender el contexto, lo cual nos lleva a identificar patrones 
individuales de conducta. 
En síntesis, si propusiéramos una estrategia de intervención dentro de 
este modelo, las siguientes etapas serían fundamentales (Fernández-
Ballesteros, 1987): 
1. Identificar los contextos o sistemas relevantes para la persona o 
comunidad, basándose en los objetivos de la intervención. 
2. Estudiar las características de los contextos (físico, social, 
político, cultural) 
3. Evaluar las necesidades y las variables ambientales percibidas 
por la persona (problemas, expectativas, valores, actitudes, 
representaciones), y contrastar si estas mismas percepciones se 
manifiestan en otros sujetos que habitan en ese contexto. 
4. Planear de forma colaborativa, entre investigador y 
observadores, los posibles ámbitos de abordaje o áreas de 
intervención. 
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5. Evaluar secuencialmente las modificaciones producidas por las 
interacciones entre persona ambiente, investigador-comunidad. 
Podemos decir que la evaluación de una intervención ecológica 
implica la identificación de conductas, expectativas, necesidades, 
escenarios y condiciones de la intervención. Al analizar los contextos se 
identifican también las posibles fuentes de discordancia. Algunas 
características particulares de cada ambiente (natural o social, y 
específicos, como la clase, la familia, la empresa, la comunidad), harán que 
la intervención se oriente de forma diferenciada. Ciertos contenidos de 
análisis de la intervención siempre deben estar presentes, como los 
aspectos relativos a la concienciación, las relaciones, las redes de apoyo 
social, la organización, el cambio social y los recursos. 
La lectura fenomenológica que el investigador hace de la realidad se 
relaciona con criterios científicos esenciales como validez ecológica. Ella 
consiste en el análisis de las posibles correspondencias entre las 
percepciones que las personas tienen y las características o propiedades 
que el investigador supone o piensa que tienen las personas o 
comunidades. Supone, como afirma Kelly (en Saforcada, 1992), una 
construcción mutua entre el investigador y los participantes en un 
determinado contexto compartido. 
Otro parámetro de cientificidad está relacionado con la validez del 
desarrollo. ¿Cómo una determinada intervención ha podido contribuir o 
contribuye con el desarrollo humano o comunitario? ¿Los cambios 
producidos en las concepciones y las actividades de personas y 
comunidades se extendieron a otros sistemas y ambientes, o en el mismo 
ambiente en momentos diferentes? En este aspecto, Bronfenbrenner 
(1996) señala un cambio transformador: 
(aquel cambio que consigue) la modificación y la re-estructuración sistemática 
de los sistemas ecológicos existentes, de forma que desafíen las formas de 
organización social, los sistemas de creencias y los estilos de vida que 
prevalecen en una cultura o sub-cultura particular. (p. 61) 
Aunque el estudio de los contextos sociales está en la fase inicial de 
desarrollo, existen avances en la instrumentalización, conceptualización y 
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evaluación de contextos. Es necesario entender los aspectos patológicos y 
opresivos que caracteriza los ambientes humanos y estudiar los ambientes 
saludables que puedan ayudar en el trabajo junto a las comunidades, para 
crear ambientes que promuevan salud, bienestar y competencia (Nelson y 
Prilleltensky, 2004). 
Se puede concluir que el paradigma ecológico en salud comunitaria 
representa una perspectiva teórica que entiende la realidad dentro de la 
complejidad,como una construcción conjunta e interactiva entre personas 
y ambientes, creando conciencia sobre las interdependencias que generan 
las injusticias y desigualdades. También desarrolla y fortalece los recursos 
que contribuyen a una optimización de las condiciones de vida, actuando 
en las instancias macro, meso y microsistémicas, de forma colaborativa y 
solidaria entre los miembros de la comunidad y entre el investigador y la 
comunidad, reforzando las redes sociales para que contribuyan a la 
resolución de los problemas psicosociales. El paradigma ecológico 
promueve la integración de las relaciones interpersonales, el 
conocimiento de las características sociohistóricas de la comunidad, del 
espacio físico, del ambiente en su sentido más amplio, de la cultura y los 
recursos existentes. Atiende a las características específicas de cada 
contexto y proporciona a los investigadores instrumentos variados, con 
metodologías participativas, cualitativas y cuantitativas, según los 
objetivos de cada programa comunitario. Propone como valores 
prioritarios la calidad de vida y el establecimiento de estructuras sociales 
que apoyen el desarrollo, la igualdad y la diversidad, a través de la acción 
participativa y transformadora de personas y comunidades. 
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