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1 UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLAT FACULTAD DE CIENCIAS MEDICAS Cátedra de Salud y Medicina Comunitaria Ecología Humana y Promoción de la Salud El Paradigma Ecológico1 La necesidad de nuevos paradigmas Actualmente estamos saliendo de una crisis de paradigmas que ha marcado las discusiones en las universidades, tanto en ámbitos conservadores como progresistas. La búsqueda actual de nuevos paradigmas explicativos propone una perspectiva más integrada y comprometida socialmente con el ser humano. Han evolucionado los conocimientos, los instrumentos y las estrategias del trabajo de intervención y de investigación, especialmente en las áreas aplicadas. El llamado paradigma tradicional o positivista, hasta hace poco divisor de aguas entre lo que era considerado científico y no científico, ha sido duramente criticado por ser reduccionista y simplificador de la realidad humana. Otros paradigmas, llamados posmodernos (Montero, 1996), valorizan aspectos de la realidad dejados de lado por el paradigma tradicional, como la complejidad, el desorden, el movimiento, la experiencia, el significado, el contexto y la conciencia, que se constituyen en elementos de análisis necesarios para una realidad ya no concebida en forma estática sino en permanente cambio y construcción. La perspectiva epistemológica, la visión del hombre, del mundo y de la realidad han cambiado incluso el propio concepto de ciencia. Los 1 Corresponde a Sarriera, J., El paradigma ecológico en la psicología comunitaria del contexto a la complejidad en Saforcada, E. y Sarriera, J. C. (2008), “Enfoques Conceptuales y Técnicas en Psicología Comunitaria, Buenos Aires, Paidós; 27-47 (Texto resumido, adaptado por la Prof. Psic. Alicia Radosinsky, para uso exclusivo de la Cátedra de Ecología Humana y Promoción de la Salud). 2 supuestos ontológicos se afirman desde una perspectiva ética de las relaciones interpersonales y del trabajo científico. El conocimiento sobre el ser humano se expande, integrándose en una concepción más unitaria a partir de la comprensión de las interdependencias que existen entre el ser humano y su ambiente vital. Como toda área de conocimiento la salud comunitaria necesita plantearse y discutir sus principios epistemológicos, sus constructos explicativos y su instrumental metodológico. Pero además, los presupuestos éticos asumen mucha importancia, sobre todo aquellos valores que promueven el cambio social para mejorar las condiciones de vida, la participación ciudadana, la elaboración de políticas públicas que contribuyan en la disminución de desigualdades sociales y la búsqueda de condiciones dignas de salud, trabajo y vivienda para todos. El paradigma ecológico en la salud comunitaria La palabra “ecológica” (del griego nikós: hábitat, casas), representa una metáfora que para Boff (1999), significa el cuidado hacia el entorno, la naturaleza, las personas, las comunidades, para conquistar o preservar una calidad de vida deseable en forma sustentable y solidaria. Pensar en términos de ecología significa advertir la interdependencia de los sistemas que nos rodean y supone el buen aprovechamiento y la adecuada distribución de los recursos. Significa también pensar en red, pensar acerca de la complejidad y de la producción de la subjetividad social en los más diversos contextos y eventos. Ser ecológico significa también tener una actitud proactiva e interactiva con el ambiente (micro, meso, macrosistémico). Es buscar la armonía del hombre con la naturaleza, produciendo cultura y transformando el entorno en un lugar con mejores condiciones para todos. Esa adaptación o armonía entre el hombre y su contexto tiene carácter activo y transformador, significa la buena convivencia y el equilibrio. Sin embargo, exige también una vigilancia permanente para la preservación y promoción del desarrollo del ser humano y de su ambiente en constante movimiento. En el paradigma ecológico encontramos la posibilidad de una visión más holística de la realidad, con un instrumental de análisis más próximo 3 al contexto psicosocial en el cual están inmersas personas y comunidades. Gracias al desarrollo actual del conocimiento de la salud comunitaria y de áreas afines interdisciplinarias, podemos contar con una serie de teorías que dan sustento a este paradigma. Como puede observarse en el Cuadro 1, se han escogido algunas teorías que se consideran relevantes para configurar el paradigma ecológico. Adaptando la idea de Swartz y Martín (1997), se toman en consideración dos ejes según expliquen la realidad desde una perspectiva más subjetiva (realidad percibida) o más objetiva (realidad actual), y según enfaticen más la persona o el grupo y la comunidad. Como autores más representativos de la concepción ecológica del ser humano -es decir, aquella que considera que el ambiente ejerce un importante impacto en las personas y que éstas podrán ejercer acciones sobre los cambios ambientales- es imprescindible mencionar a Kurt Lewin, quien ya en 1935 planteaba estas cuestiones, y otros precursores de teorías sistémicas y ambientales como Bertanlaffy (1968) y Barker (1968). Posteriormente, el desarrollo de otras teorías ha dado mayor consistencia al paradigma. Es el caso de la ecología del desarrollo humano creada por Ure Bronfenbrenner a través del modelo bio-ecológico (1998), en el cual persona, proceso, contexto y tiempo (PPCT) nos ofrecen una excelente base para comprender el proceso biológico y contextual del desarrollo en sus dimensiones espacio-temporales. Otra propuestas de modelos que contribuyen en la comprensión de una propuesta ecológica son: la ecología social desarrollada por Rudollf Moos (1973)m que plantea la noción de clima familiar, social, escolar y organizacional, y presenta instrumentos para su evaluación, el modelo ecológico de las relaciones salud-trabajo, creado en las últimas décadas por el equipo de Peter Warr (1987), que analiza las relaciones entre el desempleo, medio ambiente y salud mental; la ecología contextual en psicología comunitaria, impulsada por james G. Kelly (1986b) y por E.J. Trickett (1984), que aplican los principios del modelo ecológico a la intervención comunitaria, apoyados también por Rappaport (1981), quien afirma que el objetivo básico de la salud comunitaria debería estar 4 relacionado con el fortalecimiento (empowement) de personas y comunidades. Ciertos pensadores actuales conciben un nuevo mundo posible para la ciencia a partir de la teoría de la complejidad (como Edgar Morín, 2001) y de las nociones de interdependencia, redes de relaciones y proceso (como E. Capra, 2002). Cuadro 1: matriz configurativa del paradigma ecológico La estructura ecológica-sistémica El medio ecológico se compone de estructuras físicas, sociales y psicológicas que caracterizan el intercambio entre las personas y sus ambientes. Es concebido como una serie de estructuras concéntricas llamadas microsistemas, mesosistemas, exosistemas y macrosistemas (véase Figura 1). Los contextos en los cuales la persona desarrolla su vida y sus actividades reciben el nombre de microsistemas. La familia, la escuela, el trabajo, la iglesia, la calle, el centro de salud, etc., son diferentes microsistemas que 5 forman parte de la cotidianidad de nuestras vidas. Cada microsistema tiene características físicas y materiales particulares y en él se dan relaciones, se atribuyen papeles sociales y se desarrollan actividades. Un grupo de microsistemas interrelacionados componen un mesosistema, que se caracteriza por ser un contexto mayor donde la persona desarrolla su vida. Este ámbito es el comunitario. El mesosistema exige un análisis de las interrelaciones entre dos o más ambientes en los cuales la personaparticipa activamente. Intervienen las características personales, familiares, educacionales, sociales y de trabajo de las personas de la comunidad, así como los aspectos físicos (áreas geográficas, infraestructura sanitaria, eléctrica, habitacional, etc.). Estos indicadores son imprescindibles para el estudio integrado de la comunidad Figura 1: El medio ecológico Modelo Ecológico Macrosistema Escuelas Cultura Ideología Sistema político y económico Religión Exosistema Mesosistema COMUNIDAD Políticas públicas Subculturas Instituciones Lugar de trabajo Amigos Familia Personas Además de las influencias que ejercen los diferentes microsistemas de los cuales las personas forman parte activa, existen otros 6 microsistemas o ambientes que, aunque el sujeto no participe directamente de ellos, influyen en su conducta. Por ejemplo, las condiciones de trabajo del padre o de la madre podrán incidir en las relaciones familiares y el desempeño escolar de los hijos. Otro ejemplo son las instituciones políticas, de salud o educación, etc., de las cuales depende el mesosistema comunitario y que ejercen una notable influencia en la calidad de atención de los miembros de la comunidad. Este sistema, del cual la persona o la comunidad no participa directamente, pero del cual sufre indirectamente su influencia, se denomina exosistema. El macrosistema conecta y atraviesa los sistemas de menor orden a mayor (micro, meso y exo). Este sistema se refiere tanto en su forma como en su contenido a la cultura como totalidad y a las diferentes subculturas que la conforman, a los sistemas de creencias e ideologías que sustentan las relaciones entre los subsistemas (las políticas educativas, la salud, económicas, los valores, tradiciones, entre otros). Cuando la posición en el medio ecológico de una persona o comunidad se modifica como consecuencia de un cambio de políticas, de actividades, de papeles o de recursos del sistema, se genera un proceso de transición ecológica. Si esa transición entre microsistemas o del propio mesosistema ha sido preparada, anticipada, y se han desarrollado recursos para su rápida resolución, será más saludable y conllevarán menos estrés psicosocial. Estudios de Sarriera (1995, 2004) centrados en la transición que abarca el pasaje de la escuela al trabajo revelan las dificultades en esta etapa para la cual los sujetos no fueron preparados, muchas veces por omisión de la escuela, la familia o la sociedad. Se encuentran en una “tierra de nadie”, lo que desencadena malestar psicológico y social. El ser humano, como la comunidad, está en continuo proceso de adaptación, evolución e intercambio. Adaptación aquí difiere del sentido funcionalista, no significa la ausencia de tensión sino el desarrollo continuado del fortalecimiento de los recursos de la persona y del ambiente. De esta manera, se apunta a la construcción continua de ambientes óptimos y saludables en los cuales las posibilidades de 7 adaptación y desarrollo se potencien en la construcción del sujeto y de una sociedad mejor. Esta comprensión ecológica-sistémica de la realidad nos revela la riqueza multidimensional de los fenómenos psicosociales, al mismo tiempo que respeta y no reduce la complejidad de los mismos. A su vez propone el desarrollo de la persona a través de la optimización de su potencial que le permita hacer cambios en el medio; no ignora sino señala la influencia determinante del ambiente en la conducta. La dinámica del enigma ecológico Los principios por los cuales se rige el paradigma ecológico muestran la forma dinámica de la interacción persona-ambiente. Según Kelly (1966) y Trickett, Kelly y Todd (1972), dichos principios son los siguientes: Interdepedencia Tanto personas como ambientes, cuando provocan o experimentan algún cambio, producen también modificaciones en los demás sistemas (personas, familias, escuelas, comunidad, sociedad). Personas y ambientes permanecen en constante interacción. Como ambos son elementos activos y transformadores, podemos evaluar la importancia tanto del sujeto como protagonista del cambio en el ambiente social, como del propio ambiente social capaz de transformar a los sujetos. A propósito de esta interdependencia podemos analizar, por ejemplo, el proceso de desinstitucionalización de los enfermos mentales, el de la inclusión escolar de los niños con necesidades especiales, el de la inserción de los inmigrantes en la nueva cultura, o la atención diferencial de la salud pública. Los programas de acción social que se han implementado para alcanzar esos objetivos han podido desarrollarse o han fracasado, en la medida en que han atendido a la articulación entre los diferentes sistemas que, directa o indirectamente, dentro de una determinada acción innovadora, han sido implicados y los efectos que han generado. 8 Podemos distinguir, según Prilleltensky (2000), tres niveles interdependientes de análisis: 1) el personal (micro); 2) relacional (meso) y 3) el colectivo (macro). Como consecuencia del principio de la interdependencia, los acontecimientos, los recursos y las personas situados en medios sociales inmediatos a las personas (micro) o en la comunidad (meso), influirán también en las estructuras, los papeles y las normas de funcionamiento del propio medio social (macro). La interdependencia se contrapone a la perspectiva aislada, individualista, según la cual el sujeto es considerado como único protagonista también se contrapone a los procedimientos impuestos socialmente que excluyen la participación del sujeto, siendo la ideología, el poder público o el equipo técnico, los únicos actores. Congruencia y adaptación Este principio consiste en la tendencia a encontrar un equilibrio entre la dinámica del desarrollo de las personas y de los sistemas, y las oportunidades o dificultades que van surgiendo. El continuo desarrollo inherente a las personas y al medio facilita una serie de actividades, así como inhibe otras, cambiando siempre las condiciones en el ecosistema. Los dos procesos que intervienen para alcanzar la congruencia son el enfrentamiento y la adaptación. En toda situación, el comportamiento refleja un proceso continuo de adaptación y competencia de la persona o de la comunidad, con relación a su medio ambiente. Los diferentes contextos y las diferentes épocas modificarán los criterios de un comportamiento considerado hasta entonces adaptativo y provocarán un cambio que busque mejores y más competentes formas de resolución. Evolución y sucesión La sucesión conlleva en sí una perspectiva temporal de largo plazo y orienta hacia el análisis del contexto histórico de la comunidad, donde el problema o la necesidad son vistos desde una perspectiva integrada de tiempo orientada hacia el futuro (Nelson y Prilleltensky, 2004). De la misma forma que es esencial el conocimiento de la historia del individuo y de los recursos de los cuales dispone para comprenderlo, 9 también el medio ecológico (geográfico, cultural, biológico, etc.) supone sus propios recursos y su propia historia. Construir el futuro tiene como base una buena información y una sabia comprensión del pasado y del presente. Según nuestra perspectiva, las personas, los contextos y los acontecimientos deberán estar en constante proceso de evaluación. El cambio personal y/o comunitario podrá darse de forma espontánea o a partir de una determinada intervención. El cambio representa una oportunidad para redefinir y reajustar los recursos que puedan facilitar el proceso de evolución. Circularidad de los recursos Los sistemas se caracterizan por el intercambio de recursos. Personas y contexto intercambian productos de múltiples maneras, ya sea en forma de relaciones, conocimientos, trabajo, dinero, tecnología, poder, tiempo, etc. Por elloeste principio señala la importancia de la identificación, el desarrollo, la modificación, la creación o la obtención de recursos para el fortalecimiento comunitario. El procesamiento de recursos dirige su atención también al potencial aún no desarrollado o descubierto, como puede ser la concienciación de las personas sobre la necesidad del desarrollo de sus capacidades, de habilidades sociales y de liderazgo, así como la potenciación de los recursos de la comunidad, o, en su ausencia, la posibilidad de creación u obtención de los mismos. La intervención psicosocial en la perspectiva ecológica-contextual El enfoque ecológico se centra en la persona inmersa en el contexto, en contraposición a la postura histórica tradicional que focaliza las variables individuales y deja de lado el papel de los sistemas sociales en la construcción del sujeto. El modelo ecológico privilegia la investigación dentro de los contextos naturales, contraponiéndose a los escenarios artificiales. 10 Tanto las propiedades o características de las personas como las estructuras de los contextos sociales y los procesos que ocurren en ellos deben ser analizados en los sistemas en donde ocurren (éstas serán las unidades de análisis), con la singularidad y especificidad de cada subsistema. En cuanto a los pasos del desarrollo de la investigación, desde un enfoque ecológico, cabe destacar en primer lugar la importancia de identificar los problemas o necesidades que surgen en un determinado contexto o situación y evaluar cómo los sistemas provocan, incrementan o mantienen estos problemas o necesidades. La permanencia de los problemas o necesidades puede adjudicarse a la falta de recursos del propio contexto para hacerles frente. El investigador y la comunidad deberán comprender y respetar los valores y la cultura del contexto, localizar de forma adecuada la manifestación de los problemas y propiciar la autonomía y el fortalecimiento de recursos personales y comunitarios para su solución (Levine, citado por Hombrados-Mendieta, 1996). Para evaluar los contextos proponemos tres dimensiones diferentes aunque complementarias: 1) los ambientes percibidos, en los que se evalúa las relaciones, el desarrollo personal y la permanencia o el cambio en los sistemas (Moos, 1974); 2) las característica objetivas del ambiente: físicas y arquitectónicas; políticas y de procedimientos; recursos ambientales; indicadores demográficos y sociales de la comunidad; 3) los esquemas transaccionales, incluyendo la conducta de las personas y las características del ambiente (Linney, 2000). En toda activación, se requiere estar embebido del espíritu ecológico de la intervención (Trickett, 1996), para poder llevar a cabo el trabajo social. En primer lugar, la premisa participativa y colaborativa es fundamental (Kelly, en Saforcada, 1992): trabajar con la comunidad y no para la comunidad. El grado de participación de la comunidad es una buena medida del éxito de la intervención. En segundo lugar, hay que saber que resolver un problema en un contexto puede generar nuevos problemas en otros contextos. La perspectiva ecológica presupone que el cambio social no es lineal. En tercer lugar, el foco de la intervención no está dirigido a objetivos individuales a través de un programa comunitario 11 determinado, sino que debe tener una perspectiva de las metas que se conseguirán con la intervención en las diferentes dimensiones de análisis. El éxito de una intervención se fundamenta en la capacidad de movilizar a comunidad y al contexto para futuras acciones y programas. Y en cuarto lugar, una intervención dependerá del papel y de las características del interventor. Por definición, la intervención ecológica es flexible y no predeterminada; debe comenzar valorando la construcción de buenas relaciones con los diferentes sectores de la comunidad. No podemos olvidar algunos presupuestos que nos auxiliarán a la hora de la intervención: El concepto de ambiente ecológico supone múltiples niveles de análisis. Por lo tanto, permite y a su vez exige elegir y caracterizar uno inicialmente. Aceptar que la conducta es transaccional y no puede ser analizada fuera del contexto donde ésta ocurre. Reconocer la posibilidad de descubrir grandes diferencias en ambientes semejantes. Entender el contexto, lo cual nos lleva a identificar patrones individuales de conducta. En síntesis, si propusiéramos una estrategia de intervención dentro de este modelo, las siguientes etapas serían fundamentales (Fernández- Ballesteros, 1987): 1. Identificar los contextos o sistemas relevantes para la persona o comunidad, basándose en los objetivos de la intervención. 2. Estudiar las características de los contextos (físico, social, político, cultural) 3. Evaluar las necesidades y las variables ambientales percibidas por la persona (problemas, expectativas, valores, actitudes, representaciones), y contrastar si estas mismas percepciones se manifiestan en otros sujetos que habitan en ese contexto. 4. Planear de forma colaborativa, entre investigador y observadores, los posibles ámbitos de abordaje o áreas de intervención. 12 5. Evaluar secuencialmente las modificaciones producidas por las interacciones entre persona ambiente, investigador-comunidad. Podemos decir que la evaluación de una intervención ecológica implica la identificación de conductas, expectativas, necesidades, escenarios y condiciones de la intervención. Al analizar los contextos se identifican también las posibles fuentes de discordancia. Algunas características particulares de cada ambiente (natural o social, y específicos, como la clase, la familia, la empresa, la comunidad), harán que la intervención se oriente de forma diferenciada. Ciertos contenidos de análisis de la intervención siempre deben estar presentes, como los aspectos relativos a la concienciación, las relaciones, las redes de apoyo social, la organización, el cambio social y los recursos. La lectura fenomenológica que el investigador hace de la realidad se relaciona con criterios científicos esenciales como validez ecológica. Ella consiste en el análisis de las posibles correspondencias entre las percepciones que las personas tienen y las características o propiedades que el investigador supone o piensa que tienen las personas o comunidades. Supone, como afirma Kelly (en Saforcada, 1992), una construcción mutua entre el investigador y los participantes en un determinado contexto compartido. Otro parámetro de cientificidad está relacionado con la validez del desarrollo. ¿Cómo una determinada intervención ha podido contribuir o contribuye con el desarrollo humano o comunitario? ¿Los cambios producidos en las concepciones y las actividades de personas y comunidades se extendieron a otros sistemas y ambientes, o en el mismo ambiente en momentos diferentes? En este aspecto, Bronfenbrenner (1996) señala un cambio transformador: (aquel cambio que consigue) la modificación y la re-estructuración sistemática de los sistemas ecológicos existentes, de forma que desafíen las formas de organización social, los sistemas de creencias y los estilos de vida que prevalecen en una cultura o sub-cultura particular. (p. 61) Aunque el estudio de los contextos sociales está en la fase inicial de desarrollo, existen avances en la instrumentalización, conceptualización y 13 evaluación de contextos. Es necesario entender los aspectos patológicos y opresivos que caracteriza los ambientes humanos y estudiar los ambientes saludables que puedan ayudar en el trabajo junto a las comunidades, para crear ambientes que promuevan salud, bienestar y competencia (Nelson y Prilleltensky, 2004). Se puede concluir que el paradigma ecológico en salud comunitaria representa una perspectiva teórica que entiende la realidad dentro de la complejidad,como una construcción conjunta e interactiva entre personas y ambientes, creando conciencia sobre las interdependencias que generan las injusticias y desigualdades. También desarrolla y fortalece los recursos que contribuyen a una optimización de las condiciones de vida, actuando en las instancias macro, meso y microsistémicas, de forma colaborativa y solidaria entre los miembros de la comunidad y entre el investigador y la comunidad, reforzando las redes sociales para que contribuyan a la resolución de los problemas psicosociales. El paradigma ecológico promueve la integración de las relaciones interpersonales, el conocimiento de las características sociohistóricas de la comunidad, del espacio físico, del ambiente en su sentido más amplio, de la cultura y los recursos existentes. Atiende a las características específicas de cada contexto y proporciona a los investigadores instrumentos variados, con metodologías participativas, cualitativas y cuantitativas, según los objetivos de cada programa comunitario. Propone como valores prioritarios la calidad de vida y el establecimiento de estructuras sociales que apoyen el desarrollo, la igualdad y la diversidad, a través de la acción participativa y transformadora de personas y comunidades. Referencias bibliográficas Bateson, G: (1991) Pasos hacia una ecología de la mente, Buenos Aires, Planeta-Caros Loholé. Barker, R. G. (1968): Ecological Psychology; Concepts and Methods for Studyng the environments of Human Behavior, Call Stanford, University Press Bertanlaffy, L. 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