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Literatura Trilce

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Literatura
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Literatura
L
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Literatura
I N T R O D U C C I Ó N
En el principio era el verbo, el verbo era la palabra y de la palabra surgieron el mundo, los seres y las cosas. Si afirmamos que las
palabras nos anteceden y demás que ellas nos sucederán cuando ya no seamos más que recuerdos, es porque queremos privilegiar
y a la vez reinvindicar el poder mágico de la palabra, en este sentido, ellas no sólo se conforman con hablar del mundo, los seres y
las cosas; sino que lo quieren hacer de manera única, bella, inmarcesible. Cuando la palabra lucha consigo misma, con sus
limitaciones y empina tratando de tocar la eternidad, aparece la literatura.
La experiencia literaria no es mezquina, ya que se relaciona necesariamente con la evasiva y a veces injusta fama; ocurre entonces
que, en algún momento de nuestras vidas hemos querido que la belleza acompañe la expresión de nuestras convicciones, de
nuestros sentimientos, en ese momento hemos vestido de domingo o de tierra seca nuestras palabras y ese instante, por efímero
que haya sido, es suficiente para tener la comprensión del porqué de la literatura.
La experiencia creativa se une, como si fueran dos caras de una misma moneda, con la inigualable experiencia de lectura; ingresar
en un texto, se ha dicho, es como viajar por mundos lejanos, desconocidos hasta el momento por nuestra humilde experiencia vital,
mundos que por más fantásticos que puedan parecer, al ser productos de la creatividad humana, poseen siempre rasgos que nos
llevan a descubrir verdades, a indagar en nuestra propia condición. En este sentido, cada una de las obras literarias que aquí te
presentamos dan cuenta de una manera distinta ya que responden a un contexto ideológico y cultural determinado, del ser
humano, sus anhelos, peripecias y posibilidades. Más allá todavía, creemos que leer un libro es un acto de valor porque no sólo los
libros se quedan con nosotros; también, los lectores nos podemos quedar en ellos. Imagíante la aventura de leer una novela, un
drama, un cuento o un ensayo en los que encontrarás ideas que detestas, personajes que condenarías si los encontraras en tu
camino. Sin embargo, pasan las páginas, los conoces poco a poco y terminas por comprenderlos.
"La ficción es algo más complejo que una manera de no aburrirse" de la mano de Mario Vargas Llosa, podemos hacer de esta frase,
nuestra consigna y asumir en ella nuestro compromiso con quienes han motivado en todo momento el trabajo que aquí presenta-
mos. Son ustedes, nuestro alumnos, en quienes proyectamos el anhelo de construir una sociedad sensible e inquieta frente a las
circunstancias que transitamos, por ello, quienes ejercemos el noble oficio de enseñar literatura no te diremos que la literatura te
llevará a un seguro camino de la felicidad, te hará un triunfador o te librará de todas las infecciones sociales y espirituales de nuestro
tiempo; pero lo que sí te podemos asegurar, es que la literatura te proporcionará lucidez, tolerancia, sensibilidad para poder estar
cercano a decir "poco de lo humano me es ajeno".
TRILCE
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I. ASPECTOS GENERALES:
Literatura: Es una práctica humana, social, de naturaleza artística. Dentro de las distintas artes, ésta puede ser cataloga-
da como un arte verbal, ya que trabaja con la palabra. Tiene además, capacidad para integrar en su discurso cualquier
experiencia humana creando mundos posibles, más o menos parecidos al real. En tanto práctica humana, la literatura es
un producto histórico; sin embargo, los textos literarios tienen la capacidad de trascender la historia manteniendo viva su
condición estética a lo largo de tiempo.
Funciones:
La Literatura conjuga tres dimensiones:
1. Cognoscitiva:
La Literatura es también una forma de conocimiento, transmite información que no es necesariamente de tipo
semántico-racional; sino más bien, vivencial-intuitivo. Por ello tiene la capacidad de conmovernos, enseñarnos,
enriquecer nuestra experiencia y afectar lo más sensible de nuestra naturaleza.
2. Comunicativa:
La Literatura sólo puede existir en tanto sea capaz de transmitir un mensaje. La obra literaria, como producto artístico,
no se puede entender sin la presencia de lectores.
3. De disfrute:
Apela a la dimensión placentera que supone acercarnos a la lectura o apreciación de una obra literaria.
Circuito de la Comunicación Literaria:
La Literatura se encuentra inmersa dentro de un sistema de comunicación, sin el cual sería imposible su existencia. De
esta manera, el fenómeno literario no sólo abarca los textos literarios, sino también los individuos que los crean, y
aquellos que los reciben. El texto producido por el autor; inicialmente, es sólo una posibilidad, posee potencialidad
significativa, va a significar a partir de la actualización que realiza el lector. Así:
 
 EMISOR
Producción
 (autor)
CÓDIGO
MENSAJE
CONTEXTO
RECEPTOR
 Recepción
 (lector)
CANAL
(Medio
 Físico)
CANAL
(Medio
 Físico)
(lenguaje)
(referente)
II. GÉNEROS LITERARIOS:
¿Existe alguna dificultad en cuanto a la clasificación de los textos literarios?
Más allá de las clasificaciones tradicionales, el escritor es quien decide qué actitud y forma desea manifestar en sus temas,
por ello, cada texto literario es una forma artística única e irrepetible. Los géneros literarios son categorías que intentan
poner cierto orden. Son un primer paso en el conocimiento de la naturaleza de dicha obra literaria.
Sin embargo, la frontera entre los géneros no es clara ni muy definida Un dramaturgo puede, por ejemplo, incluir un
poema en su pieza teatral, así como un narrador utiliza el diálogo para expresar las emociones de sus personajes, una
especie tan amplia como la novela, puede incluir formas variadas: poemas, discursos, diálogos, etc.
Por eso, cuando señalamos que el diálogo es característico del teatro(género dramático) y que la narración de hechos lo
es de la novela o del cuento (género narrativo), estamos refiriéndonos a rasgos generales y relativos.
Un problema célebre es el de las obras denominadas "inclasificables", como La Celestina: ¿Teatro o novela? Por todo
ello, la clasificación de la literatura en géneros sirve siempre y cuando recordemos que es elástica y variable.
Capítulo TEORÍA LITERARIA
GÉNEROS Y FIGURAS
LITERARIAS 1
Literatura
10
Epopeya
Cantar de Gesta:
Poema Épico:
Pertenece a la Edad antigua, retrata a un héroe repre-
sentativo de una cultura, raza o nación y general-
mente describe guerras y combates.
Ejemplo: La Ilíada, La Odisea
Ejemplo: El Cantar del Mio Cid.
Ejemplo: La Cristiada.
Corresponde a la Edad Media: Exalta hazañas de 
personajes que fundan nacionalidades.
Surge en el Renacimiento.
Muestra las lenguas en formación.
Son especies más cultas.
Toma como modelo a las antiguas epopeyas.
Épica:
La palabra "epos"
significa "narración".
Narración objetiva.
Los autores épicos
cantan hechos de 
importancia para
su pueblo.
Se cuentan hazañas
de héroes históricos
o legendarios.
Oda:
Elegía:
Égloga:
Ejemplo: A la Vida retirada.
Ejemplo: Coplas a la muerte de su padre.
Ejemplo: Églogas de Garcilaso de la Vega.
Lírica:
Tono solemne y lenguaje alturado.
Expresa entusiasmo.
Expresa el dolor por la pérdida de un ser querido.
Carácter bucólico, refleja la vida del campo.
Los pastores expresan idealmente sus sentimientos.
Madrigal:
Breve poesía amorosa, expresa un amor no 
correspondido.
Ejemplo: .Ojos claros serenos
Expresa el mundo
interior.
Su carácter subjetivo
no equivale siempre
a un individualismo;
puede expresar tam-
bién sentimientos
colectivos.
Generalmente
utiliza el verso.
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Tragedia:
Ejemplo: .Edipo Rey
Ejemplo: El Avaro.
Ejemplo: Fuenteovejuna.
Dramática:
Nace en Grecia.
Es la representación de hechos funestos.
En la antigüedad, se le consideró imitación de
acciones de personajes nobles.Tuvo como finalidad
la catarsis.
Comedia:
Drama:
Nace en Grecia.
Satiriza a personajes públicos.
Une elementos de tragedia y comedia.
Uno desus máximos representantes fue Félix
Lope de Vega.
Composición elabo-
rada para ser repre-
sentada en un
escenario.
Su modelo de ex-
presión más impor-
tante es el diálogo.
La acción dramática
se encuentra dividida
en actos y éstos en 
escenas.
Novela:
Ejemplo: Madame Bovary.
Ejemplo: . El gato negro
Narrativa:
Cuento:
Centra la historia en un sólo hecho o anécdota.
Mayor tensión e inestabilidad que en la novela.
Recuento de hechos de la vida privada o pública
de ciertos personajes, a través de los cuales se 
presenta un universo total. 
Presenta variadas anécdotas y personajes.
Presenta una secuen-
cia de hechos, suce-
sos o acontecimientos
de ficción escritos en
prosa.
Utiliza como formas
de expresión: la
narración, la descrip-
ción y el diálogo.
 
Ensayo
Se ubica entre el análisis racional y la creación literaria.
Expresa ideas y argumentos en relación a un tema determinado.
Dicha expresión posee además valor estético.
Fue creado por el renacentista : Michel de Montaigne.
III. FIGURAS LITERARIAS:
Definición: son alteraciones o modificaciones que sufren las palabras, las oraciones en su sintaxis y ambas en su
sentido para conseguir un efecto determinado; su uso se hace más notorio en textos literarios, lo que no niega el uso de
ellas dentro del lenguaje cotidiano.
Literatura
12
 
EPÍTETO
ASÍNDETON
ELIPSIS
ANÁFORA
HIPÉRBATON
POLISÍNDETON
Adjetivo calificativo que no incorpora un atributo nuevo, éste se
encuentra implícito en el sustantivo.
Figura de supresión por la cual son cancelados los conectivos
coordinantes.
Figura de supresión, consiste en la cancelación de uno o varios 
elementos de la oración ya que se encuentran sobreentendidos.
Figura de adición, consiste en la repetición de conectivos 
coordinantes.
Figura de adición. Es la repetición de una o varias palabras al 
inicio de los versos.
Figura de organización sintáctica, por la que se abandona el
 orden correcto en la construcción de una oración.
FIGURAS DE PALABRA O DICCIÓN
ANTÍTESIS
PARADOJA
SÍMIL
HIPÉRBOLE
FIGURAS DE PENSAMIENTO
Se presentan dos expresiones que tienen significado contrario.
Expresión que denota contradicción dentro de la idea expuesta.
Comparación explícita de dos elementos dentro de la expresión.
Consiste en el uso de expresiones que falsean la realidad por
medio de la exageración.
METÁFORA
METONIMIA
SINÉCDOQUE
FIGURAS DE SENTIDO O TROPOS
Sustitución de una expresión común y sencilla por otra más 
compleja y estéticamente más agradable.
Un término es sustituido por otro con el que mantiene cierto
vínculo de: causa-efecto; autor-obra, símbolo-simbolizado, etc.
Se sustituye un término por otro. Entre ambos existe una 
relación de: parte-todo; o; todo-parte.
FIGURAS DE SONIDO
Toda repetición consonántica en una secuencia de palabras próximas. Dicha repetición
de sonidos, casi siempre guarda relación con el sentido del texto:
Ejemplo:
"En el silencio solo escuchaba
 un susurro de abejas que sonaba".
"Y si hay algo quebrado en esta tarde, 
 y que baja y que cruje,
 son dos viejos caminos blancos, curvos".
ALITERACIÓN
TRILCE
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P R Á C T I C A
01. ¿A qué género literario pertenece Madame Bovary?
a) Dramático.
b) Lírico.
c) Expositivo.
d) Narrativo.
e) Novelístico.
02. ¿Dentro de qué especie literaria podemos ubicar Las
ruinas circulares de Jorge Luis Borges?
a) Novela.
b) Narrativo.
c) Cuento.
d) Poesía.
e) Expositivo.
03. ¿A qué género literario pertenece Cancionero de
Francesco Petrarca?
a) Narrativo.
b) Épico.
c) Lírico.
d) Expositivo.
e) Dramático.
04. ¿Cuál de los siguientes títulos corresponde a un texto
lírico de Federico García Lorca?
a) Bodas de Sangre.
b) Historia de Don Perlimplín con Belisa en su jardín.
c) La casa de Bernarda Alba.
d) Poeta en Nueva York.
e) La zapatera prodigiosa.
05. ¿Cuál de los siguientes títulos corresponde a una
novela de Miguel de Unamuno?
a) Del sentimiento trágico de la vida.
b) La agonía del cristianismo.
c) La vida de don Quijote y Sancho.
d) Niebla.
e) En torno al casticismo.
06. Garcilaso de la Vega, el gran representante del
Renacimiento español, destacó dentro del género:
a) Dramático.
b) Lírico.
c) Narrativo.
d) Expositivo.
e) Epico.
07. ¿A qué especie literaria pertenecen La Araucana y La
Cristiada, compuesta durante el período renacentista?
a) Epopeya.
b) Novela.
c) Poema épico.
d) Cantar de gesta.
e) Drama.
08. La obra de José Carlos Mariátegui destacó
fundamentalmente dentro del género:
a) Dramático.
b) Novelístico.
c) Narrativo.
d) Expositivo.
e) Lírico.
09. Teócrito cultivó el género.....especie.....y fue notable la
influencia que ejerció sobre Virgilio.
a) Épico-epopeya religiosa.
b) Lírico-égloga.
c) Épico-epopeya heroica.
d) Lírico-elegía.
e) Lírico-epigrama.
10. Es autor de un clásico madrigal:
a) Garcilaso de la Vega.
b) Gustavo Adolfo Bécquer.
c) Gutierre de Cetina.
d) Horacio.
e) Ovidio.
11. Alternativa formada por autores de tragedias:
a) Esquilo, Virgilio, Hamlet.
b) Esquilo, Sofocles, Horacio.
c) Esquilo, Sofocles, Eurípides.
d) Sofócles, Esquilo, Cervantes.
e) Sófocles, Hamlet, Racine,
12. Notable égloga de la escuela italiana cuyo autor es
Garcilaso de la Vega:
a) La canción de Gnido.
b) Letrillas.
c) Romances.
d) Salicio y Nemoroso.
e) Bucólicas.
13. El epigrama es una variante de la sátira y por lo tanto
corresponde al:
a) Género expositivo.
b) Género lírico.
c) Género dramático.
d) Género narrativo.
e) Género periodístico.
14. Narrador español que cultivó la especie de novela,
específicamente novela picaresca. Perteneció al
conceptismo.
a) Góngora.
b) Cervantes.
c) Alemán.
d) Gracián.
e) Quevedo.
15. Uno de los más notables novelistas peruanos es ......
En una de sus novelas relata la decadencia de la
oligarquía peruana:
a) Miguel Gutiérrez.
b) Marcos Yauri Montero.
c) Julio Ramón Ribeyro.
d) Mario Vargas Llosa.
e) Alfredo Bryce Echenique.
Literatura
14
23. Especie lírica en la cual el autor lamenta desgracias
personales o colectivas, un ejemplo de ella son las
Coplas a la muerte de su padre del poeta español Jorge
Manrique:
a) Oda.
b) Elegía.
c) Egloga.
d) Sátira.
e) Epístola.
24. La especie lírica que recrea artísticamente la vida del
campo y los amores de los pastores y que Virgilio
recoge en sus Bucólicas es:
a) Oda.
b) Elegía.
c) Égloga.
d) Sátira.
e) Epístola.
25. La oda es una especie lírica que logra su plenitud con
los poetas griegos Píndaro y Anacreonte, y se caracteriza
por:
a) Lamentar una desgracia personal.
b) Cantar la vida del campo.
c) Expresar admiración y entusiasmo.
d) Hacer burla de un personaje público.
e) Manifestar sentimientos amorosos.
26. Especie dramática más antigua, su origen lo
encontramos en el culto que los griegos rendían a
Dionisios, dios del vino.
a) Tragedia.
b) Comedia.
c) Drama.
d) Ópera.
e) Zarzuela.
27. Relacione correctamente:
I. Tragedia. a. El Avaro.
II. Comedia b. Otelo.
III. Drama c. Fuenteovejuna.
a) Ib,IIc,IIIa
b) Ic,IIb,IIIa
c) Ic,IIa,IIIb
d) Ib,IIa,IIIc
e) Ia,IIc,IIIb
28. Especie narrativa en la que se relatan los hechos reales
o imaginarios en forma extensa, donde existe una
pluralidad de personajes y situaciones:
a) Novela.
b) Cuento.
c) Mito.
d) Leyenda.
e) Crónica.
29. Relacione correctamente género-especie:
I. Épico a. Poema épico.
II. Lírico b. Ensayo.
III. Dramático c. Égloga.
IV. Narrativo d. Cuento.
V. Expositivo e. Comedia.
a) Ia,IIe,IIIc,IVb,Vd
16. Sobre El Cantar de Gesta:
I. Es anónimo.
II. Da inicio a las literaturas nacionales.
III. Refleja las hazañas de los héroes medievales.
a) I,II,III
b) I,III
c) II y III
d) I y II
e) Sólo I
17. Relacione correctamente género-especie:
I. Épica a) Novela.
II. Lírica b) Tragedia.
III. Dramática c) Egloga.
IV. Narrativa d) Poema épico.
a) Id,IIc,IIIa,IVd.
b) Ic,IIb,IIIa,IVd.
c) Ib,IIa,IIId,IVc.
d) Id,IIc,IIIb,IVa.
e) Ia,IIc,IIId,IVb.
18. Descarte la relación incorrecta:
a) La Iliada-Épica.
b) Fausto-Dramática.
c) Trilce-Lírica.
d) Fuenteovejuna-Narrativa.
e) Hamlet-Dramática.
19. Género en el cual se cantan hechos grandiosos, ya seade un héroe o de un pueblo:
a) Lírica.
b) Épica.
c) Dramática.
d) Cantar de Gesta.
e) Epopeya.
20. Especie épica antigua en la cual se cantan las hazañas
de un héroe o de un pueblo:
a) Cantar de Gesta.
b) Poema Épico.
c) Epopeya.
d) Leyenda.
e) Mito.
21. La especie en la que se cantan las hazañas de los héroes
nacionales europeos medievales es:
a) Cantar de Gesta.
b) Epopeya.
c) Poema épico.
d) Canto heroico.
e) Leyenda.
22. Relacione correctamente especie épica-origen:
I. Epopeya. a. Edad Media.
II. Cantar de Gesta b. Edad Moderna.
III. Poema Épico c. Edad Antigua.
a) Ib,IIc,IIIa
b) Ic,IIa,IIIb
c) Ib,IIa,IIIc
d) Ia,IIc,IIIb
e) Ia,IIb,IIIc
TRILCE
15
b) Ic,IIa,IIIe,IVd,Vd
c) Ia,IIc,IIIe,IVd,Vb
d) Ic,IIa,IIId,IVe,Vb
e) Ib,IId,IIIc,IVc,Va
30. Figura literaria en la cual se establece una comparación
indirecta entre dos seres que guardan cierta semejanza:
a) Metáfora.
b) Anáfora.
c) Antítesis.
d) Epíteto.
e) Símil.
31. La figura literaria que consiste en agregar adjetivos que
señalan cualidades inherentes a los seres que
acompañan:
a) Símil.
b) Hipérbole.
c) Metonimia.
d) Paradoja.
e) Epíteto.
32. En la expresión: "Del salón en el ángulo oscuro". La
figura literaria que se aprecia es:
a) Anáfora.
b) Epíteto.
c) Símil.
d) Hipérbole.
e) Hipérbaton.
33. "Tus labios son fresas primaverales". En la expresión
anterior, se ha empleado:
a) Metáfora.
b) Símil.
c) Anáfora.
d) Sinécdoque.
e) Metonimia.
34. Figura que consiste en mencionar el autor por las obras,
el continente por el contenido, el símbolo por lo
simbolizado:
a) Metáfora.
b) Sinécdoque.
c) Metonimia.
d) Epíteto.
e) Hipérbole.
35. Aristóteles realiza esta clasificación de acuerdo al
concepto de:
a) Mímesis.
b) Catarsis.
c) Objetividad.
d) Belleza.
e) Subjetividad.
36. No es un género literario:
a) Épico.
b) Dramático.
c) Lírico.
d) Oratoria.
e) Narrativo.
37. Figura literaria que consiste en la alteración del orden
lógico que tiene la expresión:
a) Metáfora.
b) Antítesis.
c) Sinécdoque.
d) Metonimia.
e) Hipérbaton.
38. En los siguientes versos: "Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre la
mitad llenos de frío".
Encontramos:
a) Metáfora y símil.
b) Anáfora y símil.
c) Hipérbole y anáfora.
d) Sinécdoque y epíteto.
e) Perífrasis y elipsis.
39. En: "Oh, más dura que mármol a mis quejas y al
encendido fuego en que me quemo, más helada que
nieve, Galatea".
a) Anáfora e hiperbatón.
b) Símil y metáfora.
c) Aliteración.
d) Hipérbole y epíteto.
e) Prosopopeya.
40. En : "El traje negro cruzó la plaza" está presente la figura:
a) Metáfora.
b) Epíteto.
c) Hipérbole.
d) Metonimia.
e) Sinécdoque.
41. Reconoce qué figura literaria está presente en el
siguiente fragmento:
"Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero que muero
por que no muero".
Santa Teresa de Jesús (española)
a) Retruécano.
b) Sinécdoque.
c) Simil.
d) Paradoja.
e) Símil.
42. "Todos los que habitan este planeta saben de mi
honradez". En la oración anterior tenemos un claro
ejemplo de:
a) Imprecación.
b) Hipérbole.
c) Silepsis.
d) Elipsis.
e) Símil.
43. "El tiempo cual ave blanquísima va desplumándose en
mis cabellos". La figura presente en el anterior verso es:
a) Metáfora.
b) Símil.
c) Aliteración.
d) Hipérbole.
e) Símbolo.
Literatura
16
44. "Con mis propios oídos escuché la verdad
terrible". En el ejemplo anterior tenemos:
a) Epanadiplosis.
b) Paradoja.
c) Pleonasmo.
d) Imprecación.
e) Sinécdoque.
45. Aristóteles realiza las primeras reflexiones
sobre el fenómeno literario en:
a) La Poética.
b) La República.
c) Las Leyes.
d) Arte Poética.
e) Epístola a los Pisones.
46. Las reflexiones de Aristóteles pertenecen al
campo de la:
a) Crítica literaria.
b) Historia literaria.
c) Teoría literaria.
d) Comunicación literaria.
e) Interpretación de textos.
47. Según Aristóteles, la forma suprema del arte
vendría a ser:
a) La epopeya.
b) La tragedia.
c) La comedia.
d) El drama.
e) La novela.
48. Son géneros literarios, excepto:
a) La épica. b) La lírica.
c) La dramática. d) La narrativa.
e) La didáctica.
49. Especie épica de la antigüedad en la que se
cantan las hazañas de un hombre que
encarna los valores de un pueblo:
a) Epopeya.
b) Cantar de Gesta.
c) Poema épico.
d) Poema lírico.
e) Oda heroica.
50. La Araucana, La Cristiada, Jerusalén
Libertada, pertenecen a la especie:
a) Epopeya.
b) Poema épico.
c) Cantar de Gesta.
d) Epístola.
e) Epigrama.
51. El novelista peruano Alfredo Bryce
Echenique nos ha entregado también un
conjunto de cuentos, la primera vez que
publicó estos lo hizo bajo el título de:
a) La admigdalitis de Tarzán.
b) El huerto de mi amada.
c) Huerto cerrado.
d) Un mundo para Julius.
e) Dos señoras conversan.
52. "A Francisco Salinas", de Fray Luis de León es:
a) Una égloga.
b) Una elegia.
c) Una oda.
d) Una narración breve.
e) Un epigrama.
53. En la expresión: "El mar susurra en mis orejas como un
vaso de soda que pierde su gas". ¿Qué figura literaria
encontramos?
a) Anáfora. b) Hipérbaton.
c) Símil. d) Metáfora.
e) Sinécdoque.
54. No es una figura literaria:
a) Metáfora. b) Símil.
c) Sinécdoque. d) Sinalefa.
e) Antítesis.
55. La relación cronológica correcta es:
a) Clasicismo-realismo-Renacimiento.
b) Romanticismo-neoclasicismo-romanticismo.
c) Medievalismo-romanticismo-neoclasicismo.
d) Renacimiento-neoclacisismo-romanticismo.
e) Barroquismo-realismo-romanticismo.
56. La "Epístola a Belardo" de Amarilis está escrita en:
a) Redondillas.
b) Décima.
c) Octava real.
d) Silva.
e) Lira.
57. La famosa elegía de Jorge Manrique que aborda lo
efímero de la vida y sus encantos materiales así como
la semblanza de su padre fallecido, se encuentra escrita
en:
a) Octavas reales.
b) Tercetos.
c) Cuarteros.
d) Coplas de pie quebrado.
e) Liras.
58. El soneto:
a) Tradicionalmente es endecasílabo.
b) Lo integran catorce versos.
c) Está formado por cuatro estrofas.
d) También hay sonetos alejandrinos.
e) Todas son correctas.
59. Son géneros literarios, excepto:
a) La épica. b) La lírica.
c) La dramática. d) La narrativa.
e) La didáctica.
60. Son producto de la sociedad feudal y reflejan la
formación de las naciones:
a) Epopeyas.
b) Cantares de Gesta.
c) Poemas épicos.
d) Églogas.
e) Elegías.
TRILCE
17
La cuna de la cultura occidental es Grecia. Es en Grecia donde se origina el desarrollo primigenio de la literatura occidental
y donde también surgen los modelos literarios que servirán de referencia a las posteriores literaturas.
 
PERIODOS DE LA LITERATURA GRIEGA
Jónico o Arcaico
Ático o Siglo de
 Pericles
 s.V - s. IV a.c.
 Alejandrino
 s.IV - s. II a.c.
 Greco-Latino
 s.II a.c- s. VI d.c.
Homero 
Hesíodo
con y la .
.
Destaca el género épico: en menor medida el lírico: 
Safo de Lesbos y Píndaro.
la Ilíada Odisea
 Los Trabajos y los Días y Teogonía
Tragedia y comedia.
Tragedia: .
Comedia: .
 Esquilo, Sófocles y Eurípides
Aristófanes
Comedia: 
Lírica: 
Menandro
Teócrito
Épica :
Lírica :
 Virgilio
 Horacio y Ovidio
CARACTERÍSTICAS DE LOS POEMAS HOMERICOS:
1. La forma métrica de los poemas es el verso heroico, también llamado, hexámetro dactílico.
2. Tanto La Iliada como La Odisea están divididos en 24 cantos o rapsodias.
3. Fueron creados para oyentes. No hay que olvidar que el poema era cantado por los aedas al son de una forminge, un
instrumento de 3 ó 4 cuerdas parecido a una lira.
4. Son epopeyas heroicas que se inscriben en el género épico.
5. Nos entregan las características de la cultura griega, su cosmovisión, su organización política y social y sobre todo sus
aspiraciones colectivas a través de los arquetipos axiológicos que presentan ambos poemas homéricos (Aquiles
arquetipo de la valentía, Ulises de la astucia, Néstor de la prudencia, Penélope de la fidelidad, etc...)
6. Abunda en epítetos y perífrasis (el ingenioso Ulises, El de los pies ligeros, en referencia a Aquiles, el prudente Néstor,
etc.)
7. Los dioses intervienen como personajes y toman partido por sus mortales favoritos. Los dioses griegos presentes en los
poemas homéricos están impregnados delas mismas pasiones humanas.
La Cuestión Homérica:
Se llama así a todas las diferencias que, en los poemas, han planteado el problema histórico-literario ¿Son la ILIADA y la
ODISEA obras del mismo autor? Desde la época Helenística hasta el siglo XIX, las distintas corrientes e interpretaciones
resultaron positivas para el mayor conocimiento de los poemas. Pero, es a partir del siglo XIX donde las teorías Analíticas,
que niegan la unidad poética de la obra, encienden de nuevo el gran debate. Después de la primera Guerra Mundial se
comenzó a considerar la unidad de las epopeyas homéricas, con las llamadas teorías Unitarias. En resumen, Homero es una
terminación y un comienzo, y más de una discrepancia de su obra se explica por esta razón. Las raíces de su creación se
hunden profundamente en la antigua esfera de la canción heroica oral.
ARGUMENTO DE LA ILIADA:
Es preciso aclarar que esta epopeya no narra toda la Guerra de Troya; sino más bien, un episodio de dicha guerra. Los
hechos que relata la Iliada suceden en 51 días del noveno año. Es considerado el poema de la guerra. Tiene un total de 15
674 versos. Enaltece el valor (arte principal en el mundo jónico).
Capítulo
 PERIODO JÓNICO
ILIADA Y ODISEA 2
Literatura
18
TEMA: La Cólera de Aquiles
Crises, sacerdote troyano del dios Apolo, se dirige al campamento de los griegos para solicitar al jefe de los aqueos,
Agamenón, le devuelva a su hija Criseida. El rey de Micenas, Agamenón, insulta al anciano sacerdote provocando que éste
implore a Apolo el justo castigo que la soberbia de Agamenón merece. Es, entonces, que Apolo envía una mortal peste
sobre los griegos causando serias bajas durante nueve días. Preocupado Aquiles por la muerte de sus compañeros consulta
al adivino Calcas sobre cuál es la causa de la peste que asola el campamento aqueo. Calcas le revela que la peste proseguirá
hasta que el Atrida Agamenón entregue a Criseida como lo ha solicitado; pero, a cambio, ordena a sus hombres que le
traigan a Briseida, muchacha troyana que era esclava de Aquiles. Es muy grande la ofensa causada a Aquiles. Ante el rapto
de Briseida, Aquiles desata su primera cólera y decide retirarse de la contienda. Así, los Griegos enfrentan a los troyanos sin
su máximo guerrero. Los troyanos aprovechan muy bien esta coyuntura y, dirigidos por Héctor, van ganando terreno.
El noble Patroclo, al observar que los griegos van perdiendo la batalla, le pide a Aquiles que regrese. El pélida de los pies
ligeros se niega rotundamente; mas ante la insistencia de Patroclo quien es su mejor amigo decide entregarle sus armas
divinas para que pueda enfrentar a los troyanos dándole la expresa instrucción de que se limite a defender las naves griegas.
Cuando Patroclo sale al campo de batalla; los troyanos creen que se trata del gran Aquiles y en tal creencia huyen despavo-
ridos. Apolo desata parte de la armadura de Patroclo y Euforbo le clava la pica. Malherido, Patroclo intenta salir del campo
de batalla en busca de Aquiles para ser curado por éste. Sin embargo. Héctor lo alcanza y le da muerte. El cadáver de Patroclo
es rescatado por Menelao.
Al enterarse Aquiles de la muerte de su entrañable amigo Patroclo, da grandes muestras de dolor. Se niega a oficiar honras
fúnebres al cadáver de Patroclo hasta no haber consumado la venganza. Su madre, la diosa Tetis, trata de disuadirlo. Todo
ruego es inútil. El héroe aqueo está sumergido en su segunda cólera. Tetis le pide a Hefaistos que fabrique una nueva
armadura para su hijo.
Enfundado en su nueva armadura, Aquiles sale a vengar la muerte de Patroclo. Héctor, el del tremolante casco, defensor de
Troya, cae ante la lanza divina del héroe aqueo. Aquiles humilla el cadáver de su enemigo: ata sus tobillos con un cinturón
y arrastra el cuerpo del héroe troyano por todo el campo de batalla tres veces. Luego abandona los despojos de Héctor en
las afueras de su tienda para que los perros y aves de rapiña den cuenta de él. Afortunadamente Febo y Afrodita impidien
que ello ocurra.
Príamo, rey de Troya, envía grandes rescates para recobrar al cadáver de su hijo. Todas sus súplicas se estrellan contra la
tozudez de Aquiles. Decide acudir personalmente y tras hincarse ante El Mirmidón logra decir las exactas palabras que
conmueven el corazón del héroe aqueo que, impelido por los dioses, consiente en devolver el cuerpo de Héctor.
La obra culmina con los solemnes funerales de Héctor en Troya.
ARGUMENTO DE LA ODISEA:
Tema : Las aventuras de Ulises en su regreso a Ítaca.
La Odisea enaltece la astucia y la fidelidad. Consta de 12,110 versos.
De los sobrevivientes griegos de la Guerra de Troya, sólo Ulises no podía regresar a su reino de Itaca. Han pasado cerca de
veinte años desde que Ulises salió de Ítaca dejando a su bella esposa Penélope y a su hijo Telémaco.
El reino está en desorden sin principio de autoridad. Los pretendientes de Penélope (y, por supuesto, pretendientes al trono)
creyendo muerto a Ulises, abusan de la hospitalidad que la reina les brinda. Literalmente tienen sitiada a la familia real. La
reina fiel a su lazo matrimonial urde estrategias para no desposarse con ninguno de los aspirantes. Ante la insoportable
situación, Telémaco viaja a reino de Néstor (Pilos) y de Menelao (Esparta) con el fin de obtener noticias certeras sobre su
padre. Ellos le dicen que Calipso retiene a Ulises en la isla de Ogigia; pero Atenea le aconseja regresar a Itaca, pues la ninfa,
por orden de Zeus ha dejado libre a Ulises después de siete años de haberlo retenido cautivo.
Una vez libre Ulises, Calipso le facilita una nave para poder así regresar a su patria. Sin embargo, Poseidón resentido con
Ulises, porque éste encegueció a Polifemo, hace naufragar su nave en la isla de los feacios. Allí es encontrado por Náusicaa
quien lo lleva ante su padre Alcinoo. El rey de los feacios lo acoge en su palacio y, al descubrirse la identidad de Ulises
después que relató sus aventuras, lo ayuda a regresar a su patria. El relato se realiza de la siguiente manera:
1. La llegada al país de los ciclones, quienes fueron aliados de los troyanos, en donde Ulises sostiene algunas batallas.
2. La llegada al país de los lotófagos en donde quien comía la flor de loto perdía el recuerdo de
la patria y de la familia.
3. La huida del país de los cíclopes y la forma como Ulises consiguió engañar y enceguecer a Polifemo, hijo de Poseidón.
4. La llegada a la isla de Eolo, quien otorga a Ulises una ostra conteniendo los vientos adversos y los curiosos tripulantes
de Ulises la abren dejando en libertad los vientos adversos que hacen naufragar la nave.
5. La huida de un pueblo de antropófagos, los Lestrigones.
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6. Su encuentro con la hechicera Circe quien convierte en cerdos a sus compañeros. Es ella quien le advierte de algunos
futuros peligros.
7. Su visita al reino de los muertos. Allí se entrevista con el adivino Tiresias y enfrenta la sombra de su amada madre
Anticlea.
8. Su ingenioso paso por las cercanías de las islas de las sirenas resistiendo la belleza del canto de estos seres que con su
melodiosa voz encantaban a los navegantes.
9. Su encuentro con Escila y Caribdis seres monstruosos del estrecho de Mesina.
10. La visita a la isla del Dios Sol y de cómo sus compañeros comieron de las vacas sagradas de su anfitrión.
11. Su posterior llegada a la isla de Calipso quien, enamorada de Ulises, lo retuvo por siete años.
Tras terminar el relato de sus aventuras, Ulises recibe ayuda de Alcinoo para regresar a Ítaca. Al llegar a su patria, Ulises es
reconocido por su criado Eumeo y junto con su hijo Telémaco traman la venganza contra los pretendientes de Penélope.
Ulises tiene que recuperar su hogar y el lugar que tenía en el mundo itacense antes de partir. La reina Penélope había
convocado un concurso para otorgar su mano al ganador. Ninguno de los pretendientes logra salir airoso; sólo Ulises,
disfrazado de anciano, logra triunfar al conseguir tensar el arco y atravesar doce anillos con una flecha.
Acto seguido da muerte a los pretendientes.Posteriormente, se produce la reconciliación de los esposos cuando Ulises
consigue demostrar su identidad al describir su lecho nupcial. La obra termina con la reconciliación de los itacenses por
parte de la Diosa Atenea.
LECTURA: CANTO I - "LA ILIADA" - HOMERO
¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Zeus y de Leto, airado con el
rey, suscitó en el ejército maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises. Este,
deseando redimir a su hija, habíase presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas del
flechador Apolo que pendían de áureo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos
de pueblos, así les suplicaba:
—¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad
de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, al
flechador Apolo.
Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetase al sacerdote y se admitiera el espléndido rescate: mas el Atrida
Agamemnón, a quien no plugo el acuerdo, le mandó enhoramala con amenazador lenguaje:
—Que yo no te encuentre, anciano, cerca de las cóncavas naves, ya porque demores tu partida, ya porque vuelvas luego; pues
quizás no te valgan el cetro y las ínfulas del dios. A aquélla no la soltaré; antes le sobrevendrá la vejez en mi casa, en Argos, lejos
de su patria, trabajando en el telar y compartiendo mi lecho. Pero vete; no me irrites, para que puedas irte sano y salvo.
Así dijo. El anciano sintió temor y obedeció el mandato. Sin desplegar los labios, fuése por la orilla del estruendoso mar, y
en tanto se alejaba, dirigía muchos ruegos al soberano Apolo, hijo de Leto, la de hermosa cabellera:
—¡Oyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila, e imperas en Ténedos poderosamente! ¡Oh
Esmintio! Si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este
voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas!
Tal fue su plegaria. Oyóla Febo Apolo, e irritado en su corazón, descendió de las cumbres del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en
los hombros; las saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba parecido a la noche. Sentóse lejos
de las naves, tiró una flecha, y el arco de plata dio un terrible chasquido. Al principio el dios disparaba contra los mulos y los ágiles perros;
mas luego dirigió sus mortíferas saetas a los hombres, y continuamente ardían muchas piras de cadáveres.
Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo, Aquileo convocó al pueblo a junta: se lo puso
en el corazón Hera, la diosa de los níveos brazos, que se interesaba por los dánaos, a quienes veía morir. Acudieron éstos
y, una vez reunidos, Aquileo, el de los pies ligeros, se levantó y dijo:
—¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte; pues si no, la guerra y
la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños —también el
sueño procede de Zeus— para que nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo: si está quejoso con motivo de algún voto
o hecatombe, y si quemando en su obsequio grasa de corderos y de cabras escogidas, querrá apartar de nosotros la peste.
Cuando así hubo hablado, se sentó. Levantóse Calcante Testórida, el mejor de los augures —conocía lo presente, lo futuro
y lo pasado, y había guiado las naves aqueas hasta Ilión por medio del arte adivinatoria que le diera Febo Apolo— y
benévolo les arengó diciendo:
Literatura
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—¡Oh Aquileo, caro a Zeus! Mándasme explicar la cólera del dios del flechador Apolo. Pues bien, hablaré; pero antes declara
y jura que estás pronto a defenderme de palabra y de obra, pues temo irritar a un varón que goza de gran poder entre los
argivos todos y es obedecido por los aqueos. Un rey es más poderoso que el inferior contra quien se enoja; y si en el mismo
día refrena su ira, guarda luego rencor hasta que logra ejecutarlo en el pecho de aquél. Di tu si me salvarás.
Respondióle Aquileo, el de los pies ligeros:
— Manifiesta, deponiendo todo temor, el vaticinio que sabes, pues, ¡por Apolo, caro a Zeus, a quien tú, oh Calcante, invocas
siempre que revelas los oráculos a los dánaos!, ninguno de ellos pondrá en ti sus pesadas manos, junto a las cóncavas
naves, mientras yo viva y vea la luz acá en la tierra, aunque hablares de Agamemnón, que al presente blasona de ser el más
poderoso de los aqueos todos.
Entonces cobró ánimo y dijo el eximio vate:
—No está el dios quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, sino a causa del ultraje que Agamemnón ha inferido al
sacerdote, a quien no devolvió la hija ni admitió el rescate. Por esto el Flechador nos causó males y todavía nos causará
otros. Y no librará a los dánaos de la odiosa peste, hasta que sea restituida a su padre, sin premio ni rescate, la moza de ojos
vivos, e inmolemos en Crisa una sacra hecatombe. Cuando así le hayamos aplacado, renacerá nuestra esperanza.
Dichas estas palabras, se sentó. Levantóse al punto el poderoso héroe Agamemnón Atrida, afligido, con las negras entrañas
llenas de cólera y los ojos parecidos al relumbrante fuego; y encarando a Calcante la torva vista, exclamó:
—¡Adivino de males! Jamás me has anunciado nada grato. Siempre te complaces en profetizar desgracias y nunca dijiste ni
ejecutaste cosa buena. Y ahora, vaticinando ante los dánaos, afirmas que el Flechador les envía calamidades porque no
quise admitir el espléndido rescate de la joven Criseida, a quien deseaba tener en mi casa. La prefiero, ciertamente, a
Clitemnestra, mi legítima esposa, porque no le es inferior ni en el talle, ni en el natural, ni en inteligencia, ni en destreza. Pero,
aun así y todo, consiento en devolverla, si esto es lo mejor; quiero que el pueblo se salve, no que perezca. Pero preparadme
pronto otra recompensa, para que no sea yo el único argivo que se quede sin tenerla; lo cual no parecería decoroso. Ved
todos que se me va de las manos la que me había correspondido.
Replicóle el divino Aquileo el de los pies ligeros:
—¡Atrida gloriosísimo, el más codicioso de todos! ¿Cómo pueden darte otra recompensa los magnánimos aqueos? No sé
que existan en parte alguna cosas de la comunidad, pues las del saqueo de las ciudades están repartidas, y no es convenien-
te obligar a los hombres a que nuevamente las junten. Entrega ahora esa joven al dios y los aqueos te pagaremos el triple
o el cuádruple, si Zeus nos permite tomar la bien murada ciudad de Troya.
Díjole en respuesta el rey Agamemnón:
—Aunque seas valiente, deiforme Aquileo, no ocultes tu pensamiento, pues ni podrás burlarme ni persuadirme. ¿Acaso quieres, para
conservar tu recompensa, que me quede sin la mía, y por esto me aconsejas que la devuelva? Pues, si los magnánimos aqueos me dan
otra conforme a mi deseo para que sea equivalente... Y si no me la dieren, yo mismo me apoderaré de la tuya o de la de Ayante, o me
llevaré la de Odiseo, y montará en cólera aquel a quien me llegue. Mas sobre esto deliberaremos otro día. Ahora, ea, botemos una negra
nave al mar divino, reunamos los convenientes remeros, embarquemos víctimas para una hecatombe y a la misma Criseida, la de
hermosas mejillas, y sea capitán cualquiera de los jefes: Ayante, Idomeneo el divino Odiseo o tú, Pelida, el más portentoso de los
hombres, para que aplaques al Flechador con sacrificios.
Mirándole con torva faz, exclamó Aquileo, el de los pies ligeros:
—¡Ah impudente y codicioso! ¿Cómo puede estar dispuesto a obedecer tus órdenes ni un aqueo siquiera, para emprender la marcha
o para combatir valerosamente con otros hombres? No he venido a pelear obligado por los belicosos teucros, pues en nada se me
hicieron culpables —no se llevaron nunca mis vacas ni mis caballos, ni destruyeron jamás la cosecha en la fértil Ptía, criadorade
hombres, porque muchas umbrías montañas y el ruidoso mar nos separan— sino que te seguimos a ti, grandísimo insolente, para darte
el gusto de vengaros de los troyanos a Menelao y a ti, cara de perro. No fijas en esto la atención, ni por ello te preocupas y aún me
amenazas con quitarme la recompensa que por mis grandes fatigas me dieron los aqueos. Jamás el botín que obtengo iguala al tuyo
cuando éstos entran a saco una populosa ciudad: aunque la parte más pesada de la impetuosa guerra la sostienen mis manos, tu
recompensa, al hacerse el reparto, es mucho mayor y yo vuelvo a mis naves, teniéndola pequeña, pero grata, después de haberme
cansado en el combate. Ahora me iré a Ptía, pues lo mejor es regresar a la patria en las cóncavas naves: no pienso permanecer aquí sin
honra para proporcionarte ganancia y riqueza.
Contestó el rey de hombres Agamemnón:
—Huye, pues, si tu ánimo a ello te incita; no te ruego que por mí te quedes; otros hay a mi lado que me honrarán, y
TRILCE
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especialmente el próvido Zeus. Me eres más odioso que ningún otro de los reyes, alumnos de Zeus, porque siempre te han
gustado las riñas, luchas y peleas. Si es grande tu fuerza un dios te la dio. Vete a la patria llevándote las naves y los
compañeros, y reina sobre los mirmidones; no me cuido de que estés irritado, ni por ello me preocupo, pero te haré una
amenaza: Puesto que Febo Apolo me quita a Criseida, la mandaré en mi nave con mis amigos; y encaminándome yo mismo
a tu tienda, me llevaré a Briseida, la de hermosas mejillas, tu recompensa, para que sepas cuanto más poderoso soy y otro
tema decir que es mi igual y compararse conmigo.
Tal dijo. Acongójese el Pelida, y dentro del velludo pecho su corazón discurrió dos cosas: o, desnudando la aguda espada
que llevaba junto al muslo, abrirse paso y matar al Atrida, o calmar su cólera y reprimir su furor. Mientras tales pensamientos
revolvía en su mente y en su corazón y sacaba de la vaina la gran espada, vino Atenea del cielo: envióla Hera, la diosa de los
níveos brazos, que amaba cordialmente a entrambos y por ellos se preocupaba. Púsose detrás del Pelida y le tiró de la
blonda cabellera, apareciéndose a él tan sólo; de los demás, ninguno la veía. Aquileo, sorprendido, volvióse y al instante
conoció a Palas Atenea, cuyos ojos centelleaban de un modo terrible. Y hablando con ella, pronunció
—¿Por qué, hija de Zeus, que lleva la égida, has venido nuevamente? ¿Acaso para presenciar el ultraje que me infiere
Agamemnón hijo de Atreo? Pues te diré lo que me figuro que va a ocurrir: Por su insolencia perderá pronto la vida.
Díjole Atenea, la diosa de los brillantes ojos:
— Vengo del cielo para apaciguar tu cólera, si obedecieres; y me envía Hera, la diosa de los níveos brazos, que os ama
cordialmente a entrambos y por vosotros se preocupa. Ea, cesa de disputar, no desenvaines la espada e injúriale de palabra
como te parezca. Lo que voy a decir se cumplirá: Por este ultraje se te ofrecerán un día triples y espléndidos presentes.
Domínate y obedécenos.
Contestó Aquileo, el de los pies ligeros:
— Preciso es, oh diosa hacer lo que mandáis aunque el corazón esté muy irritado. Obrar así es lo mejor. Quien a los dioses
obedece, es por ellos muy atendido.
Dijo; y, puesta la robusta mano en el argénteo puño, envainó la enorme espada y no desobedeció la orden de Atenea. La
diosa regresó al Olimpo, al palacio en que mora Zeus, que lleva la égida, entre las demás deidades.
El hijo de Peleo, no amainando en su ira, denostó nuevamente al Atrida con injuriosas voces:
— ¡Borracho, que tienes cara de perro y corazón de ciervo! Jamás te atreviste a tomar las armas con la gente del pueblo para
combatir, ni a ponerte en emboscada con los más valientes aqueos; ambas cosas te parecen la muerte. Es, sin duda, mucho
mejor arrebatar los dones, en el vasto campamento de los aqueos, a quien te contradiga. Rey devorador de tu pueblo,
porque mandas a hombres abyectos...; en otro caso, Atrida, éste fuera tu último ultraje. Otra cosa voy a decirte y sobre ella
prestaré un gran juramento: Sí, por este cetro, que ya no producirá hojas ni ramos, pues dejó el tronco en la montaña; ni
reverdecerá, porque el bronce lo despojó de las hojas y de la corteza, y ahora lo empuñan los aqueos que administran
justicia y guardan las leyes de Zeus (grande será para ti este juramento). Algún día los aquivos todos echarán de menos a
Aquileo, y tú, aunque te aflijas, no podrás socorrerles cuando sucumban y perezcan a manos de Héctor, matador de
hombres. Entonces desgarrarás tu corazón, pesaroso por no haber honrado al mejor de los aqueos.
Así se expresó el Pelida; y tirando a tierra el cetro tachonado con clavos de oro, tomó asiento. El Atrida, en el opuesto lado,
iba enfureciéndose. Pero levantóse Néstor, suave en el hablar, elocuente orador de los pilios, de cuya boca las palabras
fluían más dulces que la miel —había visto perecer dos generaciones de hombres de voz articulada que nacieron y se criaron
con él en la divina Pilos y reinaba sobre la tercera— y benévolo les arengó diciendo:
—¡Oh dioses! ¡Qué motivo de pesar tan grande para la tierra aquea! Alegraríanse Príamo y sus hijos, y regocijaríanse los
demás troyanos en su corazón, si oyeran las palabras con que disputáis vosotros, los primeros de los dánaos lo mismo en
el consejo que en el combate. Pero dejaos convencer, ya que ambos sois más jóvenes que yo.
En otro tiempo traté con hombres aún más esforzados que vosotros, y jamás me desdeñaron. No he visto todavía ni veré
hombre como Piritoo, Driante, pastor de pueblos; Ceneo, Exadio, Polifemo, igual a un dios, y Teseo Egida, que parecía un
inmortal. Criáronse éstos los más fuertes de los hombres; muy fuertes eran y con otros muy fuertes combatieron: con los
montaraces Centauros, a quienes exterminaron de un modo estupendo. Y yo estuve en su compañía —habiendo acudido
desde Pilos, desde lejos, desde esa apartada tierra, porque ellos mismos me llamaron— y combatí según mis fuerzas. Con
tales hombres no pelearía ninguno de los mortales que hoy pueblan la tierra; no obstante lo cual, seguían mis consejos y
escuchaban mis palabras. Prestadme también vosotros obediencia, que es lo mejor que podéis hacer. Ni tú, aunque seas
valiente, le quites la moza, sino déjasela, puesto que se la dieron en recompensa los magnánimos aqueos, ni tú, Pelida,
quieras altercar de igual a igual con el rey, pues jamás obtuvo honra como la suya ningún otro soberano que usara cetro y
a quien Zeus diera gloria. Si tú eres más esforzado, es porque una diosa te dio a luz; pero éste es más poderoso, porque reina
sobre mayor número de hombres. Atrida, apacigua tu cólera; yo te suplico que depongas la ira contra Aquileo, que es para
todos los aqueos un fuerte antemural en el pernicioso combate.
Literatura
22
Respondióle el rey Agamemnón:
— Sí, anciano, oportuno es cuanto acabas de decir. Pero este hombre quiere sobreponerse a todos los demás; a todos quiere
dominar, a todos gobernar, a todos dar órdenes, que alguien, creo, se negará a obedecer. Si los sempiternos dioses le
hicieron belicoso, ¿le permiten por esto proferir injurias?
Interrumpiéndole, exclamó el divino Aquileo:
—Cobarde y vil podría llamárseme si cediera en todo lo que dices; manda a otros, no me des órdenes, pues yo no pienso obedecerte.
Otra cosa te diré que fijarás en la memoria: No he de combatir con estas manos por la moza, ni contigo, ni con otro alguno, pues al fin
me quitáis lo que me disteis; pero de lo demás que tengo cabe a la veloz nave negra, nada podrías llevarte tomándolo contra mi voluntad.
Y si no, ea, inténtalo, para que éstos se enteren también; presto tu negruzca sangre correría en torno de mi lanza.
Después de altercar así con encontradas razones, se levantaron y disolvieron la junta que cerca de las naves aqueas se
celebraba. El hijo de Peleo fuese hacia sus tiendas y sus bien proporcionados bajeles con Patroclo y otros amigos. El Atrida
botó al mar una velera nave, escogió veinte remeros, cargó las víctimas de la hecatombe, para el dios, y conduciendoa
Criseida, la de hermosas mejillas, la embarcó también; fue capitán el ingenioso Odiseo.
En tales cosas ocupábase el ejército. Agamemnón no olvidó la amenaza que en la contienda hiciera a Aquileo, y dijo a
Taltibio y Euríbates, sus heraldos y diligentes servidores:
—Id a la tienda del Pelida Aquileo, y asiendo de la mano a Briseida, la de hermosas mejillas traedla acá; y si no os la diere,
iré yo con otros a quitársela y todavía le será más duro.
Hablándoles de tal suerte y con altaneras voces, los despidió. Contra su voluntad fuéronse los heraldos por la orilla del
estéril mar, llegaron a las tiendas y naves de los mirmidones, y hallaron al rey cerca de su tienda y de su negra nave.
Aquileo, al verlos, no se alegró. Ellos se turbaron, y haciendo una reverencia, paráronse sin decir ni preguntar nada. Pero
el héroe lo comprendió todo y dijo:
—¡Salud, heraldos, mensajeros de Zeus y de los hombres! Acercaos; pues para mí no sois vosotros los culpables, sino
Agamemnón, que os envía por la joven Briseida. ¡Ea, Patroclo, de jovial linaje! Saca la moza y entrégala para que se la lleven.
Sed ambos testigos ante los bienaventurados dioses, ante los mortales hombres y ante ese rey cruel, si alguna vez tienen los
demás necesidad de mí para librarse de funestas calamidades; porque él tiene el corazón poseído de furor y no sabe pensar
a la vez en lo futuro y en lo pasado, a fin de que los aqueos se salven combatiendo junto a las naves.
De tal modo habló. Patroclo, obedeciendo a su amigo, sacó de la tienda a Briseida, la de hermosas mejillas, y la entregó para
que se la llevaran. Partieron los heraldos hacia las naves aqueas, y la mujer iba con ellos de mala gana. Aquileo rompió en
llanto, alejóse de los compañeros, y sentándose a orillas del espumoso mar con los ojos clavados en el ponto inmenso y las
manos extendidas, dirigió a su madre muchos ruegos:
— ¡Madre! Ya que me pariste de corta vida, el olímpico Zeus altitonante debía honrarme y no lo hace en modo alguno. El
poderoso Agamemnón Atrida me ha ultrajado, pues tiene mi recompensa, que él mismo me arrebató.
Así dijo llorando. Oyóle la veneranda madre desde el fondo del mar, donde se hallaba a la vera del padre anciano, e
inmediatamente emergió, como niebla, de las espumosas ondas, sentóse al lado de aquél, que lloraba, acaricióle con la
mano y le habló de esta manera:
—¡Hijo! ¿Por qué lloras? ¿Qué pesar te ha llegado al alma? Habla; no me ocultes lo que
piensas, para que ambos lo sepamos.
Dando profundos suspiros, contestó Aquileo, el de los pies ligeros:
—Lo sabes. ¿A qué referirte lo que ya conoces? Fuimos a Tebas, la sagrada ciudad de Eetión; la saqueamos, y el botín que
trajimos se lo distribuyeron equitativamente los aqueos, separando para el Atrida a Criseida, la de hermosas mejillas. Luego,
Crises, sacerdote del flechador Apolo, queriendo redimir a su hija, se presentó en las veleras naves aqueas con inmenso rescate
y las ínfulas del flechador Apolo, que pendían del áureo cetro, en la mano; y suplicó a todos los aqueos, y particularmente a los
dos Atridas, caudillos de pueblos. Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetase al sacerdote y se admitiera el
espléndido rescate; mas el Atrida Agamemnón, a quien no plugo el acuerdo, le mandó enhoramala con amenazador lenguaje.
El anciano se fue irritado; y Apolo, accediendo a sus ruegos, pues le era muy querido, tiró a los argivos funesta saeta: morían los
hombres unos en pos de otros, y las flechas del dios volaban por todas partes en el vasto campamento de los aqueos. Un sabio
adivino nos explicó el vaticinio del Flechador, y yo fui el primero en aconsejar que se aplacara al dios. El Atrida encendióse en
ira, y levantándose, me dirigió una amenaza que ya se ha cumplido. A aquélla, los aqueos de ojos vivos la conducen a Crisa en
velera nave con presentes para el dios, y a la hija de Briseo que los aqueos me dieron, unos heraldos se la han llevado ahora
mismo de mi tienda. Tú, si puedes, socorre a tu buen hijo; ve al Olimpo y ruega a Zeus, si alguna vez llevaste consuelo a su
TRILCE
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corazón con palabras o con obras. Muchas veces hallándonos en el palacio de mi padre, oí que te gloriabas de haber evitado,
tú sola entre los inmortales, una afrentosa desgracia al Cronión, que amontona las sombrías nubes, cuando quisieron atarle
otros dioses olímpicos, Hera, Poseidón y Palas Atenea. Tú, oh diosa, acudiste y le libraste de las ataduras, llamando al espacioso
Olimpo al centímano a quien los dioses nombran Briareo y todos los hombres Egeón, el cual es superior en fuerza a su mismo
padre, y se sentó entonces al lado de Zeus, ufano de su gloria; temiéronle los bienaventurados dioses y desistieron de su
propósito. Recuérdaselo, siéntate junto a él y abraza sus rodillas: quizá decida favorecer a los teucros y acorralar a los aqueos,
que serán muertos entre las popas, cerca del mar, para que todos disfruten de su rey y comprenda el poderoso Agamemnón
Atrida la falta que ha cometido no honrando al mejor de los aqueos.
Respondióle Tetis, derramando lágrimas:
— ¡Ay hijo mío! ¿Por qué te he criado, si en hora aciaga te di a luz? ¡Ojalá estuvieras en las naves sin llanto ni pena, ya que tu vida ha de
ser corta, de no larga duración! Ahora eres juntamente de breve vida y el más infortunado de todos. Con hado funesto te parí en el
palacio. Yo misma iré al nevado Olimpo y hablaré a Zeus, que se complace en lanzar rayos, por si se deja convencer. Tú quédate en las
naves de ligero andar, conserva la cólera contra los aqueos y abstente por completo de combatir.
Ayer fuese Zeus al Océano, al país de los probos etíopes, para asistir a un banquete, y todos los dioses le siguieron. De aquí
a doce días volverá al Olimpo. Entonces acudiré a la morada de Zeus, sustentada en bronce; le abrazaré las rodillas, y espero
que lograré persuadirle.
Dichas estas palabras partió, dejando a Aquileo con el corazón irritado a causa de la mujer de bella cintura que violentamen-
te y contra su voluntad le habían arrebatado.
En tanto, Odiseo llegaba a Crisa con las víctimas para la sacra hecatombe. Cuando arribaron al profundo puerto, amainaron
las velas, guardándolas en la negra nave; abatieron por medio de cuerdas el mástil hasta la crujía; y llevaron el buque, a
fuerza de remos, al fondeadero. Echaron anclas y ataron las amarras, saltaron a la playa, desembarcaron las víctimas de la
hecatombe para el flechador Apolo y Criseida salió de la nave que atraviesa el ponto. El ingenioso Odiseo llevó la moza al
altar y, poniéndola en manos de su padre, dijo:
—¡Oh Crises! Envíame el rey de hombres Agamemnón a traerte la hija y ofrecer en favor de los dánaos una sagrada
hecatombe a Apolo, para que aplaquemos a este dios que tan deplorables males ha causado a los aqueos.
Dijo, y puso en sus manos la hija amada, que aquél recibió con alegría. Acto continuo, ordenaron la sacra hecatombe en torno
del bien construido altar, laváronse las manos y tomaron harina con sal. Y Crises oró en alta voz y con las manos levantadas.
—¡Oyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila e imperas en Ténedos poderosamente! Me
escuchaste cuando te supliqué, y para honrarme, oprimiste duramente al ejército aqueo; pues ahora cúmpleme este voto:
¡Aleja ya de los dánaos la abominable peste!
Tal fue su plegaria, y Febo Apolo le oyó. Hecha la rogativa y esparcida la harina con sal, cogieron las víctimas por la cabeza,
que tiraron hacia atrás, y las degollaron y desollaron; en seguida cortaron los muslos, y después de cubrirlos con doble capa
de grasa y de carne cruda en pedacitos, el anciano los puso sobre leña encendida y los roció de negro vino. Cerca de él, unos
jóvenes tenían en las manos asadores de cinco puntas. Quemados los muslos, probaron las entrañas; y descuartizando lo
demás, atravesáronlo con pinchos, lo asaron cuidadosamente y lo retiraron del fuego. Terminada la faena y dispuesto el
banquete, comieron, y nadie careció de su respectiva porción. Cuando hubieron satisfecho el deseo de comer y de beber,
los mancebosllenaron las crateras y distribuyeron el vino a todos los presentes después de haber ofrecido en copas las
primicias. Y durante el día los aqueos aplacaron al dios con el canto, entonando un hermoso peán al flechador Apolo, que
les oía con el corazón complacido.
Cuando el sol se puso y sobrevino la noche, durmieron cabe a las amarras del buque. Mas, así que apareció la hija de la mañana, la Eos
de rosados dedos, hiciéronse a la mar para volver al espacioso campamento aqueo, y el flechador Apolo les envió próspero viento.
Izaron el mástil, descogieron las velas, que hinchó el viento, y las purpúreas ondas resonaban en torno de la quilla mientras la nave corría
siguiendo su rumbo. Una vez llegados al vasto campamento de los aquivos, sacaron la negra nave a tierra firme y la pusieron en alto
sobre la arena, sosteniéndola con grandes maderos. Y luego se dispersaron por las tiendas y los bajeles.
El hijo de Peleo y descendiente de Zeus, Aquileo, el de los pies ligeros, seguía irritado en las veleras naves, y ni frecuentaba las
juntas donde los varones cobran fama, ni cooperaba a la guerra; sino que consumía su corazón, permaneciendo en los bajeles,
y echaba de menos la gritería y el combate.
Cuando, después de aquel día, apareció la duodécima aurora, los sempiternos dioses volvieron al Olimpo con Zeus a la cabeza. Tetis
no olvidó entonces el encargo de su hijo: saliendo de entre las olas del mar, subió muy de mañana al gran cielo y al Olimpo, y halló al
longividente Cronión sentado aparte de los demás dioses en la más alta de las muchas cumbres del monte. Acomodóse junto a él,
abrazó sus rodillas con la mano izquierda, tocóle la barba con la diestra y dirigió esta súplica al soberano Jove Cronión:
—¡Padre Zeus! Si alguna vez te fui útil entre los inmortales con palabras u obras, cúmpleme este voto: Honra a mi hijo, el
héroe de más breve vida, pues el rey de hombres Agamemnón le ha ultrajado, arrebatándole la recompensa que todavía
Literatura
24
retiene. Véngale tú, próvido Zeus Olímpico, concediendo la victoria a los teucros hasta que los aqueos den satisfacción a mi
hijo y le colmen de honores.
De tal suerte habló Zeus, que amontona las nubes, nada contestó, guardando silencio un buen rato. Pero Tetis, que seguía
como cuando abrazó sus rodillas, le suplicó de nuevo:
—Prométemelo claramente asintiendo, o niégamelo —pues en ti no cabe el temor— para que sepa cuán despreciada soy
entre todas las deidades.
Zeus, que amontona las nubes, respondió afligidísimo:
— ¡Funestas acciones! Pues harás que me malquiste con Hera cuando me zahiera con injuriosas palabras. Sin motivo me
riñe siempre ante los inmortales dioses, porque dice que en las batallas favorezco a los teucros. Pero ahora vete, no sea que
Hera advierta algo; yo me cuidaré de que esto se cumpla. Y si lo deseas, te haré con la cabeza la señal de asentimiento para
que tengas confianza. Este es el signo más seguro, irrevocable y veraz para los inmortales; y no deja de efectuarse aquello a
que asiento con la cabeza.
Dijo el Cronión, y bajó las negras cejas en señal de asentimiento; los divinos cabellos se agitaron en la cabeza del soberano
inmortal, y a su influjo estremecióse el dilatado Olimpo.
Después de deliberar así, se separaron; ella saltó al profundo mar desde el resplandeciente Olimpo, y Zeus volvió a su
palacio. Los dioses se levantaron al ver a su padre, y ninguno aguardó a que llegase, sino que todos salieron a su encuentro.
Sentóse Zeus en el trono; y Hera, que, por haberlo visto no ignoraba que Tetis, la de argentados pies, hija del anciano del
mar con él departiera, dirigió en seguida injuriosas palabras a Jove Cronión:
—¿Cuál de las deidades, oh doloso, ha conversado contigo? Siempre te es grato, cuando estás lejos de mi, pensar y resolver
algo clandestinamente, y jamás te has dignado decirme una sola palabra de lo que acuerdas.
Respondió el padre de los hombres y de los dioses:
— ¡Hera! No esperes conocer todas mis decisiones, pues te resultará difícil aun siendo mi esposa. Lo que pueda decirse,
ningún dios ni hombre lo sabrá antes que tú; pero lo que quiera resolver sin contar con los dioses no lo preguntes ni
procures averiguarlo.
Replicó Hera veneranda, la de los grandes ojos:
— ¡Terribilísimo Cronión, qué palabras proferiste! No será mucho lo que te haya preguntado o querido averiguar, puesto
que muy tranquilo meditas cuanto te place. Mas ahora mucho recela mi corazón que te haya seducido Tetis, la de los
argentados pies, hija del anciano del mar. Al amanecer el día sentóse cerca de ti y abrazó tus rodillas; y pienso que le habrás
prometido, asintiendo, honrar a Aquileo y causar gran matanza junto a las naves aqueas.
Contestó Zeus, que amontona las nubes:
— ¡Ah desdichada! Siempre sospechas y de ti no me oculto. Nada, empero, podrás conseguir sino alejarte de mi corazón; lo
cual todavía te será más duro. Si es cierto lo que sospechas, así debe de serme grato. Pero, siéntate en silencio; obedece mis
palabras. No sea que no te valgan cuantos dioses hay en el Olimpo, si acercándome te pongo encima las invictas manos.
Tal dijo. Hera veneranda, la de los grandes ojos, temió; y refrenando el coraje, sentóse en silencio. Indignáronse en el palacio
de Zeus los dioses celestiales. Y Hefesto, el ilustre artífice, comenzó a arengarles para consolar a su madre Hera, la de los
níveos brazos:
—Funesto e insoportable será lo que ocurra, si vosotros disputáis así por los mortales y promovéis alborotos entre los
dioses; ni siquiera en el banquete se hallará placer alguno, porque prevalece lo peor. Yo aconsejo a mi madre, aunque ya ella
tiene juicio, que obsequie al padre querido, para que éste no vuelva a reñirla y a turbarnos el festín. Pues si el Olímpico
fulminador quiere echarnos del asiento... nos aventaja mucho en poder. Pero halágale con palabras cariñosas y pronto el
Olímpico nos será propicio.
De este modo habló, y tomando una copa doble, ofrecióla a su madre, diciendo:
—Sufre, madre mía, y sopórtalo todo aunque estés afligida; que a ti, tan querida, no te vean mis ojos apaleada, sin que
pueda socorrerte, porque es difícil contrarrestar al Olímpico. Ya otra vez que te quise defender, me asió por el pie y me arrojó
de los divinos umbrales. Todo el día fui rodando y a la puesta del sol caí en Lemnos. Un poco de vida me quedaba y los
sinties me recogieron tan pronto como hube caído.
Así dijo. Sonríose Hera, la diosa de los níveos brazos; y sonriente aún, tomó la copa doble que su hijo le presentaba. Hefesto
se puso a escanciar dulce néctar para las otras deidades, sacándolo de la cratera; y una risa inextinguible se alzó entre los
bienaventurados dioses al ver con qué afán les servía en el palacio.
TRILCE
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Todo el día, hasta la puesta del sol, celebraron el festín; y nadie careció de su respectiva porción, ni faltó la hermosa cítara que
tañía Apolo, ni las Musas, que con linda voz cantaban alternando.
Mas cuando la fúlgida luz del sol llegó al ocaso, los dioses fueron a recogerse a sus respectivos palacios que había construido
Hefesto, el ilustre cojo de ambos pies con sabia inteligencia. Zeus Olímpico, fulminador, se encaminó al lecho donde
acostumbraba dormir cuando el dulce sueño le vencía. Subió y acostóse; y a su lado descansó Hera, la de áureo trono.
CANTO 24 "LA ILIADA" - HOMERO
Disolvióse la junta, y los guerreros se dispersaron por las naves, tomaron la cena y se regalaron con el dulce sueño. Aquileo lloraba,
acordándose del compañero querido, sin que el sueño que todo lo rinde, pudiera vencerle: daba vueltas acá y allá, y con amargura traía
a la memoria el vigor y gran ánimo de Patroclo, lo que de mancomún con él llevara al cabo y las penalidades que ambos habían
padecido, ora combatiendo con los hombres, ora surcando las temibles ondas. Al recordarlo, prorrumpía en abundantes lágrimas, ya
se echaba de lado, ya de espaldas, ya de pechos; y al fin, levantándose, vagaba triste por la playa. Nunca le pasaba inadvertido el
despuntar de Eos sobre el mar y sus riberas; entonces uncía al carro los ligeroscorceles, y atando al mismo el cadáver de Héctor, lo
arrastraba hasta dar tres vueltas al túmulo del difunto Menetíada; acto continuo volvía a reposar en la tienda, y dejaba el cadáver tendido
de cara al polvo. Mas Apolo, apiadándose del varón aun después de muerto, le libraba de toda injuria y lo protegía contra la égida de
oro para que Aquileo no lacerase el cuerpo mientras lo arrastraba.
De tal manera Aquileo, enojado, insultaba al divino Héctor. Compadecidos de éste los bienaventurados dioses, instigaban
al vigilante Argifontes a que hurtase el cadáver. A todos les placía tal propósito, menos a Hera, a Poseidón y a la virgen de los
brillantes ojos, que odiaban como antes a la sagrada Ilión, a Príamo y a su pueblo por la injuria que Alejandro infiriera a las
diosas cuando fueron a su cabaña y declaró vencedora a la que le había ofrecido funesta liviandad. Cuando desde el día de
la muerte de Héctor llegó la duodécima aurora, Febo Apolo dijo a los inmortales:
—Sois, oh dioses, crueles y maléficos. ¿Acaso Héctor no quemaba en honor vuestro muslos de bueyes y cabras escogidas?
Ahora, que ha perecido, no os atrevéis a salvar el cadáver y ponerlo a la vista de su esposa, de su madre, de su hijo, de su
padre Príamo y del pueblo, que al momento lo entregarían a las llamas y le harían honras fúnebres; por el contrario, oh
dioses, queréis favorecer al pernicioso Aquileo, el cual concibe pensamientos no razonables, tiene en su pecho un ánimo
inflexible y medita cosas feroces, como un león que dejándose llevar por su gran fuerza y espíritu soberbio, se encamina a
los rebaños de los hombres para aderezarse un festín: de igual modo perdió Aquileo la piedad y ni siquiera conserva el
pudor que tanto favorece o daña a los varones. Aquel a quien se le muere un ser amado, como el hermano carnal o el hijo,
al fin cesa de llorar y lamentarse; porque las Moiras dieron al hombre un corazón paciente. Mas Aquileo, después que quitó
al divino Héctor la dulce vida, ata el cadáver al carro y lo arrastra alrededor del túmulo de su compañero querido; y esto ni
a aquél le aprovecha, ni es decoroso. Tema que nos irritemos contra él, aunque sea valiente, porque enfureciéndose insulta
a lo que tan sólo es ya insensible tierra.
Respondióle irritada Hera, la de los níveos brazos:
—Sería como dices, oh tú que llevas arco de plata, si a Aquileo y a Héctor los tuvieráis en igual estima. Pero Héctor fue mortal
y dióle el pecho una mujer; mientras que Aquileo es hijo de una diosa a quien yo misma alimenté y crié y casé luego con
Peleo, varón cordialmente amado por los inmortales. Todos los dioses presenciasteis la boda; y tú pulsaste la cítara y con los
demás tuviste parte en el festín, ¡oh amigo de los malos, siempre pérfido!
Replicó Zeus, que amontona las nubes:
—¡Hera! No te irrites tanto contra las deidades. No será el mismo el aprecio en que los tengamos; pero Héctor era para los
dioses, y también para mí, el más querido de cuantos mortales viven en Ilión, porque nunca se olvidó de dedicarnos
agradables ofrendas. Jamás mi altar careció ni de libaciones ni de víctimas, que tales son los honores que se nos deben.
Desechemos la idea de robar el cuerpo del audaz Héctor; es imposible que se haga a hurto de Aquileo, porque siempre, de
noche y de día, le acompaña su madre. Mas si alguno de los dioses llamase a Tetis, yo le diría a ésta lo que fuera oportuno
para que Aquileo, recibiendo los dones de Príamo, restituyese el cadáver de Héctor.
Así se expresó. Levantóse Iris, de pies rápidos como el huracán, para llevar el mensaje; saltó al negro ponto entre la costa de
Samos y la escarpada de Imbros, y resonó el estrecho. La diosa se lanzó a lo profundo, como desciende el plomo asido al
cuerno de un buey montaraz en que se pone el anzuelo y lleva la muerte a los voraces peces. En la profunda gruta halló a
Tetis y a otras muchas diosas marinas que la rodeaban: la ninfa, sentada en medio de ellas, lloraba por la suerte de su hijo,
que había de perecer en la fértil Troya, lejos de la patria. Y acercándosele Iris, la de los pies ligeros. Así le dijo:
—Ven, Tetis, pues te llama Zeus, el conocedor de los eternales decretos.
Respondióle Tetis, la diosa de los argentados pies:
— ¿Por qué aquel gran dios me ordena que vaya? Me da vergüenza juntarme con los inmortales, pues son muchas las penas
que conturban mi corazón. Esto no obstante, iré, para que sus palabras no resulten vanas y sin efecto.
Literatura
26
En diciendo esto, la divina entre las diosas tomó un velo tan obscuro que no había otro que fuese más negro. Púsose en
camino, precedida por la veloz Iris, de pies rápidos como el viento, y las olas del mar se abrían al paso de ambas deidades.
Salieron éstas a la playa, ascendieron al cielo y hallaron al longividente Cronión con los demás felices sempiternos dioses.
Sentóse Tetis al lado de Zeus, porque Atenea le cedió el sitio; y Hera le puso en la mano la copa de oro, que la ninfa devolvió
después de haber bebido. Y el padre de los hombres y de los dioses comenzó a hablar de esta manera:
—Vienes al Olimpo, oh diosa Tetis, afligida y con el ánimo agobiado por vehemente pesar. Lo sé. Pero, aun así y todo, voy
a decirte por qué te he llamado. Hace nueve días que se suscitó entre los inmortales una contienda referente al cadáver de
Héctor y a Aquileo asolador de ciudades, e instigaban al vigilante Argifontes a que hurtase el muerto; pero yo prefiero dar
a Aquileo la gloria de devolverlo, y conservar así tu respeto y amistad. Ve en seguida al ejército y amonesta a tu hijo. Dile que
los dioses están muy irritados contra él y yo más indignado que ninguno de los inmortales, porque enfureciéndose retiene
a Héctor en las corvas naves y no permite que lo rediman, por si temiéndome, consiente que el cadáver sea rescatado. Y
enviaré a la diosa Iris al magnánimo Príamo para que vaya a las naves de los aqueos y redima a su hijo, llevando a Aquileo
dones que aplaquen su enojo.
Así se expresó, y Tetis, la diosa de los argentados pies, no fue desobediente. Bajando en raudo vuelo de las cumbres del
Olimpo llegó a la tienda de su hijo: éste gemía sin cesar, y sus compañeros se ocupaban diligentemente en preparar la
comida, habiendo inmolado una gran de y lanuda oveja. La veneranda madre se sentó muy cerca del héroe, le acarició con
la mano y hablóle en estos términos:
—¡Hijo mío! ¿Hasta cuándo dejarás que el llanto y la tristeza roan tu corazón, sin acordarte ni de la comida ni del concúbito?
Bueno es que goces del amor con una mujer, pues ya no vivirás mucho tiempo: la muerte y el hado cruel se te avecinan. Y
ahora préstame atención, pues vengo como mensajera de Zeus. Dice que los dioses están muy irritados contra ti, y él más
indignado que ninguno de los inmortales, porque enfureciéndote retienes a Héctor en las corvas naves y no permites que
lo rediman. Ea, entrega el cadáver y acepta su rescate.
Respondióle Aquileo, el de los pies ligeros:
— Sea así. Quien traiga el rescate se lleve el muerto; ya que, con ánimo benévolo, el mismo Olímpico lo ha dispuesto.
De este modo, dentro del recinto de las naves, pasaban de madre a hijo muchas aladas palabras. Y en tanto, el Cronión envió
a Iris a la sagrada Ilión:
—¡Anda, ve, rápida Iris! Deja tu asiento del Olimpo, entra en Ilión y di al magnánimo Príamo que se encamine a las naves de
los aqueos y rescate al hijo, llevando a Aquileo dones que aplaquen su enojo; vaya solo y ningún troyano se le junte.
Acompáñele un heraldo más viejo que él, para que guíe los mulos y el carro de hermosas ruedas y conduzca luego a la
población el cadáver de aquel a quien mató el divino Aquileo. Ni la idea de la muerte ni otro temor alguno conturbe su
ánimo, pues le daremos por guía al Argifontes, el cual le llevara hasta muy cerca de Aquileo. Y cuando haya entrado en la
tienda del héroe, éste no le matará, e impedirá que los demás lo hagan. Pues Aquileo no es insensato, ni temerario, ni
perverso; y tendrá buen cuidado de respetar a un suplicante.
Tal dijo. Levantóse Iris, de pies rápidos como el huracán, para llevarel mensaje; y llegando al palacio de Príamo, oyó llantos
y alaridos. Los hijos, sentados en el patio alrededor del padre, bañaban sus vestidos con lágrimas; y el anciano aparecía en
medio, envuelto en un manto muy ceñido, y tenía en la cabeza y en el cuello abundante estiércol que al revolcarse por el
suelo había recogido con sus manos. Las hijas y nueras se lamentaban en el palacio, recordando los muchos varones
esforzados que yacían en la llanura por haber dejado la vida en manos de los argivos. La mensajera de Zeus se detuvo cerca
de Príamo y hablándole quedo, mientras al anciano un temblor le ocupaba los miembros, así le dijo:
—Cobra ánimo, Príamo Dardánida, y no te espantes; que no vengo a presagiarte males, sino a participarte cosas buenas: soy
mensajera de Zeus, que aun estando lejos, se interesa mucho por ti y te compadece. El Olímpico te manda rescatar al divino
Héctor, llevando a Aquileo dones que aplaquen su enojo: ve solo y ningún troyano se te junte. Te acompañe un heraldo más
viejo que tú, para que guíe los mulos y el carro de hermosas ruedas y conduzca luego a la población el cadáver de aquel a
quien mató el divino Aquileo. Ni la idea de la muerte ni otro temor alguno conturbe tu ánimo, pues tendrás por guía al
Argifontes, el cual te llevará hasta muy cerca de Aquileo. Y cuando hayas entrado en la tienda del héroe, éste no te matará
e impedirá que los demás lo hagan. Pues Aquileo no es ni insensato, ni temerario, ni perverso; y tendrá buen cuidado de
respetar a un suplicante.
Cuando esto hubo dicho, fuese Iris, la de los pies ligeros. Príamo mandó a sus hijos que prepararan un carro de mulas, de
hermosas ruedas, pusieran encima una arca y la sujetaran con sogas. Bajó después al perfumado tálamo, que era de cedro,
tenía elevado techo y guardaba muchas preciosidades; y llamando a su esposa Hécabe, hablóle en estos términos:
—¡Hécabe infeliz! La mensajera del Olimpo ha venido por orden de Zeus a encargarme que vaya a las naves de los aqueos
y rescate al hijo, llevando a Aquileo dones que aplaquen su enojo. Ea, dime, ¿qué piensas acerca de esto? Pues mi mente y
mi corazón me instigan a ir allá, hacia las naves, al campamento vasto de los aqueos.
TRILCE
27
Dijo; y con el cetro echó a los hombres. Estos salieron, apremiados por el anciano. Y en seguida Príamo reprendió a sus hijos
Heleno, Paris, Agatón divino, Pamón, Antífono, Polites, valiente en la pelea, Deífobo, Hipótoo y el fuerte Dio: a los nueve los
increpó y dio órdenes, diciendo:
—¡Daos prisa, malos hijos ruines! Ojalá que en lugar de Héctor hubieseis muerto todos en las veleras naves. ¡Ay de mí,
desventurado, que engendré hijos valentísimos en la vasta Troya, y ya puedo decir que ninguno me queda! Al divino Méstor,
a Troilo, que combatía en carro, y a Héctor, que era un dios entre los hombres y no parecía hijo de un mortal, sino de una
divinidad, Ares les hizo perecer; y restan los que son indignos, embusteros, danzarines, señalados únicamente en los coros
y hábiles en robar al pueblo corderos y cabritos. Pero ¿no me prepararéis al instante el carro, poniendo en él todas estas
cosas, para que emprendamos el camino?
Así les habló. Ellos, temiendo reconvención del padre, sacaron un carro de mulas, de hermosas ruedas, magnífico, recién
construido; pusieron encima el arca, que ataron bien; descolgaron del clavo el corvo yugo de madera de boj, provisto de
anillos, y tomaron una correa de nueve codos que servía para atarlo. Colocaron después el yugo sobre la parte anterior de
la lanza, metieron el anillo en su clavija, y sujetaron a aquél, atándolo con la correa, a la cual hicieron dar tres vueltas a cada
lado y cuyos extremos reunieron en un nudo. Luego fueron sacando de la cámara y acomodando en el carro los innume-
rables dones para el rescate de Héctor; uncieron los mulos de tiro, de fuertes cascos, que en otro tiempo regalaron los misios
a Príamo como espléndido presente, y acercaron al yugo los corceles, a los cuales el anciano en persona daba de comer en
pulimentado pesebre.
Mientras el heraldo y Príamo, prudentes ambos, uncían los caballos en el alto palacio, acercóseles Hécabe, con ánimo
abatido, llevando en su diestra una copa de oro llena de dulce vino para que hicieran la libación antes de partir; y
deteniéndose ante el carro, dijo a Príamo:
Así dijo. La mujer prorrumpió en sollozos, y respondió diciendo:
— ¡Ay de mí! ¿Qué es de la prudencia que antes te hizo célebre entre los extranjeros y entre aquellos sobre los cuales reinas?
¿Cómo quieres ir solo a las naves de los aqueos y presentarte al hombre que te mató tantos y tan valientes hijos? De hierro
tienes el corazón. Si ese guerrero cruel y pérfido llega a verte con sus propios ojos y te coge, ni se apiadará de ti, ni te respetará
en lo mas mínimo. Lloremos a Héctor sentados en el palacio, a distancia de su cadáver; ya que cuando le parí, el hado
poderoso hiló de esta suerte el estambre de su vida: que habría de saciar con su carne a los veloces perros, lejos de sus
padres y junto al hombre violento cuyo hígado ojalá pudiera yo comer hincando en él los dientes. Entonces quedarían
vengados los insultos que ha hecho a mi hijo; que éste, cuando aquél le mató, no se portaba cobardemente, sino que a pie
firme defendía a los troyanos y a las troyanas de profundo seno, no pensando ni en huir ni en evitar el combate.
Contestó el anciano Príamo, semejante a un dios:
— No te opongas a mi resolución, ni seas para mí un ave de mal agüero en el palacio. No me persuadirás. Si me diese la
orden uno de los que en la tierra viven, aunque fuera adivino, arúspice o sacerdote, la creeríamos falsa y desconfiaríamos
aún más; pero ahora, como yo mismo he oído a la diosa y la he visto delante de mí, iré y no serán ineficaces sus palabras.
Y si mi destino es morir en las naves de los aqueos de broncíneas túnicas, lo acepto: que me mate Aquileo tan luego como
abrace a mi hijo y satisfaga el deseo de llorarle.
Dijo; y levantando las hermosas tapas de las arcas, cogió doce magníficos peplos, doce mantos sencillos, doce tapetes, doce
bellos palios y otras tantas túnicas. Pesó luego diez talentos de oro. Y por fin sacó dos trípodes relucientes, cuatro calderas
y una magnífica copa que los tracios le dieron cuando fue, como embajador, a su país, y era un soberbio regalo; pues el
anciano no quiso dejarla en el palacio a causa del vehemente deseo que tenía de rescatar a su hijo. Y volviendo al pórtico,
echó afuera a los troyanos, increpándolos con injuriosas palabras:
—¡Idos enhoramala, hombres infames y vituperables! ¿Por ventura no hay llanto en vuestra casa, que venís a afligirme? ¿O
creéis que son pocos los pesares que Jove Cronión me envía, con hacerme perder un hijo valiente? También los probaréis
vosotros. Muerto él, será mucho más fácil que los argivos os maten. Pero antes que con estos ojos vea la ciudad tomada y
destruida, descienda yo a la mansión del Hades.
—Toma, haz libación al padre Zeus y suplícale que puedas volver del campamento de los enemigos a tu casa; ya que tu
ánimo te incita a ir a las naves contra mi deseo. Ruega, pues, a Zeus Ideo, el dios de las sombrías nubes, que desde lo alto
contempla la ciudad de Troya, y pídele que haga aparecer a tu derecha su veloz mensajera, el ave que le es más cara y cuya
fuerza es inmensa, para que en viéndola con tus propios ojos, vayas, alentado por el agüero, a las naves de los dánaos, de
rápidos corceles. Y si el longividente Zeus no te enviara su mensajera, yo no te aconsejaría que fueras a las naves de los
argivos por mucho que lo desees.
Respondióle el deiforme Príamo:
—¡Mujer! No dejaré de obrar como me recomiendas. Bueno es levantar las manos a Zeus para que de nosotros se apiade.
Literatura
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Dijo así el anciano, y mandó a la esclava despensera que le diese agua limpia a las manos. Presentóse la cautiva con una
fuente y un jarro. Y Príamo, así que se hubo lavado, recibió la copa de manos de su esposa; oró, de pie, en medio del patio;
libó el vino, alzando los ojos al cielo, y pronunció estas palabras:
—¡Padre Zeus,

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