Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
c a P Í T U L o 10374 corazón • La coartación posductal sin CAP suele ser asintomática y la enfermedad no se detecta hasta bien avanzada la vida adulta. Clásicamente, se observan hipertensión de las ex- tremidades superiores con pulsos débiles e hipotensión relativa en las extremidades inferiores, asociada a síntomas de claudicación y frialdad. Con frecuencia se desarrolla una circulación colateral «exuberante» a través de unas arterias intercostales y mamarias internas muy aumentadas de cali- bre; la expansión del flujo a través de estos vasos puede hacer que las costillas presenten unas «escotaduras» visibles en la radiografía. En la mayor parte de los casos, la coartación significativa se asocia a soplos sistólicos y, en ocasiones, a un frémito palpable. Se consiguen excelentes resultados mediante la dilatación con balón o resección quirúrgica con anastomosis término-terminal (o la sustitución del segmento de la aorta afectado por un injerto protésico). CARDIoPATíA ISquéMICA Dado que los miocardiocitos generan energía de forma casi exclusiva mediante fosforilación oxidativa mitocondrial, la función cardíaca depende estrictamente de la existencia de un flujo continuo de sangre oxigenada a través de las arterias coronarias. Cardiopatía isquémica (CPI) es un término am- plio, en el que se engloban varios síndromes estrechamente relacionados debidos a la isquemia miocárdica, que es el de- sequilibrio entre la irrigación de sangre cardíaca (perfusión) y las necesidades de oxígeno y nutrientes del miocardio. A pesar de los grandes avances en el tratamiento durante los últimos 25 años, las distintas formas de CPI siguen siendo la principal causa de mortalidad en EE. UU. y otros países desarrollados y ocasionan siete millones de muertes anuales en todo el mundo. En más del 90% de los casos, la CPI es consecuencia de una reducción del flujo coronario de sangre secundario a una ateroes- clerosis obstructiva (v. capítulo 9). Por eso, salvo que se espe- cifique lo contrario, el término CPI se considera sinónimo de enfermedad arterial coronaria (EAC). En la mayor parte de los casos, los síndromes de CPI son manifestaciones tar- días de una ateroesclerosis coronaria que se va formando de forma gradual durante décadas (incluso desde la infancia o adolescencia). Con menos frecuencia, la CPI es consecuencia de un incremento de la demanda (p. ej., aumento de la frecuencia cardíaca o hiper- tensión), de una reducción del volumen de sangre (p. ej., hipotensión o shock), de una reducción de la oxigenación (p. ej., neumonía o ICC) o de una reducción de la capacidad de transportar oxígeno de la sangre (p. ej., secundaria a anemia o intoxicación por monóxido de carbono). Las manifestaciones de la CPI son consecuencia directa del aporte de sangre insuficiente al corazón. La presentación clínica puede corresponder a uno o más de los siguientes síndromes cardíacos: • Angina de pecho: la isquemia induce dolor, pero es insuficiente para ocasionar la muerte de los miocardiocitos. La angina puede ser estable (que aparece de forma predecible con un ni- vel de esfuerzo determinado), deberse a un espasmo vascular (angina de Prinzmetal) o ser inestable (aparición con niveles de esfuerzo cada vez menores e incluso en reposo). • Infarto agudo de miocardio (IAM): la gravedad y la duración de la isquemia son suficientes para producir la muerte de los miocardiocitos. • CPI crónica con ICC: la descompensación cardíaca progresiva tras un IAM o secundaria a la acumulación de pequeñas lesiones isquémicas acaba precipitando un fracaso mecánico de la bomba. • Muerte súbita cardíaca (MSC): puede ser consecuencia de una lesión tisular secundaria a un IM, pero, en general, se relaciona más con una arritmia mortal sin necrosis de los miocardiocitos (v. más adelante en «Arritmias»). El término síndrome coronario agudo se aplica a cualquiera de las tres manifestaciones extremadamente graves de la CPI —angina inestable, IAM y MSC—. RESuMEN Cardiopatías congénitas • Las cardiopatías congénitas son defectos de las cavidades cardíacas o de los grandes vasos; estas alteraciones deter- minan un cortocircuito de la sangre entre la circulación derecha e izquierda o producen obstrucción al flujo de salida. Las lesiones pueden ser relativamente asintomáticas o rápidamente mortales. Pueden contribuir causas me- dioambientales (tóxicas o infecciosas) y genéticas. • Los cortocircuitos izquierda-derecha son los más frecuentes y, típicamente, se asocian a CIA, CIV o CAP. Estas lesiones causan una sobrecarga crónica de presión y volumen en el lado derecho, que acaba provocando hipertensión pulmonar con inversión del flujo y cortocircuitos derecha-izquierda con cianosis (síndrome de Eisenmenger). • Los cortocircuitos derecha-izquierda se deben, principal- mente, a la tetralogía de Fallot o la transposición de los grandes vasos. Estas lesiones provocan cianosis de aparición precoz y se asocian a policitemia, osteoartropatía hiper- trófica y embolias paradójicas. • Entre las lesiones obstructivas se encuentran las distintas formas de coartación de la aorta; la gravedad clínica de las mismas depende del grado de estenosis y de la permeabi- lidad del conducto arterioso. Figura 10-6 coartación de aorta de tipo posductal. la coartación es un estrechamiento segmentario de la aorta (flecha). estas lesiones se suelen manifestar en fases más avanzadas de la vida que las formas preductales de coartación. la aorta ascendente dilatada y las ramas de los vasos principales se encuentran situadas a la izquierda de la coartación. las extremidades inferiores son perfundidas, principalmente, a través de unos conductos colaterales dilatados y tortuosos. (Por cortesía de Sid Murphree, MD, Department of Pathology, University of Texas Southwestern Medical School, Dallas, Texas.) 375cardiopatía isquémica © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Epidemiología Casi medio millón de norteamericanos fallecen cada año por una CPI. A pesar de que esta cifra representa una carga muy elevada, supone un avance espectacular en comparación con épocas pre- vias; tras alcanzar un máximo en 1963, la mortalidad relacionada con la CPI en EE. UU. ha disminuido un 50%. Esta mejora se puede atribuir en gran medida a las intervenciones que han reducido los factores de riesgo cardíaco (conductas o trastornos que favorecen la ateroesclerosis) (v. capítulo 9), sobre todo programas de abandono del tabaquismo, tratamiento de la hipertensión y de la diabetes, y el uso de fármacos hipocolesterolémicos. En menor medida también han contribuido los avances terapéuticos y diagnós- ticos, entre los que destacan la profilaxis con ácido acetilsalicílico, el mejor control de las arritmias, las unidades de cuidados coro- narios, la trombólisis en el IM, la angioplastia y las endoprótesis endovasculares, y la cirugía de derivación de la arteria coronaria. Mantener esta tendencia a la baja de la mortalidad planteará un reto especialmente difícil, dadas la longevidad predicha de los descendientes del «baby boom» y la epidemia de obesidad que asola EE. UU. y otras partes del mundo. PATogENIA Fundamentalmente, la CPi se debe a una perfusión co- ronaria inadecuada en relación con las necesidades del miocardio. Este desequilibrio se produce como conse- cuencia de la combinación de una oclusión ateroescle- rótica previa («fija») de las arterias coronarias y de una trombosis y/o vasoespasmo recientes superpuestos. la estenosis por ateroesclerosis puede afectar a cualquiera de las arterias coronarias —descendente anterior izquierda (aDai), circunfleja izquierda (aci) y coronaria derecha (acD)— por se- parado o en cualquier combinación. las placas con repercusión clínica se pueden localizar en cualquier zona, pero suelen afectar a los primeros centímetros de la aDai y de la aci, así como a toda la longitud de la acD. en ocasiones se afectan las ramassecundarias (p. ej., las diagonales de la aDai, las marginales obtusas de la aci o la descendente posterior de la acD). las obstrucciones fijas que ocluyen menos del 70% de la luz de una arteria coronaria son asintomáticas, incluso durante el esfuer- zo. por el contrario, las lesiones que ocluyen más del 70% de la luz de un vaso —con lo que provocan la denominada estenosis crítica— suelen producir síntomas cuando aumenta la demanda; en los casos de estenosis crítica, unos niveles de esfuerzo concre- tos producen de forma predecible dolor torácico y se dice que el paciente sufre una angina estable. una estenosis fija que ocluye el 90% de la luz o más provoca un flujo coronario inadecuado con síntomas, incluso en reposo —lo que representa una de las formas de angina inestable (v. comentario posterior)—. es importante que si una lesión ateroesclerótica ocluye progre- sivamente una arteria coronaria a una velocidad suficientemente lenta a lo largo de los años, la remodelación de los demás vasos coronarios puede aportar un flujo compensador para la zona de riesgo; esta perfusión colateral puede, posteriormente, protegerla frente a un iM, aunque el vaso llegara a ocluirse por completo. por desgracia, cuando el bloqueo coronario tiene lugar de forma aguda, no hay tiempo suficiente para que llegue a desa- rrollarse el flujo colateral, por lo que se producirá un infarto. los siguientes elementos contribuyen al desarrollo de la ateroesclerosis coronaria y a sus consecuencias: • La inflamación juega un papel clave en todos los estadios de la ateroesclerosis, desde el inicio a la rotura de la placa (v. capítulo 9). la ateroesclerosis comienza con la interacción de las células endoteliales y los leucocitos circulantes, que determinan el reclutamiento y la activación de linfocitos t y macrófagos. posteriormente, estas células facilitan la acumu- lación y la proliferación de células musculares lisas, con una producción variable de matriz, y todas ellas van a recubrir un núcleo ateromatoso constituido por lípidos, colesterol, calcificación y restos necróticos. en los estadios tardíos, se produce una desestabilización de la placa ateroesclerótica por secreción de las metaloproteinasas de los macrófagos. • la trombosis asociada a la rotura de la placa suele provocar un síndrome coronario agudo. la oclusión vascular parcial por un trombo recién formado sobre una placa de ateroesclerosis rota puede aparecer y desaparecer con el tiempo y ocasionar una angina inestable o la muerte súbita; de forma alternativa, incluso la oclusión parcial de la luz por un trombo puede comprometer el flujo de sangre lo bastante como para que se produzca un infarto pequeño en la zona más interna del miocardio (infarto subendocárdico). los trombos en organización elaboran potentes activadores de la proliferación muscular lisa, que pueden contribuir al crecimiento de las lesiones ateroescleróticas. el trombo mural en una arteria coronaria también puede originar émbolos; de hecho, es posible encontrar émbolos pequeños en la circu- lación intramiocárdica distal (asociados a microinfartos) en la autopsia de los pacientes con una angina inestable. en los casos más graves, un trombo sobre una placa rota que provoca una obstrucción completa puede ser causa de un iM masivo. • La vasoconstricción compromete de forma directa el diámetro luminal; además, al aumentar las fuerzas de ciza- llamiento mecánico a nivel local, el espasmo vascular puede favorecer la rotura de la placa. la vasoconstricción a la altura de las placas de ateroesclerosis se puede estimular por: 1) agonistas adrenérgicos circulantes; 2) el contenido de las plaquetas liberado localmente; 3) el desequilibrio entre los factores relajantes de las células endoteliales (p. ej., óxido nítrico) y los factores inductores de contracción (p. ej., endotelina) por disfunción endotelial, y 4) mediadores liberados de las células inflamatorias perivasculares. Cambio agudo en la placa. la aparición de una isquemia miocárdica depende no solo de la gravedad y la extensión de la ateroesclerosis fija sino también de los cambios dinámicos sobre la morfología de la placa coronaria. En la mayor parte de los pacientes, la angina inestable, el infarto y, con frecuencia, la muerte súbita cardíaca se producen como consecuencia de un cambio abrupto en la placa seguido de trombosis —motivo por el cual se habla de síndrome coronario agudo (fig. 10-7)—. el acontecimiento iniciador típico es una rotura súbita de una placa con oclusión parcial. es posible que participe más de un me- canismo de lesión: rotura, formación de fisuras o ulceración de la placa, que puede exponer los elementos muy trombógenos o la membrana basal subendotelial subyacente y ocasionar una trombosis rápida. además, la hemorragia dentro del núcleo de las placas puede expandir su volumen y agravar, de este modo, el grado de oclusión luminal de forma aguda. Se cree que los factores que inducen un cambio agudo sobre la placa aumentan la susceptibilidad de la lesión a la rotura en relación con el estrés mecánico. pueden participar factores in- trínsecos propios de la composición y de la estructura de la placa (v. capítulo 9), así como factores extrínsecos, como la presión arterial y la reactividad de las plaquetas, de la siguiente forma: • Las placas que contienen grandes núcleos ateromatosos o presentan una delgada cubierta fibrosa suprayacente tienen c a P Í T U L o 10376 corazón Angina de pecho La angina de pecho es un dolor torácico intermitente ocasionado por una isquemia miocárdica temporal y reversible. El dolor posiblemen- te sea una consecuencia de la liberación inducida por la isquemia de adenosina, bradicinina y otras moléculas, que estimulan las aferencias autónomas. Se reconocen tres variantes: • La angina típica o estable es un dolor torácico episódico predeci- ble asociado a un nivel de esfuerzo concreto o a otras causas de aumento de las exigencias (p. ej., taquicardia). Clásicamente, el dolor se describe como una sensación opresiva subesternal, que se puede irradiar hacia el brazo o la mandíbula izquierdos (dolor referido). Se suele aliviar con el reposo (reducción de la demanda) o mediante el uso de fármacos, como la nitrogliceri- na, un vasodilatador que incrementa la perfusión coronaria. • La angina de Prinzmetal o variante se produce en reposo y se debe a un espasmo de la arteria coronaria. Aunque es típico que estos espasmos sucedan sobre las placas de ateroesclero- sis existentes o cerca de las mismas, también es posible que afecte a vasos totalmente normales. Habitualmente, la angina de Prinzmetal responde con rapidez a vasodilatadores, como la nitroglicerina y los antagonistas del calcio. • La angina inestable (llamada también angina in crescendo) se caracteriza por un dolor cada vez más frecuente, que se preci- pita con esfuerzos cada vez menores o que incluso aparece en reposo. La angina inestable se asocia a una rotura de la placa con trombosis superpuesta, embolización distal del trombo y/o vasoespasmo; a menudo constituye una señal de alerta de un IM, que aparecerá cuando la oclusión vascular sea completa. más riesgo de rotura y por eso se llaman «vulnerables». Se suelen producir fisuras en la unión entre la cápsula fibrosa y el segmento adyacente de la arteria normal que no tiene placa, dado que, en esta zona, las fuerzas mecánicas son máximas, y la cubierta fibrosa, más delgada. las cápsulas fibrosas están sometidas a una remodelación continua, y este equilibrio global entre la síntesis y la degradación del colágeno determina la resistencia mecánica y la estabilidad de la placa. las células musculares lisas producen el colágeno, que se degrada por la acción de las metaloproteinasas elaboradas por los ma- crófagos. en consecuencia, las lesiones ateroescleróticas con escasas células musculares lisas o una gran cantidad de células inflamatorias son más vulnerables a la rotura. es interesantesaber que las estatinas (inhibidoras de la hidroximetilglutaril co-a reductasa, una enzima clave en la síntesis de colesterol) puede aportar beneficios adicionales en la eac y la cpi, por- que reducen la inflamación en la placa y aumentan su estabilidad, además de disminuir los niveles de colesterol. • Los factores extrínsecos que influyen en la placa también tienen importancia. la estimulación adrenérgica puede re- presentar una tensión física sobre la placa porque provoca hipertensión o vasoespasmo local. De hecho, es posible que el pico de estimulación adrenérgica que se produce al despertarse y levantarse explique que la incidencia de iaM sea máxima entre las 6 y las 12 de la mañana. el estrés emocional intenso también provoca una estimulación adrenérgica, lo que explica la asociación entre las catástrofes naturales, como terremotos o inundaciones, con ondas secundarias de iM en los individuos susceptibles. en la mayor parte de los casos, la «lesión culpable» vulnerable en los pacientes que sufren un iM no ocasionaba una estenosis crítica ni tampoco síntomas antes de romperse. como se ha comentado anteriormente, los síntomas anginosos suelen aparecer en lesiones fijas con una oclusión superior al 70% de forma crónica. los es- tudios anatomopatológicos y clínicos demuestran que dos terceras partes de las placas que se rompen producían una estenosis del 50% o menor antes de su rotura y el 85% tenían una oclusión estenótica inicial del 70% o menos. la preocupante conclusión que se extrae de estos datos es que un gran número de adultos asintomáticos presentan un riesgo importante de sufrir un episodio coronario extremadamente grave. De momento no resulta posible predecir la rotura de la placa en un paciente determinado. la rotura de la placa y la consiguiente trombosis no oclusiva también son complicaciones frecuentes, repetitivas y, con fre- cuencia, asintomáticas del ateroma. la curación de una placa con rotura subclínica y la trombosis subyacente son importan- tes mecanismos por los que se produce un aumento de tamaño progresivo de las lesiones de ateroesclerosis (v. fig. 10-7). Figura 10-7 Diagrama de la progresión secuencial de las lesiones en la ar- teria coronaria que provocan los distintos síndromes coronarios agudos. (Modificado y reproducido a partir de Schoen FJ: Interventional and Surgical Cardiovascular Pathology: Clinical Correlations and Basic Principles. Philadelphia, WB Saunders, 1989, p 63.) 377cardiopatía isquémica © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Infarto de miocardio El infarto de miocardio (IM), que con frecuencia se llama «ataque al corazón», es una necrosis del músculo cardíaco secundaria a isquemia. Aproximadamente 1,5 millones de personas sufren cada año un IM en EE. UU., de las que un tercio fallecen —la mitad antes de poder llegar al hospital—. La principal causa de la CPI es la ateroesclerosis; aunque los IM pueden aparecer prácticamente a cualquier edad, su frecuencia aumenta de forma progresiva con la edad y al aumentar los factores de riesgo de la ateroesclerosis (v. capítulo 9). A pesar de todo, aproximadamente el 10% de los IM se producen antes de los 40 años, y el 45%, antes de los 65. Afecta por igual a caucásicos y a personas de raza negra. Los hombres tienen un riesgo significativamente superior que las mujeres, aunque esta diferencia se va reduciendo progresivamente con la edad. En general, las mujeres muestran una notable protección frente al IM durante los años fértiles. Sin embargo, la menopausia —con la consiguiente reducción en la producción de estrógenos— se asocia a una exacerbación de la enfermedad arterial coronaria y la CPI es la causa más frecuente de muerte en las ancianas. PATogENIA la inmensa mayoría de los im se deben a una trom- bosis aguda de la arteria coronaria (v. fig. 10-7). en la mayor parte de los casos, la rotura de una placa de ateroes- clerosis previa precede a la generación de un trombo, a oclusión vascular y al consiguiente infarto transmural del miocardio distal. Sin embargo, en el 10% de los iM la lesión transmural aparece sin una enfermedad vascular ateroesclerótica oclusiva asociada, y la mayoría de estos infartos se atribuyen a un espasmo de la arteria coronaria o a la embolización de un trombo mural (p. ej., en casos de fibrilación auricular) o de vegetaciones valvulares. en ocasiones no se reconocen trombos o émbolos, especialmente en infartos limitados a la parte más interna del miocardio (suben- docárdicos). en estos casos, la ateroesclerosis coronaria difusa grave determina una perfusión marginal del corazón y, en este contexto, un período prolongado de aumento de la exigencia (p. ej., en caso de taquicardia o hipertensión) puede originar una necrosis isquémica del miocardio más distal a los vasos del epi- cardio. por último, la isquemia sin ateroesclerosis o enfermedad tromboembólica detectable se puede deber a trastornos de las arteriolas intramiocárdicas pequeñas, como vasculitis, depósitos de amiloide o estasis, como se observa en la drepanocitosis. oclusión de la arteria coronaria. en un im típico, se produce la siguiente secuencia de acontecimientos: • Una placa de ateroma sufre una rotura súbita por hemorragia intraplaca o fuerzas mecánicas, lo que expone el colágeno subendotelial y el contenido de la placa necrótica a la sangre. • Las plaquetas se adhieren, agregan y activan, liberando tromboxano a2, adenosina difosfato (aDp) y serotonina, lo que provoca una mayor agregación de plaquetas y va- soespasmo (v. capítulo 3). • La activación de la coagulación por la exposición del factor tisu- lar y otros mecanismos agrava el trombo que está creciendo. • El trombo puede evolucionar en pocos minutos y ocluir por completo la luz de la arteria coronaria. las evidencias acerca de esta situación proceden de los estu- dios de autopsia de pacientes fallecidos por un iaM, así como de estudios de imagen que muestran una elevada frecuencia de oclusión trombótica poco después del iM. la angiografía rea- lizada a las 4 h del comienzo de un iM revela una trombosis coronaria casi en el 90% de los casos. cuando la angiografía se realiza 12-24 h después de la aparición de los síntomas, solo se reconoce trombosis en el 60% de los casos, incluso sin intervención. por tanto, al menos algunas oclusiones se eliminan de forma espontánea por lisis del trombo o relajación del espasmo. esta secuencia de acontecimientos de un iM típico también tiene implicaciones terapéuticas: la trombólisis y/o la angioplastia precoces pueden limitar la extensión de la necrosis del miocardio con muy buenos resultados. respuesta miocárdica a la isquemia. la pérdida de la irrigación del miocardio se asocia a profundas consecuencias fun- cionales, bioquímicas y morfológicas. a los pocos segundos de la obstrucción vascular, se interrumpe la glucólisis aeróbica y, en consecuencia, se reduce el nivel de adenosina trifosfato (atp) y se acumulan metabolitos que pueden ser nocivos (ácido láctico) en los miocardiocitos. la consecuencia funcional es una pérdida rápida de la contractilidad, que aparece aproximadamente 1 min después de que lo haga la isquemia. los cambios ultraestructu- rales (incluidas la relajación de las miofibrillas, el agotamiento del glucógeno, y la tumefacción celular y mitocondrial) se vuelven evidentes con rapidez. estos cambios precoces pueden ser reversibles. Solo la isquemia grave de 20-40 min de duración como mínimo ocasiona lesiones irreversibles y muerte de los miocardiocitos, con la consiguiente necrosis coagulativa (v. capítulo 1). cuando la isquemia se prolonga más, aparecen daños vasculares y, en consecuencia, trombosis microvascular. por tanto, si se recupera el flujo de sangre al miocardio antes de la aparición de lesiones irreversibles, será posible conservar la viabilidad celular; este es el fundamento del diagnóstico precoz del iM y de la intervención rápidamediante trombólisis o angioplastia para salvar el miocardio en riesgo. Sin embargo, como se comenta más adelante, la reperfusión también puede tener efectos no deseados. además, a pesar de realizar la reperfusión a tiempo, en el estado postisquémico, el miocar- dio sigue siendo muy disfuncional durante varios días. esta alteración se debe a trastornos persistentes en la bioquímica celular que provocan una situación de falta de contractilidad (aturdimiento del miocardio). este aturdimiento puede ser lo bastante grave como para que aparezca una insuficiencia cardíaca temporal, aunque reversible. la isquemia miocárdica también contribuye a las arritmias, que probablemente provoquen una inestabilidad (irrita- bilidad) eléctrica en las regiones isquémicas del corazón. aunque una lesión masiva del miocardio puede originar una insuficiencia mecánica mortal, la muerte súbita cardíaca en el contexto de una isquemia miocárdica se suele deber a una fibri- lación ventricular ocasionada por la irritabilidad del miocardio (80-90% de los casos). las lesiones irreversibles de los miocardiocitos isquémicos afectan, en primer lugar, a la zona subendocárdica (fig. 10-8). esta región resulta especialmente susceptible a la isquemia porque es la última que recibe la sangre aportada por los vasos del epicardio, así como por estar expuesta a unas presiones intramurales rela- tivamente elevadas, que dificultan el flujo de sangre. cuando se prolonga la isquemia, un frente de onda de muerte celular se des- plaza hacia otras regiones del miocardio y el infarto alcanza una extensión máxima en 3-6 h; si no se interviene, el infarto puede afectar a todo el espesor de la pared (infarto transmural). la actuación clínica durante esta ventana de tiempo crítica puede reducir el tamaño del infarto en el «territorio de riesgo». Patrones del infarto. la localización, el tamaño y las características morfológicas del infarto agudo de miocardio dependen de múltiples factores: c a P Í T U L o 10378 corazón • El tamaño y la distribución del vaso afectado (fig. 10-9) • La velocidad de desarrollo y la duración de la oclusión • Las demandas metabólicas del miocardio (afectadas, por ejemplo, por la presión arterial y la frecuencia cardíaca) • La extensión del riego colateral una oclusión aguda de la arteria descendente anterior izquierda (aDai) proximal causa el 40-50% de todos los iM y normal- mente determina un infarto de la pared anterior del ventrículo izquierdo, de los dos tercios anteriores del tabique ventricular y de la mayor parte de la punta del corazón, mientras que una oclusión más distal del mismo vaso podría afectar ex- clusivamente a la punta. De forma similar, una oclusión aguda de la arteria circunfleja izquierda (aci) en su parte proximal (que se encuentra en el 15-20% de los iM) ocasionará ne- crosis de la pared lateral del ventrículo izquierdo, y la oclusión de la arteria coronaria derecha (acD) proximal (30-40% de los iM) afectará a la mayor parte del ventrículo derecho. el tercio posterior del tabique y la parte posterior del ventrículo izquierdo reciben el riego de la arteria descendente posterior. esta se puede originar en la acD (90% de los casos) o en la aci. por convención, se llama arteria dominante a aquella coronaria —acD o aci— que da origen a la arteria descen- dente posterior, por lo que es responsable de la perfusión del tercio posterior del tabique. por tanto, en un corazón con do- minancia derecha, la oclusión de la acD puede ocasionar una lesión isquémica en el ventrículo izquierdo, mientras que en el corazón con dominancia izquierda, la oclusión de la arteria coronaria izquierda principal afectará, en general, a todo el ventrículo izquierdo y al tabique. en ocasiones se encuentran oclusiones coronarias en la arteria coronaria iz- quierda principal —que se han denominado «generadoras de viudas», porque se afecta una proporción tan amplia del terri- torio miocárdico que una obstrucción aguda en esta zona suele provocar la muerte del paciente—. las oclusiones podrían afectar también a ramas secundarias, como las diagonales de la acD o las marginales de la aci. por el contrario, es infrecuente la arterioesclerosis o trombosis significativas de las ramas in- tramiocárdicas penetrantes de las arterias coronarias. aunque las tres arterias coronarias principales son termina- les, estos vasos del epicardio están interconectados mediante numerosas anastomosis intercoronarias (circulación cola- teral). aunque estos canales normalmente están cerrados, Figura 10-8 progresión de la necrosis miocárdica tras la oclusión de la arteria coronaria. un segmento transmural del miocardio, cuya perfusión depende del vaso ocluido, representa el área de riesgo (marcada). la necrosis comienza en la región subendocárdica en el centro de la zona isquémica y con el tiempo se va ampliando hasta afectar todo el espesor parietal. obsérvese que una zona muy estrecha de miocardio localizada justo por debajo del endocardio no se ve afectada por la necrosis porque recibe oxígeno mediante difusión del ventrículo. 379cardiopatía isquémica © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. la estenosis gradual de una arteria permite que la sangre fluya desde las zonas de alta presión a las de baja a través de ca- nales colaterales. De este modo, una dilatación gradual de las colaterales puede aportar una perfusión adecuada a algunas regiones del miocardio aunque se ocluya un vaso del epicardio. Según el tamaño del vaso implicado y el grado de circulación colateral, los infartos de miocardio pueden seguir uno de los siguientes patrones. • Los infartos transmurales afectan a todo el espesor del ventrículo y se deben a la oclusión de un vaso del epicardio por una combinación de ateroesclerosis crónica y trombosis aguda; típicamente, este tipo de iM transmurales determi- nan elevaciones del segmento St en el electrocardiograma (ecg) y pueden presentar ondas Q negativas con pérdida de la amplitud de la onda r. estos infartos se llaman también iM con elevación del segmento St (iMeSt). • Los infartos subendocárdicos se limitan al tercio interno del miocardio y no suelen asociarse a elevaciones del seg- mento St o a ondas Q en el ecg. como se comentó an- teriormente, la región subendocárdica es la más vulnerable a la hipoperfusión y la hipoxia. por eso, cuando existe una arteriopatía coronaria grave, una reducción temporal del aporte de oxígeno (por hipotensión, anemia o neumonía) o el aumento de las exigencias de oxígeno (como sucede en la taquicardia o la hipertensión) puede ocasionar una lesión isquémica subendocárdica. este patrón aparece también cuando se lisa un trombo oclusivo antes de que se desarrolle un infarto de espesor completo. • Los infartos microscópicos aparecen cuando se ocluyen vasos pequeños y pueden no asociarse a ninguna altera- ción del ecg diagnóstica. pueden aparecer en pacientes con vasculitis, embolización de las vegetaciones valvular o trombos murales o en los espasmos vasculares secundarios al aumento de las catecolaminas —que pueden ser endóge- nas (p. ej., feocromocitoma o estrés extremo) o exógenas (p. ej., cocaína)—. MorFologÍa casi todos los infartos transmurales (con afectación del 50% o más del grosor ventricular) afectan al menos a una parte del ventrículo izquierdo y/o al tabique interventricular. aproxi- madamente el 15-30% de los iM con afectación de la pared posterior o posteroseptal también afectan al ventrículo dere- cho. los infartos aislados de este representan exclusivamente el 1-3% de los casos. incluso en los infartos transmurales se conserva un estrecho ribete (de aproximadamente 0,1 mm) de miocardio subendocárdico viable por difusión de oxígeno y nutrientes desde la luz ventricular. los aspectos macroscópico y microscópico de un iM dependen de la antigüedad de la lesión. las áreas de lesión evolucionan a través de una secuencia muy característicade cambios morfológicos desde la necrosis de coagulación hasta la inflamación aguda, que más tarde se hace crónica, y la fibrosis (tabla 10-3). la necrosis miocárdica evoluciona de forma in- variable hasta formar una cicatriz sin regeneración significativa; se están realizando estudios para valorar si se pueden emplear células madre tisulares para regenerar el miocardio funcional, pero todavía no se han obtenido datos que avalen su uso. puede resultar muy difícil reconocer los infartos de miocardio muy recientes, sobre todo cuando la muerte se produce en pocas horas. los infartos de miocardio de menos de 12 h de evolución no suelen reconocerse Figura 10-9 relación entre la localización del infarto de miocardio y la naturaleza de la reducción de la perfusión. Izquierda. patrones de infarto trans- mural secundarios a la oclusión de una arteria coronaria principal. el ventrículo derecho puede resultar afectado cuando se ocluye la arteria coronaria principal derecha (no se muestra). Derecha. patrones de infarto secundarios a una oclusión parcial o temporal (arriba), hipotensión global añadida a una enfermedad fija de tres vasos (centro) o a la oclusión de pequeños vasos intramiocárdicos (abajo). c a P Í T U L o 10380 corazón macroscópicamente. Sin embargo, sí es posible visualizar los infartos de más de 3 h de evolución si se expone el miocardio a unas tinciones vitales, como el cloruro de trifeniltetrazoílo, un sustrato de la lactato-deshidrogenasa. Dado que esta enzima se agota en la zona de necrosis isquémica (se extravasa desde las células lesionadas), el área del infarto queda sin teñir (pálida), mientras que las cicatrices antiguas aparecen blancas y brillantes (fig. 10-10). En general, a las 12-24 h del im es posible identificar el infarto por una decoloración rojo-azulada secundaria a la extravasación y al atrapamiento de la sangre. posteriormente, los infartos se van delimitando cada vez mejor como áreas blandas pardo-amarillentas; a los 10-14 días los infartos aparecen rodeados por un tejido de granu- lación hiperémico (muy vascularizado). Durante las semanas posteriores, el tejido infartado evoluciona hasta formar una cicatriz fibrosa. Se produce una secuencia de cambios característica también en el aspecto microscópico (v. tabla 10-3 y fig. 10-11). las características típicas de la necrosis de coagulación (v. capí- tulo 1) se hacen detectables a las 4-12 h del infarto. pueden aparecer también «fibras onduladas» en los márgenes de un infarto, que reflejan el estiramiento y el plegamiento de las fibras muertas que no se contraen. es posible que la isquemia subletal induzca una vacuolización intracelular de los miocardiocitos; estos son viables, pero con frecuencia se contraen mal. el miocardio necrótico induce una inflamación aguda (que típicamente resulta más llamativa a los 1-3 días del iM), seguida de una onda de macrófagos que eliminan los miocardiocitos necróticos y los fragmentos de los neutrófilos (más llamativa a los 5-10 días del iM). la zona infartada es sustituida pro- gresivamente por un tejido de granulación (que es más llama- tivo 1-2 semanas después del iM), que a su vez representa un andamiaje provisional sobre el cual se forma una cicatriz de Tabla 10-3 Evolución de los cambios morfológicos en el infarto de miocardio Evolución temporal Características macroscópicas Características con microscopio óptico Hallazgos en microscopia electrónica Daño reversible 0-1/2 h Ninguna Ninguna Relajación de las miofibrillas; pérdida de glucógeno; edema mitocondrial Daño irreversible ½-4 h Ninguna En general, ninguna; aspecto ondulado variable de las fibras en el margen Rotura del sarcolema; densidades amorfas en las mitocondrias 4-12 h Moteado oscuro en ocasiones Comienzo de la necrosis por coagulación; edema; hemorragia 12-24 h Moteado oscuro Evolución de la necrosis por coagulación; picnosis nuclear; aspecto hipereosinófilo de los miocitos; necrosis en bandas de contracción marginal; aparición del infiltrado de neutrófilos 1-3 días Moteado con centro del infarto pardo-amarillento Necrosis por coagulación con pérdida de núcleos y estriaciones; infiltrados intersticiales de neutrófilos 3-7 días Borde hiperémico; ablandamiento pardo-amarillento central Inicio de la desintegración de las miofibrillas muertas con muerte de los neutrófilos; fagocitosis precoz de las células muertas por los macrófagos en el borde del infarto 7-10 días Máximo grado de reblandecimiento con aspecto pardo-amarillento y márgenes deprimidos pardo-rojizos Fagocitosis bien desarrollada de las células muertas; formación inicial de tejido de granulación fibrovascular en los márgenes 10-14 días Bordes del infarto gris-rojizos deprimidos Tejido de granulación bien establecido con vasos neoformados y depósito de colágeno 2-8 semanas Cicatriz blanquecino-grisácea, progresiva desde el borde hacia el centro del infarto Aumento del depósito de colágeno con reducción de la celularidad >2 meses Cicatrización completa Densa cicatriz colágena Figura 10-10 infarto agudo de miocardio en la región posterolateral del ventrículo izquierdo, que se identifica por la ausencia de tinción con cloruro de trifeniltetrazoílo en las áreas de necrosis (flecha); esta falta de tinción se debe a la extravasación de las enzimas tras la muerte celular. obsérvese la cicatriz anterior (punta de flecha), que sugiere un infarto antiguo. la hemorra- gia miocárdica en el margen derecho del infarto (asterisco) se debe a la rotura ventricular y fue la causa aguda del fallecimiento de este paciente (la muestra está orientada de forma que la pared posterior está situada arriba). 381cardiopatía isquémica © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Modificación del infarto por reperfusión El objetivo terapéutico en el IM agudo es conservar la mayor cantidad posible de miocardio isquémico, algo que se consigue recuperando la perfusión del tejido de la forma más veloz posi- ble (por eso se dice «el tiempo es miocardio»). Esta reperfusión se consigue mediante trombólisis (disolución del trombo por parte del activador tisular del plasminógeno), angioplastia o injerto de derivación de la arteria coronaria. Por desgracia, aunque la conservación del corazón viable (pero en riesgo) puede mejorar el pronóstico a corto y a largo plazo, la reperfusión no es una bendición exenta de riesgos. De hecho, la recuperación del flujo hacia los tejidos isquémicos puede ser el origen de un daño local superior al que se debería haber producido en caso de no realizar la reperfusión —por lo que se denomina lesión por reperfusión—. Los factores que contribuyen a esta lesión son: 1) disfunción mitocondrial: la isquemia modifica la permeabilidad de la membrana mitocondrial, lo que hace posible que las proteínas entren en las mitocondrias. Esto conduce a la tumefacción y la rotura de la membrana externa, con liberación del contenido mitocondrial inductor de la apoptosis; 2) hipercontracción de los miocardiocitos: durante los períodos de isquemia las concen- traciones intracelulares de calcio aumentan como consecuencia de las alteraciones en el reciclado del calcio y de la lesión del sarcolema. Tras la reperfusión, la contracción de las miofibrillas es mayor e incontrolada, lo que provoca lesiones del citoesque- leto y muerte celular; 3) se producen radicales libres, incluido anión superóxido (•O2), peróxido de hidrógeno (H2O2), ácido hipocloroso (HOCl), peroxinitritos derivados del óxido nítrico y radicales hidroxilo (•OH) a los pocos minutos de la reperfusión y provocan daños en los miocitos porque alteran las proteínas y los fosfolípidos de las membranas; 4) agregación de leucocitos, que pueden ocluir la microvasculatura y contribuir al fenómeno de «no reflujo». Además, los leucocitos elaboran elastasas y pro- teasas que provocan la muerte celular, y 5) la activación de las plaquetas y del complemento contribuyetambién a las lesiones microvasculares. Se cree que la activación del complemento influye en el fenómeno de no reflujo por lesión del endotelio. colágeno denso. en la mayoría de los casos, la cicatriz está muy evolucionada al final de la sexta semana, aunque la eficiencia de la reparación depende del tamaño de la lesión original. para la cicatrización es preciso que migren células inflamatorias y que crezcan nuevos vasos desde los márgenes del infarto. por tanto, el iM cicatriza desde los márgenes hacia el centro y un infarto extenso no cicatriza tan rápido ni de forma tan com- pleta como uno pequeño. una vez que el iM cicatriza por completo, ya no resulta posible determinar su antigüedad. las cicatrices fibrosas tienen un aspecto idéntico independien- temente de que tengan 8 semanas o 10 años de evolución. Figura 10-11 características microscópicas del infarto de miocardio y su reparación. A. infarto de 1 día de evolución que muestra necrosis de coagulación y fibras onduladas, que contrastan con las fibras adyacentes normales (situadas a la derecha). las células necróticas se separan por líquido del edema. B. Denso infiltrado de neutrófilos en un área de infarto de 2-3 días de evolución. C. eliminación prácticamente completa de los miocardiocitos necróticos por los macrófagos fagocíticos (7-10 días). D. tejido de granulación caracterizado por un tejido conjuntivo laxo con abundantes capilares. E. infarto de miocardio cicatrizado que se corresponde con una cicatriz colágena densa. Se observan unas pocas células musculares cardíacas residuales. D y E están teñidas con tricrómico de Masson, que tiñe el colágeno de azul. c a P Í T U L o 10382 corazón El aspecto típico del miocardio reperfundido en el contexto de un IAM se muestra en la figura 10-12. Típicamente, estos infartos son hemorrágicos debido a las lesiones vasculares y a la permeabilidad. Microscópicamente, los miocardiocitos lesionados de forma irreversible y que son reperfundidos mues- tran necrosis en bandas de contracción; en este proceso patológi- co aparecen bandas intensamente eosinófilas de sarcómeros hipercontraídos por el aflujo de calcio a través de las mem- branas celulares, lo que induce las interacciones actina-miosina. Cuando no se dispone de ATP, los sarcómeros no se relajan y quedan detenidas en un estado de tetania agónica. Por tanto, aunque la reperfusión puede salvar las células dañadas de forma reversible, también altera la morfología de las células con lesiones irreversibles. características clínicas El IM clásico se caracteriza por un dolor torácico opresivo intenso por debajo del esternón, que se puede irradiar hacia el cuello, la mandíbula, el epigastrio o el brazo izquierdo. A diferencia de la angina de pecho, el dolor asociado puede durar desde minutos a horas y no se alivia con nitroglicerina o reposo. Sin embargo, en una minoría no despreciable de pacientes (10-15%), el IM cursa con signos y síntomas atípicos e incluso puede ser asintomático. Estos infartos «silentes» son especialmente frecuentes en pacientes con diabetes me- llitus subyacente (porque las neuropatías autónomas pue- den impedir que se perciba el dolor) y en personas de edad avanzada. El pulso suele ser rápido y débil, y habitualmente los pa- cientes presentan diaforesis y náuseas (sobre todo en el IM de la pared posterior). La disnea es frecuente y se explica por las alteraciones de la contractilidad del miocardio y la disfunción del aparato valvular mitral, con la congestión pulmonar y el edema agudos consiguientes. En los IM masivos (con afectación de más del 40% del ventrículo izquierdo), se desarrolla un shock cardiógeno. Las alteraciones electrocardiográficas son importantes en el diagnóstico de IM y entre ellas se encuentran ondas Q, cambios del segmento ST e inversión de la onda T (estas dos últimas por alteración en la repolarización del miocardio). Las arritmias secundarias a alteraciones eléctricas en el miocardio isquémico y en el sistema de conducción son frecuentes y, de hecho, la inmensa mayoría de los fallecimientos por IM se deben a una muerte súbita de origen cardíaco que se produce antes del in- greso hospitalario. La valoración de laboratorio del IM se basa en la determinación de las concentraciones en sangre de macromoléculas que se extravasan de las células miocárdicas lesionadas a través de las membranas celulares dañadas (fig. 10-13); entre ellas destacan la mioglobina, las troponinas T e I cardíacas (TnT y TnI), la crea- tina cinasa (CK) (en concreto la isoforma miocárdica, CK-MB) y la lactato deshidrogenasa. Las troponinas y la CK-MB tienen una especificidad y una sensibilidad elevadas para el daño miocárdico. • La CK-MB sigue siendo un marcador útil de la lesión miocárdica, solo superado por las troponinas cardíacas específicas (v. siguiente apartado). La actividad total de CK no es un marcador fiable de lesión cardíaca, dado que existen distintas isoformas de CK en el encéfalo, en el miocardio y en el músculo esquelético. Sin embargo, la Figura 10-13 las determinaciones múltiples de troponina i y de la forma miocárdica de creatina-cinasa (cK-MB) en distintos momentos en el tiempo se pueden emplear para estimar el tamaño y la evolución temporal de los iM. Figura 10-12 infarto de miocardio reperfundido. A. en este corte transversal del corazón (teñido con cloruro de trifeniltetrazoílo) se reconoce un extenso infarto del miocardio de la pared anterior, que es hemorrágico por el sangrado desde los vasos dañados. la pared posterior está situada en la parte superior. B. Microscópicamente, se aprecian hemorragia y bandas de contracción, que se visualizan como unas llamativas estriaciones hipereosinófilas que atraviesan las miofibrillas (flecha). 383cardiopatía isquémica © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. isoforma CK-MB —que deriva fundamentalmente del miocardio, aunque se encuentra en concentraciones bajas en el músculo esquelético— es el indicador más específico de lesión cardíaca. La actividad de CK-MB empieza a au- mentar a las 2-4 h del IM, alcanza el máximo a las 24-48 h y se normaliza en unas 72 h. • Normalmente, en la circulación no se encuentran TnI y TnT; sin embargo, tras un IAM es posible detectar estas dos moléculas en 2-4 h con una concentración máxima a las 48 h; estas concentraciones permanecen elevadas durante 7-10 días. Aunque las troponinas cardíacas y la isoforma CK-MB son marcadores de sensibilidad equivalente en los estadios precoces de un IM, la persistencia de unas concentraciones altas de troponina durante unos 10 días permite diagnosticar un IAM mucho después de que la concentración de CK-MB se normalice. Tras la reperfusión, el pico de troponina y CK-MB se puede producir antes, debido a que la enzima se lava más rápidamente del tejido necrótico. Consecuencias y complicaciones del infarto de miocardio Se han conseguido extraordinarios avances a la hora de me- jorar el pronóstico de los pacientes tras el IAM; la mortalidad intrahospitalaria global por IM es aproximadamente del 7%. Por desgracia, la mortalidad extrahospitalaria es notablemente superior: un tercio de los pacientes con IM con elevación del segmento ST (IMEST) fallecen, en general, por una arritmia que tiene lugar durante la primera hora tras el comienzo de los síntomas, antes de recibir una atención médica adecuada. Esta estadística hace que el incremento de la frecuencia de enfermedad arterial coronaria en los países en vías de desarro- llo con escasa dotación hospitalaria deba ser contemplado con especial preocupación. Casi tres cuartas partes de los pacientes desarrollan una o más de las siguientes complicaciones tras un IAM (fig. 10-14): • Disfunción contráctil. En general, los IM afectan a la función de bomba del ventrículo izquierdo en proporción al volumen de la lesión. En la mayor parte de los casos, se produce cierto grado de insuficiencia ventricularizquierda, que se traduce en hipotensión, congestión pulmonar y edema pulmonar. Tiene lugar un «fracaso de la bomba» grave (shock cardiógeno) en el 10% de los pacientes con un IM transmural y normal- mente se asocia a infartos que lesionan el 40% o más del ventrículo izquierdo. • Disfunción del músculo papilar. Aunque es infrecuente que los músculos papilares se rompan tras un IM, con frecuencia son disfuncionales y pueden contraerse mal debido a la isquemia, lo que provoca una insuficiencia mitral tras el infarto. Mucho tiempo después se produce una fibrosis de los músculos papilares con acortamiento de los mismos o una dilatación Figura 10-14 complicaciones del infarto de miocardio. A-C. rotura cardíaca. A. rotura de la pared libre anterior (flecha). B. rotura del tabique ven- tricular (flecha). C. rotura del músculo papilar. D. pericarditis fibrinosa en la que en el epicardio se identifica una superficie hemorrágica e irregularmente engrosada que recubre un infarto agudo. E. expansión reciente de un infarto anteroapical con distensión y adelgazamiento de la pared (flecha) y un trombo mural. F. gran aneurisma apical en el ventrículo izquierdo (flecha). (A-E, reproducidos con autorización a partir de Schoen FJ: Interventional and Surgical Cardiovascular Pathology: Clinical Correlations and Basic Principles. Philadelphia, WB Saunders, 1989; F, por cortesía de William D. Edwards, MD, Mayo Clinic, Rochester, Minnesota.) c a P Í T U L o 10384 corazón global del ventrículo, que también origina una insuficiencia de la válvula mitral. • Infarto del ventrículo derecho. Aunque el infarto aislado del ventrículo derecho se produce solo en el 1-3% de los IM, es frecuente que este ventrículo resulte lesionado en los infartos del tabique o del ventrículo izquierdo. En cualquier caso, el resultado es una insuficiencia cardíaca derecha, que provoca un estancamiento de la circulación venosa e hipotensión sistémica. • Rotura del miocardio. La rotura complica el 1-5% de los IM pero, cuando aparece, con frecuencia resulta mortal. La rotura de la pared libre del ventrículo izquierdo es la más frecuente y suele originar un hemopericardio y tapo- namiento cardíaco, que provocan la muerte con rapidez (fig. 10-14, A). La rotura del tabique ventricular determina una CIV con un cortocircuito izquierda-derecha (fig. 10-14, B) y la rotura del músculo papilar da lugar a una insuficiencia mitral grave (fig. 10-14, C). La rotura se produce con mayor frecuencia a los 3-7 días del infarto, el momento del proceso de cicatrización en el que existe una lisis máxima del tejido conjuntivo miocárdico y gran parte del infarto se ha conver- tido en un tejido de granulación blando y friable. Entre los factores de riesgo de rotura de la pared libre se encuentran ser mayor de 60 años, tener un infarto de la pared anterior o lateral, ser mujer, no tener una hipertrofia del ventrículo izquierdo y que se trate del primer IM (dado que la cicatriz asociada a un IM previo suele limitar el riesgo de desgarro del miocardio). • Arritmias. El IM determina irritabilidad miocárdica y altera- ciones de la conducción que pueden provocar una muerte súbita. Aproximadamente el 90% de los pacientes desarrollan algún tipo de alteración del ritmo y la incidencia es superior en el IMEST que en el IMSEST. Entre las arritmias asociadas a IM están el bloqueo cardíaco de grados variables (hasta llegar a la asistolia), las bradicardias, las taquiarritmias supraven- triculares, las extrasístoles ventriculares o la taquicardia y la fibrilación ventriculares. El riesgo de arritmias graves (p. ej., fibrilación ventricular) es máximo durante la primera hora y posteriormente disminuye. • Pericarditis. Los IM transmurales pueden provocar una pericarditis fibrinohemorrágica; esta es una manifestación del epicardio de la inflamación miocárdica de base (fig. 10-14, D). Precedida por dolor torácico anterior y un roce de fricción pericárdico, típicamente la pericarditis aparece a los 2-3 días del infarto y se resuelve gradualmente en unos pocos días. En ocasiones, los infartos extensos o una inflamación pericárdica grave pueden ocasionar derra- mes amplios y organizarse para dar lugar a adherencias densas, que, finalmente, se manifiestan como una lesión constrictiva. • Dilatación de las cavidades. Como el músculo necrótico se de- bilita, se puede producir una distensión, un adelgazamiento y una dilatación desproporcionados de la región del infarto (sobre todo en los anteroseptales). • Trombo mural. En cualquier infarto, la combinación de una menor contractilidad del miocardio (que provoca estasis) con una lesión del endocardio (que da lugar a una superficie trombógena) puede inducir una trombosis mural (fig. 10-14, E) que culmine en una tromboembolia del lado izquierdo. • Aneurisma ventricular. Los aneurismas del ventrículo son una complicación tardía, que suele deberse a un infarto transmural anteroseptal extenso, que se cura con aparición de un tejido cicatricial delgado en la pared (fig. 10-14, F). Aunque los aneurismas ventriculares suelen dar origen a trombos murales, arritmias e insuficiencia cardíaca, no se rompen. • Insuficiencia cardíaca progresiva tardía. Se comenta más adelante en el apartado «Cardiopatía isquémica crónica». El riesgo de aparición de complicaciones y el pronóstico tras el IM dependen de su tamaño, de su localización y del tipo del que se trate (subendocárdico frente a transmural). Por tanto, los infartos transmurales extensos se asocian a un mayor riesgo de shock cardiógeno, arritmias e ICC tardía, y los pacientes con un IM transmural anterior son los que más riesgo presentan de rotura de la pared libre, expansión, formación de trombos murales y aparición de aneurismas. Por el contrario, los in- fartos transmurales posteriores se suelen complicar por un bloqueo de conducción grave, afectación del ventrículo dere- cho o ambos; cuando se produce una CIV aguda en esta zona, el tratamiento resulta más difícil. En general, los pacientes con un infarto anterior tienen una evolución clínica mucho peor que los que sufren uno posterior. En el caso de un infarto subendocárdico, se pueden formar trombos sobre la superficie endocárdica, aunque la pericarditis, la rotura y los aneurismas son infrecuentes. Además de la formación de cicatrices ya comentada, el resto del miocardio viable tratará de compensar la pérdida de masa contráctil. Las regiones no infartadas sufren una hipertrofia con dilatación; combinados con las cicatrices y con el adelgazamiento de las zonas infartadas, este conjunto de cambios se denominan remodelado ventricular. La hipertrofia compensadora inicial del miocardio no infartado aporta beneficios hemodinámicos. Sin embargo, es posible que el efecto adaptativo del remodelado se vea superado y la función ventricular se deteriore cuando se produzcan la expansión y la formación de un aneurisma ventricular. El pronóstico a largo plazo de un IM depende de muchos factores, entre los que destacan, por su importancia, la función ventricular izquierda y la gravedad de la estenosis ateroes- clerótica de los vasos responsables de la perfusión del resto del miocardio viable. La mortalidad global durante el primer año es aproximadamente del 30% e incluye las muertes que ocurren antes de que el paciente llegue al hospital. Por tanto, la mortalidad anual es del 3-4%. Cardiopatía isquémica crónica Básicamente, la CPI crónica, llamada también miocardiopatía isquémica, corresponde a una insuficiencia cardíaca progresiva secundaria a una lesión isquémica del miocardio. La mayor parte de los pacientes tienen antecedentes de IM. En estos casos, la CPI crónica aparece cuando los mecanismos com- pensadores (p. ej., hipertrofia) del miocardio viable residual empiezan a fallar. En otros pacientes, una EAC obstructiva grave puede causar una disfunción difusa del miocardio sin infarto franco. MorFologÍa los pacientes con una cpicrónica muestran de forma típica dilatación e hipertrofia del ventrículo izquierdo, a menudo con áreas def inidas de formación de cicatriz blanco-grisácea por los infartos cicatrizados previos. Siem- pre se reconoce una ateroesclerosis moderada a grave de las coronarias, en ocasiones con oclusión completa. en el endocardio suelen encontrarse engrosamientos f i- brosos parcheados y trombos murales. Microscópicamente, destaca hipertrofia del miocardio, vacuolización difusa de los miocardiocitos subendocárdicos y fibrosis por infartos previos. 385arritmias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. características clínicas La CPI crónica se caracteriza por una insuficiencia cardíaca grave progresiva, que, en ocasiones, viene jalonada por nuevos episodios de angina o infarto. Las arritmias, la ICC y el IM in- tercurrente son responsables de la mayor parte de la morbilidad y de la mortalidad asociadas. Células madre cardíacas Dada la grave morbilidad asociada a la CPI, existe un gran interés por analizar el posible uso de células madre cardíacas para susti- tuir al miocardio lesionado. Aunque la regeneración cardíaca está bien descrita en los metazoos (como tritones y pez cebra), clásica- mente el miocardio de los animales de órdenes superiores ha sido considerado una población de células posmitóticas sin capacidad de replicación. Sin embargo, cada vez se están acumulando más evidencias sobre la presencia de precursores de origen medular —junto con una población escasa de células madre residentes en el miocardio— capaces de repoblar el corazón de los mamíferos. Estas células se caracterizan por la expresión de un cúmulo de marcadores de la superficie celular, que permiten su aislamiento y purificación. Además de su capacidad de autorrenovación, estas células madre cardíacas dan origen a todas las estirpes celulares presentes en el miocardio. Igual que sucede con todas las demás células madres tisulares, su frecuencia es muy baja. Tienen una baja capacidad de proliferación intrínseca, que es máxima en los neonatos y se reduce con la edad. Cabe destacar que el número de células madre y sus descendientes aumenta tras las lesiones o la hipertrofia del miocardio, aunque de una forma limitada, dado que es evidente que los corazones que sufren un IM no experimentan ninguna recuperación significativa de la función en la zona necrótica. Sin embargo, la capacidad de estimular la proliferación de estas células in vivo resulta atractiva, ya que podría facilitar la recuperación de la función del miocardio tras un IAM o en la CPI crónica. Por otro lado, la expansión ex vivo y posterior administración de estas células tras un IM es otro campo de investigación activa. Por desgracia, en este sentido, los resulta- dos, por ahora, han sido mucho menos prometedores. Las células madre implantadas pueden desarrollar cierta diferenciación a miocardiocitos, pero la durabilidad de este beneficio ha sido limi- tada y no contribuyen de forma significativa a la recuperación de la fuerza contráctil. Además, una integración aberrante de estas células en el sistema de conducción del corazón del receptor se asocia a riesgo de aparición de focos arrítmicos autónomos. ARRITMIAS Como se sabe, el corazón incluye un sistema de conducción especializado que comprende unos miocardiocitos excitadores que regulan la frecuencia y el ritmo de la contracción cardíaca, y que resultan primordiales para que la función cardíaca se desarrolle con normalidad. Este sistema viene influido por las aferencias neurales directas (p. ej., estimulación vagal), por las sustancias adrenérgicas (p. ej., adrenalina), por la hipoxia y por las concentraciones de potasio (la hiperpotasemia puede bloquear la transmisión de señales por completo). Los compo- nentes del sistema de conducción son: 1) el marcapasos nódulo sinoauricular (SA) (localizado en la unión entre la orejuela de la aurícula derecha y la vena cava superior); 2) el nódulo au- riculoventricular (AV) (localizado en la aurícula derecha a lo largo del tabique interauricular); 3) el haz de His, que conecta la aurícula derecha con el tabique interventricular y que se divide en 4) las ramas derecha e izquierda del haz, que estimulan los correspondientes ventrículos. Las alteraciones de la conducción miocárdica pueden ser mantenidas o esporádicas (paroxísticas). Los ritmos abe- rrantes se pueden iniciar en cualquier zona del sistema de conducción, desde el nódulo SA al miocardiocito individual; se suelen clasificar según se originen en la aurícula (supraven- triculares) o en el miocardio ventricular. Las arritmias pueden manifestarse como taquicardia (frecuencia cardíaca rápida); bradicardia (frecuencia cardíaca lenta); ritmo irregular con una contracción ventricular normal; despolarización caótica sin contracción ventricular funcional (fibrilación ventricular), o ausencia total de actividad eléctrica (asistolia). Los pacientes pueden no ser conscientes de la alteración del ritmo o percibir un «corazón que se acelera» o palpitaciones; la pérdida del gas- to cardíaco adecuado en relación con una arritmia mantenida puede provocar mareo (casi síncope), pérdida de conciencia (síncope) o muerte súbita de origen cardíaco (v. más adelante). RESuMEN Cardiopatía isquémica • En la inmensa mayoría de los casos, la isquemia cardíaca se debe a una ateroesclerosis coronaria; otras causas menos frecuentes son vasoespasmo, vasculitis y embolia. • La isquemia cardíaca se produce por el desajuste entre la irrigación coronaria y las necesidades miocárdicas, y se manifiesta como una serie de síndromes distintos aunque solapados: La angina de pecho es un dolor torácico de esfuerzo se- cundario a una perfusión inadecuada y normalmente se debe a una enfermedad ateroesclerótica que ocasiona una estenosis fija superior al 70% (la llamada estenosis crítica). La angina inestable se debe a una fisura o rotura pequeña de una placa de ateroesclerosis que activa la agregación plaquetaria, la vasoconstricción y la formación de un trombo mural, que no tiene por qué ser oclusivo. El infarto agudo de miocardio, típicamente, se debe a una trombosis aguda tras la rotura de la placa; la mayor parte de ellos se producen en placas que no tenían una este- nosis crítica previa. La muerte súbita de origen cardíaco se debe, en general, a una arritmia mortal, habitualmente sin una lesión aguda del miocardio. La miocardiopatía isquémica es una insuficiencia cardíaca progresiva secundaria a una lesión isquémica, ocasionada por un infarto previo o una isquemia crónica. • La isquemia del miocardio conduce a la pérdida de fun- ción de los miocardiocitos en 1-2 min, pero la necrosis se produce después de 20-40 min. El infarto de miocardio se diagnostica en función de los síntomas, las alteraciones del electrocardiograma y la determinación de las concen- traciones séricas de CK-MB y troponinas. Se necesitan de horas a días para que aparezcan los cambios macroscópicos e histológicos del infarto. • Es posible modificar el infarto con algunas intervenciones terapéuticas (p. ej., trombólisis o endoprótesis), que re- cuperan el miocardio en riesgo, aunque también pueden ocasionar lesiones por reperfusión. • Entre las complicaciones del infarto destacan la rotura del ventrículo o de los músculos papilares, la formación de aneurismas, los trombos murales, las arritmias, la pericarditis y la ICC. Capítulo 10 - Corazón Cardiopatía isquémica Epidemiología Angina de pecho Infarto de miocardio Modificación del infarto por reperfusión Características clínicas Consecuencias y complicaciones del infarto de miocardio Cardiopatía isquémica crónica Características clínicas Células madre cardíacas Arritmias
Compartir