¿Es dolorosa la muerte por pérdida de sangre?

Cuando tenía 20 años, estuve a punto de morir por pérdida de sangre debido a la rotura de una arteria. Y no digo "casi morir" a la ligera; estuve muy cerca. Mis padres ni siquiera pueden hablar de ello.

Morir por pérdida de sangre no es doloroso en sí mismo. Es una locura lo débil que te vuelves. Llegué al hospital y me llevaron inmediatamente al quirófano. Me hicieron sentarme de la silla de ruedas y subirme a la mesa rodante para llevarme al quirófano.

Ese simple movimiento hizo que mi corazón latiera como si acabara de correr un sprint muy rápido por una enorme colina mientras llevaba una pesada bolsa y contenía la respiración. Y mi ritmo cardíaco se aceleró hasta que me sometí a la cirugía y latió con fuerza. Podía sentirlo en mi pecho.

La cosa es que el miedo es algo que exige mucha energía. Cuando estás a las puertas de la muerte, sin duda tienes miedo (yo lo tenía). Recuerdo haber bajado en el hospital viendo el techo pasar por delante de mí y pensar: "Carajo. Esto podría ser realmente. En qué me he metido".

También estaba muy ansioso, lo que es habitual en alguien que se está muriendo. Me movía sintiéndome débil y gimiendo, diciendo que necesitaba sangre.

Tenía una infección estomacal muy grave que me quitó la protección del revestimiento del estómago y el ácido estomacal se derramó sobre una arteria. Me di cuenta de que estaba enfermo porque sentí náuseas y fui al baño, y cuando vomité había sangre roja, el equivalente a un estómago lleno.

Cuando el médico entró con un endoscopio y dijo que era un "chorro", la sangre entraba con los latidos de mi corazón. Lo cauterizó (quemó el agujero para cerrarlo) y me hicieron un montón de transfusiones de sangre.

Me desperté al día siguiente y pasé cinco días en la unidad de cuidados intensivos. En un momento dado, recuerdo que mis padres me visitaron y estaba tan cansado que no podía ni mantener los párpados abiertos.

Eso me dio una idea de cómo es la muerte. No es una buena escena. Pero apostaría que no es tan aterradora como una ejecución. Estando completamente despierto y sano, y sabiendo que se acercaba. Cuando estás mortalmente enfermo, estás un poco fuera de sí y no tienes la energía y la adrenalina para sentir un terror total.

Gracias a Dios por los donantes de sangre. Me han salvado la vida.