¿Por qué el mundo entero está en cuarentena y aterrorizado por el Coronavirus cuando el número de víctimas es relativamente bajo en comparación con...

Te lo voy a poner en perspectiva.

El atentado de las Torres Gemelas el 11 de septiembre cobró 3,000 vidas. Este atentado fue el evento que había marcado el siglo hasta ahora. Buena parte de los problemas del mundo en materia de seguridad y buena parte de los problemas que Estados Unidos había enfrentado durante estos veinte años, tienen una relación directa con este atentado. Así de grave fue.

Ahora imagínate que todos los días, durante 75 días hubiera un atentado terrorista de la magnitud del atentado del 11 de septiembre. Que esto ocurriera en alguna parte del mundo, que tú no podrías saber en cuál, que no tuvieras forma de saber si este día te tocará a ti. Bueno, pues ése es el número de muertos que llevamos al día de hoy: 227,000.

Así como estamos, en todo el mundo, encerrados en nuestras casas, lavándonos las manos cuando tomamos la tarjeta de crédito para hacer las compras por internet, pidiéndole al repartidor que deje todo afuera. Así, con las fábricas trabajando al mínimo, con las calles vacías, sin vuelos por avión, sin niños en los parques, con la economía colapsada, con la gente que no puede trabajar y que no puede cobrar y que no tiene cómo pagar. Así, con estas condiciones, llevamos 227,000 muertos.

Pero eso no es todo. Todavía no tenemos idea de cuando va a parar esto. Lo que sí sabemos es que si estas medidas, con todos sus errores, no hubieran sido implementadas, en lugar de estar contando cientos de miles de muertos, podríamos estar contando decenas o cientos de millones de muertos.

Mucho de lo que hemos hecho hasta ahora ha sido insuficiente. Otra parte ha sido en vano. Pero a pesar de todos los errores, lo hecho hasta ahora es lo que pudimos hacer y eso ha salvado millones de vidas.

Esto no es una gripe, no te engañes. Esta es la crisis más grave de la humanidad desde la segunda guerra mundial, y si no la podemos detener, puede convertirse en la peor crisis de toda la historia. Nos pega de una forma inédita porque nuestros sistemas de producción, nuestra economía, nuestra cultura y nuestro desarrollo como seres humanos, dependen en buena medida de que podamos estar juntos, y ahora no podemos.

Tú no puedes sembrar un campo ni atender una granja solo. ¿Por qué crees que los campesinos tienen tantos hijos? Para sembrar un trigal o para producir un lápiz, necesitas juntarte con otros seres humanos. Qué bueno que esta crisis nos agarró en un momento en que teníamos tan bien afiladas las herramientas para trabajar y comunicarnos desde el hogar con dispositivos que están al alcance de buena parte de la población. Pero no todo puede producirse así.

Quienes vivimos en las ciudades dependemos completamente de lo que se pueda producir en el campo. Quienes trabajan el campo dependen por completo de la maquinaria y los productos que se producen en las fábricas. Todos dependemos de redes complejas que nos abastecen de lo necesario. Es en esto en lo que hay que pensar cuando hablamos de economía. No, no te pongas a pensar en las fotos que salen de los monitores de la casa de bolsa ni en los gringos que tocan la campana en Wall Street. No, la economía somos todos. Es el campesino, el programador, el señor que vende verduras en la calle, el repartidor, el que tiene un puesto de tacos, el ingeniero que hace un puente.

Bueno, pues ninguno de ellos se quiere enfermar, pero tampoco quiere morirse de hambre.

¿Ves el tamaño del problema en el que estamos metidos? Las consecuencias son comparables a una guerra mundial. Quizás las muertes por COVID-19 no sean comparables, pero el efecto en el mundo, en todos los aspectos que constituyen nuestra civilización, sí lo es.

Sabemos que esto pasará. Tarde o temprano, esperemos que en unos meses estaremos barriendo los platos rotos de esta crisis. Como toda gran crisis, ésta también nos traerá avances tecnológicos y económicos considerables. Sucedió después de la primera guerra mundial, sucedió con la segunda, y sucederá con esta pandemia. Seremos más eficientes, trabajaremos de formas mucho más cómodas. Usaremos menos el coche para trabajar y más para ver a nuestros amigos. Para el que murió en la segunda guerra mundial, la guerra fue el fin del mundo. Para el que sobrevivió, fue el principio de un mundo mucho más eficiente y también más rico. Pero eso se tomó su tiempo, y barrer los platos rotos lleva aparejada una buena dosis de sufrimiento.

Somos seres de handicap. Sobrevivimos a catástrofes en la antigüedad y sobreviviremos ahora.

Antes de la segunda guerra mundial, todos los coches eran negros. Fue con la postguerra que aparecieron los coches rojos, verdes, amarillos. También la ropa de cama era o blanca, o negra o gris. Muy pocos tenían sábanas carmesí o púrpura. Fue la postguerra la que inventó las sábanas de colores, los calzones de perritos, los cobertores de Mickey Mouse.

Volveremos a ver la vida a color. Nada más no hay que bajar la guardia ahora.