¿Cuántos generales alemanes de todos los rangos se convirtieron en víctimas en la Segunda Guerra Mundial?

En realidad, algunos simplemente decidieron quedarse con sus soldados, incluso cuando toda esperanza estaba perdida y la muerte sería muy probablemente el resultado final. Un buen ejemplo de esto fue el General Hans Hube.

Durante la Operación Urano (Stalingrado), el General Hube tuvo intensas discusiones con Hitler en su cuartel general en Prusia, discutiendo fuertemente con el Führer para permitir que el v. Paulus y su 6º Ejército intentaran una fuga de su imposible posición. Hitler se negó, pero le dijo que habría un ataque de auxilio muy pronto. El General Hube volvió a Stalingrado para informarle a Paulus sobre las buenas noticias.

El Coronel General Hans-Valentin Hube

Sin embargo, en lugar del intento de ayuda prometido, se le ordenó al General Hube que volara desde Stalingrado para "organizar y ver que el suministro del 6º ejército esté bien cuidado". Por supuesto, se dio cuenta entonces de que Hitler lo había tomado por tonto. Respondió que no tenía intenciones de dejar a sus soldados y viajar hacia un lugar seguro. Además, dijo claramente que se quedaría con su ejército hasta el final. Se negó a ceder, incluso después de las llamadas de los más altos comandantes de la OKW (Oberkommando der Wehrmacht), ordenándole que dejara Stalingrado inmediatamente, y que la orden provenía directamente de Hitler.

Cuando estuvo claro que el General Hube no dejaría Stalingrado bajo ninguna circunstancia, la OKW organizó un equipo de agentes de la SS y la Gestapo, y lo envió a Stalingrado especialmente para traerlo de vuelta a Alemania, por la fuerza o por cualquier otro medio. Recién entonces, no tuvo otra opción que cumplir.

Paradójicamente, a pesar de sus feas discusiones con el Führer, en 1944, el General Hube fue premiado por él mismo con la Cruz del Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes[1] (Ritterkreuz des Eisernen Kreuzes mit Eichenlaub, Schwertern und Brillanten) por sus brillantes hazañas militares después de Stalingrado, y lo ascendieron a Generaloberst. Sólo 27 de todo el ejército alemán recibieron tal condecoración militar.

Este soldado manco extremadamente profesional (perdió un brazo en la batalla de Verdun en 1916) murió un día después de recibir la condecoración, en un accidente en avión en Austria.

Notas al pie