¿Cuáles son algunos hechos inauditos o impensables sobre los vikingos?

Los vikingos llegaron hasta la Sevilla musulmana en el año 844. Fue el 1 de octubre de ese año.

Después de tomar Cádiz, subieron por el Guadalquivir, y saqueando minuciosamente la ciudad de Sevilla durante siete días, durante los que destruyeron la mezquita e hicieron prisioneros a numerosos sevillanos, lanzando desde la ciudad avanzadillas a pie. Según dejó escrito el cronista árabe Ibrahim ibn Ya'qub:

En el año 844 unos paganos, a los que nosotros llamamos rus, atacaron Sevilla, la saquearon y asolaron, incendiando y matando.

Al final Abderramán II los atacó mientras esperaban el dinero de los rescates, matando a más de mil y destruyendo 30 de sus naves. Los que pudieron escaparon, pero otros, los que no murieron ejecutados por piratería, (ahorcados de las palmeras de Tablada,) no tuvieron más remedio que convertirse al islam y asentarse como granjeros en la zona de Coria del Río, Carmona y Morón, donde, con el tiempo, fueron los artífices de los famosos quesos sevillanos.

Ante tal evento destructivo el Emirato reaccionó haciendo algo ciertamente inaudito: enviar una embajada ante los vikingos para iniciar conversaciones de paz. Abderramán II era un gobernante más dado a la diplomacia que a la guerra, y trató de evitar futuros ataques vikingos, intentando ganárselos como aliados. Y así hacia diciembre del año 844 o principios del 845 envió a un embajador a dialogar con los jefes vikingos en sus propias bases. El elegido fue Yahya ibn al-Hakam al-Bakri, a quien por su belleza apodaban al Gazal (la gacela), como nos informa la colección de biografías de poetas escrita por Ibn Diyah aI-Kalby en el siglo XIII, y era un poeta satírico nacido en Jaén en 772. Sus afiladas sátiras le valieron un destierro a Irak en tiempos de Abderraman II. De él dijo Ibn Hayyan que junto a su brillante educación, era un sabio variado, abundante, capaz de frivolidad al hablar, chistoso, profundo, donoso en sus noticias, cuyo recuerdo era permanente en preteridas épocas.

Al-Gazal iba en representación, no sólo del emir de Córdoba, sino también del rey asturiano Ramiro I.

El corto relato que se conserva de la expedición no permite saber a qué lugar del norte de Europa en concreto llegó al-Gazal, pero pudo ser a Irlanda, en aquel momento base del jefe Turgeis, o a Zelanda, corte del rey Horik I. De hecho la crónica dice que la reunión fue en una isla. También afirma que los vikingos eran cristianos, lo cual es extraño para la época, ya que esto no ocurriría hasta el siglo X. Y que en la corte vikinga había estudiosos nórdicos con los que al-Gazal habría mantenido serias disputas intelectuales.

Esto resultó ser un error que a la postre proporcionaría a los nórdicos dos informaciones capitales, ya que les puso sobre la pista, tanto de las riquezas de Al-Andalus, como de su debilidad militar. Prueba de ello es que volverían en 859, 966 y 971.

Desembarco vikingo/ foto Shutterstock

La veracidad de la embajada sevillana ante los vikingos es el tema del estudio de W.E.D. Allen The Poet and the Spae-Wife: An Attempt to Reconstruct al-Ghazal's Embassy to the Vikings, publicado en 1960. También existe un artículo al respecto publicado por Sara M. Pons-Sanz para la Viking Society for Northem Research. Y una novela de ficción escrita por Jesús Maeso: Al-Gazal. El viajero de los dos orientes.